Introducción
Actitud frente al cambio
El 30 de noviembre de 1999 marca un hito en el devenir de la humanidad: nutrido grupo de activistas se congrega frente al local donde sesionaría la Organización Mundial de Comercio (OMC), en Seattle, EUA. Fue señal de que había madurado el movimiento de protesta contra globalización y neoliberalismo, por atribuirles que exacerban desempleo, concentración de la riqueza y miseria. Se le denomina globalifobia. A partir de entonces brotan expresiones semejantes doquiera que se celebran reuniones internacionales. Sus miembros piden que se modifique el mundo y se nombran altermundistas.
Globalización es el proceso que enlaza las economías del planeta. Incide en los campos cultural, político, social, tecnológico, físico e institucional. Desemboca en un estado de globalidad, contexto de este ensayo.
Neoliberalismo es versión actualizada del liberalismo económico que floreció en siglo 19°. Sustituye el régimen de intervención estatal y proteccionismo, imperante en buena parte del orbe durante largo trecho de siglo 20°. Sus rasgos son: preponderancia de inversión privada, mercados abiertos, intenso comercio, movimiento veleidoso de capital, internacionalización de cadenas productivas y hegemonía del sector terciario de producción: los servicios.
El nuevo orden proyecta un claroscuro: ilumina a ciertos grupos humanos y hunde a la mayoría en densas oscuridades. Ostenta una cara benévola, que favorece a la porción próspera del orbe. Su rostro perverso, en cambio, castiga la penuria de recursos, talento, eficiencia y competitividad; profundiza el subdesarrollo; se ensaña con los no agraciados, y acentúa disparidades entre países y personas.
Empero, es lo que hay. Es iluso propugnar acerca de lo que debiere haber o lo que sería deseable, cuya consecución requeriría poderes divinos o pases mágicos, que escapan a la ciencia. No es factible optar entre un esquema fantástico o el de verdad. Reconocerlo no equivale a aceptar un dogma o tener fe en él; es admitir la realidad. Cierto que beneficia a un conjunto privilegiado de naciones e individuos; pero no es atribuible sólo al funcionamiento libre de mercados, sino a múltiples factores, culturales, políticos, institucionales, físicos y otros. Lo prudente es comprender la realidad, estudiar sus antecedentes, transigir y adaptarse a sus reglas para eludir amenazas y aprovechar oportunidades.
Vivimos en plena transición dialéctica de una época a la siguiente. Lo observado antes del globalismo es la tesis. En los setentas y ochentas se presenta la antítesis. La síntesis se halla en marcha.
El trance obliga a revisar la situación planetaria, con la certeza de que la humanidad se encuentra en serias dificultades, pues las divergencias sociales son excesivas, injustas y significan riesgo latente de convulsión. Es asunto de antropología económica, a la cual compete indagar cómo se organiza el hombre para realizar la asignación más conveniente de recursos, dentro de los linderos fijados por medio físico, población, cultura, economía, tecnología y planta productiva.
La cuestión nodal es ¿qué se puede hacer para corregir los efectos malignos de la globalidad neoliberal y extender y dispersar sus virtudes con equidad?
Para abordarla parto de tres axiomas: el mundo y sus habitantes forman un sistema extremadamente complejo; debe planificarse, y hay que hacerlo con criterio realista y global, en pos de que imperen tranquilidad espiritual, estabilidad política, equilibrio social, desarrollo económico e integridad y hospitalidad del medio ambiente.
A partir de estas premisas propongo instaurar globalidad humanizada, reconstruida sobre la actual y sustentada en la ética; emprender un esfuerzo constante de perfeccionamiento de las relaciones humanas, fincado en el significado de humanismo, entendido como percibir y respetar los valores inmersos en la naturaleza humana y hacerse solidario de ellos, lo cual conlleva eliminar contradicciones socioeconómicas y procurar que el máximo alcanzable de personas accedan a situación de bienestar… y más allá: de bienser: situación permanente de calidad de vida digna, aspiración legítima de todos.
Desenredar la maraña en que está convertida la Tierra exige establecer un sistema de planificación, que señale lineamientos y mecanismos para conducir el planeta y cada una de las naciones-Estado que lo componen en dirección premeditada, por consenso y concertación, con el propósito de enmendar defectos del globalismo, perfeccionar sus aciertos y distribuir sus beneficios con equidad. Es el meollo del asunto, la tesis que sustento.
La libertad de mercado no ha de ser absoluta, pues el mecanismo económico padece fallas, limitaciones, desajustes, desequilibrios e irregularidades que el poder público tiene que detectar, evitar y corregir, porque aún en el esquema más liberal está obligado a orientar, supervisar e intervenir en el funcionamiento del aparato productivo, para evitar que su conducta perjudique al género humano.
Planificar tiene como razón de ser actuar, no inmovilizar. Radica en prever, señalar opciones, guiar y promover, no en reprimir. Por ende, el discurso no es si debe aplicarse, sino su carácter y profundidad, que ha de definirse según características, requerimientos y recursos de cada nación, a quien corresponde buscar paradigmas acordes a los mismos y definir su vía viable: la que le conviene y a la que puede aspirar según sus capacidades.
Tres dilemas y dos retos
Esta obra se centra en el caso de México, que se inserta en el ámbito subdesarrollado, grupo de países condenados a ser pobres, por estar atrapados en círculos viciosos infranqueables, donde se conjugan problemas culturales, políticos, económicos, demográficos, sociales, tecnológicos y físicos, que configuran síndrome crónico.
Toda nación-Estado en esa circunstancia está obligada a romper dichos círculos, lo cual implica enriquecer su cultura; renovar aparatos legal, político y administrativo; reorganizar instituciones; proteger su medio físico, regular su población, y robustecer la base productiva. Entraña tres dilemas: cultural, político y económico, atenazados por dos retos: demográfico y ambiental, que dan cuerpo a este trabajo.
¿En qué consisten?
Cultura es el agregado de principios, valores, conocimientos, ideas, usos, costumbres, técnicas, símbolos y objetos que distinguen a un pueblo. Es su herencia social. Se compone de lo económico y lo no económico.
Es fácil deducir lo económico. Los teóricos del desarrollo ponen énfasis en ello, por la importancia que las personas dan a su patrimonio; porque las políticas en este terreno son accesibles y dúctiles, y porque brindan resultados apreciables en poco tiempo.
Lo no económico es todo lo demás. Para allanar su análisis le sustraigo lo político y en lo cultural incluyo aspectos étnicos, psicológicos, educativos, derechos humanos y medios informativos.
Con este arreglo el dilema cultural estriba en ¿cómo enriquecer y aprovechar la herencia social? El dilema político en ¿cómo tener buen gobierno? El dilema económico en ¿cómo elevar el bienestar-bienser de la población? Van de la mano de ¿cómo hacer frente a la presión demográfica? y ¿cómo cuidar, restaurar y proteger la naturaleza?
Nota metodológica
Inicio el ensayo con un repaso del comportamiento de la especie homo–sapiens a lo largo de los siglos, para conocer antecedentes de globalización; percibir el significado y alcance de la transición que experimenta el planeta con la globalidad y el neoliberalismo, y plantear la urgencia de reordenar el orbe con sentido humanista y apego a un sistema global de planificación. En Tercera parte abordo el problema de la pobreza y del subdesarrollo, con referencia particular a México. En el resto de la obra abordo cada uno de los dilemas y retos mencionados, a fondo y detalladamente, con el propósito de sembrar inquietudes, inducir a la reflexión y encontrar soluciones.
Indago el contenido de tales temas en tres planos: primero, cómo afecta la cultura al sistema político, a la economía, la sociedad y el bienestar-bienser; segundo, cómo afecta el sistema político a la cultura, la economía, la sociedad y los individuos, y tercero, cómo afectan las decisiones económicas a la cultura, el sistema político, la sociedad y las personas.
Naturaleza humana, herencia cultural, actos individuales e interacciones sociales forman un revoltijo conceptual que sólo puede aprehenderse con metodología de sistemas, para estructurar las observaciones acerca de lo que sucede en las sociedades; esclarece ambigüedades sobre las mismas; abre salidas a contradicciones y controversias; permite incorporar al sistema la influencia de la conducta personal, y brinda opciones alternas al investigador.
Consciente de lo anterior, aplico enfoque sistémico y visión estereoscópica, que permita abarcar el conjunto, apercibido de que los acontecimientos de cada época obedecen a leyes naturales, políticas, culturales, así como a modalidades de producción, comercio, inversión y consumo, que interactúan entre sí, dependen unos de otros y forman circuitos de retroalimentación.
Recurro a la dialéctica marxista para observar al ser humano en perspectiva histórica, porque el paso de una civilización a otra hace imprescindible hurgar en las raíces intuitivas, mentales y emocionales del ser humano, para deducir los porqués de su comportamiento individual y colectivo. Mas como aquélla confluye en determinismo monocausal económico y político, estrecho para tratar con sistemas abstrusos, la complemento con antropología cultural, que aconseja registrar minuciosamente cada suceso particular, ubicarlo en su contexto total, analizar su significado y por ese camino esclarecer naturaleza y funcionamiento del sistema social. Con su ayuda profundizo en aspectos culturales, intelectuales y psicológicos para esclarecer naturaleza y funcionamiento del sistema social, sin pretensiones de historiógrafo: relato hechos que permitan captar y comprender la conducta social del individuo. Examino la sociedad con enfoque multidimensional, en busca de que cada dimensión rastree su propio pasado y se articule con las otras para vislumbrar su porvenir.
Concedo sitio destacado a las relaciones internacionales, cuya influencia es determinante en la marcha de la humanidad, sus acomodos geográficos y la historia universal. Tomo los acontecimientos mundiales como marco general de lo que sucede en la porción subdesarrollada, con el fin de desentrañar la conciencia de la colectividad mexicana, formular la interpretación antropológica de su cultura, su manera de pensar y actuar y desentrañar el comportamiento del mexicano típico.
Instinto humano, cultura de la sociedad, relaciones interpersonales, de personas con instituciones, interinstitucionales y de personas con medio físico establecen infinidad de corrientes circulares, sin principio ni fin que jamás podrán verse como entelequia y hacen imprescindible imbuirse en el comportamiento del sistema en forma integral, descubrir las causas subyacentes de dificultad y destacar los síntomas. Son fuerzas tan poderosas que parecen dominar cualquier empeño de curar los síntomas si los remedios no se dirigen a las causas estructurales. De cualquier forma, no hay que amilanarse, sino al contrario hacerles frente y adoptar soluciones realistas, factibles y efectivas; sustentar paradigmas que coadyuven a resolver —o al menos paliar— las dificultades que agobian a México y cualquier sociedad subdesarrollada ante la globalidad y el neoliberalismo.
En suma, aporto mi visión de cuál ha de ser la postura de la sociedad humana ante la globalidad y en especial la de la sociedad mexicana.
Primera parte
Globalidad y neoliberalismo
- Evolución de la sociedad humana
El tema central de esta obra es globalización, proceso que enlaza a todas las economías del globo y, en consecuencia, involucra todos los aspectos de la vida. Globalidad es la situación resultante.
El significado de todas es relativo al hablar de naciones, pues es imposible su integración absoluta. En sus épocas de gloria, babilonios, egipcios, fenicios, griegos, romanos, españoles y británicos globalizan los territorios que pueden, meras fracciones del orbe. El significado de todos los aspectos de la vida sí es absoluto y globalización y globalidad son tanto genéricos como específicos: económicas, políticas, culturales, sociales, tecnológicas y físicas.
Para entrar en materia convengamos en que el homo-sapiens evolucionado aparece c. 10,000 años antes de Cristo (a.C.) y vive largos periodos de salvajismo y barbarie, que absorben 54.2% del tiempo trascurrido al año 2000, antes de implantar la civilización c. 3500 a.C.
Los fenicios emprenden la primera globalización, al ligar comercialmente el Mediterráneo, Britania y costa atlántica de África entre siglos 12º y 8º a.C.[1] En el siglo 3° a.C. Babilonia crea un territorio global: somete ciudades y les impone su cultura y regímenes político y económico. Grecia entre siglos 8° y 2° a.C. y Roma de entonces al año 476 de la era cristiana cubren vasta superficie del mundo conocido, dentro de esquema semejante. Al disolverse el imperio romano termina la fase civilización, que significa 32.5% del tiempo. Le siguen la edad media europea y el feudalismo, cerrado y autárquico.
Entre 630 y 730 los árabes, unificados por Mahoma y el islam, conquistan Península Ibérica, norte de África y suroeste de Asia. Se apoderan del Mediterráneo y realizan su globalización.
En siglo 13° aparece en Europa el capitalismo comercial, que a partir del siglo 15º avanza con rapidez con el descubrimiento de América y conquistas en el Océano Índico. El globalismo toma cuerpo en el imperio de Carlos Quinto (1° de España y 5° de Alemania) —donde “jamás se pone el Sol”— que perdura de 1517 a 1648.
El siglo 16° presencia renacimiento cultural y reforma eclesiástica. En la siguiente centuria Europa padece guerra de 30 años entre naciones católicas y protestantes. Finaliza en 1648 por el tratado de Westfalia, que destierra privilegios de señores feudales, crea nuevo orden político fincado en la nación-Estado[2] y se reorganiza el sistema económico internacional,[3] con lo que empieza la era moderna, que Pearson et. al. dividen en cuatro períodos: clásico, 1648-1789; transición, 1789-1945; posguerra, 1945-73, y contemporáneo, 1973-?.[4]
En el período clásico prevalece mercantilismo, en el cual la meta es conquistar territorios, dominar mercados y acumular oro y plata. Las naciones-Estado poderosas compiten en los mares, restringen la salida de metales preciosos, fomentan la producción y levantan barreras para protegerla de competencia externa: rige el proteccionismo.
Gran Bretaña es la globalizadora en siglo 17º: crea enorme imperio, favorecida por la segunda revolución tecnológica, la industrial, surgida del aprovechamiento del vapor como fuente de energía y de la mecanización manufacturera. Llega el capitalismo industrial.
Feudalismo y período clásico abarcan 11.6% del tiempo. El homo-sapiens ha recorrido 89.9% del mismo.
Declaración de independencia en EUA en 1776 y revolución francesa en 1789 marcan la fase transición. Gran Bretaña mantiene el dominio y fija reglas. Practica liberalismo económico, que resplandece entre 1860 y 1880, caracterizado por libre juego de oferta y demanda; división internacional del trabajo; predominio de la industria; sistema monetario universal basado en el patrón oro; aranceles bajos; libertad migratoria, y mares abiertos. El Estado se restringe a vigilar y proteger: es Estado-policía. Aplica el criterio dejar hacer, dejar pasar (laissez-faire, laissez-passer), confiado en que una mano invisible pone orden en la economía, según proclama Smith.[5]
El orbe presencia globalidad amplia y efectiva: el capital fluye entre países y abre paso al capitalismo financiero, llamado imperialismo por Engels, porque los poderosos conquistan por medio del capital.
Marx vaticina en el siglo 19° que el capitalismo lleva en su seno semillas de autodestrucción, dadas las contradicciones resultantes de la lucha de clases e incidencia de crisis económicas. Recomienda estatizar medios de producción y centralizar en el gobierno el control y dirección de la actividad productiva.[6] Asume papel de sepulturero del capitalismo.
El siglo 20º arranca en medio de escaramuzas políticas, guerras y caos social, marco propicio para la revolución mexicana en 1910. La tecnología da inmenso brinco. El petróleo se convierte en el energético que impulsa producción y trasporte. La industria se reafirma como pivote del aparato económico. Telefonía, radiodifusión y cinematógrafo perfeccionan medios para comunicar e informar.
Después de un siglo de paz relativa, Alemania, Imperio Austrohúngaro, Turquía y Bulgaria declaran la guerra a Francia, Inglaterra y otros países europeos en 1914, a los que se añaden aliados de todos los continentes hasta sumar 27 naciones, incluso EUA, que le da dimensión mundial. Termina en 1918.
Un año antes, 1917, estalla revolución en Rusia, que en 1922 implanta régimen de corte marxista. El imperio de los zares deviene en Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), una globalidad en sí misma.
Los años veintes son testigos de febril y pasajera prosperidad de posguerra. La trunca severa crisis bursátil en 1929, que desemboca en larga y dolorosa depresión durante los treintas. Keynes[7] aconseja que el Estado canalice su gasto a activar empleo, ingreso, demanda e inversión, para resucitar la economía. Asume papel de terapeuta del capitalismo.
Franklin Delano Roosevelt, presidente de EUA, emprende su política Nuevo Trato (New Deal) en 1933, inspirado en recetas keynesianas, y funda el Estado-benefactor (welfare-state), con intención de impulsar la economía y redistribuir el ingreso. Se destierra el liberalismo y EUA desplaza a Gran Bretaña como líder.
En 1939 estalla guerra entre el eje Alemania-Italia-Japón-Hungría y los aliados, Gran Bretaña, Francia, Australia y Nueva Zelanda, a quienes se unirían Canadá, EUA y URSS.
Sufrir dos guerras mundiales en plazo tan corto es traumático. Antes de finalizar las batallas, en 1944, representantes de 44 países se reúnen en Bretton Woods, EUA, donde crean instituciones multilaterales cuya encomienda es reorganizar el planeta y prevenir catástrofes semejantes (ver capítulos 21 y 22, infra).
La contienda finaliza en 1945. Triunfan los aliados y fragmentan el planeta en dos bloques: capitalista y socialista, que entablan guerra fría, acuerdo virtual para evitar cataclismo nuclear, que sustentará el equilibrio político mundial durante medio siglo.
Los países subdesarrollados constituyen un tercer mundo.
La fase transición ocupa 1.2% del tiempo.
Sigue la posguerra. Los países europeos beligerantes reanudan su avance y los atrasados registran auge sin precedente hasta 1967, cuando arranca crisis monetaria que culmina con devaluación del dólar en 1971, desmonetización del oro y renovación del mecanismo financiero internacional.[8]
- Liberalismo actualizado
En 1973 los Estados árabes productores de petróleo suspenden exportaciones a EUA, en represalia porque éste apoya a los israelíes en la guerra de Yom Kippur: le decretan embargo petrolero, extensivo a otros países desarrollados. Con ello se cuadruplica el precio y se desquicia el aparato económico mundial.[9] Traza el lindero de la posguerra, que significa apenas 0.3% del tiempo, y comienza la fase contemporánea.
La insuficiencia de petróleo se agrava en 1979-1980 por revolución en Irán y guerra de éste contra Irak. El precio se triplica entonces, para acumular alza de diez tantos en siete años. Desencadena inflación incontenible, asociada a estancamiento económico, síndrome desconocido hasta entonces: lo bautizan estanflación (stanflation).
Ronald Reagan, presidente de EUA, ataca el mal con su estrategia reaganomics (economía según Reagan), fincada en estimular la oferta y allanar el camino a la empresa privada para que abandere la recuperación. Gran Bretaña aplica política semejante.
Se hace explícito el papel del Estado: “con base en la premisa de que la gente que hace la economía —trabajadores, administradores, ahorradores, inversionistas, compradores y vendedores— no requiere del gobierno para efectuar decisiones razonadas e inteligentes acerca de cómo organizar y dirigir mejor sus vidas, […] el papel más apropiado de la política económica gubernamental es proveer un ambiente estable y libre en el cual los individuos privados puedan planificar y tomar decisiones apropiadas confiadamente.”[10]
Es versión actualizada del liberalismo de siglo 19°, por lo que le nombran neoliberalismo.[11] Auspicia que el primer mundo se recobre.
El ámbito socialista se cimbra: URSS padece serios problemas políticos, económicos y sociales, que en 1991 causan su disolución, simbolizada por la caída del muro de Berlín, en 1989, y concluye la guerra fría.[12]
China es caso aparte. Elige estilo sui géneris de comunismo pragmático. Aprovecha su mano de obra barata; fomenta la inversión extranjera, con la cual ingresan tecnología y talento; crea mecanismo eficaz de comercialización; produce con eficiencia y costos bajos. En los ochentas emprende apertura comercial, subsidia la exportación y mantiene subvaluada su moneda. En noviembre de 2001 se afilia a Organización Mundial de Comercio (OMC), emblema del globalismo.[13] Se inicia como maquiladora, pero se propone instalar gran industria, como lo hiciera Japón. Es tercer exportador mundial, acumula reserva de cerca de 500,000 millones de dólares e invierte en el exterior.
La cuarta fase de capitalismo se gesta en los sesentas, al innovarse en computación, telecomunicaciones, informática y tecnología del conocimiento. Germina una década después. Es la tercera gran revolución tecnológica, “sólo comparable en magnitud, a la primera gran interrupción de la continuidad histórica: el paso de la barbarie a la civilización,” considera Toffler.[14] Sus rasgos distintivos: globalidad y neoliberalismo.
El factor más poderoso de globalización es la velocidad de comunicación. Toffler menciona que c. 6000 a.C. el medio de trasporte más rápido es la caravana de camellos: se desplaza a 12 kilómetros por hora (KM/H). En 1784 el coche correo de caballos viaja a 16 KM/H. El ferrocarril de vapor alcanza 20 KM/H en 1825.[15] Durante el siglo 20º los avances son vertiginosos, hasta llegar a télex, fax, telefonía celular e internet, que permiten a personas localizadas en cualesquiera puntos de la Tierra establecer contacto instantáneo a toda hora, como si habitaran espacio minúsculo, al que McLuhan llama aldea global. Se forja nueva civilización donde los medios de información son extensión del hombre, de sus sentidos, talento y relaciones.[16]
Lévy piensa que el cambio en materia de comunicación es más profundo que el experimentado al pasar de culturas orales a culturas escritas: “la emergencia del ciberespacio tendrá hoy un efecto en la pragmática de las comunicaciones tan radical como el que tuvo en su tiempo la invención de la escritura.”[17] Llama cibercultura al nuevo entorno, donde escritura, alfabeto, prensa escrita, medios audiovisuales y ciberespacio amplían el poder del lenguaje.
Sobrevive el capitalismo, más fuerte, extendido y hegemónico, impulsado por revolución tecnológica vertiginosa y mayúscula. El autor citado lo denomina capitalismo de la información, donde ésta y las ideas no son propiedad de alguien en particular; la fuente última de riqueza es la inteligencia y creatividad colectiva de grupos humanos, y la economía se mueve por la convergencia de la fuerza de los mercados de acciones y de las corporaciones, que dominan el mundo.[18]
3. Globalidad regionalizada
El orbe no está organizado como unidad, aclaré. “Regionalización parece ser con frecuencia una mejor descripción de la evolución del mercado que globalización,” considera Hazel Johnson.[19] “Si algunas áreas reciben más atención económica que otras dotadas de manera similar, entonces los mercados mundiales no son globales. […[ Regionalización es fuerza poderosa que tiene y continuará teniendo efecto en los niveles de vida alrededor del mundo y cambiará el balance de poder económico fuera de Estados Unidos y hacia Europa y Asia.”[20] Radica en fortalecer bloques existentes y formar nuevos, entre gobiernos, entre corporaciones y entre gobiernos y corporaciones.[21] Es globalidad regionalizada.
Aliarse simplifica la integración política, económica y social; equilibra fuerzas de poder; resuelve conflictos con más celeridad, y permite competir con eficacia en mercados mundiales.[22]
También acarrea amenazas: la cesión de autonomía y poder exalta el nacionalismo, siempre latente, al grado de que Shils piensa: “el siglo diecinueve, definido por los historiadores durante mucho tiempo como la «era del nacionalismo,» ya no puede disfrutar el monopolio de tal designación. El siglo veinte y probablemente el siglo veintiuno —hasta donde puede preverse— compartirán asimismo esa distinción.”[23] Lo atribuye a que “los seres humanos no pueden vivir sin autoconciencia colectiva enfocada en los referentes que determinan las fronteras. Tal vez podríamos decir que los seres humanos desean vivir en un estado de reclusión. Necesitan recluirse porque necesitan comunidad. La nacionalidad aporta ambos.”[24]
Los nativos de áreas atrasadas perciben: que ciudadanos de países poderosos aprovechan recursos locales con altos beneficios, mientras a ellos se les dificulta, por carecer de capital, tecnología y talento empresarial; que los Estados ricos obligan a los periféricos a aplicar políticas perjudiciales a los intereses locales, intervienen en acciones contrarias a los mismos y se valen de organismos internacionales para sojuzgarlos; que someten y controlan autoridades, organismos y empresas y son celosos protectores de los intereses de sus ciudadanos e interceden para defenderlos. Así sucede en efecto, ya que han sido maniobras regulares de política internacional a través de los siglos.[25]
Quienes habitan territorios pobres se sienten reconquistados y explotados. La globalidad se ve como neocolonialismo y acrecienta resentimiento, egoísmo y envidia; alimenta pasiones nacionalistas, étnicas, religiosas y globalifóbicas; acentúa el complejo de inferioridad (ver Capítulo 38); inhibe voluntad para someterse a ella, y alienta terrorismo.
El nacionalismo es reprobable, añade Shils: “No sólo es contrario a las normas de una sociedad plural, sino de hecho es también injurioso para el mantenimiento de esas normas. […] No sólo es una agresión contra sociedades extranjeras; también es una agresión contra personas o grupos en su propia sociedad.”[26]
Gobernantes y sociedad civil deben contener fuerzas nacionalistas nocivas que se oponen al progreso y contribuyen a agudizar atraso y pobreza, así como alentar la integración regional del orbe en un marco de entendimiento y colaboración.
- Bienestar-bienser: la meta
Desarrollo se entiende como evolución de la economía, debido a que de ésta dependen el ingreso de la sociedad y su calidad de vida. Trae consigo adaptaciones culturales, institucionales, organizativas, políticas y de toda índole, eslabonadas, que son tanto efecto como causa. Por ende, debe verse como proceso integral sistémico de avance de una nación.
En la aldea global de hoy la gente tiene pretensiones materiales, espirituales y de participación más precisas que el pasado. Cuando los menos favorecidos, que son mayoría, se comparan con los que viven en mejores condiciones se inquietan, protestan y exigen igualdad y respeto de sus derechos. Explica el desasosiego y turbulencias actuales.
Kindleberger da la clave: “la estabilidad social es función, no del grado de desarrollo económico, sino de la relación entre las aspiraciones económicas y sociales y de la rapidez con que van siendo realizadas. […] Una vez que el desarrollo está en marcha podrá traer consigo tranquilidad o turbulencia, según que la elevación del nivel de vida vaya o no acompañada de una sensación de participación y de dignidad.”[27]
Vale preguntar ¿cuáles son esas aspiraciones?
El patrón universal de desenvolvimiento de un país es el ascenso de su
producto interno bruto per cápita (PIB/PC),[28] o sea producción por persona. Indica el estado físico y emocional de sus habitantes, esto es, de su bienestar, concepto que Larribau lleva más lejos, con sugerente juego de palabras: “bien-estar no es lo mismo que bien-ser” y cuestiona: “¿pueden conciliarse las ventajas del crecimiento económico y las exigencias de una civilización del «ser» y no del «tener,» que en las actuales condiciones está con toda seguridad en contradicción con ella?”[29]
La respuesta es afirmativa: la conciliación se logra si el desarrollo se orienta adecuadamente, se eliminan las contradicciones, se llega al bienestar… y más allá: al bienser.
¿Qué significa?
El estar, como lo entiende Hegel, es simple devenir. “Este mediar, es cabalmente, por su misma simplicidad, la inmediatez que deviene y lo inmediato mismo.”[30] El significado de bienestar, por tanto, se asocia a un objetivo inmediato, estrecho, explícito en el concepto desarrollo.
El ser es el ente humano considerado en su esencia pura: contenido de principios, conocimientos, experiencias, pensamientos y concreciones sensibles, una esencia fija y estable, explica él mismo.[31]
Bienser, por ende, es situación permanente de calidad de vida satisfactoria, sin perder de vista que es concepto relativo, por ser imposible colmar en su integridad las necesidades humanas, que se crean y renuevan continuamente y porque los satisfactores son escasos.
Lo deseable es que cada persona sea, es decir exista, con dignidad: en las condiciones que le corresponden según su naturaleza, por su derecho de realizarse y disfrutar las máximas dicha y felicidad alcanzables. En esto estriba el bienser. Con tal significado lo utilizo. Al unir bienestar-bienser cubro el horizonte completo, de corto y largo alcance.
El bienestar-bienser de un grupo social depende de su potencial económico, cultura y eficacia con que se gobierna. Como éstos son muy distintos, surgen notables diferencias entre naciones, que la globalización ensancha y crea situación delicada que debe corregirse mediante la modernización y humanización de la sociedad, consistentes en expandir a escala mundial el potencial productivo y patrocinar condiciones de bienestar-bienser más equitativas o menos divergentes, objetivo implícito en las definiciones de desarrollo. Por tanto, desarrollo, modernidad y humanismo son indisolubles.[32]
Modernidad se refiere a “procesos acumulativos que se refuerzan mutuamente: a la formación de capital y a la movilización de recursos; al desarrollo de las fuerzas productivas y al incremento de la productividad del trabajo; a la implantación de poderes políticos centralizados y al desarrollo de identidades nacionales: a la difusión de los derechos de participación, de las formas de vida urbana y de la educación formal; a la secularización de valores y normas,” dice Habermas.[33]
Humanismo, según Braudel, es “una ética de la nobleza humana [que] impone a la sociedad un esfuerzo constante para realizar en ella misma la más alta perfección de las relaciones humanas; una inmensa conquista, una inmensa labor de cultura, una ciencia progresivamente ampliada del hombre y del mundo.”[34] Corresponde a la búsqueda de la virtud que proclaman los filósofos antiguos.
- Darwinismo en dos facetas
La globalidad multiplica la riqueza del planeta en términos absolutos. No obstante, las naciones se empobrecen en términos relativos, por la segmentación y desigualdad derivadas de la evolución social, política y económica, asevera Cohen.[35]
Las discordancias obedecen al modo de reparto de los factores productivos —tierra, capital, trabajo, tecnología— que origina selección natural de personas, similar a la de todo ser vivo, explicada por Darwin.[36] El fenómeno se denomina darwinismo social, aunque es Spencer quien aduce que las sociedades humanas están sujetas a leyes de la evolución por las cuales la naturaleza elige a los más aptos para ser ricos.[37] La globalización hace más estricta dicha selección natural..
Adolfo Weber establece como principio económico fundamental que el hombre procura obtener los resultados más beneficiosos posibles con un monto dado de factores, esto es, actúa racionalmente al tomar decisiones económicas: le denomina homo economicus.[38]
Falta acotar que lo hace bajo el influjo de estados mentales volubles, inducidos por condiciones de salud, emocionales, pasionales, temperamentales, climáticas y otras, donde intervienen medio físico, escolaridad, habilidades, ambiente social, disponibilidad de información y expectativas. Todo individuo procura, en efecto, actuar conforme al principio weberiano, pero sus estados mentales condicionan aptitudes y calidad decisoria, que Goleman llama inteligencia emocional, más importante que la intelectual, según él.[39]
Son elementos que configuran la naturaleza referida por Spencer, causantes de disparidades sociales en todos los tiempos, como se infiere de la condena de la riqueza que aparece en el Antiguo testamento y las diferencias de clase concebidas como injustas por los sabios griegos. Jesucristo advierte: “más fácil es a un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico entrar en el reino de Dios.”[40] “Desde las primeras tablas asirias hasta la Edad Media aparecen reformadores que clamaban por la distribución equitativa de la riqueza,” dice Heilbroner.[41]
En el medievo se consolidan privilegios de aristócratas, terratenientes, mercaderes e Iglesia Católica, la cual hace gala de poder y opulencia. Como resultado, se suaviza la proscripción de la riqueza, gracias a que “los juicios éticos muestran una fuerte tendencia a adecuarse a lo que a los ciudadanos influyentes les resulta agradable creer,” profiere Galbraith. Le dice virtud social conveniente.[42]
Por eso los filósofos de esa época mezclan preceptos cristianos y recomendaciones pragmáticas para ajustar los cánones a la realidad. Tomás de Aquino trata “de reconciliar el dogma teológico con las condiciones imperantes en la vida económica, puesto que no podía prevalecer la intransigencia del cristianismo primitivo con el avance del capitalismo,” comenta Roll.[43]
El darwinismo también se da entre naciones: lo llamo geográfico. Es ocasionado por su dotación de factores productivos y por características sociales, culturales y políticas, que conceden ventajas o debilidades, determinan similitudes y discordancias y hacen el juego dispar: “no todos los países se involucran con equidad ni comparten con equidad el producto planetario,” escriben Pearson et. al.[44]
La globalización amplía los abismos. El progreso se concentra en el hemisferio norte y Oceanía, donde existen condiciones naturales idóneas, progreso científico y tecnológico, capital y coeficientes altos de educación y organización, estabilidad política y social, que confluyen en circuitos virtuosos de cultura, prosperidad económica e igualdad. Las naciones con mayores ventajas comparativas se acondicionan a las nuevas reglas de juego y obtienen ganancias en productividad, eficiencia, eficacia, ingreso y bienestar-bienser social. Quienes carecen de ventajas o son renuentes a aceptar el globalismo se estancan o retroceden.
El reforzamiento del capitalismo, que contradice los augurios marxistas, obedece a que el desarrollo tecnológico y del conocimiento multiplica la riqueza con mayor rapidez que otros factores productivos.
En los prolegómenos de la evolución humana el efecto multiplicador de ingreso procede de actividades agropecuarias.[45] Los factores clave son tierra y trabajo humano. De allí la relevancia de esclavitud y servidumbre. “Sin la fuerza motriz de los esclavos es dudoso que se hubieran sostenido las brillantes economías urbanas del pasado,” sostiene Heilbroner.[46] La riqueza la detentan aristócratas y clero, propietarios del suelo.
En el capitalismo típico el factor clave es el capital, obvio. Las fuentes de acumulación son industria y comercio. Los favorecidos son los dueños del dinero: los burgueses, como les denomina Marx.
En el capitalismo financiero las ganancias proceden de los flujos de inversión, convertidos en capital fijo y fuente de empleo, o de operaciones especulativas del capital golondrina, que va y viene caprichosamente, con efecto benéfico cuando llega; perjudicial cuando se aleja. Keynes la llama “subproducto de las actividades propias de un casino.”[47] Las ganancias las obtienen corporaciones y corredores financieros.
En la globalidad el dinamismo proviene de actividades terciarias, intensivas en conocimiento: electrónica, cibernética, telecomunicaciones, informática, medios informativos, mercadotecnia, telemática, asistencia profesional y actividad financiera. Proveen los nuevos ricos: profesionales jóvenes (yuppies: young urban professionals) que destacan en el mundo próspero y en segmentos privilegiados de economías emergentes, como México.
Es necesario “crear una teoría del valor del conocimiento para reemplazar a la obsoleta teoría de Marx sobre el valor del trabajo [… toda vez que] en una economía de la información […] el valor se incrementa no por el trabajo, sino por el conocimiento […] una clase de trabajo diferente al que Marx tenía en mente,” aconseja Naisbitt.[48]
Lévy aporta el concepto inteligencia colectiva —conocimientos, información y experiencia compartidos por una comunidad— como determinante de su capacidad de desarrollo. “El conocimiento se ha convertido en la infraestructura del mundo contemporáneo,” sostiene.[49]
Las economías poderosas fincan su posición en abundante inteligencia colectiva, intelectual y emocional, vastos recursos financieros, tecnológicos e informáticos, que les brindan alta competitividad. Las más rezagadas aún dependen del suelo y la mano de obra en buen grado. Las emergentes —que examino adelante— están en posición intermedia.
Las diferencias en talento ahondan disparidades entre países y personas. Así como coexisten plantas y animales primitivos con especies evolucionadas, cohabitan individuos y grupos sociales atrasados con desarrollados, cuya supervivencia y evolución dependen de su ajuste al orden global, en un escenario de darwinismos social y geográfico.
- Producto planetario
La clasificación de la humanidad en tres mundos se vuelve obsoleta en 1991, al disolverse URSS. Desde entonces prevalecen dos categorías generales: desarrollados y subdesarrollados. Los primeros son los que mayor progreso revelan, claro está. ONU cataloga en vías de desarrollo a los segundos. El eufemismo distorsiona la realidad, porque da por sentado que se hallan en ese proceso, dudoso para buen número de ellos, amén de que los prósperos no se hallan estancados: se mantienen en desarrollo. Los subdesarrollados presentan algún grado de desarrollo, pero debajo de —connotación del prefijo sub— los ricos. Los examino en Tercera parte, infra. Se abren en emergentes y atrasados.
Enseguida agrupo los 191 países miembros de ONU por su aportación al producto planetario (PP), es decir, suma de sus productos internos brutos (PIBs), estimado en 59.6 billones de dólares en 2005.[50]
Desarrollados. Son 35. Contribuyen con 80% del PP y 16% de la población. Su PIB por habitante es superior a 20,000 dólares. Son sedes de corporaciones trasnacionales. El sector tecnológico contribuye con elevada proporción de PIB. Alto número de trabajadores son calificados. Entre 75% y 90% de la población registra calidad de vida elevada. Se practican austeridad y ahorro, que brindan capacidad de invertir. La pobreza extrema va de 5% a 10%.
Emergentes. Comprenden 33 economías subdesarrolladas con mayor avance relativo. Participan con 15% del PP y 28% de la población. Su PIB anual por habitante es de 5,000 a 20,000 dólares. La pobreza extrema representa entre 30% y 70%.
Dabat los describe como “grupo de países muy heterogéneo en tamaño, raíces históricas, nivel de desarrollo, trayectoria económica o condiciones sociopolíticas, por lo cual es inaceptable cualquier intento superficial de categorización. […] Con todo, muestran características comunes que permiten agruparlos.”[51]
Se esfuerzan por aprovechar ventajas de los mercados globalizados y amoldar a ellos sus estructuras productivas. Cubren fases desechadas por los ricos y participan activamente en el comercio internacional. Su capacidad de ahorro es corta, mas brindan rentabilidad elevada que atrae inversión externa.
Muestran alto potencial de conflicto, inquietud política, volatilidad económica y radicalismo, por su mismo subdesarrollo, que implica diferencias amplias de ingreso y efervescencia social.
Atrasados. Suman 123. Concurren con 5% del PP y 56% de población. Su PIB por habitante es inferior a 10,000 dólares. Dependen de sector agropecuario, industrias tradicionales o artesanales y exportaciones primarias. Enfrentan dificultades para ajustarse a la globalidad. La pobreza extrema agobia a 70% ó más de la población.
Las áreas subdesarrolladas se localizan en trópicos y desiertos, por lo que tienen medio físico hostil y degradación severa. Es ínfima la escolaridad. Prevalece mano de obra rústica, descalificada y barata. Muestran elevados coeficientes de subempleo y migración. La gente se aglomera en contadas zonas aprovechables y ciudades, donde se registra alta densidad y graves lacras sociales.
El darwinismo social y geográfico del globo terráqueo se patentiza en que un sexto de la población padece hambre en los albores de siglo 21º, por reparto desigual y sobrepoblación relativa. La miseria origina malnutrición, enfermedad, incapacidad de aprender, abulia, exclusión e improductividad, desventajas que impiden progresar a vastos contingentes humanos.
La producción de alimentos crece apenas al ritmo demográfico, según FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura), porque sólo 15% de la superficie mundial es apta para explotación agrícola; se desertizan suelos; empeora contaminación de aire y agua por emisiones tóxicas, sustancias radiactivas, lluvia ácida, adelgazamiento de capa de ozono; se desequilibran ecosistemas, cambia patrón de lluvias, y se extinguen especies animales.
Corresponde a la ciencia agroalimentaria elevar los rendimientos de la tierra. Es responsabilidad de la humanidad contener el crecimiento demográfico, administrar el uso de los recursos con eficiencia y evitar un cataclismo de consecuencias trágicas.
- Flagelo de la violencia
La violencia es rasgo distintivo de la globalidad porque, como en todo tiempo, existen discordancias culturales, étnicas o religiosas, ambiciones territoriales, luchas por el poder e intereses económicos, que desatan rencores, odio y agresiones.
La guerra es tan antigua como las tribus y medio para que las belicosas se apoderen de territorios y maten o sometan a los vencidos. Desde siempre es forma de dirimir conflictos. ONU pugna por evitarla desde su creación (ver Capítulo 21, infra). Aún así, hoy se registran más de 50 conflictos armados en el planeta, sin considerar guerrillas como las que asuelan a Colombia y México.
El terrorismo actúa “con propósitos de extorsión política, coerción y propaganda por una causa política.”[52] Pearson et. al. lo caracterizan como uso o amenaza de violencia no convencional, cuyo fin es causar terror, conmoción y atraer la atención; tiene motivos políticos, no criminales; quienes ordenan y ejecutan los actos no tienen relación directa con las víctimas, y son ajenos a gobiernos.[53]
La humanidad está más expuesta a actos terroristas por existir blancos inmejorables: edificios altísimos, aviones gigantescos y ferrocarriles repletos de gente, instalaciones y locales estratégicos, como aeropuertos y plantas eléctricas. Lo demostró el atentado contra las torres gemelas de Nueva York en septiembre de 2001. Los medios difunden los hechos y provocan pánico colectivo que cunde, propósito de los terroristas.
La criminalidad se refina y esparce a ritmo acelerado. Su corazón actual es producción y comercio de drogas. Los trópicos son excelentes para su operación. En medio centenar de países de esa franja es fuente espléndida de ingreso. Sirve de eje al crimen organizado, ampara a delincuencia menor, que prolifera y es sostén de movimientos subversivos y guerrilleros. Domina gobiernos, instituciones, empresas y personas; impone reglas, favorecido por ineptitud e inoperancia legal y judicial.
El negocio de drogas favorece a millones de personas en el mundo, con empleo directo, en actividades conexas y con soborno a servidores gubernamentales. Mueve unos 50,000 millones de dólares al año. Inflige daño tremendo e imperdonable a muchos millones de adictos y sus familiares. A su amparo se expanden asesinatos, secuestros, robos, asaltos y otros flagelos que alarman al planeta.
Otra amenaza es tráfico de armas. OIGs y ONGs luchan porque los gobiernos establezcan controles efectivos y hay convenios añejos para inducir el desarme. Pero son escasos los avances, dado que los países necesitan armamento para agredir o defenderse; por el crecimiento del crimen, y porque el temor induce a las familias a disponer de armas para protegerse.
Los habitantes del mundo vivimos angustiados, impotentes ante la proliferación de actos violentos que frustran la humanización de las sociedades. Se requieren acciones firmes para contenerla, vertidas en programas mundial y nacionales, insertos en el plan global que propongo adelante.
8. Reconversión productiva
La producción es punto de partida de la historia, enuncia Marx.[54] También lo es de la globalización, propulsada por avances en computación, telecomunicaciones e informática, que trasforman modos de producir e intercambiar.
Con la liberación del comercio se borran barreras políticas y económicas y se forma un mundo plano, dice Thomas Friedman,[55] compuesto por mercados integrados, muy competidos, donde hay intenso movimiento de bienes, personas, capital y tecnología.
Durante las últimas tres décadas las corporaciones globalizan las cadenas productivas, reacomodan procesos y las manufacturas tradicionales se trasladan a ciertas zonas subdesarrolladas, que emergen al desarrollo, citadas antes. En las prósperas permanecen ramas de alta tecnología. En esto consiste la reconversión regional y sectorial de la estructura económica, cuyo motivo es, como en todo tiempo, obtener la máxima rentabilidad, por medio de operación eficiente y eficaz.
Eficiencia consiste en obtener el mayor rendimiento posible con los recursos disponibles. Se relaciona con medios. Eficacia o efectividad significa obtener los resultados esperados. Considera los fines. Son nociones que competen a la teoría económica, sintetizadas en tres preguntas: ¿Qué producir? ¿Cómo producir? ¿Para quién producir?
“Donde producir es también un elemento relevante de las decisiones económicas, tanto en términos privados cuanto sociales, así como un aspecto básico de las acciones que se realizan en el mercado,” opina Bendesky.[56]
¿Dónde? puede ser cualquier lugar del orbe en que sea más redituable localizar cada fase de las cadenas productivas, sin importar distancias, fronteras ni nacionalidades. La inversión se dirige adonde existen ventajas que prometen alta ganancia.
La eficiencia, incrementada por la tecnología, abate costos de comunicación, trasporte, distribución, producción y financiamiento, lo cual reprime inflación, eleva capacidad de compra, estimula demanda y apuntala la fase ascendente del ciclo en economías prósperas y suscita el efecto-riqueza, circuito de crecimiento acumulativo ingreso–consumo–ahorro–inversión-empleo-producción-ingreso, ad líbitum, que vigoriza el auge y extiende su duración.
De todos modos, el planeta no está inoculado contra perturbaciones coyunturales, que seguirán apareciendo, pues las leyes de la economía no se alteran: las dictan las reacciones de consumidores, productores e inversionistas, quienes siguen patrones de constancia, trazados por su naturaleza y por condiciones de salud, pasionales y temperamentales, moldeadas por escolaridad, estrato social, acceso a información y expectativas. No se puede confiar en la racionalidad de la mano invisible en que creen Adam Smith y seguidores.
Algunos hablan de nueva economía, aunque no existe novedad en su naturaleza; sólo se reordena, con preeminencia del factor conocimiento y la actividad terciaria. Las transacciones electrónicas aceleran su velocidad, lo cual modifica la forma como reaccionan los involucrados, no el fondo. Obliga a ajustar la teoría a la práctica y a distinguir entre funcionamiento tradicional y computarizado, sin variar principios ni contenido. Cuando los postulados keynesianos inspiraron las políticas públicas también se usó el concepto nueva economía, comenta Johnson.[57]
El cambio estructural planetario beneficia a países ricos; concentra la riqueza; agudiza sus diferencias con el mundo rezagado, e impone a éste el apremio de amoldarse y trasformarse para avanzar y mejorar condiciones generales de vida o incluso para sobrevivir.
- Claroscuro de la globalidad
Reitero lo asentado en la Introducción: la globalidad proyecta un claroscuro: ilumina a ciertas personas y países, pero extiende sus sombras sobre otros, por desgracia la mayoría. Muestra dos rostros antinómicos. El benévolo aumenta las posibilidades de desarrollo cultural, empleo, ingreso y bienestar-bienser. Sus luces alumbran al mundo próspero, si bien deja escapar tenues destellos a algunas regiones agraciadas. El perverso aviva los darwinismos social y geográfico; castiga con severidad la falta de recursos, eficiencia y competitividad; se ensaña con grupos vulnerables y es despiadado con áreas atrasadas.
Toffler equipara las tres revoluciones tecnológicas —agrícola, industrial e informática— con tres enormes olas. Los cambios causados por la tercera, afirma, “no son independientes entre sí. No son fruto del azar. […] Son, de hecho, partes de un fenómeno mucho más amplio: la muerte del industrialismo y el nacimiento de una nueva civilización.[58]
“La Humanidad se enfrenta a un salto cuántico hacia delante. Se enfrenta a la más profunda conmoción social y reestructuración creativa de todos los tiempos,” prosigue.[59] Como consecuencia, el mundo padece “una verdadera enfermedad que afecta a un número creciente de personas,” el shock del futuro: “una corriente hoy tan poderosa que derriba instituciones, en un desequilibrio por inadaptabilidad al cambio, [que] trastorna nuestros valores y arranca nuestras raíces.”[60]
La parábola es acertada si se considera que el oleaje suele ser estable, pero se convierte en marejada cuando se desata un huracán. Igual, la sociedad se mantiene estable mientras no sufre trastornos serios, [61] mas cuando sobrevienen éstos se perciben como crisis (del verbo griego krinein: decidir), punto de choque, de flexión, que hace imperativo actuar: tomar decisiones.
La turbulencia que azota al mundo durante la transición de estatismo-proteccionista a neoliberalismo-globalidad actúa como marejada: altera todo y acarrea problemas que deben ser enfrentados y resueltos. Desata crisis que exigen resolver dificultades y al mismo tiempo abren oportunidades que pueden aprovecharse.
Los acontecimientos del último tercio de siglo 20° imprimen sensaciones en la conciencia de la humanidad que afloran en noviembre de 1999, cuando nutrido grupo de manifestantes protesta en Seattle, EUA, donde sesionaría Organización Mundial de Comercio (OMC), contra neoliberalismo y globalización, por atribuírseles que exacerban desempleo, concentración de la riqueza y miseria, como relato en la Introducción. Dos meses después el presidente Ernesto Zedillo los denomina globalifóbicos, en Davos, Suiza.[62]
Cada vez más personas se contagian de aquel sentimiento y demandan cambiar al mundo, por lo cual se nombran altermundistas. Su ingenuidad hace recordar a Kluckhohn: “en lo que respecta al tratamiento de las enfermedades sociales, estamos viviendo todavía en la época de la magia. Nos comportamos a menudo como si las ideas revolucionarias y perturbadoras pudieran conjurarse por medio de un rito verbal, como los espíritus malignos. Buscamos brujas a las que echar la culpa de nuestras dificultades.”[63]
El orden globalizado es el que existe: el real, el único que hay. Divagar acerca del que debiere ser o el que se anhela cae en el terreno de la fantasía: escapa al dominio de la ciencia. Insisto en que reconocerlo no equivale a tener fe en un dogma; es aceptar la realidad. Cierto que beneficia a un conjunto privilegiado de naciones e individuos; pero no es atribuible sólo al funcionamiento libre de mercados, sino a múltiples factores, culturales, políticos, institucionales, físicos y otros. Por lo demás, no es posible eludirlo, pues es una etapa más de la evolución dialéctica.
El deseo de toda sociedad es alcanzar la posición más encumbrada posible. Las prósperas buscan escalar peldaños más altos: mantenerse en desarrollo. Las emergentes, alcanzar a aquéllas: dejar de ser subdesarrolladas. Las atrasadas, salir de su marasmo.
- Humanización de la sociedad
Los individuos son impelidos por coerción física, intelectual y moral a supeditarse a la sociedad de que forman parte, asienta Durkheim.[64] Coerción similar se da entre naciones: las poderosas se imponen a través de fuerza física, económica, cultural, intelectual y moral, lenta pero inexorablemente, de manera espontánea y definitiva. Las civilizaciones se forman por influencias intersociales. Es positivo, pues “si todo grupo humano hubiera tenido que evolucionar por sus solos esfuerzos, el progreso hubiera sido tan lento que es dudoso que cualquier sociedad estuviera […] más allá de la antigua Edad de Piedra. El crecimiento relativamente rápido de la cultura humana, como conjunto, se debe a la capacidad de todas las sociedades para adquirir elementos de otras culturas e incorporarlos dentro de la suya propia,” opina Linton.[65]
¿Qué cultura impera hoy?
“En Europa, desde el siglo XVI (y probablemente desde antes), la civilización en su último grado está bajo el signo del dinero y del capitalismo,” comenta Braudel.[66] Las aptitudes humanas están dadas por posesión de capital, tierra, tecnología, educación, calificación laboral y talento para aprovecharlos. Su reparto dispar crea contrastes sociales, de tenues a exagerados, que se acentúan en la globalidad. Se acepta, se ensalza incluso, la explotación del hombre por el hombre. Así es la civilización occidental, que se enseñorea en el mundo, impuesta por naciones europeas y EUA.
La apertura informativa hace que los desfavorecidos adquieran conciencia de que merecen vivir con dignidad, en el sentido apuntado. Exigen a autoridades reconocer, respetar y brindarles sus derechos. Organismos internacionales gubernamentales (OIGs) y no gubernamentales (ONGs) los incitan y ayudan.
Toma 172 años hacer explícito su reconocimiento. Arranca con la Declaración de independencia de EUA en 1776 y la revolución francesa de 1789. Se consagra en 1948, en la Declaración universal de los derechos humanos, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Su materialización es pausada: en naciones desarrolladas es patente el progreso; se vislumbra en grupos privilegiados del mundo subdesarrollado; pero está distante en países, grupos, familias e individuos pobres, que son el grueso de la población.
Las constituciones nacionales especifican derechos humanos, con diferencias en valores, interpretaciones y matices. Algunos son de carácter universal; otros son reconocidos sólo por algunos gobiernos. Sociedades teocráticas sobreponen principios religiosos a conceptos legales y mantienen prácticas que otras culturas consideran impropias. En donde impera criterio marxista se piensa que respetar garantías individuales auspicia discriminación económica y estratificación social. Regímenes totalitarios o con nacionalismo acendrado se resisten a aceptar criterios, reglas y acuerdos internacionales, para mantener su statu quo.[67]
En el pasado las acciones eran de incumbencia local. Ahora son de injerencia solidaria internacional. Ante la presión, los gobiernos ceden y procuran otorgarlos.
Dada la acentuación del darwinismo es impostergable modernizar la sociedad y humanizarla, visto como favorecer que el mayor número posible de humanos gocen de bienestar-bienser.
- En pos de la vía viable[68]
El capitalismo demuestra vigor para sobrevivir y evolucionar durante siete siglos, por ser compatible con leyes naturales: respeta y defiende el instinto de triunfar; exalta el individualismo, que impele al ser humano a superarse, distinguirse en medio de reñida competencia. La libertad de decisión aguza su creatividad, acelera aportaciones tecnológicas y le acicatea a trabajar, ahorrar e invertir, a desplegar su potencia creativa y progresar, con lo que colabora al avance de su comunidad.
Lo anterior se inserta en el concepto modernidad de Hegel, quien declara: “en la sociedad civil cada uno es fin para sí mismo, todo lo demás no significa nada para él. […] La sociedad civil «como creación del mundo moderno,» encuentra también su justificación en la emancipación del individuo por la que éste se instala en la libertad formal: el desencadenamiento del capricho y arbitrariedad de las necesidades y del trabajo es un momento necesario en el camino por el que la «subjetividad se educa y se forma en su particularidad.»”[69]
Vivimos el tránsito a nueva civilización, aún en proceso: queda largo trecho por recorrer, durante el cual el hombre debe madurar, superar obstáculos y corregir errores.
Los inconformes patológicos seguirán convencidos de que la fórmula neoliberalismo–globalidad es culpable de todos los males y se enardecerán pasión y rebeldía. Su error es confundir libertad de mercado con instrumentación. Ésta es la que atropella todo a su paso. En regiones subdesarrolladas es impetuosa, desordenada e irrestricta; se implanta precipitadamente; no responde a un plan ni tiene dirección humanista. Si no se superan las injusticias pudieren ocasionar cataclismo de proporción incalculable. Ello hace imprescindible revisar las estrategias económicas a escalas mundial y nacional y sustituirlas por propuestas sensatas viables, que reivindiquen los derechos de los desfavorecidos y den contenido ético al régimen neoliberal, que llegó para quedarse hasta que se forme la cuarta ola, para corregir o al menos suavizar los darwinismos. El remedio no estriba en desdeñar la realidad y exigir soluciones ilusorias, sino en pugnar porque las naciones se adapten en forma correcta al orden vigente, burlen amenazas y aprovechen las ventajas.
Presenciamos una transición dialéctica: el estado de la humanidad antes de la globalidad representa la tesis. En los setentas y ochentas se modifican formas, condiciones y relaciones internacionales de producción: es la antítesis. Obedece a acontecimientos que no se revierten.
Fukuyama pregunta si es el fin de la historia.[70] De hecho es el arranque de la fase en que se fragua la síntesis: compleja, ardua y tardada, pues todo cambio sociocultural es lento. La conversión lleva sólo 0.2% del tiempo trascurrido desde que aparece homo-sapiens. Provoca turbulencia, desorden y remueve todo, con pasos desordenados, impulsivos y caprichosos.
La cuestión nodal es ¿qué se puede hacer para corregir sus efectos malignos y extender y dispersar sus virtudes con equidad?
Para resolverla hay que partir de tres axiomas: primero, los sistemas sociales son complejos; segundo, deben planificarse, y tercero, tiene que hacerse con criterio realista.
El futuro de la humanidad depende de que las naciones-Estado de la Tierra se reorganicen en un clima de concordia, solidaridad y respeto mutuo, apliquen enfoque de planificación integral, sistémica, de largo alcance; emprendan reforma organizada para ajustarse a las circunstancias reales, e instauren un escenario de paz, tranquilidad y bienestar-bienser para el mayor número alcanzable de humanos.
La tranquilidad espiritual del planeta depende de que haya equidad, justicia y respeto a la dignidad del ser humano.
La gobernabilidad, de que se garanticen libertad, paz y orden.
El desarrollo económico, de que se incrementen producción, empleo e ingreso y éste se distribuya con equidad.
La integridad y hospitalidad del planeta, de que se proteja y regenere el medio ambiente.
La sabia combinación de estos elementos llevaría a la globalidad humanizada, que conceda bienestar-bienser al mayor número alcanzable de personas.
El siglo 21o abre horizonte de esperanza, porque la revolución tecnológica ofrece oportunidades de progreso cultural y material. A la vez rebosa peligros y amenazas, que imponen obligaciones y retos.
Los países han de instaurar sistemas democráticos adecuados a las circunstancias: abiertos, flexibles, aptos para afrontar los desafíos, sustentados en legislación e instituciones apropiadas, eficientes y eficaces.
El régimen neoliberal no puede ser irrestricto. Se debe regular su funcionamiento en beneficio de la gente. Al finalizar siglo 20° dos doctrinas, liberal y socialdemócrata, buscan resolver los problemas con sentido humanista. Tras ellas aparece la tercera vía, que ofrece una solución ecléctica que incorpora ideales socialistas a las necesidades de la economía globalizada.
Yo propongo seguir la vía viable: la defino en Capítulo 54, infra.
Segunda parte
Planificar para humanizar
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- Reacción globalifóbica
Globalifobia, antineoliberalismo o altermundismo —como se le diga— es reacción ante las iniquidades implícitas en los darwinismos social y geográfico y en el claroscuro de la globalidad, que despiertan agravio, resentimiento, coraje, envidia y afán de venganza. La asumen quienes están descontentos del globalismo, expresa Stiglitz.[71]
Plauto, en siglo 2º a.C., acuña la frase “el hombre es lobo del hombre” (homo homini lupus) para definir la naturaleza humana.[72] Ese lobo se enfurece al percatarse de las desigualdades y experimenta pasiones como las mencionadas. Se ha rebelado siempre: Görlich cita que en Egipto se sublevan campesinos y exigen mejores condiciones en siglo 27o a.C. Su líder es “el primer reformador social de la historia del mundo,” asegura.[73]
Dentro de un país se presenta como lucha de clases, indisciplina civil, delincuencia y criminalidad. Hacia lo extranjero como xenofobia, odio étnico o religioso, que engendran tensiones sociales, guerra y terrorismo.
Algo semejante a lo que presenciamos se observa en Europa entre 1850 y 1870, cuando existe “gran masa de obreros procedente de la reserva de desocupados, por la introducción de nuevas máquinas, que desalojaban a un número cada vez mayor de obreros, y por la inmigración de obreros agrícolas, desalojados ahora también en proporciones crecientes por las máquinas,” describe Engels.[74]
Görlich dice: “condiciones análogas se presentaron donde quiera que la industrialización hizo los mismos progresos que en las islas británicas.”[75]
Han sido movimientos que exigen mejores condiciones de vida para los desfavorecidos. Cobran ímpetu al ensancharse sus diferencias con los ricos; cuando abundan desocupados en medio de la prosperidad, y al empalmarse con crisis financieras y económicas agudas. Durante la guerra fría los patrocinan agrupaciones auspiciadas por el bloque soviético, China y sus aliados, con la finalidad de derrotar al capitalismo. Sus conquistas son exiguas, porque el experimento comunista es incapaz de corregir discrepancias sociales: más bien las ensancha, con lo que se debilita y desprestigia. Pierden patrocinador y vitalidad al disolverse URSS en 1991. Aun cuando adquieren brío, carecen de organización, objetivos y estrategias unificados. Se fragmentan en corrientes que van de reformismo conciliador a altermundismo.
El primero reconoce que la globalidad es inevitable y propone adaptarse a ella, señalarle límites de actuación y conciliar intereses de poderosos y débiles.
Los altermundistas atribuyen los males a que los mercados operan abiertamente, con determinismo marxista. Anhelan un mundo utópico donde los mercados sean puros y justos, sin restricciones directas o indirectas, que impere movimiento libre de personas, mercancías y capitales y exista reparto equitativo de la riqueza, sin recomendar mecanismos ni aportar recursos para lograrlo.
Mi propuesta es definir lo que se puede hacer y olvidar lo que debiere ser o lo que se desearía que fuere, en busca de que la globalización adquiera carácter ético, solidario y humanista. No se puede lograr lo imposible. Estamos en un laberinto de relaciones entre gobiernos y sociedades civiles, ante el cual hay que organizar instituciones internacionales cooperativas que reordenen la interdependencia, en vez de verlo como torneo entre Estados, donde triunfan los poderosos, y reconocer el mundo de verdad, el globalizado, para hacer frente a las dificultades emanadas de ella, con enfoque integral, sistémico y globalista.[76]
- Los sistemas deben planificarse[77]
Las organizaciones sociales constituyen sistemas muy complejos por múltiples causas: lo intrincado del ser humano; contienen multitud de elementos; presentan interacciones múltiples y enmarañadas, y proveen un cúmulo interminable de información. Se componen de infinidad de circuitos cerrados de retroalimentación, cuyo funcionamiento está influido por su conducta anterior, de modo que generan procesos de causa-efecto, positivos o negativos, según sean causa de desarrollo o colapso, de estabilidad o fluctuación.[78] Forrester los denomina contraintuitivos, porque sus problemas no pueden resolverse por intuición.[79] Si se abandonan al azar o la casualidad se intensifican, ya que gestan círculos viciosos. “Las fuerzas que se mueven en su interior son tan poderosas que parecen dominar cualquier esfuerzo de tratar los síntomas si los remedios no se dirigen a las causas estructurales.”[80]
Se han refinado tanto que crean más confusión y desorden y parece que en vez de que el hombre domine a los sistemas, éstos lo dominan a él. Por tal razón, “deben planificarse, no puede permitírseles sólo que «ocurran,»” advierte Van Gigch y especifica: “en el mundo complejo de hoy, donde los acontecimientos internacionales tienen repercusión nacional y viceversa, resulta insensato creer en el mito y magia de la «mano invisible» que resuelve todos los problemas. Planificar es indispensable y obligatorio.”[81]
Maquiavelo, padre de la teoría política, lo recomienda: “debe adoptarse como regla general la de que para fundar y reconstruir un Estado es necesario actuar en una sola dirección; toda la obra debe ser creación de una mentalidad reguladora, porque sin ésta ninguna unidad verdadera puede alcanzarse jamás, ni fundarse nada estable.”[82]
Carroll esboza su importancia en el diálogo entre Alicia y el Gato en el inefable País de las Maravillas:
—¿Quieres decirme, por favor, qué camino debo tomar para salir de aquí?
—preguntó Alicia.
—Eso depende del lugar adonde quieras ir —contestó el Gato.
—A cualquier lugar —dijo Alicia.
—En ese caso, poco importa el camino que tomes.
—Con tal de que conduzca a alguna parte —añadió Alicia, a manera de lógica conclusión.
—Puedes estar segura de que llegarás a alguna parte —dijo el Gato— si caminas lo suficiente.[83]
El razonamiento es incuestionable.
Lo sensato es definir adónde se pretende llegar: predeterminar un objetivo, lo cual implica formular un plan y tener una mentalidad reguladora que lo ejecute, como puntualiza Maquiavelo.
Es acto inherente al ser humano: en la tarea más sencilla efectúa un razonamiento previo, a diferencia de abejas o arañas que por instinto, sin partir de una idea preconcebida, construyen su panal o red, de utilidad y belleza admirables.
- Auge y ocaso de la planificación
Planificar se refiere a “intentos deliberados hechos por el Gobierno de un país —generalmente con la participación de otras corporaciones colectivas— para coordinar más racionalmente la política pública con el objeto de alcanzar más plena y rápidamente los fines deseables para el futuro desarrollo determinados por el proceso político a medida que se desenvuelve,” define Myrdal. [84]
Para Hagen significa “que el gobierno [organiza] sus procedimientos para adoptar decisiones tomando en cuenta los efectos económicos totales de cada uno de sus actos, y que el programa total de acciones adquiere una coherencia encaminada al logro de un desarrollo económico tan acelerado como pueda alcanzarse en armonía con las otras metas nacionales.”[85]
En ambas opiniones se advierte sesgo economicista, por al menos tres razones:
Primero, lo primordial para todo ser humano es satisfacer sus necesidades, móvil de la actividad económica.
Segundo, “la producción, y tras ella el cambio de sus productos, es la base de todo orden social; […] la distribución de los productos, y junto a ella la división social de los hombres en clases o estamentos, es determinada por lo que la sociedad produce y cómo lo produce y por el modo de cambiar sus productos. […] Según eso, las últimas causas de todos los cambios sociales […] han de buscarse no en la filosofía, sino en la economía,” aduce Engels,[86] en lo cual está de acuerdo Aristóteles.[87] Ergo, la planeación ha de enfocarse a ella.
Tercero, el Estado puede influir en la economía de modo directo y lograr resultados exitosos con prontitud.
El primer plan aparece en Japón en 1884, sin dejar secuela, informa Hagen. Durante el segundo decenio de siglo 20º se elaboran programas de obras y servicios públicos, equivalentes a planes rudimentarios, en las entonces colonias de potencias europeas. India es el “primer país que estableció una planeación completa,” a fines de los treintas.[88]
Marx se obsesiona con que el Estado asuma control de los medios de producción. Engels lo secunda: “únicamente una organización consciente de la producción social, en la que la producción y la distribución obedezcan a un plan, puede elevar socialmente a los hombres sobre el resto del mundo animal, del mismo modo que la producción en general los elevó como especie.”[89]
Al constituirse URSS en 1922 implanta régimen de planificación central, inspirado en la concepción marxista.
En EUA la depresión de los treintas, que hunde en el desempleo a 13 millones de personas —un tercio de la población activa— impele al presidente Roosevelt a hacer caso a Keynes, quien aconseja que el gobierno actúe como Estado-benefactor e intervenga en la economía para estabilizarla y alcanzar empleo pleno. Sus recetas se concretan en el Nuevo Trato (New Deal) citado, equivalente a plan de emergencia.
Después de la segunda guerra mundial se practica planificación coercitiva en China, URSS y países asociados. ONU las etiqueta economías centralmente planificadas.
En el mundo libre o democracias —imperialismo para el otro bando— predomina el criterio keynesiano: se aplica planeación indicativa y el Estado controla sectores e industrias estratégicos, con varios matices.
A mediados de siglo está de moda la planificación, mas su utilidad es discutible. En occidente es decorativa. “Se hace pragmática y fragmentaria, y nunca amplia y completa,” opina Myrdal. Incluye “una serie de soluciones de avenencia de situaciones prácticas y apremiantes.”[90] Es incapaz de resolver trastornos del capitalismo: fluctuaciones cíclicas, inestabilidad, desempleo, iniquidad y derroche. Por lo demás, atiza la inflación. Proteccionismo y burocracia obstruyen la marcha de los negocios. No sirve para prever ni hacer frente al desequilibrio financiero y crisis energética que desquician al mundo en los setentas.
En el área socialista coarta la libertad e iniciativa individuales y favorece ineficiencia, improductividad y descontento. El aparato gubernamental es pesado, oneroso y corrupto. Sus mecanismos administrativos son engorrosos y rígidos. El gasto público es exagerado y vuelve impagable la deuda pública. La regulación de la oferta provoca escasez de bienes básicos. El régimen expande la pobreza y demuestra inoperancia.
En países subdesarrollados los planes son de utilería: ensalzan la imagen del gobernante; enumeran propósitos utópicos; favorecen dispendio, corrupción, deuda e inflación. Los monopolios estatales son costosos e ineficaces, fuente de enriquecimiento de políticos y líderes sindicales.
El neoliberalismo destierra la planificación por tres motivos: el desarrollo del mundo próspero es más veloz que la perspectiva de los planes; crisis sistémicas en setentas y ochentas patentizan su ineficacia, y se acepta el mito de que planear es excluyente de la libertad de elección.
Los dos primeros son incontrovertibles.
En cuando al tercero recurro a Van Gigch: no existe contradicción entrambos conceptos, ya que “la forma que toma(n) la(s) libertad(es) está en relación directa con los supuestos que adoptan quienes diseñan el sistema de planificación.”[91]
Lewis piensa: “la disputa entre la planeación y el laissez-faire no es una disputa entre el orden y la anarquía en la vida económica. Todos los pensadores políticos serios, incluso los filósofos del laissez-faire, parten de la proposición de que la producción y distribución deben controlarse para ponerlas al servicio de fines sociales. El punto a discusión es qué parte de este control puede ser invisible y qué parte debe ser visible.”[92]
Trotsky —socio de Lenin en la creación de URSS— asienta: “los innumerables partícipes activos de la economía, estatales y privados, colectivos e individuales, deben manifestar sus necesidades y su fuerza relativa no sólo a través de la determinación estadística de las comisiones de planeación, sino por la presión directa de la oferta y la demanda. El plan es probado y, hasta un grado considerable, realizado a través del mercado. […] La contabilidad económica no puede concebirse separada de las relaciones mercantiles.”[93] Adviértase que concede al mercado influencia decisiva en la dinámica económica.
Son nociones que deben prevalecer al organizar y administrar toda sociedad humana.
La razón de planificar es que toda persona alcance y conserve la mejor situación física y espiritual posible. Implica adaptar la organización social a las condiciones reales. De eso depende su desarrollo, pues como asevera Spencer “un organismo vive y existe y continúa existiendo únicamente si está interna y externamente adaptado,” refiere Radcliffe-Brown.[94]
Tal adaptación sólo puede efectuarse con posibilidad de éxito si se sustenta en un plan adecuado y eficaz, formulado y ejecutado sobre bases científicas, sistémico, con visión de Estado, globalista, enfocado al largo plazo y en beneficio de la humanidad.
- Son dos manos
“No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos proporciona el alimento, sino la consideración de su propio interés,” razona Smith.[95] Este aforismo cobra vida hoy en países desarrollados: el propio interés de los agentes económicos gesta la prosperidad.
Es obra de la mano que Smith denomina invisible, aun cuando no lo es tanto, pues se trata de mecanismo gigantesco accionado por decisiones de empresas y personas que concurren en los mercados como compradores, productores, vendedores o inversionistas. Se materializan en bienes y en valores monetarios muy visibles: costos, precios, ganancias, pérdidas.
Así, junto a la mano visible del Estado se mueve esa mano omnipresente, también perceptible, aunque la llamo invisible, como su creador, para respetar el concepto original y evitar confusión.
Las barreras proteccionistas vigentes en la posguerra atrofian la mano invisible e impiden que el primer mundo salga de la estanflación que le agobia entre 1970 y 1990. El liberalismo las demuele y forja su larga recuperación del siguiente decenio.
Las corporaciones trasnacionales conducen dicha mano a escala global, a través de sus programas estratégicos propios, que marcan el paso al aparato productivo del orbe y detonan efecto-multiplicador que se desplaza por todos lados. Sin proponérselo, las grandes corporaciones en cierto modo planifican el mecanismo productivo mundial.
Es trágico que pocos habitantes de la Tierra se beneficien. Obedece a que la naturaleza no entiende de justicia: los peces grandes engullen a los pequeños; los lobos a los conejos; los huracanes y terremotos destrozan lo que encuentran a su paso; los seres humanos arrasan el medio; países y personas poderosos abusan de sus semejantes.
El homo sapiens busca su conveniencia, no la de los demás: procede con egoísmo pragmático, como lo proclama el positivismo económico o utilitarismo, cuyo exponente es Bentham, quien a fines de siglo 18° afirma: “con motivo de cada acto que ejecuta, todo ser humano se ve inclinado a seguir la línea de conducta que, en su inmediata estimación del caso, contribuirá en el más alto grado a su propia felicidad máxima, cualquiera que sea su efecto en relación con la dicha de otros seres similares, uno cualquiera o todos ellos en conjunto.”[96]
La autopreferencia —así llama este autor a su principio— es rasgo inherente del hombre en todas las épocas.
¿Por qué, entonces, hay quienes condenan la libertad de mercado?
El mismo autor ilustra: “cualquiera cosa que reduzca el bienestar y la felicidad personales de cualquier individuo lo inhabilita, en igual grado, para impartir felicidad a sus semejantes; y no sólo a ese extremo, sino que lo predispone a reducir la cuota de disfrute de ellos al nivel de la suya propia.” Y agrega: “los grandes enemigos de la paz pública son las pasiones egoístas e insociables, necesarias como son, una a la existencia misma de cada individuo, y la otra a su seguridad.”[97]
En la etapa actual de dialéctica universal, las piezas del sistema económico planetario buscan acomodarse y provocan turbulencia. Es menester aportar ideas y estrategias para dirigir y hacer menos doloroso el trance. Es provechoso hacer caso a Van Gigch: “los sistemas deben planificarse, no puede permitírseles sólo que «ocurran.»”
¿Quién tiene que tomar la iniciativa?
Las naciones-Estado ricas, por ser quienes disponen de recursos, poder y liderazgo para encabezar acciones tendientes a ordenar el caos de manera sensata y premeditada, tanto para preservar su hegemonía como por motivos éticos, auxiliadas por los organismos internacionales que tienen esa responsabilidad (ver capítulos 21 y 22).
Los planes deben rebasar el concepto desarrollo económico que privó en siglo 20º y promover el desarrollo del ser humano en su integridad física y espiritual: buscar su bienestar-bienser, definido atrás, lo cual impone especificar qué mundo se puede construir y determinar cómo lograrlo, en particular cómo evitar y corregir las desigualdades sociales y regionales.
- Planificar en tres fases
La globalización ha sido provechosa para pocos países y grupos, porque las fuerzas del mercado liberadas favorecen a los poderosos y golpean con rigor a los débiles, lo cual origina asimetrías y distorsiones, injusticias y resentimientos, que se intensifican.
El presente es difícil de comprender y el futuro es un enigma. Las dificultades se complicarán y surgirán otras, que afectarán el funcionamiento de todas las naciones, incluso ricas. Deriva de que el hombre es propenso a hacer juicios erróneos; a tomar decisiones equivocadas; efectuar compras o ventas indebidas; realizar inversiones inconvenientes; especular a partir de información insuficiente o inexacta, y a estados emocionales que distorsionan la realidad y originan caprichos.
La conducta de cada agente —comprador, inversionista, productor, vendedor— incide en la sociedad en conjunto, en empresas y familias y origina perturbaciones y crisis. Para colmo, los gobiernos aplican remedios incorrectos. La volubilidad y los yerros hacen que las economías se estanquen y desplomen.
Es indispensable regular las fuerzas del mercado para evitar que su comportamiento sea perjudicial. Ambas manos de la economía deben inducir los movimientos de oferta y demanda a un estado de equilibrio favorable para la sociedad en conjunto, no sólo para unos pocos.
En economía equilibrio no significa inmovilidad, como en mecánica. Es la situación “de un cuerpo organizado que desempeña con absoluta regularidad sus funciones, gracias a la armoniosa proporción y el perfecto ajuste de las partes de que se compone, sin experimentar cambios cualitativos o cuantitativos de su estructura,” explica Zamora.[98]
De allí el empeño de Smith, Marx y Keynes por buscar remedios para evitar o paliar rupturas de ese equilibrio, que lo mismo aparecen en el interior de una sociedad como en sus relaciones con las demás. Los tres se preocupan porque se mantenga estabilidad.
Los retos del gobernante son mantener equilibrio interno y externo y promover el desarrollo, por medio de políticas de alcance general, especificadas en el plan, cuyo objeto es diagnosticar la situación con enfoque integral; identificar ventajas y amenazas; anticipar y evaluar sus efectos; aprovechar las primeras; eludir las segundas, y definir soluciones prácticas de larga duración.
Planificar no es técnica para reprimir, sino para organizar y señalar caminos. Su función es inducir a actuar, no inmovilizar. El discurso no es si debe aplicarse, sino el carácter y profundidad que se le ha de imprimir.
Aún el neoliberal más recalcitrante admite que todo sistema tiene que operar con orden. Una empresa, una ciudad, un país, una región, el mundo entero son sistemas, conjuntos de elementos interrelacionados estructural y funcionalmente en busca de un fin común: deben organizarse, administrarse y controlarse; esto es, planificarse.
Incluso Smith sostiene que la economía no debe liberarse del todo, sino que el Estado ha de determinar adónde dirigirla y ayudarla a conseguirlo, consciente de que las decisiones humanas, guiadas por instinto y aptitudes, originan cambio, desarrollo y disparidades.[99] Tácitamente sugiere planificar la economía y propone medidas proteccionistas que faciliten el comercio.
Timbergen divide la planificación económica en tres fases: cuantitativa (en las variables), cualitativa (en la estructura) y reforma (en las bases de la sociedad).[100] Las adopto como planificación táctica, planificación estratégica y reforma institucional, cuyos papeles son:
Planificación táctica. Adecuar la marcha de la economía a movimientos coyunturales, cíclicos y de plazo corto. Es brazo ejecutor del plan estratégico. Su objetivo: mantener estabilidad e impulsar producción, empleo e ingreso.
Planificación estratégica. Acoplar la estructura productiva interna al marco internacional, mediante definición explícita de misión, objetivos y estrategias y modos de manejo de todos los instrumentos de política del Estado. Finalidad: dirigir la sociedad por buen camino en plazo medio y fomentar su desarrollo en el largo.
Reforma institucional. Modificar características fundamentales de la sociedad, aspectos esenciales de la nación-Estado, en conformidad con requerimientos propios y del escenario internacional.
Las tres son módulos del régimen que debe regir la administración de la Tierra a escalas global, nacional, regional y local.
La planificación asume dos enfoques: una es indicativa, inductiva o voluntaria, en la cual el gobierno hace explícitos objetivos, políticas, estrategias y programas que se propone cumplir en un plazo determinado y establece pautas para orientar la actuación de particulares, quienes actúan libremente. La otra es coercitiva u obligatoria, cuyo objeto es regir las actividades de los agentes productivos.[101]
Ninguna se da en términos rígidos: se adoptan posturas eclécticas, según criterios de las autoridades, características del país y circunstancias del momento.
- Individualismo con ética
En los cincuentas y sesentas la planificación se enfila a organizar las etapas del proceso económico —producción, circulación, distribución y consumo— con tinte materialista. Los resultados se miden por monto y variación del volumen de producción (producto nacional o interno bruto, definidos en Capítulo 3).
Se considera deber del Estado proteger lo que Churchill llama intereses nacionales y abocarse a la tarea básica de ”maximizar las ventajas de su país frente a las de otros Estados, ya sea en cooperación o a expensas de dichos Estados.”[102]
La práctica se conoce como política de empobrecimiento del vecino, por implicar que un Estado se enriquezca a costa de otro(s).[103] Al final “todos los países salen perjudicados como resultado de decisiones políticas individuales, que sólo busquen el propio interés. […] Los países pueden alcanzar mejores resultados […] si escogen las políticas de forma cooperativa,” alertan Krugman et. al.[104]
Desde el fin de la segunda guerra la humanidad procura atender a esta recomendación. Se advierte en la proliferación de organismos internacionales, acuerdos de integración o complementación, convenios y alianzas. Nominalmente se destierra el proteccionismo, antagonista del mercado libre, sin que desaparezca, porque las naciones siempre antepondrán su conveniencia y aplicarán políticas defensivas cuando lo juzguen conveniente.
Lo sensato es aplicar criterio ético y tomar en cuenta los imperativos de la sociedad —así les llama Van Gigch— “los cuales dictan que la mejor solución debe también satisfacer los costos sociales óptimos. La eficiencia tecnológica ha de subordinarse a la eficiencia social.” Debe existir moralidad en el diseño y ejecución de los planes.[105]
Las estrategias y tácticas se deben matizar con reflexiones acerca de valores y sentimientos humanos; evaluar su posible impacto espiritual directo o indirecto en la sociedad en conjunto y en los individuos en particular, y aquilatar las consecuencias de cada decisión con sentido humanista, conforme al significado consignado en Capítulo 3.
El liberalismo se funda en respetar y estimular la conducta individual: cada persona es libre para pensar, juzgar, opinar, tomar decisiones y disfrutar la vida en el contexto de obediencia a la ley y respeto a los derechos de los demás.[106] Cada quien cuida de sí; se esfuerza u holgazanea según su arbitrio; procura no depender de otros; lo que consigue depende de sus decisiones, siempre en busca de su propio beneficio. Ejerce su autopreferencia, diría Bentham.
“El individualismo, el libre pensamiento, no datan ni de nuestros días, ni de 1789, ni de la reforma, ni de la escolástica, ni de la caída del politeísmo grecolatino o de las tecnocracias orientales. Es un fenómeno que no comienza en parte alguna, sino que se desenvuelve, sin detenerse, durante todo el transcurso de la historia,” apunta Durkheim.[107]
Lo valida la reforma protestante de Lutero y Calvino en siglo 16°. Da vigor al capitalismo e impulsa el arte y el pensamiento científico.[108]
Los marxistas lo condenan, porque antepone el interés de la persona al de la sociedad y le atribuye reparto injusto de la riqueza. Prefieren régimen dictatorial —del proletariado— que restringe derechos del individuo a favor de la colectividad.
¿Qué es preferible: individualismo o autoritarismo? ¿Dejar que el hombre actúe conforme a su naturaleza en un régimen democrático o someterlo a los arbitrios de un gobierno totalitario?
La pregunta es maniquea.
El totalitarismo debe descartarse, porque atropella la dignidad humana. El derecho a la vida y a ser libre es primario, inherente e irrenunciable. El hombre aspira a poder elegir.
Existen dos soluciones humanistas: republicana y liberal.
La republicana, inspirada en Maquiavelo y Rousseau, utiliza el “concepto de libertad para referirse a la capacidad de un pueblo o estado para decidir por sí mismo su destino,” opina Velasco Gómez. Se le reconoce como libertad positiva. [109]
El criterio liberal, inspirado en Hobbes y Locke, “identifica la libertad con el derecho natural.” Empero, como el ejercicio de tal libertad puede conducir al conflicto y la guerra, “es indispensable construir un poder público sobre los particulares que limite su libertad:” el Leviatán. De esta manera, la libertad de los particulares es “una concesión expresa del poder público, o bien resultado del silencio de las leyes.” Se dice que es libertad negativa.[110]
Ambas posturas conceden prioridad al albedrío de la persona, lo que las hace aceptables por igual. Los Estados constituidos sobre bases democráticas adoptan principios de una u otra. Lo importante es infundir individualismo con toque ético y nobleza que se aproxime a la perfección de las relaciones humanas que preconiza Braudel (ver Capítulo 4, supra).
- Sistema global de planificación
Las relaciones entre países trazan la geografía humana y por involucrar asuntos políticos, sociales y económicos moldean la cultura.
Las aperturas informática y de mercado borran virtualmente linderos entre naciones-Estado y facilitan los enlaces entre personas, empresas, gobiernos y organismos, en un juego donde cada uno acata leyes naturales, vela sus intereses y actúa egocéntricamente. Los poderosos imponen reglas de juego y patrocinan desigualdades sociales y geográficas, que ocasionan inquietud, incertidumbre, anomia y entropía.
Dado lo anterior “el manejo pluralista y la coordinación de políticas parecen haberse vuelto necesarios, porque las políticas nacionales no coordinadas han llevado a resultados económicos que no han sido óptimos para el aceitado funcionamiento de la economía internacional,” afirma Gilpin,[111] con tono eufemístico, pienso, porque tales resultados han sido desastrosos.
Se tiene que poner orden. La solución es implantar el sistema global de planificación: establecer mecanismos y formular lineamientos para conducir el mundo en dirección premeditada, por consenso y concertación, en los términos éticos reiterados, con el propósito de eludir y corregir los vicios del globalismo y que sus virtudes y beneficios se aprovechen y distribuyan con equidad.
La construcción de dicho sistema requiere perspectiva integral, plural, de largo plazo, coherente con la realidad. Debe contemplar los estadios táctico, estratégico y reforma institucional, dentro de estructura matricial que abarque países, bloques regionales y corporaciones trasnacionales.
Los retos de la globalidad no pueden ser resueltos por las naciones-Estado de manera individual. Es imprescindible la cooperación de todas: cada una ha de comprometerse a aplicar la planeación como instrumento de política interna, integrada y coordinada con las de las demás, en un clima de solidaridad, entendimiento y acuerdo.
Rousseau asienta: “como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino únicamente unir y dirigir las existentes, no tiene[n] ya otro medio de conservarse que formar por agregación una suma de fuerzas que pueda superar la resistencia, ponerlas en juego mediante un solo móvil y hacerlas actuar conjuntamente.” A partir de tal premisa aspira a “hallar una forma de asociación que defienda y proteja de toda la fuerza común a la persona y a los bienes de cada asociado, y en virtud de la cual, al unirse cada uno con todos, no obedezca más que a sí mismo y quede tan libre como antes. Éste es el problema fundamental al que da solución el contrato social.”[112]
Con tal filosofía en mente, recomiendo que las naciones-Estado hagan un pacto internacional para implantar dicho sistema de planificación, con enfoque amplio y flexible, apegado a las circunstancias cambiantes, en el contexto de su soberanía y de acuerdo con el interés de todos los involucrados, hasta donde sea razonable y factible.
Tienen que fijar como meta común el bienestar-bienser planetario equitativo —o menos injusto— con efecto duradero. La motivación para participar es obtener beneficios individuales y la certeza de que la acción concertada, en un ambiente de comprensión mutua, paz y solidaridad, amplifica la capacidad de progresar de todos.
Cada país formularía la taxonomía de sus fuerzas y debilidades; describiría marco cultural, ideología y aspiraciones; señalaría intenciones de reforma institucional; haría explícitos recursos físicos, propósitos, estrategias y tácticas económicas (fiscal, monetaria, cambiaria); sectoriales (agricultura, energía, industria, servicios); de mercado (demanda, oferta, precios); servicios financieros (liquidez, tasas de interés, instituciones, mecanismos de regulación, operaciones); recursos humanos (población, educación, capacitación, nivel de vida); organización política e institucional, y competitividad (la defino en Capítulo 65).
Con los planes nacionales se integraría el plan global, equivalente a contrato social de dimensión cósmica, inspirado en Rousseau. Buscaría conciliar la libertad inalienable de las naciones y su sujeción a un régimen que establezca orden, compromiso y esfuerzo compartido.
Se requiere metodología-modelo de coordinación de políticas sociales, de carácter voluntario, que las naciones-Estado acondicionen a sus necesidades y utilicen para ordenar y administrar sus sistemas económico, político y social, adecuarlos al marco global y participar en la implantación del mecanismo colaborativo de desarrollo global.
No es pertinente imponer patrón común estricto. Cada país ha de determinar el esquema más adecuado a sus características culturales, sociales, económicas, naturales y políticas, aunque compatible con el marco global, sin provocar distorsiones ni rupturas. De ningún modo puede ser coercitivo, que contravenga la naturaleza y cultura de cada nación. Tampoco conviene una autoridad supranacional que vigile la actuación de los Estados y viole soberanía e independencia.
La tecnología aporta vasta información que facilita preparar políticas eficaces y dar seguimiento a su instrumentación y brindarla a particulares, para que la empleen como fuente de conocimientos y herramienta para prever y valorar posibles efectos y consecuencias de cursos alternativos de acción, controlar operaciones, administrar recursos y conocer y evaluar resultados. Este mecanismo patrocinaría que gobiernos, empresas, instituciones y familias estén al tanto de lo que sucede y de lo que pretenden hacer los otros. Sus expectativas se fundarían en bases sólidas y permitirían ejecutar acciones razonadas, menos pasionales y más provechosas, o menos dañinas, si fuere el caso.
Se trata de una faena compleja y espinosa. Empero, apunta Gilpin: “la coordinación de políticas entre los gobiernos […] se ha vuelto cada vez más necesaria. La solución de los problemas técnicos de la coordinación de políticas, tanto horizontalmente, a través de los regímenes internacionales, como verticalmente entre los niveles nacional e internacional de las políticas, será por lo menos un desafío central que deberá enfrentar la política económica.”[113]
El asunto es delicado: la aplicación incorrecta de la técnica de planificar es peligrosa. Su fracaso causa desengaño, desaliento y desconfianza en gobernantes y sociedad civil, agrava los problemas que trata de corregir, crea otros, nutre la anomia y genera entropía.
El planificador está expuesto a caer en tres trampas: primero, extrapolar lo sucedido y dar por hecho que la sociedad y la economía mantendrán comportamiento semejante en el futuro; segundo, dejarse dominar por la emoción del momento y ser demasiado optimista cuando se vive en auge o muy pesimista ante la crisis, y tercero, soltar la imaginación y delinear objetivos inalcanzables y estrategias impracticables.
Es sencillo desear y ofrecer —“prometer no empobrece”— pero azaroso instrumentar. Hay que proceder con estricto apego a la realidad y posibilidades.
Gobiernos y comunidad internacional han de estar conscientes de sus capacidades al elaborar planes, así como durante su instrumentación y seguimiento, evaluar resultados con esmero, retroalimentar el proceso y afinar permanentemente el plan. Otro aspecto toral es anticipar repercusiones de las acciones en su país y en el ámbito global.
Hay que conservar situación relativa de estabilidad, desarrollo y concordia, donde no quepan pretextos para que alguien agreda o trate de aprovecharse. Es requisito para crear círculo virtuoso que eleve la calidad de vida en todos los confines, sobre todo los atrasados.
¿Cuál es el camino para aproximarse a esa situación?
Liberalismo irrestricto no: es injusto y riesgoso. La utopía marxista fue rechazada por la historia y no tiene sucedáneo. La ruta alterna es liberalismo humanizado, reconstruido sobre el actual, que perfeccione aciertos y enmiende defectos, con auxilio de la planificación planetaria que permita a cada país, región y comunidad descubrir y seguir la vía viable, que detallo en Capítulo 54.
Aspectos trascendentales del proceso de planificar son innovación, empleo, reforma institucional, organismos, corporaciones y sistema financiero. Examino enseguida cada uno.
- Innovación: vector de cambio
Las causas inmediatas del desarrollo de una sociedad son disponibilidad de recursos naturales y conducta humana, sustenta Lewis. La última se despliega en voluntad de economizar, acumulación y aplicación de conocimientos y formación de capital, descritos en Capítulo 26.[114]
Ambos autores coinciden en la relevancia de acumular y aplicar conocimientos, materializados como invención e innovación, a los que, junto a instituciones, Morgan atribuye la evolución humana.[115] Invención es descubrimiento o hallazgo de algo nuevo: es fruto de investigación y desarrollo (I&D): obra de creadores. Innovación es aplicación práctica de un invento a la producción: la ejecutan empresarios.[116] Las dos repercuten en adelanto tecnológico. Adelante hablo de instituciones.
Schumpeter centra su teoría en la necesidad de adaptar la economía al dinamismo del cambio histórico tanto en los conceptos económicos como no económicos, que exige realizar nuevas combinaciones de factores productivos. Es decir, aportar innovaciones, consistentes en introducir nuevos productos, modos de producción, procedimientos de comercialización, fuentes de materias primas y formas de organización.[117] Sus ideas se conservan vigentes a más de 50 años de distancia,
Cepeda Salinas apunta en estilo coloquial: “existen cuatro caminos básicos para generar riqueza y éstos son: hacer lo mismo que los demás más rápido; hacer lo mismo que los demás más barato; hacer lo mismo que los demás mejor, y hacer lo que los demás no hacen.”[118]
Para ponerlos al día agrego: integrarse a otros para producir más rápido, más barato, mejor y lo que no se hace, en el lugar donde sea más redituable. Así incorporo la integración y el dónde.
La evolución tecnológica origina fluctuaciones en la economía mundial, que duran de 40 a 60 años. Se les llama ondas largas o ciclos de Kondratieff, nombradas así porque este autor las mencionó por vez primera en 1922. Se han observado cinco a partir de finales de siglo 18°. La cuarta tuvo lugar de 1950 a 1970, según se aprecia en el cuadro.[119] Alcanzó su clímax en los sesentas y un decenio después entró a la fase declinante.
ONDAS LARGAS
FASE FASE
EXPANSIVA INNOVACIONES DE IMPULSO DECLINANTE
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(1) 1780-1815 Energía hidráulica, textiles, hierro 1815-1840
(2) 1840-1870 Vapor, ferrocarriles, acero. 1870-1890
(3) 1890-1930 Petróleo, electricidad, químicos, automóvil 1930-1950
(4) 1950-1970 Petroquímica, electrónica, conquista del 1970-1990 espacio, telecomunicaciones, informática
(5) 1990- ¿ ? Telemática, biotecnología, ingeniería genética. ¿ ? ¿ ?
______________________________________________________________________
NOTA: Es innecesaria y discutible la duración exacta de cada periodo: se ajustan a quinquenios para facilitar su lectura.
FUENTES: Schumpeter, Joseph A., Business Cycles, McGraw-Hill, New York, 1939; Hansen, Alvin
H., Ciclos económicos y política de estabilización, Siglo XXI, México, 1967, e investigación propia.
La quinta expansión se inició en 1990. Se manifestó en fuertes incrementos de producción, inversión, productividad y rendimientos de capital, así como reproducción acelerada de tecnología, que retroalimenta y vigoriza el proceso.[120]
La fase expansiva pudiere durar otros 20, 30 ó más años. Depende de la destreza y eficiencia con que se utilice y reproduzca el capital; de la vida útil de la planta productiva y construcciones; del ritmo a que se acomoden los factores productivos, sectorial y regionalmente; de la memoria histórica y expectativas de los agentes económicos, y del horizonte que cubran las decisiones de inversión.
El empleo de mano de obra se consideraba indicador prominente de las fluctuaciones. No aparece en el párrafo anterior, porque la situación ha variado, como explico en Capítulo 20. Hoy los cambios son más profundos por la naturaleza y alcance de las innovaciones, que modifican patrones de consumo y de vida y fuerzan a reorganizar, reconvertir y relocalizar la planta productiva del planeta. Supone recibir inyecciones masivas de capital para trasformar y adaptar las instalaciones a escala global y producir maquinaria con especializaciones y especificaciones diferentes; disponer de aparatos, equipos, accesorios, programas y sistemas también distintos, y de planta idónea para ofrecer bienes y servicios complejos y refinados. La tecnología es tan avanzada que por sí misma se reproduce y evoluciona a alta velocidad.
Innovar implica combinar tecnologías y hacerlas compatibles. Los pasos inmediatos serán fusionar las tres magnas conversiones de siglo 20º: informática, amplifica la potencialidad de la mente humana; biotecnológica, abre fronteras insospechadas en el conocimiento de la vida, y cuántica, expande capacidad para actuar sobre la materia.
Imposible dudar que crecerán las ventajas competitivas de países prósperos y de quienes tengan medios, capacidad y voluntad para adherirse a la reestructuración productiva. El costo será desempleo y profundización de los darwinismos social y geográfico.
La comunidad de países tendrá que fijar prioridades de investigación; aplicarla para mejorar condiciones de vida de zonas atrasadas; introducir soluciones para impedir que el progreso tecnológico acentúe el darwinismo, o al menos lo atenúe; limitar el desperdicio derivado de la obsolescencia, y prever hasta dónde se puede manipular el genoma humano sin afectar las leyes de la naturaleza ni contravenir la ética. Todo debe estar contemplado en el sistema de planificación.
- Perspectiva del empleo
La globalización introduce profesiones, especialidades, funciones y tareas e impone adaptación o trasformación de otras. Privilegia a trabajadores calificados y desdeña a quienes realizan faenas rudimentarias, que se sustituyen por máquinas y aparatos o con inmigrantes, siempre en busca de competir en los términos de eficiencia, eficacia y rentabilidad fijados por el mercado.
Es una afrenta desde el ángulo humanista, pues hay 150 millones de desocupados y 850 millones de subempleados al inicio del siglo, según ONU; entre 60 y 100 millones de jóvenes de 15 a 24 años buscan trabajo sin conseguirlo, y quienes cumplen 40 años pierden la esperanza de conservar su puesto u obtener uno. Las aptitudes se vuelven obsoletas en poco tiempo, por la velocidad de la innovación tecnológica, y crea inestabilidad laboral e inquietud social.
El desempleo medio en Unión Europea es superior a 10%. Se le considera estructural: llegó para quedarse. Milton Friedman lo considera tasa natural de desempleo.[121] No se corrige con políticas fiscales ni monetarias. Su magnitud depende de cuántos trabajadores se ponen al día en destreza técnica y qué tan flexibles son para acomodarse a los cambios suscitados por el progreso tecnológico.
Se invalida la teoría keynesiana centrada en el principio de que la economía tiende al empleo pleno.[122] La estructura productiva actual impide aspirar a su plenitud.
El escenario laboral del mundo adelantado se trasforma: se ensancha la brecha entre personal calificado e impreparado; abunda la contratación de personal de alta calificación y escasean puestos de categoría intermedia y baja, y las escalas de salarios cada vez se abren más. Muchos trabajadores prefieren cobrar seguro de desempleo o dedicarse al ocio que realizar faenas rudimentarias, las cuales quedan disponibles para inmigrantes provenientes de zonas subdesarrolladas.
Las plazas contractuales, permanentes y seguras se castigan con menor pago; se sustituyen por turnos cortos, puestos de tiempo parcial, contratación externa, tareas por cuenta propia, microempresas o actividades informales, y se induce jubilación forzada. Los sindicatos abandonan la postura tradicional de lucha laboral; ahora proclaman el derecho al trabajo y negocian para que no se cancelen plazas.
Estos rasgos se aprecian en economías emergentes, como México.
Thomas Friedman aduce que los gobiernos deben esforzarse por hacer que el empleo de su gente sea intocable y no se traslade ni sustituya. Están obligados a construir la infraestructura física y humana que permita a la población adquirir la instrucción requerida para tener ocupación permanente.[123]
Suena utópico, mas la ética aconseja planificar el mercado de trabajo en el marco de los modos y relaciones de producción vigentes, en busca de lo más próximo a esa situación ideal, de acuerdo a las posibilidades reales, con la metodología y enfoque que he reiterado.
- Organismos internacionales
Existen alrededor de 250 naciones-Estado, cada una con principios, valores e intereses afines o contrarios a los de otras. Cuando son afines, entablan relaciones en armonía, colaboración y convivencia pacífica. Si se presentan discordancias surgen conflicto, hostilidad y guerra.
Por libre y soberana que sea una comunidad no puede aislarse, pues tiene influencias recíprocas con otras, lo cual aguza el instinto colectivista de sus miembros, quienes paradójicamente se agrupan para proteger su individualidad, a través de alianzas bilaterales o multilaterales con objeto de cooperar entre sí o combatir a terceros.
Desde el fin de la segunda guerra mundial el concierto de naciones procura vivir en paz, si no absoluta por lo menos general, y resolver conjuntamente problemas multilaterales mediante entendimiento, comprensión y acuerdos. Participan en tales propósitos unos 300 organismos internacionales gubernamentales (OIGs) y más de 5,000 no gubernamentales (ONGs), quienes atienden todo asunto que trasciende fronteras, cobra dimensión mundial y requiere soluciones globales.
Los OIGs son antiguos: Archer los ubica en 1693.[124] Brindan foro de diálogo e instrumento de cooperación inigualables. Los poderosos los aprovechan para colaborar, ponerse de acuerdo en asuntos clave, negociar entre sí y con los subdesarrollados, atacar problemas comunes y resolver controversias. Los subdesarrollados para lo mismo y solicitar ayuda.
El más importante es Organización de las Naciones Unidas (ONU),[125] a la cual se vinculan 47 organismos.[126] Se fragua en tiempos de guerra para promover la paz y se proyecta al futuro, al encomendársele alentar cooperación y auxilio. La constituyen 50 países en 1945. En el presente agrupa 191. Es reproducción miniatura del orbe, lo cual hace su labor superlativa. Ocupa más de 50,000 personas. Padece burocratismo, deficiencias de coordinación y control, corrupción, abusos, duplicación y traslape de funciones y dificultades financieras crónicas.[127] Como consecuencia, suele ir a la zaga de sus responsabilidades y siempre está en reorganización. Aún así, no puede concebirse su muerte: “ONU es, hoy día, más necesaria que nunca para nuestro mundo. […] Si «muere» […] tendríamos que crear otra,” clama Naffah.[128]
Amén de la complejidad de sus tareas, los OIGs se ven agobiados por problemas que dificultan obtener resultados acordes a la magnitud de las necesidades. Cada uno trabaja por su cuenta y promulga su normatividad, a la que deben ajustarse los miembros, sin coordinación ni comunidad de metas. Stiglitz juzga que estamos ante una situación de “gobernanza global sin gobierno global.”[129]
Empero, no es correcto juzgarlos a la ligera. Trabajar para un mundo tan abstruso y convulsionado es obra colosal. Lo que hace falta es analizar estructuras, prácticas y funciones de cada uno; evaluar su actuación; replantear su constitución, e insertar sus responsabilidades y tareas en el contexto del sistema mundial de planificación.
Son criticados, en particular ONU y organismos financieros, por atender lineamientos de los poderosos: “están ideologizados en demasía a favor de la concepción de los países industrializados de lo que deberá ser el mundo del futuro,” opina Urquidi.[130]
Pearson et. al. piensan: “al crear una organización de paz [ONU], los ganadores creaban también una organización diseñada para promover su propio interés en mantener el statu quo de posguerra durante el mayor tiempo posible.”[131]
Es comprensible que los países ricos busquen consolidar sus privilegios. Digo comprensible, no apropiado. Responde a la autopreferencia benthamiana, natural en todo individuo y grupo.
Al concierto mundial de naciones corresponde exigirles no utilizarlos como instrumentos de poder y pedir a sus autoridades no dejarse manipular, pues deben ser independientes y neutrales.
Dado su papel hegemónico los mismos Estados ricos tienen obligación y compromiso de que los OIGs actúen imparcialmente, se reorganicen, se adapten a la realidad y sean núcleo de coordinación y apoyo de la comunidad de naciones.
Jacobson supone que “podría culminar el mundo entero organizado como una unidad política.”[132] Si bien es inconcebible en el presente, pudiere cristalizar en horizonte no tan lejano, cuando se modifiquen las percepciones de patria, nación, Estado y soberanía. La Unión Europea avanzó mucho en este sentido en medio siglo y creó cuerpos comunitarios, moneda común (euro), trata de instituir una Constitución también comunitaria y se ve cercano el día cuando se integre en confederación de Estados, unificados, aunque con características y culturas propias.[133] Aún así, por ahora el planeta está regionalizado, apunto en Capítulo 3.
- Sistema financiero internacional
Mención aparte merecen Fondo Monetario Internacional (FMI)[134] y Grupo Banco Mundial (BM), ambos del sistema ONU,[135] instituidos en 1944 en Bretton Woods, como rectores del sistema financiero mundial.
La misión de FMI es coadyuvar a que los países miembros resuelvan desequilibrios financieros y a preservar la salud del sistema mundial en este terreno. La de BM fue aportar fondos para reconstruir las economías desvastadas por la guerra y es alentar el desarrollo de las atrasadas. Conceden crédito a solicitantes que cumplen requisitos de austeridad, disciplina fiscal y monetaria, solidez económica, tienen gobierno democrático, combaten la corrupción y aceptan compromisos concretos, formalizados en una carta de intención.
Ante el hecho de que muchas economías padecen estragos causados por el neoliberalismo, en 1989 dichos organismos emiten diez recomendaciones para que las subdesarrolladas se adapten a la situación y progresen: 1, ejercer disciplina fiscal, 2, reordenar prioridades de gasto público, 3, emprender reforma tributaria, 4, liberar tasas de interés, 5, mantener tipo de cambio competitivo, 6, liberar comercio, 7, liberar inversión extranjera, 8, privatizar empresas, 9, desregular y 10, proteger derechos de propiedad. Se conocen como Consenso de Washington.[136]
Los países solicitantes de crédito tienen que apegarse a tales requisitos y someterse a vigilancia. Se instruye a los gobiernos en apuros cómo hagan su tarea. Son condiciones que cualquier economía debería implantar motu proprio, pues la globalización es inevitable e irreversible. Nadie puede detener la marcha de la tecnología ni la trasformación a velocidad aterradora del aparato productivo y los mercados ni el flujo de información que flota en el espacio.
La carta de intención equivale a programa de emergencia, requerido para garantizar solvencia y asegurar la recuperación de los fondos prestados, que pertenecen a los países miembros, México entre ellos. El acreditado se compromete a reorganizar su economía, estabilizarla, construir su plataforma de desarrollo y generar recursos para pagar su deuda. Se apega a un patrón general, de visión estrecha y alcance limitado, pero mejor y más efectivo que los planes de desarrollo preparados para llenar una formalidad o congraciarse con el pueblo.
Cumplir los lineamientos ocasiona desajustes: devaluación, receso, inflación, desempleo y acrecienta la pobreza. Ante ello aflora inconformidad, protestas y animadversión al Fondo, al Banco, al Consenso de Washington y a EUA, por ser metrópoli del imperio. Se les acusa de imponer estrategias al mundo subdesarrollado y regir su destino.
Ambos organismos observan el comportamiento de cada país deudor, elaboran dictámenes y recomendaciones, que también son vistas como injerencia indebida. Mas resultan convenientes, por equipararse a auditorías externas que exponen deficiencias que desde dentro pudieren pasar inadvertidas.
No tendrían porqué intervenir si cada nación-Estado formulara su política económica de acuerdo a su filosofía, capacidades y limitaciones; fijara acciones y metas alcanzables; se coordinara con otras para aprovechar sinergias; utilizara los recursos con honradez; se administrara con sensatez, prudencia, constancia y humanismo, y avanzara con eficacia. Si cada uno actuara correctamente y no incurriera en desequilibrios, FMI o BM no tendrían porqué imponer requisitos ni los países acatarlos. No cumplen y sus economías sufren colapsos que les orillan a implorar recursos y asesoría. Los organismos acuden en su ayuda y se les acusa de intervencionistas.
En la práctica actúan como rescatistas, invaden campos y duplican funciones. Dado que el grueso de asociados los necesitan, es preciso reorganizarlos y conseguir que canalicen sus recursos de manera armónica, coordinada, equitativa y eficaz, según capacidades y requerimientos de cada miembro, con perspectiva integral.[137]
Los efectos más adversos del globalismo proceden de la liberación de los mercados financieros y de capital, arguye Stiglitz, ya que inevitablemente va acompañada de alta volatilidad, que obstruye el crecimiento e incrementa la pobreza.[138] Son inconvenientes de la economía casino, que preocupa a Keynes, mencionada en Capítulo 5.
¿Aconseja esto restringir transacciones internacionales de capital?
No lo creo: obstruiría la corriente de inversión, sustancia vital de la economía y se anquilosarían empleo, producción y comercio. Tampoco es sencillo: los flujos monetarios están mundializados: se operan a distancia, por teléfono e internet. Las decisiones sobre dónde colocar el capital son asunto local, individual, soberano. Su disponibilidad y libre desplazamiento despierta confianza: es ventaja competitiva. El ahorro fluye adonde obtiene mejor rendimiento y seguridad de recuperación en el momento deseado. Para varias economías las operaciones especulativas son actividad destacada de alto valor agregado. Desalentarlas acarrearía desempleo y mermaría el ingreso nacional. Cualquier barrera a la entrada o salida de capital condena a la nación-Estado que la establece a quedar fuera y no recibir fondos. A la vez patrocina mercado negro, sobre el cual se carece de control; dificulta regular movimientos financieros, y auspicia corrupción. El costo económico y social sería excesivo e incidiría en desprestigio que ningún político está dispuesto a aceptar, a menos de que exista causa excepcional, inevitable. Por lo demás, un control internacional prevalecería sobre legislaciones internas y violaría soberanías.
Lo ideal sería combinar libre movilidad internacional de capital; regulación, supervisión y control de mercados financieros, y soberanía de políticas monetarias nacionales. Son incompatibles y por lo mismo inaplicables. La disyuntiva es controlar movimientos de capital sin desalentar la inversión, de tal modo que el movimiento de capital no cause dependencia ni estragos. Es preciso reorganizar el sistema financiero internacional, con cuidado de que sea gradual, para no provocar desajustes, desequilibrios, distorsiones ni incongruencias. Es mucho lo que se puede mejorar en materia de pagos, cambios, inflación, comercio y desarrollo internacionales, si se apegan a un plan global que ordene los mercados financieros globales en los términos apuntados.
- ONGs y corporaciones
Los organismos internacionales no gubernamentales (ONGs) también desempeñan papel relevante. Son parte de la sociedad civil. Proponen, promueven, catalizan, observan, vigilan y auditan actividades de gobiernos, OIGs y corporaciones trasnacionales, emiten opiniones y recomendaciones.
Es primordial vigilar que no abusen, no sean perjudiciales ni rémoras del progreso. Algunos patrocinan y/o participan en actividades perniciosas. Deben identificarse y desmantelarse, pues desvirtúan el espíritu generoso que los debe alumbrar.
Otro actor destacado son las corporaciones trasnacionales (CTNs), llamadas así porque sus actividades trascienden fronteras de sus países sede.[139] No son trasnacionales por producir fuera, sino por actuar como tales, aclaran Czinkota et. al.: “el criterio clave es que la empresa controle sus instalaciones productivas en el exterior y las administre (al igual que sus operaciones locales) de forma integral en busca de oportunidades globales.”[140]
Cuando la matriz posee el capital total de la compañía, ésta conserva su nacionalidad, aunque sus operaciones son trasnacionales. Si opera fuera asociada con capitalistas de otros países es además multinacional. Las CTNs influyen en lo que sucede en territorios anfitriones y en el mercado mundial. Es fenómeno arcaico: en siglo 13° compañías holandesas y británicas hacen negocios más allá de sus fronteras; se expanden a fines del 19º y se consolidan en el 20º.
Se les repudia por extranjeras, lo que denota xenofobia y nacionalismo; por dominar economías locales, interferir en políticas nacionales, auspiciar dependencia tecnológica, ejercer influencia cultural, inmiscuirse en la vida interna y restar soberanía a los gobiernos, lo cual es cierto en buena medida. También por extraer sus ganancias, aunque sea legítimo, sin considerar que suelen reinvertirlas y sólo retiran pagos por tecnología, patentes, intereses, dividendos y servicios.
El aspecto positivo es que inyectan capital fijo, trasfieren tecnología, crean empleo, generan ingreso, promueven desarrollo sectorial y regional y captan ingreso por exportación.
Las CTNs son líderes de la economía mundial desde fecha inmemorial y lo seguirán siendo. Por su conducto se globalizan flujos de capital, tecnología, acceso a mercados y asistencia técnica. También reestructuran procesos productivos. De alguna forma planifican la marcha y dinamismo de la economía planetaria, señalé atrás.
A los OIGs, con ONU a la vanguardia, compete instaurar y operar el sistema global de planificación que recomiendo, auxiliados por ONGs y CTNs. Por ahora no existe líder, voluntad ni plan rector para organizar y orientar en la misma dirección a tantos países, de manera que sus acciones, coordinadas, sean más efectivas en la búsqueda del bienestar-bienser general, bajo un pacto que los comprometa sin sacrificar soberanía, cultura, autodeterminación ni libertad.
No será un hombre excepcional quien ordene el planeta, sino la comunidad de naciones, en conjunto, por iniciativa y con el patrocinio de los gobiernos con mayor poder: no se puede evitar. Es ley natural: ellos tienen los recursos.
Tercera parte
Subdesarrollo y pobreza
- Pobreza de las naciones
Abordé los temas desarrollo y planificación desde perspectiva global. Ahora los enfoco a naciones subdesarrolladas, en especial México.
¿Qué se entiende por subdesarrolladas?[141]
El prefijo sub —debajo de, inferior a— da al vocablo connotación relativa: es la situación de ciertas sociedades respecto al estado de superioridad tipificado como desarrollo, correspondiente a países desarrollados. Se aplica a naciones con pobreza relativa, cuya naturaleza y orígenes deben desentrañarse para comprender el problema y aportar soluciones. El cuerpo de doctrinas que lo estudian se denomina teoría del desarrollo, aunque sería más propio teoría de la pobreza, por ser ésta el meollo del asunto.
Pobreza es anverso de riqueza. Se origina en la división del trabajo y en como se distribuyen los factores productivos tierra, capital y conocimiento, que determinan rangos de ingreso y los darwinismos social y geográfico examinados en Capítulo 5.[142] Cuando es general no es defecto atribuible a la persona, sino al sistema: es sistémico.
Anticipé que desde siempre existen personas y sociedades que detentan fortuna y poder, frente a la masa mayoritaria que vive en penuria. El Antiguo testamento alude a tal diferencia: Isaac “fue hombre de gran riqueza y llegó a ser muy importante y poderoso” (Génesis 26.13).[143] En el Nuevo testamento frecuentemente se menciona el tema, como cuando Jesús advierte: “entre ustedes siempre habrá pobres” (Mateo 26.10) y “en la vida los que tienen mucho obtienen más, y los que tienen poco pierden hasta lo poco que tienen” (Lucas 19.26). Platón alega que un Estado sano es capaz de evitar las “incomodidades de la pobreza o de la guerra.”[144] Aristóteles advierte: “la pobreza es próximo pariente de la revolución y el crimen.”[145]
Numerosos pensadores buscan fórmulas para eliminar el mal. Algunos brindan arquetipos de sociedad ideal: Platón es precursor, con La Atlántida.[146] En siglo 16º Thomas More concibe Utopía (lugar que no existe, por su etimología griega ou: no y topos: lugar), “una de las protestas más famosas en contra de la desigualdad,” opina Whittaker.[147] Campanella propone La Ciudad del Sol. Un siglo después Winstanley y Bellers recomiendan sociedades igualitarias. En la siguiente centuria destacan Godwin, Saint Simon, Owen y Fourier, y en siglo 19º Rodbertus y Marx, éste el más influyente de todos.[148]
La revolución industrial de siglo 17° expande la brecha ricos/pobres. En el contexto de La ilustración Rousseau propone contrato social en 1762, que comprometa a respetar derechos humanos y auspiciar la igualdad. Adam Smith investiga en 1776 a qué obedecen las diferencias en La riqueza de las naciones, título de su obra cumbre, que le vale ser padre de la economía.[149]
En siglo 19° y principio del 20° la industrialización contribuye “a una creciente disparidad en la riqueza entre las sociedades del hemisferio occidental y aquellas del hemisferio austral” y abre la brecha ricos/pobres, relatan Pearson et. al.:[150] Se le llama brecha norte/sur, porque los primeros se sitúan en el hemisferio boreal —excepto Australia y Nueva Zelanda— y los segundos en el meridional.
ONU estima que 1,200 millones de personas subsisten en pobreza extrema a fin de siglo 20, y 1,600 millones de personas en pobreza moderada. Suman 2,800 millones, cifra indignante cuando el producto planetario crece con rapidez, abundan bienes y servicios y se proclaman democracia y respeto a los derechos humanos.
El corolario es que jamás ha existido equidad entre personas ni países. La teoría del desarrollo intenta dilucidar a qué se debe. En Capítulo 56 examino la pobreza en México.
- Síndrome de subdesarrollo
La primera mitad de siglo 20º presencia dos guerras mundiales, que trazan un parteaguas histórico. A partir de 1945, concluida la segunda, los países adelantados acometen su recuperación y se aviva el interés por los subdesarrollados. “Tuvo su origen en la conciencia política, cada vez más despierta, de la gran masa humana que vive en una miseria lamentable y que percibe, cada día con mayor claridad, la enorme y creciente diferencia entre sus condiciones de vida y las que predominan en las naciones ricas y desarrolladas,” escribe en esa época Kaldor.[151]
Es enorme el contraste. En el mundo próspero se genera efecto-riqueza, antes citado, que patrocina flujos crecientes de empleo-ingreso-ahorro-inversión-producción e induce a la gente a ahorrar y ejercer alto consumo, lo cual refuerza el auge.
En el ámbito subdesarrollado opera efecto-pobreza, que configura un circuito perverso, donde tales flujos se mueven al revés y vigorizan el atraso. Obedece a que lo integran zonas condenadas a ser pobres, por estar atrapadas en círculos viciosos infranqueables. Nurkse lo compendia en una tautología: “un país es pobre porque es pobre,”[152] proposición irrebatible. Enfrentan “circunstancias que tienden a mantener a cualquier economía atrasada en una condición estacionaria, en un estado de «equilibrio de subdesarrollo.»” sostenido por fuerzas automáticas internas.[153]
El asunto está de moda en los cincuentas. A instancias del presidente John F. Kennedy de EUA, ONU promueve brindar atención preferente a países atrasados en los sesentas, nombrada década de desarrollo, que se refrenda en los setentas.
Dadzie comenta: “en la perspectiva de 1980 las dos décadas de desarrollo podrían bien ser caracterizadas como «décadas de decepción.» La gran masa de la gente en los países en desarrollo continúa su vida en terrible pobreza.”[154]
En 2000 ONU celebra Cumbre del milenio. Allí 189 jefes de Estado y de gobierno presentan Objetivos de desarrollo del milenio para 2015: erradicar la pobreza extrema, lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, reducir a la quinta parte la mortalidad materna, combatir VIH-SIDA, malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y crear un pacto global de desarrollo.[155]
Son intenciones sanas, pero impracticables mientras no se instituya sistema de planeación y no se fije plazo razonable: 15 años son pocos: se requieren 30 ó 45: 2 ó 3 generaciones, pues subdesarrollo no es un problema, es la conjunción de múltiples problemas de índole plural —naturales, políticos, culturales, económicos, tecnológicos, sociales, emocionales— todos vinculados, que caracterizan un síndrome —conjunto de fenómenos que causan una situación determinada— y es sistémico.
Los ensayos sobre la materia enumeran síntomas en cuanto a disponibilidad y aprovechamiento de factores productivos y su asignación, situación demográfica y económica. Cada autor destaca aspectos que juzga relevantes y propone soluciones parciales. Pero no se halla el remedio efectivo, porque la sociedad humana es demasiado intrincada y heterogénea: incluye al hombre y la naturaleza, más todo lo intelectual y material surgido de la conjunción de ambos. Es equiparable a inmenso circuito electrónico, donde cada componente tiene una función precisa, está conectado a los demás y todos entablan influencias recíprocas. La eficacia del conjunto depende de cada parte y de la forma en que operan, se relacionan e interactúan. Observar aisladamente cultura, población, recursos naturales, capital o planta industrial es como examinar sólo un transistor, un diodo o un electrodo para tratar de comprender al todo y repararlo. La sociedad debe estudiarse en su integridad, con enfoque de sistemas:[156] analizar el conjunto y cada parte, sus interrelaciones y reacciones, conocerlos, organizarlos, dirigirlos, vigilar su comportamiento, controlarlos y corregirlos, en pos de objetivos predeterminados alcanzables, fijados según recursos disponibles.
El subdesarrollo se distingue por agudos contrastes entre sectores productivos y entre regiones, originados en la coexistencia de actividades capitalistas modernas e intermedias con labores rudimentarias.
Para Furtado resultan de que “la penetración de la nueva tecnología en el sistema productivo, al desorganizar un sector de economía artesanal preexistente, crea de inmediato un problema de excedente de mano de obra sin posibilidades de absorción. Tal excedente refluye hacia formas artesanales de economías de subsistencia, creando dentro del sistema económico un dualismo que condicionará todo el proceso social subsiguiente. El dualismo de la estructura económica se reflejará, por un lado, en una distribución sumamente desigual del ingreso, y por otro en una demanda de bienes finales poco vigorosa.”[157]
Falta agregar el veloz crecimiento de población, que concurre a crear tal excedente de mano de obra y además alienta la economía subterránea o informal.
La sociedad se desdobla en varias, con grados diferentes de avance o pobreza, según recursos, estructura productiva y localización industrial. Se manifiesta en desigualdades de ingreso —darwinismo social— y desequilibrios regionales —darwinismo geográfico interno. Explica la existencia de múltiples Méxicos.
En tal escenario la finalidad de la política pública tiene que ser combatir el síndrome de manera integral y promover el desarrollo.
- Paradigma desarrollista
Un país es pobre porque es pobre, como dice Nurkse, porque no evolucionan su cultura, régimen jurídico-político, instituciones, ciencia, tecnología y aparato productivo. Lo impide su pobreza, la cual es a su vez consecuencia del estado de aquellos conceptos. Romper el círculo implica renovar los aparatos legal y político, reorganizar las instituciones, elevar la cultura, impulsar ciencia y tecnología, mejorar la base económica, contener el crecimiento de población y cuidar el medio, de manera sistemática y planificada.
Se resume en tres dilemas: cultural, político y económico, atenazados por dos retos: demográfico y ecológico, que dilucido a lo largo de este trabajo.
Lewis atribuye el desarrollo a disponibilidad de recursos naturales y conducta humana, anoté. La primera no requiere comentario. Sin embargo, la paradoja de que países con riqueza física son pobres insinúa que es determinante el comportamiento de sus habitantes, del cual derivan tres causas inmediatas del desarrollo:[158]
Voluntad de economizar: esfuerzo para aumentar el rendimiento o reducir el costo de la actividad productiva. Es decir, para obtener eficiencia. Max Weber la nombra mentalidad económica (hqos economicus).[159]
Conocimientos técnicos y sociales. Los primeros se refieren a investigar, descubrir, aprender, inventar, innovar, i.e. enriquecer la inteligencia colectiva. Los sociales a cómo entablar relaciones humanas constructivas, o sea elevar la inteligencia emocional del grupo.
Acumulación de capital: invertir en planta, equipo y construcciones. Se necesita generar ahorro interno o conseguirlo fuera.
Entrañan decisiones que gobiernan el funcionamiento de la economía y su posición en el contexto internacional. Son fruto de principios, valores, educación, sentimientos, costumbres y actitudes. Dependen de régimen jurídico, político e instituciones. Modificarlos requiere metamorfosis cultural y renovación jurídica, política e institucional.
¿Cómo se ataca el síndrome de subdesarrollo en años recientes?
Terminada la segunda guerra, los Estados prósperos adoptan recetas keynesianas para mantener equilibrio económico local y externo —condensado en empleo pleno y precios estables— y evitar otra depresión como la de los treintas. Larribau lo llama mito del pleno empleo.[160]
Keynes desconoce el subdesarrollo. No es inconveniente para que el tercer mundo se ajuste a sus tesis, avaladas por naciones ricas y organismos internacionales, ya que sus remedios fiscales y monetarios dan resultados apreciables en tiempo breve y prestigio a los gobernantes.
Los países poderosos fincan su avance en la industria desde siglo 17º. Se les califica de industrializados, sinónimo de desarrollados, cualidad que varió, pues ahora los impulsa su sector terciario. El antecedente influye para que los débiles sigan la estrategia, confundida con objetivo, de fomentar la industria, orientada al mercado interno, y con ello sustituir importaciones, atraer inversión, crear empleo y fortalecer ingreso y demanda. Buscan inducir crecimiento hacia dentro. Se sustenta en intervención estatal, presupuesto deficitario, deuda pública, inyección de circulante, financiamiento y proteccionismo comercial. Interesa ocupar gente, táctica keynesiana típica. No preocupa operar con eficiencia, productividad, calidad, puntualidad ni costo mínimo, pues la falta de competencia externa asegura ventas y rentabilidad. Tampoco importa avanzar con estabilidad monetaria, procedimiento sano, pero lento. Se opta por gasto inflacionario, de respuesta veloz, sin aquilatar riesgos. El paradigma se conoce como desarrollismo. Larribau lo considera mitología del crecimiento.[161]
¿Cuál es el resultado?
Hirschman escribe: “se esperaba que la industrialización cambiara el orden social y todo lo que hizo fue producir manufacturas.”[162]
Flores afirma: “así, después de dos décadas de diagnósticos superficiales y demagogia desarrollista en crescendo [sic], hoy comenzamos a apreciar más sobriamente las enormes dificultades teóricas y prácticas que es necesario vencer para modernizar una economía.”[163]
La mezcla es explosiva: las estrategias de desarrollo hacia dentro fuerzan el sistema y provocan desajustes entre recursos, población y tecnología; entre regiones y sectores, y entre grupos sociales. Se desquicia el proceso. Asciende el PIB/H, pero se concentra el ingreso y se extiende la pobreza.
En los ochentas se arraigan neoliberalismo y globalidad. Las regiones prósperas buscan solucionar dificultades propias, en tanto el ámbito subdesarrollado se precipita en la crisis de la deuda, que estalla en México en 1982 y se prolonga a la década perdida, según la denomina Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Al decenio siguiente Argentina, Brasil, México, Rusia y sudeste asiático, entre otros, registran graves crisis financieras.
Tal es el panorama que inspira el Consenso de Washington referido en Capítulo 22. En los noventas algunos subdesarrollados se recuperan, impulsados por el auge que vive EUA, para padecer nuevos desequilibrios hacia el cambio de siglo.
- Desarrollismo en México
La evolución industrial de México arranca con la segunda guerra mundial (1939-1945), cuando las potencias se concentran en fabricar material bélico y descuidan mercados de manufacturas, que quedan libres y son atendidos por áreas subdesarrolladas.[164]
Al terminar las batallas se reanuda la competencia entre los poderosos. El gobierno mexicano emite ley que fomente industrias nuevas y necesarias y las protege con aranceles para restringir importaciones, que se sujetan a permiso previo.[165] Arranca el desarrollismo.
Este país avanza durante los cincuentas y sesentas sin inflación: vive el desarrollo estabilizador, tildado de milagro mexicano, gracias a abundantes recursos sin explotar; productividad creciente; importación restringida; compradores cautivos; mercado interno en expansión, y auge de posguerra en el primer mundo, que remolca a todos.
Pero la solución es aberrante y artificiosa: el gobierno federal, en complicidad con OIGs y naciones prósperas, emula la trayectoria de éstas y estimula industrialización indiscriminada. Intenta producir de todo aunque se carezca de ventajas competitivas. Muchas empresas operan con ineficacia, mala calidad, ínfima productividad y alto costo, atenidas a que no tienen competencia de fuera. Pronto pagarían su error.
28. La docena trágica
El desarrollo estabilizador se trunca en 1971, por receso en EUA. La reacción del presidente Echeverría es exacerbar el desarrollismo, el gasto público, la deuda y la inflación. Se enfrenta a empresarios, debilita la confianza, huye el ahorro y encamina al país a grave colapso en 1976.
En octubre de ese año se solicita auxilio al Fondo Monetario Internacional (FMI), a quien se entrega la primera carta de intención, donde se establecen compromisos de saneamiento económico.
México sale pronto del enredo por sus pródigos yacimientos de petróleo y dada la emergencia energética mundial comentada en Capítulo 1. El presidente López Portillo ofrece convertirlo en potencia: el problema sería administrar la abundancia, anuncia engreído. La nación se petroliza: dos tercios del ingreso de exportación provienen del crudo en 1981 y Pemex aporta un cuarto del ingreso público.
El sector petrolero se robustece, en tanto se atrofia el resto del aparato productivo. La inversión privada se aletarga, por desconfianza en la política fincada en gasto, deuda externa e inflación excesivos.
El mercado petrolero mundial se satura al inicio de los ochentas; desciende el precio y sobreviene grave colapso: “el 22 de agosto de 1982, el Gobierno Mexicano solicitó a la comunidad bancaria internacional una prórroga de 90 días para los pagos de capital correspondientes a la deuda del sector público,” informa Banco de México.[166] Se declara en moratoria por segunda vez en su vida[167] y es precursor de la crisis de la deuda que infesta al ámbito subdesarrollado y al mundo.[168]
“Al finalizar 1982, el país afrontaba la más grave crisis económica desde la Gran Depresión Mundial de fines de los años veinte y principios de los treinta,” reconoce Banco de México.”[169]
El caso ilustra que el desarrollismo es efectivo mientras existen recursos sin aprovechar; se eleva la productividad; el gobierno aplica política sensata y disciplinada, y el mundo rico disfruta prosperidad. También muestra que acciones carentes de continuidad, congruencia, orden y visión de largo alcance mitigan síntomas aislados de la enfermedad y narcotizan a la sociedad para que se resigne a vivir en postración permanente, pero no promueven el desarrollo.
El fracaso deriva de gobernar sin plan que especifique y analice la etiología del síndrome y defina condiciones, oportunidades, amenazas, objetivos, estrategias, políticas, tácticas y programas, sustentados en la realidad y procedimientos técnicos, con visión integral, telescópica.
Jamás ha existido un plan auténtico, a pesar de que el artículo 26 de la Constitución mexicana dispone implantar el sistema de planeación democrática; en 1930 se emite Ley de planeación; en 1934 aparece primer plan sexenal, y desde entonces cada Presidente presenta su plan, que no pasa de ser lista de intenciones. Adelante regreso a este punto.
En el primer mundo se archivan las teorías de Keynes en los setentas, por demostrar su incapacidad para alcanzar estabilidad y desarrollo perdurables. Se sustituyen por fórmulas monetaristas que persiguen controlar la inflación, mediante restricción financiera y disciplina fiscal y los mercados se dejan en libertad, para que actúen como mecanismo regulador, bajo el principio de la mano invisible. En los ochentas la receta es fortalecer la oferta, a través de reducción de impuestos y alicientes a la inversión privada, en el contexto de la globalización, como señalo en Capítulo 2.
A contracorriente, dos presidentes de México aplican política desarrollista y hunden a la nación en una vorágine regresiva e inflacionaria que desquicia la economía, retrasa la adaptación a la globalidad, empobrece a empresas y familias y pone en efervescencia a la sociedad. Los dos sexenios se recuerdan como la docena trágica.
- Rumbo a la modernidad
Villarreal sintetiza los problemas engendrados por el esquema estatista-protector en 3S: sobreprotección, sobrerregulación y sobrestatización. Aconseja corregirlos con estrategia 3D: Desprotección, Desregulación y Desestatización.[170]
A partir de 1983 se procura modernizar y reanimar el aparato económico. Se entregan cuatro cartas de intención a FMI para afrontar los efectos de devaluaciones, caída del precio de petróleo y problema de deuda, que aísla a México del mercado financiero internacional. Es preciso aplicar medidas dolorosas para enrolarlo en la corriente global: se adelgaza el gobierno y se aplica rígida disciplina presupuestaria y monetaria; se privatizan empresas estatales; se emprende reconversión industrial; se eliminan barreras comerciales y reglamentos obsoletos; se estimula inversión privada; se reforma el sistema financiero, y se apuntala la estructura productiva. En suma, se aplica la fórmula 3D.
“El cambio estructural ha generado un nuevo funcionamiento del sistema económico (economía abierta, desregulada y privatizada) y ha implicado no sólo la racionalización de la intervención del Estado en la economía, sino nuevas reglas del juego y nuevos jugadores en el proceso, así como nuevos mecanismos para la determinación de los precios o señales del mercado (tasa de interés, tipo de cambio, salarios, etc.),” dice el mismo autor.[171]
En 1989 se consolidan los ajustes, se reestructura la deuda, se firma Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y se contiene la inflación. Con esto la actividad productiva se recupera moderadamente.
Rebelión en Chiapas y asesinatos políticos crean desconfianza en 1994. Además, se eleva la tasa de interés en EUA. Tales acontecimientos provocan salida de 19,000 millones de dólares en ese año que conducen a devaluación del peso en diciembre, con impacto devastador en 1995.
FMI, los gobiernos de Canadá y EUA y la banca internacional ponen a disposición de México 50,000 millones de dólares, con los que cubre compromisos de corto plazo, conserva su crédito externo, registra asombrosa recuperación en 1996 y reemprende el desarrollo, debido a que el aparato productivo es sólido, el gobierno opera con austeridad y disciplina y restringe la oferta monetaria; TLCAN y apertura comercial generan dinamismo y diversidad de exportaciones, se restaura la confianza y alienta la inversión. La economía adquiere categoría de emergente, que defino luego.
De cualquier modo, el avance se concentra en unos cuantos sectores y regiones; agricultura retrocede cada vez más; numerosas empresas ineficientes quiebran; se acumula inflación de 250% de 1995 a 2001, que comprime el ingreso, y el crecimiento demográfico es casi 2% anual. Crece la miseria y se acentúan contrastes entre ricos y pobres, educados e ignorantes, satisfechos y hambrientos, conformes y descontentos.
Las naciones-Estado ricas avanzan en los noventas, gracias a la globalidad y terminan el siglo 20º con admirable prosperidad de 10 años.
Los subdesarrollados deben asimilar las enseñanzas de medio siglo y adoptar paradigmas que los incorporen a la corriente global. Mas no en la forma improvisada, precipitada y desventajosa como lo han hecho, sino con enfoque razonado, sistémico, apoyados en técnicas de planificación que prescriban procedimientos de largo alcance e impulsen la evolución de manera ordenada, coordinada, en armonía y colaboración con otros países.
- Desarrollo sustentable
Población, recursos naturales y aparato productivo forman trinidad inseparable que traza el devenir de una comunidad.
La población del planeta se incrementa a ritmo inconveniente: se estima que en 2025 sumará 8,300 millones de personas. En la porción subdesarrollada crecerá 40%, para sumar 7,100 millones. Será factor retardatario del avance.
Cubrir las necesidades de un conglomerado que ascenderá a tal ritmo implica que los recursos naturales se deterioren cada vez más, sobre todo en áreas rezagadas, que explotan el medio de modo irracional.
Es evidente que las características geográficas influyen en la riqueza o pobreza de las naciones. Lo demuestra la segregación del planeta en pobres en trópicos y sus inmediaciones, con desiertos, montañas y selvas mezquinos en recursos, y prósperos en el norte, donde disponen de medio ambiente pródigo, más cultura y capital para explotar los recursos con propiedad. Tres casos rompen la norma: Israel se ubica en la faja desértica, pero cuenta con gente calificada, inversión y tecnología. Australia y Nueva Zelanda están en el sur; pero su civilización se localiza debajo del paralelo 30° y también poseen personal adiestrado, inversión y tecnología.
Hace cincuenta años las políticas económicas soslayaban la protección del medio ambiente, porque la contaminación de suelo, agua y aire no parecía nociva ni se vislumbraba su agotamiento. Poca gente conocía la palabra ecología; menos su significado.
Kindleberger sí se angustia. En 1958 advierte: “la explotación actual de los recursos naturales se está acercando a sus límites básicos, de forma que la preocupación malthusiana acerca de la disminución de los mientos, no está totalmente desprovista de fundamento.”[172]
Opiniones como éstas se juzgan catastrofistas. Aún así, despiertan reflexiones acerca de ¿cómo debe efectuarse la explotación de la naturaleza; a qué ritmo; con qué productividad; a qué costo? Obligan a vislumbrar qué heredarán las generaciones futuras; definir la responsabilidad de cada país frente al resto del orbe, y responder preguntas que tienen respuesta única: se deben racionalizar el crecimiento demográfico y la explotación de recursos, en particular en zonas rezagadas, donde los problemas son acuciantes.
Otro lado de la trinidad, planta productiva, incumbe a la economía. Involucra las cuestiones de asignación de recursos escasos aludidas: ¿Qué producir? ¿Cómo y cuánto? ¿Para quién? ¿Dónde? Plantean el dilema económico, que dilucido adelante. La planificación ha de contestarlas en busca del resultado más provechoso, sin dañar la naturaleza.
El concepto escasez es fundamental: aparece cuando las necesidades exceden a los recursos disponibles. Es lo común: si éstos abundaran no habría actividad productiva; los satisfactores serían libres y gratuitos y nadie tendría que trabajar para obtenerlos. Ocurre en El paraíso de Adán y Eva, de donde son expulsados porque descubren el bien y el mal: se vuelven humanos, tienen necesidades y son condenados a laborar para satisfacerlas.
En el mundo real existen pocos bienes libres: aire, aguas y espacios de uso comunal gratuito. Cualquiera tiene acceso a respirar, navegar, nadar, pescar, cazar, acampar, pasear en ellos… así como a destruirlos, contaminarlos, agotarlos y degradarlos.
Administrar adecuadamente población, naturaleza y aparato productivo es esencial para desterrar el padecimiento más lacerante de la humanidad: la pobreza, que envilece al género humano y menoscaba el planeta.
De Castro pregunta en 1952: “¿la sobrepoblación es causa del hambre o el hambre es causa de la sobrepoblación?”[173] Como en el acertijo “¿qué fue primero: el huevo o la gallina?” no hay comienzo ni fin. Forma uno de los circuitos que arraigan el síndrome de subdesarrollo.
Todo indica que la pobreza se expandirá a ritmo acelerado en el futuro inmediato. Atacarla con gasto social es infructuoso: equivale a limosna; es paliativo demagógico. Remedios efectivos son vigorizar la planta productiva, detener la explosión demográfica y corregir los factores que arruinan el medio físico, con criterio sistémico, i.e., en conjunto, no de manera aislada. Se precisa que la comunidad internacional organice y aproveche con sensatez y armonía todos los lados de la trinidad, con un sistema global de planificación, y que las naciones-Estado implanten sistemas individuales, coordinados e integrados al global.
ONU introdujo en 1987 la noción desarrollo sustentable:[174] el “que satisfaga las necesidades de la generación actual sin comprometer las de las futuras.”[175] Se refiere a que el aparato productivo aporte satisfactores sólo hasta donde el medio natural lo permita, sin destruir, deteriorar ni agotar los recursos que sustentan la supervivencia y el desarrollo. Implica que haya congruencia entre tendencia demográfica, ambiente físico y economía. Igual que un triciclo: cada rueda debe tener especificaciones y condición óptimas, en concordancia con las demás, para que funcione bien. Si alguna se atora, se mueve con dificultad o a expensas de otra entorpece la marcha del vehículo. El ejemplo es aplicable a la trinidad: si exceso de población y producción desmedida agotan la naturaleza, todos perderemos.
En la retórica actual desarrollo sustentable sustituye al antiguo desarrollo económico como una frase más, que no se atiende con el esmero que requiere.
Mantener equilibrio entre población, recursos y su explotación es urgente y universal. Urgente por la velocidad con que se multiplican población, estragos ambientales y pobreza. Universal porque la Tierra es de todos quienes la poblamos hoy y la habitarán mañana. Ergo, la tarea exige participación cooperativa de todos: naciones-Estado, autoridades, organismos (OIGs y ONGs), empresas y sociedades civiles.
Algunos gobiernos emiten normas para que en sus países las actividades humanas no alteren el medio. OIGs y ONGs aportan proyectos, dinero, trabajo y asistencia técnica con igual objeto. Varias empresas hacen frente a esa responsabilidad por convicción. Numerosos ciudadanos se abstienen de conductas perjudiciales y participan en programas comunitarios. Existen acciones loables, pero aisladas e insuficientes y sus resultados son insignificantes ante la magnitud del problema, sobre todo en áreas subdesarrolladas.
Es frustrante, porque existen múltiples recursos e innovaciones para proteger y restaurar el medio ambiente; métodos para crear fuentes renovables de energía, sustituir elementos tóxicos, reciclar y dar durabilidad a materiales; la ciencia médica y la industria químico-farmacéutica producen fórmulas para ejercer o inducir paternidad responsable; se dispone de mecanismos para aliviar la pobreza, y opera vasta red de información que facilita la difusión y aplicación de métodos de administración de la naturaleza.
Los mecanismos internacionales de colaboración son incompetentes para luchar contra las cuatro plagas que, cual jinetes del Apocalipsis, atañen a la humanidad entera: crecimiento demográfico, miseria, destrucción del medio y violencia, pues lo que sucede en un lugar algún día se refleja en otros, sin importar latitud, grado de pobreza u opulencia, y al final en todos.
Habitamos la aldea global: la tenemos que cuidar y enriquecer. La comunidad planetaria se debe reorganizar e instaurar el sistema que ordene la sociedad humana y la capacite para lograr desarrollo sustentable equitativo, en los términos que sugiero aquí.
- Funciones del Estado
La causa final o designio de los hombres es su propia conservación y lograr vida armónica. Con esa intención crean el Estado, el Leviatán, para que controle las pasiones naturales e imponga restricciones, asegura Hobbes.[176]
¿Cuánto debe intervenir el Estado en la vida de una sociedad?
La cuestión desata controversia maniquea entre devotos del intervencionismo y del liberalismo, mencionada con otro enfoque en Capítulo 17.
El primero levanta barreras que impiden, estorban y distorsionan el juego de las fuerzas del mercado y provoca desequilibrios, retrasos y malformaciones, que coartan el desarrollo. El desarrollismo mexicano y el socialismo soviético son pruebas contundentes.
El segundo demuele tales barreras y deja que las fuerzas del mercado regulen el equilibrio, por un proceso semejante a la homeostasis. Mas su aplicación indiscriminada agudiza los darwinismos social y geográfico descritos.
La solución no ha de encajonarse en esas alternativas. Cada país es singular y soberano y tiene posibilidades particulares infinitas. La acción gubernamental puede ser desde moderada en sociedades maduras, hasta intensa en las más rezagadas, que necesitan organizarse y administrarse para resolver carencias y dificultades. Su graduación depende de las circunstancias y posibilidades de cada caso.
Algunos deberes del Estado le son inherentes: defender el territorio; preservar la soberanía; emitir leyes; vigilar que se respeten; crear instituciones; regular su funcionamiento; fomentar la cultura; administrar los recursos de la nación; promover la inversión, y auspiciar bienestar-bienser de la población.
Max Weber le asigna cinco funciones básicas: legislativa, policía, justicia, administración y militar (defensa de la soberanía).[177] Su mano visible ha de estar preparada siempre para cumplir con ellas e intervenir en emergencias. La discusión aflora cuando se trata de la facultad que le corresponde en la conducción de la mano invisible de la economía, que no lo es tanto, sostengo atrás.
En ningún caso la libertad debe ser absoluta, asevera Mansfield, porque “a pesar de sus muchas ventajas, el sistema de precios sufre limitaciones. Debido a que tales limitaciones son tanto prominentes como bien conocidas, nadie cree que pueda confiársele al sistema de precios, abandonado a sus propias inclinaciones, que resuelva todos los problemas económicos básicos. En una dimensión considerable, el papel del gobierno en la economía se ha desarrollado como respuesta a las limitaciones del sistema de precios.”[178]
Aún en el esquema más liberal posible el Estado tiene que orientar, supervisar e intervenir con eficiencia, flexibilidad y eficacia en el funcionamiento de la sociedad, auxiliado por un sistema de planificación idóneo, efectivo.
No tiene por qué haber contradicción entre liberalismo y planificación, queda aclarado en Capítulo 14.
La esencia del plan es predeterminar:
- Filosofía y cultura: ¿quién es el país, cómo piensa y actúa?
- Propósito: ¿qué anhela ser?
- Aptitudes y vocación: ¿qué sabe, desea y puede hacer?
- Recursos: ¿de qué dispone?
- Objetivos y metas: ¿qué y cuánto pretende alcanzar?
- Estrategias, políticas, tácticas: ¿qué debe hacer, para qué, cómo, dónde, cuándo, cómo repartirá los beneficios?
Si se brindan respuestas sensatas y realistas hay probabilidades de lograr resultados positivos. Ignorar propósito y objetivos origina confusión. Desconocer aptitudes provoca ansiedad. No saber con qué recursos se cuenta genera impotencia. Carecer de plan auspicia desorden, extravío, fracaso, frustración y angustia.
El plan ha de cubrir cuatro aspectos.
Conocer a la sociedad en conjunto y cada una de sus partes; determinar interrelaciones y reacciones; localizar y cuantificar recursos, fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas. Encontrar, clasificar, concentrar y distribuir información. Formular taxonomía. Determinar propósito, filosofía, cultura y recursos.
Formular el plan en sus tres modalidades: táctico, estratégico y reforma institucional; definir objetivos, estrategias, programas, políticas y tácticas adecuados a las aptitudes, vocación y recursos disponibles; formular proyectos para aprovechar fortalezas y oportunidades, corregir debilidades y eludir amenazas,
Ejecutar acciones para impulsar crecimiento económico y evolución cultural, según objetivos buscados y recursos disponibles. Tomar decisiones que activen el desarrollo sistemáticamente, a largo plazo.
Controlar el funcionamiento del plan, evaluar resultados y retroalimentar el sistema.
Las expectativas de triunfo son mayores y más realistas que en el pasado porque los gobiernos disponen de instrumentos precisos para planificar; capital, tecnología y mercados están abiertos a todo mundo; sociedades e individuos poseen mayores conocimientos y se encuentran mejor informados, y los agentes económicos tienen ante sí un panorama trasparente —o menos turbio— que les permite eludir fallas e imperfecciones de mercado.
La labor es ardua y delicada, porque los conglomerados son plurales y complejos; el globalismo ha restado a los gobiernos injerencia en la economía y poder de acción, al tiempo que están presionados por exigencias sociales locales y por la comunidad internacional; las empresas se enfrentan a competencia despiadada y contrincantes poderosos, y los individuos están mejor informados, en condiciones de trabajo más exigentes, con necesidades más refinadas y son muy selectivos. Es imprescindible tener en mente las limitaciones, pero no desanimarse.
Naciones que no se modernizan, no se ponen al corriente ni siguen el ritmo del progreso se estancan o retroceden y se vuelven campo propicio a explosiones políticas y sociales.
La planificación no se propone restringir la actuación de gobiernos ni de particulares. Tampoco modificar naturaleza ni características de la sociedad, sino aprovecharlas y adecuarlas a las circunstancias y condiciones del mundo real. Su razón de ser es el desarrollo humano, lo cual acarrea modernizar a la sociedad, entendido como adaptarla a las condiciones reales imperantes en el mundo, bajo el principio de que la naturaleza sólo puede dominarse si se le obedece. Hay que inducir la evolución de la cultura, expandir el potencial productivo a ritmo sostenido y vigilar que cristalicen en bienestar-bienser social.
El plan ha de ser guía y dirección de la toma de decisiones y coordinar la actuación de los miembros de la comunidad, con ayuda de información, colaboración, apoyo y control. Tiene que diseñarse de acuerdo con la sociedad civil de cada lugar.
Hay que poner mucho cuidado en no repetir errores del pasado. Cuando la moda era promover el desarrollo los gobiernos formulaban planes dizque con ese fin. Pero Urquidi asevera en 1962: no son “sino una aspiración imprecisa de elevación del nivel de vida —como si un ejército declarara que tuviera una «política de vencer al enemigo» en vez de un plan estratégico y el ordenamiento de los medios para llevarlo al éxito.” Son “«planes de gobierno» en que se hace mucho hincapié en las inversiones del sector público y se consider[a] que su enumeración constituye un programa de desarrollo económico —como si un ejército pretendiera ganar una guerra publicando una lista del material bélico que posee y del que va a adquirir.”[179]
Enseguida advierte: “un programa de desarrollo económico no puede ser ni la adopción de un objetivo sin precisar los medios que se van a emplear para alcanzarlo, ni una enumeración desarticulada de elementos materiales (por más «jerarquizados» que estén) sin indicación de objetivos.”[180]
La situación no ha cambiado: los gobernantes de países subdesarrollados formulan promesas infundadas, objetivos imprecisos, listas de proyectos deshilvanados, sin visión sistémica, relaciones de gastos y otros datos inútiles correspondientes a un plazo dado —sexenio en México— en lo que titulan programa de gobierno, plan nacional de desarrollo o algo equivalente, cuya función es cosmética para cumplir el requisito o demagógica para impresionar a la ciudadanía.
La improvisación, superficialidad, estrechez de horizonte e ineficacia de las políticas de desarrollo ya no tienen cabida. Se requiere que se finquen en ciencia, tecnología, previsión, organización, dirección, coordinación y control. Nada puede dejarse al azar. Quienes elaboran y operan dichas políticas han de ser cuidadosos y responsables.
Es crucial tomar la planificación en serio y especificar objetivos y caminos para eludir las amenazas, aprovechar las fuerzas de la globalidad, elevar el bienestar-bienser y distribuirlo con equidad.
Tales caminos son las funciones básicas del Estado:[181]
- Fomentar y orientar la cultura.
- Establecer marco legal, institucional y electoral.
- Defender soberanía y mantener ambiente de paz y seguridad.
- Regular fenómenos demográficos.
- Administrar, proteger y restaurar el medio ambiente.
- Promover desarrollo económico y estabilidad monetaria.
- Corregir fallas de mercado.
- Favorecer equidad distributiva.
- Proveer bienes públicos y servicios básicos.
- Coordinar relaciones internacionales.
El orden no implica jerarquía. Cada una es relevante. Todas se interrelacionan en el gran sistema-sociedad: deben contemplarse con el enfoque sistémico que reitero a lo largo de esta obra. Todas han de fundamentar el plan nacional y los regionales o estatales.
Adelante describo el procedimiento que podría seguirse para dilucidar tres cuestiones: dilema cultural, dilema político y dilema económico, atenazados por los retos demográfico y ecológico. Las funciones especificadas son marco de referencia de los capítulos que siguen.
Cuarta parte
Dilema cultural
- Enriquecer la inteligencia colectiva
El dilema cultural estriba en ¿cómo enriquecer la inteligencia colectiva? Corresponde a la función de Estado 1. Fomentar y orientar la cultura, enunciada en el capítulo anterior.
Cultura es todo lo que distingue a una nación: principios, valores, conocimientos, ideas, religión, creencias, usos, costumbres, leyes, régimen político, instituciones, actitudes, tecnología, símbolos, objetos, lenguaje. Herencia social, la llama Linton.[182] “Parte del ambiente hecha por el hombre,” le dice Herkovits.[183] Para Freud es “todo aquello en que la vida humana ha superado sus condiciones zoológicas y se distingue de la vida de los animales.”[184]
No es algo definitivo, terminado, estático, inalterable. Al contrario, se halla en constante renovación
En este ensayo en cultura englobo aspectos étnicos, psicológicos, educativos, derechos humanos y medios de comunicación. La distingo de lo económico y lo político.
Resolver el dilema cultural implica inducir, promover y orientar metamorfosis cultural para fortalecer y enriquecer la inteligencia colectiva —infraestructura del mundo contemporáneo, según Lévy— sin alterar, reformar ni sustituir la herencia social propia, con el propósito de hacer frente con éxito a las exigencias de la globalidad.
La cultura hegemónica de México, la oficial, es legado del pasado autóctono y colonial, nutrido por vivencias decimonónicas y contemporáneas. Se apega a patrones occidentales, con influencia de España, Francia y EUA.
- Culturas indias[185]
El legado autóctono lo aportan unas 300 tribus procedentes del norte, que a partir de c. 2000 a.C. se esparcen por el hoy territorio mexicano. La olmeca es precursora, c.1200 a.C., a la que siguen teotihuacana, tolteca, zapoteca, maya y azteca o mexica entre otras. Constituyen “variedad de naciones, lenguas, culturas y manifestaciones artísticas,” apunta Paz, que “presentan instituciones políticas similares, organizaciones sociales análogas y cosmogonías emparentadas. […] Todas ellas comparten ciertas ideas y creencias […], unidad en espacio y continuidad en el tiempo, desde el primer milenio antes de Cristo al siglo dieciséis.”[186]
La sociedad prehispánica se clasifica en estamentos, señala Carrasco.[187] En el superior se hallan reyes, señores, caciques y nobles. En el inferior, los maceguales, “la mayoría de la población indígena,” indica Gibson,[188] con dos categorías: propietarios que trabajan por su cuenta y subordinados a la clase alta, equivalentes al concepto europeo de siervos y esclavos: son los indios de los indios, la clase oprimida.
Los conquistadores procuran imponer su cultura; pero ante la abundancia de nativos, protegidos por frailes, transigen en que mantengan costumbres y formas de organización propias, adaptadas a patrones de la metrópoli.
“Los derechos de los indígenas, aunque disminuidos por un paternalismo que los consideraba menores de edad, fueron reconocidos en las Leyes de Indias,” informa Villoro.[189] Se les confina a repúblicas de indios, donde se preservó parte de la especificidad de las viejas culturas.
Aún así “los europeos proyectaron una imagen de tales pueblos como inferiores, «incivilizados,» y mediante la fuerza de la conquista lograron imponer esta imagen a los conquistados,” desprecio que “inflige una herida dolorosa, que causa a sus víctimas un mutilador odio a sí mismas,” piensa Taylor,[190] que prevalece en el siglo 21º, vale añadir.
Nueva España es sociedad multirracial: allí convergen indios, españoles-americanos —europeos, criollos y mestizos legítimos (nacidos dentro de matrimonio)— y negros, introducidos “para el laboreo en las minas y el trabajo en los cultivos de caña de azúcar […,] para resolver los problemas que causaba en lo moral y en lo económico el trabajo de los indios,” menciona Lira.[191] A fines de siglo 16° hay 1.5 millones de indios, 100,000 españoles-americanos y 30,000 negros. Componen castas semejantes a los estamentos originales.
- Herencia colonial
Comprender la herencia española exige referirla al siglo 16º, cuando el colonialismo europeo persigue incrementar el comercio, explotar recursos humanos y físicos en otros territorios y disponer de posiciones militares estratégicas.
Se practican dos tipos de colonización: feudal y capitalista. Gazol Santafé los describe así: “el coloniaje español es del siglo XVI, mientras que el coloniaje sajón y nórdico en general es preponderantemente de los siglos XVIII y XIX. […] La España del siglo XVI se proyectaba en tierras de América. Por lo contrario, Francia e Inglaterra de los siglos XVIII y XIX proyectaban a las colonias su burguesía triunfante.”[192]
Los hispanos imponen el catolicismo oscurantista, paternal y limitativo de la edad media. Sus posesiones se localizan en zonas tropicales, donde clima, recursos naturales y humanos son propicios para explotación primaria. Se avecindan y mezclan con los naturales. Implantan el mercantilismo de tierra adentro —así lo llama Lagunilla Iñárritu— “inclinado más a la explotación interna agropecuaria y minera que al comercio marítimo.”[193] Extraen materias primas, oro y plata para enviar a la metrópoli y se surten de manufacturas españolas. Devienen importadores netos.
Los británicos ocupan territorios dentro y fuera de trópicos y aplican criterios diferentes. En posesiones extratropicales inmigran con familias; aportan su cultura de siglos 18° y 19°; infunden el pragmatismo protestante, que según Max Weber ha “revelado siempre una singular inclinación hacia el racionalismo económico.”[194] Implantan estructuras capitalistas, con actividades de alto valor agregado. Son exportadores netos y acumulan riqueza. Se ubican al norte —Canadá y EUA— y sur —Australia y Nueva Zelanda— que se integrarían al primer mundo. En zonas tropicales explotan recursos del suelo y a los aborígenes, les surten bienes industriales y las convierten en importadores netos. Serán subdesarrolladas: India, Pakistán y Kenya.
Los indios ocupan sitio relevante en la vida colonial de México porque los conquistadores no los aniquilan. En siglo 16º sobreviven los 1.5 millones citados, a pesar de epidemias, maltrato, hambre y matanzas, frente a 5 millones que había cuando invaden.[195]
Los territorios británicos fuera de trópicos tienen conglomerados pequeños de nativos nómadas, que no protagonizan papel destacado. Los tropicales se mantienen rezagados, por desventajas geográficas, organización feudal y abundante población nativa.
- Indigenismo y marginación
“La suerte de los indios en México empeoró tras la Independencia. Y luego para mayor vergüenza de nosotros, la Constitución mexicana fue concebida a espaldas de las comunidades indígenas. Se les olvidó. Se les condenó a la muerte legal. Se les obligó a asimilarse a una […] tradición, a una sociedad y a una cultura ajenas,” comenta León Portilla.[196]
Al comenzar siglo 20° la población se forma de mestizos, 50%; indios, 35%; criollos, 10%, y extranjeros, 5%, consigna Molina Enríquez.[197] No menciona negros, quizá porque se asimilan a otras castas y los de raza pura no constituyen clase relevante.
Este autor exhibe la inclinación monocultural de esa época y vaticina que el mestizaje se impondría “como grupo político y como grupo social.” Aconseja que “siempre que sea necesario […] reproducir las formas humanas […] se imponga la obligación de elegir las de nuestra raza dominante,” y añade: “el elemento indígena será el que resista menos, porque para él siempre es superior y mejor el mestizo.”[198]
Stavenhagen observa: “el proyecto de nación fue definido por las élites (sic) mestizas y criollas a su retrato e imagen.” La denomina comunidad inventada.[199] Se inspiran en los principios de las revoluciones americana y francesa —libertad, igualdad, fraternidad— que no contemplan diferencias entre personas.
La Constitución mexicana de 1917 tampoco reconoce ciudadanos desiguales ni por tanto culturas diferentes. Se inspira en la de Estados Unidos de América (EUA), que busca “evitar que las «facciones» —particularmente intereses económicos de clase o del capital— impusiesen su voluntad a través de la legislación en detrimento de «los derechos de otros ciudadanos o de los intereses permanentes o agregados de la comunidad,»” expresa Madison.[200]
Los forjadores de la patria clonan el esquema —incluso su nombre: Estados Unidos Mexicanos— con la intención de crear una comunidad nacional unitaria donde se divida y disperse el poder. Kymlicka lo denomina federalismo territorial. Lejos de reconocer diversidad de culturas, busca unificarlas.[201]
Durante buen tramo de siglo 20° el indigenismo intenta resolver el problema indio —así lo denominan. Se concibe como teoría, ideología y política de gobierno. El presidente Lázaro Cárdenas dogmatiza: “nuestro problema indígena no está en conservar «indio» al indio, ni indigenizar a México, sino en mexicanizar al indio.”[202] Esto es, insertarlo en la comunidad inventada.
Caso, principal exponente de la corriente, plantea: hay tres millones de mexicanos que hablan lenguas indígenas, recluidos en regiones remotas y aisladas, en suelos pobres, inútiles, sin capital ni tecnología. ”México no puede optar por otra vía: hay que incorporar las comunidades indígenas a la gran comunidad mexicana; transformar estas comunidades llevándoles lo que ya existe en otros poblados del país.”[203]
La fórmula refrenda el paternalismo colonial: considera menores de edad a los indios. Hace reconocimiento engañoso de sus culturas: por un lado las exalta; por el otro propone sustituirlas por la oficial, la mestiza; imponer normas y criterios del segmento hegemónico, y efectuar la mexicanización de los indios que receta Cárdenas, quien no lo aborda como tema crucial; no lo plasma en programa de largo alcance; no especifica objetivo. Lo asocia a proyectos sexenales de su gobierno —reforma agraria, política agrícola, obras públicas, educación, salud— y concede paliativos asistenciales a algunas comunidades.
Aguirre Beltrán opina: “el indigenismo no es una política formulada por indios para la solución de sus problemas, sino la de los no indios respecto a los grupos étnicos heterogéneos que reciben la general de nación de indígenas.”[204]
Montemayor es elocuente: “a través de educación y de los recursos oficiales impulsados por nuestros grandes indigenistas hemos querido ayudar a estos pueblos a que dejen de ser ellos mismos, porque abierta o veladamente creemos que no deben seguir siendo lo que son. […] Elogiamos la cultura prehispánica pero descalificamos o desconocemos a las culturas indígenas actuales. Aplaudimos al indio histórico, pero no al indio real y actual.”[205]
El fracaso es patente: los pueblos indios se anquilosan o extinguen; son detalle folclórico para solaz de antropólogos, ONGs y turistas, pretexto de lucha social e incluso negocio redituable para Marcos y su Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que menciono adelante.
El indigenismo encaja en el criterio de Hauser et. al.: la cultura india y la herencia colonial constituyen barreras personales y culturales que se oponen al desarrollo.[206] Se antoja oprobioso en este país de raigambre aborigen. No obstante, es útil para reflexionar sin pasión, con enfoque científico, en busca de conclusiones válidas.
- México multicultural
En el territorio mexicano cohabitan una nacionalidad dominante y varias minoritarias, piensa Villoro. Los países con unidad cultural absoluta son excepción. Suelen ser mezcla y superposición de culturas con influencias mutuas.[207] Para Kymlicka “un país que contiene más de una nación no es un estado-nación, sino un estado multinacional en el que las culturas más pequeñas constituyen «minorías nacionales.»”[208]
Asalta la duda: ¿cómo interpretar nacionalidades minoritarias y minorías nacionales?
Para Villoro: “un grupo que comparte una misma cultura podrá calificarse de «nación» o de «minoría» dentro de una nación más amplia. El término genérico de «pueblo» podría emplearse entonces para hablar de ambas.”[209] Visto así, México se compone de una nación hegemónica, más 62 pueblos indios y multitud de comunidades mestizas y ladinas marginadas, que preservan costumbres ancestrales. Forman varios Méxicos, desde el ángulo étnico.
La comunidad mundial admite que los grupos autóctonos no gozan de derechos humanos en igual grado que las poblaciones hegemónicas. En 1989 Organización Internacional del Trabajo (OIT) expide Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, para atender el problema.[210] México lo suscribe y en 1992 incorpora su espíritu al artículo 4° de la Constitución: “la Nación mexicana tienen una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas y garantiza el respeto de sus culturas.”[211]
En 1994 grupo minúsculo de indios se levanta en armas en Chiapas, declara la guerra al gobierno federal y se posesiona de 30 de sus 118 municipios, que declara autónomos. Se denomina Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), acaudillado por un blanco encapuchado, que se hace nombrar Subcomandante Marcos.[212] El acontecimiento sacude la conciencia del México privilegiado, provoca conmoción política e influye en la crisis financiera de diciembre de ese año.
Montemayor arguye: “el país ha vivido, sin saberlo quizás la mayoría de los mexicanos, en una lucha guerrillera casi ininterrumpida a lo largo de por lo menos treinta años: desde 1965, [… porque] los levantamientos armados populares, y fundamentalmente campesinos, no tienen un brote súbito y repentino; […] poseen una gran resistencia que a lo largo de siglos se ha mostrado como uno de sus rasgos distintivos.”[213]
Hernández Navarro destaca que las rebeliones sociales “se diferencian de las tradicionales movilizaciones por la tierra o la lucha contra la pobreza […] en que tienen como eje de acción central reivindicaciones étnicas. Sus actores se asumen ya no como campesinos sino como indios. Sus organizaciones […] se han transformado de agrarias o económico-pro-ductivas en etno-políticas. […] Presionan por su reconocimiento político diferenciado, como sujeto colectivo, y no solamente por el acceso individual a los derechos ciudadanos.”[214]
Taylor lo entiende así: “la democracia desembocó en una política de reconocimiento igualitario, que adoptó varias formas al paso de los años, y que ahora retorna en la forma de exigencia de igualdad de status para las culturas.” La necesidad de reconocimiento “es una de las fuerzas que impelen a los movimientos nacionalistas en política.”[215]
Lo anterior aconseja colocar junto al derecho de igualdad el de ser diferente: de elegir entre culturas diversas. Lo avala Villoro: “un Estado plural supone tanto el derecho a la igualdad como el derecho a la diferencia. Igualdad no es uniformidad; igualdad es la capacidad de todos los individuos y grupos de elegir y realizar su plan de vida, conforme a sus propios valores, por diferentes que éstos sean. En lugar de buscar la homogeneidad, respetar por igual las diferencias.”[216]
Young considera que la igualdad genuina requiere afirmar diferencias grupales, porque los grupos excluidos por causas culturales están en desventaja de cara al proceso político y tienen necesidades particulares que sólo se pueden satisfacer mediante políticas diferenciadas.[217]
Kincheloe et. al. advierten: “la diversidad se convierte en algo intrínsecamente valioso y deseable de por sí hasta el punto de que se le da un carácter exótico y fetichista.” Recomiendan rechazarla como objetivo y buscar “una diversidad que entienda la diferencia de poder cuando sea conceptualizada dentro del marco de un interés más alto por la justicia social.”[218]
En 2001 se emite Reforma constitucional en materia de derechos y cultura indígena, donde se estipula que México es nación multicultural y se concretan principios que sirvan para promulgar leyes federales y estatales que atiendan a los pueblos indios. Constituye plataforma para erigir medios legales que hagan efectiva y funcional la coexistencia y relaciones entre nación hegemónica y pueblos indios. Al admitir la diversidad cultural se abre la puerta para conceder a los pueblos indios autonomía y libre determinación, derecho de gobernarse por sí mismos, conservación y fortalecimiento de sus culturas y fomento de su desarrollo.
- Reconocimiento igualitario
La diversidad ecológica —variedad de especies complementarias de plantas y animales— constituye riqueza vital de la naturaleza. De ella dependen su fortaleza, estabilidad y desarrollo. Esa característica se proyecta a sociedades humanas como diversidad cultural, que enriquece la herencia social, ayuda a comprenderla y perfeccionarla.
Lo anterior aconseja preservar las costumbres autóctonas, sin discusión. El lío surge cuando son obstáculo para aprovechar innovaciones tecnológicas y administrativas o las comunidades se aíslan o mantienen actitudes sociales inconvenientes, por apegarse a la mezcla de creencias primitivas con catolicismo medieval oscurantista, paternal y limitativo y aplican procedimientos anticuados de producción.
Se ha de aceptar, con enfoque técnico, no emotivo, que existen “instituciones culturales indígenas en las que se reflejan parcialmente […] valores que pueden ser un impedimento para el desarrollo económico. Si no existen fuerzas vigorosas que impulsen hacia la modernización, ciertos aspectos de culturas tradicionales serán enemigos de cambios económicos. […] La poca importancia que se da a lo material y al presente, en contraste con lo esotérico, lo espiritual y las cosas del otro mundo, apenas si estimulan a las personas al trabajo intenso,” como sostienen Pepelasis et. al.[219]
Esta realidad impide el progreso de dichos grupos, que no reciben beneficios del avance, fragua su retroceso y entorpece el desarrollo nacional, con impacto expansivo, porque la sociedad es “la unidad primaria en la lucha por la existencia. Los hombres se enfrentan a la naturaleza no como unidades independientes, sino como miembros de grupos organizados en forma cooperativa,” sentencia Linton.[220]
Reto mayúsculo para Estado y sociedad civil es incorporar indios, mestizos y ladinos[221] a patrones de vida contemporáneos, sin destruir la riqueza de sus tradiciones, sino aceptarlas, engrandecerlas y aprovecharlas como diversidad cultural que sustente la estabilidad y desarrollo de la sociedad mexicana.
Para dilucidarlo conviene distinguir civilización de cultura, como lo hace Braudel. Civilización es “conjunto de conocimientos técnicos y de prácticas, una colección de medios para actuar sobre la naturaleza; [… lo que] un grupo de hombres ha conservado y transmitido, de generación en generación, como su bien más preciado.” También acumula y difunde su cultura, formada de “principios normativos, de valores, de ideales; en una palabra, por el «espíritu.»”[222] El mensaje es: hay que inculcar civilización contemporánea, sin adulterar la cultura.
Respetar pluralidad no equivale a otorgar canonjías discriminatorias o patrocinar minorías de excepción. La libertad de cada quien de afiliarse a cierta cultura no es motivo para que se le recompense. Sería como a acogerse a una cultura sólo para merecer premio.
Tampoco debe ser pretexto para conflictos ni enfrentamientos.
Admitir el multiculturalismo es faceta de la metamorfosis cultural. Intervienen consideraciones referentes a identidad y dignidad de personas y asociaciones. Estriba en inculcar en cada individuo y en la conciencia colectiva valores de las culturas existentes; respetar identidades personales y grupales, y desarrollar aspiraciones y capacidades.[223]
Taylor lo llama reconocimiento igualitario, que “no sólo es el modo pertinente a una sociedad democrática sana. Su rechazo puede causar daños a aquellos a quienes se les niega.”[224] Las culturas autóctonas y marginadas se estancan o descomponen por rechazarse o proscribirse. “Si queremos comprender la íntima conexión que existe entre la identidad y el reconocimiento tendremos que tomar en cuenta un rasgo decisivo de la condición humana: […] siempre definimos nuestra identidad en diálogo con las cosas que nuestros significantes desean ver en nosotros, y a veces en lucha con ellas.”[225]
El indigenismo utiliza el monólogo: asigna valores sin atender al sentir de las partes. Hace falta el diálogo que permita conocer, comprender y respetar costumbres, dignidad e identidad de los grupos.
Al emerger EZLN en 1994 se pone de moda el tema rezago, discriminación y explotación de los indios. Sus carencias son graves, en efecto; pero se exagera su cobertura. En 2000 la población mayor de cinco años que habla lenguas autóctonas suma 6.3 millones —6% del total— de los que 85% también saben español, según Censo de ese año. Su peso relativo se merma cada día, pues eran 35% al inicio de siglo 20°.
Por lo demás, son cifras engañosas. El hecho de que conserven “sus lenguas tradicionales no significa rechazo o aislamiento de la cultura moderna. A la vez indígenas que hablan castellano y usan vestido europeo bien pueden seguir pautas de vida indígena,” opina Sodi.[226]
El verdadero cáncer social es el conjunto de 38 millones de personas que viven en la miseria —pobreza extrema, según nomenclatura gubernamental— mal degenerativo hereditario que avanza inexorable. El medio rural alberga 6 millones de indios y 19 millones de ladinos y mestizos que por prejuicios socioeconómicos, más que raciales o culturales, se denominan indios y son despreciados, explotados, engañados y excluidos, aun cuando presenten signos de raza blanca.
No se les arrincona por indios, sino por su estructura social arcaica, aislamiento, acelerada multiplicación demográfica, técnicas rudimentarias, descalificación laboral y miseria.
Reconocer culturas autóctonas no es panacea que automáticamente incorpore grupos estancados al desarrollo. Tampoco lo son los levantamientos armados. Es urgente crear mecanismos para sacarlos de su aislamiento y postración social, inextricablemente ligados. Al mismo tiempo, se debe evitar el sesgo discriminante que busca privilegiar a 6 millones de indios y desamparar a 19 millones de mestizos y ladinos que conservan costumbres arcaicas, pero se ignoran como pueblos. La planificación debe abarcar el todo.
Se tienen que analizar características y circunstancias de Las comunidades marginadas; su interdependencia; el entrecruce de líneas de poder, dominación y subordinación; descubrir causas, motivaciones y consecuencias, y con esa base formular principios, políticas y líneas de acción pertinentes, de acuerdo a requerimientos y posibilidades reales. Hay que aceptarlas, respetarlas, entenderlas y convivir con ellas en plano de igualdad, sin discriminarlas, despreciarlas, abusar de ellas ni ignorarlas. Parece utópico en horizonte corto; es imperativo en el lejano.
El propósito es que individuos y comunidades afiancen su identidad, recobren su dignidad, sean auténticos y se conviertan en seres capaces, autosuficientes, colaboren al desarrollo local y nacional y se beneficien de él. Las reivindicaciones étnicas y sociales brindan a individuos y grupos el medio para descubrir esa identidad, que Taylor considera “interpretación que hace una persona de quién es y de sus características definitorias fundamentales como ser humano.”[227] Adelante amplío el tema. Reconocer culturas y su impacto en las identidades individual y colectiva son ingredientes indispensables para encauzar a la población hacia la ruta del bienestar-bienser.
Tales criterios deben sustentar el multiculturalismo. Lo importante es aplicar fórmulas viables, no fantasías inalcanzables, proyectadas a plazo largo: 2 ó 3 generaciones —30-45 años— el requerido para que se produzca la metamorfosis.
Existe vasta información para elaborar taxonomía y diagnóstico de pueblos marginados, que muestren características geográficas, demográficas, culturales, políticas y económicas de cada comunidad.
A partir de allí se determinarían modificaciones legales, institucionales y administrativas, en diálogo con cada comunidad, con el fin de crear condiciones apropiadas para el ejercicio de la igualdad, libertad e identidad, que se viertan en oportunidades equitativas.
Es tarea de los poderes legislativos y ejecutivos de la federación, Estados, municipios y comunidades, así como de las sociedades civiles.
- Complejo de inferioridad
¿Cómo influye la revoltura de culturas india, colonial y decimonónica en la personalidad del mexicano típico?
Para responder parto de que las sociedades subdesarrolladas padecen complejo de inferioridad, según Gual Villalbí,[228] que reafirma los círculos viciosos en que están atrapadas.
En psicología complejos se refieren “a estados de ánimo, a disposiciones del espíritu que son determinantes de actos individuales y colectivos en el medio social. […] Por consiguiente influyen en la situación, en la vida y desarrollo de los pueblos; son determinantes también de la evolución histórica, y ocurre que algunas veces no nos explicamos los accidentes que presenta esta evolución porque obedecen a esos móviles poco estudiados, no bien definidos, que son los complejos,” explica.[229]
A mediados de siglo 20° tres autores estudian el complejo de inferioridad en México. A pesar del tiempo trascurrido sus diagnósticos están vigentes, pues la conciencia social no se altera de manera sensible en tan breve plazo, insignificante en la vida de una nación. Los repaso y actualizo con opiniones contemporáneas.
Hablo de Octavio Paz, Santiago Ramírez y Samuel Ramos, quienes examinan dicho sentimiento en la individualidad del mexicano y en el agregado colectivo. Lo descubren en rasgos como machismo, recelo, desconfianza, formalismo, cortesía, susceptibilidad, resignación. Coinciden en que su origen es el choque de culturas producto de la colonización, sin haberse definido la identidad nacional.
“La identidad de un grupo social se basa en elementos culturales donde interactúan factores objetivos y subjetivos. Es el principio por el cual el ser humano fundamenta su entendimiento básico con el universo; es un conjunto de valores esenciales mediante los cuales la realidad se percibe en términos de prioridades, niveles secuenciales de acción y propósitos en la vida,” define Reyes.[230]
Para asimilar estas ideas recurro a Linton, quien aclara que hay estrecha relación entre la personalidad del individuo y la cultura de la sociedad de que forma parte. “La personalidad de todo individuo perteneciente a la sociedad se desarrolla y funciona en constante asociación. Las personalidades afectan a la cultura y la cultura afecta a la personalidad,”[231] conjunto de cualidades psíquicas, es decir, facultades racionales, percepciones, ideas, hábitos y reacciones emotivas condicionadas. La cultura se forja en la mente de los individuos; deriva de las cualidades de sus personalidades y su interacción. Recuérdese que Braudel la ubica en el espíritu.
Nadel argumenta: si “todo lo que puede descubrirse en la mente del individuo entra en su conducta social, las circunstancias sociales en que existe entran también en casi todos los hechos mentales individuales.”[232]
Estas aseveraciones dan validez a la relación que establecen Paz, Ramírez y Ramos entre personalidad individual del mexicano tipo y la identidad social, producto de la influencia de cada uno de sus miembros y viceversa.
Paz coloca a México en su adolescencia, época reflexiva de la vida cuando surge la pregunta “¿qué somos y cómo realizaremos lo que somos?” Arguye: “en ciertos periodos los pueblos se vuelven sobre sí mismos y se interrogan. Despertar a la historia significa adquirir conciencia de nuestra singularidad, momento de reposo reflexivo antes de entregarnos al hacer.” Asociado a la sensación de inferioridad yace el de soledad, que conduce a un laberinto del que hemos de buscar salida en busca de esa identidad, razona.[233]
“Las circunstancias actuales de México transforman así el proyecto de una filosofía mexicana en la necesidad de pensar por nosotros mismos unos problemas que ya no son exclusivamente nuestros, sino de todos los hombres. […] La Revolución mexicana nos hizo salir de nosotros mismos y nos puso frente a la Historia, planteándonos la necesidad de inventar nuestro futuro y nuestras instituciones. […] Vivimos, como el resto del planeta, una coyuntura decisiva y mortal, huérfanos de pasado y con un futuro por inventar. La Historia universal es ya tarea común. Y nuestro laberinto, el de todos los hombres,” continúa Paz.[234]
Esta reflexión, publicada en 1950, es tan apegada al presente como si se hubiere escrito hoy.
Ramírez analiza motivaciones psicológicas del mexicano, quien “tanto criollo como mestizo se encuentra ante un conflicto agudo de identificaciones múltiples y complejas, víctima de contradicciones de signo opuesto que necesariamente dejarán insatisfecha una forma de su personalidad.”[235]
Ramos afirma: “la formación de nuestro carácter a través de los siglos, ha sido un proceso discontinuo, impulsado por móviles inconscientes. El resultado de estas anomalías es que ha falseado nuestro destino y hoy marchamos desorientados, tratando de encontrar el verdadero rumbo de nuestra existencia. […] El problema de nuestra cultura no es tanto el de hacer obras, cuanto el de formar al hombre. […] Para cumplir este destino, es necesario, primero, librar a los mexicanos de los complejos inconscientes que hasta hoy han cohibido el desarrollo de su ser verdadero.”[236] También reviste actualidad.
En 1998 Alduncin y Asociados realizan encuesta para descubrir sentimientos del habitante de la ciudad de México.[237]
A la pregunta ¿qué tan satisfecho se siente consigo mismo? 52% de los entrevistados respondió mucho; 30% algo; 15% poco, y 3% nada.
¿Significa que se diluyó dicho complejo de inferioridad?
La inferencia es debatible.
Primero, la indagación cubre sólo la capital, área privilegiada, no la variedad de Méxicos en que se descompone el país.
Segundo, la autoestima varía en sentido inverso a la marginación del entrevistado. Lo confirma la encuesta: en el estrato más bajo sólo 31% respondió mucho a la misma pregunta. Es decir, la autoestima se deteriora en 21 puntos. Si se incluyeren comunidades rurales el promedio nacional sería menor a ese 31% y muy inferior en las excluidas.
Quizás el panorama sea más grave, por el prolongado receso con inflación de los ochentas, el impacto de la globalidad y el torbellino político del inicio de siglo 21°.
A la pregunta ¿qué tan satisfecho está con los logros alcanzados por México?, 11% de los interrogados declara mucho; 25% algo; 38% poco, y 26% nada. En el estrato inferior sólo 6% respondió mucho y 44% nada.
Las respuestas expresan desencanto respecto a logros de las dos décadas anteriores. “Quizá por ello se piensa que las principales instituciones y actores económicos retardan más que contribuyen al desarrollo de México,” deduce Alduncin Abitia.[238]
Los habitantes urbanos y en general quienes tienen cultura hegemónica encajan en la descripción de España hecha por Gual Villalbí: “los individuos tienen un sentimiento de recia personalidad, casi de altanería, hasta de orgullo, y sin embargo, como colectividad nacional sufren un complejo de inferioridad.”[239]
Altanería y orgullo nutren el machismo, rasgo de la idiosincrasia mexicana, exaltado en películas, canciones y telenovelas, recurso para disfrazar la inferioridad y ostentarse superior, que coexiste con naquismo, mezcla de ignorancia, mala educación, inseguridad y soberbia, observable en todos los estratos socioeconómicos.[240]
- Dinámica psicosocial
González Pineda rastrea en el mestizaje la semilla de los conflictos de la personalidad social y de la búsqueda de identidad nacional, con técnica freudiana.
Freud sintetiza en el id los instintos genéticos, inconscientes, primitivos del ser humano, que le dan energía pero carecen de organización y voluntad unificada. Superego representa a la autoridad, quien impone normas morales y éticas que reprimen los instintos primarios del individuo. Son fuerzas opuestas, por lo que se entabla lucha permanente entre id y superego. Ego es el ser consciente, cuya conducta y actuación están influidas por id y superego.[241]
González Pineda proyecta tales relaciones al comportamiento colectivo para interpretar la dinámica psicosocial del mexicano tipo.[242] En id engloba emociones colectivas, derivadas de las necesidades sociales: i.e. presión social. Superego corresponde a gobierno y ego a sociedad civil. Las aprovecho para interpretación propia.
México hereda civilización medieval que prevalece de la colonia al principio de siglo 20°. Se imprime en el superego; confunde al id; bloquea al ego, y crea cuadro social explosivo de frustración, angustia, inconformidad y resentimiento.
Los españoles inculcan en los indios sentimiento de inferioridad, que sumado a su miseria, provocan actitudes de autodesprecio y odio a sí mismos, que lacera y atrofia su id. Las elites mestizas no sólo conservan sino acentúan ese proceder.
El tránsito a capitalismo cataliza aquel sentimiento y la globalidad lo amplifica, auxiliada por los medios masivos de comunicación, que hostigan al ciudadano común con información que le hace consciente de su inferioridad, lo cual reafirma el complejo.
El id está tierno, pues la nación es joven: nace en 1821, al independizarse. Termina su lactancia en 1824, al constituirse en república. Tiene infancia tormentosa durante buena parte de siglo 19º, con respiro temporal durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911). Alcanza la pubertad en 1929, cuando se funda el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y se pacifica la nación. Entra a la adolescencia a mediados de siglo, al consolidarse el sistema político sustentado en el PRI. En 2000 parece llegar a la edad adulta. En Quinta parte lo detallo.
El superego —cuerpo político— está en maduración. Desde 1821 anda en busca de régimen democrático y republicano, acorde a la conciencia nacional, que no se ha concretado.
En los treintas, cuando el id alcanza la pubertad, se implanta presidencialismo autoritario que refrenda el paternalismo colonial, ejercido ahora por el Estado-benefactor, que sobreprotege al id, le imbuye espíritu de dependencia, incuba hijismo y trastorna el ego social. El mexicano reclama derechos sin aceptar obligaciones. Es subsidiario, indolente e insensible.
Gobiernos sucesivos establecen cada seis años sus reglas de juego, lo cual significa alternancia de superegos y bandazos de objetivos, rutas, estrategias y procedimientos, que impiden consolidar aprendizaje y experiencia. Es impedimento adicional para que el mexicano entienda quién es, se estime a sí mismo y defina qué busca, adónde va.
Las impresiones recibidas en 180 años de vida independiente, teñidas de consecuencias dolorosas por errores e imprudencias propias de la inmadurez, dan actualidad a las inquietudes de Paz, Ramírez y Ramos, quienes compendian que la nación anda en busca de identidad, porque la desconoce o no la acepta. Ni siquiera acepta su nombre legal: Estados Unidos Mexicanos, copiado al vecino rico. Se reconoce como México.
El ego “es predominantemente esquizoide, está fragmentado y obedece a la dinámica de sus múltiples identidades,” diagnostica González Pineda. Toda terapia o esfuerzo “para estructurarlo en mayor madurez y armonía, tienen que tender a procurar [… que tenga] experiencias consistentes, continuas, […] sin reacciones violentas o destructivas,” provocadas por el superego o el mundo externo.[243]
Signo distintivo de esta nación es su pobreza, falla sistémica que enquista el síndrome de subdesarrollo. Otro signo es la ignorancia, asido a la anterior, atribuible también al sistema. Ambas cualidades configuran diversidad de Méxicos, aquí desde el punto de vista socioeconómico.
El habitante rural asume identidad propia, que no corresponde a la oficial. La conciencia social en zonas marginadas —indias, ladinas o mestizas— no entiende de patria o nación; carece de sentido de solidaridad, responsabilidad compartida, respeto a formas de convivencia, disposición para trabajar en beneficio colectivo y en general de voluntad para participar en labores enfocadas al bien común. Reconoce sólo el espacio que habita, el tiempo presente y lucha por subsistir. Sólo le interesa que llueva a tiempo y levantar su cosecha.
Caso lo percibe así: el indígena que vive aislado “no se siente mexicano, no tiene el sentimiento de que forma parte de una entidad más vasta que su pequeña comunidad. Fuera de ella todo es hostil. Sólo dentro de ella encuentra simpatía, calor y comprensión.”[244]
Por si fuere poco, la población se cuadruplica entre 1950 y 2000 y amplía la confusión.
Tales vivencias delinean el contexto cultural de México: sus principios, ética, moral, necesidades, hábitos de consumo, formas de organización, actitudes de trabajo, disciplina, sentido de responsabilidad y perspectivas ante la vida y la muerte, que no responden a una identidad concreta, uniforme, definida.
“Carecer de porvenir vislumbrado equivale […] a desconocer el sentido mediador de la historia. Las culturas se estancan, como en nuestro caso, en lo único que les queda: su identidad ilusoria, su imposibilidad de participar de la verdad, su inmovilidad a causa de la ignorancia. […] La población ignora en qué consiste una república, cuáles serían sus beneficios, las responsabilidades que entraña, sus limitaciones y alcances institucionales,” afirma Martha Robles.[245]
Con esa carga emocional labra su destino el mexicano. El trauma parece infranqueable, complicado por las confusiones derivadas de lo multicultural.
Al empezar siglo 21º el ego continúa extraviado, insatisfecho y frustrado. Ve el pasado con desilusión, el presente con desconfianza y el futuro con desesperanza.
La terapia es renovar y enriquecer la herencia social con experiencias consistentes, continuas, que aconseja González Pineda; es decir, mediante la metamorfosis cultural, apegada a objetivos, lineamientos y estrategias premeditadas, prudentes, organizadas; o sea, planificada.
- Energía mental
El complejo de inferioridad social está inserto en las conciencias individuales. Es producto de circunstancias y acontecimientos heredados de las épocas autóctona, colonial, decimonónica y contemporánea que desorientan e impiden tener identidad, lo cual nutre ese sentimiento.
Heilbroner piensa que las sociedades pobres lo son “porque son sociedades tradicionalistas, es decir, sociedades que no han desarrollado ni el mecanismo del mando ni del mercado.”[246]
Él mismo pregunta: “¿por qué continuaron siendo sociedades de tradición?” Responde: por su inercia social, la cual es “causa endémica de la baja producción por habitante, que yace en las actitudes sociales predominantes. […] La gente de una economía subdesarrollada no ha aprendido las actitudes «económicas» que genera la rápida industrialización. En lugar de ser agricultores conscientes de la tecnología, son campesinos apegados a la tradición. En lugar de ser obreros disciplinados, son trabajadores renuentes e inexpertos. En lugar de ser negociantes con la mente puesta en la producción, son mercaderes orientados hacia el comercio.”[247] Agrego: en lugar de adaptarse al globalismo se aferran a la tradición.
Tales actitudes impiden que se forje sentido de solidaridad, entendido por Linton como “unidad psicológica y emocional que asegura reacciones emotivas comunes y hace que el individuo esté dispuesto a sacrificar sus propios intereses por los de todos y a cumplir con su deber aunque no tenga quien lo vigile.”[248] En Capítulo 53 trato el tema.
Baran cree que “la tasa y la dirección del desarrollo económico de un país en un tiempo dado depende tanto de la magnitud como del modo de utilización del excedente económico.”[249] Dicho modo de utilización está supeditado a la conducta de los individuos, motivada por su cultura y conciencia social.
Lewis atribuye el desarrollo a voluntad de economizar y acumulación de saber, he citado. La primera se refiere a pautas de conducta y actitudes: hqos económico. La segunda a conocimiento técnico sobre cosas y seres vivientes, así como conocimiento social del hombre y sus relaciones con semejantes.[250] Agrego inteligencia emocional, tratada en Capítulo 5, producto del influjo de estados mentales volubles, inducidos por condiciones de salud, pasionales, temperamentales, climáticas y otras, donde intervienen medio físico, escolaridad, habilidades, ambiente social, disponibilidad de información y expectativas, que influyen en la toma de decisiones.
Hirschman considera que los países no aprovechan su potencial de desarrollo debido a que encuentran difícil tomar “decisiones de desarrollo. […] No se ven frenadas por obstáculos y escasez de recursos físicos, sino por el proceso de tomar decisiones.” Reduce todos los factores escasos a una deficiencia básica: la capacidad de tomar decisiones. Identifica como problema fundamental “generar y vigorizar la acción humana en cierta dirección.” Propone establecer mecanismos para generar decisiones inducidas.[251]
Estos autores atribuyen el rezago a la conducta humana, resultante de inteligencia colectiva pobre más sentimiento de inferioridad, que se reflejan en conciencia social frustrada y deprimida.
Así se cierra el círculo: el subdesarrollo económico subyace en subdesarrollo cultural y se refuerzan mutuamente.
¿Cómo convertir la inferioridad en algo constructivo?
México, como nación rezagada, debe asumir actitudes sensatas para asimilar los inevitables efectos de la globalización. Debe actualizar su cultura, mediante leyes apropiadas y acciones premeditadas que desarrollen el conocimiento y apuntalen la personalidad grupal, que se sustituyan conductas y hábitos inconvenientes por posturas y reacciones adecuadas a las exigencias del presente.
Se requiere aprovechar y canalizar la energía mental, que según Nadel determina la capacidad de actuar. Es semejante a la energía física: no se recibe del exterior, sino que la produce el cuerpo en movimiento. La generada en la sociedad existe antes de ponerse en marcha. Pero “como la acción social es acción recurrente, tienen que existir mecanismos sociales que hagan disponible la energía en el momento y situación en que aquella ha de ser activada.”[252] “El enlace de los hechos sociales mediante la actuación de la energía mental descansa esencialmente en los mecanismos de conversión, es decir, en mecanismos que transforman la experiencia en móviles de la conducta,” agrega.[253]
Tales mecanismos de conversión equivalen a motivaciones para encauzar fuerzas potenciales, inmanentes en la sociedad. La más obvia: infundir sentido de solidaridad que convierta el grupo en un todo funcional y dinámico que impulse el desarrollo.
Con este fin hay que inducir experiencias que enriquezcan la cultura, moralicen la conciencia colectiva y aprovechen las cualidades humanas en la acción, no en el discurso. Crear mecanismos de conversión que trasformen la experiencia en móviles de conducta positiva.
Como el comportamiento individual genera la energía de la sociedad, el proceso parte de inculcar —no imponer— en cada sujeto la inquietud socrática de conocerse a sí mismo, reflexionar, encontrar su identidad, liberarse de complejos y responder de lo que hará en el porvenir, para que trascienda a la colectividad. Hablo de infundir sabiduría, no manipular el pensamiento.
Corresponde al sistema de planificación proponer acciones para formar seres humanos capaces y responsables, que aprovechen su fuerza mental potencial y la aporten a la sociedad.
En el estilo de González Pineda la mecánica sería:
Quienes deciden el porvenir de la nación, los políticos, “tienen que saber qué es lo que el [ego] nacional quiere y hacia dónde va el país que representan; son los que interpretan y deciden sobre la realidad de su pueblo.” Su función es de superego terapéutico, sin perder su posición dentro de la realidad.[254]
El gobierno (superego) “tiene que mantener su misma actitud, su consistencia ante todas las identidades del pueblo, a pesar de la actuación de éste, muchas veces contradictoria.”[255] Su responsabilidad es establecer aparato regulatorio y ambiente propicio para que la sociedad genere movimiento y se supere por sus propias fuerzas. A medida que ella avanza lo hacen los individuos que la integran. A esto aspira la teoría de motivación humana de Maslow.[256]
Resalto el concepto motivación: significa canalizar la energía humana contenida en sus reacciones. Unas son conscientes, como aprender, trabajar, ahorrar, invertir. Otras son reflejas, como respetar las leyes, a los semejantes y la naturaleza, así como armonizar y cooperar con el grupo: adquirir sentido de solidaridad.
Estas opiniones confirman la necesidad de organizar y promover la metamorfosis cultural por medio de ordenamientos y acciones premeditadas, en busca de que el grupo y sus miembros estén dispuestos a prepararse, participar y colaborar en el desarrollo comunitario.
Freud considera que las experiencias de cada persona existen en su presente. Maslow enmienda: “debemos aprender que también el futuro existe en el individuo, en forma de ideales, expectativas, deberes, empresas, planes; potencial de reserva que pronto debe actuar; misión, azar, destino. […] En su mayoría, los hombres tienen una gran capacidad de creatividad, espontaneidad, solicitud hacia los demás, curiosidad, desarrollo continuo, habilidad de amar y ser amado, y todas las características de la gente autorrealizada.”[257]
Al proyectar la teoría maslowiana a la conciencia social se colige que el ego —sociedad civil— reacciona positivamente cuando el id —instinto detonado por las necesidades fundamentales— se encuentra satisfecho. Su desarrollo depende de la oportunidad de autorrealizarse, a su vez supeditadas al superego —acción gubernamental.
“Una persona que se comporta negativamente no está haciendo más que reaccionar ante la carencia que enfrentan sus necesidades fundamentales; una vez satisfechas estas urgencias comienza a desarrollar su verdadero potencial y se desplaza hacia un nivel óptimo de salud y normalidad en su calidad de ser humano,” afirma el mismo autor. El desarrollo de la persona se ha de fundar en su autorrealización, de acuerdo con los determinantes internos, externos y ambientales.[258]
El papel tradicional del Estado [superego] es imponer decisiones a los ciudadanos. El gobierno lucha contra el instinto social [superego versus id], afecta a la sociedad civil [ego] y provoca entropía mental.
El gobierno mexicano [superego] debe adelantarse al futuro; enterarse de las aspiraciones de los ciudadanos; pedir su participación, y formular propuestas conjuntas para corregir las deficiencias del sistema-país, impedir que escape la energía social, aprovecharla y encauzarla.
La sociedad civil [ego] debe comprender que los recursos son insuficientes frente a necesidades colosales; no existen remedios infalibles ni inmediatos, y debe trascurrir un plazo razonable, 30 a 45 años, para obtener resultados apreciables.
La cuestión crucial ¿cómo organizar la sociedad mexicana en el marco de la globalidad? implica saber qué desea el ego, cómo reacciona el id y definir qué hará el superego. Las respuestas se integran al plan, forma sensata de canalizar racionalmente la energía mental de la sociedad.
- Derechos humanos
El desarrollo de una nación se mide por la proporción de personas que gozan de bienestar-bienser, concebido como disfrute de derechos humanos, que Peces Barba define: “facultades que el derecho atribuye a las personas y a los grupos sociales, expresión de sus necesidades en lo referente a la vida, la libertad, la igualdad, la participación política o social, o a cualquier otro aspecto que afecte al desarrollo integral de las personas en una comunidad de hombres libres”.[259]
Su reconocimiento y respeto se perfilan como eje de libertad, justicia y paz en Gran Bretaña en 1689, al promulgarse Bill of Rights. Se consolidan con la guerra de independencia de EUA en 1776 y la revolución francesa de 1789. Se consagran en diciembre de 1948, con la Declaración universal de derechos humanos de ONU. El proceso lleva tres siglos en fragua y sigue activo. Va en su tercera generación.[260]
La primera generación contempla derechos civiles y políticos: respeto a la vida y libertad de la persona en todos sentidos. Aparecen en constituciones de varios países desde siglo 18º. Al Estado corresponde respetarlos y hacerlos respetar, como tarea activa, y como pasiva establecer marco legal e institucional que permita disfrutar de ellos.
La segunda generación se refiere a derechos sociales, económicos y culturales. Los recogen algunas constituciones, entre ellas la mexicana de 1917, y los reafirma la Declaración universal… citada. Son de realización progresiva, porque se satisfacen según posibilidades: se obtienen en la medida en que progresa la sociedad
La tercera generación cubre derechos de los pueblos. Se denominan de solidaridad, por referirse a un esfuerzo internacional. Arranca en 1976, cuando se proclama Declaración de los derechos de los pueblos en Argel. Se encuentra en instrumentación. Sus adelantos se subordinan a la coordinación y colaboración entre países.
Es obligación del gobierno hacerlos explícitos y garantizar su cumplimiento mediante estructura legal e institucional. Pero más importante es combatir incompetencia e ineficacia gubernamental, corrupción, impunidad, pobreza y crimen, que coartan que todo individuo tenga empleo digno, salario justo, ingreso suficiente, educación, alimentación, atención médica, vivienda, recreación y demás. Asimismo hay que avanzar en materia de democracia, que asegure elecciones limpias, participación ciudadana y trasparencia de la gestión pública.
Gozar de garantías es conquista de la gente y humanización del Estado. Su naturaleza y significado no es captado de manera automática por la conciencia individual ni colectiva. Se registran al vivirlas y ejercitarlas, y se convierten en convicción y hábito al interactuar todos los elementos involucrados en la mecánica de la sociedad. La educación y libre albedrío de las personas les induce a demandarlas y aprovecharlas. Es característica esencial de cultura.
El tema no ha de verse con enfoque pasional ni ideológico. Incumbe a la filosofía y sirve para discernir ¿qué es lo mejor para el ser humano?, ¿qué tipo de sociedad puede existir?, ¿qué clase de orden político es factible?, ¿qué organización económica es viable? Son cuestiones fundamentales para la elaboración e instrumentación del plan.
- Desarrollo del conocimiento
Anticipé que el dilema cultural estriba en ¿cómo enriquecer la inteligencia colectiva? y corresponde a la función estatal 1. Fomentar y orientar la cultura. Se resuelve con la metamorfosis de la cultura nacional; es decir, al evolucionar las estructuras de aprender, pensar y actuar, renovar el espíritu y actualizar principios, valores y estilos de vida.
Abultado segmento de la población mexicana vive en estado de ignorancia, pobreza y sumisión, que atrofian su personalidad y voluntad. Los motivos están expuestos a lo largo de este ensayo. Lo cataliza el autoritarismo gubernamental, ejercido como paternalismo/hijismo, en vigor desde siempre, que crea relación señor/vasallo, coarta la libertad del individuo y afianza el complejo de inferioridad colectivo.
Las acciones para inducir la metamorfosis se compendian en impartir educación, capacitación e información, que detallo luego. El proceso no es independiente ni espontáneo. Se liga a circunstancias políticas, económicas y sociales en forma circular.
Braudel lo vislumbra así: una civilización se encuentra “en función de una cierta redistribución del dinero. Las civilizaciones se particularizan […] según el mecanismo de redistribución que les es propio, según los mecanismos sociales y económicos que reserva en los circuitos del dinero la parte destinada al lujo, al arte, a la cultura.”[261]
Acudo de nuevo a la distinción de este autor entre civilización y cultura, para descubrir nexos entre ellas dos y economía.
Parafraseo la cita en estos términos: la situación de la economía, plasmada en redistribución del dinero, impulsa la cultura, al brindar capacidad para invertir en educación, ciencias, artes, tecnología y formación del espíritu social: conjunto de principios, valores, normas y preceptos. También nutre la civilización: acervo de conocimientos técnicos, prácticas y procedimientos para actuar sobre la naturaleza, que determinan como funciona la propia economía.
Los tres conceptos —cultura, civilización y economía— se hallan en evolución constante y se influyen recíprocamente. La concomitancia no se distingue a simple vista, porque las magnitudes económicas se mueven con rapidez, la estructura productiva se modifica, aunque con lentitud, mientras las mutaciones culturales son apenas perceptibles, por producirse en el muy largo plazo, si bien, anota Alfred Weber, “el cambio de la civilización es más rápido que el cambio de la cultura.”[262]
Carece de sentido ubicar dichas nociones en el mismo plano, pues dice Braudel: “una civilización, lo mismo que una economía, tiene un ritmo propio. Se presenta como una historia interrumpida por eclipses, historia que fácilmente puede ser recortada en pedazos sucesivos, que prácticamente se desconocen unos a los otros.”[263]
La estructura cultural se materializa en instituciones, definidas por Herskovits como “modos organizados de tratar con el mundo exterior a fin de obtener de él las satisfacciones esenciales a la vida.”[264] Son respuestas formalizadas —i.e. institucionalizadas— consagradas y aceptadas por la sociedad.
En México existen instalaciones educativas, artísticas, científicas, técnicas, recreativas y sociales modernas en varios puntos del territorio. Lo triste es que pocas personas tienen acceso a ellas.
El foco de la cultura hegemónica es la capital. El estilo, ritmo e intensidad con que se propaga varían según cada región y comunidad. En algunas lo hace con fluidez, como urbes, centro, norte y península de Yucatán. Se trasmite con pesadez hacia el sur y a zonas rurales.
Comunidades con tradiciones ancestrales asimilan rasgos de aquella cultura de manera inconsciente, parcial y pausada, pero sostenida, difundidos por ambiente social, gobiernos y medios informativos. También influyen miembros que regresan de recibir fuera educación escolar media y superior o formados en agrupaciones religiosas y ONGs, así como emigrantes ocasionales a EUA.
También se absorbe cultura externa y se integra de manera gradual, inadvertida, sin responder a orden alguno, como sucede desde que una tribu se fusionó a otra o la sometió. Lo acelera la rapidez y amplitud con que se trasmite información. La publicidad y los medios masivos propagan necesidades, hábitos, ideas, deseos y gustos; inculcan principios, valores, ideas, símbolos, e imponen su lengua.
La trascendencia y velocidad de la metamorfosis depende del arraigo de costumbres y actitudes; capilaridad de grupos de poder (elites); acciones del Estado, e influencia de agentes exógenos: gobiernos extranjeros, organismos y corporaciones internacionales, turistas y canales de comunicación. El globalismo cataliza y acelera la difusión.
He hablado de subdesarrollo económico. También existe subdesarrollo cultural: situación de inferioridad respecto a sociedades reconocidas como ejemplares. Superarlo exige enriquecer la o las culturas existentes, adaptarlas a la universal, o al menos a la de sociedades con las que se mantiene relación estrecha o son prototipo de civilización deseada; aprender de ellas, y alimentar las propias, como parte de la metamorfosis. No implica claudicar de principios, valores ni tradiciones, sino agrandarlos. La clave es combinar el pasado con el presente, de cara al futuro. Es deber del gobernante establecer condiciones para que las personas aprendan, se instruyan, se capaciten y enriquezcan su cultura para lograr fortaleza, estabilidad y desarrollo, sin afectar personalidad, ideas ni creencias, en un clima de libertad, respeto y dignidad.
Carece de sentido oponer resistencia a la fuerza incontenible de la civilización dominante. Es luchar contra la dialéctica histórica. La metamorfosis cultural radica en adaptarse con apertura y flexibilidad a la realidad. Conocerla y respetarla es medio para dominarla.
El programa de desarrollo del conocimiento debe prescindir de prácticas de manipulación de cualquier tipo. Propaganda política, censura y demagogia coartan libertad de conciencia, pensamiento, opinión y expresión, derechos de primer orden. Enajenan y engendran fanatismo. Son opuestos a democracia y civilización. Deben proscribirse.
Estamos ante una transición formidable, a la cual México debe amoldarse con criterio globalista, desprovisto de pasión, sustentado en historia y ciencia, conforme a circunstancias, patrones y reglas que imperan: los reales y efectivos. Tiene que proponerse lograr lo que se puede con lo que se tiene. Es inalcanzable lo que se debe o se desea. No es permisible anhelar utopías. El plan debe puntualizar medidas que enriquezcan la inteligencia individual, local, regional y nacional, con fines nobles y humanitarios.
- Educación: crisol de libertad
El átomo de la sociedad es la persona, unidad indivisible de energía, cuyas acciones individuales agregadas llevan a una comunidad lo mismo a la prosperidad que al desastre, dada la propensión humana a cometer errores por ignorancia, ineptitud, descuido o impulsos emotivos.
Tales acciones pueden orientarse, corregirse o evitarse, según el caso, con un programa que moldee la inteligencia propiamente dicha, así como la emocional, y permita generar las decisiones inducidas que sugiere Hirschman; romper la inercia social que preocupa a Heilbroner; enriquecer la voluntad de economizar de Lewis o el hqos económico de Weber, así como encauzar la energía mental, como aconseja Nadel.
La inteligencia está moldeada por conocimiento científico, habilidades prácticas y buen juicio para actuar de acuerdo a las circunstancias.[265] Se obtienen por aprendizaje, que proporciona capacidades para enfrentarse a la naturaleza, adaptarse a ella y aprovecharla, satisfacer necesidades, relacionarse con los semejantes, organizarse, fabricar instrumentos y saber utilizarlos.
De la cultura de cada quien depende su libertad, dada por la eficacia con que piensa, se amolda, comporta y actúa, que le asignan un sitio en la escala social. La suma de cualidades personales configura el talento de la colectividad, cuyo desarrollo depende de ellas.
Auspiciar libertad no es sólo dejar hacer: debe incluir elementos que permitan saber y poder hacer. Educación, capacitación e información son crisoles de libertad. Educación comprende el flujo de conocimientos, sensaciones y experiencias provenientes de la familia, escuela y medio social; capacitación, implica desarrollar aptitudes y habilidades, e información, es factor de continuidad, actualización, ampliación y aprovechamiento de lo aprendido.
En México es pobre el coeficiente educativo. El censo de población de 2000 consigna que 10% de personas mayores de 15 años son analfabetas y 29% no cursaron educación primaria completa. La escolaridad es de 7.3 años. Entre 30% y 40% son analfabetas funcionales: aprenden el abecedario, pero no leen ni escriben sino frases elementales.
El concepto analfabetismo se extiende ahora a quienes carecen de habilidades para utilizar computadora, manejar e interpretar información, resolver problemas o formular conclusiones y propuestas apropiadas. Los discrimina como trabajadores, explica que les sea difícil obtener empleo y que acepten salarios reducidos. El remedio es proporcionar conocimientos que les faculte a percibir por sí mismos su ingreso, mejor que en redistribuir el ganado por otros.
La ignorancia aprisiona a la gente en círculo perverso que coarta su movilidad de actuar con sensatez y le induce a hacerlo mecánicamente en estado de sujeción amo/siervo. El hombre en verdad libre es el instruido, cuya conducta responde a un contenido axiológico, con sentidos de respeto y responsabilidad, que busca metas concretas.
“La educación, en su acepción epistemológica, es profundamente humana y requiere la transformación interna de la persona, de sus hábitos y actitudes, de su forma de ver el mundo, de su forma de reaccionar ante diversas circunstancias y eventos que afectan a la persona, a la sociedad y a nuestro mundo,” asevera Cárdenas.[266]
Sócrates proclama, según Platón: “la educación de la juventud y de la infancia [es el punto] único suficiente. […] Si los ciudadanos son debidamente educados llegan a ser perfectos hombres de bien.”[267]
El mayor orgullo de un país es contar con niños inteligentes y brindarles oportunidad de convertirse en ciudadanos cultos, responsables y productivos. Es razón para educar a la población desde su más tierna edad. Aconsejo hacerlo con un régimen formativo e informativo que inculque principios de honestidad y justicia, tolerancia, respeto y compromiso; que cincele las facultades requeridas para impulsar el desarrollo individual y comunitario, proporcione aptitudes personales, destierre el espíritu de dependencia, fomente solidaridad, auspicie virtudes cívicas e inculque afán de trabajo.
Entiendo la noción trabajo con mayor amplitud que esfuerzo aplicado a producir: agrego vocación, destreza, refinamiento, especialización, voluntad, constancia, dedicación y esmero al ejecutarlo, cualidades escasas en México, que se adquieren al estudiar, ejercitarse y perfeccionarse por un proceso de capacitación, que ha de estar contemplado en el programa formativo.
Humanizar la sociedad e impulsar su progreso requiere producción colectiva de conocimiento —infraestructura del mundo contemporáneo, le dice Lévy, mencioné[268]— que inculque virtudes para engrandecer al Estado, que para Platón “no son ni un presente de la naturaleza ni un resultado del azar, sino fruto de reflexiones y de preceptos que constituyen una ciencia que puede ser enseñada. […] Todas [las] virtudes pueden ser adquiridas por el estudio y por el trabajo.”[269]
¿Quién las debe inculcar?
Patiño Márquez apunta: “el Estado, en su papel de conductor de la sociedad, cuya inversión en educación es determinante en el desarrollo de condiciones equitativas de trabajo para los integrantes de la comunidad […] tiene el compromiso de identificar y subsanar las carencias de educación y oportunidad de las personas, mediante la inversión en educación a todos los niveles, desde aquellos que posibilitan al individuo alcanzar un grado académico, hasta los que proporcionan habilidades que se pueden convertir en actividades laborales específicas como son los oficios.”[270]
La educación es más que servicio público de enseñanza del alfabeto: le compete reconocer y satisfacer derechos del individuo y enriquecer la herencia social. Es responsabilidad de familia, sociedad civil, instituciones, organismos, magisterio, empresas: todos deben participar en esta misión, organizados y coordinados por el gobierno.
Abarca tres fases: adaptación del individuo a la sociedad, del individuo al medio físico y formación de espíritu solidario.[271]
Las dos primeras están implícitas en lo tratado hasta aquí, que se refiere a adaptarse a patrones reconocidos como modernos y apetecibles.
Tener espíritu solidario es desear y saber compartir sentimientos y emociones; participar cooperativamente en tareas comunes y demostrar apego al grupo. Exige que el individuo cumpla sus deberes aunque no se le vigile y sacrifique sus intereses en beneficio del grupo. Es indicio de alto nivel cultural y humano, que abordo en Capítulo 53.
El rubro educación pública absorbe un cuarto del gasto público federal de México (por corto margen la supera petróleo, generador pródigo de ingreso). La partida es mayúscula y los resultados raquíticos, porque se ejerce con criterio burocrático, demagógico y visión sexenal. Se festina cuánto se gasta, número de escuelas, de niños inscritos, de profesores y monto de subsidios. Los medios se confunden con objetivos.
De hecho no existe programa educativo, sino un mecanismo de conscripción escolar, cuyo lema parece ser “todo niño debe ir a la escuela, no importa lo que aprenda,” pues no se atienden capacidad de aprendizaje, profundidad de propósitos, calidad de enseñanza ni estilo pedagógico.
El aparato educativo gubernamental es gigantesco, con más de un millón de personas. Adolece de organización impropia y burocratismo; ineptitud, incompetencia, desidia e irresponsabilidad de profesores y personal administrativo, corrupción, hábitos y prácticas perniciosas e influencia nociva de sindicatos.
Las carencias educativas son enormes por circunstancias familiares, culturales, sociales, económicas, técnicas, estructurales, infraestructurales, administrativas e institucionales, que trazan el círculo pobreza-ignorancia-falta de oportunidades-pobreza…, que atrapa a las mayorías y reproduce darwinismo.
“Es necesario establecer clara y distintamente dónde [intervienen] los determinantes materiales, las acciones humanas, las creencias e ideas, es decir, los actos simbólicos […] en aquellas unidades o realidad de la cultura, cómo ellos se influyen entre sí y cómo obtienen ese carácter de relación permanente y necesaria,” aconseja Malinowski.[272]
Al programa corresponden varias funciones:
Cultural: trasmitir principios, valores, conocimientos y normas a generaciones venideras e integrar legado común que inculque identidad y unidad nacional.
Humanista: asegurar a todos oportunidad de adquirir conocimiento, con contenido axiológico y sentido de responsabilidad que permita aspirar a mejor posición cultural, política, económica y social.
Política: disponer de administradores públicos competentes, honestos, comprometidos y promover eficiencia, eficacia y gobernabilidad, reflejada en estabilidad política, económica y social.
Económica: crear capital humano con conocimientos, habilidades, aptitudes, competencia y atributos que se vuelquen en actividad productiva, generen ingresos y riqueza.
Social: patrocinar cuadro de equidad distributiva, que auspicie socialización, capilaridad social y siente bases para que el mayor número de familias posible disfrute de calidad de vida óptima asequible.
La producción colectiva de conocimiento no puede dejarse al arbitrio del equipo gobernante en turno, sino plantearse como asunto prioritario de Estado. “La sociedad es un mecanismo demasiado delicado para que este aprendizaje se deje al azar y a la experiencia individual,” opina Linton.[273] Debe sustentarse en programa sistémico, de largo alcance, formulado con bases científicas.
Como paso previo se requiere taxonomía que detalle, por un lado, la demanda de educación en todos sus grados: de preescolar a universidades e instituciones de investigación y docencia, con datos demográficos, sociales, económicos, territoriales y culturales, clasificados por comunidades, regiones y Estados, proyectados a 30 ó 45 años. Por el otro, su oferta: inventario de instalaciones y personal docente, clasificados en igual forma.
Lévy aconseja formar árboles de conocimiento, donde se describan capacidades y aptitudes existentes en una colectividad —su comunidad de saber— que no sólo se refiera a instrucción académica sino a todo tipo de conocimientos.[274] Es forma efectiva de conocer los atributos y la especialización de la gente del país, por regiones y comunidades.
Con esos datos se definen fortalezas y debilidades, objetivos, estrategias, políticas, programas, proyectos y tácticas, como módulo del sistema nacional de planificación, integrado, coordinado y en armonía con los demás programas.
La sociedad civil es guardián de que Estado y medios respeten principios y valores y provean conocimiento. A empresas, patrocinadores, consumidores y ONGs corresponde trazar la ruta que deben seguir. Han de velar porque el programa educativo sea profundo, de largo alcance, cubra a toda la población y dé prioridad a la infancia y juventud, sin descuidar a nadie.
Grier demuestra matemáticamente que “la inversión y la educación constituyen factores endógenos al proceso de desarrollo. Están sujetos a la influencia de las políticas públicas, de las instituciones históricas y a la de ellas mismas.”[275] Conclusión semejante obtienen Priego Martínez et. al.: “con los procesos […] de la educación para generar capital humano y el de ese capital aplicado en los procesos productivos, el crecimiento económico recibe un gran impulso endógeno.”[276]
- Información y medios
La información es igual de importante. El hombre la busca afanosamente y la obtiene y proporciona por medios cada vez más perfeccionados. Durante la mayor parte de siglo 20º prensa, cinematógrafo, radio y televisión son formadores de conciencias y agentes socializadores, sin ser interactivos. Los niños reciben más mensajes a través del cinescopio que de padres y profesores y los adultos son más motivados por lo que ven y oyen en su televisor que por su convivencia.
“La información es diferente de la «materia» y de la «energía,» y no encaja en las leyes de conservación de ésta. La información puede ser transmitida, registrada, analizada, medida y mecanizada y, en nuestra época, es la clave del poder, de la sabiduría y del éxito,” aduce Flores.[277]
Cuando se escribió lo anterior, en 1973, arrancaba la revolución que la automatizaría, la integraría a toda actividad humana y colaboraría a globalizar. En esos tiempos en México la disponibilidad de datos estadísticos era limitada, inexacta e inoportuna; se adulteraba la gubernamental; escaseaba la de mercados, y era ínfima o nula la de empresas y familias.
En los siguientes decenios computadoras y telefonía ligadas por internet, con capacidad de memorizar y razonar de manera independiente, se entronizan como difusoras de conocimiento e instrumento interactivo por todo el mundo.[278] Emerge la tecnología del intelecto —así le llama Lévy— que ofrece modos refinados de obtener y procesar datos, de pensar y razonar, con ayuda de memoria dinámica, materializada en documentos digitalizados que pueden consultarse por red, reproducibles, trasferibles y compartibles por extenso número de personas en todo el orbe.[279] Hoy el material disponible es abundante, fluye con rapidez y globaliza la difusión del saber y la civilización.
Por desgracia, la cibercultura acentúa el darwinismo social y geográfico, toda vez que la creación de riqueza se sujeta a la posesión de talento, conocimientos y creatividad, de tal suerte que mientras sociedades con pródigo acervo de saber progresan con celeridad, las subdesarrolladas se estancan y se alejan de aquéllas.
El programa desarrollo del conocimiento tiene que aprovechar, compartir, desarrollar y administrar el material aportado por el plan nacional para preparar sus políticas, dar seguimiento a su instrumentación, y apoyar la toma de decisiones de los particulares, de manera de que estén al tanto de lo que sucede y sus acciones se funden en bases sólidas para la mejor consecución de sus objetivos. Es manera de enriquecer la cultura y colaborar al funcionamiento ágil de la sociedad.
El Estado tiene la obligación de dar cuenta exacta de lo que se propone hacer, de cómo lo está haciendo y de qué resultados obtiene, para que los ciudadanos premien con su voto a políticos que cumplen bien sus encargos, así como para programar y realizar sus actividades profesionales y organizar su vida familiar.
En 2002 se emite en México la Ley Federal de Acceso a la Información Pública Gubernamental, que ordena a las entidades federales dar cuenta de sus labores. Es sólo señal de arranque, mas significa que algo se hace en ese sentido.
En cuanto a medios, aquí son operados por empresas privadas, salvo casos especiales, por lo que su interés es comercial: ofrecen lo que el público desea recibir, lo que atrae espectadores y, claro, patrocinadores. No les importa propagar cultura. Incluso difusoras de propiedad estatal muestran esa desviación, para ganar auditorio. Más que promover cultura, contribuyen a su rezago.
No se ha de confundir liberalismo con libertinaje, recalco. Las autoridades deben vigilar que los medios no atenten contra principios, valores, costumbres, hábitos, lenguaje, actitudes, vida privada, patrimonio e intereses ni signifique influencias nocivas para la cultura. Los medios tienen que garantizar que el público reciba material veraz, acorde a la ética y moral; que coadyuven a enriquecer la cultura, induzcan conducta favorable al desarrollo de la colectividad y destierren prácticas y comportamientos nocivos.
La educación se halla ligada inexorablemente a las técnicas de información. Su correcto manejo y aprovechamiento son indispensables para desvanecer las desigualdades de conocimiento y de esa forma combatir la pobreza. Pero el enfoque no debe centrarse en la tecnología sino en las necesidades y características de las personas y la sociedad.
Quinta parte
Dilema político
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- En busca del buen gobierno
El dilema político estriba en ¿cómo tener buen gobierno? Se resuelve con las funciones de Estado 2. Establecer marco legal, institucional y electoral y 3. Defender soberanía y mantener ambiente de paz y seguridad.
Antes de entrar en materia escudriño los fundamentos de la nación-Estado mexicana, nacida en 1821 con el anhelo de ser libre y soberana. Anteceden casi tres siglos de sometimiento a la corona española y más de diez años de guerra insurgente.
En el pasado prehispánico hay vestigios de organización democrática. Los dirigentes de los llamados imperios azteca y maya no son monarcas, sino jefes elegidos por un consejo: tlatoani y tlacatecuhtli, en quienes recae la autoridad suprema, indica Aguirre Beltrán.[280]
Tales formas no se pierden durante la colonia: son “reinterpretadas den- tro de los patrones democráticos occidentales, dando así estabilidad y solidez a las Repúblicas de indios,” constituidas como “gobierno semiautónomo, modelado conforme a una institución occidental: el ayuntamiento.” El cargo de mayor jerarquía es el cacique, quien ejerce poder de señor feudal.[281] De allí proviene el caciquismo, que perdura.
La rebelión de independencia se inspira en ideales británicos, americanos, franceses y la Constitución de Cádiz, que rige en el imperio español en 1812-1814, en la cual se “daban a conocer al hombre sus derechos, y le advertían los errores en que la tiranía lo había tenido sumergido,” apunta Rocafuerte.[282]
Se adopta la ideología imperante en Europa: mezcla de liberalismo y nacionalismo. “El Estado liberal constitucional se organiza con sus libertades fundamentales (libertad de opinión, de prensa y parlamentaria: libertad individual; extensión del derecho de voto),” sostiene Braudel y aduce: “en todo caso, el liberalismo, durante la primera mitad del siglo XIX, sirve de parapeto al advenimiento político de una burguesía y de una aristocracia mercantil, de una clase poderosa y dirigente.”[283]
Fernando VII restablece el absolutismo en 1814, al tiempo que se promulga Constitución de Apatzingán, “primer planteamiento radical del liberalismo mexicano,” anota Reyes Heroles. En ella se declara que el objetivo de la gesta independentista deriva del concepto de soberanía nacional y expresa su contenido jurídico-político democrático y liberal. Aun cuando no tiene vigencia formal, aporta cimientos sólidos.[284] En 1820 se restablece la Constitución de Cádiz.
Al triunfar sobre los españoles en 1821 se opta por la monarquía, con Agustín I como Emperador, aventura que le cuesta la vida dos años después. Justo Sierra opina: “más habría convenido a Iturbide y al país que, rompiendo compromisos de Iguala, hubiese inaugurado una dictadura eminentemente ilustrada y organizadora, forma natural de los gobiernos en transición.”[285]
En 1824 se promulga la Constitución que instaura la república federal denominada Estados Unidos Mexicanos —calca de Estados Unidos de América. Introduce concepciones democráticas de soberanía popular, representación política, principios igualitarios, división de poderes y sujeción a la ley.
Antonio López de Santa Anna ocupa la presidencia once veces entre 1833 y 1855. Alamán las llama “revoluciones de Santa Anna.”[286] En 1853 se proclama Alteza Serenísima.[287] Lo destituye el levantamiento de Ayutla en 1854 —”primera revolución ideológica de México,” la llama Guillermo Prieto[288]— encabezado por Juan Álvarez e Ignacio Comonfort, que confirma la soberanía nacional, instaura un Estado moderno y consolida la nacionalidad. En este marco se emiten Leyes de Reforma y Constitución de 1857, que reafirman principios democráticos, republicanos y federalistas.
“Ni un instante pudo vacilar el Congreso acerca de la forma de gobierno que anhelaba darse la nación,” se lee en el Manifiesto del Congreso Constituyente, donde se promulga dicha Constitución. La Federación “es la única forma de gobierno que en México cuenta con el amor de los pueblos, con el prestigio de la legitimidad, con el respeto de la tradición republicana,” puntualiza.[289]
Entre 1858 y 1867 hay dos gobiernos simultáneos: liberal de Benito Juárez y conservador, que en 1864 erige emperador a Maximiliano, con apoyo de Francia. Triunfa la democracia en 1867 y se restauran principios republicanos, a pesar de lo cual Juárez se aferra al poder durante 14 años, hasta que muere. En 1876 se encumbra Porfirio Díaz, quien implanta paz y fomenta progreso económico; pero traiciona la vocación democrática al convertirse en dictador, lo cual incuba guerra civil que estalla en 1910 y le derroca en 1911.
La Constitución no responde ya a las circunstancias. En 1917 el congreso presenta nueva versión, cuyo artículo 40 expresa: es “voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república representativa, democrática federal.”
Persisten luchas y levantamientos que culminan en 1928 con el asesinato de Álvaro Obregón, quien en complicidad con el presidente Plutarco Elías Calles, pretende gobernar por segunda vez, en desacato al principio de no reelección, mística de la revuelta.
Un año después se crea Partido Nacional Revolucionario (PNR), que aglutina jefes militares, facciones, caciques y partidos, con lo cual termina la vorágine. Calles se proclama Jefe Máximo de la Revolución y utiliza PNR para organizar, coordinar y controlar al presidente, gobiernos locales, legislaturas y poder judicial. Domina al país entre 1928 y 1935, período conocido como maximato.
Lázaro Cárdenas se sacude la tutela en 1935 y trasforma PNR en Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938. Le imprime carácter centralista y corporativo para vigorizar la autoridad presidencial.
Como reacción a la línea nacionalista, socializante de Cárdenas, se funda Partido Acción Nacional (PAN) en 1939, que sumado a pequeños partidos de membrete dará matiz democrático al sistema.
En 1946 PRM se convierte en Partido Revolucionario Institucional (PRI), para connotar que revolución es proceso institucionalizado, bajo contexto civilista, con participación de la creciente clase media. Miguel Alemán ocupa la presidencia bajo ese membrete.
Calles estabiliza la revolución. Cárdenas la consolida. Alemán la institucionaliza.
Revolución es mística y plataforma del peculiar esquema político mexicano que causa admiración durante cuatro décadas. PRI coordina ideología, programa actividades e instrumenta la selección de dirigentes, de acuerdo a las particularidades de cada sexenio, bajo la batuta del presidente en turno, acotado por grupos de poder que reseño adelante, con la vigilancia y exequátur del gobierno de EUA.
- Democracia a la mexicana
El patrón político auspicia ambiente de paz y en los años cincuentas y sesentas alumbra el desarrollo estabilizador, que analizo después.
Vargas Llosa lo designa dictadura perfecta, para expresar que combina con eficacia ventajas de democracia y tiranía.[290] Es calificativo infundado, porque tiene rasgos de democracia, que Lipset define “sistema político que proporciona constitucionalmente y en forma regular la posibilidad de cambiar a los gobernantes y como un mecanismo social que permite a la mayor parte posible de la población influir en las decisiones principales escogiendo a sus representantes de entre aquellos que luchan por los cargos públicos.”[291]
Sartori opina que México “ingeniosamente se las arregló para retirar a sus dictadores cada 6 años. No obstante, […] si un dictador en verdad es un dictador, no se le podría retirar. Los dictadores lo son porque «dictan» las leyes a su discreción. […] Los presidentes mexicanos tienen poderes casi dictatoriales, pero no […] son dictadores.”[292]
Es sistema democrático sui generis, en cuyo centro está PRI, creado, controlado y operado por el gobierno. Se encarga de organizar el cambio regular de gobernantes, con intervención de la mayor parte posible de la población, requisitos especificados por Lipset.
Tiene legitimidad, de acuerdo a Schumpeter, pues es “arreglo institucional para llegar a decisiones políticas por las cuales ciertos individuos adquieren el poder de decidir mediante una lucha competitiva por el voto del pueblo.”[293]
Se reconoce como presidencialismo, porque el poder del titular es incuestionable durante el período legal de seis años, respetado bajo el principio de no reelección, a lo largo del cual el Presidente concentra facultades y toma todas las decisiones que forjan el destino nacional.
Riding comenta: la omnipotencia del Presidente es “mito poderoso, en el cual cree la mayoría de los mexicanos y sostienen aún aquellos que saben que es falso. Al igual que el derecho divino de los reyes y la infalibilidad del Papa, éste mantiene el misterio del cargo. El Presidente, después de todo, es el heredero de una tradición prehispánica de autoritarismo que reforzó enormemente el centralismo político y el dogmatismo religioso de la colonización española. Así pues, la sumisión a cada uno de los presidentes proporciona continuidad al sistema.”[294]
Para este autor “el sistema presidencial mexicano no ha sobrevivido porque haya sometido a un México pasivo a décadas de gobierno dictatorial, sino porque refleja la fuerza, la debilidad, las virtudes y los defectos de los propios mexicanos. […] No es una fórmula política permanente y automática. […] Requiere un mantenimiento constante para conservar su flexibilidad y una renovación frecuente para preservar su sensibilidad. […] Para que el sistema funcione el Presidente puede gozar de un poder absoluto, siempre y cuando no lo ejerza de manera absoluta. Forma parte de una ecuación de intereses, tradiciones, principios y supersticiones mucho más extensa y compleja, que lo coloca en su puesto y que sostiene su autoridad.”[295]
La ecuación aludida se resuelve por el juego de ocho grupos de poder: burocracia, ejército, políticos tradicionales, empresarios, sindicatos, medios de comunicación, intelectuales de izquierda y clero. El presidente debe compartir el poder y negociar con ellos para mantener el equilibrio político interno.
También es determinante el gobierno de EUA, por razones obvias. Interviene en todo lo que sucede aquí; incluso da su exequatur en la selección de candidato presidencial. Riding apunta: “el enviado de Estados Unidos en la ciudad de México domina el escenario diplomático local y, con frecuencia, se reúne con el Presidente.”[296]
En rigor es presidencialismo acotado por tales grupos y el gobierno de EUA, que constituyen la elite. Encaja en la norma observada en todas las sociedades a lo largo de la historia: una minoría gobierna y una mayoría es gobernada. Michels piensa que donde hay organización en gran escala se forma una oligarquía, al concentrarse el poder en ciertos individuos, quienes integran la elite.[297] Pareto llama elite gobernante o política a la clase que detenta el poder, que debe renovarse continuamente para mantener su liderazgo y asegurar estabilidad.[298]
Es más, Freud piensa: “el dominio de la masa por una minoría seguirá demostrándose siempre tan imprescindible como la imposición coercitiva de la labor cultural, pues las masas son perezosas e ignorantes, no admiten gustosas la renuncia al instinto.”[299]
En la Grecia clásica, modelo de democracia, sólo los ciudadanos libres varones tienen derecho a votar: 10% de la población.[300]
Cada presidente se esmera en seleccionar a su sucesor: cuida que reúna principios, ideología, conocimientos, estilo, experiencia y características apropiadas a las circunstancias y realidad del momento, acotado por los círculos de influencia. La maquinaria electoral se encarga de que los ciudadanos lo elijan.
Operaba un régimen de alternancia sexenal, la ley del péndulo, que balanceaba cualidades de cada ungido entre un periodo y otro y brindó eficacia a los gobiernos revolucionarios entre 1940 y 1970, cuando no se observaron golpes de Estado ni perturbaciones como acontecía en varias naciones latinoamericanas.
El mecanismo permite que México viva en paz y progrese con celeridad: evoluciona de agropecuario a industrial; rural a urbano; analfabeto a alfabetizado; aislado a comunicado; autárquico a abierto.
González Casanova anota: “el Estado empresario y la concentración de poder en un régimen presidencialista han tenido múltiples funciones de estabilidad y desarrollo.” Lo denomina “sentido funcional del Estado mexicano.”[301]
Empero, se desdeña un signo republicano:[302] la descentralización, pues se ejerce administración central. Obedece a tal sentido funcional, ya que aunque es federación de Estados libres y soberanos, los gobiernos emanados de la revolución se toman aquella licencia para corregir una situación de facto, sin renegar de la tradición republicana.
Coincide con ideas de Maquiavelo, quien aconseja un Estado autoritario para que un país se fortalezca y avance, y de Hobbes, quien sostiene que toda sociedad requiere del Leviatán, con autoridad absoluta para imponer orden. Ambos vivieron épocas tormentosas.
El primero “reconoce que la política facciosa y clasista es un elemento de corrupción de la virtud cívica. [… Mas] en lugar de tratar de proscribir estos conflictos de clase, lo importante es controlarlos y canalizarlos a través de un arreglo institucional,”[303] que con ingenio concertaron Calles, Cárdenas y sucesores.
La fórmula es provechosa. Para González Casanova “el régimen presidencialista sirvió para acabar con las conspiraciones del Legislativo, del ejército y del clero. […] El partido predominante sirvió para acabar con los caudillos y sus partidos de membrete. […] El régimen centralista […] para acabar con los feudos regionales. […] La intervención en el gobierno local […] para controlar a los caciques locales. […] El Estado empresario fue la base de una política nacional de desarrollo económico e industrial. […] Todos estos hechos y experiencias prueban que habría sido insensato aplicar al pie de la letra la teoría clásica de la democracia.”[304]
El sistema se organiza de manera arbitraria; pero se acepta como legítimo, porque responde a las aspiraciones ontológicas y axiológicas de la sociedad civil, que desea vivir en paz y progresar y tiene fe en la revolución. La legitimidad incuba gobernabilidad —la defino luego— que allana el camino al desarrollo.
- Evolución democrática
En 1968 el mundo se convulsiona: aparecen disturbios en París, México y otras ciudades. En EUA asesinan a Martin Luther King. Son señales de que los esquemas políticos están agotados y es tiempo de reformarlos.
Aquí el presidente Gustavo Díaz Ordaz los reprime con violencia, lo que daña el prestigio de la institución presidencial y se cuestiona su legitimidad. La situación se agrava por radicalismo populista de Luis Echeverría y excesos y errores de José López Portillo, que incubarían crisis económicas en 1976 y 1982, la cual se extendería a todo el decenio.
Afloran rebeldía política, degradación social, desobediencia civil y criminalidad ascendente. No se respetan las leyes ni el contrato social: se advierte anomia —sin norma (ley), en sentido literal— que defino adelante. Evidencia que el autoritarismo no funciona indefinidamente y hay que sacudirse de él.
La revolución agoniza. Para reanimarla se emprende renovación democrática en 1977. Consiste en reconocer pluralidad política, auspiciar actuación de varios partidos y abrir procedimientos electorales. Se emprende reforma administrativa, con énfasis en descentralizar y hacer efectivo el federalismo.
A partir de 1985, antes del Consenso de Washington, citado en Capítulo 22, México busca acoplarse al globalismo: se adelgaza el gobierno y se desvanece su papel de benefactor y rector de la economía. Esto altera la conciencia social y provoca resistencia al cambio. Al atenuarse el paternalismo la gente se siente traicionada y desprotegida. Antes criticaba al gobierno por fuerte y autoritario. Ahora se queja de su debilidad e indulgencia.
El sistema se estremece en 1987: Cuauhtémoc Cárdenas renuncia a PRI. En 1988 se postula a la presidencia de la república y porfía en que derrotó a Carlos Salinas de Gortari. Funda Partido de la Revolución Democrática (PRD), que aglutina a grupos de izquierda.
Asesinatos del arzobispo de Guadalajara en 1993 y del candidato presidencial de PRI y del líder de este partido en 1994, sumados al levantamiento de EZLN en Chiapas, realzan la debacle. Son ataques directos a Iglesia Católica, instituciones políticas y ejército.
PRI pierde posiciones en gobiernos estatales y poder legislativo en las elecciones de 1997. Por primera vez carece de mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, lo cual limita la autoridad presidencial. Además, Cuauhtémoc Cárdenas, candidato de PRD, vence en la primera elección de jefe de gobierno del Distrito Federal (GDF).
En 2000 Vicente Fox, candidato de PAN y Partido Verde Ecologista, es electo presidente de la república, en tanto PRD vuelve a ganar GDF. En el Congreso la alianza triunfadora obtiene minoría: con esto los votantes cancelan el poder omnímodo del presidente.
El ambiente político no es causa directa de acontecimientos económicos aciagos acaecidos entre 1976 y 1995, que obedecen a excesos y yerros del presidencialismo desbordado, aunados a la tendencia internacional: fase descendente del ciclo de Kondratieff mencionado. En cambio, la conducta de la economía sí acelera la democratización, porque los ciudadanos votan contra PRI y le quitan la presidencia.
Cobra vida tesis de Locke: “el pueblo nunca enajena definitivamente sus derechos. Sigue siendo soberano, y conserva el poder perpetuo de revocar y abolir el gobierno por él mismo instituido, si en cualquier momento traiciona su mandato.” La anticipa Rousseau, quien “no acepta que el pueblo soberano […] pueda en algún respecto enajenar o delegar definitivamente sus derechos.[305]
El mecanismo sustentado en PRI funciona mientras los mexicanos quieren. En siete decenios cruza por tres fases: eficacia, 1929 – 1967; agotamiento 1968 – 1976, y decadencia, 1977 – ¿ ? Sigue pauta cíclica de todo sistema: arranca con ímpetu, pierde fuerza, llega a la cúspide e inicia su declive. Se modifica y adapta ante fenómenos políticos, culturales, económicos y sociales, que se influyen recíprocamente. No significa que su muerte sea inexorable, ya que puede renovarse y resurgir, si las circunstancias fueren propicias.
La pluralidad partidista del congreso patentiza maduración electoral. Pero están vigentes leyes, instituciones, estructuras y prácticas que permiten que el presidente se aferre al autoritarismo. No dialoga ni cabildea con la mayoría opositora del congreso. Éste, como respuesta, obstruye o retarda acciones del gobierno federal. Partidos, gobernadores y políticos influyentes se enredan en pugnas, controversias, lucha verbal, propaganda excesiva, descalificación de opositores e incluso pleito jurídico para conquistar autoridad. El presidente pierde dominio y sufre serios y continuos reveses.
El poder judicial resuelve controversias constitucionales por acciones presidenciales o del congreso que rebasan sus respectivos ámbitos de facultades y decisiones políticas se judicializan, lo cual es contrario a la democracia y a la política misma.
El cuadro crea incertidumbre y nerviosismo; interrumpe, obstruye o retarda la vida económica, y patrocina caos, incertidumbre y entropía. La ciudadanía se desilusiona y recela de la democracia, lo cual origina desinterés, abulia y abstencionismo. Se aviva la anomia y se relaja la gobernabilidad.
Tal es la historia política de México. Se intuye que es larga y dolorosa. No es así: la democracia británica tarda cinco siglos en madurar: de la presentación de la Charta Magna en siglo 13º al reinado de Victoria (1837-1901), cuando el imperio moderniza su sistema electoral y amplía la participación del pueblo en el gobierno.
El Estado mexicano nace débil en 1821, como monarquía. Termina su lactancia en 1824, al constituirse en república. Su infancia es infortunada durante buen trecho de siglo 19º, con respiro temporal durante los 30 años de Porfirio Díaz. Ingresa a la pubertad en 1929, al fundarse PNR. Al evolucionar éste en PRI en 1946 comienza larga adolescencia. Entre 1997 y 2000 parece alcanzar edad adulta. Lleva sólo 70 años construyendo su democracia.
Repasado el marco histórico, vuelvo a la cuestión sustantiva: ¿cómo tener buen gobierno?
Platón busca respuesta en la virtud: “si las leyes que hemos establecido son buenas, nuestro Estado habrá de ser perfecto:” prudente, fuerte, temperante y justo.[306] Los gobernantes deben ser los “mejores guardianes del Estado, […] aquellos que en más alto grado posean las cualidades de guardianes excelentes, […] que, a más de la prudencia y la energía necesarias, tengan mucho celo por el bien público.”[307]
Aristóteles califica como buen gobierno al que vela por el interés general, fundado en principios de justicia,[308] la cual “debe reconocerse como virtud política, que encierra todas las otras.”[309]
Inspirado en ellos Habermas considera que en el buen gobernante deben concurrir ética (eqos); teoría científica (episteme); habilidades prácticas (techn), y prudencia (fronesis), en su acepción “sensatez, buen juicio,” por su raíz fren: inteligencia.[310]
Tales cualidades convergen en lo que Touraine llama modernidad política, proyectada en dos conceptos:[311] Estado de derecho, el cual limita el poder arbitrario del Estado, enmarca la vida social y proclama unidad y coherencia del sistema jurídico, y soberanía popular, base de la organización democrática: de la subordinación de la vida política a las relaciones entre los actores políticos.
Ambos se consiguen mediante evolución democrática, reordenación de marco jurídico y reforma estructural, que proporcionen capacidad para implantar clima de paz, tranquilidad, seguridad y justicia social. Enseguida repaso las tres.
- Se democratiza la democracia
En cuanto a evolución democrática, México experimenta avances trascendentales en procesos electorales desde 1988, que culminan en las elecciones federales de 1997 y 2000, cuya legitimidad no se pone en duda. Subsisten inconformidades en las de gobiernos y legislaturas estatales y municipales, mas se resuelven en paz.
Valadés comenta: “del sistema electoral dependen los procesos de legitimación del poder, y del sistema de partidos depende la efectividad del ejercicio del poder y la fidelidad a las instituciones. El sistema electoral ha probado su ortodoxia democrática, y el sistema de partidos está en la fase de estabilización. La presencia de un partido hegemónico ya no es un elemento que defina la asignación del poder y las formas de su ejercicio.”[312]
Evolución democrática no estriba sólo en reformar órganos y procedimientos electorales; es parte de la metamorfosis cultural. Las realizaciones futuras no dependen de la voluntad del gobierno federal, sino del esfuerzo coordinado, ordenado, compartido y vigilado por Estado, sociedad civil y ciudadanía.
Es ocioso juzgar si la renovación política es extemporánea u oportuna, correcta o equivocada. Lo trascendente es perfeccionar la democracia, la cual asume dos concepciones, según Villoro:[313]
Ideal de asociación política donde todos sus miembros controlan las decisiones colectivas y su ejecución, sin obedecer más que a sí mismos. Desde este ángulo es fin de la acción colectiva.
Conjunto de reglas e instituciones que sostienen un sistema de poder, esto es, sistema de gobierno. Vista así constituye medio para lograr fines comunes.
Recomienda utilizar la segunda, “abandonando a la utopía de democracia como ideal; considerarla como un procedimiento en que varios individuos o grupos se ponen de acuerdo para coexistir, en una asociación común, sin destruirse. No tiene sentido entonces preguntar por su justificación moral, sino sólo aceptarla o rechazarla por razones de conveniencia.”[314]
Sartori lo reafirma: “la democracia es, y no puede evitar ser, un sistema de gobierno. Y cuando se descuida la función de Estado, lo empeoramos e incluso ponemos en peligro su funcionamiento.”[315]
La cuestión entonces es: ¿cómo debe ser ese sistema de gobierno?
Existen dos prototipos de organización democrática:
Liberalismo: el gobierno participa lo mínimo posible en asuntos que no sean protección, defensa y seguridad. Su extremo es el Estado-policía de siglo 18º, aplicable en sociedades adelantadas, no de manera absoluta, sino ajustado a las circunstancias e intereses de cada una.
Socialdemocracia: el gobierno corrige y evita desigualdades sociales causadas por liberalismo irrestricto. Adopta postura moderada, acorde al criterio de libre mercado. La llaman nueva izquierda, versión ligera (light) de socialismo, aplicable en naciones sin diferencias sociales agudas, como las del oeste de Europa. Es concepto antiguo: su antecedente es el Partido Socialdemócrata creado en Alemania en 1875, al que Engels acusa de oportunista y acomodaticio.[316]
Giddens recomienda una tercera vía: reconstruir Estado y gobierno como parte del proceso de profundización y extensión de la democracia, que “no proviene sólo, o incluso principalmente, del triunfo de las instituciones democrático-liberales sobre otras, sino de las fuerzas más profundas que están remodelando la sociedad global, entre ellas la demanda de autonomía individual y la emergencia de una ciudadanía más reflexiva. La democratización está desbordando la democracia. […] La crisis de la democracia viene de no ser suficientemente democrática.”[317]
Propone nueva economía mixta, donde se asocien gobierno y sociedad civil con intención de renovar y adecuar la nación-Estado a las condiciones actuales y hacerla perdurable.[318]
Su fórmula comprende seis pasos.[319] Los refiero para examinar el caso de México, quien se adelanta y aplica tácticas semejantes.
En primer lugar, responder estructuralmente a la globalidad, mediante descentralización del Estado, que trasfiera poder hacia bajo, sin debilitar la autoridad estatal y a la vez vigorizar sus atribuciones.
La trasformación estructural de México empieza en 1977, expuse. Abre camino a la reforma formal del Estado, emprendida en 1988 “como respuesta integral a las necesidades que la inercia del desarrollo generaba. […] Era necesario rediseñar el Estado, no a partir del simplismo ideológico de reducirlo o adelgazarlo, sino de fortalecerlo, con el fin de transformar la naturaleza de todo nuestro sistema político. […] El propósito era pasar de un Estado central omnipresente a un Estado descentralizado que consolidara, ampliara y creara nuevos derechos, y reconsiderara la esfera de las obligaciones; de una forma de organizar la vida política del país, a una concepción diametralmente opuesta de la administración de gobierno, basada en corresponsabilidad” indica Palacios Alcocer.[320]
El propósito es democratizar la democracia, diría Giddens.
Los resultados son paulatinos e imperceptibles para el ciudadano común, desinformado, indiferente y escéptico. Saltan a la vista al observador acucioso.
En los ochentas —antes del Consenso de Washington— se privatizan empresas y se adelgaza el gobierno, lo cual descarta la economía mixta, propia del estatismo. Como sea, el Estado conserva alta intervención, indirecta en rectoría y directa en provisión de energéticos, servicios públicos y sociales, lo que confiere a la economía cierto grado de mixtura, pues el gasto presupuestal equivale a un quinto del producto interno bruto (PIB).
En segundo término aconseja ampliar el papel de la esfera pública mediante reforma constitucional. Adelante abordo el punto.
En tercer lugar propone elevar eficiencia administrativa del Estado, ínfima en México, que deberá buscarse con reforma estructural. Lo trato después.
El cuarto aspecto es introducir mecanismos electorales efectivos que estrechen el contacto directo de gobierno y ciudadanos. Los avances en este sentido son incuestionables. Lo malo es que la mexicana es democracia de lujo: el costo de las elecciones de 2006 es 61,300 millones de pesos de 2000 hasta abril, informa la Cámara de Diputados.[321]
El quinto es que el Estado tenga capacidad de gestión de riesgo. Es complementario de elevar eficiencia administrativa y eficacia. Lo abordo luego.
Como sexto recomienda que la democracia salga del ámbito local o regional: que tenga perspectiva cosmopolita. México la tiene por varias circunstancias: dilatadas costas en ambos grandes océanos; formó parte de la mayor potencia imperial de los siglos 16º-18°; era puente comercial entre Europa y Asia; emitía la moneda de plata de mayor circulación de la época: real de a ocho o Mexican dollar, y se halla ligado a EUA.
México “desempeña un papel importante en los asuntos internacionales y tiene una participación cada vez mayor en cuestiones políticas y económicas que guardan un vínculo directo con los intereses nacionales. […] También se registra una mayor conciencia de las influencias que México recibe del ámbito externo, que en muchas ocasiones condicionan su comportamiento político, sus indicadores económicos, sus patrones culturales y la proyección de su imagen en el mundo,” apunta Sepúlveda Amor.[322]
El examen anterior muestra el esfuerzo para acondicionar el sistema político a la globalidad, razonable dadas las capacidades y limitaciones, pero pobre a la luz de lo que falta acometer.
- Corrupción: vicio sistémico
Los conceptos gobierno y autoridad despiertan recelo, temor, desacato y falta de respeto en México. Priva el sentimiento de que obstruyen y encarecen el funcionamiento de la sociedad, la economía y la justicia. El aparato público federal es gigantesco, con dependencias excesivas, repetidas, inadecuadas e improvisadas, que lo hacen anárquico, desorganizado, incompetente, lento y suntuario. Más que entidad republicana parece corte imperial. Su gasto administrativo absorbe íntegro el ingreso tributario federal: equivale a 13% del PIB. Los gobiernos estatales e incluso municipales son réplicas en pequeño.[323]
Su rasgo tradicional es la corrupción. Transparency International coloca a México en lugar 65 entre 159 países en 2005, con calificación 3.5 (corrupción nula = 10),[324] o sea, altamente corrompido. Transparencia Mexicana calcula que el gasto anual en mordidas (soborno) suma 19,000 millones de pesos.[325]
La corrupción se concibe como aprovechar un cargo, dependencia o empresa estatales para realizar operaciones en beneficio propio y de allegados. Se vale de numerosas prácticas: mordida (soborno), sueldos y gastos excesivos, peculado, fraude, extorsión, especular con tierras o finanzas, nepotismo, lavar dinero, evasión fiscal, vender protección, alterar documentos, costos o precios, exigir comisiones, hurtar dinero, materiales y productos, infringir leyes, alterar datos, ocultar expedientes, tortuguismo (demora deliberada de trámites), aprovechar información privilegiada, tráfico de influencias, vender plazas, cobrar cuotas a subordinados, emplear recursos públicos en promoción personal (mercadotecnia política), ineptitud e ineficacia (ambas por omisión) y otras.[326] El dispendio gubernamental en sí es corrupto. Todas son comunes aquí. Forman parte de los usos y costumbres, por lo que contaminan a instituciones y compañías privadas. Es incalculable su costo en términos pecuniarios y de tiempo y erosiona la competitividad del país.
El mexicano típico abriga la esperanza de que un pariente, amigo, compadre o conocido agarre hueso (se coloque en puesto estratégico) y le conceda chamba (empleo) lucrativa, aviaduría (cobrar sin asistir), canonjías, negocios, protección o recomendación. Es más, se critica a quienes tienen una oportunidad de ésas y no la aprovechan.
Toda transacción con oficinas o agentes gubernamentales se resuelve con mordida; ésta permite delinquir sin ser penado y hace inoperantes las leyes. La falta la comete tanto quien solicita y recibe, como el que ofrece y da. Un acto corrupto se contrapone a otro acto corrupto. Es lo admitido, no se sujeta a escrutinio moral o ético. Se incurre en él por sistema: es vicio sistémico, enraizado en las conciencias social e individuales. Si se desterrara, atrofiaría los mecanismos de decisión y paralizaría las actividades.
La causa primera es cultural: está convenido que los puestos públicos son para hacer negocios y enriquecerse. El fuero de que disfrutan los altos mandos y falta de vigilancia, controles y castigos garantizan impunidad.
Sigue el exceso de reglamentos, complicados, contradictorios, incomprensibles, obsoletos, innecesarios. Constituyen trabas legales y administrativas que engendran corrupción y criminalidad, auspician economía informal y entorpecen el desarrollo. Otorgan al burócrata poder discrecional de interpretación que le faculta a hostigar al interesado y forzarlo a gratificarle para que avance el trámite y se resuelva su caso.
En cuadros bajos los sueldos son bajos. Se complementan con ingresos provenientes de actos corruptos que se conciben como derecho adquirido y prestación merecida.
Las empresas tienen dependencias especializadas en negociar con oficinas públicas; existen gestores profesionales; los particulares buscan apoyo de personas influyentes que les ayuden y untan la mano (sobornan) para conseguir algún favor o servicio. Son previsiones indispensables para que se activen y resuelvan asuntos.
La corrupción es arcaica. El Código de Hammurabi de Babilonia lo castiga 1700 años antes de Jesucristo, quien por cierto es aprehendido como consecuencia del soborno que acepta Judas Iscariote.
Maquiavelo alude al tema: “cuando la masa es corrompida en un Estado, las buenas leyes no sirven ya de nada. […] La corrupción y la poca aptitud para la vida libre de la república provienen de las desigualdades que allí se hallan, y cuando uno quiere restablecer la igualdad es necesario tomar grandísimos medios, medios extraordinarios que pocos hombres saben o quieren emplear.”[327]
En México es herencia de la avaricia de los conquistadores hispanos. Hernán Cortés acapara territorio de 11,550 kilómetros cuadrados, el marquesado del Valle de Oaxaca, que comprende ciudad de México y se extiende a seis Estados. Las encomiendas, mercedes y administración de erarios públicos son prebendas que los colonizadores se afanan en obtener con maniobras sospechosas.
La forma de ahuyentar esta lacra es renovar integralmente el Estado y la estructura básica de la sociedad: reformar leyes e instituciones, impulsar metamorfosis cultural e imbuir en servidores públicos y ciudadanía espíritu de honestidad, honradez, vocación y solidaridad, en los términos detallados en Cuarta parte, supra.
- Marco jurídico
El segundo paso para dilucidar el dilema político es renovar el marco jurídico, con la mira puesta en que prevalezcan orden, respeto, libertad, tranquilidad, paz, seguridad y bienestar-bienser. Es imprescindible garantizar la vigencia del Estado de derecho, que no estriba sólo en disponer de un cuerpo de ordenamientos, sino en someterse a ellos y hacerlos cumplir.
A los teóricos del desarrollo no les inquieta el incumplimiento de la ley, quizás porque no alcanza proporciones alarmantes cuando lo estudian, a mediados de siglo 20°. Entonces el primer mundo vive auge y tranquilidad de posguerra. El socialista se halla bajo regímenes absolutistas y en el tercer mundo imperan gobiernos fuertes o dictaduras que mantienen el crimen en límites tolerables.
La globalidad agudiza los darwinismos en los años setentas y ochentas y despierta conciencia en el mundo subdesarrollado de las iniquidades y con ello indignación, resentimiento, odio, desconfianza, escepticismo, inconformidad, rebeldía e irracionalidad cívica. La sociedad civil se harta, se frustra, sufre vacío interno, se deprime, deviene crítica, rebelde y agresiva. El individuo percibe indiferencia de gobernantes respecto a necesidades de la comunidad. Sufre desilusión, por lo poco que puede lograr; ve alejarse sus objetivos de vida; piensa que su existencia es fútil; no tiene en quien confiar, y el Estado no satisface sus requerimientos. Cuestiona leyes e instituciones.[328]
Por otro lado, los avances en democratización y defensa de derechos humanos atenúan la represión estatal. Asociados a corrupción e ineficacia de las autoridades aseguran impunidad.
El clima es ideal para la anomia (sin norma o ley), que Merton concibe como “quiebra de la estructura cultural, que tiene lugar en particular cuando hay una disyunción aguda entre las normas y los objetivos culturales y las capacidades socialmente estructuradas de los individuos del grupo para obrar de acuerdo con aquéllos.”[329] Se manifiesta en desobediencia civil, disturbios, pinta de muros (graffiti), robo, asalto, homicidio, violación, secuestro, fraude, vandalismo, terrorismo y guerrilla.
Por su parte, el Estado pierde gobernabilidad, definida por Kaufmann et. al. como “conjunto de tradiciones e instituciones que determinan cómo se ejerce la autoridad en un país.”[330] En 1999 estos autores la estudian en 155 países y concluyen que en 55 está en crisis; en 61 en situación de riesgo, y sólo 39 están sin riesgo. Deducen que la ingobernabilidad es mal endémico en naciones subdesarrolladas y aconsejan: “el logro de una mejor gobernabilidad debe constituir un objetivo prioritario en los programas de desarrollo y de lucha contra la pobreza.”[331]
La señal más preocupante es la criminalidad. En México es dramática: el Instituto Ciudadano sobre Inseguridad Pública estima que en 2004 se cometieron 11.8 millones de delitos.[332]
Concurren varias razones:
Descomposición social: sobrepoblación relativa, escasas oportunidades de empleo, ignorancia, pobreza, desesperanza y falta de identidad aniquilan principios, dignidad, ética y moral.
Leyes deficientes, complicadas, anacrónicas, contradictorias, incomprensibles, obsoletas malogran el Estado de derecho, solapan y estimulan delincuencia.
Ineficacia gubernamental. Los gobiernos federal, estatales y municipales son incapaces de mantener seguridad. Sólo 10% de los delitos son castigados. La mayor parte no son denunciados por desconfianza en la autoridad y por las molestias y tardanza que hay que padecer.
Exceso de corporaciones policíacas y judiciales desorganizadas, incompetentes, arbitrarias, corruptas, inoperantes, débiles e ineficaces.
Desarrollo tecnológico: los criminales extraen del espacio información de gobiernos, empresas y personas para planear fechorías y emplean aparatos de cómputo y telecomunicación para consumar sus delitos.
Organismos de derechos humanos: tienen atribuciones para proteger a delincuentes frente a autoridades, mas carecen de ellas para defender a las víctimas. Favorecen que policías, agentes del ministerio público y jueces sean complacientes y apáticos para apresar, consignar y condenar, temerosos de que se les acuse de violar derechos. Malhechores y sus abogados lo aprovechan para disfrutar impunidad.
Los criminales comparan el costo de oportunidad[333] de desempeñar un trabajo lícito con dedicarse a tráfico de drogas, robo, asalto, secuestro o fraude. Los rendimientos son mayores en los segundos, libres de impuestos, con ínfima o nula posibilidad de ser atrapado y castigado.
Freud argumenta: “todos los hombres integran tendencias destructoras —antisociales y anticulturales— y que en gran número son bastante poderosas para determinar su conducta en la sociedad humana.”[334] Avala la frase homo homini lupus, citada, ya que “las pasiones instintivas son más poderosas que los intereses racionales. La cultura se ve obligada a realizar múltiples esfuerzos para poner barreras a las tendencias agresivas del hombre.”[335] Le hace frente con el derecho. “Esta sustitución del poderío individual por el de la comunidad representa el paso decisivo hacia la cultura,” aduce.[336]
Es inevitable que en todo grupo existan personalidades de carácter criminal, señala Durkheim y arguye: “el crimen es necesario; está en relación con las condiciones fundamentales de la vida social y, por esa misma razón, es útil.” Sin embargo, “puede suceder que el crimen mismo presente formas anormales: es lo que sucede, por ejemplo, cuando alcanza una tasa exageradamente alta. Es indudable que este exceso es de naturaleza mórbida:”[337]
En tal extremo se halla México, quien destaca como productor y centro de distribución de narcóticos a EUA y deviene consumidor a tasa exponencial. Gertz Manero señala que las denuncias por delitos asociados al tráfico de drogas crecieron 763% de 2001 a 2004.[338] La multiplicación de viciosos trae aparejados robos, asaltos, secuestros y otros ilícitos que les proveen fondos para adquirir droga.
Los carteles del ramo mantienen en jaque a autoridades federales y estatales y entablan lucha cruenta entre ellos, en escenario de guerra, igual al que vive Colombia hace tres décadas, donde las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), auspiciadas por traficantes, dominan 40% del territorio.
Es impensable que el gobierno mexicano venza al narcotráfico, que dispone de contingentes que superan al ejército y corporaciones policíacas en recursos, organización, armamento, equipo, tácticas, amén de que opera coludido con funcionarios públicos, militares y policías.
Incógnita esencial es ¿se debe legalizar su mercado para desligarlo del crimen? La ley que prohibía fabricar y comerciar bebidas alcohólicas en EUA sugiere que sí: al derogarse, en los años treintas, se terminó con crímenes y guerras entre pandilleros (gangsters). Las opiniones están divididas e impregnadas de pasión. La respuesta la tiene que hallar en forma solidaria la comunidad internacional, por ser calamidad global, puesto que es imposible erradicarla localmente. Promoverlo corresponde a la Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen, creada en 1997.
El combate contra la delincuencia se debe efectuar en la entraña de la sociedad. “Trasgresión y crimen, como cualesquiera otras conductas sociales, están definidas y moldeadas por las formas de control social de una sociedad,” comenta Persell.[339] Modificarlas exige metamorfosis integral que toma largo tiempo, mientras el crimen crece cada vez más.
La solución urgente es renovar leyes, instituciones y procedimientos judiciales, conforme a características, idiosincrasia y condiciones reales de cada comunidad, para fortalecer el Estado de derecho y garantizar gobernabilidad. Es parte de la reforma del Estado, que trato adelante.
“El legislador sabio no empieza por redactar leyes buenas en sí mismas, sino que antes examina si el pueblo al que las destina es apto para recibirlas,” aconseja Rousseau.[340]
Lo anterior lleva a plantear: ¿es necesario sustituir la Constitución mexicana, como proponen algunos?
El objeto de toda constitución es hacer explícitas normas jurídicas; exponer su concepción histórica tradicional, y regular la vida del país. Las tres nociones fundamentan la mexicana de 1917, que para los expertos nace técnicamente perfecta, aunque sin corresponder a las características de la sociedad. Para adecuarla a éstas y a las trasformaciones históricas se le han hecho de 300 a 500 enmiendas (hay muchas versiones), lo que produce una maraña de textos confusos, repetidos, contradictorios, inoperantes, que inspiran a sugerir su reemplazo.
Para Burgoa Orihuela sería dislate antihistórico. Urge su renovación, pero “conservando sus principios fundamentales que expresan lo que el pueblo mexicano es y ha querido ser durante su vida histórica. […] Cambiar esos principios […] equivaldría a destruir a la nación.”[341]
Valadés asevera: “no se podría construir un orden constitucional nuevo fracturando el orden constitucional vigente. […] Todo lo que la nación desee cambiar será posible de acuerdo a los procedimientos que la Constitución establece.”[342]
En otro trabajo plantea: “¿qué se tiene que resolver con una nueva Constitución que no se pueda solucionar con reformar la actual? […] Suponer que se podría llegar a un acuerdo que permitiera conformar una nueva Constitución, linda en lo conjetural.”[343]
Es juicioso lo expuesto por ambos: sigue vivo el esquema de Estado-nación vislumbrado en siglo 19º, que establece el binomio pluralismo-unidad; la distinción entre gobiernos federal, estatales y municipales; división de poderes ejecutivo, judicial y legislativo, y reconocimiento y respeto de las garantías individuales de todo grupo humano, dentro del más puro espíritu republicano.
Se antoja insensato abrogar un ordenamiento con menos de un siglo de edad, que recoge antecedentes, principios, valores fundamentales y sentir de una nación. Inglaterra redacta Charta Magna en 1215. Jamás la ha sustituido y es base de su cuerpo legal. En 1787 EUA emitió Constitution que pervive, ajustada a las circunstancias con 27 enmiendas efectuadas entre 1791 y 1992.
Más que proponer nuevo ordenamiento, debe buscarse “la restauración de la que se encuentra en vigor. […Y asumir] el compromiso político de restablecer el prestigio de la Constitución,” propone Valadés.”[344]
Asimismo, urge cancelar leyes innecesarias, incongruentes y obsoletas; actualizar las aprovechables; crear las que hagan falta, apropiadas a la realidad y unificar códigos jurídicos federal y estatales para dar congruencia y uniformidad al derecho.
Se han de identificar fallas, evaluar la dimensión del problema y renovar el marco jurídico, con fundamento en las necesidades reales, en forma conjunta por Estado y sociedad civil, a escalas federal, estatal y municipal.
Lo dicho conduce a otro acertijo: ¿qué penas conviene aplicar? y aún más: ¿se debe castigar con la muerte a responsables de delitos graves?
Persell sostiene: “Cualesquiera que sean las causas que alientan actos criminales y como sea que la gente aprende a cometer actividades criminales, subsiste la posibilidad de que los criminales son suficientemente racionales para responder a lo inexpugnable y severo de los castigos impuestos por la ley. Sin importar entonces qué motiva el crimen, una manera de reducirlo es atrapar y castigar a los delincuentes.”[345]
Rousseau escribe: “todo malhechor que, al atacar el derecho social, se convierte por sus fechorías en rebelde y traidor a la patria deja de ser miembro de ella al violar sus leyes, […] ha roto el contrato social y, por consiguiente […] ya no es miembro del Estado. […] Debe suprimírsele mediante el destierro como infractor del pacto o mediante la muerte como enemigo público.”[346]
Lo interpreto así: renuncia a ser humano: ¿por qué se le trata como tal? Se convierte en máquina perjudicial, sin sentimientos ni compasión. Es peligroso y no debe vivir. Tampoco merece habitación ni sustento. Es caro mantener prisiones, escuelas de delincuencia y centros de operación corporativa del crimen, dirigidos desde dentro por delincuentes de alto rango, como sucede en cárceles mexicanas de máxima seguridad.
Lo anterior invita a reflexionar acerca de la pertinencia de implantar pena de muerte, no como acto de venganza, sino de profilaxis social y para racionalizar el gasto. La severidad del castigo debe ser tan alta como para impedir que convenga delinquir.
Es indispensable la participación de todo ciudadano en temas tan espinosos como legalizar tráfico de drogas, endurecer castigos a criminales e incluso aplicar pena de muerte en delitos como homicidio calificado, robo de infante, secuestro y violación.
Medios indirectos para combatir el crimen son: metamorfosis cultural, que inculque en la población valores, normas, hábitos, comportamientos y compromisos, y desarrollo económico, que brinde medios legítimos de obtener ingreso seguro y suficiente para vivir con dignidad y recuperar valores éticos y morales.
- Reforma estructural
El tercer paso para dilucidar el dilema político es ejecutar reforma estructural, fase de planificación que consiste en modificar características esenciales de la nación-Estado.
Los pueblos se organizan con el anhelo de lograr calidad de vida óptima. Es materia de los dilemas cultural, político y económico, pero depende de la funcionalidad y eficacia de la sociedad.
Hirschman opina: el desarrollo no depende tanto de encontrar combinaciones óptimas de recursos como de conseguir factores y capacidades que se encuentran ocultos, diseminados o mal utilizados. “La escasez de factores específicos o «prerrequisitos» de la producción es una manifestación de la deficiencia básica de organización.”[347]
Malinowski anota: “el rasgo esencial de la cultura, tal como la vivimos y experimentamos, como la podemos observar científicamente, es la organización de los seres humanos.”[348] Las instituciones son las encargadas de organizar la actividad humana, por lo que “todos los procesos de evolución o difusión ocurren principalmente bajo la forma de cambio institucional,” añade.[349]
El asunto compete a la antropología económica, que para Firth “es el estudio de cómo los hombres organizan sus actividades para resolver el problema de la asignación dentro de los límites establecidos por su medio físico, transformado por la cultura, su tecnología y estado de conocimiento, su estructura social y valores.”[350]
Ayala Espino siente que además de buenas políticas de desarrollo “es necesario contar con nuevas y más eficientes instituciones que permitan enfrentar […] los problemas que surgen de los cambios estructurales. El diseño de las nuevas políticas públicas, para enfrentar un entorno internacional más competitivo, deberá tomar muy en cuenta el papel de las instituciones. […] La creación de nuevas instituciones, o la reforma de las existentes, podría ser un promisorio camino para mejorar la asignación de recursos y la distribución del ingreso.”[351]
Maslow lo relaciona con su teoría de motivación humana: “para mejorar la sociedad debemos mejorar todas sus instituciones, aunque esto, no necesariamente de modo simultáneo. Mejorando aquélla mejoramos a los individuos que la integran y, mejorando a éstos, hacemos lo propio con ella.”[352]
Lewis especifica disponibilidad de recursos naturales y conducta humana como causas inmediatas del desarrollo, cito en Capítulo 19. Él mismo pregunta: ¿Por qué con tales elementos se logran mejores resultados en unas sociedades que en otras y por qué en unas etapas de la historia actúan con más eficacia que otras? [353]
Hay que encontrar causas de las causas, deduce, que se ligan a instituciones, las cuales “promueven o limitan el desarrollo de acuerdo con la protección que ofrecen al esfuerzo, con las oportunidades de especialización que otorgan y con la libertad de acción que permiten.”[354]
Las naciones prósperas disponen de instituciones maduras, eficientes y eficaces, que dan consistencia a su vida democrática, infunden confianza, seguridad, respeto y allanan el camino al funcionamiento ordenado y ágil de economía y sociedad. Les proporcionan competitividad.
Las subdesarrolladas, como México, tienen instituciones improvisadas, defectuosas, pesadas, burocráticas, ineficaces y corruptas. Atrofian la marcha de la nación y representan alto costo. Para colmo, la globalidad altera la base económica y entra en conflicto con las condiciones sociales; se distorsionan las leyes; las instituciones son inoperantes; se altera la conciencia colectiva; sobreviene desasosiego, incita anomia y aflora ingobernabilidad. Les restan competitividad.
En Capítulo 48 describo cambios realizados en el Estado mexicano para acondicionarlo al orden global. Fueron acciones pertinentes. El defecto es que se emprendieron desde el campo visual estrecho y arbitrario de administraciones sexenales, de manera aislada, reactiva, improvisada e incompleta, sin un esquema predefinido.
Se requiere reforma profunda, completa y extensa que ajuste las estructuras legal e institucional a las circunstancias del mundo actual, con criterio sistémico, integral y de largo plazo, fundada en taxonomía y diagnóstico, donde se describan fortalezas y debilidades, amenazas y oportunidades, para definir ¿qué características ha de tener el Estado para que sea capaz de construir el mejor país posible en 30 ó 45 años?
Alcocer advierte: “hay quienes siguen pensando en la reforma del Estado como en una obra diseñada desde el restirador de un ingeniero de la política. La realidad nos enseña, tercamente, que las reformas son, casi siempre, producto de una complicada red de factores, intereses y visiones, muchas veces contrapuestas, de las que puede surgir un acuerdo, una idea, una ley o una nueva institución, y que ese resultado refleja las posiciones de los actores participantes, de forma tal que en la síntesis lograda todos se sientan representados.”[355]
En el régimen presidencialista los poderes legislativo y judicial se someten al titular del Poder Ejecutivo, en forma piramidal, en los órdenes federal, estatal y municipal. La gestión gubernamental es fragmentaria, incompleta, inconclusa y de impacto corto, porque se funda en corazonadas y caprichos del presidente y su equipo. Las decisiones se enfocan a problemas urgentes, muchos creados por ellos, a obras suntuarias y labores estériles. No se aplica visión de Estado de largo alcance, lo que impide anticipar dificultades y evitarlas. El retraso con que México toma medidas para frenar el crecimiento demográfico, educar a la población, crear fuentes de empleo, acoplarse a la globalidad, reducir la miseria y prevenir el crimen son pruebas incontrovertibles.
El gobierno se arroga la función de definir la política de desarrollo, aun cuando sólo le corresponde ser ejecutor. Diseñarla es responsabilidad compartida y labor consolidada de la nación-Estado toda: poderes políticos, comunidades, organismos, instituciones, empresas, mercados, familias y ciudadanos, como política de Estado, con visión que trascienda los intereses de la administración en turno, determine objetivos y acciones idóneas para promover el desarrollo, abatir la pobreza y acortar desigualdades sociales.
La sociedad se integra por múltiples elementos interconectados e interactuantes que se mueven y trasforman con rapidez, por lo que requiere tratamiento sistémico y cubrir aspectos culturales, políticos, institucionales, administrativos, físicos, tecnológicos, económicos y sociales integralmente.
También supone hacer explícitas las atribuciones de los poderes, modernizarlos, darles autonomía y fortalecerlos, dignificarlos y darles efectividad, así como instrumentar federalismo auténtico, donde cada Estado y municipio asuman la libertad y soberanía que les atribuye la Constitución y se hagan cargo de su destino. Es compromiso histórico desconcentrar, pluralizar, liberar y consolidar a la república como ente federal: restaurarla de nuevo, como se hizo en 1867.
El conjunto de dependencias gubernamentales —federales, estatales y municipales— han de trasformarse y ajustarse bajo los mismos criterios de independencia y soberanía, según recursos y necesidades de cada lugar, con asistencia de la federación.
El reto del brazo ejecutivo del Estado es conducir la nación por el camino adecuado con eficiencia, efectividad y sin fricciones. Los acertijos son cómo organizarlo, revitalizar las instituciones administrativas, aprovechar la información, mejorar su gestión y entablar comunicación abierta, veraz y oportuna con los otros poderes, autoridades locales, sociedad civil y ciudadanos.
Los poderes legislativos federal y de los Estados se han de renovar en paralelo, “porque es allí donde el derecho se discute, donde se debate el contenido de la ley y de las opiniones ciudadanas, a partir de las cuales el orden jurídico deberá formularse,” apunta Rangel Gaspar.[356]
La importancia del judicial radica en que “lo suyo no es sólo administrar justicia y decir el derecho, sino que trasciende a otros niveles como responsable que es del respeto a la constitucionalidad,”[357] expresa dicho autor, quien propone darle autonomía efectiva mediante su independencia financiera. “Los cambios deben ser aquí radicales; en la ley, en la organización y el funcionamiento del aparato de administración y en el de procuración de justicia,” enfatiza.[358]
Atestiguamos el tránsito, lento mas imparable, del esquema presidencialista —mecanismo de un solo motor, le llama Sartori— a uno donde el congreso tenga potencia para determinar la política de Estado y llevar las riendas del gobierno junto al poder ejecutivo —mecanismo con dos motores (poderes legislativo y ejecutivo), que él recomienda— promovido por la sociedad civil, bajo la vigilancia y con asistencia del judicial.[359]
No es faena sexenal, sino para 30 ó 45 años, reitero, sujeta a refrendo constante. Supone perfeccionar mecanismos de gobierno, asegurar legitimación democrática y ampliar capacidad de gestión.
Cada gobierno debe unir a todos los sectores de la población, cualesquiera que sean su ideología y preferencias políticas en una causa común: el desarrollo nacional. Su instrumento operativo ha de ser el sistema de planificación que aproveche talento y experiencia para anticipar circunstancias y acontecimientos, atenuar posibilidades de error, fundados en el conocimiento del pasado y las vivencias presentes. Que despeje incertidumbre y permita afrontar eventualidades originadas en percepciones y actitudes de la sociedad civil e individuos, en fenómenos físicos y meteorológicos, acciones de otros países, influencias de OIGs, ONGs y CTNs, comportamiento de mercados, empresas e inversionistas, avances tecnológicos, entre muchos. En suma, que guíe la actividad pública con enfoque metódico e imponga organización, responsabilidad y disciplina: al Estado con carácter coercitivo y a particulares en forma indicativa.
Los mercados no se vuelven eficientes ni competitivos por abrirse a la competencia internacional, privatizar empresas del Estado, desregular actividades económicas o eliminar trabas, normas y disposiciones. Están sujetos también a herencia cultural, contexto histórico, social y político, pues la estructura institucional y la organización de la sociedad derivan y son expresión de ellos y concurren a su competitividad sistémica, que trato en Capítulo 75, infra.
Enfrentar los retos del globalismo demanda acondicionar la estructura de la sociedad, su organización y los aspectos esenciales de la nación-Estado a la realidad actual. Se requiere introducir innovaciones institucionales, dice Forrester, junto a las tecnológicas, que trasformen gobiernos y sociedades, con la mente puesta en impulsar la economía y repartir la prosperidad como mecanismo que trasfigure el mundo en beneficio del género humano.[360]
Es forzoso un esfuerzo poderoso, fincado en instituciones que garanticen libertades políticas, concedan oportunidades económicas y sociales y eliminen —o al menos reduzcan— iniquidades sociales, en los términos que prescribe la Constitución, como plataforma de lanzamiento del proceso que conduzca al bienestar-bienser de la población, que es el fin. Renovar las instituciones es uno de los medios.
- Ajustes complementarios
Sugiero algunas reformas de estructura.
Periodo presidencial. El régimen sexenal instituido en 1934 basado en el principio de no-reelección es congruente con el presidencialismo. Mas comprime la gestión efectiva a unos cuatro años, porque el primero se emplea en familiarizarse, aprender, programar y organizar y el último en terminar obras pendientes y preparar la sucesión.
Recomiendo período presidencial cuatrienal, con posibilidad de una reelección consecutiva, para acumular máximo de ocho años. El voto premiaría al capaz con un periodo adicional o sustituiría al incompetente en cuatro años. En EUA da buen resultado.
Asimismo, es pertinente recortar a dos meses el interregno que trascurre entre elecciones y toma de posesión, de julio a 1° de diciembre, durante el cual se debilitan las actividades del gobierno federal.
Estructura del Congreso. El Senado se integra por 128 miembros: 96 elegidos y 32 plurinominales. Los partidos designan a la cuarta parte. La Cámara de Diputados tiene 500 miembros: 300 elegidos y 200 plurinominales. Los partidos designan al 40%. De hecho un tercio de los congresistas son delegados de partido, comprometidos a defender los intereses de éste, no de los ciudadanos, a quienes no representan, pues no los eligieron. Por ser los más participativos e influyentes el parlamentarismo mexicano es dominado por los partidos: es partidocrático.
Hay un diputado por cada 200,000 habitantes y 4 senadores por Estado. En EUA son 435 representantes (diputados), uno por cada 678,000 habitantes, y 100 senadores, 2 por Estado, todos electos por voto. La situación es aberrante. Se justificó cuando PRI regía y se concedían escaños a partidos para que le hicieran contrapeso y simular democracia. Ahora resulta anacrónico, embrolla actividades electorales y legislativas y representa costo gravoso y estéril. Lo juicioso es conservar a los 300 diputados y 96 senadores elegibles por votación y abolir la figura plurinominal.
Reelección de congresistas. El trabajo legislativo es pobre y deficiente porque alto número de parlamentarios carecen de preparación, experiencia, interés y compromiso. Toman el puesto como premio, recompensa, canonjía, fuero, escalón de ascenso, escenario para protagonismo, fuente de negocios o modus vivendi descansado.
Hay que profesionalizar y dignificar la función; darle prestigio; convertirla en apostolado; endurecer requisitos para aspirar al cargo, y prohibir el desempeño de otros empleos mientras se ostenta.
Va de la mano de permitir la reelección de legisladores, para que adquieran experiencia y se dediquen a su labor con voluntad, entrega y eficacia, así como para que los ciudadanos los conozcan, ejerzan su voto con base en su actuación y ratifiquen en su cargo a los capaces, quienes se esmerarían, mantendrían contacto con sus representados, se especializarían, harían carrera, aportarían talento y experiencia. Los incompetentes serían desplazados.
Servicio público de carrera. Es ínfima la calidad profesional de la planta gubernamental. Urgen mecanismos de selección, preparación y administración de trabajadores del Estado, que inculque vocación de servicio y convierta el quehacer burocrático en ocupación digna, estable, remunerativa, justa y eficaz.
Doble ronda electoral. Sartori sugiere implantar doble ronda de votación o segunda vuelta, que brinde legitimidad al voto popular.[361] Dada la inmadurez electoral de los mexicanos es práctica acertada para que al votar reflexionen, confirmen sus preferencias y tengan certeza de que la selección es legítima y democrática.
Financiamiento de partidos políticos. El presupuesto es 4,926 millones de pesos en 2006. Debiere cancelarse o al menos limitarlo y establecer requisitos severos para otorgarlo. Prohíja partidos de membrete, es fuente de negocio para camarillas o familias. Complica, encarece y distorsiona procesos electorales. Se creó para patrocinar partidos comparsas de PRI, dar pluralidad al sistema y evitar que se distraigan recursos públicos con ese fin y que se involucren empresas o crimen organizado. Es residuo del paternalismo/hijismo. No tiene sentido cuando PRI no es centro de gravedad. Los partidos deben ser sólidos, maduros y capaces de sostenerse por sí mismos.
Participación ciudadana. Se puede inducir mediante figuras como referéndum, plebiscito e iniciativa popular, que permitan a electores opinar en temas de trascendencia social que les conciernan directamente.
La reforma del Estado es proceso delicado, arduo y tardado. Debe realizarse de manera programada y sostenida, aunque en forma gradual para evitar desequilibrios, como acto soberano, fincada en principios, valores y normas que moldean la conciencia nacional.
Cabe recordar otra enseñanza de Maquiavelo: “para que los gobiernos y las instituciones tengan una vida prolongada, deben organizarse en tal forma que sean capaces de volver a sus principios fundamentales.”[362]
Esta recomendación es medular en México, donde existen grupos excluidos que deben incorporarse a la civilización nacional sin renunciar a sus culturas, en los términos expuestos en Capítulo 36.
- El Estado inductor
El pasado colonial lega a México feudalismo económico, manifesté. Va paralelo a feudalismo político, que para Maquet es “modo de definir las funciones de gobernante y gobernado. […] Las instituciones feudales promueven, entre dos personas desiguales en poder, relaciones de protección por una parte y, por otra parte, de fidelidad y de servicio. Ligan el señor al vasallo, […] el dueño al cliente (desde un nivel superior a un nivel inferior de la estratificación).”[363]
México mantiene feudalismo político, materializado en gobierno central autoritario, que se encarga de todo e impone decisiones a los ciudadanos. Lo recomienda Maquiavelo en siglo 16°, quien asevera que la política es manejo del poder e instrumento para establecer orden.[364] Lo reitera Hobbes 138 años después.[365] Las enseñanzas de ambos han inspirado actividades políticas del mundo durante cinco centurias.
Ejerce paternalismo y con él incurre en arbitrariedad, corrupción, impunidad e injusticia. Al mismo tiempo patrocina hijismo, cultura de dependencia, al proteger, mimar y subsidiar a los ciudadanos, quienes no saben tomar decisiones y son indolentes: se manifiesta en falta de espíritu cívico, sentido de solidaridad y responsabilidad compartida; desacato a formas de convivencia; indisposición para trabajar en labores de bien común.
Comulga con la filosofía maquiaveliana plasmada en el apotegma “el único fin del Príncipe debe ser conservar su vida y su dominio. Todos los medios de los que se sirva a este respecto, estarán justificados.”[366]
El Estado mexicano ha demostrado habilidades y recursos estrechos para cumplir sus obligaciones como debiera. Es indispensable reformarlo, con fundamento en taxonomía profunda y diagnóstico realista completo y veraz.
No puede dejar de actuar como Estado benefactor, ante la gravedad de la miseria y multitud de necesidades, sostuve al tratar el tema educativo. Lo repito con acento en lo político. Pero ha de responder a plan sistemático, razonado, que especifique prioridades y asignación de recursos y no conceda ayuda social como benevolencia caritativa o con fines demagógicos, sino como sustento en tanto se encuentran oportunidades de obtener ingreso, salvo en casos justificables como incapacidad física, mental o por edad.
Es preciso que asuma papel de Estado inductor e induzca desarrollo: promueva fuentes de empleos; motive al trabajo; despierte espíritu de solidaridad; imponga cumplimiento de actividades cívicas como contrapartida de los beneficios aportados por las políticas sociales, y destierre la cultura de dependencia, como recomiendan Kymlicka et. al.[367]
- La vía viable[368]
Los filósofos clásicos centran el ideal de democracia en la justicia, como disfrute de garantías políticas iguales y de valores de la vida pública. Constant las llama libertades de los antiguos. Se les contraponen las de los modernos: de pensamiento, conciencia, derechos básicos de la persona y de la propiedad e imperio de la ley.[369] Lo deseable es conjugar ambas nociones e implantar justicia en una sociedad plural, mediante arreglo adecuado de instituciones políticas y sociales básicas en el marco de una democracia constitucional, arguye Rawls.[370]
Para Touraine “la igualdad política, sin la cual no puede existir la democracia, no es únicamente la atribución a todos los ciudadanos de los mismos derechos; es un medio de compensar las desigualdades sociales.”[371]
Valadés apunta: “la democracia sin compromiso y sin contenido, considerada como mero criterio instrumental para dirimir las luchas por el poder, representa una vuelta atrás que niega el carácter social y democrático del Estado de Derecho moderno, y se sabe que el Estado Liberal de Derecho no fue capaz de impedir que accedieran al poder incluso opciones totalitarias.”[372]
Palacios Alcocer dice: “para avanzar en el camino de la democratización es preciso transformar radicalmente no sólo las estructuras del Estado, sino también su cultura de poder, lo que significa desaparecer el Estado burocrático ajeno a los ciudadanos, impenetrable, desalentador de la participación para dar lugar a otro abierto, corresponsable y plenamente representativo.”[373]
Teorías contemporáneas consideran que “un régimen democrático no requiere que el pueblo ejerza un control efectivo sobre el gobierno, ni que existan virtudes cívicas que promuevan la participación de la ciudadanía en el ejercicio del poder político,” enuncia Velasco Gómez. “Requiere más bien de un sistema político estable que, gracias al arreglo institucional y a las características del electorado (pluralismo moderado), permita una renovación pacífica del gobierno y, al mismo tiempo, asegure a éste autonomía en el ejercicio del poder.”[374]
“La reivindicación de la libertad —la ausencia de dominio; la vida en un «estado libre»— unificaría, sintéticamente, a las distintas visiones republicanas. Es ese estado libre el que va a permitir la grandeza y el crecimiento de la comunidad y, sobre todo, el que va a posibilitar que los ciudadanos puedan perseguir libremente sus propios fines,” afirma Gargaella.[375]
Estos criterios son útiles para alumbrar la sustitución de presidencialismo autoritario por versión moderna de republicanismo, que permita a México hacer frente a los retos que imponen liberalismo, globalidad, democracia y sociedad civil renovada. El avance tomará tiempo y ha de ser paulatino, pues existen estructuras y hábitos que respaldan el autoritarismo.
La coexistencia de presidente de la república (o gobernador estatal, en su caso) de un partido, con el congreso dominado por otro(s) partido(s) origina parálisis legislativa y obstruye el ejercicio del poder gubernamental, como se observa desde 1997. Es costo de aprendizaje. Por salud democrática ha de consentirse, para impedir nueva edición de autoritarismo, o neopresidencialismo.
Atenuar la parálisis conlleva que el presidente se despoje de su capa de soberbia; que comprenda en qué consiste el cambio, se democratice, cabildee, dialogue, convenza, ceda y logre consenso con senadores y diputados, gobiernos estatales, ONGs, ETNs y empresas; esto es, con sociedad civil, grupos de poder y ciudadanos.
Culminar la transición impone abolir la mentalidad presidencialista, descentralizar el mando, establecer nuevo equilibrio de fuerzas, ambiente de colaboración, autonomía de protagonistas, por acuerdo plural y acuerdo social de manera ordenada, estable y pacífica, sin crear turbulencia inconveniente.
La actualización política de México es parte de la metamorfosis cultural y requiere de ella. No se genera en forma súbita, drástica ni proviene del exterior, si bien recibe su influencia. Se finca en principios, valores, reglas y experiencias fraguados en la conciencia social desde antes de la conquista. Es cuestión que debe resolverse desde los ángulos teórico, histórico, ideológico y práctico acorde a la realidad nacional actual.
Empero, México está atrapado en el círculo vicioso descrito por Mac Pherson: “no podemos lograr más participación democrática sin un cambio previo de la desigualdad social y la conciencia, pero no podemos lograr los cambios de la desigualdad social y la conciencia si antes no aumenta la participación democrática.”[376]
Es importante elegir la ruta más conveniente asequible: la vía viable.[377] Seguir la línea del eclecticismo y tomar lo mejor de los patrones disponibles para adaptar el Estado a las circunstancias reales, con un paradigma funcional y efectivo. Acoplar el sistema de gobierno a las condiciones cambiantes de economía y sociedad con suavidad, sin ocasionar fluctuaciones ni trastornos. Reconstruir el aparato estatal con el propósito de hacer consistente el desarrollo cultural con el de la economía y el de la sociedad; conciliar el dinamismo vertiginoso de los mercados con la situación de las familias; buscar armonía entre producción —hecho social— y consumo —hecho individual— con criterio humanístico y realista, en el contexto de la globalidad.
Subrayo realista, porque muchos corazones abrigan la ilusión de que la democracia política se complemente con democracia económica. Sartori hace notar que esta dificultad no se resuelve, porque el adjetivo económica sólo puede ser referido a la economía. “No hay ninguna respuesta fácil a la forma en que la toma de decisiones democrática se ajusta a los costos, a la productividad, a las utilidades, y a la sobrevivencia en los mercados mundiales competitivos.”[378]
Es ilusorio que la economía opere con equidad absoluta para todos los seres humanos y que los sistemas sociales trabajen con perfección. No sucede en la naturaleza ni en el mundo de verdad, en particular en naciones subdesarrolladas. Marx y Engels lo suponen y cometen el magno error a que aludo en varios pasajes, objetivado en el fracaso de URSS. La realidad derrota a la utopía.
Schmidt opina: “es notable que Marx, que justamente coincide con Hegel en el rechazo de todo utopismo abstracto, se trasforme en quizás el utopista máximo de la historia de la filosofía.”[379] Para sustentarlo cita al propio Marx: el comunismo es “la verdadera solución del conflicto del hombre con la naturaleza y con el hombre,” así como a Engels: el socialismo es “la conciliación de la humanidad con la naturaleza y consigo misma.”[380] Ambos se dejaron llevar por pasión, fantasía y soberbia.
Ergo, es estéril proponer utopías: hay que ser juicioso y determinar la vía viable: la que ofrece posibilidad de conducir al país a un destino predeterminado según capacidades, obstáculos, relaciones de poder, leyes de mercado, individualismo y contextos cultural, político, institucional, económico y social existentes, no imaginarios ni ideales.
El desafío es organizar todo y fundirlo en el sistema integral de planificación que propongo, apegado a lo que razonablemente puede ser, jamás lo que sería deseable.
Maquiavelo prescribe: lo importante no es determinar qué tipo de gobierno desea una nación, sino cuál puede tener. Su consejo se sintetiza en que gobernar es detentar poder para mantener orden y perseguir los objetivos de interés nacional que es factible alcanzar según las circunstancias y recursos disponibles.[381]
Es provechoso atender a Habermas y exigir que en los gobernantes concurran ética; teoría científica; habilidades prácticas, y prudencia o buen juicio, que cito en Capítulo 47.[382]
Buen gobierno es el que se apega a las cuatro, de manera que actúa con sabiduría, experiencia, racionalidad y rectitud para adaptar la nación-Estado a las circunstancias internas y exteriores reales; comprender cada uno de los fenómenos que le afectan; hacer un manejo inteligente de los recursos disponibles; anticiparse a problemas; aprovechar las oportunidades; tomar decisiones apropiadas, y lograr que mejoren las condiciones de vida de la sociedad con equidad y justicia.
Para lograrlo es imprescindible disponer del sistema de planificación apropiado; utilizar con habilidad la información; sacar el mayor provecho a los conocimientos y experiencia, y mantener ambiente social de confianza, entusiasmo, colaboración y esfuerzo común y solidario.
Cuando el país se desarrolle satisfactoriamente significará que se ha elegido la vía viable.
Sexta parte
Reto demográfico ________________________________________________________
- Dinámica de población
Antes de tratar el dilema económico es pertinente exponer el reto planteado por el incremento demográfico en el ámbito subdesarrollado, que “ha dislocado el equilibrio tradicional entre población, recursos naturales y tecnología,” compendia Myint.[383]
A fines de siglo 18º Malthus advierte que la población crece en forma exponencial y amenaza a la humanidad, pues la producción de alimentos avanza a ritmo aritmético.[384]
La explosión demográfica es reciente: la Tierra albergaba 10 millones de personas hace 12,000 años. La revolución agrícola la eleva a 250 millones al iniciarse la era cristiana. Alcanza 1,000 millones alrededor de 1750, con la revolución industrial. En 1930 supera 1,500 millones y en 1960 es de 3,000 millones. Luego, por avances en ciencia y tecnología, desciende la mortalidad, se dispara la producción de alimentos, se invalida el augurio de Malthus y se anatemiza su teoría.
Pasada la última guerra mundial se registra estampida de bebés (baby boom) en EUA y Europa y la cifra se eleva a 3,700 millones en 1970,[385] con lo que revive la inquietud malthusiana.
En 1972 Meadows et. al. definen el predicamento de la humanidad: el planeta llegaría al límite de crecimiento en 100 años, de mantenerse las tendencias de población, producción de alimentos, contaminación ambiental y agotamiento de recursos.[386] Dos años después Mesarovic y Pestel lo ratifican y sugieren atacar el problema en un contexto global, por medio de acción concertada y enfoque de largo plazo.[387]
En 1975 ONU presenta tres escenarios de población para el año 2000: bajo, 6,000 millones; medio, 6,500 millones, y alto, 7,100 millones.[388] El 12 de octubre de 2000 alcanza 6,000 millones: alcanza la hipótesis baja.
En los pasados tres siglos el orbe presencia transición demográfica caracterizada por cuatro estadios:[389]
Crecimiento estable: tasas de natalidad y mortalidad altas que se neutralizan, en siglos 18° y 19°.
Crecimiento acelerado: tasa veloz de natalidad, con mortalidad descendente. Ocurre en el mundo avanzado a partir de segunda mitad de siglo 19º y un siglo después en áreas subdesarrolladas.
Crecimiento moderado: ambos coeficientes se suavizan y con ellos la tasa general, gracias a programas oficiales y concienciación de estratos medios y superiores. Se observa a comienzos de siglo 20º en regiones prósperas y hacia el último cuarto del mismo en economías emergentes.
Crecimiento lento: disminuyen ambas tasas y el ascenso demográfico se estaciona cerca de cero. Es la situación de naciones ricas desde el último tercio de siglo 20º.
En el quinquenio 1995-2000 la población mundial avanza 2.9% al año, con tasa de natalidad de 4.7% y mortalidad de 1.8%.[390] En regiones prósperas la tasa general es 0.4% anual; natalidad de 2.4%, y mortalidad de 2.0%. Preocupa la lentitud. Los mayores de 65 años representan 22%: significa pesada carga en pensiones, servicios asistenciales y médicos. Escasea mano de obra, que se suple con inmigrantes, con sus complicaciones políticas y sociales.[391]
En áreas subdesarrolladas la población se eleva 3.6%, con natalidad de 5.3% y mortalidad de 1.7%. Más de la mitad es menor de 15 años. La prolijidad es rémora del desarrollo: invertir 20% del producto interno bruto (PIB) en un país cuya población crece 3% anual se traduce en aumento de sólo 1% del PIB por habitante (PIB/H), porque lo producido se destina a alimentar bocas, en vez de crear excedente.
Se calcula que habrá 8,300 millones de personas en 2025: 1,200 millones en la porción opulenta y 7,100 millones en la pobre. En la primera quizá crezca 4%; en la otra diez veces más: 40%.
México registra 14 millones de habitantes en 1900, con incremento de 1.4% anual.11 En 1950 hay 26 millones y crecen 3.1%. Se duplican en 1970 al alcanzar 48 millones. En 2000 se duplican de nuevo, para sumar 100 millones, en tanto la tasa se reduce a 1.8%. Hoy el ritmo es menor a 1%; pero cada año nace un millón de bebés.
El ascenso es efecto de: mejores servicios médicos, salud pública y asistencia social, que abaten tasas de mortalidad; mejor calidad de vida y alimentos más nutritivos elevan longevidad; desarrollo económico estimula la natalidad, e instinto de supervivencia, pues en comunidades pobres, sobre todo rurales, donde los niños trabajan y ayuden a conseguir ingreso. Además, está influido por tabúes, mito e ignorancia.
El tabú relevante es religioso, ya que 90% de la población declara ser católica y este dogma prohíbe el control natal por medios mecánicos. Ningún Papa ha hecho frente al tema, tal vez porque en Europa no existen miseria, desnutrición, enfermedad, ignorancia, venta de doncellas, explotación infantil y niños de la calle que se prostituyen, drogan y engrosan grupos lumpen y delincuencia. Además, se cree que concebir es designio divino y debe aceptarse, “por ser la voluntad de Dios.”
El mito es que este país está subpoblado y sus casi 2 millones de kilómetros cuadrados son cuerno de abundancia. Adelante demuestro que está sobrepoblado y que se trata de territorio montañoso, desértico, árido y selvático, impropio para labores agropecuarias, aun cuando cuenta con otros recursos mal aprovechados, que también examino luego.
La ignorancia es mal congénito (la trato en Capítulo 43). Quienes la sufren desconocen elementos de biología, higiene y procreación; rigen su vida sexual por instinto animal y ejercen cautiverio machista de la mujer; no discurren que tienen responsabilidades en la sociedad; no comprenden por qué deben planificar la familia ni les interesa.
El 60% de los habitantes se aglutinan en 14 Estados del centro, un quinto de la superficie. “Se manifiesta una tendencia histórica a la concentración de la población en reducidos espacios dispersos […] del territorio nacional. Esto ha generado diversas contradicciones en la organización económica y social del país en distintos órdenes, lo que se manifiesta en el desigual bienestar de los mexicanos,” señalan Urbina Fuentes et. al.[392]
Un tercio de la población sostiene al resto. En 2000 los menores de 15 años representan 36%, los inactivos 25% y los ancianos 4%.
La estructura productiva es vasta, diversa y sólida, mas insuficiente para emplear a la gente que se adiciona y el ascenso demográfico neutraliza el crecimiento económico. El PIB real se triplica de 1970 a 2000, a pesar de larga crisis en los ochentas, en tanto la población se duplica y engulle dos tercios del avance. En esa proporción se recrudece la pobreza y se debilita la estructura social.[393]
Dar ocupación, vivienda y servicios a cuatro veces la población de 1950 ha sido labor colosal, que no se evalúa en su dimensión real. El volumen de bienes y servicios producidos debe crecer más que la población. Lewis considera que un país está sobrepoblado cuando su población es tan grande que el PIB/H desciende, aunque se eleve el PIB total. En caso extremo éste disminuye.[394]
Entre 1950 y 1970 el PIB/H de México se eleva 3.5% anual. En los siguientes doce años, 2.9%. De 1982 a 1995 disminuye 1.2% anual. En el último quinquenio de siglo asciende 3.6% anual, para estancarse de 2000 a 2005.[395] El exceso de población coarta la viabilidad de progresar y multiplica la miseria.
Se calcula que habrá de 130 a 140 millones de mexicanos en 2030 y entre 135 y 150 en 2045, en el supuesto de que la natalidad decrece con suavidad y la mortalidad asciende con lentitud. Corresponde al cuarto estadio de transición demográfica.
Es importante preguntar, con Herskovits: ¿con qué volumen de población y dentro de qué límites de productividad aparece excedente económico?[396] Toca al sistema de planificación responder, no a la intuición. De allí el empeño que pongo en instaurarlo.
- Encrucijada de pobreza
Las regiones subdesarrolladas se caracterizan por alto ritmo demográfico, condiciones geográficas y climatológicas adversas y atraso cultural. Lo anterior dificulta ganarse la vida. Thompson et. al. lo nombran presión demográfica, en dos modalidades: absoluta y relativa.[397]
Presión demográfica absoluta deriva de no disponer del volumen de bienes y servicios básicos requeridos por habitante para sobrevivir.
Presión demográfica relativa proviene del “grado de privación que siente un pueblo cuando llega a conocer la pobreza de su manera de vivir comparada con la que disfrutan otros pueblos u otras clases de la misma sociedad.”[398] Se acentúa hoy con la abundancia de información.
Ambas presiones exhiben los darwinismos descritos en Capítulo 5 y desatan tensión política y social dentro de las naciones y entre ellas. Un frente para prevenirlo es contener la presión absoluta, mediante programas de control natal y planificación familiar. Es función estatal 4. Regular fenómenos demográficos. Otro frente es modernizar y racionalizar la economía, que analizo adelante. Es indispensable atenderlos asociados, con base en el plan.
México está sobrepoblado según criterio de Lewis y padece presión demográfica absoluta en términos de Thompson. Se materializa en pobreza, que Hernández Laos mide con ayuda de los conceptos canasta submínima, que marca la frontera de penuria extrema, y canasta de satisfactores esenciales, para la moderada. La primera equivale a 2.80 dólares; la segunda a 7.30 dólares.[399]
Canasta submínima cubre necesidades apremiantes de alimentación, vivienda, salud, higiene y material educativo.
Canasta de satisfactores esenciales: alimentación, vivienda, cuidados básicos de salud e higiene, cultura, recreación, trasporte, comunicaciones, vestido, calzado y presentación personal.
El cuadro muestra que la extrema asuela a casi 70% de la población en 1963. Se contrae a 34% en 1977 con el desarrollo estabilizador, descrito en Capítulo 27, para subir a 38% en 1996 por estancamiento con inflación de 1982 a 1996. La moderada asciende de 8% a 42% en el periodo. El estrato superior crece a 42% en 1977, pero se encoge luego a 20%, indicio de que se concentra el ingreso, con la globalidad.
La miseria agobia a 35 millones de mexicanos en 2000 (población total de Argentina) y 45 millones viven en penuria moderada. Suman 80 millones, evidencia de que México se encuentra en una encrucijada de pobreza, aguijoneada por presión demográfica absoluta y relativa. Es rémora del avance y muestra el impacto de que la población se cuadruplicara en medio siglo.
POBREZA EN MÉXICO
1963, 1977, 1992, 1996
AÑO POBLACIÓN POBREZA POBREZA SUFICIENCIA
TOTAL EXTREMA MODERADA ECONÓMICA
(MILLONES) ( % D E P O B L A C I Ó N T O T A L )
1963 38.5 69.5 8.1 22.5
1977 63.3 34.0 24.0 42.0
1992 84.1 32.9 41.7 25.4
1996 92.6 37.9 41.6 20.5
__________________________________________________________________ NOTA: La fuente llama pobres no extremos y no pobres lo que consigno como pobreza moderada y suficiencia económica.
FUENTE: Hernández Laos, Enrique, “Crecimiento económico, distribución del ingreso y pobreza en México,” en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 2000, p. 871.
Junto a deficiencias estructurales y tecnológicas que impiden dar empleo y generar ingreso, tres circunstancias acentúan la inopia:
Abundancia de mano de obra: determina que su costo sea bajo, por mecánica de las leyes del mercado. Aspecto demográfico.
Baja calificación de la fuerza de trabajo: incide en que sea barata. Aspecto cultural.
Inflación: se come el poder de compra del ingreso. Aspecto económico.
“Lo que caracteriza fundamentalmente a la pobreza en América Latina no es tanto el aumento relativo del número de pobres, sino la evolución de las desigualdades entre ellos,” explica Salama.[400] “Donde su número aumenta, las disparidades entre ellos crecen en igual manera. No sólo los pobres se vuelven un poco más pobres, sino que los pobres se empobrecen más aprisa que los otros pobres. Este comportamiento se atribuye básicamente a la inflación y la crisis, aunque esos factores no son responsables de la pobreza, sino de su evolución.”[401]
Es irrefutable y vigente la validez de tales asertos. Destacan la urgencia de combatir el terrible mal, con programas efectivos de carácter demográfico, asociados al educativo y al económico, insertos en el plan global tantas veces referido.
- Programa de población
En vista de que México se consideraba subpoblado, en 1936 se emite Ley general de población, que ordena fomentar fecundidad, abatir mortalidad y estimular migración interna, “para salir del atraso,” se adujo.[402]
En cuatro decenios se triplica el número de pobladores y aquélla se sustituye por Ley general de población de 1974, que establece normas para regular el crecimiento demográfico.[403]
Las realizaciones en materia demográfica no descuellan por sí mismas, sino por su efecto en la sociedad, que se aprecia tiempo después. Explica que los políticos sean renuentes a ellas, por no brindarles prestigio, y además para no enemistarse con el clero y grupos oscurantistas.
Existe Programa nacional de población 2001-2006 enfocado a regular el crecimiento natural y ordenar su ubicación territorial. Su defecto es que al no existir sistema de planificación al cual eslabonarlo, opera aislado y con visión estrecha, sexenal.
Un programa de población debe brindar orientación familiar; instrucción elemental de higiene y civismo; principios de paternidad responsable; convencer acerca de las bondades familiares y sociales de limitar el número de hijos; dotar de anticonceptivos, enseñar a utilizarlos y en general inducir prácticas responsables de natalidad que se adopten por convicción y con absoluta comprensión, pues es inaceptable imponerlas sin consentimiento.
Cada región y comunidad tiene rasgos socioculturales propios. La efectividad de los proyectos estriba en respetar usos, costumbres, hábitos, creencias, intereses, motivaciones y prácticas de cada lugar.
Es tarea titánica administrar tal programa en un territorio de las dimensiones y características del mexicano. Los logros están sujetos a la eficacia de todas las autoridades: federal, estatales, municipales y comunales.
El tema ha de verse como asunto de Estado, con enfoque integral y de largo alcance, lo que implica evadir escollos políticos, administrativos y financieros, sacrificar proyectos lucidores y dar a la cuestión demográfica la atención que merece, por ser de trascendencia universal y compromiso de la humanidad.
58. Movimiento migratorio
Otro signo de presión demográfica es la migración, interna o al exterior. A fines de siglo 20° había 120 millones de migrantes en 152 naciones (incluye refugiados), consigna Stakler.[404] Se registra flujo de 1.5 millones de inmigrantes definitivos al año, cifra trascendente para territorios expulsores y receptores.
El desplazamiento del hombre es tan antiguo como él: los grupos nómadas arcaicos van de uno a otro lado en busca de medios para satisfacer necesidades. El Éxodo del pueblo judío a la Tierra Prometida simboliza la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida. De siglo 16º en adelante América es la tierra promisoria y desde el 19º EUA, que alcanza su apogeo entre 1880 y 1910, cuando 28 millones de europeos van en pos del sueño americano (American dream): 900,000 al año en promedio.[405] Ahora todo territorio rico atrae gente, en particular de zonas rezagadas.
Cuatro fenómenos estimulan la migración. Dos son económicos, que se acentúan con la globalización: uno, reacomodo de la división del trabajo, al relocalizarse redes de producción (tratado en Primera parte, supra). Otro, ensanchamiento de la brecha ricos/pobres. El tercero es demográfico: escasez relativa de población en áreas prósperas, frente a abundancia en postergadas. El cuarto tiene raíz política: refugiados que escapan de guerras, conflictos étnicos, religiosos o ideológicos.
Las corrientes se amplían al abrirse el margen entre economías opulentas y rezagadas; disolverse URSS y quedar en el desamparo regiones débiles, que expelen población; crecer la demanda de trabajadores de baja calificación en economías adelantadas; presión demográfica en el ámbito subdesarrollado; magnetismo de naciones opulentas por sus condiciones de vida, y diferencias de salarios.
“La emigración de trabajadores es un elemento estructural del desarrollo de las sociedades, que si bien se activa como producto de las contradicciones y de las graves desigualdades que genera el sistema, también es resultado de las tensiones entre los factores de expulsión/atracción, vinculados a las necesidades de acumulación capitalista,” opina Ana María Aragonés.[406]
La corriente de personas rebasa por mucho la cuota deseada de recepción de los países elegidos y origina entrada clandestina permanente, que suscita industria de la migración, la cual ofrece empleo, medios de traslado, más visas y documentos de residencia, que no siempre se proporcionan o son falsificados. El tráfico de ilegales representa negocio de entre 5.000 y 7.000 millones de dólares, informa Stakler.[407]
Los trasmigrados despiertan xenofobia, desconfianza, discriminación e inquietud en países receptores, reacciones inherentes a la naturaleza humana, exacerbadas por organismos racistas y neonazis. Las presiones sociales y políticas inducen a los gobiernos a emprender acciones contra indocumentados, que crean conflictos entre Estados.
La globalidad estimula movimiento de trabajadores, pero no aporta mecanismos para integrarlos culturalmente ni para preparar a los nacionales a recibirlos. La comunidad de naciones es quien debe imprimirle sentido humanista, mediante programa que regule, administre y concilie puntos de vista e intereses de zonas receptoras y proveedoras, en clima de concordia, solidaridad y respeto a los derechos de los involucrados.
- Norteñización creciente
El tránsito humano entre EUA y México es ancestral, por vecindad, ancha frontera y discordancia cultural, social y económica. En la remota antigüedad las tribus nahuatlacas emigraron al sur en busca de condiciones adecuadas para asentarse. La corriente actual es inversa: los mexicanos se norteñizan,[408] se dirigen al norte, donde existe demanda insaciable de mano de obra y calidad de vida atractiva.
EUA impone restricciones a la migración. Las intensifica cuando padece crisis económica. Las suaviza en sus auges. Las fluctuaciones hacen inestable la solicitud de trabajadores y ocasiona que la relación sea volátil y conflictiva. Bustamante lo llama subdesarrollo dependiente.[409]
Nunca se ha dado cierre total de frontera, por las dificultades implícitas y porque EUA requiere fuerza de trabajo de bajo costo, accesible, diestra y de fácil adaptación cultural. Su política “ha sido asegurar a los sectores empresariales interesados, el aprovisionamiento de la mano de obra mexicana al menor costo posible, independientemente de las condiciones coyunturales de la política interna,” consistente con la responsabilidad del gobierno de asegurar eficiencia del sistema económico.[410]
A inicios de siglo 20° EUA celebró Convenio braceros con México para cubrir su escasez de mano de obra durante las guerras mundiales, donde se fijan cuotas de ingreso temporal de trabajadores. Hay dos: de 1917 a 1920 y de 1942 a 1964.[411] Robert Smith apunta: durante la vigencia del convenio ingresaron 4.6 millones de mexicanos, que “establecieron una infraestructura social para la futura migración de indocumentados,” consistente en redes de inmigrantes que trasmiten “información y referencias para la obtención de trabajo, el apoyo al momento de llegada y otros beneficios.”[412]
Durante mucho tiempo a los patronos americanos se les eximía de responsabilidad por contratar indocumentados, aunque se sancionaba a éstos. El Decreto de reforma y control migratorio de 1986 (Immigration Reform and Control Act) o Ley Simpson-Rodino, establece castigo a quienes empleen ilegales y amnistía para quienes llenen requisitos de estancia y experiencia laboral.[413] El Decreto de inmigración de 1990 (Immigration Act of 1990) endurece los requisitos de entrada.
En septiembre de 2001 el gobierno de EUA emprendió feroz lucha contra el terrorismo, por el atentado a las torres gemelas de Nueva York, que hace más estrictos los controles migratorios y a partir de 2005 se aprueba construir muro fronterizo, tipificar como delito la inmigración ilegal y enviar a la Guardia Nacional a proteger la frontera. Con esto el panorama se complica y se ve lejana una solución.
El censo de 2001 consigna que en EUA viven 20.6 millones de personas de origen mexicano (7.3% del total de la población). Unos 11 millones son ilegales. Según el Servicio de Inmigración y Naturalización cada año 130,000 ingresan legalmente, 3.4 millones con visas de no-inmigrante,y 150,000 en forma irregular. El Centro Latinoamericano de Demografía estima que en 2000-2005 ingresan 300,000 ilegales.[414] La Oficina del Censo señala que en ese lapso entraron unos 2 millones.[415]
Los inmigrantes desempeñan faenas agrícolas en entidades limítrofes por tradición. Con el tiempo se esparcen y se les encuentra en múltiples actividades, por todo EUA.
La relación de salarios mínimos legales de aquí respecto a los de EUA es 13/1-14/1, informa Smith. En 90 años se reduciría a la mitad. La propensión a emigrar se revertiría cuando la relación fuera 4/1-5/1.[416]
La salida de gente responde en pequeño grado a la presión demográfica absoluta. Resulta más bien de presión demográfica relativa, concretada en realizar el sueño americano. Quienes cruzan la frontera no pertenecen al segmento de pobreza extrema: tienen instrucción suficiente para desempeñar tareas urbanas, comunicarse, viajar al extranjero, disponen de dinero para pagar a polleros (traficantes) y costos de traslado. No huyen de la indigencia: aspiran a mejor empleo, mayor ingreso, ambiente agradable y oportunidad de aprender. Comparan la calidad de vida de uno y otro lado.
Se pensaba que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) reduciría la corriente migratoria, al estimular la creación de empleos. No hay razones para que se dé en forma lineal e inmediata, opina Alba: “las condiciones del mercado laboral constituyen un legado muy pesado y […] el tiempo previsto para que las disparidades puedan reducirse es bastante largo.”[417]
Las maquiladoras fronterizas —examinadas en Capítulo 77— sirven de escala en la marcha a EUA. Según encuesta de 1995 en esas plantas, la mitad de trabajadores manifestaron anhelo de cruzar la línea.[418]
Pueblos y regiones enteras tienen tradición de norteñizarse: irse al norte (EUA). Es intensa en nueve Estados que aportan más de la mitad de emigrantes: Aguascalientes, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, San Luis Potosí y Zacatecas. Sería sensato crear allí polos de desarrollo para retener a la gente.
El tránsito humano origina ingreso en ambos países: en EUA por gasto en vivienda y manutención de inmigrantes. En México por sus remesas: 20,000 millones de dólares en 2005.
En EUA se arguye que los mexicanos roban puestos a ciudadanos de allá. Bernard les contradice: “las oportunidades de empleo en cualquier sociedad no se fijan en un nivel particular, sino que se expanden con el crecimiento de la población.” Un fenómeno semejante se produce cuando “los inmigrantes como consumidores causan una expansión del mercado. También estimulan gastos crecientes de inversión, con lo cual a su vez contribuyen a incrementar la demanda agregada. Es más, los inmigrantes contribuyen de manera importante al progreso tecnológico y la actividad empresarial.”[419]
Huntington teme que el flujo de inmigrantes hispanos divida a EUA en dos pueblos, con dos culturas y dos lenguas, pues aquéllos forman sus propios enclaves y no se integran a la cultura dominante. Advierte que EUA corre un riesgo si ignora el desafío.[420]
Comoquiera, acoger extranjeros es tradición de EUA, mosaico de razas, fundidas en nación pluricultural sui generis, de corte republicano, que antepone el respeto a la ley y a las instituciones y el amor a la patria a toda consideración. Actúa con celo contra quien invade su territorio, sin importar su procedencia. Combate a infractores en general, no a mexicanos en particular. Ciertos grupos discriminan a inmigrantes por instinto, egoísmo y temor a ser desplazados, que originan xenofobia, fenómeno distinto, normal, que Durkheim llama sociopsicológico.[421]
El gobierno mexicano no considera “tan esencial” el problema migratorio, opina Bustamante. Más bien lo concibe como “cuestión de «dignidad nacional» respecto de la cual se reclama acción gubernamental. […] No se cuestiona la emigración de trabajadores sino su recepción en aquel país.”[422] Pregunto si el motivo principal —falta de oportunidades de trabajo en su patria— no atenta contra esa pretendida dignidad.
Las autoridades vigilan la salida de nacionales según normas migratorias regulares. Colaboran con las americanas, sin concederle atención especial. En cambio se esmeran en perseguir y extorsionar a repatriados, sobre todo en temporada invernal, cuando visitan a sus familiares. Es redituable y encaja en la cultura de corrupción.
Este país no retiene a sus ciudadanos con fuentes de empleo digno y bien remunerado. En cambio, critica y reclama acciones de EUA para combatir el acceso ilegal de personas y aboga porque se les acepte y legalice, manera fácil de deshacerse de ellas.
El problema se complica porque México es vía de paso de aspirantes de otros países, no sólo latinoamericanos. Tiene que vigilar que no se internen en su territorio e impedir que traspasen las fronteras.
Llegar a acuerdos bilaterales para ordenar movimientos de humanos es asunto complejo. Bustamante recomienda: “para entender tanto la dimensión perceptual como la estructura del fenómeno de la migración México a Estados Unidos es necesario partir de la premisa de que el fenómeno responde a la interacción de factores situados en ambos lados de la frontera. No se trata de un fenómeno denominado en sus causas por lo que sucede en un país, sino por lo que pasa en ambos, en el complejo espectro de las relaciones bilaterales tanto económicas como sociales y culturales”[423] —y políticas, cabe añadir.
Hace falta programa formulado con enfoque sistémico y metodología de planificación, bien fundamentado, completo, que consigne datos de oferta, demanda y propuesta concreta. Estimar el número de personas que desean emigrar y su taxonomía; cuantificar demanda potencial y efectiva de trabajadores en EUA; definir sus características; adecuar la oferta a la demanda, y pasos para regular y administrar los flujos, con base en cuotas de trabajadores clasificados por habilidades, determinadas bilateralmente y formalizado en convenio bilateral.
Para EUA el problema tiene tres aristas: elevada cantidad de residentes ilegales; influjo continuo, creciente de migrantes clandestinos, y necesidad insaciable de mano de obra. Sus dilemas son: ¿Qué hacer con los primeros: perseguirlos y deportarlos o regularizarlos, según características y años de residencia? ¿Cómo contener el tránsito ilegal: con más policías, Guardia Nacional, barda? ¿Cómo disponer de la fuerza de trabajo que requiere para cubrir las necesidades de su economía: conceder más visas, firmar convenio y fijar cuotas? Corresponde a sus autoridades resolverlo, en coordinación con las de acá. Remedio indirecto es invertir en polos de desarrollo en zonas de fuerte emigración.
La taxonomía y el diagnóstico permiten definir el asunto en su verdadera dimensión en ambos lados. Lo recomendable es que a partir de ellos los dos gobiernos solidariamente, de común acuerdo, establezcan objetivos, estrategias, políticas, metas y tácticas de carácter integral, de largo plazo, en los términos reiterados.
- Programa de empleo
Los factores productivos —tierra, trabajo, capital y tecnología— son los únicos creadores de valor. Su volumen, calidad y proporciones como se reparten en una comunidad determinan el tamaño del ingreso y su distribución. Diferencias educativas y de riqueza hacen que el común de la gente disponga sólo de mano de obra; de allí que el empleo de ésta sea indicador de condiciones sociales.
Desempleo e inflación son los azotes económicos más temidos, ya que repercuten en el ingreso de las personas y encarnan las preocupaciones esenciales de familias, economistas, antropólogos, sociólogos, empresarios y políticos, desde siempre.
Desempleo es fenómeno complejo; se presenta en tres versiones:[424] Friccional, por movimientos y ajustes (fricciones) en el mercado de trabajo. Se advierte en el plazo corto. Es normal en el capitalismo: “un mercado de trabajo libre no podría funcionar sin cierta cantidad de desempleo friccional,” considera Mansfield.[425]
Estructural, resulta de modificaciones en la estructura productiva, gustos de los consumidores, innovación tecnológica, crecimiento de población y políticas gubernamentales. Su efecto es de plazo largo.
Cíclico: se presenta en la etapa descendente del ciclo económico, cuando muchos trabajadores son despedidos. Su duración e intensidad son variables, pero temporales.
La población económicamente activa (PEA) de México es 43 millones de personas en 2004.[426] El empleo formal significa 42% de esa cifra, coincidente con 18 millones de afiliados a IMSS e ISSSTE. El desempleo abierto es irrelevante: alrededor de un millón ó 2%.
Ante la estrechez del mercado de trabajo los desocupados se decican a actividades no registradas sin cubrir impuestos ni recibir beneficios y prestaciones de ley. Se enrolan en la economía informal. Efectúan tareas simples, de bajísima productividad; no aportan valor ni excedente. Muchas son ilícitas. Sus percepciones son trasferencia del ingreso de quienes tienen ocupación productiva. Constituyen desempleo encubierto o subempleo, donde se refugian 24 millones de mexicanos.
Exceso de oferta de mano de obra, baja calificación y productividad ínfima establecen patrón general de remuneraciones pobres. El fenómeno se contagia al sector moderno, pues por la competencia los trabajadores aceptan emolumentos menores a los de mercado, lo cual deprime los tabuladores. Los sueldos inferiores (marginales) determinan su nivel general. Responde a ley económica.
El régimen de salario mínimo obligatorio pretende romper esa inercia. En México fue útil hasta 1973, al menos en el sector formal. Se revisaba bienalmente. Entre ese año a 1976 se decretan cinco aumentos que provocaron espiral inflacionaria, distorsionaron los tabuladores y el salario mínimo dejó de reflejar las condiciones del mercado. Ahora se usa como referencia para negociaciones contractuales y fijación de multas.
Aunque los sueldos ascendieron nominalmente con tales aumentos, su poder adquisitivo se abatió 75% en términos reales en el resto del siglo; provocó sustitución de obreros por maquinaria, y desalentó la contratación de trabajadores de planta.
El régimen salarial tiene que basarse en tiempo, cantidad, calidad y productividad de trabajo y adecuarse a las relaciones patrono-trabajador, sindicatos-empresas, sindicatos-trabajador. Los sueldos no deben subir por decreto, sino por aumento de la demanda de brazos, creación de fuentes de empleo y mayor capacitación y adiestramiento.
En México se aprecian problemas laborales observados en países desarrollados, descritos en Capítulo 20: abismo salarial entre personal calificado e impreparado; remuneración castigada en plazas permanentes y seguras, que se sustituyen por turnos cortos, puestos de tiempo parcial, contratación externa, tareas por cuenta propia, microempresas y jubilación forzada. Esto complica el cuadro y confirma la urgencia de planificar el mercado de trabajo.
La tarea exige formular su taxonomía y diagnóstico, a escalas local, regional, nacional y global, con base en los censos, que describen características de recursos humanos y empleos disponibles, por sectores y ramas, en cada dimensión territorial.
Es preciso atacar el problema en conjunto, mediante estrategias que creen oportunidades para el mayor número posible de demandantes, según tamaño y estructura de la población, disponibilidad de recursos naturales e infraestructura, capacidad del aparato productivo, condiciones de comercio exterior y disponibilidad de excedente para invertir. Se han de detallar objetivos, políticas, estrategias, programas, tácticas, proyectos e instrumentos que conduzcan al mejor aprovechamiento posible de la oferta de mano de obra.
Hace falta crear condiciones propicias para proporcionar ocupación e ingreso estables a subempleados; establecer mecanismos para ocupar cesantes por fluctuaciones estacionales, cíclicas y eventuales; absorber empleo emergente por ascenso demográfico, y sustituir labores improductivas por dinámicas y remunerativas.
Es indispensable emitir nueva ley laboral, congruente a las circunstancias actuales, dentro del enfoque integral y humanístico de la planificación que propongo.
Si se logra que el máximo posible de trabajadores tenga puesto productivo remunerado se cumplen dos objetivos: se fortalece el aparato económico y mejora la calidad de vida de la comunidad. Es elemento esencial del plan integral de desarrollo.
Séptima parte
Dilema económico
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- Promover el bienestar-bienser
El dilema económico de México y países semejantes se compendia en ¿cómo elevar el nivel de vida de la población?, lo cual lleva a plantear: ¿cómo desarrollar la economía? Es el alma de los programas gubernamentales, porque lo que más inquieta a los votantes es tener medios para satisfacer sus necesidades y alcanzar su bienestar-bienser, amén de que las estrategias económicas son accesibles, dúctiles y efectivas.
Resolverlo corresponde a cinco de las diez funciones estatales enumeradas en Capítulo 31: 6. Fomentar desarrollo económico y mantener estabilidad monetaria; 7. Corregir fallas de mercado; 8. Favorecer equidad distributiva; 9. Proveer bienes públicos y servicios básicos, y 10. Coordinar relaciones internacionales.
En Tercera parte, supra, analizo el tema desarrollo económico. Es objeto de la función 6, a la cual atañe corregir desequilibrios estructurales del aparato productivo y desigualdades de ingreso que configuran el síndrome de subdesarrollo.
La función 7 estriba en detectar y enmendar fallas de mercado con el propósito de elevar la eficiencia del sistema económico y unidades que lo integran. Las responsabilidades del gobierno son: fijar normas que rijan el funcionamiento de mercados; auspiciar competencia sana y equitativa; instaurar ventajas externas (externalidades positivas); combatir elementos externos perjudiciales (externalidades negativas), y en suma favorecer competitividad sistémica, que detallo en Capítulo 65. En el 67 defino externalidades. Son prácticas imprescindibles en el liberalismo, el cual favorece condiciones monopolísticas que realzan las fallas, afectan a empresas y consumidores y agravan injusticias sociales.
Algunas actividades requieren atención preferencial, por su importancia estratégica o porque de ellas dependen muchas familias, como agricultura y empresas pequeñas, a las que el Estado debe prestarles orientación, apoyo técnico, protección y financiamiento.
La función 8. Favorecer equidad distributiva es inseparable de fomentar el desarrollo, pues el bienestar-bienser general implica desvanecer diferencias de ingreso causadas por desigualdades culturales e incapacidad del aparato productivo para dar empleo suficiente.
Medidas directas para procurarlo son: redistribuir el ingreso por medios fiscales (impuestos progresivos, que gravan más a quien más tiene) y asistencia social.
Lo primero es efectivo donde el ingreso es alto y la autoridad tributaria eficiente. En zonas subdesarrolladas su alcance es limitado por deficiencias administrativas, alta evasión y aplicación arbitraria, que causa injusticia, despierta inconformidad y resentimiento, recorta el ingreso familiar y coarta la inversión.
Lo segundo consiste en subsidios, que no solucionan el problema, lo encubren, pero son apreciados por políticos porque les abonan popularidad y acallan su conciencia. Asignar donativos es limosna encubierta. Lo efectivo es echar a andar proyectos de superación personal y empleo productivo, no indulgencia ni caridad asistencial.
“La pobreza tiene profundas raíces sociales y el sistema político se ve restringido. […] Por ser así, la cura de la pobreza más prometedora —aunque también la más difícil— consiste en proveer oportunidades crecientes de obtener ingresos adecuados, mejor que en recapturar y redistribuir ingresos después de ser percibidos,” escribe Johnson.[427]
Esta recomendación encaja en arcaico adagio chino: es más humanitario enseñar a pescar al hambriento, que regalarle pescado. No significa que se cancele el gasto social, pero proporcionarlo en casos justificables, a cambio de contraprestaciones y de manera temporal: mientras se capacita a la gente y ésta consigue trabajo.
Las medidas indirectas consisten en crear fuentes de empleo, contener inflación y elevar productividad, asociadas a los puntos 6 y 7.
La función 9. Proveer bienes públicos y servicios básicos involucra rubros que el Estado ha de operar por su magnitud, importancia estratégica o seguridad nacional, como infraestructura, servicios comunitarios e industrias básicas, que trato en Décima parte.
La función 10. Coordinar relaciones internacionales se aboca a establecer ambiente idóneo para entablar contactos con otras naciones, defender y hacer respetar independencia y soberanía.
En el esquema proteccionista los gobiernos restringen el intercambio mediante barreras aduanales y arancelarias, devaluación monetaria y control de cambio de divisas. En el liberal la actividad estatal se concentra en allanar camino a las operaciones con el exterior; vigilar y procurar que los socios comerciales cumplan compromisos adquiridos; concertar políticas coordinadas o integradas; convenir ayuda mutua, y buscar congruencia entre políticas internas y las aplicadas a operaciones entre países.
Estos deberes han de instrumentarse con programas correspondientes a las tres fases de planificación consignadas en Capítulo 16: estructural, estratégica y táctica, eslabonadas en forma sistémica integral.
¿Qué tamaño debe tener el Estado para cumplir sus tareas? Es cuestión en que jamás habrá acuerdo.
En sociedades con marco cultural vasto, estructura económica robusta y alto bienestar-bienser son pocas las atribuciones directas del gobierno en economía. Su papel central es vigilar, orientar y brindar apoyo, salvo en situaciones críticas.
Las áreas subdesarrolladas tienen demasiadas carencias, cuya solución no corresponde a particulares, quienes no pueden o no desean buscarla. Por ende, el Estado debe participar en el grado que sea preciso, según necesidades y disponibilidad de recursos. Se debe definir su tamaño según necesidades y evaluar sus acciones con la razón costo/beneficio para la colectividad.
Los gobernantes procuran desempeñar su misión lo mejor que pueden. Su deseo se frustra cuando carecen de política de Estado apropiada, de aptitudes personales, de instituciones adecuadas y de sistema nacional de planificación. Para cumplir sus responsabilidades tienen que corregir esas deficiencias y esmerarse en que el Estado sea inductor de progreso económico, que cristalice en bienestar-bienser colectivo, más que actuar como benefactor.
- Generación de excedente
Lo primero que se antoja para impulsar una economía es inyectarle capital. Va de la mano de voluntad de economizar y acumulación de conocimientos. Son las tres causas inmediatas del crecimiento, según Lewis, examinadas en Capítulo 26.[428]
La fuente más sana de financiamiento es el ahorro interno, convertido en capital. Baran condiciona: la “inversión neta puede efectuarse únicamente si la producción total de la sociedad excede a lo que usa en su consumo corriente y en reparar el uso y el desgaste causados en las instalaciones productivas empleadas. […] El volumen y la naturaleza de la inversión neta que se efectúa en una sociedad en un tiempo dado, depende del tamaño y del modo de utilización del excedente económico generado.” [429]
Una economía subdesarrollada tiene escasa capacidad para crear excedente; además, no lo aprovecha de manera cabal, pues se merma por consumo excesivo de clases opulentas; trabajadores improductivos; organización dispendiosa e irracional del aparato productivo, y desempleo, especifica.[430] Añado costo excesivo de administración pública, ineficacia gubernamental, corrupción y criminalidad.
Todos son congénitos en México, tonificados por las prácticas desarrollistas que incubaron ambiente propicio al derroche y engrandecidos por el desorden de la adaptación a la globalidad.
El avance de este país, como todo subdesarrollado, está supeditado a acumular excedente económico y canalizarlo a sectores dinámicos, con cobertura y fuerza suficientes para modernizar actividades tradicionales, reconvertir las obsoletas e informales, dar empleo a la creciente fuerza de trabajo y diluir incongruencias regionales y sectoriales. No se da de manera espontánea: hay que inducirlo con acciones predeterminadas, especificadas en el plan y sus programas, según características, motivaciones y capacidades de cada región y sector. Tampoco se consigue de manera equilibrada ni en poco tiempo. Los adelantos son graduales, apenas perceptibles. Hacen falta voluntad, paciencia y empeño para superar obstáculos, retrasos e interrupciones.
En el proteccionismo el paradigma es crecer hacia dentro: producir para el mercado local e impedir la competencia externa. En el globalismo se busca crecer hacia fuera: hacia el mercado mundial y aprovechar los beneficios de integrarse a él. Lo racional es conjugar ambas alternativas, según capacidades y posibilidades, como lo hacen China, naciones del sudeste asiático e India, cuyo avance es notable.
Los países poderosos generan vasto excedente, por tener infraestructura robusta y capital abundante, sumados a cultura, vocación y talento empresarial, ingredientes de la voluntad de economizar, que impulsa su aparato productivo. Las dos manos que conducen la economía son eficaces y la conducen por la ruta del progreso.
Los segmentos modernos de México y naciones emergentes esbozan tendencia parecida, embrionaria, liderados por corporaciones trasnacionales. Pero una economía subdesarrollada opera de manera anárquica y deshilvanada, con pesado lastre de los sectores tradicional, obsoleto y subterráneo, oneroso en términos de productividad, ingreso nacional, excedente económico y bienestar-bienser. La globalización acentúa desequilibrios estructurales y regionales y ensancha la brecha riqueza/pobreza, por razones expresadas en varios pasajes.
Para engordar el excedente Baran recomienda utilizar recursos no aprovechados; organizar la economía para elevar productividad; reemplazar plantas y equipo obsoletos o desgastados, y ampliar instalaciones productivas.[431] Aconseja que el gobierno lo instrumente. Empero, las experiencias desarrollistas y socialistas demuestran que el estatismo es ineficaz, auspicia burocratismo y aniquila la iniciativa personal.
Lo recomendable es que la mano visible del gobierno establezca condiciones idóneas y proporcione orientación y lineamientos, para que la otra mano, la del mercado, consiga los resultados más beneficiosos posibles con el monto dado de medios. El funcionamiento libre de mercados genera inercia que las autoridades deben inducir y encauzar en beneficio de sus pueblos.
El liberalismo otorga a sociedades rezagadas flexibilidad de acción que no tenían hace medio siglo. Al abrir sus fronteras alientan la iniciativa individual; aprovechan la movilidad internacional de factores: crean o expanden ventajas comparativas y utilizan sus recursos con más racionalidad —o menos insensatez. Les brinda capacidad para generar excedente y cerrar fisuras. Con ello les facilita lograr resultados satisfactorios. Atención: digo facilita, no asegura ni garantiza, pues no es varita mágica. Lo crucial es prever, organizar y trabajar con ahínco.
Lo dicho es impensable en un intervencionismo autoritario, donde el Estado monopoliza todo, requiere cuerpo gubernamental gigantesco que entorpece administración y control; las empresas son dirigidas por políticos incompetentes; se soslayan eficiencia y eficacia, y se dilapidan recursos. La economía se opera sin enfocarse al mercado, por lo que se ofrecen bienes y servicios de pésima calidad, a precios altos, en volumen insuficiente o excesivo y con distribución defectuosa. Se observó en México varios años, como describo en Capítulos 27-28, supra.
En el esquema liberal las empresas tienen que organizarse conscientemente para sobrevivir, acicateadas por feroz competencia, que las impele a ubicar los factores donde son más redituables, en sectores de mayor dinamismo y relocalizar actividades conforme a ventajas comparativas. El inconveniente es que si no se planifica ocasiona desempleo, desplaza factores y concentra el ingreso.
Los gobiernos son impotentes para romper círculos perversos de miseria en zonas paupérrimas, porque prevalecen leyes, normas, instituciones, hábitos, intereses y circunstancias que entorpecen la modernización y por actuar en forma instintiva, anárquica e imprevista.
No pueden mantenerse igual: tienen que ordenarse a partir de reformas estructurales y sistemas de planificación, formulados desde dentro, de acuerdo a sus potencialidades, tan estrictos como lo dicten necesidades y recursos, para después liberar gradualmente, a medida que haya avances significativos, fundados en plan que permita crear excedente, localizarlo y dé lineamientos para su uso racional y equitativo.
Todo gobernante está obligado a administrar bien a la nación que se le confía y a coordinar las fuerzas de ambas manos. En eso consiste el buen gobierno del dilema político. Es el anhelo lo mismo con espíritu intervencionista que liberal. La adaptación debe obedecer a la realidad cultural, política, económica, social y tecnológica de cada país y región, de modo que el Estado ejerza su papel de inductor del desarrollo.
- Fuentes de financiamiento
Una nación-Estado es incapaz de satisfacer por sí misma todas sus necesidades financieras, por lo que se ve forzada a solicitar recursos fuera y destinarlos a proyectos generadores de empleo, ingreso y divisas. Lo imprescindible es no rebasar su capacidad de pago: 20% a 30% del saldo de la cuenta corriente de balanza de pagos, ya que “el progresivo endeudamiento exterior de un país que será incapaz de generar en períodos venideros superávit exteriores suficientes para hacer frente al servicio de su deuda, derivará en una cadena de problemas muy perniciosos para su economía. En general, una deuda exterior muy elevada desalentará todas las acciones del país deudor que tengan como objetivo favorecer el crecimiento económico y las exportaciones,” advierten Ostos Rey et. al.[432]
Personas con alma subsidiaria porfían en que las naciones ricas deben ayudar a las pobres con dinero y condonación de deudas. Son ilusas. Un país ayuda a otro si obtiene algún provecho. EUA destina partidas generosas a naciones para que salgan de dificultades o estabilicen sus economías, por evitar que le signifiquen peligro. Terminada la segunda guerra mundial emprende Plan Marshall para reconstruir Europa, porque sería provechoso para su propio avance. En 1995 EUA otorga a México línea de crédito por 20,000 millones de dólares para que salga de su crisis financiera, porque la vecindad le da carácter prioritario.
De cualquier modo, canalizar dinero a una comunidad no garantiza su progreso. Una sociedad miserable no se renueva por recibir limosna. Una economía en ruinas no se repone porque reciba dólares o euros, que se destinan a pagar deudas, atender urgencias o abultar ahorros de políticos. Por si fuere poco, acarrea deuda externa y costos.
Baran previene: “cualesquiera incrementos pequeños en la producción nacional que pudieran lograrse con la ayuda de […] inversión occidental y con la caridad que se les otorgara, serían absorbidos por el rápido crecimiento de la población, por la corrupción de los gobiernos locales, por el despilfarro de recursos que hacen las clases dirigentes de los países subdesarrollados y por el retiro de ganancias que llevan a cabo los inversionistas extranjeros.”[433] Es tan cierto hoy como hace medio siglo, cuando se escribió.
Nevin opina: “no basta con el capital, como no basta con el patriotismo. El desarrollo económico requiere mucho más que la mera aportación de capital; exige un mínimo de cualidades naturales, una fuerza de trabajo bien preparada, sana y móvil, un número adecuado de gente de empresa, ingenieros, maestros y administradores; exige también la modificación de las actitudes y de la organización social. […] En una palabra, requiere el acondicionamiento del ambiente general.”[434] Es decir, requiere talento, ingrediente esencial de la competitividad.
Los Estados ricos alcanzaron su posición después de largo proceso, durante el que adaptaron gradualmente su cultura y tecnología, acumularon capital y aprovecharon las ventajas de su territorio original más el colonizado. Entre 1948 y 1951 el Plan Marshall concede 11,400 millones de dólares a Europa, donde pronto se reconstruyen las economías devastadas por la guerra, en parte gracias al auxilio, pero más que nada por su riqueza cultural, empeño y esfuerzo.
Para que la inversión rinda frutos en un área atrasada son indispensables metamorfosis cultural, reforma de Estado y regeneración institucional, implantados de manera científica, no espontánea ni precipitada. Al planificador corresponde determinar objetivos, políticas, estrategias de financiamiento y demás elementos requeridos para desarrollar la economía, incluido el patriotismo mencionado por Nevin.
- Adaptación a globalidad
Liberar una economía e insertarla en la globalidad no es dogma de fe que se acata por convicción. Es asunto de sensatez y conveniencia. Tampoco es bálsamo milagroso que activa el desarrollo y aleja la miseria de manera inmediata e infalible. Por lo contrario: provoca desajustes y complicaciones que exacerban el atraso.
La dialéctica histórica, de la que es imposible sustraerse, modificó la naturaleza de la actividad productiva a escala planetaria y las reglas de competencia internacional. Gobiernos, empresas y sociedades civiles han de adecuar las economías al marco real, conscientes de que rige “hipercompetencia global en los mercados internacionales y nacionales, en que los países han tenido que abrir sus economías para participar en los mercados internacionales, al tiempo que defienden sus mercados internos,” afirman Villarreal et. al. [435] No se trata de doblegarse, sino de aceptar leyes naturales, respetarlas y aprovecharlas, en vez de luchar contra ellas y provocar situaciones insostenibles.
México emprende su adaptación en 1983 de modo reactivo, súbito y desordenado, impelido por grave crisis interna. El acondicionamiento es arduo y doloroso, pues al faltar el plan las fuerzas del mercado despliegan movimiento libertino —más que liberal— que patrocina confusión, desconcierto, caos, abusos, desequilibrios agudos e iniquidad social.
El impacto de acceder a la globalidad se liga a la resaca del desarrollismo. El mercado selecciona: aprueba a las empresas capaces; es implacable con las ineficientes; empuja a las eficientes y concibe nuevas, que sobreviven y crecen si se apegan a las normas. La apertura alienta importación, pues los bienes foráneos son mejores, vistosos y de menor precio, que se adicionan a malinchismo: convencimiento de que lo extranjero es mejor y brinda prestigio. Numerosas unidades incapaces de competir cierran y despiden gente.
Aún así, la planta productiva se fortalece y se incrementan producción, productividad y exportaciones, en provecho de empresas competitivas, gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que abordo en Capítulo 78, infra.
González lo describe así: “el incremento del producto, la inversión, las exportaciones y la productividad responde al inusitado crecimiento de unas cuantas grandes empresas que ante la contracción del mercado interno fueron capaces de llevar adelante un proceso de reconversión productiva que les ha permitido ingresar a los mercados foráneos en condiciones competitivas. Sin embargo, ese dinamismo aún no se ha traducido en impulsos modernizadores hacia el resto de la planta productiva.”[436]
Ortiz Cruz piensa que el proceso “ha tenido éxito en promover las exportaciones manufactureras, mas no necesariamente en producir un cambio profundo en la estructura productiva del sector industrial. Al menos no el cambio que tantas veces se ha manifestado.”[437]
Los trastornos resaltan por haber improvisado sobre la marcha y de prisa, en vez de sustentar la reconversión en un plan premeditado y gradual, con enfoque sistémico y proyectado a plazo largo.
- Competitividad sistémica
La especialización económica de un país se define por sus ventajas comparativas y la posibilidad de obtener economías de escala.[438]
Las ventajas comparativas derivan de la provisión de factores productivos —naturales, trabajo, capital y tecnología— comparada con la de otros países: indican qué se puede producir económicamente.
El concepto —introducido por David Ricardo[439] en siglo 18° y ampliado por Heckscher y Ohlin[440] en el 20°— resulta estrecho: se ciñe a productividad de los factores y no atiende a acontecimientos que moldean el ambiente humano.
Conviene enriquecer la teoría ricardiana con la noción ventajas competitivas, de mercadotecnia, que son las creadas por decisiones de sus administradores. Trasladada a la economía significa fortalezas fincadas en herencia cultural, marco político, ambiente social, modos de organización, gestión gubernamental, instituciones y forma de ser y actuar de la sociedad,[441] que proporcionan capacidades para atraer y retener inversión y mercados.
Porter las sintetiza en cuatro, expresadas en una gráfica con forma de diamante.[442]
DIAMANTE DE VENTAJAS COMPETITIVAS
PLANTA
PRODUCTIVA
FACTORES MERCADO PRODUCTIVOS ESTADO INTERNO
TALENTO
EMPRESARIAL
Factores productivos. Disponibilidad, monto, calidad y condición de recursos naturales; clase y estado de infraestructura; educación, destreza y actitudes de trabajadores; características del capital; tipo y aplicación de tecnología.
Planta productiva. Estructura sectorial, localización regional, especialización, capacidad, integración, condición, antigüedad de instalaciones, canales de comercialización, eslabonamientos horizontales y verticales, fortalezas, debilidades, grado de tecnificación, capacidad exportadora.
Mercado interno. Cultura, hábitos, poder adquisitivo, gustos, preferencias, disponibilidad de información, características de consumidores.
Talento empresarial. Desarrollo científico y tecnológico, gasto en investigación y desarrollo (I&D), capacidad innovadora, acumulación de conocimientos, capacidades de organización, administración, planeación, mercadotecnia y de gestión.
El núcleo del diamante es el Estado, quien gobierna, planifica, coordina, orienta, vigila, supervisa y guía el destino nacional.
Los cuatro módulos y su núcleo están entrelazados en un sistema, por lo que su funcionamiento es retroalimentado por su conducta anterior y presenta retrasos, desfases, multiplicaciones y aceleraciones.[443]
La gobernabilidad y eficacia estatal son esenciales en la competitividad, la cual auspicia círculos virtuosos de desarrollo. Sus deficiencias la deterioran, por repercutir en costos; restan a las unidades productivas y al país capacidad de concurrir ventajosamente en los mercados, y deviene en círculos viciosos de estancamiento o retroceso.
La finalidad del paradigma desarrollista es promover industrias, protegerlas y asegurar su supervivencia en el mercado interno, cerrado a la competencia foránea. Se preocupa por crear empleos e ignora productividad y competitividad.
En nuestros días “el objetivo de una estrategia de desarrollo no puede limitarse simplemente a asegurar la supervivencia de una planta productiva. […] Para que dicha supervivencia adquiera sentido histórico y social es preciso que esté fundamentada en un proceso sostenido de incremento de la capacidad competitiva del país. [Su elevación] se traducirá, en el contexto de la globalización, en una mayor fortaleza política del país y en mayores expectativas de bienestar para sus habitantes,” opina González.[444]
La diferencia entre política de promoción y de generación de ventajas competitivas estriba en que la segunda se finca en “capacidad de autosustentación innovadora del aparato productivo.”[445]
De Maria y Campos et. al. recomiendan “distinguir entre la política industrial a secas, concebida como política redistributiva de corto plazo por medio de subsidios, exenciones, controles a la importación y privilegios financieros y fiscales […] y la política de desarrollo industrial, orientada hacia el crecimiento de la productividad, la movilización sostenible de recursos, la formación de capacidades, el progreso científico y tecnológico y el fortalecimiento institucional.”[446]
Tales asertos implican que las acciones de fomento constituyan un proceso permanente, autosostenido de introducción y fortalecimiento de ventajas competitivas, enmarcados en el sistema de planificación, para aprovechar con eficiencia los recursos disponibles, bajo el concepto de competitividad sistémica, que sustituya la corta visión de ventajas comparativas centradas en factores.
Esta noción, competitividad sistémica, sirve como modelo suplementario del diamante de Porter. Cubre el universo de elementos involucrados en la actividad productiva, cuya eficacia depende de las condiciones del sistema a que pertenece —por eso es sistémica. Se representa en una matriz que contiene escalas del sistema económico en un eje y dimensiones territoriales en el otro.[447] Cada escala se entrecruza con cada dimensión, de manera que la planificación atraviesa el sistema en su integridad, en forma lateral y trasversal. Es útil para determinar objetivos, políticas, estrategias, programas y tácticas recomendables específicas en cada combinación.
MATRIZ DE COMPETITIVIDAD SISTÉMICA
ESCALAS DE LA ECONOMÍA DIMENSIÓN TERRITORIAL
B.1. Local B.2. Regional B.3. Nacional B.4. Global
A.1. Empresas _________ _________ _________ _________
A.2. Sectores _________ _________ _________ _________
A.3. Economía nacional _________ _________ _________ _________
A.4. Instituciones _________ _________ _________ ________
A.5. Contexto político-social _________ _________ _________ _________
Las recomendaciones contenidas en cada escala buscan precisar el esquema de gestión adecuado para hacer frente a la hipercompetencia global —así le llaman Villarrreal et. al.— con organización inteligente, producción flexible y comercialización ágil,[448] que confieran fortaleza competitiva.
Las líneas de acción en cada dimensión territorial deben definirse con participación de organizaciones civiles y empresas. En la global se especifican acuerdos intergubernamentales, coordinación y colaboración de organismos intergubernamentales (OIGs), no gubernamentales (ONGs) y corporaciones trasnacionales (CTNs).
Es trascendental la proyección supranacional. Los ejemplos de China, India y sureste asiático son ilustrativos. Viven impresionante avance porque se insertan en la economía global. “Asignaron a la política industrial la función de guiar al mercado para alcanzar en forma deliberada ventajas competitivas en aquellas áreas de especialización que tenían interés en desarrollar a largo plazo,” opinan Bekerman et. al.[449] Es ejemplo que se debe imitar.
- Economías de escala
Otro factor de especialización es economías de escala, que obedecen a la ley de rendimientos decrecientes, la cual dice: el producto medio que se obtiene al combinar montos sucesivos de factores tiende a crecer primero más que proporcionalmente a la aplicación de los mismos; luego, menos que proporcionalmente; alcanza un máximo, y a partir de allí desciende. En una gráfica su tendencia asume forma de campana.[450]
A medida que aumenta el volumen producido —escala de producción— se eleva el rendimiento cada vez en menor proporción —de allí el nombre de la ley— y se reduce el costo unitario: en esto consisten las economías.
El costo por unidad sigue tendencia opuesta: baja hasta un mínimo, a partir del cual asciende. Su curva traza una U chata.
Después del valor máximo de producción disminuye el rendimiento y sube el costo: se incurre en deseconomías de escala.
Bajo el proteccionismo las corporaciones integran procesos verticales para obtener dichas economías. Las supeditan al tamaño de la planta. En el esquema liberal se combinan relaciones verticales —de arriba abajo— con horizontales —en el mismo nivel— y diagonales —servicios a terceros— que crean vasta constelación de arreglos.
“Por un lado, las grandes empresas se han reorganizado alrededor del mundo mediante redes de actividades interconectadas; por otro, las pequeñas empresas exitosas han agregado redes con las que las agrupaciones locales se pueden comunicar,” señalan Bianchi et. al.[451] Las unidades agrupadas obtienen economías de escala por aglomeración de procesos y ampliación de mercados, no por tamaño. Aprovechan ventajas de las que carecerían de manera individual y consiguen eficiencia colectiva.
“La transformación radical de las reglas de la competencia internacional no sólo modificó las relaciones de fuerza entre las unidades productivas de diferentes tamaños, sino que alteró profundamente las tendencias estructurales,” comenta Casalet.[452]
En el globalismo las corporaciones no buscan crecer en tamaño, sino lograr eficiencia óptima. Para lograrlo ceden fases del proceso productivo a empresas y regiones con condiciones propicias y forman redes, formales o informales, intra e intersectoriales. Es el mecanismo actual de coordinación interempresarial, materializado como control de compañías, subcontratación y proyectos compartidos, así como licencias, franquicias y otras figuras que conceden a una o varias empresas el derecho de vender el producto o servicio de la compañía matriz, utilizar marcas, técnicas de producción o comercialización o el enfoque general de negocio, bajo normas que garanticen eficiencia y calidad uniformes.[453]
Las compañías grandes canalizan su inversión adonde “puedan mejorar el desempeño de su operación mundial, ya sea porque ello les dé acceso a recursos naturales o porque contarán con externalidades ligadas a la disponibilidad de capital humano o de infraestructura física o tecnológica,” creen Bekerman et. al.[454] Adelante defino externalidades.
“La organización industrial centrada en la autoridad ejercida en un cuadro jerárquico rígido, con intereses divergentes y una distribución desigual de la información, cede el lugar a una relación de colaboración tecnológica basada en la reducción de las asimetrías de la información y el acuerdo sobre criterios que norman la calidad de los procesos y productos y exigen la participación de proveedores cada vez más especializados,” indica Casalet.[455]
Los procesos productivos se fragmentan y las unidades se especializan, para aprovechar ventajas competitivas en cada ubicación factible y tener “mayor independencia entre la localización industrial y los encadenamientos productivos. Se pueden identificar las tendencias tanto centrífugas hacia la descentralización cuanto centrípetas hacia el agrupamiento de actividades en áreas especializadas, en las que se maximiza la desintegración vertical de los procesos productivos y las relaciones de compraventa entre empresas,” dice la misma autora.[456]
Se observa trasformación estructural autogenerada, apoyada en evolución tecnológica, productividad, libertad de mercado y capacidad competitiva. Ensancha la gama de posibilidades entre las que se puede elegir y la posibilidad de diversificar especialidades productivas, crear empleo y diluir riesgos por colapsos de mercado y recesos cíclicos, bajo el principio “no poner todos los huevos en una canasta.”
Esto origina sectores dinámicos con cobertura y fuerza suficientes para remolcar actividades tradicionales, reconvertir a las obsoletas e informales, absorber el exceso de fuerza de trabajo y diluir incongruencias sectoriales y regionales. Son los que se deben promover.
- Intervención estatal acotada
Liberalismo no implica ausencia de planificación, mientras ésta no reprima ni frene la economía, sino que sirva para organizarla y señalar caminos de acción; mantener estabilidad, evitar desequilibrios, prevenir catástrofes o atenuar sus consecuencias, y determinar adónde dirigir el esfuerzo y cómo repartir los beneficios. La discusión no es si debe aplicarse, sino el carácter y profundidad que ha de asumir.
La teoría de la mano invisible supone que los mercados son perfectos, i.e., que prevalece situación ideal y recobran su equilibrio mediante proceso similar a la homeostasis.
Un mercado perfecto cumple cinco requisitos: número de vendedores y compradores tan numeroso que ninguno en forma individual puede influir en el precio; las condiciones en que actúan los vendedores y compradores son idénticas para todos; ofrecen producto tipificado, homogéneo; vendedores y compradores tienen libre acceso, y todos disponen de información veraz, abundante y oportuna.
En la vida real los mercados adolecen de múltiples fallas: prácticas monopolísticas: influencia de uno o pocos vendedores; prácticas monopsonísticas: de uno o pocos compradores; diferenciación de productos en calidad, presentación, ubicación, servicio, publicidad, etc. confieren carácter monopolístico;[457] externalidades: circunstancias ajenas a las empresas que les brindan economías o deseconomías, tales como servicios de salud y educación, tecnología no protegida, bienes públicos, entre las favorables; contaminación de aire y agua entre las negativas;[458] participación del Estado, como oferente o demandante de bienes y servicios; aglomeraciones industriales; leyes, reglamentos y burocratismo que constriñen las actividades, e información defectuosa, nula, insuficiente, falsa, alterada o privilegiada.
Además, el cumplimiento de las leyes de mercado se condiciona a que el cuadro permanezca invariable: caeteris paribus. Tampoco ocurre en la práctica, donde todo se modifica continuamente, surgen dificultades, y cada quien actúa por su cuenta y riesgo: entabla guerra con competidores; procura optimizar eficiencia, ser competitivo y vencer; se esmera por lograr la relación más conveniente entre eficiencia y posición en el mercado. Esta lucha genera entropía en los mercados, es decir, pérdida de energía.
Eficiencia consiste en el mejor aprovechamiento de los recursos disponibles: se manifiesta en productividad. Depende de la organización, administración y especialización de las unidades. La posición en el mercado deriva de dar a los clientes lo que desean, atraerlos y conservarlos; penetrar en el mercado; adaptarse a él y sus mecanismos. En eso consiste la eficacia[459]
La competitividad es óptima cuando eficiencia y posición en el mercado son las mayores alcanzables; vulnerable, si existe alta eficiencia y baja participación; desaprovechada, con escasa eficiencia y posición elevada, y pésima, si ambos conceptos son bajos.
Al ampliarse y estabilizarse productividad y competitividad se incrementa la rentabilidad, lo cual confiere a las empresas flexibilidad para capitalizarse y desarrollarse.
La misión de cada empresa es conseguir la productividad, competitividad, rentabilidad y flexibilidad óptimas alcanzables.
Como la eficiencia de la economía en conjunto está sujeta a la de las unidades que la forman, los gobiernos, por muy liberales que se proclamen, implantan políticas de protección y apoyo a sectores estratégicos o vulnerables, como agropecuario, empresas pequeñas y medianas (PYMEs), así como a ejes de la economía: siderurgia e industrias de alta tecnología en naciones prósperas; azúcar, estaño o café, en áreas subdesarrolladas, y petróleo, quienes lo tienen.
Se inspiran en el principio de la mejor alternativa (second best), de Lipsey et. al., el cual asienta que si en una economía existe una falla de mercado ineludible, la solución óptima es que intervenga el gobierno.[460]
Dadas las fallas causadas por el globalismo en áreas subdesarrolladas, conviene intervención estatal selectiva, acotada por el mercado, para vigorizar marco institucional, infraestructura, educación y tecnología y así apuntalar la competitividad de sectores clave. Es “elemento fundamental de las políticas de desarrollo de los países desarrollados y de los países emergentes de Asia,” señala De Maria y Campos.[461]
Incluso existe acuerdo sobre buenas prácticas en el seno de Organización Mundial de Comercio (OMC), que admite favorecer a PYMEs, desarrollo local y regional, protección de medio ambiente, generación de empleo, equidad social y desarrollo humano.[462]
La política de fomento es aplicable en el neoliberalismo, si bien su enfoque varía en tres puntos.[463]
Primero, en lugar de actuar sobre mercados de productos, se orienta a mercados de factores, con objeto de gestar innovación y adquirir capacidad competitiva. Es decir, se promueve la asignación de recursos, en vez de estimular la producción, como en el proteccionismo. Asimismo, se educa, capacita y motiva al factor humano.
Segundo, se opta por la intervención indirecta del Estado, quien deja de ser protagonista y participa como guía, facilitador e inductor; orienta, auxilia y estimula a la mano invisible —de particulares— y así participa en los movimientos del mercado.
Tercero, se promueve el talento empresarial como pivote de desarrollo, para lo cual se alientan investigación, organización, tecnología, innovación, informática y desde luego planificación. La intención es enriquecer la competitividad y no aumentar la producción como fin.
- Fomento planificado
Las fallas de mercado son colosales en toda economía rezagada: se patentizan en distorsiones, desequilibrios e irregularidades. La estructura productiva es mórbida, deforme y mantiene situación caótica estacionaria, que Nurske llama equilibrio de subdesarrollo.[464] Agudiza asimetrías entre regiones, sectores y estratos, pues el avance de unos se da en detrimento de otros.
El aparato económico mexicano afrontará serios retos en los próximos 30 a 45 años: la población pudiere alcanzar entre 130 y 140 millones de personas en 2030 y de 140 a 155 millones en 2045, por lo que la demanda de bienes y servicios avanzará a ritmo acelerado; los compradores exigirán calidad y precio atractivos; será imperativo cuidar y regenerar los recursos naturales, y se acentuará la competencia externa.
El programa de fomento tiene que especificar tendencias y definir ¿qué país se puede construir?, ¿adónde dirigir la economía a largo plazo?, ¿qué objetivos y metas perseguir?, con el enfoque sistémico, realista y globalista reiterado y con respeto a las culturas nacional y regionales.
Sentado lo anterior hay que precisar qué planta productiva es factible erigir; identificar actividades estratégicas, necesarias y dinámicas, y establecer mecanismos para organizar, promover, orientar, proteger y apoyar su desarrollo. Es indefectible bajo las reglas actuales de competencia, que modifican y complican el mercado e introducen nuevas fallas, pues la revolución en computación, informática y telecomunicaciones altera los procesos de organización, financiamiento, producción y comercialización.
Exige reconocer que se vive “el colapso de las estructuras tradicionales de organización, manifiesto en las reducciones de tamaño, la subcontratación, las alianzas estratégicas, la reingeniería de procesos y los equipos virtuales o dispersos geográficamente, evidencia [sic] fuerzas tanto en el sector público como en el privado que tienden a aplazar y comprimir organizaciones para que cuesten menos y funcionen mejor,” como suscribe Van Wert.[465]
El plan sólo es concebible como política de Estado, integral, de plazo largo, enfilado al interés colectivo, por lo que se han de desterrar proyectos unitarios, aislados, cercenados por sexenios, fincados en la búsqueda de prestigio personal.
El círculo vicioso de atraso se vigoriza por estructura defectuosa del Estado e ineficacia de instituciones y programas gubernamentales, reflejados en anomia e ingobernabilidad, que son tan destructivas como los fenómenos naturales y económicos, por erosionar la competitividad sistémica y dificultar, interrumpir o retrasar el avance.
La posibilidad de éxito está sujeta a que se reforme el Estado, las instituciones sean competentes y se mantenga ambiente cordial, seguro y propicio, en los términos expuestos en Capítulo 51, que patrocine competitividad sistémica.
Al Estado y su brazo ejecutivo, el gobierno, corresponde velar por el funcionamiento óptimo de la sociedad. Tienen la responsabilidad de que su mano visible organice y oriente la estructura económica y las relaciones entre regiones, sectores y empresas, amén de ordenar, proporcionar y vigilar flujos de factores, productos e información, en un clima de colaboración e integración.
Les compete establecer marco institucional eficiente; construir, mantener y reforzar la infraestructura; brindar servicios públicos eficaces; crear y robustecer ventajas comparativas; recomendar su aprovechamiento; alentar desarrollo tecnológico y aplicación de innovaciones; orientar la asignación de recursos a usos más redituables; consolidar la posición de las empresas nacionales en el ámbito interno y en el externo; así como crear condiciones para que las empresas operen con eficiencia administrativa, capacidad tecnológica, eficiencia productiva y competitividad local e internacional. En suma, están obligados a fomentar y vigorizar la competitividad sistémica.
Deben implantar esquemas que las empresas aprovechen para definir sus programas estratégicos; suscitar efecto multiplicador que se propague por todo el sistema; marcar el ritmo del aparato productivo nacional; compartir información, tecnología y procesos; asesorar en el control de operaciones y del mercado (logística, tecnología, innovación, finanzas, distribución, mercadotecnia, publicidad), y cancelar o descentralizar etapas inconvenientes de producción.
Es imperativo considerar tanto aspectos relacionados con la asignación más conveniente de recursos, que asegure alta productividad, como el logro de resultados concretos en empleo, ingreso, finanzas sanas, estabilidad monetaria y balanza de pagos superavitaria.
La política de fomento no depende sólo de consideraciones soberanas. Existen compromisos entre gobiernos, lo mismo en organismos regionales (TLCAN, UE) que internacionales (ONU, OMC, FMI, BM). Ante ello la planificación ha de hacer compatible la economía nacional con la internacional, en busca de posición provechosa en el concierto mundial.
Los eslabonamientos alcanzan su máxima expresión en la integración entre naciones. Reconvertir la planta productiva planetaria, fincada en cadenas y redes, se rige por decisiones de los consorcios trasnacionales poderosos, y enorme cantidad de transacciones se realizan en el espacio cibernético, sin importar linderos territoriales. Por tanto, dicha política debe formularse en armonía con los intereses del universo de involucrados: sociedad civil, corporaciones, gobiernos y ONGs. Es sólo un tramo de la escalera por la que se asciende en el aprovechamiento eficiente de los recursos y la creación de empleo productivo bien remunerado en los ámbitos local, regional, nacional y global.
El engarce de economías tan disímiles como EUA y México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) establece cuadro propicio para relaciones interindustriales —entre sectores distintos— basadas en ventajas de ambos países, distintas a las relaciones intraindustriales —dentro del mismo sector— que predominan entre Canadá y EUA por su semejanza. Deben planificarse científicamente.
“La ampliación del mercado y la complementación productiva abren nuevas oportunidades para lograr las economías de escala y la especialización que permitan alcanzar mayores niveles de competitividad internacional. […] La integración regional ofrece ganancias potenciales pero no determina su magnitud ni la forma en que se distribuirán entre los países socios. Una de las condiciones para que todos los países socios alcancen los mismos beneficios potenciales […] es que se logre la convergencia, incluso, la coordinación de las políticas industriales nacionales,” opinan Bianchi et. al[466]
El programa de fomento comprende protección del medio —que abordo enseguida— y planificación ambiental, abierta en tres vertientes: actividades rurales, actividades urbanas y ciudades, infraestructura y energía, que examino en las tres últimas partes de este trabajo.
- Protección del medio
Ligada al dilema económico se halla la tarea gubernamental 5. Administrar, proteger y desarrollar el medio ambiente, cuyos elementos básicos son oxígeno, agua y suelo.
Oxígeno es el más importante, por ser mínimo el tiempo que un ser humano subsiste sin él. Aún así permanentemente se le enrarece mediante combustión de materias fósiles y procesamiento químico de hidrocarburos, que causan lluvia ácida —acumulación de ácido sulfúrico— y efecto-invernadero —acumulación de gases por combustión de materiales, que eleva temperatura del planeta y nivel de los mares, ocasiona lluvias intensas e inundaciones en zonas costeras y sequía en el interior. Otro enemigo son los gases impelentes (aerosoles), que asociados a erupciones naturales como las volcánicas, corroen la capa de ozono que filtra los rayos ultravioleta del sol y reduce la protección contra los mismos.[467]
La contaminación del aire se vuelve alarmante en Londres en siglo 19°; en Los Ángeles y Tokio a mediados del siglo 20°, y luego se extiende por doquier.
En Conferencia sobre ambiente humano, organizada por ONU en 1972, se especifica que los Estados “tienen la responsabilidad de asegurar que las actividades dentro de su jurisdicción o control no causen daño al ambiente de otros Estados o a áreas fuera de los límites de la jurisdicción nacional.” De cualquier modo, “no se ha hecho el intento de formular una Ley tratado de la atmósfera multilateral,” aseveran Pearson et. al.[468] Poco después ONU emprende Programa ambiental, con los objetivos de evitar el efecto-invernadero y el adelgazamiento de la capa de ozono.[469]
México emite en 1971 Ley federal para prevenir y controlar la contaminación ambiental, sustituida en 1983 por Ley federal de protección al ambiente, y crea dependencia especializada que culmina en 1994 en Secretaria del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP).[470]
Son imperceptibles sus resultados y el mal se agrava por la amplitud del territorio, ignorancia e inconsciencia de la población, legislación inadecuada, vigilancia ineficaz, falta de planificación territorial y fondos insuficientes.
En México se emiten 3.8 toneladas de bióxido de carbono por habitante, semejante al promedio mundial de 4 toneladas, aunque inferior al de países adelantados, donde supera 10 toneladas.[471]
La industria manufacturera es de las más contaminantes y es mínimo lo que hace para impedir el daño. Husted et. al indican que la inversión en servicios ambientales es casi nula: 0.5% del capital total, porque “las leyes mexicanas no prevén de manera explícita modelos de responsabilidad por daños ambientales.”[472]
Varios motivos inhiben el gasto privado en mejoramiento ambiental: financiero, 59%; tecnológico, 12%; falta de incentivos, 10%; incosteabilidad 8%, y otros, 11%, informan Mercado et. al.[473]
El planificador tiene que establecer normas mínimas que obliguen a gobiernos, empresas y particulares a proteger la atmósfera, así como vigilar que se respeten o caso contrario se apliquen las sanciones correspondientes.
Agua y suelo se degradan cada día.
La insuficiencia de agua potable se vuelve crítica. A fines de siglo 20º el orbe disponía de 8,300 metros cúbicos por habitante (M3/H) al año. La frontera entre escasez y abundancia es 5,000 M3/H. La mitad de los pobladores están debajo de esta cifra—aviso de restringir el consumo— y 15% disponen de menos de 1,000 M3/H —situación desesperada.[474]
Los desiertos cubren 30% de la superficie mundial. Durante el siglo 20º se eliminó 40% de la selva húmeda y se extinguió 20% de flora y fauna. La desertización ocasiona cambios atmosféricos y favorece incendios forestales.
Todos los gobiernos y la comunidad mundial deben asumir su compromiso de administrar, proteger y regenerar el medio ambiente y tomar acciones firmes para planificar su aprovechamiento, cuidado y control, especificados en programa ambiental de aplicación universal, que tenga como requisito fundamental que el desarrollo económico sea sustentable y se mantenga equilibrio entre población, recursos y su explotación, en los términos expuestos en Capítulo 30, supra.
En Capítulo 70 examino la situación de agua y suelo en México.
Octava parte
Actividades rurales
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- Territorio mexicano
Los colonizadores españoles se impresionan por las riquezas naturales del territorio mesoamericano invadido. Su interés es explotarlas. A los frutos originarios —maíz, calabaza, frijol, chile, maguey, jitomate, cacao, algodón, tabaco y otros— agregan trigo, arroz, avena, cebada, café, caña de azúcar más un sinfín, que se aclimatan con éxito, e introducen cría de ganado.[475]
Tales antecedentes originan dos mitos: que México posee inmensa riqueza natural, equiparable al cuerno de la abundancia, dibujado en el contorno de la república, y que su vocación es agrícola, porque el grueso de la población labra el campo.
Ambas leyendas se imprimen en el alma colectiva. Los devotos de la patria las refieren con orgullo y lamentan que no se aprovechan por ineptitud y corrupción gubernamental.
En 1937 Alanís Patiño advierte que las condiciones físicas son desfavorables para actividades primarias, cuando éstas ocupan 67% de la población y aportan 20% del producto bruto,[476] con productividad bajísima, que sumada a veloz crecimiento de población y agotamiento de recursos ya entonces incuba miseria.
“La ilusión producida por la creencia en una gran riqueza inexplotada tuvo a la postre un efecto desmoralizador en los sectores más importantes de la nación, pues la imagen de un pueblo miserable que vive en medio de tan grandes riquezas tenía que conducir necesariamente al menosprecio del carácter y las aptitudes de ese mismo pueblo,” escribe González Santos.[477]
Falso que exista abundancia de recursos naturales, como demuestro adelante, sobre todo si se reflexiona en que la población se cuadruplicó entre 1950 y 2000.
Falso que exista vocación agrícola. Lo contradicen el catálogo de cultivos, la distribución de fuerza de trabajo y el tiempo dedicado a labranza. Lo ilustro en Capítulo 68, infra. La mayoría de trabajadores eran campesinos hasta mediados de siglo 20°, porque no había alternativas en la economía feudal heredada.
Cierto que la pobreza rural obedece a desorden, corrupción, derroche, discontinuidad de programas, errores y la cadena de sucesos y circunstancias descritos en este ensayo. Se compendia en falta de planificación espacial.
El territorio nacional mide 1.967,183 kilómetros cuadrados. Lo cruzan el Trópico de Cáncer y la faja desértica y selvática que rodea el planeta. Es muy accidentado: la cuarta parte tiene pendientes superiores a 25°, impropias para explotación agrícola.[478] Darle viabilidad productiva requiere inversión en infraestructura, instalaciones urbanas, habilitar suelos, viviendas, desarrollo social y servicios, que escasea.
Se distinguen cuatro zonas: árida, 53%, en centro y norte; trópico seco, 17%, en costa sur del Pacífico; templada, 17%, comprende dos franjas que forman una ye, localizada al centro, y trópico húmedo, 13%, Veracruz, sureste y península de Yucatán.[479]
La disponibilidad anual de agua es 190,000 M3: 87% superficial y 13% subterránea.[480] La cifra por habitante, 1,900 M3, es alarmante, muy abajo de la frontera entre escasez y abundancia citada: 5,000 M3/H.
La lluvia es exigua: 800 milímetros anuales promedio, de los que 70% se pierde por evaporación. “Más de la mitad del territorio mexicano localizado en el norte y en el altiplano recibe sólo 9% de la precipitación media anual, pero concentra 75% de la población del país, 70% del [PIB] industrial y 40% de las tierras agrícolas de temporal. En tanto, casi 70% de la precipitación anual ocurre en el sudeste, donde vive 24% de la población,” informa Quadri de la Torre.[481] El temporal dura de tres a cuatro meses, entre junio y septiembre. Es evidente la “sobreexplotación de acuíferos y obliga a hacer transferencias entre cuencas. La contaminación, por otro lado, ha reducido el potencial de uso de varios acuíferos, ríos y cuerpos de agua.”[482]
El líquido tiene tres enemigos, que aquí se ensañan: consumo excesivo, desperdicio y contaminación. Resultan de pésima administración, irresponsabilidad, incongruencias y conductas que destruyen, degeneran, ensucian, derrochan y merman los recursos. Es urgente planificar el aprovechamiento racional de agua y garantizar su abastecimiento.
El suelo apto para agricultura es raquítico: 14% del total. En cuarenta años perdió 2 millones de hectáreas.[483] Para pastoreo es 41%. Perdió 6 millones.[484] Los bosques cubren 29% del territorio. Descuido, ineficacia, corrupción y contubernios auspician depredación incontenible: en 40 años se perdieron 10 millones de hectáreas.
México se desertiza con rapidez por varias causas: erosión, que afecta 81% de la superficie;[485] prácticas nocivas (explotación exhaustiva, cultivo en pendientes, aplicación inmoderada de pesticidas y fertilizantes, drenaje defectuoso, quema de suelos, etc.); pastoreo excesivo, y destrucción de bosques (tala incontrolada, conversión de tierras, corte de leña e incendios).[486]
El problema es eterno: “con la conquista española, el equilibrio de recursos y población cambió abruptamente. Los conquistadores talaron grandes cantidades de árboles para utilizarlos como material y combustible. Sus arados penetraban más profundamente en la tierra que los palos para cavar de los indígenas, y su ganado y sus ovejas dejaban desnudo el terreno. Nuevos sistemas de riego y molinos harineros concentraban o redistribuían las afluencias del agua. Ninguno de los nuevos procedimientos era desastroso en sí mismo pero el efecto combinado a través de los años fue una disminución acelerada del terreno agrícola,” comenta Gibson.[487]
El grueso de los mexicanos no racionaliza la trascendencia de cuidar el medio. Les incumbe su provecho inmediato. Su perspectiva temporal se limita a su esperanza de vida o cuando mucho la de sus hijos. Confían en que otro resuelva los problemas, atenidos al criterio “el que viene atrás que arree,” desprendido de ignorancia e hijismo.
Es impostergable la explotación inteligente y sustentable del medio, lo cual exige vigilarlo, cuidarlo, restaurarlo y enriquecerlo, con base en programa territorial que fundamente el ¿dónde?, referido a uso rural del suelo, actividades económicas urbanas, ciudades, infraestructura y energía, en cuatro dimensiones: nacional, regional, sectorial y global.[488]
La región es unidad espacial idónea de planificación. ONU la concibe “eslabón entre la colectividad local y la nacional, [que] constituye un término de referencia apropiado para la equilibrada integración de los proyectos de desarrollo de trascendencia nacional con los que se basan en la iniciativa local.”[489]
Cada región es un sistema complejo, integrado por varios módulos: físico, cultural, político, económico, étnico, social, etc., con componentes y atribuciones singulares, cuyo plan maestro debe estar desmenuzado en programas correspondientes a tales módulos, donde se especifiquen necesidades, problemas y carencias específicas, posibilidades y recursos, objetivos, políticas y proyectos, determinados y atendidos desde dentro, apoyados, coordinados por y bajo vigilancia del organismo central. Es aconsejable planificación descentralizada, como corresponde a la organización federativa mexicana.
Lo ideal sería delimitar regiones según sus características particulares. Es irrealizable. Lo práctico consiste en apegarse a la división política en Estados, municipios y localidades y delinear zonas bien definidas.
A partir de ellas hay que formular programas regionales, que llenen dos funciones enunciadas por Della Porta:[490]
Función técnica: desmenuzan el espacio en detalle, que el plan nacional no hace; muestran el espectro sociocultural en sus múltiples partículas; proporcionan vasta información cuantitativa y cualitativa, que permite conocer variables y parámetros del conjunto para disponer del mapa íntegro de localización espacial, y sirven de base para fijar objetivos locales, congruentes con los nacionales.
Función política: despliegan aspiraciones y deseos de la colectividad local: permiten comprender la dialéctica social y conciliar los contrastantes intereses locales con los nacionales.
“Una planificación regional apropiada proporciona una estructura den- tro de la cual pueden aprovecharse los recursos humanos, naturales y económicos de una zona para la ejecución de programas de desarrollo tanto nacionales como locales. La planificación, concebida de este modo, como las buenas prácticas presupuestarias y administrativas, pueden convertirse en instrumento de buen gobierno para beneficio de un pueblo con su participación,” opina ONU.[491]
La noción instrumento de buen gobierno involucra el contenido regional de la planificación en la solución del dilema político y la democratización de la sociedad, tratados en Quinta parte.
En el sistema territorial se enlazan e interactúan recursos, gobiernos, sectores, empresas, hogares y personas, que componen la estructura espacial, cuyas interrelaciones se generan intra e ínter las cuatro dimensiones: nacional, regional, sectorial y global.
La cuestión ¿dónde ubicar una actividad? rebasa localidad, región y país y obliga a detectar el lugar del planeta más conveniente para localizar fases de las cadenas productivas, sin importar linderos políticos. En eso consiste globalizar. De aquí la importancia de dar dimensión global al plan nacional y sus programas.
Lo dicho suscita dos géneros de decisión: activa: establecer una o varias fases de la cadena productiva en otra región o nación-Estado, y pasiva: recibirla(s) de fuera.
En un país subdesarrollado es típica la segunda, aunque se dan casos de participación en otros territorios. Compañías mexicanas tienen subsidiarias en el extranjero.
Al programa territorial toca precisar líneas de ordenamiento y control en las cuatro dimensiones territoriales, con cuidado de mantener balance entre elementos ecológicos, culturales, políticos, étnicos, sociales, demográficos y económicos. Lo abro en las vertientes enunciadas: uso rural del suelo; actividades económicas urbanas, y ciudades, infraestructura y energía.
- Uso rural del suelo
La primera vertiente de planificación espacial es uso rural del suelo. Para abordarlo hay que partir del régimen de tenencia, por sus implicaciones físicas, jurídicas, culturales, humanas, sociales, políticas, económicas e institucionales.
En la civilización azteca las tierras pertenecen al monarca, quien asigna cierta “extensión llamada calpulli, repartida en parcelas entre las familias del poblado, quienes estaban obligadas a cultivarlas,” relata Mendieta y Núñez.[492]
En la colonia los conquistadores permiten a los indios conservar su organización y les asignan superficies con pastos o monte para cría de ganado. Los ubican a la salida —exitum, en latín— de las aldeas: por eso se llaman ejidos. “Todas las propiedades de los pueblos indígenas […] eran comunales, pertenecían al núcleo de población y no a los poseedores de ellas individualmente considerados.”[493]
Las mejores tierras se conceden a españoles. “A los indígenas se les dio únicamente la tierra indispensable para la satisfacción de sus necesidades que […] eran mínimas.” Si se considera el crecimiento demográfico, “surgió el problema de la tierra desde la época colonial, de tal modo que cuando México realizó su independencia, llevaba ya ese problema como una fatal herencia del régimen pasado,” comenta dicho autor.[494]
El imperio hispano se mantiene ajeno al desarrollo industrial de Europa. Por ello Nueva España tiene estructura feudal, que México hereda al independizarse.
Es obvio que la agricultura es pilar de la economía y la población rural significa 90%. Antes de la reforma juarista la Iglesia Católica acapara la mitad de las tierras y el resto los latifundistas, informa Lucas Alamán.[495] Durante la gestión de Porfirio Díaz pasa a los hacendados, versión local de señores medievales.
La revolución de 1910 “fue una revolución agraria, motivada por la injusta distribución de la tierra (por el escandaloso acaparamiento de la propiedad),” señala Mendieta y Núñez. [496]
Al principio de siglo 20° las actividades agropecuarias se mantienen como columna de la economía.[497] Se efectúan con procedimientos rudimentarios, productividad ínfima y desperdicio nefasto.
En 1915 se promulga Ley agraria. Su consigna es distribuir la tierra entre campesinos “que la trabajan con sus manos,” lema atribuido a Zapata, que todavía ostenta el escudo del Estado de Morelos.
La Constitución de 1917 reconoce tres formas de tenencia: pequeña propiedad, comunidad indígena y ejido. Prohíbe el latifundio y fija tope de 100 hectáreas a superficies de riego y 200 a las de temporal; de allí lo de pequeña propiedad.
El ejido se conserva con una diferencia respecto a su concepción original: incluye tierras de labor, además de pastos y monte. “Su goce no es comunal, se reparte en parcelas a los ejidatarios, individualmente considerados, con la obligación de cultivarlas, pues si dejan de hacerlo durante dos años consecutivos pierden su derecho sobre ellas.”[498]
El reparto de tierras alcanza montos inconcebibles: Lázaro Cárdenas asigna 18 millones de hectáreas; López Mateos, 10 millones; Díaz Ordaz, 26 millones. La suma total asignada es 103 millones de hectáreas ejidales y comunales: más de la mitad del territorio nacional. La mayor parte son impropias para cultivo. La superficie sembrada total es de sólo 20 millones.[499]Esta cifra muestra lo falaz de la acción.
Se levanta “una estructura agraria desfavorable para el desarrollo económico, y aún para el bienestar social. Combatiendo el latifundio, caímos en el minifundio, que para los fines del desarrollo es todavía peor. Y en formas petrificadas de tenencia y en una situación crónica de inseguridad. O sea que, llevados por altos ideales de justicia social, dimos un bandazo regresivo,” deplora Fernández y Fernández.[500]
“La inmensa mayoría de las unidades productivas que se crearon como consecuencia del reparto de tierras no contaban con las condiciones productivas ni organizativas necesarias para responder a los requerimientos productivos que demandaba el proyecto de sociedad que se pretendía conformar, donde la industrialización era el eje central,” anota Morales Ibarra.[501]
“El Estado tenía que suplir esta deficiencia y hacerle llegar a los ejidos los recursos necesarios a fin de que pudieran operar y generar los excedentes que se demandaban [y] creó un serio conflicto estructural, ya que […] más de la mitad de los recursos productivos estaban en manos de productores que no tenían los medios suficientes para responder a las exigencias competitivas que exigía el contexto capitalista,” añade.[502]
La explotación agrícola actual se estratifica en tres categorías, indica Casco Flores.[503]
Comercial intensiva. De propiedad privada y corte empresarial. Prevalece en regiones noroeste, centro-norte y noreste, donde existen grandes obras de riego. Los predios son de 5 hectáreas o más. Es mecanizada y obtiene alto rendimiento. Se orienta a mercados nacional y externo.
Intermedia extensiva. Tiene ligero cariz comercial. Es fundamentalmente propiedad privada. Los predios son de 2 a 5 hectáreas. Se encuentra en zonas Pacífico-centro y Golfo-centro, donde predominan clima templado y temporal abundante.
Tradicional. De subsistencia y autoconsumo. En su mayoría ejidal y comunal. Utiliza técnicas e instrumentos primitivos. Predios menores de 2 hectáreas, en terrenos pobres, áridos, montañosos o selváticos. Se ubica en regiones centro, Pacífico-sur, sureste y península de Yucatán. Cubre 80% de la superficie: tipifica al campo mexicano.
Aquí se incuba la miseria de 25 millones de indios, ladinos y mestizos, quienes producen lo indispensable para no morir. Sus posibilidades de concurrir al mercado son mínimas y esporádicas, pues no disponen de producción excedente, competitividad ni medios de comercialización. Su aspiración es que el temporal sea favorable y conseguir sustento. No les preocupa cuidar ni restaurar el ambiente. Explotan el suelo de manera irracional y exhaustiva y lo empobrecen cada vez más. Muchos alquilan sus predios o los trabajan como medieros (aparceros). Cuando obtienen sobrantes recurren a intermediarios que abusan de ellos. Ni siquiera tienen certeza de que permanecerán en el terreno que ocupan, ya que en cualquier momento la reforma agraria se las quita para adjudicarlo a otros, por errores, invasiones o satisfacer peticiones. Es común que sean desahuciados por quienes detentan poder e influencia: por vía legal o violenta. Algunos grupos expulsan a quienes no simpatizan con su cultura, ideología o religión, como los rebeldes de EZLN en Chiapas, que han desplazado a muchas familias.
El campesino es apegado al terruño. Mas cuando carece de medios para sobrevivir, migra a otras áreas aunque sean inhóspitas, que le acogen por algún tiempo, en tanto se agota el suelo; a metrópolis, donde siempre hay posibilidades de subsistir, o a EUA. Un quinto de la población cambió lugar de residencia en la república mexicana en 2000. Las regiones expulsoras se hallan en centro-norte y sur. Las receptoras son DF, frontera norte, Estado de México y Quintana Roo.[504]
Contradictoriamente, existen recursos sin aprovechar. Sobresalen los marinos, disponibles en litorales de 11,600 kilómetros, pródigos en especies animales. Su captura aporta apenas 0.2% del PIB total, por falta de tradición, leyes aberrantes y falta de políticas idóneas.
Cada presidente ofrece impulsar el campo: crea o cambia dependencias, anuncia instrumentos y programas de financiamiento, tecnología, asesoría, precios de garantía, seguros, insumos, canales de comercialización, etc., casi siempre refrendos de anteriores. Fallan por burocratismo, ineficacia, incongruencia, estrechez financiera, discontinuidad, favoritismo y corrupción. El medio es propicio para negocios ilícitos, a tal grado que hace medio siglo BANJIDAL (Banco Nacional de Crédito Ejidal), orgullo del cardenismo, era llamado BANDIDAL.
En los setentas se reconoce que la política desarrollista está sesgada a industria, en menoscabo del campo. Con pretensión de corregirlo se promulga Ley federal de reforma agraria; se incrementa más de 300% real la inversión pública en el sector agropecuario, y de 100% real el crédito. No se especifica qué se pretende ni se sigue una pauta sistemática. La producción asciende sólo 40%.
El resultado fue que “alto número de unidades de producción ineficiente se mantuvieran gracias a los subsidios que compensaban los bajos niveles de productividad, frenando el desarrollo productivo del sector en su conjunto,” estima Morales Ibarra.[505]
En 1981 se emite Ley de fomento agropecuario, intento fallido que “cae en el añejo círculo vicioso estatista y productivista como opción del desarrollo rural.”[506]
En los ochentas se recorta el subsidio federal a la agricultura de 25% a 3% del PIB del sector. “Esta situación se tradujo en un estancamiento de la producción [que llevó a recurrir] por primera vez a volúmenes extraordinarios de importación de productos agropecuarios,” informa el mismo autor.[507]
Grave defecto de la política agraria es su paternalismo, que da continuidad al implantado en la colonia. Su contraparte es hijismo: individuos subsidiarios, atenidos a Papá Gobierno; abúlicos, morosos, irresponsables, exigentes, abusivos: menores de edad eternos. Se les sobreprotege y se les dicta qué pueden hacer. Se les impide crecer y madurar.
Esa ley padece además estrechez visual: inculca la supuesta vocación agrícola y descuida actividades con ventajas inmejorables: ganadería, pesca, artesanías y agronegocios.
El criterio socialistoide del agrarismo desdeña el aspecto comercial: juzga herético ver al ejido y tierras comunales con enfoque empresarial, que se manifieste en innovaciones administrativas, tecnológicas e institucionales y actualicen, hagan productivo, competitivo y redituable al sector tradicional. Adelante regreso al tema.
La fantasía zapatista de que todo labrador tenga tierra para trabajarla con las manos es demagogia. Un problema económico y técnico se trata con caridad populista. Desemboca en minifundismo, irracionalidad, hijismo e inseguridad en la tenencia del suelo.
Triste paradoja: la reforma agraria cataliza el atraso y pobreza del campo. Coadyuva a que el sector agropecuario caiga en picada.
- La contrarreforma
En 1992 se modifica el artículo 27 constitucional y se libera la propiedad de la tierra, lo cual cancela el reparto agrario; se autoriza privatizar el ejido, y se eliminan restricciones a la inversión. Los motivos aducidos son dar certidumbre a la propiedad, capitalizar la actividad agropecuaria, proteger y fortalecer la vida ejidal y comunal.[508]
El titular del ejido adquiere dominio sobre su parcela para enajenarla, emplearla como aval embargable, formar asociaciones, recibir inversión privada y convertirla en activo productivo redituable, en vez de ser símbolo de emancipación. Se quitan cadenas que constreñían al agricultor a unidades minúsculas, incapaces de lograr economías de escala y de concurrir al mercado.
Complementariamente se establecen: Programa de Certificación Ejidal (PROCEDE) Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (ASERCA); Programa de Apoyo al Campo (PROCAMPO), y Alianza para el Campo, con el propósito de crear estructura de producción agropecuaria acorde con las condiciones pactadas en Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que abordo en Capítulo 78, infra.
Son cambios indispensables, mas incompletos: “es necesario crear las alternativas para un desarrollo que vaya más allá de los parámetros productivos y sea capaz de responder a los graves y añejos problemas sociales. […] Tiene que superar el tradicional enfoque sectorizado y productivista que se le confirió desde el inicio del proceso de industrialización, lo que inevitablemente lo ubica en una posición de marginación y subordinación,” sostiene Morales Ibarra.[509]
David Ibarra asevera: “los propósitos de los enfoques actuales de las políticas parecen inobjetables en sí mismos: mejorar la asignación de recursos en el sector agropecuario, facilitar los procesos de inversión y reconversión productiva, fortalecer los derechos de propiedad y otras instituciones de mercado, ajustar los precios a las cotizaciones internacionales, reducir las cargas fiscales.”[510]
Es más, “las reformas no se emprendieron gradualmente, ni se reparó por entero en los costos laterales de transacción expresados en menor crecimiento de la oferta, mayor polarización intrasectorial y debilitamiento de las capacidades de absorber productivamente la mano de obra. Desde luego muchas de esas dislocaciones son inevitables, pero en alguna forma pudieron y pueden atenuarse facilitando los acomodos y acelerando la reconstrucción institucional durante el período de transición.”[511]
Es consecuencia de que el gobierno mexicano aplica tácticas aisladas, caprichosas, sin fundarse en un plan integral de largo plazo, a pesar de que los artículos 25 y 26 constitucionales lo establecen como obligación. Emprende acciones urgentes o de lucidez sexenal e ignora lo trascendente, sin inquietarse por lo que acontezca después.
El costo salta a la vista: en 1950 las actividades agropecuarias ocupan 61% de la población activa; aportan 23% de PIB y 80% de la exportación. En 2004 emplean 15% de trabajadores y contribuyen con 4% del PIB y 3% de la exportación. La proporción de agricultores disminuye; pero su número se eleva de 5 a 8 millones. La productividad por trabajador se contrae 40%. Menor productividad aunada a presión demográfica cercena 90% del ingreso por labriego en ese lapso, expresión de la escalada de miseria rural. Exacerba el desequilibrio entre población, recursos naturales y tecnología.
La pérdida de recursos y productividad exige mayor esfuerzo y explotación intensa de la naturaleza para al menos satisfacer la demanda de alimentos, materias primas y energía.
Los antagonistas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) arguyen que éste desprotegió al sector primario. Es falso: “el comercio exterior agropecuario de México ha crecido aceleradamente en los últimos años y sobre todo en el período que comprende el TLC,” anota Alonso. El problema es que “ha tenido un profundo impacto negativo sobre la población mayoritaria del campo por el mal manejo gubernamental de los instrumentos que permite el propio Tratado para dosificar importaciones [… y] por utilizar los precios internacionales como rectores del mercado interno, en una competencia desigual para los productores locales.”[512]
“Al reducir el Tratado la protección a los granos y oleaginosas debilitó aún más la competitividad de la agricultura mexicana, de suyo sin ventajas comparativas en esos productos frente a Estados Unidos y Canadá. Los productores de básicos han perdido por ello dramáticamente con el TLC, particularmente en maíz y frijol, que sin un período de transición y apoyos adecuados se encuentran en desventaja.”[513]
La globalidad acentúa diferencias entre categorías del agro mexicano, en menoscabo de la labranza tradicional, que requiere auxilio específico, programado, sistémico, sensato, sin paternalismo ni soluciones demagógicas.
“La apertura ha mostrado de manera abrupta y drástica las debilidades del sector, que ahora está obligado a hacer un esfuerzo especialmente intenso de cambio estructural que incluya lo productivo y lo tecnológico, sin dejar de lado lo organizacional e institucional, no sólo para ser congruente con el ajuste macroeconómico sino, sobre todo, para cumplir un papel dinámico en las nuevas estrategias para el desarrollo nacional, la liberación del comercio y la integración económica,” advierte Cebreros.[514]
La contrarreforma marcha con lentitud: en enero de 2001 la secretaria del ramo informa que faltan 65 millones de hectáreas por regularizarse y aún no se certifican 48% de los 103 millones de hectáreas repartidas.[515]
En agosto de 2002 una funcionaria cercana al presidente advierte que existen 362 conflictos agrarios en 10 Estados. Lo considera “polvorín a punto de estallar,” que expone la inseguridad prevaleciente en la tenencia de la tierra.[516]
La cuestión agraria mexicana ha engendrado tres sucesos sangrientos: independencia, reforma y revolución. Debe evitarse el cuarto, que está latente, mediante programa integral de desarrollo agropecuario, dentro del sistema nacional de planificación.
- Racionalidad frente a desafíos
En octubre de 2001 el congreso aprueba Ley de desarrollo rural sustentable. Busca enmendar deficiencias de su antecesora de 1992, proteger al campo de competencia desleal externa y dar seguridad al abasto alimentario. Es otra lista de buenas intenciones: no puntualiza objetivos, políticas, estrategias, programas, metas ni medios para alcanzarlos.
Es impostergable programar usos agropecuarios del suelo, a la vista de los desafíos vislumbrados para los próximos 30 a 45 años, cuando la población pudiere ser de 130 a 142 millones de personas en 2030 y de 140 a 150 millones en 2045: la demanda de alimentos y materias primas avanzará a ritmo acelerado; se exigirán alimentos de alta calidad; la presión de la demanda hará necesario importar bienes primarios a tasa creciente, y los recursos naturales sufrirán fuerte desgaste.
Se enmarcan en el globalismo, el cual eslabona procesos productivos y mercados a escala mundial en busca de ventajas comparativas y eficiencia óptima, a los que debe engancharse el sector rural. Pueden verse como amenaza e inmovilizarse ante ella, o como oportunidad para trabajar y dar al suelo el mejor aprovechamiento susceptible.
Adaptarse al orden económico vigente implica establecer equilibrio entre rentabilidad (aspecto económico) y bienestar-bienser (aspecto humano). Implica introducir innovaciones tecnológicas; proteger el medio; explotar recursos en forma racional; lograr avances cuantitativos y cualitativos, y sobre todo crecimiento productivo con equidad social.
El paradigma consiste en aprovechar la naturaleza con eficiencia y eficacia; trabajar con productividad, competitividad y rentabilidad; suministrar provisión adecuada de alimentos, materias primas, bienes y servicios, y generar flujo creciente de ingresos, en congruencia con los objetivos culturales, económicos y sociales, a fin de cerrar disparidades con el medio urbano.
Planificar el agro obliga a descubrir síntomas de su atraso, rasgos distintivos, orígenes y causas, esto es, diagnosticar el síndrome y predecir su secuela. Hay que empezar por la taxonomía del territorio, a escalas local, regional y nacional, que describa características de aire, suelo, agua, clima, infraestructura y mercados.[517] Ha de incluir factores disponibles, situación, atributos y usos recomendables; cultivos y métodos de explotación; actividades no agrícolas; disponibilidad de innovaciones tecnológicas, administrativas, organizativas e informáticas; descripción y evaluación de mecanismos de comercialización, financieros, técnicos, instrumentales y educativos, complementado con datos demográficos, sociales, institucionales y económicos.
Es esencial darle tratamiento regional, ya que cada zona tiene características culturales, necesidades, recursos y capacidades singulares. “La unidad espacial constituida por la nación es generalmente muy vasta, muy difícil de manejar, muy difusa, excesivamente diferenciada en sus distintos sectores, y demasiado alejada del plano local para que represente una unidad espacial eficaz en la planificación y fomento locales,” expresa Ginsburg.[518]
A partir de la taxonomía se ha de analizar el funcionamiento del ciclo producción-comercialización-consumo de bienes y servicios rurales, con visión sistémica, en cada región.
Con este material se elaboraría el programa de usos rurales del suelo, enfocado a eficiencia —mejor aprovechamiento de recursos — y eficacia —resultados más beneficiosos para cada comunidad.[519]
Eficiencia depende de organización, administración y especialización de las unidades productoras, con afán de elevar su productividad individual y la general del sector. Se enfoca a medios.
Eficacia depende de la adaptación al mercado y sus mecanismos, los cuales inducen movimientos de la oferta en la dirección y ritmo que marca la demanda. Se relaciona a fines.
Para dar solidez al sector son esenciales: funcionamiento estable del mercado y capacidad de las unidades de atraer, conquistar, mantener o ampliar inversión y mercados. Cada una tiene que encontrar la relación más conveniente entre posición en el mercado y eficiencia, lo señalo en Capítulo 67, supra. Del modo con que trabaje depende su competitividad: óptima, cuando su posición y eficiencia son las mayores alcanzables; vulnerable, si logra alta eficiencia y baja participación; desaprovechada, con posición elevada, pero eficiencia pobre, y pésima, si ambos conceptos son bajos.[520]
Es trascendental ampliar y estabilizar productividad y competitividad, para incrementar rentabilidad, de la que depende su capacidad de capitalizar y desarrollarse.
Han de operar además con flexibilidad, para adaptarse a circunstancias y movimientos de los mercados agropecuarios, muy volátiles, sujetos a fenómenos meteorológicos, políticos y económicos.
Toda transición provoca desajustes y desequilibrios. Introducir innovaciones tecnológicas y reorganizar unidades con mayor tamaño y productividad como parte de la contrarreforma agraria, la cual desplaza trabajadores que no son absorbidos y tienen que emigrar. Se debe resolver con obras de infraestructura (caminos, obras hidráulicas, vivienda, locales, bodegas, etc.), actividades suplementarias, que menciono luego, y subsidios justificables.
El programa debe contener directrices, políticas, estrategias, tácticas, proyectos e instrumentos que guíen a las unidades a operar con la mira apuntada hacia aquellos cuatro conceptos: productividad, competitividad, rentabilidad y flexibilidad.
Estimular productividad y competitividad exige tecnología moderna. Química, ingeniería genética y biotecnología aportan procedimientos para modificar calidades y volúmenes de producción primaria; elevar rendimientos y disminuir costos unitarios (crucial en cultivos básicos: maíz, arroz, frijol); proteger el ambiente, y satisfacer la demanda en ascenso. El éxito se refleja en alta rentabilidad y por ende en posibilidad de capitalizarse y crecer.
Para hacer frente a los desafíos es aconsejable renovar el sistema ambiental: reorganizar zonas cuyos recursos están mal aprovechados y carecen de condiciones para hacer frente a la modernidad económica y social; rehabilitar zonas antes activas, que fueron abandonadas, y colonizar y fomentar zonas deshabitadas con viabilidad para desarrollar actividades agrícolas en condiciones sustentables, y en suma reconvertir usos de suelo, cultivos y productores.
La intención es alentar el desarrollo armónico de comunidades con seis propósitos de largo alcance: establecer condiciones propicias para brindar ocupación e ingreso estables al campesino; crear mecanismos para amortiguar o diluir efectos de fluctuaciones estacionales, cíclicas y eventuales; disponer de dispositivos para absorber excedentes de empleo; reemplazar actividades inconvenientes y decadentes por modernas y promisorias; asegurar abasto de bienes básicos y estratégicos, y rescatar, restaurar, adaptar e incorporar superficies devastadas, degradadas, mal utilizadas, inexplotadas o abandonadas.
- Diversidad productiva
La diversidad ecológica —variedad de especies complementarias de plantas y animales— constituye riqueza vital de la naturaleza. De ella dependen su fortaleza, estabilidad y desarrollo. Este concepto se proyecta a la actividad económica como diversidad productiva, que confiere utilidad —capacidad para satisfacer necesidades— y valor —de cambio: monetario— a los recursos primarios.
Si el campo se concibe sólo como espacio de actividades agropecuarias se desdeñan sus oportunidades, se mutilan sus fortalezas y se limitan sus facultades para enfrentar debilidades y amenazas. La economía rural es capaz de eludir o resistir desequilibrios derivados de fenómenos meteorológicos, políticos, económicos o tecnológicos en la medida en que se diversifica.
Indicio del fracaso del campo mexicano es su exiguo catálogo de productos: maíz ocupa 40% de la superficie cultivada; frijol, trigo, arroz y sorgo 25%. Es evidencia de vocación agrícola pobre.
Las labores agropecuarias no son fuente principal de ingreso de ejidatarios. Encuesta levantada en 1995 ilustra que aportan 50% en promedio; 36% provienen de otras actividades, y 14% de empleo migratorio. En parcelas menores de dos hectáreas las proporciones son 22%, 58% y 20%.[521] No es actitud premeditada: responde al instinto de supervivencia. En zonas de temporal —80% de la superficie cultivada— se trabaja unos cuantos meses al año. Para subsistir realizan otras tareas o emigran a urbes y EUA.
Lewis aconseja “proporcionar toda la ocupación que se pueda en actividades no agrícolas. Éste es no sólo el medio más claro de incrementar la producción no agrícola, sino que puede ser también una acción necesaria para aumentar la propia fertilidad del suelo. Si pudiera sacarse del campo parte de la población, devolver tierras al bosque, usar más suelos para controlar la erosión, y ampliar los períodos de barbecho, el producto agrícola, por definición, aumentaría, aunque no necesariamente de inmediato.”[522]
Con óptica actual Escalante Semerena et. al. sugieren efectuar “nueva conceptualización del desarrollo rural que considere el carácter heterogéneo y complejo del espacio rural y las cambiantes condiciones del campo en el contexto de la mundialización de las economías y la creciente presencia de flujos internacionales de mercancías y personas. […] Como parte de ella, deberán formularse políticas con mayor capacidad para fomentar el desarrollo económico y social en el sector rural.”[523]
El sector campesino es el que más resiente los desequilibrios, asimetrías y distorsiones que aquejan a una economía subdesarrollada. Dadas su cobertura territorial, trascendencia, complejidad y vulnerabilidad debe ser ordenado y regulado en los términos del plan rector y sus programas, a los que corresponde implantar procedimientos, brindar información y crear incentivos para sustituir cultivos tradicionales por actividades viables como frutas, legumbres, flores, especias, pesca, ganadería y agronegocios —artesanales, de trasformación y de servicio— alternos o suplementarios, que compartan inercias, ventajas comparativas y añadan utilidad y valor a los recursos en su lugar de origen. Es provechoso introducir figuras cooperativas de producción, empaque y comercialización, para aprovechar capacidad, habilidades y externalidades y conseguir economías de concentración.
El propósito no es tener diversidad productiva, sino apuntalar la estructura económica y crear riqueza regional.
La planificación ha de ser sistémica, insisto, pues el territorio es sistema complejo y se deben atender todas sus partes, de forma consistente, para que haya equilibrio y simetría en la operación y desarrollo sectorial y regional. Las actividades rurales dependen de las urbanas tanto como éstas de aquéllas. Su interdependencia se capta, comprende y aprovecha en el grado en que se conozcan el universo productivo integral y cada una de sus cadenas y eslabones.
La estrategia de desarrollo agropecuario ha de hacerse en correspondencia con las de industria y servicios, de tal forma que compartan y se trasfieran sinergias. En esto consiste el enfoque sistémico.
Los programas de gobierno se hacen deshilvanados e incongruentes por no haber política económica de Estado ni sistema de planificación. Abundan dependencias y organismos federales, estatales y locales con funciones de atención agropecuaria, que actúan de manera aislada, sin enmarcarlas en un plan maestro, que les dé orden, dimensión y sentido.
Con el globalismo la reciprocidad productiva traspasa las fronteras nacionales: la producción se organiza en función del mercado planetario. Esto ofrece oportunidades a todos los sectores, al vincular actividades con la mira de lograr eficiencia y eficacia óptimas. Se debe aplicar en el medio rural y darle todos los usos de que es susceptible, en busca de las reiteradas eficiencia y eficacia óptimas.
Es trascendental que el plan agropecuario cubra las cuatro dimensiones —local, regional, nacional y global— y determinar posibilidades de cada lugar, en correlación entre ellas y con el conjunto y establecer cadenas productivas que hagan factible alcanzar tales objetivos.
La última cita de Lewis previene que el producto agrícola aumenta, aunque no necesariamente de inmediato. La política agraria mexicana busca impacto inmediato, que de popularidad al presidente en su sexenio. No importan consecuencias ulteriores. Reparto masivo de tierras y programas de alcance efímero lo demuestran. Urge política de Estado, que le imprima contenido integral con horizonte de 30 a 45 años.
Fomentar el progreso rural es responsabilidad compartida de Estado, sociedad civil y agricultores. Debe fincarse en marco regulatorio, institucional y operativo que impulse avance real, con participación solidaria. Las unidades deben ser capaces de sostenerse por sí mismas y crecer, en relación armoniosa y redituable con actividades urbanas.
Obstáculos sobresalientes son inseguridad en la tenencia de la tierra, desorganización y canales de comercialización inadecuados.
Al primero ya me referí. En cuanto a organización y comercialización es imprescindible la especialización e integración de productores pequeños bajo el concepto de empresas agropecuarias y de agronegocios, mediante proyectos que definan ventajas comparativas, oportunidades, debilidades, fortalezas y amenazas, así como mecanismos para aprovechar fuerzas positivas y eludir las negativas.
Corresponde a los gobiernos federal, estatales y municipales instituir, instrumentar y controlar el sistema de planificación en sus esferas de responsabilidad, así como coordinar a productores y proporcionarles información, orientaciones, asistencia técnica y asesoría para que ellos elijan dónde se establecen, qué siembran, cómo, cuándo, con qué factores y a quién venden.
La ejecución de programas y proyectos, selección de cultivos y métodos de labranza compete a los productores, organizados según la ley vigente. Es básico confiar en que sus decisiones sean correctas, guiadas por las dos manos —la del Estado y la que mueven ellos: la invisible— que les impele a actuar racionalmente, en lo posible.
El sector rural no debe ser carga onerosa para la hacienda pública ni para los ciudadanos, a quienes a la larga se trasfiere en forma de impuestos, inflación y receso.
Modernización agraria significa adaptar las actividades rurales para que sean capaces de valerse por sí mismas. El gobierno deja de ser paternalista. Los campesinos alcanzan mayoría de edad y destierran el hijismo: planifican, se organizan, toman decisiones, asumen riesgos.
De cualquier modo, no se les puede dejar en desamparo, pues es sector básico, estratégico y vulnerable. El Estado ha de proporcionar crédito, seguros, maquinaria, canales de comercialización, avíos, aperos, instrumentos, fertilizantes, plaguicidas y demás insumos en condiciones accesibles, pero con un costo, no a título gratuito, amén de concederles condición fiscal especial, que les proteja contra prácticas perniciosas externas.
“No es posible instrumentar una política de largo plazo para fomentar la exportación, si no se contemplan instrumentos de apoyo a la actividad agrícola en general, sobre todo si se considera que todos los países desarrollados cuentan con esquemas de apoyo y fomento, incluidos apoyos y transferencias,” apunta Gatzionis Torres.[524]
Ibarra asevera: “la política económica está forzada a reconocer que una parte importante de los segmentos productivos registran atrasos u operan en condiciones que les torna imposible competir, sobre todo con países de agricultura moderna e intensamente subsidiada. El problema estriba en decidir política y económicamente si se permite que dichos segmentos desaparezcan o bien si se les subvenciona y se les hace sujetos de programas integrales de modernización a fin de convertirlos, cuando sea posible, en unidades productivas viables.”[525]
La decisión depende de que los proyectos rindan beneficios sociales y económicos, requisito obligado.
Ibarra añade: “sacar a la agricultura nacional de su condición de atraso, descapitalización y crisis no es una cuestión exclusiva, ni siquiera principalmente financiera o presupuestaria.” Lo que se necesita es “construir un complejo sistema de política económica que resultase compatible con la dirección central del cambio económico.”[526]
Es impostergable hacer frente a los desajustes causados por la globalización, desde luego, pero en forma razonada, gradual, con enfoque sistémico, de largo plazo, para alcanzar objetivos realistas.
La población rural tiene principios, valores, tradiciones, hábitos y costumbres propios. Los programas y proyectos deben respetar el contexto cultural de cada comunidad. De aquí la trascendencia de que la planificación esté consciente del multiculturalismo y abarque las cuatro dimensiones —local, regional, nacional, global— de forma que en cada una se tomen las decisiones apropiadas a las características de cada sitio y las mecánicas de producción y vida rural funcionen sin obstáculos, desajustes ni distorsiones ocasionadas por la miopía de imponer acciones desde el centro.
Vista desde el ángulo federalista “la regionalización puede ser un mecanismo útil para distribuir un poder central inoperante en entidades menores que funcionen eficazmente; para desenmarañar y racionalizar una compleja serie de jurisdicciones locales antagónicas y hacerlas funcionar más eficazmente; como instrumento oficial para aprovechar la energía de la naturaleza y ponerla al servicio de los habitantes de una región; como medio de regular el crecimiento saludable de una zona y estimular su desarrollo mediante la acción oficial,” asegura Abrams.[527]
A fin de orientar e inculcar nuevas habilidades, actitudes y capacidades hay que inducir adaptación cultural, para que los campesinos descubran sus facultades por sí mismos, las aprovechen para actuar como agentes del cambio y progresar desde su ámbito, por voluntad propia. Hay que adiestrarles y motivarles para que acepten, conozcan y apliquen tecnología, equipo e insumos apropiados y se incorporen a la explotación comercial.
Es recomendable crear asociaciones de productores y esquemas de organización cooperativa de producción, tecnología, empaque y comercialización encargadas de crear, alentar y orientar el espíritu y habilidades empresariales, así como para añadir valor a la producción.
Se trata de construir estructura productiva coherente, acorde a circunstancias geográficas, sociales, culturales, políticas, institucionales, económicas y tecnológicas de cada unidad, localidad, región y Estado.
Planificar el medio rural significa crear ambientes propicios para que los recursos naturales rindan los resultados económicos y sociales más provechosos según condiciones de cada lugar. Tiene que estar en relación con objetivos culturales y sociales que confluyan en mejor calidad de vida y cerrar la disparidad medio rural/medio urbano.
Una metamorfosis así toma plazo largo, 30 a 45 años, por lo que se tiene que obrar con paciencia, constancia, empeño, dedicación y flexibilidad, a fin de adaptar oportunamente las acciones a la realidad.
El plan debe auspiciar relaciones políticas y sociales sanas, que atenúen posibilidades de fricciones y desequilibrios. Es preciso familiarizar a las dependencias de gobierno federales, estatales y municipales, a las comunidades y al público en general con las potencialidades y ventajas del plan y motivarlos a cooperar en su instrumentación.
Novena parte
Actividades urbanas
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75. Explotación minera
La segunda vertiente de planificación territorial comprende actividades tipificadas como urbanas, por requerir procesos secundarios y terciarios de producción que las aleja del agro.
Examino en primer lugar explotación de minerales, recurso abundante en Mesoamérica, donde antes de la conquista se extrae oro, plata, cobre, plomo, estaño y mercurio, se hacen aleaciones y se elaboran objetos.[528] Al llegar los colonizadores se afanan en obtener metales preciosos, muy codiciados en su época mercantilista, y desatienden el beneficio de materias industriales, que crece sólo al ritmo del consumo.
Nueva España abastece dos tercios de la plata y casi un décimo del oro extraído en las posesiones hispanas de América.[529] El real de a ocho de plata acuñado aquí es la moneda del imperio español de mayor circulación en el mundo: se conoce como Mexican dollar. [530]
El trazo territorial de la colonia obedece a la ubicación de instalaciones mineras. Humboldt reseña que operan “cerca de 500 reales o realitos, célebres por las explotaciones de minas que hay en sus inmediaciones.” López Rosado consigna que existen unas 3,000 minas.[531]
Con la guerra de independencia varias instalaciones se abandonan, derrumban o inundan; la extracción de plata se corta a la mitad, y la de oro disminuye 25%. Aún así, e la rama que mayor ingreo genera. A fin de revivirla el gobierno concede beneficios fiscales, que atraen capitales franceses, ingleses y americanos, quienes se adueñan de ella y la reaniman en 1861-1880.[532]
“La minería mantuvo un lugar central en la política gubernamental desde tiempos coloniales y permaneció como centro de atención de políticas económicas aplicadas por diversos gobiernos, fueran éstos de corte centralista o federalista durante los primeros años independientes o, posteriormente, de tipo conservador o liberal,” relata Alma Parra.[533]
El sector registra auge y aporta un tercio del ingreso por exportación durante el gobierno de Porfirio Díaz. Se descubren placeres de oro en Baja California y se decuplica su extracción. La de materias minerometalúrgicas asciende en cuatro tantos. México descuella como productor de cobre, plomo, cinc y antimonio.[534]
La revuelta de 1910 interrumpe su marcha y no la reanuda, por lo que de aportar 6% del PIB en 1939, pasa a menos de 1% en la actualidad, y de contribuir con más de 10% de las exportaciones en los sesentas, hoy significa menos de 1%.[535]
La riqueza mineral no se aprovecha por insuficiencia de inversión en exploración y desarrollo, exceso de leyes y reglamentos, así como costos excesivos de energía, servicios, agua, permisos para uso de explosivos, derechos e impuestos. Revitalizarla exige estímulos fiscales, crédito, inversión en activos fijos e incentivos a la exploración, investigación y desarrollo, con base en un programa apropiado, en el marco del plan general.
(Examino industria petrolera en Capítulo 93, infra.)
- Vicisitudes de la economía
Díaz del Castillo describe con veracidad la actividad económica en Tenochtitlan en 1568:[536] “Desde que llegamos a la gran plaza que se dice el Tatelulco, como no habíamos visto tal cosa, quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías que en ella había y del gran concierto y regimiento que en todo tenían. […] Las cosas que allí se vendían […] eran tantas de diversas calidades que para que lo acabáramos de ver e inquirir, que como la gran plaza estaba llena de tanta gente y toda cercada de portales en dos días no se viera todo.”[537]
“No se produjo ninguna transformación inmediata o drástica en los mercados indígenas a raíz del establecimiento de la colonia española,” escribe Gibson.[538] “Ningún organismo secular español se dedicó a la erradicación de las artesanías indígenas. Ningún misionero se dedicó a enseñar a los indios nuevas maneras de modelar cerámica,” agrega.[539]
Se evita fomentar ramas que afecten intereses de España. “Las colonias hispanoamericanas eran consideradas como un simple mercado complementario de la economía peninsular, reservado, exclusivamente, a los comerciantes de la Metrópoli,” apunta López Rosado.[540]
Quienes elaboran bienes para los nativos subsisten como gremio de producción india, que crece con rapidez, porque gustan a los hispanos, quienes los demandan y estimulan su oferta.
Los aborígenes adoptan tecnología y equipo de los conquistadores, mejoran sus artesanías e introducen nuevas, de lo que resulta variado mestizaje industrial. “Todos los más indios naturales de estas tierras han aprendido muy bien todos los oficios que hay en Castilla entre nosotros, y tienen sus tiendas de los oficios y obreros, y ganan de comer a ello,” escribe Díaz del Castillo.[541]
Nueva España es la colonia más rica del imperio en 1800. Su economía presenta similitudes con la de EUA y ambas exportan sumas equiparables, revela Coatsworth, quien cuestiona: “¿Por qué empezó la economía mexicana el siglo XIX con menos de la mitad de la producción que la de Estados Unidos?” Él mismo responde: “las raíces del atraso económico de México se encuentran en las estructuras de la producción manufacturera novohispana. Padecía de una organización vertical, centralizada y fragmentada. Era presa de limitaciones fiscales y trabas burocráticas y carecía de medios de distribución y comunicación eficientes.”[542]
Chávez Orozco opina parecido: la industrialización enfrentaba obstáculos difíciles de eludir: “desfavorables instituciones políticas, régimen comercial opresivo; clima y geografía adversas; monopolio de la riqueza en manos del clero y el carácter colonial, cerrado y feudal de la economía.”[543]
Ambos autores hacen hincapié en deficiencias estructurales, que en cierto modo perviven y obstruyen el avance en siglo 21°.
Al conseguir su independencia la nación tiene alta deuda externa en mora, no dispone de capital, instalaciones, tecnología ni equipo y está asolada por inestabilidad política, guerras intestinas, invasiones extranjeras y nacionalismo.
El escenario cambia con Porfirio Díaz, quien instaura paz, reconoce la deuda externa y emprende enérgica política de fomento y apertura. Atrae capital de fuera; amplía la red ferroviaria; introduce electricidad; crecen producción y exportación agrícolas; se actualiza la minería; arrancan las ramas textil, harinera, cervecera, tabacalera y otras; se dispara la construcción, y en 1900 nace la siderurgia.
A pesar del avance, al empezar siglo 20º la economía mexicana aún revela “dependencia desmedida de la minería como vínculo con el exterior; una diversificación incompleta del sector exportador basado prácticamente en productos agropecuarios y en una precaria infraestructura productiva; una industria volcada al mercado interno, pero dependientes de importaciones y de políticas proteccionistas,” observa Parra.[544]
La revuelta de 1910 atrofia la economía. En los treintas, restaurada la paz, la política gubernamental se enfoca a industria manufacturera y en los cuarentas se implanta el paradigma desarrollista descrito en Tercera parte, supra.
- Estructura industrial
El sector industrial revela tres deficiencias notables:
Planta inadecuada. Las estrategias de fomento industrial han sido dispersas, reactivas, improvisadas, incongruentes, extemporáneas e inconclusas. La estrategia desarrollista patrocinó unidades incompetentes, improductivas, con mala administración, costos elevados y calidad defectuosa, como apunto en Capítulo 27.
INDUSTRIA MANUFACTURERA
CONCENTRACIÓN REGIONAL
%
REGIÓN EMPLEO VALOR
AGREGADO
1980 1998 1980 19935
Sumas 100 100 100 100
Megaurbes1 61 39 69 53
Norte2 11 26 7 15
Centro3 10 11 9 10
Occidente4 7 11 4 9
Resto 11 13 11 13
____________________________________________________
1 Áreas metropolitanas de México, Monterrey y Guadalajara. La fuente las denomina grandes ciudades.
2 Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Coahuila, Sonora y Tamaulipas.
3 Hidalgo, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala.
4 Aguascalientes, Guanajuato, Michoacán y San Luis Potosí.
5 Los valores de 1993 se ajustan para que sumen 100.
FUENTE: De León Arias, Adrián, “Patrones de crecimiento regional y su impacto en la productividad mexicana,” El mercado de valores, 10/2000, pp. 35-44, Nacional Financiera, México, octubre de 2000, pp. 36-38.
Alta concentración. Las plantas se aglomeran en unas cuantas ciudades, en forma anárquica, por capricho y tradición. Suscita contrastes regionales, sectoriales y de ingreso. Es vector de darwinismo geográfico y social.
La ciudad de México (DF y 17 municipios de Estado de México) genera un tercio del PIB y aloja a la mitad de las 500 empresas mayores. Es núcleo de la economía regional, nacional e internacional. Parnreiteren la cataloga como ciudad global.[545]
Predominio de unidades pequeñas. Los censos de 1999 registran 2.7 millones de establecimientos en todos los ramos. 99% son micro y pequeños, absorben 40% de mano de obra y contribuyen con 20% de valor agregado.[546]
PLANTA PRODUCTIVA DE MÉXICO
ESTABLECIMIENTOS POR SECTOR Y TAMAÑO
1999
TOTAL MANUFACTURAS COMERCIO SERVICIOS* MILES % MILES % MILES % MILES %
_______________________________________________________________________
Sumas 2.726 100.0 344 100.0 1.444 100.0 938 100.0
Micro 2.616 95.9 328 95.3 1.370 94.9 918 97.8
Pequeños 80 2.9 9 2.7 58 4.0 12 1.3
Medianos 23 0.9 5 1.6 14 0.9 4 0.5
Grandes 7 0.3 1 0.4 2 0.2 4 0.4
_______________________________________________________________________
* Excluye servicios financieros.
FUENTE: Nacional Financiera, “Estadísticas sobre micro, pequeña, mediana y gran empresa,” El mercado de valores, México, enero de 2002, pp. 44-58. Elaborado con datos de INEGI, Censos económicos 1999. Las unidades se ajustaron a miles; por eso no resulta la suma de pequeños.
El ramo manufacturero cuenta 344,000 empresas: 95% son minúsculas. Las comerciales y de servicios suman 2.4 millones: 99% son micro y pequeñas. La abundancia de establecimientos pequeños complica el proceso de distribución, multiplica la serie de intermediarios, infla costos y aumenta fallas de mercado. (Adelante abordo el tema.)
La política de fomento tuvo resultados inconvenientes en la segunda mitad de siglo 20° —señalo en Capítulo 65— por ineficacia, defectos, carencias acumuladas y trabas burocráticas: aquí toma 112 días laborales arrancar un negocio, con costo equivalente a 57% del ingreso anual por habitante. En Canadá bastan 2 días a costo mínimo.[547]
Basta comparar a Corea del Sur y México para aquilatarlo. En 1980 el PIB por habitante de ambos es 2,000 dólares.[548] En 2002 Corea alcanza 14,151 dólares y México 6,420 dólares. Casalet lo atribuye a que “la tarea de coordinación no ha funcionado por falta de interacción y por insuficientes enlaces públicos y privados para mantener una comunicación real dinámica y abierta que reduzca las distancias entre la conducción estatal y la decisión empresarial.”[549]
En veinte años de política industrial en México “destaca la incapacidad de los planes para, en realidad, conducir un cambio suficientemente rápido y significativo hacia una estructura industrial más eficiente y descentralizada,” expresa Méndez.[550]54
Es consecuencia de no planificar. El plan de desarrollo de cada gobierno sexenal es mera formalidad. Se supone que los programas sectoriales se desprenden de aquél, están entretejidos y son consistentes entre sí. En la práctica son listas aisladas de intenciones de los secretarios del presidente, enfocados a cumplir el requisito, no a alcanzar eficiencia, eficacia ni el bien nacional. Además, compromisos y urgencias se anteponen a objetivos relevantes.
Comentario especial merecen las maquiladoras.
Pasada la segunda guerra mundial Japón reconstruye su estructura fabril a partir de plantas de ensamble y proceso, que utiliza como plataforma para construir la gran industria que le distingue.
Por su parte EUA instala plantas similares en Corea del Sur, Taiwan, Singapur, Tailandia, India, China y Hong Kong. Son figura preparatoria de globalización manufacturera, que favorecen despegue espectacular en esa región asiática.
México se enrola en la corriente en 1965, al establecer programa de industrialización en la frontera norte, fincado en operaciones de maquila de empresas extranjeras. Se abren 12 unidades, con 3,000 trabajadores. En 1972 se extienden a cualquier lugar, salvo de alta concentración fabril.[551] En 2004 hay 3,000, con 1.300,000 empleados,[552] que contribuyen con 19,000 millones de dólares de exportación neta. “La industria maquiladora de exportación ha sido la actividad manufacturera más dinámica de México desde finales de los años setenta. El empleo en ella creció a una tasa media anual de 11.8% en el período 1980-1995,” apuntan Carrillo et. al.[553] Sus detractores enumeran tres rasgos negativos: son de capital extranjero; pagan salarios menores a los que percibe un trabajador en EUA, y dependen del mercado externo. Son argumentos débiles.
Es irrelevante la procedencia del capital mientras crea fuentes estables de empleo, genera ingreso, capacita mano de obra y participa en la economía global. Lo crucial es arraigar capital: evitar su huída. La inversión peligrosa es la de cartera, llamada golondrina, porque huye al menor indicio de riesgo.
En cuanto a salarios, es absurdo comparar mercados discordantes como EUA y México o cualquier subdesarrollado. El costo bajo de la mano de obra es ventaja comparativa, aprovechable para abrir oportunidades de trabajo formal, como la hace China.
Respecto a la dependencia, ésta se da en cualquier país y actividad sobre todo en una economía abierta y global. El receso de la economía de EUA de 2001 repercute en todas las naciones y en todas las ramas, no sólo en maquiladoras mexicanas.
Es criticable que la instalación de plantas no responde a programa concreto: no se vincula a proyectos de desarrollo territorial, de recursos humanos, trasferencia de tecnología e infraestructura urbana, con objeto de que cree polos dinámicos, como se hace en China y sureste de Asia, que lleven a la instalación de plantas terminales.
Otros aspectos en contra son: los salarios reales y otros costos son relativamente altos; está estancada la productividad; existen trabas burocráticas y problemas de operación; crece la incertidumbre por incapacidad de gestión del gobierno federal, y el crimen aumenta implacable, todo lo cual abate la competitividad, que se manifiesta en cierre de plantas: de más de 3,500 en 2000 pasan a 2,800 en 2005,[554]
La política industrial debe fincarse en el plan y sus programas y contemplar todos los aspectos del sistema país en forma integral, con visión de Estado, para regular todos los componentes y sus interrelaciones y adaptar la economía al globalismo, con eficiencia y efectividad.
Lo dije ya: las actividades urbanas dependen de las rurales tanto como éstas de aquéllas, en relación sistémica. La estrategia fabril tiene que hacerse en correspondencia con la agropecuaria, para trasferir y compartir productividad y competitividad entre ciudad y campo, en términos de agronegocios. Asimismo, la comercial va asociada a las de industria y servicios.
Las actividades urbanas se ejercen en múltiples ambientes, donde se presentan acontecimientos y tendencias plurales, que deben ser registrados y clasificados con objeto de conocer la naturaleza y evaluar la magnitud del problema.
El diamante de Porter y la matriz de competitividad sistémica referidos en Capítulo 65 son útiles para formular taxonomía y diagnóstico de la planta productiva urbana e identificar fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas en los términos ya propuestos.
La taxonomía de empresas facilita cuantificar su capacidad instalada; catalogarlas en dinámicas, progresistas o decadentes; describir dónde se ubican y cómo funcionan sus procesos de producción, comercialización y exportación, así como sus fuentes de factores, tecnología, financiamiento y servicios empresariales.
Un sistema de información y asesoría como tal auxiliaría al ente planificador, empresas y público en general. Contendría datos indispensables para definir objetivos, estrategias, políticas, programas, tácticas y metas, así como para definir localización y cobertura de las operaciones en cada dimensión territorial, con visión estereoscópica, que permita trabajar simultáneamente con metodologías analítica y deductiva.
Las tareas siguientes son: integrar el inventario de oportunidades y amenazas, recursos y limitaciones, por sectores y regiones; darlo a conocer; proponer acciones en esos sentidos; ofrecer y brindar ayuda técnica, financiera y fiscal.
- Integración comercial
Como secuela de la docena trágica reseñada en Capítulo 28 la planta manufacturera mexicana, enfocada al mercado interior, es enclenque, anticuada, defectuosa e ineficiente al término de los setentas. En 1983 se inicia su reconversión, proyectada al mercado externo. En los siguientes años se complementa con privatización, desregulación y apertura comercial: se liberan mercados, se solicita adhesión a GATT (hoy OMC),[555] y se suscriben acuerdos de integración con países y bloques, a fin de diversificar mercados y ampliar ventas.
Tales medidas, aunadas a devaluaciones del peso, vuelven atractivos los productos mexicanos y la exportación de manufacturas se dispara 370% entre 1980 y 1990. En el primer año aporta 23% del ingreso total de divisas; en el segundo, 52%.
En 1994 entra en vigor Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA en inglés) entre Canadá, EUA y México. Aglutina 380 millones de personas y aporta 30% del producto planetario bruto. México se incorpora a la globalidad regionalizada.
Con TLCAN se busca elevar ventas, asegurar la fidelidad del comprador más importante del mundo y atraer inversión. Sin tratado la exportación quedaba expuesta a vaivenes aleatorios e intereses de EUA. Ahora debe respetar lo pactado. De 1993 a 2001 los envíos de manufacturas mexicanas a EUA se incrementan 30% y los de maquiladoras 270%. Ambas aportan 90% de las ventas totales.[556] México está encadenado a EUA y el PIB de aquí se mueve al ritmo del de allá.
“La inversión extranjera directa también conoció una evolución espectacular,” dice Arriola.[557] En el período 1986-93 —antes de TLCAN— el promedio anual es 3,500 millones. A partir de 1994 alrededor de 12,000 millones. Además, México se vuelve base de empresas de otros países que buscan exportar a EUA, incluso China. “Es hoy una de las naciones más competitivas del mundo para atraer capitales que vienen a producir para exportar a otros países,” piensa este autor.[558]
Dicho tratado no es entelequia, sino instrumento vivo que debe actualizarse continuamente para que cumpla los objetivos para los que se instituyó, tarea que corresponde al programa comercial, dentro del marco general del plan.
- PYMEs: segmento estratégico
Las empresas de corta dimensión constituyen lastre para el desarrollo, dado su limitado potencial de ventajas competitivas y economías de escala, deforman la estructura productiva y plantean “un desafío enorme, pues en ellas hay una capacidad muy importante de generación y producción y, por supuesto de empleo, pero bajísima productividad, porque en ese enorme mar de microempresarios —vendedores ambulantes hasta familias plurales— se esconden los peores niveles de pobreza y productividad,” considera Iglesias.[559]
Son empresas lumpen, en lenguaje marxista.[560]
No hay que despreciarlas empero. Olmedo Carranza apunta: “son parte del tejido empresarial nacional y en épocas de crisis son refugio […] para seguir produciendo, sobrevivir y sostener la economía familiar, pero también la nacional.”[561]
Más bien es preciso organizarlas, hacerlas eficientes y redituables mediante programa apegado a las técnicas de planificación, donde se establezcan objetivos, políticas, estrategias, proyectos y tácticas que definan rumbo y medios con visión integral realista de largo alcance, en busca de competitividad, productividad y beneficio social.
“No debiera volver a aceptarse a la microempresa como sinónimo de ineficiencia y marginación, ni tampoco a ubicar a la informalidad como su ámbito natural e inevitable de desenvolvimiento,” recomienda López Espinosa.[562]
Existen 2.6 millones de micro, pequeñas y medianas empresas (PYMEs), 99% del total: 13% en industria; 52% en comercio, y 35% en servicios. Emplean 80% de la mano de obra y contribuyen con la mitad de la producción (PIB).
En Canadá tales unidades absorben 50% de los trabajadores y aportan 43% del PIB. En EUA 53% y 50%, respectivamente.[563] Ambos países tienen organismos especializados para atenderlas con financiamiento, subsidios, tecnología, orientación comercial, información y servicios. El gobierno canadiense tiene Programa para Pequeños Negocios (Small Business Agenda). En EUA las atiende Administración de Empresas Pequeñas (Small Business Administration).[564]
Las PYMEs han proliferado porque la trasformación estructural de la economía mundial abrió oportunidades a empresas de tamaño reducido, amén de que el desempleo ocasionado por la globalización y los recesos padecidos en el mundo en los ochentas alentó a los afectados a crear sus propios negocios.
México carece de programas congruentes y efectivos. El gobierno federal atiende PYMEs de manera tangencial, con instrumentos que favorecen operaciones ineficaces, corruptas y fraudulentas y rinden pobres resultados.
“Los pequeños establecimientos estaban condenados a desaparecer a menos [de] que cambiaran cuantitativa y cualitativamente. El único camino viable parecía ser la promoción del asociacionismo: el agrupamiento de los pequeños según diversas modalidades […] para beneficiarse del cambio de escala económica, social y política,” considera Alba Vega.[565]
Bianchi et. al. arguyen que es crucial agruparlas y aconsejan incorporar nuevas PYMEs a la competencia interna “para romper las economías cerradas y transitar hacia la liberación de los mercados,” con objeto de aumentar el número y variedad de actores económicos; ampliar el espectro de especialización y la actitud de los empresarios locales frente a la innovación; auspiciar el surgimiento de líderes; incitar relaciones entre empresas complementarias, y alentar actividades de servicios adecuados a las necesidades de la época.[566]
Las PYMEs pueden triunfar si se integran a redes internacionales que les proporcionen competitividad y capacidad exportadora, directa o indirecta, como proveedoras de exportadores o maquiladoras, auxiliados por uniones de crédito, asociaciones de productores, sociedades de responsabilidad limitada de interés público u otras. Al aglomerarse se articulan al marco institucional, suben de categoría ante el público y adquieren presencia sistémica. Conviene fomentarlas, porque ocupan abundante fuerza de trabajo; ofrecen satisfactores de consumo masivo; requieren poco capital y tecnología, y son flexibles. Representan alto potencial y ampliarían la diversidad productiva.
En México se han experimentado varias opciones de integración. Las gubernamentales han tenido vida efímera. Las eficaces han sido iniciativas particulares.[567]
En los noventas el gobierno federal promovió empresas integradoras, para adaptar unidades productivas a modalidades internacionales.[568] Se inspiraron en un concepto aplicado en Italia con magníficos resultados: consorcios de empresas asociadas en cadenas productivas para obtener beneficios comunes en materia de investigación y desarrollo (I&D), información, financiamiento y comercialización.
La unidad pequeña no puede avanzar por sí sola: necesita apoyos. Mas ojo: ayudarlas sólo porque son pequeñas es discriminatorio y nocivo, sobre todo si son incompetentes. Implica gasto estéril que la sociedad cubre vía impuestos o inflación; premia improductividad e ineficacia; auspicia desperdicio, y origina frustración, por despertar esperanzas que no se cumplen.
Merecen estímulo quienes demuestran aptitud, compromiso, vocación y ofrecen proyectos viables, que garanticen coeficientes razonables de productividad, competitividad, rentabilidad y flexibilidad; unidades dinámicas, capaces de triunfar, que aporten innovaciones y activen efectos-multiplicadores, sin atender a su tamaño. Se les debe asesorar y asistir para que se organicen apropiadamente, aprovechen los factores con eficiencia y desarrollen talento empresarial, así como proporcionarles información veraz y oportuna, capacitación, financiamiento y asistencia técnica.
La política industrial tiene que ser neutral y atender a todas las empresas sin distingo, advierte González; [569] pero hay que hacer excepciones, con base en dos criterios:
General: brindar incentivos a empresas que inviertan en innovación tecnológica, formación de recursos humanos, reconversión técnica, laboral y ambiental de su planta productiva, sin distinguir tamaño, sector ni ubicación.
Preferencial: proporcionar ayuda especial a sectores clave en la formación de cadenas productivas eficientes, para reforzar eslabones débiles, crear eslabones faltantes y modernizar empresas de todo tamaño.
En vista de que el primero pudiere acentuar desequilibrios entre empresas y sectores por sus múltiples especialidades y dimensiones, se inclina por el segundo. “La concesión de estímulos debe ser estrictamente temporal y condicionada a que se realicen dichas inversiones. Una vez cubierto el plazo, las empresas beneficiadas deberán estar en situación de competir en plano de igualdad en el mercado.”[570]
Esta cortapisa es primordial, pues urge desterrar el paternalismo/ hijismo nefasto y sustituir remedios asistenciales por instrumentos idóneos de fomento y desarrollo.
Al plan toca definir requisitos para hacer competitivas las PYMEs desde los ángulos tecnológico, productivo, mercadotécnico y financiero; aglutinar empresas con especializaciones; aprovechar externalidades que favorezcan la cohesión del grupo y sostengan su crecimiento y capacidad innovadora, y aglutinar como comunidad productiva a empresas con fuerte identidad.[571]
De Maria y Campos advierte: “la pequeña empresa será eficiente, sólo si el entorno económico y social es eficiente, particularmente en el nivel regional y local donde opera. En este contexto se requiere poner atención, no sólo a la eficiencia de la estructura administrativa gubernamental, sino también a la competitividad sistémica y a la «gobernabilidad.»”[572]
- Innovación tecnológica
El atributo más valioso en el contexto económico actual es el talento empresarial, síntesis de: conocimientos y experiencia; estado de investigación y desarrollo (I&D); acervo de tecnología; disponibilidad y calidad de información; capacitación laboral; prácticas administrativas y mercadotécnicas. Consiste en saberlo hacer. Se materializa en invenciones e innovaciones, que trazan fronteras entre progreso, atraso o estancamiento. Las primeras consisten en descubrir un factor o procedimiento nuevo: es obra de creadores. Las segundas, en aplicar invenciones en el proceso productivo: la ejecutan empresarios.[573]
La “reducción de los obstáculos que encuentran en su aplicación las innovaciones tecnológicas y administrativas […] puede ser considerada como el cambio institucional más importante que acompaña al crecimiento,” parafrasea Bruton a Wolf.[574]
Kaldor opina que el dinamismo técnico de quienes están encargados de adoptar decisiones en materia de producción constituye el factor más importante en el ritmo de crecimiento económico, anticipé en Capítulo 19.[575]
Estas citas dan idea de la trascendencia del tema.
Tecnología es concepto estático: muestra estado del arte, dice Machado. Lo importante es la innovación tecnológica: introducir en la empresa cambios que le impriman dinamismo.[576] “Forma parte de un conjunto de políticas y actividades convergentes, no un elemento aislado de la cadena productiva,” según Martín del Campo.[577]
Se aplica en todas las actividades gerenciales, en forma de activos fijos, procesos, métodos y sistemas. Distingue a la empresa, le da identidad y consolida su presencia en el mercado; eleva su productividad; le brinda rentabilidad, que provee excedente para innovar más, e incrementa su valor patrimonial. Favorece el aprovechamiento eficiente y eficaz de los factores productivos. Detona círculo virtuoso de progreso y aporta armas para triunfar en las condiciones impuestas por la globalidad.
Quintana aconseja: “después de haber dominado la tecnología seleccionada y agotado su potencial, la empresa no puede renunciar a seguir elevando su productividad, para lo cual debe dar un salto emigrando hacia una nueva tecnología que supere las limitaciones de la anterior. […] Tiene que restablecer procedimientos de producción, sistemas y controles a partir de nuevos principios, reiniciando el ciclo de la mejora continua en la búsqueda de la eficiencia máxima.”[578]
Las economías con alto nivel tecnológico “pueden sustentar su competitividad internacional en ventajas competitivas dinámicas y transformar su estructura con mayor rapidez. Aquellas naciones que en cambio se especializan en actividades de baja intensidad y dinamismo tecnológico presentan una mayor rigidez al cambio estructural y deberán sustentar su competitividad internacional en la disponibilidad y bajo precio de sus recursos naturales y humanos,” expresa Capdevielle.[579]
El fenómeno se observa lo mismo entre países, regiones, sectores o empresas: las dotadas de tecnología apropiada se adaptan mejor a los mercados, son eficaces y crecen; las mal dotadas se estancan y/o desaparecen.
Las unidades aisladas carecen de posibilidades para disponer de innovaciones dinámicas. Las asociadas en cadenas y redes comparten conocimientos y procesos —de mayor refinamiento cuando giran en torno a un consorcio trasnacional líder— y ocupan mejor posición.
Quintero hace notar que “el desarrollo tecnológico tiene muy largos plazos de maduración. Es más evidente cuanto menos competitiva sea la empresa, que es precisamente cuando más necesita desarrollar técnicas adecuadas y una cultura tecnológica propia.”[580]
La competitividad en este terreno se mide con cinco indicadores, según Robledo: ambiente económico; infraestructura física; cantidad y calidad de recursos humanos disponibles; marco institucional de fomento a la innovación, y empresas proveedoras de insumos y servicios técnicos.[581] El plan ha de contemplar que todos sean favorables.
- Innovación en México
En los setentas se crean instituciones especializadas que forman la infraestructura científico-tecnológica de México.[582] Eran “excesivamente burocráticas, autocontenidas y escasamente preocupadas por los resultados y el control sobre sus logros. […] Cada una operaba independientemente, y alejadas (sic) del campo productivo.” El cambio tecnológico se concebía como aplicar inyecciones intermitentes de tecnología en plantas y grandes complejos especializados, apunta Casalet.[583]
“Los esfuerzos de investigación y desarrollo en México son más bien pobres,” sostiene Cimoli.[584] Se orientan principalmente a modernizar procesos de producción y mejorar su organización y la calidad de los productos.
Durante el desarrollismo el talento empresarial se concentra en empresas grandes —trasnacionales el grueso— poseedoras de vastas capacidades tecnológicas y productivas, mientras la mayoría sobreviven merced a protección estatal. “Predomina el protagonismo de la gran empresa como determinante del proceso de innovación,” precisa Casalet.[585] Una cuantas PYMEs, proveedoras de aquéllas, se desarrollan a su sombra y salen avante. Es raquítica la iniciativa personal, porque el paternalismo/hijismo reprime la acumulación de conocimientos y la formación de empresarios competentes, con aptitudes gerenciales, técnicas y promotoras.
“El Estado surgió como el único actor inicial promotor del despegue industrial de manera patrimonialista. Fue el promotor de todo el edificio proteccionista, que se vio obligado a cerrar fronteras a la competencia externa, pero también a reglamentar demasiado la industrialización interna. Fue como alimentar una paloma con balas de plomo para que no volara,” sostienen Rudomin et. al.[586]
El objetivo, rayano en obsesión, fue crear empresas que sustituyeran importaciones, lo cual es estrategia. Se “presuponía la identificación entre capacidad productiva y tecnológica: el aumento de la inversión en capital físico redundaba de manera automática en innovación tecnológica, que se consideraba un subproducto del aumento de la capacidad productiva,” observa Rivera Ríos.[587] Peor aún: prevalecía la creencia de que “lo único que tenía que hacer un país para especializarse era adoptar la tecnología que se ajustara a su dotación de recursos.”[588]
En consecuencia, el sistema de innovación se integra de manera fortuita, sin orden ni dirección y no se crean circunstancias para que las empresas inviertan en I&D ni adquieran capacidad innovadora. Revela la inexistencia de política de Estado y de plan estratégico integral. Como en las demás facetas de política económica las acciones responden a ondas sexenales deshilvanadas, sujetas al criterio y caprichos del equipo presidencial en turno, quien ocupado en ganar prestigio, resolver urgencias y pagar favores, descuida cuestiones fundamentales como I&D, invención e innovación.
El flujo de inversión en I&D significa 2.6% del PIB en EUA y 1.7% en Canadá. Los gobiernos aportan un tercio. En Corea es 2.7%, con participación estatal de un quinto.[589] Aquí es de sólo 0.3% y el gobierno pone dos tercios. La inversión media por empresa es 0.6% sobre ventas, frente a 3.1% en EUA.[590]
Así, el panorama es sombrío: unidades rudimentarias, ineficientes, imposibilitadas para tecnificarse; talento empresarial improvisado y limitado; estructura productiva inclinada a procesos de bajo contenido tecnológico, y estructura institucional impropia para mantener ambiente político, social y administrativo idóneo para el desarrollo. El rezago coloca a empresas nacionales en situación frágil frente a competidores y explica la penetración de compañías y de productos foráneos.
Es más, “los escasos incentivos que alguna vez existieron […] desaparecieron hace varios años y los programas de riesgo compartido nunca funcionaron bien debido a los procedimientos tan complicados que significaban,” consigna Quintero.[591]
“Al mediar los años noventa nuestro país registraba brechas importantes en renglones relativos al esfuerzo tecnológico y al desempeño innovativo, lo que ha colocado al SMI [sistema mexicano de innovación] en una posición de rezago que no tenía a principios de los años ochenta.” relatan Bazdresch Parada et. al.,[592] ineludible por las dificultades que padeció la economía en los ochentas.
Las disparidades económicas de la era globalizada no pueden superarse con sólo adoptar tecnología ajena. Es preciso romper la dependencia. “Las empresas de las economías atrasadas deben ser capaces de manejar de manera rápida y eficaz las innovaciones estratégicas que se requieren para generar nuevas tecnologías y los productos y servicios que distinguen a la nueva revolución industrial,” sugiere Machado.[593]
La aclaración es pertinente, porque trasferir, imitar o copiar tecnología no proporciona la competitividad que exigen los mercados. Lo sustancial es trasformarla, adaptarla y más que nada crearla, de acuerdo a cultura, actitudes, recursos y características de cada lugar, para así estimular el dinamismo técnico, como aconseja Kaldor.
Con la transición de proteccionismo a libre mercado se trasforma el SMI. Sus actividades “difieren de las del pasado, no sólo en la organización estructural, ya que las actuales son más flexibles, menos piramidales en su decisión, y no cuentan con subvenciones ilimitadas, sino que deben buscar sus propias vías de financiamiento a través de la calidad y la oportunidad de los servicios ofrecidos,” señala Casalet.[594]
En el sector moderno de la economía predominan innovaciones de dos clases: de gran escala de producción y dependientes de proveedores, apunta Capdevielle,[595] las cuales no aportan ventajas significativas. Contribuyen con más de 80% del valor agregado y empleo en la industria manufacturera. Es reducida la participación de actividades de alta capacidad científica y de proveedores especializados de maquinaria, equipo e insumos. De cualquier modo, 32% de la exportación manufacturera mexicana se califica de alta tecnología, frente a 44% en EUA y 24% en Canadá.[596]
Cimoli detalla: la gran mayoría de empresas absorben nuevo conocimiento tecnológico de fuentes internas; se advierte cooperación tecnológica entre empresas del mismo sector y reducida entre sectores diferentes; existe pobre interacción entre empresas e instituciones que fomentan redes tecnológicas; los usuarios y proveedores especializados son fuente importante de conocimiento tecnológico; los centros de investigación de sector público y universidades no son surtidores relevantes de información para empresas, y las compañías mexicanas se inclinan a innovar con base en aprendizaje tecnológico propio.[597]
A dos décadas de que empezó a desmantelarse el esquema proteccionista es improbable que exista disposición generalizada a aplicar innovaciones. Rige el instinto de sobrevivir mediante improvisación, imitación o plagio de tácticas de producción y venta, ruta equivocada para progresar al ritmo requerido. Es imprescindible formular el programa de innovación tecnológica sobre bases científicas, de manera sistémica, a largo plazo, vinculado al plan nacional y demás programas sectoriales y a partir de allí construir y operar plataforma científica-tecnológica capaz de favorecer la innovación y cimentar el progreso.
- Instrumentación operativa
“El mayor obstáculo que encaran los países [subdesarrollados] para aprovechar los beneficios de la nueva revolución industrial es la falta de capacidad de sus empresas para, efectivamente, emprender innovaciones tecnológicas estratégicas,” asevera Machado. [598]
Construir dicha plataforma científica-tecnológica, articulada a los aspectos cultural, político, económico, social y físico, es labor del gobierno, brazo ejecutor del Estado, por tres razones enumeradas por Waissbluth:[599]
El innovador tiene que afrontar incertidumbre y asumir el riesgo de perder dinero. Pocos particulares están en condiciones de o dispuestos a hacerlo.
Ha de compartir beneficios de la innovación con la sociedad y aún con rivales, quienes suelen verse más favorecidos que él mismo. Las patentes no le protegen, ya que la tecnología es aprovechable por todos y brinda ventajas comparativas a cualesquiera sectores y empresas, aún foráneos.
La innovación privada crea distorsiones: concede privilegios monopolísticos, margina a PYMEs y desatiende proyectos de incertidumbre alta, plazo largo e interés social.
Algunas corporaciones invierten en I&D y aceptan los riesgos implícitos, aunque lo normal es que “los países industrializados subsidian el gasto en ID de sus empresas, sobre todo mediante subvenciones [subsidios directos) y deducciones fiscales. Casi no se recurre a préstamos. Es probable que, a la luz de los acuerdos de libre comercio, cada vez se subsidie más el desarrollo tecnológico,” apunta Waissbluth.[600]
Organización Mundial de Comercio califica de legítima la asistencia financiera a investigación empresarial,[601] según criterio establecido por consenso internacional.
Los esfuerzos en este sentido deben seguir pauta sistemática, con enfoque integral y horizonte amplio, vinculados al plan general y sus programas sectoriales, del modo en que he insistido.
La tarea inicial es elaborar taxonomía del cuerpo de organismos participantes, que deben aquilatarse por sus capacidades, defectos y potencialidades. Algunos se orientan a I&D e invención; otros a aplicar innovaciones, y hay quienes cubren ambos campos. Deben conocerse y evaluarse con rigor.
A partir de allí se establecerían objetivos, estrategias, políticas, programas, tácticas y metas por escalas económicas y dimensiones territoriales, tanto en actividades rurales como urbanas.
Es fundamental ver más allá del aspecto material: “las aportaciones de la ciencia y la tecnología para el desarrollo sustentable no dependen solamente del monto y alcance de sus actividades de investigación, sino también de la forma en que los recursos disponibles son administrados, articulados y aprovechados,” observan Méndez Nonell et. al.[602]
La empresa es la unidad mínima, átomo del universo productivo; de ella dimana la energía que mueve el aparato económico. Tiene que ser punto de partida para comprender su mecánica e influir en ésta. En tal virtud, hay que conocer a fondo el eje central del análisis del proceso de innovación —así le llama Cimoli— formado por: relaciones tecnológicas entre empresas, proveedores, productores y usuarios; interacciones tecnológicas de empresas con centros de investigación, universidades u otras instituciones, y conducta tecnológica de la empresa, medida por labores de I&D, aplicaciones, mejoras de proceso y aportaciones de conocimientos del personal de la empresa que se incorporan a rutinas de operación, enriquecen tecnología y se convierten en innovación.[603]
Universidades, centros de investigación e institutos tecnológicos son productores de conocimientos, que desempeñan papel crucial en proyectos de I&D y capacitación de personal, dice Casas.[604] El planificador tiene que considerarlos.
Es preciso establecer procedimientos para poner la tecnología al alcance de las empresas, agruparlas, patrocinar proyectos conjuntos de I&D y fomentar coordinación y armonía entre ellas.
“Para atacar el problema de rezago social y económico es imperativo apoyar el desarrollo de aquellas tecnologías orientadas a elevar la productividad de las actividades con mayor impacto en el nivel y calidad de vida de la nación, que incidan en la alimentación y salud de la población, que posibiliten un mejor y mayor dominio de nuestros recursos naturales y que incrementen la competitividad del aparato productivo nacional,” recomiendan Méndez Nonell et. al.[605]
El adelanto nacional depende de aprovechar tecnología disponible; adaptarla a las necesidades de cada caso; incorporar la experiencia de trabajadores de la compañía, quienes la conocen a fondo, saben cuáles son sus fallas, cómo superarlas y descubrir nuevos procesos y aplicaciones. También es provechoso recabar opinión de proveedores, competidores, compradores, universidades, institutos de investigación, organismos públicos y privados.
Machado distingue cuatro clases de innovación: no planeada, fortuita, incremental y estratégica.[606]
Es imposible anticipar las no planeada y fortuita. Lo racional es aprovecharlas en cuanto se detectan.
Las incrementales mejoran la eficiencia operativa: la incrementan. A corto plazo elevan productividad, calidad y rentabilidad. Conviene adoptarlas, aunque no contribuyen significativamente a la competitividad. Las estratégicas proporcionan capacidad para operar con eficacia. Representan acciones premeditadas que fortalecen la capacidad competitiva. Facultan a desempeñar papel protagónico y vencer en la carrera larga. “Son procesos continuos en que una empresa sintetiza la prospectiva industrial y tecnológica con un entendimiento profundo de los mercados,” añade Machado.[607] Son las que mayor atención demandan.
Cimoli considera que innovar es proceso interactivo donde se combinan tres sinergias: conducta tecnológica de la empresa (esfuerzo de I&D, mejoras de proceso, etc.), relaciones interempresariales e interacciones entre empresas, centros de investigación, universidades y otras instituciones.[608] Las tres actúan en circuitos donde se originan relaciones, reglas y restricciones, que definen oportunidades y amenazas, fortalezas y debilidades; propagan flujos de conocimientos e información, y mantienen en acción el proceso innovador. Son elementos que el plan y el programa de fomento correspondiente deben contener.
La eficacia de innovar depende de la capacidad de la economía para absorber el cambio tecnológico. Implica solidez, estabilidad, mercados bien organizados y sólidos y capacidad técnica de producción. También influye la atmósfera político-social: Estado de derecho, gobernabilidad, seguridad, tranquilidad, reglas de juego claras, rectitud y honestidad de gobernantes y eficacia de la gestión pública, que auspicien confianza y propensión a gastar en I&D y en innovar. Constituyen competitividad, que estimula la invención e innovación más que los incentivos directos, subsidios y apoyos fiscales.
El organismo planificador debe presentar listas de clases y características de tecnologías apropiadas a cada tipo de empresa, según su rama, sector, localidad y región, así como señalar posibles beneficios, para impedir o al menos atenuar discriminaciones por este concepto.
Como complemento hay que sembrar en el público conciencia de la importancia de I&D, tecnología e innovación e incitarle a participar en actividades relacionadas con ellas, a capacitarse y colaborar en el avance tecnológico.
En el presente la tecnología evoluciona y se reproduce por sí misma a tal velocidad que el programa debe ser ágil y flexible al profundizar, afinar, ampliar, combinar y dar nuevas aplicaciones a la innovación.
Inculcar la práctica metódica de innovar con calidad se inscribe en la metamorfosis cultural que recomiendo en Cuarta parte. Comprende educación, capacitación, vocación, sentido de responsabilidad, voluntad de trabajo, constancia, entusiasmo, creatividad, honestidad, honradez, profesionalismo, entrega, compromiso y demás virtudes que delinean el talento empresarial y en México son paupérrimas.
El programa debe precisar elementos que alienten la innovación: legislación; deducciones de impuestos, subsidios y otros mecanismos fiscales; depreciación acelerada de maquinaria y equipo utilizados en I&D; crédito preferencial, asistencia técnica y asesoría en este campo; garantía bancaria; aportación de capital; aportación no reembolsable del costo parcial de proyectos; becas; organización de cadenas y redes con fines de asociación tecnológica, y premios a empresas y personas destacadas en labores de I&D, descubrimientos, invenciones, aplicaciones y cualquier aportación que eleve la riqueza tecnológica.[609]
Es forzoso definir la combinación más adecuada en cada caso —empresa, rama, sector y región— de acuerdo a la realidad local del momento: condiciones sistémicas y prioridades de política.
Décima parte
Ciudades, infraestructura y energía
- Áreas urbanas
La tercera vertiente de planificación territorial se refiere a ciudades, dínamos de la nación-Estado, donde “los hombres se enfrentan a la naturaleza no como unidades independientes, sino como miembros de grupos organizados en forma cooperativa,” dice Linton.[610]
Cuando la aldea primitiva evoluciona en villa delimitada por cerca o muralla se da “un gran paso hacia delante” considera Morgan.[611] Obedece a que a campo abierto el hombre realiza labores primarias. Al congregarse en aldeas desarrolla oficios, técnicas, artes, ciencias y refina formas de gobierno, organización, administración, producción y servicios.
Aristóteles llama a la ciudad creación de la naturaleza, fundado en que “el hombre es animal político por naturaleza.” Al decirle político —del griego poli s, ciudad-Estado— lo confina a las relaciones dentro de dicha polis. Asevera que “se organiza con miras al bien; porque el hombre obra siempre con el fin de lograr lo que cree bueno. Si toda agrupación tiende al bien, la ciudad o sociedad política, que es la superior entre ellas y las comprende todas, tiende al bien en mayor grado que las demás.”[612]
Las aldeas surgen hace c. 5,000 años en riberas de ríos, relato en Capítulo 1. Albergan no más de 10,000 habitantes; pocas llegan a 100,000.[613] En ellas florecen civilizaciones, se pactan transacciones de negocios que vinculan pueblos y se forja la cultura.[614]
Poco antes de la era cristiana, una ciudad domina el mundo conocido: Roma. Su preponderancia dura cinco siglos.
En el siglo 7º el islam se apodera del Mediterráneo y bloquea el comercio entre urbes cristianas. “Materialmente subsistieron las ciudades, pero perdieron su población de artesanos y comerciantes y, con ella, todo cuanto habían logrado perdurar de la organización municipal del imperio romano,” relata Pirenne.[615]
En siglo 12º termina la hegemonía musulmana, se renueva el comercio europeo y se dispara la producción artesanal, orientada al mercado externo. Surtirlo requiere abundante inversión, que aportan comerciantes y banqueros, quienes asumen el liderazgo en la villa o burgo: se les llama burgueses, gestores del capitalismo en siglo 13º.[616] La artesanía evoluciona en industria incipiente.
“Las ciudades son motores siempre en movimiento. Por sí solas se encargaron del primer auge europeo,” señala Braudel.[617] En el siglo mencionado prosperaron con rapidez. “Ciudades modernas, demasiado adelantadas para su época, anuncian ya el futuro o son ya el futuro,” proclama.[618]
Hasta siglo 15º “fueron los únicos centros del comercio y de la industria,” indica Pirenne.[619] “Entre la ciudad y el campo existe una rigurosa división del trabajo, pues el campo sólo practica la agricultura, mientras que la ciudad se dedica al negocio y a las artes manuales,” añade.
El Estado y las instituciones cambian de fisonomía durante el renacimiento. La burguesía sacrifica libertades, a cambio de mayor radio de acción comercial, empréstitos y canonjías. “Se forma una economía territorial que viene a sustituir a la economía urbana, [… pero] continúa siendo de dirección urbana. Las ciudades, junto con el Estado, siguen dirigiendo el juego.”[620]
Por tanto, la organización política se convierte en territorial: nacional en significado moderno. “Se afirma el papel desempeñado por las capitales, sostenidas por la misma presencia y por los gastos del Estado, seguras de alcanzar una categoría hasta entonces no igualada: la de superciudades. […] El peso y la vida de todo el Estado empiezan a girar en torno a estos monstruos urbanos, que no tienen rivales, instrumentos de lujo, máquinas para la fabricación de la civilización y también de la miseria de los hombres,” opina Braudel.[621]
La revolución industrial empieza en siglo 17º, por el aprovechamiento del vapor en producción y trasporte, y se consolida en el 18º. La urbe se afianza como vértice de la actividad económica. En ella se asientan industria, finanzas, comercio, amplia variedad de servicios y es imán de personas en busca de oportunidades.
A partir de siglo 19º se forman metrópolis por varios rincones de la Tierra, donde aparecen problemas que señalo adelante.
La mitad de la población mundial reside hoy en ciudades. Se estima pasará a 60% en 2025. Existen 408 de más de 1.000,000 de habitantes: 129 en países ricos y 279 en subdesarrollados. En 25 años serán 639: 153 y 486, respectivamente.[622]
- Ciudad: sistema complejo
El área urbana es sistema complejo, afirma Forrester: se integra por personas, construcciones y actividades económicas interactuantes. Constituye un módulo regional, enlazado concéntricamente a conglomerados mayores —región, Estado, país, mundo— por relaciones físicas, culturales, políticas, sociales y económicas. Su alcance está dado por el grado de movilidad de personas, dinero, objetos, servicios e información.[623] Genera fuerzas de atracción o repulsión que inducen a las personas a elegir dónde residir y trabajar, en su papel dual de consumidores y agentes productivos, y determinan flujos migratorios desde y hacia ellas.
La ciudad es además sistema cerrado: la delimitan las interacciones que se generan dentro de ella y determinan su comportamiento. Cerrado no implica aislado: lo que ocurre fuera tiene impacto en ella; pero no afecta ni altera sus características intrínsecas. Su funcionamiento responde a causas endógenas; no proviene de ni es impuesto por el contorno externo, aunque acontecimientos de fuera aceleran o retardan el proceso. Se halla enlazada al conglomerado del cual forma parte: región, Estado, país, mundo. Cuando las condiciones internas son más favorables que las del derredor, la gente y la industria son atraídas y viceversa: si son adversas las repelen. Su influencia se extiende hasta donde lo permite la movilidad de factores, la cual traza su radio de acción, que puede ser ilimitado. Sus fronteras se desplazan conforme invade territorios aledaños.
Las metrópolis son núcleos regionales, por lo que existen nexos indisolubles entre ellas y las economías local, regional y nacional, así como en los procesos de localización económica y movimientos migratorios. Por tanto, lo que acontece allí es de proyección nacional y merece atención esmerada. “Constituyen verdaderos motores del crecimiento económico, […] desempeñan un papel catalizador en la formación y evolución de las ventajas comparativas y competitivas, al concentrar muchos de los ingredientes esenciales de la nueva competencia internacional: recursos humanos de alta calificación; infraestructura productiva y social de alto nivel, así como una estructura de toma de decisiones,” expresa Aguilar Barajas.[624]
Por ser sistemas cerrados opera un mecanismo de retroalimentación, por el que las variables se nutren a sí mismas y refuerzan su avance o colapso, que se despliega en ciclos de vida: desarrollo, envejecimiento, deterioro, decadencia, ruina, en su caso regeneración y de nuevo desarrollo…, las cuales trazan tendencias seculares de duración eterna. Ejemplos: Atenas tiene c. 30 siglos; Roma, c. 27; París, c. 21; Londres, c. 20, y México-Tenochtitlan, c. 7 siglos.
Son demasiado grandes, congestionadas, contaminadas; se distinguen por desorden, ineficiencia e iniquidad social. Gradualmente contagian a áreas adyacentes saludables, mediante suburbanización y crean monstruos indomables. El influjo constante de gente enardece la concentración. Cuando es irrestricta y rebasa la capacidad de absorción favorece desempleo, economía informal, invasión de predios, hacinamiento, parasitismo social, mendicidad, vicio, endemias y delincuencia. En ellas se gesta proletariado lumpen, como denomina Marx al “producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas” de la sociedad,[625] que Engels llama “escoria integrada por los elementos desclasados de todas las capas sociales y concentrada en las grandes ciudades,”[626] Ambos las califican de “centro[s] de reclutamiento para rateros y delincuentes de todas clases, que viven de los despojos de la sociedad, gentes sin profesión fija, vagabundos, [gente sin patria ni hogar].”[627] La juventud lumpen (niños de la calle y pandillas) crece sin principios, valores, oficio ni beneficio. Nada tiene que perder y está dispuesta a lo que sea. Provee delincuentes, asesinos, terroristas, vagos, viciosos y pordioseros. Constituye explosivo social siempre latente.
La gran urbe genera demanda exacerbada de agua potable, drenaje, salud, educación, vivienda, vialidad, trasporte, energía, alumbrado, vigilancia, recolección de basura. Se multiplican sus costos, insuficiencia, defectos e ineficacia. Muestra estructura deforme, anticuada, disfuncional. El tránsito de vehículos es congestionado, desordenado, lento, peligroso y destructor del medio ambiente. El gasto administrativo excede las posibilidades del erario local: debe ser subsidiado. Los grupos miserables y lumpen utilizan servicios mas no pagan impuestos: son amenaza para la sociedad y carga para el fisco. La competencia por el suelo suscita especulación, lo encarece y hace inalcanzable disponer de vivienda a muchas familias, lo cual reproduce hacinamiento e invasión de territorios.
Anomia e ingobernabilidad son ostensibles: se patentizan en rebeldía civil, marchas, manifestaciones, plantones, caos vial permanente y criminalidad ascendente, que alteran la paz, tranquilidad y bienser de los pobladores. Corrupción e impunidad actúan como causa y efecto, y refuerzan el círculo vicioso.
En la ciudad se entrelazan multitud de culturas, criterios, necesidades, actitudes, conductas, ocupaciones y estratos sociales. Se manifiestan sentimientos e inquietudes de sus miembros y de la colectividad. Su carácter está determinado por el de sus pobladores, quienes son actores y espectadores; sujetos activos y pasivos de lo que ocurre; artífices de sus complejidades y soluciones. “Es el espacio en el que los habitantes se asumen como ciudadanos, es el espacio natural de la construcción de la ciudadanía,” afirma Ziccardi. En ella “históricamente se fincaron y se expandieron los derechos y obligaciones de los ciudadanos.”[628]
Los cambios en la civilización occidental durante la segunda mitad de siglo 20° multiplican las exigencias de derechos individuales y el sentido de pertenencia a la comunidad, lo cual embrolla vida y gobierno de ciudades, donde se agranda lo que Kymlicka et. al. denominan cultura de dependencia, consistente en reclamar derechos sin aceptar ni cumplir obligaciones. Equivale a hijismo. Moldea individuos subsidiarios, indolentes e insensibles, carentes de solidaridad, de responsabilidad compartida, de respeto a formas de convivencia y de voluntad para trabajar en beneficio del bien común. Inculca pasividad en los pobres sin mejorar sus oportunidades y perpetúa “el problema al reducir a los ciudadanos al papel de clientes inactivos de la tutela burocrática.”[629]
Las diferencias en ubicación, disponibilidad de recursos y estructura productiva matizan el darwinismo social y geográfico: son notables diferencias entre los privilegiados, que disfrutan con holgura las comodidades y servicios urbanos; numerosos segmentos medios, que viven en situación aceptable, y amplia mayoría que subsiste de manera precaria y miserable.
Durkheim sostiene: “cuanto más primitivas son las sociedades, más semejanzas existen entre los individuos que las componen.”[630] Ergo, entre más evolucionadas son mayores su diversidad humana y complejidad y se acentúa el imperativo de planificar.
- Ciudades de México
La república mexicana era rural hasta bien entrado siglo 20°, salvo la capital y pocas localidades. A partir de los cincuentas se metropolizan poblados y se acelera el crecimiento urbano: en 1950 el 28% de la población habita en 84 ciudades de 15,000+ habitantes. Sólo la capital rebasa el millón. En 2000 el 61% de la gente vive en 368 localidades de 15,000+ habitantes, 9 de ellas con 1.000,000+. Covarruvias estima que en 2030 habrá 20 de 1.000,000+ y 78 de 100,000+ a 1.000,000, que alojarán 70% de la población.[631]
Las disparidades son abismales: mientras en ciudad de México el ingreso por habitante es 198,184 pesos en 2005 y en Cancún 134,774, en Tepic es 54,110 pesos, la cuarta parte.[632]
Las megaurbes de México padecen con intensidad los males crónicos enumerados, que se antojan irresolubles, agravados por organización inadecuada, crecimiento anárquico desmedido, ineptitud gubernamental, vicios administrativos, incapacidad financiera, abulia y descuido, sintomáticos de subdesarrollo económico y atraso cultural. Razón subyacente es la que reitero en varios pasajes: ausencia de planificación.
La situación crítica permanente de la capital empeora por la concurrencia de autoridades federales, de Distrito Federal, de sus delegaciones, de gobierno del Estado de México y de sus municipios. En condiciones similares, aunque no tan graves por menor tamaño, están Guadalajara, Monterrey, Puebla.
Eibenschutz Hartman aconseja “establecer un marco jurídico que soporte la coordinación adecuada de las actividades que ejercen los gobiernos, tanto locales como federales.”[633] Esto sugiere crear gobiernos de áreas metropolitanas, con órganos legislativos y judiciales propios que las administren integralmente, donde participen representantes de las entidades involucradas, sin lesionar intereses de alguna. Es asunto delicado, pero imprescindible para lograr su saneamiento y desarrollo, que el planificador tiene que tener en mente.
- Planificación urbana
Es difícil administrar una metrópoli, donde causa y efecto suelen no relacionarse estrechamente en tiempo o espacio. “La estructura de un sistema complejo no consiste en un simple circuito de retroalimentación donde el estado de un sistema domina su comportamiento. Un sistema complejo tiene multiples circuitos de retroalimentación interactuantes,” advierte Forrester. Es contraintuitivo, porque sus problemas no se resuelven por intuición. Si se abandonan al azar o casualidad se intensifican, por moverse en círculos viciosos.[634] El sistema urbano esconde causas y es engañoso: los síntomas se confunden con causas aparentes, porque éstas son síntomas coincidentes.[635]
Las enfermedades de las grandes concentraciones deben combatirse con un proceso preconcebido, razonado, de planificación. Se requiere “una política nacional explícita, con un enfoque territorial del desarrollo, de carácter regional y urbano que se aplique en subsistemas urbanos y en las ciudades que los constituyen. Esta política deberá plantear estrategias en materia económica, social y ambiental que contribuya a evitar que las disparidades regionales se profundicen; que vinculen el desarrollo económico con la equidad social y el territorio, en un marco sustentable; que considere las diferencias regionales e incorpore la participación de los diversos sectores; que se complemente con una sana y eficiente participación del Estado; y que regule las distorsiones del mercado y garantice una tasa de crecimiento con equilibrio externo y desarrollo social,” asevera Covarrubias.[636]
“Es imperativo coordinar la concepción del desarrollo urbano y del medio ambiente con la estrategia de instalación de infraestructura; […] con las políticas fiscales y sociales; las de educación y salud. En síntesis, el desarrollo de la ciudad debe partir de una visión integral de largo plazo; una visión que adecue [sic] y coordine las políticas para potenciar y estimular el ordenamiento urbano que los programas articulados proponen,” aconseja Eibenschutz Hartman.[637]
Tales frases pecarían de utópicas como objetivos del plan. No es la idea: las presento como línea metodológica, como criterios que conviene adoptar al planificar ciudades.
El primer paso del programa urbano es establecer fronteras de las áreas en observación, vistas como sistemas, módulos y subsistemas. Después, como en los temas anteriores, se requieren taxonomía y diagnóstico, para conocer la situación al detalle.
Al seleccionar las variables se debe atender que “el carácter de una ciudad está determinado por su población. En cualquier momento, la población es resultado del movimiento pasado hacia y desde la ciudad y de las conversiones sociales y económicas que ocurren en ella. Empleo y vivienda parecen ser los dos componentes más influyentes para determinar movimiento hacia la ciudad y mayor movilidad económica interna,” escribe Forrester.[638]
Población, industria (conjunto de actividades económicas generadoras de empleo) y vivienda son los motores de la dinámica de la ciudad. Su naturaleza, estructura y cambios reflejan su carácter; facilitan determinar y comprender la fase del ciclo de vida en que se encuentra: desarrollo, envejecimiento, decadencia o ruina. “Son más fundamentales que gobierno local, cultura social o política fiscal,” arguye dicho autor.[639]
Se tienen que abarcar todos los ámbitos —biológico, físico, cultural, político, tecnológico, económico y social— e identificar impactos cruzados de fuerzas y tendencias externas en fenómenos internos y viceversa, con proyección larga: 30 ó 45 años.
La finalidad de planificar la urbe es auspiciar condiciones que hagan agradable la vida de sus habitantes. Se le debe dotar de vitalidad económica para que brinde empleo, vivienda y servicios adecuados y suficientes a los pobladores. Es imprescindible erradicar sus lacras, tarea colosal por su magnitud y severidad y porque el crecimiento demográfico las refrenda y multiplica.
Los pasos para conseguirlo son: definir objetivos en función de necesidades futuras y usos del suelo por zonas y tipos: residencial, industrial, comercial e institucional; establecer políticas idóneas, alcanzables, de usos de suelo, y proponer estrategias, tácticas y proyectos públicos y privados de aplicación viable, integrados a planes regionales, formulados en conjunción con el plan general y programas complementarios, con el carácter sistémico en que he insistido.
El programa urbano es complementario del de localización industrial. “El manejo eficiente de la expansión urbana requiere de un marco de referencia apropiado que relacione de modo coherente las políticas y estrategias con las inversiones correspondientes. Este marco, a su vez, ha de construirse con un entendimiento sólido de cómo crecen las ciudades y de las fuerzas que intervienen en ello como resultado del funcionamiento de los mercados de suelo y laborales, así como de las decisiones de localización residencial y empresarial,” recomienda Aguilar Barajas.[640]
Las estructuras urbanas tienen que renovarse según paradigmas de la globalidad: aprovechar a plenitud las ventajas comparativas y competitivas del sistema-ciudad, en busca de eficiencia óptima; utilizar racionalmente sus recursos; descartar actividades inconvenientes, y abrir oportunidades de trabajo al mayor número posible de personas.
“Para encauzar a la ciudad hacia un futuro sustentable es preciso promover su productividad y fortalecer sus ventajas competitivas. Éstas residen en la diversidad y riqueza de los factores locales,” recomienda Quadri de la Torre.[641]
El programa ha de determinar “usos del suelo [urbano] acordes con las demandas de la economía y de la sociedad, con seguridad jurídica y protección del entorno ecológico, como factores generadores de plusvalías que puedan ser utilizados para financiar la satisfacción de necesidades de suelo de las familias de menores ingresos y subsidiar áreas de equilibrio ecológico; identificándose en cada caso las áreas adecuadas y necesarias para un desarrollo urbano planeado y ordenado,” piensa Covarrubias Gaitán.[642]
La cortapisa principal es financiera, por estrechez financiera de gobiernos locales, costo elevado de proyectos y condiciones precarias de la economía nacional.
Otra restricción es institucional-administrativa: las autoridades citadinas se distinguen por ineficiencia e ineficacia, derivadas de organización gubernamental inapropiada; ineptitud de cuadros políticos y operativos, y hábitos y costumbres perniciosos. Además, el tamaño y crecimiento de las localidades amplifican las dolencias y hacen que los remedios sean inservibles antes de aplicarse.
Gracias al hijismo la gente concibe los servicios urbanos como derecho inherente, por el que no existe contraprestación: se consideran obligación de Papá Gobierno. Cuando los habitantes sienten que no se les cumple brotan inconformidad, anomia e ingobernabilidad. Las autoridades responden con subsidios asistenciales y otros bálsamos populistas para calmar los ánimos y lograr mérito político. Se asumen como Estado-benefactor, que merma el exiguo presupuesto. Tal función no puede desaparecer súbitamente; pero debe apegarse a programa sistémico, razonado, que puntualice prioridades y asignación de recursos que garanticen auténtico beneficio social. Más importante es que actúe como Estado-inductor e induzca al trabajo y exija solidaridad cívica como contrapartida de los beneficios recibidos.
Las ciudades son vórtices de desarrollo. Por ello es imperativo planificarlas: cubrir el horizonte completo, cada una de las partes y todas sus interrelaciones y respuestas, con la perspectiva de largo plazo mencionada: 30 ó 45 años, con auxilio de procedimientos metódicos de orientación y control de crecimiento, que incluyan normas cualitativas y cuantitativas sobre usos de suelo, tránsito de vehículos, servicios comunales y regionales, con participación de las instancias políticas involucradas y la sociedad civil.
La metrópoli tiene aptitudes para ser “mecanismo de integración social que contribuya a contrarrestar la desigualdad social y la segregación urbana que caracteriza [a] nuestras sociedades,” sostiene Ziccardi.[643]
Ordenar ciudades hace necesario considerar aspectos como los siguientes, dice Covarrubias:
Planificación física: de suelo, vivienda, instalaciones y servicios públicos, en función de la población y su capacidad de compra.
Ordenamiento urbano: usos de suelo, infraestructura, dotación de servicios, tierras urbanizables y no-urbanizables, en función de su potencial agronómico y ecológico.
Infraestructura urbana: obras y abastecimiento de agua potable, saneamiento, energía, comunicaciones, trasporte, educación, salud, etc. adecuados a necesidades presentes y futuras.
Vivienda: disponibilidad acorde a necesidades presentes y futuras. Protección de medio ambiente: los recursos naturales se deben manejar de tal modo que no se rebasen sus límites críticos de sobreexplotación o sobrecarga. Debe ser foco de toda acción gubernamental. [644]
Quadri de la Torre subraya: es necesario “comprender el orden espacial de la ciudad, plasmado en los usos del suelo, e interpretar correctamente las formas urbanas de las cuales dependen los patrones de convivencia cotidiana y las relaciones intersectoriales entre un vasto abanico de actividades y conductas.”[645]
Covarrubias sugiere: “las ciudades deben ser vistas como objetos estratégicos de acción pública. La acción del Estado mediante las políticas de planeación urbana deberá lograr un sistema urbano capaz de competir en la globalización y, al mismo tiempo, compartir la riqueza generada en las ciudades y regiones mediante un principio de solidaridad interregional, compensar a las regiones y grupos más desfavorecidos mediante la promoción de inversión productiva que constituya una alternativa real para subsistir en un contexto de oportunidades de ingreso, empleo y acceso a satisfactores.”[646]
Según Durkheim la solidaridad asume dos formas, ya mencionadas: mecánica, derivada de la pertenencia al grupo en respuesta a creencias y sentimientos comunes de quienes lo integran, y orgánica, motivada por la conciencia individual y la personalidad propia, determinadas por la esfera de acción de cada uno.[647]
Es preciso inculcar ambas y despertar estados de conciencia permanentes, que alienten a obtener los beneficios de ser miembro de la colectividad y a colaborar en su favor de manera voluntaria, como ciudadanos conscientes. El derecho a disfrutar sus ventajas y servicios ha de compensarse con participación activa en su gobierno y funcionamiento, ingrediente esencial de la democracia, lo cual incluye actuar en organismos de planificación, administración, instrumentación y vigilancia de programas, de tal modo que haya equilibrio entre derechos y deberes e inculcar virtudes de responsabilidad y colaboración. Debe ponerse acento especial en imbuir ética ciudadana para cumplir dicho propósito y humanizar la ciudad, que en términos de Braudel sería imprimirle nobleza humana, que imponga a sus pobladores un esfuerzo constante para alcanzar en ella la más alta perfección de las relaciones humanas.[648]
- Infraestructura
La cuarta vertiente de planificación territorial corresponde a infraestructura: basamento de la estructura productiva de una comunidad (infra, debajo de). La abro en tres: obras y servicios públicos, generación de energía y polos de desarrollo.
Los pobladores de México prehispánico crean obras prodigiosas para dominar las características hostiles de suelo y clima. Los invasores españoles se maravillan de la perfección de canales, acequias, represas, bordos, acueductos y drenes. Nezahualcóyotl diseña sistema hidráulico para represar agua salada, lavar suelos y regar con agua dulce. Las chinampas (predios flotantes) extienden la superficie cultivable.[649]
Tenochtitlan despierta admiración por su trazo simétrico e infraestructura funcional. La comunicación con tierra firme se efectúa por cuatro calzadas que a la vez son diques. Los territorios azteca y maya se conectan entre sí y con otros pueblos por veredas peatonales, pues no utilizan carretas ni bestias de carga o tiro.
Los conquistadores modernizan y amplían las obras agrícolas y urbanas, sin aportar algo espectacular.
Nueva España es encrucijada del imperio: sirve de eje entre la metrópoli y Filipinas, liga a Europa con Asia. Dispone de 8 puertos en Golfo de México y 5 en Océano Pacífico. Tiene 26,100 kilómetros de caminos, que conectan la capital con costas y fronteras.
Conflictos y guerras durante la mayor parte de siglo 190 causan estragos en la infraestructura.
Se repone durante la gestión de Porfirio Díaz: las rutas ferroviarias reciben atención preferente: cubren 24,700 kilómetros en 1910, 1,900 kilómetros menos que en la actualidad. Se agregan 2 puertos en Golfo de México y 11 en el Pacífico. Los caminos reciben atención mínima: se construyen los requeridos para tender vías del tren. En 1849 se abren líneas telegráficas. En 1878 se funda la primera compañía telefónica. Las haciendas cuentan con infraestructura propia, sólida y funcional.
Las trifulcas iniciadas en 1910 destruyen instalaciones telegráficas y telefónicas. La red ferrocarrilera sufre considerable deterioro. La portuaria se atrofia por falta de mantenimiento.
Los gobiernos revolucionarios tienen que reconstruir las maltrechas instalaciones.[650]
En 1924 nace la aviación comercial y se construyen aeropuertos. En 1925 arranca la construcción de grandes presas. El sistema carretero crece conforme avanza el autotrasporte: se dispone de 312,000 kilómetros. Los ferrocarriles se han descuidado. Existen 54 puertos en costas orientales, 86 en el Océano Pacífico y 28 fluviales. En radiotelefonía se dispone de más de 40,000 kilómetros de fibra óptica; es digital más de 90% de la planta telefónica y cubre 21,000 poblaciones.[651]
México ha hecho esfuerzo razonable en materia de infraestructura, a pesar de penurias ancestrales y múltiples dificultades. Países semejantes, como Argentina o Brasil, revelan coeficientes parecidos. Cotejados con Alemania, EUA o Japón es manifiesta la desventaja.
- Generación de energía
Las instalaciones para generar energía merecen tratamiento aparte.
La fuente primordial es petróleo, empleado desde tiempo inmemorial. El primer pozo aparece en Irán c. 500 años a.C. En China se extrae con tubos de bambú y taladros de bronce en siglo 3º a.C. Se usa como medicamento, lubricante, impermeabilizante, asfalto y para iluminar.[652]
En Mesoamérica lo llaman chapopotl (de tzouctli, goma o pegamento, y popochtli, humo u olor), hispanizado en chapopote. Además de los usos descritos se emplea como mortero, chicle, aromatizante y embadurnamiento de sacerdotes en ritos religiosos.[653]La explotación de chapopoteras (depósitos) no prospera en Nueva España. En zonas ganaderas se considera plaga. Aún así, las Ordenanzas mineras de 1783 incluyen “aceites y bitúmenes de la tierra” como parte de los recursos propiedad de la corona.[654]
La operación moderna de petróleo arranca en Pennsylvania, EUA, en 1859. Durante siglo 19º y comienzo del 20º se emplea para alumbrar y como combustible en estufas y calderas. Paulatinamente sustituye al carbón en navíos, ferrocarriles y fábricas. Con el automóvil, en el siglo 20°, es carburante rey y desde los setentas palanca geopolítica,[655] se advierte en Capítulo 2, supra.
El gobierno mexicano concede el primer permiso para explotarlo en 1864. En 1901 brota el primer pozo de producción comercial.[656] La Constitución de 1917 establece que el dominio directo de los minerales o sustancias existentes en el subsuelo es de la nación. La extracción de aceite se da en concesión a empresas extranjeras y se levanta la estructura que en 1921 convierte a México en segundo productor y abastecedor de un cuarto de la oferta mundial.[657]
En 1936 surge conflicto laboral en la rama, que culmina en huelga en 1937. Pronto estallará la segunda guerra mundial, lo que en 1938 aprovecha el presidente Lázaro Cárdenas para expropiar la industria, que se funde en Petróleos Mexicanos (PEMEX).
Hoy México ocupa 8º sitio a escala global por reservas y 5º por producción de crudo. Tiene influencia destacada en el mercado, sin ser miembro de OPEP, porque prefiere ser independiente y neutral. Los yacimientos se ubican a lo largo de la costa y en mantos profundos de Golfo de México. Existen 9 refinerías, localizadas en función de centros de consumo, y 106 plantas petroquímicas, próximas a sus materias primas.[658]
En los primeros ochentas la actividad es pilar de la economía: contribuye con dos tercios del ingreso por exportación y un cuarto del ingreso fiscal. Poco después cae el precio y pierde importancia. A partir de 2000 vuelve a ocupar sitio trascendental por dispararse el precio a niveles inimaginables. Se repite situación semejante a la observada en siglo 19°, cuando la economía depende de la plata: sus fluctuaciones lo mismo causan auge que imponen tácticas de emergencia.
PEMEX ocupa segundo lugar como empresa por volumen producido, pero en 1997 su rentabilidad es menor a 3%, mientras las ocho mayores compañías del ramo obtienen entre 5% y 10%.[659] Es consecuencia de enorme tamaño, que entraña burocratismo y costos demasiado altos.
El gobierno federal se apodera de los recursos de PEMEX, con los que cubre un tercio de su ingreso. Le impide disponer de excedente para mantener, renovar, modernizar ni expandir instalaciones y le fuerza a fuerza a endeudarse: su apalancamiento es 3/1: 400,000 millones de pesos de deuda, frente a 150,000 millones de pesos de capital.
Por si fuere poco, la empresa es víctima de corrupción y el sindicato del ramo ejerce poder excesivo e impone exacciones que exprimen sus finanzas. De hecho actúa como su propietario.
La incompetencia recae en los consumidores, en forma de precios altos de combustibles, aun cuando el mercado internacional se deprime, que se trasladan a costos y repercuten en inflación.
Soluciones recomendables son: descentralización efectiva y reorganización profunda e integral de la empresa, que la coloque en condiciones de operar con aptitud y eficacia; desterrar el expediente fácil de ordeñar a PEMEX; aligerar la carga fiscal de la empresa; delimitar la injerencia y prerrogativas del sindicato, y permitir participación de inversión privada en fases de producción no estratégicas.
El último punto es controversial. No debiere ser. La nación es propietaria de los recursos del subsuelo, como lo dicta el artículo 27 constitucional. En esto no hay discrepancia: el Estado tiene que mantener dominio sobre el recurso. Pero no se justifica que acapare todo el proceso productivo, sobre todo si lo hace con ineficiencia e ineficacia. Es aberrante prohibir a particulares ser socios en plantas petroquímicas o aportar capital de riesgo en exploración, extracción y refinación, pues no significaría darles facultades para inmiscuirse en políticas ni en decisiones administrativas o de interés nacional.
Es ramo muy contaminante: de modo directo en exploración y producción; indirectamente al consumirse sus derivados en combustión (gasolina, turbosina, combustóleo, diésel), aplicación (fertilizantes, grasas, asfalto, lubricantes), y al desecharse (aceites, grasas, objetos y envases de plástico). Asimismo, hay frecuentes accidentes en plantas y ductos que causan daños severos al medio. Existen convenios para reducir el contenido de plomo en gasolina; sustituir combustóleo por gas natural en industrias; restaurar y proteger zonas de explotación de hidrocarburos, y evitar o al menos reducir la emisión que hace PEMEX de sustancias tóxicas. Sin embargo, es poco lo que se hace para evitar la contaminación que causa.
El programa sectorial debe ir al fondo del problema como política de Estado y con enfoque de planificación integral. Además de taxonomía y diagnóstico es fundamental elaborar escenarios que contemplen el futuro de este energético, que no tardará en ser desplazado, como lo vaticina el elevado precio que alcanza al inicio de siglo 21°, señal de que la oferta es incapaz de satisfacer la demanda creciente, por agotamiento de reservas, dificultades de producción y conflictos políticos. Se deben tomar providencias con anticipación, para cubrir requerimientos, para financiar al gobierno federal y disminuyan efectos contaminantes.
Electricidad es otro energético básico. Antes de terminar siglo 19° la generan en México empresas textiles, mineras y fundidoras de metales para su consumo. La primera compañía de alumbrado público se establece en 1887. El gobierno concede privilegios que disparan la industria: entre aquel año y 1911 se registran más de 100 compañías privadas, con predominio de capital extranjero.[660]
La revolución no afecta sensiblemente las instalaciones, si bien frena su expansión. En 1926 se emite Código nacional eléctrico, para orientar el desarrollo del sector. En 1938 se sustituye por Ley de la industria eléctrica. Al siguiente año se funda Comisión Federal de Electricidad (CFE), como organismo rector.[661] En 1959 surte 47% de la energía; el resto proviene de compañías particulares, que el gobierno federal adquiere en marzo de 1960 y las integra a CFE y Compañía de Luz y Fuerza del Centro.
Ambas empresas se distinguen por deficiencias técnicas, administrativas, de producción y distribución y carecen de suficiencia financiera para elevar capacidad generadora, que pudiere ser insuficiente en poco tiempo. Sus directivos son nombrados por amistad o compromiso político. Los sindicatos representan lastre nocivo, auspician prestaciones abusivas, exceso de personal y baja productividad, que se traducen en altos costos.
Las dos deben ser objeto de descentralización y reorganización profunda e integral, que las ponga en condiciones de operar con la eficiencia y eficacia que exige el desarrollo.
La nación tiene que ser propietaria y controlar grandes plantas de importancia estratégica, presas y recursos naturales adyacentes. Pero no tiene sentido prohibir que particulares inviertan, instalen y operen plantas medianas o pequeñas de generación, para abastecerse de energía, sin inmiscuirse en decisiones de interés nacional.
- Polos de desarrollo
Las cuatro vertientes de usos del suelo examinados se interrelacionan en el sistema territorial. Visto así, el medio físico tiene tres significados: sistema formado por unidades, estructura e interacciones; simbiosis territorio-población-economía, y polo de desarrollo.
Ya cubrí los primeros. Abordo el tercero: la tierra como polo de energía económica, centrífuga y centrípeta, dinamo de desarrollo local, que se proyecta al regional y al nacional.
“La importancia de un polo de desarrollo reside en su poder multiplicador, entendido no sólo en el sentido keynesiano, sino como proceso por medio del cual se genera actividad productiva armónica, que suscita economías monetarias externas, sobre todo donde subsisten deficiencias de flujos monetarios y efectos reales,” materializados en estructura económica moderna, dice Della Porta.[662] Se debe localizar, organizar y encauzar esa potencia, con instrumentos de fomento, actividades de investigación y desarrollo (I&D) e innovaciones tecnológicas.
El corazón de un polo son empresas-motrices de cualquier ramo, estatales o particulares, que por iniciativa propia o alentadas por el gobierno efectúan integraciones verticales y horizontales y forman una cadena de actividades articuladas a medio rural, infraestructura y mercados que alimenta y da vitalidad al polo y su área de influencia.
Las empresas-motrices originan tres efectos: efecto-inducción: propulsiones que se cruzan, se refuerzan recíprocamente y desatan dinamismo en la economía; efecto-polarización: atraen actividades asociadas, y efecto-concentración: gestan un mecanismo de aglomeración, por el cual se establecen actividades complementarias o colaterales alrededor de ellas.
La figura es trascendental para levantar estructuras productivas modernas fuertes. La unidad planificadora debe identificar actividades motrices, promover la formación de empresas y redes que las acometan y activar el mecanismo de reproducción del desarrollo.
- Significado y trascendencia
El programa de infraestructura se vincula a tres funciones del Estado: 6. Fomentar desarrollo económico y mantener estabilidad monetaria; 7. Elevar eficiencia económica, y 8. Proveer bienes y servicios públicos.
La infraestructura es capital fijo social de un país, venero de economías externas para las empresas, que contribuye a abatir costos. Su disponibilidad estimula la inversión y con ello el desarrollo. Pero si no se dispone de aparato productivo adecuado se desperdicia; por consiguiente, debe existir congruencia entre infraestructura y estructura económica, para que la actuación e interrelaciones de ambos favorezcan adelanto sano y efectivo.
Los gobiernos suelen construirla, administrarla y operarla, dado su contenido estratégico, para salvaguardar la soberanía y porque su construcción es cara y tardada. Los bienes y servicios derivados de ella se suministran gratis o a precio subsidiado, con objeto de crear economías externas, estimular la inversión e inducir efecto multiplicador de ingreso.
Todo país subdesarrollado cuenta con cierta provisión, siempre inadecuada e insuficiente, por carencias financieras y magnitud de las necesidades.
La estrechez pecuniaria obedece a dos factores ligados: escasa capacidad de invertir —por ser pequeño el ingreso por habitante, que limita recaudación fiscal y ahorro— y costo muy elevado —por tratarse de obras enormes, complejas e indivisibles.
Las necesidades, por su lado, se multiplican por acelerado crecimiento demográfico; reposición por deterioro, antigüedad, descuido, manejo incorrecto, mantenimiento inadecuado y otras fallas que vuelven inservibles las obras; reposición por obsolescencia, pues los avances tecnológicos obligan a actualizar instalaciones, para aumentar o al menos mantener eficiencia y productividad, y crecimiento de la estructura productiva, que eleva la demanda de instalaciones y servicios.
El gasto en este rubro no se rige por criterios comunes, sino por decisiones discrecionales, debido a que las obras toman mucho tiempo; sus resultados se obtienen a largo plazo; su vida útil es indefinida, y repercuten en toda la economía. Su complejidad dificulta tener idea precisa de su eficacia y beneficios.
Disponer de ella implica esfuerzo titánico. Todo está por emprenderse, mantenerse, reconstruirse o adaptarse. Por razones obvias, sobre todo de dinero, las obras se acometen de manera gradual: primero las perentorias y después las otras, por orden de prioridad. Aunque se trabaje mucho, la reproducción y aumento de necesidades lo convierte en tarea interminable, que conviene dividir en dos: mantener, conservar, rehabilitar y operar la infraestructura existente, y construir instalaciones nuevas. De ello depende crear capacidad productiva y aprovechar recursos con sabiduría, fundada en el sistema de planificación.
Como en los programas sectoriales examinados, el paso inicial es elaborar taxonomía y diagnóstico, para tener el inventario y la relación del estado de obras e instalaciones existentes.
La fase siguiente es determinar objetivos y lineamientos para formar capital fijo social adecuado a los requerimientos efectivos actuales y futuros, de acuerdo a las posibilidades reales. El programa ha de considerarse política de Estado, con enfoque integral de horizonte amplio, en vez de supeditarlo al periodo del gobierno o a acontecimientos políticos o electoreros y proyectado al contexto cultural, social, político, económico, tecnológico y físico, dentro de las dimensiones espaciales —local, regional, nacional y global— insertas en el plan nacional, cuyos objetivos y programas son la pauta.
Quintana aconseja “anticipar las necesidades de infraestructura por atender y buscar propuestas que las satisfagan. Debemos encontrar las soluciones más adecuadas, que incluyan la utilización inteligente de los recursos y adelantos de la tecnología, que consideren con toda seriedad la preservación del medio ambiente y que sustenten la factibilidad financiera y económica de los proyectos.”[663]
El concepto se presta a decisiones inconvenientes: gobernantes presuntuosos levantan obras majestuosas, algunas decorativas, con escasa utilidad práctica. Las costean con déficit presupuestario y endeudamiento, que provocan inflación crónica y crisis económicas recurrentes. Se hacen de prisa, con mala calidad y defectos graves. Muchas quedan inconclusas, por terminar el período de gestión, se agota el presupuesto o son canceladas por el sucesor. Por añadidura, los trabajadores son despedidos al concluir los proyectos. Los políticos son proclives a tales obras porque les dan prestigio; su construcción tiene efecto multiplicador de ingreso; obtienen ganancia personal, y porque no se les castiga en caso de equivocarse.
El plan debe determinar qué obras hacen falta, dónde y qué beneficios reportarían a la colectividad. Cada paso debe preverse con esmero, a partir de consideraciones geográficas, técnicas y estratégicas.
Las geográficas se refieren a legislaciones locales, estructuras e instituciones políticas y sociales, usos y costumbres, programas de desarrollo económico, para darles tratamiento regional y programar el aprovechamiento eficiente de recursos en cada unidad territorial.
Las técnicas comprenden recursos naturales, humanos, estructuras productivas, tecnología disponible y características de mercados.
Las estratégicas consisten en prevenir la influencia de presiones políticas, sociales o económicas, internas y extranacionales.
La sociedad debe estar consciente de su “papel central en la satisfacción de sus propias necesidades” y de que debe invertir en los proyectos, operarlos, hacerlos rentables y pagar el costo real de los servicios, de tal modo que se supere “la cultura del subsidio que caracterizó a épocas pasadas,” recomienda Quintana.[664]
Construir infraestructura suele ser función del gobierno federal, estatal o municipal, cuando tiene capacidad financiera y administrativa, de preferencia con apoyo crediticio de instituciones internacionales. De lo contrario, procede ofrecerlas en licitación y encomendarlas a inversionistas privados —nacionales o extranjeros— que formulen propuestas viables en términos de costo/beneficio social, documentadas en proyectos completos con datos técnicos, financieros, operativos y calendarios.
Una nación-Estado que aspira a progresar tiene que aceptar que inversionistas privados, locales o extranjeros participen en esta labor. El tema provoca reticencia de grupos nacionalistas retrógrados, quienes aducen que se pierde soberanía. Es falaz, pues los particulares que participan no buscan ni tienen porqué intervenir en decisiones de interés nacional que corresponden al Estado.
Los proyectos pueden ser catastróficos si se realizan irreflexivamente. Ejemplo dramático es el programa de construcción de carreteras emprendido en México en los noventas. Se buscaba resolver insuficiencias acumuladas durante los ochentas por la crisis económica. Inversionistas privados participaron con financiamiento y en la operación. Fue rotundo fracaso, por la improvisación y vehemencia que caracteriza a la administración pública y a los empresarios mexicanos, que se precipitan para aprovechar la oportunidad que brinda el sexenio.
Los estudios de viabilidad deben formularse sobre bases metodológicas impecables; incluir proyecciones de costos, ingresos, demanda, en varios escenarios alternativos de comportamiento económico, local e internacional, que prevean variaciones y desfases con flexibilidad y formas de adecuarse a lo que suceda. Los inversionistas han de estar conscientes de que su participación es de plazo diferido y comprometerse a hacer aportaciones de capital de riesgo. El gobierno ha de vigilar e intervenir oportunamente, no cuando se manifiesta el problema.
El autor citado apunta recomendaciones para garantizar viabilidad de proyectos.
Fijar precios y tarifas realistas, congruentes con costos, flujos financieros y vigencia de la concesión.
Operar con equilibrio deuda/capital.
Mantener índice adecuado de apalancamiento, con capital pagado mínimo para hacer frente a problemas financieros y cambiarios y procurar que los plazos de créditos armonicen con la duración del proyecto.
Introducir mecanismos novedosos de captación, como emisión de bonos, creación de fondos de capital de riesgo, atractivos para capital local y externo y empleo de derivados.
Establecer contexto jurídico-administrativo claro y flexible, que imprima agilidad a los procesos de licitación, asignación de contratos de concesión, construcción, mantenimiento y operación, a la vez que regule eficazmente a empresas involucradas.
Crear mecanismos eficaces de arbitraje para dirimir controversias y dar seguridad a inversionistas y concesionarios frente a riesgos administrativos y políticos.[665]
Es sensato recurrir a organismos internacionales, quienes otorgan financiamiento directo, asistencia técnica y garantías; colaboran en el diseño de mecanismos financieros idóneos, como los citados, y facilitan el acceso a mercados de capital, a través de emisiones de papel propio o garantizan emisiones de instituciones independientes. Su papel es tan importante que Hirschman define infraestructura como “actividades que son financiadas, con marcada preferencia, por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento.”[666]
Con el plan ambiental se busca “organizar el medio físico para que sirva a los fines de desarrollo aceptados y se adapte a diferentes actividades económicas y sociales. Debe coordinar los objetivos del desarrollo; determinar […] qué clase de desarrollo es el más probable, o el que se desea; procurar la relación más satisfactoria posible entre utilización del terreno y los servicios para instalar adecuadamente o atraer las actividades deseadas; y contribuir a formular el sistema de control necesario para que el desarrollo futuro se realice en debida forma,” indica ONU.[667]
La intención debe ser optimizar usos de la tierra: adaptarlos a las necesidades corrientes para motivar expansión sostenida de la energía productiva y elevar bienestar-bienser de la sociedad.
Comentario final: la sociedad humana tiene que obrar con perspicacia, talento y oportunidad para adaptarse a la globalidad, neutralizar sus defectos y aprovechar sus virtudes.
Para conseguirlo se requiere una organización coordinada, solidaria y responsable de carácter planetario, fincada en sistema universal de planificación, que establezca condiciones idóneas para que cada país —en nuestro caso particular México— siga la vía más viable: la más adecuada a sus características culturales, políticas, económicas y sociales.
El propósito último es que todo ser humano disponga de un medio ambiente saludable, oportunidades equitativas de educarse, trabajar con productividad, obtener un ingreso digno, vivir en paz, participar en la vida cívica, tener capacidad de elegir su destino y alcanzar estado óptimo asequible de bienestar-bienser. Ω
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[1] Cfr. Asimov, Isaac, La tierra de Canaan, Alianza Editorial, Madrid, 1980.
[2] Algunos autores utilizan Estado-nación. Considero más propio nación-Estado, donde aparece primero entidad sociocultural y luego entidad legal-política.
[3] Pearson, Frederic S. y Rochester, J. Martin, International Relations. The Global Condition in the Late Twentieth Century, McGraw-Hill, New York, 1992, pp. 37 ss.
[4] Ídem, p.37.
[5] Cfr. Smith, Adam, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Fondo de Cultura Económica, México, 1981.
[6] Marx, Carlos y Engels, Federico, “Manifiesto del Partido Comunista,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, pp. 15-52, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952.
[7] Cfr. Keynes, John Maynard, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, y Dillard, Dudley, La teoría económica de John Maynard Keynes, Aguilar, Madrid, 1965.
[8] Cfr. Peralta, Miguel Ángel, Economía para todos, Editorial Tecnos, México, 1977, pp. 210-216. Allí narro lo ocurrido entonces.
[9] Cfr. Vernon, Raymond, editor, The Oil Crisis, W. W. Norton, New York, 1976; Seymour, Ian, OPEP, instrumento de cambio, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1981, y Morse, Edward L., “After the Fall: the Politics of Oil,” Foreign Affairs, Num. 64, spring,
1986.
[10] Weidenbaum, Murray L., “Policymaking and the Economy,” Colloquium on Alternatives for Economic Policy: Complete Proceedings of a Conference Board Public Policy Forum, The Conference Board, New York, 1981, p. 10.
[11] Cfr. Weidenbaum, Murray L., op. cit. y Stein, Herbert, “Where Are We and How Did We Get There?,” Colloquium on Alternatives for Economic Policy: Complete Proceedings of a Conference Board Public Policy Forum, op. cit., pp. 17-23.
[12] Cfr. Pearson et. al., op. cit., pp. 131-140, y Krugman, Paul R. y Obstfeld, Maurice, Economía internacional. Teoría y política, McGraw-Hill, Madrid, 1995, Capítulo 24.
[13] Cfr. Barnett, A. D., China and the Major Powers in East Asia, Brookings Institution, Washington, 1977. Harding, Harry, China‘s Second Revolution: Reform After Mao, Brookings Institution, Washington, 1987.
[14] Toffler, Alvin, El «shock» del futuro, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, p. 40.
[15] Ídem.
[16] Cfr. McLuhan, Marshall, Understanding Media: The Extension of Man, McGraw-Hill, New York, 1965, p.26.
[17] Cfr. Lévy, Pierre, Cyberculture rapport au Conseil de l’Europe, Odile Jacob, Paris, 1998.
[18] Cfr. Lévy, Pierre, L’Intelligence collective. Pour une anthropologie du cyberespace, La Découverte, Paris, 1994, y Collective Intelligence, Université du Québec à Trois Rivières, Canada, 1997.
[19] Johnson, Hazel, “Dispelling the Myth of Globalization. The Case for Regionalism,” en Flores Becerril, Alejandro, Organismos y regulaciones internacionales, Cuaderno de lecturas, ITESM-SEIS, Monterrey, 1994, pp. xi y 1-2. Cursivas en la fuente.
[20] Ídem, pp. 1-2. Subrayado en la fuente.
[21] Cfr. Devlin, Roberto y French-Davis, Ricardo, “Hacia una evaluación de la integración regional en América latina,” en Comercio exterior, Vol. 9, Núm. 11, pp. 955-966. Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1999.
[22] Ídem, pp. 215 ss. Los comentarios sobre regionalismo y universalismo se basan en esta fuente, con interpretación propia.
[23] Shils, Edward, The Virtue of Civility, Liberty Fund, Indianapolis, 1997, p. 203.
[24] Ídem, p. 204.
[25] Cfr. Pearson et. al., op. cit., Part II.
[26] Ìdem, p. 220-221.
[27] Kindleberger, Charles P., Desarrollo económico, McGraw Hill, Madrid, 1961, p. 231.
[28] Producto interno bruto (PIB) contabiliza valor de bienes y servicios producidos en el territorio del país, en su interior, en términos reales, o sea descontada la inflación, sin atender a cuánto aportan sus ciudadanos. Producto nacional bruto (PNB) registra lo producido por los ciudadanos de la nación, dentro y fuera de su territorio. ONU recomienda el primero para evitar las duplicaciones que entraña el segundo.
[29] Larribau, Jean, “El desarrollo económico: puntos de referencia sobre la evolución
actual,” Boletín de estudios económicos, Vol. XXIX, Núm. 92, Universidad Comercial Deusto, Bilbao, agosto de 1974, p. 319. Guiones, cursivas y comillas en la fuente.
[30] Cfr. Hegel, G. W. F., Fenomenología del espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 1978, p. 17.
[31] Ídem, p. 33.
[32] Cfr. Pacheco Méndez, Teresa, “Modernización, cultura y desarrollo regional, un marco de referencia,” en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 2, México, febrero de 1995, pp. 152 -158. Ver en Capítulos 30-31, infra, el tema desarrollo.
[33] Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad, Taurus, México, 1989, p. 53. Comillas en “espíritu” en la fuente.
[34] Braudel, Fernand, Las civilizaciones actuales. Estudio de historia económica y social, Editorial Tecnos, Madrid, 1983, p. 297. Cursivas en la fuente.
[35] Cfr. Cohen, Daniel, The Wealth of the World and the Poverty of Nations, MIT Press, Cambridge, Ma., 1998.
[36] Cfr. Darwin, Charles, The Origin of Species, Mentor, New York, 1958.
[37] Cfr. Thio, Alex. Sociology. An Introduction, Harper & Row, New York, 1989, pp. 10-11 y 590-591.
[38] Weber, Adolfo, Tratado de economía política, Bosch, Barcelona, 1931, p. 4.
[39] Goleman, Daniel, Emotional Intelligence, Bantam Books, New York, 1997.
[40] “Marcos 10, 25,” La santa Biblia, Sociedad Bíblica Americana, Nueva York, sin fecha, p. 44.
[41] Heilbroner, Robert L., La formación de la sociedad económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, p. 69.
[42] Galbraith, John K., Historia de la economía, Ariel, Barcelona, 1989, p. 28.
[43] Roll, Eric, Historia de las doctrinas económicas, Fondo de Cultura Económica, México, 1955, p. 46.
[44] Pearson et. al., op. cit., p. 440.
[45] Efecto multiplicador es la magnitud en que se amplifica el ingreso total como resultado de la aplicación de un monto dado de inversión. Cfr. Peralta, Miguel Ángel, Economía para todos, op. cit., pp. 86-86. Keynes lo introduce a la teoría económica. Cfr. Dillard, Dudley, op. cit., Capítulo V.
[46] Heilbroner, Robert L., La formación de la sociedad económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, p. 64.
[47] Keynes, John Maynard, op. cit, p. 145.
[48] Naisbitt, John, Macrotendencias, Edivisión, México, 1985. En inglés se titula Megatrends: the New Direction Transforming our Lives (1982). Megatendencias expresa mejor la idea del autor.
[49] Lévy, Pierre, Collective Intelligence, op. cit.
[50] Fuente: Central Inteligence Agency, http://www.worldbank.org/data/databytopic/gdp.htmlThe World Fact Book, 2005. El concepto producto planetario (planetary product) es de Pearson et. al., op. cit., p. 440.
[51] Dabat, Alejandro, “La coyuntura mundial de los noventa y los capitalismos emergentes,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 11, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1994, p. 943-945. Tomo ideas de este trabajo, con interpretación y adiciones propias.
[52] Pearson et. al., op. cit., pp. 419 ss.
[53] Ídem.
[54] Marx, Karl, Introducción general a la crítica de la economía política (1857), Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1977, pp. 39-40.
[55] Friedman, Thomas L., The World Is Flat. A Brief History of the Twenty-First Century, Farrar, Strauss and Giroux, New York, 2005.
[56] Bendesky, León, “Economía regional en la era de la globalización,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 11, pp. 982-989, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1994. Subrayo donde.
[57] Cfr. Johnson, Harry G., On Economics and Society, University of Chicago Press, Chicago, 1975, p. 99.
[58] Toffler, Alvin, La tercera ola, Edivisión, México, 1981, p. 18.
[59] Ídem, p.26.
[60] Toffler, Alvin, El «shock» del futuro, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, pp. 26. ss.
[61] Estable significa “constante, firme, permanente,” según Real Academia Española (Diccionario, Madrid, 2000). La estabilidad de fenómenos sociales significa constancia, firmeza o permanencia de los mismos, pero no implica ausencia de movimiento; tampoco significa situación bonancible, pues subdesarrollo y pobreza se mantienen estables, sin fluctuar, por ser su estado normal: mantienen equilibrio de subdesarrollo, que menciono en Capítulo 25, infra. Las crisis exacerban los trastornos.
[62] En Foro económico mundial, Davos, Suiza, enero de 2000.
[63] Kluckhohn, Clyde, Antropología, Breviarios, Fondo de Cultura Económica, México, 1981, p. 18.
[64] Durkheim, Emile, Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias sociales, Alianza Editorial Mexicana, México, 1989, p. 180.
[65] Linton, Ralph, Estudio del hombre, FCE, México, 1982, p. 316.
[66] Braudel, Fernand, op. cit, p. 31. Paréntesis en la fuente.
[67] Cfr. Pearson et. al., op. cit., pp. 432-433.
[68] No es redundancia, por ser vocablos con raíces distintas: vía en latín significa camino. Viable, del francés vie, vida, se refiere a lo que puede vivir y por extensión conseguirse. Vìa viable es ruta que puede y conviene seguir.
[69] Habermas, op. cit., pp. 53-54. Comillas y subrayado de la fuente.
[70] Fukuyama, Francis, “The End of History?,” The National Interest, Summer 1989.
[71] Cfr. Stiglitz, Joseph E., “Globalism’s Discontents,” The American Prospect, Vol. 13, No. 1, January 1, 2002 – January 14, 2002.
[72] Cfr. Plauto, Asinaria, Ediciones Clásicas, Madrid, 1997.
[73] Görlich, Ernst J., Historia del mundo, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1972, p. 9. Subrayado en la fuente.
[74] Engels, Federico, “La situación de la clase obrera en Inglaterra,” en Carlos Marx-Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., p. 388.
[75] Görlich, Ernst J., op. cit., pp. 434-437.
[76] Ver Pearson et. al., op. cit., pp. 17-22.
[77] Real Academia Española define planificación como “plan general, científicamente organizado y frecuentemente de gran amplitud, para obtener un objetivo determinado, tal como el desarrollo económico,” y planificar como “someter a planificación” (Diccionario, Madrid, 2000). No consigna planeación, de empleo corriente, que utilizo como sinónimo.
[78] Cfr. Wiener, Norbert, The Human Use of Human Beings, Doubleday, Garden City, 1954; Forrester, Jay W, Principles of Systems, Wright-Allen Press, Cambridge, Ma., 1968, Capítulo 2, y Goodman, Michael R., Study Notes in System Dynamics, MIT Press, Cambridge, Ma., 1974, capítulos 2 y 3.
[79] Forrester, Jay W., Urban Dynamics, The MIT Press, Cambridge (Ma.), 1969, pp. 9-10. Counterintuitive en inglés.
[80] Ídem, p. 120.
[81] Van Gigch, John P., Applied General Systems Theory, Harper & Row, New York, 1978, pp. 34 y 533. Comillas del autor.
[82] Citado por Villari, Pasquale, Maquiavelo. Su vida y su tiempo, W. M. Jackson, México, 1953, p. 223.
[83] Carroll, Lewis, Alicia en el País de las Maravillas, Editorial Renacimiento, México, 1959, p. 60.
[84] Myrdal, Gunnar, El Estado del futuro, Fondo de Cultura Económica, México, 1961, p. 35.
[85] Hagen, Everett E., compilador, Planeación del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1964, p. 8.
[86] Engels, Federico, “Del socialismo utópico al socialismo científico,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., p. 126. Subrayado en la fuente.
[87] Aristóteles, Metafísica, Editorial Porrúa, México, 1978, p. 8.
[88] Hagen, op. cit., pp. 8-9.
[89] Engels, Federico, “Introducción a la dialéctica de la naturaleza,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., p. 67.
[90] Myrdal, Gunnar, op. cit., p. 35.
[91] Van Gigch, John P., op. cit., p. 533.
[92] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1963, p. 7.
[93] Trotsky, León, Soviet Economy in Danger, trascrito por Lewis, W. A., La planeación económica, op. cit., p.. 22.
[94] Radcliffe-Brown, A. R., Estructura y función en la sociedad primitiva, Ediciones Península, Barcelona, 1974, p. 17.
[95] Smith, Adam, op. cit., p. 17.
[96] Bentham, Jeremy, Escritos económicos, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, p. 3.
[97] Ídem, p. 11.
[98] Zamora, Francisco, Tratado de teoría económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1953., p. 90.
[99] Smith, Adam, op. cit., pp. 377-402.
[100] Cfr. Timbergen, Jan, Política económica. Principios y formulación, Fondo de Cultura Económica, México, 1961.
[101] En algunos textos aparece planeación compulsiva, vertida del inglés compulsive planning. Es incorrecto. La traduzco como coercitiva, de coercer o sujetar, de acuerdo a Real Academia Española (Diccionario, op. cit.). Algunos autores llaman planificación a la coercitiva y planeación a la indicativa. Las empleo sin distinción, como sinónimos.
[102] Pearson y Rochester, op. cit., pp. 158-159.
[103] Krugman, Paul R. y Obstfeld, Maurice, Economía internacional. Teoría y política, McGraw-Hill, Madrid, 1995, pp. 347 y 648.
[104] Ídem, p. 723.
[105] Van Gigch, John P., op. cit., p. 146.
[106] Cfr. Bella, Robert H., Habits of the Heart, Perennial Library, New York, 1986, pp. 142-144.
[107] Durkheim, Emilio, La división del trabajo social, Colofón, México, sin fecha, p. 185.
[108] Cfr. Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Premia Editora, México, 1979.
[109] Velasco Gómez, Ambrosio, “Poder, libertad y democracia en el pensamiento político moderno,” en Diánoia. Anuario de Filosofía, Vol. XXXIX, UNAM-FCE, México, 1993, p. 76. Subrayo para.
[110] Ídem, pp. 76-77. Subrayo sobre. Ver Hobbes, Thomas, Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, Fondo de Cultura Económica, México, 1950.
[111] Gilpin, Robert, La economía política de las relaciones internacionales, Grupo Editorial Latinoamericano, Buenos Aires, 1990, p. 386.
[112] Rousseau, Jean-Jacques, “El contrato social,” en Obras selectas, Edimat Libros, Madrid, 2000, p. 56.
[113] Gilpin, Robert, op. cit., p. 388.
[114] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1963, p. 11.
[115] Morgan, Lewis, H., La sociedad primitiva, Ayuso. Pluma, Bogotá, 1980, Capítulo III, pp. 99 ss..
[116] Kindleberger, Charles P., op. cit., p. 79. En algunos textos aparece emprendedor, como traducción de entrepreneur. Me inclino por empresario.
[117] Cfr, Schumpeter, Joseph A., The Theory of Economic Development, Harvard University Press, Cambridge, Ma., 1957.
[118] Cepeda Salinas, Arturo, “Tráfico de tecnologías,” tercera de tres partes, Excélsior, México, 11 de julio de 1998, p. 10A.
[119] Kondratieff, N. D., “The Long Waves in Economic Life,” en Review of Economics and Statistics, Harvard University Press, Cambridge, Ma., November, 1935.
[120] Cfr. Forrester, Jay W, Innovation and the Economic Long Wave, Symposium on Technology, Innovation, and Corporate Strategy, London, November 16, 1978, Paper No. D-2990-1, Reprinted by MIT, Systems Dynamics Group, Cambridge, Ma., 1978.
[121] Citado por Johnson, Harry G., op. cit, p. 242.
[122] Keynes considera que el fin de la política económica debe ser el empleo pleno, que se logra al equilibrar oferta total, propensión al consumo e inversión. Cfr. Keynes, op. cit., Capítulo 3, pp. 32-40.
[123] Cfr. Friedman, Thomas L., The Lexus and the Olive Tree, op. cit.
[124] Cfr. Archer, Clive, International Organizations, Rutledge, London, 1991, pp. 54 y 57.
[125] Cfr. Carta de la Organización de las Naciones Unidas, San Francisco, 1945, y Pearson et. al., op. cit., pp. 354 ss.
[126] Cfr. ídem, pp. 159 ss.
[127] Naffah, Joseph, “Ghali, la ONU y el nuevo orden mundial,” en Excélsior, México, 12 de abril de 1996, p. 10-A.
[128] Ídem.
[129] Stiglitz, Joseph E., op. cit.
[130] Urquidi, Víctor L., “Un recorrido por el primer cincuentenario,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1994. p. 847.
[131] Pearson et. al., op. cit., p. 354.
[132] Jacobson, Harold K., Networks of Interdependence, Knopf, New York, 1984, p. 341.
[133] Cfr. Aron, Roberto, “Unión Europea, ¿modelo para América?, artículo en 4 partes, Excélsior, México, 5-8 de septiembre de 2000, p. 610-A.
[134] Cfr. Banco Nacional de Comercio Exterior, “Un recorrido por el primer cincuentenario de Bretton Woods,” ejemplar conmemorativo de Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, op. cit.
[135] Cfr. Sagasti, Francisco R., “El Banco Mundial a cincuenta años de su creación: problemas y desafíos,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, op. cit., pp. 880 ss.
[136] Cfr. Williamson, John, “What Washington Means by Policy Reform,” en Latinamerican Adjustment: How Much Has Happened?, Institute for International Economics, Washington, 1990.
[137] Cfr. Sagasti, Francisco S., “El Banco Mundial a cincuenta años de su creación: problemas y desafíos,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, op. cit., pp. 880-886.
[138] Stiglitz, Joseph E., op. cit.
[139] Definición de empresas trasnacionales en Pearson et. al., op. cit., pp. 468-476.
[140] Czinkota, Michael R., Rivoli, Pietra y Ronkainen, Ilkka A., International Business, The Dryden Press, New York, 1989, p. 338.
140 Utilizo subdesarrollo y subdesarrollado y descarto en desarrollo y en vías de desarrollo, eufemismos empleados por organismos internacionales, vagos e inexactos, pues las economías ricas también están en desarrollo.
[142] En capítulo 5 describo darwinismo geográfico y social y distribución de la riqueza y pobreza en el mundo. Aquí abordo el concepto pobreza desde el punto de vista económico. Adelante lo trato desde el ángulo demográfico.
[143] Santa biblia, op. cit.
[144] Platón, “La república o de lo justo,” en Diálogos, Editorial Porrúa, México, 1998, p. 465.
[145] Aristóteles, La política, Editores Mexicanos Unidos, México, 1998. Cfr, capítulos II, III y IV. La cita es de p. 33.
[146] Platón, “Critias o de la Atlántida,” en Diálogos, op. cit., p. 726.
[147] Whittaker, Edmund, Historia del pensamiento económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1948, p. 219.
[148] Ídem, Capítulo V, pp. 277 ss.
[149] Cfr. Smith, Adam, op. cit. y Adelman, Irma, Teorías del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1964.
[150] Pearson et. al., op. cit., pp. 50-51.
[151] Kaldor, Nicholas, op. cit., p. 10.
[152] Nurske, Ragnar, Problemas de formación de capital en los países insuficientemente desarrollados, Fondo de Cultura Económica, México, 1955, p. 14.
[153] Ídem, p. 20.
[154] Dadzie, K.K.S., “Economic Development,” en Scientific American, Vol. 243, Num. 3, New York, September 1980, p. 58.
[155] Cfr. http://www.un.org/spanish/millenniumgoals/ares552.html
[156] Ver Churchman, C. West, El enfoque de sistemas, Diana, México, 1978, y Van Gigch, op. cit.
[157] Furtado, Celso, Dialéctica del desarrollo, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, pp. 42-43.
[158] Cfr. Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op. cit.
[159] Weber, Max, La ética protestante, op. cit., p. 15.
[160] Larribau, Jean, op. cit., p. 315.
[161] Ídem.
[162] Hirschman Albert O., “The Political Economy of Import-Substituting, Industrialization in Latin America,” en Nisbet Charles T., Latin America: Problems in Economic Development, The Free Press, New York, 1969.
[163] Flores, Edmundo, Dentro y fuera del desarrollo, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, p. 194.
[164] Presidencia de la República-Nacional Financiera, 50 años de revolución mexicana en cifras, México, 1963, pp. 32-33.
[165] Cfr. Vázquez Tercero, Héctor, Fomento industrial en México. Consideraciones económicas en torno a la Ley de Fomento de Industrias Nuevas y Necesarias, Escuela Nacional de Economía, México, 1962.
[166] Banco de México, Informe anual 1983, México, 1984, p. 25.
[167] La primera declaración de moratoria de pagos fue hecha por el presidente Benito Juárez en julio de 1861.
[168] Cfr. Krugman et. al., op. cit., pp. 837 ss.
[169] Banco de México, op. cit., p. 17.
[170] Villarreal, René, “Hacia una economía institucional de mercado,” op. cit., pp. 56-57. Paréntesis del autor.
[171] Ídem, p. 56.
[172] Kindleberger, Charles P., op. cit., p. 210.
[173] De Castro, Josué, Geography of Hunger, Gollancz, London, 1952, p. 31.
[174] En inglés se dice sustainable development, que algunos traducen desarrollo sostenible (vgr. siguiente cita). Sostenible es parónimo de sostenido, por lo que es pertinente distinguirlos con claridad. Sostenible es adjetivo; está implícito en la definición: “que existan recursos para sostener el desarrollo.” El participio sostenido es condición del desarrollo: “que la economía sostenga tendencia ascendente.” Es preferible desarrollo sustentable, es decir que se pueda sustentar o sostener, para evitar confusión.
[175] Seralgeldin, Ismail, “Cómo lograr un desarrollo sostenible,” en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, diciembre 1993, p. 7. Esta edición contiene artículos sobre el tema desde varios puntos de vista, pp. 6-22.
[176] Cfr. Hobbes, Thomas, op. cit., pp. 137-141.
[177] Cfr. Weber, Max, Economía y sociedad, Tomo II, Fondo de Cultura Económica, México, 1977, p. 664.
[178] Mansfield, Edwin, Economics: Principles, Problems, Decisions, W. W. Norton, New York, 1989, p. 561.
[179] Urquidi, Víctor L., Viabilidad económica de América Latina, op. cit., pp. 113-114. Guiones y comillas en la fuente.
[180] Ibídem, p. 114. Paréntesis y comillas en la fuente.
[181] La definición de funciones del Estado se basa en: Frankerberg, Ronald, “Antropología económica. La opinión de un antropólogo,” en Firth, Raymond, compilador, Temas de antropología económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, pp. 54-94; Mansfield, op. cit., pp. 561-585; Samuelson, Paul A. y Nordhaus, William D., Economía, McGraw Hill, Madrid, 1996, capítulos 15 y 16. Aporto las referentes a medio ambiente, marco político y cultural.
[182] Linton, Ralph, op.cit, p. 90.
[183] Herkovits, Melville, J., El hombre y sus obras. La ciencia de la antropología cultural, Fondo de Cultura Económica, México, 1976, pp. 29 y 42.
[184] Freud, Sigmund, “El porvenir de una ilusión,” en Obras completas, Tomo III, pp. 2,961-2,992, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, p. 2,961
[185] Las tierras descubiertas por Colón son llamadas Indias Occidentales. Sus habitantes son indios, gentilicio sancionado por cinco siglos de uso. En México independiente el vocablo adquiere connotación peyorativa porque los mestizos los ven con desdén. Los redentores de la raza emplean indígena como eufemismo —cuya raíz es la misma de indigencia, del latín indigere, carecer. Indio y pueblos indios son correctos, aceptados y empleados con dignidad y orgullo por ellos mismos. Con este último criterio los utilizo.
[186] Paz, Octavio, “Will for Form,” en Mexico: Splendors of Thirty Centuries, The Metropolitan Museum of Art, New York, 1990, p. 9.
[187] Carrasco, Pedro, “La sociedad mexicana antes de la conquista,” en Historia general de México, Tomo I, pp. 165-288, El Colegio de México, México, 1976, p.191. El autor define estamento como categoría jurídica que combina funciones económicas, políticas y sociales, que varían entre uno y otro.
[188] Gibson, Charles, Los aztecas bajo el dominio español. 1519-1810, Siglo XXI, México, 1980, p. 155. Cfr. Carrasco, op. cit., pp. 192-205.
[189] Villoro, Luis, Estado plural, pluralidad de culturas, UNAM-Paidós, México, 1998, p. 40. Cursivas añadidas.
[190] Taylor, Charles, El multiculturalismo y la política de reconocimiento, Fondo de Cultura Económica, México, 1993, pp. 44-45.
[191] Lira, Andrés, Economía y sociedad,” en Historia de México, Tomo 6, Salvat, pp. 1,283-1,307, México, 1978, pp. 1,289 y 1,302.
[192] Gazol Santafé, Antonio, Los países pobres, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, pp. 15-16.
[193] Lagunilla Iñárritu, Alfredo, Historia de México. Prolegómenos, Fomento Cultural Banamex, México, 1978, p. 87.
[194] Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, op. cit., p. 24.
[195] Estimación basada en Wolf, Eric, Pueblos y culturas de Mesoamérica, Biblioteca Era, México, 1982, p. 38.
[196] León Portilla, Miguel, entrevistado por Hernández, J. Jaime, “La Constitución dio muerte legal a los indígenas,” en Excélsior, pp. 1-A y 20-A, México, 28 de marzo de 2001, p. 20-A.
[197] Molina Enríquez, Andrés, Grandes problemas nacionales (1909), Era, México, pp. 358 y 397.
[198] Ídem, pp. 396 y 404.
[199] Stavenhagen, “Derechos humanos y ciudadanía multicultural: los pueblos indígenas,” en Prud’homme, Jean-Francois, editor, Demócratas, liberales y republicanos, pp. 71-92, El Colegio de México, México, 2000, p. 80. Aparece élite con acento en la é. La grafía sancionada por Real Academia Española es elite con acento prosódico en la i (Diccionario, Madrid, 2000).
[200] Citado por Kymlicka, Will, “Federalismo, nacionalismo y multiculturalismo,” en Revista internacional de filosofía política, Núm. 7, pp. 20-54, Madrid, 1996, p. 32.
[201] Ídem. p. 33. Se atribuye a Philip Resnick.
[202] Cárdenas, Lázaro, discurso ante Primer Congreso Indigenista Interamericano, Pátzcuaro, Mich, 14 de abril de 1940, Los presidentes de México. Discursos políticos. 1910-1988, Tomo III, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988.
[203] Caso. Alfonso, La comunidad indígena, SepSetentas-Diana, México, 1986, pp. 108-109 y 114-115.
[204] Citado por Hernández Navarro, Luis, “Ciudadanos iguales, ciudadanos diferentes. La nueva lucha india,” en Hernández Navarro, Luis y Vera Herrera, Ramón, compiladores, Acuerdos de San Andrés, Era, México, 1998, p. 25.
[205] Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, Joaquín Mortiz, México, 1997, p. 105.
[206] Hauser, Philip M. y Duncan, Otis D., El estudio de población, Chicago University Press, Chicago, 1959, p. 81.
[207] Villoro, Luis, Estado plural, pluralidad de culturas, UNAM-Paidós, México, 1998, p. 17. Comillas en la fuente.
[208] Kymlicka, Will, “Federalismo, nacionalismo y multiculturalismo,” op. cit., pp. 20-54, Madrid, 1996, p. 21. Estado con minúscula y comillas en la fuente.
[209] Villoro, Luis, op.cit., p. 20. Comillas en la fuente.
[210] Cfr. Rodríguez y Rodríguez, Jesús, compilador, Instrumentos internacionales sobre derechos humanos ONU-OEA, Comisión Nacional de Derechos Humanos, México, 1998, pp. 629-644.
[211] Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, Trillas, México, 1996.
[212] Para antecedentes y actividades de EZLN ver Hernández Navarro, Luis, et. al., op. cit.; Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, op. cit., y Gilly, Adolfo, Chiapas, la razón ardiente, Era, México, 1997.
[213] Idem Montemayor, Carlos, pp. 15 y 41.
[214] Hernández Navarro, Luis, “Ciudadanos iguales, ciudadanos diferentes. La nueva lucha india,” op. cit., pp. 15-16.
[215] Taylor, Charles, op. cit., pp. 43 y 46.
[216] Villoro, Luis, op. cit., p. 58.
[217] Citado por Kymlicka, Will y Wayne, Norman, “El retorno del ciudadano. Una revisión de la producción reciente en teoría de la ciudadanía,” en AgorA, Núm. 7, pp. 5-42, invierno de 1997, p. 29.
[218] Kincheloe, Joe L. y Steimberg, Shirley R., Repensar el multiculturalismo, Octaedro. México, 2000, pp. 40 y 51.
[219] Pepelasis, Adamantios; Mears, León, y Adelman, Irma, Desenvolvimiento económico, Centro Regional de Ayuda Técnica, Agencia para el Desarrollo Internacional, Trillas, México, 1964, p. 162.
[220] Linton, Ralph, op, cit., p. 97.
[221] Durante la colonia el indio que habla castellano o castilla y adopta costumbres mestizas se denomina ladino (de latino). Con el tiempo identifica al individuo de apariencia india, malicioso, taimado, traicionero. Lo empleo en su acepción original.
[222] Braudel, Fernand, Las civilizaciones actuales. Estudio de historia económica y social, op. cit., pp. 14 y 42.
[223] Estas ideas se inspiran en Taylor, Charles, “La política del reconocimiento,” op. cit., pp. 43-107, con interpretación propia.
[224] Ídem, p. 58.
[225] Ibídem, pp. 52-53.
[226] Sodi, Demetrio, “IV. La etnografía de México,” en Ramírez Vázquez, Pedro, El Museo Nacional de Antropología, pp. 177-250, Alexis Gregory, Laussane, 1968, p. 180.
[227] Taylor, Charles, op. cit., p. 43.
[228] Gual Villalbí, Pedro, Los complejos de inferioridad y de superioridad en la vida eco
nómica de los individuos y de los pueblos. (Observaciones sobre la actual dinámica social.), discurso pronunciado en la inauguración del curso 1959-1960 del Ateneo Barcelonés, Barcelona, sin fecha.
[229] Ídem, pp. 5-6.
[230] Reyes, Giovanni E., “Identidad y desarrollo en países menos avanzados,” El mercado de valores, pp. 107-112, Nacional Financiera, México, febrero de 2000, p. 107.
[231] Linton, Ralph, op. cit., p. 447.
[232] Nadel, S. F., Fundamentos de antropología social, Fondo de Cultura Económica, México, 1978, p. 312.
[233] Paz, Octavio, El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica, Colección Popular, México, 1973, p. 9.
[234] Ídem, pp. 153 y 155.
[235] Ramírez, Santiago, El mexicano. Psicología de sus motivaciones, Pax-México, México, 1972, p. 57.
[236] Ramos, Samuel, El perfil del hombre y la cultura en México, Colección Austral, Espasa Calpe, México, 1980, p. 99.
[237] Alduncin Abitia, Enrique, “Valores para el siglo XXI, cultura y desarrollo,” El mercado de valores, diciembre de 1999, pp. 60-75.
[238] Ídem, p. 71.
[239] Gual Villalbí, Pedro, op. cit., p. 16.
[240] Los totonacos son grupo étnico asentado en Veracruz y Puebla. También se llamaba totonacos a hordas invasoras semejantes a los bárbaros del norte europeo. De allí que con su aféresis nacos se designe a personas ignorantes, mal educadas, soberbias, prepotentes y de mal gusto, que dan forma a naquismo.
[241] Cfr. Freud, Sigmund, On Creativity and the Unconscious, Harper & Row, New York, 1958.
[242] González Pineda, Francisco, El mexicano. Su dinámica psicosocial, Pax-México, México, 1971. El autor asimila el ego (yo) a «pueblo,» como “conjunto de individuos […y] conjunto de organizaciones sociales y culturales por las que se expresa.” Lo sustituyo por sociedad civil. Él utiliza vocablos españoles: yo, superyo y ello; los sustituyo por los latinos ego, superego e id. La concepción es del autor citado. La interpretación, composición y presentación son de mi responsabilidad.
[243] González Pineda, Francisco, op. cit., pp. 158-159.
[244] Caso, Alfonso, op. cit., p. 110.
[245] Robles, Martha, “Pensar la historia. Memoria: condición de libertad,” en Excélsior, México, 10 de octubre de 2000, pp. 1-A y 10-A.
[246] Heilbroner, Robert L., La formación de la sociedad económica, op. cit., p. 339. Cursivas en la fuente.
[247] Ídem, p.342. Cursivas y corchetes en la fuente.
[248] Linton, Ralph, op. cit., p. 104. El traductor respeta la expresión francesa esprit de corps, que traduzco como sentido de solidaridad o espíritu de grupo.
[249] Baran, Paul, op. cit., p. 62. Paréntesis y cursivas en la fuente. En Capítulo 62, infra, trato el tema.
[250] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op. cit., pp. 24 y 178.
[251] Hirschman, Albert O., op. cit., pp. 17 y 36-38.
[252] Nadel, S.F., op. cit., pp. 319-320.
[253] Ídem, p. 335.
[254] González Pineda, op. cit., pp. 157-158.
[255] Ídem, p. 159.
[256] Cfr. Goble, Frank G., La tercera fuerza. La psicología propuesta por Abraham Maslow, Trillas, México, 1980.
[257] Ídem, p. 68. Cursivas en la fuente.
[258] Ibídem.
[259] Peces-Barba, G. et. al., Derecho positivo de los derechos humanos, Editorial Debate, Madrid, 1978, pp. 14-15.
[260] Ramírez, Gloria, coordinadora, Derechos humanos. Lecturas. Tronco Común, Universidad Autónoma de Pueblo, Puebla, 1998, pp. 98-100. La descripción de sus generaciones se basa en esta obra.
[261] Braudel, Fernand, op. cit., pp. 29 y 31.
[262] Citado por Merton Robert K., Teoría y estructura sociales, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, p. 556.
[263] Braudel, Fernand, op. cit., p. 35.
[264] Herskovits, Melville J., El hombre y sus obras. La ciencia de la antropología cultural, Fondo de Cultura Económica, México, 1976, p. 66.
[265] Me inspiro en Habermas, Jünger, Teoría y praxis, Rei-México, 1993, pp. 49-50, para quien el conocimiento se sustenta en teoría científica (episteme); habilidades prácticas (techn) y prudencia (fronesis), en su acepción “sensatez, buen juicio,” por su raíz fren: inteligencia. Las menciona Aristóteles, quien junto a ètica las considera “hábitos por los que alcanzamos la verdad,” Ética nicomaquea. Política, Editorial Porrúa, México, 1977, p. 77.
[266] Cárdenas, Enrique, “La revolución de las telecomunicaciones y la esencia de la educación,” en El mercado de valores, 6/99, Nacional Financiera, México, junio de 1999, p.16.
[267] Platón, “La república o de lo justo,” en Diálogos, op. cit., p. 497.
[268] Cfr. Lévy, Pierre, L’Intelligence collective. Pour une anthropologie du cyberespace, op. cit.
[269] Platón, “Protágoras o de los sofistas,” en Diálogos, Editorial Porrúa, México, 1998, p. 115.
[270] Patiño Márquez, Federico, “Nacional Financiera: hacia una estrategia de fomento del capital humano,” en El mercado de valores, 6/99, Nacional Financiera, México, junio de 1999, p.6.
[271] Estos comentarios se inspiran en Linton, op. cit., capítulos VI y VII; Persell, op. cit., capítulo 16; Thio, op. cit., capítulo 14, y González Torres, Enrique, “Desarrollo educativo, una visión humanista: un reto para México,” en El mercado de valores, 5/99, Nacional Financiera, México, mayo de 1999, pp. 8-15.
[272] Malinowski, Bronislaw, Una teoría científica de la cultura, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1976., p. 39.
[273] Linton, Ralph, op. cit., p. 97.
[274] Cfr. Pierre Lévy, Michel Authier, Les arbres de connaissances, Editions La Découverte, Paris : 1992
[275] Cfr. Grier, Robin M., “Determinantes históricos y políticos del capital humano y físico en América Latina,” en El mercado de valores, 6/99, Nacional Financiera, México, junio de 1999, pp. 22-31.
[276] Priego Martínez, Rosario y Montaño Román, David, “Educación e ingreso: una perspectiva mundial. El caso de México,” en El mercado de valores, 5/99, Nacional Financiera, México, mayo de 1999, pp. 28-37.
[277] Flores, Edmundo, op. cit., pp. 164-165. Comillas en la fuente.
[278] Ideas tomadas de Lévy Pierre, L’idéographie dynamique. Vers une imagination artificielle?, La Découverte, Paris, 1992.
[279] Lévy, Pierre, Education and Cyberspace, op. cit.
[280] Cfr. Aguirre Beltrán, Gonzalo, Formas de gobierno indígena, Fondo de Cultura Económica, México, 1991, pp. 29, 34-35.
[281] Ídem, pp. 30-31.
[282] Trascrito por Reyes Heroles, Jesús, El liberalismo mexicano. I Los orígenes, Fondo de Cultura Económica, México, 1982, p. 34.
[283] Braudel, Fernand, op. cit., p. 289.
[284] Reyes Heroles, Jesús, op. cit., p. 25.
[285] Historia de México, Salvat, México, 1978, Tomo 8, p. 1,752.
[286] Ídem, Tomo 8, p. 1,828.
[287] Ídem, Tomo 9, p. 1,899.
[288] Ibídem, p. 2,006.
[289] Ibídem, Tomo 10, p. 2,191.
[290] Lo mencionó en el encuentro “El siglo 20: la experiencia de la libertad”, organizado por la revista Vuelta y transmitida por Televisa en septiembre de 1990.
[291] Lipset, S. M., Political Man: the Social Basis of Politics, Doubleday, New York, 1959, pp. 45-46.
[292] Sartori, Giovanni, Ingeniería constitucional comparada. Una investigación de estructuras, incentivos y resultados, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, pp. 190-191.
[293] Schumpeter. Joseph A., Capitalism, Socialism, and Democracy, Harper and Brothers, New York, 1959, p. 269.
[294] Riding, Alan, Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos, Joaquín Mortiz/Planeta, México, 1985, p. 85.
[295] Ídem, p. 86.
[296] Ibídem.
[297] Michels, Robert, Political Parties: a Sociological Study of the Oligarchical Tendencies of Modern Democracy, Collier Books, New York, 1962, p. 365.
[298] Pareto, Vilfredo, Sociological Writings, Pall Mall Press, London, 1966, pp. 248-250. Suele escribirse élite con acento en la é. Empero, la grafía sancionada por Real Academia Española es elite con acento prosódico en la i (Diccionario, Madrid, 2000). Ver también Mosca, Gaetano, The Ruling Class, McGraw-Hill, London, 1939.
[299] Freud, Sigmund, El porvenir de una ilusión, op. cit., p. 2,963.
[300] Cfr. Asimov, Isaac, Los griegos. Una gran aventura, Historia Universal Asimov, Alianza Editorial, México, 1983, p. 27.
[301] González Casanova, Pablo, La democracia en México, Serie Popular Era. México, 1979, pp. 85-86.
[302] Para características de republicanismo y liberalismo cfr. Velasco Gómez, Ambrosio, “Democracia liberal y democracia republicana,” en Revista iberoamericana de filosofía política y humanidades, Núm. 1, primer semestre de 1999; Gray, John, Liberalismo, Nueva Imagen, México, 1992, y Pangle, Thomas L., The Ennobling of Democracy. The Challenge of the Postmodern Age, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1992, Capítulo 7.
[303] Velasco Gómez, Ambrosio, “La tradición política maquiaveliana: ideología y teoría,” en Devenires, 1.1., México, 2000, p. 158.
[304] González Casanova, Pablo, op. cit., p. 86.
[305] Citados por Cole, G. D. H, La organización política, Colección Popular, Fondo de Cultura Económica, México, 1961, pp. 31 y 35.
[306] Platón, “La república o de lo justo,” Diálogos, op. cit., p. 500.
[307] Ídem, p. 491.
[308] Aristóteles, op. cit., p. 58
[309] Ídem, p. 66.
[310] Cfr. Habermas, Jünger, Teoría y praxis, op. cit., pp. 49-50.
[311] Touraine, Alain, ¿Qué es la democracia?, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 35.
[312] Valadés, Diego, “Problemas y perspectivas de la reforma del Estado,” op. cit., p. 36.
[313] Villoro, Luis, El poder y el valor, op. cit., p. 334.
[314] Ídem, p. 334.
[315] Sartori, Giovanni, op. cit., p. 160. Cursivas en la fuente.
[316] Cfr. Carlos Marx – Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., pp. 21, 22, 24, 33, 449-556.
[317] Giddens, Anthony, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, Taurus, México, 1999, p. 87. El concepto tercera vía se emplea en los cincuentas y sesentas por socialistas moderados opuestos a la férrea concentración de poder estatal en regímenes totalitarios. En los ochentas lo adoptan algunos socialdemócratas.
[318] Ídem, p. 85.
[319] Ibídem, pp. 88-95. La interpretación es propia,.
[320] Palacios Alcocer, Mariano, “Reforma del Estado en México,” en El mercado de valores, 12/98, pp. 3-7, op. cit., p. 4.
[321] “Democracia de lujo,” editorial de El universal, México, 1° de mayo de 2006.
[322] Sepúlveda Amor, Bernardo, “Política exterior y derecho internacional: los fundamentos de una política de Estado,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 6, pp. 549-559, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, junio de 1999, p. 549.
[323] Ver Grayson, George W., Mexican Officials Feather Their Nests While Decrying U.S. Immigration Policy, Center for Immigration Studies, Washington, 2006. El autor consigna datos comparativos de gastos excesivos del Estado mexicano.
[324] Transparency International, Corruption Perception Index 2005. www. transparency.org.
[325] El universal, 10 de mayo de 2006.
[326] Véase “La lucha contra la corrupción en el mundo,” tema de portada, en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, marzo de 1998, pp. 3-14 y “Ofensiva contra la corrupción,” tema de portada, en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, junio de 2000.
[327] Maquiavelo, N., El príncipe, Editorial Época, México, 2000, p. 158.
[328] Merton, Robert K., Teoría y estructuras sociales, Fondo de Cultura Económica, México, 1980., p. 243. Atribuye esas percepciones a Leo Srole.
[329] Ìdem, p. 241.
[330] Kaufmann, D., Kraay, A. y Zoido-Lobatón, P., “La gobernabilidad es fundamental. Del análisis a la acción,” en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, junio de 2000, pp. 10-13.
[331] Ídem, p. 12.
[332] Ver www.icesi.org.mx.
[333] Costo de oportunidad o alternativo sirve para definir el empleo más ventajoso de una provisión de recursos productivos; esto es, la mejor alternativa. Samuelson lo resume como “valor del bien o servicio al que se renuncia,” op. cit., p. 121.
[334] Freud, Sigmund, El porvenir de una ilusión, op. cit., p. 2,962.
[335] Freud, Sigmund, El malestar en la cultura, Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 53.
[336] Ídem, p. 39.
[337] Durkheim, Emile, Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias sociales, op, cit., p. 122.
[338] Fuente: Sistema Nacional de Seguridad Pública, citado por Gertz Manero, Alejandro, “Narcotráfico explosivo,” en El universal, México, 26 de enero de 2005, p. A 30.
[339] Persell, op. cit., p. 167.
[340] Ídem, p. 80.
[341] Burgoa Orihuela, Ignacio, “¿Nueva Constitución? Dislate antihistórico,” en Excélsior, México, 31 de agosto de 2000, p. 8-A.
[342] Valadés, Diego, “Que nuevos diseños institucionales nos prevengan de otro ciclo de autoritarismo,” en Excélsior, México, 4 de julio de 2000, p. 11-A. Las cursivas en Constitución son mías. Cfr. Vázquez Alfaro, José Luis, “Reforma del Estado mexicano: implicaciones jurídico-constitucionales,” en El mercado de valores, 12/98, op. cit., pp. 42-52. Allí aparecen sugerencias concretas de reformas constitucionales.
[343] Valadés, Diego, “Problemas y perspectivas de la reforma del Estado,” en El mercado de valores, 12/98, op. cit., pp. 34-41, p. 36.
[344] Ídem, p. 37. Las cursivas en Constitución son añadidas.
[345] Ibìdem, p. 169.
[346] Rousseau, Jean Jacques, “El contrato social,” en Obras selectas, Edimat Libros, Madrid, p. 73.
[347] Hirschman, Alberto O., La estrategia del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1961, pp. 35-36. Entrecomillado en la fuente.
[348] Malinowski, Bronislaw, op. cit., p. 56.
[349] Ìdem, p.55.
[350] Citado por Cohen, Percy S., “Análisis económico y hombre económico,” en Firth, Raymond, compilador, Temas de antropología económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, p. 97. Agrego cursivas a organizan.
[351] Ayala Espino, José, “Instituciones y desempeño económico,” en El mercado de valores, 10/99, Nacional Financiera, México, octubre de 1999, p. 4.
[352] Goble, Frank G., op. cit., p.123.
[353] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op. cit., pp. 11 y 61.
[354] Ídem.
[355] Alcocer V., Jorge, “Antecedentes y perspectivas de la reforma del Estado en México,” El mercado de valores, 12/98, pp. 8-15, Nacional Financiera, México, diciembre 1998, p. 12.
[356] Rangel Gaspar, Eliseo, “Reforma del Estado, el reto. La sociedad demanda eficiencia,” en Excélsior, México, 14 de septiembre de 2000, p. 10-A.
[357] Rangel Gaspar, Eliseo,, “Reforma del Estado, el reto. Determinante papel de Poder Judicial,” en Excélsior, México, 16 de septiembre de 2000, p. 10-A.
[358] Rangel Gaspar, Eliseo, “Reforma del Estado, el reto. Calificación de las elecciones,” en Excélsior, México, 17 de septiembre de 2000, p. 10-A.
[359] Cfr. Sartori, Giovanni, op. cit., pp. 168-175.
[360] Cfr, Forrester, Jay W., Innovation and the Economic Long Wave, op. cit.
[361] Cfr. Sartori, Giovanni, op. cit., Capítulo IV.
[362] Villari, Pasquale, op. cit., p. 239.
[363] Citado por Balandier, Georges, Antropología política, Ediciones Península, Barcelona, 1976, p. 110. Paréntesis en la fuente.
[364] Cfr, Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, op. cit., y Villari, Pasquale, Maquiavelo. Su vida y su tiempo, W. M. Jackson, México, 1953.
[365] Cfr. Hobbes, Thomas, op. cit.
[366] Maquiavelo, N., Obras completas, Floerke, München, 1925, Vol. I, “De los Estados; voz de los príncipes,” p. 72. Citado por Habermas, Jünger, Teoría y praxis, Rei, México, 1993, p. 59.
[367] Cfr. Kymlicka et. al., op. cit., pp. 10-11.
[368] No es redundancia, pues son vocablos con raíces distintas: vía en latín significa camino. Viable, del francés vie, vida: se refiere a lo que puede vivir y por extensión conseguirse. Vìa viable es ruta que puede seguirse.
[369] Atribuído a Constant, Benjamin, por Rawls, John, Liberalismo político, Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p.30.
[370] Cfr. Rawls, John, op. cit., pp. 29 ss.
[371] Touraine, Alain, op. cit., p. 36.
[372] Valadés, Diego, “Problemas y perspectivas de la reforma del Estado,” op. cit., p. 39.
[373] Palacios Alcocer, Mariano, op. cit., p. 6.
[374] Velasco Gómez, Ambrosio, “Poder, libertad y democracia en el pensamiento político moderno,” op. cit., p. 82.
[375] Gargaella, Roberto, Las teorías de la justicia después de Rawls, Paidós, Barcelona, 1999, p. 163.
[376] Mac Pherson, C. B., La democracia liberal y su época, Alianza Editorial, México, 1994, p. 121.
[377] No es redundancia, según aclaro al inicio del capítulo.
[378] Sartori, Giovanni, op. cit, p. 160.
[379] Schmidt, Alfred, El concepto de naturaleza en Marx, Biblioteca del Pensamiento Socialista, Siglo XXI, México, 1976, p. 149.
[380] Ídem, p. 150.
[381] Basado en Maquiavelo, Nicolás, op. cit.
[382] Cfr. Habermas, Jünger, Teoría y praxis, op. cit., pp. 49-50.
[383] Myint, H., Economía de los países en desarrollo, Rialp, Madrid, 1965, p. 22.
[384] Cfr. Malthus, Thomas Robert, An Essay on the Principles of Population, Philip Appleman Editor, New York, 1976.
[385] Para el tema baby boom, cfr. Persell, Caroline Hodges, op. cit., pp. 450-453.
[386] Cfr. Meadows, Donella H. et. al., Los límites del crecimiento. Informe al Club de Roma acerca del predicamento de la humanidad, Fondo de Cultura Económica, México, 1972. Club de Roma es ONG que estudia problemas de la humanidad.
[387] Cfr. Mesarovic, Mihajlo y Pestel Eduard, La humanidad en la encrucijada. Segundo informe al Club de Roma, Fondo de Cultura Económica, México, 1975.
[388] Brown, In the Human Interest. A Strategy to Stabilize World Population, W.W. Norton, New York, 1974p. 26.
[389] Cfr. Thio, Alex, op. cit., pp. 531-532.
[390] Cálculos con datos de United Nations Organization, World Population Prospects, 1997, New York, 1998.
[391] Thio, Alex, op. cit., p. 533.
[392] Cfr. Urbina Fuentes, Manuel, y Sánchez Almanza, Adolfo, “Distribución de la población y desarrollo en México,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 7, pp. 652-661, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1993, pp. 652-653.
[393] Las estimaciones demográficas se basan en INEGI, ops. cits., y Banco de México, Informe anual, varios números. Se llama real al crecimiento del PIB descontado el efecto inflacionario.
[394] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op cit., p. 356.
[395] Cálculos basados en datos de INEGI, ops. cits, y Banco de México, Informe anual, varios números.
[396] Herskovits, Melville J., op. cit., p. 356 [sic]. En Capítulo 62, infra, trato el tema.
[397] Thompson, Warren S. y Lewis, David T., Problemas de población, La Prensa Médica Mexicana, México, 1969, pp. 432 ss.
[398] Ídem., p. 434. Subrayado en la fuente.
[399] Hernández Laos, Enrique, “Crecimiento económico, distribución del ingreso y pobreza en México,” en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 10, pp. 863-873, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 2000. Los comentarios son propios.
[400] Salama, Pierre, “Algunas lecciones de la historia reciente de América Latina,” Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 6, pp. 431-442, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, junio, 1995, p. 432.
[401] Ídem, p. 433.
[402] Cabrera Acevedo, Gustavo, “La población y la búsqueda de equilibrios,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 7, pp. 612-617, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1993, pp. 614.
[403] Ídem.
25 Stalker, Peter, Trabajadores sin fronteras. El impacto de la globalización sobre la migración internacional, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 2000.
27 Thio, Alex, op. cit., p. 527.
[405] Ídem.
28 Aragonés, Ana María, “El fenómeno migratorio en el marco de la globalización,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 8, pp. 727-738, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1999, p. 727.
[407] Stalker, Peter, op. cit.
[408] Concepto tomado de Alarcón, Rafael, “Nortenización: Self-Perpetuating Migration from a Mexican Town,” en Bustamante, J., Reynolds, C. y Hinojosa-Ojeda, R., editores, US Mexican Relations: Labor Market Interdependence, Stanford University Press, Stanford, 1992. Adelante aclaro en qué consiste norteñizar.
[409] Bustamante, Jorge A., “La migración indocumentada México-Estados Unidos: relación entre dinámica política y estructuras económicas,” en Mendoza Berrueto, Eliseo, coordinador, Impactos regionales de las relaciones económicas México-Estados Unidos, pp. 267-294, El Colegio de México-Asociación de Estudios Regionales México-Estados Unidos, México, 1984, p. 273.
[410] Ídem, pp. 274 y 275.
[411] Kiser, George, y Kiser, Martha, editores, Mexican Immigration to the United States, University of New Mexico Press, Albuquerque, 1978.
[412] Smith, Robert, “Dilemas y perspectivas del sistema migratorio de América del Norte,” Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 4, pp. 289-304, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 2000, p. 293.
[413] Alvarado, Bárbara Driscoll de, “El Tratado de Libre Comercio y la migración Mexicana a Estados Unidos: la visión unilateral estadunidense, en Alvarado, Bárbara Driscoll de, Gambrill, Monica C., editoras, El Tratado de Libre Comercio. Entre el viejo y el nuevo orden, pp. 173-192, UNAM, México, 1992, pp.174 ss.
[414] Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Relatoría de Trabajadores Migratorios y Miembros de sus Familias, Capítulo 5, Washington, 2003,
[415] “Migrantes en EUA son ya más de 35 millones,” El universal, México, 16 de agosto de 2006, p. A6.
[416] Smith, Robert, op. cit., p. 299.
[417] Alba, Francisco, “El Tratado de Libre Comercio y la emigración de mexicanos a Estados Unidos,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 8, pp. 743-749, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1993, pp. 744-745.
[418] Smith, Robert, op. cit., p. 298.
[419] Bernard, William S., “Economic Effects of Immigration,” en Ziegler, B. M. editor, Immigration: An American Dilemma, D. C. Heath and Co., Boston, 1953, p. 57.
[420] Cfr. Huntington, Samuel, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Paidós, Barcelona, 1997.
[421] Ver Durkheim, Emile, op. cit., p.63.
[422] Bustamante, Jorge A., op. cit., p. 278.
[423] Bustamante, Jorge A., op. cit., p. 272.
[424] Basado en The McGraw-Hill Dictionary of Modern Economics, McGraw-Hill, New York, 1973. Mansfield, Edwin, op. cit., pp. 101 ss. Oficina Internacional del Trabajo, Empleo y progreso económico, Ginebra, 1964, p.16.
[425] Mansfield, op. cit., p. 102.
[426] INEGI-STPS, Encuesta nacional de empleo, http://www.inegi.gob.mx.
[427] Johnson, Harry, On Economics and Society, op. cit., p. 31.
[428] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op. cit., p.11.
[429] Baran, Paul A., La economía política del crecimiento, Fondo de Cultura Económica, México, 1961, p. 38.
[430] Ídem, pp. 37-38.
[431] Baran, Paul A., op. cit., p. 37.
[432] Ostos Rey, María del Sol y Holgado Molina, María del Mar, “La relación entre la deuda externa y la inversión,” en Comercio exterior, Vol. 52, Núm. 7, pp. 576-584, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 2002, p. 580.
[433] Baran, Paul A., op. cit., p. 30.
[434] Nevin, Edward, Fondos de capital en los países subdesarrollados. La misión de las instituciones financieras, Fondo de Cultura Económica, México, 1963, p. 11.
[435] Villarreal, René y Ramos de Villarreal, Rocío, “La apertura de México y la paradoja de la competitividad: hacia un modelo de competitividad sistémica,” en Comercio exterior, Vol. 51, Núm. 9, pp. 772-788, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, septiembre de 2001, p. 782.
[436] González, Pedro Javier, “La política industrial en la era de la globalización,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 528-537, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998, p. 528.
[437] Ortiz Cruz, Etelberto, “El cambio estructural en México y las empresas pequeñas y medianas,” en Comercio exterior, Vol. 47, Núm.1, pp. 16-26, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1997, p. 25. Este autor presenta interesante análisis estadístico del tema.
[438] Krugman, Paul R. et. al., op. cit., Capítulo 2.
[439] Ricardo, David, op. cit.
[440] Ver Krugman, Paul R. et. al., op. cit., Capìtulo 4.
[441] Cfr. Kotler, Philip, Marketing Management. Analysis, Planning, Implementation, & Control, Prentice Hall, Englewood Cliffs, 1991.
[442] Inspirado en Porter, Michael, The Competitive Advantage of Nations, Free Press,
New York, 1990. Aprovecho la concepción general del autor. La descripción de su funcionamiento es responsabilidad propia.
[443] Sobre dinámica de sistemas y circuitos (loops) de retroalimentación cfr. Wiener Norbert, op. cit.; Forrester, Jay W, Principles of Systems, op. cit., Capítulo 2, y Goodman, Michael R., Study Notes in System Dynamics, M.I.T. Press, Cambridge Ma., 1974, caps. 2- 3.
[444] González, Pedro Javier, op. cit., p. 528.
[445] Ídem, nota 1 de pie de página.
[446] De Maria y Campos, Mauricio, y Sercovich, Francisco, “Hacia una nueva visión
de la política de desarrollo industrial y competitividad,” en El mercado de valores, 1/98, pp. 3-11, enero de 1998, p. 4.
[447] Exposición adaptada de Meyer-Stamer, Jorg, “Estrategias de desarrollo local y regional: clusters, política de localización y competitividad sistémica,” en El mercado de valores, 9/2000, pp. 18-31, Nacional Financiera, México, septiembre de 2000, pp. 25-28, y Villarreal, René y Villarreal, Rocío Ramos de, “La apertura de México y la paradoja de la competitividad: hacia un modelo de competitividad sistémica,” op. cit., pp. 785-788. La interpretación es de mi responsabilidad.
[448] Villarreal et. al., ídem, p. 186.
[449] Bekerman, Marta y Sirlin, Pablo, “Política industrial y estabilización, apertura e integración económicas,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 517-527, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998, p. 517.
[450] Cfr. Zamora, Francisco, Tratado de teoría económica, op. cit., Capítulo XXIII. La ley se conoce con varios nombres: de la proporción de los factores, de la productividad decreciente, de la resistencia, de las proporciones definidas, del producto o rendimiento no proporcional, del rendimiento físico decreciente, entre otras, pp. 422-431. Para descripción histórica, ver Whittaker, Edmund, op. cit. pp. 431-451.
[451] Bianchi, Patrizio y Di Tomasso, Marco R., “Política industrial para las PYME en la economía global,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 617-623, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998, p. 619.
[452] Casalet, Mónica, op. cit., p.8.
[453] Cfr. Czinkota, Michael R. et. al., op. cit., pp 40 y 312-317.
[454] Bekerman, Marta et. al., op. cit., p. 518.
[455] Cfr. Casalet, Mónica, op. cit., p.9.
[456] Ídem.
[457] La obra clásica del tema, escrita en 1933, es Chamberlin, E. H., Teoría de la competencia monopólica, Fondo de Cultura Económica, México, 1956.
[458] Para externalidades, cfr. Miller, Roger LeRoy, Intermediate Microeconomics. Theory, Issues, and Applications, McGraw-Hill, New York, 1978, pp. 457 ss., y Krugman, Paul R. et. al., op. cit., pp. 341 ss.
[459] Cfr. Donnelly, Jr. et. al, op. cit., pp. 25 ss. Esta explicación se funda en ideas tomadas de esta obra.
[460] Cfr Lipsey, R.G. y Lancaster, Kelvin, “The General Theory of the Second Best, ” en The Review of Economic Studies, Vol. 24, No. 1, Institute of Economics and Statistics, University of Oxford, 1956–1957, pp. 11-32.
[461] De Maria y Campos, Mauricio, Una política de desarrollo industrial y fomento empresarial para la próxima década,” en El mercado de valores, 10/2000, pp. 16-25, Nacional Financiera, México, octubre de 2000, p. 21.
[462] Cfr. De Maria y Campos, Mauricio, y Sercovich, Francisco, “Hacia una nueva visión de la política de desarrollo industrial y competitividad, op. cit., pp. 5-7. Lo tomo como marco general de referencia.
[463] Ídem, pp. 7 ss.
[464] Nurske, Ragnar, op. cit., p. 14.
[465] Van Wert, James, “El gobierno y las empresas pequeñas en Estados Unidos,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 629-638, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998, p. 630.
[466] Bianchi, Patrizio et. al., op. cit., p. 525.
[467] Pearson, Frederic S., et. al., op. cit., p. 524. Sustituyo comillas por cursivas.
[468] Ídem, p. 544.
[469] Ibídem, p.545.
[470] INEGI, Estadísticas del medio ambiente, México, 1994, p. 211 ss.
[471] Grupo Financiero Banamex-Accival, México social, 1996-1998, op. cit., p. 741.
[472] Husted, Bryan, Rodríguez, Oreggia y Román, Eduardo, “Políticas publicas e inversiones ambientales de transnacionales en México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 12, pp. 976-982, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, diciembre 1998, p. 977.
[473] Mercado, Alfonso et. al, op. cit., p. 773.
[474] Pearson et. al., op. cit., pp. 524-533.
[475] López Rosado, Diego G., Historia y pensamiento económico de México. Tomo I. Agricultura y ganadería. Propiedad de la tierra, UNAM, México, 1968, pp. 27-28, 34-35.
[476] Alanís Patiño, Emilio, Geografía económica, edición mimeográfica, citado por González Santos, La agricultura. Estructura y utilización de los recursos, Fondo de Cultura Económica, México, 1957,t. p. 2. Cfr. Wolf, Eric, op. cit: describe dificultades físicas a que debe enfrentarse el habitante de Mesoamérica, pp. 17-28.
[477] González Santos, Armando, op. cit., p.1.
[478] Gutiérrez Olguín, Tonatiuh, “Los recursos naturales renovables en el desarrollo económico de México, en Investigación económica, Vol. XXII, Núm 86, Escuela Nacional de Economía, México, segundo trimestre de 1962.
[479] INEGI, Estadísticas del medio ambiente, op. cit., p. 253. Separo sureste y península de Yucatán, porque ésta se encuentra entre paralelos 18° y 21°, al oriente, a igual altura de ciudad de México (paralelo 19°).
[480] Ídem, pp. 337.
[481] Quadri de la Torre, Gabriel, “Eficiencia y uso sustentable del agua en México,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 4, pp. 336-346, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 1999, p. 336.
[482] Ídem.
[483] INEGI, Estadísticas del medio ambiente, op. cit., p. 108.
[484] Gutiérrez Olguín, Tonatiuh, op. cit., p. 429.
[485] Ídem, pp. 110 y 111.
[486] INEGI, Estadísticas del medio ambiente, op. cit., p. 106.
[487] Gibson, Charles, Los aztecas bajo el dominio español. 1519-1810, Siglo XXI, México, 1980, p. 9.
[488] Basado en Urquidi, Víctor L., “Economía ambiental: una aproximación,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 12, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, diciembre de 1998, pp. 951-955.
[489] ONU, Planificación regional. Seminario sobre planificación regional, Tokio, julio-agosto de 1958, New York, 1959, p. 7.
[490] Della Porta, Glauco, Sviluppo economico regionale. Teoria e politica, Capelli Editore, Rocca San Casciano, 1963, p. 129.
[491] ONU, Planificación regional, op. cit., p. 17. Cursivas añadidas.
[492] Mendieta y Núñez, Lucio, Efectos sociales de la Reforma Agraria en tres comunidades ejidales de la República Mexicana, UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales, México, 1960, pp. 11-12.
[493] Ídem, op. cit., p. 14.
[494] Ibídem, pp. 14-15.
[495] Citado por López Rosado, Diego G, op. cit., p. 174.
[496] Mendieta y Núñez, op. cit., p. 34.
[497] Ibídem, pp. 14-15.
[498] Ídem, p. 37.
[499] Datos de INEGI y Secretaría de Reforma Agraria.
[500] Fernández y Fernández, Ramón, Temas agrarios, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, p. 43.
[501] Morales Ibarra, Marcel, “Pacto social y desarrollo rural,” en El mercado de valores, 3/1999, pp. 40-55, Nacional Financiera, México, marzo de 1999, p. 41.
[502] Ídem.
[503] Casco Flores, José Andrés, “La estrategia de modernización del sector agrícola de México,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 4, pp. 362-372, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 1999, pp. 367-368.
[504] Banamex-Accival, México social, op. cit., pp. 103-105.
[505] Morales Ibarra, Marcel, op. cit., p. 46.
[506] Ídem.
[507] Ibídem, p. 47.
[508] Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, Trillas, México, 1996, comentarios al Artículo 27, pp. 46 ss.
[509] Morales Ibarra, Marcel, op. cit., p. 50.
[510] Ibarra, David, “Problemas institucionales y financieros de la agricultura,” Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 9, pp. 639-651, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, septiembre de 1995, p. 645.
[511] Ídem.
[512] Alonso, Francisco, “Desarrollo y tecnología en México. II ¿Qué hace falta en la agricultura?,” en Excélsior, México, 26 de agosto de 2000, p. 10-A.
[513] Ídem.
[514] Cebreros, Alfonso, “La competitividad agropecuaria en condiciones de apertura económica,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 10, pp. 946-953, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1993, p. 947.
[515] García Granados, Marco Antonio, “No desaparecerá la Secretaría de la Reforma Agraria,” entrevista a Herrera Tello, María Teresa, titular del ramo, Excélsior, México, 30 de enero de 2001, p. 1 A.
[516] Declaraciones atribuidas a Gálvez, Xóchitl, encargada de Atención a Pueblos Indígenas, Excélsior, México, 7 de agosto de 2002, p. 1 A.
[517] En todos los programas recomiendo partir de la taxonomía. En el ambiental es más necesario, dada su complejidad. Ver definición en Capítulo 18, supra.
[518] Ginsburg, Norton S., “Las regiones de planificación y el concepto regional,” en ONU, Planificación regional. Seminario sobre planificación regional, op. cit., pp. 33-34.
[519] Para la relación eficiencia/eficacia, cfr. Donnelly, Jr., James H., Berry, Leonard L., y Thompson, Thomas W., Marketing Financial Services. A Strategic Vision, Dow Jones-Irwin, Homewood (Il.), 1985, pp. 25 ss. Tomo ideas de esta obra.
[520] Cebreros, Alfonso, op. cit., p. 948.
[521] Citado por Casco Flores, José Andrés, op. cit., p. 366.
[522] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op. cit., p. 358.
[523] Escalante Semerena, Roberto y Rello Espinosa, Fernando, “El sector agropecuario mexicano: los desafíos del futuro,” en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 11, pp. 984-987, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 2000, p. 984.
[524] Gatzionis Torres, Basilio, “Exportaciones agropecuarias y políticas de fomento,” El mercado de valores, 4/99, Nacional Financiera, México, abril de 1999, p. 21.
[525] Ibarra, David, op. cit., p. 644.
[526] Ídem.
[527] Abrams, Charles, “La legislación relativa a la planificación regional en las zonas insuficientemente desarrolladas,” en ONU, Planificación regional. Seminario sobre planificación regional, Tokio, 1958, op. cit., pp. 102-114, p.102.
[528] López Rosado, Diego G., Historia y pensamiento económico de México. Tomo II. Minería. Industria, op. cit., pp. 10 ss.
[529] Ídem, p. 24.
[530] El real era la unidad monetaria del imperio español. Contenía 930.5 milésimas de plata. Se acuñaban piezas de un cuarto de real a ocho reales en Casa de Moneda de México desde 1572. Cfr. Fomento Cultural Banamex, A.C., El real de a ocho. Primera moneda universal, México, 1976.
[531] Citado por López Rosado, op. cit., p. 20. Subrayado en la fuente. Real también se llama al pueblo donde hay minas.
[532] Ídem, p. 30.
[533] Parra, Alma, “La plata en la estructura económica mexicana al inicio del siglo XX,” en El mercado de valores, 11/99, pp. 11-19, Nacional Financiera, México, noviembre de 1999, p. 12.
[534] González, Luis, “El liberalismo triunfante,” Historia general de México, Tomo III, El Colegio de México, México, 1976, p. 233.
[535] Dirección General de Estadística – Secretaría de Programación y Presupuesto -INEGI, Anuario estadístico de los Estados Unidos Mexicanos, varios números.
[536] Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Fernández Editores. México, 1972, p. 193.
[537] Ídem, pp. 195-196.
[538] Gibson, Charles, op. cit., p. 362.
[539] Ídem, p. 342.
[540] López Rosado, Historia y pensamiento económico de México. Tomo II. Minería.
Industria, op. cit., p. 151.
[541] Díaz del Castillo, Bernal, op. cit., pp. 639 ss.
[542] Citado por Rudomin, Pablo y Talancón, José Luis, “Industrialización y desarrollo tecnológico: una perspectiva histórica,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 10-17, Nacional Financiera, México, febrero de 1999, p. 13.
[543] Ídem.
[544] Parra, Alma, op. cit., p. 12.
[545] Parnreiter, Christof, “La ciudad de México: una ciudad global emergente,” en El
mercado de valores, 10/2000, ejemplar citado, pp. 83-94.
[546] Nacional Financiera, “Estadísticas sobre micro, pequeña, mediana y gran empresa,” en El mercado de valores, 1/2002, México, enero de 2002, pp. 44-58.
[547] Edwards, Sebastian, “Gobiernos de AL incapaces de impulsar la revolución tecnológica,” en Excélsior, México, 28 de mayo de 2001, p. 4-F.
[548] Citado por De Maria y Campos, Mauricio, “Una política de desarrollo industrial y fomento empresarial para la próxima década,” en El mercado de valores, 10/2000, pp. 16-
25, Nacional Financiera, México, octubre de 2000, p. 19.
[549] Casalet, Mónica, “La cooperación interempresarial: una opción para la política industrial,” en Comercio exterior, Vol. 47, Núm. 1, pp. 8-15, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1997, p. 14.
[550] Méndez, José Luis, “Veinte años de planeación industrial en México,” en Comercio exterior, Vol. 47, Núm. 1, pp. 50-56, op. cit., p. 56.
[551] Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, Maquiladoras. Su estructura y operación, Publicaciones IMEF, México, 1986, e investigación propia.
[552] INEGI, Anuario estadístico de los Estados Unidos Mexicanos, varios números.
[553] Carrillo, Jorge y Aguilar Barajas, Ismael, “Rotación de personal, nuevas tecnologías e industria maquiladora en México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 4, pp. 283-290, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 1998, p. 283. Contiene varios artí
culos sobre el tema.
[554] Fuente: Consejo Nacional de la Industria Maquiladora de Exportación. http://www.cnime.org.mx/estadisticas/empresas_instaladas.htm
[555] GATT era General Agreement on Tariffs and Trade (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), firmado por 23 países en 1947. En 1994 se trasforma en Organización Mundial de Comercio: OMC. Ver Tamames, Ramón, Estructura económica internacional, Alianza, Madrid, 1991, Capìtulo 5, y, Evenett, Simon J., “El sistema de comercio mundial. El camino por recorrer,” Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, diciembre de 1999.
[556] Banco de México, Informe anual, 1993 y 2000.
[557] Arriola, Carlos, “Globalización, modernidad y tratados de libre comercio. Una perspectiva amplia,” en El mercado de valores, 7/2000, pp.18-25, Nacional Financiera, México, julio de 2000, p. 20.
[558] Ídem.
[559] Citado por Olmedo Carranza, Bernardo, “Financiamiento y capitalización para la microempresa en México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 659-665, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998, p. 659. Guiones en la fuente.
[560] Marx denomina proletariado lumpen al “producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas” de la sociedad. Cfr. Marx, Carlos, “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850.” en Carlos Marx – Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, tomo I, op. cit., p. 138. Ver Capítulo 84 infra.
[561] Olmedo Carranza, Bernardo, op. cit., p. 659.
[562] López Espinosa, Mario, “Consideraciones sobre la microempresa, el financiamiento y el desarrollo,” en El mercado de valores, 4/2001, pp. 22-38, Nacional Financiera, México, abril de 2001, p. 23.
[563] Cfr. Sulzenko, Andrei, “Estrategia canadiense de apoyo a las empresas pequeñas,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 639-640, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998, y Cleetus, Rachel y Ramachandran, Vijaya, “Políticas para las pequeñas industrias de Estados Unidos,” en la misma revista, pp. 624-628.
[564] Cfr. Sulzenko, op. cit.; Cleetus et. al., op. cit.; y Van Wert, James, “El gobierno y las empresas pequeñas en Estados Unidos,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 629-638, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998.
[565] Alba Vega, Carlos, “Las empresas integradoras en México,” Comercio exterior, Vol. 47, Núm. 1, pp. 43-56, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1997, pp. 43-44.
[566] Bianchi, Patrizio et. al., op. cit., p. 621.
[567] Para casos concretos cfr. Alba Vega, Carlos, op. cit., p. 44.
[568] Ídem, pp. 44 ss.
[569] González, Pedro Javier, op. cit., p. 534.
[570] Ídem.
[571] Ver Bianchi, Patrizio et. al., op. cit., p. 620.
[572] De Maria y Campos, Mauricio, “Una política de desarrollo industrial y fomento empresarial para la próxima década,” en El mercado de valores, 10/2000, pp. 16-25, Nacional Financiera, México, octubre de 2000, p. 24. Entrecomillado en la fuente.
[573] Kindleberger, Charles P., op. cit., p. 79.
[574] Bruton, Henry J., Nuevas aportaciones a la teoría del crecimiento, CEMLA, México, 1960, p. 143.
[575] Kaldor, Nicholas, op. cit., p. 35.
[576] Machado Fernando M., “Administración eficiente de la innovación tecnológica en los países en desarrollo,” en Comercio exterior, Vols. 48, Núm. 8, pp. 606-616, p. 606.
[577] Martín del Campo, Enrique, “Sistemas de cooperación tecnológica e innovación en América Latina, Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 562-568, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998, p. 563.
[578] Quintana, Bernardo, “¿Por qué es importante para la empresa mexicana invertir en tecnología?, El mercado de valores, 2/99, pp. 18-23, Nacional Financiera, México, febrero de 1999, p. 19.
[579] Capdevielle, Mario, “Composición tecnológica de la industria manufacturera mexicana,” en El mercado de valores, 1/2000, pp. 18-27, Nacional Financiera, México, enero de 2000, pp. 18-19.
[580] Quintero, Raúl Gerardo, “Sobre la necesidad de incentivar el desarrollo tecnológico en México,” El mercado de valores, 2/99, pp.30-33, ejemplar citado, p. 31.
[581] Robledo, Jorge, “Indicadores de ciencia y tecnología para América Latina,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 538-546, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998, p. 541.
[582] Cfr. Casalet, Mónica, op. cit., pp. 31 y 34 y 38 y Cimoli, Mario, op. cit., pp. 8 y 15. Ambos consignan listas de instituciones involucradas en innovación.
[583] Casalet, Mónica, ídem, p. 31.
[584] Cimoli, Mario, op. cit., p. 6.
[585] Casalet, Mónica, “Lo viejo y lo nuevo en la estructura institucional del sistema de innovación mexicano,” en El mercado de valores, 1/2000, pp. 28-39, Nacional Financiera, México, enero de 2000, p. 30.
[586] Rudomin, Pablo, et. al., op. cit., p. 14.
[587] Rivera Ríos, Miguel Ángel, “El paradigma de la industrialización tardía y el aprendizaje tecnológico: repercusiones para México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 666-678, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998, p. 666.
[588] Ídem.
[589] Cfr. Waissbluth, Mario, “El financiamiento gubernamental a la innovación,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 547-561, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998, y Elizondo Mayer-Sierra, op. cit.
[590] Capdevielle, op. cit. Ver Unger, Kurt, “La globalización del SNI: empresas extranjeras y tecnología importada,” en El mercado de valores, 2/2000, pp. 20-28, ejemplar citado.
[591] Quintero, Raúl Gerardo, op. cit.
[592] Bazdresch Parada, Carlos y Márquez Padilla, Carlos, “El Sistema Mexicano de Innovación: una comparación con los países de la OCDE,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 3-9, Nacional Financiera, México, febrero de 1999, p. 3.
[593] Machado Fernando M., “Administración eficiente de la innovación tecnológica en
los países en desarrollo,” en Comercio exterior, Vols. 48, Núm. 8, pp. 606-616, ejemplar citado, p. 606.
[594] Cfr. Casalet, Mónica, op. cit., p. 30. Allí se describen y enumeran.
[595] Cfr. Capdevielle, Mario, op. cit., pp. 19-20.
[596] Cfr. Elizondo Mayer-Sierra, Carlos, “Reflexiones sobre el bajo nivel de inversión privada en I&D en México,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 39-49, op. cit.
[597] Cimoli, Mario, op. cit., pp. 6-7. Estos comentarios se fundan en este autor, con interpretación propia.
[598] Machado, Fernando M., op. cit., p. 616.
[599] Waissbluth, Mario, op. cit, p. 547.
[600] Ídem, p. 561.
[601] Ídem, p.548.
[602] Méndez Nonell, Manuel, y Martínez-Palomo, Adolfo, “Vinculación investigación-industria. La experiencia del Cinvestav” [Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, de Instituto Politécnico Nacional], en El mercado de valores, 2/99, pp. 34-38, ejemplar citado, p. 36.
[603] Cimoli, Mario, op. cit., p. 3. Adopto la idea, con interpretación y comentarios propios.
[604] Cfr. Casas, Rosalba, “El papel de las instituciones productoras de conocimientos
en el desarrollo del sistema mexicano de innovación,” en El mercado de valores, 1/2000, pp. 40-46, ejemplar citado.
[605] Méndez Nonell, et. al., op. cit., p. 36.
[606] Machado Fernando M., op. cit., pp. 613-615. Aprovecho la clasificación. La interpretación y deducciones son de mi responsabilidad.
[607] Ídem, p. 62.
[608] Cimoli, Mario, op. cit., p. 3.
[609] Cfr. Waissbluth, op. cit., pp. 349 ss.
[610] Linton, Ralph, op. cit., p. 97.
[611] Morgan, Lewis H., op. cit., p. 290.
[612] Arístóteles, La política, Editores Mexicanos Unidos, México, 1998, pp. 9-10.
[613] Cfr. Thio, Alex, op. cit., pp. 552 ss. y Persell, Caroline Hodges, op. cit., pp. 503 ss.
[614] Las referencias históricas de esta sección se basan primordialmente en Pirenne, Henri, Historia económica y social de la Edad Media, Fondo de Cultura Económica, México, 1952; Sée, Henri, Origen y evolución del capitalismo moderno, op. cit., y Braudel, Fernand, Las civilizaciones actuales, op. cit.
[615] Pirenne, op. cit., p. 41.
[616] Sée, op. cit., pp. 14 ss.
[617] Braudel, op. cit., p. 320.
[618] Ídem., p. 282.
[619] Pirenne, op. cit., p. 147.
[620] Ídem. p. 284. Cursivas en la fuente.
[621] Ibídem, pp. 285-286. Cursivas en la fuente.
[622] ONU, Urban and Rural Population Projections 1950-2025, New York, 1986, citado por
Covarrubias, Francisco, “Prospectiva del sistema urbano nacional,” El mercado de valores,
3/2000, pp. 3-21, Nacional Financiera, México, marzo de 2000, p. 4.
[623] Cfr. Forrester, Jay W., Urban Dynamics, The MIT Press, Cambridge (Ma.). 1969. Esta definición y la descripción de sistema urbano se basan en este autor, con interpretación y adiciones propias.
[624] Aguilar Barajas, Ismael, “Desarrollo económico y macroeconomía urbana: tendencias internacionales,” en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 10, pp. 727-734, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1995, p. 728.
[625] Marx, Carlos, “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850.” en Carlos Marx – Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, op. cit., p. 138.
[626] Engeles, Federico, Prefacio a la “Guerra campesina en Alemania,” en op. cit. de nota anterior, p. 602,
[627] Marx, C. y Engels, F., “Manifiesto del Partido Comunista,” op. cit. en nota anterior, p. 32. Lo que aparece entre corchetes está en francés en la fuente; la traducción es mía.
[628] Ziccardi, Alicia, “Ciudades y ciudadanía,” en El mercado de valores, 3/2000, pp. 69-77, ejemplar citado, p. 69.
[629] Cfr. Kymlicka, Will et. Al., op. cit., p. 10.
[630] Durkheim, Emile, La división del trabajo social, op. cit., p. 144.
[631] Covarrubias, Francisco, op. cit., pp. 7 y 13.
[632] Banamex, Dirección de Estudios Económicos y Sociales, http://www.banamex. com/esem/index.html.
[633] Eibenschutz Hartman, Roberto, “Hacia nuevos modelos de administración metropolitana,” en El mercado de valores, 4/2000, pp. 55-61, Nacional Financiera, México, abril de 2000, p. 57.
[634] Forrester, Urban Dynamics, op. cit., pp. 9-10.
[635] Ídem, pp. 9-10.
[636] Covarrubias, Francisco, “Prospectiva del sistema urbano nacional,” op. cit., p. 9.
[637] Eibenschutz Hartman, Roberto, op. cit., p. 57.
[638] Forrester, Jay, Urban Dynamics, op. cit., p. 120.
[639] Ídem, p. 17.
[640] Aguilar Barajas, Ismael, op. cit., p. 731.
[641] Quadri de la Torre, Gabriel, “Políticas ambientales para una ciudad sustentable,” Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 10, pp. 756-765, ejemplar citado, p. 757.
[642] Covarrubias Gaitán, Francisco, “Prospectivas de la urbanización en la ciudad de México,” en El mercado de valores, 4/2000, pp. 3-19, Nacional Financiera, México, abril de 2000, p. 17.
[643] Ziccardi, Alicia, op. cit., p. 72.
[644] Covarrubias, Francisco, “Prospectiva del sistema urbano nacional,” op. cit., pp. 16 ss. Tomo ideas de esta obra con interpretación y adiciones propias.
[645] Quadri de la Torre, Gabriel, “Políticas ambientales para una ciudad sustentable,” op. cit., p. 757.
[646] Covarrubias, Francisco, “Prospectiva del sistema urbano nacional,” op. cit., p. 21. Cursivas en la fuente.
[647] Cfr. Durkheim, Emile, op. cit., Capítulo III.
[648] Braudel, Fernand, op. cit, p. 297.
[649] Descripción basada en López Rosado, Diego G., op. cit.
[650] La principal fuente es INEGI, Censo general de población y Anuario estadístico, varios años. Los recientes se toman de “Estadísticas básicas sobre infraestructura en México,” en El mercado de valores, 6/99, pp. 37-41, Nacional Financiera, México, 1998.
[651] Cfr. Lozano Alarcón, Javier, “Las telecomunicaciones, fundamentales para el desarrollo,” en El mercado de valores, 7/98, pp. 11-18, Nacional Financiera, México, julio de 1998.
[652] Organization of the Petroleum Exporting Countries (OPEC), Basic Oil Industry Information, Vienna, 1983, p.4.
[653] López Rosado, Diego G., Historia y pensamiento económico de México. Tomo II. Minería. Industria, op. cit., p. 82.
[654] Ídem, pp. 82-83.
[655] Ibídem.
[656] Ibídem, pp. 83 ss.
[657] Engler, Robert, La política petrolera, Fondo de Cultura Económica, México, 1966, p. 203
[658] INEGI, Estadísticas del medio ambiente, op. cit., pp. 290 ss. La fuente consigna 10 refinerías, a las que resto Azcapotzalco, cerrada recientemente.
[659] El financiero, México, 18 de marzo de 1988, p- 3-A.
[660] Cfr. López Rosado, Diego G., op. cit.
[661] Cfr. Ortega Mata, Rolfo, “La electricidad hasta su nacionalización,” El economista mexicano, Vol. II, N°. 4, pp. 426-462, Colegio de Economistas de México, México, [sin mes] 1962.
[662] Della Porta, op. cit., pp. 64 ss. La exposición de polos de desarrollo se basa en esta obra.
[663] Quintana, Bernardo, op. cit., p. 8.
[664] Ídem, p. 6.
[665] Ídem, p. 30.
[666] Hirschman, Albert O., op. cit., p. 90. Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento se conoce ahora como Banco Mundial. Ver Capitulo 22.
[667] ONU, Planificación regional, op. cit., p. 50.