Homosexualización Visión antropológica

Homosexualización

Visión antropológica

Por Miguel Ángel Peralta[1]

 

 

Activismo global

 

Día a día se vigoriza la homosexualización, movimiento mundial en defensa de las relaciones sentimentales, pasionales y eróticas entre personas del mismo sexo. Le nombran “movimiento gay” o “movimiento LGBT” −acrónimo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, detallados abajo. Exige tolerancia, aceptación y respeto a sus inclinaciones; despenalizarlas; reconocerles como tercer género: no ser objeto de fobias ni discriminación, y autorizarles a casarse legalmente y adoptar niños.

El primer organismo formal constituido con esa misión fue el Comité Científico Humanitario, en Berlín, en 1897; siguieron otros en Alemania, algunos países de Europa y EUA. En 1928 se formó la Liga Mundial por la Reforma Sexual. Depresión económica, segunda guerra mundial y persecución nazi en su contra les impusieron una pausa en los años ‘30s y ‘40s del siglo 20°.

Terminada la contienda bélica reanudaron su activismo. Cobró ímpetu a raíz de que la policía de Nueva York reprimió con violencia a un grupo de homosexuales reunidos en esa ciudad el 28 de junio de 1969, declarado “día internacional del orgullo gay” u “orgullo LGBT”, alrededor del cual anualmente celebran reuniones, manifestaciones y actos públicos en varias localidades del orbe. Proclaman que no se avergüenzan de su orientación y prácticas eróticas, ya que así son, así eligen ser y demandan se les reconozca como tales, se les respete y toleren su naturaleza, identidad, personalidad y soberanía. Resguardan la que debían llamar “dignidad gay” en español, en vez de “orgullo gay.[2]

En 1978 se organizó Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (International Lesbian and Gay Association [ILGA]), que agrupa alrededor de 650 organizaciones en 90 países.

La cruzada ha tenido eco y el asunto ocupa sitio prominente en la escala de valores actual: “está de moda.” Detonó la homosexualización de la humanidad: su penetración expansiva, proceso que no se puede evadir ni dar marcha atrás, aun cuando la cultura la repele, por escapar al control de los individuos: es corriente de masas. En qué consiste, cómo se desarrolla, qué reacciones suscita, cuál es su futuro, son cuestiones que examino en este ensayo.

Algunos gobiernos han condescendido, impelidos por la evolución cultural y avances en apertura democrática y respeto a los derechos humanos conquistados en la segunda mitad del siglo 20°; para restar armas a activistas y agrupaciones cívicas, y para cooptar grupos minoritarios con fines políticos y electoreros. Ergo, amén de su trasfondo moral, ético y científico, la cuestión tiene cariz político.

Es tema delicado y suscita controversia. Lo abordo con criterio abierto, sin prejuicios, pasión ni emociones, con la intención de entender esta arista del comportamiento del anthropos (anqrwpoV), el hombre, visto como especie animal. En consecuencia, expongo apreciaciones a favor y en contra, sin emitir juicio de valor propio.

La homosexualidad es inherente a mamíferos, afirman los zoólogos. El ser humano la ha practicado en todas las épocas y culturas. Se consentía en la Antigüedad, señaladamente en Grecia y Roma. El vocablo es híbrido: se forma con las raíces griega omo (omo) = igual, semejante, mismo, y latina sexus = sexo. Significa “del mismo sexo.” Esto es, enlace de dos hombres o dos mujeres.

Su etiología es compleja, pues involucra factores biológicos, ambientales, familiares, psicológicos, sociales, culturales y económicos, que moldean la personalidad de cada individuo: singular, independiente, con sentimientos, actitudes, hábitos, conducta y prácticas particulares, únicos. Por ende, los LGBTs despliegan subjetividades múltiples que impiden generalizar. Toman como emblema el arcoíris, cuyos variados colores simbolizan lo misceláneo de su comunidad.

Existen dos categorías amplias de homosexuales o “invertidos,” como los denomina Freud: congénitos y emergentes.

Congénitos. No sienten atracción por el sexo contrario o les es repulsivo vincularse a él. Los varones son incapaces de copular en forma natural o no sienten placer al hacerlo. Ellas no tienen necesidad, no desean o les repugna tener contacto con macho. Freud les califica “invertidos absolutos,” por presentar “inversión” concluyente de sexo.[3] Su origen es biológico: predominan caracteres del género opuesto en su estructura neuronal y poseen gónadas femeninas en órganos masculinos o al revés, de modo que su funcionamiento glandular despierta apetencia por sus análogos. Adicionado a sensaciones anímicas acumuladas desde la infancia su mecanismo psíquico se adjudica condición sexual atípica. Tienen espíritu femenino en cuerpo de hombre o viceversa, las lesbianas. “No es alternativa,” asegura Swaab: es hecho determinado en el útero.[4] Lo preciso adelante.

Emergentes. Freud les llama “adquiridos.” No lo heredan, no lo contiene su genotipo:[5] alguna circunstancia les induce a involucrarse con sujetos de igual sexo. Enumero algunas: temor a los del otro sexo, por percibirles diferentes, incomprensibles, de trato difícil; no conseguir pareja opuesta aceptable; vivir enclaustrados con pares en barco, cárcel, convento, internado escolar o ambiente de alta incidencia (bailarines, peinadores, modistas); cumplir celibato; curiosidad, imitación, lujuria, libertinaje; padecer impotencia; tener órganos genitales atrofiados; decepción pasional dolorosa con el sexo opuesto o placentera con símiles; curiosidad por experimentar placeres nuevos o prohibidos; hacerlo bajo influjo de alcohol o drogas; haber sido seducido o violado y gustarle. Las mujeres, además, para evitar dolores y molestias sufridas al perder la virginidad y/o rehuir embarazo y parto, que acarrean deformación corporal, trastornos, dolor, así como por rehuir de los deberes de la maternidad.

Se distinguen varias modalidades de emergentes.

Inducidos. Se les inculcan actitudes, antojos, ideas, sentimientos del sexo opuesto, que adoptan sin ser homosexuales congénitos.

Ocasionales. Lo practican al presentarse la oportunidad, una o varias veces.

Transitorios. Mientras establecen condiciones de vida usual, como contraer matrimonio; licenciarse de las fuerzas navales o armadas; dejar el sacerdocio o convento; salir del internado escolar o la cárcel, y hechos similares.

Sustitutivos. Para reemplazar el objeto (la persona) y el fin (el acto) sexual en tanto define su inclinación o encuentra contrario que llene sus aspiraciones.[6]

Periódicos. Realizan actividad homosexual con pauta definida de tiempo.

Indecisos. Oscilan entre uno y otro sexo, sin acoger el definitivo.

Permanentes. Aficionarse y enlazarse en forma definitiva a congéneres.

Bisexuales. Le es indiferente el sexo: manifiestan anfigenia o “hermafroditismo  psicosexual,” diagnostica Freud.[7] Los mueve la pulsión carnal, sin importar con quién aplacarla.

Trasvestis o trasvestidos. Se disfrazan del otro género, para apropiárselo y calmar su instinto homosexual, continua o temporalmente: los hombres llevan vestido femenil, pelo largo o peluca, peinado de salón, maquillaje, aretes, joyas, cejas postizas, pechos falsos, corpiño, zapatos de tacón, adelgazan su voz y hacen gestos y movimientos afeminados. Las mujeres, pelo corto, traje sastre, camisa, corbata, calzado varonil, habla ronca y modales rudos.[8]

Transexuales o transgénero. Congénitos absolutos con desviación extrema, que metamorfosean su fisiología sexual. Su cerebro presenta estado anormal y sufren trastorno de identidad de género, explica Swaab: “Están convencidos de haber nacido en el cuerpo del género opuesto y hacen cualquier cosa para cambiar el hecho. Su trasformación ocurre paso a paso: primero asumen el papel del otro género; luego toman hormonas, y al fin se someten a cirugía mayor.”[9]

El movimiento LGBT ─lesbianas, gays, bisexuales, transexuales─ funde las cuatro variantes. Toman gay como genérico. Hay que agregar travestis convencidos.

Los hermafroditas físicos son aparte: presentan caracteres genitales de ambos signos. En la pubertad acogen el correspondiente a los más desarrollados y la libido predominante ─así llama Freud a la apetencia sexual[10]─  Forman parejas normales, aunque ostenten caracteres secundarios del otro sexo. Son propensos a optar por la bisexualidad. 

El ser humano registra en la infancia sensaciones, antojos y experiencias que definen su tendencia erótica, genética o adquirida. Hombres con complejo de Edipo, enamorados de su madre, se identifican con ella. Al madurar buscan objeto erótico semejante a él mismo, para amarlo como lo hizo su mamá. En mujeres instigadas por Electra la reversión se da hacia otra hembra. Sujetos con madre varonil y dominadora buscan pareja con cualidades semejantes a las de mamá, que encuentran en varones. Quienes tienen padre autoritario que les causa pavor desvían su libido a hombres, para no competir con ellos en materia sexual. Los narcisistas dan alto valor a su pene y lo hacen centro de su erotismo, que encuentran en iguales. Algunos desprecian a las hembras porque ellas carecen de pene y se amanceban con varones. Mujeres con padre débil, afeminado, sufren la desviación al revés. Los que conviven con padres que sostienen guerra de género permanente aborrecen, desdeñan y rehúyen el matrimonio común y se aparean con símil.[11] Niños criados por padres que anhelaban tener nena les tratan como tal y les inculcan ser femeninos, y viceversa. Quienes crecen rodeados de parientes del otro género ─hermanas, tías, primas─ u homosexuales contraen sus hábitos e identidad por ósmosis, imitación o inducción, inconsciente o premeditada. La lista es interminable.

Ciertos autores distinguen entre homosexuales propiamente dichos (“absolutos,” para Freud) y sujetos con inclinación o que realizan actos de ese tenor. Los primeros, congénitos, se aferran a su identidad; reclaman derecho a ser distintos y a que se les permita “ser lo que son.” Los emergentes defienden su derecho a “hacer lo que hacen.” La diferencia es relevante desde el ángulo psicológico y clínico. Desde el antropológico no, pues lo que interesa es examinar el ejercicio de su desviación como fenómeno cultural, para lo cual conviene observarlos en conjunto. Ellos mismos soslayan la divergencia y se agrupan bajo los colores del arcoíris y el genérico gay o el acrónimo LGBT, que engloban el universo.

La homosexualidad masculina acapara la atención, interés, aversión, rechazo y discriminación, por ser más detectable. La femenina es “tan frecuente, desde luego, como la masculina, aunque menos ruidosa,” esclarece Freud.[12]

La conducta humana se rige por dos instintos: de conservación y de reproducción. El primero impele a cuidarse y trabajar para conseguir satisfactores que le mantengan vivo y sano. El otro, a calmar el deseo sexual, concebir hijos y formar familia. “Hambre y amor hacen girar coherentemente al mundo,” escribe Shiller.[13] Los dioses “Eros (Amor) y Ananké (Necesidad) se convirtieron en los padres de la cultura humana,” complementa Freud.[14]

Jung sostiene: “El demon de la sexualidad entra en nuestra alma como una serpiente. Es como la mitad del alma humana y significa deseo de pensamiento. […] Revolotea en las cosas de la tierra y origina que nosotros le temamos, o que inciten nuestra concupiscencia. [ ¶ ] El demon de la espiritualidad se sumerge en nuestra alma como el pájaro blanco. Es la mitad del alma humana y se llama pensamiento de deseo.”[15] La serpiente compele a satisfacer instintos y saciar los sentidos. Es fuerza incontenible que se impone al pájaro blanco y trasciende a todos los aspectos de la vida. Instiga a ceder ante la pulsión homosexual a quienes presentan esa orientación, congénita o adquirida. El instinto sexual es el “más difícilmente «educable»,” enjuicia Freud.[16]

Jung arguye que la sexualidad es demasiado complicada: “abarca, además de toda una serie de fenómenos de orden fisiológico, otra serie de funciones psicológicas.”[17] No es unitaria, sino plural. Tampoco es inmutable, es dinámica: presenta “movilidad que llega tan lejos que uno de los dos componentes desaparece prácticamente por completo, mientras que el otro domina casi en absoluto el primer plano.”[18] Genera energía y responde a la ley de conservación de la misma, la cual estipula que no se crea ni destruye, sólo cambia de forma. No se pierde cuando no se utiliza: se almacena, de modo que las personas pueden desviar su apetencia sexual de naturaleza hetero a homosexual ante estímulos idóneos, en cualquier momento y edad.

La libido mezcla la energía generada por pulsión física con la proveniente del alma: la psique, con el designio específico de encauzarla a la reproducción y supervivencia de la especie.[19] La cópula de hombre y mujer gesta descendientes; se equipara a la unión de los polos eléctricos positivo y negativo que genera movimiento y luz.

Los LGBTs encauzan su libido a obtener sensaciones ajenas a la procreación, por medio de órganos genitales y zonas erógenas comunes: labios, lengua, lóbulos de la oreja, oídos, piel, muslos, cuello, ingles, ano, etc., que brindan goce carnal sin distinción de género, ya que el “mono desnudo” ─como cataloga Morris al hombre, por tener el cuerpo desprovisto de pelo─ tiene terminaciones nerviosas repartidas por todo él que le hacen altamente sensible a la incitación erótica visual, olfativa, auditiva, gustativa y táctil.

Vista así, “la función sexual no está fundamentalmente ligada a las funciones reproductivas ni a la conservación de la especie, sino para el libre ejercicio de la misma, del gozo y de la unión amorosa de la pareja,” manifiesta Saavedra,[20] sin importar género. Es como juntar dos polos eléctricos del mismo signo: no se consigue iluminar, no hay creación. Freud llama “perversa toda actividad sexual que, habiendo renunciado a procreación, busca el placer como un fin independiente de la misma.”[21]

 

Caracterología

 

El “enigma de la homosexualidad” ─como le designa Freud─ es intrincado. Para dilucidarlo recomienda distinguir “tres series de características:” (1) caracteres sexuales somáticos, (2) caracteres sexuales psíquicos y (3) tipo de elección de objeto (¿con quién copular?). “Varían con cierta independencia unos de otros y aparecen en todo individuo diversamente combinados.”[22] En otros términos, cada quien asume su orientación erótica guiado por sus atributos físicos, apetitos carnales, principios, valores, sentimientos, pasiones y pensamientos, que se entrecruzan y pueden seguir tendencia encontrada: sostener relaciones íntimas heterosexuales y amar a congéneres o al revés, y suelen modificarse con el tiempo. Cada caso es singular y embrollado.

Las religiones abrahámicas ─judaísmo, cristianismo e islam: casi la mitad de la población mundial─ condenan la sodomía,[23] definida como aberración sexual, en particular coito anal y actos antinatura.

La orden de Yavé al pueblo judío fue explícita: “No te acostarás con varón como con mujer: es abominación.”[24] Se decretó pecado mortal en Europa en la Edad Media, al difundirse la doctrina de Jesús. La Biblia puntualiza: “La homosexualidad está absolutamente prohibida porque es un pecado muy abominable.”[25]

En el Nuevo testamento aparecen varias alusiones. Una: “los que llevan vidas inmorales ─los fornicarios, los idólatras, los adúlteros, los homosexuales─ no tendrán parte en el reino de Dios.”[26] Otra: la Ley de Moisés fue instituida “para los rebeldes y desobedientes, para los malvados y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los que atacan a sus padres, para los asesinos, para los homosexuales […].”[27]

El Corán llama concupiscencia a la relación erótica entre hombres en lugar de hacerlo con mujeres. La califica de deshonestidad y castigo punible ante los ojos de Alá.[28]

Durante el Medievo en naciones cristianas los homosexuales fueron proscritos, perseguidos, torturados, ejecutados, exhibidos públicamente, castrados o quemados en la hoguera por los gobiernos o la Santa Inquisición, quien asimilaba su conducta a herejía y era implacable con quienes incurrían en ella.

Han sido centro de escarnio, burla, trato peyorativo, discriminación y agresiones, a veces mortales. En inglés les llaman queer (raro), sissy (hermanita), fagot (vieja, bruja), fairy (hada, duende), homo (pronunciado jomo), entre otros. Por considerarlo ofensivo y denigrante buscaron apelativo decoroso. Descartaron homosexual, por ser término clínico largo. Algún tiempo usaron homófilo (homophile en francés: del latín homo = hombre, y griego filias [filiaV] = amistad, afecto, amor). En Reino Unido acogieron gay, palabra inglesa cuya acepción original era “alegre, jovial, desinhibido.” Perdió este significado, por razones obvias. Se propagó a raíz del juicio seguido en 1895 a Oscar Wilde, acusado de seducir hombres jóvenes y alegres, joviales (young and gay) y condenado a prisión por sodomía, conceptuado delito desde 1861. El vocablo gay se trasplantó a San Francisco ─mayor concentración de invertidos del mundo en los años ‘60s del siglo 20°─ de donde se esparció por doquier, aplicado a varones al inicio y luego a mujeres, como epiceno.

En español se les designa marica, maricón, joto, lilo, sodomita, puto, 41[29] y otros. El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua consigna gay, como sustantivo: “es homosexual,” y como adjetivo: “perteneciente o relativo a la homosexualidad.” Se impuso la palabra inglesa, pronunciada guey, como en gue-rra.

Las mujeres se designan lesbianas,[30] con su adjetivo lésbico, ca. Se empezó a usar a fines del siglo 19° en el lenguaje común y se integró al vocabulario médico en los ‘30s del siglo 20°. No abundan connotaciones humillantes por no ser centro de burla y escarnio como los varones. En México las vulgares son tortillera,[31] marimacho y el aberrante maricona.

La biología determina que los humanos nazcamos con centros cerebrales y órganos de ambos sexos, algunos de los cuales se conservan latentes después de la pubertad, propensos a emerger ante un factor circunstancial. Mendel formuló en 1865 leyes de la herencia genética que especifican que los organismos vivos poseen naturaleza fisiológica dual: una, dada por los genes recibidos de los progenitores y otra por influencia del medio durante su evolución.[32] Los primeros fueron llamados “genotipo” y los otros “fenotipo”[33] por William Johannsen, 45 años después. Aplicados al organismo humano los niños heredan ciertos caracteres genéticos al ser concebidos: genotipos, que les asignan su predisposición sexual. Es la “parte germinal” o “sustrato del género,” dice Bally. Influencias recibidas del ambiente donde se desenvuelve los maduran y originan los fenotipos, que definen su identidad sexual, configurada por sentimientos, vivencias, emociones, educación, cultura y pensamientos. Es la “parte somática” o “sustrato de la individualidad,” según dicho autor.[34]

Ortega y Gasset piensa que la vida del hombre puede apreciarse desde dos ángulos: la biología revela características asignadas por la naturaleza; la biografía, las añadidas en su maduración.[35] O sea, la biología aporta el genotipo; la biografía delinea el fenotipo.

El genotipo humano madura hacia los 4 años de edad y queda a la expectativa. Cuando el fenotipo ha evolucionado, alrededor de los 20 años, el individuo encuentra su identidad y descubre su orientación sexual. Si armonizan genotipo y fenotipo suele ser heterosexual. Si discrepan tiene predisposición a ser invertido. La susceptibilidad biológica genética se refuerza por fijaciones psíquicas originadas por interacción de elementos somáticos y psíquicos.

Reconocer y abrazar la preferencia sexual sigue un curso de vivencias, sentimientos, descubrimiento, tanteo, exploración y entrega romántica y/o corporal hacia quien satisfaga al sujeto. “Nuestra libido oscila normalmente toda la vida entre el objeto masculino y el femenino. […] El individuo normal precisa cierto tiempo para decidir definitivamente el sexo sobre el cual ha de recaer su elección de objeto. En ambos sexos son muy frecuentes, durante los primeros años de la pubertad, ciertas inclinaciones homosexuales,” explica Freud.[36]

Pasada la adolescencia la elección ocurre a cualquier edad y puede ser efímera, pasajera o culminar en dependencia y convertirse en permanente. Los congénitos absolutos lo solucionan antes. Se manifiesta en pensamientos, emociones y conductas propios del enamoramiento normal; se altera la vida orgánica, privada, familiar, social y profesional del sujeto. Procede del interior, de la parte inconsciente del alma, para convertirse en fijación indisoluble, catalizada por “estímulos clave, presentes en el momento del goce sexual, quedan íntimamente vinculados a este goce, y, al poco tiempo, la acción sexual no puede producirse sin la presencia de estos estímulos vitales,” dice Morris.[37]

La neurobiología aporta testimonios de que la configuración del cerebro influye en la especificación de género y orientación sexual. Ejercicios de asimetría hemisférica y conectividad funcional destacan que al aplicar estímulos sexuales a personas hetero y homosexuales se obtienen respuestas divergentes y ciertas características de dimorfismo sexual discrepan entre individuos del mismo sexo de orientación diferente.[38] Estudios de resonancia magnética y tomografía del cerebro humano corroboran que la diferenciación sexual física, la identidad de género ─hombre o mujer─ y la orientación erótica ─hetero, homo o bi─ se definen desde el desarrollo fetal y neonatal, cuando se gestan diferencias estructurales y funcionales del cerebro entre grupos.[39] En el útero, anticipé.

Las expresiones eróticas homosexuales son variadas: se abrazan, enlazan las manos, se acarician, besan en la boca y el cuerpo; se masturban recíprocamente, y practican sexo oral mutuo (felación o cunnilingus). Los hombres ejecutan coito anal, que les retrotrae a sensaciones de la primera infancia, cuando se descubre que retener el excremento y dejarlo salir al defecar proporciona placer.[40] Un invertido congénito, por lo usual, asume la función activa: penetra al otro, quien toma el rol pasivo: es receptor. La mayoría desempeñan ambos papeles, se deleitan mutuamente y se turnan. Las mujeres efectúan tribadismo ─frotación de genitales y zonas erógenas─[41] y/o emplean vibradores y “consoladores” (dildos en inglés) ─penes simulados─ que introducen en la vagina y/o ano de su compañera, algunos colocados en la ingle, sostenidos por un cinturón. Los papeles de cada quien en la pareja son versátiles. Los bisexuales son promiscuos y mudables: alternan combinaciones hombre-mujer, mujer-mujer, hombre-hombre, hombre-mujer-hombre, mujer-hombre-mujer y orgías múltiples.

Los LGBTs aducen que no buscan dominar a su pareja en su relación amorosa, no asumir papel de macho ni dejarse avasallar en condición de hembra. Poseen caracteres físicos idénticos, no sienten rivalidad ni desean someterse: se arrogan derechos y responsabilidades equitativas. Se dicen afines, comprensivos, compatibles; conocen en carne propia las necesidades eróticas de sus iguales, por lo que saben cómo satisfacerlas mejor. Aseguran que les es más fácil congeniar y llevar vida común armónica con similares. Actúan cariñosos, tiernos, complacientes y complementarios. Al aceptar su naturaleza tal como es se individualizan, se liberan de cadenas y entablan unión en correspondencia anatómica y psicofisiológica.

Existen monógamos,[42] cariñosos, leales; llevan vida conyugal comprometida, permanente, fundada en sentimientos mutuos. También los hay fríos, desleales, promiscuos, frívolos y viciosos, que buscan deleite físico sin crear lazos emotivos. Algunos son decentes, gentiles, pacíficos, consecuentes, frente a celosos, majaderos, agresivos y violentos.

La homosexualidad origina oferta de prostitutos, que brindan favores eróticos a cambio de un pago. A las motivaciones reseñadas se añade el  interés mercantil.

Unos cuantos eligen bando con facilidad, se acoplan y regocijan, convencidos de que obedecen a la naturaleza y de que su conducta es correcta; rompen atavismos; logran que familiares y amigos les acepten, apoyen y alienten. Declaran voluntaria y públicamente su desviación sexual. Se dice que “salen del clóset;” es decir, ya no se esconden. Algunos ceden y se entregan a su pasión, aunque mantienen sentimiento de culpabilidad, vergüenza y remordimiento. Buen número anhelan ser normales y recurren a terapia psicológica, tratamiento psiquiátrico, psicoanálisis, electroshock, hormonas, trasplantes, castración; ruegan a Dios o la Virgen que los cambie; hacen promesas y mandas. Unos se aíslan o buscan formas de no atraer o repeler: evitan a la gente, se rapan la cabeza, se visten impropiamente, son agresivos, o desvían su instinto a religión, alcohol, drogas, televisión, cine, deportes o pasatiempos. Bastantes acogen la bisexualidad: desdoblan su vida entre relaciones normales y convivencia con símiles. Aquí se encasillan casos patológicos de lujuria, esto es, deseo desordenado, incontrolable. Casi siempre sufren confusión de identidad, vergüenza, remordimientos y tensiones conyugales, familiares y sociales.

Buen número se reprime, por considerarlo pecaminoso, perverso, morboso; por pudor (interno), vergüenza (externa: “¡qué dirán!”), temor a reacciones de allegados, a ser discriminados, a fracasar familiar, social y profesionalmente. La población con preferencias homosexuales declaradas es minúscula. La Universidad de California Los Ángeles (UCLA) consigna que en EUA gays y lesbianas representan 1.7% de la población; bisexuales, 1.8%, y transexuales, 0.3% en 2011. Suman 3.6%.[43] Muestreos en varias ciudades del mundo arrojan que de 1% a 3% se confiesan gays y de 2% a 4% han tenido algún encuentro erótico con símiles.[44] Son cifras desconfiables, pues los entrevistados ocultan sus preferencias, pocos confiesan su orientación, no existen reglas estadísticas sobre como clasificarlos y contados gobiernos reconocen matrimonios entre ellos.[45]

Las cifras sugieren que no todos los homosexuales ejercen como tales ni todos quienes realizan prácticas de ese tipo lo son. Freud lo señala: “Aquellos que se dan a sí mismos el nombre de homosexuales no son sino los invertidos conscientes y manifiestos, y su número es insignificante al lado de los homosexuales latentes

Contienen sus instintos, se sobreponen, se disciplinan, se casan, tienen hijos y llevan vida heterosexual aparente. Algunos se resignan y se comportan con normalidad, aun cuando padecen desasosiego y angustia. Se pliegan a los dictados de la cultura, que “reposa sobre la renuncia a las satisfacciones instintuales. […] Esta frustración cultural rige el dominio de las relaciones sociales,” previene Freud.[46]

En 1926 apareció la novela Confusión de sentimientos, de Stefan Sweig, quien narra la historia de un profesor y su joven alumno que se enamoran y padecen el estado emocional explícito en el título, con las angustias y sufrimientos consecuentes. Enterarse de la cruda realidad de la homosexualidad provocó conmoción en la sociedad gazmoña de entonces. La vivencia es aplicable en pleno siglo 21°.”[47]

Freud prescribió al inicio de siglo 20° que los homosexuales no son enfermos mentales ni degenerados; no presentan grandes anormalidades ni se halla perturbada su capacidad funcional.[48] La mayoría de sus actos “constituyen parte integrante de la vida sexual del hombre normal y son juzgadas por éste del mismo modo que otras de sus intimidades. En circunstancias favorables, también el hombre normal puede sustituir durante largo tiempo el fin sexual normal por una de estas perversiones o practicarla simultáneamente.”[49]

Añade: “muchas veces, aunque no siempre, han recibido una esmerada educación, poseen un nivel moral e intelectual muy elevado.”[50] Lo confirma el hecho de que numerosos personajes de la historia tienen fama de serlo: el dios griego Zeus, conquistadores, héroes, emperadores, papas, pintores, escultores, literatos, músicos, filósofos, científicos, políticos, actores, etc., hombres y mujeres sobresalientes, en todas las épocas y lugares. Se menciona al propio Freud.[51]

 

Criterios en contra

 

Las leyes de la naturaleza humana implantan como norma la vida heterosexual. Las estadísticas lo confirman. Quienes por constitución biológica o decisión se apartan de ella, incurren en “aberración” o “perversión,” asienta Freud;[52] sufren desviación de carácter morfológico o fisiológico. Son distintos y la gente común les ve con recelo, les desdeña, discrimina y/o agrede, por convicción moral, creencias religiosas, repugnancia física, temor de “contagiarse” (ser como ellos) y hostilidad obsesiva, denominada “homofobia.”[53] Amaneramiento al hablar, gesticular y moverse incomoda a muchos; no saben cómo tratarles; les evitan e ignoran; pretenden que no existen. Sus prácticas eróticas provocan asco, repugnancia, disgusto, desde enlazar las manos y abrazarse, besarse en la boca, hasta felación mutua y coito anal. Parientes y amigos cargan decepción, vergüenza y dolor al tener seres queridos con esa irregularidad. La aversión se acentúa en naciones con alto fanatismo religioso, elevado índice de ignorancia y machismo acendrado, como México. Los hombres muestran intensa antipatía, porque su inconsciente registra inclinación homosexual latente. Es reacción animal innata: si se incorpora una oveja negra a un grupo de ovejas blancas, éstas arremeten contra ella hasta expulsarla.

En sociedades cultas imperan democracia efectiva, respeto de derechos humanos, individualismo, apertura religiosa, tolerancia racial, se permite el aborto y existe libertad social. Aún así, prevalecen criterios puritanos en materia sexual. Freud escribió en 1917: “Todo el mundo se halla de acuerdo sobre el sentido de «lo sexual», asimilándolo a lo indecente: esto es, a aquello de que no debe hablarse entre personas correctas.”[54] Su apreciación está vigente a nueve décadas de distancia: el sexo es tabú; se elude mencionarlo; se inculca a los niños que es malo, que hay que reprimirlo, sin darles mayor explicación. La instrucción elemental evade la materia. Los infantes aprenden por observación, de oídas, de compañeros mayores, revistas e internet, por curiosidad, no para cultivarse. Se les imbuyen ignorancia, falacias y prejuicios acerca de las realidades de la pulsión sexual, así como miedo y repudio por los LGBTs. Mas arrastrados por su instinto sexual los jóvenes se entregan a prácticas eróticas sin conocimiento, preparación ni defensas, lo que se traduce en embarazos prematuros, enfermedades y desviaciones peligrosas, que llegan a atrofiar sus vidas.

La ciencia objeta la homosexualidad porque su fin no es la procreación. Morris asevera: “si ciertos hábitos sexuales impiden el éxito reproductor, podemos calificarlos sinceramente de biológicamente inadecuados;” atentan contra la “moralidad zoológica.” De cundir como práctica generalizada limitaría la reproducción y amenazaría la supervivencia de la especie, vaticina.[55] Él mismo refiere como los órganos genitales, zonas erógenas y señales sexuales del ser humano están en la parte delantera de su cuerpo, a diferencia de los demás animales. Le permiten tener relación heterosexual de frente, cara a cara de su pareja. La llama “postura de apareamiento básica,” la cual brinda “sexo personalizado,” donde se conjuntan sensaciones táctiles precopulativas y copulativas, que no se consiguen en otra posición.[56] El coito anal equivale al de las bestias: el sujeto activo montado detrás, encima del pasivo. Implica regresión en la escala evolutiva de las especies.

La refutación biológica más sólida concierne a la cópula anal, por entrañar alto peligro sanitario, dado que la penetración e intercambio de semen, heces, orina, saliva y sangre provocan lesiones rectales, hepatitis, enfermedades venéreas y sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), pues el recto tiene vasos linfáticos proclives a alojar el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) contenido en semen infectado.[57] El sida se originó en África, proveniente de simios; se declaró pandemia humana en San Francisco y otras aglomeraciones homosexuales en 1981; se extendió a drogadictos, hemofílicos, receptores de trasfusión sanguínea, prostitutas y luego a heterosexuales, hasta infectar a amas de casa inocentes.[58] Es amenaza pública corroborada.

La Iglesia Católica condena la sodomía: la cataloga pecado, por tener como móvil el disfrute carnal, desvinculado de la relación amorosa enfocada a la reproducción y perpetuación del género humano. “Se debe evitar la homologación de las conductas normales con las anormales, puesto que ello cambia los límites culturales en favor de la anormalidad,” aconseja Chomali.[59]

El conglomerado LGBT demanda legalizar matrimonios entre congéneres y permitirles adoptar niños. Sus detractores se oponen por varias razones.

La organización social primitiva se fincó en distinción de sexos, matrimonio y familia. “En lo más bajo del salvajismo, la comunidad de marido y mujer, dentro de límites fijos, era el principio central del régimen social,” escribe Morgan.[60] El matrimonio se volvió figura jurídica y religiosa universal. Se formaliza en contrato donde se estipulan compromisos, obligaciones y privilegios. Constituye el principio orgánico de la familia, la sociedad y la nación. Deriva del latín matris = madre. Su fundamento es unir a un hombre y una mujer, a quien corresponde la función de ser madre, para que procreen hijos, los cuiden y los formen en el seno de la familia, célula de la sociedad. Lleva implícitas diferencia y complementariedad sexual de los cónyuges. Tiene sustento legal, biológico, antropológico y ético. El derecho y las religiones lo consagran, resguardan y enriquecen como medio para dar continuidad a la especie, solidez a la familia y consistencia a la organización social. “El matrimonio garantiza la supervivencia de la sociedad y el modo en que la misma naturaleza dotó al hombre y a la mujer para comunicarse plenamente,” asegura Chomali.[61]

La etimología del vocablo hace incoherente llamar matrimonio a la unión de varones, carente de progenitora, de mujer. Pudiere aplicarse a lesbianas, cuando una se embaraza, da a luz, es madre, y entrambas crían al bebé.

Aún en comunidades cultas donde se ha institucionalizado la homosexualidad existe discrepancia entre quienes la toleran y los que la reprueban, por ver afectadas sus convicciones morales, mandatos religiosos y aprehensión física. Alegan que el Estado está obligado a defender el matrimonio tradicional, como institución natural, en vez de auspiciar costumbres individuales aberrantes.

La adopción de niños es más controversial, porque su desarrollo en un hogar constituido por parejas de igual sexo les acarrea confusión de identidad, traumas mentales, conflictos de convivencia, propensión a adquirir sus hábitos y les predispone a ser inadaptados, frustrados y padecer angustia. Los infantes son perspicaces, detectan irregularidades, hacen suyos prejuicios de los mayores y son agresivos. Los hijos de homosexuales son hostigados por compañeros con ingenua crueldad con frases como: “Tus papás son maricas. Luego, tú eres marica… ¡Marica, marica!” Causan heridas irreparables en el espíritu del agraviado. Al ceder a homosexuales menores en custodia se relegan los derechos de éstos para favorecer a aquéllos.

Permitir a homosexuales casarse con atributos de matrimonio tradicional y a adoptar niños les confiere categoría especial, de tercer género, discriminatoria para la mayoría de población.

Por lo demás, alentará su proliferación, pues muchos de quienes reprimen sus impulsos buscarán amancebarse con congénere, lo que distorsionaría la organización familiar y acarrearía conflictos sociales. De abarcar población abundante pondrá en riesgo su crecimiento, el equilibrio demográfico y la supervivencia de la especie, como advierte Morris.

El Estado debe ser neutral, comprensivo y tolerante; mas no debe conceder a grupos minoritarios prerrogativas que lesionen a la colectividad; no puede violar derechos de ésta por proteger los de los agraciados, y ha de evitar sacudidas en la armonía social.

Berlin aconseja “preservar un ámbito mínimo de libertad personal, si no hemos de «degradar o negar nuestra naturaleza». No podemos ser absolutamente libres y debemos ceder algo de nuestra libertad para preservar el resto de ella. Pero cederla toda es destruirnos a nosotros mismos. ¿Cuál debe ser, pues, este mínimo? El que un hombre no puede ceder sin ofender a la esencia de su naturaleza humana.”[62]

 

 

 

Privilegios obtenidos

 

“Uno de los dones más apreciados por el ser humano es su libertad: hacer o tener lo que desea,” expresé en otro lado.[63] “Es constreñido por sus limitaciones orgánicas, disponibilidad de recursos materiales y pecuniarios, así como por exigencias de la naturaleza, leyes, autoridades, instituciones, religión, moral y ética. Cada persona ha de resignarse a efectuar u obtener lo que puede, que en la mayoría de los casos no es lo que quiere.” La premisa básica es disfrutar bienestar, bienser y felicidad.[64]

Tal propósito ha instigado a la especie hombre a pugnar porque las autoridades reconozcan y garanticen el derecho de cada quien de existir con libertad en todos los aspectos de la vida, sin interferencias de la autoridad, dentro del marco de la ley. El primer triunfo en ese sentido se dio en Reino Unido en 1689, al promulgarse Bill of Rights (Carta de derechos). Siguieron varios en otros lados, hasta consagrarse en Declaración universal de derechos humanos, suscrita en diciembre de 1948 por 50 países que constituyeron Organización de las Naciones Unidas (ONU). La batalla lleva tres siglos y sigue en marcha como cuestión de incumbencia internacional.

El documento de ONU estipula: “Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.”[65] Por estar redactado en términos de la inclinación erótica normal, la mención de sexo se refiere a que se proscribe la discriminación por razón de género.

Estados e Iglesias suelen regular las relaciones sexuales. “La elección de objeto queda restringida en el individuo sexualmente maduro al sexo contrario y la mayor parte de las satisfacciones extragenitales son prohibidas como perversiones. La imposición de una vida sexual idéntica para todos, implícita en estas prohibiciones, pasa por alto las discrepancias que presenta la constitución sexual innata o adquirida de los hombres, privando a muchos de ellos de todo goce sexual y convirtiéndose así en fuente de una grave injusticia,” anota Freud.[66]

El Artículo 12° de la Declaración especifica: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.”

Congruente con lo anterior, el movimiento LGBT considera implícito el derecho a elegir sexo, por ser asunto íntimo que debe respetarse, y exige que el Estado no interfiera en prácticas privadas. Anticlericales, anarquistas, activistas, secularistas, agnósticos, ateos y organismos cívicos les secundan.

En el último medio siglo han conseguido ventajas por efecto colateral de los avances en materia de derechos humanos. Varios gobiernos han modificado leyes e instituciones para garantizar que los ciudadanos tengan libertad de ser distintos y de adoptar cultura, personalidad, ideología, religión y usos diferentes: concederles “derecho a no ser iguales,” como preconiza Rawls.[67]

Dinamarca introdujo en 1989 la “unión civil,” que enlaza parejas de congéneres, con derechos y ventajas semejantes o iguales a los del matrimonio tradicional, extensiva a quienes deseen legitimar cualquier tipo de relaciones. En México el gobierno del DF la implantó en 2006 como “sociedad de convivencia” y Coahuila al año siguiente como “pacto civil de solidaridad.”

Hace poco tiempo los homosexuales solicitaban que autoridades y sociedad fueran tolerantes con sus costumbres. Lo lograron. Ahora reclaman su consentimiento, formalizado en leyes: instaurar el “matrimonio” de homosexuales, con denominación, derechos y obligaciones idénticos a los del regular, para formalizar su cohabitación con alguien de igual sexo de manera exclusiva, en relación afectuosa, permanente, pública, bajo lineamientos y protección legal. Alegan que tienen derecho a satisfacer una necesidad impuesta por la naturaleza, que lo hace inherente, irrevocable, inalienable, intransmisible e irrenunciable, por referirse a inviolabilidad, autonomía y dignidad de la persona.

En la sociedad griega clásica “el matrimonio no se fundaba en el sentimiento, sino en la necesidad y en el deber. […] El sentimiento amoroso era desconocido entre los bárbaros. […] Es engendro de la civilización y un refinamiento sobreañadido. […] Fue el desarrollo de la propiedad y el deseo de que fuese trasmitida a los hijos lo que hizo de fuerza motriz para introducir la monogamia como medio de asegurar herederos legítimos y limitar su número a la progenie efectiva de la pareja conyugal,” apunta Morgan.[68]

La mujer ocupaba plano inferior: “Se recluía a la esposa para imponer la cohabitación exclusiva, sin reconocer la reciprocidad de esta obligación por parte del marido. […]  Le estaba vedado el trato con el sexo opuesto y su inferioridad era inculcada como principio hasta que llegó a arraigarse en el espíritu de la mujer misma.”[69] Carecía de derechos, posición social y dignidad. “El objeto principal del matrimonio era el de la procreación de hijos en uniones legítimas; y segundo, la reclusión de la mujer para lograr este objeto. […] El sentimiento amoroso era desconocido. […] Por consiguiente, el matrimonio no se fundaba en el sentimiento, sino en la necesidad y el deber.”[70]

Los patricios practicaban homosexualidad con jóvenes imberbes de su clase. Les trasmitían sabiduría, modales y hábitos, junto a su libido, como parte de su instrucción. Se les retribuía con admiración, respeto, cariño y satisfacción corporal. Consideraban a los efebos el “sexo bello,” por su complexión corporal. Lo muestra la variedad de desnudos masculinos esculpidos en aquella época, exhibidos en plazas, templos y museos europeos. Los preceptores eran fascinados por los atributos físicos de los mancebos, superiores a los de mujer, a los que se añadían cualidades psíquicas femeninas: recato, delicadeza, ingenuidad, timidez, dependencia. Al alcanzar la edad adulta los púberes formaban parejas heterosexuales, llevaban vida convencional y eran mentores de nuevos pupilos.

La homosexualidad implicó a dioses y personajes célebres, señalé. Como ejemplo cito la pasión de Sócrates por uno de sus discípulos, Alcibíades, afamado general y político ateniense. En El banquete declara en su presencia: “El amor de este hombre no es para mí un pequeño embarazo. Desde la época en que empecé a amarle, yo no puedo mirar ni conversar con ningún joven, sin que, picado y celoso, se entregue a excesos increíbles, llenándome de injurias.”[71] Sócrates se casó con Jantipa y procrearon tres hijos. Alcibiades, con Hipparete, con quien engendró dos hijos.

En la época moderna “el matrimonio es una relación social institucionalizada de decisiva importancia. Lo que es más, la vincula a muchas otras relaciones sociales importantes. […] Es casi siempre algo más que una unión sexual legalizada entre un hombre y una mujer, si por «legalizada» entendemos socialmente reconocida y aprobada,” señala Beattie.[72]

Lo anterior explica la vehemencia con que los LGBTs exigen que la ley se ajuste a sus pretensiones y se les case en condiciones iguales a las parejas normales, en busca de que su situación sea reconocida y aprobada por la sociedad, afianzar fidelidad exclusiva de su pareja y precaverse de que al morir su patrimonio quede en poder del ser amado.

Asimismo, solicitan se les autorice a adoptar niños para disfrutar la felicidad que proporciona criarles, amarles, protegerles, educarles, proyectarse en ellos, tener descendencia y quien les acompañe y cuide al envejecer.

Países Bajos legalizó y celebró la primera boda de homosexuales en 2001. En 2012 la homosexualidad era legal en 98 países; en 65 rigen leyes antidiscriminación; en 28 se autorizan uniones civiles; en 11 se celebran “matrimonios;” en 16 países y entidades de otros 3 (entre ellos DF,  México)  se les permite adoptar infantes. Es ilegal en 129 y en 7 se castiga con la muerte.[73], [74]

La Iglesia Católica los reprueba, aunque “las personas homosexuales son tan dignas en cuanto personas como las heterosexuales, por lo que se las debe defender de cualquier discriminación injusta,” aclara Chomali.[75]

Los creyentes liberales acondicionan su fe a su naturaleza. Debaten que Dios les creó así y acatan su voluntad, en pos de liberación emocional, paz espiritual y para dar sentido y plenitud a su existencia. Los más devotos se confiesan ante el sacerdote, para que les absuelva de pecado, sabedores de que es obligación irrestricta mantener en secreto lo expresado por el penitente.

Algunas organizaciones protestantes les acogen, basadas en que el mensaje de amor de Jesús ampara a todos sus hijos por igual. Diseñan credo a su medida, que les allana entregarse a sus impulsos eróticos sin sentir culpa ni remordimiento, confiados en que tendrán perdón divino y salvación eterna. Congregaciones nuevas aprovechan el esquema para atraer feligreses.

La tenacidad del conglomerado LGBT por ser reconocidos y aceptados en sociedad responde a la sentencia de Freud: “El instinto reprimido no cesa nunca de aspirar a su total satisfacción. […] De la diferencia entre el placer de satisfacción hallado y el exigido surge el factor impulsor, que no permite la detención en ninguna de las situaciones presentes, sino que, como dijo el poeta, «tiende, indomado, siempre hacia adelante.» (Fausto, I)”[76] Responde a la ley de conservación de energía, como ilustró Jung.

 

Rasgo de postmodernidad

 

La homosexualización, esto es, la dispersión global de la homosexualidad como estilo de vida, es rasgo de postmodernidad, fase histórica que arranca en el siglo 19° con Hegel y Nietzsche.

El primero declara: “Vivimos en tiempos de gestación y transición hacia una nueva época. El espíritu ha roto con el mundo anterior de su ser allí y de su representación y se dispone a hundir eso en el pasado, entregándose a la tarea de su propia transformación.”[77]

Manifestación del cambio es la libertad individual: “En la sociedad civil cada uno es fin para sí mismo, todo lo demás no significa nada para él. […] La sociedad civil «como creación del mundo moderno,» encuentra también su justificación en la emancipación del individuo por la que éste se instala en la libertad formal: el desencadenamiento del capricho y arbitrariedad de las necesidades y del trabajo es un momento necesario en el camino por el que la «subjetividad se educa y se forma en su particularidad.»”[78]

Nietzsche declara que la moral y valores impuestos por la sociedad cristiana burguesa someten a patrones rígidos de conducta, originan sumisión, enajenación y conformismo y limitan sus capacidades de realización. Predica nihilismo y recomienda anular esos patrones y sustituirlos por otros fundados en su carácter, necesidades y voluntad para que el ser humano resurja como nuevo ser, superior: el superhombre (übermensch). Lo simboliza con la muerte de Dios, que posibilita emanciparse de la moralidad esclavizante.[79]

Ortega y Gasset opina que el siglo 19° erigió nuevo escenario en lo físico y social para la existencia humana, que desterró la opresión jurídica y social prevaleciente: “El mundo que desde el nacimiento rodea al hombre nuevo no le mueve a limitarse en ningún sentido, no le presenta veto ni contención alguna, sino que, al contrario, hostiga sus apetitos, que en principio, pueden crecer indefinidamente.”[80] Su percepción corresponde a experiencias de los “alegres veintes,” interrumpidos por la revolución soviética, fascismo, nazismo, gran depresión económica y segunda guerra mundial, atribuidos por dicho autor a “rebelión de las masas,” que reimplantaron control estatal, benigno en el ámbito capitalista, estricto en el comunista.

Postmodernidad significa abrirse y entrar al futuro; sustituir lo caduco por lo novedoso; anticiparse a los acontecimientos. Su marcha se hizo impetuosa en el último tercio del siglo 20° con el impresionante progreso tecnológico en computación y telecomunicaciones, que aceleraron la evolución cultural, su difusión planetaria y la integración de la humanidad en la “aldea global,” como la llamó McLuhan;[81] auspiciaron la globalización y el neoliberalismo, que exaltan la emancipación del individuo, quien “se encuentra sobre todo bajo el signo de la libertad subjetiva. Ésta se realiza en la sociedad como ámbito asegurado en términos de derecho privado para la persecución racional de los propios intereses, y en el Estado como participación, a la que todos en principio tienen igual derecho, en la formación política de la voluntad colectiva,” asevera Habermas.[82]

 Adviene Dionisos, personificación del triunfo de los instintos sobre la razón, del hedonismo alimentado por el afán de vivir plenamente, en desafío a Apolo, encarnación de la supremacía de la razón sobre la pasión. La serpiente aludida por Jung se impone al pájaro blanco.

Al inicio de los años ‘70s la homosexualidad aún se catalogaba como enfermedad mental, a pesar de que Freud sostuvo medio siglo antes que no lo era. En 1990 la Organización Mundial de la Salud la borró de su Clasificación internacional de enfermedades y problemas de salud.

Las sociedades maduras se distinguen por pluralidad política, cultural, religiosa, moral, epistemológica, social, estética, étnica, racial, sexual. Ostentan signos de civilidad, patentizada en autonomía de los ciudadanos para ejercitar su libre albedrío, dentro de lo establecido por la ley, en cuanto a usos, costumbres, formas de vida, con absoluto respeto a los demás.

Apoyado en ello, el movimiento LGBT insiste en que todo hombre o mujer tiene derecho a elegir a qué objeto (persona) y con qué fin (acto) canaliza su energía libidinosa y entabla relaciones sentimentales, eróticas y cohabita con quien elija, sin distinción de sexo: es decir, se entregue a la homosexualidad, absoluta o discrecional. Plantea dilema existencial que compete a la antropología. Los gobiernos se ven obligados a atenderlo y la gente no lo puede ignorar. Sus demandas de respeto y reconocimiento a la diversidad sexual originan que el derecho consuetudinario la ampare y se vuelque en normas que le confieren fuerza institucional y que se incorpore al derecho positivo, como lo apunta el número de países que han legalizado sus pretensiones.

Legitimar la homosexualidad subsana la que Freud califica de injusticia, aludida. Implanta nueva “circunstancia” que abre a los interesados opción de decidir, en términos de Ortega y Gasset: “Circunstancia y decisión son los dos elementos radicales de que se compone la vida. La circunstancia ─las posibilidades─ es de lo que de nuestra vida nos es dado e impuesto. […La vida] es decidir entre las posibilidades lo que en efecto vamos a ser.”[83]

México se adhirió a la tendencia. En 2003 creó Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), cuya misión es proteger a los ciudadanos de toda distinción o exclusión basada en cualesquiera diferencias, entre ellas la inclinación sexual. Se emitió Ley federal para prevenir y eliminar la discriminación, que lo prohíbe expresamente. En marzo de 2011 se reformó el artículo 1º constitucional para hacer explícita la prohibición. En 15 Estados rigen leyes que la ratifican.

Aún así, es evidente la animadversión: en 2005 sólo 13% de hombres y 8% de mujeres estaban de acuerdo en que personas del mismo sexo tengan relaciones íntimas, según Consulta Mitofsky.[84] El periódico Reforma divulgó que sólo 24% de adultos aprueban que eso se acepte,  si bien 75% de jóvenes sí están de acuerdo.[85] Encuesta realizada en 2010 muestra que 44% de los entrevistados no permitirían que en su casa vivieran homosexuales; pero 73% opinan que se deben respetar las preferencias sexuales de cada quien, y 69% que nada justifica oponerse a que contraigan matrimonio. La tolerancia tiende a ser mayor en niveles altos de ingreso, escolaridad y por jóvenes. Los pobres, poco instruidos y los ancianos lo censuran. En cuanto a adoptar niños, sólo 26% aprueba que se permita a parejas de hombres y 31% a lesbianas.[86]

 La Asamblea Legislativa de DF enmendó el Código civil local en diciembre de 2010 para formalizar bodas de homosexuales y permitirles adoptar infantes. Entró en vigor a los dos meses y en marzo de 2011 se oficiaron 11 uniones de varones y 8 de mujeres. Es la única ciudad latinoamericana donde se permite. La Suprema Corte de Justicia acordó que tales uniones deben ser reconocidas por los gobiernos de todas las entidades de la República.

CONAPRED denuncia que existe discriminación hacia grupos LGBT, aunque comenta que representantes populares homosexuales realizan trabajo legislativo a favor de su hermandad; intelectuales, científicos, artistas y académicos apoyan su causa y la legitiman, y periodistas y comentaristas de radio y TV simpatizantes les defienden y propagan sus pretensiones.[87] “Cada vez más personas «salen del clóset» y cada vez lo hacen más jóvenes (la edad promedio en que descubren su orientación heterosexual, bisexual u homosexual es alrededor de los diez años); hoy por hoy estas personas son más visibles, y con su testimonio están rompiendo paradigmas. Hace diez años no nos hubiéramos imaginado la situación legal, cultural, social que se ha desarrollado ahora en México.“[88]

 

Situación límite

 

La homosexualización global avanza con lentitud, porque subsisten prejuicios de carácter histórico, moral, religioso, mítico, ideológico, físico, pasional, emotivo, científico, fomentados y defendidos durante al menos dos milenios.

La principal barrera es la desigualdad humana. ONU tiene 193 países miembros. El desarrollo se concentra en 35, donde habita 16% de la población. Se asoma en pequeños estratos privilegiados en 33, llamados emergentes, con 28% de la gente. Hay 125 atrasados, que aglutinan al 56% de las almas. Los dos últimos grupos soportan en algún grado dictaduras, gobiernos autoritarios, inestabilidad política, revoluciones, golpes de Estado, sublevaciones, ineficacia gubernamental, ignorancia, pobreza, corrupción, impunidad y criminalidad. Cuando mucho 30% de los habitantes del planeta disfrutan libertad subjetiva auténtica y estable. No cabe esperar que los gobiernos de los conglomerados subdesarrollados puedan o estén dispuestos a promover acciones de vanguardia, ante la multitud de dificultades que les agobian.

Tradiciones, ignorancia e información insuficiente o falseada causan que la mayoría de habitantes de la Tierra conciba la homosexualidad como perversión que amaga a la humanidad. Tomará esfuerzo y tiempo que se modifiquen estereotipos acerca de la inclinación sexual de las personas. Los LGBTs son vistos con aversión, desconfianza, temor, repugnancia, nerviosismo; se les ignora, injuria, discrimina y agrede, apunté. Sus actividades proselitistas escudadas en el “orgullo gay,” difundidas por los medios ─radio, televisión, cine, prensa, internet y publicidad externa─ son discordantes: despiertan simpatías y respaldo de algunos sectores; suspicacias y discordia en otros, mayoritarios. A medida que se multiplican y se incrustan en la colectividad compiten con heterosexuales por ganar espacios en la vida social, cultural y laboral; con ello despiertan egoísmo y nutren la hostilidad. Amenazan la institución familiar, estilos de vida, relaciones humanas y despiertan resistencia al cambio y obstruyen su penetración, aún en naciones cultas.

Los mismos LGBTs se retraen o actúan con timidez e indecisión, se reprimen, niegan u ocultan su preferencia, alejan tentaciones y disimulan afectos, se sobreponen a sus instintos y llevan o fingen existencia heterosexual, con familia y hábitos normales, que no abandonarían con facilidad, por estar subyugados a la moralidad, instituciones, costumbres, religión y leyes vigentes.

Invertidos declarados se segregan como clase aparte en grupos herméticos, frecuentan establecimientos exclusivos y alientan el impulso de rechazarlos, alejarlos y marginarlos. Ganan repudio no sólo por su orientación, sino por segregacionistas. 

Comoquiera, el mundo atraviesa por fase inevitable de cambio. ¿Hasta dónde avanzará el proceso y en cuánto tiempo? Imposible vaticinarlo. Lo único cierto es que está en marcha y no se detendrá. Habrá que reconocer, respetar y aceptar que los LGBTs son seres de naturaleza sexual diferente, por razones fisiológicas y/o psíquicas, con derecho a actuar según sus predilecciones en la búsqueda de su bienser, bienestar y felicidad. Lo importante es que su comportamiento no atente contra la ley ni afecte a los integrantes de la sociedad. No es onda pasajera, como las de beatniks o hippies. Es “situación límite, de la que no se puede escapar ni dar marcha atrás, aun cuando la cultura la repela, porque impedirlo está más allá del alcance de los individuos,” anticipé. Ω

Cuernavaca, mayo de 2012.

 

 

 

Bibliografía

 

 

Bally, Gustav, El juego como expresión de la libertad, FCE, México, 1964.

Beattie, John, Otras culturas, FCE, México, 1980.

Berlin, Isaiah, Two Concepts of Liberty, An Inaugural Lecture Delivered before the University of Oxford, on 31 October 1958, Oxford at the Clarendon Press, 1958.

Cameron, Paul, Medical Consequences of What Homosexuals Do, Family Research Institute, Colorado Springs, http://www.traviscase.org

Chomali, Fernando et. al., Algunas consideraciones para el debate actual acerca de la homosexualidad, Centro de Bioética, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 2008.

El enigma del armario (2007). Resultados de 25 estudios sobre orientación sexual. http://www.absurdistan.eu

Encuesta Nacional sobre Discriminación 2010. Resultados sobre diversidad sexual, Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, México 2011.

Flores Dávila, Julia Isabel, Estudio sobre la diversidad sexual y los retos de la igualdad y la inclusión, Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, México, 2005,

Freud, Sigmund, “El malestar en la cultura,” en Obras completas, Tomo III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, pp. 3,017-3,067.

———————-,  “El «yo» y el «ello»,” en Obras completas, Tomo III, op. cit., pp. 2,701-2,728.

———————-, “Lecciones introductorias al psicoanálisis. […] Lección XX. La vida sexual humana,” en Obras completas, Tomo II, pp. 2,311-2,321.

———————,  “Más allá del principio del placer,” en Obras completas, Tomo III, op. cit., pp. 2,507-22,541.

———————,  “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina,” en Obras completas, Tomo III, op. cit., pp. 2,561-2,545.

———————-, “Teoría de la libido,” en Obras completas, Tomo III, op. cit., pp. 2,674-2,676.

———————-,  “Tres ensayos para una teoría sexual,” en Obras completas, Tomo II, pp.1,169-1,237.

Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad, Taurus, México, 1989.

Hegel, G. W. F., Fenomenología del espíritu, FCE, México, 1978.

Johnson, Ramon, Gay Population Statistics. How Many Gay People Are There?, http:// gaylife.about.com

————————, Why The Total Number Of Gay People In The World Can’t Be Counted, http:// gaylife.about.com

Jung, C. G., Teoría del psicoanálisis, Plaza & Janés, Barcelona, 1978Jung, C.G., “VII Sermones ad mortuos,” en Recuerdos, sueños, pensamientos, pp. 390-400, Biblioteca Breve, Seix Barral, México, 1990.

La Biblía al día, Sociedad Bíblica Internacional, Colorado Springs, 1979.

Mendel, Gregor, Experiments in plant hybridization (1865), leido en reuniones de Brünn Natural History Society,  el 8 de febrero y 8 de marzo de 1965. 1996, Electronic Scholarly Publishing Project, 1996, http://www.esp.org

Morgan, Lewis H., La sociedad primitiva, Ayuso-Pluma, Bogotá, 1980.

Morris, Desmond, El mono desnudo. Un estudio del animal humano, Plaza & Janés, Barcelona, 1969.

Nietzsche, Friedrich, Así habló Zaratustra, Edimat Libros, Madrid, 1999.

ONU, Declaración universal de derechos humanos, http://www.un.org

Ortega y Gasset, José, La rebelión de las masas, Colección Austral, Espasa-Calpe Mexicana, México, 1987.      

Peralta, Miguel Ángel, La sociedad humana ante la globalidad. Caso de México, tesis doctoral, Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, edición revisada y corregida, Cuernavaca, 2008.

—————————, “Naturaleza y significado de la libertad humana. El caso de México,” en Tercer Concurso de ensayo «Caminos de la libertad» Memorias, pp. 274-331, Fomento Cultural Grupo Salinas, México, 2009.

*Platón, “Simposio (Banquete) o de la erótica,” en Diálogos, pp. 351-386, Porrúa, México, 1998.

Rawls, John, Liberalismo político, FCE, México, 1996.

Saavedra, Víctor, “El mono desnudo y sus ancestros,” en La guerra de los sexos, pp. 47-70, Instituto Mexicano de Psicoanálisis, México, 1969.

Saavic, Ivanka and Lindström, Per, PET and MRI show differences in cerebral asymmetry and functional connectivity between homo- and heterosexual subjects Proceedings of the National Asociation of Science, Vol. 105, No. 27, July 8, 2008.

Swaab, Dick, Homosexuality: not a Choice, http://www.nrc.nl

__________, Sexual orientation and its basis in brain structure and function, Proceedings of the National Association of Science, vol. 105 no. 30, Washington, July 29, 2008.

—————-, The atypical brain development of transsexuals, http://www.nrc.nl

Wikipedia, Legislación sobre la homosexualidad en el mundo, http://www.wikipedia.org

.

 

 

 

 

[1] Economista y doctor en antropología.

[2] Dignidad gay es traducción más fiel de la expresión inglesa gay pride. Abajo expongo el origen de gay. Pride significa orgullo (conceit) y autoestima (self respect). Emplean la segunda acepción, como antónimo de vergüenza: no se avergüenzan de ser gays. Orgullo está mal aplicado, pues significa arrogancia, vanidad, soberbia. Dignidad es cualidad de digno, del latín dignus = valioso. Expresa valor intrínseco del ser humano: del ego, el yo íntimo. Los LGBT exigen ser reconocidos y respetados como son­. Defienden su dignidad, sin relación con dignity en inglés, que denota categoría, rango.

[3] Freud, Sigmund, “Tres ensayos para una teoría sexual,” en Obras completas, Tomo II, pp.1,169-1,237, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, p. 1,173. Acudo reiteradamente a este autor, fundador del psicoanálisis, técnica que le permitió penetrar al alma del paciente ─su psique, le llama─ y desentrañar características y naturaleza del comportamiento sexual, descritas en innumerables escritos, que lo acreditan como fuente calificada y obligada en el estudio del tema.  

[4] Swaab, Dick, Homosexuality: not a Choice, http://www.nrc.nl

[5] Genotipo (del griego geneá [genea] = origen, procedencia, y typos [τύπος] = tipo) contiene características o rasgos heredados: conjunto de genes,  unidades físicas y funcionales de la herencia biológica.

 

[6] Freud denomina “objeto” a la persona con quien se tiene la relación y “fin” al tipo del acto sexual.

[7] Freud, Sigmund, “Tres ensayos para una teoría sexual,” op. cit, p. 1,173.

[8] Excluye heterosexuales que disfrutan el contacto de prendas del género opuesto (fetichismo), viven la fantasía de tener contacto heterosexual con el propietario de la ropa y a quienes se disfrazan con fines de representación artística.

[9] Swaab, Dick F., The atypical brain development of transsexuals, http://www.nrc.nl

[10] Adelante preciso el significado de libido. Ver p. 7, infra.

[11] La guerra de los sexos es “guerra eterna, que existe desde que hay sexos, guerra silenciosa, amarga, sin cuartel, sin merced,” escribió Oswald Spengler, La decadencia de Occidente, Una morfología de la Historia Universal, 1918. Volumen II, Capítulo V, “El Estado.”

[12] Freud, Sigmund, “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina,” en Obras completas, Tomo III, op. cit., pp. 2,545-2,561, p. 2,545.

[13] Citado por Freud, en “El malestar de la cultura,” en Obras completas, Tomo III, op. cit,, pp. 3,017-3,067. p. 3,049.

[14] Ídem, p. 3,039. En mitología griega Eros fue originalmente dios del amor entre hombres y Afrodita de hombre y mujer. Al fin Eros quedó como dios del amor sexual en general. Ananké personifica la Necesidad en la mitología griega. Es pareja de Chronos, el Tiempo. Cubren la humanidad y rigen su destino.

[15] Jung, C.G., “VII Sermones ad mortuos,” [Siete sermones a la muerte, atribuidos a Basílides de Alejandría], en Recuerdos, sueños, pensamientos, pp. 390-400, Biblioteca Breve. Seix Barral, México, 1990, “Sermo VI,” p. 399. Jung los publicó en 1916, en edición privada. Basílides de Alejandría fue autor gnóstico del siglo 2° a. C. Jung tomó su nombre, como lo hizo Nietzsche con Zaratustra

[16] Freud, Sigmund, “Más allá del principio del placer,” en Obras completas, Tomo III, op. cit., pp. 2,507-22,541, p. 2,509.

[17] Jung, C. G., Teoría del psicoanálisis, Plaza & Janés, Barcelona, 1978,  p. 34.

[18] Idem, p. 43.

[19] El término libido fue aportado por A. Moll. Freud lo introdujo al psicoanálisis como energía sexual. Jung amplió su significado a energía psíquica, de la que mínima parte se canaliza a sexo y el grueso a otras fuerzas impulsivas, según él. (Op. cit, p. 61.) Freud manifiesta desacuerdo en su artículo “Teoría de la libido,” de 1923 (Obras completas, Tomo III, op. cit., pp. 2,676-77). Pero en “El «yo» y el «ello»,” también de 1923 (Ídem, p. 2,717), distingue dos clases de instintos, de los cuales unos son “instintos sexuales, o el Eros.” Ya no le nombra libido.

[20] Saavedra, Víctor, “El mono desnudo y sus ancestros,” en La guerra de los sexos, pp. 47-70, Instituto Mexicano de Psicoanálisis, México, 1969, p.66.

[21] Freud, Sigmund, “Lecciones introductorias al psicoanálisis. […] Lección XX. La vida sexual humana,” en Obras completas, Tomo II, op. cit., pp. 2,311-2,321, p. 2,319.

[22] Freud, Sigmund, “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina,” en Obras completas, Tomo III, op. cit., pp. 2,545-2,561, p. 2,560.

[23] Toma su nombre de Sodoma, ciudad bíblica destruida por Dios, junto con Gomorra, cuyos pobladores cometían múltiples pecados, entre ellos practicar sexo anal.

[24] Levítico 18,22 , en La Biblía al día, Sociedad Bíblica Internacional, Colorado Springs, 1979, p. 101. En este libro Moisés enlista prohibiciones impuestas por Dios al pueblo judío: los “diez mandamientos.” Aparecen en la Torah y la Biblia. En la primera Dios es Yavé. Se identificó con el tetragrama YHWM (יהוה), impronunciable por carecer de vocales. Se interpreta como “El que es, fue y será” o “Como no hay otro igual.” Le intercalaron las vocales a y e para convertirlo en Yahweh, castellanizado Yavé, vertido a Jehová por los cristianos, como Dios padre.

[25] Ídem. Guiones de la fuente.

[26] I Corintios 6,9, en ídem, p. 169.

[27] I Timoteo 2,9-11, en ibídem, p. 215.

[28] El Corán, 7,80-84.

[29] Este apelativo se originó en 1901 cuando la policía de la ciudad de México efectuó redada de homosexuales y arrestó a 41 hombres: 22 con ropa masculina y 19 vestidos de mujer. El hecho se publicó en hoja informativa ilustrada con grabados de José Guadalupe Posadas, con el título Los 41 maricones, que circuló profusamente. Se rumoró que había uno más, yerno del presidente Porfirio Díaz, a quien facilitaron escapar, por ser quien era.

[30] De Lesbos, isla griega donde vivió la poetiza Safo en el siglo 6° a.C. Dirigía un centro de educación para jovencitas a quienes seducía para aparearse con ellas.

[31] Este mote obedece a que practican tribadismo. Ver página 12 y nota 41 de pie de página infra.

[32]  Mendel, Gregor, Experiments in plant hybridization (1865), leido en reuniones de Brünn Na- tural History Society,  el 8 de febrero y 8 de marzo de 1965. 1996, Electronic Scholarly Publishing Project, 1996, http://www.esp.org

[33] Genotipo (del griego geneá [genea] = origen, procedencia, y typos [τύπος] = tipo) contiene características o rasgos heredados: conjunto de genes,  unidades físicas y funcionales de la herencia biológica. Fenotipo (del griego fanein [φαίνειν] = mostrar, aparecer, y typos [τύπος] = tipo), es manifestación externa de caracteres de un organismo, cuyos genes han sido alterados por al ambiente.

[34] Bally, Gustav, El juego como expresión de la libertad, FCE, México, 1964, pp. 69 ss.

[35] Ortega y Gasset, José, La rebelión de las masas, Colección Austral, Espasa-Calpe Mexicana, México, 1987, p. 83, pie de página.

[36] Freud, Sigmund, “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina,” op. cit., pp. 2,559 y 2,552.

[37] Morris, Desmond, El mono desnudo. Un estudio del animal humano, Plaza & Janés, Barcelona, 1969, p. 112.

[38] Saavic, Ivanka and Lindström, Per, PET and MRI show differences in cerebral asymmetry and functional connectivity between homo- and heterosexual subjects Proceedings of the National Association of Science, Vol. 105, No. 27, July 8, 2008. (MRI: imagen de resonancia magnética. PET: tomografía por emisión de positrones o antielectrones.)

[39] Swaab, Dick F., Sexual orientation and its basis in brain structure and function, Proceedings of the National Association of Science, vol. 105 no. 30, Washington, July 29, 2008.

[40] El coito anal no es exclusivo de hombres. Mujeres lo practican en relación hetero y homo sexual.

[41] Esta práctica origina el mote “tortilleras,” por semejar frotación de manos al elaborar tortillas.

[42] Monogamia (del griego monos [monos] = uno y gamos [gamos] = unión) se refiere a relaciones afectivas basadas en exclusividad sexual. Al no especificar género es aplicable a homosexuales.

[43] Johnson, Ramon, Gay Population Statistics. How Many Gay People Are There?, http:// gaylife.about.com

[44] El enigma del armario (2007). Resultados de 25 estudios sobre orientación sexual http:// http://www.absurdistan.eu

[45] Johnson, Ramon, Why The Total Number Of Gay People In The World Can’t Be Counted, http:// gaylife.about.com

[46] Freud, Sigmund, “El malestar en la cultura,” op. cit., p. 3,038.

[47] Freud, Sigmund, “Lecciones introductorias al psicoanálisis…,” op. cit., p. 2,314.

[48] Freud, Sigmund, “Tres ensayos para una teoría sexual,” op. cit., p. 1,174.

[49] Ídem, 1,187.

[50] Freud, Sigmund, “La vida sexual humana,” op. cit., p. 2,312.

[51] Ver lista de homosexuales en http://www.famousandgay.com

[52] Freud, Sigmund, “Tres ensayos para una teoría sexual,” op. cit. p. 1,173. El primer ensayo se titula “Las aberraciones sexuales.” En p. 1,181 puntualiza: “aberraciones que hemos descrito como perversiones.” Según Academia Española de la Lengua aberración significa en biología: “Desviación del tipo normal que en determinados casos experimenta un carácter morfológico o fisiológico,”.

[53] La palabra homofobia se toma del inglés, donde homo (pronunciado jomo) es modo de nombrar a gays. Se entiende como fobia a gays. En español se presta a dos interpretaciones. Con raíces griegas omo (omo) = igual, semejante, mismo, y fobos (Φόϐος) = odio, aversión, significaría “aversión a los iguales.” Con raíz latina homo = hombre, “aversión al hombre,” como especie o individual. Carece de connotación sexual en ambos casos. Ninguna es aplicable. 

[54] Freud, Sigmund, “Lecciones introductorias al psicoanálisis […],” op. cit., p. 2,311.

[55] Morris, Desmond, op. cit., p. 115.

[56] Ídem, pp. 88-90.

[57] Ver Cameron, Paul, Medical Consequences of What Homosexuals Do, Family Research Institute, Colorado Springs, http://www.traviscase.org

[58] Ver Sida, http://www.wikipedia.org

[59] Chomali, Fernando et. al., Algunas consideraciones para el debate actual acerca de la homosexualidad, Centro de Bioética, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 2008, p. 61.

[60] Morgan, Lewis H., La sociedad primitiva, Ayuso-Pluma, Bogotá, 1980, p. 115.

[61] Ídem, p. 50.

[62] Berlin, Isaiah, Two Concepts of Liberty, leído en University of Oxford, October 31, 1958, Oxford at the Clarendon Press, 1958. p. 11.

[63] Peralta, Miguel Ángel, “Naturaleza y significado de la libertad humana. El caso de México,” en Tercer Concurso de ensayo «Caminos de la libertad» Memorias, pp.  274-331, Fomento Cultural Grupo Salinas, México, 2009,  p. 277.

[64] Bienestar se logra al satisfacer necesidades fisiológicas, seguridad, empleo, ingreso, propiedad. Cubre el objetivo inmediato. Bienser se refiere a la esencia pura del hombre, a disfrutar situación estable de calidad de vida digna, que permita realizarse. Unidos bienestar-bienser cubren el horizonte completo, inmediato y mediato. Felicidad es el estado obtenido del equilibrio corporal y

anímico conseguido al obrar bien y vivir en plenitud. Tomado de Peralta, Miguel Ángel, La sociedad humana ante la globalidad. Caso de México, tesis doctoral, Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, versión revisada y corregida, Cuernavaca, 2008. p. 19.

[65] ONU, Declaración universal de derechos humanos, Artículo 2°. http://www.un.org

[66] Freud, Sigmund, “El malestar en la cultura,” op. cit., p. 2,559.

[67] Rawls, John, Liberalismo político, FCE, México, 1996, pp. 2930.

[68] Morgan, Lewis H., op. cit., p, 475.

[69] Morgan, Lewis H., op. cit, p. 473.

[70] Ídem, p. 475.

[71] Platón, “Simposio (Banquete) o de la erótica,” en Diálogos, pp. 351-386, Porrúa, México, 1998, p. 379.

[72] Beattie, John, Otras culturas, FCE, México, 1980, p. 157.

[73] Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Yemen, Sudán, Mauritania, Somalia.

[74] Fuente: Wikipedia, Legislación sobre la homosexualidad en el mundo, www. wikipedia.org

[75] Chomali, Fernando et. al., op. cit., p. 61.

[76] Freud, Sigmund, “Más allá del principio del placer,” op. cit., p. 2,528.

[77] Hegel, G. W. F., Fenomenología del espíritu, FCE, México, 1978, pp. 12-13.

     [78] Hegel citado por Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad, Taurus, México, 1989, pp. 53-54. Comillas y cursivas en la fuente.

[79] Nietzsche, Friedrich, Así habló Zaratustra, Edimat Libros, Madrid, 1999.

[80] Ortega y Gasset, José, op. cit, p. 59.

     [81] McLuhan, Marshall, Understanding Media: The Extension of Man, McGraw-Hill, New York, 1965, p.26.

[82] Habermas, Jürgen, op. cit., p. 109.

[83] Ortega y Gasset, op. cit, p. 62.

[84] Flores Dávila, Julia Isabel, Estudio sobre la diversidad sexual y los retos de la igualdad y la inclusión, Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, México, 2005, pp. 27 y 29-30.

[85] Ídem, pp. 29-30.

[86] Encuesta Nacional sobre Discriminación 2010, op. cit., pp. 27 ss.

[87] Encuesta Nacional sobre Discriminación 2010. Resultados sobre diversidad sexual, Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, México 2011.

[88] Ídem, p. 15. Comillas y paréntesis en la fuente.

Standard

La izquierda: Mitos y realidades

+

La izquierda:

Mitos y realidades

 

 

 

 

 

 

Miguel Ángel Peralta

Cuernavaca, 2013

Contenido

  1. Origen del concepto, 3
  2. La izquierda en La antigüedad, 10
  3. Evolución del concepto, 18
  4. De Hidalgo a don Porfirio, 29
  5. La Revolución mexicana, 34
  6. Postrevolución, 41
  7. Partidos políticos, 53
  8. Organismos sindicales, 64
  9. Compromiso ético, 74

Apéndices

    A1. Representación gráfica, 83

     A2. Brújula política, 87

Bibliografía, 88

 

 

  1. Origen del concepto

 

 

Frecuentemente escuchamos mencionar a La izquierda, noción misteriosa, esotérica, inescrutable. Es genérico, sinónimo o eufemismo de una posición política que antepone el interés de la sociedad al del individuo, repudia la inversión privada, condena las distinciones de clase y exige el cambio social. Constituye uno de los dos polos del espectro donde se encasillan personas, organismos y movimientos involucrados en actividades políticas: izquierda y derecha, distanciadas por un centro indefinido. Denominación vaga, confusa e inexacta, que origina maniqueísmo y enturbia las relaciones humanas. A su derredor se tejen realidades y se crean mitos.

Comprender por qué el hombre[1] adopta orientaciones políticas diversas implica recordar dos cosas. Primero, cada uno piensa de manera diferente a los demás. Dice el refrán: “Cada cabeza es un mundo.” Segundo, es gregario: vive en sociedad y actúa dentro de ella. Aristóteles le clasificó como “animal político” (zoon politikon [zoon politikon]), en su acepción social, urbano, perteneciente a la polis (poliV), la ciudad-Estado, donde cohabita, se relaciona, armoniza, tolera o disiente y transige con sus semejantes, todos con formas de pensar desiguales. Se organiza en comunidad, implanta un régimen de gobierno, participa en él y se sujeta a normas de conducta y convivencia. Ya las agrupaciones arcaicas lo hacían, guiados por creencias religiosas, fenómenos naturales y calendarios agrícolas.

Platón y Aristóteles estudiaron el tema en el siglo 4° a. C. desde dos ángulos. Desde el administrativo describieron formas de gobierno: aristocracia, democracia, oligarquía, timocracia, demagogia y tiranía, bajo las figuras monarquía, república y dictadura. En cuanto a organización económica Aristóteles apuntó tres: “primera, que los miembros que integran una ciudad lo posean todo en común; segunda, que no dispongan en común de cosa alguna, y tercera, que disfruten de unas cosas en común y de otras no. Que no posean [algo] en común es imposible, porque una ciudad es una comunidad.” [2] La forma de gobierno y el régimen económico determinan grado de participación y libertad de decisión de los ciudadanos en actividades políticas, económicas y sociales, así como condiciones de vida, generales e individuales.

Maquiavelo, fundador de la ciencia política, prescribió que la república sea el régimen normal y la monarquía el de excepción. Con criterio republicano aconsejó que la sociedad disfrute libertad política, fundada en la virtud cívica de los ciudadanos, plasmada en un orden legal e institucional ayuno de corrupción y tiranía, donde impere igualdad social. Con visión monarquista recetó tácticas autoritarias con las que el Príncipe mantenga orden y estabilidad en sociedades bárbaras, que exigen regirlas con poder absoluto.[3]

Dichos clásicos griegos recomendaron instaurar un “gobierno perfecto,” capaz de lograr que los ciudadanos disfruten de libertad, justicia e igualdad. “Un Estado que rebose delicias,” clama Platón.[4] Donde “todos puedan obrar mejor y felizmente,” pide Aristóteles.[5]

Es debatible puntualizar cuál es mejor. Unos autores se inclinan por concentrar el poder público en una persona; otros piensan que deben compartirlo todos los ciudadanos; algunos toman posturas eclécticas, y hay quienes prefieren que nadie lo ejerza. Los puntos extremos son monarquía absolutista y tiranía, por un lado; democracia, en el otro, y anarquismo más allá.

En el aspecto económico, algunos aconsejan que cada ciudadano posea tanta riqueza como lo permitan sus capacidades; otros opinan que el reparto debe ser equitativo, y los más prefieren situaciones intermedias. Los confines son capitalismo, de un lado; socialismo y comunismo, del otro.

El capitalismo se caracteriza por prevalecer la empresa privada; los factores productivos pertenecen a particulares; los mercados están abiertos; hay división del trabajo y libertad de inversión, producción y consumo. El Estado regula, coordina, protege y vigila.

Socialismo y comunismo se toman como equivalentes en la plática habitual. Engels distingue que el primero es movimiento burgués y el segundo es obrero.[6] Lenin puntualiza que son fases sucesivas en el “proceso de abolición del capitalismo.” En socialismo los medios de producción pertenecen a la sociedad; los administra el Estado; el aparato productivo se rige por planificación central, y hay especialización laboral. Se tolera la propiedad privada y existen clases sociales. En comunismo los factores productivos, la producción y los bienes pertenecen a la comunidad; no hay división del trabajo ni estratos sociales. En la etapa final se prescinde del Estado: se instituye anarquismo (sin gobierno, del griego an [αν] = sin, y arjê [arc] = mando, poder, autoridad). [7] Estos regímenes son arquetipos de “las izquierdas.” Sus partidarios proclaman que brindan justicia e igualdad y perseveran en que el orden capitalista se debe sustituir por la “dictadura del «proletariado»,”[8] mediante evolución gradual, reforma legal e institucional o revolución, esto es, lucha armada.

No acogen una preferencia única ni precisa, pues existen numerosos principios, valores, pasiones, teorías y objetivos de varios grados, discrepantes y enfrentados, así como corrientes: marxismo, leninismo, stalinismo, trotskismo, maoísmo, laborismo, obrerismo, socialdemocracia, nacionalismo, intervencionismo, estatismo, cooperativismo, sindicalismo, mutualismo, sindicalismo, socialismo cristiano, democracia cristiana, teología de la liberación y otras.

Todos los inconformes con la situación, que claman, demandan o luchan por “el cambio” se tildan “de izquierda,” como genérico. Quienes la encomian y están de acuerdo en que se conserve (son conservadores) se catalogan “de derecha.” En términos marxistas, la primera defiende los intereses del proletariado, con sentido colectivista; la segunda, los de la burguesía,[9] con enfoque individualista. La diferencia entrambas, opina Bobbio, es que la izquierda confiere prioridad a la igualdad social y condena la diferencia de clases, mientras la derecha la otorga a la responsabilidad individual y considera que las disparidades sociales son naturales e inherentes al género humano.[10]

El empleo de tales referencias espaciales se remonta a Francia a fines del siglo 18º, cuando imperaba el absolutismo monárquico y la miseria y el hambre se ensañaban con el pueblo, mientras la realeza vivía en opulencia. Se narra que cuando la reina María Antonieta se enteró de que la gente no tenía pan para comer sugirió con ingenuidad: “¿Y por qué no comen pastelillos?” De tal grado era la indiferencia en la corte.

En Europa circulaba ideología liberal; EUA se independizó de Inglaterra para convertirse en república, y la burguesía despojaba de influencia política a la aristocracia. La economía francesa estaba en crisis y la hacienda pública en bancarrota. El ambiente era tenso. Para encarar la situación, el rey Luis XVI de Francia convocó a los Estados Generales, integrados por clero (Primer Estado), nobleza (Segundo Estado) y pueblo (Tercer Estado) en 1789. Se reunieron sin concertar acuerdos. Ante esto, el Tercer Estado se constituyó en Asamblea Nacional Constituyente, como autoridad máxima, y expidió Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, sintetizados en “libertad, igualdad, fraternidad.” Organizó milicias para hacerlos valer. Las tropas reales se concentraron y se hallaban alertas. El Rey destituyó al ministro de Finanzas, por simpatizar con los rebeldes. En represalia, éstos tomaron la Bastilla, fortaleza de París habilitada como prisión, para proveerse de armas y parque. Simbolizó el arranque de La Revolución francesa. La Asamblea suprimió por ley el feudalismo, el diezmo y los privilegios de la nobleza y el clero. La Iglesia pasó a depender del Estado. En 1791 emitió la Constitución y se instituyó la monarquía constitucional.

La Asamblea se fraccionaba en dos alas: los moderados, conciliadores, adeptos a la monarquía constitucional se sentaban a la derecha del Presidente. La mayoría era de Gironda: girondinos. A su izquierda se acomodaban partidarios de la república, quienes sesionaban en un monasterio dominico en Calle San Jacobo (Rue Saint Jacques), en París. Se les adjudicó el mote jacobinos, connotación de radicales, revolucionarios, intransigentes y violentos. En el centro se ubicaban miembros independientes, sin tendencia definida.

La guerra cobró fuerza. En 1792 las masas asaltaron el Palacio de las Tulle- rías, donde residía Luis XVI, y lo aprehendieron, con su familia. La Asamblea se trasformó en Convención Nacional, tomó a su cargo el gobierno y proclamó la Primera República. Los reyes fueron ejecutados en la guillotina al año siguiente, lo cual provocó que un grupo de países encabezados por Austria ─cuna de María Antonieta─ y Prusia se aliaran contra Francia en batallas que se prolongaron nueve años.

Los jacobinos ─”la izquierda”─ dieron golpe de Estado y asumieron el poder, encabezados por Maximilien Robespierre, auxiliado por Jean-Paul Marat y Georges Danton. En 1793 se emitió nueva Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano y otra Constitución, democrática, que estableció el sufragio universal. Robespierre instauró tiranía sanguinaria, llamada Reinado del terror. Guillotinaban sin misericordia a opositores de La Revolución, acusados de ser “reaccionarios,” por su pretensión de volver al Régimen antiguo (Ancien régime). Danton fue asesinado por instrucciones de Robespierre. Marat, por una girondina. El pueblo, indignado, se rebeló, derrotó, destituyó y guillotinó a Robespierre.

Estos precursores de la izquierda, enmascarados de demócratas, fueron presa de la soberbia y erigieron una dictadura, fenómeno que se repite en el curso de la historia, como Paradoja de la revolución. Platón lo observó hace 25 siglos: relata cómo en un Estado democrático surgen líderes que incitan al pueblo y lo enfrentan a la clase rica. Actúan como avispones: “los más ardientes hablan y obran; los demás zumban en torno a la tribuna, y tapan la boca a todo el que quiera emitir una opinión contraria.” Su caudillo se asume “protector del pueblo [… y] empapa sus manos en sangre de sus ciudadanos […], diezma al Estado con el hierro o el destierro, propone la abolición de las deudas, un nuevo reparto de tierras […], en guerra abierta con los que poseen grandes bienes,” de los que se apodera y los divide “con el pueblo guardando siempre para sí la mejor parte.” Se apodera del Estado e instala la tiranía.[11]

A partir de La Revolución francesa los términos izquierda e izquierdista designan a personas y grupos inconformes con el gobierno en funciones y con las condiciones imperantes. Reclaman justicia social y exigen sustituir el régimen vigente por otro donde se elimine la propiedad privada de los medios de producción, se redistribuya la riqueza y se eliminen diferencias de clase. Conceptúan a la religión “opio del pueblo,” como aseveró Marx, porque el “Estado burgués” la utiliza para mantener subyugada a la gente.[12] Son adversarios de la Iglesia y el clero, aliados de la burguesía que acaparan poder e intervienen en cuestiones terrenales.

Actúan en varios frentes: en forma pasiva, desde los medios informativos, el ensayo y la cátedra, y activa, incrustados en gobiernos, partidos, sindicatos, instituciones y organismos. Los hay moderados, pacíficos y constructores, así como radicales, violentos y destructivos, que organizan manifestaciones, revueltas, guerrillas y actos terroristas. Se rebelan contra las autoridades a través de la teoría, como Marx; por medio de las armas y el terror, como Robespierre, o por ambos medios, como Lenin. Luchan por el dominio ideológico de las masas, la conquista del poder político y las canonjías económicas que vienen con éste. Los partidos buscan posiciones públicas en competencia electoral. Los grupos de interés, sindicatos y organismos no gubernamentales (ONGs) protegen y defienden a sus agremiados: trabajadores, empresarios, consumidores, mujeres, colonos, ecologistas, minusválidos, homosexuales, etc. Algunos tienen existencia formal: otros no. Los estallidos sociales son expresiones reivindicatorias de grupos con valores compartidos que expresan inconformidad y rebeldía acerca del estado de cosas o decisiones gubernamentales y exigen soluciones. Personas oportunistas con espíritu mercantil enarbolan banderas de izquierda para obtener posiciones políticas en busca de provecho personal.

En este ensayo expongo antecedentes, características, corrientes y doctrinas destacadas de la izquierda, en general y en México, para dilucidar su significado y trascendencia.

Empiezo con el examen histórico de personajes, pensamientos y teorías aparecidas en La antigüedad y repaso su evolución hasta el presente. Incluyo sucesos relevantes de la derecha, pues también hay movimientos reformistas de este signo. Enseguida escudriño cómo ha intervenido la izquierda en México, primero de la guerra de Independencia al régimen de Porfirio Díaz; durante La Revolución, y después en acontecimientos subsecuentes, que aglutino como Postrevolución. Luego relato la formación y funcionamiento de partidos políticos y organismos sindicales. Cierro con la reflexión titulada Compromiso ético, que debiere asumirse al adoptar una postura política.

En Apéndice 1. Representación gráfica, describo dos modelos diagramáticos que permiten visualizar el espectro político.

Como Apéndice 2 aparece cuestionario que sirve de Brújula política para ayudar al lector a precisar su orientación.

Al final incluyo Bibliografía.

 

 

  1. La izquierda en La antigüedad

 

 

En ninguna época de la existencia del hombre ha existido equidad social. En la organización tribal el patriarca o jefe ejercía el mando. Él y sus allegados disfrutaban mejor condición que sus compañeros. Con La civilización aparecieron propiedad, dinero, comercio y acumulación de riqueza que reafirmaron las disparidades entre ricos y pobres; poderosos y subyugados; satisfechos y descontentos. Despertaron envidia, egoísmo, rencor, antagonismo y derivaron en protestas, manifestaciones, levantamientos y motines en reclamo de equidad social y convocatorias a pelear para conseguirla. La cuestión es arcaica: en Egipto, en el siglo 22o a. C., se sublevaron campesinos para exigir mejores condiciones, refiere Görlich. Reputa a su líder: “primer reformador social de la historia del mundo.”[13] 

Ergo, siempre han prevalecido y se han censurado y combatido las diferencias de clase. El Antiguo testamento —revelado por los siglos 13° ó 14º a. C— alude a ellas: Isaac “fue hombre de gran riqueza y llegó a ser muy importante y poderoso.”[14] El rey Salomón advirtió: “Quien oprime a los pobres injuria a Dios que los hizo. Ayudar a los pobres es ayudar a Dios.”[15] Los profetas bíblicos condenaron opulencia, excesos suntuarios, usura y acaparamiento. Fueron reformadores: estarían a la izquierda.

Platón recomendó el comunismo, como “sociedad ideal.” Lla imaginó en La Atlántida, donde rigiera un gobierno perfecto y “todos nuestros ciudadanos participaran en común, por ende, en los intereses de cada particular, que considerarán como suyos propios [… y] tenderán todos hacia el mismo fin en todo su poder, y experimentarán una alegría y un dolor comunes a todos ellos.”[16]

 Aristóteles tenía idea similar: “el legislador debe procurar igualdad en bienes y moderación en su cuantía,” fundado en que las rebeliones surgen a causa de

la desigualdad en los bienes y dignidades.[17]

Zenón de Citio, fundador del estoicismo, aconsejó prescindir del Estado y conceder al individuo libertad de actuar conforme a la razón, la divinidad y la naturaleza en busca de su felicidad. Delineó el anarquismo.

 El movimiento de izquierda más trascendente fue el de Jesús de Nazaret en tiempos de César Augusto, emperador de Roma. En cada nación sojuzgada regía gobierno propio. En Judea reinaba Herodes Antipas, odiado por el pueblo, el cual ansiaba la llegada de El mesías (en hebreo Māšîaḥ = el ungido[18]) a liberarle de la opresión e injusticia, como anunciaran los profetas. “Gobernará con perfecta equidad y justicia,” vaticinó Isaías. Será “un rey que gobierne con sabiduría y justicia; que hará que la justicia reine por toda la tierra,” predijo Jeremías.[19]

El escogido fue Jesús, el Cristo (en griego Kristós [Χριστς] = el ungido), sincopado en Jesucristo. Predicó en nombre de Jehová (Yaveh), su padre, sin cuestionar la autoridad del Emperador, pues prescribió: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”[20] Aún así se le atribuyó pretensión de ser Rey de los judíos y se le condenó por amenazar la estabilidad política del reino y atentar contra la potestad de los sacerdotes, entre ellos Caifás, quien ordenó su ejecución. Poncio Pilato, gobernador romano, se lavó las manos y exclamó: “Soy inocente de la sangre de este hombre.”[21]

Los apóstoles trascribieron y difundieron su doctrina, que conquistó a buena parte de la humanidad. Al inicio del segundo siglo su Iglesia, con sede en Roma, se adjetivó Católica (del griego katholikós [καθολικός] = universal) y devino la institución política, económica y cultural más poderosa al disolverse el Imperio Romano y pulverizarse Europa en multitud de pequeños Estados. Los monarcas feudales se subordinaban al Papa. El movimiento espiritual de Jesús sentó los cimientos de vigorosa Iglesia caracterizada por opulencia, boato y corrupción, distantes de sus enseñanzas.

Mahoma (Mohamed o Muhammad), revolucionario árabe del siglo 7°, es otro representante destacado de izquierda. Enarboló el nombre de Alá (Al-lah), su dios, el mismo que veneró Abraham, para unificar a la nación, dispersa en tribus que vagaban por el desierto en la Península Arábiga. Recibió la inspiración divina del arcángel Gabriel y la plasmó en El corán, el libro sagrado. Con la fuerza de las armas impuso su religión, el islam, puso a su servicio la política, combatió avaricia, opresión económica e idolatría y reformó la sociedad. Su religión se extendió a España, Europa sudoriental, norte de África, India e Indonesia, donde en la Edad media se incubó cultura superior a la europea.

Hacia fines de este periodo los burgos (ciudades) del Mediterráneo se expandieron y generaron efecto multiplicador en la economía: creció el comercio, se alentó la artesanía, apareció la banca, aceleró la inversión, nació el capitalismo y a partir del siglo 13º se dieron primicias de El renacimiento cultural, con personajes como Francisco de Asís, Dante Alighieri, Marco Polo y Tomás de Aquino. El siglo 15º presenció el descubrimiento de América y de nuevas rutas a las Indias orientales. Llegó la Edad moderna.

En el siglo 16º Martin Luther (Lutero), vicario general de los agustinos, se inconformó con la Iglesia, por el exceso de indulgencias vendidas a los creyentes para expiar sus pecados. Impugnó su uso y la autoridad del Papa en el documento titulado 95 tesis. Se colocó a la izquierda de la autoridad, por lo que se le excomulgó y acusó de herejía. Se insubordinó y detonó La reforma protestante, que desintegró el cristianismo en varias Iglesias nacionales y sectas, “protestantes,” y se encogió el poder del Papa. La reforma luterana se considera Primera revolución burguesa, porque  participaron príncipes y nobleza. Suscitó otras doctrinas, entre ellas calvinista, cuáquera y anabaptismo.

Su contemporáneo alemán Thomas Moro (More), consejero del rey Enrique VIII, fue enemigo de La reforma, por haber roto la unidad de la Iglesia. Pero reprobaba las condiciones de vida en Europa, se ubicó en la izquierda e igual que Platón imaginó un modelo de ciudad ideal en su libro Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía, “una de las protestas más famosas en contra de la desigualdad,” opina Whittaker.[22] En Utopía (lugar inexistente, del griego o = no y topos [topoV] = lugar) no hay propiedad privada; el uso de la tierra es comunal; hombres y mujeres reciben la misma educación y tienen derechos idénticos; hay tolerancia religiosa, y la gente se conduce con orden y disciplina. Moro exhorta a que los humanos disfruten de un mundo mejor, solidario y justo, inspirado en aspiraciones comunitarias esbozadas en El evangelio,[23] donde se lee: los creyentes fueron “unidos enteramente en alma y corazón, ninguno tenía por suyo lo que poseía, sino que lo compartía con los demás. […] No existía entre ellos la pobreza, porque los dueños de hacienda o casas las vendían y entregaban el dinero a los apóstoles para repartirlo entre los necesitados.”[24] Utopía y utópico se acogieron como sinónimos de ideal, fantástico, ilusorio, irrealizable.

A principios del siglo 17º el italiano Tommaso Campanella publicó La imaginaria Ciudad del Sol, otra sociedad perfecta, teocrática, gobernada por hombres sabios, donde la propiedad es comunal y todos comparten las actividades productivas.  Implantarla exige “progreso social colectivo,” noción que recogen personajes de izquierda que se declaran “progresistas.”

Europa se dividió en naciones leales al Papa y protestantes que motivaron conflictos entre ellas: el más cruento fue la Guerra de treinta años, cuyos motivos fueron políticos más que religiosos. Finalizó en 1648 al firmarse el Tratado de paz, en Westfalia, que introdujo la figura nación-Estado[25] y sentó bases para desmantelar el régimen feudal e instituir el burgués, liberal, capitalista, prototípico de la derecha. La evolución fue gradual y lenta, salpicada de subversiones en Europa y sus colonias.

De 1639 a 1651 se suscitó guerra civil entre Inglaterra, Escocia e Irlanda, quienes compartían monarca pero tenían organización política y religiones distintas. Leales al rey Carlos I se enfrentaron a parlamentarios. Fue la Segunda revolución burguesa. La encabezó Oliver Cromwell, puritano fanático, quien se ostentaba elegido por Dios para reorganizar su patria. Carlos I fue derrotado, depuesto, enjuiciado y decapitado. Se abolió la monarquía y se estableció la República Inglesa (Commonwealth of England). Cromwell fue designado jefe de Estado en 1653, bajo el título Lord Protector. Se invistió dictador vitalicio, hereditario. Gobernó cinco años. Al morir le sustituyó su hijo Richard por ocho meses, pues fue forzado a abdicar; se restauró la monarquía y el trono pasó a Carlos II. Cromwell fue reformista, antimonárquico e impulsor de la república, lo cual lo coloca en la izquierda, a pesar de su religiosidad. Prometió justicia, equidad y libertad e instauró despotismo opresor, cruel y sanguinario. Incurrió en la paradoja de la revolución, igual que los jacobinos.

El siglo 17º fue umbral de la Era de la razón. Gracias a La reforma luterana el hombre se sacudió la tutela de la religión; descubrió su Yo, como individualidad creadora; extendió su horizonte de aprendizaje; concibió la libertad como derecho, y cundió el liberalismo, cuyo exponente principal fue el inglés John Locke, quien proclamó que la soberanía emana del pueblo; todos los hombres deben disfrutar de libertad, igualdad y propiedad, derechos otorgados por la naturaleza, previos al contrato social, y el Estado debe garantizar su respeto.

El afán de ampliar el conocimiento e infundir el uso de la razón se prolongó al siglo 18º, Siglo de las luces, cuando se fraguó La ilustración —mejor dicha, Iluminación[26]— que pretendió sacar a la humanidad de las tinieblas donde permaneció durante la Edad media y darle instrumental para desterrar el Régimen antiguo, absolutismo y tiranía. Se materializó en el trabajo de eruditos franceses que vertieron su sabiduría en La enciclopedie, aglutinadora de todos los campos de conocimiento humano.

En 1726 apareció el libro Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, crítica devastadora de la sociedad europea y la condición humana, que preconiza instituir el anarquismo.

Jean-Jacques Rousseau, enciclopedista, sostiene que los hombres nacen libres e iguales por naturaleza; mas deben pactar el contrato social para convivir en armonía con sus semejantes y asegurar el disfrute de sus libertades, según el principio de voluntad general, base de la democracia, en vez de someterse a la voluntad del Rey. El hombre ha de gozar de libertad civil y a cambio sacrificar libertad natural.[27] Sus enseñanzas nutren el pensamiento de izquierda.

La ideología liberal y democrática influyó para que en 1776 las trece colonias británicas de América declararan su independencia y constituyeran la república Estados Unidos de América (EUA). Fue revolución burguesa, pues no persiguió conquistas sociales, sino implantar el orden político apropiado a su riqueza territorial, cultura, espíritu empresarial y laboriosidad. No tuvo trasfondo racial, étnico, cultural, religioso, de clases, agrarista ni demográfico.

Poco después estalló La Revolución francesa, comentada. François-Noël Babeuf, apodado Graco, fue obstinado promotor de uno de sus postulados: la igualdad. Expresó que esa lucha era detonante de una mayor que implantaría una sociedad igualitaria. En su Manifiesto de los plebeyos describió y criticó la explotación del pueblo: “Se ha destruido, volcado en el estado social, el equilibrio del bienestar, porque nada está tan confirmado como nuestra gran máxima: que no se llega a poseer demasiado, más que haciendo que otros no posean lo suficiente.” En tal virtud, convocó: “Aprovechemos el que nos hayan empujado hasta el último extremo. Avancemos de frente, como hombres que tienen el sentimiento de su fuerza. Caminemos francamente hacia la igualdad. Contemplemos el objetivo de la sociedad: ¡veamos la felicidad común!” Incitó a la guerra civil.[28] Fue teórico embrionario de comunismo y anarquismo.

En la misma época el británico William Godwin, influido por Swift, formuló su Disertación sobre justicia política y su influencia en la virtud y felicidad humana. Criticó los principios morales de su patria y propuso sustituir el “gobierno monárquico corrupto” e imponer “justicia política” por medio de educación, virtud y trabajo para lograr perfección y progreso. Abogó porque los individuos se apeguen a lo que dicte su razón y se prescinda del gobierno, que obstruye el pensamiento. Alentó el anarquismo.

Batallas interminables en Francia crearon condiciones propicias para que Napoleón Bonaparte diera golpe de Estado en 1799, instaurara el Consulado, se designara Emperador de Francia en 1804, sojuzgara a varias naciones e implantara poderoso Imperio, que se extendió a 1815. Encabezó una revolución de derecha.

Liberalismo, nacionalismo y democracia parlamentaria se esparcieron por Europa al concluir las guerras napoleónicas. El Estado dejó de ser factótum de la organización social y se alineó en plano de igualdad y pluralismo político junto a corporaciones empresariales, sindicatos y ONGs (organismos no gubernamentales). Se estableció la “democracia funcional respaldada por una estructura social diversificada,” dice Cole.[29]

En ese medio surgió el francés Saint-Simon.[30] Hastiado del derramamiento de sangre por guerras en Francia y el militarismo de Napoleón, planteó nuevo orden social fincado en la capacidad productiva y aconsejó a la clase industrial impulsar la producción, auxiliada por ciencia y tecnología. La propiedad privada se repartiría en función a lo aportado a la producción. El gobierno se integraría con fabricantes, propietarios, banqueros, obreros y campesinos para impulsar el progreso de manera cooperativa, coordinados por el Parlamento, quien actuaría como planificador. Efectuó examen de la política y la moral y propuso reformas, que recogieron pensadores socialistas, Marx entre ellos.

François-Marie Charles Fourier —francés, de la misma época— criticó la moral y costumbres de la sociedad capitalista y recomendó crear unidades cooperativas de producción, autosuficientes. Las nombró falanges o falansterios. Aseveró que al dar libertad a los individuos para responder a sus inclinaciones y pasiones se llegaría a un estado de armonía y a una sociedad justa. Fue otro reformador de izquierda.

El inglés Robert Owen aconsejó sustituir el capitalismo por un sistema cooperativista, eficiente, productivo, rentable y justo, que fuere benéfico para los trabajadores. Organizó un sindicato para controlar el movimiento obrero británico. Rechazaba instituciones como propiedad privada, matrimonio, familia, Iglesia, por limitar la libertad humana. Publicó Nueva visión de sociedad en 1814. Definía el hombre como creación del medio físico y social, por lo que la solución de los problemas consiste en reacondicionar el entorno donde vive. Sugirió fundar colonias comunistas para terminar con la miseria. Izquierda pura.

Engels denominó “socialistas utópicos” a los autores anteriores y calificó de “visión burguesa de socialismo” a sus modelos. Les endilgó ser “curanderos sociales,” aspirantes a suprimir “las lacras sociales sin dañar al capital ni las ganancias.”[31]

Pierre-Joseph Proudhon, francés, se proclamó anarquista en su libro ¿Qué es la propiedad?, dura crítica al capitalismo, aparecido en 1840.[32] Sustentó que la propiedad no existe por sí misma. La crea una fuerza extraña o un fraude. Es una negación, una mentira, un robo. De los cuatro derechos consignados en la Declaración de los derechos del hombre: libertad, igualdad, seguridad y propiedad, los tres primeros son absolutos, no susceptibles de aumento ni disminución, porque en la sociedad cada uno recibe tanto como da. Piensa que la propiedad es antisocial, por disgregarse de la sociedad. A ella atribuye los grandes males de la humanidad. Incitó a emprender revolución que la aboliera e implantara igualdad social. “La libertad es la igualdad, porque la libertad sólo existe en el estado social, y fuera de la igualdad no puede haber sociedad. La libertad es la anarquía, porque no consiente el imperio de la voluntad, sino sólo la autoridad de la ley, es decir, de la necesidad.”[33]

Otro francés, Joseph Déjacque, introdujo el vocablo libertario (libertaire).[34] Lo adoptaron pensadores opuestos al determinismo. A fines del siglo 19° se aplicó a anarquistas. En 1889 Déjacque fundó en Nueva York el periódico Le libertaire, Journal du mouvement social, en francés, primero de línea comunista-anarquista en EUA. Allí insertó su libro L’Humanisphere (1857), donde anota que la disciplina impuesta por la autoridad encadena a los hombres con ortodoxia militar y les somete a obediencia pasiva. Ensalza la libertad, que permite actuar por voluntad propia, conforme a la razón e independencia creativa. “La autoridad crea unidad en la uniformidad. La libertad crea unidad en la diversidad. El eje de la autoridad es el látigo. La anarquía es el eje de la libertad.”[35] El libro tiene como subtitulo Utopie anarchique, que revela su carácter ilusorio.

Los personajes de izquierda ecaminados construyeron la plataforma de pensamiento en que se fundan las corrientes modernas de izquierda.

 

 

  1. Evolución del concepto

 

Veloz crecimiento de las ciudades, la industria y la masa de trabajadores asalariados inculcaron en éstos conciencia de clase y de su papel como clase en la sociedad. En el siglo 18° se agrupaban en ligas secretas y organizaban movimientos sociales. Entre 1836 y 1852 organizaban frecuentes conspiraciones comunistas en Alemania, donde surgió el “primer movimiento de alcance internacional,” indica Engels.[36] Sobresalieron la Liga de los proscritos y la Liga de los justicieros, de la cual se desprendió la Liga de los comunistas, sociedad secreta que se confería atribuciones de Partido Comunista Alemán, por lo que así lo designaban.[37]

En tal contexto apareció Carlos (Karl) Marx, quien acometió la tarea de reivindicar a los trabajadores ─designados “proletarios” por él─ con fundamentos históricos, filosóficos y económicos, que dieron cuerpo al “materialismo científico,” el cual sostiene que las condiciones materiales determinan la vida social, política y espiritual del hombre.[38]

En 1847 la Liga de los comunistas encargó a Marx y su asociado Federico (Friedrich) Engels redactar su exposición de principios y programa de acción. Lo titularon Manifiesto comunista.[39] No le llamaron socialista para precisar que sería la divisa de la insurrección del proletariado, no de la burguesía, pues socialismo es movimiento burgués y comunismo es obrero, expliqué.[40] Se publicó en Londres al año siguiente, fue traducido a varios idiomas y se distribuyó profusamente por Europa.

El Manifiesto convoca a los “proletarios de todos los países” a unirse para derrotar el capitalismo, sepultarlo y resolver así los problemas de la humanidad, imputados a la lucha de clases derivada de su explotación por los empresarios, “la burguesía,” que se quedan con parte del valor generado en la producción, denominada “plusvalía.”[41] Exhorta a estatizar los medios de producción y centralizar en el Estado el control y dirección de la actividad productiva. El primer paso sería implantar la “dictadura del proletariado” y el régimen socialista, al que seguiría el comunista. Por último desaparecería el Estado y advendría el anarquismo. Aportó doctrina, dogma, marco ideológico y bandera a la izquierda, vigentes aún en el siglo 21°. Conceptualizó el movimiento internacional de socialización. Constituye el Evangelio (del griego Euaggelion [Euaggelion ] = buena nueva) de las izquierdas.

Mikhail Bakunin, su contemporáneo ruso, infundió el anarquismo colectivista, cuyos paradigmas son: abolir el gobierno, por ser innecesario y coartar la libertad de los ciudadanos; organizar la sociedad en federaciones de productores agrícolas e industriales, y desvanecer las clases sociales. Propuso que los salarios se fijen según la obra realizada, para impedir que el personal sea parasitario. Se incorporó a la masonería para valerse de ella como instrumento de su pelea. Chocó con Marx, al imputarle que instigaba la revolución para que los proletarios se apoderasen del Estado, sin extinguirlo, lo cual implicaría que prevalecieran división de clases y explotación. Lo trascendente, aseguró, sería la reforma integral: política, económica, social y la desaparición del Estado, de la propiedad privada y de la estratificación humana.

Sindicalistas, socialistas, comunistas y anarquistas de varios países organizaron en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o Primera internacional socialista en 1864, con la pretensión de agrupar al proletariado del mundo, luchar por su emancipación y expandir el comunismo por todos los confines. Participaron Marx, Engels y Bakunin. Se disolvió en 1875 por discrepancias entre ellos.

Revisionistas del marxismo sostuvieron que el paso de capitalismo a socialismo sería más efectivo con reformas políticas y económicas graduales que con violencia y fundaron el ala moderada de socialismo: democracia social. Con esa inclinación nació el Partido Socialdemócrata de Alemania en 1869, que se reprodujo en varios países europeos. Engels lo calificó de “socialismo burgués y pequeño burgués,” limitado a hacer “simples remiendos sociales.”[42]

Veinte años más tarde socialistas y laboristas formaron la Segunda internacional, con perfil socialdemócrata. Tampoco progresó, por divergencias entre  miembros.

Piotr A. Kropotkin, otro ruso de esos tiempos, aportó el anarcocomunismo, anarquismo comunista o comunismo libertario. Planteó organizar asociaciones igualitarias, carentes de Estado, propiedad privada y moneda. Los bienes y servicios serían comunitarios; se distribuirían entre cada integrante según fueren sus necesidades. Hace recordar a Déjacque y su Utopie anarchique.

 En Gran Bretaña se fundó la Sociedad fabiana en 1883, partidaria de la evolución gradual de capitalismo a socialismo a través de reforma social y combate a la explotación de trabajadores, que instauren equidad social. Algunos miembros ocuparon puestos en el Parlamento y gobierno, desde donde promovieron reformas sociales al inicio del siglo 20°.

Italia sufría crisis económica, efervescencia política y conflictos entre facciones al finalizar la Primera guerra mundial (1914-18). Benito Mussolini, militante del Partido Socialista Italiano, se alió con grupos nacionalistas y anarcosindicalistas y forzó al rey Víctor Manuel III a nombrarlo primer ministro, con poderes dictatoriales, respaldado por “bandas italianas de combate” (fasci italiani di combattimento[43]), que formaron y dieron nombre al Partido Nacional Fascista, el único autorizado. En 1922 instaló régimen nacionalista, xenófobo, militarista, totalitario, denominado “fascismo,” con intensa actividad populista y propaganda demagógica. Abolió la democracia parlamentaria, desterró a comunistas y formó un gobierno poderoso, sustentado en el corporativismo, consistente en el patrocinio de agrupaciones de trabajadores, patronos, profesionistas, sociedades cooperativas y otras, sujetas a rígido control, obligadas a cumplir fines establecidos por el gobierno y recompensadas con prebendas. Los ciudadanos disfrutaban sólo libertades concedidas por la autoridad, bajo el lema: “Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado” (Tutto nello Stato, niente al de fuori dello Stato, nulla contro lo Stato). En 1943 fue depuesto y encarcelado por breve tiempo, ya que con ayuda de Hitler se liberó y presidió la República Socialista Italiana, con sede en Saló, que cubrió la parte del país ocupada por tropas nazis, con carácter simbólico, ya que el gobierno estaba a cargo de los militares. Seis meses después fue ajusticiado por un partisano (miembro de la “resistencia”) comunista.

En 1917 estalló La Revolución en Rusia, que en 1922 instituyó la Unión de Repúblicas Socialistas del Soviet (URSS). La encabezó Vladímir Iliich Uliánov, apodado Lenin (perteneciente al río Lena), quien sería primer Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo. El Partido Comunista Ruso asumió el poder central de gobierno.

Lenin adoptó el esquema marxista, modificado, por considerarlo “teoría puramente histórica [… que] no proporciona ciertamente la base de la política del partido comunista ruso después de su advenimiento al poder,” apunta Popper.[44] El enemigo a vencer era “el imperialismo, fase superior del capitalismo,” caracterizado por monopolios de producción y bancos fusionados con la industria que aportaban el capital financiero para conquistar y repartirse el mundo. Lo reputó “capitalismo de transición.”[45]

En 1919 se fundó Comintern (Communist International, Komintern en ruso) Tercera Internacional, organización mundial de partidos comunistas, que emprendió penetrante actividad para expandir su ideología por el planeta.

En 1924 asumió el gobierno soviético José (Jossif) Stalin,[46] quien estableció régimen absolutista totalitario marxista-leninista, asentado en represión policiaca y militar severa y sanguinaria. Avasalló a la burguesía y al pueblo por igual. Convirtió URSS en segunda potencia mundial y dominó buena parte del orbe. Vuelto tirano y opresor del pueblo debe encasillarse en la derecha. Tuvo su opositor “de izquierda:” León (Lev) Trotsky, quien advirtió que el régimen soviético sufría nefasto burocratismo totalitario y parasitario que frustraba los propósitos de La Revolución y creaba ambiente propicio para la contrarrevolución burguesa. “La prosperidad de la economía soviética provocó que el nivel de vida de la clase dirigente superara al de la masa y se diera una nueva diferenciación social. […] La sociedad soviética se encuentra dividida en una minoría privilegiada y segura y una mayoría que se mantiene al margen. Es más, en sus extremos esta iniquidad asume carácter de flagrante contraste,” diagnosticó en su libro La revolución traicionada.[47] Trotsky fue perseguido, exiliado y se refugió en México, donde fue asesinado por órdenes del dictador.

Alemania se constituyó República de Weimar al finalizar la Primera guerra mundial, en 1918. Al lastimoso estado de su economía se añadió ebullición entre socialdemócratas, socialistas y comunistas. En ese marco apareció Adolfo (Adolf) Hitler. Desempeñó varios puestos en el gobierno hasta encabezarlo en 1933, como canciller primero y jefe de Estado (Führer) después. Instauró régimen semejante al italiano, sostenido por cuerpos paramilitares de asalto (como los fasci de Mussolini), llamados camisas pardas, por su uniforme. Fundó el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores o Partido Nazi (acrónimo del alemán Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei), con la misión de emprender la “recontrucción nacional.” Se propuso exterminar “los peligros” que amenazaban a Alemania: el marxismo, “cuyo supremo objetivo es y será siempre la destrucción de todo Estado nacional;” la democracia, “que proporciona a esta peste mundial el campo propicio donde el mal se propaga; el “parlamentarismo mostrenco de inmundicia y de fuego;” los partidos burgueses, cuyo “máximo objetivo se concreta ya sólo a la defensa más apropiada de intereses egoístas,” y los socialdemócratas, quienes “no persiguen otro objetivo que preparar el terreno para la hegemonía del capitalismo internacional.”[48]

Los regímenes de Mussolini y Hitler se ostentaron como movimientos “progresistas;” ofrecieron desplazar a gobiernos incompetentes, impulsar el cambio y reivindicar a los trabajadores, típicos ofrecimientos de izquierda. Ambos mostraron encono contra la burguesía y el imperialismo capitalista. Aún así, varios autores los colocan en la extrema derecha. Es debatible. El Partido Nazi era “de los Trabajadores;” es decir, involucraba al proletariado. Atendió el llamado de Marx de implantar la “dictadura del proletariado.” Hitler enfatizó: “Los partidos «burgueses» de la «derecha» o de «centro», como ellos mismos se denominan, no pueden nunca contar con el apoyo de las masas proletarias, pues aquí tenemos dos mundos antagónicos, en parte natural, en parte artificialmente separados, y cuya actitud recíproca sólo puede ser la de lucha.”[49]

Hitler fue creyente y respetó a la Iglesia Católica. En julio de 1933 el Cardenal Secretario de Estado del Vaticano, Eugenio Pacelli (después Papa Pío XII) y el vicecanciller nazi Franz von Papen firmaron en Roma Concordato que garantizaba libertad de profesión práctica pública de la religión católica. Mas no significó que el Reich alemán aceptara principios ni siguiera dictados del Vaticano en la conducción de la política. Visto así, el fascismo es una versión de izquierda. Se movió a la derecha al implantar Estados absolutistas y relegar el interés colectivo, al caer en la paradoja de las revoluciones.

Lo mismo cabe decir de Stalin, quien sometió a la burguesía y al pueblo por igual; de Mao Tse-Tung (Zedong), en China; de Josip Broz (Tito), en Yugoslavia; de Gadaffi  (Khadaffi), en Libia; de Sadam Hussein, en Iraq; de Fidel Castro, en Cuba, y de Hugo Chávez, en Venezuela. Enarbolaron bandera socialista o comunista para instaurar dictaduras tiránicas, que no son “del proletariado,” como preveía Marx, sino de un grupo acaudillado por un líder oportunista y despótico. Las masas se utilizan como carne de cañón. Todos replican la paradoja de la revolución.

España merece comentario aparte. Pasada la guerra prevalecían atraso económico, desigualdad social, desempleo y convulsión política interna, en el marco de tensión internacional por el avance del fascismo, que fraccionaron la nación en dos corrientes políticas: republicanos y monárquicos, izquierda y derecha. En 1931 proclamó ser república, por segunda vez,[50] bajo gobierno socialista, que introdujo reformas agraria, religiosa, electoral, militar y autonómica. La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) formó brigadas de choque (fasci) al estilo de las italianas y alemanas y emprendió contrarreforma, que ocasionó insurrecciones, huelgas, represión, actos anticlericales, violencia y terrorismo. En 1936 las guarniciones militares de las colonias españolas en África se sublevaron y el país se partió en dos: una zona controlada por el gobierno republicano y otra por el Movimiento Nacional, de corte fascista, secundado por la Falange Española Tradicionalista, como partido único. En 1938 los alzados establecieron el Primer Gobierno Nacional de España en Burgos y Francisco Franco asumió los cargos de jefe de Estado y de gobierno, con el grado de “Generalísimo.” Derrotó a los republicanos en 1939 y se instaló en Madrid, donde rigió hasta su muerte en 1975. Seis años antes nombró sucesor a Juan Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII, ungido Rey dos días después del deceso. La izquierda fue derrotada por la derecha por desunión y pugnas entre anarquistas y socialistas y por el apoyo de Mussolini y Hitler, quienes aportaron tropa y ensayaron equipo bélico innovador que emplearían en la Segunda guerra. URSS y México auxiliaron a los republicanos, en corta escala. EUA, Francia y Reino Unido se mantuvieron al margen. La regencia de Franco puso orden y sentó las bases de un régimen moderno, con alternancia de gobiernos moderados de izquierda y derecha.

Al terminar la Segunda guerra mundial (1939-1945) el orbe se fragmentó en dos mundos nucleares —capitalista y comunista— enfrentados en la guerra fría: lucha política, económica, cultural, ideológica, científica, artística, espacial, donde acordaron no agredirse con armas nucleares. A su derredor giraba el Tercer Mundo: el subdesarrollado, cuyos países se alineaban en uno u otro lado. De hecho eran dos enormes imperios: capitalista versus socialista.

El planeta experimentó el empuje del “comunismo real,” llamado así por darse en la práctica, en la vida real. Instalado en URSS, China y sus satélites patrocinaba organismos y movimientos subversivos por todas las latitudes con la mira de conseguir adeptos, derrotar al capitalismo y ampliar su poder político y económico. Trotsky fundó en París La Cuarta Internacional en 1938. Mudó su sede a Nueva York al año siguiente, para huir de la guerra. Fue vehículo de penetración por todos los confines. Las izquierdas locales se plegaban a sus designios culturales y políticos, difundían su ideología y sufragaban activismo para desestabilizar gobiernos en el ámbito capitalista.

En EUA el senador Joseph McCarthy emprendió persecución tenaz contra sospechosos de ser comunistas, a quienes el Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso acusaba de deslealtad, subversión o traición a la patria por, sin evidencias contundentes. Sus tácticas, aglutinadas cono “macartismo,” son genérico de cualquier tipo de acoso político. Fue cacería de brujas de la derecha, al estilo de la Santa Inquisición.

En Hungría estalló una revolución en 1956. URSS invadió ese país para sofocarla. Esto alumbró el nacimiento de la nueva izquierda, en Londres, como reacción “contra la inhumanidad tanto del stalinismo como del capitalismo occidental” y a favor del “humanismo socialista.” Pretendió revivir el espíritu original del marxismo.[51] Adoptó valores como defensa de los derechos civiles, feminismo y ecologismo perseguidos por la izquierda clásica y ayudó a fomentar su aplicación práctica. Se le considera versión liviana (light) de socialismo.

Macartismo, represalias masivas del gobierno de Eisenhower, armamentismo, colonialismo e intervencionismo, guerra fría, más las calientes en Corea (1950-53) y Vietnam (1964-75) provocaron animadversión por lo gringo o yanqui por todos lados e inquietud interna. La juventud americana se rebeló y desplegó la contracultura, que se extendió por la Tierra en los años ‘60s. Se originó en universidades de EUA como protesta y se volvió movimiento de derechos civiles, del que se desprendieron la lucha de Martin Luther King a favor de los derechos de los negros; el agresivo y secesionista poder negro (Black Power), y el de Malcolm X. Llevó a la irrupción de los hippies,[52] quienes predicaban “amor, paz y libertad” e impugnaban convencionalismos religiosos, sexuales, de consumo de drogas, cohabitación, vestido, higiene, música, arte, actividad económica y otros. Su moral y estilo de vida trasminaron a la sociedad. En Francia e Italia tales prácticas se engarzaron a doctrinas socialistas y comunistas y cristalizaron en turbulencias estudiantiles en 1968 en París que se extendieron a varias ciudades, México entre ellas.

El ambiente fue propicio para que liberales tradicionales, persuadidos por la nueva izquierda y la contracultura, fraguaran en EUA el movimiento libertario y en 1971 organizaran el Partido Libertario (Libertarian Party), que hoy ocupa el tercer lugar por número de afiliados, con influencia en 23 países,[53] por lo que conviene abundar en el tema. 

Indiqué que el término libertario surgió en el siglo 18°, con varias connotaciones, entre ellas sinónimo y eufemismo de anarquista. Es reedición del liberalismo fundado por John Locke, en materia política, y por Adam Smith, en economía, quienes propusieron que el Estado interviniera lo menos posible en tales campos. Su lema es “dejar hacer, dejar pasar” (laissez-faire, laissez-passer), que pugna por librar a la gente del intervencionismo estatal y respetar el individualismo. Los neoliberales encasillan como conservadores a quienes se aferran al liberalismo clásico, y luchan para liberar a la gente del imperialismo e implantar el colectivismo.

En vista de cada quien considera liberar y liberal lo que dictan su ideología y conveniencia, el concepto se bifurca en “liberalismo de derecha” y “liberalismo de izquierda.”

El libertarismo adoptó ese apelativo para evitar confusión. Es filosofía individualista en lo social y respeta la propiedad privada en lo económico. Su principio central es “que toda persona tiene derecho a vivir su vida de cualquier modo que elija mientras respete los derechos de los demás […] y a defender sus derechos a la vida, la libertad y la propiedad,” anota Boaz.[54] Cada quien es responsable de sus actos. Debe existir orden en la sociedad, impuesto de manera espontánea por ella misma, no por la autoridad, mediante acciones coordinadas de sus miembros. Recomienda abolir instituciones autoritarias que subordinan las mayorías a las clases política y económica privilegiada y que el poder del Estado sea limitado a una minarquía (gobierno mínimo), con apenas fuerza suficiente para proteger a la sociedad. Lleva a recordar a Déjacque.

Al originarse se etiquetó de derecha, por encuadrar en el capitalismo. Adeptos opuestos al autoritarismo y a leyes que coartan libertades se sesgaron a la izquierda y crearon libertarismo socialista, anarquismo social o libertarismo de izquierda, que propone una sociedad donde no existan gobierno ni propiedad privada.

Daniel Burton introdujo anarquismo libertario, movimiento que busca obtener los mejores resultados en materia de libertades, leyes, economía y ambiente con acción directa. “Tiene en común con el libertarismo que aboga porque la gente sea libre para vivir sus vidas personales y financieras como les parezca. Tiene en común con el anarquismo que es una forma de completa oposición al Estado. El componente «acción directa» significa resistir los actos del Estado en el lugar donde suceden, en vez de tratar de cambiar al Estado a través de la urna electoral.”[55] Se nombra también anarcocapitalismo.

El “comunismo real” no abolió discrepancias sociales en URSS y satélites; más bien las ensanchó. Lo apuntó Trotsky. Sumado a burocratismo, gasto bélico excesivo y problemas económicos se debilitó, desprestigió y disolvió en 1991. Organismos, activistas y movimientos subversivos perdieron patrocinador y vitalidad al desaparecer URSS. Sobreviven, carentes de organización, objetivos y estrategias unificados. Se fragmentan en múltiples corrientes, pretensas herederas de una nueva Internacional, que se arrogan la misión de mantener vivo y reconstruir el movimiento. Van de reformismo conciliador a altermundismo. El primero reconoce que es inevitable el capitalismo globalizado y neoliberal y busca adaptarse a él, señalarle límites de actuación y conciliar intereses de poderosos y débiles. Los altermundistas son adversarios de la globalización: Zedillo les apodó globalifóbicos.[56] Atribuyen los males de la humanidad al neoliberalismo económico y la globalidad  —fase actual de capitalismo— donde los mercados rigen la vida a su arbitrio. Aspiran a crear “otro mundo,” ideal, fantástico, donde los mercados sean puros y justos y la riqueza se reparta en forma equitativa, como el soñado por Platón, More, Campanella, Owen y Marx. Organizan tumultos en ciudades donde sesionan organismos internacionales; protestan, sin especificar en qué consiste el “otro mundo” ni cómo construye.

Giddens recomendó la “tercera vía:” reconstruir Estado y gobierno como parte del proceso de profundización y extensión de la democracia, que “no proviene sólo, o incluso principalmente, del triunfo de las instituciones democrático-liberales sobre otras, sino de las fuerzas más profundas que están remodelando la sociedad global, entre ellas la demanda de autonomía individual y la emergencia de una ciudadanía más reflexiva. La democratización está desbordando la democracia. […] La crisis de la democracia viene de no ser suficientemente democrática.”[57] Propone nueva economía mixta, donde se asocien gobierno y sociedad civil con intención de renovar y adecuar la nación-Estado a las condiciones actuales y hacerla perdurable.[58]

Para terminar menciono la cultura islámica. Cubre 57 países en cuatro continentes, por lo que posee alta injerencia política internacional. Antes de la Segunda guerra mundial eran colonias europeas y absorbieron pensamiento occidental. Luego se independizaron y restablecieron tradiciones, se exacerbó su nacionalismo y a partir de los ‘80s han extendido el islamismo político, que lucha por implantar en su área regímenes con rasgos propios, no capitalistas ni comunistas, “amparados por la gracia de Alá.” El proceso es lento, dada la pluralidad de naciones-Estado: democracias, monarquías, dictaduras, de corrientes moderadas y conciliatorias o radicales y temibles, como el yijad, “esfuerzo en el camino de Dios,” Al Qaeda, Hamas y Hezbolá, cuya tarea es “hacer reinar los derechos de Alá y derrotar a quien agreda al islam.” Sostienen guerra santa  con el mundo cristiano, en forma de actividades terroristas por todos lados, señaladamente EUA, donde destruyeron las Torres gemelas de Nueva York en 2001. Su fanatismo tiene en jaque al mundo. Aunque son teocráticos se ubican en la izquierda política del espectro global.

 

  1. De Hidalgo a don Porfirio

 

Las corrientes políticas se modifican al ritmo de los acontecimientos, circunstancias y personajes de cada época y lugar. Esbocé lo ocurrido en el planeta en general. Ahora repaso lo sucedido en México y la participación de protagonistas notables de izquierda, sin descuidar los de derecha.

En Nueva España los españoles-europeos —así se denominaban los nacidos en la Península Ibérica— desempeñaban cargos gubernamentales principales, puestos eclesiásticos, detentaban poder, privilegios y obtenían concesiones de negocios más redituables. Se relegaba a los españoles-americanos —criollos y mestizos asimilados— quienes sobrellevaban envidia, indignación, frustración, odio, tensión y entablaban conflictos con la autoridad virreinal. La estructura productiva era feudal, anticuada y enclenque. La Iglesia poseía enorme territorio ocioso.  El grueso de la población mayoritaria —indios y mestizos— vivía en la ignorancia y miseria, sin percibirse posibilidad de desarrollo. La situación incubó grupos conspiradores y prendían intentos de sublevación en varios puntos del territorio. La Guerra de independencia estalló en 1810, instigada por criollos, deseosos de participar en el gobierno. Miguel Hidalgo y Costilla, sacerdote de ese origen, encabezó la insurrección que intentaba desterrar el “mal gobierno” y conseguir que hispanos nacidos aquí asumieran el poder, bajo la tutela del Rey. No pretendía emancipar el territorio. Su Grito[59] del 16 de septiembre fue:

“¡Viva la religión católica!

¡Viva Fernando VII!

¡Viva la Patria y reine por siempre en este Continente Americano nuestra sagrada patrona, la Santísima Virgen de Guadalupe!

¡Mueran los gachupines![60]  

¡Muera el mal gobierno!”[61]

 

Convocó a sus “amados compatriotas religiosos, hijos de esta América” a luchar por su “libertad política” y “conseguir la grande empresa de poner a los gachupines en su madre patria,” por ser “déspotas que hasta ahora os han oprimido.”[62]

Hidalgo era realista (partidario de Fernando VII), por su ascendencia ibérica. Esto y la formación clerical lo desliza a la derecha. Su ideología liberal lo hacía “autonomista” (partidario de gobierno autónomo), revolucionario y benefactor del pueblo, lo cual le inclina a la izquierda. Tal dispersión dificulta clasificarlo.

La rebelión se propagó, atizada por la miseria de indios y mestizos, a quienes se abría la oportunidad de matar gachupines, violar a sus mujeres, destruir y/o adueñarse de sus propiedades, descargar su resentimiento y lo primordial: obtener un pedazo de tierra y desterrar condiciones de servidumbre impuestas por el feudalismo colonial, que le dio contenido agrarista. Desconocían conceptos como patria, nación, Estado, libertad y soberanía. Tal era su confusión que vitoreaban a Fernando VII al atacar a sus tropas. El militar Ignacio Allende, segundo en el mando, se horrorizó del vandalismo con que actuaban y reclamó a Hidalgo su impotencia para reprimir la furia y desorden de sus huestes. Ambos, junto con Juan Aldama y Mariano Jiménez, fueron apresados y ajusticiados a los seis meses, tiempo que duró su epopeya.

José María Morelos y Pavón, sacerdote mestizo, precisó el enfoque y medios de la insurgencia. Organizó la estrategia militar. Instaló el Congreso del Anáhuac en Chilpancingo. Emitió la Declaración de independencia de la América Septentrional, donde hizo explícito el fin de emanciparse del monarca español.[63] Sintetizó su ideario liberal, democrático y nacionalista en el documento Sentimientos de la nación.[64] En 1814 promulgó en Apatzingán el Decreto constitucional para la libertad de la América Mexicana (primicia de Constitución), que no tuvo vigencia. Es evidente su alineación en la izquierda.

El Estado mexicano nació en 1821, al firmarse los Tratados de Córdoba, que lo reconocieron como imperio autónomo, presidido por Agustín de Iturbide, coronado emperador al otro año. El comienzo fue difícil, por atraso económico, penuria financiera, instituciones inadecuadas y escasez de personal con aptitudes y experiencia administrativa. Agustín I fue incapaz de organizar el Estado, hubo secesión de provincias y amenazaba romperse la unidad territorial.

Ante la falta de resultados y de perspectiva Antonio López de Santa Anna se sublevó a fines de 1822 y forzó a Iturbide a abdicar en marzo siguiente. Lo sustituyó un triunvirato, nombrado Supremo Poder Ejecutivo, que en 1824 emitió la Constitución e instaló la república Estados Unidos Mexicanos, clonada de Estados Unidos de América (EUA). En julio Iturbide fue acusado de traición a la patria y fusilado.

El estado social y económico del nuevo Estado era desastroso; imperaba inercia bélica generada en once años de batallas y no existía un proyecto definido de acción, lo que auspiciaba inestabilidad política crónica.  Los políticos tenían dos visiones distintas, igual que Hidalgo y Morelos. Unos se inclinaban por el régimen monárquico, con poder centralista, y por mantener los privilegios de la Iglesia y de los poderosos. Otros estaban a favor de la república, con orden federalista, en favor de los derechos humanos e igualdad ante la ley, secularización de la sociedad y desamortización de los bienes del clero. Es decir, conservadores frente a liberales. En otros términos: derecha versus izquierda, incapaces de concretar y unificar aspiraciones: se mantenían en pugna, daban bandazos de propósitos y estrategias y alentaban la inestabilidad. Hubo más de cuarenta presidentes de la República entre 1824 y 1855. Santa Anna ocupó el puesto once veces, para resolver emergencias. Sus “revoluciones” ─así las calificó Lucas Alamán─ cambiaban de tinte, según las circunstancias. Por un tiempo el federalismo se sustituyó por centralismo y dejó de regir la Constitución. Entre 1955 y 1960 se promulgaron las Leyes de reforma y nueva Constitución en 1957, que secularizaron el Estado, desamortizaron y nacionalizaron los bienes de la Iglesia y le retiraron privilegios. Fue trascendente viraje de izquierda, pues se quitó al clero más de la mitad de las tierras arables que poseía,[65] las mantenía improductivas y detentaba poder económico, político, ideológico y espiritual, que debía romperse para impulsar el avance. Los conservadores─la derecha─ las rechazaron y promovieron La guerra de reforma, que duró tres años.

En 1858 se instalaron dos gobiernos paralelos: liberal de Benito Juárez, en Guanajuato, después itinerante, y conservador de Félix Zuloaga, en ciudad de México. En 1861 Juárez triunfó y retornó a la Capital. Al año siguiente España, Francia y Reino Unido aliados enviaron una expedición armada para exigir el pago de la deuda contraída con ellos. España y Reino Unido se retiraron después de negociar. Las tropas de Napoleón III invadieron este país en 1863, con el propósito de implantar una monarquía. Juárez volvió a dejar la Capital, donde pocos meses después se instaló el Imperio de Maximiliano de Habsburgo, quien en corta gestión aplicó ideas liberales en beneficio de la población, opuesto al criterio de quienes le ofrecieron la corona. Suena incoherente, pero su gestión lo ubica en la izquierda.

En 1867 triunfó la República, Maximiliano I fue fusilado y se retiraron las tropas francesas. Juárez se trasladó a la ciudad de México y gobernó hasta su muerte en 1872. Actuó con mano fuerte, después de medio siglo de inestabilidad y estancamiento, fiel al consejo de Maquiavelo de implantar un Estado autoritario para que un país con desigualdades profundas se fortalezca y progrese,[66] y de Hobbes, quien arguye que toda sociedad requiere ser gobernada por el Leviatán, con autoridad absoluta para imponer orden.[67] El pensamiento liberal de él y sus colaboradores lo ubican en la izquierda. Empero, se aferró al mando por 14 años, cautivo de la paradoja de la revolución.

Porfirio Díaz estudió religión y derecho; pero destacó como militar, leal a la República, enemigo de la reelección. Contendió contra Juárez por la presidencia en 1867 y 1871 y fue derrotado. Inconforme con el último resultado, en 1872 formuló Plan de La Noria, donde expuso principios democráticos, antirreleccionistas;[68] con base en él emprendió su Revolución de La Noria, que abortó al morir Juárez, a quien sucedió Sebastián Lerdo de Tejada.

En 1876 Díaz contendió contra Lerdo. Éste fue reelecto y Díaz formuló su Plan de Tuxtepec, donde acusó al gobierno de despreciar y violar la moral y las leyes, convertir el sufragio en farsa, despreciar las instituciones y hacer imposible revolver los males por vía pacífica. Se sublevó otra vez en su Revolución de Tuxtepec.[69] Encabezó movimientos de derecha.

Don Porfirio ocupó la Presidencia de 1877 a 1880. Manuel González gobernó al cuatrienio siguiente. Díaz fue reelecto en 1884; instauró régimen de paz, modernización y desarrollo, auxiliado por personajes ilustres, denominados “los científicos,” que dieron prestigio a su administración. Mantuvo el poder hasta 1911. Se asoció al clero, empresarios y gobierno de EUA; fue conciliatorio con todas las corrientes; cooptó a intelectuales con puestos públicos, y amordazó a la prensa. Encabezó un gobierno poderoso. Quienes no se plegaban a su autoridad sufrían represión y violencia. Durante su periodo no se registraron amenazas socialistas ni comunistas, aun cuando los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, anarcosindicalistas, le combatieron desde sus periódicos Regeneración y El hijo del Ahuizote y en actos populares. Los exilió a EUA en 1904. En Saint Louis, Missouri, fundaron el Partido Liberal Mexicano (lo comento adelante), patrocinador de insurrecciones y huelgas en varios puntos, que fueron reprimidas.

Díaz presumió de democrático y antirreleccionista; pero el poder, la adulación, el éxito y la soberbia de dudar que hubiere alguien capaz de continuar su obra lo traicionaron, arrinconó su vocación y se convirtió en tirano, rodeado de cerrada oligarquía política y económica y consorcios extranjeros. Se ve de nuevo la paradoja de la revolución.

Juárez, caudillo civil, de izquierda, se mitificó como divinidad. Díaz, caudillo militar, de derecha, como demonio. Ambos dieron a México empujón definitivo. 

Los personajes mencionados en este capítulo aportaron inteligencia, voluntad y algunos su vida para independizar al país, organizarlo, estabilizarlo y encarrilarlo al futuro, con su forma propia de pensar, unos orientados a la izquierda, otros a la derecha. Después de larga gestación México empezó a funcionar como república en 1867 y arrancó su proceso evolutivo.

 

 

  1. La Revolución mexicana

 

 

México progresó ostensiblemente durante el régimen de don Porfirio: el Porfiriato. Pero él se eternizó en el poder y la riqueza estaba concentrada en pocas familias, mientras enorme masa de población se debatía en la miseria e ignorancia, encapsulada en régimen feudal de grandes haciendas, muy productivas en lo individual, pero sin beneficiar a la sociedad. La clase media era estrecha y se hallaba marginada. El clima fue propicio para que estallara La Revolución mexicana en noviembre de 1910, promovida por Francisco Y. Madero, empresario coahuilense, resuelto a instaurar democracia y hacer respetar la “no reelección.” En su Plan de San Luis expuso los términos de su alzamiento y ofreció restituir tierras a sus propietarios originales,[70] que lo sesga a la izquierda.

La guerra contra la dictadura duró seis meses, ya que don Porfirio renunció en mayo y emigró a Francia. Mas la mecha estaba prendida y desencadenó escaramuzas entre caudillos de todos colores que ambicionaban el poder: progresistas, agraristas, étnicos, sindicalistas, anarquistas, católicos, sinarquistas y otros. Las huestes “se iban a la bola” detrás del que fuera, por motivos semejantes a los de un siglo antes: combatir ahora a los hacendados, abusar de sus mujeres, destruir o adueñarse de sus propiedades, descargar su resentimiento, ilusionados en que les tocaría parcela propia. El Ejército, formado por leva en el medio rural, los combatía. Luchaban indios y mestizos contra seres de su misma raza y clase, en combates caóticos, sin contenido social ni burgués.

Los hermanos Flores Magón pretendieron independizar Baja California. Herón Proal se levantó en Veracruz. Fueron sofocados. Las revueltas de Francisco Villa en el norte y Emiliano Zapata en el sur se hicieron permanentes, a veces al lado del gobierno federal y otras en su contra. Pascual Orozco, Félix Díaz y Bernardo Reyes, de signo conservador, encabezaron sendas operaciones. Madero gastó cuantiosos recursos, tiempo y energía en combatirlos. Al inicio de 1913 fue traicionado, destituido, asesinado y suplantado por Victoriano Huerta, en complicidad con Félix Díaz y el embajador de EUA.

Venustiano Carranza se levantó contra Huerta; se proclamó Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y obligó al usurpador a renunciar en 1914. Bajo su gobierno se promulgó la Constitución de 1917, que hizo explícitos los derechos humanos, expresados como “garantías individuales” y estableció directrices programáticas en materia agraria, condiciones laborales y relaciones con la Iglesia —se alardea de que fue el primer caso en el mundo. Organizó el sistema electoral y convocó a sufragio, donde resultó electo presidente constitucional. Se inclinó a la izquierda.

La Constitución recogió aspiraciones de los caudillos y los plasmó en ideología de perfil socialdemócrata, que daría a los presidentes “emanados de La Revolución” opciones de ejercer su gestión con flexibilidad, según exigencias del momento, convicciones y estilo personal de cada uno. La Revolución se consagró como mito y paradigma de izquierda moderada, nacionalista y revolucionaria.

Simpatizantes de Álvaro Obregón se rebelaron contra Carranza en 1920 y le asesinaron. Lo sustituyó Adolfo de la Huerta, quien convocó a elección que otorgó la presidencia a Obregón. Éste continuó el reparto agrario, reglamentó jornadas de trabajo y salarios mínimos, emprendió campañas de alfabetización y aplicó restricciones a la Iglesia. Parecía sesgado a la izquierda.

Le sucedió Plutarco Elías Calles en 1924.[71] Sentó los cimientos del México moderno, acentuó la intervención estatal en la economía; construyó grandes obras de infraestructura; fundó Banco de México, y reorganizó el sistema financiero. Fue rígido con la Iglesia, por lo que en 1926 estalló la Guerra cristera,[72] promovida por el clero y la derecha radical, que exigían al gobierno devolver a la Iglesia privilegios de que disfrutaba antes de La reforma juarista. Duró tres años, concentrada en el Bajío, occidente y centro. Abrazó izquierda fascistoide.

Obregón pretendió gobernar otra vez, en desacato al principio de “no reelección,” mística de La Revolución. Lo asesinó un fanático religioso en 1928.

Al año siguiente Calles aglutinó caudillos, jefes militares, facciones, caciques y organismos en el Partido Nacional Revolucionario (PNR). Al disciplinarse terminó la vorágine. Le dio cariz de partido de masas, tutelar de las garantías de los trabajadores, como el nazi. “Concluyó la era de los caudillos y arrancó la era de las instituciones,” proclamó. Se designó Jefe Máximo de La Revolución y utilizó el Partido para organizar, coordinar y controlar al Presidente, gobernadores, legislaturas y poderes judiciales en todo el país. Lo regenteó entre 1928 y 1935, período conocido como Maximato.[73]

Lázaro Cárdenas fue electo presidente en 1934, entonces por seis años. Por ley debía apegarse al programa de gobierno elaborado por el Partido: el Plan sexenal, inspirado en el Plan quinquenal de URSS. Un año después se desprendió de la tutela de Calles. Apuntaló la estructura piramidal sobre los poderes y gobiernos estatales, para neutralizar señoríos y cacicazgos, que consolidaron la autoridad presidencial. Combinó tácticas nacionalsocialistas, demagógicas, con matices centralista, corporativista y desarrollista, ajustados al credo revolucionario. Atrajo a intelectuales y apaciguó a activistas de izquierda, quienes no le veían sentido rebelarse contra un régimen nacionalista y populista,[74] que repartía tierras y expropiaba empresas ferrocarrileras y petroleras. Hacia el fin de su periodo suavizó su política y pactó con empresarios. Viró a la derecha presionado por Reino Unido y EUA, dolidos por sus expropiaciones, ante la inminencia de guerra en Europa y para consumar sus proyectos. Aún así, las izquierdas lo veneran como mito e icono.

Por esas fechas se formó la sociedad secreta La base, de raíces cristeras, decidida a que la Iglesia y la religión católicas recobraran fuerza y prerrogativas. En 1937 se fundó Unión Nacional Sinarquista (UNS), “ardiente defensor de la justicia,” en León, Guanajuato. Declaró: la libertad “es la más sagrada conquista de la humanidad y luchará incansablemente hasta conseguir que impere en nuestra Patria.” Se fijó como meta: “implantar en México el Reinado Social de Cristo desde una visión estrictamente católica.”[75] Se definió nacionalista, democrática, popular y social comunitaria. Sinarquismo deriva del griego syn (syn) = con, y arjê [arc] = mando, poder, autoridad. Para éste la religión se encuentra encima de todo y al Estado corresponde sólo lo mundano. Propugna porque el gobierno controle el capital, en régimen colaboracionista formado por trabajadores y pequeños propietarios autosuficientes, donde la riqueza se distribuya con equidad. No encaró abiertamente al gobierno de Cárdenas, aun cuando luchaba contra él. Se manifestó enemiga del Partido Comunista Mexicano. Estableció estructura funcional y eficiente. Llenaba aspiraciones de las clases populares, por su vocación religiosa, y de las medias y altas, inconformes con el estilo nacionalsocialista y autoritario de aquél, por lo que atrajo numerosos adherentes. En 1943 tenía 250,000 miembros. Sumados a familiares superaban un millón, 5% de la población, calcula Leinert.[76]

PNR se trasformó en Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938, con cuatro sectores: obrero, campesino, popular y militar. Se desmilitarizó a los dos años: el Ejército dejó de ser sector y se integró a la administración central, como Secretaría de la Defensa Nacional.

Manuel Ávila Camacho sucedió a Cárdenas en 1940. Militar inadvertido, moderado, conciliador, fue seleccionado para que su gestión no opacara los logros cardenistas. Con él nació la alternancia sexenal entre un presidente activo, enérgico, y uno calmado, conciliador, “Ley del péndulo,” vigente hasta 1970. La  industrialización recibió fuerte impulso, favorecida por la Segunda guerra mundial, emanada de que los países contendientes, desarrollados, se concentraban en guerra y producción bélica y los mercados quedaron abiertos a economías con industria incipiente, como la mexicana. 

Seis años más tarde PRM se trasformó en Partido Revolucionario Institucional (PRI), título metafórico para connotar que La Revolución sería permanente.[77] El concepto lo insinuó Marx y lo precisó Trotsky: “La conquista del poder por el proletariado no significa el coronamiento de la revolución, sino simplemente su iniciación. La edificación socialista sólo se concibe sobre la base de la lucha de clases en el terreno nacional e internacional. […] Esta lucha tiene que conducir inevitablemente; a explosiones de guerra interna, es decir, civil, y exterior, revolucionaría. En esto consiste el carácter permanente de la revolución socialista.”[78] Se enfatizó el carácter izquierdista del esquema político.

Miguel Alemán ocupó la presidencia bajo el nuevo membrete. Reemplazó militares por civiles y amplió la participación de la clase media en el gobierno. Promovió la inversión, nacional y foránea, aceleró la industrialización y sentó las bases del “desarrollo estabilizador” registrado entre 1954 y 1970,[79] llamado así por conseguir veloz crecimiento económico sin inflación, gracias a condiciones inmejorables: abundantes recursos sin explotar; productividad creciente; importación restringida, que proveía compradores cautivos; mercado interno en expansión; disciplina presupuestal y monetaria; paz interna, en medio del  auge de posguerra en el Primer mundo, que remolcó a todos. Monsiváis se refiere a esa época como “días de la credulidad, de fe en lo absoluto de la bonanza, en lo inmaculado y pródigo de la abundancia.”[80]

En 1955 se formó en Puebla Organización Nacional del Yunque, con objeto de atajar al régimen revolucionario y a la “conjura judeomasónica comunista,” informa Delgado,[81] de claro tono fascista. En los ‘60s se trasladó al Distrito Federal. Es sociedad secreta religiosa que recluta jóvenes para adoctrinarlos y adiestrarlos en el combate físico e ideológico para conquistar el poder público e instaurar el “Reino de Dios en la Tierra,” infiltrarse en los altos mandos del gobierno y someterlo al mandato de la Iglesia Católica Romana. Se nombra Yunque porque sus miembros deben ser como ese artefacto: por mucho que se golpee mantiene su forma. Son radicales y violentos, como todo fanático. Sus brazos armados son MURO (Movimiento Universitario de Renovadora Orientación) y Tecos (“sociedad secreta”) de la Universidad Autónoma de Guadalajara.

Calles estabilizó La Revolución. Cárdenas la consolidó. Alemán la institucionalizó. El mito adquirió carácter sagrado: se hizo religión, “sistema compartido de creencias y prácticas asociadas, que se articulan en torno a la naturaleza de las fuerzas que configuran el destino de los seres humanos,” define Lenski.[82] Se sustentó en la Fe, regida por misterios, doctrina, dogmas, reglas, instituciones y programa. Se glorificó como ideal de acción colectiva en busca del fin común: el desarrollo nacional. Sus devotos respetaban sus cánones, se disciplinaban a sus mandamientos y le rendían pleitesía, en pos de la salvación, de alcanzar el Nirvana que significa detentar el poder y disfrutar del presupuesto público. En 1938 se santificó su santuario, en la estructura del frustrado proyecto de Palacio Legislativo, cuya primera piedra colocó don Porfirio en 1910. Las cuatro columnas del Monumento de La Revolución ostentan esculturas alegóricas de La independencia y las Leyes de reforma, la obrera y la agraria. Allí yacen restos de Madero, Villa, Carranza, Calles y Cárdenas.

El cambio sexenal era un acto cosmogónico, al estilo de los soles aztecas: se abría nueva era (Sol nuevo) que auguraba hechos trascendentales, aceptados como credos. Se revivía el “mito del eterno retorno” de las culturas primitivas,[83] simbolismo de regeneración periódica de la vida, que por varias décadas contribuyó a mantener la paz e impulsar la economía.

En México se instauró régimen político sui generis, operado por el PRI, responsable de organizar el “cambio regular de gobernantes, con intervención de la mayor parte posible de la población,” requisitos especificados por Lipset para considerarlo democracia.[84] Tenía legitimidad, por ser “arreglo institucional para llegar a decisiones políticas por las cuales ciertos individuos adquieren el poder de decidir mediante una lucha competitiva por el voto del pueblo,” según especifica Schumpeter.[85] Su hegemonía perduró hasta el fin del siglo 20º.

El régimen fue presidencialista. El poder del titular era incuestionable durante el plazo legal de seis años, acatado en cumplimiento del principio de no reelección. Ejercía poder piramidal sobre los poderes federales, estatales y municipales. Concentraba facultades, coordinaba acciones legislativas, judiciales y ejecutivas y tomaba o aprobaba las decisiones que forjaron el destino nacional durante siete décadas.

La fórmula resultó provechosa, discurre González Casanova: “El régimen presidencialista sirvió para acabar con las conspiraciones del Legislativo, del ejército y del clero. […] El partido predominante sirvió para acabar con los caudillos y sus partidos de membrete. […] El régimen centralista […] para acabar con los feudos regionales. […] La intervención en el gobierno local […] para controlar a los caciques locales. […] El Estado empresario fue la base de una política nacional de desarrollo económico e industrial. […] Todos estos hechos y experiencias prueban que habría sido insensato aplicar al pie de la letra la  teoría clásica de la democracia.”[86]

PRI se localiza en el centro del espectro político, sesgado a la izquierda, con versión propia de democracia social. Es miembro de la Internacional socialista, igual que PRD. Ha sido aposento de personajes de izquierda valiosos, quienes desde la administración central, legislaturas, organismos y gobiernos locales han introducido ideas y aportado decisiones que coadyuvaron a dar contenido social a las políticas públicas.

 

 

  1. Postrevolución

 

El sistema político implantado por La Revolución mantuvo a México en calma política mientras Centro y Sudamérica sufrían dictaduras y golpes de Estado persistentes. Inspiró a Mario Vargas Llosa a designarlo “dictadura perfecta,” por combinar con eficacia ventajas de democracia y tiranía.[87] Fue calificativo ocurrente, aunque inexacto. Sartori explica: México “ingeniosamente se las arregló para retirar a sus dictadores cada 6 años. No obstante, […] si un dictador en verdad es un dictador, no se le podría retirar. Los dictadores lo son porque «dictan» las leyes a su discreción. […] Los presidentes mexicanos tienen poderes casi dictatoriales, pero no […] son dictadores.”[88]

La tranquilidad se vio amenazada a fines de los ‘50s, por repercusión de la Guerra fría; inquietud política en Europa, y advenimiento de Fidel Castro en Cuba. En América Latina brotaron grupos sediciosos de izquierda: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC); Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, en El Salvador; Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca; Unificación Democrática, en Honduras; Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Nicaragua; Sendero Luminoso, en Perú, y Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros, en Uruguay.

A pesar de que México vivía clima de paz y progreso, la rebelión ha estado latente desde 1810 ─advierte Montemayor─ y se reanima de manera encadenada. Según él, la guerra de Independencia dejó raíces donde afloraron las de Texas, contra EUA, de Reforma, contra los franceses y contra Maximiliano. En ellas se incubó La Revolución y luego La cristera.[89]

Apostillo su dictamen: los mexicanos son proclives a la guerra, según prescribe el Himno nacional, puesto que la patria “Un soldado en cada hijo te dio.” Lo confirma lo que siguió.  

En la etapa posterior a 1929, de Postrevolución, germinaron invasión de tierras, guerrillas, levantamientos, terrorismo, movilizaciones, bloqueos, marchas, plantones y otras expresiones típicas de “la izquierda,” atizados por problemas crónicos: desigualdad, ignorancia, marginación, desempleo, corrupción, abuso, impunidad, injusticia, desamparo judicial, criminalidad. Las autoridades los han reprimido con violencia y apuntalaron el ánimo belicoso, en un escenario donde impera desconfianza en el gobierno y no existen hábito, cultura ni condiciones para dialogar. Autoritarismo, ineptitud, impericia, indolencia, leyes improcedentes, instituciones obsoletas han entorpecido concretar acuerdos para reformar el Estado e instituir régimen apropiado a la realidad, lo cual genera ebullición constante, de varios matices y auspició la guerrilla, como ramificación de contiendas anteriores, sostiene Montemayor.[90] Distingue urbana y rural.

La guerrilla urbana se nutre de jóvenes imbuidos de ideología marxista, combativos. Ha habido autónomas e instigadas por movimientos internacionales. Activistas profesionales las organizan, preparan y participan. Cometen actos terroristas para allegarse recursos financieros, dar a conocer sus exigencias e intimidar a los ciudadanos para que presionen a las autoridades. Atentan contra dependencias públicas, bancos, empresas, aeropuertos, vías de comunicación, instalaciones petroleras, edificios, sitios concurridos, teatros, restaurantes, hoteles, secuestran a personajes importantes y agreden en masa. Emplean explosivos, armas, carteles, cartas intimidatorias, paquetes o sobres con sustancias tóxicas y cualquier cosa que provoque miedo e induzca al gobierno a cumplir sus peticiones. Su peligrosidad depende de su radicalismo: lo mismo amedrentan sin lesionar personas o las asesinan con saña. Los medios de difusión trasmiten sus mensajes, les hacen publicidad y les crean fama, con tal de atraer lectores y audiencia. Son movimientos “de izquierda,” ajenos a delincuentes, pandillas de jóvenes descarriados y “tribus urbanas.”

La guerrilla rural la integran campesinos, víctimas de explotación, despojo, discriminación y desamparo legal. Demandan que se les satisfagan carencias básicas. Los mueve la devoción por la tierra. No entienden ni les interesan los ideales marxistas. Desconfían de agentes que los tratan con desdén y burla al inculcarles su ideología.[91] El líder suele ser de la misma comunidad. Entretejen trama social compacta que se esparce por montañas, cañadas, ríos y llanuras y abastece información, personal, pertrechos y provisiones. Enfrentan al enemigo de manera directa, a cielo abierto, en su propio territorio, en ataques sorpresivos fugaces. Operan en grupos pequeños, se movilizan con rapidez y desaparecen, confundidos con la población civil, que los oculta. Sus actos no son crueles ni sanguinarios.

Montemayor advierte: no es posible “señalar una línea divisoria clara entre los grupos propiamente armados y las organizaciones populares activas, cambiantes y complejas que enarbolaron reivindicaciones agrarias, magisteriales o sindicales.”[92]

La ebullición comenzó en 1958, cuando los ferrocarrileros se declararon en paro dos veces y su líder Demetrio Vallejo fue encarcelado once años. Incitó revueltas guerrilleras organizadas por agentes comunistas, auxiliados por jóvenes mexicanos adiestrados en la Universidad de la Amistad de los Pueblos Patricio Lumumba, de Moscú. No prosperaron porque se apresó a sus líderes y se les encausó por el delito de “disolución social,” creado ex professo.

En 1962 asesinaron cerca de Xochicalco, Morelos, a Rubén Jaramillo, en compañía de su esposa embarazada y tres hijos, poco después de haber recibido amnistía del presidente López Mateos. Jaramillo era veterano zapatista, cardenista, político, comunista, guerrillero, invasor de tierras, líder emblemático en ese Estado y dos veces candidato a gobernador. Desde 1942 luchó corporal y legalmente por la reivindicación de los campesinos. Su sacrificio le encumbró como mártir e inspiración de grupos agraristas clandestinos y avivó la hoguera.

El primer estallido sangriento ocurrió en Chihuahua. Grupo Popular Guerrillero (GPG), formado por profesores rurales, estudiantes y campesinos, instigados por el Partido Popular Socialista (PPS), atacó la guarnición militar de Ciudad Madera el 23 de septiembre de 1965. Murieron cinco militares y ocho guerrilleros.

Dos años después se formó la Liga Comunista 23 de Septiembre, de corte urbano marxista-leninista, dispuesta a “terminar con el régimen priísta autoritario y corrupto.” Ejecutó asaltos, secuestros, toma de empresas y otras acciones en DF y principales ciudades. Las fuerzas federales mantuvieron larga lucha para erradicarla. Sus miembros fueron detenidos o desaparecidos, hasta su extinción a principios de los ‘80s.

En los ‘60s emergió en Guerrero Genaro Vázquez Rojas, profesor rural, incitador de manifestaciones en repudio al gobernador de ese Estado, que lo enviaron a la cárcel. Al ser liberado en 1968 encabezó la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), grupo guerrillero que operó en la Sierra guerrerense hasta 1972, al perecer en accidente automovilístico.[93]

En 1967 surgió Lucio Cabañas, también profesor rural, en la misma región guerrerense, al frente del grupo Partido de los Pobres (PDLP). Lo persiguió el Ejército hasta 1974, cuando fue acribillado en combate.[94]

El gobierno emprendió varias campañas antiguerrilla en el campo, donde se facilita localizar a los rebeldes, pues en las urbes se esfuman entre la muchedumbre, calles, vecindades y viviendas bifurcadas en laberintos insondables. En paralelo se construyeron caminos e instalaron redes telefónicas, energía eléctrica, centros de salud y tiendas Conasupo.[95] A fin de cuentas se enriqueció la infraestructura.

En los Estados de México, Puebla, Oaxaca y Jalisco un activista guatemalteco adiestrado en Vietnam organizó el Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP). Introdujo la “guerra popular prolongada,” practicada en Asia, y el uso de explosivos de alto poder. Es “la organización más peligrosa de México,” previno Acosta Chaparro.[96] Se fusionó a otros grupos y en 1996 formó Ejército Popular Revolucionario (EPR), que todavía despliega intensa actividad subversiva por todo el país.

En la misma época se formó Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), grupo guerrillero comunista integrado por mexicanos aleccionados en la Universidad Patricio Lumumba, con patrocinio del gobierno de Corea del Norte. Lo confirma Woldenberg: “Ahí, en campos militares [varios grupos de jóvenes] recibieron adiestramiento para iniciar la revolución.”[97] Fue aniquilado por fuerzas federales y sus integrantes murieron o desaparecieron. “Se trató de un sueño que de inmediato se convirtió en pesadilla. […] Se trató de una apuesta cargada de ingenuidad y coraje, de finalidades nobles conjugadas con uno de los perores métodos de lucha.” agrega.[98]

La comunidad católica también emprende acciones “de izquierda.” En la primera mitad del siglo 20° un grupo de obispos latinoamericanos discurrieron que su Iglesia no atendía carencias de la región ─pobreza, ignorancia y marginación─ en tanto protestantismo, comunismo y secularismo lo hacían y les ganaban feligreses. En respuesta movilizaron grupos de Acción católica para atraer estudiantes y obreros.

En 1955 el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) celebró reunión en Río de Janeiro, donde planteó ¿qué posición adoptar ante el injusto orden social existente? La cuestión quedó en el aire.

En México cardenistas, socialistas, comunistas y otros afines organizaron Movimiento de Liberación Nacional (MLN) en 1961, para unificar corrientes de izquierda, pugnar por la democratización de México y luchar contra “el imperialismo.” Lo encabezaba Lázaro Cárdenas. El gobierno de López Mateos respondió con campaña de apoyo popular a su régimen, auxiliado por el Frente Cívico Mexicano de Afirmación Revolucionaria, ligado al PRI. MLN desapareció a los seis años por discrepancias y divisiones internas.

El sacerdote colombiano Camilo Torres Restrepo se unió a la guerrilla en su país en 1965 y murió en combate a los pocos meses.

En 1968 tuvo lugar la segunda reunión de CELAM en Medellín, Colombia, con intención de aplicar en América Latina recomendaciones del segundo Concilio vaticano. Los obispos ofrecieron participar en la lucha de los pueblos oprimidos contra los poderosos y trabajar para su liberación con doctrina propia: la Teología de la liberación. Ésta contiene premisas sociales parecidas a las marxistas, por lo que la Congregación para la Doctrina de la Fe ─sucesora de la Santa Inquisición─ la censuró por ser incompatible con la palabra de Cristo, cuando la presidía Joseph Ratzinger, que fuera papa Benedicto XVI.

Los partidarios de dicha Teología de la liberación aducen que sustentar tesis similares a las de Marx no convierte en marxista su doctrina. Muestra “el rostro socialista de lo eclesiástico,” opina Lorenzatti.[99] Tajar Chaouch observa: “identificó la lucha contra la pobreza y el subdesarrollo con la lucha antiimperialista y anticapitalista. […] El acercamiento entre sectores cristianos y marxista despertó también entusiasmos. Por fin parecía haberse superado la contradicción histórica y filosófica entre ambos. […] Interesaba por ser la expresión del compromiso revolucionario de clérigos y militantes católicos en el terreno de la acción colectiva.”[100] Su labor central es pastoral, formativa y de obra social. Algunos seguidores se involucran en organizaciones no gubernamentales (ONGs) y movimientos populares. Los jesuitas crearon centros de Investigación y acción social en ciudades importantes para colaborar en la causa. En México se desplegaron por varias zonas, en particular Cuernavaca y San Cristóbal de la Casas, diócesis a cargo de los obispos Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruiz.

Disturbios estudiantiles en París, Praga y otras ciudades contagiaron a México en 1968. Los activó un altercado callejero entre alumnos de dos escuelas vocacionales de la capital. Fue reprimido con violencia por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, temeroso de que enturbiara la Olimpiada, por celebrarse allí ese año. Disparó movimiento popular espontáneo, que se esparció por todo el país, espoleado por conspiradores marxistas leninistas incrustados en el Consejo Nacional de Huelga (CNH). Culminó en la “matanza de Tlatelolco” del 2 de octubre, donde murieron o desaparecieron número indeterminado de personas, sobre todo jóvenes.

El gobierno de Luis Echeverría respondió con “guerra de baja intensidad” o “guerra sucia,” que condujo a otra masacre ─“matanza del jueves de corpus”─ el 10 de junio de 1972 y larga lista de actos reprobables, con muertos o desaparecidos. Por lo demás, la economía dio muestras de flaqueza, por receso en EUA y porque el desarrollismo demostró ser ineficaz. Para calmar los ánimos enarboló estandarte de izquierda; ofreció apertura democrática; removió a políticos tradicionales; acogió a intelectuales de izquierda y líderes de 1968; reprimió a la prensa, para borrar el recuerdo de las masacres; ratificó el control laboral, para vigorizar la autoridad gubernamental, chocó con el sector empresarial, e instrumentó estrategia populista, estatizante, que cuadruplicó la deuda pública y combatió el “antiimperialismo” de EUA, que confluyeron en aguda crisis económica en 1976.

Los grupos guerrilleros se reprodujeron y cundieron robos a bancos, asaltos a comercios, secuestros, bombazos, terrorismo y asesinatos. Durante los ‘60s y ‘70s las fuerzas armadas de México enfrentaron 43 movimientos en el campo y la ciudad, informa Sierra.[101] “La izquierda” se comportó con salvajismo. En el sexenio de Echeverría secuestraron al gobernador electo de Guerrero, el secretario de Turismo, el suegro del Presidente en funciones, la hermana del Presidente electo y asesinaron al principal empresario de Monterrey. Esto da idea de la magnitud del conflicto.

Profesores y estudiantes de la Escuela Nacional de Agricultura, en Chapingo, fundaron Antorcha Campesina en 1974, con la labor de congregar desprotegidos y ayudarles a que el gobierno atienda sus necesidades inmediatas y mejore sus condiciones de vida. Extendió sus actividades por toda la república: organiza movilizaciones, bloqueos, marchas y publica desplegados. A partir de los ‘80s crearon Antorcha Popular, Antorcha Estudiantil y Antorcha Obrera. Las cuatro integran el Movimiento Antorchista.

La crisis de 1976 agravó el malestar popular, la degradación social y excitaron anomia, rebeldía política, desobediencia civil y criminalidad. Se perdió respeto a las leyes, se debilitó el gobierno y suscitó la agonía de La Revolución. Para reanimarla el presidente José López Portillo emprendió la “reforma política” de 1977 y aprovechó el auge del mercado petrolero mundial para impulsar la economía y aseguró que la tarea futura consistiría en la tarea sería la “administración de la abundancia.” Causó tal desbarajuste que al desplomarse el precio del petróleo México se declaró en moratoria de la deuda externa, que se contagió a otros países y culminó con nueva crisis económica en 1982.

Ambos presidentes causaron la muerte de La Revolución. El mismo López Portillo se nombró “último presidente de La Revolución,” en entrevista concedida a la revista Proceso en noviembre de 1992. La economía quedó en estado desastroso y ocasionó que los dos sexenios se califiquen como “la docena trágica,” parangón de los diez días que duró la asonada que destituyó y asesinó a Madero.

Para rescatar la economía el presidente Miguel de la Madrid acometió la adaptación tardía a la globalidad neoliberal en 1985: adelgazó el gobierno; desvaneció su papel de benefactor y rector de la economía; privatizó empresas; reconvirtió la industria, y modernizó el comercio. Impuso severas medidas de estabilización y reactivación. Suscribió pactos de solidaridad con la sociedad en busca de apoyo y corresponsabilidad, que implicaron sacrificios. Aplicó políticas “de derecha.”

En septiembre fuertes terremotos destruyeron amplia zona de la ciudad de México. El gobierno federal reaccionó con lentitud. Al atenuarse el paternalismo la gente se sintió abandonada y desprotegida. Antes se criticaba al Estado por poderoso y autoritario. Ahora se quejaba de su debilidad e indulgencia. Se alteró la conciencia nacional y provocó resistencia al cambio. Organismos civiles promovieron movilizaciones de protesta y grupos de izquierda incitaron a combatir al capitalismo para desterrarlo e instituir régimen socialista.

En 1986 se fundó Partido Verde Mexicano, con el lema de proteger el ambiente y los recursos naturales, así como combatir la corrupción.  Su creador aprovechó la preocupación por el desgaste que sufre el ambiente y enarboló la bandera de la Revolución verde, iniciada por Norman Borlaug en Sonora en los años ‘40s a ‘70s, que apadrinó EUA y se irradió por el mundo, secundado por la organización Greenpeace, creada en Vancouver en 1971, con ramas por todo el orbe. El Partido agregó Ecologista a su nombre en 1993. Es acomodaticio: lo mismo se asocia a PAN, PRI, PRD y el que sea, con tal de obtener posiciones. Greenpeace niega que sea ecologista y lo tilda de oportunista político. Es negocio familiar próspero, gracias a que convence a amantes de la naturaleza y a la flexibilidad con que opera. Ocupa el cuarto sitio de representación popular.

 Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, priistas de renombre, integraron la Corriente democrática de su partido en 1987, para promover su reestructuración, abrirlo a la participación de la sociedad civil y desterrar el autoritarismo. Se les ignoró, dejaron el PRI y se aliaron a grupos de izquierda y PVEM en el Frente Democrático Nacional (FDN), que postuló a Cuauhtémoc candidato a la Presidencia en los comicios de 1988 (lo relato adelante).

En esos tiempos se integró Frente Popular Francisco Villa Independiente (FOFVI) en la ciudad de México, bajo la amenaza de que como el gobierno no soluciona la escasez de vivienda ellos lo harían por medios propios. Es organización multisectorial popular. Invade terrenos, los reparte, ayuda a fincar viviendas y forma colonias urbanas. Lo complementa con movilizaciones, bloqueos, plantones y acciones de todo tipo en apoyo de sus fines y de todo movimiento afín. Representan a “la izquierda” nefasta.

Pequeñas congregaciones realizan labores semejantes: aglutinan personas con intereses comunes: vendedores ambulantes, tianguistas, taxis piratas, franeleros, colonos, ancianos, deudores de la banca (El barzón), comuneros de Atenco, afiliados al sindicato de la desaparecida Compañía de Luz y Fuerza, etc. Aportan acarreados en actos de protesta, repudio o respaldo político de cualquier tipo en centros neurálgicos, para entorpecer la vida ciudadana y presionar y extorsionar a las autoridades. Sus líderes obtienen dinero y puestos en gobiernos y legislaturas. Agrupados con otros forman bandas combativas, con función parecida a los fasci de Mussolini y Hitler.

En 1993 asesinaron al arzobispo de Guadalajara. En enero de 1994 irrumpió en Chiapas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Poco después mataron al candidato presidencial del PRI y al líder de este partido. Fue abierta provocación a Iglesia Católica, Ejército Mexicano y sistema político, proveniente de “la izquierda.”

EZLN, formado por pequeño grupo de indios,[102] encabezados por un blanco encapuchado, alias Subcomandante Marcos, se levantó en armas en Chiapas, declaró la guerra al gobierno federal y se posesionó de 30 de 118 municipios, que declaró “autónomos.”[103] El acontecimiento fue acto oportunista y farsa mediática, más que movimiento popular; pero sacudió la conciencia de México, provocó agitación política e influyó en la crisis financiera de diciembre de 1994. Alertó que los indios sufren carencias y pueden detonar conflagración mayor. Montemayor puntualiza: “México ha tenido y seguirá teniendo la insurrección guerrillera como la expresión natural, social, política, indígena, agraria, que nos avisa que debemos cambiar o que no somos aún lo que debemos ser. En cada momento los guerrilleros exigen de la sociedad entera un cambio. Y lo consiguen, a veces después de muertos, a pesar de todo.”[104]

La irrupción del EZLN mostró que “el país ha vivido, sin saberlo quizás la mayoría de los mexicanos, en una lucha guerrillera casi ininterrumpida a lo largo de por lo menos treinta años: desde 1965, [… porque] los levantamientos armados populares, y fundamentalmente campesinos, no tienen un brote súbito y repentino; […] poseen una gran resistencia que a lo largo de siglos se ha mostrado como uno de sus rasgos distintivos,” escribe Montemayor.[105]

Hernández Navarro anota: las rebeliones sociales “se diferencian de las tradicionales movilizaciones por la tierra o la lucha contra la pobreza […] en que tienen como eje de acción central reivindicaciones étnicas. Sus actores se asumen ya no como campesinos sino como indios. Sus organizaciones […] se han transformado de agrarias o económico-productivas en etno-políticas. […] Presionan por su reconocimiento político diferenciado, como sujeto colectivo, y no solamente por el acceso individual a los derechos ciudadanos.”[106]

Taylor lo entiende así: “la democracia desembocó en una política de reconocimiento igualitario, que adoptó varias formas al paso de los años, y que ahora retorna en la forma de exigencia de igualdad de status para las culturas.” La necesidad de reconocimiento “es una de las fuerzas que impelen a los movimientos nacionalistas en política.”[107]

En 1995 la policía estatal de Guerrero acribilló en el vado Aguas Blancas a 17 miembros de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) cuando se dirigían a Atoyac de Álvarez a un mitin político. La masacre causó indignación, protestas y la constitución del Ejército Popular Revolucionario (EPR), asentado en ese Estado, Oaxaca y Chiapas, con operaciones en todo el país y pretensión de implantar la sociedad comunista.

PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados en 1997 y la Presidencia de la República en 2000. Se desintegró la maquinaria política y administrativa que maniobraba el Presidente. Cundieron anomia e ingobernabilidad, que mantuvieron estancadas a la economía y la sociedad mexicana durante doce años.

El cuadro se complicó porque el presidente Felipe Calderón declaró la guerra a los cárteles de la droga,[108] sin tener un plan, para tratar de obtener legitimidad dado el ínfimo margen con que ganó la elección. Suscitó un conflicto pluriaxial: fuerzas armadas oficiales contra grupos delictivos y éstos en lucha entre ellos por el control de los mercados. Es conflicto interminable, pues producción y tráfico de narcóticos integran denso tejido que cubre el globo entero y es indestructible, como la Hidra, monstruo de siete cabezas de la mitología griega, a quien salían dos nuevas cuando se le cortaba una para aniquilarla. La población está atrapada en medio, presa de temor, angustia, frustración e indignación.

Los cárteles constituyen poderoso sector económico involucrado en todo género de negocios, lícitos y criminales. Aportan capital, enriquecen tierras, construyen infraestructura, instalan plantas fabriles, cuentan con redes de comercialización y trasporte y ofrecen muchos puestos de trabajo bien remunerados. Compran impunidad y control político. En sus nóminas figura personal del Estado de todas jerarquías y ramos en todo el territorio. Dan donativos a la Iglesia y efectúan gasto asistencial en sus comunidades. Se les respeta y admira como benefactores. Tienen amordazada a la prensa: Fundación Mexicana de Periodismo de Investigación (MPI) averiguó que “la población se entera de sólo uno de cada diez sucesos relacionados con el narcotráfico.”[109] Sus cuerpos armados están mejor equipados que los gubernamentales. No son terroristas: son empresarios que combaten en defensa de sus negocios. En ciertos lugares la gente los ve con simpatía porque se enfrentan al “gobierno corrupto e incompetente”  ̶ cualquiera que sea: federal, estatal o municipal; panista, perredista o priísta. Incluso los ven como “movimientos de liberación nacional” y a su líder como héroe o caudillo.

No son parte de “la izquierda;” aunque podrían asociarse a ella, como en Colombia, donde en los ‘50s operaban guerrillas por todo el territorio. En la década siguiente se desintegraron o recibieron amnistía del gobierno. Las sobrevivientes se replegaron a las selvas del sur y se organizaron como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), conocido como  Ejército del Pueblo, brazo armado del Partido Comunista. Auge del mercado de narcóticos en los ‘80s los vinculó al negocio de drogas y se convirtieron en cártel, sin descuidar sus acciones guerrilleras. Dominan 24 de 32 entidades (departamentos), administran vasta superficie agropecuaria, minas de oro, comercializan productos en gran escala y lavan enormes sumas de dinero. Tienen presencia en Brasil, Ecuador, Panamá y Venezuela. Se enfrentan regularmente a fuerzas federales y otros cárteles. El gobierno celebra negociaciones con ellas y aun cuando en los pasados diez años contuvieron su actividad, no se vislumbra su erradicación.

Los movimientos políticos recientes notables en México han sido iniciativas de izquierda, casuales, reaccionarias, tardías, desarticuladas, sin programa ni ruta predeterminada, sin organización ni estrategia, incapaces de unificarse y obtener algún resultado importante, aunque causan trastornos a la población. Lo más alarmante es que la mecha está encendida y puede causar un estallido significativo.

 

  1. Partidos políticos

 

Las contiendas políticas requieren partidos. En Grecia clásica los ciudadanos libres se asociaban para acceder al poder.[110] Aristóteles los describe como “agrupación que los designe [a los magistrados] de antemano como candidatos.” Los estima inconvenientes, porque eligen al “convenido entre ellos.”[111] Otro vestigio se encuentra en Israel en el siglo 2° a.C.: los macabeos se rebelaron contra invasores sirios y como reacción los fariseos se agruparon como partido para asumir el control político. Sus  contrincantes fueron los saduceos. En la República Romana los hermanos Tiberio Sempronio y Cayo Sempronio Graco organizaron un antecesor de partido político, que custodiara los “derechos de la plebe” (clase baja) y desafiara a los patricios (aristócratas). Instituyeron el “tribuno de la plebe,” en oposición al cónsul, quien ejercía el poder, detentado por la nobleza.

En el Sacro Imperio Romano Germánico contendieron dos facciones antagónicas para ocupar el trono que dejó vacante el emperador Enrique V, quien murió sin nombrar heredero: güelfos y gibelinos, en el siglo 12º.[112] Se disputaban el dominio espiritual, político y material del mundo cristiano. Los primeros eran leales al Papa; los otros al Emperador.

En el siglo 19° se formalizaron partidos representativos en regímenes democráticos, que asumían varias tareas: elaborar ideología, doctrinas, políticas, plataformas y programas de gobierno; obtener recursos; reclutar miembros; seleccionar y postular candidatos; organizar y coordinar campañas electorales. Una vez electos sus miembros actuaban en bloque en actividades parlamentarias, legislativas y ejecutivas y se vigorizaba su capacidad negociadora.

En Nueva España la actividad política era atribución del virrey, representante del monarca. Le competían la administración pública, asuntos judiciales y legislativos. No había procesos electorales, partidos ni razón de existir.[113]

Napoleón III invadió España en 1808 y nombró rey a su hermano José. Los insurgentes hispanos se enfrascaron en su guerra de independencia. Instalaron un gobierno alterno en Sevilla, que luego se trasladó a Cádiz, donde se promulgó la Constitución política de la Monarquía Española en 1812, una de las más liberales de su época. Liquidó instituciones y prácticas absolutistas, garantizó derechos y libertades individuales y asentó que la soberanía reside en el pueblo. El reino cayó en situación catastrófica y grave penuria financiera, por lo que en 1813 Napoleón reinstaló a Fernando VII, quien abolió esa Constitución y reimplantó el absolutismo.

Nueva España enfrentaba serias dificultades pecuniarias, por varias causas: financió gastos de la metrópoli; libraba su propia guerra de independencia desde 1810, y su economía estaba deshecha. Se emancipó de la Corona española en 1821. En los primeros años de autonomía imperaban tres corrientes políticas: simpatizantes de Fernando VII, de Iturbide y de la República. Concluido el efímero y estéril Imperio de Agustín I triunfó la tercera en 1824 y se constituyó como Estados Unidos Mexicanos. El sufragio era censitario, restringido a ciudadanos que cumplieran ciertos requisitos. La elección era indirecta, a cargo de electores designados. No existían partidos, por lo que los interesados en participar en elecciones debían agruparse y costearlas por su cuenta. Algunos se asociaban a la masonería, introducida aquí en la segunda mitad del siglo 18º por inmigrantes franceses. Sus logias operaban como partidos a principios del siglo 19º. Las del “rito escocés” seguían tradiciones de España, con orientación conservadora. Las del “rito yorkino” eran liberales, progresistas, proclives a EUA y apoyadas por la Embajada de ese país. En 1825 se implantó el “rito mexicano,” nacionalista, despojado de influencias foráneas. Los tres tenían diferencias de criterio y se enfrascaban en altercados que minaron su prestigio, les originaron animadversión y dañaron su credibilidad. Como sea, la masonería ha aportado virreyes, altos funcionarios en la Colonia,  dos emperadores, varios presidentes y figuras prominentes de la historia patria.

Por un tiempo funcionaron clubes políticos y partidos sin existencia formal, con nombres como Progresista, Antirreleccionista, Constitucionalista, Refor-mista o combinaciones que incluían Liberal, Conservador, Democrático y Mexicano. Formulaban programas de gobierno, postulaban y promovían candidatos, para desaparecer al terminar la elección.

Rabasa consigna que hubo tres partidos históricos: “El partido moderado estaba entre el conservador que era fanático, resueltamente clerical, enemigo de las ideas democráticas, y hasta monarquista, y el liberal puro que pedía una Constitución fundada en la soberanía popular, gobierno federado, supremacía del poder civil sobre la Iglesia y reforma social.”[114]

Francisco Y. Madero organizó en 1904 el Partido Democrático Independiente, en Coahuila, de inclinación burguesa.

Los hermanos Flores Magón organizaron desde el exilio en EUA el Partido Liberal Mexicano en 1906, anarcosindicalista, combativo. Su consigna fue luchar “por todos los medios contra la dictadura de Porfirio Díaz.” Anunciaron: la Junta Organizadora “residirá en el extranjero para estar a salvo.”[115] Sus células se organizaban en secreto. Proclamaba: “Todas las libertades serán restituidas al pueblo, y no sólo habrán conquistado los ciudadanos sus derechos políticos, sino también un gran mejoramiento económico; no sólo será un triunfo sobre la tiranía, sino también sobre la miseria. Libertad, prosperidad: he ahí la síntesis del Programa.”[116] Fantasías propias del anarquismo.

“El primer foco verdadero de actividad política socialista fue el Partido Obrero Socialista (POS), fundado en 1911,” indica Carr.[117] Desplegó poca actividad hasta 1917, cuando resurgió como Partido Socialista Mexicano (PSM). Dos años después se convirtió en Partido Comunista Mexicano (PCM), patrocinado por URSS y vigilado por Comintern. Fue célula del movimiento comunista mundial. Lo examinaré adelante.

El carácter feudal de la economía se vitalizó durante el Porfiriato y con ello la vehemencia de los campesinos por tener tierra, desiderátum de las guerras de Independencia, de Reforma y La Revolución. Ésta prohijó caudillos agraristas regionales, aparte de Zapata y Villa. Gilly menciona cuatro que organizaron sendos partidos: Felipe Carrillo Puerto, en Yucatán, con su Partido Socialista del Sureste; Adalberto Tejeda, en Veracruz, Partido Socialista de las Izquierdas; Lázaro Cárdenas, en Michoacán, Confederación Revolucionaria Michoacana del Trabajo, y Saturnino Cedillo agrupó campesinos sin adoptar membrete, en San Luis Potosí.

La vida del PCM fue azarosa, colmada de indefiniciones. Debía seguir directrices de Comintern y modificaba su orientación según dictara el Partido Comunista soviético. Los cambios en el gobierno mexicano alteraban sus planes: cuando era anticapitalista, colaboraba con él; si se plegaba a la derecha, se convertía en su oponente. Por largo tiempo fue clandestino, ilegal y perseguido. No adoptaba línea clara: “Era una rica mezcla de influencias ideológicas, desde el liberalismo radical y el zapatismo hasta la tradición antiestatista del anarquismo o la socialdemocracia marxista […, con] rasgos de tradición libertaria,” comenta Carr.[118] Tuvo miembros comprometidos y responsables. Pero prevalecieron los conflictivos, indisciplinados, egocéntricos, dogmáticos y rebeldes, que dificultaron organizarlo y administrarlo; incurrió en descalabros financieros; padeció escisiones, reordenamientos y claudicaciones, que le impidieron cobrar prestigio y relevancia.

En 1929 se fundó Partido Nacional Revolucionario (PNR) y evolucionó a Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938, relaté.

En 1939 profesionistas, académicos y empresarios opuestos al cardenismo organizaron Partido Acción Nacional (PAN), con ideología y principios humanistas, inspirados en la doctrina social católica. Concebía el poder como medio para conseguir ventajas para la sociedad. Es prototipo de derecha.

También se fundó el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN), que en 1939 postuló a Juan Andreu Almazán como candidato a la Presidencia, asociado a la Unión Sinarquista. Dio fuerte batalla a Manuel Ávila Camacho, de PRM, que resultó electo. Los derrotados incitaron connato de rebelión. La dirigencia sinarquista prohibió a sus militantes participar, se abstuvieron y se restableció la calma.

Por algún tiempo PCM colaboró con el Estado, instruido por Comintern, quien condenaba “posturas de izquierda infantil ultrarrevolucionaria y conminaba a los partidos comunistas a llegar hasta las grandes masas trabajando a través de la prensa, los parlamentos y los sindicatos existentes,” así como de procesos electorales, relata Carr.[119] En los años ’30s y ’40s los comunistas “se dedicaron a la búsqueda obsesiva de convergencias (e incluso fusiones) con el partido oficial y su base de masas.”

La mayor parte de la izquierda fue cautiva voluntaria de la ideología hegemónica de La Revolución, según el mismo autor.[120] Apoyó la elección de Calles y la segunda campaña de Obregón, con el argumento de que los preferían a sus opositores, quienes eran “ultraconservadores.” PCM fue objeto de represión durante el Maximato por asumir postura radical. Después se alineó al nacionalismo revolucionario de Cárdenas, con el argumento de que la industrialización elevaría el empleo y el nivel de vida de los trabajadores y México “se liberaría del imperialismo capitalista.” Aprobaba la inversión privada, por considerarla indispensable para el despegue, si bien censuraba la extranjera, en particular de EUA.

La Segunda guerra modificó la postura de URSS. Al ser invadida por tropas nazis se alió a EUA, Francia y Reino Unido —los Aliados— contra el fascismo, otro Satanás del comunismo. Comintern se disolvió en 1943.

El sinarquismo organizó Partido Fuerza Popular en 1946, uno de cuyos miembros encapuchó la efigie de Benito Juárez en un mitin frente al Hemiciclo en su honor de la Alameda en 1948. Le valió que se cancelara su registro en 1949. A los dos años organizó Partido Unidad Nacional (PUN) y Partido Nacionalista de México (PNM).

Vicente Lombardo Toledano fue el miembro de izquierda más célebre. Concibió proyecto personal de nación, fincado en capitalismo de Estado. Mantuvo pique con PCM. En 1949 fundó el Partido Popular (PP), dizque para unificar corrientes. Obtuvo su registro legal. Lo etiquetó laborista, aunque fue marxista-leninista. Restó miembros y fuerza al PCM, que se encogió más en 1950, al formarse el Partido Obrero-Campesino Mexicano (POCM), cuya mira era también lograr unidad y respeto a principios de izquierda.

La Segunda guerra impulsó la trasformación económica y social de México. Se enfatizó el desarrollismo.[121] PCM no se adaptó y perdió credibilidad y presencia. En los ’30s, su época esplendorosa, tuvo casi 30,000 asociados. En los ’60s y ’70s cayó abajo de 1,000. El gobierno lo persiguió y reprimió; encarceló a cabecillas prominentes como David Alfaro Siqueiros y Valentín Campa, bajo el delito de “disolución social,” y despidió a sus militantes de dependencias oficiales.

Lombardo trasformó PP en Partido Popular Socialista (PPS) en 1960. Lo catalogó marxista-leninista, vinculado al Partido Comunista soviético. Se le fusionó POCM. Carece de trascendencia, pero se mantiene activo, sin registro, con postulados anacrónicos de lucha popular, ajenos al perfil actual de la sociedad mexicana.

En 1975 se fundó Partido Demócrata Mexicano (PDM), brazo político de la Unión Nacional Sinarquista. Su declaración de principios recalca que la religión está sobre toda actividad política; la propiedad privada es cimiento de la economía; el Estado es la más perfecta de las sociedades humanas, y la familia la parte más importante de la sociedad. Declara que busca “conservar la cultura verdadera de México.”[122] Derecha recalcitrante.

PCM sobrevivió, obtuvo registro en 1979 y ganó 18 diputaciones federales en los comicios de ese año. Con nuevo brío se alió a otros y creó Partido Socialista Unificado de México (PSUM) en 1981, que asociado a Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) integraron Partido Mexicano Socialista (PMS) en 1987, que se integraría a PRD.

Líderes de izquierda realizaron intentos para unificarla. No lo lograron: se mantuvo desorganizada, subordinada a organismos extranjeros y anquilosada. Padeció luchas internas entre caudillos aferrados a dogmas del siglo 19°, ajenos a la realidad, ayunos de soluciones prácticas. “El PCM (y otro tanto podría decirse del Partido Popular) estaba poco equipado intelectualmente para la tarea de hacer una caracterización adecuada de los retos y oportunidades que la Revolución Mexicana le había abierto a la izquierda.” concluye Carr.[123]

Anticipé que en 1988 militantes del PRI inconformes se aliaron a grupos de izquierda en el Frente Democrático Nacional (FDN), que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas candidato a la Presidencia. Estuvo cerca de derrotar a Carlos Salinas del PRI, en elección cuya legalidad quedó en entredicho, pues se porfía que hubo fraude, disfrazado de “caída del sistema.” Es cuestionable, porque se validó el triunfo de 134 diputados federales de FDN, que desplazó a PAN en la Cámara como segunda fuerza.

FDN se reorganizó en 1989 como Partido de la Revolución Democrática (PRD), integrado por tránsfugas de PRI, socialistas, comunistas, intelectuales y oportunistas, incluso del PAN. El gobierno de Salinas persiguió y acosó a PRD. Éste perduró y ganó la primera elección de Jefe de Gobierno del DF con Cuauhtémoc Cárdenas en 1997; los gobiernos de Zacatecas y Tlaxcala, al año siguiente, y el de Baja California Sur, en 1999. Más tarde, Michoacán, Tlaxcala,  Guerrero, Morelos y Tabasco, si bien perdió Baja California Sur, Tlaxcala, Zacatecas y Michoacán.

PDM tuvo presencia electoral en los ‘80s, sobre todo en la zona cristera. Presentó candidato a la Presidencia propio en 1982 y 1988, y en 1994 se alió al del PAN. En 1997 perdió su registro. En 1999 un grupo de expedemistas formaron el Partido Alianza Social (PAS), que se unió a Frente Democrático Nacional en las elecciones de  2000. Perdió su registro en 2003.

En 1977 se festinó “la reforma política” de López Portillo Se complementó con enmiendas en 1986, 1989-90, 1993, 1994, 1996 y 2007. Es entelequia que no se concreta. Se actualizaron normas y organismos electorales y se hizo efectivo el régimen pluripartidista. Pero su alcance es limitado. “Ninguna de las reformas electorales que se efectuaron en México significó un cambio que se haya traducido en una ruptura radical con el pasado o que constituyera un momento fundacional particular,” afirma Córdova Vianello.[124] No ha existido voluntad, ascendiente ni aptitud para introducir una reforma política integral.

En 1990 se fundó Partido del Trabajo (PT). Se declaró “democrático, popular, independiente, antiimperialista. Lucha por la sociedad autogestionaria,”[125] Su creación se atribuye al presidente Carlos Salinas, como maniobra para dividir a la izquierda y debilitar a PRD. Participó en la elección presidencial de 1994 con candidata propia. En las siguientes se ha colgado a los de PRD.

Nueve años después obtuvo registro el partido Convergencia (originalmente “… por la Democracia”). “Su ideología se sustenta en los valores y los principios de la Socialdemocracia renovada y en la búsqueda y consolidación del nuevo Estado democrático,” consignan sus estatutos.[126] Ofrece una “alternativa de izquierda.” No presenta candidatos a la Presidencia propios; se adhiere a los de PRD. En 2010 cambió su nombre a Movimiento Ciudadano. Es negocio familiar semejante a PVEM.

En la elección presidencial de 2000 ganó Vicente Fox, candidato de PAN y PVEM, con 43% de votos. Se impuso la derecha. PRI obtuvo 36%. Cárdenas volvió a competir por PRD y otros, para quedar en tercer lugar, con 17%. Algunos consideraron que fue “la transición política,” sin serlo: ganó un candidato que no era de PRI, sin efectuarse cambios trascendentes. Más bien se frenó la evolución de México, por la ineptitud, ignorancia, inexperiencia e ineficacia de la gestión foxista. La incursión de la derecha resultó fracaso rotundo.

En 2006 Andrés Manuel López Obrador, candidato de PRD a la Presidencia, estuvo a un paso del triunfo. Perdió por aferrarse a lo que Bartra llama “populismo conservador que iba recogiendo los desechos del viejo nacionalismo revolucionario que el PRI abandonaba en el camino,“ obstinado en “preservar o restaurar formas de poder e ideas propias de nuestro antiguo régimen, el autoritarismo revolucionario que dominó a México durante siete décadas.”[127] Envanecido por su popularidad tuvo conductas reprobables e hizo comentarios irreflexivos en su campaña, que hicieron recapacitar a los electores. Malogró su momentum. Por su gracia PRD desplazó a PRI como segunda fuerza política. Empero, “en lugar de preparar lo que sería el tránsito de la oposición a la Presidencia, el PRD decidió hundirse junto con un liderazgo mesiánico incapaz de pensar más allá de su propio proyecto personal.” opina Shabot.[128]

PRD sobrevive, enfrascado en pleitos, fracturas y desacuerdos. Diez grupos registrados, tribus, se disputan el poder por el poder y por el dinero que trae consigo, no por principios ni convicciones.[129]

En 2005 la presidenta “vitalicia” del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la dirigente gremial más poderosa de México, organizó el Partido Nueva Alianza (PANAL), para influir directamente en campañas políticas y colocar a sus allegados. Aunque ella fue recluida por malversación de fondos en 2013, su partido sigue activo. (Lo relato adelante.)

Siete partidos nacionales están representados en el Congreso: Partido Acción Nacional (PAN), Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y Partido Nueva Alianza (PANAL), junto a cuatro declarados de izquierda: Partido de La Revolución Democrática (PRD), Partido del Trabajo (PT) y Convergencia. Los pequeños apenas cubren la cuota mínima de militantes requeridos por ley.

En los Estados operan partidos locales, casi siempre con posturas de izquierda y en menor grado de derecha extrema, para cooptar gente inconforme con los gobiernos ineptos y con las opciones disponibles. En las elecciones celebradas en 13 entidades en 2013 participó una decena de partidos locales que solos o agrupados obtuvieron 16% de las presidencias municipales, frente a 4% en 2010.

El abstencionismo fue de 60%, lo que muestra indiferencia de los ciudadanos, fincada en ignorancia, desinterés y desconfianza en políticos, partidos y autoridades.                                                                                                                                        

En comicios estatales de 2010 y 2013 PAN se ha aliado a PRD, su enemigo natural, y a minipartidos, para evitar que ganara PRI y lo lograron, en varios casos con candidatos expriístas. La mezcla antinatura evidencia que la conveniencia supera principios, ideologías, doctrinas, vocación e ideales, de izquierda y de derecha. Todos han demostrado que su fin es adueñarse del poder o conservarlo a cualquier precio, para disfrutar los cuantiosos subsidios públicos, los puestos y las canonjías que vienen con ellos. Actúan como “cazadores de cargos, que cambian su programa objetivo de acuerdo con las posibilidades de captar votos,” como describe Weber.[130]

Podría argumentarse en su defensa que los principios de los tres principales partidos, de derecha, izquierda y centro (socialdemocracia), coinciden en lo fundamental.

Partido Acción Nacional (PAN): “centra su pensamiento y acción en la primacía de la persona humana, protagonista principal y destinatario definitivo de la acción política. Busca que el ejercicio responsable de la libertad en la democracia conduzca a la justicia y a la igualdad de oportunidades para la consecución del bien común. […] Nos indigna la herida innecesaria de opresión y miseria que unos seres humanos infligen a otros. La respuesta ante el dolor evitable es la responsabilidad social. Exige superar el individualismo y cooperar en la construcción democrática del bien común. La responsabilidad social no se agota en el ejercicio del derecho ciudadano al sufragio; se perfecciona permanentemente con la participación ciudadana en el cumplimiento de los deberes cívicos, políticos y sociales que tiene la persona en comunidad.”[131]

Partido de la Revolución Democrática (PRD): “se pronuncia por la construcción de una sociedad basada en la igualdad, la equidad, la democracia, la libertad y la justicia. Ello significa que a través de las acciones de gobierno y de la participación de la sociedad se construya un sistema económico que asegure el continuo mejoramiento del nivel y la calidad de vida del pueblo. De esta manera se erradicarán la pobreza y las desigualdades, será posible el acceso de todos los mexicanos y mexicanas a los beneficios del progreso y la cultura y se abrirá el camino hacia una nueva forma de asignación de la riqueza social y de distribución del excedente económico. La lucha contra la desigualdad social significa también evitar que la riqueza y los medios de producción se concentren en las manos de unos cuantos.”[132]

Partido Revolucionario Institucional (PRI): “Nuestros ideales corresponden a las demandas de la inmensa mayoría de los mexicanos. Buscamos a través del ejercicio de la libertad, la democracia, la justicia social y la tolerancia, el México incluyente en que cada mexicano pueda reconocerse como parte de la Nación, tanto por origen y memoria, como también por el acceso a las oportunidades […] Somos el partido que lucha por la democracia entendida como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, político, social y cultural del pueblo, que alienta el pleno respeto a los derechos humanos. […] Que promueve la modernización de México con democracia y justicia social. Por eso nos inscribimos en la corriente socialdemócrata de los partidos políticos contemporáneos. […]  Nos pronunciamos por una sociedad con justicia social, como un sistema de vida generador de igualdad de oportunidades, para que todos los mexicanos accedan al bienestar pleno y al ejercicio de sus capacidades en favor de un desarrollo sostenible y compartido.”[133]

Discrepan en enfoque, políticas, programas de acción, estrategias y tácticas. En la tabla enlisto aspectos en que difieren los extremos del espectro, con fines ilustrativos. Entre ellos puede haber innumerables posturas.

 

DISCREPANCIAS DE ENFOQUE POLÍTICO

 

 

 

  ¿

  ?

  IZQUIERDA

 

Estado rector

Centralismo

Partido único

Derechos colectivos

Nacionalismo

Propiedad comunal

Mercados regulados

Autarquía económica

Igualdad social

Revolución

 

         DERECHA

 

Estado policía

Federalismo

Pluripartidismo

Derechos individuales

Cosmopolitismo

Propiedad privada

Libertad de mercado

Globalismo económico

Clases sociales

Evolución

 

                                                            CENTRO

 

 

 

 

 

 

 

 

  1. Organismos sindicales

 

Los sindicatos de trabajadores tienen como razón de ser defender los derechos laborales de sus afiliados y negociar condiciones satisfactorias de empleo y de vida con los patronos. La palabra se forma del griego syn (σύν) = con, y dike (δίκη) = justicia. Su misión es lograr y conservar relación justa entrambas partes. Son campo idóneo para la actuación de la izquierda.

Desde la génesis del capitalismo, siete siglos atrás, han existido organismos con funciones análogas: gremios, fraternidades, sociedades de ayuda mutua y otras. En el siglo 14º los trabajadores se agrupaban y celebraban negociaciones colectivas de trabajo en Gran Bretaña. Motivó la expedición de la Ordenanza de trabajadores (Ordinance of Labourers) en 1349, que las declaró ilegales. Dos años después se emitió Estatuto de trabajadores (Statute of Labourers), que fijaba salario máximo e imponía restricciones.

Europa experimentó en el siglo 19° intenso desarrollo fabril, expansión urbana, multiplicación de empresas y de obreros asalariados. Los capitalistas se enriquecían con facilidad, mientras la masa trabajadora sufría explotación y pobreza, agravada por ciclos económicos recurrentes. Charles Dickens describe con crudeza la situación del pueblo en sus novelas. Privaba ambiente de malestar e inquietud, que sumado a ideas sembradas por el liberalismo, La reforma luterana, La ilustración, la independencia de EUA y La Revolución francesa motivaron anhelo de reforma social y tendencias socialistas, comunistas y anarquistas, que alentaron movimientos sindicales.

Gran Bretaña emprendió reforma electoral en 1832 (Reform Act 1832), que traspasó el poder político de la aristocracia terrateniente a la burguesía; restringió el voto a varones con propiedades de valor superior a £10, y excluyó a los pobres, trabajadores la mayoría. Tal iniquidad inspiró corriente que exigió respetar derechos ciudadanos por medio de la Carta del pueblo (People’s Charter), elaborada en 1838 por miembros del Parlamento y obreros. Se denominó cartismo (chartism) y sus simpatizantes, cartistas (chartists). Gracias a ellos se consiguieron beneficios, como jornada máxima laboral de 12 horas, después de 10 y despertaron conciencia política en los trabajadores. Su influencia perduró hasta 1858.

Europa sufrió revolución política en 1848, que profundizó diferencias entre burguesía y trabajadores. Éstos demandaban reconocimiento de sus derechos laborales y libertad de asociarse, petición existente desde 1792 cuando se instaló la Convención Nacional en Francia. Líderes comunistas y anarquistas aprovecharon para organizar sindicatos, intervenir en ellos, imprimirles ideología e involucrarlos en acciones políticas. Reino Unido les concedió personalidad legal en 1867.

Engels observó: “Considerados hasta hacía poco obra del diablo, [los sindicatos] eran mimados y protegidos por los industriales como instituciones perfectamente legítimas y como medio eficaz para difundir entre los obreros sanas doctrinas económicas. Incluso se llegó a la conclusión de que las huelgas, reprimidas hasta 1848, podían ser en ciertas ocasiones muy útiles, sobre todo cuando eran provocadas por los señores fabricantes.”[134] Los obreros fabriles sindicalizados estaban protegidos y disfrutaban de “mejoramiento permanente. […] Constituyen la aristocracia de la clase obrera; han logrado una posición relativamente desahogada y la consideran definitiva.” Comoquiera, las masas vivían en estado de miseria e inseguridad, acotó.[135]

La Iglesia Católica ha abogado por la clase laboral. En el siglo 19° el Papa León XII proclamó: “lo primero que se ha de hacer es librar a los pobres obreros de la crueldad de los ambiciosos, que abusan de las personas sin moderación, como si fueran cosas para su medro personal” Exigió crear condiciones humanas de trabajo y manifestó: “los ciudadanos tienen el libre derecho de asociarse.”[136]

Ha sido proceso arduo. Zola narra como en un pueblo francés agentes de la Internacional socialista instigaron a mineros a afiliarse y declararse en huelga, con el argumento de que organizados triunfarían. Uno de los más antiguos previno: “He trabajado en las minas durante veinte años, […]  y estoy convencido de que con esas historias y esas tonterías que hacéis, no sólo no conseguiréis [algo] en favor del obrero, sino que empeoraréis la situación. Cuando la necesidad le obligue a volver al trabajo, le tratarán todavía peor que antes, para vengarse de la huelga; la Compañía se ensañará contra él, y le castigarán como se castiga a un perro que se ha escapado y que luego vuelve a la casa.”[137] Declararon el paro y suspendieron labores. Por consiguiente, no cobraron y no tuvieron dinero para subsistir. El líder del movimiento murió en condiciones misteriosas. Otros dirigentes huyeron, se ocultaron, merodearon y robaron para sobrevivir. Pasado un tiempo, se levantó la huelga y los obreros regresaron al trabajo en peores condiciones. Zola concluye que la lucha no fue en balde, porque sembró la semilla que germinaría algún día. La obra se llama Germinal.

En 1948 Naciones Unidas emitió la Declaración universal de los derechos humanos, que proclama: “Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.”[138]

Los sindicatos combativos son propios de sociedades capitalistas. En las comunistas son entes burocráticos con dos funciones: inducir a los trabajadores a cumplir metas de producción y productividad, y ser instancias de relación laboral para conciliar y resolver controversias, que en teoría no existen, al no haber clases ni lucha entre ellas.

Perdieron vigor en la posguerra porque el “gobierno benefactor,” instituido en EUA para salir de la depresión económica de los ‘30s, otorgaba asistencia pública y protegía a la población, mediante programas de educación, salud, vivienda y seguridad social, incluidos servicio médico, pensiones por jubilación o invalidez, seguro de desempleo y otras prestaciones. Para perdurar, cambiaron el enfoque: tramitarían negociaciones colectivas y promoverían cogestión.

Los trastornos de 1968 causaron en el orbe oleada de huelgas y renació la lucha sindical, acentuada por la crisis energética de los ‘70s, arranque de la globalización, neoliberalismo y reorganización económica detonados por la revolución tecnológica, que condujeron a reconversión industrial, relocalización fabril, descentralización productiva, movilidad de factores, división internacional del trabajo y nuevas formas de contratación.

El escenario laboral actual del mundo próspero es distinto. El desempleo se volvió estructural: llegó para quedarse, y no se corrige con políticas fiscales ni monetarias. Su magnitud depende de cuántos trabajadores se ponen al día en destreza técnica y qué tan flexibles son para acomodarse a las innovaciones tecnológicas. Invalidó la teoría keynesiana centrada en el principio de que la economía tiende al “empleo pleno.”[139] El mecanismo productivo moderno impide aspirar a “su plenitud.” Además, amplió la brecha entre personal calificado y no capacitado; abunda la contratación del primero, escasean puestos de categoría intermedia y baja, y las escalas de salarios se ensancharon. Muchos trabajadores prefieren cobrar seguro de desempleo o dedicarse al ocio que realizar faenas rudimentarias, las cuales quedan disponibles para inmigrantes de zonas subdesarrolladas. Las plazas contractuales, permanentes y seguras se castigan con menor pago; se sustituyen por turnos cortos, puestos de tiempo parcial, subcontratación, tareas por cuenta propia y jubilación forzada. Los sindicatos abandonan la lucha tradicional y negocian para que no se recorten prestaciones ni se cancelen plazas.  

En México la economía era feudal todavía en el siglo 19º. La única rama propiamente manufacturera era la textil. El número de obreros era minúsculo. Durante el Porfirismo se amplió la red ferroviaria, se expandió el comercio, aumentó la inversión, se fomentó la industria, creció la masa asalariada y se multiplicaron las sociedades mutualistas, que se agruparon en el Gran círculo de obreros de la ciudad de México creado en 1872, de orientación anarquista, que congregó 37 organismos con 8,000 afiliados.[140] Siete años después el gobierno atrajo a una fracción, rompió la unidad y reprimió a la parte disidente. Emprendió la cooptación de trabajadores.

En 1912 se fundó Casa del Obrero Mundial (COM), integrada por mutualidades, gremios, centros, ligas, uniones y otros. También fue de orientación anarquista. Empezó como centro de reunión, con biblioteca y aulas donde los trabajadores estudiaban, comentaban problemas y concebían soluciones. Luego fue central de sindicatos. En 1915 el gobierno carrancista sedujo a sus líderes, se le aliaron y aportaron “batallones rojos” que ayudaron al Ejército a derrotar a Villa y Zapata. La COM se robusteció y extendió a varias ciudades. Al siguiente año convocó a huelga general, el gobierno se disgustó y la disolvió en 1917.

En 1918 se organizó Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), de cobertura nacional, con orientación sindical reformista. A los dos años creó Partido Laborista Mexicano (PLM), como brazo político para participar en elecciones. Se subordinó a Álvaro Obregón y adoptó el nacionalismo de La Revolución. Su líder Luis N. Morones fue recompensado de 1924 a 1928 con la Secretaría de Industria, Comercio y Transportes y sus allegados con altos cargos públicos. Estableció nexos con Federación Americana de Trabajadores (American Federation of Labor [AFL]), que la vincularon a la política laboral de EUA. Morones tuvo influjo político durante las administraciones de Obregón y Calles. Cuando éste avaló la reelección del primero, aquél estuvo en desacuerdo, se separó y fue exiliado.

La concertación Estado-sindicatos se enraizó como dispositivo para mantener el movimiento laboral bajo control, maniobra corporativista clásica. Los líderes se sometieron para disfrutar canonjías y poseer fuerza de negociación.

Facciones anarquistas y sindicalistas organizaron Confederación General de Trabajadores de México (CGTM) en 1921, en oposición a CROM. No prosperó.

En paralelo se fundaron agrupaciones inspiradas en la doctrina social católica, para enfrentar a la izquierda, entre ellas: Unión Católica Obrera, Confederación Católica Obrera, Confederación Nacional Católica del Trabajo, Liga Nacional Católica Campesina y Liga Nacional Católica de la Clase Media. Ninguna tuvo militancia relevante. Fueron perseguidas y acosadas durante la Guerra cristera y se amilanaron.

Lastra Lastra apunta: “La crisis de la CROM, en 1928, marca el fin del periodo formativo del sindicalismo mexicano, pues, durante este lapso se ensayan las modalidades de organización cuyos rasgos esenciales marcarían el desarrollo posterior de dicho sindicalismo, y es cuando se establecen los primeros eslabones de la cadena que acabó por atar definitivamente los sindicatos al Estado.”[141]

Lombardo se afilió a CROM en 1921. Salió en 1932, por desacuerdo con su sometimiento al gobierno e incurrir en “contradicciones ideológicas y tácticas.” Le secundaron líderes de organismos que se dijeron “puros” para formar la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM) —la motejaron “CROM purificada”— uno de múltiples intentos de conseguir unidad, democracia sindical e independizar el movimiento laboral. Lázaro Cárdenas la consintió para mantenerla afín y tranquila. Se disolvió a los cuatro años.

Enseguida Lombardo fundó Confederación de Trabajadores de México (CTM), asociado con Fidel Velázquez, sindicalista de cepa. Lombardo fue primer secretario general. La declaración de principios y tácticas de lucha originales eran marxistas. Lo denotaba su lema: “Por una sociedad sin clases.” Pretendía ser central única de trabajadores del campo y urbanos y congregar a todos los organismos obreros, campesinos y partidos. No lo consiguió. En 1937 colaboró con PNR en las elecciones de diputados de ese año y se subordinó al gobierno. Esto ocasionó disidencia entre afines a Lombardo (marxista) y los de Velázquez (anticomunista). Sindicatos controlados por PCM y antifidelistas se desligaron de CTM y debilitaron el liderazgo de Lombardo.

El Partido de la Revolución Mexicana (PRM) integró su sector obrero con CTM, CROM y CGT. Eran autónomos para definir su estrategia gremial; pero sólo podían actuar en política como apéndices de PRM. Sus dirigentes fueron premiados con cargos públicos y de elección popular, conforme a la mecánica corporativista.

El desarrollismo hacía preciso contener rebeliones laborales, dosificar concesiones a trabajadores y crear ambiente propicio a la inversión privada. Para conseguirlo la administración cardenista reafirmó las alianzas, a través del “movimiento obrero institucionalizado,” que veladamente sacrificaba a trabajadores para fortalecer a las empresas, con el pretexto de que éstas crearían empleos y se beneficiaría la población. Era la consigna de sindicatos cooptados. El viraje de Cárdenas a la derecha fue patente.

Fidel Velázquez reemplazó a Lombardo en CTM en 1941. Numerosos miembros desertaron. En 1947 la reorganizó y convirtió en principal brazo político de PRI. Se modificaron sus estatutos y se declaró anticomunista, con nuevo lema: “Por la emancipación de México,” de enfoque revolucionario, nacionalista, populista. Tres años la encabezó Fernando Amilpa.

En 1949 hubo ruptura en sus filas. Los disidentes crearon Unión General de Obreros y Campesinos Mexicanos (UGOCM), socialista. No ha tenido impacto, pero sigue activa.

Velázquez fue reelecto secretario general de CTM en 1950, donde permaneció hasta su muerte en 1997.

El gobierno federal subyugó el movimiento obrero desde el siglo 19º. A partir de los ’50s CTM fue su factor de enlace con la sociedad civil, auxiliado por Confederación Nacional Campesina (CNC) y Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), tentáculos del PRI. Asumió control del ejercicio sindical. Los líderes eran designados por la autoridad, en contubernio con Velázquez.  Actuaban en favor de los intereses de gobierno y empresas, al margen de los de sus agremiados. Se les apodó “líderes charros.”[142]

En 1960 se creó Frente Auténtico del Trabajo (FAT), integrado por sindicatos, cooperativas de trabajadores y organizaciones comunitarias. Nació con orientación católica social progresista. Luego adoptó postura socialista autogestionaria. Lleva medio siglo en ejercicio.

En 1966 el gobierno promovió la fusión de confederaciones, federaciones y sindicatos de industria en el Congreso del Trabajo (CT), para unificarlos, prevenir conflictos entre líderes y afianzar el control estatal del aparato sindical. Se mantiene como tronco del enramado sindical.

En 1972 emergió Unidad Obrera Independiente (UOI). Prometió a sus miembros conseguir salarios, prestaciones y condiciones de trabajo más favorables, a cambio de que rechazaran alianzas o acciones con otras organizaciones, en especial de izquierda. Tuvo corta duración.

El grupo disidente Tendencia democrática, del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), pretendió independizar la administración sindical y eliminar la imposición de líderes charros. En 1976 emplazó a huelga nacional, que fue disuadida por la fuerza pública. Muchos electricistas fueron despedidos o jubilados por anticipado.

La participación e influencia de la izquierda en el sindicalismo mexicano ha sido pobre, acomodaticia y censurable, en parte por injerencia del gobierno, quien designa o coopta a sus dirigentes. En mucho porque para los líderes es línea de negocio redituable, más que una gestión en beneficio de los trabajadores. Enarbolan bandera de izquierda, para vivir como magnates de derecha.

“Las relaciones laborales en México se subordinan a las políticas estatales, pero los sindicatos no contribuyen a esta operación como organismos externos al Estado sino como parte del mismo,” asevera De la Garza Toledo.[143] Funcionan como instrumento de control corporativo y manipulación política de la comunidad trabajadora.

La Secretaría del Trabajo y Previsión Social tiene facultad de registrar sindicatos, conocer sus estatutos, ser informada de movimientos de agremiados y confirmar cuadros directivos por medio de la “toma de nota,”[144] para supervisar el movimiento laboral.

Existen alrededor de 3,500 agrupaciones laborales del sector privado en México (Apartado A del Artículo 123 constitucional). Las “oficiales” ─adscritas al Congreso del Trabajo (CT)─ representan 80%.

Entre 10% y 15% de los sindicatos son “independientes” ─del CT. Algunos los encabezan líderes de izquierda, fieles a principios sociales. Varios son conciliadores: conocen la situación real de la economía y del mercado laboral y negocian prestaciones y beneficios razonables, sin comprometer ni sacrificar a su empresa ni a los agremiados. Otros son radicales, de tendencia anarquista, marxista-leninista o maoísta. Exigen privilegios excesivos y crean trastornos periódicos a las empresas; las llevan a situación de insolvencia, como Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y Mexicana de Aviación, o al cierre, como Luz y Fuerza. Hay “sindicatos blancos,” organizados por la empresa, con personal de confianza, apegados a lineamientos institucionales. Son decorativos. Representan de 5% a 10%.

Los sindicatos más poderosos y dañinos corresponden a dependencias del Estado. Disfrutan autonomía administrativa y financiera, privilegios y prebendas concedidos para comprar su sumisión y evitar efectúen manifestaciones o paros que dañen la imagen del gobierno. Equivale a enajenarles los organismos y empresas. Sus jerarcas actúan como sus propietarios. Obtienen prestaciones, canonjías y prerrogativas para ellos y los agremiados, sin importarles la capacidad financiera de la institución ni la eficiencia, eficacia y provecho de la sociedad a la que deben servir. Algunos constituyen grupos de presión a los que se pliega el gobierno.

Caso emblemático es el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el más grande de Latinoamérica, con 1.5 millones de afilados. Elba Esther Gordillo, lideresa vitalicia, gozaba hasta 2012 de consideraciones especiales del Presidente, quien le concedía puestos estratégicos en la administración federal.

SNTE se mantuvo fuerte, aun cuando en 1979 un grupo disidente de Oaxaca, creó Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que trata de conquistar nuevas secciones y desplazar al SNTE.  

En 2004 Gordillo organizó la Federación Democrática de Sindicatos Públicos (FEDESSP); fraccionó al sector y restó poder a Federación de Sindicatos de Trabajadores del Estado (FSTSE), organismo tradicional. Dos años después fundó Partido Nueva Alianza (PANAL), para influir directamente en campañas políticasEn febrero de 2011 la Secretaría de Trabajo reconoció al Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación en México (SITEM), con 7,500 afiliados, en cinco Estados y DF, nuevo intento de restar poder al SNTE. En febrero de 2013 Elba Esther fue detenida acusada de desvío de fondos públicos. La sustituyó Juan Díaz de la Torre, quien fungía como secretario general del Sindicato.

Otro sindicato funesto es el de Pemex. Tiene facultades para sancionar condiciones jurídicas y económicas en la administración de la empresa. El del Instituto Mexicano del Seguro Social se alió recientemente a PAN, señal del interés de la Presidencia de tenerlo a su lado. El de electricistas (SME) impugnó la liquidación de la empresa Luz y Fuerza del Centro en 2009, como si fuere su propietario. Sostenerla representaba gasto anual de 40,000 millones de pesos. A ­­­­casi cuatro años de extinguirse el organismo SME se mantiene activo, organiza actos de protesta propios e interviene en ajenos, para presionar y extorsionar al gobierno… y lo consigue, escudado por la bandera de izquierda.

El costo del corporativismo sindical es excesivo: encarece la administración pública; favorece monopolios; solapa ineficiencia; eleva gastos de producción y precios; auspicia autoritarismo, corrupción e impunidad. Regula el acceso al mercado laboral, vende plazas, disciplina a los trabajadores y concierta arreglos inconvenientes. 47% de mexicanos considera que los sindicatos perjudican al trabajador más que beneficiarlo y 52% tiene opinión negativa de sus líderes, indagó el periódico Reforma.[145] Apuntalan feudalismo político, auspician iniquidad social y dañan la competitividad económica nacional.

CTM fue eje del equilibrio y estabilidad políticos que contribuyeron al desarrollo económico estabilizador conseguido entre 1950 y 1970. Se le premiaba con cargos de elección popular federales y estatales y en cuadros directivos de PRI. Participó e influyó en comicios presidenciales, estatales y municipales. Era una de las centrales obreras más poderosas del planeta. Fidel Velázquez fue el artífice de la obra. Combinó sensibilidad política, doctrina de La Revolución, dictados constitucionales en materia laboral y aspiraciones de los agremiados. Se le respetaba y consultaba. Tuvo el privilegio de “destapar” oficialmente a los candidatos del PRI a la Presidencia. Ejerció el caudillismo revolucionario civil y fue vórtice de la política nacional. Siempre militó en la derecha.

Prolongado receso económico en los ‘80s, inserción en el neoliberalismo, muerte de don Fidel y transición del régimen de partido hegemónico al multipartidismo trasformaron el panorama laboral, cuyas características son similares a las de países prósperos, enumeradas. Ante ello, los sindicatos de empresas privadas perdieron capacidad de negociación y cambió su papel: en vez de pedir más beneficios para sus asociados, deben esforzarse para no perderlos.

Los oligarcas sindicales ─de izquierda, centro o derecha─ preocupados por su beneficio personal y posición política, buscan cómo reacomodarse y conservar su poder, organizan sindicatos y federaciones y compiten entre ellos.

El corporativismo laboral fue medular para el funcionamiento del régimen nacionalista autoritario y su mecanismo electoral. Permitieron impulsar el desarrollo económico y social; mas creó situación perniciosa e incontrolable, como ocurrió al Aprendiz de brujo de Goethe y al doctor Frankenstein con su criatura.

 

 

  1. Compromiso ético

 

La política ─ciencia, arte y técnica de la administración pública─ debe tener como fin amplio, trascendente, único, que la comunidad donde se aplica disfrute bienestar-bienser sostenido y equitativo. Bienestar, entendido como estado físico y emocional placentero de sus integrantes, asociado a un objetivo inmediato: satisfacer necesidades elementales. Bienser, como situación permanente de calidad de vida satisfactoria, en términos de paz, libertad, justicia, igualdad, conocimientos, experiencias y estado anímico placentero. Bienestar-bienser, unidos, representan el cuadro completo.[146] La función corresponde al Estado, la más compleja de las organizaciones humanas, sentenció Aristóteles, y a quienes sirven en él desde los poderes Ejecutivo, Legislativo o Judicial, en todos los órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal, en México.

Ergo, afiliarse a una línea política implica comprometerse a participar en la consecución de aquel fin, de manera directa o respaldar con trabajo, ideas o el voto a quienes se presume son capaces de hacerlo “Yerro muy grande sería encomendar al azar lo más grande y lo más bello,” advierte Aristóteles.[147] En corto, tal decisión impone una consideración ética: “¿Qué es lo mejor para la comunidad… o lo menos peor?”  

En naciones de elevada cultura los ciudadanos están enterados y tienen una opinión clara del espectro político de su comunidad y se acomodan en el lado que prefieren con conocimiento de causa. Participan directamente en el gobierno o en forma ocasional como electores. En países con alto grado de ignorancia, como México, la mayoría de habitantes carecen de conocimiento e interés en la política y les es indiferente. El grueso de quienes trabajan en el gobierno o concurren en manifestaciones y actividades relacionadas lo hacen para obtener un ingreso, los primeros, y una recompensa, alimentación y regalos, los otros.

La conducción de las tareas estatales recae en políticos profesionales. Weber distingue dos tipos: quienes viven para la política y lo que viven de la política.[148] Los primeros persiguen una meta que dé sentido a su vida, guiados por consideraciones espirituales: vocación, principios, creencias, religión, ideología, vocación, altruismo, patriotismo, etc. Los segundos la utilizan como fuente de ingreso, con interés material, egoista: conseguir poder, riqueza, canonjías, posición, contactos, influencia, hacer negocios.

Existen personas cuyo credo político está subyugado por la pasión, que enturbia la mente y suscita intolerancia y fanatismo. En la derecha extrema quienes porfían en conquistar la hegemonía de su religión, del sistema capitalista, del derecho de propiedad, la apertura del mercado, el individualismo, emponzoñados por nacionalismo, autoritarismo, clasismo social y xenofobia. La representan corrientes como sinarquismo, Ku Klux Klan,[149] neonazismo, teocracias islámicas y otras. Se arrogan la misión de destruir la cultura existente e implantar otra, donde imperen su dios, ideología, cultura, religión, doctrina, raza, especie o cualidades exclusivas.

Las corrientes radicales de izquierda eligen como mentor a Marx, quien dicta una exigencia absoluta: “No se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva.”[150] Sus seguidores fundamentalistas lo obedecen al pie de la letra y no están dispuestos a ceder, así haya trascurrido siglo y medio desde que lo escribió, durante el cual han ocurrido cambios formidables, y a pesar del fracaso del “comunismo real” en la URSS. Declaran la guerra a quienes no piensan igual: “¡Si no estás conmigo, estás contra mí!” Instigan alborotos y revueltas. Su misión es semejante a los de la derecha extrema: sustituir el Estado existente.

Marx sustenta que la historia de las sociedades ha sido “lucha de clases.”[151] Con esta premisa determinista dibujó un escenario ideal fundado en profecía apocalíptica y prescribió que se debe entablar combate mesiánico contra la burguesía, demonio de la clase proletaria. Su visión fue miope. El hombre ha batallado desde su origen por múltiples causas: territoriales, políticas, estratégicas, culturales, étnicas, religiosas, raciales, ideológicas, etcétera, no sólo económico-sociales.

URSS aplicó su receta durante siete décadas y padeció fracaso colosal. La realidad derrotó a la utopía. Marx ignoró que la administración centralizada crea gigantismo burocrático, ineficiente y costoso. Lo advirtió Trotsky, indiqué. Es ilusorio que exista equidad absoluta en un conglomerado humano y que los sistemas sociales trabajen con precisión mecánica. Imponer que toda persona reciba ingreso según sus necesidades y trabaje según sus capacidades revela conciencia moralista propia de un monasterio o de una tribu primitiva cerrada. Es incongruente en una sociedad abierta moderna: patrocina injusticia, atrofia la iniciativa personal y desemboca en parasitismo, abulia, ineficiencia e improductividad. Viola la naturaleza del hombre, quien anhela y se esfuerza por superar a los demás.

“Es notable que Marx, que justamente coincide con Hegel en el rechazo de todo utopismo abstracto, se trasforme en quizás el utopista máximo de la historia de la filosofía,” opina Schmidt.[152]

El capitalismo tiene infinidad de defectos, que deben corregirse; mas ha demostrado vigor para sobrevivir y evolucionar durante siete siglos, por ser compatible con leyes naturales; respeta y defiende el instinto humano de triunfar; exalta el individualismo, que impele al hombre a superarse y distinguirse en medio de reñida competencia. La libertad de decisión aguza su creatividad, acelera aportaciones tecnológicas y le acicatea a trabajar, ahorrar e invertir, a desplegar su potencia creativa y progresar. De esa manera colabora al avance de su comunidad.[153] Por eso China evoluciona hacia un régimen que combina socialismo y capitalismo, el cual la ha convertido en la segunda potencia.

La Tierra se halla en plena transición dialéctica en el presente. El estado de la humanidad antes de la globalización sentó la tesis.[154] Entre los años ‘60s y ‘80s se modificaron formas, condiciones y relaciones internacionales de producción: fue la antítesis. Presenciamos hoy la síntesis: el tránsito a nueva civilización, en proceso. Queda largo tramo por recorrer, durante el cual hace falta madurar, corregir errores y superar obstáculos.

Globalifóbicos y altermundistas seguirán aferrados al dogma de que el capitalismo, representado hoy por la globalidad neoliberal, es culpable de todos los males y enardecerán su pasión y rebeldía, con determinismo marxista. Atribuyen los acontecimientos a espíritus malignos ─”imperialismo yanqui,” CIA, corporaciones multinacionales, burguesía─ que deben ahuyentarse con hechicería y magia, como hacían los sacerdotes primitivos. Imaginan un mundo fantástico, con gobiernos rectos y eficientes, que regulen los mercados para que sean puros y justos y exista reparto equitativo de la riqueza, donde la gente se conduzca conforme a lineamientos rígidos. Se obstinan en reimplantar la sociedad cerrada arcaica, asevera Popper.[155]

La globalización económica y el neoliberalismo de mercado emergieron por evolución del mecanismo internacional de producción incitada por acelerado desarrollo tecnológico. No fueron causantes, por sí mismas, de los desequilibrios concomitantes, emanados del desorden como se instrumentaron. En países prósperos surgieron por inercia, sin programarse, supervisarse ni controlarse. En regiones subdesarrolladas fue impetuosa, desordenada e irrestricta, sin responder a un plan ni dirección premeditada. Desarticuló economías, provocó desajustes, incidió en desempleo y profundizó la iniquidad social.

Como haya sido, la cuestión nodal no es vociferar: “¡Hay que desterrar la globalización y el neoliberalismo!,” sino plantear: “¿Qué se puede hacer para corregir y evitar sus efectos malignos y extender y dispersar sus virtudes con equidad?”

El remedio no estriba en desdeñar la realidad y exigir soluciones fantásticas, sino en pugnar porque la sociedad se amolde en forma correcta al orden vigente, burle amenazas y aproveche las ventajas.

Un examen somero de la experiencia reciente de México muestra que la derecha se aferra al pasado por naturaleza: debe honrar el epíteto conservadora. No concilia las tradiciones católicas implantadas por los conquistadores en la Edad media con los requerimientos de apertura, dedicación y espíritu empresarial de la globalidad neoliberal. Dice Bartra: “Este conflicto es similar y paralelo al que sufría la izquierda, con su dificultad para conciliar las tradiciones comunistas autoritarias con la democracia moderna.”[156]

El panista Vicente Fox ganó la Presidencia en 2000 por dos razones: la población estaba harta del PRI, y convenció a los votantes de que era tiempo de “sacar al PRI de Los Pinos” e impulsar “el cambio,” con su estilo personal, dicharachero, irreverente, asociado a habilidades de vendedor puestas en práctica durante larga campaña de seis años como gobernador de Guanajuato, Pero no acometió la transición prometida. Instaló su gobierno en la estructura construida por los “gobiernos revolucionarios,” resquebrajada en 1997, cuando su partido no consiguió mayoría parlamentaria y él recibió el poder cercenado, mientras se amplió el de los gobernadores estatales y jerarcas de partidos. Se desmanteló la maquinaria que sostenía la unidad de la República y regulaba la armonía y colaboración entre poderes y se instauró régimen descentralizado caciquil, neofeudal, donde se aplica “la lógica del botín (el Estado es mío… y lo reparto entre mis cuates) y la lógica predatoria de atrapar rentas y canonjías es la nota dominante,” anota Curzio.[157]

Carente de talento, aptitudes, experiencia y equipo calificado, Fox actuó en un marco de impotencia ejecutiva, parálisis legislativa y dispersión de acciones regionales. No tuvo visión, capacidad, ingenio, facultades, voluntad ni iniciativa para promover “el cambio” pregonado. Felipe Calderón, su sucesor, también panista, tampoco tuvo habilidades, carácter, disposición ni equipo para intentarlo, amén de que le tocó escenario adverso: el colapso financiero de 2008 en EUA, con su secuela recesiva. Los dos presidentes de derecha resultaron rotundos fiascos.

Fue simple alternancia de partidos, inoportuna y gravosa. Al acceder PAN a la Presidencia incrementó burocracia, gasto, corrupción, improductividad e ineficacia, por incapacidad, ignorancia, falta de cuadros competentes y multiplicación de puestos para respetar compromisos y acomodar amigos. Se insertaron oportunistas que desconocen principios y valores originales del PAN, así como elementos radicales de El yunque, obstinados en implantar régimen de vocación clerical, réplica del existente antes de La Reforma de Juárez. Instauraron desorden institucional y administrativo, derroche financiero, anomia e ingobernabilidad, incompatibles con la democracia y el desarrollo.

Guerra Castellanos asevera que no fue “el antiguo sistema el que pervirtió a los mexicanos, sino que más bien somos los mexicanos los que pervertimos a cualquier sistema que se nos pone enfrente.”[158] Es consecuencia del atraso cultural, vigorizado por ineptitud estatal, agrego.

La izquierda no presenta pensamiento uniforme. Se fragmenta en teorías, principios, valores, pasiones y objetivos misceláneos, incongruentes y discrepantes. La condenso en cuatro grandes tipos, que combinados dan infinidad de variedades.

  1. Izquierda teórica. La integran “intelectuales.” Estudian a Marx, Engels y demás autores. Los revisan y aportan principios, doctrinas y propuestas sustentados en el análisis técnico de los fenómenos políticos y sociales.
  2. Izquierda utópica. Aspira a diseñar la sociedad ideal, la que debería ser. Propone ilusiones y sueños irrealizables. Emula a More, Campanella y Marx.

El pensamiento de ambas puede ser constructivo o destructor. Activistas lo aprovechan como postulados y bandera. En su mayor parte sirven de material de difusión, de cátedra o para animar charlas de café.

  1. Izquierda combativa. Declara la guerra a todo lo que existe, movida por fanatismo, frustración, resentimiento y odio. Es revanchista y demoledora. Toma de Marx la noción determinista de que en la sociedad priva lucha de clases y que se deben combatir y desterrar la burguesía y el capitalismo.
  2. Izquierda conciliadora. Se ajusta a la realidad: propone objetivos y metas que se pueden alcanzar. Es sensata, flexible y constructiva.

La más visible, entusiasta y laboriosa es la combativa. Su desempeño fue mediocre antes de 1988, porque fue incapaz de organizarse, de actuar unificado, definir línea coherente y ser fuerza poderosa, debido a rencillas entre facciones, descritas atrás. Bartra lo atribuye a que la anquilosaron dos corrientes: el dogmatismo marxista, obstinado en implantar la “dictadura del proletariado,” y el nacionalismo populista de Lázaro Cárdenas. “Constituían un gran obstáculo para entender la enorme importancia de impulsar una transición política a la democracia.”[159] Sus líderes no asimilan que la dialéctica histórica modificó las circunstancias sociales, culturales, políticas, económicas, tecnológicas, demográficas y ambientales del orbe. Se aferran a criterios que inspiraron La Revolución soviética y a prácticas caducas de La Revolución mexicana. Añoran a Lenin, Stalin, Mao y Tata Lázaro, con criterio reaccionario (volver atrás) o conservador (mantener el statu quo). No entienden el presente ni ven hacia el futuro. Lo contrario a ser “progresistas,” como presumen.

Roberto Mangabeira, inductor del desarrollo de Brasil durante la presidencia de Lula de Silva (2003-2010), opina que México está rezagado porque “a los estadistas les falta imaginación, a los intelectuales, rebeldía, y a la izquierda, transformación ideológica y programática; es conservadora y recalcitrante.”[160]

El debate no es elegir entre izquierda y derecha, sino entre tradición y porvenir. La alternativa no es adoptar “línea progresista” que nos regrese a tiempos añorados, sino “línea modernizadora,” para adaptarnos al mañana. La historia demuestra que los políticos mexicanos de todo signo ansían preservar el presidencialismo autoritario, disponer a su antojo del presupuesto público, disfrutar poder, canonjías, fuero, corrupción e impunidad. La ambición personal les impide colaborar a la maduración democrática del país.

 Las fuerzas políticas sensatas de centro, derecha e izquierda conciliadora deben asumir el compromiso ético de coordinarse y colaborar en la selección de la ruta más conveniente para México: la llamo Vía viable.[161] Esto es, seguir una línea ecléctica y tomar lo mejor de los patrones disponibles para acondicionar el Estado a las circunstancias reales, con un paradigma funcional y efectivo. Acoplar el sistema de gobierno a las condiciones cambiantes de economía y sociedad con suavidad, sin ocasionar fluctuaciones ni trastornos. Reconstruir el aparato estatal con el propósito de hacer consistente el desarrollo cultural con el de la economía y el de la sociedad; conciliar el dinamismo vertiginoso de los mercados con la situación de las familias; buscar que exista armonía entre producción —hecho social— y consumo —hecho individual— con criterio humanista práctico, en el contexto de la globalidad.

 Aristóteles finca la grandeza moral de una nación en la areté (ret) = excelencia, perfección, traducido como virtud, la cual “tiene por materia pasiones y acciones en las cuales se peca por exceso y se incurre en censura por defecto, mientras que el término medio obtiene la alabanza y el éxito.” Por ello, aconseja: “Todo arte o ciencia consuma bien su obra mirando al término medio y encaminando a él su trabajo.”[162] “Ni tanto que queme el santo ni tanto que no lo alumbre,” aconseja la sabiduría popular.

Urge acelerar la metamorfosis cultural de México; es decir, los procesos de aprender, pensar y actuar, de renovar el espíritu, de actualizar principios, valores y estilos de vida. Han sido lentos y caóticos, aprisionados en círculo vicioso indestructible.

El sistema político mexicano es obsoleto. Debe reconstruirse de acuerdo a las características dinámicas de la sociedad y organizar instituciones idóneas al presente. Lo primero es asunto de filosofía política: obliga a conocer cultura, características humanas, formas de ser y pensar, aspiraciones y posibles consecuencias. Lo segundo compete a la ciencia política: se requiere disponer de instrumentos, programas, estrategias, medios, objetivos, modos de ejecución, sustentados en legislación e instituciones apropiadas, eficientes y eficaces, así como revisar las estrategias económicas y sustituirlas por propuestas asequibles, que reivindiquen los derechos de los desfavorecidos y den contenido ético al régimen neoliberal, que llegó para quedarse hasta que aparezca su antítesis.

Es imperativo abolir el presidencialismo, que subsiste, aunque atrofiado; desmantelar la partidocracia y el feudalismo político, y concebir nuevo régimen con equilibrio de fuerzas. Lo anterior con unidad, tolerancia y participación cooperativa de todas las corrientes, de manera ordenada, estable y pacífica, mediante reforma integral del Estado, elaborada según características, requerimientos y capacidades reales.

Es preciso someterse a plan estratégico de Estado de desarrollo integral ─económico, social, cultural, ambiental, demográfico, físico (infraestructura)─ de largo alcance, no sexenal; de cumplimiento obligatorio, abierto, flexible, apto para afrontar los desafíos, en acato a los términos que ordena la Ley, formulado con metodología técnica. El plan táctico ─la instrumentación del plan estratégico─ por su parte requiere ser sexenal.

Me inspiran principios morales, pues condeno la pobreza, ignorancia, enfermedad, desigualdad, injusticia, abuso, explotación, discriminación, exclusión, despojo e invasión, que sufren tantos seres humanos aquí y toda la Tierra. Siento inconformidad, frustración, desengaño e indignación porque México se encuentre anquilosado en el subdesarrollo,[163] a pesar de los esfuerzos y sacrificios realizados en la segunda mitad del siglo 20°, que atestigüé por corresponder a la mayor parte de mi vida.

El futuro debe construirse a partir de lo que existe, en vez de añorar volver al pasado dudosamente glorioso de la etapa nacionalsocialista de La Revolución o destruir lo construido en pos de algo desconocido e inalcanzable.

Es estéril proponer utopías. Hay que ser juiciosos y determinar esa Vía viable: la que ofrezca posibilidad de conducir a la sociedad mexicana a un destino predeterminado según capacidades, obstáculos, relaciones de poder, leyes de mercado y contextos cultural, político, institucional, económico y social existentes, no imaginarios ni ideales. Urge definir lo que razonablemente se puede lograr y olvidar lo que debiere ser o lo que se desearía que fuere. No se puede lograr lo imposible. Cuando México avance satisfactoria y sostenidamente será evidencia de que se respetó el compromiso ético y se siguió la Vía viable. Ω

 

 

 

 

 

Apéndices

 

A1. Representación gráfica

 

Los fenómenos sociales no pueden simbolizarse en escala lineal, pues los originan incontables factores. Por ende, es impropio representar el espectro político en una dimensión, con dos polos: derecha e izquierda. David Nolan diseñó un diagrama de dos dimensiones, referidas a libertades de que disfrutan los miembros de la sociedad.[164] Lo aprovecho para formular mi interpretación.

La libertad es uno de los dones más apreciados por el ser humano. Se subordina a la cultura y la civilización, escribí en otro lado.[165] La cultura se integra por “principios normativos, de valores, de ideales; en una palabra, por el espíritu,” define Braudel. La civilización es “conjunto de conocimientos técnicos y de prácticas, una colección de medios para actuar sobre la naturaleza; [… lo que] un grupo de hombres ha conservado y transmitido, de generación en generación, como su bien más preciado.”[166]  Ambas reflejan “de cuánta libertad disponen el individuo y su grupo. La del espíritu se halla en la conciencia de cada quien. La relacionada con la civilización se materializa en la vida social, en sus aspectos político y económico.”[167]

El eje vertical del diagrama expresa “libertades políticas” conferidas por posibles formas de gobierno: van de autoritarismo y tiranía en la parte baja de la figura, a libertarismo y anarquía, arriba. Son nulas o mínimas en la base (─) y se amplían hacia arriba (+).

El eje horizontal mide “libertades económicas” en distintos esquemas económicos. En Izquierda estarían socialismo y comunismo, donde el Estado controla capital, inversión, producción, comercio. En su extremo desaparece la propiedad privada. En Derecha se hallan capitalismo tradicional, liberal, donde el gobierno tiene sólo funciones de protección y vigilancia (policía). Son nulas o mínimas en el origen (─) y se amplían hacia la diestra (+).

 

Gráfica 1

Espectro político bidimensional

Basado en The Nolan Chart, creada por David Nolan, “The Case for a Libertarian Political Party,” op. cit.

 

 

Cada país se simboliza con un punto en la gráfica, localizado según se combinan grado de autoritarismo o libertarismo político, de un lado, y de restricción o apertura de la economía, en el otro. Las posibilidades son infinitas. Imaginemos 192 puntos correspondientes a los miembros de Naciones Unidas. Dictaduras socialistas y comunistas estarían próximas al ángulo inferior izquierdo. Arriba estarían democracias sociales y monarquías constitucionales. Abajo, a la derecha, monarquías absolutistas, dictaduras militares capitalistas y teocráticas. Hacia la esquina superior derecha, regímenes anarquistas y libertarios. En el centro, posiciones moderadas en uno y otro sentido, como las naciones escandinavas, monarquías constitucionales de elevada socialización.

Kelly Ross elaboró un modelo de tres dimensiones, con forma de cubo. Lo utilizo para hacer mi interpretación.

La cara frontal es la misma del diagrama anterior. Se lee igual.

 

 

 

Gráfica 2

Espectro político tridimensional

                                                 

Basado en: Ross, Kelly L. Positive & Negative Liberties in Three Dimensions.  http://www.friesian.com/images

 

La cara de la izquierda detalla “libertades personales,” concedidas por el Estado, la Ley o la sociedad. Las primeras comprenden derechos del individuo a la vida, de expresión, a tener empleo, vivienda, educación, electorales, a participar en política, creer en Dios, practicar una religión, etc., y con qué extensión. También entrañan obligaciones: respetar leyes, instituciones, semejantes, propiedades, pagar impuestos, votar, realizar labores comunitarias, etc. Las sociales consisten en seguir normas religiosas, morales, éticas, usos y costumbres, que deslindan la libertad espiritual, convenida según la cultura del grupo. Se interrelacionan con cinco figuras de gobierno ─monarquía, oligarquía, república, democracia y anarquía─ divididas en tolerantes a la siniestra y moralistas del otro lado. El rango de tolerancia se refiere a temas como aborto, drogas, prostitución, homosexualidad. La moralidad, a aceptar y respetar dogmas y mandamientos religiosos, normas, tabúes y resistirse a modificar cultura y tradiciones.

La tercera cara indica “libertades económicas” en las mismas formas de gobierno, abiertas en dos segmentos: socialistas y de mercado. A la izquierda se acomodan países donde el Estado es propietario de los medios de producción; se rigen por un plan central; son proteccionistas; tienen control de cambios de divisas, y los mercados están regulados. Del lado derecho los factores productivos pertenecen a particulares; predomina la inversión privada; hay libre movilidad de factores; los mercados están abiertos, y hay libertad de cambios. La eficiencia y eficacia[168] del Estado deriva de su capacidad administrativa y financiera y determina qué prestaciones otorga y qué exacciones impone. Está condicionado a régimen político, infraestructura, estructura productiva, políticas fiscal, monetaria, industrial, comercial, laboral, de seguridad social, gasto asistencial, talento empresarial, que se manifiestan en nivel general de vida, distribución de la riqueza y competitividad respecto a otras naciones. Los puntos de los 192 países de Naciones Unidas se repartirían por todo el cubo. 

Las tres dimensiones interinfluyen, pues los congregados sociales son complejos y experimentan interacciones enmarañadas, influidas por su conducta anterior, y generan procesos de causa-efecto, positivos o negativos. El tipo de organización estatal define el poder del gobernante, sus atribuciones y facultades para modificar leyes e instituciones y asignar libertades políticas. Marca la distancia entre dictadura, democracia y anarquía. Conjugado con normas y costumbres impresas por la cultura dispone libertades personales. Marca la diferencia entre tolerantes y moralistas. La forma de gobierno asociada al aparato económico, calidad de la gestión del gobierno y de cuánto da y cuánto quita éste a los ciudadanos estipula libertades económicas y cómo se distribuyen entre los miembros de la comunidad. Marca la brecha entre comunismo y capitalismo.

Ambos diagramas allanan la comprensión del tema. Mas su alcance es incalculable en análisis tan amplios y profundos como se desee.     

A2 Brújula política

 

La mayor parte de los integrantes de una comunidad no están conscientes de su orientación política ni tienen interés en averiguarlo. De cualquier modo, anexo el siguiente cuestionario que ayuda al lector a precisarla, ya sea la propia, de otras personas o de organismos. 

 

Favor de marcar con X atributos de organización social preferidos

 

  1. Marco sociopolítico

 

Izquierda                   -5  -4  -3  -2  -1    1  2   3   4  5                      Derecha

_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

 

 

Bienestar colectivo                                                        Bienestar individual

Paternalismo estatal                                                      Responsabilidad individual

Nacionalismo cerrado                                                 Cooperación internacional

Autoritarismo estatal                                                   Democracia representativa

Partido político único                                                  Multipartidismo

Educación estatal                                                        Educación privada

Seguridad social estatal                                              Seguridad social privada

Asignación de oficios                                                  Elección libre de oficios

Censura de expresión                                                  Libertad de expresión

Anticlericalismo                                                          Libertad de culto

 

Favor de sumar los puntos y obtener su promedio

 

Suma         ÷ 10 =  Promedio 1

 

  1. Marco económico

 

                                  -5 -4 -3  -2  -1    1   2   3   4  5

_______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

 

 

Economía estatizada                                                   Economía de mercado

Propiedad comunal                                                     Propiedad privada

Inversión estatal                                                         Inversión privada

Estado benefactor                                                       Estado inductor

Autarquía productiva                                                   Globalización

Planificación central                                                   Libertad operativa

Proteccionismo comercial                                           Libertad comercial

Racionamiento                                                            Mercado abierto

Precios regulados                                                       Precios de mercado

Control de cambios                                                     Libertad cambiaria

 

Favor de sumar los puntos y obtener su promedio

 

Suma          ÷ 10 =  Promedio 2

 

                          (Promedio 1+ Promedio 2) ÷ 2 = Gran promedio

 

 

 

Bibliografía

 

Andersen, Perry, “Communist Party History,” en People’s History and Socialist Theory, Routledge & Kegan Paul, London, 1981.

Arana, Ana, “México, rumbo al silencio,” en El universal, México, 21 de noviembre de 2010, p. A20.

Asimov, Isaac, Los griegos. Una gran aventura, Historia Universal Asimov, Alianza Editorial, México, 1983.

Babeuf, Graco, “Manifiesto de los plebeyos,” en El tribuno del pueblo, Núm. 35,  Paris, 9 Frimario, año IV (30 de noviembre de 1795), páginas 79-107. http://unicornio. freens.org

Aristóteles, “Ética nicomaquea,” en Ética nicomaquea / Política, pp. 3-152, Porrúa, Sepan Cuantos, México, 1977.

——, La política, Editores Mexicanos Unidos, México, 1998.

Bartra, Roger, “Fango sobre la democracia,” en Letras libres, México, octubre de 2006

——, “Izquierda y democracia en México,” en Letras libres, México, noviembre de 2009.

——,“Populismo y democracia en América Latina,” en Letras libres, México, abril de 2008.

Bazant, Jan, “Desamortización y nacionalización de los bienes de la iglesia,” en La economía mexicana en la época de Juárez, pp. 187-221. Secretaría de Industria y Comercio, México. 1972.

Blackedge, Paul, The New Left’s Renewal of Marxism, International Socialism Journal, London, October, 2006. http://www.isj.org.uk}

Boaz, David, Libertarianism: A Primer, The Free Press, Washington, 1998

Bobbio, Norberto, Left and Right.The Significace of Political Distinction, University of Chicago Press, Chicago,1997.

Braudel, Fernand, Las civilizaciones actuales. Estudio de historia económica y social, Editorial Tecnos, Madrid, 1983

Burton, Daniel C., Llibertarian Anarchism: Why it is Best for Freedom, Law, the Economy and the Environment, and Why Direct Action is the Way to Get It, Political Notes No. 168, Libertarian Alliance, London, 2001. http://www.libertarian.co.uk

Cárdenas Gracia, Partidos políticos y democracia, Cuadernos de divulgación de la cultura democrática, IFE, México.

Cole, G.D.H., La organización política, FCE, Colección Popular, México, 1961.

Córdova Vianello, Lorenzo,  “La reforma electoral y el cambio político en México,” en Reforma política y electoral en América Latina 1978-2007. pp. 653-703, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 2008.

Curzio, Leonardo, “Más administración y menos política,” en El universal, México, 9 de agosto de 2010., p. A17.

De Andrea S., Francisco J., El origen y la evolución de los partidos políticos en México de la independencia hasta 1928: la ciclicidad de la historia política nacional, http://www.bibliojurídica.org/libros

De Buen Lozano, Néstor, Sindicatos, democracia y crisis, México, Porrúa, 1985.

Déjacque, Joseph, De l’être-humain mâle et femelle Lettre à P.J Proudhon, 1857 http://josephdejacque.free.fr

——, L’Humanisphere (1857) Utopie Anarchique, Preface http/:/joseph.dejacque. free.fr

De la Garza Toledo, Enrique, Sindicatos, Estado y economía, Universidad Autónoma Metropolitana. http://docencia.izt.uam.mx/

Delgado, Álvaro. El Yunque: La ultraderecha en el poder, Editorial Plaza Janés, México: 2003.

Convergencia, Estatutos, Artículo 1. convergencia.org.mx

Eliade, Mircea, El mito del eterno retorno, Alianza Emecé, Madrid, 1982.

Engels, Federico, “Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas,” en Carlos

         Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, p.314, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952.

——, “Contribución al problema de la vivienda. Prefacio a la segunda edición,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, pp. 510-519, op. cit.

——,“Del socialismo utópico al socialismo científico,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit, pp. 84-144.

——,“Manifiesto comunista. Prefacio a la edición alemana de 1890,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, op. cit., pp. 15-52.

——,“Marx y la Nueva gaceta del Rin (1848-1849),” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., pp.305-313.

——, “Prefacio a «La situación de la clase obrera en Inglaterra»,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, pp. 379-393.

Esteve Díaz Hugo. Las corrientes sindicales en México, Instituto de Proposiciones Estratégicas, México, 1990. pp. 140‑158. http://www.joseacontreras.net

Freud, Sigmund, “El porvenir de una ilusión,” en Obras completas, Tomo III, pp. 2961-2992, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973.

Gertz Manero, Alejandro, “Poder protector de impunidades,” El universal, México, 6 de septiembre de 2009.

Gobierno Federal, Información sobre el fenómeno delictivo en México, Secretaría de Gobernación, México, diciembre de 2010.

González Casanova, Pablo, La democracia en México, Serie Popular Era. México, 1979.

Görlich, Ernst J., Historia del mundo, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1972.

Guerra Castellanos, Gabriel, “Un país de mentiras,” El universal, 6 de septiembre de 2010, p. A18.

Habermas, Jünger, Teoría y praxis, Rei-México, 1993.

Hernández Navarro, Luis, et. al “Ciudadanos iguales, ciudadanos diferentes. La nueva lucha india,” en Hernández Navarro, Luis y Vera Herrera, Ramón, compiladores, Acuerdos de San Andrés, Era, México, 1998.

Hobbes, Thomas, Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, FCE, México, 1950.

Instituto Nacional de Estudios Políticos (INAP), “Memoria política de México. http://www.memoriapoliticademexico.org

Johnson, Harry G., On Economics and Society, The University of Chicago Press, Chicago, 1975.

Keynes, John Maynard, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, FCE México, 1965. 

Lastra Lastra, José Manuel, “El sindicalismo en México,”, en Anuario mexicano de historia del derecho, Volumen XIV, 2002, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Biblioteca Jurídica Virtual. www.juridicas.unam.mx

Leinert, Anne-Marie, “El sinarquismo en los años 30 y 40: ¿una amenaza fascista para México?,” en La Jornada Semanal, Núm. 399, México, 27 de octubre del 2002.

Lenin, V.I. (Vladímir Iliich Uliánov), El, Estado y La Revolución. La teoría marxista y las tareas de proletariado en La Revolución, Capítulo V, Apartado 4. http://www.marxists.org/espanol

——, El imperialismo, fase superior del capitalismo, Edición electrónica Buenos Aires, 2004. http://www.laeditorialvirtual.com.ar

——, La guerra de guerrillas, http://www.marxists.org/espanol

Lenski, Gerhard E., El factor religioso. Una encuesta sociológica, Labor, Barcelona, 1967.

Lipset, S. M., Political Man: the Social Basis of Politics, Doubleday, New York, 1959.

Lorenzatti, Joel J. Teología de la liberación. ¿El rostro eclesiástico del socialismo? Algunas reflexiones en torno a lo que une y separa al socialismo de la Teología de la liberación, Universidad Nacional de Rosario, Escuela de Filosofía, Rosario, Argentina, 2006. http://www.jjlorenzatti.com.ar

Madero, Francisco I., Plan de San Luis, San Luis Potosí, Octubre 5 de 1910. http://www.bibliotecas.tv/zapata/1910/z05oct10.html

Mangabeira Unger, Roberto, entrevista: “Urge en México garantizar capacitación y oportunidades,” El universal, México, 13 de noviembre de 2010, p. A4.

“Manifiesto. La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano.” periódico Regeneración, Nº 48, Saint Louis, Mi, 30 de septiembre de 1905. http://www.antorcha.net

Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Editorial Época, México, sin fecha.

Marx, Carlos y Engels, Federico, “Manifiesto del Partido Comunista,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, op. cit., pp. 15-52.

——, “Mensaje del Comité Central de la Liga de los Comunistas,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, op. cit, pp. 92-102.

Marx, Carlos, “Prólogo de la «Contribución a la crítica de la economía política,»” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, op. cit., pp. 330-335.

——, Wages, Price, and Profit, versión castellana publicada por Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1954. http://www.marxists.org/espanol

Monsiváis, Carlos, Días de guardar, Biblioteca Era, Novena edición, México, 1982,   

Montemayor, Carlos, Guerra en el paraíso, Seix Barral Biblioteca Breve, México, 1997.

——, Chiapas. La rebelión indígena de México, Joaquín Mortiz, México, 1997.

Nolan, David, “The Case for a Libertarian Political Party,” en The Individualist, Society for Individual Liberty, August 1971.

Organización de las Naciones Unidas, Declaración universal de los derechos humanos, París, 1948.

Ortiz Mena, Antonio, “Desarrollo estabilizador. Una década de estrategia económica en México,” El trimestre económico, Vol. XXXVII, No. 146, pp. 417-449, FCE, México, abril-junio de 1970.

Papa León XII, “Sobre la situación de los obreros,” Rerum novarum (De las cosas nuevas), carta encíclica, Roma, 1891.

Partido Acción Nacional. Principios de doctrina, 2002.

Partido de la Revolución Democrática, Declaración de principios, 2001.

Partido Revolucionario Institucional, Declaración de principios, 2008.

Partido del Trabajo, Estatutos, Artículo 5. partidodeltrabajo,org.mx

Peralta, Miguel Ángel, La sociedad humana ante la globalidad. Caso de México, tesis doctoral, Centro de Investigación y Docencia en Humanidades el Estado de Morelos. Edición revisada y corregida, Cuernavaca, 2008.

——, “Libertad humana. Naturaleza y significado. Caso de México,” en Memorias del Tercer Concurso de Ensayo Caminos de la libertad, pp. 274-331, Fomento Cultural Grupo Salinas, México, 2009.

Platón, “Critias o de La Atlántida,” en Diálogos, pp. 723-734, Editorial Porrúa, México, 1998

——.“La república o de lo justo,” en Diálogos, pp. 433-622, op. cit.

——, “Timeo o de la Naturaleza,” en Diálogos, , pp. 663-722. op. cit.

Plauto, Asinaria, Ediciones Clásicas, Madrid, 1997.

Popper, K. R., La sociedad abierta y sus enemigos, Paidós, Barcelona, 1989.

“Programa del Partido Liberal y Manifiesto a la Nación,” periódico Regeneración, Núm. 1, Saint Louis, Mi, 1º de julio de 1906. http://www.antorcha.net

Proudhon, Pierre-Joseph, ¿Qué es la propiedad? o una investigación acerca del principio del derecho y del gobierno, París, 1840, http://www.eumed.net

Rabasa, Emilio, La Constitución y la dictadura, Cámara de Diputados, LVII Legislatura, México 1999. http://www.cddhcu.gob.mx/biblioteca

Rodríguez, Javier y Leyva, Marco A., “Sindicalismo mexicano para el nuevo milenio. Entre la tradición y la modernidad global,” en El cotidiano, Año/Vol. 17, Núm. 105,  pp.30-43, México, enero-febrero 2001.

Roll, Eric, Historia de las doctrinas económicas; FCE, México, 1955.

Ross, Kelly L. Positive & Negative Liberties in Three Dimensions. http://www.friesian. com

Rousseau, Jean-Jacques, “El contrato social,” en Obras selectas, pp.43-162,  EDIMAT Libros, Madrid, 2000.

Santa biblia, La biblia al día, Sociedad Bíblica Internacional, 1979.

Sartori, Giovanni, Ingeniería constitucional comparada. Una investigación de estructuras, incentivos y resultados, FCE, México, 1999

Schmidt, Alfred, El concepto de naturaleza en Marx, Biblioteca del Pensamiento Socialista, Siglo XXI, México, 1976.

Schumpeter. Joseph A., Capitalism, Socialism, and Democracy, Harper and Brothers, New York, 1959.

Shabot, Ezra, “Por la izquierda,” en El universal, México, 9 de agosto de 2010, p. A17.

Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Comité Nacional Mixto de Protección al Salario (CONAMPROS), Las primeras organizaciones de trabajadores http://www.conampros.gob.mx

Sierra, Jorge Luis, Estrategia comunicacional del Ejército en el conflicto armado en Chiapas. Las Fuerzas Armadas mexicanas y los medios de comunicación, Center for Hemispheric Defense Studiies, Research and Education in Defense and Security Studies, Washington, D.C. May 22-25, 2001.

Tahar Chaouch, Malik, “La teología de la liberación en América Latina: una relectura sociológica,” en Revista mexicana de sociología 69, Núm. 3, pp. 427-456, UNAM-Instituto de Investigaciones Sociales, México, julio-septiembre de 2007.

Trejo Delarbre, Raul, Este puño si se ve. Insurgencia y movimiento obrero, Ediciones El Caballito, México, 1985.

Trotsky, Leon (Lev Davídovich Bronstein), La revolución permanente, Marxists Internet Archive, abril de 2000. www. marxists.org/espanol /trotsky

——, The Revolution Betrayed. What is the Soviet Union and Where is it Going? (1936). http://www.marxists.org/archive/trotsky/1936.

Vargas Llosa, ponencia en el encuentro “El siglo XX: la experiencia de la libertad,” revista Vuelta, México, 30 de agosto de 1990. terra.com.mx/noticias /articulo/973216[

Villari, Pasquale, Maquiavelo. Su vida y su tiempo, Gandesa, México, 1953.

Villasana Dávila, Jaime, Sindicalismo, partidos y globalización en México: Una evolución constante, Universidad del País Vasco, Bilbao, 2007 http://localeando.com

Weber, Max, El político y el científico, Alianza Editorial, México, 1981.

Whittaker, Edmund, Historia del pensamiento económico, FCE, México, 1948.

Zola, Émile, Germinal, http://es.wikisource.org/

    

           

[1] Utilizo el concepto hombre en sentido antropológico de especie animal, sin connotación de género.

[2] Aristóteles, La política, Editores Mexicanos Asociados, México, 1998, p.25.

[3] Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Editorial Época, México, sin fecha.

[4] Platón, La república o de lo justo, en Diálogos, pp. 433-622, Porrúa, México, 1998, p.465.

[5] Aristóteles, La política, Editores Mexicanos Unidos, México, 1998, p. 128.

[6] Engels, Federico, “Prefacio a la edición alemana de 1890 del Manifiesto comunista,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, pp. 15-52, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952, pp. 20-21. (El Manifiesto, publicado en 1848, fue obra conjunta de Marx y Engels. Este Prefacio lo escribió Engels sin Marx, quien falleció en 1883.)

[7] Lenin, V.I. (Vladímir Iliich Uliánov),  “El Estado y la Revolución. La teoría marxista y las tareas de proletariado” en La Revolución, Capítulo V, Apartado 4. http://www.marxists. org/espanol

[8] En Roma se llamaba proletarios ( del latín prole = descendencia) a personas de clase baja, por concebir numerosas proles, que nutrían las legiones imperiales. Marx lo aplicó a trabajadores que carecen de medios de producción y deben enajenar su mano de obra a los prietarios del capital.

[9] El gentilicio de burgo (ciudad medieval) es burgués, aplicado a mercaderes y artesanos enriquecidos, quienes formaron nueva clase social que desplazó a la aristocracia en el predominio económico, político y social y se apropió la mano de obra bajo el concepto de trabajadores asalariados, que integraron otro estrato: la burguesía, que Marx tomó como enemiga del proletariado, al cual explota al apropiarse parte del valor creado con su trabajo, que llamó “plusvalía.” Se entabla entre ellos “lucha de clases,” que se resuelve al eliminar el capitalismo.

 

[10] Bobbio, Norberto, Left and Right. The Significance of Political Distinction, University of Chicago Press, 1997.

[11] Platón, “La república o de lo justo,” en Diálogos, pp. 433-622, Editorial Porrúa, México, 1998, p. 584-585..

[12] Marx, Carlos, Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel, Grijalbo. México: 1968.

[13] Görlich, Ernst J., Historia del mundo, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1972, p. 9.

[14] Génesis 26.13, Santa biblia, La biblia al día, Sociedad Bíblica Internacional, 1979. 

[15] Proverbios 14.31. Las citas bíblicas se toman de la obra anterior.

[16] Platón, “La República o de lo justo,” op. cit., pp. 521-522; “Critias o de la Atlántida,” pp. 723-734, y “Timeo o de la naturaleza,” en Diálogos, op.cit., pp. 663-722.

[17]  Aristóteles, La política, op. cit, p. 35.

[18] El uso del verbo ungir como consagrar obedece a que Jehová instruyó a Moisés que consagrara a sus ministros mediante la unción de aceite de olivo en la cabeza, o sea aplicarles los santos óleos. Cfr. Éxodo 28.41 y 29.7..

[19] Isaías 9.7 y Jeremías 23.5-6.

[20] Mateo 22.21.

[21] Mateo 27.24.

     [22] Whittaker, Edmund, Historia del pensamiento económico, FCE, México, 1948, p. 219.

[23] El significado de Evangelio “buena nueva,” del griego Euaggelon  (Euaggelon).

[24] Hechos de los apóstoles, 4.32 y 4.34-35.

     [25]Algunos autores utilizan Estado-nación. Considero más propio nación-Estado, donde aparece primero entidad sociocultural y adelante la legal-política.

[26] Lumières, en francés; Enlightenment, en inglés; Illuminismo, en italiano.

[27] Rousseau, Jean-Jacques, “El contrato social,” en Obras selectas, pp.43-162,  EDIMAT Libros, Madrid, 2000.

[28] Babeuf, Graco, “Manifiesto de los plebeyos,” en El tribuno del pueblo, Núm. 35,  Paris, 9 Frimario, año IV (30 de noviembre de 1795), páginas 79-107.Cursivas en la fuente. http://unicornio.freens.org

[29] Cole, G.D.H., La organización política, FCE, Colección Popular, México, 1961, p. 59.

[30] Nombre completo: Claude-Henri de Rouvroy, Conde de Saint-Simon.

[31] Cfr  Engels, Federico, “Del socialismo utópico al socialismo científico,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, pp. 81-144, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952.

[32] Proudhon, Pierre-Joseph, ¿Qué es la propiedad? o una investigación acerca del principio del derecho y del gobierno, publicado en parís, en 1840, http://www.eumed.net

[33]  Ídem, Capítulo V

[34] Déjacque, Joseph, De l’être-humain mâle et femelle Lettre à P.J Proudhon, 1857 http://joseph dejacque.free.fr

[35] Dejacque, Joseph, L’Humanisphere (1857 Utopie Anarchique, Preface http/:/joseph.dejac que. free.fr

[36] Engels, Federico, “Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., pp.314-334, p. 314

[37] Engels, Federico, “Marx y la Nueva gaceta del Rin (1848-1849),” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., pp.305-313, p. 305.

[38] Marx, C., “Prólogo de la «Contribución a la crítica de la economía política,»” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, op. cit., pp. 330-335, p. 333.

[39] Marx, Carlos y Engels, Federico, “Manifiesto del Partido Comunista,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, pp. 15-52, op. cit.

[40] Engels, Federico, “Prefacio a la edición alemana de 1890 del Manifiesto comunista,” op. cit., pp. 20-21.

[41] El concepto plusvalía fue introducido por David Ricardo y desarrollado por Marx. Sobre este tema ver Marx, Karl, Wages, Price, and Profit, versión castellana publicada por Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1954. http://www.marxists.org/espanol

[42] Engels, Federico, “Contribución al problema de la vivienda. Prefacio a la segunda edición,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, pp. 510-519, op. cit., p. 513.

[43] Fascio (plural fasci): palabra italiana que significa haz o atado de espigas o varas. Simboliza vinculación y fuerza derivadas de la unidad. Fue emblema de los etruscos y de monarcas y cónsules de la República Romana. En el siglo 19º se aplicó a grupos políticos variados. En español equivale a banda, en su acepción “grupo de gente perteneciente a un partido.”

[44] Popper, K. R., La sociedad abierta y sus enemigos, Paidós, Barcelona, 1989, p.269.

[45] Lenin, V.I. (Vladímir Iliich Uliánov),  El imperialismo, fase superior del capitalismo, 1916 Edición electrónica, Buenos Aires, 2004 El término era conocido: el economista inglés J. A. Hobson lo trató en su libro El imperialismo, en 1902. http://www.laeditorialvirtual.com.ar

[46] Stalin significa “el de acero,” apodo asignado por compañeros de partido dado su férreo carácter. Se llamó Jossif Vissarionovich Dhzugazvili.

[47] Trotsky, Leon (Lev Davídovich Bronstein), The Revolution Betrayed. What is the Soviet Union and Where is it Going? (1936). http://www.marxists.org/archive/trotsky/1936 [

[48] Hitler, Adolfo, Mi lucha, Jusego, Chile, 2003 . pp. 51, 104, 240 y 131. http://milucha.org

[49] Ídem, p. 107.

[50] La Primera República Española duró de febrero a 1873 a diciembre de 1874. Se distinguió por su inestabilidad política, económica y social.

[51] Blackedge, Paul, The New Left’s Renewal of Marxism, International Socialism journal, London, October, 2006. http://www.isj.org.uk}

[52] En inglés coloquial hip significa obsesión por adoptar nuevos estilos. En los ‘40s. sus derivados hipster y hippie ─quien es o practica hip─ se aplicaba a intérpretes de jazz. En los ‘60s lo adoptaron los rebeldes sociales de San Francisco, California.

[53]  Ver Libertarianism by country, en wikipedia. org

[54] Boaz, David, Libertarianism: A Primer, The Free Press, Washington, 1998.

[55] Burton, Daniel C., Llibertarian Anarchism: Why it is Best for Freedom, Law, the Economy and the Environment, and Why Direct Action is the Way to Get It, Political Notes No. 168 Libertarian Alliance, London.2001. http://www.libertarian.co.uk

    [56] Así les nombró el presidente Ernesto Zedillo en el Foro económico mundial, Davos, Suiza, enero de 2000.

     [57] Giddens, Anthony, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, Taurus, México, 1999, p. 87. El concepto tercera vía se empleó en los cincuentas y sesentas por socialistas moderados opuestos a la férrea concentración de poder estatal en regímenes totalitarios. En los ochentas lo adoptaron algunos socialdemócratas.

     [58] Ídem, p. 85.

[59] Grito significa “manifestación vehemente de un sentimiento general,” según la Real Academia Española de la Lengua.

        [60] Gachupín era epónimo de “español avecindado en Nueva España.” Deriva del náhuatl catzopini, “hombre con espuelas,” formado por cactli, zapato, y tzopini, espina, aplicado a los soldados con espuelas. Aludía a quienes venían a enriquecerse y regresaban a su patria una vez logrado. El odio acumulado lo generalizó a todo hispano. Fuente: wikipedia.org.

[61] http://es.wikiquote.org/wiki/Miguel_Hidalgo_y_Costilla

[62] 500 años de México en documentos. Primera proclama formal de Miguel Hidalgo, octubre de 1810, http://www.humanistas.org.mx/biblioteca

[63] Acta de declaración de independencia, Congreso de Chilpancingo, 6 de noviembre de 1813. Trascrita por Lemoine, Ernesto, “La Revolución radical: José María Morelos,” en Historia de México, Salvat, México, 1978, Tomo 8, pp.1,691-1,706, p.1,703..

[64] Morelos y Pavón, José María, Sentimientos de la Nación, Chilpancingo, 14 de septiembre de 1813. Fuente: wilkipedia.org

[65] Bazant, Jan, “Desamortización y nacionalización de los bienes de la iglesia,” en La economía mexicana en la época de Juárez, pp. 187-221. Secretaría de Industria y Comercio, México. 1972,

[66] Maquiavelo, Nicolás, op. cit.

[67] Hobbes, Thomas, Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, FCE, México, 1950.

[68] Plan de la Noria, noviembre de 1871. wikipedia.org (La Noria se llamaba la hacienda de Díaz en Oaxaca, donada por Juárez como premio a sus acciones de guerra.)

[69] Plan de Tuxtepec, marzo de 1876. wikipedia.org

[70] Madero, Francisco I., Plan de San Luis, San Luis Potosí, Octubre 5 de 1910. Punto 3º. http://www.bibliotecas.tv/zapata/1910/z05oct10.html.

[71] Lo bautizaron Francisco Plutarco Elías Campuzano. Adoptó el apellido Calles del esposo de su tía materna, quien se encargó de él al quedar huérfano.

[72] La Guerra cristera resultó de tirantez entre Iglesia Católica y gobierno federal incubada por las Leyes de reforma y el artículo 130 de la Constitución de 1917, que le restringió privilegios y la sometió a controles. Obregón la tensó al expulsar del país al delegado apostólico. Calles implantó restricciones al culto. Como reacción, se formó la Liga Defensora de la Libertad Religiosa. En 1926 el episcopado suspendió actos religiosos e incitó a los feligreses a formar milicias y lanzarse a la lucha. Se llamó “cristera” porque los rebeldes combatían al grito de “Viva Cristo Rey,” deseosos de implantar aquí su reino.

[73] En este periodo hubo tres presidentes nominales: Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, plegados a la autoridad de Calles. La gente decía: “El Presidente vive allá (castillo de Chapultepec). Quien manda vive aquí (Polanco, residencia de Calles).”

[74] Populismo significa gobierno que emprende acciones benefactoras, paternalistas para favorecer al pueblo, con fines demagógicos. Lo adoptan gobiernos nacionalistas y dictaduras. Otra acepción, “régimen político que confiere el poder al pueblo,” en desuso.

[75] Instituto Nacional de Estudios Políticos (INAP), “Se funda la Unión Nacional Sinarquista,” 23 de mayo de 1937, y “Se constituye el Partido Demócrata Mexicano PDM,” 14 de junio de 1975, en Memoria política de México. http://www.memoriapoliticademexico.org

[76] Leinert, Anne-Marie, “El sinarquismo en los años 30 y 40: ¿una amenaza fascista para México?,” en La jornada semanal, Núm. 399, México, 27 de octubre de 2002.

[77] “Revolución institucional” es un oxímoron, por contener términos opuestos, en vista de que Revolución denota movimiento e institución implica permanencia. La intención fue darle el sentido trotskista de cambio permanente mencionado.

[78] Trotsky, León, “La Revolución permanente,Obras de León Trotsky, Tomo 6, Juan Pablos Editor, México, 1972.

[79] Expresión empleada por Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda de 1958 a 1970. Ortiz Mena, Antonio, “Desarrollo estabilizador. Una década de estrategia económica en México,” El trimestre económico, Vol. XXXVII, No. 146, pp. 417-449, FCE, México, abril-junio de 1970.

[80] Monsiváis, Carlos, Días de guardar, Biblioteca Era. Ensayo, Novena edición, México, 1982, p.17

[81] Delgado, Álvaro. El Yunque: La ultraderecha en el poder, Editorial Plaza Janés, México: 2003, pp. 7, 16 y 19-20.

[82] Lenski, Gerhard E., El factor religioso. Una encuesta sociológica, Labor, Barcelona, 1967,

  1. 316.

[83]  Eliade, Mircea, El mito del eterno retorno, Alianza Emecé, Madrid, 1982.

[84] Lipset, S. M., Political Man: the Social Basis of Politics, Doubleday, New York, 1959, pp. 45-46. 

     [85] Schumpeter. Joseph A., Capitalism, Socialism, and Democracy, Harper and Brothers, New York, 1959, p. 269.

      [86] González Casanova, Pablo, La democracia en México, Serie Popular Era. México, 1979, p. 86.

[87] Lo expresó en el encuentro “El siglo XX: la experiencia de la libertad,” organizado por la revista Vuelta, México, 30 de agosto de 1990. terra.com.mx/noticias/articulo/973216

     [88] Sartori, Giovanni, Ingeniería constitucional comparada. Una investigación de estructuras, incentivos y resultados, FCE, México, 1999, pp. 190-191.

[89] Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, Joaquín Mortiz, México, 1997.

[90] Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, Joaquín Mortiz, México, 1997,  pp. 61-80.

[91] “Usted no viene a enseñarnos ─intervino Chabelo─, sino a discutir con nosotros y burlarse de nosotros.” Montemayor, Carlos, Guerra en el paraíso, Seix Barral, México, 1997, p. 114.

[92] Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, op. cit., p. 67.

[93]  Montemayor, Carlos, Guerra en el paraíso, op. cit..

[94] Ídem.

[95] Ibídem, pp.84-89 y 225.

[96] Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, op. cit., p. 76.

[97] Woldenberg, José, Memoria de la izquierda, Cal y Arena, México, 1998, p.38.

[98] Ídem, p. 39.

[99] Lorenzatti, Joel J., Teología de la liberación. ¿El rostro eclesiástico del socialismo? Algunas reflexiones en torno a lo que une y separa al socialismo de la Teología de la Liberación. Escuela de Filosofía, Universidad Nacional de Rosario, 2006. http://www.jjlorenzatti.com.ar

[100] Tahar Chaouch, Malik, La teología de la liberación en América Latina: una relectura sociológica,” en Revista mexicana de sociología 69, Núm. 3, pp. 427-456, UNAM-Instituto de Investigaciones Sociales, México, julio-septiembre de 2007, p. 429.

[101] Sierra, Jorge Luis, Estrategia comunicacional del Ejército en el conflicto armado en Chiapas. Las Fuerzas Armadas mexicanas y los medios de comunicación, Center for Hemispheric Defense Studies, Research and Education in Defense and Security Studies, Washington, D.C., May 22-25, 2001.

[102] Indios es expresión correcta, aceptada y empleada con dignidad y orgullo por ellos. Con este criterio la utilizo. Las tierras descubiertas por Colón fueron llamadas Indias Occidentales. Su gentilicio es indios. El vocablo se hizo peyorativo en México independiente, porque los mestizos los ven con desdén. Sus redentores emplean el eufemismo indígena, de raíz latina indigere = carecer, la misma de indigencia, ofensivo e indignante.

    [103] Para antecedentes y actividades de EZLN ver Hernández Navarro, Luis, et. al “Ciudadanos iguales, ciudadanos diferentes. La nueva lucha india,” en Hernández Navarro, Luis y Vera Herrera, Ramón, compiladores, Acuerdos de San Andrés, Era, México, 1998; / Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, op. cit., / y Gilly, Adolfo, Chiapas, la razón ardiente, Era, México, 1997.

[104] Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, op. cit., p. 75.

     [105] Ídem, pp. 15 y 41.

      [106] Hernández Navarro, Luis, “Ciudadanos iguales, ciudadanos diferentes. La nueva lucha india,” op. cit., pp. 15-16.

    [107] Taylor, Charles, El multiculturalismo y la política de reconocimiento, FCE, México, 1993, pp. 43 y 46.

[108] Denominan cárteles a las organizaciones productoras y distribuidoras de droga, deformación de cartel (del alemán kartel, vertido en inglés a cartel), asociación formal de productores del mismo bien que actúan de común acuerdo en cuanto a volúmenes producidos, precios y comercialización, para tener ventajas monopolísticas. Por ejemplo, OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Los narcotraficantes no están organizados como carteles, por lo que es impropio llamarles cárteles. En EUA se nombran mafias, como en Sicilia, desde el siglo 19°, cuando se expandieron a Nueva York y Chicago.

[109] Arana, Ana, “México, rumbo al silencio,” en El universal, México, 21 de noviembre de 2010, p. A20.

[110] Sólo ciudadanos libres varones tenían derecho a votar: 10% de la población. Cfr. Asimov, Isaac, Los griegos. Una gran aventura, Historia Universal Asimov, Alianza Editorial, México, 1983, p. 27. 

[111] Aristóteles, op. cit., p. 34.

[112] Güelfo deriva de la forma italiana de Welf, familia de los duques de Bavaria, rivales políticos de los Hohenstaufen que habitaban en el Castillo Waiblingen, vertido en ghibellino en italiano. Fueron términos adoptados en el norte de Italia, perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico; de allí la pugna entre partidarios del Papa y del Emperador.

[113] Ver De Andrea S., Francisco J., El origen y la evolución de los partidos políticos en México de la independencia hasta 1928: la ciclicidad de la historia política nacional, http://www.bibliojurídica.org/libros

[114] Rabasa, Emilio, La Constitución y la dictadura, Cámara de Diputados, LVII Legislatura, México 1999, p. 20. http://www.cddhcu.gob.mx/biblioteca

[115] “Manifiesto. La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano.” periódico Regeneración, Nº 48, Saint Louis, Mi, 30 de septiembre de 1905. http://www.antorcha.net

[116] “Programa del Partido Liberal y Manifiesto a la Nación,” periódico Regeneración, Núm. 1, Saint Louis, Mi, 1º de julio de 1906. http://www.antorcha.net

[117] Carr, Barry, La izquierda mexicana a través del siglo XX, Era, México, 1996, p. 30.

[118] Ídem, p.52.

[119]  Ibídem.

[120] Ibídem, p.21.

[121] Desarrollismo fue estrategia, confundida con objetivo, para fomentar la industria, orientada al mercado interno, a fin  de sustituir importaciones, atraer inversión, crear empleo y fortalecer ingreso y demanda para inducir crecimiento hacia dentro. Se sustentó en intervención estatal, presupuesto deficitario, deuda pública, inyección de circulante, financiamiento y proteccionismo comercial. Ver Peralta, Miguel Ángel, La sociedad humana ante la globalidad. Caso de México, tesis doctoral, Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, Cuernavaca, 2008, pp. 61-65. Allí examino el tema desarrollismo y sus efectos. 

[122] Instituto Nacional de Estudios Políticos, “Se constituye el Partido Demócrata Mexicano PDM,” en Memoria política de México. http://www.memoriapoliticademexico.org

[123] Ídem, p, 189.

[124] Ver Córdova Vianello, Lorenzo, “La reforma electoral y el cambio político en México,” en Reforma política y electoral en América Latina 1978-2007. pp. 653-703, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 2008.

[125] Partido del Trabajo, Estatutos, Artículo 5. partidodeltrabajo,org.mx

[126] Convergencia, Estatutos, Artículo 1. convergencia.org.mx

[127] Bartra, Roger, “Fango sobre la democracia,” en Letras libres, México, octubre de 2006.

[128] Shabot, Ezra, “Por la izquierda,” en El universal, México, 9 de agosto de 2010, p. A17.

[129] Grupos o “tribus” con registro en el PRD: 1. Nueva Izquierda, 2. Alternativa Democrática Nacional, 3. Izquierda Democrática Nacional, 4. Foro Nuevo Sol,  5. Grupo Acción Política, 6. Democracia Social. 7. Red por la Unidad Nacional de las Izquierdas, 8. Izquierda Social, 9. Unidad y Renovación y 10. Movimiento por la Democracia. Ruiz, José Luis y Reséndiz, Francisco, “El perredismo rumbo a 2012,” El universal, México, 26 de julio de 2010, pp. A10-A11.

[130] Weber, Max, El político y el científico, Alianza Editorial, México, 1981, p. 100.

[131] Partido Acción Nacional. Principios de doctrina, 2002.

[132] Partido de la Revolución Democrática, Declaración de principios, 2001.

[133] Partido Revolucionario Institucional, Declaración de principios, 2008.

[134] Engels, F., “Prefacio a «La situación de la clase obrera en Inglaterra»,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, pp. 379-393, escrito en 1892, op. cit., p. 387.

[135] Ídem, pp. 388-389

[136] Papa León XII, “Sobre la situación de los obreros,” carta encíclica Rerum novarum (De las cosas nuevas), Roma, 1891, epígrafes 31-32.

[137] Zola, Émile, Germinal, Cuarta parte, Capítulo IV. http://es.wikisource.org/

[138] Organización de las Naciones Unidas, Declaración universal de los derechos humanos, París, 1948, Artículo 23, Inciso 4.

      [139] Keynes sostiene que el fin de la política económica debe ser lograr empleo pleno, logrado al equilibrar oferta total, propensión al consumo e inversión. Cfr. Keynes, John Maynard, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, FCE, México, 1965, pp. 32-40.

[140] Ver Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Comité Nacional Mixto de Protección al Salario (CONAMPROS), Las primeras organizaciones de trabajadores, http://www.conampros.gob.mx

[141] Lastra Lastra, José Manuel, “El sindicalismo en México,”, en Anuario mexicano de historia del derecho, Volumen XIV, 2002, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Biblioteca Jurídica Virtual. http://www.juridicas.unam.mx

[142] El calificativo “líderes charros obedece a que cuando un grupo de ferrocarrileros disidentes intentaron formar un grupo independiente en 1948, el líder de su sindicato, apodado El Charro, les difamó, demandó y fueron procesados. Como premio el gobierno lo ratificó como líder. Ver Trejo Delarbre, Raul, Este puño si se ve. Insurgencia y movimiento obrero, Ediciones El Caballito, México, 1985.

[143] De la Garza Toledo. Enrique, Sindicatos, Estado y economía, Universidad Autónoma Metropolitana. http://docencia.izt.uam.mx,  p. 19.

[144] La Ley federal del trabajo ordena a los sindicatos federales registrarse en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social o en las Juntas de Conciliación y Arbitraje si son locales. (Artículo 365.) El registro puede negarse si no se proponen “el estudio, mejoramiento y defensa de sus respectivos intereses.” (Artículo 366.) Están obligados a proporcionar informes y comunicar cambios de su directiva y estatutos (Artículo 377). El registro se puede cancelar por no cumplir requisitos legales (Artículo 369). La Ley no menciona la “toma de nota” que la autoridad emite como reconocimiento legal del cuerpo dirigente.

[145] “Encuesta. Empeora imagen de líderes sindicales,” periódico Reforma, México, 1º de mayo de 2007,

[146] Conceptos tomados de Peralta, Miguel Ángel, La sociedad humana ante la globalidad. El caso de México, op. cit., capítulos 11 y 54.

[147] Aristóteles, Ética nicomaquea, op. cit., p. 12.

[148] Weber, Max, El político y el científico, Alianza Editorial, México, 1981, pp. 95-96.

[149] Ku Klux Klan: nombre adoptado por organizaciones de derecha extrema en EUA a partir de 1865. Deriva del griego kuklos  [kukloV] = círculo, e inglés clan = tribu, grupo, familia, con k para uniformar iniciales. Se abrevia KKK.

[150] Marx, C. y Engels, F, “Mensaje del Comité Central de la Liga de los Comunistas,” en Obras escogidas, Tomo I, op. cit, pp. 92-102, p. 96.

[151] Manifiesto del Partido Comunista, op. cit., p.23.

[152] Schmidt, Alfred, El concepto de naturaleza en Marx, Biblioteca del Pensamiento Socialista, Siglo XXI, México, 1976, p. 149.

[153] Pasajes basados en Peralta, Miguel Ángel, La sociedad humana ante la globalización. El caso de México, op. cit., capítulos 11 y 54.

[154]  Ídem, Introducción y Capítulo 54.

[155] Popper, K.R., op. cit.

[156] Bartra, Roger, Puede la derecha ser moderna, Letras libres, México, octubre de 2007.

[157] Curzio, Leonardo, “Más administración y menos política,” en El universal, México, 9 de agosto de 2010., p. A17.

[158] Guerra Castellanos, Gabriel, “Un país de mentiras,” El universal, 6 de septiembre de 2010, p. A18.

[159] Bartra, Roger, “Izquierda y democracia en México,” en Letras libres, México, noviembre de 2009.

[160] Mangabeira Unger, Roberto, entrevista: “Urge en México garantizar capacitación y oportunidades,” El universal, México, 13 de noviembre de 2010, p. A4.

    [161] “Vía viable” no es redundancia, pues tiene raíces distintas Vía en latín significa camino. Viable, del francés vie, vida, se refiere a lo que puede vivir y por extensión conseguirse. Vía viable es ruta que es posible seguir. Tomado de Peralta, Miguel Ángel, La sociedad humana ante la globalización. El caso de México, op. cit.

[162] Aristóteles, Ética nicomaquea, op. cit., p. 23.

[163] Subdesarrollo es el estado de atraso relativo de ciertas sociedades respecto a sociedades prósperas, tipificadas como desarrolladas. El prefijo sub significa debajo de, inferior a. Naciones Unidas emplea el eufemismo “economías en desarrollo,” inexacto, porque los Estados prósperos mantienen esa condición: no se hallan estancados ni en retroceso.

[164]  Nolan, David, “The Case for a Libertarian Political Party,” en The Individualist, Society for Individual Liberty, August 1971. La interpretación que presento es de mi responsabilidad.

[165] Peralta, Miguel Ángel, “Libertad humana. Naturaleza y significado. Caso de México,” en Memorias del Tercer Concurso de Ensayo Caminos de la libertad, pp. 274-331, Fomento Cultural Grupo Salinas, México, 2009

     [166] Braudel, Fernand, Las civilizaciones actuales. Estudio de historia económica y social, Editorial Tecnos, Madrid, 1983,  pp. 14 y 42. Trascrito por Peralta, Miguel Ángel, op. cit. p. 5.

[167]  Peralta, Miguel Ángel, op. cit.

 

[168] Eficiencia significa aprovechamiento óptimo de recursos. Saber usar bien el arma. Eficacia, obtener resultados esperados. Atinarle al objetivo.

 

Standard

Expropiación bancaria Acontecimiento paradigmático

 

 

 

Expropiación  bancaria

 

Acontecimiento  paradigmático

 

Por Miguel Ángel Peralta

 

 

 

 

 

 

 

Investigación preparada para participar en el Premio Manuel Espinosa Yglesias, convocado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, A.C., por el 25º aniversario de la estatización de la banca privada en México. Presentado con el seudónimo Renato Kafka en junio de 2007.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta al guardián y le pide que le deje entrar. Pero el guardián contesta que de momento no puede dejarlo pasar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde se lo permitirá.

— Es posible —contesta el guardián— pero ahora no.

La puerta de la ley está abierta, como de costumbre. Cuando el guardián se hace a un lado, el campesino se inclina para atisbar el interior. El guardián lo ve, se ríe y le dice:

—Si tantas ganas tienes, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Yo sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón hay otros tantos guardianes, cada uno más poderoso que el anterior. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo soportar su vista.

 

Franz Kafka

 

 

 

 

Expropiación  bancaria

Acontecimiento  paradigmático

 

Por Miguel Ángel Peralta

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Investigación preparada para participar en el Premio Manuel Espinosa Yglesias, convocado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, A.C., por el 25º aniversario de la estatización de la banca privada en México, bajo de seudónimo Renato Kafka, en Junio de 2007.

 

 

 

Resumen

 

 

A partir de la devaluación del peso en 1954 la economía mexicana recibió fuerte impulso y se fraguaron los antecedentes de la expropiación bancaria decretada en 1982. El periodo se abre en desarrollo estabilizador, desarrollo compartido y administración de la abundancia.

El desarrollo estabilizador se caracterizó por veloz crecimiento, sustentado en   proteccionismo comercial y fomento de industrias nuevas y necesarias, para sustituir importaciones. El presupuesto se ejerció con austeridad y disciplina y la política monetaria fue prudente, lo que auspició estabilidad monetaria.

El sistema bancario estaba organizado en operaciones especializadas. Banco de México lo regulaba, vigilaba y controlaba, mediante depósito obligatorio de instituciones privadas, que  orientaba el crédito a actividades prioritarias.

Crisis financiera mundial, receso en EUA, más factores internos truncaron el desarrollo estabilizador en 1971. Luis Echeverría se propuso reanimar la economía e instaurar el desarrollo compartido, para lo que intensificó la actividad gubernamental, con fuerte gasto y generó presión inflacionaria. A pesar de ello, mantuvo fijo el tipo de cambio, se sobrevaluó el peso y ascendieron los déficit fiscal y externo, que se cubrieron con deuda externa.

El orbe presenciaba movimiento especulativo de capitales y altas tasas de interés. La banca especializada ya no satisfacía las necesidades. Se modificó la legislación para actualizar el sistema financiero mexicano, implantar la banca múltiple y darle capacidad para competir en el medio internacional.

Inflación, tipo de cambio fijo, más conducta errática del presidente y enfrentamientos con empresarios crearon desconfianza, se desalentó la inversión, huyó el ahorro y se erosionó la reserva internacional. Al finalizar agosto de 1976 se devaluó el peso, después de 22 años de permanecer invariable.

José López Portillo recibió el país con receso, inflación, desempleo y elevada deuda. La economía se recuperó en 1978, gracias a pródigos yacimientos de petróleo, en medio de altos precios. Fluyeron los dólares y el reto sería la administración de  la abundancia

El auge petrolero despertó expectativas que desbordaron gasto público, importaciones, los déficit fiscal y comercial, mientras la actividad agropecuaria se hallaba estancada, la estructura industrial débil, se aceleró la inflación y sobrevaluó el peso. Aún así, el tipo de cambio se mantuvo sin variar, lo que en 1982 volvió a desatar fuga de capital y obligó a devaluar, congelar depósitos en dólares e implantar control de cambios.

El presidente acusó a los banqueros de haber saqueado al país. En represalia expropió la banca y sindicalizó a sus empleados. La acusación fue improcedente. La banca privada se hallaba regulada, vigilada y controlada. Si alguien ocasionó el saqueo, fue él. Al dirigir sus baterías contra ella asestó un golpe propagandístico para salvar su prestigio y mantener cohesión política. Utilizó poderes del presidencialismo para violar derechos privados de propiedad garantizados por la Constitución.

Cuando Miguel de la Madrid tomó posesión la nación vivía confusión, desencanto e incredulidad. El gobierno conservó los bancos para evitar el trauma político que causaría su reprivatización y aprovecharlos para salir del marasmo.

Los bancos se burocratizaron, sometidos a severa austeridad. Atenderían al gobierno federal, quien orientaría los recursos del encaje legal y garantizaría su recuperación, lo cual atrofió su capacidad operativa. El público prefirió acudir a instituciones no bancarias, convertidas en banca paralela

A partir de 1983 arrancó la adaptación a la globalidad de modo reactivo, súbito y desordenado, con enfoque de corto plazo, sin fundarse en un plan y agudizó desequilibrios e iniquidad sociales. A lo largo del decenio la economía padeció estancamiento e inflación.

Entre junio de 1991 y julio de 1992 se reprivatizaron los bancos, con el propósito de que se actualizaran y fueran competitivos. Se vendieron al mejor postor, sin evaluar conocimientos, experiencia ni honestidad de compradores.

La economía pareció volver a la normalidad en 1994, cuando surgió rebelión en Chiapas, asesinaron a Colosio y Ruiz Massieu, secuestraron a empresarios y la Reserva Federal de EUA aumentó tasas de interés. Una vez más emigraron capitales, se desplomó la reserva y a pocos días de que Ernesto Zedillo tomara posesión se devaluó el peso, con impacto devastador en 1995.

FMI, los gobiernos de Canadá y EUA y la banca internacional otorgaron auxilio financiero con el que México solventó compromisos, refrendó su crédito y se recuperó en 1996, gracias a que el aparato productivo se había fortalecido y a la intervención de FOBAPROA.

La cartera vencida creció excesivamente, porque en su lucha por conquistar mercado los bancos prestaban sin tener forma ni condición. Hubo que reformar el marco regulatorio y  diseñar programas de auxilio a instituciones y deudores, centrados en FOBAPROA, pero varias quedaron lesionadas y se vendieron a grupos extranjeros. El costo total del rescate bancario, secuela de la expropiación, fue 67,500 millones de dólares de 1994 a 1998 al tipo de cambio promedio de 1998.

     El corolario es que dos presidentes impusieron su autoridad y a contracorriente mantuvieron régimen excesivamente protector, regulado y estatizado, cuando el mundo se encontraba en liberalización. Hundieron a México en una vorágine regresiva e inflacionaria que se prolongó a los noventas, empobreció a empresas y familias y angustió a la sociedad. Retrasaron su ingreso a la globalidad y se perdió la oportunidad de una transición razonada, planificada, ordenada y eficaz.

La posibilidad de no cometer errores semejantes consiste en instituir un sistema de planeación con enfoque de largo plazo, como política de Estado, integral,  enfilado al interés colectivo.

 

 

 

P r e á m b u l o

 

 

En la mañana del jueves 2 de septiembre de 1982 el sol lucía esplendoroso. Las fachadas de las oficinas bancarias ostentaban la bandera mexicana. Sus entradas se hallaban custodiadas por militares uniformados, quienes impidieron abrir los cerrojos. Empleados y clientes reaccionamos con sorpresa y confusión al llegar y encontrar las puertas cerradas. ¿Qué sucedía? ¡Era como estar en un sueño! Muchos clientes refunfuñaron y se alejaron disgustados. Algunos, resignados, exclamaban: “¡Ni modo! ¡A ver si mañana!” y se iban. Otros preguntaban de qué se trataba. Al enterarse, lo mismo manifestaban aprobación, indiferencia o repudio.

El miércoles anterior se había escrito una de las páginas más controvertidas de la historia política y económica de México: el presidente José López Portillo anunció en su sexto informe a la nación que los bancos de propiedad privada se expropiaron y pasaban a ser propiedad del Estado. Acusó a sus dueños de ser responsables de que el ahorro huyera y se agotara la reserva de dólares. Al mismo tiempo avisó que se sindicalizaban sus empleados y se establecía control de cambios. La decisión recibió variados calificativos, que iban de hazaña patriótica a disparate descomunal. La sorpresa fue mayúscula para los asistentes a la ceremonia, para quienes lo escuchamos por radio o televisión y para el presidente electo Miguel de la Madrid, cuya expresión de asombro fue captada por las cámaras.

En esas fechas yo me hallaba en entrenamiento al frente de una sucursal de cierto banco ubicada en Polanco, una de las plazas más complejas de la ciudad de México, por localizarse allí importantes compañías internacionales; el hotel más distinguido del momento; un tienda de departamentos de prestigio: sinfín de restaurantes y establecimientos comerciales y de servicios; despachos profesionales; el Consejo Nacional de Turismo; el Registro Público de la Propiedad; embajadas y consulados. También era zona residencial de clases alta y media. Al otro lado de la avenida Ejército Nacional se hallaba una zona industrial y colonias populares. En suma, se cubría una pluralidad de mercados.

Muchas veces traté de comunicarme con algún superior para indagar qué se sabía y recibir instrucciones. Fue imposible, pues ninguno tuvo acceso a su despacho. Trascurrido un plazo prudente me dirigí a hacer algunas diligencias pendientes y luego a casa a esperar noticias. En la tarde se me citó para el viernes al auditorio de una empresa filial, donde se presentaría al nuevo director general del banco, quien asumiría la administración por los siguientes tres meses, hasta el término del año, cuando se harían los nombramientos definitivos. Algún bromista les llamó CETES, por tener vigencia de tres meses.

Los bancos operarían hasta el lunes siguiente. 

Llegó el ansiado día. Los empleados llegábamos entre 8.00 y 8.15 horas. Minutos antes de abrir reuní al personal para darles un mensaje positivo; explicar el estado de la economía, en qué consistían las medidas anunciadas, qué repercusiones tendrían, cuál era la situación política y convencerles de que las cosas mejorarían. Era labor difícil, pues se trataba de defender lo indefendible, pero debería inculcarles confianza, para que la trasmitieran al público.

Habían trascurrido cinco días sin servicios financieros. Se acumularon muchas necesidades. Desde temprano llegaron señores de traje y corbata, amas de casa, mensajeros, trabajadores. Todos, por su voluntad, sin indicación, se formaban disciplinados en la acera, en espera de que se corrieran las puertas, a las 9.00 horas en punto, y con calma esperaron a que se les atendiera.

Las actividades fueron de locura por varias jornadas. Había momentos en que los retiros de dinero amenazaban agotar la dotación de billetes, lo cual debía evitarse a como diera lugar, para evitar pánico. Cuando estaba muy baja la provisión se solicitaba a la oficina central o a alguna otra sucursal surtir efectivo suficiente de inmediato. En mi oficina siempre tuvimos capacidad para pagar los cheques presentados.

Junto con la expropiación se nos castigó con la sindicalización de empleados, quienes hasta entonces por razones obvias éramos personal de confianza. La consigna fue inducirles a no aceptar la formación de un sindicato único del ramo, que grupos activistas trataban de promover, porque las autoridades reconocían el peligro que significaría un organismo con el poder de paralizar al país con una huelga general de actividad bancaria. Se logró que cada institución tuviera su sindicato, dependencia inútil en la práctica, que representa un costo superfluo, pero inocua, al fin.

Las transacciones más complejas eran las de cambio de divisas, ya que como detallo adelante en febrero se devaluó el peso, en agosto se dejaron de convertir dólares y el miércoles anterior se cerró el mercado. Toda operación justificable se negociaba con funcionarios de Banco de México, quienes autorizaban la entrega de dólares, si procedía.

Al finalizar septiembre terminó mi estancia en Polanco. Regresé a mi oficina en las oficinas centrales del Banco. Llevaba conmigo experiencias inolvidables. Había ingresado 25 años atrás como economista. Mis tareas consistían en observar permanentemente el comportamiento de la economía y mercados financieros, indagar a qué obedecían sus fluctuaciones, analizar las políticas públicas, dar seguimiento a su instrumentación y con esas bases elaborar pronósticos, para efectos de planeación estratégica y para proporcionar información a clientes y público en general.

En ese mes tuve la suerte de presenciar lo acaecido dentro del microcosmos donde los integrantes de la colectividad realizan sus transacciones cotidianas, alejado de mi cómodo gabinete de trabajo, lo cual me brindó ricas enseñanzas.

Desde el ángulo humano atestigüé escenas de angustia y desesperación, como la del joven funcionario de una corporación trasnacional cuya madre fue operada en Houston y requería dólares para sacarla del hospital. Un importador tenía mercancía perecedera en la frontera que debía recoger, previo pago en efectivo. Los diplomáticos necesitaban dólares para enviar a sus familias a sus países. Varios clientes me exigieron les restituyera los billetes verdes que entregaron, en lugar de la equivalencia en pesos fijada a los mexdólares. Algunos comprendían y aceptaban sin discusión; pero los hubo agresivos, quienes me culparon de robarles, como agente que era del Banco. Compartí preocupaciones y ansiedades ante dificultades provocadas por un acto autoritario de gobierno. Al mismo tiempo tuve la satisfacción de servirles y ayudarles a resolverlas, cuando se pudo.

Como profesional, descendí de mi torre de marfil, me alejé de la teoría y estuve en el campo de la batalla económica real, donde se viven en carne propia los efectos de decisiones que los funcionarios toman desde sus escritorios. Presencié en vivo e in situ un suceso que tendría consecuencias socioeconómicas graves y tardadas. El sistema financiero amenazaba con desintegrarse. Empresas y personas con grandes adeudos en dólares sufrirían trastornos y pérdidas considerables. Se debilitaría la inversión y acarrearía desempleo. La inflación erosionaría el ingreso de todos, en particular en estratos de menor ingreso. El país se hallaba al borde de un retroceso con inflación e iniciaba una transición en todos los órdenes. Por eso considero que fue acontecimiento paradigmático.

Más tarde, en los años noventas, por azares del destino, me hallaba al frente de una dirección estatal de otro banco, fuera del DF. Al igual que en 1982 estuve en el escenario donde se vivió la crisis de 1994-95. Conocí los sufrimientos de empresarios y familias que deseaban cubrir sus adeudos mas carecían de solvencia para hacerlo, porque los intereses se quintuplicaron. Muchas empresas dejaron de vender, se les negaba crédito y debieron cerrar. Numerosas personas perdieron su empleo. Varias familias se vieron amenazadas a perder su casa. Con vergüenza y dolor visité a clientes con quienes llevaba amistad para suplicarles que pagaran. También presioné a acreditados que no lo hacían, aunque tuvieran con qué, atenidos a que FOBAPROA se haría cargo.

Vivencias como éstas son aportación singular de este trabajo, que conjugo con  investigación de gabinete, según indico en el Planteamiento. Con tales elementos respondo a la convocatoria abierta por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias de conmemorar el 25 aniversario de la expropiación de bancos, esperanzado en agradar e informar al lector, a quien de antemano agradezco la atención e interés que le merezca.

 

 

 

 

 

 

C o n t e n i d o

 

 

 

 

Planteamiento                                                                 10

 

El desarrollo estabilizador                                   12

 

El desarrollo compartido                                       17

 

La administración de  la abundancia          25

 

¿Por qué se expropiaron?                                    31

 

La banca estatizada                                                                    38

 

Cambio de rumbo                                                          44

 

Conclusión                                                                          49

 

Bibliografía                                                                         56

 

 

 

Planteamiento

 

 

La expropiación de los bancos en 1982 fue sólo un detalle en la complicada mecánica de la sociedad, y los detalles carecen de sentido vistos en forma aislada. Pero lo considero acontecimiento paradigmático porque repercutió en todos los aspectos de la vida nacional. Alteró el funcionamiento de las instituciones, de la administración pública, de la estructura del sistema financiero y del aparato económico. Modificó la conducta de la gente y por ende la conciencia colectiva y la cultura. Demostró que era imperativo erradicar el autoritarismo que otorgaba al presidente facultades para asumir el control absoluto de las acciones gubernamentales y actuar con discrecionalidad, según su criterio y estilo particular de administrar, sin medir las consecuencias que pudieren ocasionar a largo plazo. 

En este ensayo describo la situación que privaba en los años previos a aquel suceso; profundizo en los incidentes que lo originaron, y examino los efectos que tuvo en el sistema financiero en general y en las instituciones bancarias en particular, con la finalidad de aquilatar su significado y trascendencia.

     Tomo como antecedente lo ocurrido de 1954 a 1982, porque en ese periodo se gestaron y desarrollaron los hechos que llevaron al traumatismo del último año y condujeron al prolongado y doloroso estancamiento con inflación que le siguió, a modificar políticas y estrategias y a reconstruir la maltrecha economía, que en esa época marchaba fragmentada en trechos delineados por sexenio. Divido el periodo en tres episodios, que dan cuerpo a sendos capítulos: Primero, el desarrollo estabilizador, que si bien arranca en el régimen de Adolfo López Mateos, se reafirma y recibe esa denominación con Gustavo Díaz Ordaz, entre 1964 y 1970, por haber sido Antonio Ortiz Mena secretario de Hacienda y Crédito Público con ambos presidentes. Segundo, el desarrollo compartido, propuesto por Luis Echeverría Álvarez. Tercero, la administración de la abundancia derivada del auge petrolero, a que se comprometió José López Portillo.

     Enseguida planteo la pregunta ¿Por qué se expropiaron [los bancos]?  y dilucido que más que motivos económicos la decisión tuvo fondo político. Es el capítulo crucial, porque da respuesta a esa incógnita que ha estado en la mente de muchas personas desde entonces.

En el siguiente capítulo analizo lo ocurrido en la banca estatizada de 1982 a 1988, correspondiente al periodo presidencial de Miguel de la Madrid: describo  el proceso de indemnización a los accionistas, cómo se reorganizó el sistema bancario y qué comportamiento tuvo.

A continuación reseño lo que vino después de la expropiación, cuando se presenció cambio de rumbo, que adaptaría la economía a la globalidad y al liberalismo, auspició la reprivatización de la banca y enumero los problemas que ésta afrontó durante la crisis de 1994-95.

Cierro con la Conclusión obtenida al conjugar la información presentada, que no constituye una sinopsis, sino una interpretación somera de lo ocurrido, que invite a la reflexión y a aportar sugerencias de cómo evitar que vuelvan a presentarse episodios como el que se relata.

Analizo lo sucedido con enfoque histórico, sin pretensión de historiógrafo, por referirse a acontecimientos registrados en el tiempo y el espacio. Me esforcé por no caer en dogmatismos y especulaciones, sino apegarme a hechos reales, sucintos, como los conocí.

El tratamiento que doy al tema no es puramente económico, sino que lo abordo con la amplitud que proporciona la antropología cultural y me lleva a incorporar el estudio de aspectos políticos, culturales y sociales.

En todo ensayo donde se examina la economía es imprescindible emplear estadísticas, que  limité al mínimo, para ilustrar con números la relevancia de ciertos conceptos.

Los argumentos, descripciones y deducciones se fundan en acuciosa investigación en fuentes pasadas y futuras; en trabajos de autores que conocieron el asunto, y en fuentes oficiales, fundamentalmente Banco de México, Nacional Financiera, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y Asociación de Banqueros de México (su nombre antes de la estatización). Los combiné con información recabada en aquellas fechas y notas que conservo en mis archivos, así como con las experiencias que obtuve como funcionario bancario que expongo en el Preámbulo.

 

 

 

 

El desarrollo estabilizador

 

 

La industrialización de México se inició a fines del siglo 19º, durante el gobierno de Porfirio Díaz, pero su impulso definitivo se dio durante la segunda guerra mundial, a principios de los años cuarentas, cuando los Estados poderosos se convirtieron en campos de batalla o dejaron de producir bienes de consumo para fabricar material bélico y dejaron libre el campo a economías subdesarrolladas, que apuntalaron su estructura fabril.

El mundo vivía bajo el proteccionismo y la intervención estatal, adoptadas para salir de la depresión de los años treinta, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt de  EUA emprendió la política del Nuevo Trato (New Deal) y fundó el Estado- benefactor (welfare-state), inspirado en recetas keynesianas, con los que se impulsaría la economía y se redistribuiría el ingreso, con ayuda de fuerte gasto público. El paradigma se refrendó al finalizar la contienda y favoreció la reconstrucción de Europa y la reanudación del desarrollo de los países poderosos, que remolcaron a las áreas periféricas. Los dos decenios posteriores se distinguieron por veloz desarrollo y prosperidad.

En tal marco, el gobierno mexicano siguió la estrategia de fomentar industrias nuevas y necesarias y sustituir importaciones, por medio de construcción de infraestructura, estímulos fiscales, crédito preferencial, subsidios, dotación de tierras y productos básicos a precios subsidiados, así como con protección arancelaria e importaciones sujetas a permiso previo,[1] que proporcionaran clientela cautiva a los productores. Las empresas obtenían alta rentabilidad y se estimulaba la inversión privada. Se perseguía el crecimiento hacia dentro, a través de inversión pública, creación de empleo, ascenso del ingreso nacional y de la demanda agregada, táctica keynesiana típica.[2]

En 1954 se devaluó el peso y empezó la etapa del desarrollo estabilizador,[3] que se consolida en los años sesentas. Así lo nombró Ortiz Mena, por combinar  crecimiento económico con estabilidad de precios. Por tales características, que la teoría consideraba antagónicas, se calificó de milagro mexicano. Es punto de partida de la modernización que trasformó al país de primordialmente rural y agropecuario, en urbano e industrial.  

En 1959 el mismo Ortiz Mena mencionó como objetivo de la política económica “lograr una creciente movilización de los recursos financieros nacionales a través de medidas que hagan posible coordinar la política monetaria, fiscal y de fomento del mercado de capitales y que permitan ampliar los fondos de financiamiento que, debidamente eslabonados con la política de comercio exterior coadyuven al mantenimiento de la estabilidad cambiaria.” Puntualizó que los recursos financieros se canalizarían a sectores donde existieran faltantes.[4] Esto es, la autoridad determinaría adonde colocarlos.

El gobierno ejerció manejo austero y disciplinado del presupuesto, aplicó política monetaria prudente y mantuvo bajos e invariables los precios de energéticos y servicios proporcionados por él. Esto garantizaba estabilidad monetaria, tipo de cambio fijo y libertad de  cambios.

Existía larga tradición en materia bancaria, porque la primera institución de corte moderno fue Banco de Londres, México y Sudamérica, de capital inglés, fundada en 1864, durante el imperio de Maximiliano, al que seguirían varios más, de capital foráneo.[5]

Las instituciones privadas operaban en siete mercados especializados: 94 de depósito, 81 financieras, 18 hipotecarias, 2 de capitalización y ahorro y préstamo para vivienda familiar, más departamentos de  ahorro y fideicomiso, que la ley permitía tener junto a otros ramos.[6] Las más grandes constituían filiales que cubrían varios mercados, de tal forma que se anticiparon a la figura de banca universal o múltiple, como se llamaría aquí.

Banco de México las regulaba, vigilaba y controlaba mediante estricta reglamentación. Tenía la facultad de fijar las tasas de interés de acuerdo con las necesidades de generar ahorro y estimular la demanda de financiamiento.

Un grupo de 23 bancos estatales —13 de ellos de crédito rural— cubrían campos específicos: industria, comercio exterior, fomento cooperativo, agricultura, azúcar, obras y servicios públicos, complementados por 14 fondos permanentes de fomento (fideicomisos) y organizaciones auxiliares.

Las instituciones privadas mantenían un depósito obligatorio (conocido como encaje legal), que servía como instrumento de control monetario y para orientar el crédito a actividades productivas cuyo desarrollo se creía conveniente. En ciertos renglones las instituciones privadas disponían hasta de 90% de los recursos captados para inversión libre; pero en otros se limitaba a 25%.[7]

El crédito otorgado a empresas y particulares por cada instancia era similar. Por ejemplo, en 1965 la cartera de la banca privada era 31,313 millones de pesos, y la de la estatal, 28,044 millones.[8]

Con tal estructura financiera el gobierno dirigía recursos de la banca a actividades dinámicas y productivas, que coadyuvaran al desarrollo.

El producto interno bruto se incrementó 5.9% anual en términos reales entre 1960 y 1970. La población ascendía 3.4% anual y la tasa de inflación era 3.7%.  La productividad de la mano de obra subió 66.5% en el decenio y los salarios industriales se elevaron 4.9% al año. El ingreso real por habitante creció 2.7% anual y fue apreciable la movilidad social.[9]

La rapidez con que creció la economía no obedeció sólo a eficacia de la política económica, sino a que México disponía de vastos recursos físicos sin aprovechar; el mercado interno se hallaba en expansión; no se resentía el efecto de la sobrepoblación, y el ambiente internacional era propicio, porque se vivía el auge de posguerra. Por lo demás, se disfrutaba de estabilidad política y seguridad pública que inducían placidez y confianza en el futuro. Era terreno ideal para la inversión privada fija, que creció 12% anual en términos reales entre 1960 y 1970. Aportaba más de 60% de la total.[10]

Prevalecía nacionalismo económico: se procuraba que el desarrollo se sustentara en ahorro interno. Las empresas con mayoría de capital nacional recibían estímulos especiales, reducción fiscal y se les reservaban la explotación de recursos naturales y de actividades provechosas. El criterio oficial era: “la inversión extranjera privada directa es bienvenida por cuanto puede jugar un papel importante para acelerar el progreso económico. Pero deberá ajustarse a nuestra legislación, operar en forma complementaria a los esfuerzos nacionales y coadyuvar a la consecución de los objetivos sociales,” especificó el secretario de Hacienda en la convención bancaria de 1965.[11] A tono con ese nacionalismo y dado el carácter estratégico de la banca, se prohibía la participación de personas o entidades extranjeras en su capital.

La era se recuerda con nostalgia. Las familias sentían que su ingreso les alcanzaba, las necesidades eran sencillas, se desconocía la inflación, existían paz y seguridad.

La estrategia fue efectiva, pero daba la impresión de que se buscaba el desarrollo por el desarrollo mismo, fincado en el fomento industrial, por haber sido el camino seguido por las naciones poderosas. Por eso se conoce como desarrollismo. Se incitaba a producir de todo, aunque no existieran condiciones viables de mercado. Lo importante era que se establecieran empresas sin importar que operaran con eficiencia, productividad, calidad, puntualidad ni costos mínimos. La falta de competencia externa aseguraba ventas y rentabilidad.

La industrialización sustentada en el proteccionismo fue costosa. Para el Estado, porque implicaba subsidiar la inversión. Para la sociedad, porque inducir desarrollo hacia dentro forzó el sistema y provocó desajustes entre recursos, población y tecnología; entre regiones y sectores, y entre grupos sociales. Se incrementó el PIB/H, a costa de concentrar el ingreso. Para la economía, porque la mayor parte de la inversión se orientaba a fabricar bienes de consumo, más fáciles de sustituir, en lugar de promover ramas dinámicas de alta tecnología. Para las familias, porque auspició empresas ineficientes, que proporcionaban bienes y servicios de mala calidad y caros.  

Hirschman es elocuente: “se esperaba que la industrialización cambiara el orden social y todo lo que hizo fue producir manufacturas.”[12]

Se estancó el sector agropecuario, por recibir escasa atención, inseguridad en la tenencia de la tierra, concentración demográfica, deterioro ambiental y favorecía migración interna y al exterior. El latifundio combatido por la reforma agraria se sustituyó por el minifundio, por reparto indiscriminado de tierras y parcelación excesiva. La productividad rural se abatía persistentemente. Para colmo, descendieron los precios internacionales de materias primas. La contribución del sector al producto interno bruto bajó de 15.9% en 1960 a 11.3% en 1970. La importación de alimentos de elevó 251.5%. En contraste, lo aportado por el sector industrial se amplió de 19.2% a 23.3%. El ingreso urbano se ampliaba, en tanto el rural se encogía. Los campesinos se refugiaban en ciudades, por lo que la población urbana pasó de 39.3% a 48.6% del total.

La población se multiplicaba en 3.4% anual. El número de habitantes casi se duplicó en veinte años: de 26 millones de personas en 1950 a 48 millones en 1970.[13] Era efecto del progreso, al mejorar servicios de salud pública, asistencia social y calidad de vida. Influyeron la ignorancia y el tabú religioso, ya que 27% de los mayores de 15 años era analfabeta, sólo 17% terminaron primaria completa y 96% declaraba ser católica, cuyo dogma prohíbe el control natal. Además, existía el mito de que México estaba subpoblado y su territorio era un cuerno de la  abundancia. El gobierno, por su lado, se abstenía de inculcar planeación familiar.

En el exterior se formaba un huracán. La demanda de dólares de EUA y de libras esterlinas era enorme, porque nutrían las reservas de divisas. EUA y Gran Bretaña no se daban abasto para satisfacerla, ya que la extracción de oro en que se apoyaban no crecía con la celeridad requerida. Por tanto, ambas monedas se sobrevaluaron, se agudizó el déficit de pagos de sus emisores y menguó la confianza en ellas. Varios países, en particular Francia, convirtieron dólares en oro y agravaron la situación.

Fondo Monetario Internacional (FMI) adoptó medidas para corregir los desequilibrios, pero fueron infructuosos. En 1967 se devaluó la libra esterlina y desató crisis financiera que se extendería por todos lados. En 1968 el dólar de EUA estuvo a punto de caer. Se estimaba que los acreedores extranjeros poseían 3,000 millones de dólares que podrían ser convertidos. Para evitarlo se desmonetizó parcialmente el oro: se suspendió su empleo como medio de liquidación de saldos internacionales y se liberó la compraventa comercial, aunque los bancos centrales lo mantendrían como parte de sus reservas. En 1969 se devaluó el franco francés y se revaluó el macro alemán. Era imposible sostener paridades fijas. El mundo desarrollado se encontraba ante seria crisis financiera y EUA padeció serio receso. En ese marco arranca el desarrollo compartido.

 

 

 

 El desarrollo compartido

 

 

Crisis financiera mundial, receso de la economía de EUA, más factores internos, conjugados, truncaron el desarrollo estabilizador en 1971, primer año de gobierno de Luis Echeverría Álvarez. Se debilitaron el consumo, la inversión y la exportación y el producto interno bruto real se movió al ritmo de la población, 3.4%,[14]  lo que anuló el avance.

El progreso de la década anterior se debió en parte a la estabilidad política y a la eficacia del aparato electoral operado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que organizaba el cambio sexenal de presidente sin complicaciones, al tiempo que en otros rincones de Latinoamérica se sucedían golpes de Estado y se implantaban dictaduras militares. Fue otro milagro mexicano. Mas la represión con que el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz contuvo el movimiento estudiantil en octubre de 1968 menguó el prestigio y legitimidad de la institución presidencial e hizo temer que se rompiera dicha estabilidad.

La efervescencia continuó en el siguiente sexenio. El 10 de junio de 1971 un contingente de manifestantes se reunió en la Plaza de las Tres Culturas para pedir se democratizara la enseñanza, desaparecieran los líderes estudiantiles o porros que asolaban los planteles y se liberara a los arrestados durante los disturbios de 1968, calificados de presos políticos por sus cabecillas. También se reprimió de manera sangrienta. Originó tal conmoción, que Echeverría tuvo que calmar los ánimos y ofreció actuar con apertura democrática, consistente en tolerar a disidentes, modernizar el sistema electoral, abrir la participación de otros partidos y corrientes políticas, satisfacer exigencias de obreros y estudiantes e invitar a intelectuales a colaborar con el gobierno. Para demostrar voluntad destituyó al procurador de justicia y al jefe del Departamento del Distrito Federal y liberó a detenidos por las trifulcas de 1968.  

“Ante los cambios ocurridos en el país por un acelerado crecimiento material cuyos beneficios se concentraron en pocas manos y en unas cuantas regiones, ante una tasa demográfica que rebasaba la capacidad de las estructuras tradicionales para asimilar en condiciones de dignidad a millones de nuevos mexicanos, y ante los crecientes desequilibrios del orden internacional, se hizo evidente la necesidad de revisar los términos de nuestra convivencia. […] Era imperioso sacudir la inercia originada en tres décadas de prosperidad desigual y de una expansión de la fuerza productiva que relegaba las legítimas exigencias sociales y las sometía en nombre de una falsa y precaria estabilidad,” explicaría Echeverría.[15]

El presidente se comprometió a atender a todos los sectores y buscar avance equilibrado, que beneficiara a la sociedad, a través de lo que llamó desarrollo compartido, en contraposición al estabilizador.[16] Ofreció impulsar la modernización económica con justicia social, satisfacer las demandas populares y atenuar las diferencias de ingreso. Es decir, resolvería todos los problemas y erigiría nuevo país. En cierta ocasión manifestó: “En cinco años haremos lo que no se ha hecho en cincuenta,” relata Krauze.[17]

Riding lo observó así: “Echeverría parecía estar decidido a atacar los agudos problemas sociales del país y se embarcó en un programa para construir caminos, escuelas y clínicas de salud en zonas rurales pobres. Pero las erogaciones estuvieron mal proyectadas. Echeverría recorría el campo y, como respuesta a las peticiones presentadas por las comunidades locales, simplemente ordenaba que su burocracia entrara en acción, obligando a las secretarías a cambiar hombres, equipo y fondos que estaban destinados a otros programas. El resultado fue el caos administrativo.”[18]

Construyó un Estado benefactor, como el fundado por Roosevelt en los treintas, con sesgo paternalista: repartía riqueza, pero no contribuía a crearla. Se fue por la línea del populismo, que Toto Jiménez define como “régimen político que busca elevar el nivel de bienestar de su pueblo afectando a ciertos grupos minoritarios de su población, […] el gobierno destina recursos a proyectos poco productivos económicamente, y no presta atención al déficit fiscal y a la balanza de pagos; además de proveer de recursos a sectores poco productivos con fines políticos o sociales.”[19] El cometido era alcanzar prestigio inmediato, sin medir las consecuencias que acarreara a largo plazo. Las fuentes de recursos serían emitir dinero y contratar deuda externa, cargas que heredarían generaciones futuras.

En el terreno económico exacerbó el desarrollismo, con intensa actividad gubernamental y gasto público desbordado, de respuesta veloz. No preocupaba avanzar con estabilidad monetaria, procedimiento sano, pero lento.

“El Estado surgió como el único actor inicial promotor del despegue industrial de manera patrimonialista. Fue el promotor de todo el edificio proteccionista, que se vio obligado a cerrar fronteras a la competencia externa, pero también a reglamentar demasiado la industrialización interna. Fue como alimentar una paloma con balas de plomo para que no volara,” sostienen Rudomin et. al.[20]

El gasto público se cuadruplicó y absorbió la tercera parte del producto interno bruto (PIB) en los dos últimos años del sexenio. El déficit presupuestario, que en 1970 fue 1.8% del PIB, ascendió a 7.5% del PIB.[21] El gasto público subió de 13% del PIB en 1970 a 40% en 1976.[22]

Banco de México fue obligado a incrementar su financiamiento al gobierno federal; redujo tasas de interés para inducir demanda de crédito, y elevó la reserva obligatoria para que el financiamiento bancario se canalizara de preferencia a agricultores pobres, ejidatarios, pequeña y mediana industria y a zonas de menor desarrollo relativo.[23] La colocación libre de las instituciones  se contrajo a entre 20% a 75%,[24] frente a 25% a 90%, mencionadas.

Echeverría enfatizaba que al Estado correspondía dirigir e impulsar la economía, en busca del mejor interés de la población. Intensificó la estatización de empresas de cualquier ramo, aun cuando fueran improductivas y carecieran de enfoque social, y creaba organismos y fideicomisos que instrumentaran sus programas de desarrollo, a tal grado que se duplicó el número de empresas y organismos del Estado, para sumar 700.[25] La inversión fija pública aumentó 11.9% real al año. De representar 38% en 1970, aportaba 51% en 1976. En consecuencia, se desplazó capital privado, al que se atribuían los males que afectaban a la sociedad. Sólo aumentó 2.9% anual y su participación se redujo de 62% a 49%.[26] Canceló o redujo privilegios al sector privado. Recalcaba que la mexicana era economía mixta.

La actitud del Presidente desencadenó enfrentamientos con empresarios. El sentir que privaba en la comunidad de negocios afloró en el funeral del empresario regiomontano Eugenio Garza Sada, asesinado  en 1973 por la Liga comunista 23 de septiembre. Allí Margáin Zozaya expresó: “Sólo se puede actuar impunemente cuando se ha perdido el respeto a la autoridad; cuando el estado deja de mantener el orden público; cuando no tan sólo se deja que tengan libre cauce las más negativas ideologías, sino que además se les permite que cosechen sus frutos negativos de odio, destrucción y muerte.

“Cuando se ha propiciado desde el poder a base de declaraciones y discursos el ataque reiterado al sector privado, del cual formaba parte destacada el occiso, sin otra finalidad aparente que fomentar la división y el odio entre las clases sociales. Cuando no se desaprovecha ocasión para favorecer y ayudar todo cuanto tenga relación con las ideas marxistas a sabiendas de que el pueblo mexicano repudia este sistema opresor.”[27]

Al comienzo del sexenio se elevaron precios de gasolinas y azúcar; después precios de garantía de productos agrícolas y la carga impositiva de las clases medias. Se aceleró el gasto y para cubrirlo se ordenó emitir circulante, lo que desató inflación. Los precios crecían entre 3% y 4% anual en la década anterior. Promediaron 19.3% anual en la segunda mitad del sexenio.

Para acallar la inconformidad decretó ocho aumentos de salario mínimo, que en lo sucesivo deberían revisarse anualmente, en vez de cada dos años, como se hacía antes. Los salarios se triplicaron, crecieron por arriba de la productividad de mano de obra, estrangularon la ganancia de las empresas y se desalentó la inversión.

La economía entró en espiral inflacionaria. A pesar de ello se mantuvo el tipo de cambio del dólar en 12.50 pesos, vigente desde 1954, porque la fortaleza del peso era uno de los símbolos más venerados desde que Nueva España fue el mayor productor de plata y emitía la moneda más fuerte del Imperio Español, el real de ocho, conocido como Mexican dollar. Echeverría no deseaba pasar a la historia como el presidente que devaluaría después de dos décadas de tipo de cambio fijo. En consecuencia, se sobrevaluó el peso, se abarataron las importaciones, encareció la exportación y el déficit comercial casi se duplicó.

El país gozaba de excelente reputación por su estabilidad política, su desarrollo estabilizador, potencialidad económica, riqueza petrolera, libertad cambiaria y prestigio como deudor cumplido. El endeudamiento externo se mantenía en cifras prudentes, que en 1971 inspiraron a Hugo B. Margáin, secretario de Hacienda, a elogiar a la administración antecesora: “Es preciso hacer saber a la nación que por el camino del endeudamiento hubiéramos llegado a la insolvencia y tal vez al deterioro de la armonía social.”[28]

Pronto se desechó tal principio, se aceleraron los déficit fiscal y comercial y para cubrirlos se incurrió en deuda externa. El criterio era, según Krauze: “Si había dinero, había que gastarlo y si no, había que imprimirlo o pedirlo prestado. ¿Para qué otra cosa podría servir el crédito acumulado por el desarrollo estabilizador.”[29]

Margáin reprobaba la indisciplina financiera y así lo manifestó en agosto de 1973: “Hay algunas reglas que deben tomarse en cuenta, señor presidente. La deuda interna y externa tienen un límite y ya llegamos a ese límite.”[30] A los pocos días renunció por razones de salud y fue designado embajador en el Reino Unido.

Lo sustituiría José López Portillo, quien durante buen tramo de su vida profesional ejerció como abogado; en 1960 se incorporó a la burocracia; en 1970 fue nombrado director de la Comisión Federal de Electricidad, y en 1973 secretario de Hacienda, sin experiencia administrativa ni conocimientos económicos y financieros. No se requerían, pues Echeverría aclaró: “las finanzas públicas se manejan desde Los Pinos.” Despojó a Hacienda de esa responsabilidad y utilizaría recursos externos para promover discrecionalmente la economía.

La globalización financiera arrancó a mediados de los sesenta y cada día la consolidaba el desarrollo de la tecnología en computación y telecomunicaciones. Creó terreno propicio para la crisis que llevó a la devaluación de las principales divisas señalada y fue señal de que urgía reorganizar el sistema financiero mundial concebido en Bretton Woods, en 1944.[31] Entre 1950 y 1970 se vivió la revolución bancaria. Al intensificarse la concurrencia internacional el mercado demandaba mejores productos bancarios. La banca universal o múltiple sustituyó a las instituciones especializadas. Se formaron consorcios y redes internacionales de servicios financieros para atender a mercados  más refinados y exigentes.

En los setentas el orbe presenciaba intenso movimiento especulativo de capitales y altas tasas de interés. En México éstas se mantenían inflexibles, controladas por el banco central, en un clima de presión inflacionaria. Entre 1973 y 1977 los depósitos bancarios obtenían rendimiento negativo, lo que originó desintermediación bancaria, dolarización y débil formación de capital.[32] Era obvio que la banca especializada ya no satisfacía las necesidades.

A pesar del sesgo socializante de Echeverría no hubo señales de que el Estado interviniera la banca privada, que en 1970 manejaba 70% de los recursos totales. El 30% restante correspondía a 32 instituciones nacionales [del Estado] y 11 fondos de garantía y fomento.[33]

En ese año se modificó la legislación para actualizar el sistema financiero y darle capacidad para competir en el medio internacional, ya inmerso en la globalidad. Se reconoció la existencia de grupos financieros, “siempre que apliquen una política financiera coordinada y establezcan un sistema recíproco de garantía en caso de pérdida de sus capitales pagados.”[34] Actuaban como banqueros, socios, consejeros y asesores de empresas, lo cual patrocinaba estrecha comunión gobierno-empresas-bancos que imprimía flexibilidad y dinamismo a la actividad económica. La prueba se tiene en las convenciones anuales de banqueros, a las que asistían altos funcionarios gubernamentales y empresarios a examinar, informar y comentar asuntos cruciales de la marcha de la economía nacional, en presencia de destacados invitados extranjeros.

La estructura era simple y funcional. Las instituciones trabajaban en armonía, coordinadas por Hacienda, Banco de México y las comisiones nacionales Bancaria y de Valores.

En 1974 se emitieron reglas para establecer y operar bancos múltiples, anexas a la Ley general de instituciones de crédito, a cuyo amparo los intermediarios de todas las especialidades podrían fundirse en una unidad, que brindaría todos los servicios financieros, bursátiles y asesoría bajo un techo.

Se reafirmó la estructura oligopólica que venía de atrás: dos bancos captaban  la mitad de los recursos, a partes casi iguales: a veces uno superaba al otro y viceversa. Otros dos se repartían 18%. Los siguientes dos, intervenidos por el Estado por haber sufrido dificultades (les llamaban bancos mixtos), operaban 14%. Al resto tocaba el 18% restante.

La banca mexicana vivió un proceso de innovación, expansión y promoción, que le insertó en el marco global, en condición desventajosa, porque la limitaba la estricta reglamentación vigente.

 La deuda externa se volvió acuciante. El sector público debía 3,000 millones de dólares en 1970. “Como consecuencia del incremento en los requerimientos de financiamiento total del sector público, de la escasez de recursos internos y de la necesidad de apoyar las reservas internacionales, la deuda externa del sector público aumentó a 19,600 millones de dólares al 31 de diciembre de 1976,” informó Banco de México.[35] ¡Seis veces y media más!

Lo curioso es que la deuda pública se privatizo , dice Green, porque se contrató con bancos, proveedores y otras fuentes privadas, cuya aportación se elevó de 43% en 1970  a 76% en 1976.[36] Se antoja inverosímil, dada la aversión del presidente hacia el sector privado y de que los prestamistas particulares cobran tasas más altas, imponen condiciones más onerosas, son más exigentes para cobrar vencimientos y no conceden períodos de gracia. Se hizo así porque urgían los fondos y éstos no exigen que los recursos se dirijan a proyectos de desarrollo social, como los organismos internacionales.

Echeverría ambicionaba ocupar la secretaría general de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Como paso previo se arrogó el liderazgo de los países subdesarrollados, englobados entonces como tercer mundo, en su cruzada contra las potencias capitalistas, que le hizo paladín del tercermundismo. En el seno de ONU expresó: “Formulo votos porque a la era de descolonización política que hemos vivido, suceda otra de descolonización económica, significada por el progreso compartido entre las naciones y por su actuación solidaria y efectiva en la solución de los problemas que a todos atañen. […] Las naciones pobres deben establecer, unidas, las bases y las fronteras sobre las cuales y no más allá de las cuales participen decorosamente en la comunidad mundial, porque para ellas las relaciones internacionales no se plantean en términos de dominación, sino de autonomía y desarrollo.”[37]

Su actitud en la arena internacional se modificó de diplomática en agresiva, con visible encono contra EUA y su Agencia Central de Inteligencia (CIA), a medida que avanzó su gestión. Para ilustrarlo, Grayson relata que cuando Echeverría visitó la Universidad Nacional Autónoma de México, en marzo de 1975, fue insultado y apedreado por estudiantes, a quienes increpó y calificó de “jóvenes fascistas, manipulados por la CIA,” con lo cual acusó a EUA de entrometerse en asuntos locales.[38]

Su conducta errática y temperamental le creó ambiente adverso en todos los sectores: en la derecha por su excesiva intrusión en la economía y su desdén por el sector privado; en la izquierda porque su actuación no respondió a su rétorica reformista, opina Grayson.[39] Había descontento por todos lados: surgieron conflictos obrero-patronales y efervescencia dentro del PRI. Se reprodujeron asaltos a bancos y secuestros, como instrumento de recaudación de fondos para sostener grupos guerrilleros, como los comandados por Genaro Vázquez y Lucio Cabañas.[40] Hacia el fin de sexenio fueron raptados personajes prominentes como Rubén Figueroa Figueroa, gobernador de Guerrero, José Guadalupe Zuno, suegro del presidente, y Julio Hirschfeld Almada, secretario de Turismo.

EUA sufrió otra recesión en 1974-75, catalogada de nuevo como la más grave desde los treintas,[41] que tendría impacto en la economía mexicana.

A lo largo del sexenio  la confianza se deterioró progresivamente, se desalentó la inversión y huyó el ahorro. En 1976 hubo que conseguir 5,000 millones de dólares para cubrir la fuga de capitales, informa Green.[42] El epílogo fue devaluación de 59.7% del peso, anunciada un día antes del último informe presidencial, después de veintidós años de paridad fija. En octubre se solicitaron 1,200 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI), mediante entrega de una carta de intención, donde se establecieron compromisos de saneamiento y estabilización económicos, con lo que la nación se entregó en condiciones aceptables de reserva internacional.[43]

El PIB subió sólo 1.7% en el año y los precios crecieron 22.2%.[44] La crisis modificó los flujos de dinero y agravó los mles. El público se mostraba desconfiado: prefería mantener su ahorro en efectivo o dólares. La captación de la banca privada bajó 40.4%%. En moneda nacional tuvo saldo negativo de 6,707 millones de pesos y en dólares se multiplicó casi 12 tantos.[45] El financiamiento de la banca privada en moneda nacional descendió 32.9%.[46]

“El financiamiento del elevado déficit presupuestal del sector público se conjugó con el debilitamiento de la captación de recursos del sistema bancario mexicano y con el extraordinario incremento de activos de mexicanos en el exterior, factores que determinaron que dicho sector concurriera a los mercados internacionales de capital y obtuviera en forma conjunta un volumen de recursos de largo plazo, sin precedente,” explica Banco de México.[47]

El desarrollo compartido resultó un fracaso, opina Solís. “El haber introducido dos objetivos adicionales ––la mejor distribución del ingreso y el menor endeudamiento externo— en la política de desarrollo sin incluir dos nuevos instrumentos para lograrlo —la reforma fiscal y la mayor competitividad internacional— determinó en buena medida el descalabro del desarrollo compartido, pues hubo que financiar el gasto público con endeudamiento externo y en la medida que este recurso se tornó insuficiente, con endeudamiento interno, principalmente vía emisión primaria, con las consecuentes presiones inflacionarias y sacrificio de los objetivos del esquema.”[48]

Todas las relaciones económicas y sociales giraban en torno al paternalismo del Estado, cuya otra cara es hijismo: población subsidiaria, dependiente de Papá Gobierno, dador de todos los bienes. Fue lastre que inhibió la iniciativa personal, la creación innovadora y el trabajo productivo en todas las actividades y hundió más a la actividad agropecuaria, reprimió la acumulación de conocimientos y la formación de empresarios competentes, con aptitudes gerenciales, técnicas y promotoras. El talento empresarial se concentró en empresas grandes —trasnacionales el grueso— de vasta capacidad tecnológica y productiva, mientras la mayoría sobrevivieron merced a protección estatal.

La conclusión de Grayson es: “Echeverría no sólo fracasó en elevar a México a la categoría de líder regional, sino que dejó a su país más dependiente que nunca del sistema económico en general y de Estado Unidos en particular. Una deuda creciente y la necesidad de adoptar un programa de estabilización diseñado por el FMI fue el epítome de esa dependencia.”[49]

 

 

 

 

La administración de la abundancia

 

 

El presidente José López Portillo recibió el país en condiciones críticas, que él  compendió en “inflación complicada después con recesión y desempleo.

“Esto precipitó el fin de una larga etapa y ocasionó después el disparo de los precios, la devaluación del peso e hizo evidente la vulnerabilidad del sistema financiero frente al rompimiento de la estabilidad.”[50]

La economía salió pronto de su postración, gracias al descubrimiento y explotación de ricos yacimientos de petróleo, en el marco de la emergencia energética mundial, surgida en 1973, cuando los Estados árabes suspendieron sus exportaciones a EUA, en represalia por el apoyo que éste dio a Israel en la Guerra del yom kippur sostenida contra Egipto y Siria. Le declararon embargo petrolero, extensivo a otros países desarrollados. Como resultado se cuadruplicó el precio. La situación se agravó en 1979-1980 por revolución en Irán y guerra de éste contra Irak. El precio se triplicó entonces, para acumular alza de diez tantos en siete años,  que desquició el aparato económico mundial.[51]

Las reservas probadas del hidrocarburo de México pasaron de 3,954 millones de barriles en 1975 a 56,999 millones en 1981, suficientes para 61 años.[52] Su exportación subió de 557 millones de dólares en 1976 a 15,623 en 1982. Más de 70% del ingreso de exportación provenía del crudo. El reto sería ahora administrar la abundancia, declaró engreído el Presidente.[53]

Con la reanimación económica se olvidó la amarga experiencia echeverrista. “El auge petrolero despertó expectativas exageradas en todos los segmentos de la sociedad mexicana. El gobierno fue tentado a satisfacer todas las demandas, tales como programas sociales ampliados, altos subsidios a bienes y servicios producidos por el sector público (como gasolina y electricidad baratas), pródigos subsidios a productores del sector privado (tales como mayores subsidios a la exportación y menores tarifas arancelarias a la importación), proyectos de infraestructura de larga escala y otras inversiones de capital,” señala Cornelius.[54]

Aprovechar la riqueza petrolera demandó abundante inversión para explorar, extraer y refinar, ampliar instalaciones de petroquímica básica y fortalecer infraestructura. El gasto público subió de 32.0% a 48.7% del producto interno bruto (PIB) entre 1976 y 1982 y el déficit se extendió de 7.2% a 17.6%.[55]

La economía se recuperó en 1978: el PIB aumentó 8.2%. En 1979 se aceleró y creció 9.2%. En 1980 lo hizo en 8.3%.[56] Fueron las tasas más altas jamás conseguidas.

“El éxito de México se convirtió en la envidia de un mundo que trastabillaba en recesión. Ese encanto, sin embargo, distrajo la atención de que había  comenzado su petrolización,” anota Grayson, consistente en una “economía sobrecalentada por la acción de ingresos petroleros, moneda sobrevaluada, dependencia creciente de crédito externo para importar crecientes cantidades de alimentos, capital y bienes suntuarios (que crecieron de 6,000 millones de dólares en 1977 a 23,000 millones en 1981), un sector agrícola estancado y, sobre todo, gigantescos déficit presupuestales inflamados por prodigioso gasto público, […que se cubría] imprimiendo pilas de nuevos billetes.”[57]

Lo reconoce Banco de México: “se creó una aguda dependencia de los ingresos provenientes del petróleo para poder financiar el alto ritmo de la inversión y el fuerte incremento del gasto corriente.”[58]

Alto dinamismo petrolero y vigoroso gasto público detonaron efecto multiplicador en inversión privada, producción, ingreso nacional y demanda agregada. La estructura productiva fue incapaz de responder, por lo que sobrevinieron cuellos de botella y agotamiento de capacidad instalada, que avivaron la inflación, cuya tasa promedio fue 24.6% anual entre 1977 y 1981, equivalente a la de un sexenio completo durante el desarrollo estabilizador. En 1982 alcanzó 61.9%.[59]

López Portillo aceptaba que la inflación era “el problema fundamental,” pero  “no es una alternativa, es un modo con el que tenemos que acostumbrarnos a vivir en un periodo relativamente alto.” Aseguró que se resolvería con “talento mexicano, para dar soluciones a nuestro propio estilo, […con una] respuesta que puede ser única en el mundo.”[60]

En la V Reunión de la República preguntó: “¿Qué es mejor para un país como el nuestro ¿{sic} inflación con desarrollo o inflación con recesión? La respuesta es obvia.”[61] Fue declaración tácita de que había elegido el primer camino y descartaba buscar desarrollo sin inflación o al menos con inflación moderada.

A mediados de 1979 Banco de México aumentó las tasas de interés de 15% a 20%, en respuesta a que crecieron en EUA, para contener la salida de ahorro. Ante la fuerza que cobró el alza de precios, en 1980 dispuso deslizar el tipo de cambio, sin festinarlo demasiado. Equivalían a minidevaluaciones, para eludir una devaluación fuerte. El peso se depreció 1.7% en ese año[62] y 12.4% en 1981.[63]  

La mezcla de aumento de la tasa de interés y deslizamiento del peso “explican en buena parte la aceleración del proceso inflacionario desde 1980 y contribuyeron de manera decisiva a que el círculo perverso del campo monetario y financiero arrastrara al sistema productivo, en pleno ciclo de expansión,” opinan Cardero et. al.[64]

Las circunstancias aconsejaban que se modernizara el sistema financiero.[65]  El auge petrolero impulsó el producto nacional y amplió el ingreso, la demanda e la inversión, lo que implicaba disponer de instrumentos de captación adecuados al estado de alta liquidez, agilitar los mecanismos de crédito, fortalecer el mercado de valores y proporcionar incentivos para atraer ahorro. México recibiría altos ingresos por venta de petróleo, ingresaba al mercado de petrodólares como demandante y oferente y se articulaba al mercado financiero internacional. El sector público requería expedientes eficaces para disponer de recursos para la explotación petrolera y regular el mercado financiero. Era oportuno adecuar las operaciones de dinero a las nuevas condiciones de la economía y a su integración al orden internacional.

En abril de 1977 el gobierno federal comenzó a emitir petrobonos, certificados de participación garantizados por una cantidad de petróleo colocada en fideicomiso en Nacional Financiera.[66] Fue una opción novedosa para captar recursos del público. En noviembre colocó certificados de la Tesorería de la Federación (CETES),[67] con lo cual implantó el mercado de dinero, que no existía..  Con ellos se separaba el impacto monetario directo del déficit federal, de sus efectos en la demanda agregada, permitiría controlar la base monetaria, el multiplicador bancario, las estructuras de tasas, cubrir necesidades de efectivo y ajustar sus posiciones de liquidez. También se redujo el encaje legal y se simplificó su manejo, con la intención de liberar recursos para el sector privado. Por su parte, los bancos introdujeron instrumentos de captación y colocación adecuados a las circunstancias y diversificaron operaciones, con lo cual obtuvieron economías de escala y abatieron costos. Esto les dotó de competitividad para participar en el mercado internacional.

El ahorro financiero se mantuvo en 20.6% del PIB durante el sexenio, ligeramente abajo del previo, de 21.4%,[68] a pesar de la velocidad con que creció la economía, debido a que la inflación y el optimismo auspiciaban fuerte gasto en  consumo. Por eso y porque el ingreso fiscal creció menos que el egreso se recurrió indiscriminadamente a deuda externa. La del sector público pasó de 19,600 millones de dólares en 1976, a 58,874 millones en 1982.[69] Tres tantos más. Sólo en 1981 se incrementó 56.6%, 20,000 millones de dólares, de los que la mitad se negoció a corto plazo.

El sector privado, contagiado del furor y seguro de que se mantendrían la prosperidad y el tipo de cambio, amplió su endeudamiento externo de 4,400 millones de dólares en 1976 a 18,000 en 1982, cuatro veces más, a tasa anual de 26.5%. El problema de la deuda “pasó de preocupante a alarmante,” reconoció Banco de México.[70]  “Muchas empresas continuaron incrementando sus pasivos en moneda extranjera, aun cuando la sobrevaluación del tipo de cambio se hacía cada vez más evidente,” y no se aprovechaba la protección contra riesgos cambiarios ofrecida por la autoridad.[71]

Grayson compara a México con un adicto a la heroína que vende su sangre en la mañana para conseguir una dosis de droga en la noche: “hacía frente a las presiones de la petrolización cambiando petróleo por préstamos.”[72]

La soberbia de creerse sociedad rica, aunada a inflación desenfrenada y a la tozudez de no devaluar el peso exacerbó la importación. Los comercios ofrecían toda clase de artículos provenientes de todas partes, que los consumidores adquirían con avidez.  En 1981 el ingreso petrolero de 13,305 millones de dólares cubrió apenas el déficit en cuenta corriente de 12,544 millones.

La historia reciente no dejó enseñanza alguna. “Desde 1980, tal como había pasado en los años previos a la devaluación de 1976, las fugas de capital se incrementan a raíz del creciente déficit en las cuentas con el exterior (servicio de la deuda, demanda de importaciones de las industrias más dinámicas y políticas de apertura), y del aumento de la inflación (por el deslizamiento creciente en el tipo de cambio y las tasas de interés cada vez más elevadas).

“Estas medidas de política se enlazaron con el ciclo de expansión industrial, golpeando severamente. […] México aplicó políticas monetaria, financiera y cambiaria, incompatibles con la fase ascendente de su sector productivo,” opinan Cardero et. al.[73]

Los empresarios confiaban en que el peso se mantendría sobrevaluado, pues el presidente expresó que lo “defendería como un perro.”[74] Obtenían crédito externo para importar activos físicos y financieros, a veces en condiciones inconvenientes, que causarían serios trastornos si el peso se desplomara frente al dólar e incidirían en la catástrofe que estaba por venir.

A fines de 1980 el precio empezó a descender en el mercado petrolero, porque se estabilizó la demanda, por lograrse economías en su uso, emplear otras fuentes primarias de energía, explotar nuevos yacimientos y adoptar tecnologías y procesos de distribución más eficaces.[75]

Se vislumbraba el término de la efímera bonanza en un cuadro de inflación implacable, peso sobrevaluado, enormes déficit fiscal y comercial, gravosa deuda externa, junto a actividad agropecuaria estancada, estructura industrial débil y la certeza de que se abatiría el valor de la moneda. En cuanto al mercado financiero internacional, las tasas de interés eran atractivas.

Era lógico que se acelerara la huida de divisas. “La especulación cambiaria no disminuía. Las fugas de capital continuaron en las primeras semanas del año y en febrero se intensificaron. Asimismo, el pago del endeudamiento de corto plazo en que se incurrió durante el segundo semestre de 1981, junto con los menores ingresos de PEMEX, presionaron las finanzas del sector público, de tal manera que el déficit de caja del Gobierno Federal, acumulado hasta la primera semana de febrero, fue más de tres veces superior al registrado en la misma fecha de 1981,” indicó Banco de México.[76]

El desequilibrio en balanza de pagos se hizo intolerable, por lo que el 18 de febrero de 1982 el peso se dejó en flotación y subió de 26.23 pesos por dólar a 43.99 pesos.[77]

Para afrontar la situación se puso en marcha un programa de ajuste económico, consistente en reducir el presupuesto de egresos y aumentar el ingreso tributario; reducir los desequilibrios interno y externo; apoyar selectivamente a sectores prioritarios para absorber pérdidas cambiarías de las empresas; se fortaleció el control de precios; se redujeron los aranceles de 1,500 artículos básicos, materias primas y bienes de capital; se flexibilizó la política de tasas de interés y de tipo de cambio, y en marzo se decretó alza salarial de emergencia.

Las medidas fueron tardías e inoperantes, pues el sistema económico se hallaba desbarajustado. Fue imposible contraer el déficit presupuestal, porque la devaluación de febrero y el incremento salarial robustecieron la inflación, impulsaron el gasto público y atizaron la volatilidad cambiaria. Se debilitó la actividad económica y se contrajo el ingreso fiscal.

La sangría de divisas fue tremenda: la cuenta errores y omisiones de la balanza de pagos registró saldo negativo de 8,373 millones de dólares en 1981 y de 6,580 millones en 1982.[78] En la V Reunión de la República citada López Portillo manifestó que salieron 10,000 millones, sin precisar cuando. Al 31 de diciembre de 1981 la reserva primaria bruta de Banco de México era de 5,035 millones de dólares.[79] Un año después fue de 1,832 millones, “nivel insuficiente para mantener las operaciones comerciales y financieras del país con el exterior, opinó el banco central.[80]

Dada la contundencia de la crisis, se cerraron fuentes de crédito foráneas y se implantó doble tipo de cambio: uno general y otro preferencial, aplicable a la importación de bienes prioritarios, pago de intereses de la deuda externa pública y privada y de obligaciones del sistema bancario mexicano con el exterior. Asimismo, se dispuso que los depósitos bancarios en moneda extranjera se restituyeran por el equivalente en moneda nacional, al tipo de cambio general vigente al realizarse el pago y se cerró el mercado cambiario. Los dólares confiados a la banca se convertían en mexdólares.

El 19 de agosto de 1982 se restablecieron las operaciones en el mercado cambiario, a tipo de cambio preferencial de 69.50 pesos por dólar. Tendría deslizamiento diario de 4 centavos, que lo llevó a 98.48 pesos al fin del periodo. En el mercado ordinario el dólar cerró en 148.50 pesos, casi seis veces más que un año antes.[81]

“El 22 de agosto de 1982, el Gobierno Mexicano solicitó a la comunidad bancaria internacional una prórroga de 90 días para los pagos de capital correspondientes a la deuda del sector público.”[82] La república se declaraba en moratoria por segunda vez en su vida[83] y era precursora de la crisis de la deuda que agobiaría al ámbito subdesarrollado y repercutiría en todo el planeta.[84]  

El 1º de septiembre se decretó control general de cambios.

“Al finalizar 1982, el país afrontaba la más grave crisis económica desde la Gran Depresión Mundial de fines de los años veinte y principios de los treinta,” reconoce Banco de México.”[85]

El sexenio cerró con baja de 0.5% del PIB real. Frente a crecimiento demográfico de 2.8%, significó retroceso de 3.3% real. La tasa de inflación se disparó a 98.8%.

De 1971 a 1982 se instrumentaron políticas expansivas, fincadas en déficit fiscales excesivos, que malograron los avances del desarrollo estabilizador, favorecieron los desastres de 1976 y 1982 y fraguaron el camino a un largo y doloroso estancamiento con inflación, que se prolongó a los años noventas, retardó la adaptación a la globalidad, empobreció a empresas y familias y dejo angustiada a la sociedad. Los dos sexenios se recuerdan como la docena trágica.

 

 

 

¿Por qué se expropiaron?

 

 

La banca ha sido, es y será órgano vital del aparato económico, por intermediar entre personas con excedente para ahorrar y quienes necesitan recursos para gastar o invertir. Tiene el don de crear dinero cuando otorga crédito. Es comparable al aparato circulatorio del ser humano, ya que capta y distribuye el fluido que proporciona energía a las funciones de producción, circulación y consumo de bienes y servicios y de distribución del ingreso, o sea el dinero, igual que la sangre da vitalidad a los órganos del cuerpo.

El hecho de ser estratégica desde el punto de vista económico da idea de por qué se expropiaron. Pero también tiene relevancia cultural, social y política, ya que todos los vínculos y relaciones que se entablan en la sociedad humana de una u otra forma se basan en el uso de dinero, como instrumento de cambio y acumulador y medida de valor.

Para comprender los fundamentos políticos, jurídicos e institucionales de esa disposición, conviene recordar como funcionaba el sistema político mexicano y ligarlo con la administración de la economía y la conducta humana.

A partir de los años treinta, ya fundado el Partido Nacional Revolucionario (PNR), que se convertiría en Partido Revolucionario Institucional (PRI),[86] se implantó el presidencialismo, que concedía al titular del Poder Ejecutivo Federal facultades para concentrar el poder y tomar las decisiones que forjaban el destino nacional durante seis años, de manera autoritaria, centralizada e indiscutida. Controlaba el presupuesto nacional y su distribución en forma de tierras, agua, créditos, insumos, energéticos, permisos, concesiones, lo cual le otorgaba el dominio de la economía, apoyado en estructura corporativista que compraba lealtades e incitaba a políticos, empresarios, organismos, intelectuales y grupos de la sociedad civil a disciplinarse al régimen.

Se practicaba lo que Weber denomina disciplina racional: “realización consecuentemente racionalizada, es decir, metódicamente ejercitada, precisa e incondicionalmente opuesta a toda crítica, de una orden recibida, así como la íntima actitud exclusivamente encaminada a tal realización.” El factor decisivo es “la uniformidad de la obediencia a la acción ordenada.”[87]

El esquema compartía ideas de Maquiavelo, quien aconseja un Estado autoritario para que un país se fortalezca y avance, y de Hobbes, quien sostiene que toda sociedad requiere de un Leviatán, organismo con autoridad absoluta para imponer orden.[88] Weber aconseja establecer un régimen burocrático capaz de someter a las masas, por medio de organizaciones que faciliten el manejo de la interacción y actividad política.[89] Freud piensa que “el dominio de la masa por una minoría seguirá demostrándose siempre tan imprescindible como la imposición coercitiva de la labor cultural, pues las masas son perezosas e ignorantes, no admiten gustosas la renuncia al instinto.”[90]

     Vargas Llosa designó dictadura perfecta a este sistema. Fue infundado, porque tenía rasgos de democracia, que Lipset define “sistema político que proporciona constitucionalmente y en forma regular la posibilidad de cambiar a los gobernantes y como un mecanismo social que permite a la mayor parte posible de la población influir en las decisiones principales escogiendo a sus representantes de entre aquellos que luchan por los cargos públicos.”[91]

Sartori opina: México “ingeniosamente se las arregló para retirar a sus dictadores cada seis años. No obstante, […] si un dictador en verdad es un dictador, no se le podría retirar. Los dictadores lo son porque <dictan> las leyes a su discreción. […] Los presidentes mexicanos tienen poderes casi dictatoriales, pero no […] son dictadores.”[92]

Fue figura democrática sui generis, en cuyo centro se hallaba el PRI, fundado, controlado y operado por el gobierno. Le competía organizar el cambio regular de gobernantes, con intervención de la mayor parte posible de la población, requisitos especificados por Lipset.

     Tuvo legitimidad, de acuerdo a Schumpeter, por ser “arreglo institucional para llegar a decisiones políticas por las cuales ciertos individuos adquieren el poder de decidir mediante una lucha competitiva por el voto del pueblo.”[93]

Se calificó de presidencialismo, porque el poder del titular era incuestionable durante el período legal de seis años, respetado bajo el principio de no reelección, que imponía el cambio ordenado de gobierno. Al presidente se le reconocía y obedecía como caudillo, líder, cacique, tlatoani o apóstol, según la línea de actuación que eligiera. Ejercía la dominación carismática que proporcionan la fuerza de la organización, la asociación racional y el poder patrimonial conferido por el manejo del presupuesto gubernamental. Sus órdenes se obedecían sin titubear. Terminado un sexenio lo remplazaba su sucesor, de manera automática  protocolaria. Este régimen sobrevivió setenta años y fue admirado en muchas partes por haber probado efectividad, en una época en que en otras partes de Latinoamérica eran comunes las revueltas, golpes de Estado y dictaduras.

Riding comenta: la omnipotencia del presidente es “mito poderoso, en el cual cree la mayoría de los mexicanos y sostienen aún aquellos que saben que es falso. Al igual que el derecho divino de los reyes y la infalibilidad del Papa, éste mantiene el misterio del cargo. El presidente, después de todo, es el heredero de una tradición prehispánica de autoritarismo que reforzó enormemente el centralismo político y el dogmatismo religioso de la colonización española. Así pues, la sumisión a cada uno de los presidentes proporciona continuidad al sistema.”[94]

Lo anterior concuerda con un mito típico de sociedades tradicionales, que Eliade denomina mito del eterno retorno, simbolismo de regeneración periódica de la naturaleza.[95] Asienta que la creación del mundo se reproduce de manera continua. Cada sexenio era como un acto cosmogónico, en el que se inauguraba nueva era y ocurría algún acontecimiento trascendental, que devenía en paradigma. “El acontecimiento histórico en sí mismo, sea cual fuere su importancia, no se conserva en la memoria popular y su recuerdo sólo enciende la imaginación poética en la medida en que ese acontecimiento histórico se acerque más al modelo mítico.”[96]

Las decisiones anunciadas en septiembre de 1982 fueron autoritarias, ejercidas según la costumbre. Empero, devaluar el peso, congelar los depósitos en dólares, convertirlos en mexdólares y establecer el control de cambios fueron medidas de emergencia para restablecer equilibrio financiero y pudieren haber sido las recomendables. En cambio, expropiar la banca y sindicalizar a sus empleados persiguieron desviar la atención de las causas del desastre provocado por ineptitud que alentó fuga de divisas y puso en peligro la institución presidencial.

El presidencialismo había sido eficaz para recuperar el equilibrio y restablecer la confianza en momentos críticos, porque el gobierno tenía el dominio corporativo de los cuerpos políticos y organizaciones sindicales y empresariales, con quienes hacía pactos que se respetaban, por tradición y conveniencia. Se demostró en 1938, al expropiarse la industria petrolera, y en 1954 y 1976, al devaluarse el peso.

Limitada comprensión de los fenómenos económicos, más romanticismo y altivez, inspiraban a López Portillo a plantear soluciones retóricas ilusorias. Reconocía como problema central la inflación y juzgaba imperativo contenerla. Pero, aclaraba: “Desde luego, el éxito de una política de esa naturaleza dependerá del patriotismo, solidaridad y colaboración de todos los sectores sociales.”[97]

No aquilataba el peso de la inflación en la expectativa de devaluación. Opinaba que el futuro del peso estaría determinado por “presiones económicas circunstanciales” y aventuró: “lo importante es que ya nos olvidamos del peso y su conversión a dólares como factor de nuestra economía, como ocurrió durante muchísimos decenios.”[98]

Los empresarios sugerían devaluar para favorecer la exportación. El presidente aseguraba que no se requería porque “no tenemos una gran capacidad de exportación. […] No tendría sentido y sí en cambio podríamos alentar la inflación y podríamos castigar a muchos de nuestros ahorradores.”[99] Más contundente hubiera sido argüir que no convenía hacerlo porque el gobierno, empresas y particulares estaban muy endeudados en dólares y se encarecería el pago de sus obligaciones.  

La sociedad tenía otra percepción. La serie de imprudencias en que incurrió el gobierno vaticinaban que se depreciaría la moneda, pues los precios se elevaban cada día. El ambiente era propicio para la especulación cambiaria en todos los campos. La economía mexicana funcionaba como un casino, al modo que describiera Keynes, quien advirtió: “Los especuladores pueden no hacer daño cuando sólo son burbujas en una corriente firme de espíritu de empresa; pero la situación es seria cuando la empresa se convierte en burbuja dentro de una vorágine de especulación.”[100] Este autor entiende especulación como “actividad de prever la psicología del mercado” y empresa como “tarea de prever los rendimientos probables de los bienes por todo el tiempo que duren.”[101] Lo que se observaba entonces encaja en esta concepción.

Los remedios fueron contraproducentes.

López Portillo, al igual que Echeverría, se obstinaba en no devaluar el peso, para salvaguardar su imagen personal. Presidente que devalúa se devalúa era la conseja. Cuando se hizo imposible mantener su valor se dispuso su deslizamiento, equivalente a minidevaluaciones, que hacían atractivo comprar dólares, señala Quijano, pues depositados en los bancos producían interés y además se beneficiaban del incremento diario del tipo de cambio. Constituyó un incentivo para dolarizar los depósitos bancarios.[102]

Se trató de contener la dolarización con mayor tasa de interés pasiva, lo cual repercutió en la activa e incrementó el costo financiero de las empresas, quienes lo trasladaban a los precios. El desliz del peso encareció las importaciones. La conjugación de estos fenómenos aceleraron la inflación. Los comerciantes se anticipaban al alza de costos y subían precios a priori. “Los precios ya no se  movían por la variación de costos, sino por la expectativa de variación futura en los costos. La inflación había sufrido un cambio cualitativo, y nos estábamos aproximando a la hiperinflación,” advierte Quijano.[103]

La globalidad financiera era una realidad y México no era ajeno a ella. Los bancos realizaban operaciones normales de captación, colocación y servicios, sujetos a estricta reglamentación y vigilancia y habían perdido penetración en el mercado, como lo indica la desintermediación mencionada. A su lado operaban 80 oficinas de representación de bancos trasnacionales en 1979, que carecían de facultades para actuar como bancos, pero movían importantes flujos de dinero desde y hacia el mercado internacional.[104] Además, las principales instituciones mexicanas tenían oficinas en el extranjero, desde donde trasferían recursos en ambos sentidos. Es decir, “la intermediación financiera mexicana se bifurcó: por una parte, la intermediación continuó realizándose en el mercado local, aunque cada vez más dolarizada; por la otra, la intermediación comenzó a realizarse desde el mercado internacional,” comenta Quijano.[105]

Todo mundo vaticinaba devaluación. No lo veía quien no deseaba verlo. La gente efectuaba sus transacciones comerciales, de casas, automóviles, todo género de bienes y cobro de alquileres en términos de dólares. Toda persona informada que poseía ahorro buscaba cómo protegerlo y lo convertía en billete verde o lo trasfería al extranjero. Con mala fe pudiere pensarse que a eso se refirió el presidente cuando dijo “ya nos olvidamos del peso.” Lo haría parecer cínico. Dolarizar era la rutina de moda, como cuando hay furor por invertir en la bolsa de valores. Me consta, porque durante mi estancia en una sucursal bancaria —relatada en  el Preámbulo— operé trasferencias de dólares a funcionarios de la Secretaría de Hacienda y de Banco de México a instituciones de Texas y California.

El patriotismo a que apeló el presidente no suele influir en las decisiones económicas, porque no hay forma de relacionarlo con costos, eficiencia, productividad, ganancia y ambición. El ser humano normal busca su conveniencia, no la de los demás y menos la de la colectividad. Procede con egoísmo pragmático, como lo proclama el positivismo económico o utilitarismo, cuyo exponente es Bentham, quien a fines de siglo 18° aseveró: “con motivo de cada acto que ejecuta, todo ser humano se ve inclinado a seguir la línea de conducta que, en su inmediata estimación del caso, contribuirá en el más alto grado a su propia felicidad máxima, cualquiera que sea su efecto en relación con la dicha de otros seres similares, uno cualquiera o todos ellos en conjunto.”[106] La autopreferencia —así llama a su principio— es rasgo inherente del hombre en todas las épocas y estuvo en el fondo de las acciones de todo quien se dio cuenta de lo que sucedía y actuó a tiempo.

La situación brindó a los bancos posibilidades de ganancia y tenían facultad legal y deber profesional de aprovecharlas. Según Tello “De una utilidad bruta de la banca, al 31 de agosto de 1982 de cerca de 18,400 millones de pesos, más de 8,900 provenían de operaciones cambiarias.”[107]

Los bancos detentaban gigantesco poder, como núcleo de grupos integrados por instituciones financieras, industriales, comerciales, aseguradoras, inmobiliarias y de servicios. “No sólo dominaban el sistema financiero en una situación de fuerte concentración, sino que tenían una participación activa en el capital de otros intermediarios financieros y en empresas industriales y comerciales. La inserción de los bancos en los grupos económicos daba lugar a una asignación preferencial del crédito (en los límites permitidos por el sistema de canalización a determinadas actividades) hacia empresas de su propiedad, en detrimento de las independientes,” expresa Guillén Romo.[108]

La razón apuntada por López Portillo para estatizar la banca privada fue que ésta probó “más que suficientemente su falta de solidaridad con los intereses del país y del aparato productivo. […] Ha pospuesto el interés nacional y ha fomentado, propiciado y aún mecanizado la especulación y la fuga de capitales.”[109]

Esta afirmación fue superficial y demagógica; mas quedó impresa en su Sexto informe. La menciono porque apoya el supuesto de que “con la nacionalización de la banca y con el control de cambios, se programará mejor lo que el trabajo y el ahorro de los mexicanos, el petróleo, otras exportaciones y el financiamiento, nos significan.” Con ella terminarían la especulación y quitarían a la inflación los impactos especulativos que habían envenenado la economía, según él.[110]

Tal aserto no tuvo fundamento, porque la banca privada se hallaba fuertemente regulada, vigilada y controlada en su operación interna, y el gobierno disponía de sus bancos y fondos de fomento, por lo que dominaba la operación bancaria regular. La estatización sólo sustituiría al cuerpo directivo y burocratizaría la administración, como enuncio adelante.

Es cierto que en uno de los dos mayores bancos y en los que se manejaban como negocio familiar la propiedad y la administración central concurrían en las mismas personas. Pero en buena parte de las instituciones la tenencia de títulos se encontraba diversificada, la propiedad pertenecía a los accionistas y la administración recaía en sus directivos y funcionarios, quienes eran los verdaderos banqueros. Tal vez poseían acciones, pero en corta cantidad. Por tanto, los propietarios no siempre eran responsables directos de las acciones de que se les acusó.

Al dirigir sus baterías contra los bancos López Portillo asestó un golpe propagandístico espectacular, para atraer la aprobación de políticos, medios informativos, intelectuales, agrupaciones civiles y público en general. Encontró chivo expiatorio al cual responsabilizar y zafarse de la culpa, como ser humano normal, que por naturaleza propende a ocultar y negar sus errores. No estaba en su carácter reconocer su culpa, a diferencia de Díaz Ordaz, quien doce años antes asumió la responsabilidad de todo cuanto se hizo en su sexenio y expresó: “Sereno me someto a su juicio [del pueblo] inapelable.”[111] 

Espinosa Yglesias opinó en 2000: “La estatización de la banca mexicana resume los vicios de la administración que presidió José López Portillo. Aunque en su origen sólo fuera un desesperado y final intento por salvar su imagen, todavía hoy estamos pagando las consecuencias.”[112] 

“El Gobierno decretó la nacionalización de la banca y estableció el control de cambios, acorralado por los hechos. Para quienes gustan de las comparaciones, las dos grandes nacionalizaciones mexicanas de este siglo, el petróleo en 1938 y la banca en 1982, no fueron resueltas por designio, por convicción ideológica plasmada en un programa previo, sino por defensa,” opina Quijano.[113]

En su último Informe el Presidente presentó elocuente versión de los hechos, aderezada con arrepentimiento y llanto, que conmovió y persuadió a algunos de que lo sucedido obedeció a que “en unos cuantos, recientes años, ha sido un grupo de mexicanos, sean los que fueron, en uso —cierto es— de derechos y libertades pero encabezados, aconsejados y apoyados por los bancos privados, el que ha sacado más dinero del país, que los imperios que nos han explotado desde el principio de nuestra historia.”[114] Les acusó de haber extraído los dólares y les espetó: “Ya nos saquearon. México no se ha acabado. No nos volverán a saquear.”[115]

Repasar los acontecimientos en frío, a la distancia, deja ver que la acusación fue injusta. Si alguien ocasionó el saqueo, fue el mismo presidente, por desacatar las leyes de la economía e ignorar cómo se comportan las personas, movidas por su autopreferencia, cuando de defender su patrimonio se trata. Imbuía al público  su fantasía de que se vivía en Jauja e incitaba a actuar con ligereza. Fracasó en sus promesas de administrar la riqueza, tratar la inflación con talento mexicano y defender el peso como un perro. En cambio, entregó la economía destrozada, en estado recesivo, con inflación y desconfianza en el futuro, que tendrían  repercusiones más allá del decenio. No obstante, al expropiar la banca logró que su sexenio cerrara en un marco de cohesión política.

 

 

 

La banca estatizada

 

 

Para dar legitimidad a la estatización bancaria se reformaron, a posteriori, los artículos 25º, 26º y 28º de la Constitución y las leyes que regían el sistema financiero. El artículo 28º concedió al Estado la exclusiva en la prestación de servicios bancarios, a través de sociedades nacionales de crédito (SNCs), que operarían como bancos múltiples y como bancos de desarrollo (antes banca nacional). Con esta base se promulgó la Ley reglamentaria del servicio público de banca y crédito, que entró en vigor el primer día de 1983.[116] Aquí me refiero sólo a los bancos múltiples.

El capital de las SNCs se representaría por certificados de aportación patrimonial, en dos series: serie A, correspondiente a 66%, que sólo podría ser suscrita por el gobierno federal, y serie B, del restante 34%, que podrían suscribir el gobierno federal, entidades u organismos del sector público y empresas o personas de nacionalidad mexicana, ninguno de los cuales podría poseer más de 1% del capital, salvo el gobierno federal.

En julio la Secretaría de Hacienda determinó que la compensación a los propietarios de los bancos se haría mediante Bonos del gobierno federal para el pago de la indemnización bancaria (BIBs), cuya emisión y administración corresponderían a un fideicomiso constituido en Banco de México.[117]

La deuda contraída con accionistas fue 143,500 millones de pesos, ó 1,487 millones de dólares, al tipo de cambio controlado promedio de 1982.[118] “El valor de las primeras instituciones indemnizadas fue 71,700 millones de pesos,” señaló Banco de México.[119] El periódico La jornada mencionó que los intereses causados entre esa fecha y 31 de agosto de 1983 fueron 39,229 millones, por lo que el costo sumó 110,906 millones de pesos.[120] El banco central no informó cuánto se indemnizó en 1984.[121] Un año después sólo anotó: “la mayor parte de los convenios de indemnización bancaria concluyeron en 1984.”[122] Es factible que el total rebasara de 400,000 millones de pesos, 1.4% del PIB de ese año, ó 2,380 millones de dólares. Eso costaron los bancos.

El proceso de pago fue arduo y complicado, dada su magnitud y por el esmero con que se hizo. Se valuó cada concepto de activo y pasivo de las instituciones y se escucharon puntos de vista de los involucrados.

De todos modos se hizo evidente que “el gobierno puede violar, constitucionalmente, los derechos privados de propiedad, por lo que el riesgo expropiatorio para la inversión privada es relativamente alto,” comenta Katz, dado que la Constitución otorga atribuciones al Estado para expropiar propiedad privada por causa de utilidad pública, sin puntualizar el significado de ésta, mediante indemnización, en los términos que él mismo fije, en plazo no mayor de diez años.[123] Para pagar los bancos eligió los BIBs, con vencimiento a 10 años.

El procedimiento contravino los principios de una república democrática, donde el gobierno debe garantizar que los derechos privados de propiedad no sean violados. Tal vez esto explica que se compensara con prontitud y generosidad a los accionistas afectados, entre ellos empresarios, inversionistas, empleados de bancos y público en general. Yo fui uno de ellos, ya que poseía títulos de mi banco.

La compensación fue generosa, opinaron accionistas importantes en pláticas que tuve con algunos a la sazón. No alivió su indignación y pena moral, que fueron grandes, mas les aportó liquidez para emprender proyectos en otros segmentos del sector financiero —casas de bolsa, de cambio, aseguradoras, almacenes de depósito, arrendadoras, factoraje, etc.— o en otras actividades.

Al tomar posesión el presidente Miguel de la Madrid en diciembre de 1982 fue explícito: “México se encuentra en una grave crisis:” inflación de 100%, déficit público sin precedentes, empresas estatales en situación precaria, ingreso de divisas paralizado, deuda externa pública y privada de proporción desmesurada, recaudación fiscal débil, crédito externo abatido, carencia de ahorro e inversión, el más alto desempleo y dificultades para mexicanos de menores ingresos para satisfacer necesidades de subsistencia. “La crisis se manifiesta en expresiones de desconfianza y pesimismo en las capacidades del país para solventar sus requerimientos inmediatos; en el surgimiento de la discordia entre clases y grupos; en la enconada búsqueda de culpables; en recíprocas y crecientes recriminaciones; en sentimientos de abandono, desánimo y exacerbación de egoísmos individuales o sectarios, tendencias que corroen la solidaridad indispensable para la vida en común y el esfuerzo colectivo,” aseveró.[124]

De inmediato se reordenó y reestructuró el sistema bancario. El número de instituciones disminuyó de 60 a 29; 14 en el  DF y 15 en Estados. Se revocó la concesión a 11 bancos especializados y 20 se fusionaron con 12.[125] En 1985 quedaron 19 instituciones.

El sector se burocratizó, regido por un esquema homogéneo de administración, centrado en un Programa operativo anual y una autoevaluación semestral, que se someterían a la Secretaría de Hacienda. Se le impusieron limitaciones legales, institucionales, operativas y presupuestales, en el angustioso estado de la economía nacional, que coartarían su desempeño: los bancos deberían volar en cielo tormentoso con las alas atadas.

En enero de 1983 se designó a los directores generales definitivos de las SNCs. Eran personalidades con prestigio y experiencia en el sector público. Sustituirían a banqueros con muchos años de práctica, habilidad y tacto para los negocios. Algunos de los neobanqueros respetaron la organización, cuadros directivos, normas, políticas y prácticas y aplicaron innovaciones para mejorar a sus bancos. Otros modificaron estructuras de organización con criterios de sector público e introdujeron usos y costumbres propios de entidades estatales: colocaron a gente de su confianza en puestos de mayor responsabilidad. Aparecieron en nómina secretarios particulares, ayudantes (guaruras), jefes de prensa y otros cargos ajenos a la tradición.  En conjunto aportaron virtudes que les hicieron destacar en la arena pública, pero inocularon vicios congénitos del gobierno. Dirigir una SNC sería cargo público. Cuando las circunstancias políticas lo requirieren se cambiaría director general de improviso, con los inconvenientes del caso.

Para cumplir con la iconolatría oficial, se ordenó colocar en las oficinas bancarias la fotografía del presidente en turno, para que no hubiera duda de que quienes laborábamos en ellas pasamos a ser sus súbditos.

Los consejos de administración de bancos privados se integraban por empresarios, inversionistas y profesionales que formaban una comunidad. Se sustituyeron por consejos directivos compuestos por consejeros serie A, designados por el gobierno federal, representantes de 66% del capital, y serie B, convocados al gusto de la autoridad, por lo que a veces llenaban el perfil apropiado y en otras se pagaban favores o se beneficiaba a amistades. Su función era más bien llenar el requisito de que hubiera un órgano de gobierno.

Los trabajadores bancarios nos convertimos en servidores públicos, lo que nos hacía proclives a ser corruptos y deberíamos presentar declaración patrimonial anual a la entonces Secretaría de la Contraloría General de la Federación, como si este requisito vacunara contra la corrupción, rasgo inmanente de la cultura mexicana. Por un tiempo fuimos presa de crisis existencial y funcional, padecimos confusión de identidad, perdimos lealtad a la institución. Causó un sentimiento de degradación que trasminaría a toda la estructura y deterioró la calidad del trabajo y la atención en ventanilla, que adquirió rasgos de servicio en dependencia de gobierno. Con el tiempo nos acostumbramos y mejoró la actitud. Algunos compañeros adquirieron vicios de servidor público y aprovechaban su posición para obtener ingreso indebido. Mas la mayoría nos mantuvimos inmunes y actuamos con honestidad.

Como todas las SNCs eran del mismo dueño y para comprar lealtades se determinó que quienes hubieran laborado en una o varias podrían acumular antigüedad en todas ellas. Resultó provechoso para quienes habían renunciado a unas para irse a otras por cualesquiera causas. Su contraparte es que fue una carga indebida para la que heredaba esa obligación.

El gobierno mantuvo la posesión de los bancos por dos razones: primero, para evitar el trauma político que pudiere causar su reprivatización prematura, y segundo, para servirse de ellos para salir del marasmo. En 1982 López Portillo se valió de los bancos para salvar su prestigio personal y evitar la ruptura de la cohesión política. Miguel de la Madrid los aprovecharía para la recuperación y renovación de la economía.

Después de doce años de pésimo manejo, la economía no podía sino tener resultado desastroso en 1983: el PIB descendió 5.3%; tasa de inflación de 80.8%; deuda pública, 82.1% del PIB; déficit público, 8.9% del PIB; carencia de divisas y de crédito externo.[126] El cuadro de desastre se agravaría con los terremotos de 1985 en el DF y el desplome bursátil de 1987 y se alargaría a toda la década.

Persistió ambiente general de incredulidad en el gobierno, en la banca estatizada y en el porvenir. No podía ser diferente, luego de las devaluaciones de 1976 y 1982, colapso del precio de petróleo, expropiación bancaria, control de cambios, moratoria de la deuda que aisló a México del mercado financiero internacional y aparato productivo en estado agónico, consecuencia de que la inversión se dirigió al sector petrolero y se descuidaron otras ramas.

En mayo de 1984 el gobierno anunció que vendería acciones de las compañías de seguros, de fianzas, arrendadoras, casas de bolsa, etc. en poder de bancos, para congraciarse con el sector privado e infundir confianza. En ese año Tello escribió: “La cantidad de recursos que estas instituciones manejan es mayor que el volumen de recursos que maneja la mayoría de los bancos que hoy en día operan en el país.”[127]

La estatización no modificó el carácter oligopolista de la banca múltiple. Más bien lo consolidó: las mismas dos instituciones grandes se repartían a partes casi iguales 50% del mercado, y otras cuatro el 30%, lo que dejaba 20% para las demás. Procuraban conservar su participación en el mercado, como meta de carácter político, más que operativa. Hubiera sido nefasto que el gobierno los reorganizara con sentido democrático. Es otra prueba de que la decisión fue política y no tenía que ver con eficiencia económica o justicia social.

La Ley orgánica del Banco de México de 1984 le atribuía la facultad de “determinar las características de las operaciones activas, pasivas y de servicios que realicen las instituciones de crédito, y establecer las inversiones obligatorias para la banca que sean necesarias para lograr una adecuada regulación cuantitativa y cualitativa del crédito.”[128] Ergo, la autoridad determinaría características de los instrumentos bancarios y fijaría las tasas de interés pasivas y activas. Las instituciones debían ajustarse a los lineamientos oficiales.

En los dos primeros años del sexenio los bancos múltiples depositaban en Banco de México 41% y 48% de su captación tradicional en pesos, respectivamente, con interés, que se dirigía al gobierno federal y a la banca de desarrollo. Además, se establecían cajones de inversión obligatoria en actividades prioritarias, que contraían la inversión libre a 25%. De 1985 a 1988 el encaje se redujo a 10%, con la obligación de financiar al gobierno, banca de desarrollo y actividades prioritarias. La banca era el agente oficial para repartir fondos conforme a cánones establecidos, no les hacía falta tener habilidades para administrar crédito. “El crédito dirigido por intermedio del sistema bancario remplazó al encaje legal como mecanismo principal de financiamiento de déficit presupuestario,” afirma Gillén Romo.[129]

Las reservas obligatorias se pagaban a tasa de mercado o más, de modo que “cuando los bancos tenían un exceso de liquidez debido a la débil demanda de crédito del sector privado aumentaban sus depósitos en el banco central para asegurar un buen margen de rentabilidad. En estas condiciones, la tasa de remuneración de las reservas representaba un auténtico subsidio a los bancos,” añade dicho  autor.[130]

Al término de 1986 se creó el Fondo de Apoyo Preventivo a las Instituciones de Banca Múltiple (FONAPRE), que evitara una crisis bancaria si las instituciones perdieran solvencia, por factores propios o externos. 

Durante el sexenio los esfuerzos se dirigieron a controlar la inflación, corregir los desequilibrios de la economía, restablecer la confianza de los agentes económicos, modernizar las instituciones y reanimar el aparato productivo. En cuatro ocasiones se recurrió al Fondo Monetario Internacional en solicitud de recursos. Se aplicaron remedios dolorosos para sacar a México de su marasmo y enrolarlo en la corriente global: se adelgazó el gobierno y se aplicó rígida disciplina presupuestaria y monetaria; se privatizaron empresas estatales; se emprendió la reconversión industrial; se eliminaron barreras comerciales y reglamentos obsoletos; se reformó el sistema financiero; se estimuló la inversión privada, y se apuntaló la estructura productiva.

El ahorro financiero permaneció casi sin cambio: de 32.1% del PIB en 1982 pasó a 30.6% en 1988. El captado por la banca descendió de 27.8% a 18.8% del PIB, porque no ofrecía tasa de interés atractiva, la clientela estaba agobiada por  la crisis y prefería a otros intermediarios cuya captación pasó de 4.3% a 11.9% del PIB.

El crédito de la banca múltiple al sector privado no financiero bajó de 85% del financiamiento total a 46%. La mayor parte se destinó a pagar deuda externa. El saldo de valores de renta fija representó 26.8% del PIB en 1988, cantidad casi idéntica a la de recursos totales de la banca comercial. Los de renta variable equivalían a 8.1% del PIB.[131]

Estas cifras muestran la impotencia de la banca estatizada para responder a las demandas del público. Patentizan que el público les perdió confianza y operaba con instituciones no bancarias, sobre todo casas de bolsa, que se constituyeron en banca paralela. “El periodo 1982-1987 no se caracteriza sólo por la represión del sistema bancario sino por el dinamismo del sector bursátil”, comenta Guillén Romo.[132] Además, tiendas departamentales, distribuidores de automóviles, operadores de tarjetas de crédito y otros introdujeron modalidades que desplazaban a los bancos.

En 1984 se empezaron a negociar aceptaciones bancarias en el mercado bursátil, que se sumaron al papel comercial y actuaron como fuente de capital de trabajo y de financiamiento de corto plazo de empresas. “El fuerte crecimiento de la demanda crediticia, conjugado con la restricción al sector privado, presionaron al alza las tasas de interés en tanto que las tasas pagadas por la banca permanecían fijas. Estos factores determinaron que se desarrollara un mercado financiero informal a costa de una baja de la captación bancaria tradicional,” reconoció Banco de México en 1988.[133]

La teoría ilustra que toda decisión financiera se rige por riesgo, tiempo y confianza. La banca los debe combinar sabiamente para cumplir con eficiencia sus funciones de intermediario de crédito, de pagos y en administración de capitales. La estatización anuló la capacidad de las sociedades nacionales de crédito para hacerlo y desvió las demandas del público a dicha banca paralela o informal.

En suma, la expropiación bancaria, asociada al estado agónico de la economía, colocó a las instituciones de crédito en una especie de limbo. Se mantuvieron activas en su atención al público y como agentes del gobierno, al cual brindaron valioso servicio y le ayudaron a instrumentar políticas que llevarían a la recuperación; pero se les incapacitó para avanzar en la medida en que lo exigían las necesidades internas y el dinamismo del mercado internacional.  Desde esta perspectiva sólo cabe opinar que la estatización de bancos fue costoso error, que no se termina de pagar.

 

   

 

 

Cambio de rumbo

 

 

A partir de 1988 se cosecharon frutos de las medidas adoptadas en el sexenio anterior. En 1990 se reestructuró la deuda y FONAPRE se convirtió en Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA), que tendría papel protagónico en la crisis de 1994-95. En 1992 se firmó Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

El sector bancario evolucionó: se le permitió emitir títulos a corto plazo; se eliminaron restricciones que impedían integrar grupos financieros; se liberaron tasas de interés activas y pasivas; se enmendaron los artículos 28 y 123 de la Constitución para permitir la propiedad privada de bancos,[134] y se emitieron Ley de instituciones de crédito, Ley para regular las agrupaciones financiera y Reformas y adiciones a la Ley del Mercado de Valores.[135]

“Las autoridades financieras partieron de la idea de que la represión financiera existente hasta 1982, combinada con los crecientes déficit presupuestarios, había debilitado el sector, colocándolo en desventaja para enfrentar las devaluaciones, la dolarización y la fuga de capitales.” A eso obedeció que se llevara a cabo la reforma bancaria, dice Eugenia Correa.[136]

Entre junio de 1991 y julio de 1992 se vendieron las sociedades nacionales de crédito de banca múltiple.[137] Los motivos aducidos fueron: “primero, la necesidad de que el Estado concentre sus esfuerzos en la atención de objetivos básicos, tales como dar respuesta a las necesidades sociales de la población y elevar el bienestar sobre bases productivas y duraderas; segundo, que [… se han] modificado de raíz las circunstancias que explicaron la estatización de la banca […]; tercero,  el propósito de ampliar el acceso y mejorar la calidad del servicio de banca y crédito en beneficio colectivo,” explica Banco de México.[138] “Las restricciones antes existentes, limitaban la competencia y, por tanto, una mayor eficiencia y capitalización del sistema financiero,” añade.[139]

Se reconoció que como dueño de los bancos el Estado se distraía de sus objetivos básicos; que la calidad del servicio de banca y crédito era deficiente, y que se requería mejorar dicha calidad, ampliar el acceso a ella y buscar el beneficio colectivo.

El asunto, insisto, no era sólo económico. “La nacionalización no consistió únicamente en el acto de convertir la propiedad privada en estatal, también se constituyó en símbolo de la intervención estatal, basada en la arbitrariedad,” opina Elizondo.[140] Con la privatización se buscaba restablecer la confianza de los inversionistas en el gobierno, las leyes y las instituciones.

La reprivatización fue bien acogida, porque las debilidades de la banca estatal eran ostensibles. En su informe al Congreso, Michael Mackey lo atribuyó a que “como resultado del largo periodo de propiedad pública sobre la banca, ésta tenía un personal poco preparado, carecía de sistemas internos de análisis de crédito adecuados, y los controles eran débiles.”[141]

El proceso de venta “mostró serias limitaciones,” apunta Guillén Romo. “Entre los criterios de selección de los grupos compradores no se privilegió la experiencia en el manejo de los asuntos bancarios y en muchas ocasiones ni siquiera se aseguró la honestidad de los compradores […] Con la idea de vender rápido y al mayor precio posible se estaban poniendo los cimientos de la futura crisis bancaria.”[142]

En 1993 se reformaron los artículos 28, 73 y 123 de la Constitución y se emitió Ley del Banco de México, que le concedió autonomía en el ejercicio de sus funciones y en su administración, con el objetivo de mantener la estabilidad del poder adquisitivo del peso, promover el sano desarrollo del sistema financiero y el buen funcionamiento de los sistemas de pagos, según su artículo 2º.[143] En adelante “ninguna autoridad podrá ordenar al banco central conceder financiamiento, es decir, otorgar crédito por cualquier medio o adquirir valores,” puntualiza la exposición de motivos de la iniciativa de ley.[144] Lo primordial es que el gobierno federal ya no podrá mandar que se eche a andar la maquinita, esto es, que se impriman billetes para costear el gasto público, expediente al que  Echeverría y López Portillo recurrieron desmedidamente.  

Con la Ley para regular las agrupaciones financieras “los grupos podrán formarse con todos los tipos de intermediarios financieros [… lo cual] permite diversificar la oferta de servicios, competir más eficientemente con el exterior y aprovechar economías de escala.”[145]  

Las instituciones se organizaron en nuevos grupos, introdujeron innovaciones tecnológicas y productos y servicios novedosos para atender a la clientela local y proyectarse al exterior. Se desató intensa competencia entre sí y con bancos extranjeros, en un ambiente de altas tasas de interés.

Tuvieron desempeño satisfactorio en colocación de crédito entre 1988 y 1994: la cartera subió 185.1% en términos reales. De significar 22.5% del PIB pasó a 53.8% en ese lapso.[146] La calificación de la cartera al cierre de 1994 fue 78.1% con riesgo mínimo y 13.2% con riesgo bajo y disponían de reservas preventivas de 21,800 millones de pesos.[147] Aún así, el coeficiente de cartera vencida ascendió de menos de 1% de la cartera total a 8.3% en el periodo.[148]

Varias razones lo explican: los bancos estuvieron en reorganización. Algunos tenían exceso de personal y debieron cerrar sucursales y despedir personal, para mantener rentabilidad. Mientras fueron estatales estuvieron sometidos a represión financiera, el gobierno administraba los recursos depositados como encaje legal y garantizaba su recuperación, lo que atrofió sus aptitudes como prestamistas y los neobanqueros carecían de experiencia y no efectuaban  evaluación correcta ni exigían garantías apropiadas. Al eliminarse las restricciones desde fines de los ochenta se concedían préstamos con liberalidad para tratar de ocupar un buen puesto en el mercado. La excesiva colocación de crédito hizo vulnerable la situación de los acreditados.

“La prudencia no fue la característica central de los banqueros mexicanos para otorgar créditos ni de los clientes para solicitarlos. Cuando los bancos se reprivatizaron en muchas ocasiones cayeron en mano de equipos administrativos sin experiencia bancaria, por lo que se incurrió en prácticas crediticias deficientes,” opina Guillén Romo.[149]

Sin embargo, fue una situación generalizada: la morosidad no fue exclusiva de la banca: se observó en tarjetas de crédito, arrendamiento, factoraje y cuentas por cobrar de empresas, porque la economía se encontraba en recuperación y endeudamiento.

En 1994 se regustró “importante recuperación,” afirma Banco de México: el PIB ascendió 3.5%, a pesar de perturbaciones de orden interno y externo. La formación bruta de capital creció 8.1%, como “respuesta a las oportunidades de inversión que fueron surgiendo a consecuencia del cambio estructural, y que se ampliaron con la entrada de Tratado Trilateral de Libre Comercio.” La inflación, que casi alcanzó 200% al principio de 1988, cedió hasta 7.1%.[150]

Las perturbaciones se refieren a rebelión en Chiapas, asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu y secuestro de empresarios, que revivieron la desconfianza. En EUA la Reserva Federal aumentó la tasa de interés. Estos hechos ahuyentaron una vez más el capital, la reserva internacional se abatió de 28,321 millones de dólares en marzo hasta casi desaparecer en diciembre, cesó la corriente de flujos del exterior y se agotó la liquidez en moneda extranjera.[151] El 22 de diciembre el peso se dejó en flotación y el valor del dólar subió de 3.05 a 5.22 pesos en el año.[152]

Carlos Salinas atribuyó esta devaluación a que el nuevo gobierno cometió el error de diciembre. No fue así. El problema se gestó durante el sexenio anterior, cuando tampoco se devaluó el peso en su oportunidad y se mantuvo una banda de flotación que no compensaba el alza de precios. El mercado acumuló presión que estalló cuando Ernesto Zedillo se hizo cargo. Es inconcebible, pero se repitieron las experiencias de 1976 y 1982.

Al término de 1994 la deuda externa del sector público era 114,642 millones de dólares, la tercera parte del PIB. El saldo más preocupante era de 29,206 millones de dólares correspondientes a Tesobonos, pagaderos en esa moneda.

El impacto de la devaluación fue arrasador en 1995. “La economía mexicana sufrió la crisis más severa ocurrida desde la década de los años treinta. La interrupción repentina de los flujos de capitales del exterior hacia México a finales de 1994 e inicios de 1995, sumada a la consecuente devaluación de la moneda nacional, impusieron a la economía del país un ajuste doloroso en inevitable,” comenta Banco de México.[153] El PIB se redujo 6.9%. El desempleo abierto alcanzó 6.3% y el número de trabajadores asegurados en IMSS bajó 6.3%. La demanda agregada declinó 10.2%. Se debilitaron la inversión y el ingreso. La tasa de inflación se elevó de 7.1% a 52.0% y la tasa de interés interbancaria promedio se proyectó de debajo de 20% en 1994 a casi 110% a principios de 1995. Aunque luego cedió, quedó arriba de 40%.[154]

La autoridad reformó el marco regulatorio y diseñó programas centrados en el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA) para vigorizar a las instituciones, auxiliar a deudores y restituir una vez más la confianza, captar ahorro  y reactivar el crédito.  

El Fondo Monetario Internacional (FMI), los gobiernos de Canadá y EUA y la banca internacional brindaron a México un paquete de apoyo financiero por 51,637 millones de dólares, con los que cubrió obligaciones de corto plazo, recuperó su crédito externo y presenció asombrosa recuperación en 1996, gracias a que el aparato productivo se había fortalecido, el gobierno operó con austeridad y disciplina y restringió la oferta monetaria. El TLCAN y la apertura comercial imprimieron dinamismo, se restauró la confianza y revivió la inversión.

El receso de 1994-95 fue corto, aunque profundo. No alcanzó categoría de desastre grave y prolongado, por la intervención de FOBAPROA y once programas de apoyo crediticio a la planta productiva, a deudores diversos, a Estados y municipios,[155] que evitaron que la economía mexicana cayera en insolvencia absoluta, como ocurrió en Argentina a fines de 2001. Al amparo de FOBAPROA se cometieron fraudes, abusos y se hicieron negocios indebidos, pero en el balance económico y social el resultado fue positivo.

El sistema bancario quedó lastimado por el traumatismo, ya que no se había recuperado la forma y condición que perdió durante el decenio que estuvo en poder del gobierno. Lo demostró en los amargos meses durante los cuales se reestructuraron los créditos. Varias instituciones no se repusieron y tuvieron que venderse o asociarse a bancos extranjeros.

En marzo de 1998 el presidente Ernesto Zedillo envió a la Cámara de Diputados iniciativa de ley para convertir más de 550,000 millones de pesos de pasivos de FOBAPROA en deuda pública (58,600 millones de dólares al tipo de cambio promedio de ese año).  Algunos legisladores se opusieron por considerar que se solapaba un fraude a la nación y solicitaron investigar el caso, fincar responsabilidades, castigar a culpables y recuperar los fondos, de los que según ellos se apoderaron banqueros y empresarios. En busca de la verdad la Cámara de Diputados  encargó una auditoría a Michael Mackey, citado atrás. Antes de conocerse el dictamen, en diciembre de 1998, se emitió Ley de protección al ahorro bancario y se creó el Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB), en sustitución de FOBAPROA. Se convino en que si la auditoría reportare irregularidades, se deslindarían responsabilidades, se cobraría a los infractores  y el IPAB rechazaría y devolvería los créditos ilegales a las instituciones.

Mackey declaró en 1999 que el costo del rescate bancario fue 633,000 millones de pesos (67,500 millones de dólares al tipo de cambio promedio de 1998) entre 1994 y 1998. Destacó que “la venta de ésta [la banca] al sector privado hacia 1991 tuvo la intención de lograr precios altos en lugar de asegurarse que los compradores tuvieran la experiencia para asegurar la instrumentación de prácticas bancarias firmes.” Para concluir dijo: “espero que el IPAB conjuntamente con otros individuos y dependencias involucradas con este reporte, puedan utilizarlo para que sea una herramienta de ayuda al instrumentar enmiendas al marco legal y reglamentación dentro del cual los bancos de México operen de tal manera que sin importar el clima económico en el cual se encuentre México, una crisis como la que ocurrió en 1994 no vuelva a ocurrir.”[156]

Se colige de lo relatado que la historia reciente de la banca ha estado marcada por la insensata expropiación decretada en septiembre de 1982, que afianzó el ego y la posición política de un presidente frívolo e incompetente, a cambio de engendrar una secuela de dificultades, como las vividas en 1994-95, que constituyen también un acontecimiento paradigmático. 

 

 

 

Conclusión

 

 

Lo trascendente en la conclusión de un ensayo no reside en formular una sinopsis de lo expuesto, sino en sustraer lo sustantivo y a partir de ello aportar proposiciones. Con tal criterio preparé este capítulo.

Durante cuatro décadas México atravesó por varias etapas que delinearon su pasado, trazan su presente y determinarán su futuro. En ese plazo ocurriieron sucesos trascendentales en el planeta: auge de posguerra, reordenación financiera, explosión demográfica, embargo petrolero, estancamiento con inflación, disolución de URSS y prodicioso desenvolvimiento científico y tecnológico, que originaron la transición del estatismo proteccionista a la globalidad neoliberal.

Con la devaluación del peso mexicano en 1954 arrancó la etapa del desarrollo estabilizador, llamada así porque registró avance con estabilidad de precios, con lo que se modernizó la economía. El paradigma fue fomentar industrias nuevas y necesarias para sustituir importaciones y así emplear gente, elevar el ingreso nacional y la demanda agregada. La táctica consistía en proteger a los productores por medio de aranceles y sujetar la importación a permiso previo, para que tuvieran clientes cautivos. El Estado intervenía directamente con obras de infraestructura, estímulos fiscales, crédito preferencial, subsidios, dotación de tierras y productos básicos a precios subsidiados. Las empresas obtenían alta rentabilidad, lo que estimulaba la inversión privada y se completaba el círculo virtuoso que impulsó el crecimiento por más de diez años, en un clima de estabilidad monetaria, como efecto de que el gobierno actuaba con austeridad y disciplina presupuestaria.  

El éxito obedeció además a que se disponía de vastos recursos físicos sin aprovechar, mercado interno en expansión, productividad en ascenso, estabilidad política, seguridad pública, población reducida y ambiente internacional propicio, por vivirse el auge de posguerra.

El sistema bancario era funcional y sólido, con viejas raíces, nacidas en 1864, cuando se fundó la primera institución de crédito moderna. El sector privado operaba la banca de depósito y otras seis especialidades, que llenaban con eficacia las necesidades. Banco de México regulaba, controlaba y vigilaba su funcionamiento. Les exigía un depósito obligatorio, que servía como instrumento de control monetario y para orientar los recursos a actividades productivas cuyo desarrollo se juzgaba conveniente.

La mezcla de circunstancias favorables y políticas adecuadas patrocinó un ambiente de progreso, tranquilidad, certidumbre en el futuro, ascenso del nivel de vida y movilidad social.

Claro que fue imposible resolver la multitud de carencias acumuladas en tres siglos de dominación española y más de cien años de guerras, monarquías, intervenciones, dictaduras y dos décadas en Revolución.

En realidad se promovía el desarrollo por el desarrollo mismo; es decir se practicaba desarrollismo, consistente en establecer industrias, camino seguido por las naciones poderosas, que resultó gravoso, porque se subsidiaba la inversión; el capital se orientaba a fabricar bienes de consumo, fáciles de sustituir, en lugar de promover ramas dinámicas de alta tecnología; auspició el establecimiento de empresas ineficientes, que proporcionaban bienes y servicios de mala calidad, a precios altos. Se alentaba la fabricación de manufacturas, en vez de evolucionar el orden social.

Además, se descuidó el sector agropecuario, donde el reparto agrario indiscriminado y la parcelación excesiva favorecieron minifundio, inseguridad en la tenencia de la tierra, concentración demográfica, deterioro ambiental y abatimiento persistente de productividad. El avance se concentró en las ciudades y se amplió el contraste con el campo.

Un sostén del desarrollo estabilizador fue la estabilidad política implantada en 1929 al fundarse el Partido que se convertiría en Revolucionario Institucional (PRI). Se vio amenazada en 1968, cuando el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz reprimió con violencia el movimiento estudiantil y puso en jaque el prestigio de la institución presidencial. La agitación se prolongó al sexenio siguiente y el presidente Luis Echeverría también lo atacó con acciones violentas el 10 de junio de 1971, que hicieron espinoso el arranque de su administración.

Echeverría se comprometió a modernizar la economía con justicia social y  a implantar el desarrollo compartido. Pretendió corregir todos los problemas mediante pródigo reparto de dinero, sin fundarse en un plan. Atendía peticiones de la gente, sin contar con presupuesto, por lo que se distraían fondos de otros programas, se forzaba al banco central a emitir dinero o se contrataba deuda externa. Su estilo de gobernar creó confusión, desorden, caos administrativo y estimuló la inflación, desde el comienzo del sexenio, cuando aumentó precios de gasolinas y azúcar, precios de garantía agrícolas y carga impositiva de las clases medias.

Exacerbó el desarrollismo, con el que se trataba de producir de todo, con tal de crear empleo, aunque no existieran condiciones viables de mercado, ni exigir a las empresas operaran con eficiencia, productividad, calidad, puntualidad ni costos mínimos, atenidas a la falta de competencia externa que aseguraba ventas y rentabilidad.

Intensificó el reparto de tierras, complementado por colonización e invasiones de tierras, que agudizaron el minifundismo, improductividad, inseguridad en la tenencia y acentuó la decadencia de la actividad agropecuaria. 

Fue visible su repudio a la clase empresarial, a la que canceló o redujo privilegios y en varias ocasiones la amonestó en público. Alentó la estatización de empresas de cualquier ramo, aunque estuvieran en quiebra, fueran improductivas y carecieran de enfoque social. Proclamaba que la economía mexicana era mixta, para connotar que el sector público dominaba la distribución de recursos, con criterio de control político y social, auxiliado por el sistema corporativista, que permitía comprar lealtades e imponer disciplina.

Durante su sexenio la banca trabajó y se desarrolló con eficiencia, organizada en grupos financieros que cubrían operaciones especializadas y otras afines como aseguradoras, congregadas alrededor de una institución de depósito y vinculados a grupos más amplios. Fue la plataforma para lanzar la banca múltiple en 1974, integrar instituciones, ampliar y diversificar la gama de servicios e instrumentos de captación y financiamiento, participar en el capital de instituciones extranjeras y proyectarla al extranjero. El sextor bancario estaba sujeto a estricta reglamentación y vigilancia, por lo que no mostró intención de estatizarlo.

Para acallar la inquietud causada por la inflación, que erosionaba el bolsillo de las familias, decretó ocho aumentos de salario mínimo y dispuso que su revisión antes bienal fuera anual. Los salarios se triplicaron, se abatió la productividad de la mano de obra, se estranguló la ganancia de las empresas y se desalentó la inversión.

Mantuvo invariable el tipo de cambio del peso, aun cuando los precios subían continuamente. La moneda se sobrevaluó, las exportaciones se encarecieron y bajaron, mientras que se abarató y elevó la importación. En consecuencia, subió el déficit comercial.

El proceder veleidoso, contradictorio e inconsistente de Echeverría creó ambiente adverso en todos los sectores. La izquierda le censuraba por no haber impulsado la reforma social prometida. La derecha, por la obsesiva intrusión del Estado en la economía. Los economistas por haber endeudado a la nación y echar a andar la inflación. La inconformidad se manifestaba en conflictos obrero-patronales, efervescencia política, movimientos guerrilleros y criminalidad creciente en forma de asaltos a bancos y secuestros de personalidades prominentes.

La certeza de que el peso se devaluaría atizó la incertidumbre, desconfianza,  e hicieron que el capital huyera, hasta agotar la reserva de divisas y obligar a que el peso se devaluara en agosto de 1976, después de 22 años de haberse mantenido fijo.

Cuando al presidente tomó posesión se había agotado la eficacia del desarrollo estabilizador y urgía cambiar el paradigma. Mas no formuló un plan, perdió la oportunidad de aprovechar el progreso heredado y construyó el ambiente para la crisis de 1976. Se dejó llevar por su instinto y ejerció el autoritarismo presidencialista, preocupado por lo que pasaba en su sexenio, sin anticipar el rumbo que debía seguirse, justo cuando varias naciones se adherían a la globalización, actualizaban sus economías y liberaban los mercados.

El arribo del nuevo sexenio abría la posibilidad de definir una estrategia sensata, que resolviera las dificultades y guiara al país por la senda del desarrollo estable, a partir de un plan donde se describieran posibilidades reales, amenazas, oportunidades y riesgos.

Las circunstancias eran propicias, porque el planeta atravesaba por la emergencia energética surgida en 1973, agravada en 1979-1980. El precio acumuló alza de diez tantos en siete años, mientras aquí se descubrieron ricos depósitos del hidrocarburo y México se convirtió en destacado exportador, recibió muchos dólares y en 1978 salió de su postración. Esto hizo presumir al presidente López Portillo de que la cuestión sería administrar la abundancia. El escenario despertó expectativas exageradas y el gobierno incurrió en errores semejantes a los del sexenio anterior: inyectó amplio gasto, ahora en exploración, extracción y refinación, instalaciones de petroquímica básica, así como en infraestructura,  programas sociales y subsidios a productores, que abultaron el déficit presupuestal que se cubría con emisión de billetes..

El alza de precios cobró vigor y se volvió crónica. López Portillo la calificó “un modo con el que tenemos que acostumbrarnos a vivir” y optó por desarrollo con inflación, en aras de finalizar su sexenio con el prestigio que dan las realizaciones de corto plazo, sin atisbar lo que sucediera en el futuro.

La prosperidad favoreció el desarrollo y modernización del sistema bancario. Banco de México redujo el encaje legal y simplificó su manejo, con la intención de liberar recursos para el sector privado. Mejoró la  competitividad de la banca para participar en el mercado internacional. Para conseguir recursos, en 1977 el gobierno emitió petrobonos, garantizados con petróleo, y certificados de la Tesorería de la Federación (CETES), con los que nació el mercado de dinero.

López Portillo también fue reacio a devaluar el peso. Pero como la inflación cobró fuerza, en 1980 autorizó deslizar el tipo de cambio, que resultó contraproducente, porque combinado con aumento de tasa de interés aceleró el alza de precios y generó círculo perverso que arrastró al sistema productivo, en plena expansión.

Difundió la creencia de que la prosperidad llegó para quedarse. La inflación desbordada y la terquedad de no alterar el tipo de cambio, sobrevaluaron el peso y de nuevo se estimuló la importación, encareció la exportación y se incurrió en pesado déficit comercial. La producción interna era insuficiente para cubrir la demanda, por lo que se importaban crecientes cantidades de alimentos, capital y bienes suntuarios.

El gasto en consumo era demaiado alto, por lo que el ahorro financiero no creció y fue preciso que sector público y particulares contrataran exceso de deuda externa, para solventar sus necesidades, confiados en que no se devaluaría el peso, pues el presidente prometió que lo defendería como un perro.

En 1980 descendió el precio de petróleo en un cuadro de pesada deuda externa, inflación implacable, peso sobrevaluado, altos déficit fiscal y comercial, actividad agropecuaria estancada, estructura industrial débil y la certeza de que la moneda se depreciaría, mientras en el extranjero se pagaban altas tasas de interés. Como era de esperarse, se desencadenó fuga de capital.

En febrero de 1982  se dejó en flotación el peso, porque el desequilibrio en balanza de pagos era crítico y se puso en marcha un programa de ajuste económico, tardío e inoperante. En marzo se decretó alza salarial de emergencia. La devaluación y el alza salarial robustecieron la inflación, incrementaron el gasto público corriente y acentuaron la volatilidad cambiaria. Al debilitarse la actividad económica, se contrajo el ingreso fiscal.

La sangría de divisas fue tremenda y erosionó la reserva internacional. En agosto se solicitó a la comunidad bancaria internacional prórroga de 90 días para los pagos de capital de la deuda del sector público. La república se declaraba en moratoria por segunda vez en su vida y era precursora de la crisis de la deuda que agobiaría al ámbito subdesarrollado y repercutiría en todo el planeta. Al término de 1982 afrontaba la más grave crisis económica desde la gran depresión mundial de fines de los años veinte y principios de los treinta.

López Portillo no admitió su fracaso y eligió como chivo expiatorio a la banca privada. La acusó de fomentar la especulación y fuga de capitales, de falta de solidaridad con los intereses del pueblo y del aparato productivo, y de saquear el país. Aseguró que con la estatización y con el control de cambios se programaría mejor el desarrollo del país. Utilizó el poder que proporcionaba el sistema presidencialista para expropiarla, sin fundamentos técnicos, sin conocimiento del poder legislativo y sin el consenso de la sociedad o de los ciudadanos. No midió el costo ni las consecuencias de su acción. De un plumazo tomó esa decisión que alteró la vida corriente y el porvenir.

Devaluar el peso, congelar los depósitos en dólares, convertirlos en mexdólares y establecer el control de cambios fueron medidas de emergencia para restablecer equilibrio financiero y pudieren haber sido las recomendables.

Expropiar la banca y sindicalizar a sus empleados persiguieron desviar la atención de las causas reales de la vorágine ocasionada por ineptitud administrativa que alentó fuga de divisas y puso en peligro la institución presidencial. La verdadera razón de su ex abrupto no fue económica, ni social; no buscaba el bien de la patria. Fue eminentemente política para mantener incólume su prestigio. Tendría repercusiones de largo plazo. No obstante, logró que su sexenio cerrara en un marco de cohesión política.

Vistos los sucesos a la distancia se confirma que el presidente incitó el saqueo de que acusó a los banqueros. Desacató leyes de la economía e ignoró cómo se comportan las personas cuando de defender su patrimonio se trata. Trasmitió al público su fantasía de que vivíamos en Jauja y lo motivó a actuar con ligereza. Fracasó en sus promesas de administrar la riqueza, tratar la inflación con talento mexicano y defender el peso como un perro. En cambio, entregó la economía destrozada, con inflación indomable. 

El costo material inmediato fue la indemnización a los propietarios por 400,000 millones pesos, equivalentes a 2,380 millones de dólares, 1.4% del PIB de ese año. El costo espiritual consistió en desconfianza en el gobierno, las instituciones y en el futuro. El costo jurídico fue la violación de los derechos privados de propiedad, que el gobierno debe garantizar en una sociedad democrática. El costo para el sistema bancario fue su estancamiento, que favoreció el surgimiento de una banca paralela que satisficiera las demandas del público. El costo mediato para la sociedad ha sido de larga duración, pues tuvo secuela en la crisis de 1994-95 y se prolonga a nuestros días.

La banca volvió a manos privadas durante 1991 y 1992. Como razones de su venta se adujo que su administración distraía al Estado de sus objetivos básicos y que la calidad del servicio de banca y crédito era deficiente. Con la privatización se pretendía mejorar dicha calidad, ampliar el acceso a ella y atender el beneficio colectivo. Tácitamente se admitió que fue equivocado estatizar. El motivo más poderoso era que México requería una banca actualizada, apta para competir en el mercado global, del que se mantuvo alejada diez años.

El proceso de venta fue precipitado; se enfocó de nuevo a obtener resultado inmediato. El objetivo fue vender, no procurar que los bancos se volvieran eficaces en función de los nuevos tiempos. Se otorgaron al mejor postor, sin calificar conocimientos de operación crediticia, experiencia ni honestidad de los compradores. Adoleció de yerros que harían de la banca campo propicio para la mencionada crisis de 1994-95.

Los neobanqueros trataron de reorganizar grupos como los de antaño, ansiosos de ocupar puesto destacado en el mercado. Introdujeron innovaciones tecnológicas y productos y servicios novedosos para atender a la clientela local y proyectarse al exterior. Tuvieron buen arranque, porque la economía parecía haber vuelto a la normalidad. Mas las instituciones cargaban el lastre de haber sido apéndices del gobierno, quien decidía como asignar los recursos y garantizaba su recuperación, por lo que los bancos carecían de mecanismos de evaluación de crédito. Ahora tenían que captar dinero y colocar crédito en un medio muy competido, muy especulativo, de altas tasas de interés, contra bancos locales, otros tipos de intermediarios y con instituciones extranjeras, en condiciones desventajosas.

La economía funcionó sin contratiempos en 1994. Pero hechos políticos adversos provocaron desconfianza y salida de divisas. En diciembre  el peso se desplomó, impulsó el alza de las tasas de interés y originó severa crisis financiera que en 1995 se extendió a la economía.

El sistema bancario no tuvo capacidad de defenderse del traumatismo, porque carecía de forma y condición y su cartera vencida se incrementó en grado incontrolable. Varias instituciones quedaron lesionadas y tuvieron que ser adquiridas por bancos extranjeros.

En 1976, 1982 y 1994 las condiciones revelaron que era indispensable cambiar paradigmas para encaminar la economía por senderos nuevos, que le adaptaran a la transformación que presenciaba la humanidad. Por desgracia, cada presidente en turno disfrutaba de facultades para gobernar según sus convicciones, criterios y deseos personales, sin visión de Estado proyectada al largo plazo, más allá del sexenio.

El corolario es que dos presidentes, Echeverría y López Portillo, impusieron su autoridad y a contracorriente se aferraron en mantener un régimen protector, regulado y estatizado, cuando el mundo se encontraba en plena liberalización. Retrasaron el ingreso de México a la globalidad y se perdió la oportunidad de que viviera una transición razonada, planificada, ordenada y eficaz. Entrambos hundieron a la nación en una vorágine regresiva e inflacionaria que desquició la economía, empobreció a empresas y familias y puso en efervescencia a la sociedad. Con ellos terminó la Revolución, con retardo de veinte años y se inició la reconstrucción. Aunque carece de sentido emplear el tiempo verbal subjuntivo pretérito imperfecto, recurro a él para inferir que si hubieren tomado a tiempo la decisión de incorporar a México al proceso de globalización, otro hubiere sido su derrotero, como lo muestran las naciones del sureste asiático y de Chile.

No sostengo que adaptarse a la globalidad sea solución infalible para salir del atraso económico ni bálsamo milagroso que activa el desarrollo y aleja la miseria. Es más, está demostrado que provoca desajustes y complicaciones. Tampoco es ideología que se adopta por convicción ni dogma de fe que se acata por devoción. Es asunto de sensatez y conveniencia, por ser el orden económico que la dialéctica histórica ha implantado: es el mundo real, el único que existe. Si se desea contrarrestar sus inconvenientes para sobrevivir y aprovechar sus ventajas, para progresar, es preciso adecuarse a las condiciones reales imperantes, bajo el principio de que la naturaleza sólo puede dominarse si se le obedece.

México emprendió su adaptación en 1983 de modo reactivo, súbito y desordenado, impelido por la grave crisis interna. El acondicionamiento fue arduo y doloroso, pues se hizo de manera improvisada, sin plan que lo orientara, por lo que las fuerzas del mercado desplegaron movimiento libertino, más que liberal, y originó confusión, desconcierto, caos, abusos y agudizó los desequilibrios e iniquidad sociales. Debió haberse fundado en un plan concebido con enfoque de largo plazo, como política de Estado, integral,  enfilado al interés colectivo.

Jamás se ha hecho algo parecido, a pesar de que el artículo 26 de la Constitución dispone implantar el sistema de planeación democrática y de que existe la Ley de planeación, que ordena implantar un sistema nacional democrático de planeación.  Cada presidente presenta su plan, para cumplir con el requisito, que no pasa de ser lista de intenciones de lo que intenta hacer en su sexenio, plazo que se venera como mito del eterno retorno, porque durante él el presidente sentía que podría crear un nuevo país, a su gusto.

El porvenir de México y la posibilidad de que no cometer errores semejantes a los que llevaron a expropiar bancaria o al menos de que existan mecanismos para evitar consecuencias adversas, consiste en instituir un sistema de planeación que cubra un plazo razonable: 30 ó 45: 2 ó 3 generaciones, pues el atraso económico no es un problema, sino la conjunción de múltiples problemas de índole plural —naturales, políticos, culturales, económicos, tecnológicos, sociales, emocionales— todos vinculados, que caracterizan un síndrome —conjunto de fenómenos que causan una situación determinada— y es sistémico. 

 

 

 

Bibliografía

 

 

Banco Nacional de Comercio Exterior, “Algunas relaciones entre el endeudamiento público y el sistema financiero (primera parte),” en Comercio exterior, Vol. 31, Núm. 4, Sección nacional, pp. 373-381, México, abril de 1981.

—–, “Un recorrido por el primer cincuentenario de Bretton Woods,” ejemplar conmemorativo de Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10,   México,  octubre de 1994.

Bentham, Jeremy, Escritos económicos, Fondo de Cultura Económica, México, 1965.

Calderón Ortiz, Gilberto, “Privatización de la banca en México,” Gestión y estrategia, Universidad Autónoma Metropolitana-Atzapotzalco, México, Jul-Dic 1991.

Cardero, María Elena, Quijano, José Manuel y Manzo, José Luis, “Cambios recientes en la organización bancaria y el caso de México,” en La banca: pasado y presente. (Problemas financieros mexicanos), pp. 161-219, Ensayos del CIDE, Colección Economía 5, México, febrero, 1983

—– y Quijano, José Manuel, “Expansión y estrangulamiento financiero, 1978-1981,” La banca: pasado y presente.  (Problemas financieros mexicanos), Ensayos del CIDE, Colección Economía 5, febrero, 1983, pp. 161-219, CIDE, México, 1983.

Castillo, Heberto, “Administrar la abundancia,” Proceso 63, México, 14 de enero de 1978.

Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), “Recesión y recuperación en Estados Unidos,” en Comercio exterior, Vol. 26, Núm. 8, pp. 958-961, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1976.

Cornelius, Wayne A., “The Political Economy of Mexico Under de la Madrid: Austerity, Routinized Crisis, and Nascent Recovery,” Mexican Studies/Estudios Mexicanos 1, No.1, Winter 1985.

Chávez Presa, Jorge A. y Budebo, Mario Gabriel, Logros y retos de las finanzas públicas en México, CEPAL- Serie Política Fiscal, No. 112, Naciones Unidas, Santiago de Chile, junio de 2000.

Díaz Ordaz, Gustavo, “Sexto informe de gobierno,” 1º de septiembre de 1970, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo IV, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988.

Donnelly, Jr., James H., Berry, Leonard L. y Thompson, Thomas, W., Marketing Financial Services. A Strategic Vision, Dow Jones-Irwin, Homewood, Il, 1985

Echeverría Álvarez, Luis, “Discurso ante miembros de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación,” Palacio Nacional, 11 de marzo de 1971, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo IV, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988.

—–, “Sexto informe presidencial,” en Comercio exterior, Vol. 26, Núm. 9, pp. 1097-1114, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, septiembre de 1976.

—–, “Ante los representantes de 130 países,” Organización de las Naciones Unidas, Nueva York, octubre de 1971, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo IV, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988.

Eliade, Mircea, El mito del eterno retorno, Alianza Emecé, Madrid, 1982.

Filosofía política de José López Portillo, Secretaría de Programación y Presupuesto, México, 1981.

Espinosa Yglesias, Manuel, Bancomer, logro y destrucción de un ideal, Planeta, México, 2000.

Keynes, John Maynard, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, Fondo de Cultura Económica, México, 1965.

Freud, Sigmund, El porvenir de una ilusión, op. cit., p. 2,963.

González, Héctor A., “Guerra sucia y secuestros,! La palabra.com,  México, 9 de septiembre de 2004, http://esp.mexico.com/lapalabra/una.php?idarticulo =15974

Grayson, George W., Oil and Mexican Foreign Policy, University of Pittsburg Press, Pittsburgh, 1988.

Green, Rosario, “La deuda pública externa de México,” Comercio exterior, Vol. 27, Núm. 11, pp. 1279-1286, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1977.

Guillén Romo, Héctor, “Evolución del régimen macrofinanciero mexicano,” en Comercio exterior, Vol. 52, Núm. 7, pp. 564-574, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 2002.

Hirschman Albert O., “The Political Economy of Import-Substituting, Industrialization in Latin America,” en Nisbet Charles T., Latin America: Problems in Economic Development, The Free Press, New York, 1969.

Hobbes, Thomas, Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, Fondo de Cultura Económica, México, 1950.

Krauze, Enrique, La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano) 1940-1996), TusQuets Editores, México, 1997.

Lagunilla Iñárritu, Alfredo, Historia de la banca y moneda en México, Editorial Jus, México, 1981.

Lipset, S. M., Political Man: the Social Basis of Politics, Doubleday, New York, 1959.

López Portillo, José, “Con la Asociación de Banqueros de México,” 17 de julio de 1979, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo V, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988.

—–, “Mensaje al pueblo de México al tomar posesión de la Presidencia de la República, 1º de diciembre de 1976, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo V, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988.

—–, “Sexto informe de gobierno,” “Sexto informe de gobierno,” 1º de septiembre de 1982, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo V, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988.

—–, “V Reunión de la República,” sin fecha. Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo V, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988..

Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Editorial Época, México, 2000.

Margáin Zozaya, Ricardo, discurso pronunciado en el sepelio de Eugenio Garza Sada, Monterrey, N.L., 19 de septiembre de 1973. http://www. coparmex.org.mx/contenidos/ publicaciones/Entorno/2003/sep03/c.htm

Morse, Edward L., “After the Fall: the Politics of Oil,” Foreign Affairs, Num. 64, Spring, 1986.

Ortiz, Édgar “La banca privada en México. Formación de capital y efectos de la inflación-devaluación,” en Comercio exterior Vol. 31, Núm. 1, pp. 27-38, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1981.

Ortiz Mena, Antonio, “Discurso en la sesión inaugural de la XXV Convención Nacional Bancaria,“ Mazatlán, Sin., 7 de mayo de 1959, La Secretaría de Hacienda y las convenciones bancarias. 1934-1981, pp. 296-297, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, México, 1981.

—– “Discurso en la sesión inaugural de la XXXI Convención Nacional Bancaria,“ Mazatlán, Sin., 25 de marzo de 1965, en La Secretaría de Hacienda y las convenciones bancarias. 1934-1981. pp. 397-408, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, México, 1981.

Quijano, José Manuel, La banca nacionalizada: antecedentes y consecuencias, en La banca: pasado y presente.  (Problemas financieros mexicanos), pp. 343-366, Ensayos del CIDE, Colección Economía 5, México, febrero, 1983.

Riding, Alan, Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos, Joaquín Mortiz/Planeta, México, 1985.

Rudomin, Pablo, y Talancón, José Luis, “Industrialización y desarrollo tecnológico: una perspectiva histórica,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 10-17, Nacional Financiera, México, febrero de 1999.

Sánchez Asiaín, José Ángel, Reflexiones sobre la banca. Los nuevos espacios del negocio bancario, discurso de recepción de académico de número, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, sesión de 26 de mayo de 1987, Madrid, 1987.

Sartori, Giovanni, Ingeniería constitucional comparada. Una investigación de estructuras, incentivos y resultados, Fondo de Cultura Económica, México, 1999.

Schumpeter. Joseph A., Capitalism, Socialism, and Democracy, Harper and   Brothers, New York, 1959.

Seymour, Ian, OPEP, instrumento de cambio, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1981.

Solís, Leopoldo, Desarrollo estabilizador y desarrollo compartido, http:// http://www.letras libres.com/pdf.php?id=409

Tello, Carlos. La nacionalización de la Banca en México, Siglo XXI, México, 1984.

Toto Jiménez, Francisco, Medio siglo de políticas económicas en México, Universidad Abierta,http://www.Universidadabierta .edu.mx/Biblio/ T/Toto%20 Francisco -Politicas%20econo micas.htm 

Vázquez Tercero, Héctor, Fomento industrial en México. Consideraciones económicas en torno a la Ley de Fomento de Industrias Nuevas y Necesarias, Escuela Nacional de Economía, México, 1962.

Vernon, Raymond, editor, The Oil Crisis, W. W. Norton, New York, 1976.

Vizcaino, Roberto, “Conjura contra el peso: López Portillo,” Proceso 248. México, 18 de julio de 1981.

Weber, Max, Economía y sociedad, Tomo II, Fondo de Cultura Económica, México, 1977.

Wionczec, Miguel S. y Serrato, Marcela, “Las perspectivas del mercado mundial de petróleo en los ochenta,” Comercio exterior, Vol. 31, Núm. 11, pp. 1256-1267, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1981.

 

 

     [1] Cfr. Vázquez Tercero, Héctor, Fomento industrial en México. Consideraciones económicas en torno a la Ley de Fomento de Industrias Nuevas y Necesarias, Escuela Nacional de Economía, México, 1962.

[2] Cfr. Keynes, John Maynard, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, Fondo de Cultura Económica, México, 1965.

[3] Expresión empleada por Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda en dos sexenios, de 1958 a 1970, en su ponencia El desarrollo estabilizador: una década de estrategia económica en México, presentada en la reunión anual de Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional en septiembre de 1969. La divulgó en su discurso  inaugural de la XXXVI  Convención Nacional Bancaria, el 12 de marzo de 1970, donde afirmó: “La política que caracterizó a la economía mexicana en la década de los sesentas, es la que hemos convenido en llamar del Desarrollo Estabilizador.” La Secretaría de Hacienda y las convenciones bancarias. 1934-1981, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, México, 1981, p. 473. Fue publicada en El Trimestre Económico, Vol. XXXVII, No. 146, Fondo de Cultura Económica, México, Abril-Junio de 1970. pp. 417-449.

[4] Ortiz Mena, Antonio, “Discurso en la sesión inaugural de la XXV Convención Nacional Bancaria,“ Mazatlán, Sin., 7 de mayo de 1959, La Secretaría de Hacienda y las convenciones bancarias. 1934-1981, op. cit, pp. 296-297.

[5] Lagunilla Iñárritu, Alfredo, Historia de la banca y moneda en México, Editorial Jus, México, 1981, pp. 33-49.

[6] “Ley general de instituciones de crédito y organizaciones auxiliares,” Artículo 2º, Diario oficial de la Federación, 30 de diciembre de 1965. El número de instituciones es de Anuario financiero de México, ejercicio 1969, volumen trigésimo, Asociación de Banqueros de México, México, 1970. El elevado número de instituciones de depósito y financieras obedece a que muchas se organizaban como asociadas y no como sucursales.

[7] Para tasas de depósito obligatorio vigentes en 1965, consultar. Banco de México, Informe anual 1965, pp. 138-139.

[8] Banco de México, Informe anual 1971.

[9] Nacional Financiera, La economía mexicana en cifras 1972.

[10] Nacional Financiera, La economía mexicana en cifras 1978.

[11] Ortiz Mena, Antonio, “Discurso en la sesión inaugural de la XXXI Convención Nacional Bancaria,“ Mazatlán, Sin., 25 de marzo de 1965, en La Secretaría de Hacienda y las convenciones bancarias. 1934-1981, op. cit., p. 399.

[12] Hirschman Albert O., “The Political Economy of Import-Substituting, Industrialization in Latin America,” en Nisbet Charles T., Latin America: Problems in Economic Development, The Free Press, New York, 1969.

[13] Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), “Censo de 1970,” Cien años de censos de población 1895-1995, Aguascalientes, 1996. 

[14] Banco de México, Informe anual 1972, México, 1973.

[15] Echeverría Álvarez, Luis, “Sexto informe presidencial,” en Comercio exterior, Vol. 26, Núm. 9, pp. 1097-1114, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, septiembre de 1976, p. 1098.

[16] Cfr. Echeverría Álvarez, Luis, “Discurso ante miembros de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación,” Palacio Nacional, 11 de marzo de 1971,

[17] Krauze, Enrique, La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano) 1940-1996), TusQuets Editores, México, 1997, p. 375.

[18] Riding, Alan, Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos, Joaquín Mortiz/Planeta, México, 1985, p. 174.

[19] Toto Jiménez, Francisco, Medio siglo de políticas económicas en México, Universidad Abierta,http://www.universidadabierta.edu.mx/Biblio/T/Toto%20Francisco-Politicas%20econo micas.htm 

[20] Rudomin, Pablo, y Talancón, José Luis, “Industrialización y desarrollo tecnológico: una perspectiva histórica,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 10-17, Nacional Financiera, México, febrero de 1999, p. 14.

[21] Nacional Financiera, La economía mexicana en cifras. Edición 1984, p. 240.

[22] Grayson, George W., Oil and Mexican Foreign Policy, University of Pittsburg Press, Pittsburgh, 1988, p. 20.

[23] Cfr. Banco de México, Informe anual 1972, México, 1973, p. 43.

[24] Ídem, pp. 134-135.

[25] Ibídem.

[26] Nacional Financiera, La economía mexicana en cifras, 1978, p. 46.

[27] Margaín Zozaya, Ricardo, discurso pronunciado en el sepelio de Eugenio Garza Sada, Monte- 

rrey, N.L., 19 de septiembre de 1973. http://www.coparmex.org.mx/ contenidos/ publicaciones/ Entorno/2003/sep03/c.htm

[28] Banco Nacional de Comercio Exterior, México: la política económica del nuevo gobierno, México, 1971, p. 227.

[29] Krauze, Enrique,  op. cit., p. 375.

[30] Ídem.

[31] Acerca del tema, consultar “Un recorrido por el primer cincuentenario de Bretton Woods,” ejemplar conmemorativo de Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior,  México,  octubre de 1994.

[32] Cfr. Ortiz, Édgar “La banca privada en México. Formación de capital y efectos de la inflación-devaluación,” en Comercio exterior Vol. 31, Núm. 1, pp. 27-38, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1981, p. 30.

[33] Asociación de Banqueros de México, Anuario financiero de México, Ejercicio de 1970, Vol. XXXI, México, 1971.

[34] Banco de México, Informe anual 1970, México, 1971, p. 24.

[35] Banco de México, Informe anual 1976, México, 1977, pp. 59-59. La fuente consigna 19.6 miles de millones de dólares. La convierto en 19,600 millones para hacerlo comprensible.

[36] Green, Rosario, “La deuda pública externa de México,” Comercio exterior, Vol. 27, Núm. 11, pp. 1279-1286, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1977.

[37] Echeverría Álvarez, Luis, “Ante los representantes de 130 países,” Organización de las Naciones Unidas, Nueva York, octubre de 1971, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo IV, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988, pp. 377-378.

[38] Grayson, George W., op. cit., pp. 23-24

[39] Ídem, p. 23.

[40] González, Héctor A., “Guerra sucia y secuestros,” La palabra.com,  México, 9 de septiembre de 2004, http://esp.mexico.com/lapalabra/una.php?idarticulo=15974

[41] Cfr. Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), “Recesión y recuperación en Estados Unidos,” en Comercio exterior, Vol. 26, Núm. 8, pp. 958-961, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1976,.

[42] Green, Rosario, op. cit., p. 1285.

[43] Ídem.

[44] Banco de México, Informe anual 1977, p. 109

[45] Banco de México, Informe anual 1976, p. 46.

[46] Ídem, p. 50.

[47]  Ibídem, p. 70.

[48] Solís, Leopoldo, Desarrollo estabilizador y desarrollo compartido, http://www.letras libres.com/ pdf. php?id=409

[49] Grayson, George W., op. cit., p.23

[50] López Portillo, José, “Mensaje al pueblo de México al tomar posesión de la Presidencia de la República, 1º de diciembre de 1976, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo V, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988, pp. 24-25.

     [51] Cfr. Vernon, Raymond, editor, The Oil Crisis, W. W. Norton, New York, 1976 y Seymour, Ian, OPEP, instrumento de cambio, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1981, y Morse, Edward L., “After the Fall: the Politics of Oil,” Foreign Affairs, Num. 64, spring, 1986.

[52] Fuente: Banco de México, Informe anual 1983, p. 22.

[53] Expresado en la clausura de reunión para evaluar avances de la Alianza para la Producción, 7 de enero de 1978, Cfr. Castillo, Heberto, “Administrar la abundancia,” Proceso 63, México, 14 de enero de 1978.

[54] Cornelius, Wayne A., “The Political Economy of Mexico Under de la Madrid: Austerity, Routinized Crisis, and Nascent Recovery,” Mexican Studies/Estudios Mexicanos 1, No.1, Winter 1985, p. 91, citado por Grayson, George W., op. cit., p. 40.

[55] Nacional Financiera, La economía mexicana en cifras. edición 1984, p. 240.

[56] Banco de México, Informe anual 1980, pp. 25-27.

[57] Grayson, George W., op. cit., pp. 39-40.

[58] Banco de México, Informe anual 1983, p. 22.

[59] Cálculo basado en el índice de precios implícito en el PIB. Fuente: Nacional Financiera, La economía mexicana en cifras. Edición 1984, p. 220.

[60] López Portillo, José, “Con la Asociación de Banqueros de México,” 17 de julio de 1979, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo V, op. cit., pp. 105-106.

[61] López Portillo, José, “V Reunión de la República,” sin fecha. Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo V, op. cit., p. 176. Así se denominaron las juntas que celebraba el Presidente con los gobernadores estatales. La quinta debió haber sido en 1981.

[62] Banco de México, Informe anual 1980, p. 42.

[63] Banco de México, Informe anual 1981, p. 34. 

[64] Cardero, María Elena y Quijano, José Manuel, “Expansión y estrangulamiento financiero, 1978-1981,” La banca: pasado y presente.  (Problemas financieros mexicanos), Ensayos del CIDE, Colección Economía 5, febrero, 1983, pp. 161-219, CIDE, México, 1983, p. 278.

[65] Sobre este tema consultar Cardero, María Elena, Quijano, José Manuel y Manzo, José Luis, “Cambios recientes en la organización bancaria y el caso de México,” en La banca: pasado y presente. (Problemas financieros mexicanos), pp. 161-219, Ensayos del CIDE, Colección Economía 5, México, febrero, 1983, y sin autor, “Algunas relaciones entre el endeudamiento público y el sistema financiero (primera parte),” en Comercio exterior, Vol. 31, Núm. 4, Sección nacional, pp. 373-381, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 1981.

[66] Banco de México, Informe anual 1977. p. 80

[67] Idem, pp. 66-68.

[68] Calculado con datos de Nacional Financiera, La economía mexicana en cifras. Edición 1984, p. 222 y Banco de México, Informe anual 1983, p. 193.

[69] Banco de México, Informe anual 1983, p. 19.

[70] Ídem, p. 20.

[71] Ibídem, p. 21.

[72] Grayson, George W., op. cit., p. 40.

[73] Cardero, María Elena y Quijano, José Manuel, op. cit., pp. 278-279.

[74] Declarado en conferencia de prensa de 17 de julio de 1981. Cfr. Vizcaino, Roberto, “Conjura contra el peso: López Portillo,” Proceso 248. México, 18 de julio de 1981.

[75] Cfr. Wionczec, Miguel S. y Serrato, Marcela, “Las perspectivas del mercado mundial de petróleo en los ochenta,” Comercio exterior, Vol. 31, Núm. 11, pp. 1256-1267, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1981.

[76] Banco de México, Informe anual 1982, p. 23.

[77] La descripción de 1982 se basa en Banco de México, Informe anual 1982 y 1983.

[78] Nacional Financiera, La economía mexicana en cifras. Edición 1984, p. 257.

[79] Banco de México, Informe anual 1981, p. 32.

[80] Banco de México, Informe anual 1983, p. 131.

[81] Ídem, p. 19.

     [82] Banco de México, Informe anual 1983, México, 1984, p. 25.

     [83] El presidente Benito Juárez declaró la primera moratoria de pagos en julio de 1861.

     [84] Cfr. Krugman et. al., op. cit., pp. 837 ss.

[85] Banco de México, Informe anual 1983, p. 17.

[86] El Partido Nacional Revolucionario (PNR) se fundó en 1929; se trasformó en Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938, y en Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1946.

[87] Weber, Max, Economía y sociedad, Tomo II, Fondo de Cultura Económica, México, 1977, p. 882.

[88] Cfr. Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Editorial Época, México, 2000 y Hobbes, Thomas, Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, Fondo de Cultura Económica, México, 1950.

[89] Weber, Max, op. cit.

     [90] Freud, Sigmund, El porvenir de una ilusión, op. cit., p. 2,963.

     [91] Lipset, S. M., Political Man: the Social Basis of Politics, Doubleday, New York, 1959, p. 45.

     [92] Sartori, Giovanni, Ingeniería constitucional comparada. Una investigación de estructuras, incentivos y resultados, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, pp. 190-191.

     [93] Schumpeter. Joseph A., Capitalism, Socialism, and Democracy, Harper and Brothers, New York, 1959, p. 269.

[94] Riding, Alan, Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos, Joaquín Mortiz/Planeta, México, 1985, p. 85.

[95] Eliade, Mircea, El mito del eterno retorno, Alianza Emecé, Madrid, 1982.

[96] Ídem, p. 47.

[97] “Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación para el ejercicio de 1981,” México, D.F. noviembre de 1981, Filosofía política de José López Portillo, Secretaría de Programación y Presupuesto, México, 1981, p. 44.

[98] “Conferencia de prensa concedida a periodistas que cubren la fuente,” México, D.F., 5 de diciembre de 1980, Filosofía política de José López Portillo, op.cit., p. 52.

[99] “Conferencia de prensa concedida a directores de periódicos  y revistas de México, el Día de la Libertad de Prensa,” México, D.F., 11 de junio de 1981, Filosofía política de José López Portillo, op.cit., p. 52.

[100] Keynes, John Maynard, op.. cit., p. 145.

[101] Ídem, p. 144.

[102] Quijano, José Manuel, La banca nacionalizada: antecedentes y consecuencias, en La banca: pasado y presente.  (Problemas financieros mexicanos), op. cit., pp. 343-366., p. 350.

[103] Ídem, p. 352.

[104] Who is Where in World Banking, The Banker Research Unit London, 1980. Citado por Quijano, José Manuel, op. cit., p. 347.

[105] Ídem.

     [106] Bentham, Jeremy, Escritos económicos, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, p. 3.

[107] Tello, Carlos. La nacionalización de la Banca en México, Siglo XXI, México, 1984. p. 108.

[108] Guillén Romo, Héctor, “Evolución del régimen macrofinanciero mexicano,” Comercio exterior, Vol. 52, Núm. 7, pp. 564-574, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 2002, p. 568.

[109] López Portillo, José, “Sexto informe de gobierno,” “Sexto informe de gobierno,” 1º de septiembre de 1982, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo V, op.cit, p. 206.

[110] Ídem, pp. 206-207.

[111] Díaz Ordaz, Gustavo, “Sexto informe de gobierno,” 1º de septiembre de 1970, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo IV, op.cit, p. 201.

[112] Espinosa Yglesias, Manuel, Bancomer, logro y destrucción de un ideal, Planeta, México, 2000, p. 143.

[113] Quijano, José Manuel,  op. cit., p. 358.

[114] López Portillo, José, “Sexto informe de gobierno,”, op.cit, p. 203.

[115] Ídem, p. 205.

[116] Ver Banco de México, Informe anual 1983, pp. 158-159.

[117] Banco de México, Informe anual 1984, p. 143. Cfr. “Acuerdo que señala reglas para fijar la indemnización por la nacionalización de la banca privada, las características de la emisión de los bonos del gobierno federal para el pago de la misma y el procedimiento para efectuarlo.” Diario oficial de la Federación, México, 4 de julio de 1983.

[118] Investigación directa en Banco de México efectuada en 1983.

[119] Banco de México, Informe anual 1983, p. 164. La fuente consigna 71.7 miles de millones de pesos. Para hacer comprensible su lectura escribo 71,700 millones.

[120] Fernández-Vega Carlos, “Banca extranjera, menos créditos,” La jornada, México, 3 de abril de 2003, http://www.jornada.unam.mx/2003/04/03/036a1eco.php

[121] Banco de México, Informe anual 1984, p. 143.

[122] Banco de México, Informe anual 1985, p. 149.

[123] Katz, Isaac M., “La Constitución y los derechos privados de propiedad,” Cuestiones constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 1999. http://www.juridicas.unam.mx/publica/cconst/ cont/4/art/art2.htm

[124] De la Madrid Hurtado, Miguel, “Mensaje de toma de posesión como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos,” Palacio Legislativo, México, 1º de diciembre de 1982, Los presidentes de México. Discursos políticos 1910-1988,” Tomo V, op. cit.., p. 233.

[125] Banco de México, Informe anual 1983, p. 159.

[126] Banco de México, Informe anual 1984.

[127] Tello, Carlos, op. cit, p. 17.

[128] Banco de México, Informe anual 1984, p. 174.

[129] Guillén Romo Héctor, op. cit., p. 569.

[130] Ídem.

[131] Banco de México, Informe anual, varios números.

[132] Guillén  Romo Héctor,  “Evolución del régimen macrofinanciero mexicano,”  en  Comercio exterior,  Vol. 52, Núm. 7, pp. 564- 574, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 2002, p. 569.

[133] Banco de México, Informe anual 1988, p. 161. Subrayo informal y tradicional.

[134] Ver Guillén Romo Héctor, op. cit., pp. 569-570.

[135] Banco de México, Informe anual 1990, p. 62.

[136] Correa, Eugenia, “Reorganización de la intermediación financiera, 1989-1993, Comercio Exterior, Vol. 44, Núm. 12, pp. 1.093-1,101, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, diciembre de 1994, p. 1,095. La autora atribuye la cita a Aspe Armella, Pedro.

[137] Cfr Murillo, José Antonio,  La banca en México: privatización, crisis y reordenamiento http:// http://www.cemla.org/pdf/red/RED_VII_MEXICO-Jose-Murillo.PDF. Este trabajo presenta amplia y bien documentada descripción del proceso de privatización bancaria.

[138] Banco de México, Informe anual 1990, pp. 61-62.

[139] Banco de México, Informe anual 1990, p. 62.

[140] Elizondo Mayer-Serra, Carlos, La importancia de las reglas: Gobierno y empresario después de la nacionalización bancaria, Fondo de Cultura Económica, México, 2001. Citado por Murillo, José Antonio, op, cit., p. 3.

[141] Citado por Murillo, José Antonio, op, cit., pp. 2-3. Mackey representaba al despacho canadiense contratado por la Cámara de Diputados para efectuar auditoría al Fondo Bancario de Protección al Ahorro Bancario (FOBAPROA).

[142] Guillén Romo Héctor, op. cit., pp. 571.

[143] “Ley del Banco de México,” Banco de México,  Informe anual 1993, pp. 317-350. p.317.

[144] Banco de México, Informe anual 1993, p. 300.

[145] Banco de México,  Informe anual 1990, p. 67.

[146] Banco de México, Informe anual, 1988 y 1994.

[147] Banco de México,  Informe anual 1994, p. 253.

[148] Banco de México, Informe anual, 1988 y 1994.

[149] Guillén Romo Héctor, op. cit., pp. 571..

[150] Banco de México,  Informe anual 1994, pp. 7 ss  y 27. La cita es de p. 11.

[151] Ídem, pp. 58-61.

[152] Banco de México,  Informe anual 1994, p. 51.

[153] Banco de México,  Informe anual 1995, p. 1.

[154] Fuente: ídem.

[155] Ver Banco de México,  Informe anual 1995, p. 221.

[156] Comparecencia de Míchael Mackey ante el Comité Técnico de Seguimiento a las Auditorías del FOBAPROA de la Cámara de Diputados, Crónica legislativa, Revista Nº. 9, tercera época, México, 16 de julio – 30 de agosto de 1999, p. 105. http://www.adobe.com/ products/ acrobat/ readstep2.html

Standard

La sociedad humana ante la globalidad. Caso de México

Introducción

 

 

Actitud frente al cambio

 

El 30 de noviembre de 1999 marca un hito en el devenir de la humanidad: nutrido grupo de activistas se congrega frente al local donde sesionaría la Organización Mundial de Comercio (OMC), en Seattle, EUA. Fue señal de que había madurado el movimiento de protesta contra globalización y neoliberalismo, por atribuirles que exacerban desempleo, concentración de la riqueza y miseria. Se le denomina globalifobia. A partir de entonces brotan expresiones semejantes doquiera que se celebran reuniones internacionales. Sus miembros piden que se modifique el mundo y se nombran altermundistas.

Globalización es el proceso que enlaza las economías del planeta. Incide en los campos cultural, político, social, tecnológico, físico e institucional. Desemboca en un estado de globalidad, contexto de este ensayo.

Neoliberalismo es versión actualizada del liberalismo económico que floreció en siglo 19°. Sustituye el régimen de intervención estatal y proteccionismo, imperante en buena parte del orbe durante largo trecho de siglo 20°. Sus rasgos son: preponderancia de inversión privada, mercados abiertos, intenso comercio, movimiento veleidoso de capital, internacionalización de cadenas productivas y hegemonía del sector terciario de producción: los servicios.

El nuevo orden proyecta un claroscuro: ilumina a ciertos grupos humanos y hunde a la mayoría en densas oscuridades. Ostenta una cara benévola, que favorece a la porción próspera del orbe. Su rostro perverso, en cambio, castiga la penuria de recursos, talento, eficiencia y competitividad; profundiza el subdesarrollo; se ensaña con los no agraciados, y acentúa disparidades entre países y personas.

Empero, es lo que hay. Es iluso propugnar acerca de lo que debiere haber o lo que sería deseable, cuya consecución requeriría poderes divinos o pases mágicos, que escapan a la ciencia. No es factible optar entre un esquema fantástico o el de verdad. Reconocerlo no equivale a aceptar un dogma o tener fe en él; es admitir la realidad. Cierto que beneficia a un conjunto privilegiado de naciones e individuos; pero no es atribuible sólo al funcionamiento libre de mercados, sino a múltiples factores, culturales, políticos, institucionales, físicos y otros. Lo prudente es comprender la realidad, estudiar sus antecedentes, transigir y adaptarse a sus reglas para eludir amenazas y aprovechar oportunidades.

Vivimos en plena transición dialéctica de una época a la siguiente. Lo observado antes del globalismo es la tesis. En los setentas y ochentas se presenta la antítesis. La síntesis se halla en marcha.

El trance obliga a revisar la situación planetaria, con la certeza de que la humanidad se encuentra en serias dificultades, pues las divergencias sociales son excesivas, injustas y significan riesgo latente de convulsión. Es asunto de antropología económica, a la cual compete indagar cómo se organiza el hombre para realizar la asignación más conveniente de recursos, dentro de los linderos fijados por medio físico, población, cultura, economía, tecnología y planta productiva.

La cuestión nodal es ¿qué se puede hacer para corregir los efectos malignos de la globalidad neoliberal y extender y dispersar sus virtudes con equidad?

Para abordarla parto de tres axiomas: el mundo y sus habitantes forman un sistema extremadamente complejo; debe planificarse, y hay que hacerlo con criterio realista y global, en pos de que imperen tranquilidad espiritual, estabilidad política, equilibrio social, desarrollo económico e integridad y hospitalidad del medio ambiente.

A partir de estas premisas propongo instaurar globalidad humanizada, reconstruida sobre la actual y sustentada en la ética; emprender un esfuerzo constante de perfeccionamiento de las relaciones humanas, fincado en el significado de humanismo, entendido como percibir y respetar los valores inmersos en la naturaleza humana y hacerse solidario de ellos, lo cual conlleva eliminar contradicciones socioeconómicas y procurar que el máximo alcanzable de personas accedan a situación de bienestar… y más allá: de bienser: situación permanente de calidad de vida digna, aspiración legítima de todos.

Desenredar la maraña en que está convertida la Tierra exige establecer un sistema de planificación, que señale lineamientos y mecanismos para conducir el planeta y cada una de las naciones-Estado que lo componen en dirección premeditada, por consenso y concertación, con el propósito de enmendar defectos del globalismo, perfeccionar sus aciertos y distribuir sus beneficios con equidad. Es el meollo del asunto, la tesis que sustento.

La libertad de mercado no ha de ser absoluta, pues el mecanismo económico padece fallas, limitaciones, desajustes, desequilibrios e irregularidades que el poder público tiene que detectar, evitar y corregir, porque aún en el esquema más liberal está obligado a orientar, supervisar e intervenir en el funcionamiento del aparato productivo, para evitar que su conducta perjudique al género humano.

Planificar tiene como razón de ser actuar, no inmovilizar. Radica en prever, señalar opciones, guiar y promover, no en reprimir. Por ende, el discurso no es si debe aplicarse, sino su carácter y profundidad, que ha de definirse según características, requerimientos y recursos de cada nación, a quien corresponde buscar paradigmas acordes a los mismos y definir su vía viable: la que le conviene y a la que puede aspirar según sus capacidades.

 

Tres dilemas y dos retos

 

Esta obra se centra en el caso de México, que se inserta en el ámbito subdesarrollado, grupo de países condenados a ser pobres, por estar atrapados en círculos viciosos infranqueables, donde se conjugan problemas culturales, políticos, económicos, demográficos, sociales, tecnológicos y físicos, que configuran síndrome crónico.

Toda nación-Estado en esa circunstancia está obligada a romper dichos círculos, lo cual implica enriquecer su cultura; renovar aparatos legal, político y administrativo; reorganizar instituciones; proteger su medio físico, regular su población, y robustecer la base productiva. Entraña tres dilemas: cultural, político y económico, atenazados por dos retos: demográfico y ambiental, que dan cuerpo a este trabajo.

¿En qué consisten?

Cultura es el agregado de principios, valores, conocimientos, ideas, usos, costumbres, técnicas, símbolos y objetos que distinguen a un pueblo. Es su herencia social. Se compone de lo económico y lo no económico.

Es fácil deducir lo económico. Los teóricos del desarrollo ponen énfasis en ello, por la importancia que las personas dan a su patrimonio; porque las políticas en este terreno son accesibles y dúctiles, y porque brindan resultados apreciables en poco tiempo.

Lo no económico es todo lo demás. Para allanar su análisis le sustraigo lo político y en lo cultural incluyo aspectos étnicos, psicológicos, educativos, derechos humanos y medios informativos.

Con este arreglo el dilema cultural estriba en ¿cómo enriquecer y aprovechar la herencia social? El dilema político en ¿cómo tener buen gobierno? El dilema económico en ¿cómo elevar el bienestar-bienser de la población? Van de la mano de ¿cómo hacer frente a la presión demográfica? y ¿cómo cuidar, restaurar y proteger la naturaleza?

 

Nota metodológica

 

Inicio el ensayo con un repaso del comportamiento de la especie homosapiens a lo largo de los siglos, para conocer antecedentes de globalización; percibir el significado y alcance de la transición que experimenta el planeta con la globalidad y el neoliberalismo, y plantear la urgencia de reordenar el orbe con sentido humanista y apego a un sistema global de planificación. En Tercera parte abordo el problema de la pobreza y del subdesarrollo, con referencia particular a México. En el resto de la obra abordo cada uno de los dilemas y retos mencionados, a fondo y detalladamente, con el propósito de sembrar inquietudes, inducir a la reflexión y encontrar soluciones.

Indago el contenido de tales temas en tres planos: primero, cómo afecta la cultura al sistema político, a la economía, la sociedad y el bienestar-bienser; segundo, cómo afecta el sistema político a la cultura, la economía, la sociedad y los individuos, y tercero, cómo afectan las decisiones económicas a la cultura, el sistema político, la sociedad y las personas.

Naturaleza humana, herencia cultural, actos individuales e interacciones sociales forman un revoltijo conceptual que sólo puede aprehenderse con metodología de sistemas, para estructurar las observaciones acerca de lo que sucede en las sociedades; esclarece ambigüedades sobre las mismas; abre salidas a contradicciones y controversias; permite incorporar al sistema la influencia de la conducta personal, y brinda opciones alternas al investigador.

Consciente de lo anterior, aplico enfoque sistémico y visión estereoscópica, que permita abarcar el conjunto, apercibido de que los acontecimientos de cada época obedecen a leyes naturales, políticas, culturales, así como a modalidades de producción, comercio, inversión y consumo, que interactúan entre sí, dependen unos de otros y forman circuitos de retroalimentación.

Recurro a la dialéctica marxista para observar al ser humano en perspectiva histórica, porque el paso de una civilización a otra hace imprescindible hurgar en las raíces intuitivas, mentales y emocionales del ser humano, para deducir los porqués de su comportamiento individual y colectivo. Mas como aquélla confluye en determinismo monocausal económico y político, estrecho para tratar con sistemas abstrusos, la complemento con antropología cultural, que aconseja registrar minuciosamente cada suceso particular, ubicarlo en su contexto total, analizar su significado y por ese camino esclarecer naturaleza y funcionamiento del sistema social. Con su ayuda profundizo en aspectos culturales, intelectuales y psicológicos para esclarecer naturaleza y funcionamiento del sistema social, sin pretensiones de historiógrafo: relato hechos que permitan captar y comprender la conducta social del individuo. Examino la sociedad con enfoque multidimensional, en busca de que cada dimensión rastree su propio pasado y se articule con las otras para vislumbrar su porvenir.

Concedo sitio destacado a las relaciones internacionales, cuya influencia es determinante en la marcha de la humanidad, sus acomodos geográficos y la historia universal. Tomo los acontecimientos mundiales como marco general de lo que sucede en la porción subdesarrollada, con el fin de desentrañar la conciencia de la colectividad mexicana, formular la interpretación antropológica de su cultura, su manera de pensar y actuar y desentrañar el comportamiento del mexicano típico.

Instinto humano, cultura de la sociedad, relaciones interpersonales, de personas con instituciones, interinstitucionales y de personas con medio físico establecen infinidad de corrientes circulares, sin principio ni fin que jamás podrán verse como entelequia y hacen imprescindible imbuirse en el comportamiento del sistema en forma integral, descubrir las causas subyacentes de dificultad y destacar los síntomas. Son fuerzas tan poderosas que parecen dominar cualquier empeño de curar los síntomas si los remedios no se dirigen a las causas estructurales. De cualquier forma, no hay que amilanarse, sino al contrario hacerles frente y adoptar soluciones realistas, factibles y efectivas; sustentar paradigmas que coadyuven a resolver —o al menos paliar— las dificultades que agobian a México y cualquier sociedad subdesarrollada ante la globalidad y el neoliberalismo.

En suma, aporto mi visión de cuál ha de ser la postura de la sociedad humana ante la globalidad y en especial la de la sociedad mexicana.

 

Primera parte

Globalidad y neoliberalismo

 

 

  1. Evolución de la sociedad humana

 

El tema central de esta obra es globalización, proceso que enlaza a todas las economías del globo y, en consecuencia, involucra todos los aspectos de la vida. Globalidad es la situación resultante.

El significado de todas es relativo al hablar de naciones, pues es imposible su integración absoluta. En sus épocas de gloria, babilonios, egipcios, fenicios, griegos, romanos, españoles y británicos globalizan los territorios que pueden, meras fracciones del orbe. El significado de todos los aspectos de la vida sí es absoluto y globalización y globalidad son tanto genéricos como específicos: económicas, políticas, culturales, sociales, tecnológicas y físicas.

Para entrar en materia convengamos en que el homo-sapiens evolucionado aparece c. 10,000 años antes de Cristo (a.C.) y vive largos periodos de salvajismo y barbarie, que absorben 54.2% del tiempo trascurrido al año 2000, antes de implantar la civilización c. 3500 a.C.

Los fenicios emprenden la primera globalización, al ligar comercialmente el Mediterráneo, Britania y costa atlántica de África entre siglos 12º y 8º a.C.[1] En el siglo 3° a.C. Babilonia crea un territorio global: somete ciudades y les impone su cultura y regímenes político y económico. Grecia entre siglos 8° y 2° a.C. y Roma de entonces al año 476 de la era cristiana cubren vasta superficie del mundo conocido, dentro de esquema semejante. Al disolverse el imperio romano termina la fase civilización, que significa 32.5% del tiempo. Le siguen la edad media europea y el feudalismo, cerrado y autárquico.

Entre 630 y 730 los árabes, unificados por Mahoma y el islam, conquistan Península Ibérica, norte de África y suroeste de Asia. Se apoderan del Mediterráneo y realizan su globalización.

En siglo 13° aparece en Europa el capitalismo comercial, que a partir del siglo 15º avanza con rapidez con el descubrimiento de América y conquistas en el Océano Índico. El globalismo toma cuerpo en el imperio de Carlos Quinto (1° de España y 5° de Alemania) —donde “jamás se pone el Sol”— que perdura de 1517 a 1648.

El siglo 16° presencia renacimiento cultural y reforma eclesiástica. En la siguiente centuria Europa padece guerra de 30 años entre naciones católicas y protestantes. Finaliza en 1648 por el tratado de Westfalia, que destierra privilegios de señores feudales, crea nuevo orden político fincado en la nación-Estado[2] y se reorganiza el sistema económico internacional,[3] con lo que empieza la era moderna, que Pearson et. al. dividen en cuatro períodos: clásico, 1648-1789; transición, 1789-1945; posguerra, 1945-73, y contemporáneo, 1973-?.[4]

En el período clásico prevalece mercantilismo, en el cual la meta es conquistar territorios, dominar mercados y acumular oro y plata. Las naciones-Estado poderosas compiten en los mares, restringen la salida de metales preciosos, fomentan la producción y levantan barreras para protegerla de competencia externa: rige el proteccionismo.

Gran Bretaña es la globalizadora en siglo 17º: crea enorme imperio, favorecida por la segunda revolución tecnológica, la industrial, surgida del aprovechamiento del vapor como fuente de energía y de la mecanización manufacturera. Llega el capitalismo industrial.

Feudalismo y período clásico abarcan 11.6% del tiempo. El homo-sapiens ha recorrido 89.9% del mismo.

Declaración de independencia en EUA en 1776 y revolución francesa en 1789 marcan la fase transición. Gran Bretaña mantiene el dominio y fija reglas. Practica liberalismo económico, que resplandece entre 1860 y 1880, caracterizado por libre juego de oferta y demanda; división internacional del trabajo; predominio de la industria; sistema monetario universal basado en el patrón oro; aranceles bajos; libertad migratoria, y mares abiertos. El Estado se restringe a vigilar y proteger: es Estado-policía. Aplica el criterio dejar hacer, dejar pasar (laissez-faire, laissez-passer), confiado en que una mano invisible pone orden en la economía, según proclama Smith.[5]

El orbe presencia globalidad amplia y efectiva: el capital fluye entre países y abre paso al capitalismo financiero, llamado imperialismo por Engels, porque los poderosos conquistan por medio del capital.

Marx vaticina en el siglo 19° que el capitalismo lleva en su seno semillas de autodestrucción, dadas las contradicciones resultantes de la lucha de clases e incidencia de crisis económicas. Recomienda estatizar medios de producción y centralizar en el gobierno el control y dirección de la actividad productiva.[6] Asume papel de sepulturero del capitalismo.

El siglo 20º arranca en medio de escaramuzas políticas, guerras y caos social, marco propicio para la revolución mexicana en 1910. La tecnología da inmenso brinco. El petróleo se convierte en el energético que impulsa producción y trasporte. La industria se reafirma como pivote del aparato económico. Telefonía, radiodifusión y cinematógrafo perfeccionan medios para comunicar e informar.

Después de un siglo de paz relativa, Alemania, Imperio Austrohúngaro, Turquía y Bulgaria declaran la guerra a Francia, Inglaterra y otros países europeos en 1914, a los que se añaden aliados de todos los continentes hasta sumar 27 naciones, incluso EUA, que le da dimensión mundial. Termina en 1918.

Un año antes, 1917, estalla revolución en Rusia, que en 1922 implanta régimen de corte marxista. El imperio de los zares deviene en Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), una globalidad en sí misma.

Los años veintes son testigos de febril y pasajera prosperidad de posguerra. La trunca severa crisis bursátil en 1929, que desemboca en larga y dolorosa depresión durante los treintas. Keynes[7] aconseja que el Estado canalice su gasto a activar empleo, ingreso, demanda e inversión, para resucitar la economía. Asume papel de terapeuta del capitalismo.

Franklin Delano Roosevelt, presidente de EUA, emprende su política Nuevo Trato (New Deal) en 1933, inspirado en recetas keynesianas, y funda el Estado-benefactor (welfare-state), con intención de impulsar la economía y redistribuir el ingreso. Se destierra el liberalismo y EUA desplaza a Gran Bretaña como líder.

En 1939 estalla guerra entre el eje Alemania-Italia-Japón-Hungría y los aliados, Gran Bretaña, Francia, Australia y Nueva Zelanda, a quienes se unirían Canadá, EUA y URSS.

Sufrir dos guerras mundiales en plazo tan corto es traumático. Antes de finalizar las batallas, en 1944, representantes de 44 países se reúnen en Bretton Woods, EUA, donde crean instituciones multilaterales cuya encomienda es reorganizar el planeta y prevenir catástrofes semejantes (ver capítulos 21 y 22, infra).

La contienda finaliza en 1945. Triunfan los aliados y fragmentan el planeta en dos bloques: capitalista y socialista, que entablan guerra fría, acuerdo virtual para evitar cataclismo nuclear, que sustentará el equilibrio político mundial durante medio siglo.

Los países subdesarrollados constituyen un tercer mundo.

La fase transición ocupa 1.2% del tiempo.

Sigue la posguerra. Los países europeos beligerantes reanudan su avance y los atrasados registran auge sin precedente hasta 1967, cuando arranca crisis monetaria que culmina con devaluación del dólar en 1971, desmonetización del oro y renovación del mecanismo financiero internacional.[8]

 

  1. Liberalismo actualizado

 

En 1973 los Estados árabes productores de petróleo suspenden exportaciones a EUA, en represalia porque éste apoya a los israelíes en la guerra de Yom Kippur: le decretan embargo petrolero, extensivo a otros países desarrollados. Con ello se cuadruplica el precio y se desquicia el aparato económico mundial.[9] Traza el lindero de la posguerra, que significa apenas 0.3% del tiempo, y comienza la fase contemporánea.

La insuficiencia de petróleo se agrava en 1979-1980 por revolución en Irán y guerra de éste contra Irak. El precio se triplica entonces, para acumular alza de diez tantos en siete años. Desencadena inflación incontenible, asociada a estancamiento económico, síndrome desconocido hasta entonces: lo bautizan estanflación (stanflation).

Ronald Reagan, presidente de EUA, ataca el mal con su estrategia reaganomics (economía según Reagan), fincada en estimular la oferta y allanar el camino a la empresa privada para que abandere la recuperación. Gran Bretaña aplica política semejante.

Se hace explícito el papel del Estado: “con base en la premisa de que la gente que hace la economía —trabajadores, administradores, ahorradores, inversionistas, compradores y vendedores— no requiere del gobierno para efectuar decisiones razonadas e inteligentes acerca de cómo organizar y dirigir mejor sus vidas, […] el papel más apropiado de la política económica gubernamental es proveer un ambiente estable y libre en el cual los individuos privados puedan planificar y tomar decisiones apropiadas confiadamente.”[10]

Es versión actualizada del liberalismo de siglo 19°, por lo que le nombran neoliberalismo.[11] Auspicia que el primer mundo se recobre. 

El ámbito socialista se cimbra: URSS padece serios problemas políticos, económicos y sociales, que en 1991 causan su disolución, simbolizada por la caída del muro de Berlín, en 1989,  y concluye la guerra fría.[12]

China es caso aparte. Elige estilo sui géneris de comunismo pragmático. Aprovecha su mano de obra barata; fomenta la inversión extranjera, con la cual ingresan tecnología y talento; crea mecanismo eficaz de comercialización; produce con eficiencia y costos bajos. En los ochentas emprende apertura comercial, subsidia la exportación y mantiene subvaluada su moneda. En noviembre de 2001 se afilia a Organización Mundial de Comercio (OMC), emblema del globalismo.[13] Se inicia como maquiladora, pero se propone instalar gran industria, como lo hiciera Japón. Es tercer exportador mundial, acumula reserva de cerca de 500,000 millones de dólares e invierte en el exterior.

La cuarta fase de capitalismo se gesta en los sesentas, al innovarse en computación, telecomunicaciones, informática y tecnología del conocimiento. Germina una década después. Es la tercera gran revolución tecnológica, “sólo comparable en magnitud, a la primera gran interrupción de la continuidad histórica: el paso de la barbarie a la civilización,” considera Toffler.[14] Sus rasgos distintivos: globalidad y neoliberalismo.

El factor más poderoso de globalización es la velocidad de comunicación. Toffler menciona que c. 6000 a.C. el medio de trasporte más rápido es la caravana de camellos: se desplaza a 12 kilómetros por hora (KM/H). En 1784 el coche correo de caballos viaja a 16 KM/H. El ferrocarril de vapor alcanza 20 KM/H en 1825.[15] Durante el siglo 20º los avances son vertiginosos, hasta llegar a télex, fax, telefonía celular e internet, que permiten a personas localizadas en cualesquiera puntos de la Tierra establecer contacto instantáneo a toda hora, como si habitaran espacio minúsculo, al que McLuhan llama aldea global. Se forja nueva civilización donde los medios de información son extensión del hombre, de sus sentidos, talento y relaciones.[16]

Lévy piensa que el cambio en materia de comunicación es más profundo que el experimentado al pasar de culturas orales a culturas escritas: “la emergencia del ciberespacio tendrá hoy un efecto en la pragmática de las comunicaciones tan radical como el que tuvo en su tiempo la invención de la escritura.”[17] Llama cibercultura al nuevo entorno, donde escritura, alfabeto, prensa escrita, medios audiovisuales y ciberespacio amplían el poder del lenguaje.

Sobrevive el capitalismo, más fuerte, extendido y hegemónico, impulsado por revolución tecnológica vertiginosa y mayúscula. El autor citado lo denomina capitalismo de la información, donde ésta y las ideas no son propiedad de alguien en particular; la fuente última de riqueza es la inteligencia y creatividad colectiva de grupos humanos, y la economía se mueve por la convergencia de la fuerza de los mercados de acciones y de las corporaciones, que dominan el mundo.[18]

 

3. Globalidad regionalizada

 

El orbe no está organizado como unidad, aclaré. “Regionalización parece ser con frecuencia una mejor descripción de la evolución del mercado que globalización,” considera Hazel Johnson.[19] “Si algunas áreas reciben más atención económica que otras dotadas de manera similar, entonces los mercados mundiales no son globales. […[ Regionalización es fuerza poderosa que tiene y continuará teniendo efecto en los niveles de vida alrededor del mundo y cambiará el balance de poder económico fuera de Estados Unidos y hacia Europa y Asia.”[20] Radica en fortalecer bloques existentes y formar nuevos, entre gobiernos, entre corporaciones y entre gobiernos y corporaciones.[21] Es globalidad regionalizada.

Aliarse simplifica la integración política, económica y social; equilibra fuerzas de poder; resuelve conflictos con más celeridad, y permite competir con eficacia en mercados mundiales.[22]

También acarrea amenazas: la cesión de autonomía y poder exalta el nacionalismo, siempre latente, al grado de que Shils piensa: “el siglo diecinueve, definido por los historiadores durante mucho tiempo como la «era del nacionalismo,» ya no puede disfrutar el monopolio de tal designación. El siglo veinte y probablemente el siglo veintiuno —hasta donde puede preverse— compartirán asimismo esa distinción.”[23] Lo atribuye a que “los seres humanos no pueden vivir sin autoconciencia colectiva enfocada en los referentes que determinan las fronteras. Tal vez podríamos decir que los seres humanos desean vivir en un estado de reclusión. Necesitan recluirse porque necesitan comunidad. La nacionalidad aporta ambos.”[24]

Los nativos de áreas atrasadas perciben: que ciudadanos de países poderosos aprovechan recursos locales con altos beneficios, mientras a ellos se les dificulta, por carecer de capital, tecnología y talento empresarial; que los Estados ricos obligan a los periféricos a aplicar políticas perjudiciales a los intereses locales, intervienen en acciones contrarias a los mismos y se valen de organismos internacionales para sojuzgarlos; que someten y controlan autoridades, organismos y empresas y son celosos protectores de los intereses de sus ciudadanos e interceden para defenderlos. Así sucede en efecto, ya que han sido maniobras regulares de política internacional a través de los siglos.[25]

Quienes habitan territorios pobres se sienten reconquistados y explotados. La globalidad se ve como neocolonialismo y acrecienta resentimiento, egoísmo y envidia; alimenta pasiones nacionalistas, étnicas, religiosas y globalifóbicas; acentúa el complejo de inferioridad (ver Capítulo 38); inhibe voluntad para someterse a ella, y alienta terrorismo.

El nacionalismo es reprobable, añade Shils: “No sólo es contrario a las normas de una sociedad plural, sino de hecho es también injurioso para el mantenimiento de esas normas. […] No sólo es una agresión contra sociedades extranjeras; también es una agresión contra personas o grupos en su propia sociedad.”[26]

Gobernantes y sociedad civil deben contener fuerzas nacionalistas nocivas que se oponen al progreso y contribuyen a agudizar atraso y pobreza, así como alentar la integración regional del orbe en un marco de entendimiento y colaboración.

 

  1. Bienestar-bienser: la meta

 

Desarrollo se entiende como evolución de la economía, debido a que de ésta dependen el ingreso de la sociedad y su calidad de vida. Trae consigo adaptaciones culturales, institucionales, organizativas, políticas y de toda índole, eslabonadas, que son tanto efecto como causa. Por ende, debe verse como proceso integral sistémico de avance de una nación.

En la aldea global de hoy la gente tiene pretensiones materiales, espirituales y de participación más precisas que el pasado. Cuando los menos favorecidos, que son mayoría, se comparan con los que viven en mejores condiciones se inquietan, protestan y exigen igualdad y respeto de sus derechos. Explica el desasosiego y turbulencias actuales.

Kindleberger da la clave: “la estabilidad social es función, no del grado de desarrollo económico, sino de la relación entre las aspiraciones económicas y sociales y de la rapidez con que van siendo realizadas. […] Una vez que el desarrollo está en marcha podrá traer consigo tranquilidad o turbulencia, según que la elevación del nivel de vida vaya o no acompañada de una sensación de participación y de dignidad.”[27]

Vale preguntar ¿cuáles son esas aspiraciones?

El patrón universal de desenvolvimiento de un país es el ascenso de su

producto interno bruto per cápita (PIB/PC),[28] o sea producción por persona. Indica el estado físico y emocional de sus habitantes, esto es, de su bienestar, concepto que Larribau lleva más lejos, con sugerente juego de palabras: “bien-estar no es lo mismo que bien-ser” y cuestiona: “¿pueden conciliarse las ventajas del crecimiento económico y las exigencias de una civilización del «ser» y no del «tener,» que en las actuales condiciones está con toda seguridad en contradicción con ella?”[29]

La respuesta es afirmativa: la conciliación se logra si el desarrollo se orienta adecuadamente, se eliminan las contradicciones, se llega al bienestar… y más allá: al bienser.

¿Qué significa?

El estar, como lo entiende Hegel, es simple devenir. “Este mediar, es cabalmente, por su misma simplicidad, la inmediatez que deviene y lo inmediato mismo.”[30] El significado de bienestar, por tanto, se asocia a un objetivo inmediato, estrecho, explícito en el concepto desarrollo.

El ser es el ente humano considerado en su esencia pura: contenido de principios, conocimientos, experiencias, pensamientos y concreciones sensibles, una esencia fija y estable, explica él mismo.[31]

    Bienser, por ende, es situación permanente de calidad de vida satisfactoria, sin perder de vista que es concepto relativo, por ser imposible colmar en su integridad las necesidades humanas, que se crean y renuevan continuamente y porque los satisfactores son escasos.

Lo deseable es que cada persona sea, es decir exista, con dignidad: en las condiciones que le corresponden según su naturaleza, por su derecho de realizarse y disfrutar las máximas dicha y felicidad alcanzables. En esto estriba el bienser. Con tal significado lo utilizo. Al unir bienestar-bienser cubro el horizonte completo, de corto y largo alcance.

El bienestar-bienser de un grupo social depende de su potencial económico, cultura y eficacia con que se gobierna. Como éstos son muy distintos, surgen notables diferencias entre naciones, que la globalización ensancha y crea situación delicada que debe corregirse mediante la modernización y humanización de la sociedad, consistentes en expandir a escala mundial el potencial productivo y patrocinar condiciones de bienestar-bienser más equitativas o menos divergentes, objetivo implícito en las definiciones de desarrollo. Por tanto, desarrollo, modernidad y humanismo son indisolubles.[32]

Modernidad se refiere a “procesos acumulativos que se refuerzan mutuamente: a la formación de capital y a la movilización de recursos; al desarrollo de las fuerzas productivas y al incremento de la productividad del trabajo; a la implantación de poderes políticos centralizados y al desarrollo de identidades nacionales: a la difusión de los derechos de participación, de las formas de vida urbana y de la educación formal; a la secularización de valores y normas,” dice Habermas.[33]

Humanismo, según Braudel, es “una ética de la nobleza humana [que] impone a la sociedad un esfuerzo constante para realizar en ella misma la más alta perfección de las relaciones humanas; una inmensa conquista, una inmensa labor de cultura, una ciencia progresivamente ampliada del hombre y del mundo.”[34] Corresponde a la búsqueda de la virtud que proclaman los filósofos antiguos.

 

  1. Darwinismo en dos facetas

 

La globalidad multiplica la riqueza del planeta en términos absolutos. No obstante, las naciones se empobrecen en términos relativos, por la segmentación y desigualdad derivadas de la evolución social, política y económica, asevera Cohen.[35]

Las discordancias obedecen al modo de reparto de los factores productivos —tierra, capital, trabajo, tecnología— que origina selección natural de personas, similar a la de todo ser vivo, explicada por Darwin.[36] El fenómeno se denomina darwinismo social, aunque es Spencer quien aduce que las sociedades humanas están sujetas a leyes de la evolución por las cuales la naturaleza elige a los más aptos para ser ricos.[37] La globalización hace más estricta dicha selección natural..

Adolfo Weber establece como principio económico fundamental que el hombre procura obtener los resultados más beneficiosos posibles con un monto dado de factores, esto es, actúa racionalmente al tomar decisiones económicas: le denomina homo economicus.[38]

Falta acotar que lo hace bajo el influjo de estados mentales volubles, inducidos por condiciones de salud, emocionales, pasionales, temperamentales, climáticas y otras, donde intervienen medio físico, escolaridad, habilidades, ambiente social, disponibilidad de información y expectativas. Todo individuo procura, en efecto, actuar conforme al principio weberiano, pero sus estados mentales condicionan aptitudes y calidad decisoria, que Goleman llama inteligencia emocional, más importante que la intelectual, según él.[39]

Son elementos que configuran la naturaleza referida por Spencer, causantes de disparidades sociales en todos los tiempos, como se infiere de la condena de la riqueza que aparece en el Antiguo testamento y las diferencias de clase concebidas como injustas por los sabios griegos. Jesucristo advierte: “más fácil es a un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico entrar en el reino de Dios.”[40] “Desde las primeras tablas asirias hasta la Edad Media aparecen reformadores que clamaban por la distribución equitativa de la riqueza,” dice Heilbroner.[41]

En el medievo se consolidan privilegios de aristócratas, terratenientes, mercaderes e Iglesia Católica, la cual hace gala de poder y opulencia. Como resultado, se suaviza la proscripción de la riqueza, gracias a que “los juicios éticos muestran una fuerte tendencia a adecuarse a lo que a los ciudadanos influyentes les resulta agradable creer,” profiere Galbraith. Le dice virtud social conveniente.[42]

Por eso los filósofos de esa época mezclan preceptos cristianos y recomendaciones pragmáticas para ajustar los cánones a la realidad. Tomás de Aquino trata “de reconciliar el dogma teológico con las condiciones imperantes en la vida económica, puesto que no podía prevalecer la intransigencia del cristianismo primitivo con el avance del capitalismo,” comenta Roll.[43]

El darwinismo también se da entre naciones: lo llamo geográfico. Es ocasionado por su dotación de factores productivos y por características sociales, culturales y políticas, que conceden ventajas o debilidades, determinan similitudes y discordancias y hacen el juego dispar: “no todos los países se involucran con equidad ni comparten con equidad el producto planetario,” escriben Pearson et. al.[44]

La globalización amplía los abismos. El progreso se concentra en el hemisferio norte y Oceanía, donde existen condiciones naturales idóneas, progreso científico y tecnológico, capital y coeficientes altos de educación y organización, estabilidad política y social, que confluyen en circuitos virtuosos de cultura, prosperidad económica e igualdad. Las naciones con mayores ventajas comparativas se acondicionan a las nuevas reglas de juego y obtienen ganancias en productividad, eficiencia, eficacia, ingreso y bienestar-bienser social. Quienes carecen de ventajas o son renuentes a aceptar el globalismo se estancan o retroceden.

El reforzamiento del capitalismo, que contradice los augurios marxistas, obedece a que el desarrollo tecnológico y del conocimiento multiplica la riqueza con mayor rapidez que otros factores productivos.

En los prolegómenos de la evolución humana el efecto multiplicador de ingreso procede de actividades agropecuarias.[45] Los factores clave son tierra y trabajo humano. De allí la relevancia de esclavitud y servidumbre. “Sin la fuerza motriz de los esclavos es dudoso que se hubieran sostenido las brillantes economías urbanas del pasado,” sostiene Heilbroner.[46] La riqueza la detentan aristócratas y clero, propietarios del suelo.

En el capitalismo típico el factor clave es el capital, obvio. Las fuentes de acumulación son industria y comercio. Los favorecidos son los dueños del dinero: los burgueses, como les denomina Marx.

En el capitalismo financiero las ganancias proceden de los flujos de inversión, convertidos en capital fijo y fuente de empleo, o de operaciones especulativas del capital golondrina, que va y viene caprichosamente, con efecto benéfico cuando llega; perjudicial cuando se aleja. Keynes la llama “subproducto de las actividades propias de un casino.”[47] Las ganancias las obtienen corporaciones y corredores financieros.

En la globalidad el dinamismo proviene de actividades terciarias, intensivas en conocimiento: electrónica, cibernética, telecomunicaciones, informática, medios informativos, mercadotecnia, telemática, asistencia profesional y actividad financiera. Proveen los nuevos ricos: profesionales jóvenes (yuppies: young urban professionals) que destacan en el mundo próspero y en segmentos privilegiados de economías emergentes, como México.

Es necesario “crear una teoría del valor del conocimiento para reemplazar a la obsoleta teoría de Marx sobre el valor del trabajo [… toda vez que] en una economía de la información […] el valor se incrementa no por el trabajo, sino por el conocimiento […] una clase de trabajo diferente al que Marx tenía en mente,” aconseja Naisbitt.[48]

Lévy aporta el concepto inteligencia colectiva —conocimientos, información y experiencia compartidos por una comunidad— como determinante de su capacidad de desarrollo. “El conocimiento se ha convertido en la infraestructura del mundo contemporáneo,” sostiene.[49]

Las economías poderosas fincan su posición en abundante inteligencia colectiva, intelectual y emocional, vastos recursos financieros, tecnológicos e informáticos, que les brindan alta competitividad. Las más rezagadas aún dependen del suelo y la mano de obra en buen grado. Las emergentes —que examino adelante— están en posición intermedia.

Las diferencias en talento ahondan disparidades entre países y personas. Así como coexisten plantas y animales primitivos con especies evolucionadas, cohabitan individuos y grupos sociales atrasados con desarrollados, cuya supervivencia y evolución dependen de su ajuste al orden global, en un escenario de darwinismos social y geográfico.

 

  1. Producto planetario

 

La clasificación de la humanidad en tres mundos se vuelve obsoleta en 1991, al disolverse URSS. Desde entonces prevalecen dos categorías generales: desarrollados y subdesarrollados. Los primeros son los que mayor progreso revelan, claro está. ONU cataloga en vías de desarrollo a los segundos. El eufemismo distorsiona la realidad, porque da por sentado que se hallan en ese proceso, dudoso para buen número de ellos, amén de que los prósperos no se hallan estancados: se mantienen en desarrollo. Los subdesarrollados presentan algún grado de desarrollo, pero debajo de —connotación del prefijo sub— los ricos. Los examino en Tercera parte, infra. Se abren en emergentes y atrasados.

Enseguida agrupo los 191 países miembros de ONU por su aportación al producto planetario (PP), es decir, suma de sus productos internos brutos (PIBs), estimado en 59.6 billones de dólares en 2005.[50]

Desarrollados. Son 35. Contribuyen con 80% del PP y 16% de la población. Su PIB por habitante es superior a 20,000 dólares. Son sedes de corporaciones trasnacionales. El sector tecnológico contribuye con elevada proporción de PIB. Alto número de trabajadores son calificados. Entre 75% y 90% de la población registra calidad de vida elevada. Se practican austeridad y ahorro, que brindan capacidad de invertir. La pobreza extrema va de 5% a 10%.

Emergentes. Comprenden 33 economías subdesarrolladas con mayor   avance relativo. Participan con 15% del PP y 28% de la población. Su PIB anual por habitante es de 5,000 a 20,000 dólares. La pobreza extrema representa entre 30% y 70%.

Dabat los describe como “grupo de países muy heterogéneo en tamaño, raíces históricas, nivel de desarrollo, trayectoria económica o condiciones sociopolíticas, por lo cual es inaceptable cualquier intento superficial de categorización. […] Con todo, muestran características comunes que permiten agruparlos.”[51]

Se esfuerzan por aprovechar ventajas de los mercados globalizados y amoldar a ellos sus estructuras productivas. Cubren fases desechadas por los ricos y participan activamente en el comercio internacional. Su capacidad de ahorro es corta, mas brindan rentabilidad elevada que atrae inversión externa.

Muestran alto potencial de conflicto, inquietud política, volatilidad económica y radicalismo, por su mismo subdesarrollo, que implica diferencias amplias de ingreso y efervescencia social.

Atrasados. Suman 123. Concurren con 5% del PP y 56% de población. Su PIB por habitante es inferior a 10,000 dólares. Dependen de sector agropecuario, industrias tradicionales o artesanales y exportaciones primarias. Enfrentan dificultades para ajustarse a la globalidad. La pobreza extrema agobia a 70% ó más de la población.

Las áreas subdesarrolladas se localizan en trópicos y desiertos, por lo que tienen medio físico hostil y degradación severa. Es ínfima la escolaridad. Prevalece mano de obra rústica, descalificada y barata. Muestran elevados coeficientes de subempleo y migración. La gente se aglomera en contadas zonas aprovechables y ciudades, donde se registra alta densidad y graves lacras sociales.

El darwinismo social y geográfico del globo terráqueo se patentiza en que un sexto de la población padece hambre en los albores de siglo 21º, por reparto desigual y sobrepoblación relativa. La miseria origina malnutrición, enfermedad, incapacidad de aprender, abulia, exclusión e improductividad, desventajas que impiden progresar a vastos contingentes humanos.

La producción de alimentos crece apenas al ritmo demográfico, según FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura), porque sólo 15% de la superficie mundial es apta para explotación agrícola; se desertizan suelos; empeora contaminación de aire y agua por emisiones tóxicas, sustancias radiactivas, lluvia ácida, adelgazamiento de capa de ozono; se desequilibran ecosistemas, cambia patrón de lluvias, y se extinguen especies animales.

Corresponde a la ciencia agroalimentaria elevar los rendimientos de la tierra. Es responsabilidad de la humanidad contener el crecimiento demográfico, administrar el uso de los recursos con eficiencia y evitar un cataclismo de consecuencias trágicas.

 

  1. Flagelo de la violencia

 

La violencia es rasgo distintivo de la globalidad porque, como en todo tiempo, existen discordancias culturales, étnicas o religiosas, ambiciones territoriales, luchas por el poder e intereses económicos, que desatan rencores, odio y agresiones.

La guerra es tan antigua como las tribus y medio para que las belicosas se apoderen de territorios y maten o sometan a los vencidos. Desde siempre es forma de dirimir conflictos. ONU pugna por evitarla desde su creación (ver Capítulo 21, infra). Aún así, hoy se registran más de 50 conflictos armados en el planeta, sin considerar guerrillas como las que asuelan a Colombia y México.

El terrorismo actúa “con propósitos de extorsión política, coerción y propaganda por una causa política.”[52] Pearson et. al. lo caracterizan como uso o amenaza de violencia no convencional, cuyo fin es causar terror, conmoción y atraer la atención; tiene motivos políticos, no criminales; quienes ordenan y ejecutan los actos no tienen relación directa con las víctimas, y son ajenos a gobiernos.[53]

La humanidad está más expuesta a actos terroristas por existir blancos inmejorables: edificios altísimos, aviones gigantescos y ferrocarriles repletos de gente, instalaciones y locales estratégicos, como aeropuertos y plantas eléctricas. Lo demostró el atentado contra las torres gemelas de Nueva York en septiembre de 2001. Los medios difunden los hechos y provocan pánico colectivo que cunde, propósito de los terroristas.

La criminalidad se refina y esparce a ritmo acelerado. Su corazón actual es producción y comercio de drogas. Los trópicos son excelentes para su operación. En medio centenar de países de esa franja es fuente espléndida de ingreso. Sirve de eje al crimen organizado, ampara a delincuencia menor, que prolifera y es sostén de movimientos subversivos y guerrilleros. Domina gobiernos, instituciones, empresas y personas; impone reglas, favorecido por ineptitud e inoperancia legal y judicial.

El negocio de drogas favorece a millones de personas en el mundo, con empleo directo, en actividades conexas y con soborno a servidores gubernamentales. Mueve unos 50,000 millones de dólares al año. Inflige daño tremendo e imperdonable a muchos millones de adictos y sus familiares. A su amparo se expanden asesinatos, secuestros, robos, asaltos y otros flagelos que alarman al planeta.

Otra amenaza es tráfico de armas. OIGs y ONGs luchan porque los gobiernos establezcan controles efectivos y hay convenios añejos para inducir el desarme. Pero son escasos los avances, dado que los países necesitan armamento para agredir o defenderse; por el crecimiento del crimen, y porque el temor induce a las familias a disponer de armas para protegerse.

Los habitantes del mundo vivimos angustiados, impotentes ante la proliferación de actos violentos que frustran la humanización de las sociedades. Se requieren acciones firmes para contenerla, vertidas en programas mundial y nacionales, insertos en el plan global que propongo adelante.

 

8. Reconversión productiva

 

La producción es punto de partida de la historia, enuncia Marx.[54] También lo es de la globalización, propulsada por avances en computación, telecomunicaciones e informática, que trasforman modos de producir e intercambiar.

Con la liberación del comercio se borran barreras políticas y económicas y se forma un mundo plano, dice Thomas Friedman,[55] compuesto por mercados integrados, muy competidos, donde hay intenso movimiento de bienes, personas, capital y tecnología.

Durante las últimas tres décadas las corporaciones globalizan las cadenas productivas, reacomodan procesos y las manufacturas tradicionales se trasladan a ciertas zonas subdesarrolladas, que emergen al desarrollo, citadas antes. En las prósperas permanecen ramas de alta tecnología. En esto consiste la reconversión regional y sectorial de la estructura económica, cuyo motivo es, como en todo tiempo, obtener la máxima rentabilidad, por medio de operación eficiente y eficaz.

    Eficiencia consiste en obtener el mayor rendimiento posible con los recursos disponibles. Se relaciona con medios. Eficacia o efectividad significa obtener los resultados esperados. Considera los fines. Son nociones que competen a la teoría económica, sintetizadas en tres preguntas: ¿Qué producir? ¿Cómo producir? ¿Para quién producir?

Donde producir es también un elemento relevante de las decisiones económicas, tanto en términos privados cuanto sociales, así como un aspecto básico de las acciones que se realizan en el mercado,” opina Bendesky.[56]

¿Dónde? puede ser cualquier lugar del orbe en que sea más redituable localizar cada fase de las cadenas productivas, sin importar distancias, fronteras ni nacionalidades. La inversión se dirige adonde existen ventajas que prometen alta ganancia.

La eficiencia, incrementada por la tecnología, abate costos de comunicación, trasporte, distribución, producción y financiamiento, lo cual reprime inflación, eleva capacidad de compra, estimula demanda y apuntala la fase ascendente del ciclo en economías prósperas y suscita el efecto-riqueza, circuito de crecimiento acumulativo ingreso–consumo–ahorro–inversión-empleo-producción-ingreso, ad líbitum, que vigoriza el auge y extiende su duración.

De todos modos, el planeta no está inoculado contra perturbaciones coyunturales, que seguirán apareciendo, pues las leyes de la economía no se alteran: las dictan las reacciones de consumidores, productores e inversionistas, quienes siguen patrones de constancia, trazados por su naturaleza y por condiciones de salud, pasionales y temperamentales, moldeadas por escolaridad, estrato social, acceso a información y expectativas. No se puede confiar en la racionalidad de la mano invisible en que creen Adam Smith y seguidores.

Algunos hablan de nueva economía, aunque no existe novedad en su naturaleza; sólo se reordena, con preeminencia del factor conocimiento y la actividad terciaria. Las transacciones electrónicas aceleran su velocidad, lo cual modifica la forma como reaccionan los involucrados, no el fondo. Obliga a ajustar la teoría a la práctica y a distinguir entre funcionamiento tradicional y computarizado, sin variar principios ni contenido. Cuando los postulados keynesianos inspiraron las políticas públicas también se usó el concepto nueva economía, comenta Johnson.[57]

El cambio estructural planetario beneficia a países ricos; concentra la riqueza; agudiza sus diferencias con el mundo rezagado, e impone a éste el apremio de amoldarse y trasformarse para avanzar y mejorar condiciones generales de vida o incluso para sobrevivir.

 

  1. Claroscuro de la globalidad

 

Reitero lo asentado en la Introducción: la globalidad proyecta un claroscuro: ilumina a ciertas personas y países, pero extiende sus sombras sobre otros, por desgracia la mayoría. Muestra dos rostros antinómicos. El benévolo aumenta las posibilidades de desarrollo cultural, empleo, ingreso y bienestar-bienser. Sus luces alumbran al mundo próspero, si bien deja escapar tenues destellos a algunas regiones agraciadas. El perverso aviva los darwinismos social y geográfico; castiga con severidad la falta de recursos, eficiencia y competitividad; se ensaña con grupos vulnerables y es despiadado con áreas atrasadas.

Toffler equipara las tres revoluciones tecnológicas —agrícola, industrial e informática— con tres enormes olas. Los cambios causados por la tercera, afirma, “no son independientes entre sí. No son fruto del azar. […] Son, de hecho, partes de un fenómeno mucho más amplio: la muerte del industrialismo y el nacimiento de una nueva civilización.[58]

“La Humanidad se enfrenta a un salto cuántico hacia delante. Se enfrenta a la más profunda conmoción social y reestructuración creativa de todos los tiempos,” prosigue.[59] Como consecuencia, el mundo padece “una verdadera enfermedad que afecta a un número creciente de personas,” el shock del futuro: “una corriente hoy tan poderosa que derriba instituciones, en un desequilibrio por inadaptabilidad al cambio, [que] trastorna nuestros valores y arranca nuestras raíces.”[60]

La parábola es acertada si se considera que el oleaje suele ser estable, pero se convierte en marejada cuando se desata un huracán. Igual, la sociedad se mantiene estable mientras no sufre trastornos serios, [61] mas cuando sobrevienen éstos se perciben como crisis (del verbo griego  krinein: decidir), punto de choque, de flexión, que hace imperativo actuar: tomar decisiones.

La turbulencia que azota al mundo durante la transición de estatismo-proteccionista a neoliberalismo-globalidad actúa como marejada: altera todo y acarrea problemas que deben ser enfrentados y resueltos. Desata crisis que exigen resolver dificultades y al mismo tiempo abren oportunidades que pueden aprovecharse.

Los acontecimientos del último tercio de siglo 20° imprimen sensaciones en la conciencia de la humanidad que afloran en noviembre de 1999, cuando nutrido grupo de manifestantes protesta en Seattle, EUA, donde sesionaría Organización Mundial de Comercio (OMC), contra neoliberalismo y globalización, por atribuírseles que exacerban desempleo, concentración de la riqueza y miseria, como relato en la Introducción. Dos meses después el presidente Ernesto Zedillo los denomina globalifóbicos, en Davos, Suiza.[62]

Cada vez más personas se contagian de aquel sentimiento y demandan cambiar al mundo, por lo cual se nombran altermundistas. Su ingenuidad hace recordar a Kluckhohn: “en lo que respecta al tratamiento de las enfermedades sociales, estamos viviendo todavía en la época de la magia. Nos comportamos a menudo como si las ideas revolucionarias y perturbadoras pudieran conjurarse por medio de un rito verbal, como los espíritus malignos. Buscamos brujas a las que echar la culpa de nuestras dificultades.”[63]

El orden globalizado es el que existe: el real, el único que hay. Divagar acerca del que debiere ser o el que se anhela cae en el terreno de la fantasía: escapa al dominio de la ciencia. Insisto en que reconocerlo no equivale a tener fe en un dogma; es aceptar la realidad. Cierto que beneficia a un conjunto privilegiado de naciones e individuos; pero no es atribuible sólo al funcionamiento libre de mercados, sino a múltiples factores, culturales, políticos, institucionales, físicos y otros. Por lo demás, no es posible eludirlo, pues es una etapa más de la evolución dialéctica.

El deseo de toda sociedad es alcanzar la posición más encumbrada posible. Las prósperas buscan escalar peldaños más altos: mantenerse en desarrollo. Las emergentes, alcanzar a aquéllas: dejar de ser subdesarrolladas. Las atrasadas, salir de su marasmo.

 

  1. Humanización de la sociedad

 

Los individuos son impelidos por coerción física, intelectual y moral a supeditarse a la sociedad de que forman parte, asienta Durkheim.[64] Coerción similar se da entre naciones: las poderosas se imponen a través de fuerza física, económica, cultural, intelectual y moral, lenta pero inexorablemente, de manera espontánea y definitiva. Las civilizaciones se forman por influencias intersociales. Es positivo, pues “si todo grupo humano hubiera tenido que evolucionar por sus solos esfuerzos, el progreso hubiera sido tan lento que es dudoso que cualquier sociedad estuviera […] más allá de la antigua Edad de Piedra. El crecimiento relativamente rápido de la cultura humana, como conjunto, se debe a la capacidad de todas las sociedades para adquirir elementos de otras culturas e incorporarlos dentro de la suya propia,” opina Linton.[65]

¿Qué cultura impera hoy?

“En Europa, desde el siglo XVI (y probablemente desde antes), la civilización en su último grado está bajo el signo del dinero y del capitalismo,” comenta Braudel.[66] Las aptitudes humanas están dadas por posesión de capital, tierra, tecnología, educación, calificación laboral y talento para aprovecharlos. Su reparto dispar crea contrastes sociales, de tenues a exagerados, que se acentúan en la globalidad. Se acepta, se ensalza incluso, la explotación del hombre por el hombre. Así es la civilización occidental, que se enseñorea en el mundo, impuesta por naciones europeas y EUA.

La apertura informativa hace que los desfavorecidos adquieran conciencia de que merecen vivir con dignidad, en el sentido apuntado. Exigen a autoridades reconocer, respetar y brindarles sus derechos. Organismos internacionales gubernamentales (OIGs) y no gubernamentales (ONGs) los incitan y ayudan.

Toma 172 años hacer explícito su reconocimiento. Arranca con la Declaración de independencia de EUA en 1776 y la revolución francesa de 1789. Se consagra en 1948, en la Declaración universal de los derechos humanos, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Su materialización es pausada: en naciones desarrolladas es patente el progreso; se vislumbra en grupos privilegiados del mundo subdesarrollado; pero está distante en países, grupos, familias e individuos pobres, que son el grueso de la población.

Las constituciones nacionales especifican derechos humanos, con diferencias en valores, interpretaciones y matices. Algunos son de carácter universal; otros son reconocidos sólo por algunos gobiernos. Sociedades teocráticas sobreponen principios religiosos a conceptos legales y mantienen prácticas que otras culturas consideran impropias. En donde impera criterio marxista se piensa que respetar garantías individuales auspicia discriminación económica y estratificación social. Regímenes totalitarios o con nacionalismo acendrado se resisten a aceptar criterios, reglas y acuerdos internacionales, para mantener su statu quo.[67]

En el pasado las acciones eran de incumbencia local. Ahora son de injerencia solidaria internacional. Ante la presión, los gobiernos ceden y procuran otorgarlos.

Dada la acentuación del darwinismo es impostergable modernizar la sociedad y humanizarla, visto como favorecer que el mayor número posible de humanos gocen de bienestar-bienser.

 

 

  1. En pos de la vía viable[68]

 

El capitalismo demuestra vigor para sobrevivir y evolucionar durante siete siglos, por ser compatible con leyes naturales: respeta y defiende el instinto de triunfar; exalta el individualismo, que impele al ser humano a superarse, distinguirse en medio de reñida competencia. La libertad de decisión aguza su creatividad, acelera aportaciones tecnológicas y le acicatea a trabajar, ahorrar e invertir, a desplegar su potencia creativa y progresar, con lo que colabora al avance de su comunidad.

Lo anterior se inserta en el concepto modernidad de Hegel, quien declara: “en la sociedad civil cada uno es fin para sí mismo, todo lo demás no significa nada para él. […] La sociedad civil «como creación del mundo moderno,» encuentra también su justificación en la emancipación del individuo por la que éste se instala en la libertad formal: el desencadenamiento del capricho y arbitrariedad de las necesidades y del trabajo es un momento necesario en el camino por el que la «subjetividad se educa y se forma en su particularidad.»”[69]

Vivimos el tránsito a nueva civilización, aún en proceso: queda largo trecho por recorrer, durante el cual el hombre debe madurar, superar obstáculos y corregir errores.

Los inconformes patológicos seguirán convencidos de que la fórmula neoliberalismoglobalidad es culpable de todos los males y se enardecerán  pasión y rebeldía. Su error es confundir libertad de mercado con instrumentación. Ésta es la que atropella todo a su paso. En regiones subdesarrolladas es impetuosa, desordenada e irrestricta; se implanta precipitadamente; no responde a un plan ni tiene dirección humanista. Si no se superan las injusticias pudieren ocasionar cataclismo de proporción incalculable. Ello hace imprescindible revisar las estrategias económicas a escalas mundial y nacional y sustituirlas por propuestas sensatas viables, que reivindiquen los derechos de los desfavorecidos y den contenido ético al régimen neoliberal, que llegó para quedarse hasta que se forme la cuarta ola, para corregir o al menos suavizar los darwinismos. El remedio no estriba en desdeñar la realidad y exigir soluciones ilusorias, sino en pugnar porque las naciones se adapten en forma correcta al orden vigente, burlen amenazas y aprovechen las ventajas.

Presenciamos una transición dialéctica: el estado de la humanidad antes de la globalidad representa la tesis. En los setentas y ochentas se modifican formas, condiciones y relaciones internacionales de producción: es la antítesis. Obedece a acontecimientos que no se revierten.

Fukuyama pregunta si es el fin de la historia.[70] De hecho es el arranque de la fase en que se fragua la síntesis: compleja, ardua y tardada, pues todo cambio sociocultural es lento. La conversión lleva sólo 0.2% del tiempo trascurrido desde que aparece homo-sapiens. Provoca turbulencia, desorden y remueve todo, con pasos desordenados, impulsivos y caprichosos.

La cuestión nodal es ¿qué se puede hacer para corregir sus efectos malignos y extender y dispersar sus virtudes con equidad?

Para resolverla hay que partir de tres axiomas: primero, los sistemas sociales son complejos; segundo, deben planificarse, y tercero, tiene que hacerse con criterio realista.

El futuro de la humanidad depende de que las naciones-Estado de la Tierra se reorganicen en un clima de concordia, solidaridad y respeto mutuo, apliquen enfoque de planificación integral, sistémica, de largo alcance; emprendan reforma organizada para ajustarse a las circunstancias reales, e instauren un escenario de paz, tranquilidad y bienestar-bienser para el mayor número alcanzable de humanos.

La tranquilidad espiritual del planeta depende de que haya equidad, justicia y respeto a la dignidad del ser humano.

La gobernabilidad, de que se garanticen libertad, paz y orden.

El desarrollo económico, de que se incrementen producción, empleo e ingreso y éste se distribuya con equidad.

La integridad y hospitalidad del planeta, de que se proteja y regenere el medio ambiente.

La sabia combinación de estos elementos llevaría a la globalidad humanizada, que conceda bienestar-bienser al mayor número alcanzable de personas.

El siglo 21o abre horizonte de esperanza, porque la revolución tecnológica ofrece oportunidades de progreso cultural y material. A la vez rebosa peligros y amenazas, que imponen obligaciones y retos.

Los países han de instaurar sistemas democráticos adecuados a las circunstancias: abiertos, flexibles, aptos para afrontar los desafíos,   sustentados en legislación e instituciones apropiadas, eficientes y eficaces.

El régimen neoliberal no puede ser irrestricto. Se debe regular su funcionamiento en beneficio de la gente. Al finalizar siglo 20° dos doctrinas, liberal y socialdemócrata, buscan resolver los problemas con sentido humanista. Tras ellas aparece la tercera vía, que ofrece una solución ecléctica que incorpora ideales socialistas a las necesidades de la economía globalizada.

    Yo propongo seguir la vía viable: la defino en Capítulo 54, infra.

 

Segunda parte

Planificar para humanizar

_______________________________________________________

 

  1. Reacción globalifóbica

 

Globalifobia, antineoliberalismo o altermundismo —como se le diga— es reacción ante las iniquidades implícitas en los darwinismos social y geográfico y en el claroscuro de la globalidad, que despiertan agravio, resentimiento, coraje, envidia y afán de venganza. La asumen quienes están descontentos del globalismo, expresa Stiglitz.[71]

Plauto, en siglo 2º a.C., acuña la frase “el hombre es lobo del hombre” (homo homini lupus) para definir la naturaleza humana.[72] Ese lobo se enfurece al percatarse de las desigualdades y experimenta pasiones como las mencionadas. Se ha rebelado siempre: Görlich cita que en Egipto se sublevan campesinos y exigen mejores condiciones en siglo 27o a.C. Su líder es “el primer reformador social de la historia del mundo,” asegura.[73]

Dentro de un país se presenta como lucha de clases, indisciplina civil, delincuencia y criminalidad. Hacia lo extranjero como xenofobia, odio étnico o religioso, que engendran tensiones sociales, guerra y terrorismo.

Algo semejante a lo que presenciamos se observa en Europa entre 1850 y 1870, cuando existe “gran masa de obreros procedente de la reserva de desocupados, por la introducción de nuevas máquinas, que desalojaban a un número cada vez mayor de obreros, y por la inmigración de obreros agrícolas, desalojados ahora también en proporciones crecientes por las máquinas,” describe Engels.[74]

Görlich dice: “condiciones análogas se presentaron donde quiera que la industrialización hizo los mismos progresos que en las islas británicas.”[75]

Han sido movimientos que exigen mejores condiciones de vida para los desfavorecidos. Cobran ímpetu al ensancharse sus diferencias con los ricos; cuando abundan desocupados en medio de la prosperidad, y al empalmarse con crisis financieras y económicas agudas. Durante la guerra fría los patrocinan agrupaciones auspiciadas por el bloque soviético, China y sus aliados, con la finalidad de derrotar al capitalismo. Sus conquistas son exiguas, porque el experimento comunista es incapaz de corregir discrepancias sociales: más bien las ensancha, con lo que se debilita y desprestigia. Pierden patrocinador y vitalidad al disolverse URSS en 1991. Aun cuando adquieren brío, carecen de organización, objetivos y estrategias unificados. Se fragmentan en corrientes que van de reformismo conciliador a altermundismo.

El primero reconoce que la globalidad es inevitable y propone adaptarse a ella, señalarle límites de actuación y conciliar intereses de poderosos y débiles.

Los altermundistas atribuyen los males a que los mercados operan abiertamente, con determinismo marxista. Anhelan un mundo utópico donde los mercados sean puros y justos, sin restricciones directas o indirectas, que impere movimiento libre de personas, mercancías y capitales y exista reparto equitativo de la riqueza, sin recomendar mecanismos ni aportar recursos para lograrlo.

Mi propuesta es definir lo que se puede hacer y olvidar lo que debiere ser o lo que se desearía que fuere, en busca de que la globalización adquiera carácter ético, solidario y humanista. No se puede lograr lo imposible. Estamos en un laberinto de relaciones entre gobiernos y sociedades civiles, ante el cual hay que organizar instituciones internacionales cooperativas que reordenen la interdependencia, en vez de verlo como torneo entre Estados, donde triunfan los poderosos, y reconocer el mundo de verdad, el globalizado, para hacer frente a las dificultades emanadas de ella, con enfoque integral, sistémico y globalista.[76]

 

  1. Los sistemas deben planificarse[77]

 

Las organizaciones sociales constituyen sistemas muy complejos por múltiples causas: lo intrincado del ser humano; contienen multitud de elementos; presentan interacciones múltiples y enmarañadas, y proveen un cúmulo interminable de información. Se componen de infinidad de circuitos cerrados de retroalimentación, cuyo funcionamiento está influido por su conducta anterior, de modo que generan procesos de causa-efecto, positivos o negativos, según sean causa de desarrollo o colapso, de estabilidad o fluctuación.[78] Forrester los denomina contraintuitivos, porque sus problemas no pueden resolverse por intuición.[79] Si se abandonan al azar o la casualidad se intensifican, ya que gestan círculos viciosos. “Las fuerzas que se mueven en su interior son tan poderosas que parecen dominar cualquier esfuerzo de tratar los síntomas si los remedios no se dirigen a las causas estructurales.”[80]

Se han refinado tanto que crean más confusión y desorden y parece que en vez de que el hombre domine a los sistemas, éstos lo dominan a él. Por tal razón, “deben planificarse, no puede permitírseles sólo que «ocurran,»” advierte Van Gigch y especifica: “en el mundo complejo de hoy, donde los acontecimientos internacionales tienen repercusión nacional y viceversa, resulta insensato creer en el mito y magia de la «mano invisible» que resuelve todos los problemas. Planificar es indispensable y obligatorio.”[81]

Maquiavelo, padre de la teoría política, lo recomienda: “debe adoptarse como regla general la de que para fundar y reconstruir un Estado es necesario actuar en una sola dirección; toda la obra debe ser creación de una mentalidad reguladora, porque sin ésta ninguna unidad verdadera puede alcanzarse jamás, ni fundarse nada estable.”[82]

Carroll esboza su importancia en el diálogo entre Alicia y el Gato en el inefable País de las Maravillas:

       —¿Quieres decirme, por favor, qué camino debo tomar para salir de aquí?

          —preguntó Alicia.

       —Eso depende del lugar adonde quieras ir —contestó el Gato.

       —A cualquier lugar —dijo Alicia.

           —En ese caso, poco importa el camino que tomes.

           —Con tal de que conduzca a alguna parte —añadió Alicia, a manera                            de lógica conclusión.

 —Puedes estar segura de que llegarás a alguna parte  —dijo el Gato—  si caminas lo suficiente.[83]

El razonamiento es incuestionable.

Lo sensato es definir adónde se pretende llegar: predeterminar un objetivo, lo cual implica formular un plan y tener una mentalidad reguladora que lo ejecute, como puntualiza Maquiavelo.

Es acto inherente al ser humano: en la tarea más sencilla efectúa un razonamiento previo, a diferencia de abejas o arañas que por instinto, sin partir de una idea preconcebida, construyen su panal o red, de utilidad y belleza admirables.

 

  1. Auge y ocaso de la planificación

 

Planificar se refiere a “intentos deliberados hechos por el Gobierno de un país —generalmente con la participación de otras corporaciones colectivas— para coordinar más racionalmente la política pública con el objeto de alcanzar más plena y rápidamente los fines deseables para el futuro desarrollo determinados por el proceso político a medida que se desenvuelve,” define Myrdal. [84]

Para Hagen significa “que el gobierno [organiza] sus procedimientos para adoptar decisiones tomando en cuenta los efectos económicos totales de cada uno de sus actos, y que el programa total de acciones adquiere una coherencia encaminada al logro de un desarrollo económico tan acelerado como pueda alcanzarse en armonía con las otras metas nacionales.”[85]

En ambas opiniones se advierte sesgo economicista, por al menos tres razones:

Primero, lo primordial para todo ser humano es satisfacer sus necesidades, móvil de la actividad económica.

Segundo, “la producción, y tras ella el cambio de sus productos, es la base de todo orden social; […] la distribución de los productos, y junto a ella la división social de los hombres en clases o estamentos, es determinada por lo que la sociedad produce y cómo lo produce y por el modo de cambiar sus productos. […] Según eso, las últimas causas de todos los cambios sociales […] han de buscarse no en la filosofía, sino en la economía,” aduce Engels,[86] en lo cual está de acuerdo Aristóteles.[87] Ergo, la planeación ha de enfocarse a ella.

Tercero, el Estado puede influir en la economía de modo directo y lograr resultados exitosos con prontitud.

El primer plan aparece en Japón en 1884, sin dejar secuela, informa Hagen. Durante el segundo decenio de siglo 20º se elaboran programas de obras y servicios públicos, equivalentes a planes rudimentarios, en las entonces colonias de potencias europeas. India es el “primer país que estableció una planeación completa,” a fines de los treintas.[88] 

Marx se obsesiona con que el Estado asuma control de los medios de producción. Engels lo secunda: “únicamente una organización consciente de la producción social, en la que la producción y la distribución obedezcan a un plan, puede elevar socialmente a los hombres sobre el resto del mundo animal, del mismo modo que la producción en general los elevó como especie.”[89]

Al constituirse URSS en 1922 implanta régimen de planificación central,  inspirado en la concepción marxista.

En EUA la depresión de los treintas, que hunde en el desempleo a 13 millones de personas —un tercio de la población activa— impele al presidente Roosevelt a hacer caso a Keynes, quien aconseja que el gobierno actúe como Estado-benefactor e intervenga en la economía para estabilizarla y alcanzar empleo pleno. Sus recetas se concretan en el Nuevo Trato (New Deal) citado, equivalente a plan de emergencia.

Después de la segunda guerra mundial se practica planificación coercitiva en China, URSS y países asociados. ONU las etiqueta economías centralmente planificadas.

En el mundo libre o democracias imperialismo para el otro bando— predomina el criterio keynesiano: se aplica planeación indicativa y el Estado controla sectores e industrias estratégicos, con varios matices.

A mediados de siglo está de moda la planificación, mas su utilidad es discutible. En occidente es decorativa. “Se hace pragmática y fragmentaria, y nunca amplia y completa,” opina Myrdal. Incluye “una serie de soluciones de avenencia de situaciones prácticas y apremiantes.”[90]  Es incapaz de resolver trastornos del capitalismo: fluctuaciones cíclicas, inestabilidad, desempleo, iniquidad y derroche. Por lo demás, atiza la inflación. Proteccionismo y burocracia obstruyen la marcha de los negocios. No sirve para prever ni hacer frente al desequilibrio financiero y crisis energética que desquician al mundo en los setentas.

En el área socialista coarta la libertad e iniciativa individuales y favorece ineficiencia, improductividad y descontento. El aparato gubernamental es pesado, oneroso y corrupto. Sus mecanismos administrativos son engorrosos y rígidos. El gasto público es exagerado y vuelve impagable la deuda pública. La regulación de la oferta provoca escasez de bienes básicos. El régimen expande la pobreza y demuestra inoperancia.

En países subdesarrollados los planes son de utilería: ensalzan la imagen del gobernante; enumeran propósitos utópicos; favorecen dispendio, corrupción, deuda e inflación. Los monopolios estatales son costosos e ineficaces, fuente de enriquecimiento de políticos y líderes sindicales.

El neoliberalismo destierra la planificación por tres motivos: el desarrollo del mundo próspero es más veloz que la perspectiva de los planes; crisis sistémicas en setentas y ochentas patentizan su ineficacia, y se acepta el mito de que planear es excluyente de la libertad de elección.

Los dos primeros son incontrovertibles.

En cuando al tercero recurro a Van Gigch: no existe contradicción entrambos conceptos, ya que “la forma que toma(n) la(s) libertad(es) está en relación directa con los supuestos que adoptan quienes diseñan el sistema de planificación.”[91]

Lewis piensa: “la disputa entre la planeación y el laissez-faire no es una disputa entre el orden y la anarquía en la vida económica. Todos los pensadores políticos serios, incluso los filósofos del laissez-faire, parten de la proposición de que la producción y distribución deben controlarse para ponerlas al servicio de fines sociales. El punto a discusión es qué parte de este control puede ser invisible y qué parte debe ser visible.”[92]

Trotsky —socio de Lenin en la creación de URSS— asienta: “los innumerables partícipes activos de la economía, estatales y privados, colectivos e individuales, deben manifestar sus necesidades y su fuerza relativa no sólo a través de la determinación estadística de las comisiones de planeación, sino por la presión directa de la oferta y la demanda. El plan es probado y, hasta un grado considerable, realizado a través del mercado. […] La contabilidad económica no puede concebirse separada de las relaciones mercantiles.”[93] Adviértase que concede al mercado influencia decisiva en la dinámica económica.

Son nociones que deben prevalecer al organizar y administrar toda sociedad humana.

La razón de planificar es que toda persona alcance y conserve la mejor situación física y espiritual posible. Implica adaptar la organización social a las condiciones reales. De eso depende su desarrollo, pues como asevera Spencer “un organismo vive y existe y continúa existiendo únicamente si está interna y externamente adaptado,” refiere Radcliffe-Brown.[94]

Tal adaptación sólo puede efectuarse con posibilidad de éxito si se sustenta en un plan adecuado y eficaz, formulado y ejecutado sobre bases científicas, sistémico, con visión de Estado, globalista, enfocado al largo plazo y en beneficio de la humanidad.

 

  1. Son dos manos

 

“No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos proporciona el alimento, sino la consideración de su propio interés,” razona Smith.[95] Este aforismo cobra vida hoy en países desarrollados: el propio interés de los agentes económicos gesta la prosperidad.

Es obra de la mano que Smith denomina invisible, aun cuando no lo es tanto, pues se trata de mecanismo gigantesco accionado por decisiones de empresas y personas que concurren en los mercados como compradores, productores, vendedores o inversionistas. Se materializan en bienes y en valores monetarios muy visibles: costos, precios, ganancias, pérdidas.

Así, junto a la mano visible del Estado se mueve esa mano omnipresente, también perceptible, aunque la llamo invisible, como su creador, para respetar el concepto original y evitar confusión.

Las barreras proteccionistas vigentes en la posguerra atrofian la mano invisible e impiden que el primer mundo salga de la estanflación que le agobia entre 1970 y 1990. El liberalismo las demuele y forja su larga recuperación del siguiente decenio.

Las corporaciones trasnacionales conducen dicha mano a escala global, a través de sus programas estratégicos propios, que marcan el paso al aparato productivo del orbe y detonan efecto-multiplicador que se desplaza por todos lados. Sin proponérselo, las grandes corporaciones en cierto modo planifican el mecanismo productivo mundial.

Es trágico que pocos habitantes de la Tierra se beneficien. Obedece a que la naturaleza no entiende de justicia: los peces grandes engullen a los pequeños; los lobos a los conejos; los huracanes y terremotos destrozan lo que encuentran a su paso; los seres humanos arrasan el medio; países y personas poderosos abusan de sus semejantes.

El homo sapiens busca su conveniencia, no la de los demás: procede con egoísmo pragmático, como lo proclama el positivismo económico o utilitarismo, cuyo exponente es Bentham, quien a fines de siglo 18° afirma: “con motivo de cada acto que ejecuta, todo ser humano se ve inclinado a seguir la línea de conducta que, en su inmediata estimación del caso, contribuirá en el más alto grado a su propia felicidad máxima, cualquiera que sea su efecto en relación con la dicha de otros seres similares, uno cualquiera o todos ellos en conjunto.”[96]

La autopreferencia —así llama este autor a su principio— es rasgo inherente del hombre en todas las épocas.

¿Por qué, entonces, hay quienes condenan la libertad de mercado?

El mismo autor ilustra: “cualquiera cosa que reduzca el bienestar y la felicidad personales de cualquier individuo lo inhabilita, en igual grado, para impartir felicidad a sus semejantes; y no sólo a ese extremo, sino que lo predispone a reducir la cuota de disfrute de ellos al nivel de la suya propia.” Y agrega: “los grandes enemigos de la paz pública son las pasiones egoístas e insociables, necesarias como son, una a la existencia misma de cada individuo, y la otra a su seguridad.”[97]

En la etapa actual de dialéctica universal, las piezas del sistema económico planetario buscan acomodarse y provocan turbulencia. Es menester aportar ideas y estrategias para dirigir y hacer menos doloroso el trance. Es provechoso hacer caso a Van Gigch: “los sistemas deben planificarse, no puede permitírseles sólo que «ocurran.»”

¿Quién tiene que tomar la iniciativa?

Las naciones-Estado ricas, por ser quienes disponen de recursos, poder y liderazgo para encabezar acciones tendientes a ordenar el caos de manera sensata y premeditada, tanto para preservar su hegemonía como por motivos éticos, auxiliadas por los organismos internacionales que tienen esa responsabilidad (ver capítulos 21 y 22).

Los planes deben rebasar el concepto desarrollo económico que privó en siglo 20º y promover el desarrollo del ser humano en su integridad física y espiritual: buscar su bienestar-bienser, definido atrás, lo cual impone especificar qué mundo se puede construir y determinar cómo lograrlo, en particular cómo evitar y corregir las desigualdades sociales y regionales.

 

  1. Planificar en tres fases

 

La globalización ha sido provechosa para pocos países y grupos, porque las fuerzas del mercado liberadas favorecen a los poderosos y golpean con rigor a los débiles, lo cual origina asimetrías y distorsiones, injusticias y resentimientos, que se intensifican.

El presente es difícil de comprender y el futuro es un enigma. Las dificultades se complicarán y surgirán otras, que afectarán el funcionamiento de todas las naciones, incluso ricas. Deriva de que el hombre es propenso a hacer juicios erróneos; a tomar decisiones equivocadas; efectuar compras o ventas indebidas; realizar inversiones inconvenientes; especular a partir de información insuficiente o inexacta, y a estados emocionales que distorsionan la realidad y originan caprichos.

La conducta de cada agente —comprador, inversionista, productor, vendedor— incide en la sociedad en conjunto, en empresas y familias y origina perturbaciones y crisis. Para colmo, los gobiernos aplican remedios incorrectos. La volubilidad y los yerros hacen que las economías se estanquen y desplomen.

Es indispensable regular las fuerzas del mercado para evitar que su comportamiento sea perjudicial. Ambas manos de la economía deben inducir los movimientos de oferta y demanda a un estado de equilibrio favorable para la sociedad en conjunto, no sólo para unos pocos.

En economía equilibrio no significa inmovilidad, como en mecánica. Es la situación “de un cuerpo organizado que desempeña con absoluta regularidad sus funciones, gracias a la armoniosa proporción y el perfecto ajuste de las partes de que se compone, sin experimentar cambios cualitativos o cuantitativos de su estructura,” explica Zamora.[98]

De allí el empeño de Smith, Marx y Keynes por buscar remedios para evitar o paliar rupturas de ese equilibrio, que lo mismo aparecen en el interior de una sociedad como en sus relaciones con las demás. Los tres se preocupan porque se mantenga estabilidad.

Los retos del gobernante son mantener equilibrio interno y externo y promover el desarrollo, por medio de políticas de alcance general, especificadas en el plan, cuyo objeto es diagnosticar la situación con enfoque integral; identificar ventajas y amenazas; anticipar y evaluar sus efectos; aprovechar las primeras; eludir las segundas, y definir soluciones prácticas de larga duración.

Planificar no es técnica para reprimir, sino para organizar y señalar caminos. Su función es inducir a actuar, no inmovilizar. El discurso no es si debe aplicarse, sino el carácter y profundidad que se le ha de imprimir.

Aún el neoliberal más recalcitrante admite que todo sistema tiene que operar con orden. Una empresa, una ciudad, un país, una región, el mundo entero son sistemas, conjuntos de elementos interrelacionados estructural y funcionalmente en busca de un fin común: deben organizarse, administrarse y controlarse; esto es, planificarse.

Incluso Smith sostiene que la economía no debe liberarse del todo, sino que el Estado ha de determinar adónde dirigirla y ayudarla a conseguirlo, consciente de que las decisiones humanas, guiadas por instinto y aptitudes, originan cambio, desarrollo y disparidades.[99] Tácitamente sugiere planificar la economía y propone medidas proteccionistas que faciliten el comercio.

Timbergen divide la planificación económica en tres fases: cuantitativa (en las variables), cualitativa (en la estructura) y reforma (en las bases de la sociedad).[100] Las adopto como planificación táctica, planificación estratégica y reforma institucional, cuyos papeles son:

Planificación táctica. Adecuar la marcha de la economía a movimientos coyunturales, cíclicos y de plazo corto. Es brazo ejecutor del plan estratégico. Su objetivo: mantener estabilidad e impulsar producción, empleo e ingreso.

Planificación estratégica. Acoplar la estructura productiva interna al marco internacional, mediante definición explícita de misión, objetivos y estrategias y modos de manejo de todos los instrumentos de política del Estado. Finalidad: dirigir la sociedad por buen camino en plazo medio y fomentar su desarrollo en el largo.

Reforma institucional. Modificar características fundamentales de la sociedad, aspectos esenciales de la nación-Estado, en conformidad con requerimientos propios y del escenario internacional.

Las tres son módulos del régimen que debe regir la administración de la Tierra a escalas global, nacional, regional y local.

La planificación asume dos enfoques: una es indicativa, inductiva o voluntaria, en la cual el gobierno hace explícitos objetivos, políticas, estrategias y programas que se propone cumplir en un plazo determinado y establece pautas para orientar la actuación de particulares, quienes actúan libremente. La otra es coercitiva u obligatoria, cuyo objeto es regir las actividades de los agentes productivos.[101]

Ninguna se da en términos rígidos: se adoptan posturas eclécticas, según criterios de las autoridades, características del país y circunstancias del momento.

 

  1. Individualismo con ética

 

En los cincuentas y sesentas la planificación se enfila a organizar las etapas del proceso económico —producción, circulación, distribución y consumo— con tinte materialista. Los resultados se miden por monto y variación del volumen de producción (producto nacional o interno bruto, definidos en Capítulo 3).

Se considera deber del Estado proteger lo que Churchill llama intereses nacionales y abocarse a la tarea básica de ”maximizar las ventajas de su país frente a las de otros Estados, ya sea en cooperación o a expensas de dichos Estados.”[102]

La práctica se conoce como política de empobrecimiento del vecino, por implicar que un Estado se enriquezca a costa de otro(s).[103] Al final “todos los países salen perjudicados como resultado de decisiones políticas individuales, que sólo busquen el propio interés. […] Los países pueden alcanzar mejores resultados […] si escogen las políticas de forma cooperativa,” alertan Krugman et. al.[104]

Desde el fin de la segunda guerra la humanidad procura atender a esta recomendación. Se advierte en la proliferación de organismos internacionales, acuerdos de integración o complementación, convenios y alianzas. Nominalmente se destierra el proteccionismo, antagonista del mercado libre, sin que desaparezca, porque las naciones siempre antepondrán su conveniencia y aplicarán políticas defensivas cuando lo juzguen conveniente.

Lo sensato es aplicar criterio ético y tomar en cuenta los imperativos de la sociedad —así les llama Van Gigch— “los cuales dictan que la mejor solución debe también satisfacer los costos sociales óptimos. La eficiencia tecnológica ha de subordinarse a la eficiencia social.” Debe existir moralidad en el diseño y ejecución de los planes.[105]

Las estrategias y tácticas se deben matizar con reflexiones acerca de valores y sentimientos humanos; evaluar su posible impacto espiritual directo o indirecto en la sociedad en conjunto y en los individuos en particular, y aquilatar las consecuencias de cada decisión con sentido humanista, conforme al significado consignado en Capítulo 3.

El liberalismo se funda en respetar y estimular la conducta individual: cada persona es libre para pensar, juzgar, opinar, tomar decisiones y disfrutar la vida en el contexto de obediencia a la ley y respeto a los derechos de los demás.[106] Cada quien cuida de sí; se esfuerza u holgazanea según su arbitrio; procura no depender de otros; lo que consigue depende de sus decisiones, siempre en busca de su propio beneficio. Ejerce su autopreferencia, diría Bentham.

“El individualismo, el libre pensamiento, no datan ni de nuestros días, ni de 1789, ni de la reforma, ni de la escolástica, ni de la caída del politeísmo grecolatino o de las tecnocracias orientales. Es un fenómeno que no comienza en parte alguna, sino que se desenvuelve, sin detenerse, durante todo el transcurso de la historia,” apunta Durkheim.[107]

Lo valida la reforma protestante de Lutero y Calvino en siglo 16°. Da vigor al capitalismo e impulsa el arte y el pensamiento científico.[108]

Los marxistas lo condenan, porque antepone el interés de la persona al de la sociedad y le atribuye reparto injusto de la riqueza. Prefieren régimen dictatorial —del proletariado— que restringe derechos del individuo a favor de la colectividad.

¿Qué es preferible: individualismo o autoritarismo? ¿Dejar que el hombre actúe conforme a su naturaleza en un régimen democrático o someterlo a los arbitrios de un gobierno totalitario?

La pregunta es maniquea.

El totalitarismo debe descartarse, porque atropella la dignidad humana. El derecho a la vida y a ser libre es primario, inherente e irrenunciable. El hombre aspira a poder elegir.

Existen dos soluciones humanistas: republicana y liberal.

La republicana, inspirada en Maquiavelo y Rousseau, utiliza el “concepto de libertad para referirse a la capacidad de un pueblo o estado para decidir por sí mismo su destino,” opina Velasco Gómez. Se le reconoce como libertad positiva. [109]

El criterio liberal, inspirado en Hobbes y Locke, “identifica la libertad con el derecho natural.” Empero, como el ejercicio de tal libertad puede conducir al conflicto y la guerra, “es indispensable construir un poder público sobre los particulares que limite su libertad:” el Leviatán. De esta manera, la libertad de los particulares es “una concesión expresa del poder público, o bien resultado del silencio de las leyes.” Se dice que es libertad negativa.[110]

Ambas posturas conceden prioridad al albedrío de la persona, lo que las hace aceptables por igual. Los Estados constituidos sobre bases democráticas adoptan principios de una u otra. Lo importante es infundir individualismo con toque ético y nobleza que se aproxime a la perfección de las relaciones humanas que preconiza Braudel (ver Capítulo 4, supra).

 

  1. Sistema global de planificación

 

Las relaciones entre países trazan la geografía humana y por involucrar asuntos políticos, sociales y económicos moldean la cultura.

Las aperturas informática y de mercado borran virtualmente linderos entre naciones-Estado y facilitan los enlaces entre personas, empresas, gobiernos y organismos, en un juego donde cada uno acata leyes naturales, vela sus intereses y actúa egocéntricamente. Los poderosos imponen reglas de juego y patrocinan desigualdades sociales y geográficas, que ocasionan inquietud, incertidumbre, anomia y entropía.

Dado lo anterior “el manejo pluralista y la coordinación de políticas parecen haberse vuelto necesarios, porque las políticas nacionales no coordinadas han llevado a resultados económicos que no han sido óptimos para el aceitado funcionamiento de la economía internacional,” afirma Gilpin,[111] con tono eufemístico, pienso, porque tales resultados han sido desastrosos.

Se tiene que poner orden. La solución es implantar el sistema global de planificación: establecer mecanismos y formular lineamientos para conducir el mundo en dirección premeditada, por consenso y concertación, en los términos éticos reiterados, con el propósito de eludir y corregir los vicios del globalismo y que sus virtudes y beneficios se aprovechen y distribuyan con equidad.

La construcción de dicho sistema requiere perspectiva integral, plural, de largo plazo, coherente con la realidad. Debe contemplar los estadios táctico, estratégico y reforma institucional, dentro de estructura matricial que abarque países, bloques regionales y corporaciones trasnacionales.

Los retos de la globalidad no pueden ser resueltos por las naciones-Estado de manera individual. Es imprescindible la cooperación de todas: cada una ha de comprometerse a aplicar la planeación como instrumento de política interna, integrada y coordinada con las de las demás, en un clima de solidaridad, entendimiento y acuerdo.

Rousseau asienta: “como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino únicamente unir y dirigir las existentes, no tiene[n] ya otro medio de conservarse que formar por agregación una suma de fuerzas que pueda superar la resistencia, ponerlas en juego mediante un solo móvil y hacerlas actuar conjuntamente.A partir de tal premisa aspira a “hallar una forma de asociación que defienda y proteja de toda la fuerza común a la persona y a los bienes de cada asociado, y en virtud de la cual, al unirse cada uno con todos, no obedezca más que a sí mismo y quede tan libre como antes. Éste es el problema fundamental al que da solución el contrato social.”[112]

Con tal filosofía en mente, recomiendo que las naciones-Estado hagan un pacto internacional para implantar dicho sistema de planificación, con enfoque amplio y flexible, apegado a las circunstancias cambiantes, en el contexto de su soberanía y de acuerdo con el interés de todos los involucrados, hasta donde sea razonable y factible.

Tienen que fijar como meta común el bienestar-bienser planetario equitativo —o menos injusto— con efecto duradero. La motivación para participar es obtener beneficios individuales y la certeza de que la acción concertada, en un ambiente de comprensión mutua, paz y solidaridad, amplifica la capacidad de progresar de todos.

Cada país formularía la taxonomía de sus fuerzas y debilidades; describiría marco cultural, ideología y aspiraciones; señalaría intenciones de reforma institucional; haría explícitos recursos físicos, propósitos, estrategias y tácticas económicas (fiscal, monetaria, cambiaria); sectoriales (agricultura, energía, industria, servicios); de mercado (demanda, oferta, precios); servicios financieros (liquidez, tasas de interés, instituciones, mecanismos de regulación, operaciones); recursos humanos (población, educación, capacitación, nivel de vida); organización política e institucional, y competitividad (la defino en Capítulo 65).

Con los planes nacionales se integraría el plan global, equivalente a contrato social de dimensión cósmica, inspirado en Rousseau. Buscaría conciliar la libertad inalienable de las naciones y su sujeción a un régimen que establezca orden, compromiso y esfuerzo compartido.

Se requiere metodología-modelo de coordinación de políticas sociales, de carácter voluntario, que las naciones-Estado acondicionen a sus necesidades y utilicen para ordenar y administrar sus sistemas económico, político y social, adecuarlos al marco global y participar en la implantación del mecanismo colaborativo de desarrollo global.

No es pertinente imponer patrón común estricto. Cada país ha de determinar el esquema más adecuado a sus características culturales, sociales, económicas, naturales y políticas, aunque compatible con el marco global, sin provocar distorsiones ni rupturas. De ningún modo puede ser coercitivo, que contravenga la naturaleza y cultura de cada nación. Tampoco conviene una autoridad supranacional que vigile la actuación de los Estados y viole soberanía e independencia.

La tecnología aporta vasta información que facilita preparar políticas eficaces y dar seguimiento a su instrumentación y brindarla a particulares, para que la empleen como fuente de conocimientos y herramienta para prever y valorar posibles efectos y consecuencias de cursos alternativos de acción, controlar operaciones, administrar recursos y conocer y evaluar resultados. Este mecanismo patrocinaría que gobiernos, empresas, instituciones y familias estén al tanto de lo que sucede y de lo que pretenden hacer los otros. Sus expectativas se fundarían en bases sólidas y permitirían ejecutar acciones razonadas, menos pasionales y más provechosas, o menos dañinas, si fuere el caso.

Se trata de una faena compleja y espinosa. Empero, apunta Gilpin: “la coordinación de políticas entre los gobiernos […] se ha vuelto cada vez más necesaria. La solución de los problemas técnicos de la coordinación de políticas, tanto horizontalmente, a través de los regímenes internacionales, como verticalmente entre los niveles nacional e internacional de las políticas, será por lo menos un desafío central que deberá enfrentar la política económica.”[113]

El asunto es delicado: la aplicación incorrecta de la técnica de planificar es peligrosa. Su fracaso causa desengaño, desaliento y desconfianza en gobernantes y sociedad civil, agrava los problemas que trata de corregir, crea otros, nutre la anomia y genera entropía.

El planificador está expuesto a caer en tres trampas: primero, extrapolar lo sucedido y dar por hecho que la sociedad y la economía mantendrán comportamiento semejante en el futuro; segundo, dejarse dominar por la emoción del momento y ser demasiado optimista cuando se vive en auge o muy pesimista ante la crisis, y tercero, soltar la imaginación y delinear objetivos inalcanzables y estrategias impracticables.

Es sencillo desear y ofrecer —“prometer no empobrece”— pero azaroso instrumentar. Hay que proceder con estricto apego a la realidad y posibilidades.

Gobiernos y comunidad internacional han de estar conscientes de sus capacidades al elaborar planes, así como durante su instrumentación y seguimiento, evaluar resultados con esmero, retroalimentar el proceso y afinar permanentemente el plan. Otro aspecto toral es anticipar repercusiones de las acciones en su país y en el ámbito global.

Hay que conservar situación relativa de estabilidad, desarrollo y concordia, donde no quepan pretextos para que alguien agreda o trate de aprovecharse. Es requisito para crear círculo virtuoso que eleve la calidad de vida en todos los confines, sobre todo los atrasados.

¿Cuál es el camino para aproximarse a esa situación?

Liberalismo irrestricto no: es injusto y riesgoso. La utopía marxista fue rechazada por la historia y no tiene sucedáneo. La ruta alterna es liberalismo humanizado, reconstruido sobre el actual, que perfeccione aciertos y enmiende defectos, con auxilio de la planificación planetaria que permita a cada país, región y comunidad descubrir y seguir la vía viable, que detallo en Capítulo 54.

Aspectos trascendentales del proceso de planificar son innovación, empleo, reforma institucional, organismos, corporaciones y sistema financiero. Examino enseguida cada uno.

 

  1. Innovación: vector de cambio

 

Las causas inmediatas del desarrollo de una sociedad son disponibilidad de recursos naturales y conducta humana, sustenta Lewis. La última se despliega en voluntad de economizar, acumulación y aplicación de conocimientos y formación de capital, descritos en Capítulo 26.[114]

Ambos autores coinciden en la relevancia de acumular y aplicar conocimientos, materializados como invención e innovación, a los que, junto a instituciones, Morgan atribuye la evolución humana.[115] Invención es descubrimiento o hallazgo de algo nuevo: es fruto de investigación y desarrollo (I&D): obra de creadores. Innovación es aplicación práctica de un invento a la producción: la ejecutan empresarios.[116] Las dos repercuten en adelanto tecnológico. Adelante hablo de instituciones.

Schumpeter centra su teoría en la necesidad de adaptar la economía al dinamismo del cambio histórico tanto en los conceptos económicos como no económicos, que exige realizar nuevas combinaciones de factores productivos. Es decir, aportar innovaciones, consistentes en introducir nuevos productos, modos de producción, procedimientos de comercialización, fuentes de materias primas y formas de organización.[117] Sus ideas se conservan vigentes a más de 50 años de distancia,

Cepeda Salinas apunta en estilo coloquial: “existen cuatro caminos básicos para generar riqueza y éstos son: hacer lo mismo que los demás más rápido; hacer lo mismo que los demás más barato;  hacer lo mismo que los demás mejor, y hacer lo que los demás no hacen.”[118]

Para ponerlos al día agrego: integrarse a otros para producir más rápido, más barato, mejor y lo que no se hace, en el lugar donde sea más redituable. Así incorporo la integración y el dónde.

La evolución tecnológica origina fluctuaciones en la economía mundial, que duran de 40 a 60 años. Se les llama ondas largas o ciclos de Kondratieff, nombradas así porque este autor las mencionó por vez primera en 1922. Se han observado cinco a partir de finales de siglo 18°. La cuarta tuvo lugar de 1950 a 1970, según se aprecia en el cuadro.[119] Alcanzó su clímax en los sesentas y un decenio después entró a la fase declinante.

 

ONDAS LARGAS

FASE                                                                                                    FASE

EXPANSIVA                  INNOVACIONES DE IMPULSO                      DECLINANTE

______________________________________________________________________

(1)  1780-1815            Energía hidráulica, textiles, hierro                           1815-1840

(2)  1840-1870            Vapor, ferrocarriles, acero.                                    1870-1890

(3)  1890-1930            Petróleo, electricidad, químicos, automóvil            1930-1950

(4)  1950-1970            Petroquímica, electrónica, conquista del               1970-1990                                                      espacio, telecomunicaciones, informática

(5)  1990- ¿ ?             Telemática, biotecnología, ingeniería genética.           ¿ ?    ¿ ?

______________________________________________________________________

NOTA: Es innecesaria y discutible la duración exacta de cada periodo: se ajustan a quinquenios para facilitar su lectura.

FUENTES: Schumpeter, Joseph A., Business Cycles, McGraw-Hill, New York, 1939; Hansen, Alvin

H., Ciclos económicos y política de estabilización, Siglo XXI, México, 1967, e investigación propia.

 

La quinta expansión se inició en 1990. Se manifestó en fuertes incrementos de producción, inversión, productividad y rendimientos de capital, así como reproducción acelerada de tecnología, que retroalimenta y vigoriza el proceso.[120]

La fase expansiva pudiere durar otros 20, 30 ó más años. Depende de la destreza y eficiencia con que se utilice y reproduzca el capital; de la vida útil de la planta productiva y construcciones; del ritmo a que se acomoden los factores productivos, sectorial y regionalmente; de la memoria histórica y expectativas de los agentes económicos, y del horizonte que cubran las decisiones de inversión.

El empleo de mano de obra se consideraba indicador prominente de las fluctuaciones. No aparece en el párrafo anterior, porque la situación ha variado, como explico en Capítulo 20. Hoy los cambios son más profundos por la naturaleza y alcance de las innovaciones, que modifican patrones de consumo y de vida y fuerzan a reorganizar, reconvertir y relocalizar la planta productiva del planeta. Supone recibir inyecciones masivas de capital para trasformar y adaptar las instalaciones a escala global y producir maquinaria con especializaciones y especificaciones diferentes; disponer de aparatos, equipos, accesorios, programas y sistemas también distintos, y de planta idónea para ofrecer bienes y servicios complejos y refinados. La tecnología es tan avanzada que por sí misma se reproduce y evoluciona a alta velocidad.

Innovar implica combinar tecnologías y hacerlas compatibles. Los pasos inmediatos serán fusionar las tres magnas conversiones de siglo 20º: informática, amplifica la potencialidad de la mente humana; biotecnológica, abre fronteras insospechadas en el conocimiento de la vida, y cuántica, expande capacidad para actuar sobre la materia.

Imposible dudar que crecerán las ventajas competitivas de países prósperos y de quienes tengan medios, capacidad y voluntad para adherirse a la reestructuración productiva. El costo será desempleo y profundización de los darwinismos social y geográfico.

La comunidad de países tendrá que fijar prioridades de investigación; aplicarla para mejorar condiciones de vida de zonas atrasadas; introducir soluciones para impedir que el progreso tecnológico acentúe el darwinismo, o al menos lo atenúe; limitar el desperdicio derivado de la obsolescencia, y prever hasta dónde se puede manipular el genoma humano sin afectar las leyes de la naturaleza ni contravenir la ética. Todo debe estar contemplado en el sistema de planificación.

 

  1. Perspectiva del empleo

 

La globalización introduce profesiones, especialidades, funciones y tareas e impone adaptación o trasformación de otras. Privilegia a trabajadores calificados y desdeña a quienes realizan faenas rudimentarias, que se sustituyen por máquinas y aparatos o con inmigrantes, siempre en busca de competir en los términos de eficiencia, eficacia y rentabilidad fijados por el mercado.

Es una afrenta desde el ángulo humanista, pues hay 150 millones de desocupados y 850 millones de subempleados al inicio del siglo, según ONU; entre 60 y 100 millones de jóvenes de 15 a 24 años buscan trabajo sin conseguirlo, y quienes cumplen 40 años pierden la esperanza de conservar su puesto u obtener uno. Las aptitudes se vuelven obsoletas en poco tiempo, por la velocidad de la innovación tecnológica, y crea inestabilidad laboral e inquietud social.

El desempleo medio en Unión Europea es superior a 10%. Se le considera estructural: llegó para quedarse. Milton Friedman lo considera tasa natural de desempleo.[121] No se corrige con políticas fiscales ni monetarias. Su magnitud depende de cuántos trabajadores se ponen al día en destreza técnica y qué tan flexibles son para acomodarse a los cambios suscitados por el progreso tecnológico.

Se invalida la teoría keynesiana centrada en el principio de que la economía tiende al empleo pleno.[122] La estructura productiva actual impide aspirar a su plenitud.

El escenario laboral del mundo adelantado se trasforma: se ensancha la brecha entre personal calificado e impreparado; abunda la contratación de personal de alta calificación y escasean puestos de categoría intermedia y baja, y las escalas de salarios cada vez se abren más. Muchos trabajadores prefieren cobrar seguro de desempleo o dedicarse al ocio que realizar faenas rudimentarias, las cuales quedan disponibles para inmigrantes provenientes de zonas subdesarrolladas.

Las plazas contractuales, permanentes y seguras se castigan con menor pago; se sustituyen por turnos cortos, puestos de tiempo parcial, contratación externa, tareas por cuenta propia, microempresas o actividades informales, y se induce jubilación forzada. Los sindicatos abandonan la postura tradicional de lucha laboral; ahora proclaman el derecho al trabajo y negocian para que no se cancelen plazas.

Estos rasgos se aprecian en economías emergentes, como México.

Thomas Friedman aduce que los gobiernos deben esforzarse por hacer que el empleo de su gente sea intocable y no se traslade ni sustituya. Están obligados a construir la infraestructura física y humana que permita a la población adquirir la instrucción requerida para tener ocupación permanente.[123]

Suena utópico, mas la ética aconseja planificar el mercado de trabajo en el marco de los modos y relaciones de producción vigentes, en busca de lo más próximo a esa situación ideal, de acuerdo a las posibilidades reales, con la metodología y enfoque que he reiterado.

 

  1. Organismos internacionales

 

Existen alrededor de 250 naciones-Estado, cada una con principios, valores e intereses afines o contrarios a los de otras. Cuando son afines, entablan relaciones en armonía, colaboración y convivencia pacífica. Si se presentan discordancias surgen conflicto, hostilidad y guerra.

Por libre y soberana que sea una comunidad no puede aislarse, pues tiene influencias recíprocas con otras, lo cual aguza el instinto colectivista de sus miembros, quienes paradójicamente se agrupan para proteger su individualidad, a través de alianzas bilaterales o multilaterales con objeto de cooperar entre sí o combatir a terceros.

Desde el fin de la segunda guerra mundial el concierto de naciones procura vivir en paz, si no absoluta por lo menos general, y resolver conjuntamente problemas multilaterales mediante entendimiento, comprensión y acuerdos. Participan en tales propósitos unos 300 organismos internacionales gubernamentales (OIGs) y más de 5,000 no gubernamentales (ONGs), quienes atienden todo asunto que trasciende fronteras, cobra dimensión mundial y requiere soluciones globales.

Los OIGs son antiguos: Archer los ubica en 1693.[124] Brindan foro de diálogo e instrumento de cooperación inigualables. Los poderosos los aprovechan para colaborar, ponerse de acuerdo en asuntos clave, negociar entre sí y con los subdesarrollados, atacar problemas comunes y resolver controversias. Los subdesarrollados para lo mismo y solicitar ayuda.

El más importante es Organización de las Naciones Unidas (ONU),[125] a la cual se vinculan 47 organismos.[126] Se fragua en tiempos de guerra para promover la paz y se proyecta al futuro, al encomendársele alentar cooperación y auxilio. La constituyen 50 países en 1945. En el presente agrupa 191. Es reproducción miniatura del orbe, lo cual hace su labor superlativa. Ocupa más de 50,000 personas. Padece burocratismo, deficiencias de coordinación y control, corrupción, abusos, duplicación y traslape de funciones y dificultades financieras crónicas.[127] Como consecuencia, suele ir a la zaga de sus responsabilidades y siempre está en reorganización. Aún así, no puede concebirse su muerte: “ONU es, hoy día, más necesaria que nunca para nuestro mundo. […] Si «muere» […] tendríamos que crear otra,” clama Naffah.[128]

Amén de la complejidad de sus tareas, los OIGs se ven agobiados por problemas que dificultan obtener resultados acordes a la magnitud de las necesidades. Cada uno trabaja por su cuenta y promulga su normatividad, a la que deben ajustarse los miembros, sin coordinación ni comunidad de metas. Stiglitz juzga que estamos ante una situación de “gobernanza global sin gobierno global.”[129]

Empero, no es correcto juzgarlos a la ligera. Trabajar para un mundo tan abstruso y convulsionado es obra colosal. Lo que hace falta es analizar estructuras, prácticas y funciones de cada uno; evaluar su actuación; replantear su constitución, e insertar sus responsabilidades y tareas en el contexto del sistema mundial de planificación.

Son criticados, en particular ONU y organismos financieros, por atender lineamientos de los poderosos: “están ideologizados en demasía a favor de la concepción de los países industrializados de lo que deberá ser el mundo del futuro,” opina Urquidi.[130]

Pearson et. al. piensan: “al crear una organización de paz [ONU], los ganadores creaban también una organización diseñada para promover su propio interés en mantener el statu quo de posguerra durante el mayor tiempo posible.”[131]

Es comprensible que los países ricos busquen consolidar sus privilegios. Digo comprensible, no apropiado. Responde a la autopreferencia benthamiana, natural en todo individuo y grupo.

Al concierto mundial de naciones corresponde exigirles no utilizarlos como instrumentos de poder y pedir a sus autoridades no dejarse manipular, pues deben ser independientes y neutrales.

Dado su papel hegemónico los mismos Estados ricos tienen obligación y compromiso de que los OIGs actúen imparcialmente, se reorganicen, se adapten a la realidad y sean núcleo de coordinación y apoyo de la comunidad de naciones.

Jacobson supone que “podría culminar el mundo entero organizado como una unidad política.”[132]  Si bien es inconcebible en el presente, pudiere cristalizar en horizonte no tan lejano, cuando se modifiquen las percepciones de patria, nación, Estado y soberanía. La Unión Europea avanzó mucho en este sentido en medio siglo y creó cuerpos comunitarios, moneda común (euro), trata de instituir una Constitución también comunitaria y se ve cercano el día cuando se integre en confederación de Estados, unificados, aunque con características y culturas propias.[133] Aún así, por ahora el planeta está regionalizado, apunto en Capítulo 3.

 

  1. Sistema financiero internacional

 

Mención aparte merecen Fondo Monetario Internacional (FMI)[134] y Grupo Banco Mundial (BM), ambos del sistema ONU,[135] instituidos en 1944 en Bretton Woods, como rectores del sistema financiero mundial.

La misión de FMI es coadyuvar a que los países miembros resuelvan desequilibrios financieros y a preservar la salud del sistema mundial en este terreno. La de BM fue aportar fondos para reconstruir las economías desvastadas por la guerra y es alentar el desarrollo de las atrasadas. Conceden crédito a solicitantes que cumplen requisitos de austeridad, disciplina fiscal y monetaria, solidez económica, tienen gobierno democrático, combaten la corrupción y aceptan compromisos concretos, formalizados en una carta de intención.

Ante el hecho de que muchas economías padecen estragos causados por el neoliberalismo, en 1989 dichos organismos emiten diez recomendaciones para que las subdesarrolladas se adapten a la situación y  progresen: 1, ejercer disciplina fiscal, 2, reordenar prioridades de gasto público, 3, emprender reforma tributaria, 4, liberar tasas de interés, 5, mantener tipo de cambio competitivo, 6, liberar comercio, 7, liberar inversión extranjera, 8, privatizar empresas, 9, desregular y 10, proteger derechos de propiedad. Se conocen como Consenso de Washington.[136]

Los países solicitantes de crédito tienen que apegarse a tales requisitos y someterse a vigilancia. Se instruye a los gobiernos en apuros cómo hagan su tarea. Son condiciones que cualquier economía debería implantar motu proprio, pues la globalización es inevitable e irreversible. Nadie puede detener la marcha de la tecnología ni la trasformación a velocidad aterradora del aparato productivo y los mercados ni el flujo de información que flota en el espacio.

La carta de intención equivale a programa de emergencia, requerido para garantizar solvencia y asegurar la recuperación de los fondos prestados, que pertenecen a los países miembros, México entre ellos. El acreditado se compromete a reorganizar su economía, estabilizarla, construir su plataforma de desarrollo y generar recursos para pagar su deuda. Se apega a un patrón general, de visión estrecha y alcance limitado, pero mejor y más efectivo que los planes de desarrollo preparados para llenar una formalidad o congraciarse con el pueblo.

Cumplir los lineamientos ocasiona desajustes: devaluación, receso, inflación, desempleo y acrecienta la pobreza. Ante ello aflora inconformidad, protestas y animadversión al Fondo, al Banco, al Consenso de Washington y a EUA, por ser metrópoli del imperio. Se les acusa de imponer estrategias al mundo subdesarrollado y regir su destino.

Ambos organismos observan el comportamiento de cada país deudor, elaboran dictámenes y recomendaciones, que también son vistas como injerencia indebida. Mas resultan convenientes, por equipararse a auditorías externas que exponen deficiencias que desde dentro pudieren pasar inadvertidas.

No tendrían porqué intervenir si cada nación-Estado formulara su política económica de acuerdo a su filosofía, capacidades y limitaciones; fijara acciones y metas alcanzables; se coordinara con otras para aprovechar sinergias; utilizara los recursos con honradez; se administrara con sensatez, prudencia, constancia y humanismo, y avanzara con eficacia. Si cada uno actuara correctamente y no incurriera en desequilibrios, FMI o BM no tendrían porqué imponer requisitos ni los países acatarlos. No cumplen y sus economías sufren colapsos que les orillan a implorar recursos y asesoría. Los organismos acuden en su ayuda y se les acusa de intervencionistas.

En la práctica actúan como rescatistas, invaden campos y duplican funciones. Dado que el grueso de asociados los necesitan, es preciso reorganizarlos y conseguir que canalicen sus recursos de manera armónica, coordinada, equitativa y eficaz, según capacidades y requerimientos de cada miembro, con perspectiva integral.[137]

Los efectos más adversos del globalismo proceden de la liberación de los mercados financieros y de capital, arguye Stiglitz, ya que inevitablemente va acompañada de alta volatilidad, que obstruye el crecimiento e incrementa la pobreza.[138] Son inconvenientes de la economía casino, que preocupa a Keynes, mencionada en Capítulo 5.

¿Aconseja esto restringir transacciones internacionales de capital?

No lo creo: obstruiría la corriente de inversión, sustancia vital de la economía y se anquilosarían empleo, producción y comercio. Tampoco es sencillo: los flujos monetarios están mundializados: se operan a distancia, por teléfono e internet. Las decisiones sobre dónde colocar el capital son asunto local, individual, soberano. Su disponibilidad y libre desplazamiento despierta confianza: es ventaja competitiva. El ahorro fluye adonde obtiene mejor rendimiento y seguridad de recuperación en el momento deseado. Para varias economías las operaciones especulativas son actividad destacada de alto valor agregado. Desalentarlas acarrearía desempleo y mermaría el ingreso nacional. Cualquier barrera a la entrada o salida de capital condena a la nación-Estado que la establece a quedar fuera y no recibir fondos. A la vez patrocina mercado negro, sobre el cual se carece de control; dificulta regular movimientos financieros, y auspicia corrupción. El costo económico y social sería excesivo e incidiría en desprestigio que ningún político está dispuesto a aceptar, a menos de que exista causa excepcional, inevitable. Por lo demás, un control internacional prevalecería sobre legislaciones internas y violaría soberanías.

Lo ideal sería combinar libre movilidad internacional de capital; regulación, supervisión y control de mercados financieros, y soberanía de políticas monetarias nacionales. Son incompatibles y por lo mismo inaplicables. La disyuntiva es controlar movimientos de capital sin desalentar la inversión, de tal modo que el movimiento de capital no cause dependencia ni estragos. Es preciso reorganizar el sistema financiero internacional, con cuidado de que sea gradual, para no provocar desajustes, desequilibrios, distorsiones ni incongruencias. Es mucho lo que se puede mejorar en materia de pagos, cambios, inflación, comercio y desarrollo internacionales, si se apegan a un plan global que ordene los mercados financieros globales en los términos apuntados.

 

  1. ONGs y corporaciones

 

Los organismos internacionales no gubernamentales (ONGs) también desempeñan papel relevante. Son parte de la sociedad civil. Proponen, promueven, catalizan, observan, vigilan y auditan actividades de gobiernos, OIGs y corporaciones trasnacionales, emiten opiniones y recomendaciones.

Es primordial vigilar que no abusen, no sean perjudiciales ni rémoras del progreso. Algunos patrocinan y/o participan en actividades perniciosas. Deben identificarse y desmantelarse, pues desvirtúan el espíritu generoso que los debe alumbrar.

Otro actor destacado son las corporaciones trasnacionales (CTNs), llamadas así porque sus actividades trascienden fronteras de sus países sede.[139] No son trasnacionales por producir fuera, sino por actuar como tales, aclaran Czinkota et. al.: “el criterio clave es que la empresa controle sus instalaciones productivas en el exterior y las administre (al igual que sus operaciones locales) de forma integral en busca de oportunidades globales.”[140]

Cuando la matriz posee el capital total de la compañía, ésta conserva su nacionalidad, aunque sus operaciones son trasnacionales. Si opera fuera asociada con capitalistas de otros países es además multinacional. Las CTNs influyen en lo que sucede en territorios anfitriones y en el mercado mundial. Es fenómeno arcaico: en siglo 13° compañías holandesas y británicas hacen negocios más allá de sus fronteras; se expanden a fines del 19º y se consolidan en el 20º.

Se les repudia por extranjeras, lo que denota xenofobia y nacionalismo; por dominar economías locales, interferir en políticas nacionales, auspiciar dependencia tecnológica, ejercer influencia cultural, inmiscuirse en la vida interna y restar soberanía a los gobiernos, lo cual es cierto en buena medida. También por extraer sus ganancias, aunque sea legítimo, sin considerar que suelen reinvertirlas y sólo retiran pagos por tecnología, patentes, intereses, dividendos y servicios.

El aspecto positivo es que inyectan capital fijo, trasfieren tecnología, crean empleo, generan ingreso, promueven desarrollo sectorial y regional y captan ingreso por exportación.

Las CTNs son líderes de la economía mundial desde fecha inmemorial y lo seguirán siendo. Por su conducto se globalizan flujos de capital, tecnología, acceso a mercados y asistencia técnica. También reestructuran procesos productivos. De alguna forma planifican la marcha y dinamismo de la economía planetaria, señalé atrás.

A los OIGs, con ONU a la vanguardia, compete instaurar y operar el sistema global de planificación que recomiendo, auxiliados por ONGs y CTNs. Por ahora no existe líder, voluntad ni plan rector para organizar y orientar en la misma dirección a tantos países, de manera que sus acciones, coordinadas, sean más efectivas en la búsqueda del bienestar-bienser general, bajo un pacto que los comprometa sin sacrificar soberanía, cultura, autodeterminación ni libertad.

No será un hombre excepcional quien ordene el planeta, sino la comunidad de naciones, en conjunto, por iniciativa y con el patrocinio de los gobiernos con mayor poder: no se puede evitar. Es ley natural: ellos tienen los recursos.

 

Tercera parte

Subdesarrollo y pobreza

 

 

  1. Pobreza de las naciones

 

Abordé los temas desarrollo y planificación desde perspectiva global. Ahora los enfoco a naciones subdesarrolladas, en especial México.

¿Qué se entiende por subdesarrolladas?[141]

El prefijo subdebajo de, inferior a— da al vocablo connotación relativa: es la situación de ciertas sociedades respecto al estado de superioridad tipificado como desarrollo, correspondiente a países desarrollados. Se aplica a naciones con pobreza relativa, cuya naturaleza y orígenes deben desentrañarse para comprender el problema y aportar soluciones. El cuerpo de doctrinas que lo estudian se denomina teoría del desarrollo, aunque sería más propio teoría de la pobreza, por ser ésta el meollo del asunto.

Pobreza es anverso de riqueza. Se origina en la división del trabajo y en como se distribuyen los factores productivos tierra, capital y conocimiento, que determinan rangos de ingreso y los darwinismos social y geográfico examinados en Capítulo 5.[142] Cuando es general no es defecto atribuible a la persona, sino al sistema: es sistémico.

Anticipé que desde siempre existen personas y sociedades que detentan fortuna y poder, frente a la masa mayoritaria que vive en penuria. El Antiguo testamento alude a tal diferencia: Isaac “fue hombre de gran riqueza y llegó a ser muy importante y poderoso” (Génesis 26.13).[143] En el Nuevo testamento frecuentemente se menciona el tema, como cuando Jesús advierte: “entre ustedes siempre habrá pobres” (Mateo 26.10) y “en la vida los que tienen mucho obtienen más, y los que tienen poco pierden hasta lo poco que tienen” (Lucas 19.26). Platón alega que un Estado sano es capaz de evitar las “incomodidades de la pobreza o de la guerra.”[144] Aristóteles advierte: “la pobreza es próximo pariente de la revolución y el crimen.”[145] 

Numerosos pensadores buscan fórmulas para eliminar el mal. Algunos brindan arquetipos de sociedad ideal: Platón es precursor, con La Atlántida.[146] En siglo 16º Thomas More concibe Utopía (lugar que no existe, por su etimología griega ou: no y topos: lugar), “una de las protestas más famosas en contra de la desigualdad,” opina Whittaker.[147] Campanella propone La Ciudad del Sol. Un siglo después Winstanley y Bellers recomiendan sociedades igualitarias. En la siguiente centuria destacan Godwin, Saint Simon, Owen y Fourier, y en siglo 19º Rodbertus y Marx, éste el más influyente de todos.[148]

La revolución industrial de siglo 17° expande la brecha ricos/pobres. En el contexto de La ilustración Rousseau propone contrato social en 1762, que comprometa a respetar derechos humanos y auspiciar la igualdad. Adam Smith investiga en 1776 a qué obedecen las diferencias en La riqueza de las naciones, título de su obra cumbre, que le vale ser padre de la economía.[149]

En siglo 19° y principio del 20° la industrialización contribuye “a una creciente disparidad en la riqueza entre las sociedades del hemisferio occidental y aquellas del hemisferio austral” y abre la brecha ricos/pobres, relatan Pearson et. al.:[150] Se le llama brecha norte/sur, porque los primeros se sitúan en el hemisferio boreal —excepto Australia y Nueva Zelanda— y los segundos en el meridional.

ONU estima que 1,200 millones de personas subsisten en pobreza extrema a fin de siglo 20, y 1,600 millones de personas en pobreza moderada. Suman 2,800 millones, cifra indignante cuando el producto planetario crece con rapidez, abundan bienes y servicios y se proclaman democracia y respeto a los derechos humanos.

El corolario es que jamás ha existido equidad entre personas ni países. La teoría del desarrollo intenta dilucidar a qué se debe. En Capítulo 56   examino la pobreza en México.

 

  1. Síndrome de subdesarrollo

 

La primera mitad de siglo 20º presencia dos guerras mundiales, que trazan un parteaguas histórico. A partir de 1945, concluida la segunda, los países adelantados acometen su recuperación y se aviva el interés por los subdesarrollados. “Tuvo su origen en la conciencia política, cada vez más despierta, de la gran masa humana que vive en una miseria lamentable y que percibe, cada día con mayor claridad, la enorme y creciente diferencia entre sus condiciones de vida y las que predominan en las naciones ricas y desarrolladas,” escribe en esa época Kaldor.[151]

Es enorme el contraste. En el mundo próspero se genera efecto-riqueza, antes citado, que patrocina flujos crecientes de empleo-ingreso-ahorro-inversión-producción e induce a la gente a ahorrar y ejercer alto consumo, lo cual refuerza el auge.

En el ámbito subdesarrollado opera efecto-pobreza, que configura un circuito perverso, donde tales flujos se mueven al revés y vigorizan el atraso. Obedece a que lo integran zonas condenadas a ser pobres, por estar atrapadas en círculos viciosos infranqueables. Nurkse lo compendia en una tautología: “un país es pobre porque es pobre,”[152] proposición irrebatible. Enfrentan “circunstancias que tienden a mantener a cualquier economía atrasada en una condición estacionaria, en un estado de «equilibrio de subdesarrollo.»” sostenido por fuerzas automáticas internas.[153]

El asunto está de moda en los cincuentas. A instancias del presidente John F. Kennedy de EUA, ONU promueve brindar atención preferente a países atrasados en los sesentas, nombrada década de desarrollo, que se refrenda en los setentas.

Dadzie comenta: “en la perspectiva de 1980 las dos décadas de desarrollo podrían bien ser caracterizadas como «décadas de decepción.» La gran masa de la gente en los países en desarrollo continúa su vida en terrible pobreza.”[154]

En 2000 ONU celebra Cumbre del milenio. Allí 189 jefes de Estado y de gobierno presentan Objetivos de desarrollo del milenio para 2015: erradicar la pobreza extrema, lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, reducir a la quinta parte la mortalidad materna, combatir VIH-SIDA, malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y crear un pacto global de desarrollo.[155]

Son intenciones sanas, pero impracticables mientras no se instituya sistema de planeación y no se fije plazo razonable: 15 años son pocos: se requieren 30 ó 45: 2 ó 3 generaciones, pues subdesarrollo no es un problema, es la conjunción de múltiples problemas de índole plural —naturales, políticos, culturales, económicos, tecnológicos, sociales, emocionales— todos vinculados, que caracterizan un síndrome —conjunto de fenómenos que causan una situación determinada— y es sistémico.

Los ensayos sobre la materia enumeran síntomas en cuanto a disponibilidad y aprovechamiento de factores productivos y su asignación, situación demográfica y económica. Cada autor destaca aspectos que juzga relevantes y propone soluciones parciales. Pero no se halla el remedio efectivo, porque la sociedad humana es demasiado intrincada y heterogénea: incluye al hombre y la naturaleza, más todo lo intelectual y material surgido de la conjunción de ambos. Es equiparable a inmenso circuito electrónico, donde cada componente tiene una función precisa, está conectado a los demás y todos entablan influencias recíprocas. La eficacia del conjunto depende de cada parte y de la forma en que operan, se relacionan e interactúan. Observar aisladamente cultura, población, recursos naturales, capital o planta industrial es como examinar sólo un transistor, un diodo o un electrodo para tratar de comprender al todo y repararlo. La sociedad debe estudiarse en su integridad, con enfoque de sistemas:[156] analizar el conjunto y cada parte, sus interrelaciones y reacciones, conocerlos, organizarlos, dirigirlos, vigilar su comportamiento, controlarlos y corregirlos, en pos de objetivos predeterminados alcanzables, fijados según recursos disponibles.

El subdesarrollo se distingue por agudos contrastes entre sectores productivos y entre regiones, originados en la coexistencia de actividades capitalistas modernas e intermedias con labores rudimentarias.

Para Furtado resultan de que “la penetración de la nueva tecnología en el sistema productivo, al desorganizar un sector de economía artesanal preexistente, crea de inmediato un problema de excedente de mano de obra sin posibilidades de absorción. Tal excedente refluye hacia formas artesanales de economías de subsistencia, creando dentro del sistema económico un dualismo que condicionará todo el proceso social subsiguiente. El dualismo de la estructura económica se reflejará, por un lado, en una distribución sumamente desigual del ingreso, y por otro en una demanda de bienes finales poco vigorosa.”[157]

Falta agregar el veloz crecimiento de población, que concurre a crear tal excedente de mano de obra y además alienta la economía subterránea o informal.

La sociedad se desdobla en varias, con grados diferentes de avance o pobreza, según recursos, estructura productiva y localización industrial. Se manifiesta en desigualdades de ingreso —darwinismo social— y desequilibrios regionales —darwinismo geográfico interno. Explica la existencia de múltiples Méxicos.

En tal escenario la finalidad de la política pública tiene que ser combatir el síndrome de manera integral y promover el desarrollo.

  1. Paradigma desarrollista

 

Un país es pobre porque es pobre, como dice Nurkse, porque no evolucionan su cultura, régimen jurídico-político, instituciones, ciencia, tecnología y aparato productivo. Lo impide su pobreza, la cual es a su vez consecuencia del estado de aquellos conceptos. Romper el círculo implica renovar los aparatos legal y político, reorganizar las instituciones, elevar la cultura, impulsar ciencia y tecnología, mejorar la base económica, contener el crecimiento de población y cuidar el medio, de manera sistemática y planificada.

Se resume en tres dilemas: cultural, político y económico, atenazados por dos retos: demográfico y ecológico, que dilucido a lo largo de este trabajo.

Lewis atribuye el desarrollo a disponibilidad de recursos naturales y conducta humana, anoté. La primera no requiere comentario. Sin embargo, la paradoja de que países con riqueza física son pobres insinúa que es determinante el comportamiento de sus habitantes, del cual derivan tres causas inmediatas del desarrollo:[158]

Voluntad de economizar: esfuerzo para aumentar el rendimiento o reducir el costo de la actividad productiva. Es decir, para obtener eficiencia. Max Weber la nombra mentalidad económica (hqos economicus).[159]

Conocimientos técnicos y sociales. Los primeros se refieren a investigar, descubrir, aprender, inventar, innovar, i.e. enriquecer la inteligencia colectiva. Los sociales a cómo entablar relaciones humanas constructivas, o sea elevar la inteligencia emocional del grupo.

Acumulación de capital: invertir en planta, equipo y construcciones. Se necesita generar ahorro interno o conseguirlo fuera.

Entrañan decisiones que gobiernan el funcionamiento de la economía y su posición en el contexto internacional. Son fruto de principios, valores, educación, sentimientos, costumbres y actitudes. Dependen de régimen jurídico, político e instituciones. Modificarlos requiere metamorfosis cultural y renovación jurídica, política e institucional.

¿Cómo se ataca el síndrome de subdesarrollo en años recientes?

Terminada la segunda guerra, los Estados prósperos adoptan recetas keynesianas para mantener equilibrio económico local y externo —condensado en empleo pleno y precios estables— y evitar otra depresión como la de los treintas. Larribau lo llama mito del pleno empleo.[160]

Keynes desconoce el subdesarrollo. No es inconveniente para que el tercer mundo se ajuste a sus tesis, avaladas por naciones ricas y organismos internacionales, ya que sus remedios fiscales y monetarios dan resultados apreciables en tiempo breve y prestigio a los gobernantes.

Los países poderosos fincan su avance en la industria desde siglo 17º. Se les califica de industrializados, sinónimo de desarrollados, cualidad que varió, pues ahora los impulsa su sector terciario. El antecedente influye para que los débiles sigan la estrategia, confundida con objetivo, de fomentar la industria, orientada al mercado interno, y con ello sustituir importaciones, atraer inversión, crear empleo y fortalecer ingreso y demanda. Buscan inducir crecimiento hacia dentro.  Se sustenta en intervención estatal, presupuesto deficitario, deuda pública, inyección de circulante, financiamiento y proteccionismo comercial. Interesa ocupar gente, táctica keynesiana típica. No preocupa operar con eficiencia, productividad, calidad, puntualidad ni costo mínimo, pues la falta de competencia externa asegura ventas y rentabilidad. Tampoco importa avanzar con estabilidad monetaria, procedimiento sano, pero lento. Se opta por gasto inflacionario, de respuesta veloz, sin aquilatar riesgos. El paradigma se conoce como desarrollismo. Larribau lo considera mitología del crecimiento.[161]

¿Cuál es el resultado?

Hirschman escribe: “se esperaba que la industrialización cambiara el orden social y todo lo que hizo fue producir manufacturas.”[162]

Flores afirma: “así, después de dos décadas de diagnósticos superficiales y demagogia desarrollista en crescendo [sic], hoy comenzamos a apreciar más sobriamente las enormes dificultades teóricas y prácticas que es necesario vencer para modernizar una economía.”[163]

La mezcla es explosiva: las estrategias de desarrollo hacia dentro fuerzan el sistema y provocan desajustes entre recursos, población y tecnología; entre regiones y sectores, y entre grupos sociales. Se desquicia el proceso. Asciende el PIB/H, pero se concentra el ingreso y se extiende la pobreza.

En los ochentas se arraigan neoliberalismo y globalidad. Las regiones prósperas buscan solucionar dificultades propias, en tanto el ámbito subdesarrollado se precipita en la crisis de la deuda, que estalla en México en 1982 y se prolonga a la década perdida, según la denomina Comisión Económica para América Latina (CEPAL).

Al decenio siguiente Argentina, Brasil, México, Rusia y sudeste asiático, entre otros, registran graves crisis financieras.

Tal es el panorama que inspira el Consenso de Washington referido en Capítulo 22. En los noventas algunos subdesarrollados se recuperan, impulsados por el auge que vive EUA, para padecer nuevos desequilibrios hacia el cambio de siglo.

 

  1. Desarrollismo en México

 

La evolución industrial de México arranca con la segunda guerra mundial (1939-1945), cuando las potencias se concentran en fabricar material bélico y descuidan mercados de manufacturas, que quedan libres y son atendidos por áreas subdesarrolladas.[164]

Al terminar las batallas se reanuda la competencia entre los poderosos. El gobierno mexicano emite ley que fomente industrias nuevas y necesarias y las protege con aranceles para restringir importaciones, que se sujetan a permiso previo.[165] Arranca el desarrollismo.

Este país avanza durante los cincuentas y sesentas sin inflación: vive el desarrollo estabilizador, tildado de milagro mexicano, gracias a abundantes recursos sin explotar; productividad creciente; importación restringida; compradores cautivos; mercado interno en expansión, y auge de posguerra en el primer mundo, que remolca a todos.

Pero la solución es aberrante y artificiosa: el gobierno federal, en complicidad con OIGs y naciones prósperas, emula la trayectoria de éstas y estimula industrialización indiscriminada. Intenta producir de todo aunque se carezca de ventajas competitivas. Muchas empresas operan con ineficacia, mala calidad, ínfima productividad y alto costo, atenidas a que no tienen competencia de fuera. Pronto pagarían su error.

 
28. La docena trágica

 

El desarrollo estabilizador se trunca en 1971, por receso en EUA. La reacción del presidente Echeverría es exacerbar el desarrollismo, el gasto público, la deuda y la inflación. Se enfrenta a empresarios, debilita la confianza, huye el ahorro y encamina al país a grave colapso en 1976.

En octubre de ese año se solicita auxilio al Fondo Monetario Internacional (FMI), a quien se entrega la primera carta de intención, donde se establecen compromisos de saneamiento económico.

México sale pronto del enredo por sus pródigos yacimientos de petróleo y dada la emergencia energética mundial comentada en Capítulo 1. El presidente López Portillo ofrece convertirlo en potencia: el problema sería administrar la abundancia, anuncia engreído. La nación se petroliza: dos tercios del ingreso de exportación provienen del crudo en 1981 y Pemex aporta un cuarto del ingreso público.

El sector petrolero se robustece, en tanto se atrofia el resto del aparato productivo. La inversión privada se aletarga, por desconfianza en la política fincada en gasto, deuda externa e inflación excesivos.

El mercado petrolero mundial se satura al inicio de los ochentas; desciende el precio y sobreviene grave colapso: “el 22 de agosto de 1982, el Gobierno Mexicano solicitó a la comunidad bancaria internacional una prórroga de 90 días para los pagos de capital correspondientes a la deuda del sector público,” informa Banco de México.[166] Se declara en moratoria por segunda vez en su vida[167] y es precursor de la crisis de la deuda que infesta al ámbito subdesarrollado y al mundo.[168]

“Al finalizar 1982, el país afrontaba la más grave crisis económica desde la Gran Depresión Mundial de fines de los años veinte y principios de los treinta,” reconoce Banco de México.”[169]

El caso ilustra que el desarrollismo es efectivo mientras existen recursos sin aprovechar; se eleva la productividad; el gobierno aplica política sensata y disciplinada, y el mundo rico disfruta prosperidad. También muestra que acciones carentes de continuidad, congruencia, orden y visión de largo alcance mitigan síntomas aislados de la enfermedad y narcotizan a la sociedad para que se resigne a vivir en postración permanente, pero no promueven el desarrollo.

El fracaso deriva de gobernar sin plan que especifique y analice la etiología del síndrome y defina condiciones, oportunidades, amenazas, objetivos, estrategias, políticas, tácticas y programas, sustentados en la realidad y procedimientos técnicos, con visión integral, telescópica.

Jamás ha existido un plan auténtico, a pesar de que el artículo 26 de la Constitución mexicana dispone implantar el sistema de planeación democrática; en 1930 se emite Ley de planeación; en 1934 aparece primer plan sexenal, y desde entonces cada Presidente presenta su plan, que no pasa de ser lista de intenciones. Adelante regreso a este punto.

En el primer mundo se archivan las teorías de Keynes en los setentas, por demostrar su incapacidad para alcanzar estabilidad y desarrollo perdurables. Se sustituyen por fórmulas monetaristas que persiguen controlar la inflación, mediante restricción financiera y disciplina fiscal y los mercados se dejan en libertad, para que actúen como mecanismo regulador, bajo el principio de la mano invisible. En los ochentas la receta es fortalecer la oferta, a través de reducción de impuestos y alicientes a la inversión privada, en el contexto de la globalización, como señalo en Capítulo 2.

A contracorriente, dos presidentes de México aplican política desarrollista y hunden a la nación en una vorágine regresiva e inflacionaria que desquicia la economía, retrasa la adaptación a la globalidad, empobrece a empresas y familias y pone en efervescencia a la sociedad. Los dos sexenios se recuerdan como la docena trágica.

 

  1. Rumbo a la modernidad

 

Villarreal sintetiza los problemas engendrados por el esquema estatista-protector en 3S: sobreprotección, sobrerregulación y sobrestatización. Aconseja corregirlos con estrategia 3D: Desprotección, Desregulación y Desestatización.[170]

A partir de 1983 se procura modernizar y reanimar el aparato económico. Se entregan cuatro cartas de intención a FMI para afrontar los efectos de devaluaciones, caída del precio de petróleo y problema de deuda, que aísla a México del mercado financiero internacional. Es preciso aplicar medidas dolorosas para enrolarlo en la corriente global: se adelgaza el gobierno y se aplica rígida disciplina presupuestaria y monetaria; se privatizan empresas estatales; se emprende reconversión industrial; se eliminan barreras comerciales y reglamentos obsoletos; se estimula inversión privada; se reforma el sistema financiero, y se apuntala la estructura productiva. En suma, se aplica la fórmula 3D.

“El cambio estructural ha generado un nuevo funcionamiento del sistema económico (economía abierta, desregulada y privatizada) y ha implicado no sólo la racionalización de la intervención del Estado en la economía, sino nuevas reglas del juego y nuevos jugadores en el proceso, así como nuevos mecanismos para la determinación de los precios o señales del mercado (tasa de interés, tipo de cambio, salarios, etc.),” dice el mismo autor.[171]

En 1989 se consolidan los ajustes, se reestructura la deuda, se firma Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y se contiene la inflación. Con esto la actividad productiva se recupera moderadamente.

Rebelión en Chiapas y asesinatos políticos crean desconfianza en 1994. Además, se eleva la tasa de interés en EUA. Tales acontecimientos provocan salida de 19,000 millones de dólares en ese año que conducen a devaluación del peso en diciembre, con impacto devastador en 1995.

FMI, los gobiernos de Canadá y EUA y la banca internacional ponen a disposición de México 50,000 millones de dólares, con los que cubre compromisos de corto plazo, conserva su crédito externo, registra asombrosa recuperación en 1996 y reemprende el desarrollo, debido a que el aparato productivo es sólido, el gobierno opera con austeridad y disciplina y restringe la oferta monetaria; TLCAN y apertura comercial generan dinamismo y diversidad de exportaciones, se restaura la confianza y alienta la inversión. La economía adquiere categoría de emergente, que defino luego.

De cualquier modo, el avance se concentra en unos cuantos sectores y regiones; agricultura retrocede cada vez más; numerosas empresas ineficientes quiebran; se acumula inflación de 250% de 1995 a 2001, que comprime el ingreso, y el crecimiento demográfico es casi 2% anual. Crece la miseria y se acentúan contrastes entre ricos y pobres, educados e ignorantes, satisfechos y hambrientos, conformes y descontentos.

Las naciones-Estado ricas avanzan en los noventas, gracias a la globalidad y terminan el siglo 20º con admirable prosperidad de 10 años.

Los subdesarrollados deben asimilar las enseñanzas de medio siglo y adoptar paradigmas que los incorporen a la corriente global. Mas no en la forma improvisada, precipitada y desventajosa como lo han hecho, sino con enfoque razonado, sistémico, apoyados en técnicas de planificación que prescriban procedimientos de largo alcance e impulsen la evolución de manera ordenada, coordinada, en armonía y colaboración con otros países.

 

  1. Desarrollo sustentable

 

Población, recursos naturales y aparato productivo forman trinidad inseparable que traza el devenir de una comunidad.

La población del planeta se incrementa a ritmo inconveniente: se estima que en 2025 sumará 8,300 millones de personas. En la porción subdesarrollada crecerá 40%, para sumar 7,100 millones. Será factor retardatario del avance.

Cubrir las necesidades de un conglomerado que ascenderá a tal ritmo implica que los recursos naturales se deterioren cada vez más, sobre todo en áreas rezagadas, que explotan el medio de modo irracional.

Es evidente que las características geográficas influyen en la riqueza o pobreza de las naciones. Lo demuestra la segregación del planeta en pobres en trópicos y sus inmediaciones, con desiertos, montañas y selvas mezquinos en recursos, y prósperos en el norte, donde disponen de medio ambiente pródigo, más cultura y capital para explotar los recursos con propiedad. Tres casos rompen la norma: Israel se ubica en la faja desértica, pero cuenta con gente calificada, inversión y tecnología. Australia y Nueva Zelanda están en el sur; pero su civilización se localiza debajo del paralelo 30° y también poseen personal adiestrado, inversión y tecnología.

Hace cincuenta años las políticas económicas soslayaban la protección del medio ambiente, porque la contaminación de suelo, agua y aire no parecía nociva ni se vislumbraba su agotamiento. Poca gente conocía la palabra ecología; menos su significado.

Kindleberger se angustia. En 1958 advierte: “la explotación actual de los recursos naturales se está acercando a sus límites básicos, de forma que la preocupación malthusiana acerca de la disminución de los mientos, no está totalmente desprovista de fundamento.”[172]      

Opiniones como éstas se juzgan catastrofistas. Aún así, despiertan reflexiones acerca de ¿cómo debe efectuarse la explotación de la naturaleza; a qué ritmo; con qué productividad; a qué costo? Obligan a vislumbrar qué heredarán las generaciones futuras; definir la responsabilidad de cada país frente al resto del orbe, y responder preguntas que tienen respuesta única: se deben racionalizar el crecimiento demográfico y la explotación de recursos, en particular en zonas rezagadas, donde los problemas son acuciantes.

Otro lado de la trinidad, planta productiva, incumbe a la economía. Involucra las cuestiones de asignación de recursos escasos aludidas: ¿Qué producir? ¿Cómo y cuánto? ¿Para quién? ¿Dónde? Plantean el dilema económico, que dilucido adelante. La planificación ha de contestarlas en busca del resultado más provechoso, sin dañar la naturaleza.

El concepto escasez es fundamental: aparece cuando las necesidades exceden a los recursos disponibles. Es lo común: si éstos abundaran no habría actividad productiva; los satisfactores serían libres y gratuitos y nadie tendría que trabajar para obtenerlos. Ocurre en El paraíso de Adán y Eva, de donde son expulsados porque descubren el bien y el mal: se vuelven humanos, tienen necesidades y son condenados a laborar para satisfacerlas.

En el mundo real existen pocos bienes libres: aire, aguas y espacios de uso comunal gratuito. Cualquiera tiene acceso a respirar, navegar, nadar, pescar, cazar, acampar, pasear en ellos… así como a destruirlos, contaminarlos, agotarlos y degradarlos.

Administrar adecuadamente población, naturaleza y aparato productivo es esencial para desterrar el padecimiento más lacerante de la humanidad: la pobreza, que envilece al género humano y menoscaba el planeta.

De Castro pregunta en 1952: “¿la sobrepoblación es causa del hambre o el hambre es causa de la sobrepoblación?”[173] Como en el acertijo “¿qué fue primero: el huevo o la gallina?” no hay comienzo ni fin. Forma uno de los circuitos que arraigan el síndrome de subdesarrollo.

Todo indica que la pobreza se expandirá a ritmo acelerado en el futuro inmediato. Atacarla con gasto social es infructuoso: equivale a limosna; es paliativo demagógico. Remedios efectivos son vigorizar la planta productiva, detener la explosión demográfica y corregir los factores que arruinan el medio físico, con criterio sistémico, i.e., en conjunto, no de manera aislada. Se precisa que la comunidad internacional organice y aproveche con sensatez y armonía todos los lados de la trinidad, con un sistema global de planificación, y que las naciones-Estado implanten sistemas individuales, coordinados e integrados al global.

ONU introdujo en 1987 la noción desarrollo sustentable:[174] el “que satisfaga las necesidades de la generación actual sin comprometer las de las futuras.”[175] Se refiere a que el aparato productivo aporte satisfactores sólo hasta donde el medio natural lo permita, sin destruir, deteriorar ni agotar los recursos que sustentan la supervivencia y el desarrollo. Implica que haya congruencia entre tendencia demográfica, ambiente físico y economía. Igual que un triciclo: cada rueda debe tener especificaciones y condición óptimas, en concordancia con las demás, para que funcione bien. Si alguna se atora, se mueve con dificultad o a expensas de otra entorpece la marcha del vehículo. El ejemplo es aplicable a la trinidad: si exceso de población y producción desmedida agotan la naturaleza, todos perderemos.

En la retórica actual desarrollo sustentable sustituye al antiguo desarrollo económico como una frase más, que no se atiende con el esmero que requiere.

Mantener equilibrio entre población, recursos y su explotación es urgente y universal. Urgente por la velocidad con que se multiplican población, estragos ambientales y pobreza. Universal porque la Tierra es de todos quienes la poblamos hoy y la habitarán mañana. Ergo, la tarea exige participación cooperativa de todos: naciones-Estado, autoridades, organismos (OIGs y ONGs), empresas y sociedades civiles.

Algunos gobiernos emiten normas para que en sus países las actividades humanas no alteren el medio. OIGs y ONGs aportan proyectos, dinero, trabajo y asistencia técnica con igual objeto. Varias empresas hacen frente a esa responsabilidad por convicción. Numerosos ciudadanos se abstienen de conductas perjudiciales y participan en programas comunitarios. Existen acciones loables, pero aisladas e insuficientes y sus resultados son insignificantes ante la magnitud del problema, sobre todo en áreas subdesarrolladas.

Es frustrante, porque existen múltiples recursos e innovaciones para proteger y restaurar el medio ambiente; métodos para crear fuentes renovables de energía, sustituir elementos tóxicos, reciclar y dar durabilidad a materiales; la ciencia médica y la industria químico-farmacéutica producen fórmulas para ejercer o inducir paternidad responsable; se dispone de mecanismos para aliviar la pobreza, y opera vasta red de información que facilita la difusión y aplicación de métodos de administración de la naturaleza.

Los mecanismos internacionales de colaboración son incompetentes para luchar contra las cuatro plagas que, cual jinetes del Apocalipsis, atañen a la humanidad entera: crecimiento demográfico, miseria, destrucción del medio y violencia, pues lo que sucede en un lugar algún día se refleja en otros, sin importar latitud, grado de pobreza u opulencia, y al final en todos.

Habitamos la aldea global: la tenemos que cuidar y enriquecer. La comunidad planetaria se debe reorganizar e instaurar el sistema que ordene la sociedad humana y la capacite para lograr desarrollo sustentable equitativo, en los términos que sugiero aquí.

 

  1. Funciones del Estado

 

La causa final o designio de los hombres es su propia conservación y lograr vida armónica. Con esa intención crean el Estado, el Leviatán, para que controle las pasiones naturales e imponga restricciones, asegura Hobbes.[176]

¿Cuánto debe intervenir el Estado en la vida de una sociedad?

La cuestión desata controversia maniquea entre devotos del intervencionismo y del liberalismo, mencionada con otro enfoque en Capítulo 17.

El primero levanta barreras que impiden, estorban y distorsionan el juego de las fuerzas del mercado y provoca desequilibrios, retrasos y malformaciones, que coartan el desarrollo. El desarrollismo mexicano y el socialismo soviético son pruebas contundentes.

El segundo demuele tales barreras y deja que las fuerzas del mercado regulen el equilibrio, por un proceso semejante a la homeostasis. Mas su aplicación indiscriminada agudiza los darwinismos social y geográfico descritos.

La solución no ha de encajonarse en esas alternativas. Cada país es singular y soberano y tiene posibilidades particulares infinitas. La acción gubernamental puede ser desde moderada en sociedades maduras, hasta intensa en las más rezagadas, que necesitan organizarse y administrarse para resolver carencias y dificultades. Su graduación depende de las circunstancias y posibilidades de cada caso.

Algunos deberes del Estado le son inherentes: defender el territorio; preservar la soberanía; emitir leyes; vigilar que se respeten; crear instituciones; regular su funcionamiento; fomentar la cultura; administrar los recursos de la nación; promover la inversión, y auspiciar bienestar-bienser de la población.

Max Weber le asigna cinco funciones básicas: legislativa, policía, justicia, administración y militar (defensa de la soberanía).[177] Su mano visible ha de estar preparada siempre para cumplir con ellas e intervenir en emergencias. La discusión aflora cuando se trata de la facultad que le corresponde en la conducción de la mano invisible de la economía, que no lo es tanto, sostengo atrás.

En ningún caso la libertad debe ser absoluta, asevera Mansfield, porque “a pesar de sus muchas ventajas, el sistema de precios sufre limitaciones. Debido a que tales limitaciones son tanto prominentes como bien conocidas, nadie cree que pueda confiársele al sistema de precios, abandonado a sus propias inclinaciones, que resuelva todos los problemas económicos básicos. En una dimensión considerable, el papel del gobierno en la economía se ha desarrollado como respuesta a las limitaciones del sistema de precios.”[178]

Aún en el esquema más liberal posible el Estado tiene que orientar, supervisar e intervenir con eficiencia, flexibilidad y eficacia en el funcionamiento de la sociedad, auxiliado por un sistema de planificación idóneo, efectivo.

No tiene por qué haber contradicción entre liberalismo y planificación, queda aclarado en Capítulo 14.

La esencia del plan es predeterminar:

  • Filosofía y cultura: ¿quién es el país, cómo piensa y actúa?
  • Propósito: ¿qué anhela ser?
  • Aptitudes y vocación: ¿qué sabe, desea y puede hacer?
  • Recursos: ¿de qué dispone?
  • Objetivos y metas: ¿qué y cuánto pretende alcanzar?
  • Estrategias, políticas, tácticas: ¿qué debe hacer, para qué, cómo, dónde, cuándo, cómo repartirá los beneficios?

Si se brindan respuestas sensatas y realistas hay probabilidades de lograr resultados positivos. Ignorar propósito y objetivos origina confusión. Desconocer aptitudes provoca ansiedad. No saber con qué recursos se cuenta genera impotencia. Carecer de plan auspicia desorden, extravío, fracaso, frustración y angustia.

El plan ha de cubrir cuatro aspectos.

Conocer a la sociedad en conjunto y cada una de sus partes; determinar interrelaciones y reacciones; localizar y cuantificar recursos, fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas. Encontrar, clasificar, concentrar y distribuir información. Formular taxonomía. Determinar propósito, filosofía, cultura y recursos.

Formular el plan en sus tres modalidades: táctico, estratégico y reforma institucional; definir objetivos, estrategias, programas, políticas y tácticas adecuados a las aptitudes, vocación y recursos disponibles; formular proyectos para aprovechar fortalezas y oportunidades, corregir debilidades y eludir amenazas,

Ejecutar acciones para impulsar crecimiento económico y evolución cultural, según objetivos buscados y recursos disponibles. Tomar decisiones que activen el desarrollo sistemáticamente, a largo plazo.

Controlar el funcionamiento del plan, evaluar resultados y retroalimentar el sistema.

Las expectativas de triunfo son mayores y más realistas que en el pasado porque los gobiernos disponen de instrumentos precisos para planificar; capital, tecnología y mercados están abiertos a todo mundo; sociedades e individuos poseen mayores conocimientos y se encuentran mejor informados, y los agentes económicos tienen ante sí un panorama trasparente —o menos turbio— que les permite eludir fallas e imperfecciones de mercado.

La labor es ardua y delicada, porque los conglomerados son plurales y complejos; el globalismo ha restado a los gobiernos injerencia en la economía y poder de acción, al tiempo que están presionados por exigencias sociales locales y por la comunidad internacional; las empresas se enfrentan a competencia despiadada y contrincantes poderosos, y los individuos están mejor informados, en condiciones de trabajo más exigentes, con necesidades más refinadas y son muy selectivos. Es imprescindible tener en mente las limitaciones, pero no desanimarse.

Naciones que no se modernizan, no se ponen al corriente ni siguen el ritmo del progreso se estancan o retroceden y se vuelven campo propicio a explosiones políticas y sociales.

La planificación no se propone restringir la actuación de gobiernos ni de particulares. Tampoco modificar naturaleza ni características de la sociedad, sino aprovecharlas y adecuarlas a las circunstancias y condiciones del mundo real. Su razón de ser es el desarrollo humano, lo cual acarrea modernizar a la sociedad, entendido como adaptarla a las condiciones reales imperantes en el mundo, bajo el principio de que la naturaleza sólo puede dominarse si se le obedece. Hay que inducir la evolución de la cultura, expandir el potencial productivo a ritmo sostenido y vigilar que cristalicen en bienestar-bienser social.

El plan ha de ser guía y dirección de la toma de decisiones y coordinar la actuación de los miembros de la comunidad, con ayuda de información, colaboración, apoyo y control. Tiene que diseñarse de acuerdo con la sociedad civil de cada lugar.

Hay que poner mucho cuidado en no repetir errores del pasado. Cuando la moda era promover el desarrollo los gobiernos formulaban planes dizque con ese fin. Pero Urquidi asevera en 1962: no son “sino una aspiración imprecisa de elevación del nivel de vida —como si un ejército declarara que tuviera una «política de vencer al enemigo» en vez de un plan estratégico y el ordenamiento de los medios para llevarlo al éxito.” Son “«planes de gobierno» en que se hace mucho hincapié en las inversiones del sector público y se consider[a] que su enumeración constituye un programa de desarrollo económico —como si un ejército pretendiera ganar una guerra publicando una lista del material bélico que posee y del que va a adquirir.”[179]

Enseguida advierte: “un programa de desarrollo económico no puede ser ni la adopción de un objetivo sin precisar los medios que se van a emplear para alcanzarlo, ni una enumeración desarticulada de elementos materiales (por más «jerarquizados» que estén) sin indicación de objetivos.”[180]

La situación no ha cambiado: los gobernantes de países subdesarrollados formulan promesas infundadas, objetivos imprecisos, listas de proyectos deshilvanados, sin visión sistémica, relaciones de gastos y otros datos inútiles correspondientes a un plazo dado —sexenio en México— en lo que titulan programa de gobierno, plan nacional de desarrollo o algo equivalente, cuya función es cosmética para cumplir el requisito o demagógica para impresionar a la ciudadanía.

La improvisación, superficialidad, estrechez de horizonte e ineficacia de las políticas de desarrollo ya no tienen cabida. Se requiere que se finquen en ciencia, tecnología, previsión, organización, dirección, coordinación y control. Nada puede dejarse al azar. Quienes elaboran y operan dichas políticas han de ser cuidadosos y responsables.

Es crucial tomar la planificación en serio y especificar objetivos y caminos para eludir las amenazas, aprovechar las fuerzas de la globalidad, elevar el bienestar-bienser y distribuirlo con equidad.

Tales caminos son las funciones básicas del Estado:[181]

  1. Fomentar y orientar la cultura.
  2. Establecer marco legal, institucional y electoral.
  3. Defender soberanía y mantener ambiente de paz y seguridad.
  4. Regular fenómenos demográficos.
  5. Administrar, proteger y restaurar el medio ambiente.
  6. Promover desarrollo económico y estabilidad monetaria.
  7. Corregir fallas de mercado.
  8. Favorecer equidad distributiva.
  9. Proveer bienes públicos y servicios básicos.
  10. Coordinar relaciones internacionales.

El orden no implica jerarquía. Cada una es relevante. Todas se interrelacionan en el gran sistema-sociedad: deben contemplarse con el enfoque sistémico que reitero a lo largo de esta obra. Todas han de fundamentar el plan nacional y los regionales o estatales.

Adelante describo el procedimiento que podría seguirse para dilucidar tres cuestiones: dilema cultural, dilema político y dilema económico, atenazados por los retos demográfico y ecológico. Las funciones especificadas son marco de referencia de los capítulos que siguen.

 

Cuarta parte

Dilema cultural

 

  1. Enriquecer la inteligencia colectiva

 

El dilema cultural estriba en ¿cómo enriquecer la inteligencia colectiva? Corresponde a la función de Estado 1. Fomentar y orientar la cultura, enunciada en el capítulo anterior.

Cultura es todo lo que distingue a una nación: principios, valores, conocimientos, ideas, religión, creencias, usos, costumbres, leyes, régimen político, instituciones, actitudes, tecnología, símbolos, objetos, lenguaje. Herencia social, la llama Linton.[182] “Parte del ambiente hecha por el hombre,” le dice Herkovits.[183] Para Freud es “todo aquello en que la vida humana ha superado sus condiciones zoológicas y se distingue de la vida de los animales.”[184]

No es algo definitivo, terminado, estático, inalterable.  Al contrario, se halla en constante renovación

En este ensayo en cultura englobo aspectos étnicos, psicológicos, educativos, derechos humanos y medios de comunicación. La distingo de lo económico y lo político.

Resolver el dilema cultural implica inducir, promover y orientar metamorfosis cultural para fortalecer y enriquecer la inteligencia colectiva —infraestructura del mundo contemporáneo, según Lévy— sin alterar, reformar ni sustituir la herencia social propia, con el propósito de hacer frente con éxito a las exigencias de la globalidad.

La cultura hegemónica de México, la oficial, es legado del pasado autóctono y colonial, nutrido por vivencias decimonónicas y contemporáneas. Se apega a patrones occidentales, con influencia de España, Francia y EUA.

 

  1. Culturas indias[185]

 

El legado autóctono lo aportan unas 300 tribus procedentes del norte, que a partir de c. 2000 a.C. se esparcen por el hoy territorio mexicano. La olmeca es precursora, c.1200 a.C., a la que siguen teotihuacana, tolteca, zapoteca, maya y azteca o mexica entre otras. Constituyen “variedad de naciones, lenguas, culturas y manifestaciones artísticas,” apunta Paz, que “presentan instituciones políticas similares, organizaciones sociales análogas y cosmogonías emparentadas. […] Todas ellas comparten ciertas ideas y creencias […], unidad en espacio y continuidad en el tiempo, desde el primer milenio antes de Cristo al siglo dieciséis.”[186]

La sociedad prehispánica se clasifica en estamentos, señala Carrasco.[187] En el superior se hallan reyes, señores, caciques y nobles. En el inferior, los maceguales, “la mayoría de la población indígena,” indica Gibson,[188] con dos categorías: propietarios que trabajan por su cuenta y subordinados a la clase alta, equivalentes al concepto europeo de siervos y esclavos: son los indios de los indios, la clase oprimida.

Los conquistadores procuran imponer su cultura; pero ante la abundancia de nativos, protegidos por frailes, transigen en que mantengan costumbres y formas de organización propias, adaptadas a patrones de la metrópoli.

“Los derechos de los indígenas, aunque disminuidos por un paternalismo que los consideraba menores de edad, fueron reconocidos en las Leyes de Indias,” informa Villoro.[189] Se les confina a repúblicas de indios, donde se preservó parte de la especificidad de las viejas culturas.

Aún así “los europeos proyectaron una imagen de tales pueblos como inferiores, «incivilizados,» y mediante la fuerza de la conquista lograron imponer esta imagen a los conquistados,” desprecio que “inflige una herida dolorosa, que causa a sus víctimas un mutilador odio a sí mismas,” piensa Taylor,[190] que prevalece en el siglo 21º, vale añadir.

Nueva España es sociedad multirracial: allí convergen indios, españoles-americanos —europeos, criollos y mestizos legítimos (nacidos dentro de matrimonio)— y negros, introducidos “para el laboreo en las minas y el trabajo en los cultivos de caña de azúcar […,] para resolver los problemas que causaba en lo moral y en lo económico el trabajo de los indios,” menciona Lira.[191] A fines de siglo 16° hay 1.5 millones de indios, 100,000 españoles-americanos y 30,000 negros. Componen castas semejantes a los estamentos originales.

 

  1. Herencia colonial

 

Comprender la herencia española exige referirla al siglo 16º, cuando el colonialismo europeo persigue incrementar el comercio, explotar recursos humanos y físicos en otros territorios y disponer de posiciones militares estratégicas.

Se practican dos tipos de colonización: feudal y capitalista. Gazol Santafé los describe así: “el coloniaje español es del siglo XVI, mientras que el coloniaje sajón y nórdico en general es preponderantemente de los siglos XVIII y XIX. […] La España del siglo XVI se proyectaba en tierras de América. Por lo contrario, Francia e Inglaterra de los siglos XVIII y XIX proyectaban a las colonias su burguesía triunfante.”[192]

Los hispanos imponen el catolicismo oscurantista, paternal y limitativo de la edad media. Sus posesiones se localizan en zonas tropicales, donde clima, recursos naturales y humanos son propicios para explotación primaria. Se avecindan y mezclan con los naturales. Implantan el mercantilismo de tierra adentro —así lo llama Lagunilla Iñárritu— “inclinado más a la explotación interna agropecuaria y minera que al comercio marítimo.”[193] Extraen materias primas, oro y plata para enviar a la metrópoli y se surten de manufacturas españolas. Devienen importadores netos.

Los británicos ocupan territorios dentro y fuera de trópicos y aplican criterios diferentes. En posesiones extratropicales inmigran con familias; aportan su cultura de siglos 18° y 19°; infunden el pragmatismo protestante, que según Max Weber ha “revelado siempre una singular inclinación hacia el racionalismo económico.”[194] Implantan estructuras capitalistas, con actividades de alto valor agregado. Son exportadores netos y acumulan riqueza. Se ubican al norte —Canadá y EUA— y sur —Australia y Nueva Zelanda— que se integrarían al primer mundo. En zonas tropicales explotan recursos del suelo y a los aborígenes, les surten bienes industriales y las convierten en importadores netos. Serán subdesarrolladas: India, Pakistán y Kenya.

Los indios ocupan sitio relevante en la vida colonial de México porque los conquistadores no los aniquilan. En siglo 16º sobreviven los 1.5 millones citados, a pesar de epidemias, maltrato, hambre y matanzas, frente a 5 millones que había cuando invaden.[195]

Los territorios británicos fuera de trópicos tienen conglomerados pequeños de nativos nómadas, que no protagonizan papel destacado. Los tropicales se mantienen rezagados, por desventajas geográficas, organización feudal y abundante población nativa.

 

  1. Indigenismo y marginación

 

“La suerte de los indios en México empeoró tras la Independencia. Y luego para mayor vergüenza de nosotros, la Constitución mexicana fue concebida a espaldas de las comunidades indígenas. Se les olvidó. Se les condenó a la muerte legal. Se les obligó a asimilarse a una […] tradición, a una sociedad y a una cultura ajenas,” comenta León Portilla.[196]

Al comenzar siglo 20° la población se forma de mestizos, 50%; indios, 35%; criollos, 10%, y extranjeros, 5%, consigna Molina Enríquez.[197] No menciona negros, quizá porque se asimilan a otras castas y los de raza pura no constituyen clase relevante.

Este autor exhibe la inclinación monocultural de esa época y vaticina que el mestizaje se impondría “como grupo político y como grupo social.” Aconseja que “siempre que sea necesario […] reproducir las formas humanas […] se imponga la obligación de elegir las de nuestra raza dominante,” y añade: “el elemento indígena será el que resista menos, porque para él siempre es superior y mejor el mestizo.”[198]

Stavenhagen observa: “el proyecto de nación fue definido por las élites (sic) mestizas y criollas a su retrato e imagen.” La denomina comunidad inventada.[199] Se inspiran en los principios de las revoluciones americana y francesa —libertad, igualdad, fraternidad— que no contemplan diferencias entre personas.

La Constitución mexicana de 1917 tampoco reconoce ciudadanos desiguales ni por tanto culturas diferentes. Se inspira en la de Estados Unidos de América (EUA), que busca “evitar que las «facciones» —particularmente intereses económicos de clase o del capital— impusiesen su voluntad a través de la legislación en detrimento de «los derechos de otros ciudadanos o de los intereses permanentes o agregados de la comunidad,»” expresa Madison.[200]

Los forjadores de la patria clonan el esquema —incluso su nombre: Estados Unidos Mexicanos— con la intención de crear una comunidad nacional unitaria donde se divida y disperse el poder. Kymlicka lo denomina federalismo territorial. Lejos de reconocer diversidad de culturas, busca unificarlas.[201]

Durante buen tramo de siglo 20° el indigenismo intenta resolver el problema indio —así lo denominan. Se concibe como teoría, ideología y política de gobierno. El presidente Lázaro Cárdenas dogmatiza: “nuestro problema indígena no está en conservar «indio» al indio, ni indigenizar a México, sino en mexicanizar al indio.”[202] Esto es, insertarlo en la comunidad inventada.

Caso, principal exponente de la corriente, plantea: hay tres millones de mexicanos que hablan lenguas indígenas, recluidos en regiones remotas y aisladas, en suelos pobres, inútiles, sin capital ni tecnología. ”México no puede optar por otra vía: hay que incorporar las comunidades indígenas a la gran comunidad mexicana; transformar estas comunidades llevándoles lo que ya existe en otros poblados del país.”[203]

La fórmula refrenda el paternalismo colonial: considera menores de edad a los indios. Hace reconocimiento engañoso de sus culturas: por un lado las exalta; por el otro propone sustituirlas por la oficial, la mestiza; imponer normas y criterios del segmento hegemónico, y efectuar la mexicanización de los indios que receta Cárdenas, quien no lo aborda como tema crucial; no lo plasma en programa de largo alcance; no especifica objetivo. Lo asocia a proyectos sexenales de su gobierno —reforma agraria, política agrícola, obras públicas, educación, salud— y concede paliativos asistenciales a algunas comunidades.

    Aguirre Beltrán opina: “el indigenismo no es una política formulada por indios para la solución de sus problemas, sino la de los no indios respecto a los grupos étnicos heterogéneos que reciben la general de nación de indígenas.”[204]

Montemayor es elocuente: “a través de educación y de los recursos oficiales impulsados por nuestros grandes indigenistas hemos querido ayudar a estos pueblos a que dejen de ser ellos mismos, porque abierta o veladamente creemos que no deben seguir siendo lo que son. […] Elogiamos la cultura prehispánica pero descalificamos o desconocemos a las culturas indígenas actuales. Aplaudimos al indio histórico, pero no al indio real y actual.”[205]

El fracaso es patente: los pueblos indios se anquilosan o extinguen; son detalle folclórico para solaz de antropólogos, ONGs y turistas, pretexto de lucha social e incluso negocio redituable para Marcos y su Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que menciono adelante.

El indigenismo encaja en el criterio de Hauser et. al.: la cultura india y la herencia colonial constituyen barreras personales y culturales que se oponen al desarrollo.[206]  Se antoja oprobioso en este país de raigambre aborigen. No obstante, es útil para reflexionar sin pasión, con enfoque científico, en busca de conclusiones válidas.

 

  1. México multicultural

 

En el territorio mexicano cohabitan una nacionalidad dominante y varias minoritarias, piensa Villoro. Los países con unidad cultural absoluta son excepción. Suelen ser mezcla y superposición de culturas con influencias mutuas.[207] Para Kymlicka “un país que contiene más de una nación no es un estado-nación, sino un estado multinacional en el que las culturas más pequeñas constituyen «minorías nacionales.»”[208]

Asalta la duda: ¿cómo interpretar nacionalidades minoritarias y minorías nacionales?

    Para Villoro: “un grupo que comparte una misma cultura podrá calificarse de «nación» o de «minoría» dentro de una nación más amplia. El término genérico de «pueblo» podría emplearse entonces para hablar de ambas.”[209] Visto así, México se compone de una nación hegemónica, más 62 pueblos indios y multitud de comunidades mestizas y ladinas marginadas, que preservan costumbres ancestrales. Forman varios Méxicos, desde el ángulo étnico.

La comunidad mundial admite que los grupos autóctonos no gozan de derechos humanos en igual grado que las poblaciones hegemónicas. En 1989 Organización Internacional del Trabajo (OIT) expide Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, para atender el problema.[210] México lo suscribe y en 1992 incorpora su espíritu al artículo 4° de la Constitución: “la Nación mexicana tienen una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas y garantiza el respeto de sus culturas.”[211]

En 1994 grupo minúsculo de indios se levanta en armas en Chiapas, declara la guerra al gobierno federal y se posesiona de 30 de sus 118 municipios, que declara autónomos. Se denomina Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), acaudillado por un blanco encapuchado, que se hace nombrar Subcomandante Marcos.[212] El acontecimiento sacude la conciencia del México privilegiado, provoca conmoción política e influye en la crisis financiera de diciembre de ese año.

Montemayor arguye: “el país ha vivido, sin saberlo quizás la mayoría de los mexicanos, en una lucha guerrillera casi ininterrumpida a lo largo de por lo menos treinta años: desde 1965, [… porque] los levantamientos armados populares, y fundamentalmente campesinos, no tienen un brote súbito y repentino; […] poseen una gran resistencia que a lo largo de siglos se ha mostrado como uno de sus rasgos distintivos.”[213]

Hernández Navarro destaca que las rebeliones sociales “se diferencian de las tradicionales movilizaciones por la tierra o la lucha contra la pobreza […] en que tienen como eje de acción central reivindicaciones étnicas. Sus actores se asumen ya no como campesinos sino como indios. Sus organizaciones […] se han transformado de agrarias o económico-pro-ductivas en etno-políticas. […] Presionan por su reconocimiento político diferenciado, como sujeto colectivo, y no solamente por el acceso individual a los derechos ciudadanos.”[214]

Taylor lo entiende así: “la democracia desembocó en una política de reconocimiento igualitario, que adoptó varias formas al paso de los años, y que ahora retorna en la forma de exigencia de igualdad de status para las culturas.” La necesidad de reconocimiento “es una de las fuerzas que impelen a los movimientos nacionalistas en política.”[215]

Lo anterior aconseja colocar junto al derecho de igualdad el de ser diferente: de elegir entre culturas diversas. Lo avala Villoro: “un Estado plural supone tanto el derecho a la igualdad como el derecho a la diferencia. Igualdad no es uniformidad; igualdad es la capacidad de todos los individuos y grupos de elegir y realizar su plan de vida, conforme a sus propios valores, por diferentes que éstos sean. En lugar de buscar la homogeneidad, respetar por igual las diferencias.”[216]

Young considera que la igualdad genuina requiere afirmar diferencias grupales, porque los grupos excluidos por causas culturales están en desventaja de cara al proceso político y tienen necesidades particulares que sólo se pueden satisfacer mediante políticas diferenciadas.[217]

Kincheloe et. al. advierten: “la diversidad se convierte en algo intrínsecamente valioso y deseable de por sí hasta el punto de que se le da un carácter exótico y fetichista.” Recomiendan rechazarla como objetivo y buscar “una diversidad que entienda la diferencia de poder cuando sea conceptualizada dentro del marco de un interés más alto por la justicia social.”[218]

En 2001 se emite Reforma constitucional en materia de derechos y cultura indígena, donde se estipula que México es nación multicultural y se concretan principios que sirvan para promulgar leyes federales y estatales que atiendan a los pueblos indios. Constituye plataforma para erigir medios legales que hagan efectiva y funcional la coexistencia y relaciones entre nación hegemónica y pueblos indios. Al admitir la diversidad cultural se abre la puerta para conceder a los pueblos indios autonomía y libre determinación, derecho de gobernarse por sí mismos, conservación y fortalecimiento de sus culturas y fomento de su desarrollo.

 

  1. Reconocimiento igualitario

 

La diversidad ecológica —variedad de especies complementarias de plantas y animales— constituye riqueza vital de la naturaleza. De ella dependen su fortaleza, estabilidad y desarrollo. Esa característica se proyecta a sociedades humanas como diversidad cultural, que enriquece la herencia social, ayuda a comprenderla y perfeccionarla.

Lo anterior aconseja preservar las costumbres autóctonas, sin discusión. El lío surge cuando son obstáculo para aprovechar innovaciones tecnológicas y administrativas o las comunidades se aíslan o mantienen actitudes sociales inconvenientes, por apegarse a la mezcla de creencias primitivas con catolicismo medieval oscurantista, paternal y limitativo y aplican procedimientos anticuados de producción.

Se ha de aceptar, con enfoque técnico, no emotivo, que existen “instituciones culturales indígenas en las que se reflejan parcialmente […] valores que pueden ser un impedimento para el desarrollo económico. Si no existen fuerzas vigorosas que impulsen hacia la modernización, ciertos aspectos de culturas tradicionales serán enemigos de cambios económicos. […] La poca importancia que se da a lo material y al presente, en contraste con lo esotérico, lo espiritual y las cosas del otro mundo, apenas si estimulan a las personas al trabajo intenso,” como sostienen Pepelasis et. al.[219]

Esta realidad impide el progreso de dichos grupos, que no reciben beneficios del avance, fragua su retroceso y entorpece el desarrollo nacional, con impacto expansivo, porque la sociedad es “la unidad primaria en la lucha por la existencia. Los hombres se enfrentan a la naturaleza no como unidades independientes, sino como miembros de grupos organizados en forma cooperativa,” sentencia Linton.[220]

Reto mayúsculo para Estado y sociedad civil es incorporar indios, mestizos y ladinos[221] a patrones de vida contemporáneos, sin destruir la riqueza de sus tradiciones, sino aceptarlas, engrandecerlas y aprovecharlas como diversidad cultural que sustente la estabilidad y desarrollo de la sociedad mexicana.

Para dilucidarlo conviene distinguir civilización de cultura, como lo hace Braudel. Civilización es “conjunto de conocimientos técnicos y de prácticas, una colección de medios para actuar sobre la naturaleza; [… lo que] un grupo de hombres ha conservado y transmitido, de generación en generación, como su bien más preciado.” También acumula y difunde su cultura, formada de “principios normativos, de valores, de ideales; en una palabra, por el «espíritu.»”[222] El mensaje es: hay que inculcar civilización contemporánea, sin adulterar la cultura.

Respetar pluralidad no equivale a otorgar canonjías discriminatorias o patrocinar minorías de excepción. La libertad de cada quien de afiliarse a cierta cultura no es motivo para que se le recompense. Sería como a acogerse a una cultura sólo para merecer premio.

Tampoco debe ser pretexto para conflictos ni enfrentamientos.

Admitir el multiculturalismo es faceta de la metamorfosis cultural. Intervienen consideraciones referentes a identidad y dignidad de personas y asociaciones. Estriba en inculcar en cada individuo y en la conciencia colectiva valores de las culturas existentes; respetar identidades personales y grupales, y desarrollar aspiraciones y capacidades.[223]

Taylor lo llama reconocimiento igualitario, que “no sólo es el modo pertinente a una sociedad democrática sana. Su rechazo puede causar daños a aquellos a quienes se les niega.”[224] Las culturas autóctonas y marginadas se estancan o descomponen por rechazarse o proscribirse. “Si queremos comprender la íntima conexión que existe entre la identidad y el reconocimiento tendremos que tomar en cuenta un rasgo decisivo de la condición humana: […] siempre definimos nuestra identidad en diálogo con las cosas que nuestros significantes desean ver en nosotros, y a veces en lucha con ellas.”[225]

El indigenismo utiliza el monólogo: asigna valores sin atender al sentir de las partes. Hace falta el diálogo que permita conocer, comprender y respetar costumbres, dignidad e identidad de los grupos.

Al emerger EZLN en 1994 se pone de moda el tema rezago, discriminación y explotación de los indios. Sus carencias son graves, en efecto; pero se exagera su cobertura. En 2000 la población mayor de cinco años que habla lenguas autóctonas suma 6.3 millones —6% del total— de los que 85% también saben español, según Censo de ese año. Su peso relativo se merma cada día, pues eran 35% al inicio de siglo 20°.

Por lo demás, son cifras engañosas. El hecho de que conserven “sus lenguas tradicionales no significa rechazo o aislamiento de la cultura moderna. A la vez indígenas que hablan castellano y usan vestido europeo bien pueden seguir pautas de vida indígena,” opina Sodi.[226]

El verdadero cáncer social es el conjunto de 38 millones de personas que viven en la miseriapobreza extrema, según nomenclatura gubernamental— mal degenerativo hereditario que avanza inexorable. El medio rural alberga 6 millones de indios y 19 millones de ladinos y mestizos que por prejuicios socioeconómicos, más que raciales o culturales, se denominan indios y son despreciados, explotados, engañados y excluidos, aun cuando presenten signos de raza blanca.

No se les arrincona por indios, sino por su estructura social arcaica, aislamiento, acelerada multiplicación demográfica, técnicas rudimentarias, descalificación laboral y miseria.

Reconocer culturas autóctonas no es panacea que automáticamente incorpore grupos estancados al desarrollo. Tampoco lo son los levantamientos armados. Es urgente crear mecanismos para sacarlos de su aislamiento y postración social, inextricablemente ligados. Al mismo tiempo, se debe evitar el sesgo discriminante que busca privilegiar a 6 millones de indios y desamparar a 19 millones de mestizos y ladinos que conservan costumbres arcaicas, pero se ignoran como pueblos. La planificación debe abarcar el todo.

Se tienen que analizar características y circunstancias de Las comunidades marginadas; su interdependencia; el entrecruce de líneas de poder, dominación y subordinación; descubrir causas, motivaciones y consecuencias, y con esa base formular principios, políticas y líneas de acción pertinentes, de acuerdo a requerimientos y posibilidades reales. Hay que aceptarlas, respetarlas, entenderlas y convivir con ellas en plano de igualdad, sin discriminarlas, despreciarlas, abusar de ellas ni ignorarlas. Parece utópico en horizonte corto; es imperativo en el lejano.

El propósito es que individuos y comunidades afiancen su identidad, recobren su dignidad, sean auténticos y se conviertan en seres capaces, autosuficientes, colaboren al desarrollo local y nacional y se beneficien de él. Las reivindicaciones étnicas y sociales brindan a individuos y grupos el medio para descubrir esa identidad, que Taylor considera “interpretación que hace una persona de quién es y de sus características definitorias fundamentales como ser humano.”[227] Adelante amplío el tema. Reconocer culturas y su impacto en las identidades individual y colectiva son ingredientes indispensables para encauzar a la población hacia la ruta del bienestar-bienser.

Tales criterios deben sustentar el multiculturalismo. Lo importante es aplicar fórmulas viables, no fantasías inalcanzables, proyectadas a plazo largo: 2 ó 3 generaciones —30-45 años— el requerido para que se produzca la metamorfosis.

Existe vasta información para elaborar taxonomía y diagnóstico de pueblos marginados, que muestren características geográficas, demográficas, culturales, políticas y económicas de cada comunidad.

A partir de allí se determinarían modificaciones legales, institucionales y administrativas, en diálogo con cada comunidad, con el fin de crear condiciones apropiadas para el ejercicio de la igualdad, libertad e identidad, que se viertan en oportunidades equitativas.

Es tarea de los poderes legislativos y ejecutivos de la federación, Estados, municipios y comunidades, así como de las sociedades civiles.

 

  1. Complejo de inferioridad

 

¿Cómo influye la revoltura de culturas india, colonial y decimonónica en la personalidad del mexicano típico?

Para responder parto de que las sociedades subdesarrolladas padecen complejo de inferioridad, según Gual Villalbí,[228] que reafirma los círculos viciosos en que están atrapadas.

En psicología complejos se refieren “a estados de ánimo, a disposiciones del espíritu que son determinantes de actos individuales y colectivos en el medio social. […] Por consiguiente influyen en la situación, en la vida y desarrollo de los pueblos; son determinantes también de la evolución histórica, y ocurre que algunas veces no nos explicamos los accidentes que presenta esta evolución porque obedecen a esos móviles poco estudiados, no bien definidos, que son los complejos,” explica.[229]

A mediados de siglo 20° tres autores estudian el complejo de inferioridad en México. A pesar del tiempo trascurrido sus diagnósticos están vigentes, pues la conciencia social no se altera de manera sensible en tan breve plazo, insignificante en la vida de una nación. Los repaso y actualizo con opiniones contemporáneas.

Hablo de Octavio Paz, Santiago Ramírez y Samuel Ramos, quienes examinan dicho sentimiento en la individualidad del mexicano y en el agregado colectivo. Lo descubren en rasgos como machismo, recelo, desconfianza, formalismo, cortesía, susceptibilidad, resignación. Coinciden en que su origen es el choque de culturas producto de la colonización, sin haberse definido la identidad nacional.

“La identidad de un grupo social se basa en elementos culturales donde interactúan factores objetivos y subjetivos. Es el principio por el cual el ser humano fundamenta su entendimiento básico con el universo; es un conjunto de valores esenciales mediante los cuales la realidad se percibe en términos de prioridades, niveles secuenciales de acción y propósitos en la vida,” define Reyes.[230]

Para asimilar estas ideas recurro a Linton, quien aclara que hay estrecha relación entre la personalidad del individuo y la cultura de la sociedad de que forma parte. “La personalidad de todo individuo perteneciente a la sociedad se desarrolla y funciona en constante asociación. Las personalidades afectan a la cultura y la cultura afecta a la personalidad,”[231] conjunto de cualidades psíquicas, es decir, facultades racionales, percepciones, ideas, hábitos y reacciones emotivas condicionadas. La cultura se forja en la mente de los individuos; deriva de las cualidades de sus personalidades y su interacción. Recuérdese que Braudel la ubica en el espíritu.

Nadel argumenta: si “todo lo que puede descubrirse en la mente del individuo entra en su conducta social, las circunstancias sociales en que existe entran también en casi todos los hechos mentales individuales.”[232]

Estas aseveraciones dan validez a la relación que establecen Paz, Ramírez y Ramos entre personalidad individual del mexicano tipo y la identidad social, producto de la influencia de cada uno de sus miembros y viceversa.

Paz coloca a México en su adolescencia, época reflexiva de la vida cuando surge la pregunta “¿qué somos y cómo realizaremos lo que somos?” Arguye: “en ciertos periodos los pueblos se vuelven sobre sí mismos y se interrogan. Despertar a la historia significa adquirir conciencia de nuestra singularidad, momento de reposo reflexivo antes de entregarnos al hacer.” Asociado a la sensación de inferioridad yace el de soledad, que conduce a un laberinto del que hemos de buscar salida en busca de esa identidad, razona.[233]

“Las circunstancias actuales de México transforman así el proyecto de una filosofía mexicana en la necesidad de pensar por nosotros mismos unos problemas que ya no son exclusivamente nuestros, sino de todos los hombres. […] La Revolución mexicana nos hizo salir de nosotros mismos y nos puso frente a la Historia, planteándonos la necesidad de inventar nuestro futuro y nuestras instituciones. […] Vivimos, como el resto del planeta, una coyuntura decisiva y mortal, huérfanos de pasado y con un futuro por inventar. La Historia universal es ya tarea común. Y nuestro laberinto, el de todos los hombres,” continúa Paz.[234]

Esta reflexión, publicada en 1950, es tan apegada al presente como si se hubiere escrito hoy.

Ramírez analiza motivaciones psicológicas del mexicano, quien “tanto criollo como mestizo se encuentra ante un conflicto agudo de identificaciones múltiples y complejas, víctima de contradicciones de signo opuesto que necesariamente dejarán insatisfecha una forma de su personalidad.”[235]

Ramos afirma: “la formación de nuestro carácter a través de los siglos, ha sido un proceso discontinuo, impulsado por móviles inconscientes. El resultado de estas anomalías es que ha falseado nuestro destino y hoy marchamos desorientados, tratando de encontrar el verdadero rumbo de nuestra existencia. […] El problema de nuestra cultura no es tanto el de hacer obras, cuanto el de formar al hombre. […] Para cumplir este destino, es necesario, primero, librar a los mexicanos de los complejos inconscientes que hasta hoy han cohibido el desarrollo de su ser verdadero.”[236] También reviste actualidad.

En 1998 Alduncin y Asociados realizan encuesta para descubrir sentimientos del habitante de la ciudad de México.[237]

A la pregunta ¿qué tan satisfecho se siente consigo mismo? 52% de los entrevistados respondió mucho; 30% algo; 15% poco, y 3% nada.

¿Significa que se diluyó dicho complejo de inferioridad?

La inferencia es debatible.

Primero, la indagación cubre sólo la capital, área privilegiada, no la variedad de Méxicos en que se descompone el país.

Segundo, la autoestima varía en sentido inverso a la marginación del entrevistado. Lo confirma la encuesta: en el estrato más bajo sólo 31% respondió mucho a la misma pregunta. Es decir, la autoestima se deteriora en 21 puntos. Si se incluyeren comunidades rurales el promedio nacional sería menor a ese 31% y muy inferior en las excluidas.

Quizás el panorama sea más grave, por el prolongado receso con inflación de los ochentas, el impacto de la globalidad y el torbellino político del inicio de siglo 21°.

A la pregunta ¿qué tan satisfecho está con los logros alcanzados por México?, 11% de los interrogados declara mucho; 25% algo; 38% poco, y 26% nada. En el estrato inferior sólo 6% respondió mucho y 44% nada.

Las respuestas expresan desencanto respecto a logros de las dos décadas anteriores. “Quizá por ello se piensa que las principales instituciones y actores económicos retardan más que contribuyen al desarrollo de México,” deduce Alduncin Abitia.[238]

Los habitantes urbanos y en general quienes tienen cultura hegemónica encajan en la descripción de España hecha por Gual Villalbí: “los individuos tienen un sentimiento de recia personalidad, casi de altanería, hasta de orgullo, y sin embargo, como colectividad nacional sufren un complejo de inferioridad.”[239]

Altanería y orgullo nutren el machismo, rasgo de la idiosincrasia mexicana, exaltado en películas, canciones y telenovelas, recurso para disfrazar la inferioridad y ostentarse superior, que coexiste con naquismo, mezcla de ignorancia, mala educación, inseguridad y soberbia, observable en todos los estratos socioeconómicos.[240]

 

 

  1. Dinámica psicosocial

 

González Pineda rastrea en el mestizaje la semilla de los conflictos de la personalidad social y de la búsqueda de identidad nacional, con técnica freudiana.

Freud sintetiza en el id los instintos genéticos, inconscientes, primitivos del ser humano, que le dan energía pero carecen de organización y voluntad unificada. Superego representa a la autoridad, quien impone normas morales y éticas que reprimen los instintos primarios del individuo. Son fuerzas opuestas, por lo que se entabla lucha permanente entre id y superego. Ego es el ser consciente, cuya conducta y actuación están influidas por id y superego.[241]

González Pineda proyecta tales relaciones al comportamiento colectivo para interpretar la dinámica psicosocial del mexicano tipo.[242] En id engloba emociones colectivas, derivadas de las necesidades sociales: i.e. presión social. Superego corresponde a gobierno y ego a sociedad civil. Las aprovecho para interpretación propia.

México hereda civilización medieval que prevalece de la colonia al principio de siglo 20°. Se imprime en el superego; confunde al id; bloquea al ego, y crea cuadro social explosivo de frustración, angustia, inconformidad y resentimiento.

Los españoles inculcan en los indios sentimiento de inferioridad, que sumado a su miseria, provocan actitudes de autodesprecio y odio a sí mismos, que lacera y atrofia su id. Las elites mestizas no sólo conservan sino acentúan ese proceder.

El tránsito a capitalismo cataliza aquel sentimiento y la globalidad lo amplifica, auxiliada por los medios masivos de comunicación, que hostigan al ciudadano común con información que le hace consciente de su inferioridad, lo cual reafirma el complejo.

El id está tierno, pues la nación es joven: nace en 1821, al independizarse. Termina su lactancia en 1824, al constituirse en república. Tiene infancia tormentosa durante buena parte de siglo 19º, con respiro temporal durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911). Alcanza la pubertad en 1929, cuando se funda el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y se pacifica la nación. Entra a la adolescencia a mediados de siglo, al consolidarse el sistema político sustentado en el PRI. En 2000 parece llegar a la edad adulta. En Quinta parte lo detallo.

El superego —cuerpo político— está en maduración. Desde 1821 anda en busca de régimen democrático y republicano, acorde a la conciencia nacional, que no se ha concretado.

En los treintas, cuando el id alcanza la pubertad, se implanta presidencialismo autoritario que refrenda el paternalismo colonial, ejercido ahora por el Estado-benefactor, que sobreprotege al id, le imbuye espíritu de dependencia, incuba hijismo y trastorna el ego social. El mexicano reclama derechos sin aceptar obligaciones. Es subsidiario, indolente e insensible.

Gobiernos sucesivos establecen cada seis años sus reglas de juego, lo cual significa alternancia de superegos y bandazos de objetivos, rutas, estrategias y procedimientos, que impiden consolidar aprendizaje y experiencia. Es impedimento adicional para que el mexicano entienda quién es, se estime a sí mismo y defina qué busca, adónde va.

Las impresiones recibidas en 180 años de vida independiente, teñidas de consecuencias dolorosas por errores e imprudencias propias de la inmadurez, dan actualidad a las inquietudes de Paz, Ramírez y Ramos, quienes compendian que la nación anda en busca de identidad, porque la desconoce o no la acepta. Ni siquiera acepta su nombre legal: Estados Unidos Mexicanos, copiado al vecino rico. Se reconoce como México.

El ego “es predominantemente esquizoide, está fragmentado y obedece a la dinámica de sus múltiples identidades,” diagnostica González Pineda. Toda terapia o esfuerzo “para estructurarlo en mayor madurez y armonía, tienen que tender a procurar [… que tenga] experiencias consistentes, continuas, […] sin reacciones violentas o destructivas,” provocadas por el superego o el mundo externo.[243]

Signo distintivo de esta nación es su pobreza, falla sistémica que enquista el síndrome de subdesarrollo. Otro signo es la ignorancia, asido a la anterior, atribuible también al sistema. Ambas cualidades configuran diversidad de Méxicos, aquí desde el punto de vista socioeconómico.

El habitante rural asume identidad propia, que no corresponde a la oficial. La conciencia social en zonas marginadas —indias, ladinas o mestizas— no entiende de patria o nación; carece de sentido de solidaridad, responsabilidad compartida, respeto a formas de convivencia, disposición para trabajar en beneficio colectivo y en general de voluntad para participar en labores enfocadas al bien común. Reconoce sólo el espacio que habita, el tiempo presente y lucha por subsistir. Sólo le interesa que llueva a tiempo y levantar su cosecha.

Caso lo percibe así: el indígena que vive aislado “no se siente mexicano, no tiene el sentimiento de que forma parte de una entidad más vasta que su pequeña comunidad. Fuera de ella todo es hostil. Sólo dentro de ella encuentra simpatía, calor y comprensión.”[244]

Por si fuere poco, la población se cuadruplica entre 1950 y 2000 y amplía la confusión.

Tales vivencias delinean el contexto cultural de México: sus principios,  ética, moral, necesidades, hábitos de consumo, formas de organización, actitudes de trabajo, disciplina, sentido de responsabilidad y perspectivas ante la vida y la muerte, que no responden a una identidad concreta, uniforme, definida.

“Carecer de porvenir vislumbrado equivale […] a desconocer el sentido mediador de la historia. Las culturas se estancan, como en nuestro caso, en lo único que les queda: su identidad ilusoria, su imposibilidad de participar de la verdad, su inmovilidad a causa de la ignorancia. […] La población ignora en qué consiste una república, cuáles serían sus beneficios, las responsabilidades que entraña, sus limitaciones y alcances institucionales,” afirma Martha Robles.[245]

Con esa carga emocional labra su destino el mexicano. El trauma parece infranqueable, complicado por las confusiones derivadas de lo multicultural.

Al empezar siglo 21º el ego continúa extraviado, insatisfecho y frustrado. Ve el pasado con desilusión, el presente con desconfianza y el futuro con desesperanza.

La terapia es renovar y enriquecer la herencia social con experiencias consistentes, continuas, que aconseja González Pineda; es decir, mediante la metamorfosis cultural, apegada a objetivos, lineamientos y estrategias premeditadas, prudentes, organizadas; o sea, planificada.

 

  1. Energía mental

 

El complejo de inferioridad social está inserto en las conciencias individuales. Es producto de circunstancias y acontecimientos heredados de las épocas autóctona, colonial, decimonónica y contemporánea que desorientan e impiden tener identidad, lo cual nutre ese sentimiento.

Heilbroner piensa que las sociedades pobres lo son “porque son sociedades tradicionalistas, es decir, sociedades que no han desarrollado ni el mecanismo del mando ni del mercado.”[246]

Él mismo pregunta: “¿por qué continuaron siendo sociedades de tradición?” Responde: por su inercia social, la cual es “causa endémica de la baja producción por habitante, que yace en las actitudes sociales predominantes. […] La gente de una economía subdesarrollada no ha aprendido las actitudes «económicas» que genera la rápida industrialización. En lugar de ser agricultores conscientes de la tecnología, son campesinos apegados a la tradición. En lugar de ser obreros disciplinados, son trabajadores renuentes e inexpertos. En lugar de ser negociantes con la mente puesta en la producción, son mercaderes orientados hacia el comercio.”[247] Agrego: en lugar de adaptarse al globalismo se aferran a la tradición.

Tales actitudes impiden que se forje sentido de solidaridad, entendido por Linton como “unidad psicológica y emocional que asegura reacciones emotivas comunes y hace que el individuo esté dispuesto a sacrificar sus propios intereses por los de todos y a cumplir con su deber aunque no tenga quien lo vigile.”[248] En Capítulo 53 trato el tema.

Baran cree que “la tasa y la dirección del desarrollo económico de un país en un tiempo dado depende tanto de la magnitud como del modo de utilización del excedente económico.”[249] Dicho modo de utilización está supeditado a la conducta de los individuos, motivada por su cultura y conciencia social.

Lewis atribuye el desarrollo a voluntad de economizar y acumulación de saber, he citado. La primera se refiere a pautas de conducta y actitudes: hqos económico. La segunda a conocimiento técnico sobre cosas y seres vivientes, así como conocimiento social del hombre y sus relaciones con semejantes.[250] Agrego inteligencia emocional, tratada en Capítulo 5, producto del influjo de estados mentales volubles, inducidos por condiciones de salud, pasionales, temperamentales, climáticas y otras, donde intervienen medio físico, escolaridad, habilidades, ambiente social, disponibilidad de información y expectativas, que influyen en la toma de decisiones.

Hirschman considera que los países no aprovechan su potencial de desarrollo debido a que encuentran difícil tomar “decisiones de desarrollo. […] No se ven frenadas por obstáculos y escasez de recursos físicos, sino por el proceso de tomar decisiones.” Reduce todos los factores escasos a una deficiencia básica: la capacidad de tomar decisiones. Identifica como problema fundamental “generar y vigorizar la acción humana en cierta dirección.” Propone establecer mecanismos para generar decisiones inducidas.[251]

Estos autores atribuyen el rezago a la conducta humana, resultante de inteligencia colectiva pobre más sentimiento de inferioridad, que se reflejan en conciencia social frustrada y deprimida.

Así se cierra el círculo: el subdesarrollo económico subyace en subdesarrollo cultural y se refuerzan mutuamente.

¿Cómo convertir la inferioridad en algo constructivo?

México, como nación rezagada, debe asumir actitudes sensatas para asimilar los inevitables efectos de la globalización. Debe actualizar su cultura, mediante leyes apropiadas y acciones premeditadas que desarrollen el conocimiento y apuntalen la personalidad grupal, que se sustituyan conductas y hábitos inconvenientes por posturas y reacciones adecuadas a las exigencias del presente.

Se requiere aprovechar y canalizar la energía mental, que según Nadel determina la capacidad de actuar. Es semejante a la energía física: no se recibe del exterior, sino que la produce el cuerpo en movimiento. La generada en la sociedad existe antes de ponerse en marcha. Pero “como la acción social es acción recurrente, tienen que existir mecanismos sociales que hagan disponible la energía en el momento y situación en que aquella ha de ser activada.”[252] “El enlace de los hechos sociales mediante la actuación de la energía mental descansa esencialmente en los mecanismos de conversión, es decir, en mecanismos que transforman la experiencia en móviles de la conducta,” agrega.[253]

Tales mecanismos de conversión equivalen a motivaciones para encauzar fuerzas potenciales, inmanentes en la sociedad. La más obvia: infundir sentido de solidaridad que convierta el grupo en un todo funcional y dinámico que impulse el desarrollo.

Con este fin hay que inducir experiencias que enriquezcan la cultura, moralicen la conciencia colectiva y aprovechen las cualidades humanas en la acción, no en el discurso. Crear mecanismos de conversión que trasformen la experiencia en móviles de conducta positiva.

Como el comportamiento individual genera la energía de la sociedad, el proceso parte de inculcar —no imponer— en cada sujeto la inquietud socrática de conocerse a sí mismo, reflexionar, encontrar su identidad, liberarse de complejos y responder de lo que hará en el porvenir, para que trascienda a la colectividad. Hablo de infundir sabiduría, no manipular el pensamiento.

Corresponde al sistema de planificación proponer acciones para formar seres humanos capaces y responsables, que aprovechen su fuerza mental potencial y la aporten a la sociedad.

En el estilo de González Pineda la mecánica sería:

Quienes deciden el porvenir de la nación, los políticos, “tienen que saber qué es lo que el [ego] nacional quiere y hacia dónde va el país que representan; son los que interpretan y deciden sobre la realidad de su pueblo.” Su función es de superego terapéutico, sin perder su posición dentro de la realidad.[254]

El gobierno (superego) “tiene que mantener su misma actitud, su consistencia ante todas las identidades del pueblo, a pesar de la actuación de éste, muchas veces contradictoria.”[255] Su responsabilidad es establecer aparato regulatorio y ambiente propicio para que la sociedad genere movimiento y se supere por sus propias fuerzas. A medida que ella avanza lo hacen los individuos que la integran. A esto aspira la teoría de motivación humana de Maslow.[256]

Resalto el concepto motivación: significa canalizar la energía humana contenida en sus reacciones. Unas son conscientes, como aprender, trabajar, ahorrar, invertir. Otras son reflejas, como respetar las leyes, a los semejantes y la naturaleza, así como armonizar y cooperar con el grupo: adquirir sentido de solidaridad.

Estas opiniones confirman la necesidad de organizar y promover la metamorfosis cultural por medio de ordenamientos y acciones premeditadas, en busca de que el grupo y sus miembros estén dispuestos a prepararse, participar y colaborar en el desarrollo comunitario.

Freud considera que las experiencias de cada persona existen en su presente. Maslow enmienda: “debemos aprender que también el futuro existe en el individuo, en forma de ideales, expectativas, deberes, empresas, planes; potencial de reserva que pronto debe actuar; misión, azar, destino. […] En su mayoría, los hombres tienen una gran capacidad de creatividad, espontaneidad, solicitud hacia los demás, curiosidad, desarrollo continuo, habilidad de amar y ser amado, y todas las características de la gente autorrealizada.”[257]

Al proyectar la teoría maslowiana a la conciencia social se colige que el ego —sociedad civil— reacciona positivamente cuando el id —instinto detonado por las necesidades fundamentales— se encuentra satisfecho. Su desarrollo depende de la oportunidad de autorrealizarse, a su vez supeditadas al superego —acción gubernamental.

“Una persona que se comporta negativamente no está haciendo más que reaccionar ante la carencia que enfrentan sus necesidades fundamentales; una vez satisfechas estas urgencias comienza a desarrollar su verdadero potencial y se desplaza hacia un nivel óptimo de salud y normalidad en su calidad de ser humano,” afirma el mismo autor. El desarrollo de la persona se ha de fundar en su autorrealización, de acuerdo con los determinantes internos, externos y ambientales.[258]

El papel tradicional del Estado [superego] es imponer decisiones a los ciudadanos. El gobierno lucha contra el instinto social [superego versus id], afecta a la sociedad civil [ego] y provoca entropía mental.

El gobierno mexicano [superego] debe adelantarse al futuro; enterarse de las aspiraciones de los ciudadanos; pedir su participación, y formular propuestas conjuntas para corregir las deficiencias del sistema-país, impedir que escape la energía social, aprovecharla y encauzarla.

La sociedad civil [ego] debe comprender que los recursos son insuficientes frente a necesidades colosales; no existen remedios infalibles ni inmediatos, y debe trascurrir un plazo razonable, 30 a 45 años, para obtener resultados apreciables.

La cuestión crucial ¿cómo organizar la sociedad mexicana en el marco de la globalidad? implica saber qué desea el ego, cómo reacciona el id y definir qué hará el superego. Las respuestas se integran al plan, forma sensata de canalizar racionalmente la energía mental de la sociedad.

 

  1. Derechos humanos

 

El desarrollo de una nación se mide por la proporción de personas que gozan de bienestar-bienser, concebido como disfrute de derechos humanos, que Peces Barba define: “facultades que el derecho atribuye a las personas y a los grupos sociales, expresión de sus necesidades en lo referente a la vida, la libertad, la igualdad, la participación política o social, o a cualquier otro aspecto que afecte al desarrollo integral de las personas en una comunidad de hombres libres”.[259]

Su reconocimiento y respeto se perfilan como eje de libertad, justicia y paz en Gran Bretaña en 1689, al promulgarse Bill of Rights. Se consolidan con la guerra de independencia de EUA en 1776 y la revolución francesa de 1789. Se consagran en diciembre de 1948, con la Declaración universal de derechos humanos de ONU. El proceso lleva tres siglos en fragua y sigue activo. Va en su tercera generación.[260]

La primera generación contempla derechos civiles y políticos: respeto a la vida y libertad de la persona en todos sentidos. Aparecen en constituciones de varios países desde siglo 18º. Al Estado corresponde respetarlos y hacerlos respetar, como tarea activa, y como pasiva establecer marco legal e institucional que permita disfrutar de ellos.

La segunda generación se refiere a derechos sociales, económicos y culturales. Los recogen algunas constituciones, entre ellas la mexicana de 1917, y los reafirma la Declaración universal… citada. Son de realización progresiva, porque se satisfacen según posibilidades: se obtienen en la medida en que progresa la sociedad

La tercera generación cubre derechos de los pueblos. Se denominan de solidaridad, por referirse a un esfuerzo internacional. Arranca en 1976, cuando se proclama Declaración de los derechos de los pueblos en Argel. Se encuentra en instrumentación. Sus adelantos se subordinan a la coordinación y colaboración entre países.

Es obligación del gobierno hacerlos explícitos y garantizar su cumplimiento mediante estructura legal e institucional. Pero más importante es combatir incompetencia e ineficacia gubernamental, corrupción, impunidad, pobreza y crimen, que coartan que todo individuo tenga empleo digno, salario justo, ingreso suficiente, educación, alimentación, atención médica, vivienda, recreación y demás. Asimismo hay que avanzar en materia de democracia, que asegure elecciones limpias, participación ciudadana y trasparencia de la gestión pública.

Gozar de garantías es conquista de la gente y humanización del Estado. Su naturaleza y significado no es captado de manera automática por la conciencia individual ni colectiva. Se registran al vivirlas y ejercitarlas, y se convierten en convicción y hábito al interactuar todos los elementos involucrados en la mecánica de la sociedad. La educación y libre albedrío de las personas les induce a demandarlas y aprovecharlas. Es característica esencial de cultura.

El tema no ha de verse con enfoque pasional ni ideológico. Incumbe a la filosofía y sirve para discernir ¿qué es lo mejor para el ser humano?, ¿qué tipo de sociedad puede existir?, ¿qué clase de orden político es factible?, ¿qué organización económica es viable? Son cuestiones fundamentales para la elaboración e instrumentación del plan.

 

  1. Desarrollo del conocimiento

 

Anticipé que el dilema cultural estriba en ¿cómo enriquecer la inteligencia colectiva? y corresponde a la función estatal 1. Fomentar y orientar la cultura. Se resuelve con la metamorfosis de la cultura nacional; es decir, al evolucionar las estructuras de aprender, pensar y actuar, renovar el espíritu y actualizar principios, valores y estilos de vida.

Abultado segmento de la población mexicana vive en estado de ignorancia, pobreza y sumisión, que atrofian su personalidad y voluntad. Los motivos están expuestos a lo largo de este ensayo. Lo cataliza el autoritarismo gubernamental, ejercido como paternalismo/hijismo, en vigor desde siempre, que crea relación señor/vasallo, coarta la libertad del individuo y afianza el complejo de inferioridad colectivo.

Las acciones para inducir la metamorfosis se compendian en impartir educación, capacitación e información, que detallo luego. El proceso no es independiente ni espontáneo. Se liga a circunstancias políticas, económicas y sociales en forma circular.

Braudel lo vislumbra así: una civilización se encuentra “en función de una cierta redistribución del dinero. Las civilizaciones se particularizan […] según el mecanismo de redistribución que les es propio, según los mecanismos sociales y económicos que reserva en los circuitos del dinero la parte destinada al lujo, al arte, a la cultura.”[261]

Acudo de nuevo a la distinción de este autor entre civilización y cultura, para descubrir nexos entre ellas dos y economía.

Parafraseo la cita en estos términos: la situación de la economía, plasmada en redistribución del dinero, impulsa la cultura, al brindar capacidad para invertir en educación, ciencias, artes, tecnología y formación del espíritu social: conjunto de principios, valores, normas y preceptos. También nutre la civilización: acervo de conocimientos técnicos, prácticas y procedimientos para actuar sobre la naturaleza, que determinan como funciona la propia economía.

Los tres conceptos —cultura, civilización y economía— se hallan en evolución constante y se influyen recíprocamente. La concomitancia no se distingue a simple vista, porque las magnitudes económicas se mueven con rapidez, la estructura productiva se modifica, aunque con lentitud, mientras las mutaciones culturales son apenas perceptibles, por producirse en el muy largo plazo, si bien, anota Alfred Weber, “el cambio de la civilización es más rápido que el cambio de la cultura.”[262]

Carece de sentido ubicar dichas nociones en el mismo plano, pues dice Braudel: “una civilización, lo mismo que una economía, tiene un ritmo propio. Se presenta como una historia interrumpida por eclipses, historia que fácilmente puede ser recortada en pedazos sucesivos, que prácticamente se desconocen unos a los otros.”[263]

La estructura cultural se materializa en instituciones, definidas por Herskovits como “modos organizados de tratar con el mundo exterior a fin de obtener de él las satisfacciones esenciales a la vida.”[264] Son respuestas formalizadas —i.e. institucionalizadas— consagradas y aceptadas por la sociedad.

En México existen instalaciones educativas, artísticas, científicas, técnicas, recreativas y sociales modernas en varios puntos del territorio. Lo triste es que pocas personas tienen acceso a ellas.

El foco de la cultura hegemónica es la capital. El estilo, ritmo e intensidad con que se propaga varían según cada región y comunidad. En algunas lo hace con fluidez, como urbes, centro, norte y península de Yucatán. Se trasmite con pesadez hacia el sur y a zonas rurales.

Comunidades con tradiciones ancestrales asimilan rasgos de aquella cultura de manera inconsciente, parcial y pausada, pero sostenida, difundidos por ambiente social, gobiernos y medios informativos. También influyen miembros que regresan de recibir fuera educación escolar media y superior o formados en agrupaciones religiosas y ONGs, así como emigrantes ocasionales a EUA.

También se absorbe cultura externa y se integra de manera gradual, inadvertida, sin responder a orden alguno, como sucede desde que una tribu se fusionó a otra o la sometió. Lo acelera la rapidez y amplitud con que se trasmite información. La publicidad y los medios masivos propagan necesidades, hábitos, ideas, deseos y gustos; inculcan principios, valores, ideas, símbolos, e imponen su lengua.

La trascendencia y velocidad de la metamorfosis depende del arraigo de costumbres y actitudes; capilaridad de grupos de poder (elites); acciones del Estado, e influencia de agentes exógenos: gobiernos extranjeros, organismos y corporaciones internacionales, turistas y canales de comunicación. El globalismo cataliza y acelera la difusión.

He hablado de subdesarrollo económico. También existe subdesarrollo cultural: situación de inferioridad respecto a sociedades reconocidas como ejemplares. Superarlo exige enriquecer la o las culturas existentes, adaptarlas a la universal, o al menos a la de sociedades con las que se mantiene relación estrecha o son prototipo de civilización deseada; aprender de ellas, y alimentar las propias, como parte de la metamorfosis. No implica claudicar de principios, valores ni tradiciones, sino agrandarlos. La clave es combinar el pasado con el presente, de cara al futuro. Es deber del gobernante establecer condiciones para que las personas aprendan, se instruyan, se capaciten y enriquezcan su cultura para lograr fortaleza, estabilidad y desarrollo, sin afectar personalidad, ideas ni creencias, en un clima de libertad, respeto y dignidad.

Carece de sentido oponer resistencia a la fuerza incontenible de la civilización dominante. Es luchar contra la dialéctica histórica. La metamorfosis cultural radica en adaptarse con apertura y flexibilidad a la realidad. Conocerla y respetarla es medio para dominarla.

El programa de desarrollo del conocimiento debe prescindir de prácticas de manipulación de cualquier tipo. Propaganda política, censura y demagogia coartan libertad de conciencia, pensamiento, opinión y expresión, derechos de primer orden. Enajenan y engendran fanatismo. Son opuestos a democracia y civilización. Deben proscribirse.

Estamos ante una transición formidable, a la cual México debe amoldarse con criterio globalista, desprovisto de pasión, sustentado en historia y ciencia, conforme a circunstancias, patrones y reglas que imperan: los reales y efectivos. Tiene que proponerse lograr lo que se puede con lo que se tiene. Es inalcanzable lo que se debe o se desea. No es permisible anhelar utopías. El plan debe puntualizar medidas que enriquezcan la inteligencia individual, local, regional y nacional, con fines nobles y humanitarios.

 

  1. Educación: crisol de libertad

 

El átomo de la sociedad es la persona, unidad indivisible de energía, cuyas acciones individuales agregadas llevan a una comunidad lo mismo a la prosperidad que al desastre, dada la propensión humana a cometer errores por ignorancia, ineptitud, descuido o impulsos emotivos.

Tales acciones pueden orientarse, corregirse o evitarse, según el caso,   con un programa que moldee la inteligencia propiamente dicha, así como la emocional, y permita generar las decisiones inducidas que sugiere Hirschman; romper la inercia social que preocupa a Heilbroner; enriquecer la voluntad de economizar de Lewis o el hqos económico de Weber, así como encauzar la energía mental, como aconseja Nadel.

La inteligencia está moldeada por conocimiento científico, habilidades prácticas y buen juicio para actuar de acuerdo a las circunstancias.[265] Se obtienen por aprendizaje, que proporciona capacidades para enfrentarse a la naturaleza, adaptarse a ella y aprovecharla, satisfacer necesidades, relacionarse con los semejantes, organizarse, fabricar instrumentos y saber utilizarlos.

De la cultura de cada quien depende su libertad, dada por la eficacia con que piensa, se amolda, comporta y actúa, que le asignan un sitio en la escala social. La suma de cualidades personales configura el talento de la colectividad, cuyo desarrollo depende de ellas.

Auspiciar libertad no es sólo dejar hacer: debe incluir elementos que permitan saber y poder hacer. Educación, capacitación e información son crisoles de libertad. Educación comprende el flujo de conocimientos, sensaciones y experiencias provenientes de la familia, escuela y medio social; capacitación, implica desarrollar aptitudes y habilidades, e información, es factor de continuidad, actualización, ampliación y aprovechamiento de lo aprendido.

En México es pobre el coeficiente educativo. El censo de población de 2000 consigna que 10% de personas mayores de 15 años son analfabetas y 29% no cursaron educación primaria completa. La escolaridad es de 7.3 años. Entre 30% y 40% son analfabetas funcionales: aprenden el abecedario, pero no leen ni escriben sino frases elementales.

El concepto analfabetismo se extiende ahora a quienes carecen de habilidades para utilizar computadora, manejar e interpretar información, resolver problemas o formular conclusiones y propuestas apropiadas. Los discrimina como trabajadores, explica que les sea difícil obtener empleo y que acepten salarios reducidos. El remedio es proporcionar conocimientos que les faculte a percibir por sí mismos su ingreso, mejor que en redistribuir el ganado por otros.

La ignorancia aprisiona a la gente en círculo perverso que coarta su movilidad de actuar con sensatez y le induce a hacerlo mecánicamente en estado de sujeción amo/siervo. El hombre en verdad libre es el instruido, cuya conducta responde a un contenido axiológico, con sentidos de respeto y responsabilidad, que busca metas concretas.

“La educación, en su acepción epistemológica, es profundamente humana y requiere la transformación interna de la persona, de sus hábitos y actitudes, de su forma de ver el mundo, de su forma de reaccionar ante diversas circunstancias y eventos que afectan a la persona, a la sociedad y a nuestro mundo,” asevera Cárdenas.[266]

Sócrates proclama, según Platón: “la educación de la juventud y de la infancia [es el punto] único suficiente. […] Si los ciudadanos son debidamente educados llegan a ser perfectos hombres de bien.”[267]

El mayor orgullo de un país es contar con niños inteligentes y brindarles oportunidad de convertirse en ciudadanos cultos, responsables y productivos. Es razón para educar a la población desde su más tierna edad. Aconsejo hacerlo con un régimen formativo e informativo que inculque principios de honestidad y justicia, tolerancia, respeto y compromiso; que cincele las facultades requeridas para impulsar el desarrollo individual y comunitario, proporcione aptitudes personales, destierre el espíritu de dependencia, fomente solidaridad, auspicie virtudes cívicas e inculque afán de trabajo.

Entiendo la noción trabajo con mayor amplitud que esfuerzo aplicado a producir: agrego vocación, destreza, refinamiento, especialización, voluntad, constancia, dedicación y esmero al ejecutarlo, cualidades escasas en México, que se adquieren al estudiar, ejercitarse y perfeccionarse por un proceso de capacitación, que ha de estar contemplado en el programa formativo.

Humanizar la sociedad e impulsar su progreso requiere producción colectiva de conocimiento —infraestructura del mundo contemporáneo, le dice Lévy, mencioné[268]— que inculque virtudes para engrandecer al Estado, que para Platón “no son ni un presente de la naturaleza ni un resultado del azar, sino fruto de reflexiones y de preceptos que constituyen una ciencia que puede ser enseñada. […] Todas [las] virtudes pueden ser adquiridas por el estudio y por el trabajo.”[269]

¿Quién las debe inculcar?

Patiño Márquez apunta: “el Estado, en su papel de conductor de la sociedad, cuya inversión en educación es determinante en el desarrollo de condiciones equitativas de trabajo para los integrantes de la comunidad […] tiene el compromiso de identificar y subsanar las carencias de educación y oportunidad de las personas, mediante la inversión en educación a todos los niveles, desde aquellos que posibilitan al individuo alcanzar un grado académico, hasta los que proporcionan habilidades que se pueden convertir en actividades laborales específicas como son los oficios.”[270]

La educación es más que servicio público de enseñanza del alfabeto: le compete reconocer y satisfacer derechos del individuo y enriquecer la herencia social. Es responsabilidad de familia, sociedad civil, instituciones, organismos, magisterio, empresas: todos deben participar en esta misión, organizados y coordinados por el gobierno.

Abarca tres fases: adaptación del individuo a la sociedad, del individuo al medio físico y formación de espíritu solidario.[271]

Las dos primeras están implícitas en lo tratado hasta aquí, que se refiere a adaptarse a patrones reconocidos como modernos y apetecibles.

Tener espíritu solidario es desear y saber compartir sentimientos y emociones; participar cooperativamente en tareas comunes y demostrar apego al grupo. Exige que el individuo cumpla sus deberes aunque no se le vigile y sacrifique sus intereses en beneficio del grupo. Es indicio de alto nivel cultural y humano, que abordo en Capítulo 53.

El rubro educación pública absorbe un cuarto del gasto público federal de México (por corto margen la supera petróleo, generador pródigo de ingreso). La partida es mayúscula y los resultados raquíticos, porque se ejerce con criterio burocrático, demagógico y visión sexenal. Se festina cuánto se gasta, número de escuelas, de niños inscritos, de profesores y monto de subsidios. Los medios se confunden con objetivos.

De hecho no existe programa educativo, sino un mecanismo de conscripción escolar, cuyo lema parece ser “todo niño debe ir a la escuela, no importa lo que aprenda,” pues no se atienden capacidad de aprendizaje, profundidad de propósitos, calidad de enseñanza ni estilo pedagógico.

El aparato educativo gubernamental es gigantesco, con más de un millón de personas. Adolece de organización impropia y burocratismo; ineptitud, incompetencia, desidia e irresponsabilidad de profesores y personal administrativo, corrupción, hábitos y prácticas perniciosas e influencia nociva de sindicatos.

Las carencias educativas son enormes por circunstancias familiares, culturales, sociales, económicas, técnicas, estructurales, infraestructurales, administrativas e institucionales, que trazan el círculo pobreza-ignorancia-falta de oportunidades-pobreza…, que atrapa a las mayorías y reproduce darwinismo.

“Es necesario establecer clara y distintamente dónde [intervienen] los determinantes materiales, las acciones humanas, las creencias e ideas, es decir, los actos simbólicos […] en aquellas unidades o realidad de la cultura, cómo ellos se influyen entre sí y cómo obtienen ese carácter de relación permanente y necesaria,” aconseja Malinowski.[272]

Al programa corresponden varias funciones:

Cultural: trasmitir principios, valores, conocimientos y normas a generaciones venideras e integrar legado común que inculque identidad y unidad nacional.

Humanista: asegurar a todos oportunidad de adquirir conocimiento, con contenido axiológico y sentido de responsabilidad que permita aspirar a mejor posición cultural, política, económica y social.

Política: disponer de administradores públicos competentes, honestos, comprometidos y promover eficiencia, eficacia y gobernabilidad, reflejada en estabilidad política, económica y social.

Económica: crear capital humano con conocimientos, habilidades, aptitudes, competencia y atributos que se vuelquen en actividad productiva, generen ingresos y riqueza.

Social: patrocinar cuadro de equidad distributiva, que auspicie socialización, capilaridad social y siente bases para que el mayor número de familias posible disfrute de calidad de vida óptima asequible.

La producción colectiva de conocimiento no puede dejarse al arbitrio del equipo gobernante en turno, sino plantearse como asunto prioritario de Estado. “La sociedad es un mecanismo demasiado delicado para que este aprendizaje se deje al azar y a la experiencia individual,” opina Linton.[273] Debe sustentarse en programa sistémico, de largo alcance, formulado con bases científicas.

Como paso previo se requiere taxonomía que detalle, por un lado, la demanda de educación en todos sus grados: de preescolar a universidades e instituciones de investigación y docencia, con datos demográficos, sociales, económicos, territoriales y culturales, clasificados por comunidades, regiones y Estados, proyectados a 30 ó 45 años. Por el otro, su oferta: inventario de instalaciones y personal docente, clasificados en igual forma.

Lévy aconseja formar árboles de conocimiento, donde se describan capacidades y aptitudes existentes en una colectividad —su comunidad de saber— que no sólo se refiera a instrucción académica sino a todo tipo de conocimientos.[274] Es forma efectiva de conocer los atributos y la especialización de la gente del país, por regiones y comunidades.

Con esos datos se definen fortalezas y debilidades, objetivos, estrategias, políticas, programas, proyectos y tácticas, como módulo del sistema nacional de planificación, integrado, coordinado y en armonía con los demás programas.

La sociedad civil es guardián de que Estado y medios respeten principios y valores y provean conocimiento. A empresas, patrocinadores, consumidores y ONGs corresponde trazar la ruta que deben seguir. Han de velar porque el programa educativo sea profundo, de largo alcance, cubra a toda la población y dé prioridad a la infancia y juventud, sin descuidar a nadie.

Grier demuestra matemáticamente que “la inversión y la educación constituyen factores endógenos al proceso de desarrollo. Están sujetos a la influencia de las políticas públicas, de las instituciones históricas y a la de ellas mismas.”[275] Conclusión semejante obtienen Priego Martínez et. al.: “con los procesos […] de la educación para generar capital humano y el de ese capital aplicado en los procesos productivos, el crecimiento económico recibe un gran impulso endógeno.”[276]

 

  1. Información y medios

 

La información es igual de importante. El hombre la busca afanosamente y la obtiene y proporciona por medios cada vez más perfeccionados. Durante la mayor parte de siglo 20º prensa, cinematógrafo, radio y televisión son formadores de conciencias y agentes socializadores, sin ser interactivos. Los niños reciben más mensajes a través del cinescopio que de padres y profesores y los adultos son más motivados por lo que ven y oyen en su televisor que por su convivencia.

“La información es diferente de la «materia» y de la «energía,» y no encaja en las leyes de conservación de ésta. La información puede ser transmitida, registrada, analizada, medida y mecanizada y, en nuestra época, es la clave del poder, de la sabiduría y del éxito,” aduce Flores.[277]

Cuando se escribió lo anterior, en 1973, arrancaba la revolución que la automatizaría, la integraría a toda actividad humana y colaboraría a globalizar. En esos tiempos en México la disponibilidad de datos estadísticos era limitada, inexacta e inoportuna; se adulteraba la gubernamental; escaseaba la de mercados, y era ínfima o nula la de empresas y familias.

En los siguientes decenios computadoras y telefonía ligadas por internet, con capacidad de memorizar y razonar de manera independiente, se entronizan como difusoras de conocimiento e instrumento interactivo por todo el mundo.[278] Emerge la tecnología del intelecto —así le llama Lévy— que ofrece modos refinados de obtener y procesar datos, de pensar y razonar, con ayuda de memoria dinámica, materializada en documentos digitalizados que pueden consultarse por red, reproducibles, trasferibles y compartibles por extenso número de personas en todo el orbe.[279] Hoy el material disponible es abundante, fluye con rapidez y globaliza la difusión del saber y la civilización.

Por desgracia, la cibercultura acentúa el darwinismo social y geográfico, toda vez que la creación de riqueza se sujeta a la posesión de talento, conocimientos y creatividad, de tal suerte que mientras sociedades con pródigo acervo de saber progresan con celeridad, las subdesarrolladas se estancan y se alejan de aquéllas.

El programa desarrollo del conocimiento tiene que aprovechar, compartir, desarrollar y administrar el material aportado por el plan nacional para preparar sus políticas, dar seguimiento a su instrumentación, y apoyar la toma de decisiones de los particulares, de manera de que estén al tanto de lo que sucede y sus acciones se funden en bases sólidas para la mejor consecución de sus objetivos. Es manera de enriquecer la cultura y colaborar al funcionamiento ágil de la sociedad.

El Estado tiene la obligación de dar cuenta exacta de lo que se propone hacer, de cómo lo está haciendo y de qué resultados obtiene, para que los ciudadanos premien con su voto a políticos que cumplen bien sus encargos, así como para programar y realizar sus actividades profesionales y organizar su vida familiar.

En 2002 se emite en México la Ley Federal de Acceso a la Información Pública Gubernamental, que ordena a las entidades federales dar cuenta de sus labores. Es sólo señal de arranque, mas significa que algo se hace en ese sentido.

En cuanto a medios, aquí son operados por empresas privadas, salvo casos especiales, por lo que su interés es comercial: ofrecen lo que el público desea recibir, lo que atrae espectadores y, claro, patrocinadores. No les importa propagar cultura. Incluso difusoras de propiedad estatal muestran esa desviación, para ganar auditorio. Más que promover cultura, contribuyen a su rezago.

No se ha de confundir liberalismo con libertinaje, recalco. Las autoridades deben vigilar que los medios no atenten contra principios, valores, costumbres, hábitos, lenguaje, actitudes, vida privada, patrimonio e intereses ni signifique influencias nocivas para la cultura. Los medios tienen que garantizar que el público reciba material veraz, acorde a la ética y moral; que coadyuven a enriquecer la cultura, induzcan conducta favorable al desarrollo de la colectividad y destierren prácticas y comportamientos nocivos.

La educación se halla ligada inexorablemente a las técnicas de información. Su correcto manejo y aprovechamiento son indispensables para desvanecer las desigualdades de conocimiento y de esa forma combatir la pobreza. Pero el enfoque no debe centrarse en la tecnología sino en las necesidades y características de las personas y la sociedad.

 

 

Quinta parte

Dilema político

_______________________________________________________

 

  1. En busca del buen gobierno

 

El dilema político estriba en ¿cómo tener buen gobierno? Se resuelve con las funciones de Estado 2. Establecer marco legal, institucional y electoral y 3. Defender soberanía y mantener ambiente de paz y seguridad.

Antes de entrar en materia escudriño los fundamentos de la nación-Estado mexicana, nacida en 1821 con el anhelo de ser libre y soberana. Anteceden casi tres siglos de sometimiento a la corona española y más de diez años de guerra insurgente.

En el pasado prehispánico hay vestigios de organización democrática. Los dirigentes de los llamados imperios azteca y maya no son monarcas, sino jefes elegidos por un consejo: tlatoani y tlacatecuhtli, en quienes recae la autoridad suprema, indica Aguirre Beltrán.[280]

Tales formas no se pierden durante la colonia: son “reinterpretadas den- tro de los patrones democráticos occidentales, dando así estabilidad y solidez a las Repúblicas de indios,” constituidas como “gobierno semiautónomo, modelado conforme a una institución occidental: el ayuntamiento.” El cargo de mayor jerarquía es el cacique, quien ejerce poder de señor feudal.[281] De allí proviene el caciquismo, que perdura.

La rebelión de independencia se inspira en ideales británicos, americanos, franceses y la Constitución de Cádiz, que rige en el imperio español en 1812-1814, en la cual se “daban a conocer al hombre sus derechos, y le advertían los errores en que la tiranía lo había tenido sumergido,” apunta Rocafuerte.[282]

Se adopta la ideología imperante en Europa: mezcla de liberalismo y nacionalismo. “El Estado liberal constitucional se organiza con sus libertades fundamentales (libertad de opinión, de prensa y parlamentaria: libertad individual; extensión del derecho de voto),” sostiene Braudel y aduce: “en todo caso, el liberalismo, durante la primera mitad del siglo XIX, sirve de parapeto al advenimiento político de una burguesía y de una aristocracia mercantil, de una clase poderosa y dirigente.”[283]

Fernando VII restablece el absolutismo en 1814, al tiempo que se promulga Constitución de Apatzingán, “primer planteamiento radical del liberalismo mexicano,” anota Reyes Heroles. En ella se declara que el objetivo de la gesta independentista deriva del concepto de soberanía nacional y expresa su contenido jurídico-político democrático y liberal. Aun cuando no tiene vigencia formal, aporta cimientos sólidos.[284] En 1820 se restablece la Constitución de Cádiz.

Al triunfar sobre los españoles en 1821 se opta por la monarquía, con Agustín I como Emperador, aventura que le cuesta la vida dos años después. Justo Sierra opina: “más habría convenido a Iturbide y al país que, rompiendo compromisos de Iguala, hubiese inaugurado una dictadura eminentemente ilustrada y organizadora, forma natural de los gobiernos en transición.”[285]

En 1824 se promulga la Constitución que instaura la república federal denominada Estados Unidos Mexicanos —calca de Estados Unidos de América. Introduce concepciones democráticas de soberanía popular, representación política, principios igualitarios, división de poderes y sujeción a la ley.

Antonio López de Santa Anna ocupa la presidencia once veces entre 1833 y 1855. Alamán las llama “revoluciones de Santa Anna.”[286] En 1853 se proclama Alteza Serenísima.[287] Lo destituye el levantamiento de Ayutla en 1854 —”primera revolución ideológica de México,” la llama Guillermo Prieto[288]— encabezado por Juan Álvarez e Ignacio Comonfort, que confirma la soberanía nacional, instaura un Estado moderno y consolida la nacionalidad. En este marco se emiten Leyes de Reforma y Constitución de 1857, que reafirman principios democráticos, republicanos y federalistas.

“Ni un instante pudo vacilar el Congreso acerca de la forma de gobierno que anhelaba darse la nación,” se lee en el Manifiesto del Congreso Constituyente, donde se promulga dicha Constitución. La Federación “es la única forma de gobierno que en México cuenta con el amor de los pueblos, con el prestigio de la legitimidad, con el respeto de la tradición republicana,” puntualiza.[289]

Entre 1858 y 1867 hay dos gobiernos simultáneos: liberal de Benito Juárez y conservador, que en 1864 erige emperador a Maximiliano, con apoyo de Francia. Triunfa la democracia en 1867 y se restauran principios republicanos, a pesar de lo cual Juárez se aferra al poder durante 14 años, hasta que muere. En 1876 se encumbra Porfirio Díaz, quien implanta paz y fomenta progreso económico; pero traiciona la vocación democrática al convertirse en dictador, lo cual incuba guerra civil que estalla en 1910 y le derroca en 1911.

La Constitución no responde ya a las circunstancias. En 1917 el congreso presenta nueva versión, cuyo artículo 40 expresa: es “voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república representativa, democrática federal.”

Persisten luchas y levantamientos que culminan en 1928 con el asesinato de Álvaro Obregón, quien en complicidad con el presidente Plutarco Elías Calles, pretende gobernar por segunda vez, en desacato al principio de no reelección, mística de la revuelta.

Un año después se crea Partido Nacional Revolucionario (PNR), que aglutina jefes militares, facciones, caciques y partidos, con lo cual termina la vorágine. Calles se proclama Jefe Máximo de la Revolución y utiliza PNR para organizar, coordinar y controlar al presidente, gobiernos locales, legislaturas y poder judicial. Domina al país entre 1928 y 1935, período conocido como maximato.

Lázaro Cárdenas se sacude la tutela en 1935 y trasforma PNR en Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938. Le imprime carácter centralista y corporativo para vigorizar la autoridad presidencial.

Como reacción a la línea nacionalista, socializante de Cárdenas, se funda Partido Acción Nacional (PAN) en 1939, que sumado a pequeños partidos de membrete dará matiz democrático al sistema.

En 1946 PRM se convierte en Partido Revolucionario Institucional (PRI), para connotar que revolución es proceso institucionalizado, bajo contexto civilista, con participación de la creciente clase media. Miguel Alemán ocupa la presidencia bajo ese membrete.

Calles estabiliza la revolución. Cárdenas la consolida. Alemán la institucionaliza.

Revolución es mística y plataforma del peculiar esquema político mexicano que causa admiración durante cuatro décadas. PRI coordina  ideología, programa actividades e instrumenta la selección de dirigentes, de acuerdo a las particularidades de cada sexenio, bajo la batuta del presidente en turno, acotado por grupos de poder que reseño adelante, con la vigilancia y exequátur del gobierno de EUA.

 

  1. Democracia a la mexicana

 

El patrón político auspicia ambiente de paz y en los años cincuentas y sesentas alumbra el desarrollo estabilizador, que analizo después.

Vargas Llosa lo designa dictadura perfecta, para expresar que combina con eficacia ventajas de democracia y tiranía.[290] Es calificativo infundado, porque tiene rasgos de democracia, que Lipset define “sistema político que proporciona constitucionalmente y en forma regular la posibilidad de cambiar a los gobernantes y como un mecanismo social que permite a la mayor parte posible de la población influir en las decisiones principales escogiendo a sus representantes de entre aquellos que luchan por los cargos públicos.”[291]

Sartori opina que México “ingeniosamente se las arregló para retirar a sus dictadores cada 6 años. No obstante, […] si un dictador en verdad es un dictador, no se le podría retirar. Los dictadores lo son porque «dictan» las leyes a su discreción. […] Los presidentes mexicanos tienen poderes casi dictatoriales, pero no […] son dictadores.”[292]

Es sistema democrático sui generis, en cuyo centro está PRI, creado, controlado y operado por el gobierno. Se encarga de organizar el cambio regular de gobernantes, con intervención de la mayor parte posible de la población, requisitos especificados por Lipset.

Tiene legitimidad, de acuerdo a Schumpeter, pues es “arreglo institucional para llegar a decisiones políticas por las cuales ciertos individuos adquieren el poder de decidir mediante una lucha competitiva por el voto del pueblo.”[293]

Se reconoce como presidencialismo, porque el poder del titular es incuestionable durante el período legal de seis años, respetado bajo el principio de no reelección, a lo largo del cual el Presidente concentra facultades y toma todas las decisiones que forjan el destino nacional.

Riding comenta: la omnipotencia del Presidente es “mito poderoso, en el cual cree la mayoría de los mexicanos y sostienen aún aquellos que saben que es falso. Al igual que el derecho divino de los reyes y la infalibilidad del Papa, éste mantiene el misterio del cargo. El Presidente, después de todo, es el heredero de una tradición prehispánica de autoritarismo que reforzó enormemente el centralismo político y el dogmatismo religioso de la colonización española. Así pues, la sumisión a cada uno de los presidentes proporciona continuidad al sistema.”[294]

Para este autor “el sistema presidencial mexicano no ha sobrevivido porque haya sometido a un México pasivo a décadas de gobierno dictatorial, sino porque refleja la fuerza, la debilidad, las virtudes y los defectos de los propios mexicanos. […] No es una fórmula política permanente y automática. […] Requiere un mantenimiento constante para conservar su flexibilidad y una renovación frecuente para preservar su sensibilidad. […] Para que el sistema funcione el Presidente puede gozar de un poder absoluto, siempre y cuando no lo ejerza de manera absoluta. Forma parte de una ecuación de intereses, tradiciones, principios y supersticiones mucho más extensa y compleja, que lo coloca en su puesto y que sostiene su autoridad.”[295]

La ecuación aludida se resuelve por el juego de ocho grupos de poder: burocracia, ejército, políticos tradicionales, empresarios, sindicatos, medios de comunicación, intelectuales de izquierda y clero. El presidente debe compartir el poder y negociar con ellos para mantener el equilibrio político interno.

También es determinante el gobierno de EUA, por razones obvias. Interviene en todo lo que sucede aquí; incluso da su exequatur en la selección de candidato presidencial. Riding apunta: “el enviado de Estados Unidos en la ciudad de México domina el escenario diplomático local y, con frecuencia, se reúne con el Presidente.”[296]

En rigor es presidencialismo acotado por tales grupos y el gobierno de EUA, que constituyen la elite. Encaja en la norma observada en todas las sociedades a lo largo de la historia: una minoría gobierna y una mayoría es gobernada. Michels piensa que donde hay organización en gran escala se forma una oligarquía, al concentrarse el poder en ciertos individuos, quienes integran la elite.[297] Pareto llama elite gobernante o política a la clase que detenta el poder, que debe renovarse continuamente para mantener su liderazgo y asegurar estabilidad.[298]

Es más, Freud piensa: “el dominio de la masa por una minoría seguirá demostrándose siempre tan imprescindible como la imposición coercitiva de la labor cultural, pues las masas son perezosas e ignorantes, no admiten gustosas la renuncia al instinto.”[299]

En la Grecia clásica, modelo de democracia, sólo los ciudadanos libres varones tienen derecho a votar: 10% de la población.[300]

Cada presidente se esmera en seleccionar a su sucesor: cuida que reúna principios, ideología, conocimientos, estilo, experiencia y características apropiadas a las circunstancias y realidad del momento, acotado por los círculos de influencia. La maquinaria electoral se encarga de que los ciudadanos lo elijan.

Operaba un régimen de alternancia sexenal, la ley del péndulo, que balanceaba cualidades de cada ungido entre un periodo y otro y brindó eficacia a los gobiernos revolucionarios entre 1940 y 1970, cuando no se observaron golpes de Estado ni perturbaciones como acontecía en varias naciones latinoamericanas.

El mecanismo permite que México viva en paz y progrese con celeridad: evoluciona de agropecuario a industrial; rural a urbano; analfabeto a alfabetizado; aislado a comunicado; autárquico a abierto.

González Casanova anota: “el Estado empresario y la concentración de poder en un régimen presidencialista han tenido múltiples funciones de estabilidad y desarrollo.” Lo denomina “sentido funcional del Estado mexicano.”[301]

Empero, se desdeña un signo republicano:[302] la descentralización, pues se ejerce administración central. Obedece a tal sentido funcional, ya que aunque es federación de Estados libres y soberanos, los gobiernos emanados de la revolución se toman aquella licencia para corregir una situación de facto, sin renegar de la tradición republicana.

Coincide con ideas de Maquiavelo, quien aconseja un Estado autoritario para que un país se fortalezca y avance, y de Hobbes, quien sostiene que toda sociedad requiere del Leviatán, con autoridad absoluta para imponer orden. Ambos vivieron épocas tormentosas.

El primero “reconoce que la política facciosa y clasista es un elemento de corrupción de la virtud cívica. [… Mas] en lugar de tratar de proscribir estos conflictos de clase, lo importante es controlarlos y canalizarlos a través de un arreglo institucional,”[303] que con ingenio concertaron Calles, Cárdenas y sucesores.

La fórmula es provechosa. Para González Casanova “el régimen presidencialista sirvió para acabar con las conspiraciones del Legislativo, del ejército y del clero. […] El partido predominante sirvió para acabar con los caudillos y sus partidos de membrete. […] El régimen centralista […] para acabar con los feudos regionales. […] La intervención en el gobierno local […] para controlar a los caciques locales. […] El Estado empresario fue la base de una política nacional de desarrollo económico e industrial. […] Todos estos hechos y experiencias prueban que habría sido insensato aplicar al pie de la letra la teoría clásica de la democracia.”[304]

El sistema se organiza de manera arbitraria; pero se acepta como legítimo, porque responde a las aspiraciones ontológicas y axiológicas de la sociedad civil, que desea vivir en paz y progresar y tiene fe en la revolución. La legitimidad incuba gobernabilidad —la defino luego— que allana el camino al desarrollo.

 

  1. Evolución democrática

 

En 1968 el mundo se convulsiona: aparecen disturbios en París, México y otras ciudades. En EUA asesinan a Martin Luther King. Son señales de que los esquemas políticos están agotados y es tiempo de reformarlos.

Aquí el presidente Gustavo Díaz Ordaz los reprime con violencia, lo que daña el prestigio de la institución presidencial y se cuestiona su legitimidad. La situación se agrava por radicalismo populista de Luis Echeverría y excesos y errores de José López Portillo, que incubarían crisis económicas en 1976 y 1982, la cual se extendería a todo el decenio.

Afloran rebeldía política, degradación social, desobediencia civil y criminalidad ascendente. No se respetan las leyes ni el contrato social: se advierte anomia sin norma (ley), en sentido literal— que defino adelante. Evidencia que el autoritarismo no funciona indefinidamente y hay que sacudirse de él.

La revolución agoniza. Para reanimarla se emprende renovación democrática en 1977. Consiste en reconocer pluralidad política, auspiciar actuación de varios partidos y abrir procedimientos electorales. Se emprende reforma administrativa, con énfasis en descentralizar y hacer efectivo el federalismo.

A partir de 1985, antes del Consenso de Washington, citado en Capítulo 22, México busca acoplarse al globalismo: se adelgaza el gobierno y se desvanece su papel de benefactor y rector de la economía. Esto altera la conciencia social y provoca resistencia al cambio. Al atenuarse el paternalismo la gente se siente traicionada y desprotegida. Antes criticaba al gobierno por fuerte y autoritario. Ahora se queja de su debilidad e indulgencia.

El sistema se estremece en 1987: Cuauhtémoc Cárdenas renuncia a PRI. En 1988 se postula a la presidencia de la república y porfía en que derrotó a Carlos Salinas de Gortari. Funda Partido de la Revolución Democrática (PRD), que aglutina a grupos de izquierda.

Asesinatos del arzobispo de Guadalajara en 1993 y del candidato presidencial de PRI y del líder de este partido en 1994, sumados al levantamiento de EZLN en Chiapas, realzan la debacle. Son ataques directos a Iglesia Católica, instituciones políticas y ejército.

PRI pierde posiciones en gobiernos estatales y poder legislativo en las elecciones de 1997. Por primera vez carece de mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, lo cual limita la autoridad presidencial. Además, Cuauhtémoc Cárdenas, candidato de PRD, vence en la primera elección de jefe de gobierno del Distrito Federal (GDF).

En 2000 Vicente Fox, candidato de PAN y Partido Verde Ecologista, es electo presidente de la república, en tanto PRD vuelve a ganar GDF. En el Congreso la alianza triunfadora obtiene minoría: con esto los votantes cancelan el poder omnímodo del presidente.

El ambiente político no es causa directa de acontecimientos económicos aciagos acaecidos entre 1976 y 1995, que obedecen a excesos y yerros del presidencialismo desbordado, aunados a la tendencia internacional: fase descendente del ciclo de Kondratieff mencionado. En cambio, la conducta de la economía acelera la democratización, porque los ciudadanos votan contra PRI y le quitan la presidencia.

Cobra vida tesis de Locke: “el pueblo nunca enajena definitivamente sus derechos. Sigue siendo soberano, y conserva el poder perpetuo de revocar y abolir el gobierno por él mismo instituido, si en cualquier momento traiciona su mandato.” La anticipa Rousseau, quien “no acepta que el pueblo soberano […] pueda en algún respecto enajenar o delegar definitivamente sus derechos.[305]

El mecanismo sustentado en PRI funciona mientras los mexicanos quieren. En siete decenios cruza por tres fases: eficacia, 1929 – 1967; agotamiento 1968 – 1976, y decadencia, 1977 – ¿ ? Sigue pauta cíclica de todo sistema: arranca con ímpetu, pierde fuerza, llega a la cúspide e inicia su declive. Se modifica y adapta ante fenómenos políticos, culturales, económicos y sociales, que se influyen recíprocamente. No significa que su muerte sea inexorable, ya que puede renovarse y resurgir, si las circunstancias fueren propicias.

La pluralidad partidista del congreso patentiza maduración electoral. Pero están vigentes leyes, instituciones, estructuras y prácticas que permiten que el presidente se aferre al autoritarismo. No dialoga ni cabildea con la mayoría opositora del congreso. Éste, como respuesta, obstruye o retarda acciones del gobierno federal. Partidos, gobernadores y políticos influyentes se enredan en pugnas, controversias, lucha verbal, propaganda excesiva, descalificación de opositores e incluso pleito jurídico para conquistar autoridad. El presidente pierde dominio y sufre serios y continuos reveses.

El poder judicial resuelve controversias constitucionales por acciones presidenciales o del congreso que rebasan sus respectivos ámbitos de facultades y decisiones políticas se judicializan, lo cual es contrario a la democracia y a la política misma.

El cuadro crea incertidumbre y nerviosismo; interrumpe, obstruye o retarda la vida económica, y patrocina caos, incertidumbre y entropía. La ciudadanía se desilusiona y recela de la democracia, lo cual origina desinterés, abulia y abstencionismo. Se aviva la anomia y se relaja la gobernabilidad.

Tal es la historia política de México. Se intuye que es larga y dolorosa. No es así: la democracia británica tarda cinco siglos en madurar: de la presentación de la Charta Magna en siglo 13º al reinado de Victoria (1837-1901), cuando el imperio moderniza su sistema electoral y amplía la participación del pueblo en el gobierno.

El Estado mexicano nace débil en 1821, como monarquía. Termina su lactancia en 1824, al constituirse en república. Su infancia es infortunada durante buen trecho de siglo 19º, con respiro temporal durante los 30 años de Porfirio Díaz. Ingresa a la pubertad en 1929, al fundarse PNR. Al evolucionar éste en PRI en 1946 comienza larga adolescencia. Entre 1997 y 2000 parece alcanzar edad adulta. Lleva sólo 70 años construyendo su democracia.

Repasado el marco histórico, vuelvo a la cuestión sustantiva: ¿cómo tener buen gobierno?

Platón busca respuesta en la virtud: “si las leyes que hemos establecido son buenas, nuestro Estado habrá de ser perfecto:” prudente, fuerte, temperante y justo.[306] Los gobernantes deben ser los “mejores guardianes del Estado, […] aquellos que en más alto grado posean las cualidades de guardianes excelentes, […] que, a más de la prudencia y la energía necesarias, tengan mucho celo por el bien público.”[307]

Aristóteles califica como buen gobierno al que vela por el interés general, fundado en principios de justicia,[308] la cual “debe reconocerse como virtud política, que encierra todas las otras.”[309]

Inspirado en ellos Habermas considera que en el buen gobernante deben concurrir ética (eqos); teoría científica (episteme);  habilidades prácticas (techn),  y prudencia (fronesis), en su acepción “sensatez, buen juicio,” por su raíz fren: inteligencia.[310]

Tales cualidades convergen en lo que Touraine llama modernidad política, proyectada en dos conceptos:[311] Estado de derecho, el cual limita el poder arbitrario del Estado, enmarca la vida social y proclama unidad y coherencia del sistema jurídico, y soberanía popular, base de la organización democrática: de la subordinación de la vida política a las relaciones entre los actores políticos.

Ambos se consiguen mediante evolución democrática, reordenación de marco jurídico y reforma estructural, que proporcionen capacidad para implantar clima de paz, tranquilidad, seguridad y justicia social. Enseguida repaso las tres.

 

  1. Se democratiza la democracia

 

En cuanto a evolución democrática, México experimenta avances trascendentales en procesos electorales desde 1988, que culminan en las elecciones federales de 1997 y 2000, cuya legitimidad no se pone en duda. Subsisten inconformidades en las de gobiernos y legislaturas estatales y municipales, mas se resuelven en paz.

Valadés comenta: “del sistema electoral dependen los procesos de legitimación del poder, y del sistema de partidos depende la efectividad del ejercicio del poder y la fidelidad a las instituciones. El sistema electoral ha probado su ortodoxia democrática, y el sistema de partidos está en la fase de estabilización. La presencia de un partido hegemónico ya no es un elemento que defina la asignación del poder y las formas de su ejercicio.”[312]

Evolución democrática no estriba sólo en reformar órganos y procedimientos electorales; es parte de la metamorfosis cultural. Las realizaciones futuras no dependen de la voluntad del gobierno federal, sino del esfuerzo coordinado, ordenado, compartido y vigilado por Estado, sociedad civil y ciudadanía.

Es ocioso juzgar si la renovación política es extemporánea u oportuna, correcta o equivocada. Lo trascendente es perfeccionar la democracia, la cual asume dos concepciones, según Villoro:[313]

Ideal de asociación política donde todos sus miembros controlan las decisiones colectivas y su ejecución, sin obedecer más que a sí mismos. Desde este ángulo es fin de la acción colectiva.

Conjunto de reglas e instituciones que sostienen un sistema de poder, esto es, sistema de gobierno. Vista así constituye medio para lograr fines comunes.

Recomienda utilizar la segunda, “abandonando a la utopía de democracia como ideal; considerarla como un procedimiento en que varios individuos o grupos se ponen de acuerdo para coexistir, en una asociación común, sin destruirse. No tiene sentido entonces preguntar por su justificación moral, sino sólo aceptarla o rechazarla por razones de conveniencia.”[314]

Sartori lo reafirma: “la democracia es, y no puede evitar ser, un sistema de gobierno. Y cuando se descuida la función de Estado, lo empeoramos e incluso ponemos en peligro su funcionamiento.”[315]

La cuestión entonces es: ¿cómo debe ser ese sistema de gobierno?

Existen dos prototipos de organización democrática:

Liberalismo: el gobierno participa lo mínimo posible en asuntos que no sean protección, defensa y seguridad. Su extremo es el Estado-policía de siglo 18º, aplicable en sociedades adelantadas, no de manera absoluta, sino ajustado a las circunstancias e intereses de cada una.

Socialdemocracia: el gobierno corrige y evita desigualdades sociales causadas por liberalismo irrestricto. Adopta postura moderada, acorde al criterio de libre mercado. La llaman nueva izquierda, versión ligera (light) de socialismo, aplicable en naciones sin diferencias sociales agudas, como las del oeste de Europa. Es concepto antiguo: su antecedente es el Partido Socialdemócrata creado en Alemania en 1875, al que Engels acusa de oportunista y acomodaticio.[316]

Giddens recomienda una tercera vía: reconstruir Estado y gobierno como parte del proceso de profundización y extensión de la democracia, que “no proviene sólo, o incluso principalmente, del triunfo de las instituciones democrático-liberales sobre otras, sino de las fuerzas más profundas que están remodelando la sociedad global, entre ellas la demanda de autonomía individual y la emergencia de una ciudadanía más reflexiva. La democratización está desbordando la democracia. […] La crisis de la democracia viene de no ser suficientemente democrática.”[317]

Propone nueva economía mixta, donde se asocien gobierno y sociedad civil con intención de renovar y adecuar la nación-Estado a las condiciones actuales y hacerla perdurable.[318]

Su fórmula comprende seis pasos.[319] Los refiero para examinar el caso de México, quien se adelanta y aplica tácticas semejantes.

En primer lugar, responder estructuralmente a la globalidad, mediante descentralización del Estado, que trasfiera poder hacia bajo, sin debilitar la autoridad estatal y a la vez vigorizar sus atribuciones.

La trasformación estructural de México empieza en 1977, expuse. Abre camino a la reforma formal del Estado, emprendida en 1988 “como respuesta integral a las necesidades que la inercia del desarrollo generaba. […] Era necesario rediseñar el Estado, no a partir del simplismo ideológico de reducirlo o adelgazarlo, sino de fortalecerlo, con el fin de transformar la naturaleza de todo nuestro sistema político. […] El propósito era pasar de un Estado central omnipresente a un Estado descentralizado que consolidara, ampliara y creara nuevos derechos, y reconsiderara la esfera de las obligaciones; de una forma de organizar la vida política del país, a una concepción diametralmente opuesta de la administración de gobierno, basada en corresponsabilidad” indica Palacios Alcocer.[320]

El propósito es democratizar la democracia, diría Giddens.

Los resultados son paulatinos e imperceptibles para el ciudadano común, desinformado, indiferente y escéptico. Saltan a la vista al observador acucioso.

En los ochentas —antes del Consenso de Washington— se privatizan empresas y se adelgaza el gobierno, lo cual descarta la economía mixta, propia del estatismo. Como sea, el Estado conserva alta intervención, indirecta en rectoría y directa en provisión de energéticos, servicios públicos y sociales, lo que confiere a la economía cierto grado de mixtura, pues el gasto presupuestal equivale a un quinto del producto interno bruto (PIB).

En segundo término aconseja ampliar el papel de la esfera pública mediante reforma constitucional. Adelante abordo el punto.

En tercer lugar propone elevar eficiencia administrativa del Estado, ínfima en México, que deberá buscarse con reforma estructural. Lo trato después.

El cuarto aspecto es introducir mecanismos electorales efectivos que estrechen el contacto directo de gobierno y ciudadanos. Los avances en este sentido son incuestionables. Lo malo es que la mexicana es democracia de lujo: el costo de las elecciones de 2006 es 61,300 millones de pesos de 2000 hasta abril, informa la Cámara de Diputados.[321]

El quinto es que el Estado tenga capacidad de gestión de riesgo. Es complementario de elevar eficiencia administrativa y eficacia. Lo abordo luego.

Como sexto recomienda que la democracia salga del ámbito local o regional: que tenga perspectiva cosmopolita. México la tiene por varias circunstancias: dilatadas costas en ambos grandes océanos; formó parte de la mayor potencia imperial de los siglos 16º-18°; era puente comercial entre Europa y Asia; emitía la moneda de plata de mayor circulación de la época: real de a ocho o Mexican dollar, y se halla ligado a EUA.

México “desempeña un papel importante en los asuntos internacionales y tiene una participación cada vez mayor en cuestiones políticas y económicas que guardan un vínculo directo con los intereses nacionales. […] También se registra una mayor conciencia de las influencias que México recibe del ámbito externo, que en muchas ocasiones condicionan su comportamiento político, sus indicadores económicos, sus patrones culturales y la proyección de su imagen en el mundo,” apunta Sepúlveda Amor.[322]

El examen anterior muestra el esfuerzo para acondicionar el sistema político a la globalidad, razonable dadas las capacidades y limitaciones, pero pobre a la luz de lo que falta acometer.

 

  1. Corrupción: vicio sistémico

 

Los conceptos gobierno y autoridad despiertan recelo, temor, desacato y falta de respeto en México. Priva el sentimiento de que obstruyen y encarecen el funcionamiento de la sociedad, la economía y la justicia. El aparato público federal es gigantesco, con dependencias excesivas, repetidas, inadecuadas e improvisadas, que lo hacen anárquico, desorganizado, incompetente, lento y suntuario. Más que entidad republicana parece corte imperial. Su gasto administrativo absorbe íntegro el ingreso tributario federal: equivale a 13% del PIB. Los gobiernos estatales e incluso municipales son réplicas en pequeño.[323]

Su rasgo tradicional es la corrupción. Transparency International coloca a México en lugar 65 entre 159 países en 2005, con calificación 3.5 (corrupción nula = 10),[324] o sea, altamente corrompido. Transparencia Mexicana calcula que el gasto anual en mordidas (soborno) suma 19,000 millones de pesos.[325]

La corrupción se concibe como aprovechar un cargo, dependencia o empresa estatales para realizar operaciones en beneficio propio y de allegados. Se vale de numerosas prácticas: mordida (soborno), sueldos y gastos excesivos, peculado, fraude, extorsión, especular con tierras o finanzas, nepotismo, lavar dinero, evasión fiscal, vender protección, alterar documentos, costos o precios, exigir comisiones, hurtar dinero, materiales y productos, infringir leyes, alterar datos, ocultar expedientes, tortuguismo (demora deliberada de trámites), aprovechar información privilegiada, tráfico de influencias, vender plazas, cobrar cuotas a subordinados, emplear recursos públicos en promoción personal (mercadotecnia política), ineptitud e ineficacia (ambas por omisión) y otras.[326] El dispendio gubernamental en sí es corrupto. Todas son comunes aquí. Forman parte de los usos y costumbres, por lo que contaminan a instituciones y compañías privadas. Es incalculable su costo en términos pecuniarios y de tiempo y erosiona la competitividad del país.

El mexicano típico abriga la esperanza de que un pariente, amigo, compadre o conocido agarre hueso (se coloque en puesto estratégico) y le conceda chamba (empleo) lucrativa, aviaduría (cobrar sin asistir), canonjías, negocios, protección o recomendación. Es más, se critica a quienes tienen una oportunidad de ésas y no la aprovechan.

Toda transacción con oficinas o agentes gubernamentales se resuelve con mordida; ésta permite delinquir sin ser penado y hace inoperantes las leyes. La falta la comete tanto quien solicita y recibe, como el que ofrece y da. Un acto corrupto se contrapone a otro acto corrupto. Es lo admitido, no se sujeta a escrutinio moral o ético. Se incurre en él por sistema: es vicio sistémico, enraizado en las conciencias social e individuales. Si se desterrara, atrofiaría los mecanismos de decisión y paralizaría las actividades.

La causa primera es cultural: está convenido que los puestos públicos son para hacer negocios y enriquecerse. El fuero de que disfrutan los altos mandos y falta de vigilancia, controles y castigos garantizan impunidad.

Sigue el exceso de reglamentos, complicados, contradictorios, incomprensibles, obsoletos, innecesarios. Constituyen trabas legales y administrativas que engendran corrupción y criminalidad, auspician economía informal y entorpecen el desarrollo. Otorgan al burócrata poder discrecional de interpretación que le faculta a hostigar al interesado y forzarlo a gratificarle para que avance el trámite y se resuelva su caso.

En cuadros bajos los sueldos son bajos. Se complementan con ingresos provenientes de actos corruptos que se conciben como derecho adquirido y prestación merecida.

Las empresas tienen dependencias especializadas en negociar con oficinas públicas; existen gestores profesionales; los particulares buscan apoyo de personas influyentes que les ayuden y untan la mano (sobornan) para conseguir algún favor o servicio. Son previsiones indispensables para que se activen y resuelvan asuntos.

La corrupción es arcaica. El Código de Hammurabi de Babilonia lo castiga 1700 años antes de Jesucristo, quien por cierto es aprehendido como consecuencia del soborno que acepta Judas Iscariote.

Maquiavelo alude al tema: “cuando la masa es corrompida en un Estado, las buenas leyes no sirven ya de nada. […] La corrupción y la poca aptitud para la vida libre de la república provienen de las desigualdades que allí se hallan, y cuando uno quiere restablecer la igualdad es necesario tomar grandísimos medios, medios extraordinarios que pocos hombres saben o quieren emplear.”[327]

En México es herencia de la avaricia de los conquistadores hispanos. Hernán Cortés acapara territorio de 11,550 kilómetros cuadrados, el marquesado del Valle de Oaxaca, que comprende ciudad de México y se extiende a seis Estados. Las encomiendas, mercedes y administración de erarios públicos son prebendas que los colonizadores se afanan en obtener con maniobras sospechosas.

La forma de ahuyentar esta lacra es renovar integralmente el Estado y la estructura básica de la sociedad: reformar leyes e instituciones, impulsar metamorfosis cultural e imbuir en servidores públicos y ciudadanía espíritu de honestidad, honradez, vocación y solidaridad, en los términos detallados en Cuarta parte, supra.

 

  1. Marco jurídico

 

El segundo paso para dilucidar el dilema político es renovar el marco jurídico, con la mira puesta en que prevalezcan orden, respeto, libertad, tranquilidad, paz, seguridad y bienestar-bienser. Es imprescindible garantizar la vigencia del Estado de derecho, que no estriba sólo en disponer de un cuerpo de ordenamientos, sino en someterse a ellos y hacerlos cumplir.

A los teóricos del desarrollo no les inquieta el incumplimiento de la ley, quizás porque no alcanza proporciones alarmantes cuando lo estudian, a mediados de siglo 20°. Entonces el primer mundo vive auge y tranquilidad de posguerra. El socialista se halla bajo regímenes absolutistas y en el tercer mundo imperan gobiernos fuertes o dictaduras que mantienen el crimen en límites tolerables.

La globalidad agudiza los darwinismos en los años setentas y ochentas y despierta conciencia en el mundo subdesarrollado de las iniquidades y con ello indignación, resentimiento, odio, desconfianza, escepticismo, inconformidad, rebeldía e irracionalidad cívica. La sociedad civil se harta, se frustra, sufre vacío interno, se deprime, deviene crítica, rebelde y agresiva. El individuo percibe indiferencia de gobernantes respecto a necesidades de la comunidad. Sufre desilusión, por lo poco que puede lograr; ve alejarse sus objetivos de vida; piensa que su existencia es fútil; no tiene en quien confiar, y el Estado no satisface sus requerimientos. Cuestiona leyes e instituciones.[328]

Por otro lado, los avances en democratización y defensa de derechos humanos atenúan la represión estatal. Asociados a corrupción e ineficacia de las autoridades aseguran impunidad.

El clima es ideal para la anomia (sin norma o ley), que Merton concibe como “quiebra de la estructura cultural, que tiene lugar en particular cuando hay una disyunción aguda entre las normas y los objetivos culturales y las capacidades socialmente estructuradas de los individuos del grupo para obrar de acuerdo con aquéllos.”[329] Se manifiesta en desobediencia civil, disturbios, pinta de muros (graffiti), robo, asalto, homicidio, violación, secuestro, fraude, vandalismo, terrorismo y guerrilla.

Por su parte, el Estado pierde gobernabilidad, definida por Kaufmann et. al. como “conjunto de tradiciones e instituciones que determinan cómo se ejerce la autoridad en un país.”[330] En 1999 estos autores la estudian en 155 países y concluyen que en 55 está en crisis; en 61 en situación de riesgo, y sólo 39 están sin riesgo. Deducen que la ingobernabilidad es mal endémico en naciones subdesarrolladas y aconsejan: “el logro de una mejor gobernabilidad debe constituir un objetivo prioritario en los programas de desarrollo y de lucha contra la pobreza.”[331]

La señal más preocupante es la criminalidad. En México es dramática: el Instituto Ciudadano sobre Inseguridad Pública estima que en 2004 se cometieron 11.8 millones de delitos.[332]

Concurren varias razones:

Descomposición social: sobrepoblación relativa, escasas oportunidades de empleo, ignorancia, pobreza, desesperanza y falta de identidad aniquilan principios, dignidad, ética y moral.

Leyes deficientes, complicadas, anacrónicas, contradictorias, incomprensibles, obsoletas malogran el Estado de derecho, solapan y estimulan delincuencia.

Ineficacia gubernamental. Los gobiernos federal, estatales y municipales son incapaces de mantener seguridad. Sólo 10% de los delitos son castigados. La mayor parte no son denunciados por desconfianza en la autoridad y por las molestias y tardanza que hay que padecer.

Exceso de corporaciones policíacas y judiciales desorganizadas, incompetentes, arbitrarias, corruptas, inoperantes, débiles e ineficaces.

Desarrollo tecnológico: los criminales extraen del espacio información de gobiernos, empresas y personas para planear fechorías y emplean aparatos de cómputo y telecomunicación para consumar sus delitos.

Organismos de derechos humanos: tienen atribuciones para proteger a delincuentes frente a autoridades, mas carecen de ellas para defender a las víctimas. Favorecen que policías, agentes del ministerio público y jueces sean complacientes y apáticos para apresar, consignar y condenar, temerosos de que se les acuse de violar derechos. Malhechores y sus abogados lo aprovechan para disfrutar impunidad.

Los criminales comparan el costo de oportunidad[333] de desempeñar un trabajo lícito con dedicarse a tráfico de drogas, robo, asalto, secuestro o fraude. Los rendimientos son mayores en los segundos, libres de impuestos, con ínfima o nula posibilidad de ser atrapado y castigado.

Freud argumenta: “todos los hombres integran tendencias destructoras —antisociales y anticulturales— y que en gran número son bastante poderosas para determinar su conducta en la sociedad humana.”[334] Avala la frase homo homini lupus, citada, ya que “las pasiones instintivas son más poderosas que los intereses racionales. La cultura se ve obligada a realizar múltiples esfuerzos para poner barreras a las tendencias agresivas del hombre.”[335] Le hace frente con el derecho. “Esta sustitución del poderío individual por el de la comunidad representa el paso decisivo hacia la cultura,” aduce.[336]

Es inevitable que en todo grupo existan personalidades de carácter criminal, señala Durkheim y arguye: “el crimen es necesario; está en relación con las condiciones fundamentales de la vida social y, por esa misma razón, es útil.” Sin embargo, “puede suceder que el crimen mismo presente formas anormales: es lo que sucede, por ejemplo, cuando alcanza una tasa exageradamente alta. Es indudable que este exceso es de naturaleza mórbida:”[337]

En tal extremo se halla México, quien destaca como productor y centro de distribución de narcóticos a EUA y deviene consumidor a tasa exponencial. Gertz Manero señala que las denuncias por delitos asociados al tráfico de drogas crecieron 763% de 2001 a 2004.[338] La multiplicación de viciosos trae aparejados robos, asaltos, secuestros y otros ilícitos que les proveen fondos para adquirir droga.

Los carteles del ramo mantienen en jaque a autoridades federales y estatales y entablan lucha cruenta entre ellos, en escenario de guerra, igual al que vive Colombia hace tres décadas, donde las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), auspiciadas por traficantes, dominan 40% del territorio.

Es impensable que el gobierno mexicano venza al narcotráfico, que dispone de contingentes que superan al ejército y corporaciones policíacas en recursos, organización, armamento, equipo, tácticas, amén de que opera coludido con funcionarios públicos, militares y policías.

Incógnita esencial es ¿se debe legalizar su mercado para desligarlo del crimen? La ley que prohibía fabricar y comerciar bebidas alcohólicas en EUA sugiere que sí: al derogarse, en los años treintas, se terminó con crímenes y guerras entre pandilleros (gangsters). Las opiniones están divididas e impregnadas de pasión. La respuesta la tiene que hallar en forma solidaria la comunidad internacional, por ser calamidad global, puesto que es imposible erradicarla localmente. Promoverlo corresponde a la Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen, creada en 1997.

El combate contra la delincuencia se debe efectuar en la entraña de la sociedad. “Trasgresión y crimen, como cualesquiera otras conductas sociales, están definidas y moldeadas por las formas de control social de una sociedad,” comenta Persell.[339] Modificarlas exige metamorfosis integral que toma largo tiempo, mientras el crimen crece cada vez más.

La solución urgente es renovar leyes, instituciones y procedimientos judiciales, conforme a características, idiosincrasia y condiciones reales de cada comunidad, para fortalecer el Estado de derecho y garantizar gobernabilidad. Es parte de la reforma del Estado, que trato adelante.

“El legislador sabio no empieza por redactar leyes buenas en sí mismas, sino que antes examina si el pueblo al que las destina es apto para recibirlas,” aconseja Rousseau.[340]

Lo anterior lleva a plantear: ¿es necesario sustituir la Constitución mexicana, como proponen algunos?

El objeto de toda constitución es hacer explícitas normas jurídicas; exponer su concepción histórica tradicional, y regular la vida del país. Las tres nociones fundamentan la mexicana de 1917, que para los expertos nace técnicamente perfecta, aunque sin corresponder a las características de la sociedad. Para adecuarla a éstas y a las trasformaciones históricas se le han hecho de 300 a 500 enmiendas (hay muchas versiones), lo que produce una maraña de textos confusos, repetidos, contradictorios, inoperantes, que inspiran a sugerir su reemplazo.

Para Burgoa Orihuela sería dislate antihistórico. Urge su renovación, pero “conservando sus principios fundamentales que expresan lo que el pueblo mexicano es y ha querido ser durante su vida histórica. […] Cambiar esos principios […] equivaldría a destruir a la nación.”[341]

Valadés asevera:  “no se podría construir un orden constitucional nuevo fracturando el orden constitucional vigente. […] Todo lo que la nación   desee cambiar será posible de acuerdo a los procedimientos que la Constitución establece.”[342]

En otro trabajo plantea: “¿qué se tiene que resolver con una nueva Constitución que no se pueda solucionar con reformar la actual? […] Suponer que se podría llegar a un acuerdo que permitiera conformar una nueva Constitución, linda en lo conjetural.”[343]

Es juicioso lo expuesto por ambos: sigue vivo el esquema de Estado-nación vislumbrado en siglo 19º, que establece el binomio pluralismo-unidad; la distinción entre gobiernos federal, estatales y municipales; división de poderes ejecutivo, judicial y legislativo, y reconocimiento y respeto de las garantías individuales de todo grupo humano, dentro del más puro espíritu republicano.

Se antoja insensato abrogar un ordenamiento con menos de un siglo de edad, que recoge antecedentes, principios, valores fundamentales y sentir de una nación. Inglaterra redacta Charta Magna en 1215. Jamás la ha sustituido y es base de su cuerpo legal. En 1787 EUA emitió Constitution que pervive, ajustada a las circunstancias con 27 enmiendas efectuadas entre 1791 y 1992.

Más que proponer nuevo ordenamiento, debe buscarse “la restauración de la que se encuentra en vigor. […Y asumir] el compromiso político de restablecer el prestigio de la Constitución,” propone Valadés.”[344]

Asimismo, urge cancelar leyes innecesarias, incongruentes y obsoletas; actualizar las aprovechables; crear las que hagan falta, apropiadas a la realidad y unificar códigos jurídicos federal y estatales para dar congruencia y uniformidad al derecho.

Se han de identificar fallas, evaluar la dimensión del problema y renovar el marco jurídico, con fundamento en las necesidades reales, en forma conjunta por Estado y sociedad civil, a escalas federal, estatal y municipal.

Lo dicho conduce a otro acertijo: ¿qué penas conviene aplicar? y aún más: ¿se debe castigar con la muerte a responsables de delitos graves?

Persell sostiene: “Cualesquiera que sean las causas que alientan actos criminales y como sea que la gente aprende a cometer actividades criminales, subsiste la posibilidad de que los criminales son suficientemente racionales para responder a lo inexpugnable y severo de los castigos impuestos por la ley. Sin importar entonces qué motiva el crimen, una manera de reducirlo es atrapar y castigar a los delincuentes.”[345]

Rousseau escribe: “todo malhechor que, al atacar el derecho social, se convierte por sus fechorías en rebelde y traidor a la patria deja de ser miembro de ella al violar sus leyes, […] ha roto el contrato social y, por consiguiente […] ya no es miembro del Estado. […] Debe suprimírsele mediante el destierro como infractor del pacto o mediante la muerte como enemigo público.”[346]

Lo interpreto así: renuncia a ser humano: ¿por qué se le trata como tal? Se convierte en máquina perjudicial, sin sentimientos ni compasión. Es peligroso y no debe vivir. Tampoco merece habitación ni sustento. Es caro mantener prisiones, escuelas de delincuencia y centros de operación corporativa del crimen, dirigidos desde dentro por delincuentes de alto rango, como sucede en cárceles mexicanas de máxima seguridad.

Lo anterior invita a reflexionar acerca de la pertinencia de implantar pena de muerte, no como acto de venganza, sino de profilaxis social y para racionalizar el gasto. La severidad del castigo debe ser tan alta como para impedir que convenga delinquir.

Es indispensable la participación de todo ciudadano en temas tan espinosos como legalizar tráfico de drogas, endurecer castigos a criminales e incluso aplicar pena de muerte en delitos como homicidio calificado, robo de infante, secuestro y violación.

Medios indirectos para combatir el crimen son: metamorfosis cultural, que inculque en la población valores, normas, hábitos, comportamientos y compromisos, y desarrollo económico, que brinde medios legítimos de obtener ingreso seguro y suficiente para vivir con dignidad y recuperar valores éticos y morales.

 

  1. Reforma estructural

 

El tercer paso para dilucidar el dilema político es ejecutar reforma estructural, fase de planificación que consiste en modificar características esenciales de la nación-Estado.

Los pueblos se organizan con el anhelo de lograr calidad de vida óptima. Es materia de los dilemas cultural, político y económico, pero depende de la funcionalidad y eficacia de la sociedad.

Hirschman opina: el desarrollo no depende tanto de encontrar combinaciones óptimas de recursos como de conseguir factores y capacidades que se encuentran ocultos, diseminados o mal utilizados. “La escasez de factores específicos o «prerrequisitos» de la producción es una manifestación de la deficiencia básica de organización.”[347]

Malinowski anota: “el rasgo esencial de la cultura, tal como la vivimos y experimentamos, como la podemos observar científicamente, es la organización de los seres humanos.”[348] Las instituciones son las encargadas de organizar la actividad humana, por lo que “todos los procesos de evolución o difusión ocurren principalmente bajo la forma de cambio institucional,” añade.[349]

El asunto compete a la antropología económica, que para Firth “es el estudio de cómo los hombres organizan sus actividades para resolver el problema de la asignación dentro de los límites establecidos por su medio físico, transformado por la cultura, su tecnología y estado de conocimiento, su estructura social y valores.”[350]

Ayala Espino siente que además de buenas políticas de desarrollo “es necesario contar con nuevas y más eficientes instituciones que permitan enfrentar […] los problemas que surgen de los cambios estructurales. El diseño de las nuevas políticas públicas, para enfrentar un entorno internacional más competitivo, deberá tomar muy en cuenta el papel de las instituciones. […] La creación de nuevas instituciones, o la reforma de las existentes, podría ser un promisorio camino para mejorar la asignación de recursos y la distribución del ingreso.”[351]

Maslow lo relaciona con su teoría de motivación humana: “para mejorar la sociedad debemos mejorar todas sus instituciones, aunque esto, no necesariamente de modo simultáneo. Mejorando aquélla mejoramos a los individuos que la integran y, mejorando a éstos, hacemos lo propio con ella.”[352]

Lewis especifica disponibilidad de recursos naturales y conducta humana como causas inmediatas del desarrollo, cito en Capítulo 19. Él mismo pregunta: ¿Por qué con tales elementos se logran mejores resultados en unas sociedades que en otras y por qué en unas etapas de la historia actúan con más eficacia que otras? [353]

Hay que encontrar causas de las causas, deduce, que se ligan a instituciones, las cuales “promueven o limitan el desarrollo de acuerdo con la protección que ofrecen al esfuerzo, con las oportunidades de especialización que otorgan y con la libertad de acción que permiten.”[354]

Las naciones prósperas disponen de instituciones maduras, eficientes y eficaces, que dan consistencia a su vida democrática, infunden confianza, seguridad, respeto y allanan el camino al funcionamiento ordenado y ágil de economía y sociedad. Les proporcionan competitividad.

Las subdesarrolladas, como México, tienen instituciones improvisadas, defectuosas, pesadas, burocráticas, ineficaces y corruptas. Atrofian la marcha de la nación y representan alto costo. Para colmo, la globalidad altera la base económica y entra en conflicto con las condiciones sociales; se distorsionan las leyes; las instituciones son inoperantes; se altera la conciencia colectiva; sobreviene desasosiego, incita anomia y aflora ingobernabilidad. Les restan competitividad.

En Capítulo 48 describo cambios realizados en el Estado mexicano para acondicionarlo al orden global. Fueron acciones pertinentes. El defecto es que se emprendieron desde el campo visual estrecho y arbitrario de administraciones sexenales, de manera aislada, reactiva, improvisada e incompleta, sin un esquema predefinido.

Se requiere reforma profunda, completa y extensa que ajuste las estructuras legal e institucional a las circunstancias del mundo actual, con criterio sistémico, integral y de largo plazo, fundada en taxonomía y diagnóstico, donde se describan fortalezas y debilidades, amenazas y oportunidades, para definir ¿qué características ha de tener el Estado para que sea capaz de construir el mejor país posible en 30 ó 45 años?

Alcocer advierte: “hay quienes siguen pensando en la reforma del Estado como en una obra diseñada desde el restirador de un ingeniero de la política. La realidad nos enseña, tercamente, que las reformas son, casi siempre, producto de una complicada red de factores, intereses y visiones, muchas veces contrapuestas, de las que puede surgir un acuerdo, una idea, una ley o una nueva institución, y que ese resultado refleja las posiciones de los actores participantes, de forma tal que en la síntesis lograda todos se sientan representados.”[355]

En el régimen presidencialista los poderes legislativo y judicial se someten al titular del Poder Ejecutivo, en forma piramidal, en los órdenes federal, estatal y municipal. La gestión gubernamental es fragmentaria, incompleta, inconclusa y de impacto corto, porque se funda en corazonadas y caprichos del presidente y su equipo. Las decisiones se enfocan a problemas urgentes, muchos creados por ellos, a obras suntuarias y labores estériles. No se aplica visión de Estado de largo alcance, lo que impide anticipar dificultades y evitarlas. El retraso con que México toma medidas para frenar el crecimiento demográfico, educar a la población, crear fuentes de empleo, acoplarse a la globalidad, reducir la miseria y prevenir el crimen son pruebas incontrovertibles.

El gobierno se arroga la función de definir la política de desarrollo, aun cuando sólo le corresponde ser ejecutor. Diseñarla es responsabilidad compartida y labor consolidada de la nación-Estado toda: poderes políticos, comunidades, organismos, instituciones, empresas, mercados, familias y ciudadanos, como política de Estado, con visión que trascienda los intereses de la administración en turno, determine objetivos y acciones idóneas para promover el desarrollo, abatir la pobreza y acortar desigualdades sociales.

La sociedad se integra por múltiples elementos interconectados e interactuantes que se mueven y trasforman con rapidez, por lo que requiere tratamiento sistémico y cubrir aspectos culturales, políticos, institucionales, administrativos, físicos, tecnológicos, económicos y sociales integralmente.

También supone hacer explícitas las atribuciones de los poderes, modernizarlos, darles autonomía y fortalecerlos, dignificarlos y darles efectividad, así como instrumentar federalismo auténtico, donde cada Estado y municipio asuman la libertad y soberanía que les atribuye la Constitución y se hagan cargo de su destino. Es compromiso histórico desconcentrar, pluralizar, liberar y consolidar a la república como ente federal: restaurarla de nuevo, como se hizo en 1867.

El conjunto de dependencias gubernamentales —federales, estatales y municipales— han de trasformarse y ajustarse bajo los mismos criterios de independencia y soberanía, según recursos y necesidades de cada lugar, con asistencia de la federación.

El reto del brazo ejecutivo del Estado es conducir la nación por el camino adecuado con eficiencia, efectividad y sin fricciones. Los acertijos son cómo organizarlo, revitalizar las instituciones administrativas, aprovechar la información, mejorar su gestión y entablar comunicación abierta, veraz y oportuna con los otros poderes, autoridades locales, sociedad civil y ciudadanos.

Los poderes legislativos federal y de los Estados se han de renovar en paralelo, “porque es allí donde el derecho se discute, donde se debate el contenido de la ley y de las opiniones ciudadanas, a partir de las cuales   el orden jurídico deberá formularse,” apunta Rangel Gaspar.[356]

La importancia del judicial radica en que “lo suyo no es sólo administrar justicia y decir el derecho, sino que trasciende a otros niveles como responsable que es del respeto a la constitucionalidad,”[357] expresa dicho autor, quien propone darle autonomía efectiva mediante su independencia financiera. “Los cambios deben ser aquí radicales; en la ley, en la organización y el funcionamiento del aparato de administración y en el de procuración de justicia,” enfatiza.[358]

Atestiguamos el tránsito, lento mas imparable, del esquema presidencialista —mecanismo de un solo motor, le llama Sartori— a uno donde el congreso tenga potencia para determinar la política de Estado y llevar las riendas del gobierno junto al poder ejecutivo —mecanismo con dos motores (poderes legislativo y ejecutivo), que él recomienda— promovido por la sociedad civil, bajo la vigilancia y con asistencia del judicial.[359]

No es faena sexenal, sino para 30 ó 45 años, reitero, sujeta a refrendo constante. Supone perfeccionar mecanismos de gobierno, asegurar legitimación democrática y ampliar capacidad de gestión.

Cada gobierno debe unir a todos los sectores de la población, cualesquiera que sean su ideología y preferencias políticas en una causa común: el desarrollo nacional. Su instrumento operativo ha de ser el sistema de planificación que aproveche talento y experiencia para anticipar circunstancias y acontecimientos, atenuar posibilidades de error, fundados en el conocimiento del pasado y las vivencias presentes. Que despeje incertidumbre y permita afrontar eventualidades originadas en percepciones y actitudes de la sociedad civil e individuos, en fenómenos físicos y meteorológicos, acciones de otros países, influencias de OIGs, ONGs y CTNs, comportamiento de mercados, empresas e inversionistas, avances tecnológicos, entre muchos. En suma, que guíe la actividad pública con enfoque metódico e imponga organización, responsabilidad y disciplina: al Estado con carácter coercitivo y a particulares en forma indicativa.

Los mercados no se vuelven eficientes ni competitivos por abrirse a la competencia internacional, privatizar empresas del Estado, desregular actividades económicas o eliminar trabas, normas y disposiciones. Están sujetos también a herencia cultural, contexto histórico, social y político, pues la estructura institucional y la organización de la sociedad derivan y son expresión de ellos y concurren a su competitividad sistémica, que trato en Capítulo 75, infra.

Enfrentar los retos del globalismo demanda acondicionar la estructura de la sociedad, su organización y los aspectos esenciales de la nación-Estado a la realidad actual. Se requiere introducir innovaciones institucionales, dice Forrester, junto a las tecnológicas, que trasformen gobiernos y sociedades, con la mente puesta en impulsar la economía y repartir la prosperidad como mecanismo que trasfigure el mundo en beneficio del género humano.[360]

Es forzoso un esfuerzo poderoso, fincado en instituciones que garanticen libertades políticas, concedan oportunidades económicas y sociales y eliminen —o al menos reduzcan— iniquidades sociales, en los términos que prescribe la Constitución, como plataforma de lanzamiento del proceso que conduzca al bienestar-bienser de la población, que es el fin. Renovar las instituciones es uno de los medios.

 

 

 

  1. Ajustes complementarios

 

Sugiero algunas reformas de estructura.

Periodo presidencial. El régimen sexenal instituido en 1934 basado en el principio de no-reelección es congruente con el presidencialismo. Mas comprime la gestión efectiva a unos cuatro años, porque el primero se emplea en familiarizarse, aprender, programar y organizar y el último en terminar obras pendientes y preparar la sucesión.

Recomiendo período presidencial cuatrienal, con posibilidad de una reelección consecutiva, para acumular máximo de ocho años. El voto premiaría al capaz con un periodo adicional o sustituiría al incompetente en cuatro años. En EUA da buen resultado.

Asimismo, es pertinente recortar a dos meses el interregno que trascurre entre elecciones y toma de posesión, de julio a 1° de diciembre, durante el cual se debilitan las actividades del gobierno federal.

Estructura del Congreso. El Senado se integra por 128 miembros: 96 elegidos y 32 plurinominales. Los partidos designan a la cuarta parte. La Cámara de Diputados tiene 500 miembros: 300 elegidos y 200 plurinominales. Los partidos designan al 40%. De hecho un tercio de los congresistas son delegados de partido, comprometidos a defender los intereses de éste, no de los ciudadanos, a quienes no representan, pues no los eligieron. Por ser los más participativos e influyentes el parlamentarismo mexicano es dominado por los partidos: es partidocrático.

Hay un diputado por cada 200,000 habitantes y 4 senadores por Estado. En EUA son 435 representantes (diputados), uno por cada 678,000 habitantes, y 100 senadores, 2 por Estado, todos electos por voto. La situación es aberrante. Se justificó cuando PRI regía y se concedían escaños a partidos para que le hicieran contrapeso y simular democracia. Ahora resulta anacrónico, embrolla actividades electorales y legislativas y representa costo gravoso y estéril. Lo juicioso es conservar a los 300 diputados y 96 senadores elegibles por votación y abolir la figura plurinominal.

Reelección de congresistas. El trabajo legislativo es pobre y deficiente porque alto número de parlamentarios carecen de preparación, experiencia, interés y compromiso. Toman el puesto como premio, recompensa, canonjía, fuero, escalón de ascenso, escenario para protagonismo, fuente de negocios o modus vivendi descansado.

Hay que profesionalizar y dignificar la función; darle prestigio; convertirla en apostolado; endurecer requisitos para aspirar al cargo, y prohibir el desempeño de otros empleos mientras se ostenta.

Va de la mano de permitir la reelección de legisladores, para que adquieran experiencia y se dediquen a su labor con voluntad, entrega y eficacia, así como para que los ciudadanos los conozcan, ejerzan su voto con base en su actuación y ratifiquen en su cargo a los capaces, quienes se esmerarían, mantendrían contacto con sus representados, se especializarían, harían carrera, aportarían talento y experiencia. Los incompetentes serían desplazados.

Servicio público de carrera. Es ínfima la calidad profesional de la planta gubernamental. Urgen mecanismos de selección, preparación y administración de trabajadores del Estado, que inculque vocación de servicio y convierta el quehacer burocrático en ocupación digna, estable, remunerativa, justa y eficaz.

Doble ronda electoral. Sartori sugiere implantar doble ronda de votación o segunda vuelta, que brinde legitimidad al voto popular.[361] Dada la inmadurez electoral de los mexicanos es práctica acertada para que al votar reflexionen, confirmen sus preferencias y tengan certeza de que la selección es legítima y democrática.

Financiamiento de partidos políticos. El presupuesto es 4,926 millones de pesos en 2006. Debiere cancelarse o al menos limitarlo y establecer requisitos severos para otorgarlo. Prohíja partidos de membrete, es fuente de negocio para camarillas o familias. Complica, encarece y distorsiona procesos electorales. Se creó para patrocinar partidos comparsas de PRI, dar pluralidad al sistema y evitar que se distraigan recursos públicos con ese fin y que se involucren empresas o crimen organizado. Es residuo del paternalismo/hijismo. No tiene sentido cuando PRI no es centro de gravedad. Los partidos deben ser sólidos, maduros y capaces de sostenerse por sí mismos.

Participación ciudadana. Se puede inducir mediante figuras como referéndum, plebiscito e iniciativa popular, que permitan a electores opinar en temas de trascendencia social que les conciernan directamente.

La reforma del Estado es proceso delicado, arduo y tardado. Debe realizarse de manera programada y sostenida, aunque en forma gradual para evitar desequilibrios, como acto soberano, fincada en principios, valores y normas que moldean la conciencia nacional.

Cabe recordar otra enseñanza de Maquiavelo: “para que los gobiernos y las instituciones tengan una vida prolongada, deben organizarse en tal forma que sean capaces de volver a sus principios fundamentales.”[362]

      Esta recomendación es medular en México, donde existen grupos excluidos que deben incorporarse a la civilización nacional sin renunciar a sus culturas, en los términos expuestos en Capítulo 36.

 

  1. El Estado inductor

 

El pasado colonial lega a México feudalismo económico, manifesté. Va paralelo a feudalismo político, que para Maquet es “modo de definir las funciones de gobernante y gobernado. […] Las instituciones feudales promueven, entre dos personas desiguales en poder, relaciones de protección por una parte y, por otra parte, de fidelidad y de servicio. Ligan el señor al vasallo, […] el dueño al cliente (desde un nivel superior a un nivel inferior de la estratificación).”[363]

México mantiene feudalismo político, materializado en gobierno central autoritario, que se encarga de todo e impone decisiones a los ciudadanos. Lo recomienda Maquiavelo en siglo 16°, quien asevera que la política es manejo del poder e instrumento para establecer orden.[364] Lo reitera Hobbes 138 años después.[365] Las enseñanzas de ambos han inspirado actividades políticas del mundo durante cinco centurias.

Ejerce paternalismo y con él incurre en arbitrariedad, corrupción, impunidad e injusticia. Al mismo tiempo patrocina hijismo, cultura de dependencia, al proteger, mimar y subsidiar a los ciudadanos, quienes no saben tomar decisiones y son indolentes: se manifiesta en falta de espíritu cívico, sentido de solidaridad y responsabilidad compartida; desacato a formas de convivencia; indisposición para trabajar en labores de bien común.

Comulga con la filosofía maquiaveliana plasmada en el apotegma “el único fin del Príncipe debe ser conservar su vida y su dominio. Todos los medios de los que se sirva a este respecto, estarán justificados.”[366]

El Estado mexicano ha demostrado habilidades y recursos estrechos para cumplir sus obligaciones como debiera. Es indispensable reformarlo, con fundamento en taxonomía profunda y diagnóstico realista completo y veraz.

No puede dejar de actuar como Estado benefactor, ante la gravedad de la miseria y multitud de necesidades, sostuve al tratar el tema educativo. Lo repito con acento en lo político. Pero ha de responder a plan sistemático, razonado, que especifique prioridades y asignación de recursos y no conceda ayuda social como benevolencia caritativa o con fines demagógicos, sino como sustento en tanto se encuentran oportunidades de obtener ingreso, salvo en casos justificables como incapacidad física, mental o por edad.

Es preciso que asuma papel de Estado inductor e induzca desarrollo: promueva fuentes de empleos; motive al trabajo; despierte espíritu de solidaridad; imponga cumplimiento de actividades cívicas como contrapartida de los beneficios aportados por las políticas sociales, y destierre la cultura de dependencia, como recomiendan Kymlicka et. al.[367]

 

  1. La vía viable[368]

 

Los filósofos clásicos centran el ideal de democracia en la justicia, como disfrute de garantías políticas iguales y de valores de la vida pública. Constant las llama libertades de los antiguos. Se les contraponen las de los modernos: de pensamiento, conciencia, derechos básicos de la persona y de la propiedad e imperio de la ley.[369] Lo deseable es conjugar ambas nociones e implantar justicia en una sociedad plural, mediante arreglo adecuado de instituciones políticas y sociales básicas en el marco de una democracia constitucional, arguye Rawls.[370]

Para Touraine “la igualdad política, sin la cual no puede existir la democracia, no es únicamente la atribución a todos los ciudadanos de los mismos derechos; es un medio de compensar las desigualdades sociales.”[371]

Valadés apunta: “la democracia sin compromiso y sin contenido, considerada como mero criterio instrumental para dirimir las luchas por el poder, representa una vuelta atrás que niega el carácter social y democrático del Estado de Derecho moderno, y se sabe que el Estado Liberal de Derecho no fue capaz de impedir que accedieran al poder incluso opciones totalitarias.”[372]

Palacios Alcocer dice: “para avanzar en el camino de la democratización es preciso transformar radicalmente no sólo las estructuras del Estado, sino también su cultura de poder, lo que significa desaparecer el Estado burocrático ajeno a los ciudadanos, impenetrable, desalentador de la participación para dar lugar a otro abierto, corresponsable y plenamente representativo.”[373]

Teorías contemporáneas consideran que “un régimen democrático no requiere que el pueblo ejerza un control efectivo sobre el gobierno, ni que existan virtudes cívicas que promuevan la participación de la ciudadanía en el ejercicio del poder político,” enuncia Velasco Gómez. “Requiere más bien de un sistema político estable que, gracias al arreglo institucional y a las características del electorado (pluralismo moderado), permita una renovación pacífica del gobierno y, al mismo tiempo, asegure a éste autonomía en el ejercicio del poder.”[374]

“La reivindicación de la libertad —la ausencia de dominio; la vida en un «estado libre»— unificaría, sintéticamente, a las distintas visiones republicanas. Es ese estado libre el que va a permitir la grandeza y el crecimiento de la comunidad y, sobre todo, el que va a posibilitar que los ciudadanos puedan perseguir libremente sus propios fines,” afirma Gargaella.[375]

Estos criterios son útiles para alumbrar la sustitución de presidencialismo autoritario por versión moderna de republicanismo, que permita a México hacer frente a los retos que imponen liberalismo, globalidad, democracia y sociedad civil renovada. El avance tomará tiempo y ha de ser paulatino, pues existen estructuras y hábitos que respaldan el autoritarismo.

La coexistencia de presidente de la república (o gobernador estatal, en su caso) de un partido, con el congreso dominado por otro(s) partido(s) origina parálisis legislativa y obstruye el ejercicio del poder gubernamental, como se observa desde 1997. Es costo de aprendizaje. Por salud democrática ha de consentirse, para impedir nueva edición de autoritarismo, o neopresidencialismo.

Atenuar la parálisis conlleva que el presidente se despoje de su capa de soberbia; que comprenda en qué consiste el cambio, se democratice, cabildee, dialogue, convenza, ceda y logre consenso con senadores y diputados, gobiernos estatales, ONGs, ETNs y empresas; esto es, con sociedad civil, grupos de poder y ciudadanos.

Culminar la transición impone abolir la mentalidad presidencialista, descentralizar el mando, establecer nuevo equilibrio de fuerzas, ambiente de colaboración, autonomía de protagonistas, por acuerdo plural y acuerdo social de manera ordenada, estable y pacífica, sin crear turbulencia inconveniente.

La actualización política de México es parte de la metamorfosis cultural y requiere de ella. No se genera en forma súbita, drástica ni proviene del exterior, si bien recibe su influencia. Se finca en principios, valores, reglas y experiencias fraguados en la conciencia social desde antes de la conquista. Es cuestión que debe resolverse desde los ángulos teórico, histórico, ideológico y práctico acorde a la realidad nacional actual.

Empero, México está atrapado en el círculo vicioso descrito por Mac Pherson: “no podemos lograr más participación democrática sin un cambio previo de la desigualdad social y la conciencia, pero no podemos lograr los cambios de la desigualdad social y la conciencia si antes no aumenta la participación democrática.”[376]

Es importante elegir la ruta más conveniente asequible: la vía viable.[377] Seguir la línea del eclecticismo y tomar lo mejor de los patrones disponibles para adaptar el Estado a las circunstancias reales, con un paradigma funcional y efectivo. Acoplar el sistema de gobierno a las condiciones cambiantes de economía y sociedad con suavidad, sin ocasionar fluctuaciones ni trastornos. Reconstruir el aparato estatal con el propósito de hacer consistente el desarrollo cultural con el de la economía y el de la sociedad; conciliar el dinamismo vertiginoso de los mercados con la situación de las familias; buscar armonía entre producción —hecho social— y consumo —hecho individual— con criterio humanístico y realista, en el contexto de la globalidad.

Subrayo realista, porque muchos corazones abrigan la ilusión de que la democracia política se complemente con democracia económica. Sartori hace notar que esta dificultad no se resuelve, porque el adjetivo económica sólo puede ser referido a la economía. “No hay ninguna respuesta fácil a la forma en que la toma de decisiones democrática se ajusta a los costos, a la productividad, a las utilidades, y a la sobrevivencia en los mercados mundiales competitivos.”[378]

Es ilusorio que la economía opere con equidad absoluta para todos los seres humanos y que los sistemas sociales trabajen con perfección. No sucede en la naturaleza ni en el mundo de verdad, en particular en naciones subdesarrolladas. Marx y Engels lo suponen y cometen el magno error a que aludo en varios pasajes, objetivado en el fracaso de URSS. La realidad derrota a la utopía.

Schmidt opina: “es notable que Marx, que justamente coincide con Hegel en el rechazo de todo utopismo abstracto, se trasforme en quizás el utopista máximo de la historia de la filosofía.”[379] Para sustentarlo cita al propio Marx: el comunismo es “la verdadera solución del conflicto del hombre con la naturaleza y con el hombre,” así como a Engels: el socialismo es “la conciliación de la humanidad con la naturaleza y consigo misma.”[380] Ambos se dejaron llevar por pasión, fantasía y soberbia.

Ergo, es estéril proponer utopías: hay que ser juicioso y determinar la vía viable: la que ofrece posibilidad de conducir al país a un destino predeterminado según capacidades, obstáculos, relaciones de poder, leyes de mercado, individualismo y contextos cultural, político, institucional, económico y social existentes, no imaginarios ni ideales.

El desafío es organizar todo y fundirlo en el sistema integral de planificación que propongo, apegado a lo que razonablemente puede ser, jamás lo que sería deseable.

Maquiavelo prescribe: lo importante no es determinar qué tipo de gobierno desea una nación, sino cuál puede tener. Su consejo se sintetiza en que gobernar es detentar poder para mantener orden y perseguir los objetivos de interés nacional que es factible alcanzar según las circunstancias y recursos disponibles.[381]

Es provechoso atender a Habermas y exigir que en los gobernantes concurran ética; teoría científica;  habilidades prácticas,  y prudencia o buen juicio, que cito en Capítulo 47.[382]

Buen gobierno es el que se apega a las cuatro, de manera que actúa con sabiduría, experiencia, racionalidad y rectitud para adaptar la nación-Estado a las circunstancias internas y exteriores reales; comprender cada uno de los fenómenos que le afectan; hacer un manejo inteligente de los recursos disponibles; anticiparse a problemas; aprovechar las oportunidades; tomar decisiones apropiadas, y lograr que mejoren las condiciones de vida de la sociedad con equidad y justicia.

Para lograrlo es imprescindible disponer del sistema de planificación apropiado; utilizar con habilidad la información; sacar el mayor provecho a los conocimientos y experiencia, y mantener ambiente social de confianza, entusiasmo, colaboración y esfuerzo común y solidario.

Cuando el país se desarrolle satisfactoriamente significará que se ha elegido la vía viable.

 

Sexta parte

Reto demográfico   ________________________________________________________

 

  1. Dinámica de población

 

Antes de tratar el dilema económico es pertinente exponer el reto planteado por el incremento demográfico en el ámbito subdesarrollado, que “ha dislocado el equilibrio tradicional entre población, recursos naturales y tecnología,” compendia Myint.[383]

A fines de siglo 18º Malthus advierte que la población crece en forma exponencial y amenaza a la humanidad, pues la producción de alimentos avanza a ritmo aritmético.[384]

La explosión demográfica es reciente: la Tierra albergaba 10 millones de personas hace 12,000 años. La revolución agrícola la eleva a 250 millones al iniciarse la era cristiana. Alcanza 1,000 millones alrededor de 1750, con la revolución industrial. En 1930 supera 1,500 millones y en 1960 es de 3,000 millones. Luego, por avances en ciencia y tecnología, desciende la mortalidad, se dispara la producción de alimentos, se invalida el augurio de Malthus y se anatemiza su teoría.

Pasada la última guerra mundial se registra estampida de bebés (baby boom) en EUA y Europa y la cifra se eleva a 3,700 millones en 1970,[385] con lo que revive la inquietud malthusiana.

En 1972 Meadows et. al. definen el predicamento de la humanidad:  el planeta llegaría al límite de crecimiento en 100 años, de mantenerse las tendencias de población, producción de alimentos, contaminación ambiental y agotamiento de recursos.[386] Dos años después Mesarovic y Pestel lo ratifican y sugieren atacar el problema en un contexto global, por medio de acción concertada y enfoque de largo plazo.[387]

En 1975 ONU presenta tres escenarios de población para el año 2000: bajo, 6,000 millones; medio, 6,500 millones, y alto, 7,100 millones.[388] El 12 de octubre de 2000 alcanza 6,000 millones: alcanza la hipótesis baja.

En los pasados tres siglos el orbe presencia transición demográfica caracterizada por cuatro estadios:[389]

Crecimiento estable: tasas de natalidad y mortalidad altas que se neutralizan, en siglos 18° y 19°.

Crecimiento acelerado: tasa veloz de natalidad, con mortalidad descendente. Ocurre en el mundo avanzado a partir de segunda mitad de siglo 19º y un siglo después en áreas subdesarrolladas.

Crecimiento moderado: ambos coeficientes se suavizan y con ellos la tasa general, gracias a programas oficiales y concienciación de estratos medios y superiores. Se observa a comienzos de siglo 20º en regiones prósperas y hacia el último cuarto del mismo en economías emergentes.

Crecimiento lento: disminuyen ambas tasas y el ascenso demográfico se estaciona cerca de cero. Es la situación de naciones ricas desde el último tercio de siglo 20º.

En el quinquenio 1995-2000 la población mundial avanza 2.9% al año, con tasa de natalidad de 4.7% y mortalidad de 1.8%.[390] En regiones prósperas la tasa general es 0.4% anual; natalidad de 2.4%, y mortalidad de 2.0%. Preocupa la lentitud. Los mayores de 65 años representan 22%: significa pesada carga en pensiones, servicios asistenciales y médicos. Escasea mano de obra, que se suple con inmigrantes, con sus complicaciones políticas y sociales.[391]

En áreas subdesarrolladas la población se eleva 3.6%, con natalidad de 5.3% y mortalidad de 1.7%. Más de la mitad es menor de 15 años. La prolijidad es rémora del desarrollo: invertir 20% del producto interno bruto (PIB) en un país cuya población crece 3% anual se traduce en aumento de sólo 1% del PIB por habitante (PIB/H), porque lo producido se destina a alimentar bocas, en vez de crear excedente.

Se calcula que habrá 8,300 millones de personas en 2025: 1,200 millones en la porción opulenta y 7,100 millones en la pobre. En la primera quizá crezca 4%; en la otra diez veces más: 40%.

México registra 14 millones de habitantes en 1900, con incremento de 1.4% anual.11 En 1950 hay 26 millones y crecen 3.1%. Se duplican en 1970 al alcanzar 48 millones. En 2000 se duplican de nuevo, para sumar 100 millones, en tanto la tasa se reduce a 1.8%. Hoy el ritmo es menor a 1%; pero cada año nace un millón de bebés.

El ascenso es efecto de: mejores servicios médicos, salud pública y asistencia social, que abaten tasas de mortalidad; mejor calidad de vida y alimentos más nutritivos elevan longevidad; desarrollo económico estimula la natalidad, e instinto de supervivencia, pues en comunidades pobres, sobre todo rurales, donde los niños trabajan y ayuden a conseguir ingreso. Además, está influido por tabúes, mito e ignorancia.

El tabú relevante es religioso, ya que 90% de la población declara ser católica y este dogma prohíbe el control natal por medios mecánicos. Ningún Papa ha hecho frente al tema, tal vez porque en Europa no existen miseria, desnutrición, enfermedad, ignorancia, venta de doncellas, explotación infantil y niños de la calle que se prostituyen, drogan y engrosan grupos lumpen y delincuencia. Además, se cree que concebir es designio divino y debe aceptarse, “por ser la voluntad de Dios.”

El mito es que este país está subpoblado y sus casi 2 millones de kilómetros cuadrados son cuerno de abundancia. Adelante demuestro que está sobrepoblado y que se trata de territorio montañoso, desértico, árido y selvático, impropio para labores agropecuarias, aun cuando cuenta con otros recursos mal aprovechados, que también examino luego.

La ignorancia es mal congénito (la trato en Capítulo 43). Quienes la sufren desconocen elementos de biología, higiene y procreación; rigen su vida sexual por instinto animal y ejercen cautiverio machista de la mujer; no discurren que tienen responsabilidades en la sociedad; no comprenden por qué deben planificar la familia ni les interesa.

El 60% de los habitantes se aglutinan en 14 Estados del centro, un quinto de la superficie. “Se manifiesta una tendencia histórica a la concentración de la población en reducidos espacios dispersos […] del territorio nacional. Esto ha generado diversas contradicciones en la organización económica y social del país en distintos órdenes, lo que se manifiesta en el desigual bienestar de los mexicanos,” señalan Urbina Fuentes et. al.[392]

Un tercio de la población sostiene al resto. En 2000 los menores de 15 años representan 36%, los inactivos 25% y los ancianos 4%.

La estructura productiva es vasta, diversa y sólida, mas insuficiente para emplear a la gente que se adiciona y el ascenso demográfico neutraliza el crecimiento económico. El PIB real se triplica de 1970 a 2000, a pesar de larga crisis en los ochentas, en tanto la población se duplica y engulle dos tercios del avance. En esa proporción se recrudece la pobreza y se debilita la estructura social.[393]

Dar ocupación, vivienda y servicios a cuatro veces la población de 1950 ha sido labor colosal, que no se evalúa en su dimensión real. El volumen de bienes y servicios producidos debe crecer más que la población. Lewis considera que un país está sobrepoblado cuando su población es tan grande que el PIB/H desciende, aunque se eleve el PIB total. En caso extremo éste disminuye.[394]

Entre 1950 y 1970 el PIB/H de México se eleva 3.5% anual. En los siguientes doce años, 2.9%. De 1982 a 1995 disminuye 1.2% anual. En el último quinquenio de siglo asciende 3.6% anual, para estancarse de 2000 a 2005.[395] El exceso de población coarta la viabilidad de progresar y multiplica la miseria.

Se calcula que habrá de 130 a 140 millones de mexicanos en 2030 y entre 135 y 150 en 2045, en el supuesto de que la natalidad decrece con suavidad y la mortalidad asciende con lentitud. Corresponde al cuarto estadio de transición demográfica.

Es importante preguntar, con Herskovits: ¿con qué volumen de población y dentro de qué límites de productividad aparece excedente económico?[396] Toca al sistema de planificación responder, no a la intuición. De allí el empeño que pongo en instaurarlo.

 

  1. Encrucijada de pobreza

 

Las regiones subdesarrolladas se caracterizan por alto ritmo demográfico, condiciones geográficas y climatológicas adversas y atraso cultural. Lo anterior dificulta ganarse la vida. Thompson et. al. lo nombran presión demográfica, en dos modalidades: absoluta y relativa.[397]

Presión demográfica absoluta deriva de no disponer del volumen de bienes y servicios básicos requeridos por habitante para sobrevivir.

Presión demográfica relativa proviene del “grado de privación que siente un pueblo cuando llega a conocer la pobreza de su manera de vivir comparada con la que disfrutan otros pueblos u otras clases de la misma sociedad.”[398] Se acentúa hoy con la abundancia de información.

Ambas presiones exhiben los darwinismos descritos en Capítulo 5 y desatan tensión política y social dentro de las naciones y entre ellas. Un frente para prevenirlo es contener la presión absoluta, mediante programas de control natal y planificación familiar. Es función estatal 4. Regular fenómenos demográficos. Otro frente es modernizar y racionalizar la economía, que analizo adelante. Es indispensable atenderlos asociados, con base en el plan.

México está sobrepoblado según criterio de Lewis y padece presión demográfica absoluta en términos de Thompson. Se materializa en pobreza, que Hernández Laos mide con ayuda de los conceptos canasta submínima, que marca la frontera de penuria extrema, y canasta de satisfactores esenciales, para la moderada. La primera equivale a 2.80 dólares; la segunda a 7.30 dólares.[399]

Canasta submínima cubre necesidades apremiantes de alimentación, vivienda, salud, higiene y material educativo.

Canasta de satisfactores esenciales: alimentación, vivienda, cuidados básicos de salud e higiene, cultura, recreación, trasporte, comunicaciones, vestido, calzado y presentación personal.

El cuadro muestra que la extrema asuela a casi 70% de la población en 1963. Se contrae a 34% en 1977 con el desarrollo estabilizador, descrito en Capítulo 27, para subir a 38% en 1996 por estancamiento con inflación de 1982 a 1996. La moderada asciende de 8% a 42% en el periodo. El estrato superior crece a 42% en 1977, pero se encoge luego a 20%, indicio de que se concentra el ingreso, con la globalidad.

La miseria agobia a 35 millones de mexicanos en 2000 (población total de Argentina) y 45 millones viven en penuria moderada. Suman 80 millones, evidencia de que México se encuentra en una encrucijada de pobreza, aguijoneada por presión demográfica absoluta y relativa. Es rémora del avance y muestra el impacto de que la población se cuadruplicara en medio siglo.

 

POBREZA EN MÉXICO

1963, 1977, 1992, 1996

AÑO     POBLACIÓN     POBREZA          POBREZA            SUFICIENCIA

TOTAL               EXTREMA          MODERADA         ECONÓMICA

(MILLONES)        ( %   D E   P O B  L A C  I  Ó N      T  O  T  A  L  )

1963            38.5                                69.5                    8.1                    22.5

1977           63.3                     34.0                   24.0                    42.0

1992            84.1                     32.9                      41.7                      25.4

1996            92.6                              37.9                   41.6                    20.5

__________________________________________________________________      NOTA: La fuente llama pobres no extremos y no pobres lo que consigno como pobreza          moderada y suficiencia económica.

FUENTE: Hernández Laos, Enrique, “Crecimiento económico, distribución del ingreso y pobreza en México,” en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 2000, p. 871.

 

Junto a deficiencias estructurales y tecnológicas que impiden dar empleo y generar ingreso, tres circunstancias acentúan la inopia:

Abundancia de mano de obra: determina que su costo sea bajo, por mecánica de las leyes del mercado. Aspecto demográfico.

Baja calificación de la fuerza de trabajo: incide en que sea barata. Aspecto cultural.

Inflación: se come el poder de compra del ingreso. Aspecto económico.

“Lo que caracteriza fundamentalmente a la pobreza en América Latina no es tanto el aumento relativo del número de pobres, sino la evolución de las desigualdades entre ellos,” explica Salama.[400] “Donde su número aumenta, las disparidades entre ellos crecen en igual manera. No sólo los pobres se vuelven un poco más pobres, sino que los pobres se empobrecen más aprisa que los otros pobres. Este comportamiento se atribuye básicamente a la inflación y la crisis, aunque esos factores no son responsables de la pobreza, sino de su evolución.”[401]

Es irrefutable y vigente la validez de tales asertos. Destacan la urgencia de combatir el terrible mal, con programas efectivos de carácter demográfico, asociados al educativo y al económico, insertos en el plan global tantas veces referido.

 

  1. Programa de población

 

En vista de que México se consideraba subpoblado, en 1936 se emite Ley general de población, que ordena fomentar fecundidad, abatir mortalidad y estimular migración interna, “para salir del atraso,” se adujo.[402]

En cuatro decenios se triplica el número de pobladores y aquélla se sustituye por Ley general de población de 1974, que establece normas para regular el crecimiento demográfico.[403]

Las realizaciones en materia demográfica no descuellan por sí mismas, sino por su efecto en la sociedad, que se aprecia tiempo después. Explica que los políticos sean renuentes a ellas, por no brindarles prestigio, y además para no enemistarse con el clero y grupos oscurantistas.

Existe Programa nacional de población 2001-2006 enfocado a regular el crecimiento natural y ordenar su ubicación territorial. Su defecto es que al no existir sistema de planificación al cual eslabonarlo, opera aislado y con visión estrecha, sexenal.

Un programa de población debe brindar orientación familiar; instrucción elemental de higiene y civismo; principios de paternidad responsable; convencer acerca de las bondades familiares y sociales de limitar el número de hijos; dotar de anticonceptivos, enseñar a utilizarlos y en general inducir prácticas responsables de natalidad que se adopten por convicción y con absoluta comprensión, pues es inaceptable imponerlas sin consentimiento.

Cada región y comunidad tiene rasgos socioculturales propios. La efectividad de los proyectos estriba en respetar usos, costumbres, hábitos, creencias, intereses, motivaciones y prácticas de cada lugar.

Es tarea titánica administrar tal programa en un territorio de las dimensiones y características del mexicano. Los logros están sujetos a la eficacia de todas las autoridades: federal, estatales, municipales y comunales.

El tema ha de verse como asunto de Estado, con enfoque integral y de largo alcance, lo que implica evadir escollos políticos, administrativos y financieros, sacrificar proyectos lucidores y dar a la cuestión demográfica la atención que merece, por ser de trascendencia universal y compromiso de la humanidad.

 

58. Movimiento migratorio

 

Otro signo de presión demográfica es la migración, interna o al exterior. A fines de siglo 20° había 120 millones de migrantes en 152 naciones (incluye refugiados), consigna Stakler.[404] Se registra flujo de 1.5 millones de inmigrantes definitivos al año, cifra trascendente para territorios expulsores y receptores.

El desplazamiento del hombre es tan antiguo como él: los grupos nómadas arcaicos van de uno a otro lado en busca de medios para satisfacer necesidades. El Éxodo del pueblo judío a la Tierra Prometida simboliza la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida. De siglo 16º en adelante América es la tierra promisoria y desde el 19º EUA, que alcanza su apogeo entre 1880 y 1910, cuando 28 millones de europeos van en pos del sueño americano (American dream): 900,000 al año en promedio.[405] Ahora todo territorio rico atrae gente, en particular de zonas rezagadas.

Cuatro fenómenos estimulan la migración. Dos son económicos, que se acentúan con la globalización: uno, reacomodo de la división del trabajo, al relocalizarse redes de producción (tratado en Primera parte, supra). Otro, ensanchamiento de la brecha ricos/pobres. El tercero es demográfico: escasez relativa de población en áreas prósperas, frente a abundancia en postergadas. El cuarto tiene raíz política: refugiados que escapan de guerras, conflictos étnicos, religiosos o ideológicos.

Las corrientes se amplían al abrirse el margen entre economías opulentas y rezagadas; disolverse URSS y quedar en el desamparo regiones débiles, que expelen población; crecer la demanda de trabajadores de baja calificación en economías adelantadas; presión demográfica en el ámbito subdesarrollado; magnetismo de naciones opulentas por sus condiciones de vida, y diferencias de salarios.

“La emigración de trabajadores es un elemento estructural del desarrollo de las sociedades, que si bien se activa como producto de las contradicciones y de las graves desigualdades que genera el sistema, también es resultado de las tensiones entre los factores de expulsión/atracción, vinculados a las necesidades de acumulación capitalista,” opina Ana María Aragonés.[406]

La corriente de personas rebasa por mucho la cuota deseada de recepción de los países elegidos y origina entrada clandestina permanente, que suscita industria de la migración, la cual ofrece empleo, medios de traslado, más visas y documentos de residencia, que no siempre se proporcionan o son falsificados. El tráfico de ilegales representa negocio de entre 5.000 y 7.000 millones de dólares, informa Stakler.[407]

Los trasmigrados despiertan xenofobia, desconfianza, discriminación e inquietud en países receptores, reacciones inherentes a la naturaleza humana, exacerbadas por organismos racistas y neonazis. Las presiones sociales y políticas inducen a los gobiernos a emprender acciones contra indocumentados, que crean conflictos entre Estados.

La globalidad estimula movimiento de trabajadores, pero no aporta mecanismos para integrarlos culturalmente ni para preparar a los nacionales a recibirlos. La comunidad de naciones es quien debe imprimirle sentido humanista, mediante programa que regule, administre y concilie puntos de vista e intereses de zonas receptoras y proveedoras, en clima de concordia, solidaridad y respeto a los derechos de los involucrados.

 

  1. Norteñización creciente

 

El tránsito humano entre EUA y México es ancestral, por vecindad, ancha frontera y discordancia cultural, social y económica. En la remota antigüedad las tribus nahuatlacas emigraron al sur en busca de condiciones adecuadas para asentarse. La corriente actual es inversa: los mexicanos se norteñizan,[408] se dirigen al norte, donde existe demanda insaciable de mano de obra y calidad de vida atractiva.

EUA impone restricciones a la migración. Las intensifica cuando padece crisis económica. Las suaviza en sus auges. Las fluctuaciones hacen inestable la solicitud de trabajadores y ocasiona que la relación sea volátil y conflictiva. Bustamante lo llama subdesarrollo dependiente.[409]

Nunca se ha dado cierre total de frontera, por las dificultades implícitas y porque EUA requiere fuerza de trabajo de bajo costo, accesible, diestra y de fácil adaptación cultural. Su política “ha sido asegurar a los sectores empresariales interesados, el aprovisionamiento de la mano de obra mexicana al menor costo posible, independientemente de las condiciones coyunturales de la política interna,” consistente con la responsabilidad del gobierno de asegurar eficiencia del sistema económico.[410]

A inicios de siglo 20° EUA celebró Convenio braceros con México para cubrir su escasez de mano de obra durante las guerras mundiales, donde se fijan cuotas de ingreso temporal de trabajadores. Hay dos: de 1917 a 1920 y de 1942 a 1964.[411] Robert Smith apunta: durante la vigencia del convenio ingresaron 4.6 millones de mexicanos, que “establecieron una infraestructura social para la futura migración de indocumentados,” consistente en redes de inmigrantes que trasmiten “información y referencias para la obtención de trabajo, el apoyo al momento de llegada y otros beneficios.”[412]

Durante mucho tiempo a los patronos americanos se les eximía de responsabilidad por contratar indocumentados, aunque se sancionaba a éstos. El Decreto de reforma y control migratorio de 1986 (Immigration Reform and Control Act) o Ley Simpson-Rodino, establece castigo a quienes empleen ilegales y amnistía para quienes llenen requisitos de estancia y experiencia laboral.[413] El Decreto de inmigración de 1990 (Immigration Act of 1990) endurece los requisitos de entrada.

En septiembre de 2001 el gobierno de EUA emprendió feroz lucha contra el terrorismo, por el atentado a las torres gemelas de Nueva York, que hace más estrictos los controles migratorios y a partir de 2005 se aprueba construir muro fronterizo, tipificar como delito la inmigración ilegal y enviar a la Guardia Nacional a proteger la frontera. Con esto el panorama se complica y se ve lejana una solución.

El censo de 2001 consigna que en EUA viven 20.6 millones de personas de origen mexicano (7.3% del total de la población). Unos 11 millones son ilegales. Según el Servicio de Inmigración y Naturalización cada año 130,000 ingresan legalmente, 3.4 millones con visas de no-inmigrante,y 150,000 en forma irregular. El Centro Latinoamericano de Demografía estima que en 2000-2005 ingresan 300,000 ilegales.[414] La Oficina del Censo señala que en ese lapso entraron unos 2 millones.[415]

Los inmigrantes desempeñan faenas agrícolas en entidades limítrofes por tradición. Con el tiempo se esparcen y se les encuentra en múltiples actividades, por todo EUA.

La relación de salarios mínimos legales de aquí respecto a los de EUA es 13/1-14/1, informa Smith. En 90 años se reduciría a la mitad. La propensión a emigrar se revertiría cuando la relación fuera 4/1-5/1.[416]

La salida de gente responde en pequeño grado a la presión demográfica absoluta. Resulta más bien de presión demográfica relativa, concretada en realizar el sueño americano. Quienes cruzan la frontera no pertenecen al segmento de pobreza extrema: tienen instrucción suficiente para desempeñar tareas urbanas, comunicarse, viajar al extranjero, disponen de dinero para pagar a polleros (traficantes) y costos de traslado. No huyen de la indigencia: aspiran a mejor empleo, mayor ingreso, ambiente agradable y oportunidad de aprender. Comparan la calidad de vida de uno y otro lado.

Se pensaba que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) reduciría la corriente migratoria, al estimular la creación de empleos. No hay razones para que se dé en forma lineal e inmediata, opina Alba: “las condiciones del mercado laboral constituyen un legado muy pesado y […] el tiempo previsto para que las disparidades puedan reducirse es bastante largo.”[417]

Las maquiladoras fronterizas —examinadas en Capítulo 77— sirven de escala en la marcha a EUA. Según encuesta de 1995 en esas plantas, la mitad de trabajadores manifestaron anhelo de cruzar la línea.[418]

Pueblos y regiones enteras tienen tradición de norteñizarse: irse al norte (EUA). Es intensa en nueve Estados que aportan más de la mitad de emigrantes: Aguascalientes, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, San Luis Potosí y Zacatecas. Sería sensato crear allí polos de desarrollo para retener a la gente.

El tránsito humano origina ingreso en ambos países: en EUA por gasto en vivienda y manutención de inmigrantes. En México por sus remesas: 20,000 millones de dólares en 2005.

En EUA se arguye que los mexicanos roban puestos a ciudadanos de allá. Bernard les contradice: “las oportunidades de empleo en cualquier sociedad no se fijan en un nivel particular, sino que se expanden con el crecimiento de la población.” Un fenómeno semejante se produce cuando “los inmigrantes como consumidores causan una expansión del mercado. También estimulan gastos crecientes de inversión, con lo cual a su vez contribuyen a incrementar la demanda agregada. Es más, los inmigrantes contribuyen de manera importante al progreso tecnológico y la actividad empresarial.”[419]

Huntington teme que el flujo de inmigrantes hispanos divida a EUA en dos pueblos, con dos culturas y dos lenguas, pues aquéllos forman sus propios enclaves y no se integran a la cultura dominante. Advierte que EUA corre un riesgo si ignora el desafío.[420]

Comoquiera, acoger extranjeros es tradición de EUA, mosaico de razas, fundidas en nación pluricultural sui generis, de corte republicano, que antepone el respeto a la ley y a las instituciones y el amor a la patria a toda consideración. Actúa con celo contra quien invade su territorio, sin importar su procedencia. Combate a infractores en general, no a mexicanos en particular. Ciertos grupos discriminan a inmigrantes por instinto, egoísmo y temor a ser desplazados, que originan xenofobia, fenómeno distinto, normal, que Durkheim llama sociopsicológico.[421]

El gobierno mexicano no considera “tan esencial” el problema migratorio, opina Bustamante. Más bien lo concibe como “cuestión de «dignidad nacional» respecto de la cual se reclama acción gubernamental. […]  No se cuestiona la emigración de trabajadores sino su recepción en aquel país.”[422] Pregunto si el motivo principal —falta de oportunidades de trabajo en su patria— no atenta contra esa pretendida dignidad.

Las autoridades vigilan la salida de nacionales según normas migratorias regulares. Colaboran con las americanas, sin concederle atención especial. En cambio se esmeran en perseguir y extorsionar a repatriados, sobre todo en temporada invernal, cuando visitan a sus familiares. Es redituable y encaja en la cultura de corrupción.

Este país no retiene a sus ciudadanos con fuentes de empleo digno y bien remunerado. En cambio, critica y reclama acciones de EUA para combatir el acceso ilegal de personas y aboga porque se les acepte y legalice, manera fácil de deshacerse de ellas.

El problema se complica porque México es vía de paso de aspirantes de otros países, no sólo latinoamericanos. Tiene que vigilar que no se internen en su territorio e impedir que traspasen las fronteras.

Llegar a acuerdos bilaterales para ordenar movimientos de humanos es asunto complejo. Bustamante recomienda: “para entender tanto la dimensión perceptual como la estructura del fenómeno de la migración México a Estados Unidos es necesario partir de la premisa de que el fenómeno responde a la interacción de factores situados en ambos lados de la frontera. No se trata de un fenómeno denominado en sus causas por lo que sucede en un país, sino por lo que pasa en ambos, en el complejo espectro de las relaciones bilaterales tanto económicas como sociales y culturales”[423] —y políticas, cabe añadir.

Hace falta programa formulado con enfoque sistémico y metodología de planificación, bien fundamentado, completo, que consigne datos de oferta, demanda y propuesta concreta. Estimar el número de personas que desean emigrar y su taxonomía; cuantificar demanda potencial y efectiva de trabajadores en EUA; definir sus características; adecuar la oferta a la demanda, y pasos para regular y administrar los flujos, con base en cuotas de trabajadores clasificados por habilidades, determinadas bilateralmente y formalizado en convenio bilateral.

Para EUA el problema tiene tres aristas: elevada cantidad de residentes ilegales; influjo continuo, creciente de migrantes clandestinos, y necesidad insaciable de mano de obra. Sus dilemas son: ¿Qué hacer con los primeros: perseguirlos y deportarlos o regularizarlos, según características y años de residencia? ¿Cómo contener el tránsito ilegal: con más policías, Guardia Nacional, barda? ¿Cómo disponer de la fuerza de trabajo que requiere para cubrir las necesidades de su economía: conceder más visas, firmar convenio y fijar cuotas? Corresponde a sus autoridades resolverlo, en coordinación con las de acá. Remedio indirecto es invertir en polos de desarrollo en zonas de fuerte emigración.

La taxonomía y el diagnóstico permiten definir el asunto en su verdadera dimensión en ambos lados. Lo recomendable es que a partir de ellos los dos gobiernos solidariamente, de común acuerdo, establezcan objetivos, estrategias, políticas, metas y tácticas de carácter integral, de largo plazo, en los términos reiterados.

 

  1. Programa de empleo

 

Los factores productivos —tierra, trabajo, capital y tecnología— son los únicos creadores de valor. Su volumen, calidad y proporciones como se reparten en una comunidad determinan el tamaño del ingreso y su distribución. Diferencias educativas y de riqueza hacen que el común de la gente disponga sólo de mano de obra; de allí que el empleo de ésta sea indicador de condiciones sociales.

Desempleo e inflación son los azotes económicos más temidos, ya que repercuten en el ingreso de las personas y encarnan las preocupaciones esenciales de familias, economistas, antropólogos, sociólogos, empresarios y políticos, desde siempre.

Desempleo es fenómeno complejo; se presenta en tres versiones:[424]     Friccional, por movimientos y ajustes (fricciones) en el mercado de trabajo. Se advierte en el plazo corto. Es normal en el capitalismo: “un mercado de trabajo libre no podría funcionar sin cierta cantidad de desempleo friccional,” considera Mansfield.[425]

Estructural, resulta de modificaciones en la estructura productiva, gustos de los consumidores, innovación tecnológica, crecimiento de población y políticas gubernamentales. Su efecto es de plazo largo.

Cíclico: se presenta en la etapa descendente del ciclo económico, cuando muchos trabajadores son despedidos. Su duración e intensidad son variables, pero temporales.

La población económicamente activa (PEA) de México es 43 millones de personas en 2004.[426] El empleo formal significa 42% de esa cifra, coincidente con 18 millones de afiliados a IMSS e ISSSTE. El desempleo abierto es irrelevante: alrededor de un millón ó 2%.

Ante la estrechez del mercado de trabajo los desocupados se decican a actividades no registradas sin cubrir impuestos ni recibir beneficios y prestaciones de ley. Se enrolan en la economía informal. Efectúan tareas simples, de bajísima productividad; no aportan valor ni excedente. Muchas son ilícitas. Sus percepciones son trasferencia del ingreso de quienes tienen ocupación productiva. Constituyen desempleo encubierto o subempleo, donde se refugian 24 millones de mexicanos.

Exceso de oferta de mano de obra, baja calificación y productividad ínfima establecen patrón general de remuneraciones pobres. El fenómeno se contagia al sector moderno, pues por la competencia los trabajadores aceptan emolumentos menores a los de mercado, lo cual deprime los tabuladores. Los sueldos inferiores (marginales) determinan su nivel general. Responde a ley económica.

El régimen de salario mínimo obligatorio pretende romper esa inercia. En México fue útil hasta 1973, al menos en el sector formal. Se revisaba bienalmente. Entre ese año a 1976 se decretan cinco aumentos que provocaron espiral inflacionaria, distorsionaron los tabuladores y el salario mínimo dejó de reflejar las condiciones del mercado. Ahora se usa como referencia para negociaciones contractuales y fijación de multas.

Aunque los sueldos ascendieron nominalmente con tales aumentos, su poder adquisitivo se abatió 75% en términos reales en el resto del siglo;   provocó sustitución de obreros por maquinaria, y desalentó la contratación de trabajadores de planta.

El régimen salarial tiene que basarse en tiempo, cantidad, calidad y productividad de trabajo y adecuarse a las relaciones patrono-trabajador, sindicatos-empresas, sindicatos-trabajador. Los sueldos no deben subir por decreto, sino por aumento de la demanda de brazos, creación de fuentes de empleo y mayor capacitación y adiestramiento.

En México se aprecian problemas laborales observados en países desarrollados, descritos en Capítulo 20: abismo salarial entre personal calificado e impreparado; remuneración castigada en plazas permanentes y seguras, que se sustituyen por turnos cortos, puestos de tiempo parcial, contratación externa, tareas por cuenta propia, microempresas y jubilación forzada. Esto complica el cuadro y confirma la urgencia de planificar el mercado de trabajo.

La tarea exige formular su taxonomía y diagnóstico, a escalas local, regional, nacional y global, con base en los censos, que describen características de recursos humanos y empleos disponibles, por sectores y ramas, en cada dimensión territorial.

Es preciso atacar el problema en conjunto, mediante estrategias que creen oportunidades para el mayor número posible de demandantes, según tamaño y estructura de la población, disponibilidad de recursos naturales e infraestructura, capacidad del aparato productivo, condiciones de comercio exterior y disponibilidad de excedente para invertir. Se han de detallar objetivos, políticas, estrategias, programas, tácticas, proyectos e instrumentos que conduzcan al mejor aprovechamiento posible de la oferta de mano de obra.

Hace falta crear condiciones propicias para proporcionar ocupación e ingreso estables a subempleados; establecer mecanismos para ocupar cesantes por fluctuaciones estacionales, cíclicas y eventuales; absorber empleo emergente por ascenso demográfico, y sustituir labores improductivas por dinámicas y remunerativas.

Es indispensable emitir nueva ley laboral, congruente a las circunstancias actuales, dentro del enfoque integral y humanístico de la planificación que propongo.

Si se logra que el máximo posible de trabajadores tenga puesto productivo remunerado se cumplen dos objetivos: se fortalece el aparato económico y mejora la calidad de vida de la comunidad. Es elemento esencial del plan integral de desarrollo.

 

Séptima parte

Dilema económico

_______________________________________________________

 

  1. Promover el bienestar-bienser

 

El dilema económico de México y países semejantes se compendia en ¿cómo elevar el nivel de vida de la población?, lo cual lleva a plantear: ¿cómo desarrollar la economía? Es el alma de los programas gubernamentales, porque lo que más inquieta a los votantes es tener medios para satisfacer sus necesidades y alcanzar su bienestar-bienser, amén de que las estrategias económicas son accesibles, dúctiles y efectivas.

Resolverlo corresponde a cinco de las diez funciones estatales enumeradas en Capítulo 31: 6. Fomentar desarrollo económico y mantener estabilidad monetaria; 7. Corregir fallas de mercado; 8. Favorecer equidad distributiva; 9. Proveer bienes públicos y servicios básicos, y 10. Coordinar relaciones internacionales.

En Tercera parte, supra, analizo el tema desarrollo económico. Es objeto de la función 6, a la cual atañe corregir desequilibrios estructurales del aparato productivo y desigualdades de ingreso que configuran el síndrome de subdesarrollo.

La función 7 estriba en detectar y enmendar fallas de mercado con el propósito de elevar la eficiencia del sistema económico y unidades que lo integran. Las responsabilidades del gobierno son: fijar normas que rijan el funcionamiento de mercados; auspiciar competencia sana y equitativa; instaurar ventajas externas (externalidades positivas); combatir elementos externos perjudiciales (externalidades negativas), y en suma favorecer competitividad sistémica, que detallo en Capítulo 65. En el 67 defino externalidades. Son prácticas imprescindibles en el liberalismo, el cual favorece condiciones monopolísticas que realzan las fallas, afectan a empresas y consumidores y agravan injusticias sociales.

Algunas actividades requieren atención preferencial, por su importancia estratégica o porque de ellas dependen muchas familias, como agricultura y empresas pequeñas, a las que el Estado debe prestarles orientación, apoyo técnico, protección y financiamiento.

La función 8. Favorecer equidad distributiva es inseparable de fomentar el desarrollo, pues el bienestar-bienser general implica desvanecer diferencias de ingreso causadas por desigualdades culturales e incapacidad del aparato productivo para dar empleo suficiente.

Medidas directas para procurarlo son: redistribuir el ingreso por medios fiscales (impuestos progresivos, que gravan más a quien más tiene) y asistencia social.

Lo primero es efectivo donde el ingreso es alto y la autoridad tributaria eficiente. En zonas subdesarrolladas su alcance es limitado por deficiencias administrativas, alta evasión y aplicación arbitraria, que causa injusticia, despierta inconformidad y resentimiento, recorta el ingreso familiar y coarta la inversión.

Lo segundo consiste en subsidios, que no solucionan el problema, lo encubren, pero son apreciados por políticos porque les abonan popularidad y acallan su conciencia. Asignar donativos es limosna encubierta. Lo efectivo es echar a andar proyectos de superación personal y empleo productivo, no indulgencia ni caridad asistencial.

“La pobreza tiene profundas raíces sociales y el sistema político se ve restringido. […] Por ser así, la cura de la pobreza más prometedora —aunque también la más difícil— consiste en proveer oportunidades crecientes de obtener ingresos adecuados, mejor que en recapturar y redistribuir ingresos después de ser percibidos,” escribe Johnson.[427]

Esta recomendación encaja en arcaico adagio chino: es más humanitario enseñar a pescar al hambriento, que regalarle pescado. No significa que se cancele el gasto social, pero proporcionarlo en casos justificables, a cambio de contraprestaciones y de manera temporal: mientras se capacita a la gente y ésta consigue trabajo.

Las medidas indirectas consisten en crear fuentes de empleo, contener inflación y elevar productividad, asociadas a los puntos 6 y 7.

La función 9. Proveer bienes públicos y servicios básicos involucra rubros que el Estado ha de operar por su magnitud, importancia estratégica o seguridad nacional, como infraestructura, servicios comunitarios e industrias básicas, que trato en Décima parte.

La función 10. Coordinar relaciones internacionales se aboca a establecer ambiente idóneo para entablar contactos con otras naciones, defender y hacer respetar independencia y soberanía.

En el esquema proteccionista los gobiernos restringen el intercambio mediante barreras aduanales y arancelarias, devaluación monetaria y control de cambio de divisas. En el liberal la actividad estatal se concentra en allanar camino a las operaciones con el exterior; vigilar y procurar que los socios comerciales cumplan compromisos adquiridos; concertar políticas coordinadas o integradas; convenir ayuda mutua, y buscar congruencia entre políticas internas y las aplicadas a operaciones entre países.

Estos deberes han de instrumentarse con programas correspondientes a las tres fases de planificación consignadas en Capítulo 16: estructural, estratégica y táctica, eslabonadas en forma sistémica integral.

¿Qué tamaño debe tener el Estado para cumplir sus tareas? Es cuestión en que jamás habrá acuerdo.

En sociedades con marco cultural vasto, estructura económica robusta y alto bienestar-bienser son pocas las atribuciones directas del gobierno en economía. Su papel central es vigilar, orientar y brindar apoyo, salvo en situaciones críticas.

Las áreas subdesarrolladas tienen demasiadas carencias, cuya solución no corresponde a particulares, quienes no pueden o no desean buscarla. Por ende, el Estado debe participar en el grado que sea preciso, según necesidades y disponibilidad de recursos. Se debe definir su tamaño según necesidades y evaluar sus acciones con la razón costo/beneficio para la colectividad.

Los gobernantes procuran desempeñar su misión lo mejor que pueden. Su deseo se frustra cuando carecen de política de Estado apropiada, de aptitudes personales, de instituciones adecuadas y de sistema nacional de planificación. Para cumplir sus responsabilidades tienen que corregir esas deficiencias y esmerarse en que el Estado sea inductor de progreso económico, que cristalice en bienestar-bienser colectivo, más que actuar como benefactor.

 

  1. Generación de excedente

 

Lo primero que se antoja para impulsar una economía es inyectarle capital. Va de la mano de voluntad de economizar y acumulación de conocimientos. Son las tres causas inmediatas del crecimiento, según Lewis, examinadas en Capítulo 26.[428]

La fuente más sana de financiamiento es el ahorro interno, convertido en capital. Baran condiciona: la “inversión neta puede efectuarse únicamente si la producción total de la sociedad excede a lo que usa en su consumo corriente y en reparar el uso y el desgaste causados en las instalaciones productivas empleadas. […] El volumen y la naturaleza de la inversión neta que se efectúa en una sociedad en un tiempo dado, depende del tamaño y del modo de utilización del excedente económico generado.” [429]

Una economía subdesarrollada tiene escasa capacidad para crear excedente; además, no lo aprovecha de manera cabal, pues se merma por consumo excesivo de clases opulentas; trabajadores improductivos; organización dispendiosa e irracional del aparato productivo, y desempleo, especifica.[430] Añado costo excesivo de administración pública, ineficacia gubernamental, corrupción y criminalidad.

Todos son congénitos en México, tonificados por las prácticas desarrollistas que incubaron ambiente propicio al derroche y engrandecidos por el desorden de la adaptación a la globalidad.

El avance de este país, como todo subdesarrollado, está supeditado a acumular excedente económico y canalizarlo a sectores dinámicos, con cobertura y fuerza suficientes para modernizar actividades tradicionales, reconvertir las obsoletas e informales, dar empleo a la creciente fuerza de trabajo y diluir incongruencias regionales y sectoriales. No se da de manera espontánea: hay que inducirlo con acciones predeterminadas, especificadas en el plan y sus programas, según características, motivaciones y capacidades de cada región y sector. Tampoco se consigue de manera equilibrada ni en poco tiempo. Los adelantos son graduales, apenas perceptibles. Hacen falta voluntad, paciencia y empeño para superar obstáculos, retrasos e interrupciones.

En el proteccionismo el paradigma es crecer hacia dentro: producir para el mercado local e impedir la competencia externa. En el globalismo se busca crecer hacia fuera: hacia el mercado mundial y aprovechar los beneficios de integrarse a él. Lo racional es conjugar ambas alternativas, según capacidades y posibilidades, como lo hacen China, naciones del sudeste asiático e India, cuyo avance es notable.

Los países poderosos generan vasto excedente, por tener infraestructura robusta y capital abundante, sumados a cultura, vocación y talento empresarial, ingredientes de la voluntad de economizar, que impulsa su aparato productivo. Las dos manos que conducen la economía son eficaces y la conducen por la ruta del progreso.

Los segmentos modernos de México y naciones emergentes esbozan tendencia parecida, embrionaria, liderados por corporaciones trasnacionales. Pero una economía subdesarrollada opera de manera anárquica y deshilvanada, con pesado lastre de los sectores tradicional, obsoleto y subterráneo, oneroso en términos de productividad, ingreso nacional, excedente económico y bienestar-bienser. La globalización acentúa desequilibrios estructurales y regionales y ensancha la brecha riqueza/pobreza, por razones expresadas en varios pasajes.

Para engordar el excedente Baran recomienda utilizar recursos no aprovechados; organizar la economía para elevar productividad; reemplazar plantas y equipo obsoletos o desgastados, y ampliar instalaciones productivas.[431] Aconseja que el gobierno lo instrumente. Empero, las experiencias desarrollistas y socialistas demuestran que el estatismo es ineficaz, auspicia burocratismo y aniquila la iniciativa personal.

Lo recomendable es que la mano visible del gobierno establezca condiciones idóneas y proporcione orientación y lineamientos, para que la otra mano, la del mercado, consiga los resultados más beneficiosos posibles con el monto dado de medios. El funcionamiento libre de mercados genera inercia que las autoridades deben inducir y encauzar en beneficio de sus pueblos.

El liberalismo otorga a sociedades rezagadas flexibilidad de acción que no tenían hace medio siglo. Al abrir sus fronteras alientan la iniciativa individual; aprovechan la movilidad internacional de factores: crean o expanden ventajas comparativas y utilizan sus recursos con más racionalidad —o menos insensatez. Les brinda capacidad para generar excedente y cerrar fisuras. Con ello les facilita lograr resultados satisfactorios. Atención: digo facilita, no asegura ni garantiza, pues no es varita mágica. Lo crucial es prever, organizar y trabajar con ahínco.

Lo dicho es impensable en un intervencionismo autoritario, donde el Estado monopoliza todo, requiere cuerpo gubernamental gigantesco que entorpece administración y control; las empresas son dirigidas por políticos incompetentes; se soslayan eficiencia y eficacia, y se dilapidan recursos. La economía se opera sin enfocarse al mercado, por lo que se ofrecen bienes y servicios de pésima calidad, a precios altos, en volumen insuficiente o excesivo y con distribución defectuosa. Se observó en México varios años, como describo en Capítulos 27-28, supra.

En el esquema liberal las empresas tienen que organizarse conscientemente para sobrevivir, acicateadas por feroz competencia, que las impele a ubicar los factores donde son más redituables, en sectores de mayor dinamismo y relocalizar actividades conforme a ventajas comparativas. El inconveniente es que si no se planifica ocasiona desempleo, desplaza factores y concentra el ingreso.

Los gobiernos son impotentes para romper círculos perversos de miseria en zonas paupérrimas, porque prevalecen leyes, normas, instituciones, hábitos, intereses y circunstancias que entorpecen la modernización y por actuar en forma instintiva, anárquica e imprevista.

No pueden mantenerse igual: tienen que ordenarse a partir de reformas estructurales y sistemas de planificación, formulados desde dentro,  de acuerdo a sus potencialidades, tan estrictos como lo dicten necesidades y recursos, para después liberar gradualmente, a medida que haya avances significativos, fundados en plan que permita crear excedente, localizarlo y dé lineamientos para su uso racional y equitativo.

Todo gobernante está obligado a administrar bien a la nación que se le confía y a coordinar las fuerzas de ambas manos. En eso consiste el buen gobierno del dilema político. Es el anhelo lo mismo con espíritu intervencionista que liberal. La adaptación debe obedecer a la realidad cultural, política, económica, social y tecnológica de cada país y región, de modo que el Estado ejerza su papel de inductor del desarrollo.

 

  1. Fuentes de financiamiento

 

Una nación-Estado es incapaz de satisfacer por sí misma todas sus necesidades financieras, por lo que se ve forzada a solicitar recursos fuera y destinarlos a proyectos generadores de empleo, ingreso y divisas. Lo imprescindible es no rebasar su capacidad de pago: 20% a 30% del saldo de la cuenta corriente de balanza de pagos,  ya que “el progresivo endeudamiento exterior de un país que será incapaz de generar en períodos venideros superávit exteriores suficientes para hacer frente al servicio de su deuda, derivará en una cadena de problemas muy perniciosos para su economía. En general, una deuda exterior muy elevada desalentará todas las acciones del país deudor que tengan como objetivo favorecer el crecimiento económico y las exportaciones,” advierten Ostos Rey et. al.[432]

Personas con alma subsidiaria porfían en que las naciones ricas deben ayudar a las pobres con dinero y condonación de deudas. Son ilusas. Un país ayuda a otro si obtiene algún provecho. EUA destina partidas generosas a naciones para que salgan de dificultades o estabilicen sus economías, por evitar que le signifiquen peligro. Terminada la segunda guerra mundial emprende Plan Marshall para reconstruir Europa, porque sería provechoso para su propio avance. En 1995 EUA otorga a México línea de crédito por 20,000 millones de dólares para que salga de su crisis financiera, porque la vecindad le da carácter prioritario.

De cualquier modo, canalizar dinero a una comunidad no garantiza su progreso. Una sociedad miserable no se renueva por recibir limosna. Una economía en ruinas no se repone porque reciba dólares o euros, que se destinan a pagar deudas, atender urgencias o abultar ahorros de políticos. Por si fuere poco, acarrea deuda externa y costos.

Baran previene: “cualesquiera incrementos pequeños en la producción nacional que pudieran lograrse con la ayuda de […] inversión occidental y con la caridad que se les otorgara, serían absorbidos por el rápido crecimiento de la población, por la corrupción de los gobiernos locales, por el despilfarro de recursos que hacen las clases dirigentes de los países subdesarrollados y por el retiro de ganancias que llevan a cabo los inversionistas extranjeros.”[433] Es tan cierto hoy como hace medio siglo, cuando se escribió.

Nevin opina: “no basta con el capital, como no basta con el patriotismo. El desarrollo económico requiere mucho más que la mera aportación de capital; exige un mínimo de cualidades naturales, una fuerza de trabajo bien preparada, sana y móvil, un número adecuado de gente de empresa, ingenieros, maestros y administradores; exige también la modificación de las actitudes y de la organización social. […] En una palabra, requiere el acondicionamiento del ambiente general.”[434] Es decir, requiere talento, ingrediente esencial de la competitividad.

Los Estados ricos alcanzaron su posición después de largo proceso, durante el que adaptaron gradualmente su cultura y tecnología, acumularon capital y aprovecharon las ventajas de su territorio original más el colonizado. Entre 1948 y 1951 el Plan Marshall concede 11,400 millones de dólares a Europa, donde pronto se reconstruyen las economías devastadas por la guerra, en parte gracias al auxilio, pero más que nada por su riqueza cultural, empeño y esfuerzo.

Para que la inversión rinda frutos en un área atrasada son indispensables metamorfosis cultural, reforma de Estado y regeneración institucional, implantados de manera científica, no espontánea ni precipitada. Al planificador corresponde determinar objetivos, políticas, estrategias de financiamiento y demás elementos requeridos para desarrollar la economía, incluido el patriotismo mencionado por Nevin.

 

  1. Adaptación a globalidad

 

Liberar una economía e insertarla en la globalidad no es dogma de fe que se acata por convicción. Es asunto de sensatez y conveniencia. Tampoco es bálsamo milagroso que activa el desarrollo y aleja la miseria de manera inmediata e infalible. Por lo contrario: provoca desajustes y complicaciones que exacerban el atraso.

La dialéctica histórica, de la que es imposible sustraerse, modificó la naturaleza de la actividad productiva a escala planetaria y las reglas de competencia internacional. Gobiernos, empresas y sociedades civiles han de adecuar las economías al marco real, conscientes de que rige “hipercompetencia global en los mercados internacionales y nacionales, en que los países han tenido que abrir sus economías para participar en los mercados internacionales, al tiempo que defienden sus mercados internos,” afirman Villarreal et. al. [435] No se trata de doblegarse, sino de aceptar leyes naturales, respetarlas y aprovecharlas, en vez de luchar contra ellas y provocar situaciones insostenibles.

México emprende su adaptación en 1983 de modo reactivo, súbito y desordenado, impelido por grave crisis interna. El acondicionamiento es arduo y doloroso, pues al faltar el plan las fuerzas del mercado despliegan movimiento libertino —más que liberal— que patrocina confusión, desconcierto, caos, abusos, desequilibrios agudos e iniquidad social.

El impacto de acceder a la globalidad se liga a la resaca del desarrollismo. El mercado selecciona: aprueba a las empresas capaces; es implacable con las ineficientes; empuja a las eficientes y concibe nuevas, que sobreviven y crecen si se apegan a las normas. La apertura alienta importación, pues los bienes foráneos son mejores, vistosos y de menor precio, que se adicionan a malinchismo: convencimiento de que lo extranjero es mejor y brinda prestigio. Numerosas unidades incapaces de competir cierran y despiden gente.

Aún así, la planta productiva se fortalece y se incrementan producción, productividad y exportaciones, en provecho de empresas competitivas, gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que abordo en Capítulo 78, infra.

González lo describe así: “el incremento del producto, la inversión, las exportaciones y la productividad responde al inusitado crecimiento de unas cuantas grandes empresas que ante la contracción del mercado interno fueron capaces de llevar adelante un proceso de reconversión productiva que les ha permitido ingresar a los mercados foráneos en condiciones competitivas. Sin embargo, ese dinamismo aún no se ha traducido en impulsos modernizadores hacia el resto de la planta productiva.”[436]

Ortiz Cruz piensa que el proceso “ha tenido éxito en promover las exportaciones manufactureras, mas no necesariamente en producir un cambio profundo en la estructura productiva del sector industrial. Al menos no el cambio que tantas veces se ha manifestado.”[437]

Los trastornos resaltan por haber improvisado sobre la marcha y de prisa, en vez de sustentar la reconversión en un plan premeditado y gradual, con enfoque sistémico y proyectado a plazo largo.

 

  1. Competitividad sistémica

 

La especialización económica de un país se define por sus ventajas comparativas y la posibilidad de obtener economías de escala.[438]

Las ventajas comparativas derivan de la provisión de factores productivos —naturales, trabajo, capital y tecnología— comparada con la de otros países: indican qué se puede producir económicamente.

El concepto —introducido por David Ricardo[439] en siglo 18° y ampliado por Heckscher y Ohlin[440] en el 20°— resulta estrecho: se ciñe a productividad de los factores y no atiende a acontecimientos que moldean el ambiente humano.

Conviene enriquecer la teoría ricardiana con la noción ventajas competitivas, de mercadotecnia, que son las creadas por decisiones de sus administradores. Trasladada a la economía significa fortalezas fincadas en herencia cultural, marco político, ambiente social, modos de organización, gestión gubernamental, instituciones y forma de ser y actuar de la sociedad,[441] que proporcionan capacidades para atraer y retener inversión y mercados.

Porter las sintetiza en cuatro, expresadas en una gráfica con forma de diamante.[442]

 

DIAMANTE DE VENTAJAS COMPETITIVAS

 

PLANTA

PRODUCTIVA

 

 

 

FACTORES                                                                                                        MERCADO      PRODUCTIVOS                                       ESTADO                                                  INTERNO

 

 

 

 

 

TALENTO

EMPRESARIAL

 

 

Factores productivos. Disponibilidad, monto, calidad y condición de recursos naturales; clase y estado de infraestructura; educación, destreza y actitudes de trabajadores; características del capital; tipo y aplicación de tecnología.

Planta productiva. Estructura sectorial, localización regional, especialización, capacidad, integración, condición, antigüedad de instalaciones, canales de comercialización, eslabonamientos horizontales y verticales, fortalezas, debilidades, grado de tecnificación, capacidad exportadora.

Mercado interno. Cultura, hábitos, poder adquisitivo, gustos, preferencias, disponibilidad de información, características de consumidores.

Talento empresarial. Desarrollo científico y tecnológico, gasto en investigación y desarrollo (I&D), capacidad innovadora, acumulación de conocimientos, capacidades de organización, administración, planeación, mercadotecnia y de gestión.

El núcleo del diamante es el Estado, quien gobierna, planifica, coordina, orienta, vigila, supervisa y guía el destino nacional.

Los cuatro módulos y su núcleo están entrelazados en un sistema, por lo que su funcionamiento es retroalimentado por su conducta anterior y presenta retrasos, desfases, multiplicaciones y aceleraciones.[443]

La gobernabilidad y eficacia estatal son esenciales en la competitividad, la cual auspicia círculos virtuosos de desarrollo. Sus deficiencias la deterioran, por repercutir en costos; restan a las unidades productivas y al país capacidad de concurrir ventajosamente en los mercados, y deviene en círculos viciosos de estancamiento o retroceso.

La finalidad del paradigma desarrollista es promover industrias, protegerlas y asegurar su supervivencia en el mercado interno, cerrado a la competencia foránea. Se preocupa por crear empleos e ignora productividad y competitividad.

En nuestros días “el objetivo de una estrategia de desarrollo no puede limitarse simplemente a asegurar la supervivencia de una planta productiva. […] Para que dicha supervivencia adquiera sentido histórico y social es preciso que esté fundamentada en un proceso sostenido de incremento de la capacidad competitiva del país. [Su elevación] se traducirá, en el contexto de la globalización, en una mayor fortaleza política del país y en mayores expectativas de bienestar para sus habitantes,” opina González.[444]

La diferencia entre política de promoción y de generación de ventajas competitivas estriba en que la segunda se finca en “capacidad de autosustentación innovadora del aparato productivo.”[445]

De Maria y Campos et. al. recomiendan “distinguir entre la política industrial a secas, concebida como política redistributiva de corto plazo por medio de subsidios, exenciones, controles a la importación y privilegios financieros y fiscales […] y la política de desarrollo industrial, orientada hacia el crecimiento de la productividad, la movilización sostenible de recursos, la formación de capacidades, el progreso científico y tecnológico y el fortalecimiento institucional.”[446]

Tales asertos implican que las acciones de fomento constituyan un proceso permanente, autosostenido de introducción y fortalecimiento de ventajas competitivas, enmarcados en el sistema de planificación, para aprovechar con eficiencia los recursos disponibles, bajo el concepto de competitividad sistémica, que sustituya la corta visión de ventajas comparativas centradas en factores.

Esta noción, competitividad sistémica, sirve como modelo suplementario del diamante de Porter. Cubre el universo de elementos involucrados en la actividad productiva, cuya eficacia depende de las condiciones del sistema a que pertenece —por eso es sistémica. Se representa en una matriz que contiene escalas del sistema económico en un eje y dimensiones territoriales en el otro.[447] Cada escala se entrecruza con cada dimensión, de manera que la planificación atraviesa el sistema en su integridad, en forma lateral y trasversal. Es útil para determinar objetivos, políticas, estrategias, programas y tácticas recomendables específicas en cada combinación.

 

MATRIZ DE COMPETITIVIDAD SISTÉMICA

 

ESCALAS DE LA ECONOMÍA                          DIMENSIÓN TERRITORIAL

 

B.1. Local    B.2. Regional    B.3. Nacional     B.4. Global

A.1. Empresas                             _________     _________     _________       _________

A.2. Sectores                               _________     _________     _________       _________

A.3. Economía nacional              _________     _________      _________      _________

A.4. Instituciones                         _________     _________      _________      ________

A.5. Contexto político-social        _________     _________      _________      _________

 

Las recomendaciones contenidas en cada escala buscan precisar el esquema de gestión adecuado para hacer frente a la hipercompetencia global —así le llaman Villarrreal et. al.— con organización inteligente, producción flexible y comercialización ágil,[448] que confieran fortaleza competitiva.

Las líneas de acción en cada dimensión territorial deben definirse con participación de organizaciones civiles y empresas. En la global se especifican acuerdos intergubernamentales, coordinación y colaboración de organismos intergubernamentales (OIGs), no gubernamentales (ONGs) y corporaciones trasnacionales (CTNs).

Es trascendental la proyección supranacional. Los ejemplos de China, India y sureste asiático son ilustrativos. Viven impresionante avance porque se insertan en la economía global. “Asignaron a la política industrial la función de guiar al mercado para alcanzar en forma deliberada ventajas competitivas en aquellas áreas de especialización que tenían interés en desarrollar a largo plazo,” opinan Bekerman et. al.[449] Es ejemplo que se debe imitar.

 

  1. Economías de escala

 

Otro factor de especialización es economías de escala, que obedecen a la ley de rendimientos decrecientes, la cual dice: el producto medio que se obtiene al combinar montos sucesivos de factores tiende a crecer primero más que proporcionalmente a la aplicación de los mismos; luego, menos que proporcionalmente; alcanza un máximo, y a partir de allí desciende. En una gráfica su tendencia asume forma de campana.[450]

A medida que aumenta el volumen producido —escala de producción— se eleva el rendimiento cada vez en menor proporción —de allí el nombre de la ley— y se reduce el costo unitario: en esto consisten las economías.

El costo por unidad sigue tendencia opuesta: baja hasta un mínimo, a partir del cual asciende. Su curva traza una U chata.

Después del valor máximo de producción disminuye el rendimiento y sube el costo: se incurre en deseconomías de escala.

Bajo el proteccionismo las corporaciones integran procesos verticales para obtener dichas economías. Las supeditan al tamaño de la planta. En el esquema liberal se combinan relaciones verticales —de arriba abajo— con horizontales —en el mismo nivel— y diagonales —servicios a terceros— que crean vasta constelación de arreglos.

“Por un lado, las grandes empresas se han reorganizado alrededor del mundo mediante redes de actividades interconectadas; por otro, las pequeñas empresas exitosas han agregado redes con las que las agrupaciones locales se pueden comunicar,” señalan Bianchi et. al.[451] Las unidades agrupadas obtienen economías de escala por aglomeración de procesos y ampliación de mercados, no por tamaño. Aprovechan ventajas de las que carecerían de manera individual y consiguen eficiencia colectiva.

“La transformación radical de las reglas de la competencia internacional no sólo modificó las relaciones de fuerza entre las unidades productivas de diferentes tamaños, sino que alteró profundamente las tendencias estructurales,” comenta Casalet.[452]

En el globalismo las corporaciones no buscan crecer en tamaño, sino lograr eficiencia óptima. Para lograrlo ceden fases del proceso productivo a empresas y regiones con condiciones propicias y forman redes, formales o informales, intra e intersectoriales. Es el mecanismo actual de coordinación interempresarial, materializado como control de compañías, subcontratación y proyectos compartidos, así como licencias, franquicias y otras figuras que conceden a una o varias empresas el derecho de vender el producto o servicio de la compañía matriz, utilizar marcas, técnicas de producción o comercialización o el enfoque general de negocio, bajo normas que garanticen eficiencia y calidad uniformes.[453]

Las compañías grandes canalizan su inversión adonde “puedan mejorar el desempeño de su operación mundial, ya sea porque ello les dé acceso a recursos naturales o porque contarán con externalidades ligadas a la disponibilidad de capital humano o de infraestructura física o tecnológica,” creen Bekerman et. al.[454] Adelante defino externalidades.

“La organización industrial centrada en la autoridad ejercida en un cuadro jerárquico rígido, con intereses divergentes y una distribución desigual de la información, cede el lugar a una relación de colaboración tecnológica basada en la reducción de las asimetrías de la información y el acuerdo sobre criterios que norman la calidad de los procesos y productos y exigen la participación de proveedores cada vez más especializados,” indica Casalet.[455]

Los procesos productivos se fragmentan y las unidades se especializan, para aprovechar ventajas competitivas en cada ubicación factible y tener “mayor independencia entre la localización industrial y los encadenamientos productivos. Se pueden identificar las tendencias tanto centrífugas hacia la descentralización cuanto centrípetas hacia el agrupamiento de actividades en áreas especializadas, en las que se maximiza la desintegración vertical de los procesos productivos y las relaciones de compraventa entre empresas,” dice la misma autora.[456]

Se observa trasformación estructural autogenerada, apoyada en evolución tecnológica, productividad, libertad de mercado y capacidad competitiva. Ensancha la gama de posibilidades entre las que se puede elegir y la posibilidad de diversificar especialidades productivas, crear empleo y diluir riesgos por colapsos de mercado y recesos cíclicos, bajo el principio “no poner todos los huevos en una canasta.”

Esto origina sectores dinámicos con cobertura y fuerza suficientes para remolcar actividades tradicionales, reconvertir a las obsoletas e informales, absorber el exceso de fuerza de trabajo y diluir incongruencias sectoriales y regionales. Son los que se deben promover.

 

  1. Intervención estatal acotada

 

Liberalismo no implica ausencia de planificación, mientras ésta no reprima ni frene la economía, sino que sirva para organizarla y señalar caminos de acción; mantener estabilidad, evitar desequilibrios, prevenir catástrofes o atenuar sus consecuencias, y determinar adónde dirigir el esfuerzo y cómo repartir los beneficios. La discusión no es si debe aplicarse, sino el carácter y profundidad que ha de asumir.

La teoría de la mano invisible supone que los mercados son perfectos, i.e., que prevalece situación ideal y recobran su equilibrio mediante proceso similar a la homeostasis.

Un mercado perfecto cumple cinco requisitos: número de vendedores y compradores tan numeroso que ninguno en forma individual puede influir en el precio; las condiciones en que actúan los vendedores y compradores son idénticas para todos; ofrecen producto tipificado, homogéneo; vendedores y compradores tienen libre acceso, y todos disponen de información veraz, abundante y oportuna.

En la vida real los mercados adolecen de múltiples fallas: prácticas monopolísticas: influencia de uno o pocos vendedores; prácticas monopsonísticas: de uno o pocos compradores; diferenciación de productos en calidad, presentación, ubicación, servicio, publicidad, etc. confieren carácter monopolístico;[457] externalidades: circunstancias ajenas a las empresas que les brindan economías o deseconomías, tales como servicios de salud y educación, tecnología no protegida, bienes públicos, entre las favorables; contaminación de aire y agua entre las negativas;[458] participación del Estado, como oferente o demandante de bienes y servicios; aglomeraciones industriales; leyes, reglamentos y burocratismo que constriñen las actividades, e información defectuosa, nula, insuficiente, falsa, alterada o privilegiada.

Además, el cumplimiento de las leyes de mercado se condiciona a que el cuadro permanezca invariable: caeteris paribus. Tampoco ocurre en la práctica, donde todo se modifica continuamente, surgen dificultades, y cada quien actúa por su cuenta y riesgo: entabla guerra con competidores; procura optimizar eficiencia, ser competitivo y vencer; se esmera por lograr la relación más conveniente entre eficiencia y posición en el mercado. Esta lucha genera entropía en los mercados, es decir, pérdida de energía.

Eficiencia consiste en el mejor aprovechamiento de los recursos disponibles: se manifiesta en productividad. Depende de la organización, administración y especialización de las unidades. La posición en el mercado deriva de dar a los clientes lo que desean, atraerlos y conservarlos; penetrar en el mercado; adaptarse a él y sus mecanismos. En eso consiste la eficacia[459]

La competitividad es óptima cuando eficiencia y posición en el mercado son las mayores alcanzables; vulnerable, si existe alta eficiencia y baja participación; desaprovechada, con escasa eficiencia y posición elevada, y pésima, si ambos conceptos son bajos.

Al ampliarse y estabilizarse productividad y competitividad se incrementa la rentabilidad, lo cual confiere a las empresas flexibilidad para capitalizarse y desarrollarse.

La misión de cada empresa es conseguir la productividad, competitividad, rentabilidad y flexibilidad óptimas alcanzables.

Como la eficiencia de la economía en conjunto está sujeta a la de las unidades que la forman, los gobiernos, por muy liberales que se proclamen, implantan políticas de protección y apoyo a sectores estratégicos o vulnerables, como agropecuario, empresas pequeñas y medianas (PYMEs), así como a ejes de la economía: siderurgia e industrias de alta tecnología en naciones prósperas; azúcar, estaño o café, en áreas subdesarrolladas, y petróleo, quienes lo tienen.

Se inspiran en el principio de la mejor alternativa (second best), de Lipsey et. al., el cual asienta que si en una economía existe una falla de mercado ineludible, la solución óptima es que intervenga el gobierno.[460]

Dadas las fallas causadas por el globalismo en áreas subdesarrolladas, conviene intervención estatal selectiva, acotada por el mercado, para vigorizar marco institucional, infraestructura, educación y tecnología y así apuntalar la competitividad de sectores clave. Es “elemento fundamental de las políticas de desarrollo de los países desarrollados y de los países emergentes de Asia,” señala De Maria y Campos.[461]

Incluso existe acuerdo sobre buenas prácticas en el seno de Organización Mundial de Comercio (OMC), que admite favorecer a PYMEs, desarrollo local y regional, protección de medio ambiente, generación de empleo, equidad social y desarrollo humano.[462]

La política de fomento es aplicable en el neoliberalismo, si bien su enfoque varía en tres puntos.[463]

Primero, en lugar de actuar sobre mercados de productos, se orienta   a mercados de factores, con objeto de gestar innovación y adquirir capacidad competitiva. Es decir, se promueve la asignación de recursos, en vez de estimular la producción, como en el proteccionismo. Asimismo, se educa, capacita y motiva al factor humano.

Segundo, se opta por la intervención indirecta del Estado, quien deja de ser protagonista y participa como guía, facilitador e inductor; orienta, auxilia y estimula a la mano invisible —de particulares— y así participa en los movimientos del mercado.

Tercero, se promueve el talento empresarial como pivote de desarrollo, para lo cual se alientan investigación, organización, tecnología, innovación, informática y desde luego planificación. La intención es enriquecer la competitividad y no aumentar la producción como fin.

 

  1. Fomento planificado

 

Las fallas de mercado son colosales en toda economía rezagada: se patentizan en distorsiones, desequilibrios e irregularidades. La estructura productiva es mórbida, deforme y mantiene situación caótica estacionaria, que Nurske llama equilibrio de subdesarrollo.[464] Agudiza asimetrías entre regiones, sectores y estratos, pues el avance de unos se da en detrimento de otros.

El aparato económico mexicano afrontará serios retos en los próximos 30 a 45 años: la población pudiere alcanzar entre 130 y 140 millones de personas en 2030 y de 140 a 155 millones en 2045, por lo que la demanda de bienes y servicios avanzará a ritmo acelerado; los compradores exigirán calidad y precio atractivos; será imperativo cuidar y regenerar los recursos naturales, y se acentuará la competencia externa.

El programa de fomento tiene que especificar tendencias y definir ¿qué país se puede construir?, ¿adónde dirigir la economía a largo plazo?, ¿qué objetivos y metas perseguir?, con el enfoque sistémico, realista y globalista reiterado y con respeto a las culturas nacional y regionales.

Sentado lo anterior hay que precisar qué planta productiva es factible erigir; identificar actividades estratégicas, necesarias y dinámicas, y establecer mecanismos para organizar, promover, orientar, proteger y apoyar su desarrollo. Es indefectible bajo las reglas actuales de competencia, que modifican y complican el mercado e introducen nuevas fallas, pues la revolución en computación, informática y telecomunicaciones altera los procesos de organización, financiamiento, producción y comercialización.

Exige reconocer que se vive “el colapso de las estructuras tradicionales de organización, manifiesto en las reducciones de tamaño, la subcontratación, las alianzas estratégicas, la reingeniería de procesos y los equipos virtuales o dispersos geográficamente, evidencia [sic] fuerzas tanto en el sector público como en el privado que tienden a aplazar y comprimir organizaciones para que cuesten menos y funcionen mejor,” como suscribe Van Wert.[465]

El plan sólo es concebible como política de Estado, integral, de plazo largo, enfilado al interés colectivo, por lo que se han de desterrar proyectos unitarios, aislados, cercenados por sexenios, fincados en la búsqueda de prestigio personal.

El círculo vicioso de atraso se vigoriza por estructura defectuosa del Estado e ineficacia de instituciones y programas gubernamentales, reflejados en anomia e ingobernabilidad, que son tan destructivas como los fenómenos naturales y económicos, por erosionar la competitividad sistémica y dificultar, interrumpir o retrasar el avance.

La posibilidad de éxito está sujeta a que se reforme el Estado, las instituciones sean competentes y se mantenga ambiente cordial, seguro y propicio, en los términos expuestos en Capítulo 51, que patrocine competitividad sistémica.

Al Estado y su brazo ejecutivo, el gobierno, corresponde velar por el funcionamiento óptimo de la sociedad. Tienen la responsabilidad de que su mano visible organice y oriente la estructura económica y las relaciones entre regiones, sectores y empresas, amén de ordenar, proporcionar y vigilar flujos de factores, productos e información, en un clima de colaboración e integración.

Les compete establecer marco institucional eficiente; construir, mantener y reforzar la infraestructura; brindar servicios públicos eficaces; crear y robustecer ventajas comparativas; recomendar su aprovechamiento; alentar desarrollo tecnológico y aplicación de innovaciones; orientar la asignación de recursos a usos más redituables; consolidar la posición de las empresas nacionales en el ámbito interno y en el externo; así como crear condiciones para que las empresas operen con eficiencia administrativa, capacidad tecnológica, eficiencia productiva y competitividad local e internacional. En suma, están obligados a fomentar y vigorizar la competitividad sistémica.

Deben implantar esquemas que las empresas aprovechen para definir sus programas estratégicos; suscitar efecto multiplicador que se propague por todo el sistema; marcar el ritmo del aparato productivo nacional; compartir información, tecnología y procesos; asesorar en el control de operaciones y del mercado (logística, tecnología, innovación, finanzas, distribución, mercadotecnia, publicidad), y cancelar o descentralizar etapas inconvenientes de producción.

Es imperativo considerar tanto aspectos relacionados con la asignación más conveniente de recursos, que asegure alta productividad, como el logro de resultados concretos en empleo, ingreso, finanzas sanas, estabilidad monetaria y balanza de pagos superavitaria.

La política de fomento no depende sólo de consideraciones soberanas. Existen compromisos entre gobiernos, lo mismo en organismos regionales (TLCAN, UE) que internacionales (ONU, OMC, FMI, BM). Ante ello la planificación ha de hacer compatible la economía nacional con la internacional, en busca de posición provechosa en el concierto mundial.

Los eslabonamientos alcanzan su máxima expresión en la integración entre naciones. Reconvertir la planta productiva planetaria, fincada en cadenas y redes, se rige por decisiones de los consorcios trasnacionales poderosos, y enorme cantidad de transacciones se realizan en el espacio cibernético, sin importar linderos territoriales. Por tanto, dicha política debe formularse en armonía con los intereses del universo de involucrados: sociedad civil, corporaciones, gobiernos y ONGs. Es sólo un tramo de la escalera por la que se asciende en el aprovechamiento eficiente de los recursos y la creación de empleo productivo bien remunerado en los ámbitos local, regional, nacional y global.

El engarce de economías tan disímiles como EUA y México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)  establece cuadro propicio para relaciones interindustriales —entre sectores distintos— basadas en ventajas de ambos países, distintas a las relaciones intraindustriales —dentro del mismo sector— que predominan entre Canadá y EUA por su semejanza. Deben planificarse científicamente.

“La ampliación del mercado y la complementación productiva abren nuevas oportunidades para lograr las economías de escala y la especialización que permitan alcanzar mayores niveles de competitividad internacional. […] La integración regional ofrece ganancias potenciales pero no determina su magnitud ni la forma en que se distribuirán entre los países socios. Una de las condiciones para que todos los países socios alcancen los mismos beneficios potenciales […] es que se logre la convergencia, incluso, la coordinación de las políticas industriales nacionales,” opinan Bianchi et. al[466]

El programa de fomento comprende protección del medio —que abordo enseguida— y planificación ambiental, abierta en tres vertientes: actividades rurales, actividades urbanas y ciudades, infraestructura y energía, que examino en las tres últimas partes de este trabajo.

 

  1. Protección del medio

 

Ligada al dilema económico se halla la tarea gubernamental 5. Administrar, proteger y desarrollar el medio ambiente, cuyos elementos básicos son oxígeno, agua y suelo.

Oxígeno es el más importante, por ser mínimo el tiempo que un ser humano subsiste sin él. Aún así permanentemente se le enrarece mediante combustión de materias fósiles y procesamiento químico de hidrocarburos, que causan lluvia ácida —acumulación de ácido sulfúrico— y efecto-invernadero —acumulación de gases por combustión de materiales, que eleva temperatura del planeta y nivel de los mares, ocasiona lluvias intensas e inundaciones en zonas costeras y sequía en el interior. Otro enemigo son los gases impelentes (aerosoles), que asociados a erupciones naturales como las volcánicas, corroen la capa de ozono que filtra los rayos ultravioleta del sol y reduce la protección contra los mismos.[467]

La contaminación del aire se vuelve alarmante en Londres en siglo 19°; en Los Ángeles y Tokio a mediados del siglo 20°, y luego se extiende por doquier.

En Conferencia sobre ambiente humano, organizada por ONU en 1972, se especifica que los Estados “tienen la responsabilidad de asegurar que las actividades dentro de su jurisdicción o control no causen daño al ambiente de otros Estados o a áreas fuera de los límites de la jurisdicción nacional.” De cualquier modo, “no se ha hecho el intento de formular una Ley tratado de la atmósfera multilateral,” aseveran Pearson et. al.[468] Poco después ONU emprende Programa ambiental, con los objetivos de evitar el efecto-invernadero y el adelgazamiento de la capa de ozono.[469]

México emite en 1971 Ley federal para prevenir y controlar la contaminación ambiental, sustituida en 1983 por Ley federal de protección al ambiente, y crea dependencia especializada que culmina en 1994 en Secretaria del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP).[470]

Son imperceptibles sus resultados y el mal se agrava por la amplitud del territorio, ignorancia e inconsciencia de la población, legislación inadecuada, vigilancia ineficaz, falta de planificación territorial y fondos insuficientes.

En México se emiten 3.8 toneladas de bióxido de carbono por habitante, semejante al promedio mundial de 4 toneladas, aunque inferior al de países adelantados, donde supera 10 toneladas.[471]

La industria manufacturera es de las más contaminantes y es mínimo lo que hace para impedir el daño. Husted et. al indican que la inversión en servicios ambientales es casi nula: 0.5% del capital total, porque “las leyes mexicanas no prevén de manera explícita modelos de responsabilidad por daños ambientales.”[472]

Varios motivos inhiben el gasto privado en mejoramiento ambiental: financiero, 59%; tecnológico, 12%; falta de incentivos, 10%; incosteabilidad 8%, y otros, 11%, informan Mercado et. al.[473] 

El planificador tiene que establecer normas mínimas que obliguen a gobiernos, empresas y particulares a proteger la atmósfera, así como vigilar que se respeten o caso contrario se apliquen las sanciones correspondientes.

Agua y suelo se degradan cada día.

La insuficiencia de agua potable se vuelve crítica. A fines de siglo 20º el orbe disponía de 8,300 metros cúbicos por habitante (M3/H) al año. La frontera entre escasez y abundancia es 5,000 M3/H. La mitad de los pobladores están debajo de esta cifra—aviso de restringir el consumo— y 15% disponen de menos de 1,000 M3/H —situación desesperada.[474]

Los desiertos cubren 30% de la superficie mundial. Durante el siglo 20º se eliminó 40% de la selva húmeda y se extinguió 20% de flora y fauna. La desertización ocasiona cambios atmosféricos y favorece incendios forestales.

Todos los gobiernos y la comunidad mundial deben asumir su compromiso de administrar, proteger y regenerar el medio ambiente y tomar acciones firmes para planificar su aprovechamiento, cuidado y control, especificados en programa ambiental de aplicación universal, que tenga como requisito fundamental que el desarrollo económico sea sustentable y se mantenga equilibrio entre población, recursos y su explotación, en los términos expuestos en Capítulo 30, supra.

En Capítulo 70 examino la situación de agua y suelo en México.

 

Octava parte

Actividades rurales

_______________________________________________________

 

  1. Territorio mexicano

 

Los colonizadores españoles se impresionan por las riquezas naturales del territorio mesoamericano invadido. Su interés es explotarlas. A los frutos originarios —maíz, calabaza, frijol, chile, maguey, jitomate, cacao, algodón, tabaco y otros— agregan trigo, arroz, avena, cebada, café, caña de azúcar más un sinfín, que se aclimatan con éxito, e introducen cría de ganado.[475]

Tales antecedentes originan dos mitos: que México posee inmensa riqueza natural, equiparable al cuerno de la abundancia, dibujado en el contorno de la república, y que su vocación es agrícola, porque el grueso de la población labra el campo.

Ambas leyendas se imprimen en el alma colectiva. Los devotos de la patria las refieren con orgullo y lamentan que no se aprovechan por ineptitud y corrupción gubernamental.

En 1937 Alanís Patiño advierte que las condiciones físicas son desfavorables para actividades primarias, cuando éstas ocupan 67% de la población y aportan 20% del producto bruto,[476] con productividad bajísima, que sumada a veloz crecimiento de población y agotamiento de recursos ya entonces incuba miseria.

“La ilusión producida por la creencia en una gran riqueza inexplotada tuvo a la postre un efecto desmoralizador en los sectores más importantes de la nación, pues la imagen de un pueblo miserable que vive en medio de tan grandes riquezas tenía que conducir necesariamente al menosprecio del carácter y las aptitudes de ese mismo pueblo,” escribe González Santos.[477]

Falso que exista abundancia de recursos naturales, como demuestro adelante, sobre todo si se reflexiona en que la población se cuadruplicó entre 1950 y 2000.

Falso que exista vocación agrícola. Lo contradicen el catálogo de cultivos, la distribución de fuerza de trabajo y el tiempo dedicado a labranza. Lo ilustro en Capítulo 68, infra. La mayoría de trabajadores eran campesinos hasta mediados de siglo 20°, porque no había alternativas en la economía feudal heredada.

Cierto que la pobreza rural obedece a desorden, corrupción, derroche, discontinuidad de programas, errores y la cadena de sucesos y circunstancias descritos en este ensayo. Se compendia en falta de planificación espacial.

El territorio nacional mide 1.967,183 kilómetros cuadrados. Lo cruzan el Trópico de Cáncer y la faja desértica y selvática que rodea el planeta. Es muy accidentado: la cuarta parte tiene pendientes superiores a 25°, impropias para explotación agrícola.[478] Darle viabilidad productiva requiere inversión en infraestructura, instalaciones urbanas, habilitar suelos, viviendas, desarrollo social y servicios, que escasea.

Se distinguen cuatro zonas: árida, 53%, en centro y norte; trópico seco, 17%, en costa sur del Pacífico; templada, 17%, comprende dos franjas que forman una ye, localizada al centro, y trópico húmedo, 13%, Veracruz, sureste y península de Yucatán.[479]

La disponibilidad anual de agua es 190,000 M3: 87% superficial y 13% subterránea.[480] La cifra por habitante, 1,900 M3, es alarmante, muy abajo de la frontera entre escasez y abundancia citada: 5,000 M3/H.

La lluvia es exigua: 800 milímetros anuales promedio, de los que 70% se pierde por evaporación. “Más de la mitad del territorio mexicano localizado en el norte y en el altiplano recibe sólo 9% de la precipitación media anual, pero concentra 75% de la población del país, 70% del [PIB] industrial y 40% de las tierras agrícolas de temporal. En tanto, casi 70% de la precipitación anual ocurre en el sudeste, donde vive 24% de la población,” informa Quadri de la Torre.[481] El temporal dura de tres a cuatro meses, entre junio y septiembre. Es evidente la “sobreexplotación de acuíferos y obliga a hacer transferencias entre cuencas. La contaminación, por otro lado, ha reducido el potencial de uso de varios acuíferos, ríos y cuerpos de agua.”[482]

El líquido tiene tres enemigos, que aquí se ensañan: consumo excesivo, desperdicio y contaminación. Resultan de pésima administración, irresponsabilidad, incongruencias y conductas que destruyen, degeneran, ensucian, derrochan y merman los recursos. Es urgente planificar el aprovechamiento racional de agua y garantizar su abastecimiento.

El suelo apto para agricultura es raquítico: 14% del total. En cuarenta años perdió 2 millones de hectáreas.[483] Para pastoreo es 41%. Perdió 6 millones.[484] Los bosques cubren 29% del territorio. Descuido, ineficacia, corrupción y contubernios auspician depredación incontenible: en 40 años se perdieron 10 millones de hectáreas.

México se desertiza con rapidez por varias causas: erosión, que afecta 81% de la superficie;[485] prácticas nocivas (explotación exhaustiva, cultivo en pendientes, aplicación inmoderada de pesticidas y fertilizantes, drenaje defectuoso, quema de suelos, etc.); pastoreo excesivo, y destrucción de bosques (tala incontrolada, conversión de tierras, corte de leña e incendios).[486]

El problema es eterno: “con la conquista española, el equilibrio de recursos y población cambió abruptamente. Los conquistadores talaron grandes cantidades de árboles para utilizarlos como material y combustible. Sus arados penetraban más profundamente en la tierra que los palos para cavar de los indígenas, y su ganado y sus ovejas dejaban desnudo el terreno. Nuevos sistemas de riego y molinos harineros concentraban o redistribuían las afluencias del agua. Ninguno de los nuevos procedimientos era desastroso en sí mismo pero el efecto combinado a través de los años fue una disminución acelerada del terreno agrícola,” comenta Gibson.[487]

El grueso de los mexicanos no racionaliza la trascendencia de cuidar el medio. Les incumbe su provecho inmediato. Su perspectiva temporal se limita a su esperanza de vida o cuando mucho la de sus hijos. Confían en que otro resuelva los problemas, atenidos al criterio “el que viene atrás que arree,” desprendido de ignorancia e hijismo.

Es impostergable la explotación inteligente y sustentable del medio, lo cual exige vigilarlo, cuidarlo, restaurarlo y enriquecerlo, con base en programa territorial que fundamente el ¿dónde?, referido a uso rural del suelo, actividades económicas urbanas, ciudades, infraestructura y energía, en cuatro dimensiones: nacional, regional, sectorial y global.[488]

La región es unidad espacial idónea de planificación. ONU la concibe “eslabón entre la colectividad local y la nacional, [que] constituye un término de referencia apropiado para la equilibrada integración de los proyectos de desarrollo de trascendencia nacional con los que se basan en la iniciativa local.”[489]

Cada región es un sistema complejo, integrado por varios módulos: físico, cultural, político, económico, étnico, social, etc., con componentes y atribuciones singulares, cuyo plan maestro debe estar desmenuzado en programas correspondientes a tales módulos, donde se especifiquen necesidades, problemas y carencias específicas, posibilidades y recursos, objetivos, políticas y proyectos, determinados y atendidos desde dentro, apoyados, coordinados por y bajo vigilancia del organismo central. Es aconsejable planificación descentralizada, como corresponde a la organización federativa mexicana.

Lo ideal sería delimitar regiones según sus características particulares. Es irrealizable. Lo práctico consiste en apegarse a la división política en Estados, municipios y localidades y delinear zonas bien definidas.

A partir de ellas hay que formular programas regionales, que llenen dos funciones enunciadas por Della Porta:[490]

Función técnica: desmenuzan el espacio en detalle, que el plan nacional no hace; muestran el espectro sociocultural en sus múltiples partículas; proporcionan vasta información cuantitativa y cualitativa, que permite conocer variables y parámetros del conjunto para disponer del mapa íntegro de localización espacial, y sirven de base para fijar objetivos locales, congruentes con los nacionales.

Función política: despliegan aspiraciones y deseos de la colectividad local: permiten comprender la dialéctica social y conciliar los contrastantes intereses locales con los nacionales.

  “Una planificación regional apropiada proporciona una estructura den- tro de la cual pueden aprovecharse los recursos humanos, naturales y económicos de una zona para la ejecución de programas de desarrollo tanto nacionales como locales. La planificación, concebida de este modo, como las buenas prácticas presupuestarias y administrativas, pueden convertirse en instrumento de buen gobierno para beneficio de un pueblo con su participación,” opina ONU.[491]

La noción instrumento de buen gobierno involucra el contenido regional de la planificación en la solución del dilema político y la democratización de la sociedad, tratados en Quinta parte.

En el sistema territorial se enlazan e interactúan recursos, gobiernos, sectores, empresas, hogares y personas, que componen la estructura espacial, cuyas interrelaciones se generan intra e ínter las cuatro dimensiones: nacional, regional, sectorial y global.

La cuestión ¿dónde ubicar una actividad? rebasa localidad, región y país y obliga a detectar el lugar del planeta más conveniente para localizar fases de las cadenas productivas, sin importar linderos políticos. En eso consiste globalizar. De aquí la importancia de dar dimensión global al plan nacional y sus programas.

Lo dicho suscita dos géneros de decisión: activa: establecer una o varias fases de la cadena productiva en otra región o nación-Estado, y pasiva: recibirla(s) de fuera.

En un país subdesarrollado es típica la segunda, aunque se dan casos de participación en otros territorios. Compañías mexicanas tienen subsidiarias en el extranjero.

Al programa territorial toca precisar líneas de ordenamiento y control en las cuatro dimensiones territoriales, con cuidado de mantener balance entre elementos ecológicos, culturales, políticos, étnicos, sociales, demográficos y económicos. Lo abro en las vertientes enunciadas: uso rural del suelo; actividades económicas urbanas, y ciudades, infraestructura y energía.

 

  1. Uso rural del suelo

 

La primera vertiente de planificación espacial es uso rural del suelo. Para abordarlo hay que partir del régimen de tenencia, por sus implicaciones físicas, jurídicas, culturales, humanas, sociales, políticas, económicas e institucionales.

En la civilización azteca las tierras pertenecen al monarca, quien asigna cierta “extensión llamada calpulli, repartida en parcelas entre las familias del poblado, quienes estaban obligadas a cultivarlas,” relata Mendieta y Núñez.[492]

En la colonia los conquistadores permiten a los indios conservar su organización y les asignan superficies con pastos o monte para cría de ganado. Los ubican a la salida —exitum, en latín— de las aldeas: por eso se llaman ejidos. “Todas las propiedades de los pueblos indígenas […] eran comunales, pertenecían al núcleo de población y no a los poseedores de ellas individualmente considerados.”[493]

Las mejores tierras se conceden a españoles. “A los indígenas se les dio únicamente la tierra indispensable para la satisfacción de sus necesidades que […] eran mínimas.” Si se considera el crecimiento demográfico, “surgió el problema de la tierra desde la época colonial, de tal modo que cuando México realizó su independencia, llevaba ya ese problema como una fatal herencia del régimen pasado,” comenta dicho autor.[494]

El imperio hispano se mantiene ajeno al desarrollo industrial de Europa. Por ello Nueva España tiene estructura feudal, que México hereda al independizarse.

Es obvio que la agricultura es pilar de la economía y la población rural significa 90%. Antes de la reforma juarista la Iglesia Católica acapara la mitad de las tierras y el resto los latifundistas, informa Lucas Alamán.[495] Durante la gestión de Porfirio Díaz pasa a los hacendados, versión local de señores medievales.

La revolución de 1910 “fue una revolución agraria, motivada por la injusta distribución de la tierra (por el escandaloso acaparamiento de la propiedad),” señala Mendieta y Núñez. [496]

Al principio de siglo 20° las actividades agropecuarias se mantienen como columna de la economía.[497] Se efectúan con procedimientos rudimentarios, productividad ínfima y desperdicio nefasto.

En 1915 se promulga Ley agraria. Su consigna es distribuir la tierra entre campesinos “que la trabajan con sus manos,” lema atribuido a Zapata, que todavía ostenta el escudo del Estado de Morelos.

La Constitución de 1917 reconoce tres formas de tenencia: pequeña propiedad, comunidad indígena y ejido. Prohíbe el latifundio y fija tope de 100 hectáreas a superficies de riego y 200 a las de temporal; de allí lo de pequeña propiedad.

El ejido se conserva con una diferencia respecto a su concepción original: incluye tierras de labor, además de pastos y monte. “Su goce no es comunal, se reparte en parcelas a los ejidatarios, individualmente considerados, con la obligación de cultivarlas, pues si dejan de hacerlo durante dos años consecutivos pierden su derecho sobre ellas.”[498]

El reparto de tierras alcanza montos inconcebibles: Lázaro Cárdenas asigna 18 millones de hectáreas; López Mateos, 10 millones; Díaz Ordaz, 26 millones. La suma total asignada es 103 millones de hectáreas ejidales y comunales: más de la mitad del territorio nacional. La mayor parte son impropias para cultivo. La superficie sembrada total es de sólo 20 millones.[499]Esta cifra muestra lo falaz de la acción.

Se levanta “una estructura agraria desfavorable para el desarrollo económico, y aún para el bienestar social. Combatiendo el latifundio, caímos en el minifundio, que para los fines del desarrollo es todavía peor. Y en formas petrificadas de tenencia y en una situación crónica de inseguridad. O sea que, llevados por altos ideales de justicia social, dimos un bandazo regresivo,” deplora Fernández y Fernández.[500]

“La inmensa mayoría de las unidades productivas que se crearon como consecuencia del reparto de tierras no contaban con las condiciones productivas ni organizativas necesarias para responder a los requerimientos productivos que demandaba el proyecto de sociedad que se pretendía conformar, donde la industrialización era el eje central,” anota Morales Ibarra.[501]

“El Estado tenía que suplir esta deficiencia y hacerle llegar a los ejidos los recursos necesarios a fin de que pudieran operar y generar los excedentes que se demandaban [y] creó un serio conflicto estructural, ya que […] más de la mitad de los recursos productivos estaban en manos de productores que no tenían los medios suficientes para responder a las exigencias competitivas que exigía el contexto capitalista,” añade.[502]

La explotación agrícola actual se estratifica en tres categorías, indica Casco Flores.[503]

Comercial intensiva. De propiedad privada y corte empresarial. Prevalece en regiones noroeste, centro-norte y noreste, donde existen grandes obras de riego. Los predios son de 5 hectáreas o más. Es mecanizada y obtiene alto rendimiento. Se orienta a mercados nacional y externo.

Intermedia extensiva. Tiene ligero cariz comercial. Es fundamentalmente propiedad privada. Los predios son de 2 a 5 hectáreas. Se encuentra en zonas Pacífico-centro y Golfo-centro, donde predominan clima templado y temporal abundante.

Tradicional. De subsistencia y autoconsumo. En su mayoría ejidal y comunal. Utiliza técnicas e instrumentos primitivos. Predios menores de 2 hectáreas, en terrenos pobres, áridos, montañosos o selváticos. Se ubica en regiones centro, Pacífico-sur, sureste y península de Yucatán. Cubre 80% de la superficie: tipifica al campo mexicano.

Aquí se incuba la miseria de 25 millones de indios, ladinos y mestizos, quienes producen lo indispensable para no morir. Sus posibilidades de concurrir al mercado son mínimas y esporádicas, pues no disponen de producción excedente, competitividad ni medios de comercialización. Su aspiración es que el temporal sea favorable y conseguir sustento. No les preocupa cuidar ni restaurar el ambiente. Explotan el suelo de manera irracional y exhaustiva y lo empobrecen cada vez más. Muchos alquilan   sus predios o los trabajan como medieros (aparceros). Cuando obtienen sobrantes recurren a intermediarios que abusan de ellos. Ni siquiera tienen certeza de que permanecerán en el terreno que ocupan, ya que en cualquier momento la reforma agraria se las quita para adjudicarlo a otros, por errores, invasiones o satisfacer peticiones. Es común que sean desahuciados por quienes detentan poder e influencia: por vía legal o violenta. Algunos grupos expulsan a quienes no simpatizan con su cultura, ideología o religión, como los rebeldes de EZLN en Chiapas, que han desplazado a muchas familias.

El campesino es apegado al terruño. Mas cuando carece de medios para sobrevivir, migra a otras áreas aunque sean inhóspitas, que le acogen por algún tiempo, en tanto se agota el suelo; a metrópolis, donde siempre hay posibilidades de subsistir, o a EUA. Un quinto de la población cambió lugar de residencia en la república mexicana en 2000. Las regiones expulsoras se hallan en centro-norte y sur. Las receptoras son DF, frontera norte, Estado de México y Quintana Roo.[504]

Contradictoriamente, existen recursos sin aprovechar. Sobresalen los marinos, disponibles en litorales de 11,600 kilómetros, pródigos en especies animales. Su captura aporta apenas 0.2% del PIB total, por falta de tradición, leyes aberrantes y falta de políticas idóneas.

Cada presidente ofrece impulsar el campo: crea o cambia dependencias, anuncia instrumentos y programas de financiamiento, tecnología, asesoría, precios de garantía, seguros, insumos, canales de comercialización, etc., casi siempre refrendos de anteriores. Fallan por burocratismo, ineficacia, incongruencia, estrechez financiera, discontinuidad, favoritismo y corrupción. El medio es propicio para negocios ilícitos, a tal grado que hace medio siglo BANJIDAL (Banco Nacional de Crédito Ejidal), orgullo del cardenismo, era llamado BANDIDAL.

En los setentas se reconoce que la política desarrollista está sesgada a industria, en menoscabo del campo. Con pretensión de corregirlo se promulga Ley federal de reforma agraria; se incrementa más de 300% real la inversión pública en el sector agropecuario, y de 100% real el crédito. No se especifica qué se pretende ni se sigue una pauta sistemática. La producción asciende sólo 40%.

El resultado fue que “alto número de unidades de producción ineficiente se mantuvieran gracias a los subsidios que compensaban los bajos niveles de productividad, frenando el desarrollo productivo del sector en su conjunto,” estima Morales Ibarra.[505]

En 1981 se emite Ley de fomento agropecuario, intento fallido que “cae en el añejo círculo vicioso estatista y productivista como opción del desarrollo rural.”[506]

En los ochentas se recorta el subsidio federal a la agricultura de 25% a 3% del PIB del sector. “Esta situación se tradujo en un estancamiento de la producción [que llevó a recurrir] por primera vez a volúmenes extraordinarios de importación de productos agropecuarios,” informa el mismo autor.[507]

Grave defecto de la política agraria es su paternalismo, que da continuidad al implantado en la colonia. Su contraparte es hijismo: individuos subsidiarios, atenidos a Papá Gobierno; abúlicos, morosos, irresponsables, exigentes, abusivos: menores de edad eternos. Se les sobreprotege y se les dicta qué pueden hacer. Se les impide crecer y madurar.

Esa ley padece además estrechez visual: inculca la supuesta vocación agrícola y descuida actividades con ventajas inmejorables: ganadería, pesca, artesanías y agronegocios.

El criterio socialistoide del agrarismo desdeña el aspecto comercial: juzga herético ver al ejido y tierras comunales con enfoque empresarial, que se manifieste en innovaciones administrativas, tecnológicas e institucionales y actualicen, hagan productivo, competitivo y redituable al sector tradicional. Adelante regreso al tema.

La fantasía zapatista de que todo labrador tenga tierra para trabajarla con las manos es demagogia. Un problema económico y técnico se trata con caridad populista. Desemboca en minifundismo, irracionalidad, hijismo e inseguridad en la tenencia del suelo.

Triste paradoja: la reforma agraria cataliza el atraso y pobreza del campo. Coadyuva a que el sector agropecuario caiga en picada.

 

  1. La contrarreforma

 

En 1992 se modifica el artículo 27 constitucional y se libera la propiedad de la tierra, lo cual cancela el reparto agrario; se autoriza privatizar el ejido, y se eliminan restricciones a la inversión. Los motivos aducidos son dar certidumbre a la propiedad, capitalizar la actividad agropecuaria, proteger y fortalecer la vida ejidal y comunal.[508]

El titular del ejido adquiere dominio sobre su parcela para enajenarla, emplearla como aval embargable, formar asociaciones, recibir inversión privada y convertirla en activo productivo redituable, en vez de   ser símbolo de emancipación. Se quitan cadenas que constreñían al agricultor a unidades minúsculas, incapaces de lograr economías de escala y de concurrir al mercado.

Complementariamente se establecen: Programa de Certificación Ejidal (PROCEDE) Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (ASERCA); Programa de Apoyo al Campo (PROCAMPO), y Alianza para el Campo, con el propósito de crear estructura de producción agropecuaria acorde con las condiciones pactadas en Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que abordo en Capítulo 78, infra.

Son cambios indispensables, mas incompletos: “es necesario crear las alternativas para un desarrollo que vaya más allá de los parámetros productivos y sea capaz de responder a los graves y añejos problemas sociales. […] Tiene que superar el tradicional enfoque sectorizado y productivista que se le confirió desde el inicio del proceso de industrialización, lo que inevitablemente lo ubica en una posición de marginación y subordinación,” sostiene Morales Ibarra.[509]

David Ibarra asevera: “los propósitos de los enfoques actuales de las políticas parecen inobjetables en sí mismos: mejorar la asignación de recursos en el sector agropecuario, facilitar los procesos de inversión y reconversión productiva, fortalecer los derechos de propiedad y otras instituciones de mercado, ajustar los precios a las cotizaciones internacionales, reducir las cargas fiscales.”[510]

Es más, “las reformas no se emprendieron gradualmente, ni se reparó por entero en los costos laterales de transacción expresados en menor crecimiento de la oferta, mayor polarización intrasectorial y debilitamiento de las capacidades de absorber productivamente la mano de obra. Desde luego muchas de esas dislocaciones son inevitables, pero en alguna forma pudieron y pueden atenuarse facilitando los acomodos y acelerando la reconstrucción institucional durante el período de transición.”[511]

Es consecuencia de que el gobierno mexicano aplica tácticas aisladas, caprichosas, sin fundarse en un plan integral de largo plazo, a pesar de que los artículos 25 y 26 constitucionales lo establecen como obligación. Emprende acciones urgentes o de lucidez sexenal e ignora lo trascendente, sin inquietarse por lo que acontezca después.

El costo salta a la vista: en 1950 las actividades agropecuarias ocupan 61% de la población activa; aportan 23% de PIB y 80% de la exportación. En 2004 emplean 15% de trabajadores y contribuyen con 4% del PIB y 3% de la exportación. La proporción de agricultores disminuye; pero su número se eleva de 5 a 8 millones. La productividad por trabajador se contrae 40%. Menor productividad aunada a presión demográfica cercena 90% del ingreso por labriego en ese lapso, expresión de la escalada de miseria rural. Exacerba el desequilibrio entre población, recursos naturales y tecnología.

La pérdida de recursos y productividad exige mayor esfuerzo y explotación intensa de la naturaleza para al menos satisfacer la demanda de alimentos, materias primas y energía.

Los antagonistas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) arguyen que éste desprotegió al sector primario. Es falso: “el comercio exterior agropecuario de México ha crecido aceleradamente en los últimos años y sobre todo en el período que comprende el TLC,” anota Alonso. El problema es que “ha tenido un profundo impacto negativo sobre la población mayoritaria del campo por el mal manejo gubernamental de los instrumentos que permite el propio Tratado para dosificar importaciones [… y] por utilizar los precios internacionales como rectores del mercado interno, en una competencia desigual para los productores locales.”[512]

“Al reducir el Tratado la protección a los granos y oleaginosas debilitó aún más la competitividad de la agricultura mexicana, de suyo sin ventajas comparativas en esos productos frente a Estados Unidos y Canadá. Los productores de básicos han perdido por ello dramáticamente con el TLC, particularmente en maíz y frijol, que sin un período de transición y apoyos adecuados se encuentran en desventaja.”[513]

La globalidad acentúa diferencias entre categorías del agro mexicano, en menoscabo de la labranza tradicional, que requiere auxilio específico, programado, sistémico, sensato, sin paternalismo ni soluciones demagógicas.

“La apertura ha mostrado de manera abrupta y drástica las debilidades del sector, que ahora está obligado a hacer un esfuerzo especialmente intenso de cambio estructural que incluya lo productivo y lo tecnológico, sin dejar de lado lo organizacional e institucional, no sólo para ser congruente con el ajuste macroeconómico sino, sobre todo, para cumplir un papel dinámico en las nuevas estrategias para el desarrollo nacional, la liberación del comercio y la integración económica,” advierte Cebreros.[514]

La contrarreforma marcha con lentitud: en enero de 2001 la secretaria del ramo informa que faltan 65 millones de hectáreas por regularizarse y aún no se certifican 48% de los 103 millones de hectáreas repartidas.[515]

En agosto de 2002 una funcionaria cercana al presidente advierte que existen 362 conflictos agrarios en 10 Estados. Lo considera “polvorín a punto de estallar,” que expone la inseguridad prevaleciente en la tenencia de la tierra.[516]

La cuestión agraria mexicana ha engendrado tres sucesos sangrientos: independencia, reforma y revolución. Debe evitarse el cuarto, que está latente,  mediante programa integral de desarrollo agropecuario, dentro del sistema nacional de planificación.

 

  1. Racionalidad frente a desafíos

 

En octubre de 2001 el congreso aprueba Ley de desarrollo rural sustentable. Busca enmendar deficiencias de su antecesora de 1992, proteger al campo de competencia desleal externa y dar seguridad al abasto alimentario. Es otra lista de buenas intenciones: no puntualiza objetivos, políticas, estrategias, programas, metas ni medios para alcanzarlos.

Es impostergable programar usos agropecuarios del suelo, a la vista de los desafíos vislumbrados para los próximos 30 a 45 años, cuando la población pudiere ser de 130 a 142 millones de personas en 2030 y de 140 a 150 millones en 2045: la demanda de alimentos y materias primas avanzará a ritmo acelerado; se exigirán alimentos de alta calidad; la presión de la demanda hará necesario importar bienes primarios a tasa creciente, y los recursos naturales sufrirán fuerte desgaste.

Se enmarcan en el globalismo, el cual eslabona procesos productivos y mercados a escala mundial en busca de ventajas comparativas y eficiencia óptima, a los que debe engancharse el sector rural. Pueden verse como amenaza e inmovilizarse ante ella, o como oportunidad para trabajar y dar al suelo el mejor aprovechamiento susceptible.

Adaptarse al orden económico vigente implica establecer equilibrio entre rentabilidad (aspecto económico) y bienestar-bienser (aspecto humano). Implica introducir innovaciones tecnológicas; proteger el medio; explotar recursos en forma racional; lograr avances cuantitativos y cualitativos, y sobre todo crecimiento productivo con equidad social.

El paradigma consiste en aprovechar la naturaleza con eficiencia y eficacia; trabajar con productividad, competitividad y rentabilidad; suministrar provisión adecuada de alimentos, materias primas, bienes y servicios, y generar flujo creciente de ingresos, en congruencia con los objetivos culturales, económicos y sociales, a fin de cerrar disparidades con el medio urbano.

Planificar el agro obliga a descubrir síntomas de su atraso, rasgos distintivos, orígenes y causas, esto es, diagnosticar el síndrome y predecir su secuela. Hay que empezar por la taxonomía del territorio, a escalas local, regional y nacional, que describa características de aire, suelo, agua, clima, infraestructura y mercados.[517] Ha de incluir factores disponibles, situación, atributos y usos recomendables; cultivos y métodos de explotación; actividades no agrícolas; disponibilidad de innovaciones tecnológicas, administrativas, organizativas e informáticas; descripción y evaluación de mecanismos de comercialización, financieros, técnicos, instrumentales y educativos, complementado con datos demográficos, sociales, institucionales y económicos.

Es esencial darle tratamiento regional, ya que cada zona tiene características culturales, necesidades, recursos y capacidades singulares. “La unidad espacial constituida por la nación es generalmente muy vasta, muy difícil de manejar, muy difusa, excesivamente diferenciada en sus distintos sectores, y demasiado alejada del plano local para que represente una unidad espacial eficaz en la planificación y fomento locales,” expresa Ginsburg.[518]

A partir de la taxonomía se ha de analizar el funcionamiento del ciclo producción-comercialización-consumo de bienes y servicios rurales, con visión sistémica, en cada región.

Con este material se elaboraría el programa de usos rurales del suelo, enfocado a eficiencia —mejor aprovechamiento de recursos — y eficacia —resultados más beneficiosos para cada comunidad.[519]

Eficiencia depende de organización, administración y especialización de las unidades productoras, con afán de elevar su productividad individual y la general del sector. Se enfoca a medios.

Eficacia depende de la adaptación al mercado y sus mecanismos, los cuales inducen movimientos de la oferta en la dirección y ritmo que marca la demanda. Se relaciona a fines.

Para dar solidez al sector son esenciales: funcionamiento estable del mercado y capacidad de las unidades de atraer, conquistar, mantener o ampliar inversión y mercados. Cada una tiene que encontrar la relación más conveniente entre posición en el mercado y eficiencia, lo señalo en Capítulo 67, supra. Del modo con que trabaje depende su competitividad: óptima, cuando su posición y eficiencia son las mayores alcanzables; vulnerable, si logra alta eficiencia y baja participación; desaprovechada, con posición elevada, pero eficiencia pobre, y pésima, si ambos conceptos son bajos.[520]

Es trascendental ampliar y estabilizar productividad y competitividad, para incrementar rentabilidad, de la que depende su capacidad de capitalizar y desarrollarse.

Han de operar además con flexibilidad, para adaptarse a circunstancias y movimientos de los mercados agropecuarios, muy volátiles, sujetos a fenómenos meteorológicos, políticos y económicos.

Toda transición provoca desajustes y desequilibrios. Introducir innovaciones tecnológicas y reorganizar unidades con mayor tamaño y productividad como parte de la contrarreforma agraria, la cual desplaza trabajadores que no son absorbidos y tienen que emigrar. Se debe resolver con obras de infraestructura (caminos, obras hidráulicas, vivienda, locales, bodegas, etc.), actividades suplementarias, que menciono luego, y subsidios justificables.

El programa debe contener directrices, políticas, estrategias, tácticas, proyectos e instrumentos que guíen a las unidades a operar con la mira apuntada hacia aquellos cuatro conceptos: productividad, competitividad, rentabilidad y flexibilidad.

Estimular productividad y competitividad exige tecnología moderna. Química, ingeniería genética y biotecnología aportan procedimientos para modificar calidades y volúmenes de producción primaria; elevar rendimientos y disminuir costos unitarios (crucial en cultivos básicos: maíz, arroz, frijol); proteger el ambiente, y satisfacer la demanda en ascenso. El éxito se refleja en alta rentabilidad y por ende en posibilidad de capitalizarse y crecer.

Para hacer frente a los desafíos es aconsejable renovar el sistema ambiental: reorganizar zonas cuyos recursos están mal aprovechados y carecen de condiciones para hacer frente a la modernidad económica y social; rehabilitar zonas antes activas, que fueron abandonadas, y colonizar y fomentar zonas deshabitadas con viabilidad para desarrollar actividades agrícolas en condiciones sustentables, y en suma reconvertir usos de suelo, cultivos y productores.

La intención es alentar el desarrollo armónico de comunidades con seis propósitos de largo alcance: establecer condiciones propicias para brindar ocupación e ingreso estables al campesino; crear mecanismos para amortiguar o diluir efectos de fluctuaciones estacionales, cíclicas y eventuales; disponer de dispositivos para absorber excedentes de empleo; reemplazar actividades inconvenientes y decadentes por modernas y promisorias; asegurar abasto de bienes básicos y estratégicos, y rescatar, restaurar, adaptar e incorporar superficies devastadas, degradadas, mal utilizadas, inexplotadas o abandonadas.

 

  1. Diversidad productiva

 

La diversidad ecológica —variedad de especies complementarias de plantas y animales— constituye riqueza vital de la naturaleza. De ella dependen su fortaleza, estabilidad y desarrollo. Este concepto se proyecta a la actividad económica como diversidad productiva, que confiere utilidad —capacidad para satisfacer necesidades— y valor —de cambio: monetario— a los recursos primarios.

Si el campo se concibe sólo como espacio de actividades agropecuarias se desdeñan sus oportunidades, se mutilan sus fortalezas y se limitan sus facultades para enfrentar debilidades y amenazas. La economía rural es capaz de eludir o resistir desequilibrios derivados de fenómenos meteorológicos, políticos, económicos o tecnológicos en la medida en que se diversifica.

Indicio del fracaso del campo mexicano es su exiguo catálogo de productos: maíz ocupa 40% de la superficie cultivada; frijol, trigo, arroz y sorgo 25%. Es evidencia de vocación agrícola pobre.

Las labores agropecuarias no son fuente principal de ingreso de ejidatarios. Encuesta levantada en 1995 ilustra que aportan 50% en promedio; 36% provienen de otras actividades, y 14% de empleo migratorio. En parcelas menores de dos hectáreas las proporciones son 22%, 58% y 20%.[521] No es actitud premeditada: responde al instinto de supervivencia. En zonas de temporal —80% de la superficie cultivada— se trabaja unos cuantos meses al año. Para subsistir realizan otras tareas o emigran a urbes y EUA.

Lewis aconseja “proporcionar toda la ocupación que se pueda en actividades no agrícolas. Éste es no sólo el medio más claro de incrementar la producción no agrícola, sino que puede ser también una acción necesaria para aumentar la propia fertilidad del suelo. Si pudiera sacarse del campo parte de la población, devolver tierras al bosque, usar más suelos para controlar la erosión, y ampliar los períodos de barbecho, el producto agrícola, por definición, aumentaría, aunque no necesariamente de inmediato.”[522]

Con óptica actual Escalante Semerena et. al. sugieren efectuar “nueva conceptualización del desarrollo rural que considere el carácter heterogéneo y complejo del espacio rural y las cambiantes condiciones del campo en el contexto de la mundialización de las economías y la creciente presencia de flujos internacionales de mercancías y personas. […] Como parte de ella, deberán formularse políticas con mayor capacidad para fomentar el desarrollo económico y social en el sector rural.”[523]

El sector campesino es el que más resiente los desequilibrios, asimetrías y distorsiones que aquejan a una economía subdesarrollada. Dadas su cobertura territorial, trascendencia, complejidad y vulnerabilidad debe ser ordenado y regulado en los términos del plan rector y sus programas, a los que corresponde implantar procedimientos, brindar información y crear incentivos para sustituir cultivos tradicionales por actividades viables como frutas, legumbres, flores, especias, pesca, ganadería y agronegocios —artesanales, de trasformación y de servicio— alternos o suplementarios, que compartan inercias, ventajas comparativas y añadan utilidad y valor a los recursos en su lugar de origen. Es provechoso introducir figuras cooperativas de producción, empaque y comercialización, para aprovechar capacidad, habilidades y externalidades y conseguir economías de concentración.

El propósito no es tener diversidad productiva, sino apuntalar la estructura económica y crear riqueza regional.

La planificación ha de ser sistémica, insisto, pues el territorio es sistema complejo y se deben atender todas sus partes, de forma consistente, para que haya equilibrio y simetría en la operación y desarrollo sectorial y regional. Las actividades rurales dependen de las urbanas tanto como éstas de aquéllas. Su interdependencia se capta, comprende y aprovecha en el grado en que se conozcan el universo productivo integral y cada una de sus cadenas y eslabones.

La estrategia de desarrollo agropecuario ha de hacerse en correspondencia con las de industria y servicios, de tal forma que compartan y se trasfieran sinergias. En esto consiste el enfoque sistémico.

Los programas de gobierno se hacen deshilvanados e incongruentes por no haber política económica de Estado ni sistema de planificación. Abundan dependencias y organismos federales, estatales y locales con funciones de atención agropecuaria, que actúan de manera aislada, sin enmarcarlas en un plan maestro, que les dé orden, dimensión y sentido.

Con el globalismo la reciprocidad productiva traspasa las fronteras nacionales: la producción se organiza en función del mercado planetario. Esto ofrece oportunidades a todos los sectores, al vincular actividades con la mira de lograr eficiencia y eficacia óptimas. Se debe aplicar en el medio rural y darle todos los usos de que es susceptible, en busca de las reiteradas eficiencia y eficacia óptimas.

Es trascendental que el plan agropecuario cubra las cuatro dimensiones —local, regional, nacional y global— y determinar posibilidades de cada lugar, en correlación entre ellas y con el conjunto y establecer cadenas productivas que hagan factible alcanzar tales objetivos.

La última cita de Lewis previene que el producto agrícola aumenta, aunque no necesariamente de inmediato. La política agraria mexicana busca impacto inmediato, que de popularidad al presidente en su sexenio. No importan consecuencias ulteriores. Reparto masivo de tierras y programas de alcance efímero lo demuestran. Urge política de Estado, que le imprima contenido integral con horizonte de 30 a 45 años.

Fomentar el progreso rural es responsabilidad compartida de Estado, sociedad civil y agricultores. Debe fincarse en marco regulatorio, institucional y operativo que impulse avance real, con participación solidaria. Las unidades deben ser capaces de sostenerse por sí mismas y crecer, en relación armoniosa y redituable con actividades urbanas.

Obstáculos sobresalientes son inseguridad en la tenencia de la tierra, desorganización y canales de comercialización inadecuados.

Al primero ya me referí. En cuanto a organización y comercialización es imprescindible la especialización e integración de productores pequeños bajo el concepto de empresas agropecuarias y de agronegocios, mediante proyectos que definan ventajas comparativas, oportunidades, debilidades, fortalezas y amenazas, así como mecanismos para aprovechar fuerzas positivas y eludir las negativas.

Corresponde a los gobiernos federal, estatales y municipales instituir, instrumentar y controlar el sistema de planificación en sus esferas de responsabilidad, así como coordinar a productores y proporcionarles información, orientaciones, asistencia técnica y asesoría para que ellos elijan dónde se establecen, qué siembran, cómo, cuándo, con qué factores y a quién venden.

La ejecución de programas y proyectos, selección de cultivos y métodos de labranza compete a los productores, organizados según la ley vigente. Es básico confiar en que sus decisiones sean correctas, guiadas por las dos manos —la del Estado y la que mueven ellos: la invisible— que les impele a actuar racionalmente, en lo posible.

El sector rural no debe ser carga onerosa para la hacienda pública ni para los ciudadanos, a quienes a la larga se trasfiere en forma de impuestos, inflación y receso.

Modernización agraria significa adaptar las actividades rurales para que sean capaces de valerse por sí mismas. El gobierno deja de ser paternalista. Los campesinos alcanzan mayoría de edad y destierran el hijismo: planifican, se organizan, toman decisiones, asumen riesgos.

De cualquier modo, no se les puede dejar en desamparo, pues es sector básico, estratégico y vulnerable. El Estado ha de proporcionar crédito, seguros, maquinaria, canales de comercialización, avíos, aperos, instrumentos, fertilizantes, plaguicidas y demás insumos en condiciones accesibles, pero con un costo, no a título gratuito, amén de concederles condición fiscal especial, que les proteja contra prácticas perniciosas externas.

“No es posible instrumentar una política de largo plazo para fomentar la exportación, si no se contemplan instrumentos de apoyo a la actividad agrícola en general, sobre todo si se considera que todos los países desarrollados cuentan con esquemas de apoyo y fomento, incluidos apoyos y transferencias,” apunta Gatzionis Torres.[524]

Ibarra asevera: “la política económica está forzada a reconocer que una parte importante de los segmentos productivos registran atrasos u operan en condiciones que les torna imposible competir, sobre todo con países de agricultura moderna e intensamente subsidiada. El problema estriba en decidir política y económicamente si se permite que dichos segmentos desaparezcan o bien si se les subvenciona y se les hace sujetos de programas integrales de modernización a fin de convertirlos, cuando sea posible, en unidades productivas viables.”[525]

La decisión depende de que los proyectos rindan beneficios sociales y económicos, requisito obligado.

Ibarra añade: “sacar a la agricultura nacional de su condición de atraso, descapitalización y crisis no es una cuestión exclusiva, ni siquiera principalmente financiera o presupuestaria.” Lo que se necesita es “construir un complejo sistema de política económica que resultase compatible con la dirección central del cambio económico.”[526]

Es impostergable hacer frente a los desajustes causados por la globalización, desde luego, pero en forma razonada, gradual, con enfoque sistémico, de largo plazo, para alcanzar objetivos realistas.

La población rural tiene principios, valores, tradiciones, hábitos y costumbres propios. Los programas y proyectos deben respetar el contexto cultural de cada comunidad. De aquí la trascendencia de que la planificación esté consciente del multiculturalismo y abarque las cuatro dimensiones —local, regional, nacional, global— de forma que en cada una se tomen las decisiones apropiadas a las características de cada sitio y las mecánicas de producción y vida rural funcionen sin obstáculos, desajustes ni distorsiones ocasionadas por la miopía de imponer acciones desde el centro.

Vista desde el ángulo federalista “la regionalización puede ser un mecanismo útil para distribuir un poder central inoperante en entidades menores que funcionen eficazmente; para desenmarañar y racionalizar una compleja serie de jurisdicciones locales antagónicas y hacerlas funcionar más eficazmente; como instrumento oficial para aprovechar la energía de la naturaleza y ponerla al servicio de los habitantes de una región; como medio de regular el crecimiento saludable de una zona y estimular su desarrollo mediante la acción oficial,” asegura Abrams.[527]

A fin de orientar e inculcar nuevas habilidades, actitudes y capacidades hay que inducir adaptación cultural, para que los campesinos descubran sus facultades por sí mismos, las aprovechen para actuar como agentes del cambio y progresar desde su ámbito, por voluntad propia. Hay que adiestrarles y motivarles para que acepten, conozcan y apliquen tecnología, equipo e insumos apropiados y se incorporen a la explotación comercial.

Es recomendable crear asociaciones de productores y esquemas de organización cooperativa de producción, tecnología, empaque y comercialización encargadas de crear, alentar y orientar el espíritu y habilidades empresariales, así como para añadir valor a la producción.

Se trata de construir estructura productiva coherente, acorde a circunstancias geográficas, sociales, culturales, políticas, institucionales, económicas y tecnológicas de cada unidad, localidad, región y Estado.

Planificar el medio rural significa crear ambientes propicios para que los recursos naturales rindan los resultados económicos y sociales más provechosos según condiciones de cada lugar. Tiene que estar en relación con objetivos culturales y sociales que confluyan en mejor calidad de vida y cerrar la disparidad medio rural/medio urbano.

Una metamorfosis así toma plazo largo, 30 a 45 años, por lo que se tiene que obrar con paciencia, constancia, empeño, dedicación y flexibilidad, a fin de adaptar oportunamente las acciones a la realidad.

El plan debe auspiciar relaciones políticas y sociales sanas, que atenúen posibilidades de fricciones y desequilibrios. Es preciso familiarizar a las dependencias de gobierno federales, estatales y municipales, a las comunidades y al público en general con las potencialidades y ventajas del plan y motivarlos a cooperar en su instrumentación.

 

Novena parte

Actividades urbanas

_______________________________________________________________________________

 

75. Explotación minera

 

La segunda vertiente de planificación territorial comprende actividades tipificadas como urbanas, por requerir procesos secundarios y terciarios de producción que las aleja del agro.

Examino en primer lugar explotación de minerales, recurso abundante en Mesoamérica, donde antes de la conquista se extrae oro, plata, cobre, plomo, estaño y mercurio, se hacen aleaciones y se elaboran objetos.[528] Al llegar los colonizadores se afanan en obtener metales preciosos, muy codiciados en su época mercantilista, y desatienden el beneficio de materias industriales, que crece sólo al ritmo del consumo.

Nueva España abastece dos tercios de la plata y casi un décimo del oro extraído en las posesiones hispanas de América.[529] El real de a ocho de plata acuñado aquí es la moneda del imperio español de mayor circulación en el mundo: se conoce como Mexican dollar. [530]

El trazo territorial de la colonia obedece a la ubicación de instalaciones mineras. Humboldt reseña que operan “cerca de 500 reales o realitos, célebres por las explotaciones de minas que hay en sus inmediaciones.” López Rosado consigna que existen unas 3,000 minas.[531]

Con la guerra de independencia varias instalaciones se abandonan, derrumban o inundan; la extracción de plata se corta a la mitad, y la de oro disminuye 25%. Aún así, e la rama que mayor ingreo genera.  A fin de revivirla el gobierno concede beneficios fiscales, que atraen capitales franceses, ingleses y americanos, quienes se adueñan de ella y la reaniman en 1861-1880.[532]

“La minería mantuvo un lugar central en la política gubernamental desde tiempos coloniales y permaneció como centro de atención de políticas económicas aplicadas por diversos gobiernos, fueran éstos de corte centralista o federalista durante los primeros años independientes o, posteriormente, de tipo conservador o liberal,” relata Alma Parra.[533]

El sector registra auge y aporta un tercio del ingreso por exportación durante el gobierno de Porfirio Díaz. Se descubren placeres de oro en Baja California y se decuplica su extracción. La de materias minerometalúrgicas asciende en cuatro tantos. México descuella como productor de cobre, plomo, cinc y antimonio.[534]

La revuelta de 1910 interrumpe su marcha y no la reanuda, por lo que de aportar 6% del PIB en 1939, pasa a menos de 1% en la actualidad, y de contribuir con más de 10% de las exportaciones en los sesentas, hoy significa menos de 1%.[535]

La riqueza mineral no se aprovecha por insuficiencia de inversión en exploración y desarrollo, exceso de leyes y reglamentos, así como costos excesivos de energía, servicios, agua, permisos para uso de explosivos, derechos e impuestos. Revitalizarla exige estímulos fiscales, crédito, inversión en activos fijos e incentivos a la exploración, investigación y desarrollo, con base en un programa apropiado, en el marco del plan general.

(Examino industria petrolera en Capítulo 93, infra.)

 

  1. Vicisitudes de la economía

 

Díaz del Castillo describe con veracidad la actividad económica en Tenochtitlan en 1568:[536] “Desde que llegamos a la gran plaza que se dice el Tatelulco, como no habíamos visto tal cosa, quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías que en ella había y del gran concierto y regimiento que en todo tenían. […] Las cosas que allí se vendían […] eran tantas de diversas calidades que para que lo acabáramos de ver e inquirir, que como la gran plaza estaba llena de tanta gente y toda cercada de portales en dos días no se viera todo.”[537]

“No se produjo ninguna transformación inmediata o drástica en los mercados indígenas a raíz del establecimiento de la colonia española,” escribe Gibson.[538] “Ningún organismo secular español se dedicó a la erradicación de las artesanías indígenas. Ningún misionero se dedicó a enseñar a los indios nuevas maneras de modelar cerámica,” agrega.[539]

Se evita fomentar ramas que afecten intereses de España. “Las colonias hispanoamericanas eran consideradas como un simple mercado complementario de la economía peninsular, reservado, exclusivamente, a los comerciantes de la Metrópoli,” apunta López Rosado.[540]

Quienes elaboran bienes para los nativos subsisten como gremio de producción india, que crece con rapidez, porque gustan a los hispanos, quienes los demandan y estimulan su oferta.

Los aborígenes adoptan tecnología y equipo de los conquistadores, mejoran sus artesanías e introducen nuevas, de lo que resulta variado mestizaje industrial. “Todos los más indios naturales de estas tierras han aprendido muy bien todos los oficios que hay en Castilla entre nosotros, y tienen sus tiendas de los oficios y obreros, y ganan de comer a ello,” escribe Díaz del Castillo.[541]

Nueva España es la colonia más rica del imperio en 1800. Su economía presenta similitudes con la de EUA y ambas exportan sumas equiparables, revela Coatsworth, quien cuestiona: “¿Por qué empezó la economía mexicana el siglo XIX con menos de la mitad de la producción que la de Estados Unidos?” Él mismo responde: “las raíces del atraso económico de México se encuentran en las estructuras de la producción manufacturera novohispana. Padecía de una organización vertical, centralizada y fragmentada. Era presa de limitaciones fiscales y trabas burocráticas y carecía de medios de distribución y comunicación eficientes.”[542]

Chávez Orozco opina parecido: la industrialización enfrentaba obstáculos difíciles de eludir: “desfavorables instituciones políticas, régimen comercial opresivo; clima y geografía adversas; monopolio de la riqueza en manos del clero y el carácter colonial, cerrado y feudal de la economía.”[543]

Ambos autores hacen hincapié en deficiencias estructurales, que en cierto modo perviven y obstruyen el avance en siglo 21°.

Al conseguir su independencia la nación tiene alta deuda externa en mora, no dispone de capital, instalaciones, tecnología ni equipo y está asolada por inestabilidad política, guerras intestinas, invasiones extranjeras y nacionalismo.

El escenario cambia con Porfirio Díaz, quien instaura paz, reconoce la deuda externa y emprende enérgica política de fomento y apertura. Atrae capital de fuera; amplía la red ferroviaria; introduce electricidad; crecen producción y exportación agrícolas; se actualiza la minería; arrancan las ramas textil, harinera, cervecera, tabacalera y otras; se dispara la construcción, y en 1900 nace la siderurgia.

A pesar del avance, al empezar siglo 20º la economía mexicana aún revela “dependencia desmedida de la minería como vínculo con el exterior; una diversificación incompleta del sector exportador basado prácticamente en productos agropecuarios y en una precaria infraestructura productiva; una industria volcada al mercado interno, pero dependientes de importaciones y de políticas proteccionistas,” observa Parra.[544]

La revuelta de 1910 atrofia la economía. En los treintas, restaurada la paz, la política gubernamental se enfoca a industria manufacturera y en los cuarentas se implanta el paradigma desarrollista descrito en Tercera parte, supra.

 

  1. Estructura industrial

 

El sector industrial revela tres deficiencias notables:

Planta inadecuada. Las estrategias de fomento industrial han sido dispersas, reactivas, improvisadas, incongruentes, extemporáneas e inconclusas. La estrategia desarrollista patrocinó unidades incompetentes, improductivas, con mala administración, costos elevados y calidad defectuosa, como apunto en Capítulo 27.

 

INDUSTRIA MANUFACTURERA

CONCENTRACIÓN    REGIONAL

%

REGIÓN                     EMPLEO                       VALOR

AGREGADO

 

1980        1998             1980        19935

 Sumas                     100        100               100          100                                   

Megaurbes1                            61            39                          69            53

Norte2                        11           26                   7            15

Centro3                                   10          11                   9            10

Occidente4                   7          11                   4              9

Resto                        11           13                  11           13

____________________________________________________

1 Áreas  metropolitanas de México, Monterrey  y Guadalajara. La fuente las denomina grandes ciudades.

2  Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Coahuila, Sonora y Tamaulipas.

Hidalgo, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala.

Aguascalientes, Guanajuato, Michoacán y San Luis Potosí.

Los valores de 1993 se ajustan  para que sumen 100.

FUENTE: De León Arias, Adrián, “Patrones de crecimiento regional y su impacto en la productividad mexicana,” El mercado de valores, 10/2000, pp. 35-44, Nacional Financiera, México, octubre de 2000, pp. 36-38.

 

Alta concentración. Las plantas se aglomeran en unas cuantas ciudades, en forma anárquica, por capricho y tradición. Suscita contrastes regionales, sectoriales y de ingreso. Es vector de darwinismo geográfico y social.

La ciudad de México (DF y 17 municipios de Estado de México) genera un tercio del PIB y aloja a la mitad de las 500 empresas mayores. Es núcleo de la economía regional, nacional e internacional. Parnreiteren la cataloga como ciudad global.[545]

    Predominio de unidades pequeñas. Los censos de 1999 registran 2.7 millones de establecimientos en todos los ramos. 99% son micro y pequeños, absorben 40% de mano de obra y contribuyen con 20% de valor agregado.[546]

 

PLANTA PRODUCTIVA DE MÉXICO
ESTABLECIMIENTOS POR SECTOR Y TAMAÑO

1999

TOTAL            MANUFACTURAS           COMERCIO                  SERVICIOS*                                                                                            MILES        %             MILES        %                MILES        %              MILES        %

_______________________________________________________________________

Sumas     2.726       100.0          344       100.0          1.444       100.0          938        100.0

Micro        2.616         95.9           328        95.3          1.370         94.9           918         97.8

Pequeños      80          2.9                9          2.7               58           4.0             12          1.3

Medianos      23           0.9                5         1.6               14           0.9               4           0.5

Grandes          7           0.3                1         0.4                 2           0.2               4           0.4

_______________________________________________________________________

* Excluye servicios financieros.

FUENTE: Nacional Financiera, “Estadísticas sobre micro, pequeña, mediana y gran empresa,” El mercado de valores, México, enero de 2002, pp. 44-58. Elaborado con datos de INEGI, Censos económicos 1999. Las unidades se ajustaron a miles; por eso no resulta la suma de pequeños.

 

El ramo manufacturero cuenta 344,000 empresas: 95% son minúsculas. Las comerciales y de servicios suman 2.4 millones: 99% son micro y pequeñas. La abundancia de establecimientos pequeños complica el proceso de distribución, multiplica la serie de intermediarios, infla costos y aumenta fallas de mercado. (Adelante abordo el tema.)

La política de fomento tuvo resultados inconvenientes en la segunda mitad de siglo 20° —señalo en Capítulo 65— por ineficacia, defectos, carencias acumuladas y trabas burocráticas: aquí toma 112 días laborales arrancar un negocio, con costo equivalente a 57% del ingreso anual por habitante. En Canadá bastan 2 días a costo mínimo.[547]

Basta comparar a Corea del Sur y México para aquilatarlo. En 1980 el PIB por habitante de ambos es 2,000 dólares.[548] En 2002 Corea alcanza 14,151 dólares y México 6,420 dólares. Casalet lo atribuye a que “la tarea de coordinación no ha funcionado por falta de interacción y por insuficientes enlaces públicos y privados para mantener una comunicación real dinámica y abierta que reduzca las distancias entre la conducción estatal y la decisión empresarial.”[549]

En veinte años de política industrial en México “destaca la incapacidad de los planes para, en realidad, conducir un cambio suficientemente rápido y significativo hacia una estructura industrial más eficiente y descentralizada,” expresa Méndez.[550]54

Es consecuencia de no planificar. El plan de desarrollo de cada gobierno sexenal es mera formalidad. Se supone que los programas sectoriales se desprenden de aquél, están entretejidos y son consistentes entre sí. En la práctica son listas aisladas de intenciones de los secretarios del presidente, enfocados a cumplir el requisito, no a alcanzar eficiencia, eficacia ni el bien nacional. Además, compromisos y urgencias se anteponen a objetivos relevantes.

Comentario especial merecen las maquiladoras.

Pasada la segunda guerra mundial Japón reconstruye su estructura fabril a partir de plantas de ensamble y proceso, que utiliza como plataforma para construir la gran industria que le distingue.

Por su parte EUA instala plantas similares en Corea del Sur, Taiwan, Singapur, Tailandia, India, China y Hong Kong. Son figura preparatoria de globalización manufacturera, que favorecen despegue espectacular en esa región asiática.

México se enrola en la corriente en 1965, al establecer programa de industrialización en la frontera norte, fincado en operaciones de maquila de empresas extranjeras. Se abren 12 unidades, con 3,000 trabajadores. En 1972 se extienden a cualquier lugar, salvo de alta concentración fabril.[551] En 2004 hay 3,000, con 1.300,000 empleados,[552] que contribuyen con 19,000 millones de dólares de exportación neta. “La industria maquiladora de exportación ha sido la actividad manufacturera más dinámica de México desde finales de los años setenta. El empleo en ella creció a una tasa media anual de 11.8% en el período 1980-1995,” apuntan Carrillo et. al.[553]   Sus detractores enumeran tres rasgos negativos: son de capital extranjero; pagan salarios menores a los que percibe un trabajador en EUA, y dependen del mercado externo. Son argumentos débiles.

Es irrelevante la procedencia del capital mientras crea fuentes estables de empleo, genera ingreso, capacita mano de obra y participa en la economía global. Lo crucial es arraigar capital: evitar su huída. La inversión peligrosa es la de cartera, llamada golondrina, porque huye al menor indicio de riesgo.

En cuanto a salarios, es absurdo comparar mercados discordantes como EUA y México o cualquier subdesarrollado. El costo bajo de la mano de obra es ventaja comparativa, aprovechable para abrir oportunidades de trabajo formal, como la hace China.

Respecto a la dependencia, ésta se da en cualquier país y actividad sobre todo en una economía abierta y global. El receso de la economía de EUA de 2001 repercute en todas las naciones y en todas las ramas, no sólo en maquiladoras mexicanas.

Es criticable que la instalación de plantas no responde a programa concreto: no se vincula a proyectos de desarrollo territorial, de recursos humanos, trasferencia de tecnología e infraestructura urbana, con objeto de que cree polos dinámicos, como se hace en China y sureste de Asia, que lleven a la instalación de plantas terminales.

Otros aspectos en contra son: los salarios reales y otros costos son relativamente altos; está estancada la productividad; existen trabas burocráticas y problemas de operación; crece la incertidumbre por incapacidad de gestión del gobierno federal, y el crimen aumenta implacable, todo lo cual abate la competitividad, que se manifiesta en cierre de plantas: de más de 3,500 en 2000 pasan a 2,800 en 2005,[554]

La política industrial debe fincarse en el plan y sus programas y contemplar todos los aspectos del sistema país en forma integral, con visión de Estado, para regular todos los componentes y sus interrelaciones y adaptar la economía al globalismo, con eficiencia y efectividad.

Lo dije ya: las actividades urbanas dependen de las rurales tanto como éstas de aquéllas, en relación sistémica. La estrategia fabril tiene que hacerse en correspondencia con la agropecuaria, para trasferir y compartir productividad y competitividad entre ciudad y campo, en términos de agronegocios. Asimismo, la comercial va asociada a las de industria y servicios.

Las actividades urbanas se ejercen en múltiples ambientes, donde se presentan acontecimientos y tendencias plurales, que deben ser registrados y clasificados con objeto de conocer la naturaleza y evaluar la magnitud del problema.

El diamante de Porter y la matriz de competitividad sistémica referidos en Capítulo 65 son útiles para formular taxonomía y diagnóstico de la planta productiva urbana e identificar fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas en los términos ya propuestos.

La taxonomía de empresas facilita cuantificar su capacidad instalada; catalogarlas en dinámicas, progresistas o decadentes; describir dónde se ubican y cómo funcionan sus procesos de producción, comercialización y exportación, así como sus fuentes de factores, tecnología, financiamiento y servicios empresariales.

Un sistema de información y asesoría como tal auxiliaría al ente planificador, empresas y público en general. Contendría datos indispensables para definir objetivos, estrategias, políticas, programas, tácticas y metas, así como para definir localización y cobertura de las operaciones en cada dimensión territorial, con visión estereoscópica, que permita trabajar simultáneamente con metodologías analítica y deductiva.

Las tareas siguientes son: integrar el inventario de oportunidades y amenazas, recursos y limitaciones, por sectores y regiones; darlo a conocer; proponer acciones en esos sentidos; ofrecer y brindar ayuda técnica, financiera y fiscal.

 

  1. Integración comercial

 

Como secuela de la docena trágica reseñada en Capítulo 28 la planta manufacturera mexicana, enfocada al mercado interior, es enclenque, anticuada, defectuosa e ineficiente al término de los setentas. En 1983 se inicia su reconversión, proyectada al mercado externo. En los siguientes años se complementa con privatización, desregulación y apertura comercial: se liberan mercados, se solicita adhesión a GATT (hoy OMC),[555] y se suscriben acuerdos de integración con países y bloques, a fin de diversificar mercados y ampliar ventas.

Tales medidas, aunadas a devaluaciones del peso, vuelven atractivos los productos mexicanos y la exportación de manufacturas se dispara 370% entre 1980 y 1990. En el primer año aporta 23% del ingreso total de divisas; en el segundo, 52%.

En 1994 entra en vigor Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA en inglés) entre Canadá, EUA y México. Aglutina 380 millones de personas y aporta 30% del producto planetario bruto. México se incorpora a la globalidad regionalizada.

Con TLCAN se busca elevar ventas, asegurar la fidelidad del comprador más importante del mundo y atraer inversión. Sin tratado la exportación quedaba expuesta a vaivenes aleatorios e intereses de EUA. Ahora debe respetar lo pactado. De 1993 a 2001 los envíos de manufacturas mexicanas a EUA se incrementan 30% y los de maquiladoras 270%. Ambas aportan 90% de las ventas totales.[556] México está encadenado a EUA y el PIB de aquí se mueve al ritmo del de allá.

“La inversión extranjera directa también conoció una evolución espectacular,” dice Arriola.[557] En el período 1986-93 —antes de TLCAN— el promedio anual es 3,500 millones. A partir de 1994 alrededor de 12,000 millones. Además, México se vuelve base de empresas de otros países que buscan exportar a EUA, incluso China. “Es hoy una de las naciones más competitivas del mundo para atraer capitales que vienen a producir para exportar a otros países,” piensa este autor.[558]

Dicho tratado no es entelequia, sino instrumento vivo que debe actualizarse continuamente para que cumpla los objetivos para los que se instituyó, tarea que corresponde al programa comercial, dentro del marco general del plan.

 

  1. PYMEs: segmento estratégico

 

Las empresas de corta dimensión constituyen lastre para el desarrollo, dado su limitado potencial de ventajas competitivas y economías de escala, deforman la estructura productiva y plantean “un desafío enorme, pues en ellas hay una capacidad muy importante de generación y producción y, por supuesto de empleo, pero bajísima productividad, porque en ese enorme mar de microempresarios —vendedores ambulantes hasta familias plurales— se esconden los peores niveles de pobreza y productividad,” considera Iglesias.[559]

Son empresas lumpen, en lenguaje marxista.[560]

No hay que despreciarlas empero. Olmedo Carranza apunta: “son parte del tejido empresarial nacional y en épocas de crisis son refugio […] para seguir produciendo, sobrevivir y sostener la economía familiar, pero también la nacional.”[561]

Más bien es preciso organizarlas, hacerlas eficientes y redituables mediante programa apegado a las técnicas de planificación, donde se establezcan objetivos, políticas, estrategias, proyectos y tácticas que definan rumbo y medios con visión integral realista de largo alcance, en busca de competitividad, productividad y beneficio social.

“No debiera volver a aceptarse a la microempresa como sinónimo de ineficiencia y marginación, ni tampoco a ubicar a la informalidad como su ámbito natural e inevitable de desenvolvimiento,” recomienda López Espinosa.[562]

Existen 2.6 millones de micro, pequeñas y medianas empresas (PYMEs), 99% del total: 13% en industria; 52% en comercio, y 35% en servicios. Emplean 80% de la mano de obra y contribuyen con la mitad de la producción (PIB).

En Canadá tales unidades absorben 50% de los trabajadores y aportan 43% del PIB. En EUA 53% y 50%, respectivamente.[563] Ambos países tienen organismos especializados para atenderlas con financiamiento, subsidios, tecnología, orientación comercial, información y servicios. El gobierno canadiense tiene Programa para Pequeños Negocios (Small Business Agenda). En EUA las atiende Administración de Empresas Pequeñas (Small Business Administration).[564]

Las PYMEs han proliferado porque la trasformación estructural de la economía mundial abrió oportunidades a empresas de tamaño reducido, amén de que el desempleo ocasionado por la globalización y los recesos padecidos en el mundo en los ochentas alentó a los afectados a crear sus propios negocios.

México carece de programas congruentes y efectivos. El gobierno federal atiende PYMEs de manera tangencial, con instrumentos que favorecen operaciones ineficaces, corruptas y fraudulentas y rinden pobres resultados.

“Los pequeños establecimientos estaban condenados a desaparecer a menos [de] que cambiaran cuantitativa y cualitativamente. El único camino viable parecía ser la promoción del asociacionismo: el agrupamiento de los pequeños según diversas modalidades […] para beneficiarse del cambio de escala económica, social y política,” considera Alba Vega.[565]

Bianchi et. al. arguyen que es crucial agruparlas y aconsejan incorporar nuevas PYMEs a la competencia interna “para romper las economías cerradas y transitar hacia la liberación de los mercados,” con objeto de aumentar el número y variedad de actores económicos; ampliar el espectro de especialización y la actitud de los empresarios locales frente a la innovación; auspiciar el surgimiento de líderes; incitar relaciones entre empresas complementarias, y alentar actividades de servicios adecuados a las necesidades de la época.[566]

Las PYMEs pueden triunfar si se integran a redes internacionales que les proporcionen competitividad y capacidad exportadora, directa o indirecta, como proveedoras de exportadores o maquiladoras, auxiliados por uniones de crédito, asociaciones de productores, sociedades de responsabilidad limitada de interés público u otras. Al aglomerarse se articulan al marco institucional, suben de categoría ante el público y adquieren presencia sistémica. Conviene fomentarlas, porque ocupan abundante fuerza de trabajo; ofrecen satisfactores de consumo masivo; requieren poco capital y tecnología, y son flexibles. Representan alto potencial y ampliarían la diversidad productiva.

En México se han experimentado varias opciones de integración. Las gubernamentales han tenido vida efímera. Las eficaces han sido iniciativas particulares.[567]

En los noventas el gobierno federal promovió empresas integradoras, para adaptar unidades productivas a modalidades internacionales.[568] Se inspiraron en un concepto aplicado en Italia con magníficos resultados: consorcios de empresas asociadas en cadenas productivas para obtener beneficios comunes en materia de investigación y desarrollo (I&D), información, financiamiento y comercialización.

La unidad pequeña no puede avanzar por sí sola: necesita apoyos. Mas ojo: ayudarlas sólo porque son pequeñas es discriminatorio y nocivo, sobre todo si son incompetentes. Implica gasto estéril que la sociedad cubre vía impuestos o inflación; premia improductividad e ineficacia; auspicia desperdicio, y origina frustración, por despertar esperanzas que no se cumplen.

Merecen estímulo quienes demuestran aptitud, compromiso, vocación y ofrecen proyectos viables, que garanticen coeficientes razonables de productividad, competitividad, rentabilidad y flexibilidad; unidades dinámicas, capaces de triunfar, que aporten innovaciones y activen efectos-multiplicadores, sin atender a su tamaño. Se les debe asesorar y asistir para que se organicen apropiadamente, aprovechen los factores con eficiencia y desarrollen talento empresarial, así como proporcionarles información veraz y oportuna, capacitación, financiamiento y asistencia técnica.

La política industrial tiene que ser neutral y atender a todas las empresas sin distingo, advierte González; [569] pero hay que hacer excepciones, con base en dos criterios:

General: brindar incentivos a empresas que inviertan en innovación tecnológica, formación de recursos humanos, reconversión técnica, laboral y ambiental de su planta productiva, sin distinguir tamaño, sector ni ubicación.

Preferencial: proporcionar ayuda especial a sectores clave en la formación de cadenas productivas eficientes, para reforzar eslabones débiles, crear eslabones faltantes y modernizar empresas de todo tamaño.

En vista de que el primero pudiere acentuar desequilibrios entre empresas y sectores por sus múltiples especialidades y dimensiones, se inclina por el segundo. “La concesión de estímulos debe ser estrictamente temporal y condicionada a que se realicen dichas inversiones. Una vez cubierto el plazo, las empresas beneficiadas deberán estar en situación de competir en plano de igualdad en el mercado.”[570]

Esta cortapisa es primordial, pues urge desterrar el paternalismo/ hijismo nefasto y sustituir remedios asistenciales por instrumentos idóneos de fomento y desarrollo.

Al plan toca definir requisitos para hacer competitivas las PYMEs desde los ángulos tecnológico, productivo, mercadotécnico y financiero; aglutinar empresas con especializaciones; aprovechar externalidades que favorezcan la cohesión del grupo y sostengan su crecimiento y capacidad innovadora, y aglutinar como comunidad productiva a empresas con fuerte identidad.[571]

De Maria y Campos advierte: “la pequeña empresa será eficiente, sólo si el entorno económico y social es eficiente, particularmente en el nivel regional y local donde opera. En este contexto se requiere poner atención, no sólo a la eficiencia de la estructura administrativa gubernamental, sino también a la competitividad sistémica y a la «gobernabilidad.»”[572]

 

 

 

  1. Innovación tecnológica

 

El atributo más valioso en el contexto económico actual es el talento empresarial, síntesis de: conocimientos y experiencia; estado de investigación y desarrollo (I&D); acervo de tecnología; disponibilidad y calidad de información; capacitación laboral; prácticas administrativas y mercadotécnicas. Consiste en saberlo hacer. Se materializa en invenciones e innovaciones, que trazan fronteras entre progreso, atraso o estancamiento. Las primeras consisten en descubrir un factor o procedimiento nuevo: es obra de creadores. Las segundas, en aplicar invenciones en el proceso productivo: la ejecutan empresarios.[573]

La “reducción de los obstáculos que encuentran en su aplicación las innovaciones tecnológicas y administrativas […] puede ser considerada como el cambio institucional más importante que acompaña al crecimiento,” parafrasea Bruton a Wolf.[574]

Kaldor opina que el dinamismo técnico de quienes están encargados de adoptar decisiones en materia de producción constituye el factor más importante en el ritmo de crecimiento económico, anticipé en Capítulo 19.[575]

Estas citas dan idea de la trascendencia del tema.

Tecnología es concepto estático: muestra estado del arte, dice Machado. Lo importante es la innovación tecnológica: introducir en la empresa cambios que le impriman dinamismo.[576] “Forma parte de un conjunto de políticas y actividades convergentes, no un elemento aislado de la cadena productiva,” según Martín del Campo.[577]

Se aplica en todas las actividades gerenciales, en forma de activos fijos, procesos, métodos y sistemas. Distingue a la empresa, le da identidad y consolida su presencia en el mercado; eleva su productividad; le brinda rentabilidad, que provee excedente para innovar más, e incrementa su valor patrimonial. Favorece el aprovechamiento eficiente y eficaz de los factores productivos. Detona círculo virtuoso de progreso y aporta armas para triunfar en las condiciones impuestas por la globalidad.

Quintana aconseja: “después de haber dominado la tecnología seleccionada y agotado su potencial, la empresa no puede renunciar a seguir elevando su productividad, para lo cual debe dar un salto emigrando hacia una nueva tecnología que supere las limitaciones de la anterior. […] Tiene que restablecer procedimientos de producción, sistemas y controles a partir de nuevos principios, reiniciando el ciclo de la mejora continua en la búsqueda de la eficiencia máxima.”[578]

Las economías con alto nivel tecnológico “pueden sustentar su competitividad internacional en ventajas competitivas dinámicas y transformar su estructura con mayor rapidez. Aquellas naciones que en cambio se especializan en actividades de baja intensidad y dinamismo tecnológico presentan una mayor rigidez al cambio estructural y deberán sustentar su competitividad internacional en la disponibilidad y bajo precio de sus recursos naturales y humanos,” expresa Capdevielle.[579]

El fenómeno se observa lo mismo entre países, regiones, sectores o empresas: las dotadas de tecnología apropiada se adaptan mejor a los mercados, son eficaces y crecen; las mal dotadas se estancan y/o desaparecen.

Las unidades aisladas carecen de posibilidades para disponer de innovaciones dinámicas. Las asociadas en cadenas y redes comparten conocimientos y procesos —de mayor refinamiento cuando giran en torno a un consorcio trasnacional líder— y ocupan mejor posición.

Quintero hace notar que “el desarrollo tecnológico tiene muy largos plazos de maduración. Es más evidente cuanto menos competitiva sea la empresa, que es precisamente cuando más necesita desarrollar técnicas adecuadas y una cultura tecnológica propia.”[580]

La competitividad en este terreno se mide con cinco indicadores, según Robledo: ambiente económico; infraestructura física; cantidad y calidad de recursos humanos disponibles; marco institucional de fomento a la innovación, y empresas proveedoras de insumos y servicios técnicos.[581] El plan ha de contemplar que todos sean favorables.

 

  1. Innovación en México

 

En los setentas se crean instituciones especializadas que forman la infraestructura científico-tecnológica de México.[582] Eran “excesivamente burocráticas, autocontenidas y escasamente preocupadas por los resultados y el control sobre sus logros. […] Cada una operaba independientemente, y alejadas (sic) del campo productivo.” El cambio tecnológico se concebía como aplicar inyecciones intermitentes de tecnología en plantas y grandes complejos especializados, apunta Casalet.[583]

“Los esfuerzos de investigación y desarrollo en México son más bien pobres,” sostiene Cimoli.[584] Se orientan principalmente a modernizar procesos de producción y mejorar su organización y la calidad de los productos.

Durante el desarrollismo el talento empresarial se concentra en empresas grandes —trasnacionales el grueso— poseedoras de vastas capacidades tecnológicas y productivas, mientras la mayoría sobreviven merced a protección estatal. “Predomina el protagonismo de la gran empresa como determinante del proceso de innovación,” precisa Casalet.[585] Una cuantas PYMEs, proveedoras de aquéllas, se desarrollan a su sombra y salen avante. Es raquítica la iniciativa personal, porque el paternalismo/hijismo reprime la acumulación de conocimientos y la formación de empresarios competentes, con aptitudes gerenciales, técnicas y promotoras.

“El Estado surgió como el único actor inicial promotor del despegue industrial de manera patrimonialista. Fue el promotor de todo el edificio proteccionista, que se vio obligado a cerrar fronteras a la competencia externa, pero también a reglamentar demasiado la industrialización interna. Fue como alimentar una paloma con balas de plomo para que no volara,” sostienen Rudomin et. al.[586]

El objetivo, rayano en obsesión, fue crear empresas que sustituyeran importaciones, lo cual es estrategia. Se “presuponía la identificación entre capacidad productiva y tecnológica: el aumento de la inversión en capital físico redundaba de manera automática en innovación tecnológica, que se consideraba un subproducto del aumento de la capacidad productiva,” observa Rivera Ríos.[587] Peor aún: prevalecía la creencia de que “lo único que tenía que hacer un país para especializarse era adoptar la tecnología que se ajustara a su dotación de recursos.”[588]

En consecuencia, el sistema de innovación se integra de manera fortuita, sin orden ni dirección y no se crean circunstancias para que las empresas inviertan en I&D ni adquieran capacidad innovadora. Revela la inexistencia de política de Estado y de plan estratégico integral. Como en las demás facetas de política económica las acciones responden a ondas sexenales deshilvanadas, sujetas al criterio y caprichos del equipo presidencial en turno, quien ocupado en ganar prestigio, resolver urgencias y pagar favores, descuida cuestiones fundamentales como I&D, invención e innovación.

El flujo de inversión en I&D significa 2.6% del PIB en EUA y 1.7% en Canadá. Los gobiernos aportan un tercio. En Corea es 2.7%, con participación estatal de un quinto.[589] Aquí es de sólo 0.3% y el gobierno pone dos tercios. La inversión media por empresa es 0.6% sobre ventas, frente a 3.1% en EUA.[590]

Así, el panorama es sombrío: unidades rudimentarias, ineficientes, imposibilitadas para tecnificarse; talento empresarial improvisado y limitado; estructura productiva inclinada a procesos de bajo contenido tecnológico, y estructura institucional impropia para mantener ambiente político, social y administrativo idóneo para el desarrollo. El rezago coloca a empresas nacionales en situación frágil frente a competidores y explica la penetración de compañías y de productos foráneos.

Es más, “los escasos incentivos que alguna vez existieron […] desaparecieron hace varios años y los programas de riesgo compartido nunca funcionaron bien debido a los procedimientos tan complicados que significaban,” consigna Quintero.[591]

“Al mediar los años noventa nuestro país registraba brechas importantes en renglones relativos al esfuerzo tecnológico y al desempeño innovativo, lo que ha colocado al SMI [sistema mexicano de innovación] en una posición de rezago que no tenía a principios de los años ochenta.” relatan Bazdresch Parada et. al.,[592] ineludible por las dificultades que padeció la economía en los ochentas.

Las disparidades económicas de la era globalizada no pueden superarse con sólo adoptar tecnología ajena. Es preciso romper la dependencia. “Las empresas de las economías atrasadas deben ser capaces de manejar de manera rápida y eficaz las innovaciones estratégicas que se requieren para generar nuevas tecnologías y los productos y servicios que distinguen a la nueva revolución industrial,” sugiere Machado.[593]

La aclaración es pertinente, porque trasferir, imitar o copiar tecnología no proporciona la competitividad que exigen los mercados. Lo sustancial es trasformarla, adaptarla y más que nada crearla, de acuerdo a cultura, actitudes, recursos y características de cada lugar, para así estimular el dinamismo técnico, como aconseja Kaldor.

Con la transición de proteccionismo a libre mercado se trasforma el SMI. Sus actividades “difieren de las del pasado, no sólo en la organización estructural, ya que las actuales son más flexibles, menos piramidales en su decisión, y no cuentan con subvenciones ilimitadas, sino que deben buscar sus propias vías de financiamiento a través de la calidad y la oportunidad de los servicios ofrecidos,” señala Casalet.[594]  

En el sector moderno de la economía predominan innovaciones de dos clases: de gran escala de producción y dependientes de proveedores, apunta Capdevielle,[595] las cuales no aportan ventajas significativas. Contribuyen con más de 80% del valor agregado y empleo en la industria manufacturera. Es reducida la participación de actividades de alta capacidad científica y de proveedores especializados de maquinaria, equipo e insumos. De cualquier modo, 32% de la exportación manufacturera mexicana se califica de alta tecnología, frente a 44% en EUA y 24% en Canadá.[596]

Cimoli detalla: la gran mayoría de empresas absorben nuevo conocimiento tecnológico de fuentes internas; se advierte cooperación tecnológica entre empresas del mismo sector y reducida entre sectores diferentes; existe pobre interacción entre empresas e instituciones que fomentan redes tecnológicas; los usuarios y proveedores especializados son fuente importante de conocimiento tecnológico; los centros de investigación de sector público y universidades no son surtidores relevantes de información para empresas, y las compañías mexicanas se inclinan a innovar con base en aprendizaje tecnológico propio.[597]

A dos décadas de que empezó a desmantelarse el esquema proteccionista es improbable que exista disposición generalizada a aplicar innovaciones. Rige el instinto de sobrevivir mediante improvisación, imitación o plagio de tácticas de producción y venta, ruta equivocada para progresar al ritmo requerido. Es imprescindible formular el programa de innovación tecnológica sobre bases científicas, de manera sistémica, a largo plazo, vinculado al plan nacional y demás programas sectoriales y a partir de allí construir y operar plataforma científica-tecnológica capaz de favorecer la innovación y cimentar el progreso.

 

  1. Instrumentación operativa

 

“El mayor obstáculo que encaran los países [subdesarrollados] para aprovechar los beneficios de la nueva revolución industrial es la falta de capacidad de sus empresas para, efectivamente, emprender innovaciones tecnológicas estratégicas,” asevera Machado. [598]

Construir dicha plataforma científica-tecnológica, articulada a los aspectos cultural, político, económico, social y físico, es labor del gobierno, brazo ejecutor del Estado, por tres razones enumeradas por Waissbluth:[599]

El innovador tiene que afrontar incertidumbre y asumir el riesgo de perder dinero. Pocos particulares están en condiciones de o dispuestos a hacerlo.

Ha de compartir beneficios de la innovación con la sociedad y aún con rivales, quienes suelen verse más favorecidos que él mismo. Las patentes no le protegen, ya que la tecnología es aprovechable por todos y brinda ventajas comparativas a cualesquiera sectores y empresas, aún foráneos.

La innovación privada crea distorsiones: concede privilegios monopolísticos, margina a PYMEs y desatiende proyectos de incertidumbre alta, plazo largo e interés social.

Algunas corporaciones invierten en I&D y aceptan los riesgos implícitos, aunque lo normal es que “los países industrializados subsidian el gasto en ID de sus empresas, sobre todo mediante subvenciones [subsidios directos) y deducciones fiscales. Casi no se recurre a préstamos. Es probable que, a la luz de los acuerdos de libre comercio, cada vez se subsidie más el desarrollo tecnológico,” apunta Waissbluth.[600]

Organización Mundial de Comercio califica de legítima la asistencia financiera a investigación empresarial,[601] según criterio establecido por consenso internacional.

Los esfuerzos en este sentido deben seguir pauta sistemática, con enfoque integral y horizonte amplio, vinculados al plan general y sus programas sectoriales, del modo en que he insistido.

La tarea inicial es elaborar taxonomía del cuerpo de organismos participantes, que deben aquilatarse por sus capacidades, defectos y potencialidades. Algunos se orientan a I&D e invención; otros a aplicar innovaciones, y hay quienes cubren ambos campos. Deben conocerse y evaluarse con rigor.

A partir de allí se establecerían objetivos, estrategias, políticas, programas, tácticas y metas por escalas económicas y dimensiones territoriales, tanto en actividades rurales como urbanas.

Es fundamental ver más allá del aspecto material: “las aportaciones de la ciencia y la tecnología para el desarrollo sustentable no dependen solamente del monto y alcance de sus actividades de investigación, sino también de la forma en que los recursos disponibles son administrados, articulados y aprovechados,” observan Méndez Nonell et. al.[602]

La empresa es la unidad mínima, átomo del universo productivo; de ella dimana la energía que mueve el aparato económico. Tiene que ser punto de partida para comprender su mecánica e influir en ésta. En tal virtud, hay que conocer a fondo el eje central del análisis del proceso de innovación —así le llama Cimoli— formado por: relaciones tecnológicas entre empresas, proveedores, productores y usuarios; interacciones tecnológicas de empresas con centros de investigación, universidades u otras instituciones, y conducta tecnológica de la empresa, medida por labores de I&D, aplicaciones, mejoras de proceso y aportaciones de conocimientos del personal de la empresa que se incorporan a rutinas de operación, enriquecen tecnología y se convierten en innovación.[603]

Universidades, centros de investigación e institutos tecnológicos son productores de conocimientos, que desempeñan papel crucial en proyectos de I&D y capacitación de personal, dice Casas.[604] El planificador tiene que considerarlos.

Es preciso establecer procedimientos para poner la tecnología al alcance de las empresas, agruparlas, patrocinar proyectos conjuntos de I&D y fomentar coordinación y armonía entre ellas.

“Para atacar el problema de rezago social y económico es imperativo apoyar el desarrollo de aquellas tecnologías orientadas a elevar la productividad de las actividades con mayor impacto en el nivel y calidad de vida de la nación, que incidan en la alimentación y salud de la población, que posibiliten un mejor y mayor dominio de nuestros recursos naturales y que incrementen la competitividad del aparato productivo nacional,” recomiendan Méndez Nonell et. al.[605]

El adelanto nacional depende de aprovechar tecnología disponible; adaptarla a las necesidades de cada caso; incorporar la experiencia de trabajadores de la compañía, quienes la conocen a fondo, saben cuáles son sus fallas, cómo superarlas y descubrir nuevos procesos y aplicaciones. También es provechoso recabar opinión de proveedores, competidores, compradores, universidades, institutos de investigación, organismos públicos y privados.

Machado distingue cuatro clases de innovación: no planeada, fortuita,   incremental y estratégica.[606]

Es imposible anticipar las no planeada y fortuita. Lo racional es aprovecharlas en cuanto se detectan.

Las incrementales mejoran la eficiencia operativa: la incrementan. A corto plazo elevan productividad, calidad y rentabilidad. Conviene adoptarlas, aunque no contribuyen significativamente a la competitividad. Las estratégicas proporcionan capacidad para operar con eficacia. Representan acciones premeditadas que fortalecen la capacidad competitiva. Facultan a desempeñar papel protagónico y vencer en la carrera larga. “Son procesos continuos en que una empresa sintetiza la prospectiva industrial y tecnológica con un entendimiento profundo de los mercados,” añade Machado.[607] Son las que mayor atención demandan.

Cimoli considera que innovar es proceso interactivo donde se combinan tres sinergias: conducta tecnológica de la empresa (esfuerzo de I&D, mejoras de proceso, etc.), relaciones interempresariales e interacciones entre empresas, centros de investigación, universidades y otras instituciones.[608] Las tres actúan en circuitos donde se originan relaciones, reglas y restricciones, que definen oportunidades y amenazas, fortalezas y debilidades; propagan flujos de conocimientos e información, y mantienen en acción el proceso innovador. Son elementos que el plan y el programa de fomento correspondiente deben contener.

La eficacia de innovar depende de la capacidad de la economía para absorber el cambio tecnológico. Implica solidez, estabilidad, mercados bien organizados y sólidos y capacidad técnica de producción. También influye la atmósfera político-social: Estado de derecho, gobernabilidad, seguridad, tranquilidad, reglas de juego claras, rectitud y honestidad de gobernantes y eficacia de la gestión pública, que auspicien confianza y propensión a gastar en I&D y en innovar. Constituyen competitividad, que estimula la invención e innovación más que los incentivos directos, subsidios y apoyos fiscales.

El organismo planificador debe presentar listas de clases y características de tecnologías apropiadas a cada tipo de empresa, según su rama, sector, localidad y región, así como señalar posibles beneficios, para impedir o al menos atenuar discriminaciones por este concepto.

Como complemento hay que sembrar en el público conciencia de la importancia de I&D, tecnología e innovación e incitarle a participar en actividades relacionadas con ellas, a capacitarse y colaborar en el avance tecnológico.

En el presente la tecnología evoluciona y se reproduce por sí misma a tal velocidad que el programa debe ser ágil y flexible al profundizar, afinar, ampliar, combinar y dar nuevas aplicaciones a la innovación.

Inculcar la práctica metódica de innovar con calidad se inscribe en la metamorfosis cultural que recomiendo en Cuarta parte. Comprende educación, capacitación, vocación, sentido de responsabilidad, voluntad de trabajo, constancia, entusiasmo, creatividad, honestidad, honradez, profesionalismo, entrega, compromiso y demás virtudes que delinean el talento empresarial y en México son paupérrimas.

El programa debe precisar elementos que alienten la innovación: legislación; deducciones de impuestos, subsidios y otros mecanismos fiscales; depreciación acelerada de maquinaria y equipo utilizados en I&D; crédito preferencial, asistencia técnica y asesoría en este campo; garantía bancaria; aportación de capital; aportación no reembolsable del costo parcial de proyectos; becas; organización de cadenas y redes con fines de asociación tecnológica, y premios a empresas y personas destacadas en labores de I&D, descubrimientos, invenciones, aplicaciones y cualquier aportación que eleve la riqueza tecnológica.[609]

Es forzoso definir la combinación más adecuada en cada caso —empresa, rama, sector y región— de acuerdo a la realidad local del momento: condiciones sistémicas y prioridades de política.

 

Décima parte

Ciudades, infraestructura y energía

 

 

  1. Áreas urbanas

 

La tercera vertiente de planificación territorial se refiere a ciudades, dínamos de la nación-Estado, donde “los hombres se enfrentan a la naturaleza no como unidades independientes, sino como miembros de grupos organizados en forma cooperativa,” dice Linton.[610]

Cuando la aldea primitiva evoluciona en villa delimitada por cerca o muralla se da “un gran paso hacia delante” considera Morgan.[611] Obedece a que a campo abierto el hombre realiza labores primarias. Al congregarse en aldeas desarrolla oficios, técnicas, artes, ciencias y refina formas de gobierno, organización, administración, producción y servicios.

Aristóteles llama  a la ciudad creación de la naturaleza, fundado en que “el hombre es animal político por naturaleza.” Al decirle político —del griego poli s, ciudad-Estado— lo confina a las relaciones dentro de dicha polis. Asevera que “se organiza con miras al bien; porque el hombre obra siempre con el fin de lograr lo que cree bueno. Si toda agrupación tiende al bien, la ciudad o sociedad política, que es la superior entre ellas y las comprende todas, tiende al bien en mayor grado que las demás.”[612]

Las aldeas surgen hace c. 5,000 años en riberas de ríos, relato en Capítulo 1. Albergan no más de 10,000 habitantes; pocas llegan a 100,000.[613] En ellas florecen civilizaciones, se pactan transacciones de negocios que vinculan pueblos y se forja la cultura.[614]

Poco antes de la era cristiana, una ciudad domina el mundo conocido: Roma. Su preponderancia dura cinco siglos.

En el siglo 7º el islam se apodera del Mediterráneo y bloquea el comercio entre urbes cristianas. “Materialmente subsistieron las ciudades, pero perdieron su población de artesanos y comerciantes y, con ella, todo cuanto habían logrado perdurar de la organización municipal del imperio romano,” relata Pirenne.[615]

En siglo 12º termina la hegemonía musulmana, se renueva el comercio europeo y se dispara la producción artesanal, orientada al mercado externo. Surtirlo requiere abundante inversión, que aportan comerciantes y banqueros, quienes asumen el liderazgo en la villa o burgo: se les llama burgueses, gestores del capitalismo en siglo 13º.[616] La artesanía evoluciona en industria incipiente.

“Las ciudades son motores siempre en movimiento. Por sí solas se encargaron del primer auge europeo,” señala Braudel.[617] En el siglo mencionado prosperaron con rapidez. “Ciudades modernas, demasiado adelantadas para su época, anuncian ya el futuro o son ya el futuro,” proclama.[618]

Hasta siglo 15º “fueron los únicos centros del comercio y de la industria,” indica Pirenne.[619] “Entre la ciudad y el campo existe una rigurosa división del trabajo, pues el campo sólo practica la agricultura, mientras que la ciudad se dedica al negocio y a las artes manuales,” añade.

El Estado y las instituciones cambian de fisonomía durante el renacimiento. La burguesía sacrifica libertades, a cambio de mayor radio de acción comercial, empréstitos y canonjías. “Se forma una economía territorial que viene a sustituir a la economía urbana, [… pero] continúa siendo de dirección urbana. Las ciudades, junto con el Estado, siguen dirigiendo el juego.”[620]

Por tanto, la organización política se convierte en territorial: nacional en significado moderno. “Se afirma el papel desempeñado por las capitales, sostenidas por la misma presencia y por los gastos del Estado, seguras de alcanzar una categoría hasta entonces no igualada: la de superciudades. […]  El peso y la vida de todo el Estado empiezan a girar en torno a estos monstruos urbanos, que no tienen rivales, instrumentos de lujo, máquinas para la fabricación de la civilización y también de la miseria de los hombres,” opina Braudel.[621]

La revolución industrial empieza en siglo 17º, por el aprovechamiento del vapor en producción y trasporte, y se consolida en el 18º. La urbe se afianza como vértice de la actividad económica. En ella se asientan industria, finanzas, comercio, amplia variedad de servicios y es imán de personas en busca de oportunidades.

A partir de siglo 19º se forman metrópolis por varios rincones de la Tierra, donde aparecen problemas que señalo adelante.

La mitad de la población mundial reside hoy en ciudades. Se estima pasará a 60% en 2025. Existen 408 de más de 1.000,000 de habitantes: 129 en países ricos y 279 en subdesarrollados. En 25 años serán 639: 153 y 486, respectivamente.[622]

 

  1. Ciudad: sistema complejo

 

El área urbana es sistema complejo, afirma Forrester: se integra por personas, construcciones y actividades económicas interactuantes. Constituye un módulo regional, enlazado concéntricamente a conglomerados mayores —región, Estado, país, mundo— por relaciones físicas, culturales, políticas, sociales y económicas. Su alcance está dado por el grado de movilidad de personas, dinero, objetos, servicios e información.[623] Genera fuerzas de atracción o repulsión que inducen a las personas a elegir dónde residir y trabajar, en su papel dual de consumidores y agentes productivos, y determinan flujos migratorios desde y hacia ellas.

La ciudad es además sistema cerrado: la delimitan las interacciones que se generan dentro de ella y determinan su comportamiento. Cerrado no implica aislado: lo que ocurre fuera tiene impacto en ella; pero no afecta ni altera sus características intrínsecas. Su funcionamiento responde a causas endógenas; no proviene de ni es impuesto por el contorno externo, aunque acontecimientos de fuera aceleran o retardan el proceso. Se halla enlazada al conglomerado del cual forma parte: región, Estado, país, mundo. Cuando las condiciones internas son más favorables que las del derredor, la gente y la industria son atraídas y viceversa: si son adversas las repelen. Su influencia se extiende hasta donde lo permite la movilidad de factores, la cual traza su radio de acción, que puede ser ilimitado. Sus fronteras se desplazan conforme invade territorios aledaños.

Las metrópolis son núcleos regionales, por lo que existen nexos indisolubles entre ellas y las economías local, regional y nacional, así como en los procesos de localización económica y movimientos migratorios. Por tanto, lo que acontece allí es de proyección nacional y merece atención esmerada. “Constituyen verdaderos motores del crecimiento económico, […] desempeñan un papel catalizador en la formación y evolución de las ventajas comparativas y competitivas, al concentrar muchos de los ingredientes esenciales de la nueva competencia internacional: recursos humanos de alta calificación; infraestructura productiva y social de alto nivel, así como una estructura de toma de decisiones,” expresa Aguilar Barajas.[624]

Por ser sistemas cerrados opera un mecanismo de retroalimentación, por el que las variables se nutren a sí mismas y refuerzan su avance o colapso, que se despliega en ciclos de vida: desarrollo, envejecimiento, deterioro, decadencia, ruina, en su caso regeneración y de nuevo desarrollo…, las cuales trazan tendencias seculares de duración eterna. Ejemplos: Atenas tiene c. 30 siglos; Roma, c. 27; París, c. 21; Londres, c. 20, y México-Tenochtitlan, c. 7 siglos.

Son demasiado grandes, congestionadas, contaminadas; se distinguen por desorden, ineficiencia e iniquidad social. Gradualmente contagian a áreas adyacentes saludables, mediante suburbanización y crean monstruos indomables. El influjo constante de gente enardece la concentración. Cuando es irrestricta y rebasa la capacidad de absorción favorece desempleo, economía informal, invasión de predios, hacinamiento, parasitismo social, mendicidad, vicio, endemias y delincuencia. En ellas se gesta proletariado lumpen, como denomina Marx al “producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas” de la sociedad,[625] que Engels llama “escoria integrada por los elementos desclasados de todas las capas sociales y concentrada en las grandes ciudades,”[626] Ambos las califican de “centro[s] de reclutamiento para rateros y delincuentes de todas clases, que viven de los despojos de la sociedad, gentes sin profesión fija, vagabundos, [gente sin patria ni hogar].”[627] La juventud lumpen (niños de la calle y pandillas) crece sin principios, valores, oficio ni beneficio. Nada tiene que perder y está dispuesta a lo que sea. Provee delincuentes, asesinos, terroristas, vagos, viciosos y pordioseros. Constituye explosivo social siempre latente.

La gran urbe genera demanda exacerbada de agua potable, drenaje, salud, educación, vivienda, vialidad, trasporte, energía, alumbrado, vigilancia, recolección de basura. Se multiplican sus costos, insuficiencia, defectos e ineficacia. Muestra estructura deforme, anticuada, disfuncional. El tránsito de vehículos es congestionado, desordenado, lento, peligroso y destructor del medio ambiente. El gasto administrativo excede las posibilidades del erario local: debe ser subsidiado. Los grupos miserables y lumpen utilizan servicios mas no pagan impuestos: son amenaza para la sociedad y carga para el fisco. La competencia por el suelo suscita especulación, lo encarece y hace inalcanzable disponer de vivienda a muchas familias, lo cual reproduce hacinamiento e invasión de territorios.

Anomia e ingobernabilidad son ostensibles: se patentizan en rebeldía civil, marchas, manifestaciones, plantones, caos vial permanente y criminalidad ascendente, que alteran la paz, tranquilidad y bienser de los pobladores. Corrupción e impunidad actúan como causa y efecto, y refuerzan el círculo vicioso.

En la ciudad se entrelazan multitud de culturas, criterios, necesidades, actitudes, conductas, ocupaciones y estratos sociales. Se manifiestan sentimientos e inquietudes de sus miembros y de la colectividad. Su carácter está determinado por el de sus pobladores, quienes son actores y espectadores; sujetos activos y pasivos de lo que ocurre; artífices de sus complejidades y soluciones. “Es el espacio en el que los habitantes se asumen como ciudadanos, es el espacio natural de la construcción de la ciudadanía,” afirma Ziccardi. En ella “históricamente se fincaron y se expandieron los derechos y obligaciones de los ciudadanos.”[628]

Los cambios en la civilización occidental durante la segunda mitad de siglo 20° multiplican las exigencias de derechos individuales y el sentido de pertenencia a la comunidad, lo cual embrolla vida y gobierno de ciudades, donde se agranda lo que Kymlicka et. al. denominan cultura de dependencia, consistente en reclamar derechos sin aceptar ni cumplir obligaciones. Equivale a hijismo. Moldea individuos subsidiarios, indolentes e insensibles, carentes de solidaridad, de responsabilidad compartida, de respeto a formas de convivencia y de voluntad para trabajar en beneficio del bien común. Inculca pasividad en los pobres sin mejorar sus oportunidades y perpetúa “el problema al reducir a los ciudadanos al papel de clientes inactivos de la tutela burocrática.”[629]

Las diferencias en ubicación, disponibilidad de recursos y estructura productiva matizan el darwinismo social y geográfico: son notables diferencias entre los privilegiados, que disfrutan con holgura las comodidades y servicios urbanos; numerosos segmentos medios, que viven en situación aceptable, y amplia mayoría que subsiste de manera precaria y miserable.

Durkheim sostiene: “cuanto más primitivas son las sociedades, más semejanzas existen entre los individuos que las componen.”[630] Ergo, entre más evolucionadas son mayores su diversidad humana y complejidad y se acentúa el imperativo de planificar.

 

  1. Ciudades de México

 

La república mexicana era rural hasta bien entrado siglo 20°, salvo la capital y pocas localidades. A partir de los cincuentas se metropolizan poblados y se acelera el crecimiento urbano: en 1950 el 28% de la población habita en 84 ciudades de 15,000+ habitantes. Sólo la capital rebasa el millón. En 2000 el 61% de la gente vive en 368 localidades de 15,000+ habitantes, 9 de ellas con 1.000,000+. Covarruvias estima que en 2030 habrá 20 de 1.000,000+ y 78 de 100,000+ a 1.000,000, que alojarán 70% de la población.[631]

Las disparidades son abismales: mientras en ciudad de México el ingreso por habitante es 198,184 pesos en 2005 y en Cancún 134,774, en Tepic es 54,110 pesos, la cuarta parte.[632]

Las megaurbes de México padecen con intensidad los males crónicos enumerados, que se antojan irresolubles, agravados por organización inadecuada, crecimiento anárquico desmedido, ineptitud gubernamental, vicios administrativos, incapacidad financiera, abulia y descuido, sintomáticos de subdesarrollo económico y atraso cultural. Razón subyacente es la que reitero en varios pasajes: ausencia de planificación.

La situación crítica permanente de la capital empeora por la concurrencia de autoridades federales, de Distrito Federal, de sus delegaciones, de gobierno del Estado de México y de sus municipios. En condiciones similares, aunque no tan graves por menor tamaño, están Guadalajara, Monterrey, Puebla.

Eibenschutz Hartman aconseja “establecer un marco jurídico que soporte la coordinación adecuada de las actividades que ejercen los gobiernos, tanto locales como federales.”[633] Esto sugiere crear gobiernos de áreas metropolitanas, con órganos legislativos y judiciales propios que las administren integralmente, donde participen representantes de las entidades involucradas, sin lesionar intereses de alguna. Es asunto delicado, pero imprescindible para lograr su saneamiento y desarrollo, que el planificador tiene que tener en mente.

 

  1. Planificación urbana

 

Es difícil administrar una metrópoli, donde causa y efecto suelen no relacionarse estrechamente en tiempo o espacio. “La estructura de un sistema complejo no consiste en un simple circuito de retroalimentación donde el estado de un sistema domina su comportamiento. Un sistema complejo tiene multiples circuitos de retroalimentación interactuantes,” advierte Forrester. Es contraintuitivo, porque sus problemas no se resuelven por intuición. Si se abandonan al azar o casualidad se intensifican, por moverse en círculos viciosos.[634] El sistema urbano esconde causas y es engañoso: los síntomas se confunden con causas aparentes, porque éstas son síntomas coincidentes.[635]

Las enfermedades de las grandes concentraciones deben combatirse con un proceso preconcebido, razonado, de planificación. Se requiere “una política nacional explícita, con un enfoque territorial del desarrollo, de carácter regional y urbano que se aplique en subsistemas urbanos y en las ciudades que los constituyen. Esta política deberá plantear estrategias en materia económica, social y ambiental que contribuya a evitar que las disparidades regionales se profundicen; que vinculen el desarrollo económico con la equidad social y el territorio, en un marco sustentable; que considere las diferencias regionales e incorpore la participación de los diversos sectores; que se complemente con una sana y eficiente participación del Estado; y que regule las distorsiones del mercado y garantice una tasa de crecimiento con equilibrio externo y desarrollo social,” asevera Covarrubias.[636]

“Es imperativo coordinar la concepción del desarrollo urbano y del medio ambiente con la estrategia de instalación de infraestructura; […] con las políticas fiscales y sociales; las de educación y salud. En síntesis, el desarrollo de la ciudad debe partir de una visión integral de largo plazo; una visión que adecue [sic] y coordine las políticas para potenciar y estimular el ordenamiento urbano que los programas articulados proponen,” aconseja Eibenschutz Hartman.[637]

Tales frases pecarían de utópicas como objetivos del plan. No es la idea: las presento como línea metodológica, como criterios que conviene adoptar al planificar ciudades.

El primer paso del programa urbano es establecer fronteras de las áreas en observación, vistas como sistemas, módulos y subsistemas. Después, como en los temas anteriores, se requieren taxonomía y diagnóstico, para conocer la situación al detalle.

Al seleccionar las variables se debe atender que “el carácter de una ciudad está determinado por su población. En cualquier momento, la población es resultado del movimiento pasado hacia y desde la ciudad y de las conversiones sociales y económicas que ocurren en ella. Empleo y vivienda parecen ser los dos componentes más influyentes para determinar movimiento hacia la ciudad y mayor movilidad económica interna,” escribe Forrester.[638]

Población, industria (conjunto de actividades económicas generadoras de empleo) y vivienda son los motores de la dinámica de la ciudad. Su naturaleza, estructura y cambios reflejan su carácter; facilitan determinar y comprender la fase del ciclo de vida en que se encuentra: desarrollo, envejecimiento, decadencia o ruina. “Son más fundamentales que gobierno local, cultura social o política fiscal,” arguye dicho autor.[639]

Se tienen que abarcar todos los ámbitos —biológico, físico, cultural, político, tecnológico, económico y social— e identificar impactos cruzados de fuerzas y tendencias externas en fenómenos internos y viceversa, con proyección larga: 30 ó 45 años.

La finalidad de planificar la urbe es auspiciar condiciones que hagan agradable la vida de sus habitantes. Se le debe dotar de vitalidad económica para que brinde empleo, vivienda y servicios adecuados y suficientes a los pobladores. Es imprescindible erradicar sus lacras, tarea colosal por su magnitud y severidad y porque el crecimiento demográfico las refrenda y multiplica.

Los pasos para conseguirlo son: definir objetivos en función de necesidades futuras y usos del suelo por zonas y tipos: residencial, industrial, comercial e institucional; establecer políticas idóneas, alcanzables, de usos de suelo, y proponer estrategias, tácticas y proyectos públicos y privados de aplicación viable, integrados a planes regionales, formulados en conjunción con el plan general y programas complementarios, con el carácter sistémico en que he insistido.

El programa urbano es complementario del de localización industrial. “El manejo eficiente de la expansión urbana requiere de un marco de referencia apropiado que relacione de modo coherente las políticas y estrategias con las inversiones correspondientes. Este marco, a su vez, ha de construirse con un entendimiento sólido de cómo crecen las ciudades y de las fuerzas que intervienen en ello como resultado del funcionamiento de los mercados de suelo y laborales, así como de las decisiones de localización residencial y empresarial,” recomienda Aguilar Barajas.[640]

Las estructuras urbanas tienen que renovarse según paradigmas de la globalidad: aprovechar a plenitud las ventajas comparativas y competitivas del sistema-ciudad, en busca de eficiencia óptima; utilizar racionalmente sus recursos; descartar actividades inconvenientes, y abrir oportunidades de trabajo al mayor número posible de personas.

“Para encauzar a la ciudad hacia un futuro sustentable es preciso promover su productividad y fortalecer sus ventajas competitivas. Éstas residen en la diversidad y riqueza de los factores locales,” recomienda Quadri de la Torre.[641]

El programa ha de determinar “usos del suelo [urbano] acordes con las demandas de la economía y de la sociedad, con seguridad jurídica y protección del entorno ecológico, como factores generadores de plusvalías que puedan ser utilizados para financiar la satisfacción de necesidades de suelo de las familias de menores ingresos y subsidiar áreas de equilibrio ecológico; identificándose en cada caso las áreas adecuadas y necesarias para un desarrollo urbano planeado y ordenado,” piensa Covarrubias Gaitán.[642]

La cortapisa principal es financiera, por estrechez financiera de gobiernos locales, costo elevado de proyectos y condiciones precarias de la economía nacional.

Otra restricción es institucional-administrativa: las autoridades citadinas se distinguen por ineficiencia e ineficacia, derivadas de organización gubernamental inapropiada; ineptitud de cuadros políticos y operativos, y hábitos y costumbres perniciosos. Además, el tamaño y crecimiento de  las localidades amplifican las dolencias y hacen que los remedios sean inservibles antes de aplicarse.

Gracias al hijismo la gente concibe los servicios urbanos como derecho inherente, por el que no existe contraprestación: se consideran obligación de Papá Gobierno. Cuando los habitantes sienten que no se les cumple brotan inconformidad, anomia e ingobernabilidad. Las autoridades responden con subsidios asistenciales y otros bálsamos populistas para calmar los ánimos y lograr mérito político. Se asumen como Estado-benefactor, que merma el exiguo presupuesto. Tal función no puede desaparecer súbitamente; pero debe apegarse a programa sistémico, razonado, que puntualice prioridades y asignación de recursos que garanticen auténtico beneficio social. Más importante es que actúe como Estado-inductor e induzca al trabajo y exija solidaridad cívica como contrapartida de los beneficios recibidos.

Las ciudades son vórtices de desarrollo. Por ello es imperativo planificarlas: cubrir el horizonte completo, cada una de las partes y todas sus interrelaciones y respuestas, con la perspectiva de largo plazo mencionada: 30 ó 45 años, con auxilio de procedimientos metódicos de orientación y control de crecimiento, que incluyan normas cualitativas y cuantitativas sobre usos de suelo, tránsito de vehículos, servicios comunales y regionales, con participación de las instancias políticas involucradas y la sociedad civil.

La metrópoli tiene aptitudes para ser “mecanismo de integración social que contribuya a contrarrestar la desigualdad social y la segregación urbana que caracteriza [a] nuestras sociedades,” sostiene Ziccardi.[643]

Ordenar ciudades hace necesario considerar aspectos como los siguientes, dice Covarrubias:

Planificación física: de suelo, vivienda, instalaciones y servicios públicos, en función de la población y su capacidad de compra.

    Ordenamiento urbano: usos de suelo, infraestructura, dotación de servicios, tierras urbanizables y no-urbanizables, en función de su potencial agronómico y ecológico.

Infraestructura urbana: obras y abastecimiento de agua potable, saneamiento, energía, comunicaciones, trasporte, educación, salud, etc. adecuados a necesidades presentes y futuras.

Vivienda: disponibilidad acorde a necesidades presentes y futuras.     Protección de medio ambiente: los recursos naturales se deben manejar de tal modo que no se rebasen sus límites críticos de sobreexplotación o sobrecarga. Debe ser foco de toda acción gubernamental. [644]

Quadri de la Torre subraya: es necesario “comprender el orden espacial de la ciudad, plasmado en los usos del suelo, e interpretar correctamente las formas urbanas de las cuales dependen los patrones de convivencia cotidiana y las relaciones intersectoriales entre un vasto abanico de actividades y conductas.”[645]

Covarrubias sugiere: “las ciudades deben ser vistas como objetos estratégicos de acción pública. La acción del Estado mediante las políticas de planeación urbana deberá lograr un sistema urbano capaz de competir en la globalización y, al mismo tiempo, compartir la riqueza generada en las ciudades y regiones mediante un principio de solidaridad interregional, compensar a las regiones y grupos más desfavorecidos mediante la promoción de inversión productiva que constituya una alternativa real para subsistir en un contexto de oportunidades de ingreso, empleo y acceso a satisfactores.”[646]

Según Durkheim la solidaridad asume dos formas, ya mencionadas: mecánica, derivada de la pertenencia al grupo en respuesta a creencias y sentimientos comunes de quienes lo integran, y orgánica, motivada por la conciencia individual y la personalidad propia, determinadas por la esfera de acción de cada uno.[647]

Es preciso inculcar ambas y despertar estados de conciencia permanentes, que alienten a obtener los beneficios de ser miembro de la colectividad y a colaborar en su favor de manera voluntaria, como ciudadanos conscientes. El derecho a disfrutar sus ventajas y servicios ha de compensarse con participación activa en su gobierno y funcionamiento, ingrediente esencial de la democracia, lo cual incluye actuar en organismos de planificación, administración, instrumentación y vigilancia de programas, de tal modo que haya equilibrio entre derechos y deberes e inculcar virtudes de responsabilidad y colaboración. Debe ponerse acento especial en imbuir ética ciudadana para cumplir dicho propósito y humanizar la ciudad, que en términos de Braudel sería imprimirle nobleza humana, que imponga a sus pobladores un esfuerzo constante para alcanzar en ella la más alta perfección de las relaciones humanas.[648]

 

  1. Infraestructura

 

La cuarta vertiente de planificación territorial corresponde a infraestructura: basamento de la estructura productiva de una comunidad (infra, debajo de). La abro en tres: obras y servicios  públicos, generación de energía y polos de desarrollo.

Los pobladores de México prehispánico crean obras prodigiosas para dominar las características hostiles de suelo y clima. Los invasores españoles se maravillan de la perfección de canales, acequias, represas, bordos, acueductos y drenes. Nezahualcóyotl diseña sistema hidráulico para represar agua salada, lavar suelos y regar con agua dulce. Las chinampas (predios flotantes) extienden la superficie cultivable.[649]

Tenochtitlan despierta admiración por su trazo simétrico e infraestructura funcional. La comunicación con tierra firme se efectúa por cuatro calzadas que a la vez son diques. Los territorios azteca y maya se conectan entre sí y con otros pueblos por veredas peatonales, pues no utilizan carretas ni bestias de carga o tiro.

Los conquistadores modernizan y amplían las obras agrícolas y urbanas, sin aportar algo espectacular.

Nueva España es encrucijada del imperio: sirve de eje entre la metrópoli y Filipinas, liga a Europa con Asia. Dispone de 8 puertos en Golfo de México y 5 en Océano Pacífico. Tiene 26,100 kilómetros de caminos, que conectan la capital con costas y fronteras.

Conflictos y guerras durante la mayor parte de siglo 190 causan estragos en la infraestructura.

Se repone durante la gestión de Porfirio Díaz: las rutas ferroviarias reciben atención preferente: cubren 24,700 kilómetros en 1910, 1,900 kilómetros menos que en la actualidad. Se agregan 2 puertos en Golfo de México y 11 en el Pacífico. Los caminos reciben atención mínima: se construyen los requeridos para tender vías del tren. En 1849 se abren líneas telegráficas. En 1878 se funda la primera compañía telefónica. Las haciendas cuentan con infraestructura propia, sólida y funcional.

Las trifulcas iniciadas en 1910 destruyen instalaciones telegráficas y telefónicas. La red ferrocarrilera sufre considerable deterioro. La portuaria se atrofia por falta de mantenimiento.

Los gobiernos revolucionarios tienen que reconstruir las maltrechas instalaciones.[650]

En 1924 nace la aviación comercial y se construyen aeropuertos. En 1925 arranca la construcción de grandes presas. El sistema carretero crece conforme avanza el autotrasporte: se dispone de 312,000 kilómetros. Los ferrocarriles se han descuidado. Existen 54 puertos en costas orientales, 86 en el Océano Pacífico y 28 fluviales. En radiotelefonía se dispone de más de 40,000 kilómetros de fibra óptica; es digital más de 90% de la planta telefónica y cubre 21,000 poblaciones.[651]

México ha hecho esfuerzo razonable en materia de infraestructura, a pesar de penurias ancestrales y múltiples dificultades. Países semejantes, como Argentina o Brasil, revelan coeficientes parecidos. Cotejados con Alemania, EUA o Japón es manifiesta la desventaja.

 

  1. Generación de energía

 

Las instalaciones para generar energía merecen tratamiento aparte.

La fuente primordial es petróleo, empleado desde tiempo inmemorial. El primer pozo aparece en Irán c. 500 años a.C. En China se extrae con tubos de bambú y taladros de bronce en siglo 3º a.C. Se usa como medicamento, lubricante, impermeabilizante, asfalto y para iluminar.[652]

En Mesoamérica lo llaman chapopotl (de tzouctli, goma o pegamento, y popochtli, humo u olor), hispanizado en chapopote. Además de los usos descritos se emplea como mortero, chicle, aromatizante y embadurnamiento de sacerdotes en ritos religiosos.[653]La explotación de chapopoteras (depósitos) no prospera en Nueva España. En zonas ganaderas se considera plaga. Aún así, las Ordenanzas mineras de 1783 incluyen “aceites y bitúmenes de la tierra” como parte de los recursos propiedad de la corona.[654]

La operación moderna de petróleo arranca en Pennsylvania, EUA, en 1859. Durante siglo 19º y comienzo del 20º se emplea para alumbrar y como combustible en estufas y calderas. Paulatinamente sustituye al carbón en navíos, ferrocarriles y fábricas. Con el automóvil, en el siglo 20°, es carburante rey y desde los setentas palanca geopolítica,[655] se advierte en Capítulo 2, supra.

El gobierno mexicano concede el primer permiso para explotarlo en 1864. En 1901 brota el primer pozo de producción comercial.[656] La Constitución de 1917 establece que el dominio directo de los minerales o sustancias existentes en el subsuelo es de la nación. La extracción de aceite se da en concesión a empresas extranjeras y se levanta la estructura que en 1921 convierte a México en segundo productor y abastecedor de un cuarto de la oferta mundial.[657]

En 1936 surge conflicto laboral en la rama, que culmina en huelga en 1937. Pronto estallará la segunda guerra mundial, lo que en 1938 aprovecha el presidente Lázaro Cárdenas para expropiar la industria, que se funde en Petróleos Mexicanos (PEMEX).

Hoy México ocupa 8º sitio a escala global por reservas y 5º por producción de crudo. Tiene influencia destacada en el mercado, sin ser miembro de OPEP, porque prefiere ser independiente y neutral. Los yacimientos se ubican a lo largo de la costa y en mantos profundos de Golfo de México. Existen 9 refinerías, localizadas en función de centros de consumo, y 106 plantas petroquímicas, próximas a sus materias primas.[658]

En los primeros ochentas la actividad es pilar de la economía: contribuye con dos tercios del ingreso por exportación y un cuarto del ingreso fiscal. Poco después cae el precio y pierde importancia. A partir de 2000 vuelve a ocupar sitio trascendental por dispararse el precio a niveles inimaginables. Se repite situación semejante a la observada en siglo 19°, cuando la economía depende de la plata: sus fluctuaciones lo mismo causan auge que imponen tácticas de emergencia.

PEMEX ocupa segundo lugar como empresa por volumen producido, pero en 1997 su rentabilidad es menor a 3%, mientras las ocho mayores compañías del ramo obtienen entre 5% y 10%.[659] Es consecuencia de enorme tamaño, que entraña burocratismo y costos demasiado altos.

El gobierno federal se apodera de los recursos de PEMEX, con los que cubre un tercio de su ingreso. Le impide disponer de excedente para mantener, renovar, modernizar ni expandir instalaciones y le fuerza a fuerza a endeudarse: su apalancamiento es 3/1: 400,000 millones de pesos de deuda, frente a 150,000 millones de pesos de capital.

Por si fuere poco, la empresa es víctima de corrupción y el sindicato del ramo ejerce poder excesivo e impone exacciones que exprimen sus finanzas. De hecho actúa como su propietario.

La incompetencia recae en los consumidores, en forma de precios altos de combustibles, aun cuando el mercado internacional se deprime, que se trasladan a costos y repercuten en inflación.

Soluciones recomendables son: descentralización efectiva y reorganización profunda e integral de la empresa, que la coloque en condiciones de operar con aptitud y eficacia; desterrar el expediente fácil de ordeñar a PEMEX; aligerar la carga fiscal de la empresa; delimitar la injerencia y prerrogativas del sindicato, y permitir participación de inversión privada en fases de producción no estratégicas.

El último punto es controversial. No debiere ser. La nación es propietaria de los recursos del subsuelo, como lo dicta el artículo 27 constitucional. En esto no hay discrepancia: el Estado tiene que mantener dominio sobre el recurso. Pero no se justifica que acapare todo el proceso productivo, sobre todo si lo hace con ineficiencia e ineficacia. Es aberrante prohibir a particulares ser socios en plantas petroquímicas o aportar capital de riesgo en exploración, extracción y refinación, pues no significaría darles facultades para inmiscuirse en políticas ni en decisiones administrativas o de interés nacional.

Es ramo muy contaminante: de modo directo en exploración y producción; indirectamente al consumirse sus derivados en combustión (gasolina, turbosina, combustóleo, diésel), aplicación (fertilizantes, grasas, asfalto, lubricantes), y al desecharse (aceites, grasas, objetos y envases de plástico). Asimismo, hay frecuentes accidentes en plantas y ductos que causan daños severos al medio. Existen convenios para reducir el contenido de plomo en gasolina; sustituir combustóleo por gas natural en industrias; restaurar y proteger zonas de explotación de hidrocarburos, y evitar o al menos reducir la emisión que hace PEMEX de sustancias tóxicas. Sin embargo, es poco lo que se hace para evitar la contaminación que causa.

El programa sectorial debe ir al fondo del problema como política de Estado y con enfoque de planificación integral. Además de taxonomía y diagnóstico es fundamental elaborar escenarios que contemplen el futuro de este energético, que no tardará en ser desplazado, como lo vaticina el elevado precio que alcanza al inicio de siglo 21°, señal de que la oferta es incapaz de satisfacer la demanda creciente, por agotamiento de reservas, dificultades de producción y conflictos políticos. Se deben tomar providencias con anticipación, para cubrir requerimientos, para financiar al gobierno federal y disminuyan efectos contaminantes.

Electricidad es otro energético básico. Antes de terminar siglo 19° la generan en México empresas textiles, mineras y fundidoras de metales para su consumo. La primera compañía de alumbrado público se establece en 1887. El gobierno concede privilegios que disparan la industria: entre aquel año y 1911 se registran más de 100 compañías privadas, con predominio de capital extranjero.[660]

La revolución no afecta sensiblemente las instalaciones, si bien frena su expansión. En 1926 se emite Código nacional eléctrico, para orientar el desarrollo del sector. En 1938 se sustituye por Ley de la industria eléctrica. Al siguiente año se funda Comisión Federal de Electricidad (CFE), como organismo rector.[661] En 1959 surte 47% de la energía; el resto proviene de compañías particulares, que el gobierno federal adquiere en marzo de 1960 y las integra a CFE y Compañía de Luz y Fuerza del Centro.

Ambas empresas se distinguen por deficiencias técnicas, administrativas, de producción y distribución y carecen de suficiencia financiera para elevar capacidad generadora, que pudiere ser insuficiente en poco tiempo. Sus directivos son nombrados por amistad o compromiso político. Los sindicatos representan lastre nocivo, auspician prestaciones abusivas, exceso de personal y baja productividad, que se traducen en altos costos.

Las dos deben ser objeto de descentralización y reorganización profunda e integral, que las ponga en condiciones de operar con la eficiencia y eficacia que exige el desarrollo.

La nación tiene que ser propietaria y controlar grandes plantas de importancia estratégica, presas y recursos naturales adyacentes. Pero no tiene sentido prohibir que particulares inviertan, instalen y operen plantas medianas o pequeñas de generación, para abastecerse de energía, sin inmiscuirse en decisiones de interés nacional.

 

  1. Polos de desarrollo

 

Las cuatro vertientes de usos del suelo examinados se interrelacionan en el sistema territorial. Visto así, el medio físico tiene tres significados: sistema formado por unidades, estructura e interacciones; simbiosis territorio-población-economía, y polo de desarrollo.

Ya cubrí los primeros. Abordo el tercero: la tierra como polo de energía económica, centrífuga y centrípeta, dinamo de desarrollo local, que se proyecta al regional y al nacional.

“La importancia de un polo de desarrollo reside en su poder multiplicador, entendido no sólo en el sentido keynesiano, sino como proceso por medio del cual se genera actividad productiva armónica, que suscita economías monetarias externas, sobre todo donde subsisten deficiencias de flujos monetarios y efectos reales,” materializados en estructura económica moderna, dice Della Porta.[662] Se debe localizar, organizar y encauzar esa potencia, con instrumentos de fomento, actividades de investigación y desarrollo (I&D) e innovaciones tecnológicas.

El corazón de un polo son empresas-motrices de cualquier ramo, estatales o particulares, que por iniciativa propia o alentadas por el gobierno efectúan integraciones verticales y horizontales y forman una cadena de actividades articuladas a medio rural, infraestructura y mercados que alimenta y da vitalidad al polo y su área de influencia.

Las empresas-motrices originan tres efectos: efecto-inducción: propulsiones que se cruzan, se refuerzan recíprocamente y desatan dinamismo en la economía; efecto-polarización: atraen actividades asociadas, y efecto-concentración: gestan un mecanismo de aglomeración, por el cual se establecen actividades complementarias o colaterales alrededor de ellas.

La figura es trascendental para levantar estructuras productivas modernas fuertes. La unidad planificadora debe identificar actividades motrices, promover la formación de empresas y redes que las acometan y activar el mecanismo de reproducción del desarrollo.

 

  1. Significado y trascendencia

 

El programa de infraestructura se vincula a tres funciones del Estado: 6. Fomentar desarrollo económico y mantener estabilidad monetaria; 7. Elevar eficiencia económica, y 8. Proveer bienes y servicios públicos.

La infraestructura es capital fijo social de un país, venero de economías externas para las empresas, que contribuye a abatir costos. Su disponibilidad estimula la inversión y con ello el desarrollo. Pero si no se dispone de aparato productivo adecuado se desperdicia; por consiguiente, debe existir congruencia entre infraestructura y estructura económica, para que la actuación e interrelaciones de ambos favorezcan adelanto sano y efectivo.

Los gobiernos suelen construirla, administrarla y operarla, dado su contenido estratégico, para salvaguardar la soberanía y porque su construcción es cara y tardada. Los bienes y servicios derivados de ella se suministran gratis o a precio subsidiado, con objeto de crear economías externas, estimular la inversión e inducir efecto multiplicador de ingreso.

Todo país subdesarrollado cuenta con cierta provisión, siempre inadecuada e insuficiente, por carencias financieras y magnitud de las necesidades.

La estrechez pecuniaria obedece a dos factores ligados: escasa capacidad de invertir —por ser pequeño el ingreso por habitante, que limita recaudación fiscal y ahorro— y costo muy elevado —por tratarse de obras enormes, complejas e indivisibles.

Las necesidades, por su lado, se multiplican por acelerado crecimiento demográfico; reposición por deterioro, antigüedad, descuido, manejo incorrecto, mantenimiento inadecuado y otras fallas que vuelven inservibles las obras; reposición por obsolescencia, pues los avances tecnológicos obligan a actualizar instalaciones, para aumentar o al menos mantener eficiencia y productividad, y crecimiento de la estructura productiva, que eleva la demanda de instalaciones y servicios.

El gasto en este rubro no se rige por criterios comunes, sino por decisiones discrecionales, debido a que las obras toman mucho tiempo; sus resultados se obtienen a largo plazo; su vida útil es indefinida, y repercuten en toda la economía. Su complejidad dificulta tener idea precisa de su eficacia y beneficios.

Disponer de ella implica esfuerzo titánico. Todo está por emprenderse, mantenerse, reconstruirse o adaptarse. Por razones obvias, sobre todo de dinero, las obras se acometen de manera gradual: primero las perentorias y después las otras, por orden de prioridad. Aunque se trabaje mucho, la reproducción y aumento de necesidades lo convierte en tarea interminable, que conviene dividir en dos: mantener, conservar, rehabilitar y operar la infraestructura existente, y construir instalaciones nuevas. De ello depende crear capacidad productiva y aprovechar recursos con sabiduría, fundada en el sistema de planificación.

Como en los programas sectoriales examinados, el paso inicial es elaborar taxonomía y diagnóstico, para tener el inventario y la relación del estado de obras e instalaciones existentes.

La fase siguiente es determinar objetivos y lineamientos para formar capital fijo social adecuado a los requerimientos efectivos actuales y futuros, de acuerdo a las posibilidades reales. El programa ha de considerarse política de Estado, con enfoque integral de horizonte amplio, en vez de supeditarlo al periodo del gobierno o a acontecimientos políticos o electoreros y proyectado al contexto cultural, social, político, económico, tecnológico y físico, dentro de las dimensiones espaciales —local, regional, nacional y global— insertas en el plan nacional, cuyos objetivos y programas son la pauta.

Quintana aconseja “anticipar las necesidades de infraestructura por atender y buscar propuestas que las satisfagan. Debemos encontrar las soluciones más adecuadas, que incluyan la utilización inteligente de los recursos y adelantos de la tecnología, que consideren con toda seriedad la preservación del medio ambiente y que sustenten la factibilidad financiera y económica de los proyectos.”[663]

El concepto se presta a decisiones inconvenientes: gobernantes presuntuosos levantan obras majestuosas, algunas decorativas, con escasa utilidad práctica. Las costean con déficit presupuestario y endeudamiento, que provocan inflación crónica y crisis económicas recurrentes. Se hacen de prisa, con mala calidad y defectos graves. Muchas quedan inconclusas, por terminar el período de gestión, se agota el presupuesto o son canceladas por el sucesor. Por añadidura, los trabajadores son despedidos al concluir los proyectos. Los políticos son proclives a tales obras porque les dan prestigio; su construcción tiene efecto multiplicador de ingreso; obtienen ganancia personal, y porque no se les castiga en caso de equivocarse.

El plan debe determinar qué obras hacen falta, dónde y qué beneficios reportarían a la colectividad. Cada paso debe preverse con esmero, a partir de consideraciones geográficas, técnicas y estratégicas.

Las geográficas se refieren a legislaciones locales, estructuras e instituciones políticas y sociales, usos y costumbres, programas de desarrollo económico, para darles tratamiento regional y programar el aprovechamiento eficiente de recursos en cada unidad territorial.

Las técnicas comprenden recursos naturales, humanos, estructuras productivas, tecnología disponible y características de mercados.

Las estratégicas consisten en prevenir la influencia de presiones políticas, sociales o económicas, internas y extranacionales.

La sociedad debe estar consciente de su “papel central en la satisfacción de sus propias necesidades” y de que debe invertir en los proyectos, operarlos, hacerlos rentables y pagar el costo real de los servicios, de tal modo que se supere “la cultura del subsidio que caracterizó a épocas pasadas,” recomienda Quintana.[664]

Construir infraestructura suele ser función del gobierno federal, estatal o municipal, cuando tiene capacidad financiera y administrativa, de preferencia con apoyo crediticio de instituciones internacionales. De lo contrario, procede ofrecerlas en licitación y encomendarlas a inversionistas privados —nacionales o extranjeros— que formulen propuestas viables en términos de costo/beneficio social, documentadas en proyectos completos con datos técnicos, financieros, operativos y calendarios.

Una nación-Estado que aspira a progresar tiene que aceptar que inversionistas privados, locales o extranjeros participen en esta labor. El tema provoca reticencia de grupos nacionalistas retrógrados, quienes aducen que se pierde soberanía. Es falaz, pues los particulares que participan no buscan ni tienen porqué intervenir en decisiones de interés nacional que corresponden al Estado.

Los proyectos pueden ser catastróficos si se realizan irreflexivamente. Ejemplo dramático es el programa de construcción de carreteras emprendido en México en los noventas. Se buscaba resolver insuficiencias acumuladas durante los ochentas por la crisis económica. Inversionistas privados participaron con financiamiento y en la operación. Fue rotundo fracaso, por la improvisación y vehemencia que caracteriza a la administración pública y a los empresarios mexicanos, que se precipitan para aprovechar la oportunidad que brinda el sexenio.

Los estudios de viabilidad deben formularse sobre bases metodológicas impecables; incluir proyecciones de costos, ingresos, demanda, en varios escenarios alternativos de comportamiento económico, local e internacional, que prevean variaciones y desfases con flexibilidad y formas de adecuarse a lo que suceda. Los inversionistas han de estar conscientes de que su participación es de plazo diferido y comprometerse a hacer aportaciones de capital de riesgo. El gobierno ha de vigilar e intervenir oportunamente, no cuando se manifiesta el problema.

El autor citado apunta recomendaciones para garantizar viabilidad de proyectos.

Fijar precios y tarifas realistas, congruentes con costos, flujos financieros y vigencia de la concesión.

Operar con equilibrio deuda/capital.

Mantener índice adecuado de apalancamiento, con capital pagado mínimo para hacer frente a problemas financieros y cambiarios y procurar que los plazos de créditos armonicen con la duración del proyecto.

Introducir mecanismos novedosos de captación, como emisión de bonos, creación de fondos de capital de riesgo, atractivos para capital local y externo y empleo de derivados.

Establecer contexto jurídico-administrativo claro y flexible, que imprima agilidad a los procesos de licitación, asignación de contratos de concesión, construcción, mantenimiento y operación, a la vez que regule eficazmente a empresas involucradas.

Crear mecanismos eficaces de arbitraje para dirimir controversias y dar seguridad a inversionistas y concesionarios frente a riesgos administrativos y políticos.[665]

Es sensato recurrir a organismos internacionales, quienes otorgan financiamiento directo, asistencia técnica y garantías; colaboran en el diseño de mecanismos financieros idóneos, como los citados, y facilitan el acceso a mercados de capital, a través de emisiones de papel propio o garantizan emisiones de instituciones independientes. Su papel es tan importante que Hirschman define infraestructura como “actividades que son financiadas, con marcada preferencia, por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento.”[666]

Con el plan ambiental se busca “organizar el medio físico para que sirva a los fines de desarrollo aceptados y se adapte a diferentes actividades económicas y sociales. Debe coordinar los objetivos del desarrollo; determinar […] qué clase de desarrollo es el más probable, o el que se desea; procurar la relación más satisfactoria posible entre utilización del terreno y los servicios para instalar adecuadamente o atraer las actividades deseadas; y contribuir a formular el sistema de control necesario para que el desarrollo futuro se realice en debida forma,” indica ONU.[667]

La intención debe ser optimizar usos de la tierra: adaptarlos a las necesidades corrientes para motivar expansión sostenida de la energía productiva y elevar bienestar-bienser de la sociedad.

Comentario final: la sociedad humana tiene que obrar con perspicacia, talento y oportunidad para adaptarse a la globalidad, neutralizar sus defectos y aprovechar sus virtudes.

Para conseguirlo se requiere una organización coordinada, solidaria y responsable de carácter planetario, fincada en sistema universal de planificación, que establezca condiciones idóneas para que cada país —en nuestro caso particular México— siga la vía más viable: la más adecuada a sus características culturales, políticas, económicas y sociales.

El propósito último es que todo ser humano disponga de un medio ambiente saludable, oportunidades equitativas de educarse, trabajar con productividad, obtener un ingreso digno, vivir en paz, participar en la vida cívica, tener capacidad de elegir su destino y alcanzar estado óptimo asequible de bienestar-bienser. Ω


Bibliografía

 

 

Abrams, Charles, “La legislación relativa a la planificación regional en las zonas insuficientemente desarrolladas,” en ONU, Planificación regional. Seminario sobre planificación regional, Tokio, 1958.

Adelman, Irma, Teorías del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1964.

Aguilar, Adrián, Guillermo y Graozbord, Boris, “La restructuración regional en México: cambios de la actividad económica urbana, 1980-1988,” en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 2, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, febrero de 1995.

Aguilar Barajas, Ismael, “Desarrollo económico y macroeconomía urbana: tendencias internacionales,” en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 10, pp. 727-734, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1995.

Aguirre Beltrán Gonzalo, Formas de gobierno indígena, Fondo de Cultura Económica, México, 1991.

Alba, Francisco, “El Tratado de Libre Comercio y la emigración de mexicanos a Estados Unidos,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 8, pp. 743-749, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1993.

Alba Vega, Carlos, “Las empresas integradoras en México,” Comercio exterior, Vol. 47, Núm. 1, pp. 43-56, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1997.

Alcocer V., Jorge, “Antecedentes y perspectivas de la reforma del Estado en México,” en El mercado de valores, 12/98, pp. 8-15, Nacional Financiera, México, diciembre 1998.

Alduncin Abitia, Enrique, “Valores para el siglo XXI, cultura y desarrollo,” El mercado de valores, pp. 60-75, Nacional Financiera, México, diciembre de 1999.

Alonso, Francisco, “Desarrollo y tecnología en México. II ¿Qué hace falta en la agricultura?,” en Excélsior, p. 10-A, México, 26 de agosto de 2000.

Alvarado, Bárbara Driscoll de y Gambrill, Mónica C., editoras, El Tratado de Libre Comercio. Entre el viejo y el nuevo orden, UNAM, México, 1992.

Aragonés, Ana María, “El fenómeno migratorio en el marco de la globalización,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 8, pp. 727-738, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1999.

Arato, Andrew y Cohen. Jean L., “Esfera pública y sociedad civil,” en Metapolítica, Vol. 3, Núm. 9, pp. 37-55, Centro de Estudios de Política Comparada, A.C., México, enero-marzo de 1999.

Archer, Clive, International Organizations, Rutledge, London, 1991.

Aristóteles, La política, Editores Mexicanos Unidos, México, 1998.

—–, Ética nicomaquea. Política, Editorial Porrúa, México, 1977.

—–, Metafísica, Editorial Porrúa, México, 1978.

Armienta Calderón, Gonzalo M., “La reforma constitucional indígena. Antecedentes y textos fundamentales, en Excélsior, p. 10-A, México, 11 de agosto de 2001.

Aron, Roberto, “Unión Europea, ¿modelo para América?, artículo en 4 partes, Excélsior, p. 10-A, México, 5-8 de septiembre de 2000.

Arriola, Carlos, “Globalización, modernidad y tratados de libre comercio.  Una  perspectiva amplia,” en El mercado de valores, 7/2000, pp. 18-25, Nacional Financiera, México, julio de 2000.

Aschentrupp Toledo Hermann, “La Organización Mundial de Comercio y los retos del intercambio multilateral,” en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 11, pp. 847-856, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1995.

Asimov, Isaac, La tierra de Canaan, Alianza Editorial, Madrid, 1980.

—–, Los griegos. Una gran aventura, Historia Universal Asimov, Alianza Editorial, México, 1983.

Asuad Sanen, Normand Eduardo, “Transformaciones económicas de la ciudad de México y su región en los inicios del siglo XXI: perspectivas y políticas,” en El mercado de valores, 10/2000, pp. 95-104, Nacional Financiera, México, octubre de 2000

Ayala Espino, José, “Consideraciones sobre el establecimiento de una política de Estado,” Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 3, pp. 218-224, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, marzo de 1999.

—–, “Instituciones y desempeño económico,” en El mercado de valores, 10/99, Nacional Financiera, México, octubre de 1999.

Balandier, George, Antropología política, Ediciones Península, Barcelona, 1976.

Banco Nacional de Comercio Exterior, “Un recorrido por el primer cincuentenario de Bretton Woods,” ejemplar conmemorativo de Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1994.

Baran, Paul A., La economía política del crecimiento, Fondo de Cultura Económica, México, 1961.

Barnett, A. D., China and the Major Powers in East Asia, Brookings Institution, Washington, 1977.

Bazdresch Parada, Carlos y Márquez Padilla, Carlos, “El Sistema Mexicano de Innovación: una comparación con los países de la OCDE,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 3-9, Nacional Financiera, México, febrero de 1999.

Beals, Ralph L. y Hoijer, Harry, Introducción a la antropología, Aguilar, Madrid, 1977.

Bekerman, Marta y Sirlin, Pablo, “Política industrial y estabilización, apertura e integración económicas,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 517-527, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998.

Bella, Robert H., Habits of the Heart, Perennial Library, New York, 1986.

Bendesky, León, “Economía regional en la era de la globalización,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 11, pp. 982-989, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1994.

Bennet, Al Leroy, International Organizations.Principles & Issues, Prentice Hall, New Jersey, 1984.

Bentham, Jeremy, Escritos económicos, Fondo de Cultura Económica, México, 1965.

Bernard, William S., “Economic Effects of Immigration,” en Ziegler, B. M. editor, Immigration: An American Dilemma, D. C. Heath and Co., Boston, 1953.

Bianchi, Patrizio y Di Tomasso, Marco R., “Política industrial para las PYME en la economía global,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 617-623, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998.

Braudel, Fernand, Las civilizaciones actuales. Estudio de historia económica y social, Editorial Tecnos, Madrid, 1983.

Brown, Lester R., In the Human Interest. A Strategy to Stabilize World Population, W.W. Norton, New York, 1974.

Bruton, Henry J., Nuevas aportaciones a la teoría del crecimiento, CEMLA, México, 1960.

Buira, Ariel, “Reflexiones sobre el sistema monetario internacional,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1994.

Burckhardt, Jacob, Reflexiones sobre la historia universal, Fondo de Cultura Económica, México, 1961.

Burgoa Orihuela, Ignacio, “¿Nueva Constitución?  Dislate antihistórico,” en Excélsior, p. 8-A, México, 31 de agosto de 2000.

Bustamante, Jorge A., “La migración indocumentada México-Estados Unidos: relación entre dinámica política y estructuras económicas,” en Mendoza Berrueto, Eliseo, coordinador, Impactos regionales de las relaciones económicas México-Estados Unidos, El Colegio de México-Asociación de Estudios Regionales México-Estados Unidos, México, 1984.

Cabrera Acevedo, Gustavo, “La población y la búsqueda de equilibrios,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 7, pp. 612-617, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1993.

Capdevielle, Mario, “Composición tecnológica de la industria manufacturera mexicana,” en El mercado de valores, 1/2000, pp. 18-27, Nacional Financiera, México, enero de 2000.

Cárdenas, Enrique, “La revolución de las telecomunicaciones y la esencia de la educación,” en El mercado de valores, 6/99, Nacional Financiera, México, junio de 1999.

Cárdenas, Lázaro, discurso ante Primer Congreso Indigenista Interamericano, Pátzcuaro, Mich, 14 de abril de 1940, en Los presidentes de México. Discursos políticos. 1910-1988, Tomo III, Presidencia de la República / El Colegio de México, México, 1988.

Carrasco, Pedro, “La sociedad mexicana antes de la conquista,” en Historia general de México, Tomo I, pp. 165-288, El Colegio de México, México, 1976.

Carrillo, Jorge y Aguilar Barajas, Ismael, “Rotación de personal, nuevas tecnologías e industria maquiladora en México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 4, pp. 283-290, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 1998.

Carroll, Lewis, Alicia en el País de las Maravillas, Editorial Renacimiento, México, 1959.

Casalet, Mónica, “La cooperación interempresarial: una opción para la política industrial,” en Comercio exterior, Vol. 47, Núm. 1, pp. 8-15, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1997.

—-, “Lo viejo y lo nuevo en la estructura institucional del sistema de innovación mexicano,” en El mercado de valores, 1/2000, pp. 28-39, Nacional Financiera, México, enero de 2000.

Casas, Rosalba, “El papel de las instituciones productoras de conocimientos en el desarrollo del sistema mexicano de innovación,” en El mercado de valores, 1/2000, pp. 40-46, Nacional Financiera, México, enero de 2000.

Casco Flores, José Andrés, “La estrategia de modernización del sector agrícola de México,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 4, pp. 362-372, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 1999.

Caso, Alfonso, La comunidad indígena, SepSetentas-Diana, México, 1986.

Cebreros, Alfonso, “La competitividad agropecuaria en condiciones de apertura económica,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 10, pp. 946-953, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1993.

Centro de Estudios Económicos y Demográficos, Dinámica de la población de México, El Colegio de México, México, 1970.

Cepeda Salinas, Arturo, “Tráfico de tecnologías,” tercera de tres partes, Excélsior, p. 10-A, México, 11 de julio de 1998.

Chamberlin, E. H., Teoría de la competencia monopólica, Fondo de Cultura Económica, México, 1956.

Churchman, C. West, El enfoque de sistemas, Diana, México, 1978.

Cimoli, Mario, “Creación de redes y sistema de innovación: México en el contexto global,” en El mercado de valores, 1/2000, pp. 3-17, Nacional Financiera, México, enero de 2000.

Cleetus, Rachel y Ramachandran, Vijaya, “Políticas para las pequeñas industrias de Estados Unidos,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 639-640, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998.

Cohen, Daniel, The Wealth of the World and the Poverty of Nations, MIT Press, Cambdridge, Ma., 1998.

Cohen, Percy S., “Análisis económico y hombre económico, en Firth, Raymond, compilador, Temas de antropología económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974.

Cole, G.D.H, La organización política, Colección Popular, Fondo de Cultura Económica, México, 1961.

Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Relatoría de trabajadores      migratorios y miembros de sus familias, Washington, 2003.

Cossío Villegas, Daniel, Historia moderna de México. El porfiriato: vida económica, Hermes, México, 1965.

Covarrubias, Francisco, “Prospectiva del sistema urbano nacional,” El mercado de valores, 3/2000, pp. 3-21, Nacional Financiera, México, marzo de 2000.

—–, “Prospectivas de la urbanización en la ciudad de México,” en  El mercado de valores, 4/2000, pp. 3-19, Nacional Financiera, México, abril de 2000.

Czinkota, Michael R., Rivoli, Pietra y Ronkainen, Ilkka A., International Business, The Dryden Press, New York, 1989.

Dabat, Alejandro, “La coyuntura mundial de los noventa y los capitalismos emergentes,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 11, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1994.

Dadzie, K. K. S., “Economic Development,” en Scientific American, Vol. 243, Num. 3, New York, September 1980.

Darwin, Charles, The Origin of Species, Mentor, New York, 1958.

De Castro, Josué, Geography of Hunger, Gollancz, London, 1952.

De León Arias, Adrián, “Patrones de crecimiento regional y su impacto en la productividad mexicana,” en El mercado de valores, 10/2000,  pp. 35-44, Nacional Financiera, México, octubre de 2000.

Delgado Wise, Raúl y Rodríguez Ramírez, Héctor, “Las nuevas tendencias de la migración internacional: el caso de Zacatecas,” en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 5, pp. 371-380, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, mayo de 2000.

Della Porta, Glauco, Sviluppo economico regionale. Teoria e politica, Capelli Editore, Rocca San Casciano, 1963.

De Maria y Campos, Mauricio, “Una política de desarrollo industrial y fomento empresarial para la próxima década,” en El mercado de valores, 10/2000, pp. 16-25, Nacional Financiera, México, octubre de 2000.

De Maria y Campos, Mauricio y Sercovich, Francisco, “Hacia una nueva visión de la política de desarrollo industrial y competitividad,” en El mercado de valores, 1/98, pp. 3-11, enero de 1998.

Deutsch, Karl W., Los nervios del gobierno: modelos de comunicación y control políticos, Paidós, Buenos Aires, 1969.

Devlin, Roberto y French-Davis, Ricardo, “Hacia una evaluación de la integración regional en América latina,” en Comercio exterior, Vol. 9, Núm. 11, pp. 955-966. Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1999.

Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Fernández Editores, México, 1972.

Dillard, Dudley, La teoría económica de John Maynard Keynes, Aguilar, Madrid, 1965.

Donnelly, Jr., James H., Berry, Leonard L., y Thompson, Thomas W., Marketing Financial Services. A Strategic Vision, Dow Jones-Irwin, Homewood, Il., 1985.

Durkheim, Emile, La división del trabajo social, Colofón, México, sin fecha.

—–, Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias sociales, Alianza Editorial Mexicana, México, 1989.

Edwards, Sebastian, “Gobiernos de AL incapaces de impulsar la revolución tecnológica,” en Excélsior,  p. 4-F, México, 28 de mayo de 2001.

Eibenschutz Hartman, Roberto, “Hacia nuevos modelos de administración metropolitana,” en El mercado de valores, 4/2000, pp. 55-61, Nacional Financiera, México, abril de 2000.

Elizondo Mayer-Sierra, Carlos, “Reflexiones sobre el bajo nivel de inversión privada en I&D en México,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 39-49,  Nacional Financiera, México, febrero de 1999.

Engels, Federico, “Carta a H. Starkenburg,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952.

—–, “Del socialismo utópico al socialismo científico,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II.

—–, “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II.

—–, “Las luchas de clase en Francia de 1848 a 1850,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo I.

—–, “La situación de la clase obrera en Inglaterra,” en Carlos Marx-Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo II.

—–, “Introducción a la dialéctica de la naturaleza,” en Carlos Marx-Federico. Engels. Obras escogidas, Tomo II.

—–, “Prefacio a la Guerra campesina en Alemania,” en Carlos Marx/Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo I.

Engler, Robert, La política petrolera, Fondo de Cultura Económica, México, 1966.

Enke, Stephen, Economía para el desarrollo, UTEHA, México, 1965.

Escalante Semerena, Roberto y Rello Espinosa, Fernando, “El sector agropecuario mexicano: los desafíos del futuro,” en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 11, pp. 984-987, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 2000.

Evenett, Simon J., “El sistema de comercio mundial.  El camino por recorrer,” en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, diciembre de 1999.

Fernández y Fernández, Ramón, Temas agrarios, Fondo de Cultura Económica, México, 1974.

Firth, Raymond, compilador, Temas de antropología económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974.

Flores, Edmundo, Dentro y fuera del desarrollo, Fondo de Cultura Económica, México, 1973.

Fomento Cultural Banamex, A.C., El real de a ocho. Primera moneda universal, México, 1976.

Foray, D. y Lundvall, B. A., “The Knowledge-based Economy: From the Economics of Knowledge to the Learning Economy”, Employment and Growth in the Knowledge-based economy, OECD, Paris, 1996.

Forrester, Jay W, “Changing Economic Patterns,” en Technology Review, Vol. 80, Num, 8, Alumni Association or the MIT, Cambridge, Ma., Aug-Sep 1978.

—–, Collected Papers of Jay W. Forrester, Wright-Allen Press, Cambdrige, Ma., 1975.

—–, Industrial Dynamics, MIT Press, Cambridge, Ma., 1972.

—–, Innovation and the Economic Long Wave, Symposium on Technology, Innovation, and Corporate Strategy, London, England, November 16, 1978, Paper No. D-2990-1, Systems Dynamics Group, Massachusetts Institute of Technology.

—–, Principles of Systems, Wright-Allen Press, Cambridge, Ma., 1968.

—–, Urban Dynamics, MIT Press, Cambridge, Ma., 1969.

Frankerberg, Ronald, “Antropología económica. La opinión de un antropólogo,” en Firth, Raymond, compilador, Temas de antropología económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974.

Freud, Sigmund, On Creativity and the Unconscious, Harper & Row, New York, 1958.

Friedman, Thomas L., The World Is Flat. A Brief History of the Twenty-First Century, Farrar, Strauss and Giroux, New York, 2005.

—–, The Lexus and the Olive Tree, Farrar, New York, 1999

Fukuyama, Francis, “The End of History?, The National Interest, Washington, Summer 1989, pp. 3-18.

Furtado, Celso, Dialéctica del desarrollo, Fondo de Cultura Económica, México, 1965.

Galbraith, John K., “Desafíos que plantea el nuevo milenio,” en Finanzas & desarrollo, pp. 2-5, Fondo Monetario Internacional, diciembre de 1999.

—–, El nuevo Estado industrial, Ariel, Barcelona, 1974.

—–, Historia de la economía, Ariel, Barcelona, 1989.

García Granados, Marco Antonio, “No desaparecerá la Secretaría de la Reforma Agraria,” entrevista a Herrera Tello, María Teresa, titular del ramo, Excélsior, p. 1-A, México, 30 de enero de 2001.

Gargaella, Roberto, Las teorías de la justicia después de Rawls, Paidós, Barcelona, 1999.

Gatzionis Torres, Basilio, “Exportaciones agropecuarias y políticas de fomento,” en El mercado de valores, 4/99, pp. 12-21, Nacional Financiera, México, abril de 1999.

Gazol Santafé, Antonio, Los países pobres, Fondo de Cultura Económica, México, 1974.

Gibson, Charles, Los aztecas bajo el dominio español. 1519-1810, Siglo XXI, México, 1980.

Giddens, Anthony, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, Taurus, México, 1999.

Gilly, Adolfo, Chiapas, la razón ardiente, Era, México, 1997.

Gilpin, Robert, La economía política de las relaciones internacionales, Grupo Editorial Latinoamericano, Buenos Aires, 1990.

Ginsburg, Norton S., “Las regiones de planificación y el concepto regional,” en ONU, Planificación regional. Seminario sobre planificación regional, Tokio, 1958.

Goble, Frank G., La tercera fuerza. La psicología propuesta por Abraham Maslow, Trillas, México, 1980.

Goleman, Daniel, Emotional Intelligence, Bantam Books, New York, 1997.

Gómez Carro, Carlos, “El silencio y la máscara,” La jornada. Suplemento cultural, p. 4, México, 7 de abril de 2002.

González Casanova, Pablo, La democracia en México, Serie Popular Era, México, 1979.

González, Luis, “El liberalismo triunfante,” Historia general de México, Tomo III, El Colegio de México, México, 1976.

González, Pedro Javier, “La política industrial en la era de la globalización,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 528-537, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998.

González Pineda, Francisco, El mexicano. Su dinámica psicosocial, Pax-México, México, 1971.

González Santos, Armando, La agricultura. Estructura y utilización de los recursos, Fondo de Cultura Económica, México, 1957.

González Torres, Enrique, “Desarrollo educativo, una visión humanista: un reto para México,” en El mercado de valores, 5/99, Nacional Financiera, México, mayo de 1999.

Goodman, Michael R., Study Notes in System Dynamics, MIT Press, Cambridge, Ma., 1974.

Görlich, Ernst J., Historia del mundo, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1972.

Graizbord, Boris y Ruiz, Crescencio, “Restructuración regional-sectorial en México, 1980-1993: una evaluación,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 4, pp. 321-330, Banco Nacional de Comercio Exterior, abril de 1999.

Gray, John, Liberalismo, Nueva Imagen, México, 1992.

Grayson, George W., Oil and Mexican Foreign Policy, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1988.

—–, Mexican Officials Feather Their Nests While Decrying U.S. Immigration Policy, Center for Immigration Studies, Washington, 2006.

Greenwood, Michael J. y Lillydahl, Jane H., “The Potential Consequences of Mexican Migration to the United States,” en Mendoza Berrueto, Eliseo, coordinador, Impactos regionales de las relaciones económicas México-Estados Unidos, El Colegio de México-Asociación de Estudios Regionales México-Estados Unidos, México, 1984.

Grier, Robin M., “Determinantes históricos y políticos del capital humano y físico en América Latina,” en El mercado de valores, 6/99, Nacional Financiera, México, junio de 1999.

Gual Villalbí, Pedro, Los complejos de inferioridad y de superioridad en la vida económica de los individuos y de los pueblos. (Observaciones sobre la actual dinámica social.), discurso pronunciado en la inauguración del curso 1959-1960 del Ateneo Barcelonés, Barcelona, sin fecha.

Gutiérrez Olguín, Tonatiuh, “Los recursos naturales renovables en el desarrollo económico de México, en Investigación económica, Vol. XXII, Núm. 86, Escuela Nacional de Economía, México, segundo trimestre de 1962.

Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad, Taurus, México, 1989.

—–, Teoría y praxis, Rei-México, 1993.

Hagen, Everett E., compilador, Planeación del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1964.

Hansen, Alvin  H., Política fiscal y ciclo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1963.

Harding, Harry, China‘s Second Revolution: Reform After Mao, Brookings Institution, Washington, 1987.

Hauser, Philip M. y Duncan, Otis D., El estudio de población, Chicago University Press, Chicago, 1959.

Hecksher, Eli y Olin, Bertil, Interregional and International Trade, Harvard University Press, Cambridge, Ma., 1933.

Hegel, G.W.F., Fenomenología del espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 1978.

Heilbroner, Robert L., La formación de la sociedad económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974.

Herkovits, Melville, J., Antropología económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974.

—–, El hombre y sus obras. La ciencia de la antropología cultural, Fondo de Cultura Económica, México, 1976.

Hernández Laos, Enrique, “Crecimiento económico, distribución del ingreso y pobreza en México,” en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 10, pp. 863-873, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 2000.

Hernández Navarro, Luis y Vera Herrera, Ramón, compiladores, Acuerdos de San Andrés, Era, México, 1998.

Hirschman, Alberto O., La estrategia del desarrollo  económico,  Fondo de Cultura Económica, México, 1961.

—–, “The Political Economy of Import-Substituting, Industrialization in Latin America,” en Nisbet Charles T., Latin America: Problems in Economic Development, The Free Press, New York, 1969.

Hobbes, Thomas, Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, Fondo de Cultura  Económica, México, 1950.

Hoover, Edgar M., Localización de la actividad económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1951.

Howard, Diane, Global Online Education Fosters Enlightened Universal Community. World Association of Online Education, 2004, http:// http://www.dianehoward.com.

Huntington, Samuel, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Paidós, Barcelona, 1997.

Husted, Bryan, Rodríguez, Oreggia y Román, Eduardo, “Políticas publicas e inversiones ambientales de transnacionales en México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 12, pp. 976-982, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, diciembre 1998.

Ibarra, David, “Problemas institucionales y financieros de la agricultura,” en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 9, pp. 639-651, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, septiembre de 1995.

Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, Maquiladoras. Su estructura y operación, Publicaciones IMEF, México, 1986.

Jacobson, Harold K., Networks of Interdependence, Knopf, New York, 1984.

Johnson, Harry G., On Economics and Society, The University of Chicago Press, Chicago, 1975.

Johnson, Hazel, “Dispelling the Myth of Globalization. The Case for Regionalism,” trascrito en Flores Becerril, Alejandro, Organismos y regulaciones internacionales, Cuaderno de lecturas, ITESM-SEIS, Monterrey, 1994.

Kaldor, Nicholas, Ensayos  sobre  desarrollo económico, CEMLA, México, 1961.

Kalecki, Michal, Theory of Economic Dynamics, Rinehart, New York, 1954.

Kaufmann, D., Kraay, A. y Zoido-Lobatón, P., “La gobernabilidad es fundamental. Del análisis a la acción,” en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, junio de 2000.

Keynes, John Maynard, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, Fondo de Cultura Económica, México, 1965.

Kincheloe, Joe L. y Steimberg, Shirley R., Repensar el multiculturalismo, Octaedro, México, 2000.

Kindleberger, Charles P., Desarrollo económico, McGraw Hill, Madrid, 1961.

Kiser, George, y Kiser, Martha, editors, Mexican Immigration to the United States, University of New Mexico Press, Albuquerque, 1978.

Kluckhohn, Clyde, Antropología, Breviarios, Fondo de Cultura Económica, México, 1981.

Kondratieff, N. D., “The Long Waves in Economic Life,” en Review of Economics and Statistics, Harvard University Press, Cambridge, Ma., November, 1935.

Kotler, Philip, Marketing Management. Analysis, Planning, Implementation, & Control, Prentice Hall, Englewood Cliffs, 1991.

Kraus, Peter A., “Problemas de democratización en los Estados plurinacionales,” Revista internacional de filosofía política, pp. 59-80, Madrid, diciembre de 1996.

Krugman, Paul R. y Obstfeld, Maurice, Economía internacional. Teoría y política, McGraw-Hill, Madrid, 1995.

Kymlicka, Will, “Federalismo, nacionalismo y multiculturalismo,” en Revista internacional de filosofía política, Núm. 7, pp. 20-54, Madrid, 1996.

—— y Norman, Wayne, ”El retorno del ciudadano. Una revisión de la producción reciente en teoría de la ciudadanía,” en AgorA, Núm. 7, invierno de 1997, pp. 5-42

Lagunilla Iñárritu, Alfredo, Historia de México. Prolegómenos, Fomento Cultural Banamex, México, 1978.

—–, Planeamiento económico inducido. Fórmulas y procesos, ITAM, México, 1971.

Larribau, Jean, “El desarrollo económico: puntos de referencia sobre la evolución actual,” Boletín de estudios económicos, Vol. XXIX, Núm. 92, Universidad Comercial Deusto, Bilbao, agosto de 1974.

La Santa Biblia, Sociedad Bíblica Americana, Nueva York, sin fecha.

León Portilla, Miguel, entrevistado por Hernández, J. Jaime, “La Constitución dio muerte legal a los indígenas,” en Excélsior, pp. 1-A y 20-A, México, 28 de marzo de 2001.

Lewis, W. Arthur, La planeación económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1957.

—–, Teoría del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1963.

Linton, Ralph, Estudio del hombre, Fondo de Cultura Económica, México, 1982.

Lipset, S. M., Political Man: the Social Basis of Politics, Doubleday, New York, 1959.

Lipsey, R.G. y Lancaster, Kelvin, “The General Theory of the Second Best,” The Review of Economic Studies, Vol. 24, No. 1., Institute of Economics and Statistics, University of Oxford, 1956–1957.

Lévy, Pierre, Cyberculture rapport au Conseil de l’Europe, Odile Jacob, Paris, 1998

—–, Cyberculture rapport au Conseil de l’Europe, Odile Jacob, Paris, 1998.

—–, L’Intelligence collective. Pour une anthropologie du cyberespace, La Découverte, Paris, 1994.

—–, Collective Intelligence, Université du Québec à Trois Rivières,  Canada, 1997.

Lira, Andrés, “Economía y sociedad,” en Historia de México, Tomo 6, Salvat, pp. 1,283-1,307, México, 1978.

López Espinosa, Mario, “Consideraciones sobre la microempresa, el financiamiento y el desarrollo,” en El mercado de valores, 4/2001, pp. 22-38, Nacional Financiera, México, abril de 2001.

López Roldán, Mario, “El acuerdo de libre comercio México UE: una asociación económica sin precedentes,” en El mercado de valores, 7/2000, pp. 26-33, Nacional Financiera, México, julio de 2000.

López Rosado, Diego G., Historia y pensamiento económico de México (3 tomos), UNAM, México, 1968.

Lozano Alarcón, Javier, “Las telecomunicaciones, fundamentales para el desarrollo,” en El mercado de valores, 7/98, pp. 11-18, Nacional Financiera, México, julio de 1998.

Lucas, Robert y Sargent, Thomas, “After Keynesian Macroeconomics,” en After the Phillips Curve: Persistence of High Inflation and High Unemployment, Federal Reserve Bank of Boston, Boston, Ma., 1978.

Machado Fernando M., “Administración eficiente de la innovación tecnológica en los países en desarrollo,” en Comercio exterior, Vols. 48, Núm. 8, pp. 606-616.

MacPherson, C. B., La democracia liberal y su época, Alianza Editorial, México, 1994.

Malinowski, Bronislaw, Una teoría científica de la cultura, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1976.

Malthus, Thomas Robert, An Essay on the Principles of Population, Philip Appleman Editor, New York, 1976.

Mansfield, Edwin, Economics: Principles, Problems, Decisions, W. W. Norton, New York, 1989.

Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, Editorial Época, México, 2000.

—–, Obras completas, Floerke, München, 1925.

Márquez, Graciela, “Cincuenta años de Comercio exterior: temas y debates, en Comercio exterior. 50 aniversario. Edición especial de aniversario I, Vol. 50, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 2000.

Martín del Campo, Enrique, “Sistemas de cooperación tecnológica e innovación en América Latina, en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 562-568, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998.

Marx, Karl, Introducción general a la crítica de la economía política (1857), Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1977.

—–, El capital. Crítica de la economía política (en 8 tomos), Siglo XXI, México, 1977.

—–, “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850.” en Carlos Marx-Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952.

Marx, Carlos y Engels, Federico, La ideología alemana, Ediciones de Cultura Popular, México, 1977.

—–, Manifiesto del Partido Comunista,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952.

McLuhan, Marshall, Understanding Media: The Extension of Man, McGraw-Hill, New York, 1965.

Meadows, Donella H., Meadows, Dennis L., Randers, Jorgen y Behren III, William W., Los límites del crecimiento. Informe al Club de Roma acerca del predicamento de la humanidad, Fondo de Cultura Económica, México, 1972.

Méndez, José Luis, “Veinte años de planeación industrial en México,” en Comercio exterior, Vol. 47, Núm. 1, pp. 50-56.

Méndez Nonell, Manuel y Martínez-Palomo, Adolfo, “Vinculación investigación-industria. La experiencia del Cinvestav” [Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, Instituto Politécnico Nacional], en El mercado de valores, 2/99, pp. 34-38, Nacional Financiera, México, febrero de 1999.

Mendieta y Núñez, Lucio, Efectos sociales de la reforma agraria en tres comunidades de la República Mexicana, UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales, México, 1960.

Mendoza Berrueto, Eliseo, coordinador, Impactos regionales de las relaciones económicas México-Estados Unidos, El Colegio de México-Asociación de Estudios Regionales México-Estados Unidos, México, 1984.

Mercado, Alfonso, Domínguez, Lilia y Fernández, Oscar, “Contaminación industrial en la zona metropolitana de la Ciudad de México, en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 10, pp. 766-774, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1995.

Merton, Robert K., Teoría y estructura sociales, Fondo de Cultura Económica, México, 1980.

Mesarovic, Mihajlo y Pestel, Eduard, La humanidad en la encrucijada. Segundo informe al Club de Roma, Fondo de Cultura Económica, México, 1975.

Meyer-Stamer, Jorg, “Estrategias de desarrollo local y regional: clusters, política de localización y competitividad sistémica,” en El mercado de valores, 9/2000, pp. 18-31, Nacional Financiera, México, septiembre de 2000.

Michels, Robert, Political Parties: a Sociological Study of the Oligarchical Tendencies of Modern Democracy, Collier Books, New York, 1962. 

Miller, Roger LeRoy, Intermediate Microeconomics. Theory, Issues, and Applications, McGraw-Hill, New York, 1978.

Mills, C. Wright, La élite del poder, Fondo de Cultura Económica, México, 1973.

Miranda Pacheco, Mario, “Modernidad, ¿armonía de desigualdades?,” artículo en dos partes, Excélsior, p. 10-A, México, 17-18 de abril de 1998.

Molina Enríquez, Andrés, Grandes problemas nacionales (1909), Era, México, 1964.

Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, Joaquín Mortiz, México, 1997.

Mora, José María Luis, México y sus revoluciones, Librería de Rosa, París, 1836.  

Morales Ibarra, Marcel, “Pacto social y desarrollo rural,” en El mercado de valores, 3/1999, pp. 40-55, Nacional Financiera, México, marzo de 1999.

Morgan, Lewis, H., La sociedad primitiva, Ayuso Pluma, Bogotá, 1980.

Morse, Edward L., “After the Fall: the Politics of Oil,” en Foreign Affairs, Núm. 64, spring, 1986.

Mosca, Gaetano, The Ruling Class, McGraw-Hill, London, 1939.

Muñoz Villarreal, Carlos, “La innovación dentro de una estrategia de desarrollo sustentable, en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 12, pp. 982-986, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, diciembre de 1998.

Murray, Stephen, “Una visión de la economía global, en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 2, pp. 134-143, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, febrero de 2000.

Myint, H., Economía de los países en desarrollo, Rialp, Madrid, 1965.

Myrdal, Gunnar, El Estado del futuro, Fondo de Cultura Económica, México, 1961.

Nadel, S. F., Fundamentos de antropología social, Fondo de Cultura Económica, México, 1978.

Naisbitt, John,  Macrotendencias, Edivisión, México, 1985.

Naffah, Joseph, “Ghali, la ONU y el nuevo orden mundial,” en Excélsior, p. 10-A, México, 12 de abril de 1996.

Nevin, Edward, Fondos de capital en los países subdesarrollados. La misión de las instituciones financieras, Fondo de Cultura Económica, México, 1963.

Nietzche, Friedrich, La voluntad de dominio, trascrito por Whittaker, Edmund, Historia del pensamiento económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1948.

Nordhaus, William y Tobin, James, “Is Growth Obsolete,” en Fiftieth Anniversary Colloquium V, National Bureau of Economic Research, Columbia University Press, New York, 1972.

Nurske, Ragnar, Problemas de formación de capital en los países insuficientemente desarrollados, Fondo de Cultura Económica, México, 1955.

Oficina Internacional del Trabajo, Empleo y progreso económico, Ginebra, 1964.

—–, El empleo como objetivo del desarrollo económico. Informe de una reunión   de expertos, Ginebra, 1961.

Olmedo Carranza, Bernardo, “Financiamiento y capitalización para la microempresa en México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 659-665, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998.

Organización de las Naciones Unidas, Planificación regional. Seminario sobre planificación regional, Tokio, julio-agosto de 1958, Nueva York, 1959.

Ortega Mata, Rolfo, “La electricidad hasta su nacionalización,” en El economista mexicano, Vol. II, N°. 4, pp. 426-462, Colegio de Economistas de México, México, [sin mes] 1962.

Ortiz Cruz, Etelberto, “El cambio estructural en México y las empresas pequeñas y medianas,” en Comercio exterior, Vol. 47, Núm. 1, pp. 16-26, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1997.

Ostos Rey, María del Sol y Holgado Molina, María del Mar, “La relación entre la deuda externa y la inversión,” en Comercio exterior, Vol. 52, Núm. 7, pp. 576-584, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 2002.

Pacheco Méndez, Teresa, “Modernización, cultura y desarrollo regional, un marco de referencia,” en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 2, pp. 152-158, México, febrero de 1995.

Padilla Aragón, Enrique, Ciclos económicos y política de estabilización, Siglo XXI, México, 1967.

Palacios Alcocer, Mariano, “Reforma del Estado en México,” en El mercado de valores, 12/98, pp. 3-7, Nacional Financiera, México, diciembre de 1998.

Pangle, Thomas L., The Ennobling of Democracy. The Challenge of the Postmodern Age, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1992.

Pareto, Vilfredo, Manuel d’economie politique, Marcel Girard, Paris, 1927.

—–, Sociological Writings, Pall Mall Press, London, 1966.

Parnreiter, Christof, “La ciudad de México: una ciudad global emergente,” en El mercado de valores, 10/2000, pp. 83-94, Nacional Financiera, México, octubre de 2000.

Parra, Alma, “La plata en la estructura económica mexicana al inicio del siglo XX,” en El mercado de valores, 11/99, pp. 11-19, Nacional Financiera, México, noviembre de 1999.

Patiño Márquez, Federico, “Nacional Financiera: hacia una estrategia de fomento del capital humano,” en El mercado de valores, 6/99, Nacional Financiera, México, junio de 1999.

Paz, Octavio, El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica, Colección Popular, México, 1973.

—–, “Will for Form,” en Mexico: Splendors of Thirty Centuries, The Metropolitan Museum of Art, New York, 1990.

Pazos, Felipe, “La conferencia de Bretton Woods. Recuerdos de un principiante,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1994.

Pearson, Frederic S. y Rochester, J. Martin, International Relations. The Global Condition in the Late Twentieth Century, McGraw-Hill, New York, 1992.

Peces-Barba, G. et. al., Derecho positivo de los derechos humanos, Editorial Debate, Madrid, 1978, pp. 14-15.

Peralta, Miguel Ángel, Economía para todos, Editorial Tecnos, México, 1977.

Persell, Caroline Hodges, Understanding Society. An Introduction to Sociology, Harper & Row, New York, 1987..

Pirenne, Henri, Historia económica y social de la Edad Media, Fondo de Cultura Económica, México, 1952.

Platón, Diálogos, Editorial Porrúa, México, 1998.

Plauto, Asinaria, Ediciones Clásicas, Madrid, 1997.

Porter, Michael, The Competitive Advantage of Nations, Free Press, New York, 1990.

Potash, Robert A., El Banco de Avío de México. El fomento de la industria. 1821-1846, Fondo de Cultura Económica, México, 1959.

Priego Martínez, Rosario y Montaño Román, David, “Educación e ingreso: una perspectiva mundial. El caso de México,” en El mercado de valores, 5/99, Nacional Financiera, México, mayo de 1999.

Quadri de la Torre, Gabriel, “Eficiencia y uso sustentable del agua en México,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 4, pp. 336-346, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 1999.

—–, “Políticas ambientales para una ciudad sustentable,” Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 10, pp. 756-765, ejemplar citado.

Quintana, Bernardo, “¿Por qué es importante para la empresa mexicana invertir en tecnología?, en El mercado de valores, 2/99, pp. 18-23, Nacional Financiera, México, febrero de 1999.

Quintero, Raúl Gerardo, “Sobre la necesidad de incentivar el desarrollo tecnológico en México,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 30-33, Nacional Financiera, México, febrero de 1999.

Radcliffe-Brown, A. R., Estructura y función en la sociedad primitiva, Ediciones Península, Barcelona, 1974, p. 17.

Ramírez, Gloria, coordinadora, Derechos humanos. Lecturas. Tronco Común, Universidad Autónoma de Pueblo, Puebla, 1998.

Ramírez, Santiago, El mexicano. Psicología de sus motivaciones, Pax-México, México, 1972.

Ramos, Samuel, El perfil del hombre y la cultura en México, Colección Austral, Espasa Calpe, México, 1980.

Rangel Gaspar, Eliseo, “Reforma del Estado, el reto. La sociedad demanda eficiencia,” en Excélsior, p. 10-A, México, 14 de septiembre de 2000.

—–, “Reforma del Estado, el reto. Determinante papel de Poder Judicial,” en Excélsior, p. 10-A, México, 16 de septiembre de 2000.

—–, “Reforma del Estado, el reto. Calificación de las elecciones,” en Excélsior, p. 10-A, México, 17 de septiembre de 2000.

Rawls, John, Liberalismo político, Fondo de Cultura Económica, México, 1996.

Reyes, Giovanni E., “Identidad y desarrollo en países menos avanzados,” en El mercado de valores, pp. 107-112, Nacional Financiera, México, febrero de 2000.

Reyes Heroles, Jesús, El liberalismo mexicano. I Los orígenes, Fondo de Cultura Económica, México, 1982.

Ricardo David, The Principles of Political Economy and Taxation, Cambridge University Press, Cambridge, U.K., 1981.

Riding, Alan, Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos, Joaquín Mortiz/Planeta, México, 1985.

Rivera Ríos, Miguel Ángel, “El paradigma de la industrialización tardía y el aprendizaje tecnológico: repercusiones para México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 666-678, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998.

Robledo, Jorge, “Indicadores de ciencia y tecnología para América Latina,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 538-546, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998.

Robles, Martha, “Pensar la historia. Memoria: condición de libertad,” en Excélsior, pp. 1-A y 10-A, México, 10 de octubre de 2000.

Rodríguez Montero, Jesús, “Financiamiento de infraestructura,” en El mercado de valores, 7/98, pp. 27-34, Nacional Financiera, México, julio de 1998.

Rodríguez y Rodríguez, Jesús, compilador, Instrumentos internacionales sobre derechos humanos ONU-OEA, Comisión Nacional de Derechos Humanos, México, 1998.

Roemer, Andrés, “El nuevo institucionalismo económico: herramienta de política pública,” en El mercado de valores, 10/99, Nacional Financiera, México, octubre de 1999.

Roll, Eric, Historia de las doctrinas económicas, Fondo de Cultura Económica, México, 1955.

Romero Apis, José Elías, “La reforma constitucional indígena,” artículo en 3 partes, en Excélsior, p. 10-A, México, 23-25 de octubre de 2001.

Rosensweig, Fernando, Historia moderna de México. El porfiriato: la industria, Hermes, México, 1965.

Rousseau, Jean-Jacques, “El contrato social,” en Obras selectas, Edimat Libros, Madrid, 2000.

Rudomin, Pablo y Talancón, José Luis, “Industrialización y desarrollo tecnológico: una perspectiva histórica,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 10-17, Nacional Financiera, México, febrero de 1999.

Ruiz Durán, Clemente, “Mejores prácticas para el desarrollo industrial local,” en El mercado de valores, 10/2000, pp. 26-34, Nacional Financiera, México, octubre de 2000.

Sagasti, Francisco R., “El Banco Mundial a cincuenta años de su creación: problemas y desafíos,” en “Un recorrido por el primer cincuentenario de Bretton Woods,” ejemplar conmemorativo de Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1994.

Salama, Pierre, “Algunas lecciones de la historia reciente de América Latina,” en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 6, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, junio, 1995.

Samuelson, Paul A. y Nordhaus, William D., Economía, McGraw Hill, Madrid, 1996.

Sandoval Musi, Alfredo, y Serrano Camarena, Antonio, “Atracción de la inversión en México: indicadores de localización de negocios, en El mercado de valores, 1/98, pp. 12-21, Nacional Financiera, México, enero de 1998.

Sartori, Giovanni, Ingeniería constitucional comparada. Una investigación de estructuras, incentivos y resultados, Fondo de Cultura Económica, México, 1999.

Schmidt, Alfred, El concepto de naturaleza en Marx, Biblioteca del Pensamiento Socialista, Siglo XXI, México, 1976.

Schumpeter, Joseph A., Business Cycles, McGraw-Hill, New  York, 1939.

—–, Capitalism, Socialism, and Democracy, Harper and Brothers, New York, 1959.

—–, The Theory of Economic Development, Harvard University Press, Cambridge, Ma., 1957.

Secretaría de Comercio y Fomento Industrial, “Inversión de la Unión Europea en México,” en El mercado de valores, 6/2000, pp. 34-44, Nacional Financiera, México, junio de 2000.

Secretaría de Relaciones Exteriores, “México-APEC 2000: antecedentes, retos y oportunidades,” México, agosto de 2000, trascrito en Mercado de valores, 2/2001, pp. 32-47, Nacional Financiera, México, febrero de 2001.

Sée, Henri, Origen y evolución del capitalismo moderno, Fondo de Cultura Económica, México, 1952.

Sepúlveda Amor, Bernardo, “Política exterior y derecho internacional: los fundamentos de una política de Estado,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 6, pp. 549-559, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, junio de 1999.

Seralgeldin, Ismail, “Cómo lograr un desarrollo sostenible,” en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, diciembre de 1993.

Seymour, Ian, OPEP, instrumento de cambio, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1981.

Shils, Edward, The Virtue of Civility, Liberty Fund, Indianapolis, 1997.

Smith, Adam, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Fondo de Cultura Económica, México, 1981.

Smith, Peter H., Labyrinths of Power. Political Recruitment in Twentieth-Century Mexico, Princeton University Press, Princeton, 1979.

Smith, Robert, “Dilemas y perspectivas del sistema migratorio de América del Norte,” en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 4, pp. 289-304, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 2000.

Sodi, Demetrio, “IV. La etnografía de México,” en Ramírez Vázquez, Pedro, El Museo Nacional de Antropología, pp. 177-250, Laussane, 1968.

Somers, Margaret R., “Narrando y naturalizando la sociedad civil y la teoría de la ciudadanía: el lugar de la cultura política y la esfera pública,” en Zona abierta 77/78 (1996/97), pp. 255-337, Universidad Complutense, Madrid, 1999.

Soustelle, Jacques, La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la conquista, Fondo de Cultura Económica, México, 1982.

Stalker, Peter, Trabajadores sin fronteras. El impacto de la globalización sobre la migración internacional, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 2000.

Stavenhagen, Rodolfo, “Derechos humanos y ciudadanía multicultural: los pueblos indígenas,” en Prud’ homme, Jean-Francois, editor, Demócratas, liberales y republicanos, pp. 71-92, El Colegio de México, México, 2000.

Stein, Herbert, “Where Are We and How Did We Get There?,” Colloquium on Alternatives for Economic Policy: Complete Proceedings of a Conference Board Public Policy Forum, pp. 17-23, The Conference Board, New York, 1981.

Stiglitz, Joseph E., “Globalism’s Discontents,” The American Prospect, Vol. 13, No. 1, January 1, 2002 – January 14, 2002.

Sulzenko, Andrei, “Estrategia canadiense de apoyo a las empresas pequeñas,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 639-640, Banco Nacional de Comercio  Exterior, México, agosto de 1998.

Tamames, Ramón, Estructura económica internacional, Alianza, Madrid, 1991.

Taylor, Charles, El multiculturalismo y la política de reconocimiento, Fondo de Cultura Económica, México, 1993.

Thio, Alex, Sociology. An Introduction, Harper & Row, New York, 1989.

Thompson, Warren S. y Lewis, David T., Problemas de población, La Prensa Médica Mexicana, México, 1969.

Thurow, Lester C., The Future of Capitalism: How Today’s Economic Forces Shape Tomorrows World, Penguin Books, New York, 1996.

—–, The Zero-Sum Society. Distribution and the Possibilities for Economic Change, Basic Books, New York, 1980.

Timbergen, Jan, Política económica. Principios y formulación, Fondo de Cultura Económica, México, 1961.

Toffler, Alvin, El «shock» del futuro, Fondo de Cultura Económica, México, 1973.

—–, La tercera ola, Edivisión, México, 1981.

Touraine, Alain, ¿Qué es la democracia?, Fondo de Cultura Económica, México, 2000.

Tylor, E.B., Anthropology, New York, 1881.

Unger, Kurt, “La globalización del SNI: empresas extranjeras y tecnología importada,” en El mercado de valores, 2/2000, Nacional Financiera, México, febrero de 2000.

Urbina Fuentes, Manuel, y Sánchez Almanza, Adolfo, “Distribución de la población y desarrollo en México,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 7, pp. 652-661, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1993.

Urquidi, Víctor L., “Economía ambiental: una aproximación,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 12,  pp. 951-955, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, diciembre de 1998.

—–, “Un recorrido por el primer cincuentenario,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1994.

—–, Viabilidad económica de América Latina, Fondo de Cultura Económica, México, 1962.

Valadés, Diego, “Problemas y perspectivas de la reforma del Estado,” en El mercado de valores, 12/98, pp. 34-41, Nacional Financiera, México, diciembre de 1998.

—–, “Que nuevos diseños institucionales nos prevengan de otro ciclo de autoritarismo,” en Excélsior, p. 11-A, México, 4 de julio de 2000.

Valdés Ugalde, Francisco, “El cáncer de la corrupción,” El universal, México, 14 de agosto de 2005, sección dominical, p. VI.

Van Gigch, John P., Applied General Systems Theory, Harper & Row, New York, 1978.

Van Wert, James, “El gobierno y las empresas pequeñas en Estados Unidos,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 629-638, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998.

Varios autores: “La lucha contra la corrupción en el mundo,” en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, marzo de 1998.

Varios autores “Ofensiva contra la corrupción,” en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, junio de 2000.

Vázquez Alfaro, José Luis, “Reforma del Estado mexicano: implicaciones jurídico-constitucionales,” en El mercado de valores, 12/98, pp. 42-52, Nacional Financiera, México, diciembre de 1998.

Vázquez Tercero, Héctor, Fomento industrial en México. Consideraciones económicas en torno a la Ley de Fomento de Industrias Nuevas y Necesarias, Escuela Nacional de Economía, México, 1962.

Velasco Gómez, Ambrosio, “Democracia liberal y democracia republicana,” en Revista iberoamericana de filosofía política y humanidades, Núm. 1, primer semestre de 1999.

—–, “La tradición política maquiaveliana: ideología y teoría,” en Devenires, 1.1., México, 2000.

—–, “Poder, libertad y democracia en el pensamiento político moderno,” en Diánoia. Anuario de Filosofía, Vol. XXXIX, UNAM-FCE, México, 1993.

Vera Herrera, Ramón, “Somos más que todos juntos,” en Hernández Navarro, Luis y Vera Herrera, Ramón, compiladores, Acuerdos de San Andrés, Era, México, 1998.

Vernon, Raymond, editor, The Oil Crisis, W. W. Norton, New York, 1976.

Villari, Pasquale, Maquiavelo. Su vida y su tiempo, Biografías Gandesa, W. M. Jackson, México, 1953.

Villarreal, René, “Hacia una economía institucional de mercado,” El mercado de valores, 10/99, Nacional Financiera, octubre de 1999.

Villarreal, René y Ramos de Villarreal, Rocío, “La apertura de México y la paradoja de la competitividad: hacia un modelo de competitividad sistémica,” en Comercio exterior, Vol. 51, Núm. 9, pp. 772-788, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, septiembre de 2001.   

Villoro, Luis, El poder y el valor, Fondo de Cultura Económica, México, 1997.

——, Estado plural, pluralidad de culturas, UNAM-Paidós, México, 1998.

Waissbluth, Mario, “El financiamiento gubernamental a la innovación,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 547-561, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998.

Weber, Adolfo, Tratado de economía política, Librería Bosch, Barcelona, 1931.

Weber, Max, Economía y sociedad, dos tomos, Fondo de Cultura Económica, México, 1977.

——, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Premia Editora, México, 1979

Weidenbaum, Murray L., “Policymaking and the Economy,” Colloquium on Alternatives for Economic Policy: Complete Proceedings of a Conference Board Public Policy Forum, The Conference Board, New York, 1981.

White, Leslie A., “Evolutionary Stages, Progress and the Evolution of Culture,“ Southwestern Journal of Anthropology, Vol. 3, Num, 3, autumn, 1947.

Whittaker, Edmund, Historia del pensamiento económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1948.

Wiener, Norbert, The Human Use of Human Beings, Doubleday, Garden City, 1954.

Wolf, Eric, Pueblos y culturas de Mesoamérica, Biblioteca Era, México, 1982.     

Zabludovsky Kuper, Jaime, “Resultado de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea,” en El mercado de valores, 6/2000, pp. 12-19, Nacional Financiera, México, junio de 2000.

Zamora, Francisco, Tratado de teoría económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1953.

Ziccardi, Alicia, “Ciudades y ciudadanía,” en El mercado de valores, 3/2000, pp. 69-77, Nacional Financiera, México, marzo de 2000.

     [1] Cfr. Asimov, Isaac, La tierra de Canaan, Alianza Editorial, Madrid, 1980.

     [2] Algunos autores utilizan Estado-nación. Considero más propio nación-Estado, donde aparece primero entidad sociocultural y luego entidad legal-política.

     [3] Pearson, Frederic S. y Rochester, J. Martin, International Relations. The Global Condition in the Late Twentieth Century, McGraw-Hill, New York, 1992, pp. 37 ss.

     [4] Ídem, p.37.

     [5] Cfr. Smith, Adam, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Fondo de Cultura Económica, México, 1981.

[6] Marx, Carlos y Engels, Federico, “Manifiesto del Partido Comunista,” en Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, pp. 15-52, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952.

 

     [7] Cfr. Keynes, John Maynard, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, y Dillard, Dudley, La teoría económica de John  Maynard  Keynes, Aguilar, Madrid, 1965.

     [8] Cfr. Peralta, Miguel Ángel, Economía para todos, Editorial Tecnos, México, 1977, pp. 210-216. Allí narro lo ocurrido entonces.

     [9] Cfr. Vernon, Raymond, editor, The Oil Crisis, W. W. Norton, New York, 1976; Seymour, Ian, OPEP, instrumento de cambio, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1981, y Morse, Edward L., “After the Fall: the Politics of Oil,” Foreign Affairs, Num. 64, spring,

1986.

     [10] Weidenbaum, Murray L., “Policymaking and the Economy,” Colloquium on Alternatives for Economic Policy: Complete Proceedings of a Conference Board Public Policy Forum, The Conference Board, New York, 1981, p. 10.

     [11] Cfr. Weidenbaum, Murray L., op. cit. y Stein, Herbert, “Where Are We and How Did We Get There?,” Colloquium on Alternatives for Economic Policy: Complete  Proceedings of a Conference Board Public Policy Forum, op. cit., pp. 17-23.

     [12] Cfr. Pearson et. al., op. cit., pp. 131-140, y Krugman, Paul R. y Obstfeld,  Maurice, Economía internacional. Teoría y política, McGraw-Hill, Madrid, 1995, Capítulo 24.

     [13] Cfr. Barnett, A. D., China and the Major Powers in East Asia, Brookings Institution, Washington, 1977. Harding, Harry, China‘s Second Revolution: Reform After Mao, Brookings Institution, Washington, 1987.

     [14] Toffler, Alvin, El «shock» del futuro, Fondo de Cultura Económica, México, 1973,   p. 40.

     [15] Ídem.

     [16] Cfr. McLuhan, Marshall, Understanding Media: The Extension of Man, McGraw-Hill, New York, 1965, p.26.

     [17] Cfr. Lévy, Pierre, Cyberculture rapport au Conseil de l’Europe, Odile Jacob, Paris, 1998.

     [18] Cfr. Lévy, Pierre, L’Intelligence collective. Pour une anthropologie du cyberespace, La Découverte, Paris, 1994, y Collective Intelligence, Université du Québec à Trois Rivières, Canada, 1997.

     [19] Johnson, Hazel, “Dispelling the Myth of Globalization. The Case for Regionalism,” en Flores Becerril, Alejandro, Organismos y regulaciones internacionales, Cuaderno de lecturas, ITESM-SEIS, Monterrey, 1994, pp. xi y 1-2. Cursivas en la fuente.

     [20] Ídem, pp. 1-2. Subrayado en la fuente.

     [21] Cfr. Devlin, Roberto y French-Davis, Ricardo, “Hacia una evaluación de la integración regional en América latina,” en Comercio exterior, Vol. 9, Núm. 11, pp. 955-966. Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1999.

     [22] Ídem, pp. 215 ss. Los comentarios sobre regionalismo y universalismo se basan en esta fuente, con interpretación propia.

     [23] Shils, Edward, The Virtue of Civility, Liberty Fund, Indianapolis, 1997, p. 203.

     [24] Ídem, p. 204.

     [25] Cfr. Pearson et. al., op. cit., Part II.

     [26] Ìdem, p. 220-221.

     [27] Kindleberger, Charles P., Desarrollo económico, McGraw Hill, Madrid, 1961, p. 231.

     [28] Producto interno bruto (PIB) contabiliza valor de bienes y servicios producidos en el territorio del país, en su interior, en términos reales, o sea descontada la inflación, sin atender a cuánto aportan sus ciudadanos. Producto nacional bruto (PNB) registra lo producido por los ciudadanos de la nación, dentro y fuera de su territorio. ONU recomienda el primero para evitar las duplicaciones que entraña el segundo.

     [29] Larribau, Jean, “El desarrollo económico: puntos de referencia sobre la evolución

actual,” Boletín de estudios económicos, Vol. XXIX, Núm. 92, Universidad Comercial Deusto, Bilbao, agosto de 1974, p. 319. Guiones, cursivas y comillas en la fuente.

     [30] Cfr. Hegel, G. W. F., Fenomenología del espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 1978, p. 17.

     [31] Ídem, p. 33.

     [32] Cfr. Pacheco Méndez, Teresa, “Modernización, cultura y desarrollo regional, un marco de referencia,” en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 2, México, febrero de 1995,   pp. 152 -158. Ver en Capítulos 30-31, infra, el tema desarrollo.

      [33] Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad, Taurus, México,   1989, p. 53. Comillas en espíritu” en la fuente.

     [34] Braudel, Fernand, Las civilizaciones actuales. Estudio de historia económica y social, Editorial Tecnos, Madrid, 1983, p. 297. Cursivas en la fuente.

     [35] Cfr. Cohen, Daniel, The Wealth of the World and the Poverty of Nations, MIT Press, Cambridge, Ma., 1998.

     [36] Cfr. Darwin, Charles, The Origin of Species, Mentor, New York, 1958.

     [37] Cfr. Thio, Alex. Sociology. An Introduction, Harper & Row, New York, 1989, pp. 10-11 y 590-591.

     [38] Weber, Adolfo, Tratado de economía política, Bosch, Barcelona, 1931, p. 4.

     [39] Goleman, Daniel, Emotional Intelligence, Bantam Books, New York, 1997.

     [40] “Marcos 10, 25,” La santa Biblia, Sociedad Bíblica Americana, Nueva York, sin fecha, p. 44.

     [41] Heilbroner, Robert L., La formación de la sociedad económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, p. 69.

     [42] Galbraith, John K., Historia de la economía, Ariel, Barcelona, 1989, p. 28.

     [43] Roll, Eric, Historia de las doctrinas económicas, Fondo de Cultura Económica, México, 1955, p. 46.

     [44] Pearson et. al., op. cit., p. 440.

     [45] Efecto multiplicador es la magnitud en que se amplifica el ingreso total como resultado de la aplicación de un monto dado de inversión. Cfr. Peralta, Miguel Ángel, Economía para todos, op. cit., pp. 86-86. Keynes lo introduce a la teoría económica. Cfr. Dillard, Dudley, op. cit., Capítulo V.

     [46] Heilbroner, Robert L., La formación de la sociedad económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, p. 64.

     [47] Keynes, John Maynard, op. cit, p. 145.

     [48] Naisbitt, John, Macrotendencias, Edivisión, México, 1985. En inglés se titula Megatrends: the New Direction Transforming our Lives (1982). Megatendencias expresa mejor la idea del autor.

     [49] Lévy, Pierre, Collective Intelligence, op. cit.

     [50] Fuente: Central Inteligence Agency, http://www.worldbank.org/data/databytopic/gdp.htmlThe World Fact Book, 2005. El concepto producto planetario (planetary product) es de Pearson et. al., op. cit., p. 440.

     [51] Dabat, Alejandro, “La coyuntura mundial de los noventa y los capitalismos emergentes,” en Comercio exterior, Vol. 44,  Núm. 11, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1994, p. 943-945. Tomo ideas de este trabajo, con interpretación y adiciones propias.

     [52] Pearson et. al., op. cit., pp. 419 ss.

     [53] Ídem.

     [54] Marx, Karl, Introducción general a la crítica de la economía política (1857), Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1977, pp. 39-40.

     [55] Friedman, Thomas L., The World Is Flat. A Brief History of the Twenty-First Century, Farrar, Strauss and Giroux, New York, 2005.

     [56] Bendesky, León, “Economía regional en la era de la globalización,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 11, pp. 982-989, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 1994. Subrayo donde.

     [57]  Cfr. Johnson, Harry G., On Economics and Society, University of Chicago Press, Chicago, 1975, p. 99.

      [58] Toffler,  Alvin, La tercera ola, Edivisión, México, 1981, p. 18.

     [59] Ídem, p.26.

     [60] Toffler, Alvin, El «shock» del futuro, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, pp. 26. ss.

     [61] Estable significa “constante, firme, permanente,” según Real Academia Española (Diccionario, Madrid, 2000). La estabilidad de fenómenos sociales significa constancia, firmeza o permanencia de los mismos, pero no implica ausencia de movimiento; tampoco significa situación bonancible, pues subdesarrollo y pobreza se mantienen estables, sin fluctuar, por ser su estado normal: mantienen equilibrio de subdesarrollo, que menciono en Capítulo 25, infra. Las crisis exacerban los trastornos.

     [62] En Foro económico mundial, Davos, Suiza, enero de 2000.

     [63] Kluckhohn, Clyde, Antropología, Breviarios, Fondo de Cultura Económica, México, 1981, p. 18.

     [64] Durkheim, Emile, Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias sociales, Alianza Editorial Mexicana, México, 1989, p. 180.

[65] Linton, Ralph, Estudio del hombre, FCE, México, 1982, p. 316.

     [66] Braudel, Fernand, op. cit, p. 31. Paréntesis en la fuente.

     [67] Cfr. Pearson et. al., op. cit., pp. 432-433.

     [68] No es redundancia, por ser vocablos con raíces distintas: vía en latín significa camino. Viable, del francés vie, vida, se refiere a lo que puede vivir y por extensión conseguirse. Vìa viable es ruta que puede y conviene seguir.

     [69] Habermas, op. cit., pp. 53-54. Comillas y subrayado de la fuente.

     [70] Fukuyama, Francis, “The End of History?,” The National Interest, Summer 1989.

     [71] Cfr. Stiglitz, Joseph E., “Globalism’s Discontents,” The American Prospect, Vol. 13, No. 1, January 1, 2002 – January 14, 2002.

     [72] Cfr. Plauto, Asinaria, Ediciones Clásicas, Madrid, 1997.

     [73] Görlich, Ernst J., Historia del mundo, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1972, p. 9. Subrayado en la fuente.

     [74] Engels, Federico, “La situación de la clase obrera en Inglaterra,” en Carlos Marx-Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., p. 388.

     [75] Görlich, Ernst J., op. cit., pp. 434-437.

     [76] Ver Pearson et. al., op. cit., pp. 17-22.

     [77] Real Academia Española define planificación como “plan general, científicamente organizado y frecuentemente de gran amplitud, para obtener un objetivo determinado, tal como el desarrollo económico,” y planificar como “someter a planificación” (Diccionario, Madrid, 2000). No consigna planeación, de empleo corriente, que utilizo como sinónimo.

     [78] Cfr. Wiener, Norbert, The Human Use of Human Beings, Doubleday, Garden City, 1954; Forrester, Jay W,  Principles of Systems, Wright-Allen Press, Cambridge, Ma., 1968, Capítulo 2, y Goodman, Michael R., Study Notes in System Dynamics, MIT Press, Cambridge, Ma., 1974, capítulos  2 y 3.

     [79] Forrester, Jay W., Urban Dynamics, The MIT Press, Cambridge (Ma.), 1969,  pp. 9-10. Counterintuitive en inglés.

     [80] Ídem, p. 120.

     [81] Van Gigch, John P., Applied General Systems Theory, Harper & Row, New York, 1978, pp. 34 y 533. Comillas del autor.

     [82] Citado por Villari, Pasquale, Maquiavelo. Su vida y su tiempo, W. M. Jackson, México, 1953, p. 223.

     [83] Carroll, Lewis, Alicia en el País de las Maravillas, Editorial Renacimiento, México, 1959, p. 60.

     [84] Myrdal, Gunnar, El Estado del futuro, Fondo de Cultura Económica, México, 1961, p. 35.

     [85] Hagen, Everett E., compilador, Planeación del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1964, p. 8.

     [86] Engels, Federico, “Del socialismo utópico al socialismo científico,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., p. 126. Subrayado en la fuente.

     [87] Aristóteles, Metafísica, Editorial Porrúa, México, 1978, p. 8.

     [88] Hagen, op. cit., pp. 8-9.

     [89] Engels, Federico, “Introducción a la dialéctica de la naturaleza,” en Carlos Marx-Federico Engels. Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., p. 67.

     [90] Myrdal, Gunnar, op. cit., p. 35.

     [91] Van Gigch, John P., op. cit., p. 533.

     [92] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1963, p. 7.

     [93] Trotsky, León, Soviet Economy in Danger, trascrito por Lewis, W. A., La planeación económica, op. cit., p.. 22.

               [94] Radcliffe-Brown, A. R., Estructura y función en la sociedad primitiva, Ediciones Península, Barcelona, 1974, p. 17.

     [95] Smith, Adam, op. cit., p. 17.

     [96] Bentham, Jeremy, Escritos económicos, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, p. 3.

     [97] Ídem, p. 11.

     [98] Zamora, Francisco, Tratado de teoría económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1953., p. 90.

     [99] Smith, Adam, op. cit., pp. 377-402.

     [100] Cfr. Timbergen, Jan, Política económica. Principios y formulación, Fondo de Cultura Económica, México, 1961.

     [101] En algunos textos aparece planeación compulsiva, vertida del inglés compulsive planning. Es incorrecto. La traduzco como coercitiva, de coercer o sujetar, de acuerdo a Real Academia Española (Diccionario, op. cit.). Algunos autores llaman planificación a la coercitiva y planeación a la indicativa. Las empleo sin distinción, como sinónimos.

     [102] Pearson y Rochester,  op. cit., pp. 158-159.

     [103] Krugman, Paul R. y Obstfeld, Maurice, Economía internacional. Teoría y política, McGraw-Hill, Madrid, 1995, pp. 347 y 648.

     [104] Ídem, p. 723.

     [105] Van Gigch, John P., op. cit., p. 146.

     [106] Cfr. Bella, Robert H., Habits of the Heart, Perennial Library, New York, 1986, pp. 142-144.

     [107] Durkheim, Emilio, La división del trabajo social, Colofón, México, sin fecha, p. 185.

      [108] Cfr. Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Premia Editora, México, 1979.

     [109] Velasco Gómez, Ambrosio, “Poder, libertad y democracia en el pensamiento político moderno,” en Diánoia. Anuario de Filosofía, Vol. XXXIX, UNAM-FCE, México, 1993, p. 76. Subrayo para.

     [110] Ídem, pp. 76-77. Subrayo sobre. Ver Hobbes, Thomas, Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, Fondo de Cultura Económica, México, 1950.

      [111] Gilpin, Robert, La economía política de las relaciones internacionales, Grupo Editorial Latinoamericano, Buenos Aires, 1990, p. 386.

      [112] Rousseau, Jean-Jacques, “El contrato social,” en Obras selectas, Edimat Libros, Madrid, 2000, p. 56.

     [113] Gilpin, Robert, op. cit., p. 388.

[114] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1963, p. 11.

     [115] Morgan, Lewis, H., La sociedad primitiva, Ayuso. Pluma, Bogotá, 1980, Capítulo III, pp. 99 ss..

     [116] Kindleberger, Charles P., op. cit., p. 79. En algunos textos aparece emprendedor, como traducción de entrepreneur. Me inclino por empresario.

     [117] Cfr, Schumpeter, Joseph A., The Theory of Economic Development, Harvard University Press, Cambridge, Ma., 1957.

     [118] Cepeda Salinas, Arturo, “Tráfico de tecnologías,” tercera de tres partes, Excélsior, México, 11 de julio de 1998, p. 10A.

     [119] Kondratieff, N. D., “The Long Waves in Economic Life,” en Review of Economics and Statistics, Harvard University Press, Cambridge, Ma., November, 1935.

     [120] Cfr. Forrester, Jay W, Innovation and the Economic Long Wave, Symposium on Technology, Innovation, and Corporate Strategy, London, November 16, 1978, Paper No. D-2990-1, Reprinted by MIT, Systems Dynamics Group, Cambridge, Ma., 1978.

     [121] Citado por Johnson, Harry G., op. cit,  p. 242.

     [122] Keynes considera que el fin de la política económica debe ser el empleo pleno, que se logra al equilibrar oferta total, propensión al consumo e inversión. Cfr. Keynes, op. cit., Capítulo 3, pp. 32-40.

     [123] Cfr. Friedman, Thomas L., The Lexus and the Olive Tree, op. cit.

     [124] Cfr. Archer, Clive, International Organizations, Rutledge, London, 1991, pp. 54 y 57.

     [125] Cfr. Carta de la Organización de las Naciones Unidas, San Francisco, 1945, y Pearson et. al., op. cit., pp. 354 ss.

     [126] Cfr. ídem, pp. 159 ss.

     [127] Naffah, Joseph, “Ghali, la ONU y el nuevo orden mundial,” en Excélsior, México, 12 de abril de 1996, p. 10-A.

     [128] Ídem.

     [129] Stiglitz, Joseph E., op. cit.

     [130] Urquidi, Víctor L., “Un recorrido por el primer cincuentenario,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1994. p. 847.

     [131] Pearson et. al., op. cit., p. 354.

     [132] Jacobson, Harold K., Networks of Interdependence, Knopf, New York, 1984, p. 341.

     [133] Cfr. Aron, Roberto, “Unión Europea, ¿modelo para América?, artículo en 4 partes, Excélsior, México, 5-8 de septiembre de 2000, p. 610-A.

     [134] Cfr. Banco Nacional de Comercio Exterior, “Un recorrido por el primer cincuentenario de Bretton Woods,” ejemplar conmemorativo de Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, op. cit.

     [135] Cfr. Sagasti, Francisco R., “El Banco Mundial a cincuenta años de su creación: problemas y desafíos,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, op. cit., pp. 880 ss.

     [136] Cfr. Williamson, John, “What Washington Means by Policy Reform,” en Latinamerican Adjustment: How Much Has Happened?, Institute for International Economics, Washington, 1990.

     [137] Cfr. Sagasti, Francisco S., “El Banco Mundial a cincuenta años de su creación: problemas y desafíos,” en Comercio exterior, Vol. 44, Núm. 10, op. cit., pp. 880-886.

     [138] Stiglitz, Joseph E., op. cit.

     [139] Definición de empresas trasnacionales en Pearson et. al., op. cit., pp. 468-476.

     [140] Czinkota, Michael R., Rivoli, Pietra y Ronkainen, Ilkka A., International Business, The Dryden Press, New York, 1989, p. 338.

      140 Utilizo subdesarrollo y subdesarrollado y descarto en desarrollo y en vías de desarrollo, eufemismos empleados por organismos internacionales, vagos e inexactos, pues las economías ricas también están en desarrollo.

     [142] En capítulo 5 describo darwinismo geográfico y social y distribución de la riqueza y pobreza en el mundo. Aquí abordo el concepto pobreza desde el punto de vista económico. Adelante lo trato desde el ángulo demográfico.

     [143] Santa biblia, op. cit.

     [144] Platón, “La república o de lo justo,” en Diálogos, Editorial Porrúa, México, 1998, p. 465.

     [145] Aristóteles, La política, Editores Mexicanos Unidos, México, 1998. Cfr, capítulos II, III y IV.  La cita es de p. 33.

     [146] Platón, “Critias o de la Atlántida,” en Diálogos, op. cit., p. 726.

     [147] Whittaker, Edmund, Historia del pensamiento económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1948, p. 219.

     [148] Ídem, Capítulo V, pp. 277 ss.

     [149] Cfr. Smith, Adam, op. cit. y Adelman, Irma, Teorías del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1964.

     [150] Pearson et. al., op. cit., pp. 50-51.

     [151] Kaldor, Nicholas, op. cit., p. 10.

     [152] Nurske, Ragnar, Problemas de formación de capital en los países insuficientemente desarrollados, Fondo de Cultura Económica, México, 1955, p. 14.

     [153] Ídem, p. 20.

     [154] Dadzie, K.K.S., “Economic Development,” en Scientific American, Vol. 243, Num. 3, New York, September 1980, p. 58.

     [155] Cfr. http://www.un.org/spanish/millenniumgoals/ares552.html

     [156] Ver Churchman, C. West, El enfoque de sistemas, Diana, México, 1978, y Van Gigch, op. cit.

     [157] Furtado, Celso, Dialéctica del desarrollo, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, pp. 42-43.

     [158] Cfr. Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op. cit.

     [159] Weber, Max, La ética protestante, op. cit., p. 15.

     [160] Larribau, Jean, op. cit., p. 315.

     [161] Ídem.

     [162] Hirschman Albert O., “The Political Economy of Import-Substituting, Industrialization in Latin America,” en Nisbet Charles T., Latin America: Problems in Economic Development, The Free Press, New York, 1969.

     [163] Flores, Edmundo, Dentro y fuera del desarrollo, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, p. 194.

     [164] Presidencia de la República-Nacional Financiera, 50 años de revolución mexicana en cifras, México, 1963, pp. 32-33.

     [165] Cfr. Vázquez Tercero, Héctor, Fomento industrial en México. Consideraciones económicas en torno a la Ley de Fomento de Industrias Nuevas y Necesarias, Escuela Nacional de Economía, México, 1962.

     [166] Banco de México, Informe anual 1983, México, 1984, p. 25.

     [167] La primera declaración de moratoria de pagos fue hecha por el presidente Benito Juárez en julio de 1861.

     [168] Cfr. Krugman et. al., op. cit., pp. 837 ss.

     [169] Banco de México, op. cit., p. 17.

 

     [170] Villarreal, René, “Hacia una economía institucional de mercado,” op. cit., pp. 56-57. Paréntesis del autor.

     [171] Ídem, p. 56.

     [172] Kindleberger, Charles P., op. cit., p. 210.

[173] De Castro, Josué, Geography of Hunger, Gollancz, London, 1952, p. 31.

     [174] En inglés se dice sustainable development, que algunos traducen desarrollo sostenible (vgr. siguiente cita). Sostenible es parónimo de sostenido, por lo que es pertinente distinguirlos con claridad. Sostenible es adjetivo; está implícito en la definición: “que existan recursos para sostener el desarrollo.” El participio sostenido es condición del desarrollo: “que la economía sostenga tendencia ascendente.” Es preferible desarrollo sustentable, es decir que se pueda sustentar o sostener, para evitar confusión.

      [175] Seralgeldin, Ismail, “Cómo lograr un desarrollo sostenible,” en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, diciembre 1993, p. 7. Esta edición contiene artículos sobre el tema desde varios puntos de vista, pp. 6-22.

     [176] Cfr. Hobbes, Thomas, op. cit., pp. 137-141.

     [177] Cfr. Weber, Max, Economía y sociedad, Tomo II, Fondo de Cultura Económica, México, 1977, p. 664.

     [178] Mansfield, Edwin, Economics: Principles, Problems, Decisions, W. W. Norton, New York, 1989, p. 561.

 

     [179] Urquidi, Víctor L., Viabilidad económica de América Latina, op. cit., pp. 113-114. Guiones y comillas en la fuente.

     [180] Ibídem, p. 114. Paréntesis y comillas en la fuente.

     [181] La definición de funciones del Estado se basa en: Frankerberg, Ronald, “Antropología económica. La opinión de un antropólogo,” en Firth, Raymond, compilador, Temas de antropología económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, pp. 54-94; Mansfield, op. cit., pp. 561-585; Samuelson, Paul A. y Nordhaus, William D., Economía, McGraw Hill, Madrid, 1996, capítulos 15 y 16. Aporto las referentes a medio ambiente, marco político y cultural.

 

     [182] Linton, Ralph, op.cit, p. 90.

     [183] Herkovits, Melville, J., El hombre y sus obras. La ciencia de la antropología cultural, Fondo de Cultura Económica, México, 1976, pp. 29 y 42.

     [184] Freud, Sigmund, “El porvenir de una ilusión,” en Obras completas, Tomo III, pp. 2,961-2,992, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, p. 2,961

     [185] Las tierras descubiertas por Colón son llamadas Indias Occidentales. Sus habitantes son indios, gentilicio sancionado por cinco siglos de uso. En México independiente el vocablo adquiere connotación peyorativa porque los mestizos los ven con desdén. Los redentores de la raza emplean indígena como eufemismo —cuya raíz es la misma de indigencia, del latín indigere, carecer. Indio y pueblos indios son correctos, aceptados y empleados con dignidad y orgullo por ellos mismos. Con este último criterio los utilizo.

     [186] Paz, Octavio, “Will for Form,” en Mexico: Splendors of Thirty Centuries, The Metropolitan Museum of Art, New York, 1990, p. 9.

     [187] Carrasco, Pedro, “La sociedad mexicana antes de la conquista,” en Historia general de México, Tomo I, pp. 165-288, El Colegio de México, México, 1976, p.191. El autor define estamento como categoría jurídica que combina funciones económicas, políticas y sociales, que varían entre uno y otro.

     [188] Gibson, Charles, Los aztecas bajo el dominio español. 1519-1810, Siglo XXI, México, 1980, p. 155. Cfr. Carrasco, op. cit., pp. 192-205.

     [189] Villoro, Luis, Estado plural, pluralidad de culturas, UNAM-Paidós, México, 1998, p. 40.  Cursivas añadidas.

     [190] Taylor, Charles, El multiculturalismo y la política de reconocimiento, Fondo de Cultura Económica, México, 1993, pp. 44-45.

     [191] Lira, Andrés, Economía y sociedad,” en Historia de México, Tomo 6, Salvat, pp. 1,283-1,307, México, 1978, pp. 1,289 y 1,302.

     [192] Gazol Santafé, Antonio, Los países pobres, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, pp. 15-16.

     [193] Lagunilla Iñárritu, Alfredo, Historia de México. Prolegómenos, Fomento Cultural Banamex, México, 1978,  p. 87.

     [194] Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, op. cit., p. 24.

     [195] Estimación basada en Wolf, Eric, Pueblos y culturas de Mesoamérica, Biblioteca Era, México, 1982, p. 38.

     [196] León Portilla, Miguel, entrevistado por Hernández, J. Jaime, “La Constitución dio muerte legal a los indígenas,” en Excélsior, pp. 1-A y 20-A, México, 28 de marzo de 2001, p. 20-A.

     [197] Molina Enríquez, Andrés, Grandes problemas nacionales (1909), Era, México, pp. 358 y 397.

     [198] Ídem, pp. 396 y 404.

     [199] Stavenhagen, “Derechos humanos y ciudadanía multicultural: los pueblos indígenas,” en Prud’homme, Jean-Francois, editor, Demócratas, liberales y republicanos, pp. 71-92, El Colegio de México, México, 2000, p. 80. Aparece élite con acento en la é. La grafía sancionada por Real Academia Española es elite con acento prosódico en la i (Diccionario, Madrid, 2000).

     [200] Citado por Kymlicka, Will, “Federalismo, nacionalismo y multiculturalismo,” en Revista internacional de filosofía política, Núm. 7, pp. 20-54, Madrid, 1996, p. 32.

     [201] Ídem. p. 33. Se atribuye a Philip Resnick.

     [202] Cárdenas, Lázaro, discurso ante Primer Congreso Indigenista Interamericano, Pátzcuaro, Mich, 14 de abril de 1940, Los presidentes de México. Discursos políticos. 1910-1988, Tomo III, Presidencia de la República – El Colegio de México, México, 1988.

     [203] Caso. Alfonso, La comunidad indígena, SepSetentas-Diana, México, 1986, pp. 108-109 y 114-115.

     [204] Citado por Hernández Navarro, Luis, “Ciudadanos iguales, ciudadanos diferentes. La nueva lucha india,” en Hernández Navarro, Luis y Vera Herrera, Ramón, compiladores, Acuerdos de San Andrés, Era, México, 1998, p. 25.

     [205] Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, Joaquín Mortiz, México, 1997, p. 105.

     [206] Hauser, Philip M. y Duncan, Otis D., El estudio de población, Chicago University Press, Chicago, 1959, p. 81.

     [207] Villoro, Luis, Estado plural, pluralidad de culturas, UNAM-Paidós, México, 1998, p. 17. Comillas en la fuente.

     [208] Kymlicka, Will, “Federalismo, nacionalismo y multiculturalismo,” op. cit., pp. 20-54, Madrid, 1996, p. 21. Estado con minúscula y comillas en la fuente.

     [209] Villoro, Luis, op.cit., p. 20. Comillas en la fuente.

     [210] Cfr. Rodríguez y Rodríguez, Jesús, compilador, Instrumentos internacionales sobre derechos humanos ONU-OEA, Comisión Nacional de Derechos Humanos, México, 1998, pp. 629-644.

     [211] Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, Trillas, México, 1996.

     [212] Para antecedentes y actividades de EZLN ver Hernández Navarro, Luis, et. al., op. cit.; Montemayor, Carlos, Chiapas. La rebelión indígena de México, op. cit., y Gilly, Adolfo, Chiapas, la razón ardiente, Era, México, 1997.

     [213] Idem Montemayor, Carlos, pp. 15 y 41.

     [214] Hernández Navarro, Luis, “Ciudadanos iguales, ciudadanos diferentes. La nueva lucha india,” op. cit., pp. 15-16.

     [215] Taylor, Charles, op. cit., pp. 43 y 46.

     [216] Villoro, Luis, op. cit., p. 58.

[217] Citado por Kymlicka, Will y Wayne, Norman, “El retorno del ciudadano. Una revisión de la producción reciente en teoría de la ciudadanía,” en AgorA, Núm. 7, pp. 5-42,  invierno de 1997, p. 29.

     [218] Kincheloe, Joe L. y Steimberg, Shirley R., Repensar el multiculturalismo, Octaedro. México, 2000, pp. 40 y 51.

     [219] Pepelasis, Adamantios; Mears, León, y Adelman, Irma, Desenvolvimiento económico, Centro Regional de Ayuda Técnica, Agencia para el Desarrollo Internacional, Trillas, México, 1964, p. 162.

     [220] Linton, Ralph, op, cit., p. 97.

     [221] Durante la colonia el indio que habla castellano o castilla y adopta costumbres mestizas se denomina ladino (de latino). Con el tiempo identifica al individuo de apariencia india, malicioso, taimado, traicionero. Lo empleo en su acepción original.

     [222] Braudel, Fernand, Las civilizaciones actuales. Estudio de historia económica y social, op. cit., pp. 14 y 42.

     [223] Estas ideas se inspiran en Taylor, Charles, “La política del reconocimiento,” op. cit., pp. 43-107, con interpretación propia.

     [224] Ídem, p. 58.

     [225] Ibídem, pp. 52-53.

     [226] Sodi, Demetrio, “IV. La etnografía de México,” en Ramírez Vázquez, Pedro, El  Museo Nacional de Antropología, pp. 177-250, Alexis Gregory, Laussane, 1968, p. 180.

     [227] Taylor, Charles, op. cit., p. 43.

     [228] Gual Villalbí, Pedro, Los complejos de inferioridad y de superioridad en la vida eco

nómica de los individuos y de los pueblos. (Observaciones sobre la actual dinámica social.), discurso pronunciado en la inauguración del curso 1959-1960 del Ateneo Barcelonés, Barcelona, sin fecha.

     [229] Ídem, pp. 5-6.

     [230] Reyes, Giovanni E., “Identidad y desarrollo en países menos avanzados,” El mercado de valores, pp. 107-112, Nacional Financiera, México, febrero de 2000, p. 107.

     [231] Linton, Ralph, op. cit., p. 447.

     [232] Nadel, S. F., Fundamentos de antropología social, Fondo de Cultura Económica, México, 1978, p. 312.

      [233] Paz, Octavio, El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica, Colección Popular, México, 1973, p. 9.

     [234] Ídem, pp. 153 y 155.

     [235] Ramírez, Santiago, El mexicano. Psicología de sus motivaciones, Pax-México, México, 1972, p. 57.

     [236] Ramos, Samuel, El perfil del hombre y la cultura en México, Colección Austral, Espasa Calpe, México, 1980, p. 99.

     [237] Alduncin Abitia, Enrique, “Valores para el siglo XXI, cultura y desarrollo,” El mercado de valores, diciembre de 1999,  pp. 60-75.

     [238] Ídem, p. 71.

     [239] Gual Villalbí, Pedro, op. cit., p. 16.

     [240] Los totonacos son grupo étnico asentado en Veracruz y Puebla. También se llamaba totonacos a hordas invasoras semejantes a los bárbaros del norte europeo. De allí que con su aféresis nacos se designe a personas ignorantes, mal educadas, soberbias, prepotentes y de mal gusto, que dan forma a naquismo.

     [241] Cfr. Freud, Sigmund, On Creativity and the Unconscious, Harper & Row, New York, 1958.

     [242] González Pineda, Francisco, El mexicano. Su dinámica psicosocial, Pax-México, México, 1971. El autor asimila el ego (yo) a «pueblo,» como “conjunto de individuos […y] conjunto de organizaciones sociales y culturales por las que se expresa.” Lo sustituyo por sociedad civil. Él utiliza vocablos españoles: yo, superyo y ello; los sustituyo por los latinos ego, superego e id. La concepción es del autor citado. La interpretación, composición y presentación son de mi responsabilidad.

 

     [243] González Pineda, Francisco, op. cit., pp. 158-159.

     [244] Caso, Alfonso, op. cit., p. 110.

     [245] Robles, Martha, “Pensar la historia. Memoria: condición de libertad,” en Excélsior, México, 10 de octubre de 2000, pp. 1-A y 10-A.

     [246] Heilbroner, Robert L., La formación de la sociedad económica, op. cit., p. 339. Cursivas en la fuente.

     [247] Ídem, p.342. Cursivas y corchetes en la fuente.

     [248] Linton, Ralph, op. cit., p. 104. El traductor respeta la expresión francesa esprit de corps, que traduzco como sentido de solidaridad  o espíritu de grupo.

     [249] Baran, Paul, op. cit., p. 62. Paréntesis y cursivas en la fuente. En Capítulo 62, infra, trato el tema.

     [250] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op. cit., pp. 24 y 178.

     [251] Hirschman, Albert O., op. cit., pp. 17 y 36-38.

     [252] Nadel, S.F., op. cit., pp. 319-320.

     [253] Ídem, p. 335.

     [254] González Pineda, op. cit., pp. 157-158.

     [255] Ídem, p. 159.

     [256] Cfr.  Goble, Frank G., La tercera fuerza. La psicología propuesta por Abraham Maslow, Trillas, México, 1980.

     [257]  Ídem, p. 68. Cursivas en la fuente.

     [258] Ibídem.

     [259] Peces-Barba, G. et. al., Derecho positivo de los derechos humanos, Editorial Debate, Madrid, 1978, pp. 14-15.

     [260] Ramírez, Gloria, coordinadora, Derechos humanos. Lecturas. Tronco Común, Universidad Autónoma de Pueblo, Puebla, 1998, pp. 98-100. La descripción de sus generaciones se basa en esta obra.

 

     [261]  Braudel, Fernand, op. cit., pp. 29 y 31.

     [262] Citado por Merton Robert K., Teoría y estructura sociales, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, p. 556.

     [263] Braudel, Fernand, op. cit., p. 35.

     [264] Herskovits, Melville J., El hombre y sus obras. La ciencia de la antropología cultural, Fondo de Cultura Económica, México, 1976, p. 66.

     [265] Me inspiro en Habermas, Jünger, Teoría y praxis, Rei-México, 1993, pp. 49-50, para quien el conocimiento se sustenta en teoría científica (episteme);  habilidades prácticas (techn) y prudencia (fronesis), en su acepción “sensatez, buen juicio,” por su raíz fren: inteligencia. Las menciona Aristóteles, quien junto a ètica las considera “hábitos por los que alcanzamos la verdad,” Ética nicomaquea. Política, Editorial Porrúa, México, 1977, p. 77.

     [266] Cárdenas, Enrique, “La revolución de las telecomunicaciones y la esencia de la educación,” en El mercado de valores, 6/99, Nacional Financiera, México, junio de 1999, p.16.

     [267] Platón, “La república o de lo justo,” en Diálogos, op. cit., p. 497.

     [268] Cfr. Lévy, Pierre, L’Intelligence collective. Pour une anthropologie du cyberespace, op. cit.

     [269] Platón, “Protágoras o de los sofistas,” en Diálogos, Editorial Porrúa, México, 1998, p. 115.

     [270] Patiño Márquez, Federico, “Nacional Financiera: hacia una estrategia de fomento del capital humano,” en El mercado de valores, 6/99, Nacional Financiera, México, junio de 1999, p.6.

     [271] Estos comentarios se inspiran en Linton, op. cit., capítulos VI y VII; Persell, op. cit., capítulo 16; Thio, op. cit., capítulo 14, y González Torres, Enrique, “Desarrollo educativo, una visión humanista: un reto para México,” en El mercado de valores, 5/99, Nacional Financiera, México, mayo de 1999, pp. 8-15.

     [272] Malinowski, Bronislaw, Una teoría científica de la cultura, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1976., p. 39.

     [273] Linton, Ralph, op. cit., p. 97.

     [274] Cfr. Pierre Lévy, Michel Authier, Les arbres de connaissances, Editions La Découverte, Paris : 1992

     [275] Cfr. Grier, Robin M., “Determinantes históricos y políticos del capital humano y físico en América Latina,” en El mercado de valores, 6/99, Nacional Financiera, México, junio de 1999, pp. 22-31.

     [276] Priego Martínez, Rosario y Montaño Román, David, “Educación e ingreso: una perspectiva mundial. El caso de México,” en El mercado de valores, 5/99, Nacional Financiera, México, mayo de 1999, pp. 28-37.

     [277] Flores, Edmundo, op. cit., pp. 164-165. Comillas en la fuente.

     [278] Ideas tomadas de Lévy Pierre, L’idéographie dynamique. Vers une imagination artificielle?, La Découverte, Paris, 1992.

     [279] Lévy, Pierre, Education and Cyberspace, op. cit.

     [280] Cfr. Aguirre Beltrán, Gonzalo, Formas de gobierno indígena, Fondo de Cultura Económica, México, 1991, pp. 29, 34-35.

     [281] Ídem, pp. 30-31.

     [282] Trascrito por Reyes Heroles, Jesús, El liberalismo mexicano. I Los orígenes, Fondo de Cultura Económica, México, 1982, p. 34.

     [283]  Braudel, Fernand, op. cit., p. 289.

     [284]  Reyes Heroles, Jesús, op. cit., p. 25.

     [285]  Historia de México, Salvat, México, 1978, Tomo 8, p. 1,752.

     [286]  Ídem, Tomo 8, p. 1,828.

     [287]  Ídem, Tomo 9, p. 1,899.

      [288]  Ibídem, p. 2,006.

     [289] Ibídem, Tomo 10, p. 2,191.

[290] Lo mencionó en el encuentro “El siglo 20: la experiencia de la libertad”, organizado por la revista Vuelta y transmitida por Televisa en  septiembre de 1990.

     [291] Lipset, S. M., Political Man: the Social Basis of Politics, Doubleday, New York, 1959, pp. 45-46.

     [292] Sartori, Giovanni, Ingeniería constitucional comparada. Una investigación de estructuras, incentivos y resultados, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, pp. 190-191.

     [293] Schumpeter. Joseph A., Capitalism, Socialism, and Democracy, Harper and   Brothers, New York, 1959, p. 269.

     [294] Riding, Alan, Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos, Joaquín Mortiz/Planeta, México, 1985, p. 85.

     [295] Ídem, p. 86.

     [296] Ibídem.

     [297] Michels, Robert, Political Parties: a Sociological Study of the Oligarchical Tendencies of Modern Democracy, Collier Books, New York, 1962, p. 365.

     [298] Pareto, Vilfredo, Sociological Writings, Pall Mall Press, London, 1966, pp. 248-250. Suele escribirse élite con acento en la é. Empero, la grafía sancionada por Real Academia Española es elite con acento prosódico en la i (Diccionario, Madrid, 2000). Ver también Mosca, Gaetano, The Ruling Class, McGraw-Hill, London, 1939.

     [299] Freud, Sigmund, El porvenir de una ilusión, op. cit., p. 2,963.

     [300] Cfr. Asimov, Isaac, Los griegos. Una gran aventura, Historia Universal Asimov, Alianza Editorial, México, 1983, p. 27.

     [301] González Casanova, Pablo, La democracia en México, Serie Popular Era. México, 1979, pp. 85-86.

     [302] Para características de republicanismo y liberalismo cfr. Velasco Gómez, Ambrosio, “Democracia liberal y democracia republicana,” en Revista iberoamericana de filosofía política y humanidades, Núm. 1, primer semestre de 1999; Gray, John, Liberalismo, Nueva Imagen, México, 1992, y Pangle, Thomas L., The Ennobling of Democracy. The Challenge of the Postmodern Age, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1992, Capítulo 7.

     [303] Velasco Gómez, Ambrosio, “La tradición política maquiaveliana: ideología y teoría,” en Devenires, 1.1., México, 2000, p. 158.

     [304] González Casanova, Pablo, op. cit., p. 86.

     [305] Citados por Cole, G. D. H, La organización política, Colección Popular, Fondo de Cultura Económica, México, 1961, pp. 31 y 35.

     [306] Platón, “La república o de lo justo,” Diálogos, op. cit., p. 500.

     [307] Ídem, p. 491.

     [308] Aristóteles, op. cit., p. 58

     [309] Ídem, p. 66.

     [310] Cfr. Habermas, Jünger, Teoría y praxis, op. cit., pp. 49-50.

     [311] Touraine, Alain, ¿Qué es la democracia?, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 35.

     [312] Valadés, Diego, “Problemas y perspectivas de la reforma del Estado,” op. cit., p. 36.

     [313] Villoro, Luis, El poder y el valor, op. cit., p. 334.

     [314] Ídem, p. 334.

     [315] Sartori, Giovanni, op. cit., p. 160. Cursivas en la fuente.

     [316] Cfr. Carlos Marx – Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo II, op. cit., pp. 21, 22, 24, 33, 449-556.

     [317] Giddens, Anthony, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, Taurus, México, 1999, p. 87. El concepto tercera vía se emplea en los cincuentas y sesentas por socialistas moderados opuestos a la férrea concentración de poder estatal en regímenes totalitarios. En los ochentas lo adoptan algunos socialdemócratas.

     [318] Ídem, p. 85.

     [319] Ibídem, pp. 88-95. La interpretación es propia,.

     [320] Palacios Alcocer, Mariano, “Reforma del Estado en México,” en El mercado de valores, 12/98, pp. 3-7, op. cit., p. 4.

     [321]  “Democracia de lujo,” editorial de El universal, México, 1° de mayo de 2006.

     [322] Sepúlveda Amor, Bernardo, “Política exterior y derecho internacional: los fundamentos de una política de Estado,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 6, pp. 549-559, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, junio de 1999, p. 549.

     [323] Ver Grayson, George W., Mexican Officials Feather Their Nests While Decrying U.S. Immigration Policy, Center for Immigration Studies, Washington, 2006. El autor consigna datos comparativos de gastos excesivos del Estado mexicano.

     [324] Transparency International, Corruption Perception Index 2005. www. transparency.org.

     [325] El universal, 10 de mayo de 2006.

     [326] Véase “La lucha contra la corrupción en el mundo,” tema de portada, en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, marzo de 1998, pp. 3-14 y “Ofensiva contra la corrupción,” tema de portada, en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, junio de 2000.

     [327] Maquiavelo, N., El príncipe, Editorial Época, México, 2000, p. 158.

     [328] Merton, Robert K., Teoría y estructuras sociales, Fondo de Cultura Económica, México, 1980., p. 243. Atribuye esas percepciones a Leo Srole.

     [329] Ìdem, p. 241.

     [330] Kaufmann, D., Kraay, A. y Zoido-Lobatón, P., “La gobernabilidad es fundamental. Del análisis a la acción,” en Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, junio de 2000, pp. 10-13.

     [331] Ídem, p. 12.

     [332] Ver www.icesi.org.mx.

     [333] Costo de oportunidad o alternativo sirve para definir el empleo más ventajoso de una provisión de recursos productivos; esto es, la mejor alternativa. Samuelson lo resume como “valor del bien o servicio al que se renuncia,” op. cit., p. 121.

     [334] Freud, Sigmund, El porvenir de una ilusión, op. cit., p. 2,962.

     [335] Freud, Sigmund, El malestar en la cultura, Alianza Editorial, Madrid, 1980,  p. 53.

     [336] Ídem, p. 39.

     [337] Durkheim, Emile, Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias sociales, op, cit.,  p. 122.

     [338] Fuente: Sistema Nacional de Seguridad Pública, citado por Gertz Manero, Alejandro, “Narcotráfico explosivo,” en El universal, México, 26 de enero de 2005, p. A 30.

     [339] Persell, op. cit., p. 167.

     [340]  Ídem, p. 80.

     [341] Burgoa Orihuela, Ignacio, “¿Nueva Constitución? Dislate antihistórico,” en Excélsior, México, 31 de agosto de 2000, p. 8-A.

     [342] Valadés, Diego, “Que nuevos diseños institucionales nos prevengan de otro ciclo de autoritarismo,” en Excélsior, México, 4 de julio de 2000, p. 11-A.  Las cursivas en Constitución son mías. Cfr. Vázquez Alfaro, José Luis, “Reforma del Estado mexicano: implicaciones jurídico-constitucionales,” en El mercado de valores, 12/98, op. cit., pp. 42-52. Allí aparecen sugerencias concretas de reformas constitucionales.

     [343] Valadés, Diego, “Problemas y perspectivas de la reforma del Estado,” en El mercado de valores, 12/98, op. cit., pp. 34-41, p. 36.

     [344] Ídem, p. 37. Las cursivas en Constitución son añadidas.

     [345] Ibìdem, p. 169.

     [346] Rousseau, Jean Jacques, “El contrato social,” en Obras selectas, Edimat Libros, Madrid, p. 73.

     [347] Hirschman, Alberto O., La estrategia del desarrollo económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1961, pp. 35-36. Entrecomillado en la fuente.

     [348] Malinowski, Bronislaw, op. cit., p. 56.

     [349] Ìdem, p.55.

     [350] Citado por Cohen, Percy S., “Análisis económico y hombre económico,” en Firth, Raymond, compilador, Temas de antropología económica, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, p. 97. Agrego cursivas a organizan.

     [351] Ayala Espino, José, “Instituciones y desempeño económico,” en El mercado de valores, 10/99, Nacional Financiera, México, octubre de 1999, p. 4.

     [352] Goble, Frank G., op. cit., p.123.

     [353] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op. cit., pp. 11 y 61.

     [354] Ídem.

     [355] Alcocer V., Jorge, “Antecedentes y perspectivas de la reforma del Estado en México,” El mercado de valores, 12/98, pp. 8-15, Nacional Financiera, México, diciembre 1998, p. 12.

     [356] Rangel Gaspar, Eliseo, “Reforma del Estado, el reto. La sociedad demanda eficiencia,” en Excélsior, México, 14 de septiembre de 2000, p. 10-A.

     [357] Rangel Gaspar, Eliseo,, “Reforma del Estado, el reto. Determinante papel de Poder Judicial,” en Excélsior, México, 16 de septiembre de 2000, p. 10-A.

     [358] Rangel Gaspar, Eliseo, “Reforma del Estado, el reto. Calificación de las elecciones,” en Excélsior, México, 17 de septiembre de 2000, p. 10-A.

     [359] Cfr. Sartori, Giovanni, op. cit., pp. 168-175.

     [360] Cfr, Forrester, Jay W., Innovation and the Economic Long Wave, op. cit.

     [361] Cfr. Sartori, Giovanni, op. cit., Capítulo IV.

     [362]  Villari, Pasquale,  op. cit., p. 239.

     [363] Citado por Balandier, Georges, Antropología política, Ediciones Península, Barcelona, 1976, p. 110. Paréntesis en la fuente.

     [364] Cfr, Maquiavelo, Nicolás, El príncipe, op. cit., y Villari, Pasquale, Maquiavelo. Su vida y su tiempo, W. M. Jackson, México, 1953.

     [365] Cfr. Hobbes, Thomas, op. cit.

     [366] Maquiavelo, N., Obras completas, Floerke, München, 1925, Vol. I, “De los Estados; voz de los príncipes,” p. 72. Citado por Habermas, Jünger, Teoría y praxis, Rei, México, 1993, p. 59.

     [367] Cfr. Kymlicka et. al., op. cit., pp. 10-11.

     [368] No es redundancia, pues son vocablos con raíces distintas: vía en latín significa camino. Viable, del francés vie, vida: se refiere a lo que puede vivir y por extensión conseguirse. Vìa viable es ruta que puede seguirse.

     [369] Atribuído a Constant, Benjamin, por Rawls, John, Liberalismo político, Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p.30.

     [370] Cfr. Rawls, John, op. cit., pp. 29 ss.

    [371] Touraine, Alain, op. cit., p. 36.

    [372] Valadés, Diego, “Problemas  y  perspectivas de  la  reforma  del  Estado,”  op. cit., p. 39.

    [373] Palacios Alcocer, Mariano, op. cit., p. 6.

    [374] Velasco Gómez, Ambrosio, “Poder, libertad y democracia en el pensamiento político moderno,” op. cit., p. 82.

    [375] Gargaella, Roberto, Las teorías de la justicia después de Rawls, Paidós, Barcelona, 1999, p. 163.

     [376] Mac Pherson, C. B., La democracia liberal y su época, Alianza Editorial, México, 1994, p. 121.

     [377] No es redundancia, según aclaro al inicio del capítulo.

     [378] Sartori, Giovanni, op. cit, p. 160.

     [379] Schmidt, Alfred, El concepto de naturaleza en Marx, Biblioteca del Pensamiento Socialista, Siglo XXI, México, 1976, p. 149.

     [380] Ídem, p. 150.

     [381] Basado en Maquiavelo, Nicolás, op. cit.

     [382] Cfr. Habermas, Jünger, Teoría y praxis,  op. cit., pp. 49-50.

 

     [383] Myint, H., Economía de los países en desarrollo, Rialp, Madrid, 1965, p. 22.

     [384] Cfr. Malthus, Thomas Robert, An Essay on the Principles of Population, Philip Appleman Editor, New York, 1976.

     [385] Para el tema baby boom, cfr. Persell, Caroline Hodges, op. cit., pp. 450-453.

     [386] Cfr. Meadows, Donella H. et. al., Los límites del crecimiento. Informe al Club de Roma acerca del predicamento de la humanidad, Fondo de Cultura Económica, México, 1972. Club de Roma es ONG que estudia problemas de la humanidad.

     [387] Cfr. Mesarovic, Mihajlo y Pestel Eduard, La humanidad en la encrucijada. Segundo informe al Club de Roma, Fondo de Cultura Económica, México, 1975.

     [388] Brown, In the Human Interest. A Strategy to Stabilize World Population, W.W. Norton, New York, 1974p. 26.

     [389] Cfr. Thio, Alex, op. cit., pp. 531-532.

     [390] Cálculos con datos de United Nations Organization, World Population Prospects, 1997, New York, 1998.

     [391] Thio, Alex, op. cit., p. 533.

     [392] Cfr. Urbina Fuentes, Manuel, y Sánchez Almanza, Adolfo, “Distribución de la población y desarrollo en México,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 7, pp. 652-661, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1993, pp. 652-653.

     [393] Las estimaciones demográficas se basan en INEGI, ops. cits., y Banco de México, Informe anual, varios números. Se llama real al crecimiento del PIB descontado el efecto inflacionario.

     [394] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op cit., p. 356.

     [395] Cálculos basados en datos de INEGI, ops. cits, y Banco de México, Informe anual, varios números.

     [396] Herskovits, Melville J., op. cit., p. 356 [sic]. En Capítulo 62, infra, trato el tema.

     [397] Thompson, Warren S. y Lewis, David T., Problemas de población, La Prensa Médica Mexicana, México, 1969, pp. 432 ss.

     [398] Ídem., p. 434. Subrayado en la fuente.

     [399] Hernández Laos, Enrique, “Crecimiento económico, distribución del ingreso y pobreza en México,” en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 10, pp. 863-873, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 2000. Los comentarios son propios.

     [400] Salama, Pierre, “Algunas lecciones de la historia reciente de América Latina,” Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 6, pp. 431-442, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, junio, 1995, p. 432.

      [401] Ídem, p. 433.

     [402] Cabrera Acevedo, Gustavo, “La población y la búsqueda de equilibrios,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 7, pp. 612-617, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1993, pp. 614.

     [403] Ídem.

      25 Stalker, Peter, Trabajadores sin fronteras. El impacto de la globalización sobre la migración internacional, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 2000.

      27 Thio, Alex, op. cit., p. 527.

     [405] Ídem.

      28 Aragonés, Ana María, “El fenómeno migratorio en el marco de la globalización,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 8, pp. 727-738, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1999, p. 727.

     [407] Stalker, Peter, op. cit.

     [408] Concepto tomado de Alarcón, Rafael, “Nortenización: Self-Perpetuating Migration from a Mexican Town,” en Bustamante, J., Reynolds, C. y Hinojosa-Ojeda, R., editores, US Mexican Relations: Labor Market Interdependence, Stanford University Press, Stanford, 1992. Adelante aclaro en qué consiste norteñizar.

     [409] Bustamante, Jorge A., “La migración indocumentada México-Estados Unidos: relación entre dinámica política y estructuras económicas,” en Mendoza Berrueto, Eliseo, coordinador, Impactos regionales de las relaciones económicas México-Estados Unidos, pp. 267-294, El Colegio de México-Asociación de Estudios Regionales México-Estados Unidos, México, 1984, p. 273.

     [410] Ídem, pp. 274 y 275.

     [411] Kiser, George,  y  Kiser,  Martha,  editores,  Mexican  Immigration  to  the  United States, University of New Mexico Press, Albuquerque, 1978.

     [412] Smith, Robert, “Dilemas y perspectivas del sistema migratorio de América del Norte,” Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 4, pp. 289-304, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 2000, p. 293.

     [413] Alvarado, Bárbara Driscoll de, “El Tratado de Libre Comercio y la migración Mexicana a Estados Unidos: la visión unilateral estadunidense, en Alvarado, Bárbara Driscoll de, Gambrill, Monica C., editoras, El Tratado de Libre Comercio.  Entre el viejo y el nuevo orden, pp. 173-192, UNAM, México, 1992, pp.174 ss.

     [414] Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Relatoría de Trabajadores Migratorios y Miembros de sus Familias, Capítulo 5, Washington, 2003,

     [415] “Migrantes en EUA son ya más de 35 millones,” El universal, México, 16 de agosto de 2006, p. A6.

     [416] Smith, Robert, op. cit., p. 299.

     [417] Alba, Francisco, “El Tratado de Libre Comercio y la emigración de mexicanos a Estados Unidos,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 8, pp. 743-749, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1993, pp. 744-745.

     [418] Smith, Robert, op. cit., p. 298.

     [419] Bernard, William S., “Economic Effects of Immigration,” en Ziegler, B. M. editor,  Immigration: An American Dilemma, D. C. Heath and Co., Boston, 1953, p. 57.

     [420] Cfr. Huntington, Samuel, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Paidós, Barcelona, 1997.

     [421] Ver Durkheim, Emile,  op. cit., p.63.

     [422] Bustamante, Jorge A., op. cit., p. 278.

     [423]  Bustamante, Jorge A., op. cit., p. 272.

     [424] Basado en The McGraw-Hill Dictionary of Modern Economics, McGraw-Hill, New York, 1973. Mansfield, Edwin, op. cit., pp. 101 ss. Oficina Internacional del Trabajo, Empleo y progreso económico, Ginebra, 1964, p.16.

     [425] Mansfield, op. cit., p. 102.

     [426] INEGI-STPS, Encuesta nacional de empleo, http://www.inegi.gob.mx.

     [427] Johnson, Harry, On Economics and Society, op. cit., p. 31.

     [428] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op. cit., p.11.

     [429] Baran, Paul A., La economía política del crecimiento, Fondo de Cultura Económica, México, 1961, p. 38.

     [430] Ídem, pp. 37-38.

     [431] Baran, Paul A., op. cit., p. 37.

     [432] Ostos Rey, María del Sol y Holgado Molina, María del Mar, “La relación entre la deuda externa y la inversión,” en Comercio exterior, Vol. 52, Núm. 7, pp. 576-584, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 2002, p. 580.

     [433] Baran, Paul A., op. cit., p. 30.

     [434] Nevin, Edward, Fondos de capital en los países subdesarrollados. La misión de las instituciones financieras, Fondo de Cultura Económica, México, 1963, p. 11.

     [435] Villarreal, René y Ramos de Villarreal, Rocío, “La apertura de México y la paradoja de la competitividad: hacia un modelo de competitividad sistémica,” en Comercio exterior, Vol. 51, Núm. 9, pp. 772-788, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, septiembre de 2001, p. 782.

     [436] González, Pedro Javier, “La política industrial en la era de la globalización,” en   Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 528-537, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998, p. 528.

     [437] Ortiz Cruz, Etelberto, “El cambio estructural en México y las empresas pequeñas y medianas,” en Comercio exterior, Vol. 47, Núm.1, pp. 16-26, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1997, p. 25.  Este autor presenta interesante análisis estadístico del tema.

     [438] Krugman, Paul R. et. al., op. cit., Capítulo 2.

     [439] Ricardo, David, op. cit.

     [440] Ver Krugman, Paul R. et. al., op. cit., Capìtulo 4.

     [441] Cfr. Kotler, Philip, Marketing Management. Analysis, Planning, Implementation, & Control, Prentice Hall, Englewood Cliffs, 1991.

     [442] Inspirado en Porter, Michael, The Competitive Advantage of Nations, Free Press,

New York, 1990. Aprovecho la concepción general del autor. La descripción de su funcionamiento es responsabilidad propia.

     [443] Sobre dinámica de sistemas y circuitos (loops) de retroalimentación cfr. Wiener Norbert, op. cit.; Forrester, Jay W,  Principles of Systems,  op. cit., Capítulo 2, y Goodman, Michael R., Study Notes in System Dynamics, M.I.T. Press, Cambridge Ma., 1974, caps. 2- 3.

     [444] González, Pedro Javier, op. cit., p. 528.

     [445] Ídem, nota 1 de pie de página.

     [446] De Maria y Campos, Mauricio, y Sercovich, Francisco, “Hacia una nueva visión

de la política de desarrollo industrial y competitividad,” en El mercado de valores, 1/98, pp. 3-11, enero de 1998, p. 4.

     [447] Exposición adaptada de Meyer-Stamer, Jorg, “Estrategias de desarrollo local y regional: clusters, política de localización y competitividad sistémica,” en El mercado de valores, 9/2000, pp. 18-31, Nacional Financiera, México, septiembre de 2000, pp. 25-28, y Villarreal, René y Villarreal, Rocío Ramos de, “La apertura de México y la paradoja de la competitividad: hacia un modelo de competitividad sistémica,” op. cit., pp. 785-788. La interpretación es de mi responsabilidad.

     [448] Villarreal et. al., ídem, p. 186.

     [449] Bekerman, Marta y Sirlin, Pablo, “Política industrial y estabilización, apertura e integración económicas,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 517-527, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998, p. 517.

     [450] Cfr. Zamora, Francisco, Tratado de teoría económica, op. cit., Capítulo XXIII. La ley se conoce con varios nombres: de la proporción de los factores, de la productividad decreciente, de la resistencia, de las proporciones definidas, del producto o rendimiento no proporcional, del rendimiento físico decreciente, entre otras, pp. 422-431. Para descripción histórica, ver Whittaker, Edmund, op. cit. pp. 431-451.

     [451] Bianchi, Patrizio y Di Tomasso, Marco R., “Política industrial para las PYME en la economía global,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 617-623, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998, p. 619.

     [452] Casalet, Mónica, op. cit., p.8.

     [453] Cfr. Czinkota, Michael R. et. al., op. cit., pp 40 y 312-317.

     [454] Bekerman, Marta et. al., op. cit., p. 518.

     [455] Cfr. Casalet, Mónica, op. cit., p.9.

     [456] Ídem.

     [457] La obra clásica del tema, escrita en 1933, es Chamberlin, E. H., Teoría de la competencia monopólica, Fondo de Cultura Económica, México, 1956.

     [458] Para externalidades, cfr. Miller, Roger LeRoy, Intermediate Microeconomics. Theory, Issues, and Applications, McGraw-Hill, New York, 1978, pp. 457 ss., y Krugman, Paul R. et. al., op. cit., pp. 341 ss.

     [459] Cfr. Donnelly, Jr. et. al, op. cit., pp. 25 ss. Esta explicación se funda en ideas tomadas de esta obra.

     [460] Cfr Lipsey, R.G. y Lancaster, Kelvin, “The General Theory of the Second Best, ” en The Review of Economic Studies, Vol. 24, No. 1, Institute of Economics and Statistics, University of Oxford, 1956–1957, pp. 11-32.

     [461] De Maria y Campos, Mauricio, Una política de desarrollo industrial y fomento empresarial para la próxima década,” en El mercado de valores, 10/2000, pp. 16-25, Nacional Financiera, México, octubre de 2000, p. 21.

     [462] Cfr. De Maria y Campos, Mauricio, y Sercovich, Francisco, “Hacia una nueva visión de la política de desarrollo industrial y competitividad, op. cit., pp. 5-7. Lo tomo como marco general de referencia.

     [463] Ídem, pp. 7 ss.

     [464] Nurske, Ragnar, op. cit., p. 14.

     [465] Van Wert, James, “El gobierno y las empresas pequeñas en Estados Unidos,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 629-638, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998, p. 630.

 

     [466] Bianchi, Patrizio et. al., op. cit., p. 525.

     [467] Pearson, Frederic S., et. al., op. cit., p. 524. Sustituyo comillas por cursivas.

     [468] Ídem, p. 544.

      [469] Ibídem, p.545.

     [470] INEGI, Estadísticas del medio ambiente, México, 1994, p. 211 ss.

     [471] Grupo Financiero Banamex-Accival, México social, 1996-1998, op. cit., p. 741.

     [472] Husted, Bryan, Rodríguez, Oreggia y Román, Eduardo, “Políticas publicas e inversiones ambientales de transnacionales en México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 12, pp. 976-982, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, diciembre 1998, p. 977.

     [473] Mercado, Alfonso et. al, op. cit., p. 773.

     [474] Pearson et. al., op. cit., pp. 524-533.

     [475] López Rosado, Diego G., Historia y pensamiento económico de México. Tomo I. Agricultura y ganadería. Propiedad de la tierra, UNAM, México, 1968, pp. 27-28, 34-35.

     [476] Alanís Patiño, Emilio, Geografía económica, edición mimeográfica, citado por González Santos, La agricultura. Estructura y utilización de los recursos, Fondo de Cultura Económica, México, 1957,t. p. 2. Cfr. Wolf, Eric, op. cit: describe dificultades físicas a que debe enfrentarse el habitante de Mesoamérica, pp. 17-28.

     [477] González Santos, Armando, op. cit., p.1.

     [478] Gutiérrez Olguín, Tonatiuh, “Los recursos naturales renovables en el desarrollo económico de México, en Investigación económica, Vol. XXII, Núm 86, Escuela Nacional de Economía, México, segundo trimestre de 1962.

     [479] INEGI, Estadísticas del medio ambiente, op. cit., p. 253. Separo sureste y península de Yucatán, porque ésta se encuentra entre paralelos 18° y 21°, al oriente, a igual altura de ciudad de México (paralelo 19°).

[480] Ídem, pp. 337.   

     [481] Quadri de la Torre, Gabriel, “Eficiencia y uso sustentable del agua en México,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 4, pp. 336-346, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 1999, p. 336.

     [482] Ídem.

     [483] INEGI, Estadísticas del medio ambiente, op. cit., p. 108.

     [484] Gutiérrez Olguín, Tonatiuh, op. cit., p. 429.

     [485] Ídem, pp. 110 y 111.

     [486] INEGI, Estadísticas del medio ambiente, op. cit., p. 106.

     [487] Gibson, Charles, Los aztecas bajo el dominio español. 1519-1810, Siglo XXI, México, 1980, p. 9.

     [488] Basado en Urquidi, Víctor L., “Economía ambiental: una aproximación,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 12, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, diciembre de 1998, pp. 951-955.

     [489] ONU, Planificación regional. Seminario sobre planificación regional, Tokio, julio-agosto de 1958, New York, 1959, p. 7.

     [490] Della Porta, Glauco, Sviluppo economico regionale. Teoria e politica, Capelli Editore, Rocca San Casciano, 1963, p. 129.

     [491] ONU, Planificación regional, op. cit., p. 17. Cursivas añadidas.

     [492] Mendieta y Núñez, Lucio, Efectos sociales de la Reforma Agraria en tres comunidades ejidales de la República Mexicana, UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales, México, 1960, pp. 11-12.

     [493] Ídem, op. cit., p. 14.

     [494] Ibídem, pp. 14-15.

     [495] Citado por López Rosado, Diego G, op. cit., p. 174.

     [496] Mendieta y Núñez, op. cit., p. 34.

     [497] Ibídem, pp. 14-15.

     [498] Ídem, p. 37.

     [499] Datos de INEGI y Secretaría de Reforma Agraria.

     [500] Fernández y Fernández, Ramón, Temas agrarios, Fondo de Cultura Económica, México, 1974, p. 43.

     [501] Morales Ibarra, Marcel, “Pacto social y desarrollo rural,” en El mercado de valores, 3/1999, pp. 40-55, Nacional Financiera, México, marzo de 1999, p. 41.

      [502] Ídem.

     [503] Casco Flores, José Andrés, “La estrategia de modernización del sector agrícola de México,” en Comercio exterior, Vol. 49, Núm. 4, pp. 362-372, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 1999, pp. 367-368.

     [504] Banamex-Accival, México social, op. cit., pp. 103-105.

     [505] Morales Ibarra, Marcel, op. cit., p. 46.

     [506] Ídem.

     [507] Ibídem, p. 47.

     [508] Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, Trillas, México, 1996, comentarios al Artículo 27, pp. 46 ss.

     [509] Morales Ibarra, Marcel, op. cit.,  p. 50.

     [510] Ibarra, David, “Problemas institucionales y financieros de la agricultura,” Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 9, pp. 639-651, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, septiembre de 1995, p. 645.

     [511] Ídem.

     [512] Alonso, Francisco, “Desarrollo y tecnología en México. II ¿Qué hace falta en la agricultura?,” en Excélsior, México, 26 de agosto de 2000, p. 10-A.

     [513] Ídem.

     [514] Cebreros, Alfonso, “La competitividad agropecuaria en condiciones de apertura económica,” en Comercio exterior, Vol. 43, Núm. 10, pp. 946-953, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1993, p. 947.

     [515] García Granados, Marco Antonio,  “No desaparecerá la Secretaría de la Reforma Agraria,” entrevista a Herrera Tello, María Teresa, titular del ramo, Excélsior, México, 30 de enero de 2001, p. 1 A.

     [516] Declaraciones atribuidas a Gálvez, Xóchitl, encargada de Atención a Pueblos Indígenas, Excélsior, México, 7 de agosto de 2002, p. 1 A.

     [517]  En todos los programas recomiendo partir de la taxonomía. En el ambiental es más necesario, dada su complejidad. Ver definición en Capítulo 18, supra.

     [518] Ginsburg, Norton S., “Las regiones de planificación y el concepto regional,” en ONU, Planificación regional. Seminario sobre planificación regional,  op. cit., pp. 33-34.

     [519] Para la relación eficiencia/eficacia, cfr. Donnelly, Jr., James H., Berry, Leonard L., y Thompson, Thomas W., Marketing Financial Services. A Strategic Vision, Dow Jones-Irwin, Homewood (Il.), 1985, pp. 25 ss. Tomo ideas de esta obra.

     [520] Cebreros, Alfonso, op. cit., p. 948.

 

     [521]  Citado por Casco Flores, José Andrés, op. cit., p. 366.

     [522] Lewis, W. Arthur, Teoría del desarrollo económico, op. cit., p. 358.

     [523] Escalante Semerena, Roberto y Rello Espinosa, Fernando, “El sector agropecuario mexicano: los desafíos del futuro,” en Comercio exterior, Vol. 50, Núm. 11, pp. 984-987, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, noviembre de 2000, p. 984.

     [524] Gatzionis Torres, Basilio, “Exportaciones agropecuarias y políticas de fomento,” El mercado de valores, 4/99, Nacional Financiera, México, abril de 1999, p. 21.

     [525] Ibarra, David, op. cit., p. 644.

     [526] Ídem.

     [527] Abrams, Charles, “La legislación relativa a la planificación regional en las zonas insuficientemente desarrolladas,” en ONU, Planificación regional. Seminario sobre planificación regional, Tokio, 1958, op. cit., pp. 102-114, p.102.

 

     [528] López Rosado, Diego G., Historia y pensamiento económico de México. Tomo II. Minería. Industria, op. cit., pp. 10 ss.

     [529] Ídem, p. 24.

     [530] El real era la unidad monetaria del imperio español. Contenía 930.5 milésimas de plata. Se acuñaban piezas de un cuarto de real a ocho reales en Casa de Moneda de México desde 1572. Cfr. Fomento Cultural Banamex, A.C., El real de a ocho. Primera moneda universal, México, 1976.

     [531] Citado por López Rosado, op. cit., p. 20. Subrayado en la fuente. Real también se llama al pueblo donde hay minas.

     [532] Ídem, p. 30.

     [533] Parra, Alma, “La plata en la estructura económica mexicana al inicio del siglo XX,” en El mercado de valores, 11/99, pp. 11-19, Nacional Financiera, México, noviembre de 1999, p. 12.

     [534] González, Luis, “El liberalismo triunfante,” Historia general de México, Tomo III, El Colegio de México, México, 1976, p. 233.

     [535] Dirección General de Estadística – Secretaría de Programación y Presupuesto -INEGI, Anuario estadístico de los Estados Unidos Mexicanos, varios números.

     [536] Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Fernández Editores. México, 1972, p. 193.

     [537] Ídem, pp. 195-196.

     [538] Gibson, Charles, op. cit., p. 362.

     [539] Ídem, p. 342.

     [540] López Rosado, Historia y pensamiento económico de México. Tomo II.  Minería.

Industria, op. cit., p. 151.

     [541] Díaz del Castillo, Bernal, op. cit., pp. 639 ss.

     [542] Citado por Rudomin, Pablo y Talancón, José Luis, “Industrialización y desarrollo tecnológico: una perspectiva histórica,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 10-17, Nacional Financiera, México, febrero de 1999, p. 13.

     [543] Ídem.

     [544] Parra, Alma, op. cit., p. 12.

     [545] Parnreiter, Christof,  “La ciudad de México: una ciudad global emergente,” en  El

mercado de valores, 10/2000, ejemplar citado, pp. 83-94.

     [546] Nacional Financiera, “Estadísticas sobre micro, pequeña, mediana y gran empresa,” en El mercado de valores, 1/2002, México, enero de 2002, pp. 44-58.

     [547] Edwards, Sebastian, “Gobiernos de AL incapaces de impulsar la revolución tecnológica,” en Excélsior, México, 28 de mayo de 2001, p. 4-F.

     [548] Citado por De Maria y Campos, Mauricio, “Una política de desarrollo industrial y fomento empresarial para la próxima década,” en El mercado de valores, 10/2000, pp. 16-

25, Nacional Financiera, México, octubre de 2000, p. 19.

     [549] Casalet, Mónica, “La cooperación interempresarial: una opción para la política industrial,” en Comercio exterior, Vol. 47, Núm. 1, pp. 8-15, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1997, p. 14.

     [550] Méndez, José Luis, “Veinte años de planeación industrial en México,” en Comercio exterior, Vol. 47, Núm. 1, pp. 50-56, op. cit., p. 56.

     [551] Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, Maquiladoras. Su estructura y operación, Publicaciones IMEF, México, 1986, e investigación propia.

     [552] INEGI, Anuario estadístico de los Estados Unidos Mexicanos, varios números.

     [553] Carrillo, Jorge y Aguilar Barajas, Ismael, “Rotación de personal, nuevas tecnologías e industria maquiladora en México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 4, pp. 283-290, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, abril de 1998, p. 283. Contiene varios artí

culos sobre el tema.

     [554] Fuente: Consejo Nacional de la Industria Maquiladora de Exportación. http://www.cnime.org.mx/estadisticas/empresas_instaladas.htm

     [555] GATT era General Agreement on Tariffs and Trade (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), firmado por 23 países en 1947. En 1994 se trasforma en Organización Mundial de Comercio: OMC. Ver Tamames, Ramón, Estructura económica internacional, Alianza, Madrid, 1991, Capìtulo 5, y, Evenett, Simon J., “El sistema de comercio mundial. El camino por recorrer,” Finanzas & desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Washington, diciembre de 1999.

     [556] Banco de México, Informe anual, 1993 y 2000.

     [557] Arriola, Carlos, “Globalización, modernidad y tratados de libre comercio.  Una perspectiva amplia,” en El mercado de valores, 7/2000, pp.18-25, Nacional Financiera, México, julio de 2000, p. 20.

     [558] Ídem.

     [559] Citado por Olmedo Carranza, Bernardo, “Financiamiento y capitalización para la microempresa en México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 659-665, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998, p. 659. Guiones en la fuente.

     [560] Marx denomina proletariado lumpen al “producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas” de la sociedad. Cfr. Marx, Carlos, “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850.” en Carlos Marx – Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, tomo I, op. cit., p. 138. Ver Capítulo 84 infra.

     [561] Olmedo Carranza, Bernardo, op. cit., p. 659.

     [562] López Espinosa, Mario, “Consideraciones sobre la microempresa, el financiamiento y el desarrollo,” en El mercado de valores, 4/2001, pp. 22-38, Nacional Financiera, México, abril de 2001, p. 23.

     [563] Cfr. Sulzenko, Andrei, “Estrategia canadiense de apoyo a las empresas pequeñas,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 639-640, Banco Nacional de Comercio   Exterior, México, agosto de 1998, y Cleetus, Rachel y Ramachandran, Vijaya, “Políticas para las pequeñas industrias de Estados Unidos,” en la misma revista, pp. 624-628.

     [564] Cfr. Sulzenko, op. cit.; Cleetus et. al., op. cit.; y Van Wert, James, “El gobierno y las empresas pequeñas en Estados Unidos,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 629-638, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998.

     [565] Alba Vega, Carlos, “Las empresas integradoras en México,” Comercio exterior, Vol. 47, Núm. 1, pp. 43-56, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, enero de 1997, pp. 43-44.

     [566] Bianchi, Patrizio et. al., op. cit., p. 621.

     [567] Para casos concretos cfr. Alba Vega, Carlos, op. cit., p. 44.

     [568] Ídem, pp. 44 ss.

     [569] González, Pedro Javier, op. cit., p. 534.

     [570] Ídem.

     [571] Ver Bianchi, Patrizio et. al., op. cit., p. 620.

     [572] De Maria y Campos, Mauricio, “Una política de desarrollo industrial y fomento empresarial para la próxima década,” en El mercado de valores, 10/2000, pp. 16-25, Nacional Financiera, México, octubre de 2000, p. 24. Entrecomillado en la fuente.

     [573] Kindleberger, Charles P., op. cit., p. 79.

     [574] Bruton, Henry J., Nuevas aportaciones a la teoría del crecimiento, CEMLA, México, 1960, p. 143.

     [575] Kaldor, Nicholas, op. cit., p. 35.

[576] Machado Fernando M., “Administración eficiente de la innovación tecnológica en los países en desarrollo,” en Comercio exterior, Vols. 48, Núm. 8, pp. 606-616, p. 606.

[577] Martín del Campo, Enrique, “Sistemas de cooperación tecnológica e innovación en América Latina, Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 562-568, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998, p. 563.

     [578] Quintana, Bernardo, “¿Por qué es importante para la empresa mexicana invertir en tecnología?, El mercado de valores, 2/99, pp. 18-23, Nacional Financiera, México, febrero de 1999, p. 19.

     [579] Capdevielle, Mario, “Composición tecnológica de la industria manufacturera mexicana,” en El mercado de valores, 1/2000, pp. 18-27, Nacional Financiera, México, enero de 2000, pp. 18-19.

     [580] Quintero, Raúl Gerardo, “Sobre la necesidad de incentivar el desarrollo tecnológico en México,” El mercado de valores, 2/99, pp.30-33, ejemplar citado, p. 31.

     [581] Robledo, Jorge, “Indicadores de ciencia y tecnología para América Latina,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 538-546, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998, p. 541.

     [582] Cfr. Casalet, Mónica, op. cit., pp. 31 y 34 y 38 y Cimoli, Mario, op. cit., pp. 8 y 15. Ambos consignan listas de instituciones involucradas en innovación.

     [583] Casalet, Mónica, ídem, p. 31.

     [584] Cimoli, Mario, op. cit., p. 6.

     [585] Casalet, Mónica, “Lo viejo y lo nuevo en la estructura institucional del sistema de innovación mexicano,” en El mercado de valores, 1/2000, pp. 28-39, Nacional Financiera, México, enero de 2000, p. 30.

     [586] Rudomin, Pablo, et. al., op. cit., p. 14.

     [587] Rivera Ríos, Miguel Ángel, “El paradigma de la industrialización tardía y el aprendizaje tecnológico: repercusiones para México,” en Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 8, pp. 666-678, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1998, p. 666.

     [588] Ídem.

     [589] Cfr. Waissbluth, Mario, “El financiamiento gubernamental a la innovación,” Comercio exterior, Vol. 48, Núm. 7, pp. 547-561, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, julio de 1998, y Elizondo Mayer-Sierra, op. cit.

     [590] Capdevielle, op. cit. Ver Unger, Kurt, “La globalización del SNI: empresas extranjeras y tecnología importada,” en El mercado de valores, 2/2000, pp. 20-28, ejemplar citado.

     [591] Quintero, Raúl Gerardo, op. cit.

     [592] Bazdresch Parada, Carlos y Márquez Padilla, Carlos, “El Sistema Mexicano de Innovación: una comparación con los países de la OCDE,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 3-9, Nacional Financiera, México, febrero de 1999, p. 3.

     [593] Machado Fernando M., “Administración eficiente de la innovación tecnológica en

los países en desarrollo,” en Comercio exterior, Vols. 48, Núm. 8, pp. 606-616, ejemplar citado, p. 606.

     [594] Cfr. Casalet, Mónica, op. cit., p. 30. Allí se describen y enumeran.

     [595] Cfr. Capdevielle, Mario, op. cit., pp. 19-20.

     [596] Cfr. Elizondo Mayer-Sierra, Carlos, “Reflexiones sobre el bajo nivel de inversión privada en I&D en México,” en El mercado de valores, 2/99, pp. 39-49, op. cit.

     [597] Cimoli, Mario, op. cit., pp. 6-7. Estos comentarios se fundan en este autor, con interpretación propia.

     [598] Machado, Fernando M., op. cit., p. 616.

     [599] Waissbluth, Mario, op. cit, p. 547.

     [600] Ídem, p. 561.

     [601] Ídem, p.548.

     [602] Méndez Nonell, Manuel, y Martínez-Palomo, Adolfo, “Vinculación investigación-industria. La experiencia del Cinvestav” [Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, de Instituto Politécnico Nacional], en El mercado de valores, 2/99, pp. 34-38, ejemplar citado, p. 36.

     [603] Cimoli, Mario, op. cit., p. 3. Adopto la idea, con interpretación y comentarios propios.

     [604] Cfr. Casas, Rosalba, “El papel de las instituciones productoras de conocimientos

en el desarrollo del sistema mexicano de innovación,” en El mercado de valores, 1/2000, pp. 40-46, ejemplar citado.

     [605] Méndez Nonell, et. al., op. cit., p. 36.

     [606] Machado Fernando M., op. cit., pp. 613-615. Aprovecho la clasificación. La interpretación y deducciones son de mi responsabilidad.

     [607] Ídem, p. 62.

     [608] Cimoli, Mario, op. cit., p. 3.

     [609] Cfr. Waissbluth, op. cit., pp. 349 ss.

     [610] Linton, Ralph, op. cit., p. 97.

     [611] Morgan, Lewis H., op. cit., p. 290.

     [612] Arístóteles, La política, Editores Mexicanos Unidos, México, 1998, pp. 9-10.

     [613] Cfr. Thio, Alex, op. cit., pp. 552 ss. y Persell, Caroline Hodges, op. cit., pp. 503 ss.

     [614] Las referencias históricas de esta sección se basan primordialmente en Pirenne, Henri, Historia económica y social de la Edad Media, Fondo de Cultura Económica, México, 1952; Sée, Henri, Origen y evolución del capitalismo moderno, op. cit., y Braudel, Fernand, Las civilizaciones actuales, op. cit.

     [615]  Pirenne, op. cit., p. 41.

     [616]  Sée, op. cit., pp. 14 ss.

     [617]  Braudel, op. cit., p. 320.

     [618]  Ídem., p. 282.

     [619] Pirenne, op. cit., p. 147.

     [620] Ídem. p. 284. Cursivas en la fuente.

     [621] Ibídem, pp. 285-286. Cursivas en la fuente.

     [622] ONU, Urban and Rural Population Projections 1950-2025, New York, 1986, citado por

Covarrubias, Francisco, “Prospectiva del sistema urbano nacional,” El mercado de valores,

3/2000, pp. 3-21, Nacional Financiera, México, marzo de 2000, p. 4.

     [623] Cfr. Forrester, Jay W., Urban Dynamics, The MIT Press, Cambridge (Ma.). 1969. Esta definición y la descripción de sistema urbano se basan en este autor, con interpretación y adiciones propias.

     [624] Aguilar Barajas, Ismael, “Desarrollo económico y macroeconomía urbana: tendencias internacionales,” en Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 10, pp. 727-734, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, octubre de 1995, p. 728.

     [625] Marx, Carlos, “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850.” en Carlos Marx – Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, op. cit., p. 138.

     [626] Engeles, Federico, Prefacio a la “Guerra campesina en Alemania,” en op. cit. de nota anterior, p. 602,

     [627] Marx, C. y Engels, F., “Manifiesto del Partido Comunista,” op. cit. en nota anterior, p. 32. Lo que aparece entre corchetes está en francés en la fuente; la traducción es mía.

     [628] Ziccardi, Alicia, “Ciudades y ciudadanía,” en El mercado de valores, 3/2000, pp. 69-77, ejemplar citado, p. 69.

     [629] Cfr. Kymlicka, Will et. Al., op. cit.,  p. 10.

     [630] Durkheim, Emile, La división del trabajo social, op. cit., p. 144.

     [631] Covarrubias, Francisco, op. cit., pp. 7 y 13.

     [632] Banamex, Dirección de Estudios Económicos y Sociales, http://www.banamex. com/esem/index.html.

[633] Eibenschutz Hartman, Roberto, “Hacia nuevos modelos de administración metropolitana,” en El mercado de valores, 4/2000, pp. 55-61, Nacional Financiera, México, abril de 2000, p. 57.

     [634] Forrester, Urban Dynamics, op. cit., pp. 9-10.

      [635] Ídem, pp. 9-10.

     [636] Covarrubias, Francisco, “Prospectiva del sistema urbano nacional,” op. cit., p. 9.

     [637] Eibenschutz Hartman, Roberto, op. cit., p. 57.

     [638] Forrester, Jay, Urban Dynamics, op. cit., p. 120.

     [639] Ídem,  p. 17.

     [640] Aguilar Barajas, Ismael, op. cit., p. 731.

     [641] Quadri de la Torre, Gabriel, “Políticas ambientales para una ciudad sustentable,” Comercio exterior, Vol. 45, Núm. 10, pp. 756-765, ejemplar citado, p. 757.

     [642] Covarrubias Gaitán, Francisco, “Prospectivas de la urbanización en la ciudad de México,” en El mercado de valores, 4/2000, pp. 3-19, Nacional Financiera, México, abril de 2000, p. 17.

     [643] Ziccardi, Alicia, op. cit., p. 72.

     [644] Covarrubias, Francisco, “Prospectiva del sistema urbano nacional,” op. cit., pp. 16 ss. Tomo ideas de esta obra con interpretación y adiciones propias.

     [645] Quadri de la Torre, Gabriel, “Políticas ambientales para una ciudad sustentable,” op. cit., p. 757.

     [646] Covarrubias, Francisco, “Prospectiva del sistema urbano nacional,” op. cit., p. 21.  Cursivas en la fuente.

     [647] Cfr. Durkheim, Emile, op. cit., Capítulo III.

     [648] Braudel, Fernand, op. cit, p. 297.

     [649] Descripción basada en López Rosado, Diego G., op. cit.

     [650] La principal fuente es INEGI, Censo general de población y Anuario estadístico, varios años. Los recientes se toman de “Estadísticas básicas sobre infraestructura en México,” en El mercado de valores, 6/99, pp. 37-41, Nacional Financiera, México, 1998.

     [651] Cfr. Lozano Alarcón, Javier, “Las telecomunicaciones, fundamentales para el desarrollo,” en El mercado de valores, 7/98, pp. 11-18, Nacional Financiera, México, julio de 1998.

     [652] Organization of the Petroleum Exporting Countries (OPEC), Basic Oil Industry Information, Vienna, 1983, p.4.

     [653] López Rosado, Diego G., Historia y pensamiento económico de México. Tomo II. Minería. Industria, op. cit., p. 82.

     [654] Ídem, pp. 82-83.

     [655] Ibídem.

     [656] Ibídem, pp. 83 ss.

     [657] Engler, Robert, La política petrolera, Fondo de Cultura Económica, México, 1966, p. 203

     [658] INEGI, Estadísticas del medio ambiente, op. cit., pp. 290 ss. La fuente consigna 10 refinerías, a las que resto Azcapotzalco, cerrada recientemente.

      [659] El financiero, México, 18 de marzo de 1988, p- 3-A.

     [660] Cfr. López Rosado, Diego G., op. cit.

     [661] Cfr. Ortega Mata, Rolfo, “La electricidad hasta su nacionalización,” El economista mexicano, Vol. II, N°. 4, pp. 426-462, Colegio de Economistas de México, México, [sin mes] 1962.

     [662] Della Porta, op. cit., pp. 64 ss. La exposición de polos de desarrollo se basa en esta obra.

     [663] Quintana, Bernardo, op. cit., p. 8.

     [664]  Ídem, p. 6.

      [665]  Ídem, p. 30.

     [666] Hirschman, Albert O., op. cit., p. 90. Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento se conoce ahora como Banco Mundial. Ver Capitulo 22.

     [667] ONU, Planificación regional, op. cit., p. 50.

Standard